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El Milagro Japones




Enviado por gen21uy



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    Indice
    1.
    Introducción

    2. Capacidad De Trabajo

    3.
    Solidaridad

    1.
    Introducción

    Tomado de la revista:
    Capacitación y Desarrollo #
    11
    Asombra al mundo el ascenso del Japón a
    superpotencia mundial y la constante expansión de su
    economía.
    Es en verdad sorprendente lo que ha hecho ese país, que
    hoy cuenta ya con 120 millones de seres, pero cuya
    extensión territorial es de solo 337,780 kms cuadrados es
    decir menos que los estados de Coahuila y Chihuahua juntos, que
    entre ambos suman 394,920 kms. Cuadrados. Debe además
    tenerse en cuenta que las islas que forman el Japón
    son de naturaleza
    volcánica, con solamente un 14% de superficie cultivable,
    y una carencia casi total de materias primas como el
    carbón, hierro,
    petróleo.
    Y sin embargo, Japón ocupa hoy en día el segundo
    lugar, después de los E.U.A. en términos del
    valor de
    exportaciones, y
    el primer lugar en términos de la balanza
    comercial.
    ¡Qué hay!, ¿Que existe detrás del
    pasmoso éxito
    económico del Japón, en los mismos momentos en que
    Estados Unidos
    parece quedar atrás, Europa permanece
    adormecida en su comercio y
    en  industrias, y la
    economía
    rusa se convierte rápidamente en anacrónica?.
    En el llamado milagro japonés intervienen toda una serie
    de elementos históricos, culturales, sociales y
    políticos que se han combinado de una manera
    excepcionalmente benéfica para la economía y la
    prosperidad del país del sol naciente. Examinar esos
    factores resulta fascinante y está lleno de lecciones, lo
    mismo para los países que para los individuos.
    Hay 7 factores que han permitido el sorprendente éxito
    económico del Japón, el tercer país
    más grande en la economía mundial de
    hoy:

    2. Capacidad De
    Trabajo

    Los japoneses forman un pueblo extremadamente
    trabajador. A tal grado, que el éxito de su país no
    debe atribuirse tan solo a sus excelentes dirigentes
    empresariales, sino sobre todo a sus millones de empleados y
    obreros, animados por un ardor infatigable en sus tareas, por una
    valiosa disciplina y
    por una sobriedad difícilmente igualada en el occidente.
    El desenvolvimiento económico de Japón es una
    realidad percibida y apreciada en toda su importancia por el
    pueblo, no de un modo pasivo, sino de una manera activa que
    contribuye considerablemente a la grandeza industrial nipona.
    Ningún otro pueblo ha demostrado tanta perseverancia y
    fervor en el esfuerzo nacional.
     La ética
    japonesa de trabajo bien puede resumirse en esta frase del viejo
    y desaparecido empresario Shibusawa Eiichi, fundador del Dai Ichi
    Bank y de más de 500 negocios:
    "Fomentar la productividad es
    una manera de practicar la virtud".
    Ahora bien, para entender al obrero japonés y la ética que
    lo anima, hay que tomar en cuenta que en el Japón cada
    persona que
    entra a trabajar en una empresa
    está consciente de poseer en ella una participación
    social y moral muy
    profunda. Así la relación amistosa del obrero
    japonés suele circunscribirse a la gente de la empresa para
    la que trabaja, excepción hecha de sus parientes y de
    algunos amigos íntimos y por lo común antiguos
    excondiscípulos.
    La unidad de la fuerza
    laboral se ve
    reforzada por un sistema educativo
    fundado en disciplinas de enseñanza básica, que ponen
    énfasis especial en la importancia de participar con
    entusiasmo en proyectos de
    grupo. Ese
    sentimiento de participación constituye un factor
    significativo en las buenas relaciones entre los distintos
    niveles de las empresas.
    Alrededor de trece millones de trabajadores nipones pertenecen a
    organizaciones
    sindicales, las cuales existen en Japón desde la
    época desde la época antigua. Los sindicatos
    tuvieron un desarrollo
    amplio en la década de los veinte; pero a finales de los
    treinta los obreros fueron rigurosamente encuadrados en una
    gigantesca organización manejada por el Estado,
    aboliéndose los sindicatos no
    oficiales. Pero al terminar la guerra mundial,
    una de las reformas promovidas por la ocupación
    norteamericana consistió en la promulgación de una
    amplia serie de leyes y
    reglamentos laborales. Una ley básica
    estableció el derecho de los trabajadores a organizarse y
    a negociar colectivamente.
    La acción de los sindicatos laborales es sin duda poderosa
    en Japón, si bien la mayoría de los obreros
    pertenecen a sindicatos de empresa, es
    decir, sindicatos organizados dentro de una sola
    compañía, que corresponden al gran sentido
    comunitario característico del trabajador
    japonés, para quien la asociación con sus
    compañeros y jefes significa mucho.
    Los sindicatos japoneses de empresa
    contribuyen indudablemente al desarrollo
    económico de la nación,
    pues tanto los líderes sindicales, como los trabajadores y
    los directivos de una empresa
    tienen por meta primordial la productividad.
    Todas las diferencias se discuten y resuelven bajo esta
    premisa.

    Educación
    El sistema educativo
    del Japón ha servido y continúa sirviendo para
    formar recursos
    humanos calificados, fundamentales en el desarrollo de un
    país que carece casi por completo de recursos
    naturales.
    Indiscutiblemente, una de las claves del éxito
    japonés es el afán de un pueblo admirable  por
    instruirse y cultivarse.

    3.
    Solidaridad

    Los japoneses de hoy se ven a sí mismo como el
    pequeño país isleño que son y que, carente
    de recursos
    naturales pugna por avanzar paso a paso, venciendo los
    obstáculos inconmensurables, saben que deben de seguir
    juntos y de común acuerdo a fin de no quedarse a la zaga.
    Esta visión realista permite que el gobierno, las
    industrias, las
    empresas
    comerciales y financieras y el pueblo enfoquen con acierto sus
    energías y almacenen éxitos cada vez más
    espectaculares. Fue esta visión del Japón acerca de
    sí mismo y de las circunstancias en que se mueve su
    economía, lo que le permitió ser el primer
    país que comprendió todo el significado que
    había detrás de los aumentos de precios
    fijados al petróleo
    por la OPEP, de su
    situación precaria, y percatarse de que la era de la
    energía barata terminaba; reorganizó su
    economía dando el paso a los productos de
    alta tecnología y bajo consumo.
    De inmediato, iniciaron un vasto programa de
    conservación energética. Sus fábricas de
    autos
    empezaron a producir grandes cantidades de carros de bajo
    consumo de
    gasolina. El país comenzó a sentar los cimientos
    eventuales de su tecnología. Todos los
    cambios que siguieron pudieron ser realizados gracias a la unidad
    de propósitos existentes entre los distintos sectores de
    su población.
    Existe un proceso
    informal y continuo de intensa comunicación entre el ministerio de
    comercio
    Internacional e Industrial (MITI), las empresas principales,
    los sindicatos y las estructuras
    gubernamentales. Casi todos los ejecutivos japoneses se
    reúnen con funcionarios sindicales y del gobierno, para
    comentar noticias, puntos de vista y tendencias
    económicas. Los estudiantes universitarios también
    mantienen vínculos estrechos entre sí, al mismo
    tiempo guardan
    excelentes relaciones con las empresas y los distintos
    departamentos del gobierno.
    Por lo demás, los altos ejecutivos se interesan mucho en
    sus trabajadores, los cuales a su vez colaboran arduamente con
    los directivos con el  propósito  de lograr
    altos rendimientos en la producción. La alta productividad nipona se
    alcanza por medio de la mutua lealtad, el compromiso
    común, la identificación de los individuos con el
    éxito de las empresas, y la buena relación que
    existe entre el trabajador y los mandos superiores.
    La solidaridad
    existente entre los japoneses tiene raíces muy profundas.
    Lo mismo en la familia que
    en la escuela y los
    lugares de trabajo, los japoneses viven siempre en grupos. Cada
    japonés sirve a un grupo, el que
    por su parte le ayuda, brindándole calor humano y
    ofreciéndole seguridad 
    económica. Se estudia, se vive y se trabaja en un
    círculo de compañeros y amigos. Resulta
    significativo que en las fábricas, las decisiones se tomen
    de abajo para arriba, lo que solamente es posible gracias a la
    profunda integración de los trabajadores a sus
    empresas. Una vez tomada una decisión, todos la apoyan y
    emplean lo máximo de sus habilidades para hacer que se
    convierta en un éxito.
    Poseedor de un gran sentido solidario, el gobierno japonés
    considera su obligación el hacer avanzar a las industrias
    del país, en vez de ponerles trabas que las obstaculicen,
    como ocurre en otras naciones, y reducir al 0 sus
    gravámenes.
    Japón constituye el ejemplo de una democracia de
    libre empresa que ha sabido planificarse su futuro y avanzar
    hacia metas comunes, sin desviarse hacia el estatismo, la
    violación de los derechos humanos
    o el desmantelamiento del libre mercado.
    4.- Ahorro
    El ahorro
    japonés posee en alto grado la virtud del ahorro. Con base
    en ella, el país alimenta su poderosa máquina
    económica, habiendo construido una estructura
    organizativa que absorbe los ahorros nacionales y los canaliza
    hacia las industrias. Esta captación de ahorros aporta al
    gobierno alrededor de 40 millones de dólares por
    año, que de inmediato convierte en créditos a largo plazo y de bajo interés,
    para fomentar el crecimiento de las industrias y las exportaciones.
    Esta estructura fue
    creada después de la guerra para
    asegurar el flujo continuo  de crédito
    barato, destinado a la reconstrucción de las empresas
    desbastados por la guerra. Estos
    ahorradores satisfechos con el pago de intereses libres de
    impuestos,
    representan un gran peso en el desarrollo
    económico del país, puestos que las empresas
    japonesas no han tenido que preocuparse mayormente a causa de los
    altibajos en los mercados de
    valores.
    Siempre ha tenido capital
    disponible de sobra para ponerlos en marcha.
    5.- Imitación Y Perfeccionismo
    Hay aun muchos que piensan que los japoneses únicamente
    son hábiles para imitar, que se aprovechan de las ideas de
    los demás solamente.
    En realidad, Japón  dispone de una rica
    tradición de investigación básica, y es un hecho
    poco conocido que ocupa la vanguardia
    normal mundial en ramas como el cálculo de
    probabilidades, la física estadística, la física de los
    metales y la
    microbiología. Además revelan una
    gran capacidad de inteligencia y
    sentido práctico, el hecho de valerse de
    tecnologías importadas, y terminar
    mejorándolas.
    Es bien conocido que después de la guerra los japoneses
    comenzaron a obtener toda la información técnica y
    científica disponible. Compraron patentes
    tecnológicas al occidente y adquirieron la maquinaria
    más moderna de aquellos tiempos. Lo mismo hicieron los
    soviéticos, pero pronto se arruinaron por falta de
    mantenimiento
    o por la utilización inadecuada a que fueron sometidas.
    Los japoneses al contrario, la desarmaron para estudiarlas y
    descubrir hasta sus menores defectos y fallas. Luego empezaron a
    producir mejores modelos a
    menor precio que los
    originales.
    De acuerdo con una estadística publicada en Tokio, este
    país pagó entre 1950 y 1978 solamente 9;000
    millones de dólares para un total de 32 mil convenios para
    construir bajo licencias y técnicas
    de vanguardia.
    Esta cantidad representa alrededor de la quinta parte de lo que
    gasto Estados Unidos
    por año durante este período. Muy sensatamente, los
    japoneses prefieren pagar por las tecnologías
    occidentales, lo que resultó mucho menos costosos que
    invertir en el desarrollo de una tecnología propia.
    La capacidad excepcional de los japoneses para utilizar
    tecnología importada y producir con base a ella productos
    mejores y más baratos, así como su capacidad para
    innovar, han conducido poderosamente a la milagrosa
    expansión de su economía.
    6.- Estructuras
    Empresariales Sui Generis
    Al finalizar el fenómeno del espectacular desarrollo
    económico del Japón, necesariamente se deben tomar
    en cuenta las estructuras tan características de sus empresas, destacar
    los siguientes aspectos: el grupo desempeña un papel de
    verdadera importancia en los distintos niveles de  la empresa. Ello
    corresponde a la antigua y arraigada tendencia a agruparse,
    inclinación que las empresas aprovechan para alcanzar las
    realizaciones de sus objetivos.
    El principio de consenso es decisivo en la toma de
    decisiones, y es de tenerse en cuenta la aversión de
    los japoneses  por todo acuerdo que pueda resultar nocivo
    para cualquier minoría.
    La empresa da una gran importancia a los años de servicio, en
    el momento de determinar sueldos y
    salarios. Con ello se garantiza a todos los trabajadores de
    una empresa, empleo
    vitalicio, seguridad
    económica y social así como prestigio personal.
    Las relaciones obrero-patronales están concebidas bajo la
    idea de pertenecer a una misma familia. Cada
    trabajador se siente integrado a esa segunda familia en la que
    se convierte para la empresa, familia que se hará cargo de
    el hasta el día de su jubilación. Trabajará
    celosamente y dará los mejor de sí para valerse una
    promoción. A sus superiores les
    exigirá ser buenos "hermanos mayores", y al patrón,
    ser un buen "padre". Cuando consideran necesario sustituir a sus
    viejos obreros por otros más jóvenes, lo hacen sin
    vacilación, entrenándoles para nuevos puestos.
    El concepto
    japonés de empresa, basado en la columna o pueblo, es
    totalmente distinto al criterio empresarial del occidente, para
    los comunes. Los directivos tienen su mayor responsabilidad en trabajar por el bienestar del
    personal de la
    empresa.
    En las empresas de Japón no predomina la filosofía
    del dinero. El
    enriquecimiento de una firma industrial o comercial, raramente es
    el objetivo
    primordial de sus directivos. Prefieren el progreso al provecho
    monetario, buscan la expansión de la empresa, la
    modernización de su equipo y por ocupar un buen sitio
    dentro de la competencia
    nacional y mundial.
    Otra característica de las empresas japonesas en su
    flexibilidad. Las fábricas son cascarones adaptables al
    cambio
    inmediato de actividad industrial. Se puede rehacer cuantas veces
    sea necesario por medio de pequeñas innovaciones,
    adaptaciones y agregados de maquinaria. Con la introducción de robots industriales, las
    fábricas cambian en cuestión de horas y se dedican
    a nuevas actividades productivas.
    La flexibilidad en las instalaciones industriales existe
    también en lo que respecta a los obreros. Los obreros
    pasan de una tarea a otra sin dificultades de ninguna clase, lo
    que le importa es el trabajo, no
    la tarea particular. Dado el sistema de empleo
    permanente, la automatización de las empresas no
    representa una amenaza para la base trabajadora.
    Las constantes reconversiones industriales, para las que siempre
    hay flexibilidad y se cuenta con la solidaridad de
    los trabajadores y sus sindicatos, están situando al
    país a la vanguardia de la era de la alta
    tecnología.
    7.- Valores
    Espirituales
    De los 7 factores que hemos enumerado creo que el profundo
    valor
    espiritual de los japoneses es lo que ha fomentado el desarrollo
    de los otros 6.
    Para empezar, los japoneses tienen 3 religiones que practican e
    influencian su vida sin presentar conflictos de
    ideología ni rivalidad.
    El Shinto es la religión oficial que
    rige con el nacimiento de un niño, el matrimonio de una
    pareja y el entierro de un anciano, además de participar
    en la apertura de una empresa o cualquier evento de importancia
    de gobierno.
    El  Confucionismo que es la base moral del
    japonés, que ha prestado muchas de las
    características sociales con los cuales viven los
    japoneses actuales: el valor del grupo sobre el valor
    individual,  la necesidad de mantener una relación
    armónica y solidaria con los demás. Esta forma de
    pensar se filtra y ampara a la sociedad
    industrial y mercantil nipona.
    El Confucionismo es de carácter
    racional y rechaza el misticismo y las conjuras de otras religiones. La habilidad de
    los japoneses para asimilar la tecnología occidental con
    rapidez y sensatez se debe en buena parte a su educación bajo el
    Confucionismo.
    Aún tienen otra poderosa fuente de influencia que
    fortalece el espíritu japonés: El Zen Budismo. Esta es
    un antigua disciplina que
    formó los samurai en el pasado y actualmente entrena 
    a los gerentes y directores  de empresas japonesas
    además de los jefes  y supervisores de línea.
    El Zen les enseña a meditar, a canalizar su
    energía, a relajarse y a encontrarse a si mismo. Su
    entrenamiento
    es antilógico, contrapuesto a lo intelectual,  basado
    en el aquí, no en el pasado o el futuro.
     En un terreno estructural, desde hace algunos años,
    se ha hecho notar la fuerte diferencia, en el terreno de la
    economía mundial, entre las esferas productiva, la
    comercial y la financiera. Sobre todo, la inmensa
    separación de esta {ultima con relación a las
    anteriores. En el propio terreno financiero, ya de lleno en la
    situación de las bolsas de valores, se percibe
    también una considerable distancia entre los valores
    derivados, en relación a los valores
    subyacentes. En crisis
    anteriores, que también han tenido gatilladores locales,
    se ha hecho notar la importancia de estas diferencias. Las
    crisis, las
    rasgadutras de la esfera financiera se han dado sin
    exccepción en lugares "recalentados", sobresaturados por
    la compresión de valores trillonarios que no encuentran un
    exponente de multiplicación, o que han perdido desde hace
    tiempo toda
    relación con la producción real En este sentido puede
    recordarse el meltdown del milagro japonés, de comienzos
    de los 90, derivado del estallido de su economía"burbuja"
    fundada precisamente en el mercado de
    derivados y de la especulación de la propiedad
    raíz; o la crisis mexicana, con tantas dimensiones
    especulativas, que todavía se conmemora y viene a
    incertarse en la actual crisis que sopla desde el sudeste
    asiático. Esta sucesión dada como ejemplos, no
    implica que cada uno de esos lugares en donde se vió con
    alguna claridad desde hace algunos años la debilidad del
    sistema, estén ya vacunados frente a la crisis que
    comienza a desplegarse. Ya que ésta más que
    orientarse hacia una tranquila recesión, tiene potencial
    suficiente para poner en cuestión la operatividad del
    sistema
    financiero en su conjunto, a través de una serie de
    episodios explosivos, que como lo demuestra la debilidad revelada
    en esta ocasión por países como Argentina, Brazil
    o Indonesia, son bastante probables.
    El fenómeno que estamos presenciando desde hace una
    semana, iniciado mediante una baja dramática de los
    valores, vale la pena enfatizar esto, no fue ni casual ni
    inadvertido. Desde 1995, se ha venido examinando muy de cerca el
    curso que tomaba el proceso
    económico y financiero en el sudeste asiático. En
    numerosas reuniones del FMI, del Banco Mundial,
    de comisiones especiales y de grupos de
    interés, como la Fundación RAND,
    amén de los informes de
    ministerios y bancos de la
    zona, se venía expresando el temor de una
    catástrofe inminente en el terreno financiero, la negociación de nuevas fórmulas en la
    paridad monetaria, y el examen del entorno social y
    político que eventualmente pudiera tornarse adverso a la
    continuidad de los negocios. En
    lo que ha sido una larga y a veces agotadora inquisición a
    las estructuras económicas del Asia, se ha
    estado
    monitoreando muy de cerca los comportamientos económicos y
    financieros de Japón, de Hongkong, de Thailandia, de
    Indonesia, de Birmania, Filipinas, Ceilán, Taiwan,
    Cambodia, y China. Lo
    curioso es que todos los dictámenes vienen a coincidir en
    señalar en todos ellos, causas de inestabilidad y hasta
    condiciones abiertas a la provocación de crisis muy
    serias.
    Estos exámenes no se agotan con un diagnóstico regional; proveen
    también alcances y advertencias para otras zonas de las
    esferas productivas, comerciales y financieras involucradas, como
    los EEUU, Europa o América
    Latina. La llamarada de Hongkong puso todos estos alcances en
    perspectiva.

    El estancamiento japonés.
    Hace unos días un ministro japonés intentando
    definir la situación económica de su país,
    utilizó el término "estancamiento". Lo que pudiera
    ser sólo un eufemismo ministerial para evitar un enfoque
    menos optimista, ya que desde hace unos diez años
    Japón viene experimentando una serie de contracciones, y
    efectos que han quitado toda dinámica a su planta productiva. Un
    resultado del fracaso de un modelo fundado
    en la expansión acelerada del capital
    financiero, consolidado de manera hegemónica sobre el
    resto del sistema corporativo. Al menos desde 1980 y hasta 1990,
    esa economía podía definirse como "economía
    burbuja", caracterizada por la elevada especulación de la
    propiedad raiz
    y de los stocks de la bolsa, sobre todo en aquéllos rangos
    descritos como "derivados", lejanos a la "economía
    subyacente", esa economía de base que llegado un momento
    ya fue incapaz de sostener los valores especulativos, originando
    la primera gran crisis de la economía japonesa. El
    descenso de los valores en la propiedad raiz, provocó en
    una economía donde los bancos
    poseían gran parte de los stocks, una corrida que al cabo
    de cuatro años, hacia 1994, habia dado origen a una baja
    de los precios en la
    bolsa de casi un 50% en relación a 1989. La
    reacción posterior, ante una declinación de los
    ingresos
    bancarios, ha sido la concentración, que ha dado origen a
    inmensas entidades de crédito, verdaderas bombas en
    potencia si se
    estima la envergadura de las deudas.
    Pero antes, muchos bancos fueron a la quiebra: Tokyo
    Kyowa Credit (1994),el Yuei Credit (1995), el Kyodo bank (1995),
    el Osaka Credit union (1996),etc.
    Diversas maniobras politicas, como la recomendación de
    fusiones,el
    financiamiento
    de los jusens, la reducción de tasas de descuento,etc.,
    han buscado sin exito
    reenderezar la situación de los bancos, pero sin lograr
    levantar el horizonte a largo plazo. Actualmente las cifras de la
    deuda de las instituciones
    financieras japonesas, oscila según los cálculos de
    diversas organizaciones
    bancarias en cifras que van de los 233 mil millones a los 656 mil
    millones de dólares. Esta situación no sería
    del todo comprensible sin la fuerte presión en
    torno al valor
    del yen, que desde 1985 se ha sostenido, permitiendo con ello una
    más fácil captura de créditos externos, sobre todo con respaldo
    gubernamental. La economía burbuja japonesa
    comprometió de este modo a la burbuja financiera mundial.
    La situación se agravó en los últimos
    años, con la extensión de las insolvencias. Hace un
    año, la deuda que no se estaba sirviendo alcanzaba a los
    53,4 mil millones de dólares. Existe pues a la fecha una
    considerable debilidad en el sector financiero japonés, y
    a la cual no se le ve una solución fácil. Por una
    parte ha originado un efecto depresivo en la economía real
    en su conjunto, y medidas como un alza de los intereses,(que
    podría contribuir aún más a la depresión)
    o la devaluación del yen podrían
    desestabilizar aun más a los mercados
    (demasiado deprimidos) y tener un efecto boomerang sobre la
    maltrecha economía japonesa.
    De todos modos, la percepción
    de esta crisis que podemos llamar larga, de la economía
    japonesa, produjo una migración
    de parte del capital especulativo hacia otras riberas del sudeste
    asiático, y si por un momento tonificó lo
    suficiente a esas economías como para contribuir al
    surgimiento de los Tigres de Asia, al reponer
    alli su experiencia burbuja, creó esos otros dispositivos
    críticos que ahora están estallando.
    En estos días y en los que sigan, por estas razones, no se
    puede esperar un impulso "bull" desde el interior de las finanzas
    japonesas, y su bolsa seguirá con gran fidelidad las
    declinaciones a que están llamando el resto de las bolsas
    del sudeste asiático.

    Reseña del éxito del Japón,
    la tierra en
    que se dan la mano el futuro y el presente
    La cadena insular, aislada del resto del mundo durante buena
    parte de su historia y vista por muchos
    como país enemigo, es hoy en día la envidia del
    mundo moderno.
    Pocos años después de salir de la
    devastación de la Segunda Guerra
    Mundial, el Japón disfrutaba ya de una
    supremacía económica indiscutible y se había
    transformado en algo sin paralelo en el mundo: una superpotencia
    económica que crece y progresa sin necesidad de tener un
    imperio militarista.
    En las postrimerías del siglo XX, el Japón era el
    primer acreedor del mundo, marchaba a la vanguardia de la
    tecnología y poseía una sólida unidad
    monetaria, el yen, producto en
    buena parte de los enormes saldos favorables de su balanza de pagos.
    Su imperio inmobiliario piramidal incluía inversiones en
    todo el mundo, desde Australia hasta México y
    el Hawaii y los rincones más distantes del planeta.
    Y lo que es especialmente admirable es que el Japón, este
    titán económico, carece de recursos
    naturales propios. Occidente contempla atónito como
    los japoneses negocian sin pelear y comercian sin abogados.
    Según un análisis publicado en U.S. News and World
    Report, "el Japón no creó sus oportunidades; antes
    bien, las vio y ha sabido aprovecharlas . . . El llamado 'milagro
    japonés' de la posguerra es testimonio elocuente del
    poder de la
    observación. El Japón
    reconoció –y sigue reconociendo– un mundo de
    superpotencias que alardeaban de armas capaces de
    acabar con la civilización, pero que, al mismo tiempo,
    habían perdido ese ingenio, esa iniciativa a los que
    debían su condición de superpotencias. Como suele
    hacerlo, el Japón advirtió lo que faltaba y
    aprovechó esa carencia".
    El éxito sin paralelo del Japón es ejemplo del
    pragmatismo
    supremo de su pueblo. Porque, ante todo, los japoneses se dedican
    a lo que da resultados.
    En su libro El Siglo
    el Pacífico, Frank Gibney ha llamado al Japón
    —y a las otras potencias comerciales del Asia, Corea del
    Sur y Singapur— "confucianos capitalistas". Estos
    países florecen con valores tradicionales que ensalzan la
    importancia de la educación, la
    lealtad familiar y la armonía social. Como Gibney
    atinadamente señala, es ahí que radica la
    auténtica fuerza motriz
    de estos países; son estos valores lo que hace que sus
    economías sean tan dinámicas y lo que explica la
    formidable competencia de
    sus países.
    La estima de que el Japón goza en el mundo quedó de
    manifiesto en marzo de 1989, cuando 163 países enviaron
    representantes especiales a las exequias del emperador Hirohito.
    Nunca antes en todo el siglo XX se habían reunido tantos y
    tan distinguidos dignatarios para unos funerales. Ante 10.000
    invitados especiales, los nuevos monarcas, el emperador Akihito y
    la emperatriz Michiko —que habían honrado con su
    presencia los Congresos Mundiales de la JCI celebrados en Osaka y
    Nagoya—, rindieron su último homenaje al hombre que
    durante más de 60 años ocupó el trono del
    Crisantemo.
    En las últimas décadas, la economía japonesa
    se ha expandido rápidamente. La base industrial del
    país, que antes se basaba en las industrias ligeras, recae
    ahora en las industrias pesadas, químicas y
    electrónicas, que juntas constituyen al menos los dos
    tercios del valor total de las exportaciones anuales. En 1997 el
    producto
    interior bruto (PIB) fue de
    4.190.233 millones de dólares, uno de los mayores del
    mundo. La renta per cápita es de 33.230 dólares. El
    presupuesto
    nacional estimado para 1993 establecía unos ingresos de
    892.795 millones de dólares y 1.013.103 millones de
    dólares de gastos.
    Antes y durante la II Guerra Mundial,
    la mayor parte de la economía japonesa estaba controlada
    por una docena de familias acaudaladas, denominadas
    colectivamente como zaibatsu (‘camarillas ricas’).
    Las familias más importantes fueron Mitsui, Iwasaki
    (operando bajo el nombre de la compañía
    Mitsubishi), Sumitomo y Yasuda; controlaron la mayoría de
    las industrias de carbón, hierro, pulpa
    y aluminio. En
    1945 y 1946, las autoridades aliadas de ocupación
    disolvieron la propiedad familiar de estos inmensos consorcios
    industriales, aunque las empresas permanecieron intactas y
    aumentaron incluso en poder
    económico al englobar otras actividades, como los
    transportes por vía marítima, la banca y otras
    industrias.
    Los productos japoneses, desde diminutos juegos
    electrónicos hasta automóviles y enormes buques
    petroleros, son mundialmente valorados por sus altos niveles de
    calidad. Las
    empresas japonesas tienden a reinvertir una parte sustancial de
    sus ventas en
    investigación, lo que favorece la
    creación cada vez mayor de productos más eficientes
    y avanzados. Las industrias japonesas sufrieron graves
    daños en la II Guerra Mundial. Después, el
    país acometió una reconstrucción que dio
    como resultado la completa modernización de las
    instalaciones industriales, poniendo el énfasis en las
    industrias químicas y petroquímicas y en la
    industria de
    maquinaria pesada. A mediados de la década de 1950, la
    producción industrial había superado los niveles
    anteriores a la guerra; el crecimiento industrial alcanzó
    el 9,4% anual durante el periodo comprendido entre 1965 y 1980 y
    el 6,7% al año durante el periodo de 1980 a 1988. A
    mediados de la década de 1990, Japón era el
    principal país constructor de barcos del mundo y se
    encontraba entre los productores más destacados del mundo
    de productos eléctricos y electrónicos, acero y
    vehículos de motor. La
    producción de acero crudo en el
    mismo periodo era de unos 109,7 millones de toneladas; y la
    producción de hierro en lingotes, de 80 millones de
    toneladas. La industria
    nipona también producía 9,8 millones de turismos,
    7,6 millones de camiones y grúas, 47,7 millones de
    relojes, 28,2 millones de vídeos, 14,3 millones de
    televisores en color, 18
    millones de cámaras de 35 mm, 6,1 millones de hornos
    microondas,
    5,2 millones de refrigeradores, 4,3 millones de faxes, 2,6
    millones de ordenadores, 2,3 millones de copiadoras y otros
    muchos aparatos eléctricos y electrónicos para el
    hogar y para el trabajo.
    Gracias a la fuerza del yen, las compañías
    japonesas han invertido de forma creciente en plantas
    industriales fuera de Japón.
    A mediados de la década de 1990 Japón se encontraba
    también entre los principales productores mundiales de
    materias primas químicas básicas, de industrias
    textiles y de fibra sintética. Sin embargo, durante este
    periodo, la producción de seda y algodón
    disminuyó. Antes de la II Guerra Mundial,
    Japón ocupaba el quinto puesto en el comercio
    mundial con una balanza
    comercial favorable; la mayor parte de las exportaciones
    japonesas se dirigían a territorios que formaban parte del
    Imperio, como Dongbei Pingyuan (Manchuria) y la China ocupada;
    sin embargo, las relaciones comerciales con algunos países
    desarrollados como Estados Unidos y Gran Bretaña eran
    desfavorables. Las autoridades aliadas de ocupación
    permitieron a las empresas privadas que continuaran con el
    comercio exterior
    en 1946. En 1996, las importaciones
    anuales totalizaron 349.152 millones de dólares y las
    exportaciones 410.901 millones, lo que hace de Japón el
    tercer país exportador del mundo. Los bienes
    manufacturados aportaron el 94,9% del total de las exportaciones;
    respecto a las importaciones, la
    partida de combustible fue la mayor y supuso el 17,4%. Otras
    importaciones son alimentos,
    animales
    vivos, manufacturas básicas (como tejidos, hierro y
    acero) y materias primas como madera o
    minerales
    metálicos. Hasta 1993 se prohibieron las importaciones de
    arroz, pero las escasas cosechas de 1993-1994 obligaron a
    realizar una importación de emergencia de 1
    millón de t procedentes de Tailandia, Australia y Estados
    Unidos; la conclusión de la ronda de negociaciones del
    Acuerdo General sobre Aranceles y
    Comercio (GATT), celebrada en 1993 en
    Uruguay,
    impuso una relajación gradual de las restricciones al
    libre
    comercio.
    El comercio exterior
    es esencial para la economía japonesa, pues el mercado
    interior es capaz de absorber por completo los bienes
    manufacturados que produce la industria nipona. Por otro lado,
    como Japón tiene que importar la mayoría de las
    materias primas de las que depende su industria, el país
    también debe exportar una buena proporción de su
    producción anual, con el fin de mantener una balanza
    comercial favorable. Japón ha invertido los grandes
    excedentes comerciales acumulados durante las décadas de
    1970 y 1980 en el exterior, de manera que se ha convertido en la
    principal nación
    acreedora del mundo.
    A principios de
    la década de 1990, el comercio con los países
    asiáticos suponía cerca del 42% de las
    importaciones japonesas y el 33% de sus exportaciones. Los
    principales socios comerciales asiáticos de Japón
    eran Corea del Sur, China, Taiwan, Hong Kong, Indonesia, Arabia
    Saudí y Singapur. Durante el mismo periodo, los
    países de la Unión
    Europea —en especial Alemania,
    Francia y Gran
    Bretaña— aportaban el 13% de las importaciones
    japonesas y compraban el 17% de sus exportaciones. Estados Unidos
    absorbe el 28% de las exportaciones japonesas y aporta el 22% de
    sus importaciones. Otros socios comerciales destacados de
    Japón son Australia, Canadá y los países de
    la antigua Unión Soviética. Crecimiento
    económico  La economía japonesa
    ocupó el primer puesto mundial por su tasa de crecimiento
    en 1964. En su desarrollo comercial, el gobierno japonés
    estableció un acuerdo con China por el que cada
    país establecería oficinas de enlace comercial no
    oficiales en la capital del otro; mientras, se acordó con
    la URSS la venta de una
    planta de fertilizantes como pago a los créditos
    soviéticos. El primer ministro Ikeda dimitió como
    primer ministro a finales de octubre por razones de salud y fue sucedido por el
    antiguo ministro de Estado Sato
    Eisaku (hermano del anterior primer ministro Kishi Nobusuke),
    también perteneciente al PLD. Los XVIII Juegos
    Olímpicos se celebraron en Tokio en octubre, lo que
    supuso una mejora de sus infraestructuras.
    En marzo de 1965 el ministro de Asuntos Exteriores de Corea del
    Sur pasó a ser el primer coreano que obtuvo una audiencia
    con el emperador japonés desde la II Guerra Mundial.
    Durante su visita los gobiernos de Japón y Corea del Sur
    alcanzaron un importante acuerdo de relaciones mutuas. A finales
    de la década de 1960, Japón fue el escenario de
    manifestaciones generalizadas y a veces violentas llevadas a cabo
    por los estudiantes radicales que protestaban por el apoyo
    nipón a la política exterior de
    Estados Unidos. Las relaciones entre ambos países entraron
    en un periodo de estancamiento en 1971, en 1972 Okinawa fue
    devuelta a Japón.
    En la década de 1960 Japón superaba a todas las
    naciones de Europa Occidental en el producto nacional bruto y
    seguía a Estados Unidos como potencia
    industrial mundial. La Exposición
    Mundial de Osaka, que tuvo lugar en 1970, demostró que el
    país había restablecido su posición en el
    comercio
    internacional: en 1971 Japón era el tercer país
    exportador más importante del mundo, después de
    Estados Unidos y de Alemania
    Occidental (ahora parte de la unificada República Federal
    de Alemania), y el quinto en importaciones.

    Resumen:
    El ¿Por qué? Del llamado "Milagro"
    Esto se debe a que luego de la derrota en la segunda guerra
    mundial, ciertos países como por ejemplo Alemania y
    Japón iniciaron un espectacular crecimiento
    económico, político y social de sus
    naciones.
    Este increíble crecimiento luego de una derrota se le ha
    llamado Milagro, en este trabajo analizaremos con detenimiento el
    Milagro Japonés:
    Antes de comenzar el análisis del ascenso de Japón como
    potencia mundial luego de su derrota en la segunda guerra,
    debemos recordar sus consecuencias; tanto en la guerra como luego
    de terminada la misma, también quienes fueron
    derrotados.
    En Japón el esfuerzo militar que se formó, no tuvo
    semejantes en el resto del mundo, esta movilizó toda la
    industria principalmente la pesada, se obtuvo una gran
    experiencia en temas de organización industrial y de
    formación de mano de obra, sobre todo la femenina. Las
    consecuencias de la derrota, y la gran miseria de las poblaciones
    en el período inmediato a la post-guerra, han hecho que la
    renovación económica se apoyará, al inicio,
    sobre un nivel de vida muy bajo, con costes saláriales, en
    consecuencia, particularmente competitivos.
    En segundo lugar, Alemania y Japón, dispusieron de una
    gran fuerza de trabajo, con un nivel récord: de todos los
    miembros de la OCDE (Organización para la
    Cooperación y el Desarrollo Económico), son los
    únicos que en los años sesenta tenían mas
    del 60% de la población ubicada en edades comprendidas
    entre los 15 y 59 años.
    En tercer lugar, el decaimiento económico; monetario y
    financiero de post-guerra se convirtió en una
    desaparición casi completa del ahorro nacional. En
    años siguientes la reconstrucción de este ahorro
    permitirá la realización de tasas de inversión excepcionales que
    alcanzarían el 30% en Japón.
    El japonés ahorra mas del 17 por ciento de sus ganancias,
    mientras que el francés solamente el 8%, el norteamericano
    el 6%, el inglés
    el 5%. El japonés ahorra por 5 motivos fundamentales:
    1.- Previsión para enfermedades y accidentes.
    2.- Fondos para educación y matrimonio
    3.- Previsión para la vejez
    4.- Fondos para la adquisición de la vivienda
    5.- Porque su gobierno le ha aconsejado hacerlo.

    En términos nominales el ingreso per. capita en
    Japón fue de $ 382 dólares en 1960,
    habiéndose elevado más de 20 veces en 23
    años: $ 7,982 dólares en 1983.
    La alta tendencia de los japoneses al ahorro refleja la realidad
    de una sociedad
    previsora y colocada siempre de frente hacia el futuro.
    En cuarto lugar, el apogeo de estos países es, como
    consecuencia del auge industrial. Se demuestra que Alemania y
    Japón son los dos países de la OCDE en que la
    producción industrial global en los años 70’
    superaba el 50%. Esta industria repercute en todo el mundo y
    alcanza los mayores márgenes de crecimiento.
    Además, como los productos industriales son los motores del
    intercambio internacional, ambos países ocupan una
    posición de potencia comercial de primer orden.
    La capacidad excepcional de los japoneses para utilizar
    tecnología importada y producir con base a ella productos
    mejores y más baratos, así como su capacidad para
    innovar, han conducido poderosamente a la milagrosa
    expansión de su economía.
    Como quinto punto tenemos el tema de la educación en
    Japón anterior a la ocupación y el de hoy en
    día, en el Japón ocupado por los aliados, los
    dirigentes del gobierno consideraban que era suficiente para el
    pueblo una instrucción básica: leer, escribir y
    contar; y que salvo para una minoría, no era conveniente
    superar la educación primaria, con el fin de evitar el
    espíritu de crítica y oposición, y disponer
    de una masa dócil y fácil de gobernar. El
    Japón de hoy, por lo contrario, se preocupa por dar al
    mayor número de japoneses una educación tan elevada
    como sea posible. Actualmente la enseñanza es obligatoria consta de 9
    años: 6 en la primaria y 3 en la secundaria inferior. La
    totalidad de los niños
    de 6 a 14 años estudian. El porcentaje de los alumnos que
    ingresan a la secundaria es superior al 95%, y poco más de
    la mitad de los egresados de ellas pasan a alguna
    institución de enseñanza más alta.
    Los padres japoneses realizan grandes sacrificios para educar a
    sus hijos, sabiendo que el nivel social que alcancen estos en sus
    vidas dependerá, más que nada de su
    preparación. Además, el gobierno y las empresas
    importantes tienen sus propios cursos de estudio
    y entrenamiento
    para preparar a sus empleados. Son muchas las
    compañías que consideran que el mejor diploma de
    técnico o ingeniero existente es el que ellas mismas
    otorgan.
    Las empresas niponas consideran que la preparación de sus
    trabajadores es parte fundamental del éxito de su negocio.
    "Es una necesidad competitiva ". Algunos consideran
    insuficientes los cursos
    establecidos por el gobierno y las empresas privadas, y sin dejar
    de concurrir a ellos forman grupos de estudio integrados por
    amigos y compañeros de trabajo.
    Por lo que concluimos que el sistema educativo del Japón
    ha servido y continúa sirviendo para formar recursos
    humanos calificados, fundamentales en el desarrollo de un
    país que carece casi por completo de recursos
    naturales. Es indiscutible, que una de las claves del
    éxito japonés es el afán del pueblo
    admirable  por instruirse y cultivarse.
    Por último, es conveniente recordar la cuestión de
    los gastos militares
    y, en forma mas general, la de la soberanía.
    La diferencia que encontramos entre el Milagro Alemán y el
    Japonés, es que el primero es sumamente equilibrado,
    controlado, moderado sin embargo el crecimiento del Japón
    es un crecimiento muy diferente en el que podemos destacar que es
    desequilibrado, incontrolado.
    En sí se sabe que no se trata de un milagro propiamente
    dicho, el proceso puede explicarse; se unen dos corrientes,
    elementos claramente japoneses, y circunstancias de tipo
    internacional que le favorecen. La actitud
    norteamericana es un factor fundamental. Como país vencido
    de la Segunda Guerra
    mundial sufrió la ocupación decidida por los
    vencedores; de hecho estuvo en manos de las fuerzas
    norteamericanas dirigidas por el general Douglas Mac Arthur.
    Según las potencias ocupantes, el objetivo de la
    ocupación era impedir que Japón se convirtiera
    nuevamente en una amenaza para la paz y seguridad del mundo. Las
    medidas que se utilizaron para conseguir estos objetivos
    fueron las siguientes:
    -Se realizó la desmilitarización del país;
    destrucción de las instalaciones militares, del material
    de guerra y aviación.
    -Se cerraron las fabricas de material bélico.
    -Se desmovilizó el ejército; se repartieron 6
    millones de japoneses (la mitad militares) de los territorios
    ocupados.
    -En la nueva constitución se aprobó a la renuncia
    para siempre a la guerra y violencia como
    medio de solucionar disputas internacionales. Luego se
    castigó a los responsables de los delitos de
    guerra. Se juzgó a los principales dirigentes y se los
    condenó a muerte.

    Mas tarde se estableció una nueva constitución en el año 1947, esta
    estableció una monarquía parlamentaria y la
    separación de los poderes. Poder
    Legislativo en dos cámaras elegía al Primer
    Ministro (Poder
    Ejecutivo).
    El impulso fundamental para el cual Japón logró
    este llamado Milagro provino de la guerra de Corea. En el cual
    los Estados Unidos apoyaban la industria pesada, y permite la
    rehabilitación de las personas comprometidas con el
    antiguo régimen, a estos procesados como <criminales de
    guerra> se les reintegra a la vida civil para ocupar cargos
    políticos o dirigir empresas, se expulsó a los
    comunistas de los cargos administrativos, en la industria y
    enseñanza.
    A pesar de los obstáculos constitucionales, se
    comenzó lentamente a la reconstrucción del
    país con disciplina y tenacidad. Se firmó el
    tratado de paz en San Francisco el día 8 de septiembre de
    1951. Ese mismo día Estados Unidos y Japón firman
    un tratado de seguridad, en el cual se dictó que el
    segundo cedía bases al primero para mantener fuerzas
    armadas en su territorio.
    Luego de la guerra de Corea, es cuando Japón experimenta
    un rápido crecimiento económico que cada vez toma
    mas fuerza, alcanza su nivel máximo hasta entonces nunca
    igualado en 1968, transformándose en la tercera potencia
    económica mundial. La ayuda norteamericana se
    demostró en los siguientes aspectos a mencionar:
    -Una mano de obra abundante y barata, en su mayoría
    técnicos y calificados obreros, todos ellos muy
    trabajadores disciplinados, inteligentes y tenaces; el alto nivel
    de educación, la realización de importantes
    investigaciones; constantes innovaciones en la
    miniaturización de aparatos; inexistencia de gastos
    militares, este último es fundamental ya que los gastos
    militares que otros países utilizan, en Japón es
    utilizado para industrias pacíficas, y aumentar en estas
    su nivel técnico-tecnológico.

    El gran desarrollo financiero se debe a que hubo un gran
    ahorro, que posibilitó que se produjeran inversiones
    muy importantes. Este mismo desarrollo se fue orientando hacia el
    desarrollo industrial por lo que podemos deducir que muchas
    inversiones son principalmente para las industrias. Tanto
    repercutió esto que hizo que Japón se convirtiera,
    en el primer constructor naval en el mundo. Y en cuanto al acero,
    a los automóviles, a las radios, los productos
    químicos, cosas de este estilo también ocuparon
    lugares muy importantes.
    Otro de los factores que hizo que alcanzara el primer lugar fue
    la pesca, debido
    a que el desarrollo de la misma hizo que Japón alcanzara
    el primer lugar de comercialización de pescado.
    En lo que se refiere al comercio, aunque no lo crean EEUU se
    convirtió en el principal cliente de
    Japón. Y gracias a estas cosas y a otras Japón hizo
    que su balanza comercial fuera favorable y que más
    adelante llegara a invadir con sus productos, los mercados del
    tercer mundo.
    Gracias a todo esto lo que paso fue que se experimento un gran
    aumento en el ámbito de la sociedad, ya que la misma llego
    a tener 100 millones de habitantes que como cifras se le
    calculó un crecimiento anual de 1 millón de
    hab.
    Pero todo esto duro hasta la década del 40’ ya que
    en ese entonces el gobierno japonés estableció un
    programa de
    control de
    natalidad con lo cual hizo que se redujeran los índices de
    nacimiento.

    ¿Continua este milagro hoy?
    Tenemos dos posturas frente a este tema, las cuales dan un
    resultado muy diferente.
    El primero y el mas certero es el siguiente:
    -El milagro sigue existiendo debido a que fue un proceso que se
    dio luego de una guerra, pero se mantiene en vigencia hasta
    nuestros días. O sea, que por lo tanto es un proceso que
    se dio bajo ciertas circunstancias y que continua actualmente a
    pesar de que hoy en día todo es muy diferente a lo
    ocurrido en el pasado (con respecto a la guerra).

    Nuestra segunda postura es que:
    -Como la definición del Milagro Japonés es que se
    da únicamente en ciertos países que sufrieron ser
    vencidos en la guerra, en este caso de la Segunda guerra
    mundial, y luego se beneficiaron de esto saliendo
    triunfadores en los campos económicos, sociales y
    políticos, concluiríamos que Japón
    pasó por este proceso pero el mismo no continua debido a
    que se da luego de una guerra, y que hace tiempo no hubo una
    guerra o un suceso mundial de este tipo que luego de ser vencido
    un país, este saliera triunfador en otros campos de los
    cuales ya mencionamos.
    Pero lo que si sabemos sobre el Japón en el pasado cercano
    son los siguientes datos:
    Los productos japoneses, desde diminutos juegos
    electrónicos hasta automóviles y enormes buques
    petroleros, son mundialmente valorados por sus altos niveles de
    calidad. Las
    empresas japonesas tienden a reinvertir una parte sustancial de
    sus ventas en
    investigación, porque como ya habíamos mencionado
    los japoneses no "gastan" su dinero en
    material bélico y militar, lo que favorece la
    creación cada vez mayor de productos más eficientes
    y avanzados.
    A mediados de la década de los 90 Japón se
    encontraba también entre los principales productores
    mundiales de materias primas químicas básicas, de
    industrias textiles y de fibra sintética. Sin embargo,
    durante este periodo, la producción de seda y
    algodón disminuyó.
    El comercio exterior es esencial para la economía
    japonesa, ya que el mercado interior es capaz de absorber por
    completo los bienes manufacturados que produce su propia
    industria. Por otro lado, como Japón tiene que importar la
    mayoría de las materias primas de las que depende su
    industria, el país también debe exportar una buena
    proporción de su producción anual, con el fin de
    mantener una balanza comercial favorable. Japón ha
    invertido los grandes excedentes comerciales acumulados durante
    las décadas de 1970 y 1980 en el exterior, de manera que
    se ha convertido en la principal nación acreedora del
    mundo.
    En 1996, las importaciones anuales totalizaron 349.152 millones
    de dólares y las exportaciones 410.901 millones, lo que
    hace de Japón el tercer país exportador del mundo.
    Los bienes manufacturados aportaron el 94,9% del total de las
    exportaciones; respecto a las importaciones, la partida de
    combustible fue la mayor y supuso el 17,4%. Otras importaciones
    son alimentos,
    animales
    vivos, manufacturas básicas (como tejidos, hierro y
    acero) y materias primas como madera o
    minerales
    metálicos.
    En 1997 el producto interior bruto (PIB) fue de
    4.190.233 millones de dólares, uno de los mayores del
    mundo. La renta per cápita es de 33.230 dólares. El
    presupuesto
    nacional estimado para 1993 establecía unos ingresos de
    892.795 millones de dólares y 1.013.103 millones de
    dólares de gastos.

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