"He querido de esta manera imitar a algunos de los
retóricos de nuestro tiempo que se
tienen por unos dioses en cuanto lucen dos lenguas, como la
sanguijuela, y creen ejecutar una acción preclara al
intercalar en sus discursos
latinos, a modo de mosaico, algunas palabritas griegas, aunque no
vengan a cuento. Si les
faltan palabras de lenguas extranjeras, arrancan de podridos
pergaminos cuatro o cinco palabras anticuadas con las cuales
derramen las tinieblas sobre el lector, de suerte que los que las
entiendan se complazcan más con ellas, y los que no, se
admiren tanto más cuanto menos se enteren."
("El Elogio a la Locura, Erasmo de Rotterdam)
La locura del mundo moderno aún no ha quedado totalmente
demostrada, ya que los límites de
las verdades absolutas han sido rotos hace mucho tiempo y ahora
no sabemos cuál es la diferencia entre locura y
razón, pero durante el Renacimiento y
en la patria de la razón y la lógica
pura si se podía establecer dicho límite y el
desafío estaba en hacer la critica de forma sutil y llamar
"locos" a los poseedores de dicha razón.
En el libro "El
Elogio a la Locura" escrito por Erasmo de Rotterdam, se critica a
la sociedad de la
época como una estulta que desconoce sus orígenes,
haciéndolos banales y estableciendo el poderío
de la lógica sobre la condición humana, y es que la
lógica era la nueva opción que hacia ver las
acciones de
las personas como "viables", esto sí realmente se
creía que la locura personificada por Rotterdam era
aquella que iba en contra de la razón.
Sin duda, Erasmo de Rotterdam no fue uno de los hombres menores
del Renacimiento ni
de los menos conocidos durante su época, y esto lo
demuestra mediante el "Elogio a la locura", claro que
¿quien que estuviera medianamente cuerdo escucharía
sin reparos un monologo de la locura y le daría la
razón?, es probable que el mundo renacentista no. La
locura de Rotterdam dice tener la razón de su lado, dice
decir la verdad y la manera frívola y fútil como lo
hace despierta nuestra curiosidad, y es que para estar loco no se
necesita hacer ningún esfuerzo, en realidad estar loco es,
se podría decir, seguir el cauce de la naturaleza humana
y seguir lo que se nos mando hacer: vivir.
Escrito de forma suelta y ricamente violenta el libro del
holandés, nacido en Rotterdam en 1469, nos cuenta con gran
franqueza las debilidades y defectos de una sociedad que no se
permitió el lujo de mirarse al espejo y que mediante la
risa intenta debelar los males de su época. Surgen
entonces dos formas de analizar este libro: el autor
pretendió criticar de forma satírica su
época o el autor pretendió criticar de forma
satírica a toda la conformación de la sociedad. Yo
me inclinaría por la segunda.
El asumir a la locura como personaje principal fue una
decisión bastante acertada, ya que ¿Quién
culparía a la locura de decir insensateces si está
loca?, además se debe tener en cuenta el peso que implica
que sea la locura quien nos habla, un personaje de respeto y
causante de muchos temores: nadie quiere estar loco.
Desde el primer punto de análisis la Locura hace una critica a las
clases
sociales de la época, su burla mordaz no deja escapar
a nadie: ni reyes ni papas, ni campesinos ni nobles, ni mujeres
ni monjes se sustraen al dominio de la
locura, la estulticia y la estupidez. Esta es una crítica
que ahonda en un mordaz análisis de la Iglesia y sus
instituciones,
así como de la teología y su anticuado método,
todos ellos bajo el gobierno de la
Locura porque se han apartado de la verdadera fuente de la
religión:
el cristianismo
primitivo. La locura aboga por huir del mundo de las apariencias,
de ese teatro de la
inautenticidad y del discurso de la
razón como la excusa de los comportamientos oscurantistas.
Para ella el pasado es considerado como un motor de
renovación que nos permite rehacer los pasos y es donde la
critica cobra mayor fuerza al
querer mostrar como los hombres primitivos habían sido
más cuerdos que los hombres de la razón y la
sabiduría.
Desde el segundo punto de análisis que había
mencionado anteriormente, la critica de la locura a la
conformación de cualquier sistema social
independientemente de su época es la critica a la
razón y la lógica. Las sociedades han
renunciado a su individualidad, masificada mediante las religiones y culturas,
haciendo del discurso de la sabiduría un arma de
protección ante aquello que les hace humanos: los
impulsos, el instinto y la necedad, aquello que los caracteriza y
da lógica a la humanidad, pero que no implica la debilidad
de la raza. Cuando la locura se proclama y risueñamente
habla a los dirigentes del mundo enguanta en terciopelo la
violencia de
sus palabras:
"Diga lo que quiera de mí el común de los mortales,
pues no ignoro cuán mal hablan de la Estulticia incluso
los más estultos, soy, empero, aquélla, y
precisamente la única que tiene poder para divertir a los
dioses y a los hombres. Y de ello es prueba poderosa, y lo
representa bien, el que apenas he comparecido ante esta copiosa
reunión para dirigiros la palabra, todos los semblantes
han reflejado de súbito nueva e insólita
alegría, los entrecejos se han desarrugado y habéis
aplaudido con carcajadas alegres y cordiales, por modo que, en
verdad, todos los presentes me parecéis ebrios de
néctar no exento de repente, como los dioses
homéricos, mientras antes estabais sentados con cara
triste y apurada, como recién salidos del antro de
Trofonio."
Ha sido frecuente considerar la locura como un delirio o furor
que se apodera durante un tiempo de un hombre y le
hace hablar o actuar en formas distintas de las usuales, o
estimadas usuales, y, en todo caso, en forma extraordinaria.
Ejemplos de este modo de concebir la locura los tenemos en muchas
comunidades humanas especialmente (y algo sospechoso) en los
regímenes manejados por el catolicismo. La locura y sus
equivalentes formas (delirio, furor, éxtasis, etc.) han
sido concebidas de diversos modos, la locura puede considerarse
de dos modos: o como una enfermedad del cuerpo que se manifiesta
"en el alma"; o como una posesión del alma por
algún "demonio". Sin la locura no habría, dice la
estulticia, posibilidad de vivir y de
pensar sana y simplemente, lejos de la pedantería de los
sabios, o falsos sabios.
La locura puede ser entonces un punto de partida para cuestionar
las estructuras
sociales, para desenmascarar las hipocresías de la
sociedad ya que es ella misma quien habla y diseca estrato por
estrato la sociedad de su tiempo. Al poner voz en la boca de la
locura, el autor dota a su discurso de autoridad, un
discurso que luego se convierte en un tratado de poder, del
cómo se maneja dicho poder. La locura, al igual que la
Vida o la Muerte
tomadas como personajes, es un ente que reviste un respetuoso
temor. Sus palabras, por lo tanto, aun reconociendo el tono
paródico del discurso, remeten a un personaje que
está por encima del lector, ya que la locura será
locura, pero sabe de lo que habla y tiene derecho y elementos
para hacer eso.
La duda que se plantea para quien escucha a la locura está
en dónde se encuentra la locura y dónde la
razón. Pero en Erasmo la locura, como oradora, expone
formas de demencia que quizás no eran evidentes para la
sociedad, pero sí para ella, dueña del saber sobre
el equilibrio
mental.
La locura hace una crítica a las costumbres de los
contemporáneos, a las supersticiones, a los prejuicios, a
la ignorancia y al fanatismo en todas sus formas.
Los medios de
comunicación de la época de Erasmo de Rotterdam
estaban en poder de los sabios, aquellos que sabían leer y
conformar el discurso en la oratoria,
aquellos que pasaban horas enteras discutiendo acerca de los
rumbos de su nación
y se vanagloriaban del poder sobre los pueblos, aquellos que
nunca esperaron ser atacados con igual elocuencia por aquella que
criticaba su elocuencia. Cuando se toma la locura como personaje
estos no pueden rebatir sus opiniones y criticas, solo la pueden
escuchar y esperar no ser envueltos por su discurso. En la
historia de la
literatura ha
habido innumerables clases de locos y en la modernidad han
colapsado tantas formas de angustia humana que ya nadie se atreve
a culpar al otro de estarlo, pero no se trata de la locura como
enfermedad física, sino
más bien de quitarle a la razón el terreno que ha
ganado entre los hombres. En nombre de la razón se llevan
a cabo atrocidades de todas clases encubiertas en lo que es
"correcto". ¿Cómo es que la razón
ganó en la historia de la humanidad el nombre de lo
correcto y la estulticia el de lo insano? Es ahí donde
estamos errados y donde faltamos al principio de no creer en
verdades absolutas.
El ser humano se ha tornado profano de sus propias creencias,
prostituyendo aquello por lo que alguna vez hubiese dado la vida,
y esta actitud sola
confirma la veracidad del discurso de la locura, los individuos
son seres impulsivos, desesperados y dispuestos a creer y seguir
a quien los guíe, en la batalla entre la razón y la
locura el discurso de la primera ha sido simplemente más
convincente. "El Elogia a la Locura" es un monologo de las
bondades de la estupidez y el olvido, "desaprender lo aprendido"
al igual que el discurso de la adquisición del conocimiento
argumentado por los humanistas. Aquel que aprovecha las
capacidades del olvido y aprende desde la misma inocencia
adquirirá nuevas ideas sin verdades preconcebidas; aquel
que es lo suficientemente valiente como para asumir la estupidez
del estulto escapará de los razonamientos de la
sabiduría dada por quienes controlan los destinos de la
humanidad.
Pero no nos debemos dejar engañar, ya que la locura tiene
intereses al igual que la razón. Todo cuanto se ha dicho
hasta ahora ha sido un ciego voto de confianza a aquella que
pierde a los hombres y sus mentes, aquella misma que detesta al
oyente que todo lo cree y aquella que se convierte solo en excusa
de critica disfrazada.
En la historia de los dioses, sea uno o sean varios, ha sido
demostrado que quien no sigue los dogmas de poder establecidos
será eliminado de muchas maneras, ¿Quiénes
somos para desafiar lo ya establecido? Pero es que en esto se
basa la historia de la evolución, en la utilización de
conocimientos anteriores para la creación de mundos
nuevos, y es aquí donde razón y lógica toman
forma, donde el discurso del método recupera todo su
valor y donde
la estupidez y el olvido se convierten en solo eso: estupidez y
olvido.
La humanidad ha tomado aquello que ya estaba hecho, lo ha
mejorado o empeorado, pero en cualquier caso ha evolucionado, ha
ascendido hacia una lógica cada vez más amplia y
más accesible, una lógica que conforma las bases
sociales. Si la critica hecha por Erasmo de Rotterdam apuntaba a
la razón, sus fuentes y
creencias, fue un error el hacerlo desde la literatura, sin
escenario establecido ni personajes claramente definidos (aparte
de las estultas debilidades humanos), pero sí lo que hizo
fue una critica al sistema conformado por esta misma razón
el acierto estuvo en hacerlo de una forma tan incuestionable. La
critica hecha por la locura, como ya lo he mencionado, no es
susceptible de una contracritica, ya que a la vez que conduce un
discurso de extrema lógica (lo cual es paradójico)
individualiza a las personas de tal forma que las pone más
en un conflicto
ético y moral ante su
forma de asumir las verdades absolutas de su sociedad
La locura desdibuja la línea entre la razón y la
estulticia, nos pierde en un limbo de autocuestionamientos y nos
invita a rechazar lo preconcebido para al final recordarnos que
no debemos creer todo lo que escuchamos. El Elogio que la locura
se hace a sí misma es, en mi opinión, la burla
más seria que los humanistas han hecho del mundo y su
sabia retórica.
Autor:
Maria del Carmen Saldarriaga Muñoz
Estudiante de último semestre de Comunicación
Social y Periodismo de
la Universidad
Pontificia Bolivariana (Medellín- Colombia)
(Análisis literario de la Novela del
escritor Erasmo de Rotterdam "Elogio a la Locura".
Categoría recomendada: Literatura)
Noviembre de 2001