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La Cultura Ibérica desde la perspectiva de la dictadura franquista (1936-1975)




Enviado por aensenat



     

    Indice
    1.
    Introducción.

    2. Mujer y sociedad.
    3. Mujer y
    religión.

    4. Iconografía de la mujer en la
    Cultura Ibérica.

    5. Conclusión.
    6. Bibliografía.

    1. Introducción.

    " La evidencia arqueológica no deja apenas dudas
    que las mujeres desempeñaron papeles cruciales en todos
    los aspectos de la vida de Europa Antigua"
    Marija Gimbutas y Riane Eisler, 1987.
    La mayor parte de las obras literarias que han llegado hasta
    nosotros acerca de la Antigüedad, nos han llegado a
    través de autores y poetas masculinos. Este hecho ha
    provocado, que la mujer haya sido
    considerada de una forma negativa, y que en muchos casos esta
    visión contraria, haya influido y mediatizado los estudios
    sociales y antropológicos posteriores. Las fuentes
    clásicas sobretodo en Grecia nos
    ilustran este hecho, no olvidemos el trato que Hesíodo da
    a la mujer en el mito de
    Prometeo y Pandora, considerando a la mujer como una consecuencia
    nefasta para el devenir de la civilización. Tampoco no
    podemos dejar de lado el famoso poema de Sermónides de
    Amorgós, en el que clasifica a la mujer en diez tipos,
    como la zorra, la cerda o la perra, considerando como
    único ejemplo positivo la clasificación de abeja,
    como visión de mujer trabajadora, fiel esposa y madre de
    familia
    personificándose como paradigma en
    Penélope, la mujer de Ulises.
    Esta visión tan parcial ha sido lentamente superada a lo
    largo de los siglos, culminando en el siglo XIX con la defensa de
    una teoría
    que defiende el carácter
    matriarcal de las sociedades
    prehistóricas. El máximo representante de esta
    corriente es el autor alemán JJ. Bachofen. Hay que tener
    en cuenta que en el caso de la Cultura Ibérica se
    identificó esta teoría matriarcal especialmente con
    la civilización tartésica.
    Huyendo de posiciones tan extremas, el objetivo de
    este trabajo es demostrar que, sin llegar a los extremos de la
    corriente decimonónica de un matriarcado absoluto, hay que
    reconocer que existen detalles que refuerzan la idea de una
    sociedad con características matriarcales, por lo cual
    el papel de la mujer es fundamental en el conjunto de las
    sociedades prehistóricas y por ende también en las
    sociedades ibéricas.
    Primero abordaremos el tema desde un punto de vista social,
    observando la relación de la mujer con el poder y de sus
    funciones
    dentro de un grupo. En
    segundo lugar veremos cual es su papel dentro del imaginario
    popular, de su relación con la religión y con la
    mitología. Por último y muy
    relacionado con el segundo punto, veremos cuáles son las
    principales representaciones iconográficas de la mujer en
    la Cultura Ibérica, haciendo un especial hincapié
    en la escultura de la Dama de Elche.

    2. Mujer y
    sociedad.

    Para ponernos en contexto, tenemos que remontarnos unos
    siglos antes, y analizar lo que supuso la transición al
    periodo neolítico como el paso de una sociedad cazadora y
    recolectora, a una sociedad sedentaria y agrícola. Sabemos
    que en ese primer estadio, aunque la mujer no intervenía
    apenas en la caza, si que era la verdadera protagonista de la
    recolección de frutos y hierbas silvestres,
    permitiéndole este hecho acceder a la figura de hechicera,
    de chamán o de curandera, y adquiriendo un importante rol
    en esa comunidad. Cuando
    la población se asienta y comienza a
    convertirse en agricultora y ganadera, también la mujer
    adquirirá un papel fundamental en la labor de los campos y
    en la cría de ganado, dejando al hombre que
    desarrolle su función
    guerrera.
    Cuando esta sociedad clánica empezará lentamente a
    formarse políticamente, parece que la mujer adquiera un
    segundo nivel en relación con el hombre, que
    será el encargado de gobernar. ¿Tenemos que
    considerar que la mujer se limitará exclusivamente a
    trabajar en los campos y no ejercerá ningún poder,
    ni ninguna influencia social dentro de la comunidad?.
    Respondiendo a esta pregunta de un modo inmediato, quiero poner
    de manifiesto que sería tener una visión reducida y
    soslayada el pretender quitar protagonismo al papel social de la
    mujer. No obstante tenemos pocas referencias para sustentar esta
    teoría, ya que sólo disponemos de los textos de las
    fuentes clásicas y de los restos arqueológicos.
    Pero tanto unos como otros, nos muestran evidencias que la mujer
    no desempeño un papel insignificante en el
    seno de la sociedad ibérica.
    En las fuentes clásicas tenemos ejemplos de cómo la
    mujer adquiere un papel decisivo en capítulos
    trascendentales de la vida política. En el
    texto de
    Polibio (X,18,3); observamos como Escipión después
    de sofocar la revuelta capitaneada por los líderes
    ilergetes: Indívil y Mandoni, se compadece ante las
    súplicas de respeto y de
    clemencia por parte de la mujer de Mandoni. Escipión se
    conmueve ante su aspecto majestuoso y venerable, prometiendo un
    respeto hacia las prisioneras tomadas como rehenes. Otra
    referencia a las fuentes clásicas es la que nos hace
    Cándida Martínez López acudiendo a Salustio:
    "… las jóvenes no se casaban obedeciendo a la voluntad
    del padre, sino que ellas escogían al pretendiente que
    más se había distinguido en la guerra". En la
    primera cita observamos como la mujer adquiere una importancia
    incluso mayor que la de los hombres en el momento de negociar con
    el enemigo, siendo en ocasiones más aceptado tomar rehenes
    del sexo femenino,
    como podían ser las mujeres o las hijas de un líder
    indígena por parte del vencedor, como un símbolo de
    mayor garantía e importancia. En la cita de Salustio
    podemos observar que la mujer tenía libertad en
    tomar matrimonio, en
    unos enlaces que eran de carácter monógamo y que
    cuando nos referimos a la cúspide de la sociedad,
    adquirían una capital
    importancia, porque se convertían en las transmisoras del
    concepto de
    heredero. Esto podía llegar al extremo de detentar el
    poder en el caso de convertirse en viudas de un líder de
    una comunidad, como defiende M. Almagro Gorbea (1996) cuando se
    refiere a la Celtiberia.
    Hasta ahora hemos visto que la mujer tomaba parte activamente de
    la vida política de la comunidad, sobretodo cuando formaba
    parte de la clase más alta de esta sociedad: de la
    aristocracia, ¿pero cuáles eran las funciones del
    resto de las mujeres en esta comunidad?. Como ya hemos dicho
    anteriormente, la actividad principal consistía
    generalmente en el trabajo en
    el campo., pero también realizaba otras actividades. Hemos
    de tener en cuenta que en una sociedad eminentemente
    agrícola, los trabajos en el campo se agrupaban en los
    meses de bonanza climática, desde primavera hasta el
    otoño. Teniendo en cuenta que cuando estas comunidades
    estaban en guerra, situación normalmente muy frecuente, y
    que ésta se realizaba también durante los meses de
    bonanza, los hombres tenían que acudir a sus compromisos
    militares, y eran las mujeres las que tenía la responsabilidad de trabajar en el campo y de
    mantener el resto de la comunidad, los ancianos y los niños.
    También quisiera hacer referencia a una actividad que se
    relaciona directamente con la mujer, y que es una actividad que
    se consideraba de gran prestigio social. Me estoy refiriendo a la
    manufactura de
    tejidos.
    Recientemente se ha encontrado e identificado en el poblado del
    Coll del Moro (Gandesa, Tarragona) un complejo destinado a la
    transformación del cáñamo. Se han encontrado
    restos arqueológicos de husos y de piezas de telar, que
    refuerzan la existencia de esta actividad dentro de la sociedad
    ibérica.
    Antes de terminar con este apartado sobre la mujer dentro de la
    sociedad, quiero hacer referencia a los recientes estudios de los
    espacios funerarios en las necrópolis ibéricas.
    Estos estudios nos dan importantes pistas en relación de
    la situación de la mujer en un aspecto fundamental de la
    sociedad: la posición frente a la muerte, al
    más allá. Hay que hacer necesariamente referencia a
    los estudios realizados por J. Reverte Coma en las
    necrópolis de Los Villares (Hoya Gonzalo, Albacete), Pozo
    Moro (Chinchilla, Albacete) y El Cigarralejo (Mula, Murcia).
    Estos estudios reflejan la casi igualdad,
    sólo desciende en el caso de Pozo Moro, de inhumaciones
    masculinas como femeninas. Esto ya nos proporciona un detalle
    sobre la igualdad en consideración social. Pero tenemos
    otro dato mucho más significativo, como es el contenido
    del ajuar funerario, considerado como un elemento diferenciador y
    distintivo de la posición social. Así hemos
    encontrado elementos hasta ahora atribuidos exclusivamente a los
    hombres como es la presencia de armas en las
    tumbas, formando parte de este ajuar. Se tiene que traducir esta
    presencia no como que estas mujeres pertenecieran a una clase
    guerrera, sino que hay que leerlo como un rasgo distintivo de la
    aristocracia social.
    Por último cabe mencionar en el ámbito de estos
    mismos estudios, que la esperanza de vida de la mujer era
    sensiblemente inferior a la de los hombres, situándose
    entre los 21 y 30 años. Esto es debido fundamentalmente
    por dos razones: por un lado por la elevada mortalidad en el
    parto, aspecto
    éste, que se ha mantenido posteriormente en otras
    sociedades preindustriales. Por otro lado y no menos importante,
    me gustaría apuntar una razón, que está
    directamente proporcionada con el reparto del trabajo que he
    indicado anteriormente. Este desigual reparto entre el hombre y
    la mujer seguramente repercutía en una elevada actividad
    laboral
    sobretodo agrícola, y también artesanalmente, que
    seguramente mermaba sus condiciones físicas y la
    deterioraba más pronto que el hombre.

    3. Mujer y
    religión.

    Después de haber analizado la situación
    social de la mujer, ahora es el momento de analizar cual era su
    posición dentro de la religión, ver que importancia
    tenía dentro de las creencias y del imaginario
    popular.
    Para comenzar, tenemos que retomar el momento que hemos apuntado
    anteriormente, en el que nos encontramos con una organización de clan que todavía no
    se ha asentado, y no se ha convertido en una sociedad
    agrícola y ramadera propia del neolítico.
    Según la clasificación de Elman Service nos
    encontramos ante el concepto de banda, lo que implica que estamos
    hablando de una comunidad nómada, que basa su subsistencia
    en la caza y la recolección. Mientras que el hombre era el
    protagonista de la actividad cazadora y el responsable de la
    subsistencia de la comunidad, la mujer se especializó en
    la recolección y el
    conocimiento de las plantas
    silvestres que podían ser comestibles, pero en muchos
    casos se convertían en medios
    curativos. Este hecho lo defienden autores como Llull y Sanahuja
    (1994, 17): "En la sociedad paleolítica, las mujeres
    tuvieron un importante papel en la alimentación del
    grupo, puesto que, al parecer, fueron ellas las que lo
    abastecieron de productos
    procedentes de la recolección…".
    Este es un momento clave porque permite a la mujer adquirir un
    estatus de hechicera o de curandera que le conferirá una
    gran importancia dentro de la comunidad, y que le otorga a la
    mujer una conexión con lo mágico y lo
    sobrenatural.
    Cuando estas bandas se asientan y se organizan siguiendo la
    clasificación de Service en jefaturas, aparece unas
    diferencias sociales y dentro de estas incipientes
    clasificaciones sociales, encontramos la figura del jefe de la
    comunidad y la del sacerdote como jefe espiritual. Aunque en un
    principio estas dos funciones se identifican, paulatinamente
    pueden ir desligándose. No es descabellado pensar que la
    mujer con este bagaje mágico y sobrenatural, tuviera una
    responsabilidad capital en el desarrollo de
    los ritos, y en el protagonismo de los mitos, que
    supusieron las bases de las religiones posteriores.
    Tenemos evidencias arqueológicas en la iconografía
    del Cerro de los Santos (Montealegre, Albacete)
    mostrándonos unas sacerdotisas oficiando un culto, como
    también numerosos hallazgos de brazaletes, joyas y otros
    elementos propios de la ornamentación femenina en los
    santuarios dedicados al culto.
    Hasta ahora hemos podido observar cual es el papel de la mujer en
    el ámbito religioso de la sociedad ibérica, pero no
    menos importante es su protagonismo en lo que se refiere a los
    mitos populares y a su representación en divinidades.
    Aunque no se dispone de una información suficiente del panteón
    ibérico, al situarnos en una sociedad neolítica con
    una base económica eminentemente agrícola,
    encontramos como en otros ámbitos del Mediterráneo
    centro-oriental, unas divinidades relacionadas con el ciclo de la
    fertilidad de la Tierra.
    En el punto más alto de este panteón encontramos la
    figura de Deméter-Tanit. Esto podría considerarse
    como una adaptación del mito griego-púnico que
    aparecería en la sociedad ibérica por
    difusión. No obstante pienso que aunque exista una base
    foránea, estos mitos son adoptados y transformados,
    convirtiéndose en unas creencias autóctonas, aunque
    evidentemente, compartan muchos rasgos con los mitos de los que
    proceden.
    El mito griego de Deméter, consiste en una bella historia, en la que se
    intenta dar una explicación sobre los orígenes de
    la agricultura.
    La diosa Deméter, que forma parte del panteón
    griego, es madre de Perséfone, que ha sido raptada por
    Hades el dios de los infiernos. En su desesperada
    búsqueda, llega a desafiar a Zeus en no regresar al
    Olimpo, provocando la esterilidad en la Tierra. Zeus
    tiene que llegar a un acuerdo con Hades, y Perséfone cada
    seis meses regresará al Olimpo junto con su madre. Esto
    representa el ciclo vital de la tierra, mientras Perséfone
    esté en el mundo subterráneo la semilla
    permanecerá también bajo tierra y cuando suba al
    Olimpo será cuando la tierra será fértil
    permitiendo la cosecha.
    Como hemos visto este mito tiene una conexión muy estrecha
    con la fertilidad de la tierra que en las sociedades
    prehistóricas se relaciona directamente con la fertilidad
    de la mujer. De esta manera, la agricultura es sinónimo de
    mujer, así no nos tiene que extrañar que fueran
    dioses femeninos y no masculinos los que encabezaran los
    panteones de estas sociedades eminentemente agrícolas, en
    las queque su ciclo vital y de subsistencia dependía de la
    bonanza en las cosechas anuales.

    4. Iconografía de
    la mujer en la Cultura Ibérica.

    En los puntos anteriores, hemos visto como la mujer
    alcanza un protagonismo especial, tanto en el ámbito
    social, como en el religioso. Ahora es el momento de dar un
    recorrido por las manifestaciones iconográficas, que nos
    permiten corroborar la importancia de la mujer en la sociedad
    ibérica.
    Antes de entrar de lleno en esta iconografía, hay que
    destacar un hecho importante. Hasta hace muy pocos años se
    pensaba que las representaciones de los dioses ibéricos no
    se presentaban en forma antropomórfica, es decir, no
    adoptaban formas humanas. El estudio y el avance en la
    identificación de los hallazgos arqueológicos,
    permitió asociar las distintas iconografías con las
    divinidades que representaban.
    Si empezamos por las representaciones que nos muestran la mujer
    en escenas de la vida social, un motivo que se repite y que es
    muy habitual, es típica la representación de la
    mujer en escenas relacionadas con la música y con la
    danza. En
    estas representaciones aparece casi siempre la figura de una
    mujer que toca la flauta, la auletris. Así en la cerámica de Sant Miquel de Llíria
    (Llíria, Valencia) encontramos dos vasos en donde aparece
    la auletris, en un caso se trata de una representación de
    una danza guerrera, y en el otro la encontramos
    acompañando una danza nupcial. Otro ejemplo sería
    el relieve de
    caliza de Osuna (Osuna, Sevilla) en donde también
    encontramos la figura de esta auletris encabezando una comitiva
    fúnebre. En un vaso perteneciente a los hallazgos de La
    Serreta (Alcoi-Cocentaina, Alicante) podemos ver a esta auletris
    en escenas de caza. Por último también formando
    parte del conjunto de la Serreta, tenemos la importante placa de
    terracota que aparece una diosa madre, kourotrophos,
    acompañada de dos niños y de unos personajes que
    tocan instrumentos
    musicales.
    Un caso particular y que viene a demostrar el punto expuesto
    anteriormente, respecto a las otras actividades que podía
    realizar las mujeres, lo encontramos en las representaciones de
    mujeres hilando. Un ejemplo de esto lo forma un relieve de caliza
    de La Albufereta (Alicante) y otro, una placa de cerámica
    fragmentada de La Serreta (Alcoi-Cocentaina, Alicante).
    Otro importante grupo escenificado, es el de la mujer en escenas
    de tocador. Esta iconografía tiene su importancia porque
    nos proporciona información respecto a como era la
    imagen de la
    mujer ibérica, como eran sus peinados, que objetos de
    ornamentación utilizaba, o como eran sus vestidos. En este
    caso tenemos un importante fragmento de un vaso de Sant Miquel de
    Lliria, en el que se puede ver a una mujer sentada con un objeto
    en la mano. Hay interpretaciones que asocian este objeto con un
    espejo, pero aparte se puede identificarse las joyas que lleva,
    su peinado, e incluso se adivina su vestimenta.
    Cuando nos referimos a la iconografía que representa a la
    mujer en el ámbito más puramente religioso, podemos
    encontrar varias manifestaciones: representaciones de Damas
    entronizadas, representaciones antropomórficas de diosas
    en formas de pebeteros, exvotos o matrimonios
    hierogámicos, y también iconografías en
    donde aparece la mujer participando de la vida religiosa.
    Las Damas sedentes o entronizadas, son el máximo exponente
    de la representación de la Diosa Madre, son la forma
    antropomórfica que significa la fertilidad de la Tierra,
    de lo que hasta ahora hemos visto como la creencia más
    importante del imaginario ibérico. En esta sociedad
    agrícola, estas Damas son adoradas como necesidad para que
    el ciclo vital de la Tierra y de la Naturaleza
    proporcionen un sustento suficiente y regular en las cosechas. El
    ejemplo más destacado es la Dama de Baza, en la que el
    motivo de la fertilidad, aparece representado en forma de paloma
    y de huevo en manos de la Diosa. Otros ejemplos lo forman la Dama
    de Galera y la Dama de Alcudia.
    Las representaciones más usuales de la diosa
    Deméter, las encontramos en los pebeteros o quemaperfumes.
    Un ejemplo es el quemaperfumes de Quéjola (San Pedro,
    Albacete), este timiaterio consiste en una figura en bronce de
    una imagen femenina totalmente desnuda, que ha sido interpretada
    (Olmos y Fernández-Miranda 1987) como una posible
    representación de una hetera en relación con el
    culto a Astarté. Esta imagen desnuda se relaciona, en el
    marco de la mentalidad ibérica. Como una servidora de la
    divinidad y una protectora de la comunidad.
    Respecto a la participación de la mujer en la vida
    religiosa, he hecho mención en el apartado anterior de la
    iconografía del Cerro de los Santos (Montealegre,
    Albacete) que nos muestra unas
    sacerdotisas oficiando un culto. También pueden aportarse
    otros ejemplos, como los de los santuarios de La Luz (Murcia) y
    del Cigarralejo (Mula, Murcia).
    Para terminar y como ejemplo de una manifestación que
    puede ser interpretada tanto desde un punto de vista social como
    religioso, se encuentra la famosísima Dama de Elche.
    La Dama de Elche es la obra escultórica más
    importante de la arqueología protohistórica
    ibérica, no sólo por su valor
    artístico, sino porque su descubrimiento en 1897,
    significa el punto de partida de los estudios sobre la Cultura
    Ibérica. En un primer momento fue adquirida por el
    profesor Pierre París para el museo del Louvre, y no
    volvió a España
    hasta el año 1941. El régimen franquista
    utilizó políticamente este hecho como
    exaltación de lo ibérico, y convirtió la
    obra, en el paradigma de la imagen femenina española.
    Esta obra desde su descubrimiento ha estado
    envuelta en un halo de misterio y ambigüedad que le ha
    acompañado durante toda su historia. Se ha discutido
    enormemente si la representación corresponde a la imagen
    de una mujer o de un hombre, y por otro lado si corresponde a la
    imagen de una persona humana o
    de una diosa. También se ha discutido si la figura era
    originariamente un busto o corresponde a un fragmento de un
    cuerpo entero, como la Gran Dama Oferente del Cerro de los
    Santos. También se ha polemizado en cuanto a cual era su
    origen, que por difusionismo se relacionó con la escultura
    griega. Otra duda, es la función que tenía esta
    escultura, el orificio de su parte posterior puede llevarnos a
    pensar que era utilizada como depositaria de cenizas mortuorias.
    Actualmente todavía no hay acuerdo en si se trata de la
    representación antropomórfica de una diosa. Lo que
    es evidente es que nos encontramos ante una imagen con una
    elevada perfección plástica, y esta
    perfección la vemos reflejada en su rostro
    simétrico y equilibrado, y en su mirada serena y
    perdida.
    Otra aportación interesante, es la información que
    podemos extraer, sobre como era la imagen de la mujer
    ibérica. De esta manera, observamos un vestido compuesto
    por un manto y dos túnicas finas; también podemos
    destacar la presencia de unas joyas que están formadas por
    tres collares y por el adorno pectoral; y por último
    también es importante su peinado. Esta sería la
    vertiente social más importante de esta obra.

    5.
    Conclusión.

    En este trabajo he realizado un análisis sobre el papel que le
    correspondió jugar a la mujer en la sociedad
    ibérica. Este análisis se ha hecho sobre dos
    importantes ámbitos: el social y el religioso. Analizando
    cada uno de ellos hemos visto como la mujer protagonizó
    funciones importantes, que en algunos casos fueron equiparables,
    e incluso superiores, a los de los hombres. Para reforzar este
    trabajo se ha realizado un recorrido por la más importante
    iconografía de la mujer en la Cultura Ibérica.
    Como conclusión final y haciendo referencia a la cita
    introductoria de Marija Gimbutas y Riane Eisler, estoy totalmente
    de acuerdo en que la mujer ha desempeñado un papel crucial
    en todos los aspectos de la vida en la Europa Antigua, y en
    especial en la sociedad ibérica. Pero no hay que caer en
    el extremo de que este protagonismo femenino sea único y
    uniforme en todas las áreas, como defienden los
    partidarios de una sociedad matriarcal. Con total seguridad existe
    un equilibrio
    entre el protagonismo masculino y el femenino, y hay que huir de
    realizar análisis sexistas. Por último, pienso que
    este reconocimiento a la importancia del rol de la mujer, la
    restituye justamente de la posición a la que se ha visto
    relegada durante muchos siglos.

    6. Bibliografía.

    Cultura Ibérica. Hipertexto Multimedia.
    Gracia Alonso, Francisco; Munilla Cabrillana, Gloria. CD-ROM UOC /
    UB. Barcelona 2001.
    Protohistoria: colonitzacions i iberització. Enric
    Sanmartí-Grego. UOC. Barcelona 2000.
    Male Authors and Women. Enroy Pinnok. 1996.
    La mujer en la España prerromana. Cándida
    Martínez López. Historia 16, Nº 105. Madrid
    1985.
    Exposición "androcéntrica" de
    Barcelona: Alimentos
    Sagrados. Francisca Martín-Cano y Salomé
    Katouviere. Barcelona 2001.
    Signos de rango en la sociedad ibérica. Distintivos de
    carácter civil o religioso. Carme Aranegui Gascó.
    REIB. Número 2, 1996. El mundo ibérico una
    década de investigaciones
    (1985-1995) 1ª Parte.
    Lugares de culto en el mundo ibérico(Nuevas propuestas
    interpretativas de espacios singulares del sudeste
    meseteño). REIB. Número 2, 1996. El mundo
    ibérico una década de investigaciones (1985-1995)
    1ª Parte.
    La Dama de Elche, cien años después. Trinidad
    Tortosa. La Cultura Ibérica a través de la fotografía
    de principios de
    siglo. Albacete 1999.
    La Dama de Elche: Una Dama Petrificada. Manuel Bendala
    Galán. La Cultura Ibérica a través de la
    fotografía de principios de siglo. Madrid 2000.

     

     

     

     

     

     

    Autor:

    Albert Enseñat.

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