1. Introducción
Si bien, como afirma la UNESCO en su IV Conferencia
Anual, el crecimiento y declive del funcionamiento intelectual se
ve fuertemente afectado por la escolaridad permanente, este
trabajo comprende específicamente la educación del
preadolescente-adolescente, en la etapa que Piaget
denomina "Período Operatorio Formal".
¿Cuáles son las particularidades del adolescente en
este período posmoderno? Este adolescente, que por sus
características evolutivas de por sí
presenta una sobrevaloración del "ello", está
inmerso en una etapa de la historia de la humanidad con
una marcada predominancia de la imagen por encima
de otros valores. Estas
peculiaridades fueron sintetizadas por Sartori (1999) con la
frase, de por sí acertada: "Non vidi, ergo non est".
¿Cómo se ve afectado nuestro "educando"? Sartori
(op. cit.) afirma, y no sólo refiriéndose a la
franja de edad que nos compete: "El video-dependiente
tiene menos sentido crítico que quien es aún un
animal simbólico adiestrado en la utilización de
los símbolos abstractos. Al perder la capacidad de
abstracción perdemos también la capacidad de
distinguir entre lo verdadero y lo falso." ¿Podemos decir,
entonces, tal como afirma Quevedo (1998), que nos encontramos
frente a un adolescente "alienado"? Aunque parezca una
definición extrema, probablemente sí.
Vemos al adolescente en una actitud
pasiva, prácticamente catatónica, frente a la
pantalla que lo somete con sus imágenes.
Este "homo videns" y también "homo ludens", tal como
definiera Sartori (1999) al hombre de fin
de siglo, ¿es sólo un producto de la
posmodernidad
y los medios? Dice
Quevedo (1998) que no hay que considerar a los medios como un
fenómeno residual de la cultura
contemporánea, sino que hay que prestarles especial
atención en su rol de productores de
ideologías, saberes, valores y creencias. Los actores de
la educación, ¿le prestan especial atención
a este fenómeno?
¿Es el posmodernismo responsable del adolescente
"alineado"? ¿O es la educación que no se
adaptó a la realidad la responsable? Siguiendo con la idea
de Laeng, citado por Stouvenel (1998), la etapa posmoderna
marcó el fin de la estructuración extrema de las
ideas, y la tendencia a una "intersección cada vez
más densa de los diferentes planos". ¿No es
éste un avance frente a la reivindicación
positivista de las autonomías epistemológicas
vigentes durante el modernismo?
Entonces, ¿por qué el producto del posmodernismo es
el adolescente "alineado" con que nos encontramos? Nuestra
hipótesis es que la educación no se
adaptó a la realidad, y es esta idea la que motiva el
presente trabajo.
El adolescente tiene el derecho de ser educado, "del
descubrimiento de la vocación de su ser mismo, y centro de
reunión de sus responsabilidades de hombre" (Mounier, E.,
citado por Emile Planchard, 1986). El responsable de la validez
de este derecho es el estado.
¿Podemos afirmar que ocurre así? Si tenemos en
cuenta los resultados que observamos, podemos decir que no.
El Artículo 6 de la Ley Federal de
Educación, en su Capítulo II, dice: "El sistema educativo
posibilitará la formación integral y permanente del
hombre y la mujer, con
vocación nacional, proyección regional y
continental y visión universal, que se realicen como
personas en la dimensión cultural, social, estética, ética y
religiosa, acordes con sus capacidades, guiados por los valores de
vida, libertad,
bien, paz, solidaridad,
tolerancia,
igualdad y
justicia.
Capaces de elaborar, por decisión existencial, su propio
proyecto de
vida. Ciudadanos responsables, protagonistas críticos,
creadores y transformadores
de la sociedad, a
través del amor, el
conocimiento y el trabajo.
Defensores de las instituciones
democráticas y el medio
ambiente."
La realidad evidencia que la educación no posibilita los
postulados enunciados en el Artículo transcripto,
entonces, "la realidad exige una nueva
educación".
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