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PROTÁGORAS, UNA POSIBILIDAD ÉTICA




Enviado por mowgli50



     

    Bajo el yugo de platón
    Protágoras se afirma en el cambio , en el
    continuo devenir. Creo que es por aquí por donde se debe
    comenzar a interpretar al sofista, por su ontología . El filósofo de Abdera
    concibe el ser como algo en movimiento ,
    como un constante fluir: es la realidad cambiante y multiforme,
    plural, sumergida en el río de Heráclito.
    En esta concepción ontológica se soporta toda la
    filosofía protagórica y adquiere validez. Es
    así como, desde un principio, nos encontramos con algo
    determinante: la radical distancia entre el pensamiento de
    Platón
    , fundamentado en la ontología inmóvil de
    Parménides, y el pensamiento de
    Protágoras, el cual ha encontrado una fuerte
    empatía con el filósofo de Efeso.
    "Fue el primero (Protágoras) en decir que sobre cualquier
    tema son posibles dos tesis
    contrarias entre sí".
    "También Protágoras sostiene que el hombre es
    la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y
    de las que no son en cuanto que no son"
    De estas dos sentencias es posible deducir lo que he visto como
    el fundamento Protagórico: la lógica
    de relaciones. Con la primera sentencia que hace referencia al
    principio antilógico, Protágoras pone de manifiesto
    que las cosas no son en sí mismas sino que son en
    relación con algo, es decir, que no existe lo absoluto,
    único e inmutable; la justicia , la
    bondad o lo pequeño no son realidades universales y
    absolutas, pues algo puede ser bueno para ciertas personas
    (animales ,
    plantas o cosas)
    mientras que para otras no, ejemplo: que la madera se
    quiebre, debilite o corrompa, es bueno para el carpintero pero
    malo para los demás. E incluso, para las mismas personas
    algo puede ser bueno en determinadas circunstancias y puede no
    serlo en otras, ejemplo: que llueva es bueno en tiempos de
    sequía pero no en tiempos de fuerte invierno. De igual
    forma un elefante puede ser muy grande en relación con el
    tamaño del hombre , pero
    extremadamente pequeño en relación con el planeta.
    Entonces no puede decirse que el elefante es por sí solo
    grande o pequeño, o que algo es justo, bueno o feo por
    naturaleza
    .
    Protágoras con esto no hace más que eliminar la
    verdad absoluta, divina, esa verdad única e inmutable que
    mora en el Topos Uranos de Platón y
    que determina todo lo existente en el mundo sensible, "aparente"
    y mundano. Si sabemos que para Platón la
    verdad es preexistente y que la intención humana debe
    estar encaminada a conocerla, entonces es comprensible la manera
    tan vehemente como Platón ataca a Protágoras y a
    los sofistas en general. La filosofía de Protágoras
    no solo contradice el sistema
    platónico, sino que lo destruye, lo deja sin piso, sin
    ideas.
    Con la segunda sentencia, la que se refiere a la frase
    Homo-Mensura, Protágoras además de reiterar el
    predominio de una lógica
    de relaciones sobre una lógica
    monádica o absoluta (desde la que nos habla
    Platón), pone de manifiesto un profundo humanismo .
    Cuando Protágoras dice: "el hombre es
    la medida de todas las cosas", está diciendo que es el
    hombre el que
    da sentido a su entorno, es quien aprehende el mundo y construye
    así una realidad propia de valoraciones y conocimientos
    determinados.
    Es importante aclarar que hay distintas teorías
    que polemizan sobre el tipo de ‘Hombre ’
    al que se refiere Protágoras en la frase, si habla del
    ánthropos como ser individual, como especie o como ser
    integrado en círculos sociales. Puesto que no es el caso
    exponer aquí las distintas teorías
    , basta con aclarar que la más coherente con el pensamiento
    protagórico y por tanto más acertada es la que
    presenta José Barrio Gutiérrez. Éste
    advierte una conjunción de la tesis
    individualista con la sociológica, entendiendo que
    el hombre
    individual está referenciado a la polis. Y es aquí
    donde nos encontramos con un Protágoras amante y defensor
    de la sociedad y la
    cultura :
    Protágoras admite la pluralidad de representaciones en los
    hombres, pues todo fluye y por tanto la realidad es infinitamente
    cambiante, pero no distingue entre ellas unas verdaderas y otras
    falsas sino unas más convenientes que otras. Las diversas
    opiniones no se determinan por su nivel de verdad al modo
    platónico, sino por su nivel de conveniencia, y
    conveniencia para quién? Para la sociedad , que en
    últimas es lo que afirma a los individuos y al hombre como
    agente creador.
    "Pues lo que a cada Estado (polis)
    le parece justo y bello, efectivamente lo es para él,
    mientras tenga el poder de
    legislar".
    "…por naturaleza no hay
    nada que lo sea esencialmente, sino que es el parecer de la
    colectividad el que se hace verdadero cuando se formula y todo el
    tiempo que
    dura ese parecer".
    Hemos dicho entonces que de las dos sentencias que se refieren al
    principio antilógico y a la Frase Homo-Mensura se deriva
    el fundamento protagórico, es decir, el pilar de todo su
    sistema y, a mi
    parecer, el gran aporte del filosofo de Abdera: la lógica
    de relaciones. La profunda relación que existe entre las
    dos sentencias puede entenderse como una complementación,
    es así como Solana Dueso dice que las antilogías
    enuncian un principio general del que la FHM sería el
    resultado de aplicar tal principio a dos ámbitos
    específicos: las valoraciones y el
    conocimiento .
    Para Solana Dueso, estas dos sentencias junto con la de "hacer
    fuerte el argumento débil", constituyen el núcleo
    fuerte del protagorismo. En realidad esta última sentencia
    no es más que la reafirmación de la lógica
    de relaciones: toda opinión es verdadera en
    relación con quien así la considera o percibe. Esto
    se deriva de una concepción ontológica que entiende
    el ‘ser’ como algo cambiante y plural, contraria a
    una ontología inmóvil e inmutable desde
    la cual Platon deriva su lógica absoluta.

    Hasta el momento se ha intentado desarrollar ligeramente
    lo que Solana Dueso ha llamado el núcleo duro del
    protagorismo, presentando a la vez algunas consideraciones acerca
    de la dicotomía Platón-Protágoras,
    éste último como representante de la
    sofística. Pero, ¿qué es lo que en realidad
    se disputan Platón y Protágoras y los sofistas en
    general?, ¿qué implica el asumir una
    ontología inmóvil e inmutable a diferencia de una
    movible y cambiante?, ¿cuál es la consecuencia
    práctica de una lógica absoluta y la de una
    lógica de relaciones?, ¿qué implica juzgar
    todo lo humano a la luz de la verdad
    o a la luz de la
    conveniencia?
    Para intentar dar respuesta a esto creo necesario realizar
    ciertas aclaraciones que en su mayoría son de carácter
    histórico, apoyado más que todo en el texto de Paul
    Elthen: "Los sofistas y Platón".
    La civilización griega en los siglos VI y V a. de c.
    atraviesa por un momento histórico en el que el logos
    comienza a imponerse y a ser la forma mediante la cual se
    aprehende el mundo; el pensamiento racional y secular prevalece
    sobre el mítico, se pasa de una cosmogonía a una
    cosmología.
    Esto da lugar a que se comience a pensar en la posibilidad de una
    vida social, esto es, la unificación de los grupos humanos no
    por instituciones
    familiares y religiosas sino por instituciones
    de carácter
    político que pongan en juego el
    ejercicio de lo común: nomos.
    Es en este momento histórico de occidente en el que
    aparecen Platón y los sofistas como dos corrientes
    opuestas que pretenden teorizar sobre el cómo debe ser la
    vida socio-política en el
    reciente espacio urbano.
    Lo que se disputan entonces las dos corrientes, es la forma
    correcta en que debe ser entendido y fundamentado el orden social
    en el nuevo mundo regido por el logos, secular y
    político.
    Es así como nos encontramos con dos perspectivas distintas
    y opuestas de entender el mundo, dos formas de habitarlo, dos
    posibilidades éticas.
    Protágoras, como sofista que es, ha obtenido una
    sabiduría mediante la peregrinación por diversas
    culturas y civilizaciones, y gracias a esto entiende el mundo
    como el producto del
    obrar humano, y la cultura como
    el artificio del hombre mediante el cual supera su status nature.
    Esto le permite establecer que el ‘ser’ es cambiante
    y por tanto no hay verdades absolutas. Todo lo que rige las
    relaciones
    humanas no son más que convenciones, pues ha
    descubierto que entre unas culturas y otras varían
    los valores,
    las creencias religiosas y las formas de entender el mundo. Es
    así como el hombre es la medida de todas las cosas; cada
    una de las sociedades
    determina los parámetros en que gira su propia
    realidad.
    Nos encontramos aquí con la relación fisis-nomos,
    entendiendo por fisis lo que emerge espontáneamente:
    materia y
    hombre, y entendiendo por nomos el artificio humano que se hace
    común. Para Protágoras, el nomos es un logro del
    hombre, pues es una realidad más elaborada y superior que
    la fisis. Superior en términos de conveniencia y utilidad,
    obviamente no en términos
    de verdad. El nomos constituye el logro del derecho, de la
    justicia, de
    la cultura, de la
    vida en sociedad.
    De lo anterior podemos deducir varias cuestiones: un relativismo
    axiológico y social, una fundamentación de la
    democracia, un
    profundo sentimiento de admiración y de aceptación
    de lo humano, cuestiones estas que a mi modo de ver hacen parte
    significativa de una propuesta ética, y
    por tanto política, incentivada
    por Protágoras.

    Es importante advertir en lo que hasta ahora hemos
    expuesto, una concepción inmanente del lenguaje por
    parte de Protágoras. El lenguaje,
    tan justamente reivindicado y elogiado por los sofistas, es
    fuente creadora, es fundamento de lo humano que permite colmar de
    sentido al mundo. Es el logos en su más pura
    significación: pensamiento y palabra.
    La afirmación del lenguaje como
    agente creador, es la más clara afirmación del
    hombre, de lo mundano. Es una feliz aceptación de nuestra
    condición, a la vez que es un reconocimiento en el
    más perfecto azar, una afirmación de vida; caso
    distinto al que presenta Platón que ve en el lenguaje
    tan solo un vínculo con las ideas, con la verdad, algo
    predeterminado y para nada contingente.
    La relatividad axiológica y social que defiende
    Protágoras es fundamento de la democracia, es
    el reconocimiento de la diversidad de opiniones. Con esto, se
    advierte el surgimiento de una verdadera libertad
    política y
    de la tolerancia, como
    principios de
    la vida en sociedad, ese gran logro del hombre, de la
    razón, del lenguaje: del
    logos.
    Radicalmente contrario, Platón fundamenta lo humano
    mediante una concepción metafísica, es decir, plantea una forma de
    entender al hombre no mediante su condición mundana sino
    mediante algo totalmente ajeno a él.
    Esto es la teoría
    mítica, y por tanto irracional, del mundo de las ideas,
    con la que Platón pretende imponer el peso de la verdad
    absoluta, preexistente y universal sobre la conciencia
    humana.
    Es bastante contradictorio el que Platón soporte toda su
    filosofía de la verdad en el mito, que
    denigre de forma tan acerba de la retórica cuando se vale
    extraordinariamente de ella para persuadirnos acerca de la
    preexistencia de las ideas, de la eternidad del alma, del mundo
    inteligible como paradigma del
    sensible, de la falsedad de éste nuestro mundo, del
    recordar como única forma de conocimiento… etc, todos estos mitos que son
    de una inmensa belleza literaria, y que hacen de Platón el
    más grande de los sofistas, entendiendo aquí (y
    solo aquí) ‘sofista’ en el sentido
    platónico: el que se vale de engañosos y seductores
    discursos para
    hacer verdadero lo que es falso.
    Es de esta forma como Platón instaura una forma propia de
    habitar y de entender el mundo, una ética en
    la que el dominio de unos
    hombres sobre otros se legitima en el poder divino,
    en la que es dable destruir culturas apelando al nivel de
    superioridad en relación con la verdad, una ética en
    la que se suprime al otro, en la que se condena la realidad
    mundana y en la que solo hay cabida para lo absoluto. Sin lugar a
    dudas, el origen de todos los totalitarismos. Una perniciosa e
    ‘inconveniente’ forma de habitar el mundo, que con
    sus delirios de ‘verdad’ pretende someter la voluntad
    humana a los fantasmas inaprehensibles de una realidad
    inexistente, o metafísica
    si se quiere.
    No hay que hacer muchos esfuerzos para ver en Platón el
    fundamento de la tradición judeocristiana, y para advertir
    entonces que esta forma de entender la existencia del hombre ha
    sido la reinante a lo largo de la civilización occidental,
    relegando así la saludable posibilidad de un entendimiento
    del hombre en tanto hombre y de un ordenamiento social, moral y
    político a la luz de la
    conveniencia; posibilidad ética que a quedado bajo el yugo
    de lo absoluto, bajo el yugo de Platón.
    "Entonces estos ingratos se imaginaron estar sustraídos a
    su cuerpo y a su tierra. Sin
    embargo, ¿a quién debían las convulsiones y
    delicias de su éxtasis? A su cuerpo y a esta tierra".
    Nietzsche

     

     

     

    Autor:

    John Rojas

    Estudiante de Filosofía y Letras y de Comunicación
    Social y Periodismo de
    la Universidad
    Pontificia Bolivariana de
    Medellín-Colombia.

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