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CONVERTIR AL ESTUDIANTE EN PROTAGONISTA DE SU APRENDIZAJE: UNA TAREA ACTUAL




Enviado por umestre



     

    Indice
    1.
    Introducción.

    2. Desarrollo.
    3. Recomendaciones para una
    organización más eficiente del proceso
    docente.

    4. Conclusiones.
    5. Referencias
    bibliográficas.

    1. Introducción.

    Para abordar la dinámica del proceso
    docente – educativo en su propia célula, o
    sea, a nivel de unidad didáctica; se requiere retomar algunas
    consideraciones sobre la relación de la Escuela con la
    Sociedad,
    según establece la Primera Ley de la
    Didáctica. [1]
    El punto de partida, exterior a la Escuela, es el problema real o
    problema de la vida, que es una generalización de las
    múltiples situaciones contradictorias que cada día
    se han de resolver en las diferentes esferas de la Sociedad.
    Los problemas de
    la vida constituyen el todo y deben enfrentarse en toda su
    riqueza, aunque desde diferentes puntos de vista. Estos problemas
    son abordados por varias profesiones desde distintos
    ángulos, por esa razón consideramos que el hecho de
    delimitar el contenido de una profesión es ya hacer una
    abstracción de la vida; esa abstracción será
    aún mayor cuando el
    contenido es llevado a una disciplina
    docente.
    La unidad didáctica o, como es más ampliamente
    conocida en nuestro ámbito, el tema centra su atención en objetos abstractos, con lo cual
    se favorece el análisis de la esencia de los
    fenómenos. Esto justifica la necesidad de que exista un
    proceso opuesto, el de la integración del contenido, que irá
    acercando gradualmente al estudiante a la vida, en la medida en
    que trate objetos más complejos.
    El objetivo es en
    el lenguaje de
    la Escuela, la expresión de la demanda social
    y, por lo tanto, rector a ese nivel. En consecuencia, el objetivo
    determina los problemas docentes a los que se ha de ir
    enfrentando el estudiante como expresión del nexo Problema
    de la vida – Objetivo – Problema docente.
    Este es el objetivo de la enseñanza, del profesor, quien lo planifica
    previamente y a partir del cual motiva y guía el proceso
    docente. Sin embargo, ese objetivo puede no constituir una
    aspiración del estudiante, por lo que si se le considera
    el artífice principal de su aprendizaje, el objetivo que
    debe conformarse es el suyo propio: el objetivo del
    aprendizaje.

    2. Desarrollo.

    Es conocido que en toda actividad el hombre
    tiene que reconocerse, tanto en su resultado, como en el proceso
    de alcanzar este resultado, de no suceder así, el proceso
    se convierte en enajenante. Esta situación también
    se manifiesta en el proceso docente – educativo cuyo resultado es
    la transformación del hombre; por lo
    tanto, el resultado y el proceso en sí no deben ser ajenos
    al estudiante que traza su objetivo y desarrolla su propio
    método,
    convirtiendo al aprendizaje en su actividad fundamental.
    En el
    aprendizaje, el papel del
    profesor es el de motivar y guiar al estudiante, con una
    maestría tal que éste se sienta como el
    protagonista de su aprendizaje y no lo perciba como el resultado
    de la dirección del profesor. Ésta es la
    base de un aprendizaje participativo como el que proponemos.
    El profesor deberá ir presentando al estudiante una
    familia de
    problemas docentes [2], estableciendo desde el primer momento
    comunicación con él y logrando
    promover a través del método empleado los
    vínculos afectivos del estudiante con el contenido, lo que
    constituirá su real motivación.
    El objetivo de la enseñanza, previsto por el profesor y el
    del aprendizaje, trazado y comprendido por el estudiante como
    necesidad a lo largo del proceso docente – educativo, han de
    coincidir, pero con la connotación que le ha dado el
    estudiante al sentirlo propio en la medida en que lo descubre.
    Esta identificación puede interpretarse como un ascenso
    desde el objetivo trazado previamente por el profesor hasta el
    objetivo a que ha llegado el estudiante.
    Como señalara C. Álvarez, "el estudiante como
    sujeto de su aprendizaje, de su formación no se incorpora
    a la dinámica del proceso de una forma eficiente por la
    simple exigencia social expresada en el objetivo trazado por el
    profesor a él como punto de partida; lo hace cuando esta
    exigencia externa se convierte en una necesidad propia". [3]
    La dinámica del proceso dependerá de la
    relación dialéctica entre el objetivo del
    estudiante y el método de aprendizaje que también
    va desarrollando de forma inducida por el profesor. En un aula
    podrán coexistir tantas variantes del método como
    estudiantes haya, pues la solución de cada
    situación problémica es la concreción de
    este método, lo cual permite que cada alumno vaya
    apropiándose de él, al tiempo que le
    aporta sus particularidades.
    El método también es motivante y educativo en la
    medida en que se identifique con el método de la ciencia en
    que se sustenta la disciplina docente. Esto se concreta en la
    medida en que el proceso docente – educativo se vincule con la
    vida y logre convertir en actividad las acciones
    previstas; ésta constituirá la verdadera actividad
    transformadora del estudiante.
    El objetivo de la unidad didáctica debe ser único,
    general y abarcador, los métodos
    son múltiples y dependen de cada estudiante; en su
    desarrollo dialéctico se resuelve esta
    contradicción logrando así el dominio del
    contenido.
    Durante el proceso, el profesor no debe descuidar la
    orientación y control de los
    estudiantes. Su maestría pedagógica radica en que
    logre ir enfrentando al estudiante a situaciones que le exijan y
    motiven de forma continua y ascendente; al romperse la
    continuidad, la contradicción se haría insalvable o
    desaparecería, perdiéndose la dinámica del
    aprendizaje. Cabe señalar que muchas veces el estudiante,
    motivado por los nexos afectivos con el contenido y su
    método, logra resultados que rebasan el objetivo.
    El profesor ha de estar consciente de que el sujeto del proceso
    debe ser cada estudiante del colectivo y que su labor fundamental
    es motivar a lo largo de todo ese proceso, desde que se le
    informa al estudiante sobre el mismo hasta que se le
    evalúa.
    El proceso debe caracterizarse por un máximo de tiempo de
    trabajo del estudiante enfrentando la resolución de
    problemas, activa e independientemente, durante el cual sus
    criterios, gustos e intereses han de tenerse en cuenta. Aunque la
    exigencia social estará presente en todo momento, a
    través del profesor que guía, flexibiliza y ajusta
    continuamente el proceso en correspondencia con el grupo y con
    cada estudiante.
    Estas consideraciones reafirman que, la contradicción
    dialéctica fundamental del proceso docente – educativo, se
    da entre el objetivo, aspiración del estudiante y el
    método que éste utiliza y que debe ser orientado e
    inducido por el profesor. Mediante la aplicación del
    método de resolución de los problemas, el
    estudiante se vincula con el contenido de su aprendizaje y
    resuelve los problemas que se le proponen. En el desarrollo del
    método, el estudiante no sólo advierte el contenido
    y determina su significación, sino que se apropia de
    él connotándolo, imponiéndole sus rasgos
    personales. La resolución del problema pasa por el aporte
    personal de la
    comprensión del objeto, del interés de
    su modificación y de la auto – realización con el
    resultado alcanzado.
    En los problemas está presente lo motivacional, pues se
    desarrolla la actividad y la
    comunicación, alcanzando el objetivo a través
    de un proceso paulatino de aproximaciones en que participan
    estudiantes y profesor.
    En la figura siguiente se muestra la
    relación entre los componentes del proceso docente –
    educativo, según lo hemos
    concebido.

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

    Figura 1. Relación entre los componentes
    fundamentales del proceso docente – educativo.

    Consideraciones acerca de la estructura de
    la unidad didáctica para la dinámica del
    aprendizaje.
    Si pretendemos que se respete la dinámica del aprendizaje,
    o sea, que el estudiante sea el sujeto fundamental de este
    proceso; entonces el proceso docente – educativo debe
    caracterizarse por un máximo de tiempo de trabajo activo e
    independiente del estudiante, dedicando a las actividades
    inductivas el menor tiempo posible. Evidentemente, tal principio
    no es compatible con las formas de enseñanza
    tradicionales; para este fin se requiere de nuevas
    metodologías y tipos de clases que a continuación
    pretendemos esbozar.
    La unidad didáctica tiene un objetivo de carácter
    trascendente que debe ser alcanzado, lo cual significa el dominio
    de una habilidad con la consecuente apropiación del
    conocimiento
    implícito en ella. El dominio de una habilidad conlleva
    necesariamente las etapas de orientación, ejecución
    y control; y, previo a la interacción estudiante –
    profesor, la planificación por parte del docente. Estas
    etapas están en correspondencia con las características psicológicas y
    didácticas del proceso docente – educativo, a las que
    agregaremos el aspecto de la flexibilidad.
    En trabajos anteriores en que ha participado el autor [4,5], se
    ha precisado que la unidad didáctica o tema:
    1- constituye la célula
    organizativa del proceso docente – educativo donde se dan todos
    los eslabones del proceso.
    2- está presidida por un objetivo de carácter
    trascendente, en cuyo centro se encuentra una habilidad de
    aplicación a lograr,
    3- estará presente en número pequeño en las
    disciplinas y asignaturas y dispondrá de un fondo de
    tiempo relativamente alto (alrededor de 20 horas),
    4- dedicará el mayor tiempo a actividades de
    carácter práctico que permitan la formación
    de la habilidad; (como tendencia el tiempo de información debe ser un 20% del total y el
    resto se dedicará a la ejercitación),
    5- deberá subordinar, en general, el sistema de
    conocimientos y los aspectos teóricos a la habilidad a
    lograr, al objetivo propuesto.
    6- deberá contemplar formas de clase con la suficiente
    flexibilidad que permitan tomar en consideración las
    individualidades de los estudiantes en su proceso de
    aprendizaje.
    Con estas premisas, y tomando en cuenta los aspectos abordados
    anteriormente, proponemos un modelo de
    unidad didáctica que responda a la estructura, que se
    ilustra en la Figura 2.

    Figura 2. Estructura por etapas de la propuesta de
    unidad didáctica.

    En la figura se muestran las tres etapas de
    formación de la habilidad en las cuales hay
    interacción estudiante – profesor. Como cada tema
    prevé la formación de una habilidad, su estructura
    incluirá la orientación, ejecución y control
    de la realización de la misma, aunque es posible que en
    una determinada disciplina (o asignatura) se tengan habilidades
    que se formen paralelamente, lo que admitiría el
    desarrollo de dos unidades de forma simultánea.
    Previo a las etapas señaladas se efectúa la
    planificación del proceso docente – educativo por parte de
    los profesores, sobre la cual no profundizaremos pues su
    explicación está recogida en los trabajos antes
    citados.
    Revelaremos las características que deben cumplir la forma
    de docencia y la evaluación
    en cada una de las etapas:
    En la etapa orientadora se han de desarrollar fundamentalmente
    los eslabones de motivación y comprensión del
    contenido, marco espacio – temporal que se da en las conferencias
    y clases de ejercicios. La conferencia
    está definida en los documentos
    normativos del Ministerio de Educación
    Superior (Resolución 69/91) y ha sido abordada en
    múltiples trabajos de diferentes autores. No obstante,
    queremos significar que en la misma se debe mostrar la lógica
    del contenido. Ésta puede tener como característica
    una exposición
    problémica apoyada en experimentos
    ideales o reales, en los que se revele la lógica de la
    ciencia y de
    la disciplina. Debe ser una actividad motivante y enriquecedora
    del acervo cultural y metodológico del estudiante.
    Durante la etapa de orientación, es necesario mostrarle al
    estudiante el método generalizado de resolución y
    se ilustrará su aplicación a los problemas. El
    marco propicio para ello es la clase de ejercicios. La clase de
    ejercicios, a diferencia de la conferencia, conlleva una
    participación mayor de los estudiantes, puesto que no debe
    efectuarse en grupos mayores de
    30 estudiantes; en ella se logra una comunicación profesor
    – estudiante y se muestra el método generalizado de
    resolución de los problemas propios de la unidad.
    La conferencia y la clase de ejercicios constituyen las formas a
    través de las cuales se efectúa la enseñanza
    por parte del docente. En estas últimas, conjuntamente con
    el planteamiento del
    problema, se pueden desarrollar métodos de
    conversación heurística donde se aprecie con mayor
    énfasis del papel dirigente del profesor.
    La estructura general de la unidad didáctica ha de tener
    un mínimo de conferencias y una o dos clases de ejercicios
    en las cuales se muestre el método de trabajo. Antes de
    concluir esta etapa, el estudiante deberá recibir un
    volumen de
    trabajo en forma de problemas que ha de ir acometiendo con el fin
    de alcanzar el objetivo previsto para la unidad
    didáctica.
    Etapa ejecutora. En nuestra opinión, el rígido
    esquema de las actuales clases prácticas, no permite
    desarrollar la dinámica del aprendizaje; por ello
    consideramos que a partir de ese momento se deberán
    desarrollar nuevas formas en las cuales el estudiante trabaje con
    independencia;
    en éstas el papel del profesor no es de dirigente, sino de
    consultante y guía científico. La etapa
    estará constituida fundamentalmente por encuentros,
    talleres, sesiones de laboratorio,
    trabajo en salas de computación, visitas y otras formas que se
    irán programando en correspondencia con cada unidad, pero
    con suficiente flexibilidad para que cada estudiante trabaje
    según su propio ritmo. El estudiante irá
    resolviendo los problemas y consultará al profesor cuando
    lo requiera.
    Se trata de una labor nada simple, se tiene que armonizar la
    guía del profesor con un ritmo de trabajo del estudiante
    en el cual éste desarrolle su dinámica propia, sus
    métodos y vaya trazando sus objetivos en
    la medida en que ve la necesidad del dominio del contenido.
    Por lo complejo de esta etapa, la analizaremos desde tres puntos
    de vista:
    ·
    la concepción de las formas de
    clase
    ·
    el modo de actuación del
    estudiante
    ·
    el modo de actuación del profesor

    Las formas de clase. Si el estudiante dispone de un
    volumen de trabajo entregado por el profesor, podrá tener
    asignaciones de tiempo en forma de talleres o encuentros en los
    que intercambiará con el docente y con el resto de los
    estudiantes, a medida que trabaja. Estos talleres o encuentros
    tendrán un horario establecido de consultas que se
    complementarán con el trabajo
    independiente de los estudiantes. Pueden alternarse con sesiones
    de trabajo en salas de computación o laboratorios. En
    estas formas no estará presente la introducción
    rígida de un profesor, sino su interacción
    individual con pequeños núcleos de trabajo de dos o
    más estudiantes; mientras se produce este intercambio, el
    resto del grupo va trabajando e interactuando entre sí
    para dar solución al problema. Se deberá prever la
    exposición, por algunos núcleos de estudiantes, de
    la marcha del trabajo; ello permite retroalimentar al resto del
    colectivo y generalizar experiencias positivas, a la vez que
    destacar insuficiencias y errores.
    En esta etapa se elimina la concepción del grupo y se
    sustituye por pequeños colectivos de trabajo. A este
    aspecto nos referiremos cuando tratemos el modo de
    actuación del estudiante. Al final de la etapa se deben
    realizar seminarios en los cuales los núcleos de
    estudiantes exponen sus resultados y los discuten frente al
    colectivo.
    Es necesario establecer un sistema de evaluación en
    correspondencia con las formas de docencia desarrolladas; en
    éste ya no está presente la prueba escrita,
    secreta, aislada del contexto, de la vida. Ahora la
    evaluación debe ser la auto – evaluación y la co –
    evaluación del colectivo; la defensa de sus resultados
    ante el grupo y su profesor.
    El modo de actuación del estudiante. Concebimos que los
    estudiantes, agrupados en núcleos, actuarían como
    profesionales enfrentando los problemas planteados y se
    prepararían para los intercambios y coloquios que en forma
    de talleres se deben desarrollar.
    Al final de la unidad, el núcleo de estudiantes
    defenderá ante el colectivo los resultados, que no
    será otra cosa que la resolución de los problemas
    propios [6], mostrando así el dominio de la habilidad. Si
    estas ideas son llevadas a una disciplina de la profesión
    esa forma podría tener el alcance de un pequeño
    proyecto.
    El modo de actuación del profesor. Aquí el docente
    se convierte en consultante, a través del coloquio con sus
    estudiantes va evaluando la marcha del aprendizaje y regulando el
    ritmo de trabajo. El profesor deberá garantizar que se
    generalicen las mejores experiencias y que en el intercambio con
    el colectivo se eliminen los errores, aprovechando los momentos
    propicios para retomar las generalizaciones teóricas y los
    métodos de trabajo. Ya no es su impronta la que impone al
    colectivo, es simplemente un catalizador del ritmo de trabajo de
    los estudiantes.
    La etapa de control se basará en un alto componente de
    auto – evaluación, de coloquio e intercambio entre
    profesor y estudiante, de muestra de resultados parciales en el
    seno del colectivo que culmina con una exposición ante el
    colectivo y el profesor de los resulta dos. La evaluación
    y el control realzan el aspecto educativo y de auto –
    regulación del proceso ya que en la manera en que lo
    retroalimenta, permite modularlo. No se trata de un control
    rígido al final del proceso, sino de un mecanismo de
    dirección de la marcha del estudiante. En este sistema de
    control no tiene lugar el fraude, no es la
    evaluación sospechosa, no enfrenta a profesor y
    estudiante, sino que los convoca a encontrar la solución a
    un problema.
    En el caso de disciplinas de la profesión, no
    bastaría hacer a un estudiante trabajar como actúa
    un profesional, con similar independencia, si después lo
    evaluamos sin tener en cuenta estos aspectos. Si somos
    consecuentes con el criterio de que la formación
    profesional del futuro egresado debe darse desde los primeros
    años de la carrera, tenemos que lograr que en todas las
    etapas del proceso de aprendizaje se promueva la formación
    de habilidades profesionales; en la evaluación y el
    control esto es imprescindible.
    Hasta ahora se ha hablado del control en términos
    generales, aún cuando éste lleva implícito
    la individualidad. Esto conlleva el ajuste del proceso de forma
    tal que al final se logre el cumplimiento del objetivo. Aunque
    dado el caso de que al transcurrir el tiempo establecido para el
    dominio de la habilidad planificada, el estudiante no lo haya
    logrado; existe la alternativa de proporcionarle un lazo de
    retroalimentación adicional con una etapa
    de control que se solape con la etapa de orientación de la
    siguiente unidad didáctica.

    3. Recomendaciones para una
    organización más eficiente del
    proceso docente.

    Cada una de las formas de docencia, con independencia de
    sus propósitos, debe convertirse en marco propicio para la
    reflexión, para el descubrimiento y construcción del conocimiento por parte del
    estudiante.
    En la disciplina Física General, por
    ejemplo, es característico de la conferencia la
    exposición de los contenidos teóricos esenciales
    según una lógica inductiva – deductiva, con ayuda
    de la cual se va desarrollando el sistema de conocimientos, a la
    vez que se le muestra al estudiante la habilidad.
    Sin embargo, si en esta forma de docencia en vez de exponer
    fríamente los contenidos esenciales, estos son planteados
    en forma de situaciones problémicas utilizando vías
    tales como preguntas, demostraciones de hechos experimentales,
    planteamientos de hipótesis o formulación de
    conclusiones para su verificación experimental, etc.
    Entonces, además de aumentar la influencia educativa, se
    intensifica el interés hacia lo desconocido, lo cual
    constituye una premisa para el desarrollo de discusiones
    heurísticas del material docente, en las que el profesor
    iría conduciendo, con maestría, las reflexiones de
    los estudiantes.
    Si se logra concebir la conferencia como un momento dentro del
    proceso en que, tanto profesor como estudiantes, se adentren en
    la discusión de temas particulares y esenciales de la
    disciplina, entonces se propiciaría el aprovechamiento de
    esta forma de docencia, pudiéndose dedicar mayor tiempo a
    las actividades prácticas y de ejercitación.
    La segunda etapa del proceso docente debe ser la clase de
    ejercicios que tiene como propósito que el profesor
    ilustre y explique, por medio de ejemplos los métodos
    generales de resolución de problemas, revelando de forma
    desplegada la habilidad fundamental de aplicación a lograr
    en el tema, con lo cual se prepara a los estudiantes para
    resolver problemas sencillos.
    La experiencia demuestra que no es suficiente ilustrar o explicar
    el método de resolución de un problema, si se desea
    que posteriormente el estudiante alcance un nivel de
    asimilación productivo; lo único que se logra con
    ello es enseñar procedimientos
    racionales para la resolución de problemas, lo cual
    está reñido con nuestro propósito
    general.
    Por lo tanto, la clase de ejercicios debe convertirse en momento
    adecuado para la presentación del método de
    resolución y de la base orientadora de la acción,
    de mnaera tal que aparezca ante el estudiante como un proceso de
    descubrimiento. El profesor ha de ser capaz de crear situaciones
    problémicas que motiven al estudiante y, de forma
    heurística, ir descubriendo ante él la
    solución del problema.
    En la clase de ejercicios el estudiante comienza a familiarizarse
    con el método de resolución, por lo que sugerimos
    que se realice en forma problémica, siempre que el
    contenido lo permita; comenzando por el enfrentamiento del
    estudiante a problemas sencillos, y no generales y complejos como
    se hace en la actualidad. Esto posibilitaría la
    participación activa de los estudiantes que, de otra
    manera, sería prácticamente mutilada, ya que el
    profesor iría a la clase a ilustrar un problema que no
    está al alcance del estudiante resolver.
    Con esta concepción de la clase de ejercicios se
    posibilita el inicio de la construcción, por parte de los
    estudiantes, del método de solución de problemas.
    Este proceso continuaría en las siguientes clases
    prácticas a través de las cuales el estudiante
    generalizaría el método de trabajo, aplicando de
    forma cada vez más consciente la habilidad en
    formación.
    Al culminar la clase el profesor orientará la
    realización de otros ejercicios en correspondencia con el
    problema tipo ilustrado en la clase, con el propósito de
    que el estudiante se entrene y llegue a dominar, a ese nivel, el
    método de resolución.
    En la clase práctica el profesor planteará
    problemas de un nivel de profundidad superior y de acuerdo con
    las exigencias de los
    métodos problémico y problémico –
    diferenciado interactuará con los estudiantes, teniendo
    siempre presente el no dar soluciones
    acabadas que mutilen la independencia y la actividad mental de
    los estudiantes, sino que de forma heurística o intuitiva
    ha de ir guiando el pensamiento de
    los estudiantes; modulando el flujo de información que
    sobre el problema en cuestión es necesario dar, para que
    el mismo constituya una situación problémica para
    la totalidad de los estudiantes del grupo.
    Una vez resueltos los problemas se pasará a la fase de
    discusión abierta de las soluciones, por parte de los
    estudiantes; la función
    del profesor, en esta etapa, es la de guiar la discusión
    por medio de preguntas hacia aquellos aspectos más
    polémicos de los mismos, revelando siempre la esencia del
    fenómeno objeto de estudio, sus regularidades, casos
    límites, sus nexos con otros hechos y
    fenómenos, además de discutir aquellos elementos
    del método que constituyen premisas para la
    solución de problemas de ese tipo, lo cual
    permitirá ir generalizando el método de
    solución.
    Culminada esta clase práctica han de orientarse,
    nuevamente, ejercicios correspondientes a la etapa de
    ejercitación que posibiliten el entrenamiento de
    los estudiantes. En la siguiente clase práctica se
    plantearán problemas aún más profundos, de
    acuerdo con el nivel previsto en el objetivo de la unidad,
    debiendo tener los mismos matices que los de la clase anterior,
    en lo que al carácter problémico se refiere.
    Al finalizar la unidad se propone realizar un seminario que
    permita la integración de todos los contenidos abordados,
    a través de la discusión de problemas propios. Este
    seminario permitirá al profesor controlar la forma en que
    la habilidad de aplicación ha sido asimilada por los
    estudiantes. Con los estudiantes que no hayan alcanzado el nivel
    de asimilación previsto, el profesor puede elaborar un
    plan
    consistente en la imposición y discusión de una
    tarea extraclase, para la que deberá seleccionar
    adecuadamente los ejercicios, teniendo en cuenta su
    carácter sistémico y las dificultades
    presentadas.

    4.
    Conclusiones.

    El proceso de sistematización de una habilidad,
    en general, no termina en una unidad didáctica, sino que
    al ser retomada en una posterior, en la cual el objeto de estudio
    se ha enriquecido aún más, hasta sufrir un cambio
    cualitativo; se repite un proceso similar, a partir del nivel de
    sistematización precedente, transitando por estadios de
    complicación paulatina del objeto en un proceso de
    asimilación que lleve al estudiante a un nuevo y
    más elevado nivel de sistematización. Para
    facilitar este proceso recomendamos:
    · Reducir el tiempo
    dedicado a la exposición de contenidos teóricos e
    incrementar el tiempo dedicado a la ejercitación y
    actividades prácticas como seminarios y talleres,
    fundamentalmente en aquellas unidades que por la complejidad de
    la habilidad a lograr así lo
    requieran.
    ·
    Modificar los actuales métodos de
    impartición de clases, con los cuales sólo se
    enseñan procedimientos racionales para la
    resolución de problemas.
    · Llevar al estudiante la forma de
    pasar, mediante un proceso de abstracción, de un problema
    de la vida, a un modelo teórico que permita su
    resolución en el marco de la disciplina. Ésta puede
    ser la vía fundamental de vinculación de las
    disciplinas básicas con las
    profesionales.
    · Transformar la concepción
    actual de algunas formas de docencia que, lejos de incentivar la
    participación activa de los estudiantes, la
    mutilan.

    De este modo, con la integración de unidades de
    una asignatura y disciplina, se va logrando la formación
    de habilidades con un alto nivel de sistematización, que
    lleguen, en el caso de la enseñanza profesional, a
    conformar los modos de actuación del egresado.

    5. Referencias
    bibliográficas.

    1. Álvarez, C., La Escuela para la Vida, Monografía
    del Centro de Estudios de Educación Superior
    "Manuel F. Gran", Universidad de
    Oriente, 1992.
    2. Mestre, U., Modelo de organización de la disciplina
    Física General para el desarrollo de habilidades
    profesionales en los estudiantes de Ciencias
    Técnicas. Tesis en
    opción al grado científico de Doctor en Ciencias
    Pedagógicas, Universidad de Oriente, 1996.
    3. Álvarez, C., Epistemología. Monografía del Centro
    de Estudios de Educación Superior "Manuel F. Gran",
    Universidad de Oriente, 1990.
    4. Fuentes H.,
    Pérez L, Mestre U., Organización del Proceso
    Docente Educativo en la Disciplina Física General a
    través del sistema de Unidades de Estudio,
    Monografía de la Universidad de Oriente, 1991.
    5. Fuentes, H, Pérez L, Mestre U., Modelo de
    organización del Proceso Docente – Educativo de
    disciplinas básicas a través del sistema de
    unidades de estudio y el empleo de
    métodos problémico – diferenciados, VIII
    Fórum de Ciencias Técnicas, 1993.
    6. Mestre, U., (Idem)

    Resumen.
    La necesidad de hacer del estudiante un ente activo, de
    desplazarlo de la posición de objeto del proceso docente –
    educativo a sujeto del mismo, es tratada en este trabajo. Se
    presentan puntos de vista acerca de la manera en que este fin
    puede ser alcanzado, en un proceso participativo y auto –
    regulado por el propio alumno. Se ofrecen recomendaciones para
    estructurar unidades didácticas que contribuyan de manera
    más efectiva a este objetivo.

     

     

     

    Autor:

    Ulises Mestre Gómez

    Doctor en Ciencias Pedagógicas. Licenciado en
    Educación en la especialidad de Física. Más
    de 15 años como profesor universitario. Coordinador del
    Programa de
    Maestría en Ciencias de la Educación Superior
    de la Universidad de Oriente en el Centro Universitario de Las
    Tunas. Miembro de su Tribunal y Comité Académico.
    Asesor de la Vice-rectoría docente y Director de la
    Cátedra de Estudios de Didáctica del Centro
    Universitario de Las Tunas.

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