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La renovación de la ciencia contemporanea




Enviado por chartemy



     

    Indice
    1.
    Introducción

    2. La ciencia
    clásica

    3. La nueva ciencia
    4. La verdad dentro de la nueva
    ciencia

    5. Complejidad e interacción del
    conocimiento

    6. Bibliografía

    1.
    Introducción

    En el siglo VI antes de nuestra era, se formula la
    doctrina filosófica que habría de marcar toda la
    historia de
    occidentes: La doctrina del Ser. Esta doctrina que nace con
    Parménides y su Escuela de Elea,
    concibe el universo como
    una gran sustancia que existe desde siempre y acabado; por esta
    razón el
    conocimiento se reduce a la contemplación
    desinteresada, donde el saber se traduce en la capacidad de ver a
    través de las ideas. Es un conocer humano en el orden
    visual de las cosas que se consolida en el ejercicio especulativo
    (de especulum: espejo, reflejo) y de esta manera se creyó
    hasta el siglo XIX que el conocimiento
    humano no era más que un reflejo de la naturaleza, de la
    realidad.
    El sujeto cognoscente se redujo a agente pasivo,
    olvidándose que el hombre
    influye sobre la realidad material y entra en conocimiento de las
    distintas partes que la componen a partir de una dimensión
    más elevada como lo es la actividad práctica
    (el trabajo) y
    la interacción (la
    comunicación). Así mismo, esta doctrina postula
    un universo uniforme
    e indivisible, acabado desde siempre, eterno y absoluto por
    cuanto se encuentra al margen del tiempo.
    Para Parménides el devenir es resultado de una apariencia
    sensible, es engaño psicológico como pura impureza
    de lo cotidiano, siendo necesario adentrarse en una visión
    inteligible para poder apreciar
    el mundo verdadero y lo efectivamente real. Para él es
    imposible pensar lo impensable, puesto que el ser es y en cuanto
    es no es posible que no sea. Esto permite afirmar que el universo
    es algo no cambiante, que el hombre es un
    ser ya acabado y que todo lo existente es sustancialidad eterna.
    Por su parte, el tiempo y el espacio serán ilusiones
    fluyentes y la lógica
    de lo humano será concebida como aprehensión de la
    estructura del
    ser a través de una univocidad excluyente y el
    delineamiento predeterminado de la historia.

    2. La ciencia
    clásica

    La formulación de teorías
    científicas basadas en la experimentación y
    expresadas en lenguaje
    matemático se le debe a Galileo (padre de la ciencia
    moderna), cuyo desarrollo
    estuvo precedido por la evolución del pensamiento
    filosófico que estableció una escisión
    radical entre espíritu y materia. Esta
    formulación aparece en cabeza de René Descartes en
    el siglo XVII. Para este filósofo la naturaleza se compone
    de dos reinos independientes: la mente (res cogitans) y la
    materia (res extensa). Esta concepción permitió
    tratar a la naturaleza como un mundo de objetos muertos que,
    ensamblados todos ellos formaban una enorme máquina regida
    por las leyes de Dios,
    las que obviamente eran atemporales.
    La concepción cartesiana del universo como una inmensa
    máquina dentada, a semejanza de un gigantesco mecanismo de
    reloj, le lleva a una interpretación
    mecánico-unitaria del mundo como de los seres vivos, estos
    no son más que autómatas ("animales
    máquinas") que son susceptibles de fabricar
    por su condición de sustancias extensas. Por su parte,
    para salvar al hombre de esta condición degradante es que
    formula su dualismo sustancial, asignándole no sólo
    un cuerpo extenso sino también una sustancia espiritual
    pensante inextensa.
    La filosofía de Descartes fue especialmente importante en
    el desarrollo de la física clásica
    y además condicionó el modo de pensar occidental a
    partir de su conocida máxima "Cogito ergo sum" (pienso
    luego existo), frase que exaltaba el desarrollo cognoscitivo por
    encima de cualquier otra posibilidad de conocimiento, que desde
    entonces plantea una división entre los individuos como
    egos aislados, y de igual forma al interior de cada uno de ellos.
    Cada individuo se toma en consideración de acuerdo a sus
    inclinaciones económicas, políticas,
    religiosas y sociales cuya polarización sólo ha
    generado conflicto y
    violencia:
    frustración social, contaminación y exterminio del medio
    ambiente.
    Se nos ha hecho creer que el mundo y la naturaleza en sí
    mismos se encuentran fragmentados, que existen para ser
    sobreutilizados y explotados cuya finalidad última del
    hombre es su dominación y sometimiento. Esta visión
    mecanicista es la que va a mantener Newton, sobre
    ella construye su mecánica universal, pilar del determinismo
    científico y por tanto de la física clásica,
    que se desarrolla paralelamente al auge de la manufactura y
    la industrialización.
    Paradójicamente, esta concepción permitió el
    avance de la ciencia occidental, la misma que a partir del siglo
    XX se reencuentra con la unidad y la totalidad de los
    fenómenos naturales, iniciando su proceso de
    superación de la polarización de las formas del
    pensar en el marco de la interdisciplinariedad como consecuencia
    del reconocimiento de la complejidad de la realidad
    circundante.

    3. La nueva
    ciencia

    Con el surgimiento de la Teoría
    de la Relatividad y, particularmente con el de la Física
    Cuántica, los dos pilares de la física
    contemporánea, se cuestionan las condiciones de
    posibilidad de la física clásica o newtoniana al
    margen de toda posible refundación.
    Hoy nos encontramos frente a fenómenos asombrosos como el
    cambio
    permanente, la evolución, la expansión del
    universo, la explosión de estrellas, el nacimiento y
    muerte de
    galaxias como la transformación de partículas
    elementales, todo ello lejos de un orden cósmico inmutable
    e idealizado.
    Esto entra a reafirmarse con los descubrimientos físicos
    de comienzos de siglo, donde se da la formulación del
    principio de indeterminación o incertidumbre de
    Heisenberg, que postula la imposibilidad de saber
    simultáneamente dónde se halla una partícula
    y a que velocidad se
    mueve, lo que manifiesta el carácter
    discontinuo de la naturaleza a escala
    atómica. Este principio deja abierta la puerta de la
    espontaneidad y el azar en el contexto de lo científico
    por cuanto que en el mundo de lo cotidiano nunca pudo estar bajo
    llave; pues la naturaleza sensible y cambiante del hombre siempre
    puso de manifiesto la creatividad
    artística y cultural de la sociedad como
    simple desobediencia a la rigidez de la razón.
    Por esto mismo surge el cálculo de
    probabilidades y, el azar cobra un importante puesto dentro de la
    ciencia como constelación que da margen al nacimiento del
    universo, la diversidad y particularidad del mundo. Este
    principio junto con el principio de complementariedad de Bohr,
    como extensión de aquel, recoge las distintas expresiones
    de la vida, las integra, porque la naturaleza puede dar distintas
    versiones de un mismo fenómeno según la forma como
    se plantee la cuestión, o mejor, según las
    condiciones específicas en que se estudia un
    fenómeno. "Ahora somos incapaces -en mecánica
    cuántica- de predecir lo que sucederá en
    física en una circunstancia física dada, que ha
    sido dispuesta lo más cuidadosamente posible" (Feynman,
    R.). Esto por cuanto hoy, el universo se nos revela como regido
    por una gran ley de
    complementariedad pues, éste es tan continuo como
    discontinuo en su forma fundamental de existencia que no es otra
    que el movimiento.
    La física cuántica ha dejado sin piso las antiguas
    pretensiones del determinismo científico ante la
    imposibilidad de especificar completa y exactamente todas las
    condiciones iniciales del experimento. Esto es sencillamente
    ideal y atestigua el carácter relativo del
    conocimiento.
    Por su parte, el determinismo en general (religioso,
    metafísico y científico) no debe confundirse con el
    principio de causalidad, "tenemos que precavernos contra el error
    que cometen tantos filósofos, que creen que es válido
    argumentar a favor del determinismo señalando que cada
    suceso tiene una causa" (Popper, K.). Existe relación
    entre determinismo y causalidad en tanto que formulación
    de consecuencias necesarias. Todo efecto tiene una causa y toda
    causa produce un efecto; lo cual es válido solamente para
    un sistema muy bien
    delimitado, de tal modo que la pregunta por el porqué de
    las cosas es independiente del principio de causalidad, porque se
    trata de un interrogante fúndante de la filosofía y
    de la ciencia en general, que busca asignar una razón a
    todo y una explicación del mundo. La ley de causalidad
    universal no es más que una ley de sucesión de
    acontecimientos que no implica obligación de ninguna
    índole (Russell, B.).

    4. La verdad dentro de la
    nueva ciencia

    Ya nunca más deberemos tener la pretensión
    de predecir con exactitud qué ocurrirá en el
    desarrollo de la sociedad mundial; basta recordar los
    fenómenos de la unificación de Alemania, de
    la caída del socialismo
    realmente existente, de la
    globalización de la economía y todas sus
    implicaciones. Ahora es claro que a partir del conocimiento de la
    sociedad actual no podemos necesariamente inferir el futuro de la
    misma, en otras palabras, "el mañana ya no está
    contenido en el hoy" (Prigogine, I; Stengers, I.).
    Podemos sí programar, planificar y ordenar nuestros pasos
    hacia una sociedad más humana y justa, como
    asignación de un sentido a nuestra historia, sentido del
    cual es responsable el genero humano. Es
    precisamente esa ausencia de una racionalidad distinta a la
    tradicional la que nos ha llevado a perdernos en la guerra, la
    violencia y en la persistente polarización de las fuerzas
    y del pensamiento; echo que pone en evidencia la necesidad de
    nuevas estrategias y
    mecanismos regionales, nacionales e internacionales de un
    profundo sostén de consenso, participativo y de
    perspectiva de análisis complejo que neutralice la
    barbarie social.
    Esto no será posible, entre otras cosas, sin repensar un
    nuevo orden económico internacional, sin proyectar un
    desarrollo alternativo, sin una orientación política no
    tradicional, sin una propuesta de integración e intercambio común
    entre las Américas y los demás continentes basada
    en la equidad (en su connotación precisa, no cepalina) y,
    el respeto de las
    diferencias de los pueblos en un proceso mancomunado y amplio de
    transferencia y generación de ciencia y
    tecnología. Para alcanzar lo que queremos hacer,
    tenemos que hacer lo que queremos alcanzar. Se trata de una
    espiral dinámica.
    En el siglo pasado se pensó (y aún bien entrado el
    siglo XX) que el sólo desarrollo de las fuerzas
    productivas nos llevarían a la construcción de una sociedad más
    justa. Hoy sabemos que esto no es así por la experiencia
    misma de los países más desarrollados; si no que a
    las fuerzas de producción hay que sumarles las relaciones
    de producción o, para decirlo en términos
    habermasianos, el trabajo y la interacción son un todo
    integral que se orienta por un interés
    emancipativo. Es precisamente este interés el que le da
    sentido, como una "flecha del tiempo", a la lucha permanente por
    la vida en todas sus dimensiones en razón de que el tiempo
    no es reversible, sino que éste mismo es una pluralidad de
    tiempos. Por esto mismo surge la necesidad de una crítica
    de la razón en tanto que caracterizada como una gran
    totalidad, desconociéndose que éste, como el
    universo actual, se encuentra abierta a todas las posibilidades.
    No en vano señala Prigogine-Stengers que, "tanto en el
    ámbito microscópico como en el ámbito
    macroscópico, las ciencias de la
    naturaleza se han liberado de una concepción estrecha de
    la realidad objetiva, que cree deben negar en sus principios la
    novedad y la diversidad en nombre de una ley universal inmutable.
    Se han liberado de una fascinación que nos representaba la
    racionalidad como cerrada, el conocimiento como en vías de
    terminación. Están desde ahora, abiertas a lo
    imprevisto, del cual ya no hacen el signo de un conocimiento
    imperfecto, de un control
    insuficiente. Desde ahora se han abierto al diálogo
    con una naturaleza que no puede ser dominada con una mirada
    teórica, sino solamente explorada, con un mundo abierto al
    cual pertenecemos, en la construcción del cual
    participamos".
    Pero junto a las ciencias
    naturales, también se han liberado las ciencias
    sociales, ya que con el desarrollo de la lógica, junto
    con la problematización lógica de las matemáticas se hace menester enjuiciar la
    lógica aristotélica y el absoluto del saber en
    general, que se ha infiltrado en la racionalidad humana hasta
    convertirse en supuesta condición natural del hombre de
    continua e inviolable permanencia, haciendo de la razón
    clásica el único criterio válido de
    formulación.
    El principio de identidad
    junto con los principios de no contradicción y tercero
    excluido, son fundamento de la lógica aristotélica
    que hoy ha perdido su vigencia determinista de la que gozaba (sin
    desconocer su importancia histórica y actual), pues en el
    ámbito microfísico existen elementos que tienen
    propiedades que se verifican en tipos de experiencias
    diametralmente opuestos; y hasta el surgimiento de la
    física cuántica no se explica este fenómeno
    de corpúsculos y ondas que de
    entrada son excluyentes. Este hecho debilita la categoría
    de unidad y la hace relativa a una interacción puesto que
    la nueva ciencia de la física no trabaja con
    individualidades sino con conjuntos o
    conglomerados.
    En esta escala atómica se presenta un fenómeno de
    complementariedad y por eso mismo es necesario fusionar (al igual
    que espacio y tiempo) corpúsculos y ondas en el concepto
    corpúsculo-onda, porque sólo esta
    integración seguirá teniendo independencia
    real. Esto es así en tanto que el mundo atómico no
    responde a un orden de representación visual ni a una
    simple manipulación mental, es simplemente una propiedad
    objetiva de ciertos fenómenos y objetos físicos;
    mal haríamos al tratar de acomodarlos a un orden de
    continuidad y fijación que no les pertenece y que
    está lejos de ser una fiel representación mental de
    su naturaleza.
    Naturaleza que corrobora la instancia discontinua, no lineal y de
    saltos, que da validez racional al rompimiento
    epistemológico con las concepciones de lo idéntico
    y sustancial en la dimensión de lo real y cotidiano. Este
    mundo de cosas nuevas no es privativo de una escala
    atómica sino también de una escala
    macroscópica porque la necesidad de lógicas
    polivalentes responde a factores y circunstancias
    prácticas de la vida, ya que la simple cotidianidad no es
    comprensible de manera adecuada a partir de la dicotomía
    predicativa de verdadero y falso, como mero encasillamiento
    particular y social del sujeto.
    Ahora, el problema no se resuelve con la abolición (en
    sentido lato) de la racionalidad o lógica clásica,
    sino con la validez de la coexistencia de sistemas
    lógicos divergentes (lógicas regionales,
    culturales) junto a la lógica tradicional bivalente. Esto
    conduce directamente al problema de la verdad, que con la
    aparición de las geometrías no euclídeas y
    el desarrollo de las lógicas plurivalentes se excluye toda
    pretensión de verdad única y determinante; esto es
    reforzado por los diversos sistemas de la ciencia, de tal manera
    que la matemática
    como la ciencia por excelencia, en razón de su
    universalidad y necesidad, no cuenta por ningún motivo,
    con una verdad absoluta. La verdad matemática es tan
    relativa e histórica como lo es cualquier rama del saber,
    ya sea social o natural. La verdad matemática y
    geométrica se determina en razón de su coherencia
    lógica al interior del sistema mismo y, su
    utilización empírica es cuestión de
    elección por comodidad.

    5. Complejidad e
    interacción del conocimiento

    La nueva carta magna
    empieza por reconocer por primera vez y de manera
    explícita la unidad dentro de la multiplicidad, la
    descentralización y la autonomía de
    las entidades territoriales, la diversidad étnica,
    cultural y ambiental como reconocimiento del pluralismo en
    general, del reconocimiento del país como nación
    democrática y participativa, todo ello por construir;
    empatando con una percepción
    compleja necesaria para la comprensión del mundo actual.
    Se nos ha inducido erróneamente a pensar que las personas
    son buenas o malas, pacíficas o violentas, normales o
    patológicas, descartándose todo punto intermedio ya
    que simplemente se esta a favor o en contra de algo o de alguien,
    de esta manera hemos caído en el más profundo hoyo
    de la intolerancia, de la polarización de todo orden, ya
    político, religioso, científico, social, cultural,
    étnico y de todas las demás dimensiones posibles de
    la vida.
    Sin embargo, la ciencia de hoy no excluye ningún
    conocimiento, por el contrario, la biología molecular,
    la microelectrónica, la biofísica, la
    mecatrónica y tantas otras ciencias de reciente constitución dejan claro que se ha pasado
    de la sobreespecialización a la integración del
    conocimiento. Algo bien importante es que la ciencia
    contemporánea antes que rechazar avala y reconoce el
    conocimiento popular porque destierra la visión cerrada de
    cientificidad trascendiendo los métodos
    puramente empírico-positivos; permitiendo el
    diálogo de saberes y su interacción como distintas
    formas válidas de abordar un mismo problema y una misma
    realidad.
    La ciencia de hoy ha reconceptualizado los conceptos de espacio,
    tiempo, materia, energía, causalidad, legalidad,
    determinismo, mecanicismo, racionalidad, y a la vez ha
    incorporado a su interior conceptos que siempre fueron
    considerados acientíficos o metafísicos, tales como
    los de vida, destino, libertad,
    espontaneidad, irreversibilidad, complementariedad e
    indeterminación.
    Hoy sabemos que el universo no es lineal, que el azar y la
    necesidad no se oponen sino que se complementan permitiendo
    explicar sistemas muy alejados del equilibrio.
    También ha quedado claro que la razón no es
    hegemónica sino que es abierta y nos depara grandes
    sorpresas porque nos introduce en un mundo de riqueza cultural,
    de realidad cambiante y aleatoria que corresponde a
    especialidades regionales y locales; donde la creatividad del
    sujeto social se abre de lleno en proceso de intercambio e
    interacción. "La ciencia se afirma hoy como ciencia
    humana, ciencia hecha por hombres para hombres. En el seno de una
    población rica y diversa de
    prácticas cognoscitivas, nuestra ciencia ocupa la
    posición singular de escucha poética de la
    naturaleza -en el sentido etimológico en el cual el poeta
    es un fabricante-, exploración activa, manipuladora y
    calculadora pero ya capaz de respetar a la naturaleza que hace
    hablar" (Prigogine, I; Stengers, I).
    En consideración de lo expuesto el universo esta abierto a
    todas las posibilidades ya que lejos de ser una simple
    máquina, es un organismo complejo, donde el todo es igual
    a la parte y su inverso por cuanto las sustancias materiales o
    los "ladrillos básicos" que lo componen son tan solo
    objetos estáticos cuando en realidad el universo es una
    interminable interrelación de telarañas
    dinámicas.
    No en vano Thomas Kuhn habló de comunidades
    científicas perdiendo así validez la investigación de los científicos
    solitarios, en otras palabras, finalmente se ha reconocido de
    manera abierta que el conocimiento es una actividad social; esa
    es la verdadera significación de la comunidad del
    mundo en el marco del saber y de la ciencia.
    Si la naturaleza y la sociedad son complejas, requerimos de un
    paradigma
    complejo del pensar que nos permita asimilar el orden-desorden de
    la evolución biológica y cósmica; por lo
    cual es prioritario apoyar y fomentar la creación de
    grupos y
    centros de investigación que asuman la inter, intra y
    transdisciplinariedad. Nuestra percepción del mundo debe
    ser distinta, acercarse más a la mirada de Dios conforme
    lo planteaba Leibniz, en tanto que visión múltiple
    de un mismo objeto de manera simultánea.
    Con una percepción de este tipo hablar de verdades
    absolutas carece de sentido y, por consiguiente el dogmatismo
    científico queda desterrado; de igual forma la perspectiva
    lineal, homogénea e insensible no tiene cabida. La ciencia
    ha de ser el resultado de grupos interdisciplinarios de
    investigación, sustentados sobre una verdad relativa
    enmarcada dentro del espacio y el tiempo; de connotación
    particular, contextualizada o regionalizada. Como consecuencia
    directa, estructurada en la tolerancia, el
    respeto, la espontaneidad y la dinámica. La ciencia
    entendida como cotidianidad, como diario vivir, como alimento
    diario de niños,
    jóvenes y adultos en todos los espacios públicos,
    hacia la formación política o ciudadana de hombres
    de bien y solidarios, creativos y optimistas, éticos,
    soñadores y forzadores de utopías.
    La teleología de la ciencia, la tecnología, la educación y la
    cultura, como
    un todo, es la de propender por un mejor estilo de vida, una
    naturaleza transformada ecológicamente. Se trata de la
    superación de la división de espíritu y
    materia y por tanto del restablecimiento de la Unidad del
    Universo.

    6.
    Bibliografía

    Bunge, Mario; Controversias en Física. Editorial
    Técnos, Madrid, 1983
    Einstein, Albert; Sobre la teoría de la Relatividad.
    Editorial Sarpe, Madrid, 1983
    Feynman, Richard; Feynman. Vol. I, II, edición
    bilingüe, Fondo Educativo Interamericano, Panamá,
    1972
    Haack, Susan; Filosofía de las Lógicas. Ediciones
    Cátedra, Madrid, 1982
    Hawking, Stephen: Historia del Tiempo.
    Morin, Edgar; Introducción al Pensamiento Complejo.
    Editorial Gedisa, Barcelona, 1996
    Russell, Bertrand; Fundamentos de la Filosofía, Editorial
    Plaza & Janés, Barcelona, 1996
    Prigogine, I; Stengers, I; La Nueva Alianza: Metamorfosis de la
    Ciencia, Alianza Editorial, Madrid, 1983
    Popper, Karl; El Universo Abierto: Un Argumento en favor del
    Indeterminismo. Editorial Técnos, Madrid, 1984
    Kapra, Fritjof; El Tao de la Física, Editorial Sirio,
    Málaga, 1995

     

     

     

     

     

     

    Autor:

    Ariel Charry Morales

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