Indice
1.
Introducción
2. Las representaciones colectivas de
Emile Durkheim
3. La psicología ingenua de
Heider
4. Hacia la génesis de las
representaciones sociales
5. El concepto de representaciones
sociales
6. La construcción de
una representación social
7. Campos de
investigación de las representaciones
sociales
8. Bibliografía
Básica
En una obra aparecida en 1872 y consagrada a los modos
de expresión de las emociones, el
biólogo Charles Darwin se
dedicó a la observación de los fenómenos ligados
al encuentro entre dos animales. Darwin
registra cuidadosamente las modificaciones fisiológicas
que constata proporcionando un completo informe de la
"conversación de gestos" que se desarrolla ante sus ojos.
Señala que estas "actitudes"
implican la colocación de todo el cuerpo, la postura, la
orientación reciproca de ambos protagonistas. No resulta
sorprendente que diversas escuelas psicosociológicas hayan
podido sacar provecho de esta obra de Darwin, aún cuando
las relaciones
humanas constituyen fenómenos mucho más
complejos.
La particular complejidad de los contactos entre las personas
proviene del papel que en
ellos desempeña el lenguaje.
"Gesto" perfeccionado, exclusivo de la especie humana, portador
de emociones pero también de ideas e imágenes.
Al tener el mismo significado para quien habla y para quien
escucha, el lenguaje
permite tanto "representar" un objeto ausente o invisible, como
evocar el pasado o futuro; esto es lo que muy bien resume E.
Goffman cuando registra "numerosos hechos cruciales se
sitúan más allá del tiempo y el lugar
de la interacción o son disimulados en su interior".
En la mayoría de las sociedades
humanas, las personas pasan una gran parte de su tiempo hablando
y quien desee estudiar las representaciones sociales
deberá interesarse por el contenido de estas
conversaciones que, por otra parte, presentan muy variadas
formas.
A finales de siglo G. Tarde había comprendido la
importancia de las comunicaciones
en la reproducción y transformación de las
sociedades humanas, propuso que la psicología
social se hiciese cargo del estudio comparativo de las
conversaciones.
Desde la proposición de Tarde las cosas han evolucionado,
y uno de los cambios más espectaculares es sin duda el
papel cada vez más determinante de los medios de
comunicación de masas en donde las conversaciones
particulares nunca han girado tanto alrededor de acontecimientos
de alcance nacional e internacional. Todo esto llevo a Sergei
Moscovici a caracterizar a nuestro tiempo como la época
por excelencia de las representaciones sociales.
Numerosas representaciones son sociales porque son transmitidas
por los medios de
comunicación, de ahí el interés
que tiene el análisis del contenido de estos medios de
comunicación para el estudio de las
representaciones sociales. Esquemáticamente nos
encontramos ante representaciones sociales cuando las personas
debaten temas de mutuo interés.
Resulta evidente que las conversaciones trascienden la esfera de
las simples opiniones, imágenes y actitudes. Se trata de
"sistemas
cognitivos que poseen una lógica
y un lenguaje particulares, de "teorías", de "ciencias" sui
generis, destinadas a descubrir la realidad y ordenarlas"
(Moscovici, 1969). Su función
proviene de que son compartidas a nivel de una misma comunidad por lo
que se refiere a las "Representaciones Colectivas", a cuyo
estudio se dedicó Durkheim.
Setenta años después de Durkheim, el concepto de
representación colectiva se convierte en el punto de
partida de la investigación sobre las representaciones
sociales con la obra de Sergei Moscovici La psychanalyse, son
image et son public (1961). Su propósito era mostrar
cómo una nueva teoría
es difundida en una cultura
determinada, cómo cambia a su vez la visión que la
gente tiene de sí misma y del mundo en que vive.
Hasta ahora Moscovici tenía una incidencia en la Psicología Social
más bien escasa, y salvo para un número reducido de
autores franceses, entre los que destacan Herzlich (1969),
Flament (1967), Abric (1971) y Codol (1974), el impacto de la
noción es más bien restringido. (Elejabarrieta,
1991)
De hecho, no es hasta los años 80 que se comienzan a
generalizar los estudios sobre representaciones sociales y a
establecer un dominio
generalizado de utilización y de desarrollo de
la noción que dan lugar a un espacio propio para una
teoría de las representaciones sociales.
2. Las representaciones
colectivas de Emile Durkheim
Originalmente es Emile Durkheim (1898) quien se refiere
al concepto de "representaciones colectivas", que para él
son como los conceptos, categorías abstractas que son
producidas colectivamente y que forman el bagaje cultural de una
sociedad. A
partir de ellas se construyen las representaciones individuales y
que no son otra cosa que la forma o expresión
individualizada y adaptada de estas representaciones colectivas a
las características de cada individuo. Pero la
noción de Durkheim, guarda importantes diferencias
conceptuales a las representaciones sociales (Moscovici,
1989)
La primera diferencia es que, según Durkheim, las
representaciones colectivas, son concebidas como formas de
conciencia que la
sociedad impone a los individuos. Las representaciones sociales,
por el contrario, son generadas por los sujetos sociales. Esta
diferencia es fundamental, puesto que como ha subrayado
acertadamente Ibáñez (1988), nada más
erróneo que confundir lo colectivo con lo social. Lo
colectivo hace referencia a lo que es compartido por una serie de
individuos, sea social o no. Lo social hace referencia al
carácter significativo y funcional de que
disponen ciertos elementos.
La segunda diferencia es que el concepto de representación
Durkheim implica una reproducción de la idea social.
Mientras que en la teoría de las representaciones
sociales, es concebida como una producción y una elaboración de
carácter social sin que sea impuesta externamente a las
conciencias individuales como proponía Durkheim.
Son estas razones las que diferencian ambas nociones, aunque la
similitud terminológica haya ocasionado que se piense que
una es correlato histórico de la otra.
Ciertos investigadores han señalado que Moscovici
solamente cambió el nombre de representaciones colectivas
a sociales, a lo que dicho autor ha respondido explicando que "el
término colectivo ha tomado recientemente un significado
bastante especifico: el de una fuerza
gregaria que se impone al individuo" (Banchs,
María, "Representaciones Sociales. Pertinencia de
su estudio y posibilidades de aplicación". Boletín
de Avepso, volumen XIV,
1991.), lo que significa que dicho término tiene un
poder
coercitivo sobre los miembros de una sociedad, al punto de tener
un carácter supraindividual, y las designa sociales,
puesto que considera que no se debe subestimar la
autonomía del presente y la contribución que hace
cada miembro de una sociedad, señala además, que la
persona
construye en su interacción social la realidad en la cual
vive.
3. La psicología
ingenua de Heider
La psicología ingenua por la que aboga Heider,
tiene su importancia por ser dentro de la psicología
social una de las primeras defensas rigurosas de estudio de un
pensamiento
individual que no se contempla como pensamiento ignorante.
Heider es el primer psicólogo social que encuentra en el
pensamiento y en el
conocimiento cotidiano no un pensamiento de segunda clase,
sino un pensamiento y un conocimiento
importante y fundamental en la determinación del comportamiento. En este sentido Heider, retorna al
sujeto un status de conocedor que la psicología elitista
le había privado hasta casi mediados de nuestro siglo.
Cuando en 1900, Binet denominaba "corderos de ideas" a las
personas influenciables, estaba designando así la
existencia de un pensamiento borreguil, especie de pensamiento
que en algunas concepciones de la ideología aún tienen gran valor. Y
corresponde a Heider (1958) haber proporcionado, aunque
quizás preconcebido, los argumentos más
sólidos en contra de este prejuicio sobre el
carácter inferior del pensamiento lego e ignorante. Su
concepción de la "psicología ingenua", como
elemento explicativo básico de la conducta social y
de las relaciones
interpersonales, situaba a la psicología social en el
estudio del sentido común de las personas, sin
atribuciones discriminativas previas sobre los errores, sesgos o
incluso sobre la inferioridad endógena del sentido
común.
Sin embargo, la psicología ingenua de Heider, como todas
las psicologías inspiradas por la idea de la
motivación hacia la consistencia, es una
psicología intraindividual que pretende dar cuenta del
comportamiento social. Y si Heider transforma el sugestionable
lego ignorante de Binet en un pensante individual, Moscovici, al
proponer la noción de representación social,
intenta expresar una forma específica de pensamiento
social que tiene su origen en la vida cotidiana de las
personas.
La construcción social de la realidad
En 1966, Berger y Luckman, dos sociólogos del
conocimiento, publican una obra que desde su inicio propone una
tesis breve
pero de gran alcance: " la realidad se construye socialmente y la
sociología del conocimiento debe analizar
los procesos para
los cuales esto se produce" (Berger & Luckman, 1966).
Para estos investigadores la relatividad contextual del
conocimiento es una característica fundamental de la
generación social de la realidad y por ello los procesos
fundamentales que analizan en su construcción hacen
referencia a las formas en que el conocimiento se objetiva,
institucionaliza y legitima socialmente de manera que permite la
dialéctica individuo/sociedad.
Es evidente que inicialmente Moscovici (1961) no podía
conocer el trabajo de
Berger y Luckman, pero sí es cierto que entre la primera
edición de su obra inicial sobre representaciones sociales
en 1961 y la segunda edición en 1976 de la misma obra, hay
notables diferencias. De hecho, la edición de 1976 no solo
está impregnada de las ideas de esos autores, sino que
aparecen referenciados en varias ocasiones.
Así, en el prólogo a la segunda edición,
Moscovici establece como objetivo de su
trabajo: "redefinir los problemas y
los conceptos de la psicología social a partir de este
fenómeno, insistiendo en su función
simbólica y su poder para construir lo real" (Moscovici,
1976/1979).
En cualquier caso, lo que el trabajo de Berger y Luckman aporta a
la generación de una teoría de las representaciones
sociales son tres elementos fundamentales:
- El carácter generativo y constructivo que
tiene el conocimiento en la vida cotidiana. Es decir, que
nuestro conocimiento, más que ser productor de algo
preexistente, es producido de forma inmanente en la
relación con los objetos sociales que
conocemos. - Que la naturaleza de
esa generación y construcción es social, esto es,
que pasa por la
comunicación y la interacción entre
individuos, grupos e
instituciones - La importancia del lenguaje y la comunicación
como mecanismos en los que se transmite y crea realidad, por
una parte, y como marco en que la realidad adquiere sentido,
por otra.
Esos tres elementos constituyen un sedimento fundamental
para la teoría de las representaciones sociales, puesto
que se trata de reivindicar un tipo de aproximación al
conocimiento de sentido común que considere seriamente su
carácter productor más reproductor, la naturaleza
social más que individual de esa producción y su
función significativa.
4. Hacia la génesis
de las representaciones sociales
Una "representación social se define como la
elaboración de un objeto social por una comunidad"
(Moscovici, 1963). Esta breve definición comprende tres
conceptos importantes que necesitamos definir:
elaboración, objeto social y comunidad, e implica una
importante cuestión relacionada con ella: ¿por
qué y cuándo se elabora una representación
social?.
Las representaciones sociales, en tanto que proceso
social, sólo pueden aparecer en grupos y sociedades en las
que el discurso
social incluye comunicación. Una comunicación que
implica tanto puntos de vista compartidos como divergentes sobre
diversas cuestiones. Este proceso no es concebible en grupos
étnicos tradicionales monodoxos en los que muchas veces
coinciden los principios
objetivos y
subjetivos de organización de la experiencia (Bourdieu,
1976, citado por Elejabarrieta, 1997).
Las novedades industrializadas modernas abren el espacio de las
creencias que pueden ser negociadas potencialmente. Estas
sociedades heterodoxas incluyen y aceptan la posibilidad de
experiencias antagónicas como base de la
conversación y de la formación de la opinión
pública. Es esta experiencia y conocimiento
contradictorio lo que permite el tipo de discurso colectivo que
crea, en las sociedades modernas, lo que llamamos conocimiento
ordinario y sentido común.
En el proceso de conversación y en los medios de
comunicación de masas, los objetos sociales son creados y
elaborados por los actores sociales, que pueden tomar parte en el
proceso de comunicación mediante cualquiera de los medios
que posean (Moscovici, 1981).
De cualquier modo, este proceso de elaboración del
conocimiento de sentido común raramente aparece si no es
por necesidades prácticas. La mayor parte de las veces es
una modificación en las condiciones de vida en el interior
de una sociedad lo que ocasiona reelaboraciones y cambios en las
concepciones de los objetos sociales. Un fenómeno
desconocido hasta el momento, y por lo tanto no familiar, si es
suficientemente relevante inicia un proceso de
comunicación colectiva supuestamente, para hacerlo
inteligible y manejable. En muchos casos, por lo menos al
principio, será un tema de conflicto
entre uno o varios grupos
sociales (Billig, 1987; Windish, 1990; citado por Wagner,
1997).
No son los atributos o fenómenos inherentes a un objeto
los que lo convierten en social, sino la relación que la
gente mantiene con ese objeto.
El discurso y la comunicación que crean las
representaciones sociales tiene lugar en los grupos reflexivos.
Un grupo
reflexivo es concebido como un grupo que es definido por sus
miembros, en el que los miembros conocen su afiliación y
tienen criterios disponibles para decidir que otras personas
también pertenecen al grupo. Formar parte del grupo quiere
decir que se dispone de una representación consciente de
las personas que pertenecen al grupo. Si un grupo es delimitado
por un observador externo mediante un criterio arbitrario que no
aparece en la conciencia de sus miembros, entonces hablamos de un
grupo nominal.
Los miembros de un grupo reflexivo elaboran colectivamente, en su
práctica diaria grupalmente relevante, las reglas,
justificaciones y razones de las creencias y conductas que son
pertinentes para el grupo (Bourdieu,1980; Boltansky y
Thévenot,1991, citado por Wagner,1997). Tendrán que
reelaborar sus reglas y elaborar nuevos conocimientos cuando se
encuentren en conflicto con otros grupos o cuando se enfrenten
con un nuevo fenómeno relevante que entre en conflicto con
el conocimiento establecido. Un resultado de estos procesos
comunicativo y discursivo son las representaciones sociales, que
caracterizan el estilo de pensamiento de los miembros del
grupo.
La conversación entre amigos y conocidos, al igual que los
medios de comunicación de masas, proporciona a las
personas elementos de conocimiento nuevos, imágenes y
metáforas que son "buenas para pensar", pero que no son
necesariamente verdaderas en el sentido estricto del
término (Billig,1993; Wagner, Lahnsteiner y
Elejabarrieta,1993).
De esta manera, el pensamiento individual se convierte en una
práctica social (Arendt,1987; en Moscovici, 1988). Es en
este
sentido que podemos hablar de pensamiento de grupo o pensamiento
social (Douglas, 1986; Jodelet, 1989; citado por Wagner,1997). Y
es por esto que la teoría de las representaciones sociales
"enfatiza (…) una forma de comunicación y pensamiento
cotidiano en el mundo actual…" (Moscovici, 1988, citado por
Wagner, 1997).
El pensamiento colectivo y la reflexividad de los grupos se
complementan mutuamente y son los pre-requisitos fundamentales
para lo que denominamos identidad
social. Por una parte, la identidad social implica el
conocimiento de los grupos a los que se pertenece, y por otra,
que es el grupo quien da origen a un background común de
conocimiento, sentido común y modelos de
justificación. Este background de conocimiento es
específico al grupo y conduce a los miembros a situarse
ellos mismos en un espacio discursivo común. Sin esta
comunicación sería virtualmente imposible nuestra
vida cotidiana (Moscovici, 1984; Jodelet, 1989; Breakwell, 1992;
citado por Wagner 1997).
La identidad social también permite a las personas dar
verosimilitud a sus creencias cuando disponen de alguna
evidencia. Las representaciones sociales necesitan corresponderse
con alguna realidad externa, en el sentido científico de
entidad objetiva. Su verdad y racionalidad resulta de la
relación entre el conocimiento representado y la evidencia
disponible, y no de la relación entre el conocimiento y el
mundo.
En la vida social, los grupos a los que se pertenece y las
identidades asociadas definen la reserva de evidencia a la que un
individuo puede referirse. La evidencia es el consenso social, es
decir, las creencias que son compartidas por los otros en un
grupo. De este modo, las "representaciones tienen una verdad
fiduciaria, que es generada por la confianza que depositamos
en
la información y en los juicios cuando los
compartimos con otras personas " (Moscovici, 1988).
Puede existir consenso con respecto a contenidos
explícitos de conocimiento, o bien puede existir un
acuerdo social sobre los sistemas admisibles de establecimiento
de algún otro tipo de evidencia, como las pruebas
físicas, consultar al oráculo, leer las estrellas o
los periódicos, o preguntar a algún sacerdote o a
un anciano.
Este consenso no se refiere a un consenso numérico, es
decir, no se espera que el 100% o el 95% de los miembros de un
grupo comparta una representación social. Se refiere a un
consenso funcional. El consenso funcional es necesario para
mantener el grupo como una unidad social reflexiva y para
mantener la vida del grupo en una dirección organizada, estandarizando la
identidad social y las interacciones de una mayoría
cualificada de los miembros del grupo. Si el sistema de
representaciones sociales en un grupo reflexivo se encuentra en
la base de la interacci6n coordinada de sus miembros con respecto
a objetos sociales, la holgazanería social de algún
compañero de viaje ignorante no interrumpirá la
práctica cotidiana del grupo. Por lo tanto, más que
un consenso numérico, se requiere un consenso funcional
suficientemente preparado para preservar el proceso colectivo de
mantenimiento
de una representación.
El discurso que elabora las representaciones sociales, al igual
que el conocimiento de sentido común, para que sea
efectivo necesita ser público. Esto quiere decir que el
proceso de comunicación debe extenderse potencialmente a
través de todos los miembros de un grupo,
comprometiéndolos en tanto que productores y receptores
del sistema de conocimiento. El mínimo requerimiento es
que los resultados de la elaboración colectiva de
conocimiento sean accesibles a todos los miembros del grupo. Si
no fuese público para todos los miembros de un grupo, el
saber elaborado colectivamente no podría cumplir
completamente su función de base para la
comunicación, no formaría el núcleo de la
identidad social y no convertiría el consenso en la
principal fuente de evidencia.
El carácter del pensamiento colectivo implica que las
representaciones sociales deban relacionarse con el metalenguaje
(por ejemplo, el conocimiento acerca del conocimiento
representado) acerca de su grupo de referencia. Esto posibilita
que las personas puedan tener una idea más o menos
concreta de con quién más (por ejemplo, de entre
los miembros del grupo) pueden esperar compartir partes
especificas de su conocimiento cotidiano y de sus
representaciones sociales. Sabiendo lo que piensan los endogrupos
y exogrupos relevantes, pensar no constituye ninguna sorpresa en
las sociedades modernas.
Los medios de comunicación de masas, las
discusiones y conversaciones con los familiares, los
compañeros de trabajo o en la calle hacen que los otros
grupos y sus ideologías sean transparentes. Esto es debido
a que la reflexividad de los grupos en la sociedad moderna
implica, en primer lugar, conocer lo que mi propio grupo conoce
y, en segundo lugar, tener una idea acerca de los sistemas de
conocimiento de los otros grupos.
Por supuesto, no todo el conocimiento social complejo y las
creencias que podemos denominar socialmente representadas
contendrán este tipo de metaconocimiento.
El metaconocimiento relacionado con un grupo suele ser más
prominente con un tipo especifico de representaciones sociales,
las cuales han sido denominadas por Moscovici (1988) como
representaciones polémicas. Estas representaciones
resultan de las situaciones conflictivas, situaciones en las que
los grupos compiten por recursos
económicos o políticos.
En esas condiciones, es muy importante para los miembros de un
grupo tener alguna idea acerca de quién pertenece al
propio grupo y quién no. Esto puede lograrse clasificando
a las personas sobre la base de sus ideologías o
representaciones relacionadas con la situación
especifica.
5. El concepto de
representaciones sociales
El concepto de representaciones sociales, según
Ibáñez (1988) citado por Banchs (1991),
señala que su complejidad es la articulación de
diversas características que difícilmente se pueden
integrar en una sola unidad, sin dejar flexibilidad en sus
interconexiones.
En este sentido dicho concepto relaciona varios aspectos que
acercan a la comprensión de la realidad de las otras
personas, como la experiencia personal, el
sistema cultural en el que se desenvuelven, la sociedad y el
grupo social con el que se relacionan.
Jodelet (1993); considera que la noción de
representación social involucra lo psicológico o
cognitivo y lo social, fundamentando que el conocimiento se
constituye a partir de las experiencias propias de cada persona y
de las informaciones y modelos de pensamiento que recibimos a
través de la sociedad.
Vistas desde este ángulo, las representaciones sociales
surgen como un proceso de elaboración mental e individual
en el que se toma en cuenta la historia de la persona, su
experiencia y construcciones personales propiamente cognitivas
(Banch 1991).
Al respecto, Alvarez (1995), señala que las
representaciones sociales articulan campos de significaciones
múltiples, y que son heterogéneas. Llevan las
trazas de los diferentes lugares de determinación, pueden
articular elementos que provienen de diferentes fuentes que
van desde la experiencia vivida hasta la ideología
reinante. Son una forma de conocimiento que tienen un
carácter colectivo e individual, esto coloca a las
representaciones en dos universos teóricos relacionados
con las determinaciones sociales y con la
conceptualización.
Es importante mencionar que la aprehensión de la realidad
se construye a partir de la propia experiencia de las personas
pero a la vez de la interacción que establece con otras,
por lo que puede decirse que el conocimiento que se adquiere en
este proceso es construido y compartido socialmente. En esta
afirmación encontramos que en la persona influye lo que la
sociedad le transmite a través del conocimiento elaborado
colectivamente y que esto incide en como se explica la realidad y
como actúa.
Jodelet, coincide con esta idea cuando define las
representaciones sociales como : "Una forma de conocimiento
socialmente elaborado y compartido, orientado hacia la
práctica y que concurre a la construcción de una
realidad común a un conjunto social" (1989). Lo social se
puede interpretar de varias maneras, por medio del contexto
concreto en
que se sitúan las personas, por la comunicación que
se establece entre ellas, y por los marcos de aprehensión
de valores,
culturas, códigos e ideologías relacionadas con el
contexto social en que se encuentran inmersas (Banchs 1991).
Vistas de esta forma, las representaciones sociales se relacionan
directa y exclusivamente con el sentido común de las
personas, debido a que parte de la propia realidad de los seres
humanos. Asimismo, son un producto
social y, por lo tanto, el conocimiento generado es compartido
colectivamente.
Yáñez, citado por Banch (1991), concuerda con esta
apreciación puesto que considera que aparte de las
realidades estrictamente personales, existen realidades sociales
que corresponden a formas de interpretación del mundo,
compartidas por todos los miembros de un grupo en un contexto
dado.
La realidad social es una realidad construida y en permanente
proceso de construcción y reconstrucción. En este
proceso, que podría decirse que es a la vez cultural,
cognitivo y afectivo, entra en juego la
cultura general de la sociedad pero también la cultura
especifica en la cual se insertan las personas, las que en el
momento de la construcción de las representaciones
sociales se combinan.
Esto nos indica que toda persona forma parte de una sociedad, con
una historia y un bagaje cultural, pero a la vez pertenece a una
parcela de la sociedad en donde comparte con otras
ideologías, normas, valores e
intereses comunes que de alguna manera los distingue como grupo
de otros sectores sociales. (Banchs 1991).
Desde otro punto de vista, las representaciones sociales se
gestan en la vida cotidiana y el conocimiento que se obtiene por
medio de éstas, se refiere a los temas de
conversación cotidianos de los seres humanos.
No representan simplemente opiniones "acerca de",
"imágenes de" o "actitudes hacia", sino teorías o
ramas del conocimiento para el descubrimiento y
organización de la realidad. Son un sistema de valores,
ideas y prácticas con una doble función: primero,
establecer un orden que permita a los individuos orientarse ellos
mismos y manejar su mundo material y social y segundo: permitir
que tenga lugar la comunicación entre los miembros de una
comunidad, proyectándoles un código
para nombrar y clasificar los aspectos de su mundo y de su
historia individual y grupal (Banchs 1982)
Las representaciones sociales y su espacio
La representación puede ser considerada, en sentido
amplio, como un modo de organizar nuestro conocimiento de la
realidad, que está construida socialmente. Este
conocimiento se elabora a partir de nuestros propios
códigos de interpretación, culturalmente marcados,
y en este sentido constituye en sí un fenómeno
social. Desde este punto de vista, el proceso de
representación introduce un carácter de
diferenciación en las lógicas sociales y en los
rasgos individuales. Da lugar a una reconstrucción de la
realidad, integrando de manera específica la
dimensión psicológica y la dimensión
social.
Admitir la hipótesis de un pensamiento social, implica
no solamente la asunción de un pensamiento que es
colectivo o comúnmente compartido, cosa que bien
podría sostenerse desde los trabajos de la
cognición social, implica sobre todo admitir que ese
pensamiento es socialmente constituido en su forma, su contenido
y su evolución.
Por ello, las representaciones sociales designan una forma de
conocimiento específico, que es el saber de sentido
común, en el que los contenidos remiten a procesos
generativos y funcionales, y designan una forma de pensamiento
social (Vala,1986; citado por Elejabarrieta,1991).
Analizar el conocimiento social conduce a un planteamiento en el
que lo social no puede ser un hecho estático dado, como
pretenda Durkheim con las representaciones colectivas, ni los
individuos están constituidos por mecanismos compartidos
de distorsión perceptual de la realidad como
propugnaría la cognición social.
Al contrario de cualquier planteamiento cognitivo estricto, las
representaciones sociales no pueden situarse en la cabeza de los
sujetos que aprehenden colectivamente el mundo social, se
encuentran, en el continuo e incesante intercambio entre
individuos que explica la vida cotidiana, que permite conocer y
comunicar. Son por tanto, un medio entre los individuos y entre
los sujetos y los objetos.
De esta manera, no puede desligarse el carácter
simbólico de las representaciones sociales, porque
entonces las reduciríamos a unas estructuras
cognitivas más, y al mismo tiempo, tampoco puede olvidarse
su carácter cognitivo, porque desestimaríamos la
adquisición de conocimientos que suponen.
En este campo de investigación que se haya en plena
evolución, se obtienen resultados cuyo carácter
convergente contribuye a esclarecer, en diversas relaciones, los
fenómenos representativos. Estos resultados pueden
alinearse dentro de un modelo
teórico que desarrolle el concepto de
representación social, la cual ha sido objeto de diversas
definiciones a mencionar:
Piaget (1926)
(Citado en Fischer, Gustave-Nicolás, "Psicología
Social. Conceptos fundamentales". Editorial Narcea S.A.,
Madrid, España,
1990)
Bien de una evocación de objetos en su ausencia o bien,
cuando acompaña a la percepción
en su presencia, de completar los conocimientos perceptivos,
refiriéndose a otros objetos no percibidos actualmente.
Aunque la representación prolonga en un sentido la
percepción, introduce un elemento nuevo que le es
irreductible: un sistema de significaciones que incluyen una
diferenciación entre el significante y el significado"
Para este autor, la representación se reduce directamente
a la imagen
mental.
Moscovici (1961) es:
"Un sistema de valores, de nociones y de prácticas
relativas a objetos, aspectos o dimensiones del medio social, que
permite, no solamente la estabilización del marco de vida
individuos y los grupos, sino que constituye también un
instrumento de orientación de la percepción de
situaciones y de la elaboración de respuestas"
Según Herzlich (1969) (En Fisher 1990)
A partir de un estudio sobre la representación social de
la salud y la
enfermedad, este autor la define como un proceso de
construcción de lo real.
"El acento puesto sobre la noción de representación
tiende a reintroducir el estudio de los modos de conocimiento y
de los procesos simbólicos, en su relación con las
conductas"
Según Jodelet (1984)
"EI concepto de representación social designa una forma de
conocimiento especifica, el saber del sentido común, cuyos
contenidos manifiestan la operación de procesos
generativos y funcionales socialmente marcados. En sentido
más amplio designa una forma de pensamiento social.
Las representaciones sociales son modalidades de pensamiento
práctico, orientadas hacia la comunicación, la
comprensión y el dominio del entorno social, material e
ideal. En cuanto tales, presentan caracteres específicos
en los planos de organización de contenidos, así
como de las operaciones
mentales y de la lógica. La marca social de
los contenidos o de los procesos de representación ha de
referirse a las condiciones y a los contextos en los cuales
surgen las representaciones, a las comunicaciones por las que
circulan, a las funciones que
sirven en la interacción con el mundo y con los
demás"
En está definición, los aspectos más
importantes se remiten a la concepción de sistemas de
pensamiento que nos relacionan con el mundo y con los
demás, a los procesos que permiten interpretar y
reconstruir significativamente la realidad, a los
fenómenos cognitivos que aportan direcciones afectivas,
normativas y prácticas y organizan la comunicación
social, y finalmente, dotan a los sujetos de la
particularidad simbólica que le es propia en los grupos
sociales. En este último sentido, las representaciones
sociales constituyen una forma de expresión que refleja
identidades individuales y sociales.
Fisher (1990), propone la siguiente
definición:
"La representación social, es un proceso de
elaboración perceptiva y mental de la realidad que
transforma los objetos sociales (personas, contextos,
situaciones) en categorías simbólicas (valores,
creencias, ideologías) y les confiere un estatuto
cognitivo que permite captar los aspectos de la vida ordinaria
mediante un reenmarque de nuestras propias conductas en el
interior de las interacciones sociales"
Principales Aspectos A Considerar En La Nocion De
Representacion Social
- Conceptualizar las representaciones sociales, quiere
decir que están siempre referidas a un objeto. No hay
representación en abstracto. La representación
para ser social, siempre es representación de
algo. - Las representaciones sociales mantienen una
relación de simbolización e interpretación
con los objetos. Resultan por tanto de una actividad
constructora de la realidad (simbolización) y
también de una actividad expresiva
(interpretación). - Las representaciones sociales adquieren forma de
modelos que se superponen a los objetos, los hace visibles y
legibles, e implican elementos lingüísticos,
conductuales o materiales.
Tiene un carácter de imagen y la propiedad de
poder intercambiar lo sensible y la idea, la percepción
y el concepto. - Las representaciones sociales son una forma de
conocimiento práctico, que conducen a preguntarse por
los marcos sociales de su génesis y por su
función social en la relación con los otros en la
vida cotidiana. - Tiene un carácter constructivo.
- Tiene un carácter autónomo y
creativo.
Características De Las Representaciones
Sociales
Características generales de la Representación
Social, que corresponden tanto a su estructuración, como a
su contenido.
A nivel de estructuración
1) En tanto que proceso, la representación es, en primer
término, la transformación de una realidad social
en un objeto mental. Desde este punto de vista, no es
jamás un simple calco, no restituye en su integridad los
datos
materiales, sino que los selecciona y los distorsiona, en
función del puesto que ocupan los individuos en una
determinada situación social y de las relaciones que
mantienen con los demás.
2) La representación es asimismo un proceso relacional. Es
una elaboración mental que se desarrolla en función
de la situación de una persona, de un grupo de una
institución de una categoría social, en
relación con la de otra persona, grupo o categoría
social. Es por tanto un mediador de la comunicación
social, en la medida en la que ésta se apoya sobre los
objetos sociales así transformados, para inscribirlos en
el sistema social como elementos de intercambio.
3) Se trata también de un proceso de remodelado de la
realidad, en cuanto tiene como finalidad la de producir
informaciones significativas. No es ya, pues, la
adecuación a lo real la razón principal, aún
cuando se la busque, sino la recreación
de la realidad. La representación aparece así como
una elaboración dinámica: está inacabada y al mismo
tiempo está producida por el individuo o el grupo que la
enuncia. a este nivel se presenta como una nueva captación
y una interiorización de los modelos culturales y de las
ideologías dominantes que actúan en una
sociedad.
4) La transformación operada por las representaciones se
manifiesta como un trabajo de naturalización de la
realidad social, ya que interpreta los elementos sociales
sesgándolos. En estas condiciones puede aparecer como el
inventario de
un conjunto de evidencias. La representación se impone, a
fin de cuentas, como un
"dato perceptivo" (Herzlich). Funciona como una reducción
elaborada de la realidad, que tiene como fin efectuar de ella una
presentación revisada y corregida, aligerando el
carácter ambiguo. La evidencia hace de la realidad una
cosa simple; refiere la representación a un modelo
implícito de funcionamiento mental, que se supone
lógico, es decir, racional y en consecuencia no parasitado
por elementos no posibles de dominar.
A nivel de contenido
1) El contenido de la representación es en primer lugar
cognitivo, se trata de un conjunto de informaciones, relativas a
un objeto social, que pueden ser más o menos variadas,
más o menos estereotipadas, más o menos ricas.
2) Luego, el contenido de la representación viene marcado
por su carácter significativo: está definida por
una relación figura/sentido que expresa una
correspondencia entre estos dos polos. Así, las
significaciones pasan por imágenes y estas imágenes
producen significaciones. En una representación, el
carácter significativo nunca es independiente de su
carácter figurativo (Moscovici, 1969).
3) Finalmente, la representación tiene un contenido
simbólico directamente relacionado con el aspecto
precedente. El símbolo constituye un elemento de la
representación, en la medida en que, por una parte, el
objeto presente designa lo que esta ausente de nuestras
percepciones inmediatas y, por otra, lo que está ausente
adquiere significación apoyándose sobre é1 y
confiriéndole cualidades que le dan sentido. Desde este
punto de vista, el contenido simbólico de la
representaciones se refiere a la estructura
imaginaria de los individuos y constituye uno de sus modos de
expresión en que la realidad, según la
interpretación psicoanalítica, es construida por
los deseos, las expectativas y los sentimientos que proyectamos
sobre ella.
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