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la globalización




Enviado por juampolo



     

    Estamos entrando a un nuevo milenio, un nuevo mundo, con
    nuevas
    tecnologías, donde la
    globalización cada vez gana mas terreno, las religiones son cada vez mas
    rechazadas, en donde el individualismo hedonista predomina en las
    sociedades.
    ¿Se puede decir entonces que estamos entrando a un mundo
    sin valores, sin
    sentido, a un mundo sin alma?

    Nada es más común cuando se habla del
    Tercer Milenio que evocar el hundimiento de la moral, la
    crisis de
    sentido y los valores.
    La idea, por supuesto, no es nueva, por cuanto reconduce la
    temática del nihilismo moderno y lo relaciona con la
    extensión del neoliberalismo
    y con el individualismo posmoderno. Las lógicas
    económicas y culturales del universo
    individualista conducirían ineluctablemente a la guerra de
    todos contra todos, al cinismo, al egoísmo generalizado, a
    la degradación de las relaciones sociales, en resumen, a
    una sociedad sin alma, ni fin ni sentido.

    Tan solo observando nuestra realidad, damos
    afirmación a lo recién mencionado, con la
    multiplicación de los casos de corrupción, la delincuencia
    en alza, los nuevos guetos urbanos, la guerra económica,
    la indiferencia hacia los países del Tercer Mundo, entre
    otras. Todo esto forma parte de una de las caras del
    individualismo posmoderno. De hecho, la extensión del
    individualismo coincide con un refuerzo de la legitimidad de los
    valores humanistas y democráticos, así como con una
    creciente exigencia de transparencia y de responsabilidad individual.

    Ahora bien, cambiando el punto de vista, y comparando
    las sociedades según el tiempo,
    observamos a la esclavitud, hace
    no mucho tiempo, como algo normal; vemos a las sociedades de
    sangre regidas
    por el honor, la venganza y la crueldad que han dejado paso
    progresivamente a sociedades profundamente controladas en la que
    los actos de violencia
    interindividual no cesan de disminuir, que el uso de la fuerza
    desprestigia al que lo hace, que la crueldad y las brutalidades
    suscitan indignación y horror, que el placer y la
    violencia se separan; vemos que estamos en un proceso de
    civilización o de suavización de las costumbres
    reflejadas por la fuerte disminución de crímenes de
    sangre, por la desaparición de la practica del duelo y la
    decadencia del infanticidio, por la renuncia de la atrocidad de
    los suplicios corporales, por la alta disminución de
    numero de penas de muerte y
    ejecuciones capitales.

    Vemos entonces que estamos entrando en una nueva era,
    el

    postmodernismo, porque si bien vemos que los valores han
    progresado a medida que pasa el tiempo hasta llegar a nuestros
    días, en esta nueva era vemos que estamos en retroceso,
    con una tendencia a la desvalorización

    El anhelo de valorizarse impulsa a todo hombre a
    procurar superarse, a vencer dificultades y defectos personales,
    a crearse un nombre y a realizar algo grande. En su interior se
    da cuenta en qué consisten los auténticos valores y
    que constituye apariencias vanas. Nunca se puede sentir
    plenamente satisfecho cuando se recubre con vanidades de este
    mundo. Las puras apariencias terminan siempre por aburrirlo.
    Cuando una persona posee
    como dominante la pasión por el Orgullo, cae en la
    tibieza, la mediocridad y deja de sublimar su pasión, es
    decir deja de valorizarse a partir de auténticos valores,
    comienza a sentirse vacío. Su impulso natural hace que le
    de la máxima importancia al sentirse valorado; cuando no
    experimenta esto instintivamente comienza a compararse con otros,
    a sentirse interiorizado, se pone tenso, surge un sentimiento de
    inferioridad. Sin embargo, es imposible para él subsistir
    sin un cierto sentimiento de autovalorización, sin tener
    conciencia
    vivencial de su valor propio.
    De ahí, entonces, que brota en forma espontánea la
    tendencia de compensar la ausencia de valores genuinos. Se crea
    él mismo algo que no es, ya sea inventándose
    valores y realizaciones que no posee, ya sea rebajando a los
    demás. Se sumergen en terribles complejos de inferioridad
    y adquieren un autentico sentimiento proletario de la
    vida.

    En conclusión, estamos entrando a una nueva era
    en la que los valores se están perdiendo pero que si
    enfocamos la mirada en el cristianismo,
    podríamos ver allí los verdaderos valores y
    aprender ser hombres recios, con principios
    sólidos, generosos, con ideales propios que le den un
    sentido a la vida.

     

    Bibliografía

    Gilles de Lipovetsky, "La Era del Vacío", Ed.
    Anagrama, España,
    Diciembre 2000

    http://www.jornada.unam.mx/2000/jun00/000617cul4html


    http://www.pri.org.mx/publicaciones/examen/numeros/2000/130/p27n1.htm

    http://www.el-mundo.es/larevista/num177/textos/mile.html


    http://www.uia.mx/ibero/noticias/nuestracom/00/nc79/3.html


    http://www.uia.mx/ibero/noticias/nuestracom/00/nc84/4.html

     

     

    Juan Pablo Villani

    Gilles de Lipovetsky

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