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Los “nuevos” pobres, de los países ricos II (un relato trágico de la crisis) (página 6)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12

El primer aspecto tiene una implicación
intrínsecamente política porque supone un papel del
mercado más allá de la dimensión del lugar
organizado para el intercambio, hasta convertirse en una
verdadera y propia ideología colectiva. Sólo el
mercado, según esta interpretación, puede
garantizar desarrollo, inclusión, democracia y justicia
social. El mercado es la única ideología de la
historia "acabada", es decir, la ideología elemental que
habilita el funcionamiento regular y aceptado de los
intercambios. Pero un mercado transformado en ideología
dominante no necesita una clase contrarrevolucionaria que lo
defienda, que tutele los intereses que manifiesta. O, por lo
menos, así lo creen sus sacerdotes, mientras no se
manifiesten algunas reacciones de "rechazo", como el no a la
Constitución europea en los referendos de la primavera de
2005 en Francia y Holanda. Por otro lado, en una economía
que ya no es nacional sino globalizada -y aquí llegamos al
segundo aspecto-, cambian también los papeles de las
clases sociales y el propio sistema de los intereses que hay que
defender.

En este terremoto económico, productivo y social,
no se cumple el doble papel desarrollado por la clase media: por
un lado, el de centro de intereses homogéneos en las
democracias electivas posindustriales (dique natural, por lo
tanto, no sólo del comunismo sino también del
capitalismo "salvaje e hipercompetitivo") y, por otro, el de
mantenedor de un nivel óptimo de demanda adicional de
bienes de consumo duraderos, necesario para que la industria
alcance economías de escala y genere valores; en
definitiva, para ganar consenso.

Hoy, ninguna de estas dos condiciones "se mantiene": la
democracia representativa tiene que afrontar la
pulverización de los intereses que ya no pueden contar con
el cúmulo de ideologías "fuertes" y de un sistema
productivo cerrado y basado en bienes de consumo estandarizados,
capaces de encarnar un estatus social. La demanda ha alcanzado
una escala global, los productos son infinitos y se han hecho
"interclasistas" (el ejemplo más citado hoy es el de la
iPod), las empresas materiales pueden recuperar en los mercados
de Brasil o China las ventas perdidas en Alemania o
Italia.

La globalización ha provocado trastornos
económicos y sociales que producirán "tres mil
millones de nuevos capitalistas", como dice el eficaz eslogan
convertido en el título del último libro de Clyde
Prestowitz, gurú republicano del libre comercio (fue
consejero del presidente Reagan y negociador de los acuerdos
comerciales internacionales durante su mandato). Según
Prestowitz (2005), las dinámicas actuales son hijas de la
coincidencia de tres factores: la derrota del comunismo, que ha
empujado a tres mil millones de chinos, rusos e indios al
capitalismo (interpretado, además, de manera bastante
"agresiva"); la revolución de Internet, que ha "anulado el
tiempo"; y la difusión de la mensajería
aérea de bajo coste -desde Federal Express a DHL-, que ha
"anulado el espacio". El trabajo de estos enormes grupos de bajo
coste se está utilizando en (casi) cualquier parte del
mundo porque permite transferir rápidamente
mercancías y prestaciones intelectuales con
gravámenes insignificantes. Si Estados Unidos no espabila,
China volverá pronto a ocupar un papel central, como en la
época del Imperio Medio: hacia el año 2050 China
superará a los Estados Unidos en renta nacional bruta
(aunque, si se usa como medidor el poder adquisitivo, el
adelantamiento podría cumplirse en 2025).

Es precisamente este progresivo desplazamiento de los
equilibrios de la demanda mundial hacia los países
llamados emergentes lo que mina en la base los cimientos
económicos sobre los que la clase media ha encontrado en
los últimos siglos su estabilidad. Si la
disminución de la demanda del "milieu" social
francés está más que compensada por la
capacidad de consumo de los neoacomodados indios, entonces, para
quien invierte en el sistema productivo, la necesidad de una
clase de consumidores occidentales con la cartera llena se
convierte en un aspecto menos vital.

Dos factores explican bastante bien las razones por las
que las lógicas productivas y mercantiles
contemporáneas implican la superación de la clase
media o, como mínimo, de su papel. Las sociedades
"neófitas" del capitalismo global de corte occidental, las
asiáticas en particular, están lo más
alejadas posibles del concepto de clase media. Es más:
son, de partida, mucho más parecidas a la imagen del magma
social, de la sociedad-masa que hemos señalado
anteriormente como el modelo de referencia
posmaterial…

Son precisamente estos grupos de nueva demanda, que se
han ido formando a partir de finales de los años setenta y
que con el inicio del nuevo siglo han acelerado el paso para
ganar papel y peso internacional, los que quitan, cada vez
más rápidamente, el oxígeno necesario para
alimentar la energía motora de la clase media occidental.
No sólo porque contribuyen considerablemente a
rediseñar las características de consumo mundial en
términos de tipología y costes de los bienes y de
los servicios, sino también porque se hace difícil
imaginar la supervivencia de una clase media occidental o europea
con las características de las últimas
décadas cuando asoman al mercado mundial mil quinientos
millones de nuevos trabajadores a bajo coste. Sujetos cada vez
más escolarizados e indiferentes a las lógicas de
quien, en el mundo del bienestar, quiere defender las "conquistas
del pasado".

Así, en los países industrializados, la
necesidad económica que hay que satisfacer a través
de una clase homogénea de consumidores reconocibles
está sujeta a la lógica de los grandes
números: para conseguir el mismo resultado es preferible
extender lo más rápido posible a cientos de
millones de consumidores el umbral del bienestar. La sociedad de
masa nace naturalmente con el crecimiento y el desarrollo
económico del nuevo mundo. La antigua forma de
producción, y con ella las clases que la han alimentado,
ha sido arrollada por el nuevo empuje del globo convertido en
mercado competitivo y abierto.

Hay que reflexionar sobre la ironía de la
historia: una clase que es hija de la revolución burguesa
contra la aristocracia latifundista, pero que después, en
su madurez, ha asumido un papel "contrarrevolucionario", es
arrollada por una revolución invisible en sus acciones y
nunca declarada, sin líderes ni banderas pero despiadada,
como cualquier revolución, en conseguir sus propios
objetivos.

Así, sucumbe el papel económico
desarrollado con éxito por la clase media, mientras el
consumidor burgués sufre una eutanasia más o menos
lenta. El mismo destino le espera a la estructura industrial que
ha caracterizado a la economía de mercado de la clase
media…

Como es bien sabido, la globalización, al
redistribuir el trabajo a escala mundial, presiona los salarios
en todos los sectores expuestos a la competencia internacional.
Además, obliga a los contratadores a reducir los
beneficios sociales y sanitarios hasta el momento garantizados a
los trabajadores. Obviamente esto sucede en países -como
los Estados Unidos- en que el Estado ha delegado ampliamente a
las empresas la tarea de construir una red de protecciones
sociales.

El proceso actual tiene las extraordinarias dimensiones
de una transformación social en la que la clase media,
como estábamos acostumbrados a verla hace veinte o treinta
años, se desvanece, sustituida por una sociedad más
polarizada: profesionales, operadores de mercados financieros,
trabajadores del conocimiento, empleados de servicios
"protegidos" o empresarios de los sectores innovadores saben
posicionarse ahí donde el nuevo sistema económico
produce o distribuye riqueza y, por lo tanto, consiguen
garantizarse una renta que, de todas formas sigue creciendo. Es
la "sociedad creativa" (Richard Florida). Por otro lado, se
acumula la fuerza-trabajo de más baja
especialización: obreros de la industria expuesta a la
competencia internacional y empleados de los servicios
tradicionales (desde el transporte a la restauración) que
se encuentran comprimidos entre reducción de rentas y
reducción de garantías sociales. Europa,
además, posee un ejército de parados. En Estados
Unidos, sin embargo, el fantasma no es el paro sino el riesgo de
tener que sustituir un trabajo industrial bien pagado por un
empleo en el sector servicios que ofrece una retribución
más baja y carece de coberturas sanitarias y
sociales…

En Estados Unidos, el número de personas sin
ninguna cobertura sanitaria, excepto la básica y gratuita
asegurada por el servicio público, sigue creciendo:
según los datos de 2005, el problema abarca a cuarenta y
cinco millones de ciudadanos americanos. No poderse permitir ni
siquiera una mínima póliza sanitaria es
señal evidente de indigencia o de dificultad
económica de las familias…

Y, sin embargo, en Estados Unidos, el veinte por ciento
de los ciudadanos más ricos (rentas por encima de los
setenta y cinco mil dólares al año), que en 1967
percibía el 43,8 por ciento de las rentas totales, en 2003
ha alcanzado el 49,8 por ciento: se ha quedado con la mitad de la
"tarta" de las rentas estadounidenses, mientras que el peso de la
franja central (rentas entre treinta y cinco mil y cuarenta mil
dólares al año) ha bajado del 17,3 por ciento al
14,8 por ciento del total. Un fenómeno que, obviamente, no
indica un empobrecimiento en términos absolutos -en los
últimos treinta y cinco años la riqueza producida
en los Estados Unidos ha crecido enormemente y todos se han
beneficiado de alguna manera- sino una distribución
desequilibrada que ha favorecido a los perceptores de rentas
más altas, en detrimento precisamente de la clase media:
en el periodo 1967-2003, la franja central ha visto crecer, de
hecho, su renta en un 31,9 por ciento, al igual que los pobres de
la franja más baja (con rentas de cero a quince mil
dólares al año), que han registrado un aumento del
31,7 por ciento. Para los ricos de la franja más elevada,
el incremento de la renta ha sido del 75,6 por ciento.

Año tras año, esta dinámica
divergente de las rentas ha producido desequilibrios
todavía más macroscópicos en la
acumulación de riqueza (inmobiliaria, financiera, etc.):
hoy el uno por ciento de los ciudadanos con rentas más
elevadas tiene en su poder el cuarenta por ciento de la riqueza
de todo el país, un trozo más grande del que
corresponde al noventa por ciento de los trabajadores con renta
inferior. Datos que hacen decir a Laura D"Andrea Tyson
-presidenta de la London Business School y jefa de los consejeros
económicos de Clinton en la Casa Blanca a mediados de los
noventa- que en Estados Unidos una distribución de las
rentas tan desigual no se veía desde la "edad del jazz",
los locos y salvajes años veinte (Tyson,
2004)"…

La población europea con mayor riesgo de
pobreza

"España es el séptimo país de
la UE-27 con mayor riesgo de pobreza entre su población,
según datos de Eurostat correspondientes a 2009 recogidos
en una nota por el Instituto de Estudios Económicos
(IEE)"…
España es el séptimo país
europeo con mayor riesgo de que su población caiga en la
pobreza (Expansión – 12/6/11)

En concreto, España cuenta con una tasa de
población en riesgo de pobreza del 19,5%, por encima de la
media de la UE-27, que se sitúa en el 16,3%. Desde el IEE
indicaron que como población en riesgo de pobreza se
define a aquellas personas que, incluyendo las transferencias
sociales, se sitúan por debajo del umbral de
pobreza.

Entre los países de la UE hay grandes
diferencias, ya que las tasas de población en riesgo de
pobreza varían entre casi un 26% y tan sólo un
8,6%, subrayaron. La mayor proporción de población
en riesgo de pobreza corresponde a Letonia, con un 25,7%,
figurando a escasa distancia Rumanía (22,4%) y Bulgaria
(21,8%).

Lituania supera levemente el 20%, mientras que Estonia y
Grecia comparten un 19,7%. España figura en el
séptimo lugar de la UE-27 con una tasa de población
en riesgo de pobreza del 19,5%, si bien alcanza un 25,2% en la
población mayor de 65 años. Mientras, Italia
(18,4%), Portugal, el Reino Unido y Polonia (los tres con cifras
por encima del 17%) también superan la media
europea.

La mayoría de países de la UE (16 en
total) logran situar el porcentaje de población en riesgo
de pobreza por debajo del promedio. Alemania, Malta, Irlanda y
Luxemburgo cuentan con cifras en torno al 15%, mientras que
Suecia, Dinamarca y Francia ya bajan al entorno del 13%. Austria
(12%), Eslovenia (11,3%), Países Bajos (11,1%), Eslovaquia
(11%) y sobre todo la República Checa, con tan sólo
un 8,6%, figuran entre los países con menor riesgo de
pobreza entre su población.

El "hambre" nuestro de cada
día…

"Un 5% de los españoles, es decir, unos 2,35
millones de personas, no tienen lo suficiente para comer a
diario, porcentaje que se eleva al 6% en otros países
ricos, como Gran Bretaña, Alemania, Australia y Estados
Unidos"…
Más de dos millones de españoles
pasan hambre cada día (El Economista –
15/6/11)

Así se desprende de una encuesta encargada por
Oxfam (Intermón Oxfam en España) a unas 16.000
personas en 17 países, en el marco de la campaña
mundial "Crece" que se ha publicado el 15/6/11.

La encuesta evalúa los hábitos
alimentarios de los ciudadanos en los dos últimos
años, justo antes de empezar la crisis actual de los
precios de los alimentos.

El 5% de los españoles que pasan hambre contrasta
con el hecho de que una de cada dos personas encuestadas en
países en desarrollo, como Kenia y Tanzania, afirma
carecer de comida suficiente a diario.

Por otro lado, un 46% de los ciudadanos españoles
ha cambiado sus hábitos alimentarios en los dos
últimos años por el incremento en el precio de la
comida (33%) y a razones de salud (21%).

En términos generales, el 54% de los encuestados
de los 17 países aseguraron no comer lo mismo que hace dos
años, sobre todo por motivos económicos (39%) y de
salud (33%).

Uno de los resultados más reveladores de la
encuesta es que el 79% de los ciudadanos de Kenia aseguraron
haber cambiado su dieta en los dos últimos años, de
los cuales el 79% lo achaca al precio de los
alimentos.

Por otro lado, el aumento del precio de los alimentos es
la mayor preocupación de los encuestados en lo que se
refiere a la comida (66%), porcentaje que sube al 70% en el caso
de España.

Sin embargo, en los países pobres la principal
preocupación es el acceso a los alimentos (57% de los
consultados en Kenia y 54% en Tanzania).

La pizza, la pasta y el pollo encabezan la lista de los
alimentos favoritos en la mayoría de los países,
junto con platos nacionales como la paella en España y el
"biryani" en la India. Las únicas excepciones son las
naciones más pobres de África, donde siguen
dominando los platos tradicionales a base de
maíz.

En España, los platos preferidos son los de
arroz, seguidos de la pasta, los huevos, la carne y la
pizza.

"Lo que comemos está cambiando rápidamente
y para demasiadas personas está cambiando a peor. Una gran
cantidad de personas, especialmente en los países
más pobres del mundo, están reduciendo la cantidad
o la calidad de los alimentos que consumen por el aumento del
precio", señaló Ariane Arpa, directora general de
Intermón Oxfam.

Arpa instó a los líderes mundiales,
especialmente los del G-20, a que actúen "ahora para
arreglar el sistema alimentario, que no funciona".

"Deben regular los mercados de materias primas, deben
reformar las políticas de biocombustibles para mantener
los precios de los alimentos bajo control y deben invertir en los
pequeños productores en los países más
pobres y ayudarlos a adaptarse al clima cambiante",
añadió.

European Commission – Employment, Social Affairs &
Inclusion

– Poverty and social exclusion
(15/6/11)

80 million people in the EU -or 16% of the population,
and 19% of the children- are currently at risk of poverty, since
they live on an income below 60% of the median household income
of their own country.

17% of Europeans suffer from material deprivation, which
means that their living conditions are severely affected by a
lack of resources.

Social transfers reduce the risk of poverty by 38% on
average in the EU, but this impact varies from less than 10% to
nearly 60% across EU.

EU action has helped to create a consensus about the
following key challenges:

– to eradicate child poverty by breaking the vicious
circle of intergenerational inheritance

– to promote the active inclusion in the society and the
labour market of the most vulnerable groups

– to ensure decent housing for everyone

– to overcome discrimination and increase the
integration of people with disabilities, ethnic minorities and
immigrants and other vulnerable groups

– to tackle financial exclusion and
overindebtedness.

Since 2000, the European Union has provided, through the
open method of coordination, a framework for national strategy
development as well as for policy coordination between EU
countries on issues relating to poverty and social
exclusion.

This coordinated action at European level is reflected
in national action plans. It encourages EU countries to examine
their policies critically, and highlights how some perform well
in certain areas, spurring on others to perform better. It also
creates a better basis for policy making by involving NGOs,
social partners, local and regional authorities and those working
with people in poverty.

The European Commission provides financial support to
relevant activities undertaken by a wide range of
stakeholders.

Situación de extrema pobreza en
España

"Los hogares en la peor situación y sin
ningún tipo de ingreso ascienden ya a 265.000. Más
de 1,1 millones ha perdido su principal puesto de trabajo y
salario, y suman 1.800.000"…
Las familias con extrema
pobreza han aumentado un 120% en la crisis (Expansión –
12/8/11)

Todos los análisis macroeconómicos revelan
que el levísimo crecimiento de España -del 0,7% en
la tasa interanual, según el último cálculo
del Banco de España- se debe a la atonía del
consumo interno. La razón fundamental de este problema
está en la elevada cifra del paro, que afecta a 4,9
millones de personas y, como consecuencia de ello, a las familias
españolas. Éstas no son las únicas que
afrontan la crudeza de la crisis, como han puesto de manifiesto
las revueltas con trasfondo social que han sacudido
Europa.

Éstos son los datos de la dramática
realidad: "Desde el comienzo de la crisis (en el cuarto trimestre
de 2007) los hogares que no perciben ningún tipo de
ingreso, indicador indirecto de la pobreza más extrema,
han aumentado un 120%, hasta 265.000". Incluso, sólo en
2010, el número de familias en esta situación
aumentó en 115.000. Es decir, un 7% respecto al año
anterior. Así se recoge en el informe interno del Consejo
Económico y Social (CES) Pobreza, desigualdad y crisis
económica.

El informe describe varios indicadores que explican la
situación de pobreza. Por ejemplo, que, desde 2009 hasta
ahora, la población con rentas inferiores a 7.980 euros
anuales ha aumentado desde el 19,5% al 20,8% del total. "Se trata
del incremento más importante desde que se registran datos
relativos a la situación de pobreza (2004)".

En este contexto, el estudio también considera la
evolución de las familias que pueden permitirse cosas como
tener una semana de vacaciones al año; un nivel
determinado de alimentación; mantener la vivienda con una
temperatura adecuada o capacidad para poder pagar los gastos
habituales de la casa (ver gráfico). En definitiva, lo que
el estudio denomina hogares vulnerables "ha aumentado en casi 9
puntos porcentuales desde 2008 y supone ya un 36,7% del
total".

No obstante, el CES llama la atención de que,
como consecuencia de la gravedad de la crisis y de su
duración, "la escasez de recursos para tener acceso a
diversos bienes también está afectando a la
población que todavía no está en
situación de pobreza".

En todo caso, una de las razones fundamentales del
deterioro de las condiciones de las familias, "acrecentando el
riesgo de pobreza en las mismas, es la distribución
intrafamiliar del desempleo que ha recaído de manera muy
acusada en los sustentadores principales de los hogares". Es
decir que se ha quedado en el paro la persona que tenía el
principal empleo de la familia; el que más ingresos
aportaba.

El informe del CES refleja que el impacto de este hecho
en la situación de las familias podría ser mayor si
no hubiera sido porque, en las últimas décadas, "ha
habido un importante incremento de la participación
laboral de las mujeres". Es un hecho, además, que este
fenómeno ha aumentado considerablemente durante la crisis.
Precisamente, porque muchos hogares han llegado a perder todo el
empleo que tenían entre sus diferentes miembros.
Según la última EPA, 1.386.000 hogares están
en esta situación.

Otra circunstancia a tener en cuenta que ha ayudado a
paliar en lo posible la situación de pobreza en muchos
hogares son las ayudas sociales de las distintas
administraciones, la protección por desempleo, el
mantenimiento de la subida de las pensiones mínimas y el
incremento, "aunque efímero", del gasto en
políticas de ayuda por hijo a cargo.

Con todo, el CES recalca que "la eficacia de las
transferencias sociales en España para reducir el riesgo
de pobreza es bastante menor que el promedio europeo. En 2009
lograron frenar la pobreza en un 20%, frente al 35% de la
UE".

Además, es necesario considerar el impacto de la
crisis en estas políticas sociales. "Ahora bien,
habrá que ver cómo evoluciona este indicador (de
pobreza) ante el agotamiento del derecho al desempleo de muchos
perceptores, la supresión de las ayudas creadas y, sobre
todo, la situación económica de las comunidades
autónomas y las corporaciones locales, en las que recae
buena parte del peso de las políticas sociales",
señala el informe.

Otro hecho destacable es que "el aumento de la pobreza
se produce en paralelo a un incremento de la desigualdad bastante
pronunciado desde 2008". En los dos últimos años
"la renta de la población con mayores ingresos en
España fue 6 veces superior a la de la población
con ingresos más bajos". Según el CES, está
ocurriendo lo contrario de lo que está pasando en la UE,
donde la desigualdad "se mantiene o incluso está
descendiendo".

La depresión

Umbrales de pobreza

En los dos últimos años, la
población en los umbrales de la pobreza, con rentas
inferiores a 7.980 euros anuales, ha pasado de representar el
19,5% al 20,8 de la población.

Hogares vulnerables

Las familias al borde de la pobreza, o en estado de
necesidad, han aumentado en casi 9 puntos porcentuales hasta
suponer el 36,7% del total.

Familias sin trabajo

La última Encuesta de Población Activa
alerta de que 1.386.000 familias tienen en el paro a todos sus
miembros en edad y condiciones de trabajar.

Apoyo social

La eficacia de las transferencias sociales en
España para reducir la pobreza está por debajo de
la de la UE. Según el CES, en 2009 las ayudas lograron
frenar la pobreza en un 20% frente al 35% de la Unión
Europea.

En la mitad de la UE

España ocupa el undécimo puesto de los 27
Estados de la Unión Europea en cuanto a riesgo de pobreza
y exclusión. De los países más ricos -la
antigua UE de 15 estados- sólo supera a Italia, Grecia,
Irlanda y Portugal.

Monografias.com

God Save the Queen ("dejad que los niños venga a
mí y no se lo impidáis")

"Según un estudio realizado por el Instituto
de Estudios Fiscales (IFS, siglas en inglés), una
organización de investigación financiera
independiente, los ingresos medios de la población
bajarán un 7% hacia finales de la presente década.
Como consecuencia, 3,1 millones de niños, un 23,1%,
vivirán en la pobreza absoluta en 2020, frente a los 2,8
millones, un 21,1%, contabilizados en la actualidad"…
La
cuarta parte de los niños de Reino Unido, en la pobreza
absoluta en 2020 (El Economista – 11/10/11)

La organización considera que esta
situación se deberá a los recortes en los subsidios
a las familias aplicados por el Gobierno de coalición y el
aumento de los impuestos, como el Impuesto al Valor
Añadido, que ha pasado del 17,5 al 20%.

El instituto define la pobreza "absoluta" cuando los
ingresos de una familia están por debajo del 60% de la
cantidad media establecida.

Por su parte, un portavoz del Gobierno ha afirmado que
el estudio no tiene en cuenta el impacto que tendrá el
cambio de comportamiento de la gente debido a las modificaciones
en el llamado estado del bienestar, ya que la actual
administración busca empujar a la gente a buscar trabajo
para no depender de las ayudas estatales.

La "solución" germana de los "minijobs" (hambre
para hoy y hambre para mañana)

"No son 4,6 millones, como afirma el presidente de
la CEOE, Juan Rosell, sino más de siete millones las
personas las que tienen minijobs, o mini-empleos, en Alemania. Y
la tendencia dominante es que sigan creciendo, porque el Estado,
lejos de intentar que se conviertan en puestos de trabajo como
Dios manda, los va a consolidar aumentando esos sueldos de los
400 euros actuales a 450. Es decir, vía libre a los
sueldos de hambre y fomento de una clase social perpetuamente
empobrecida"…
Mini-empleos y maxi-miserias (El
Confidencial – 16/12/11)

No parece preocupada Merkel de que esas personas no
paguen apenas impuestos por esos minijobs y que tampoco
proporcionen a quienes los ejercen el derecho a cobrar una
pensión en el futuro. Tampoco parece quitarle el
sueño a ella y a su ministra de Trabajo, Ursula von der
Leyen, el hecho de que en este sector laboral concreto se
estén cometiendo numerosos abusos. No hay controles sobre
el terreno. Algunos empresarios obligan a este tipo de
trabajadores a hacer horas extras no pagadas, o retribuidas a uno
o dos euros la hora. Raro es el caso de un trabajador con este
tipo de contrato que consigue uno mejor y con fijeza.

Los jubilados, obligados a seguir trabajando

Tiene razón el líder de la patronal
española cuando afirma que estos minijobs pueden ser una
alternativa para los jóvenes. Sin embargo, aquí, en
la República Federal, este sector se ve poblado no
sólo por veinteañeros, sino por personas maduras
sin cualificación, mujeres infraempleadas y
tradicionalmente mal pagadas y… pensionistas. Según
publicó el pasado mes de agosto el diario
Saarbrückener Zeitung, 660.000 jubilados de edades
comprendidas entre los 65 y los 74 años se han visto
obligados a complementar sus pensiones con estos mini-trabajos en
el 2010. En el año 2000, había 244.000 "currantes"
ancianos menos.

Estamos hablando de un aumento de un 58,6% en los
últimos diez años. La pobreza en la tercera edad,
por cierto, avanza año a año, como constata el
Instituto de Investigaciones Económicas de Halle (IWH):
casi un 12% de los hogares en los que viven  ancianos es
"armutsgefährdet", es decir, corre serio peligro de caer en
la pobreza, con unos ingresos mensuales de apenas 870
euros.

Aun en el caso de que la CDU de Merkel haga realidad
legal su compromiso del mes pasado de introducir el salario
mínimo en Alemania, seguirán existiendo diferentes
tramos salariales y también los minijobs. El Instituto
Europeo de Investigaciones Económicas (DIW) ha publicado
recientemente  la siguiente estadística:

-El 18% de los alemanes cobra 8,50 euros la hora. Todo
ello afecta a 5,7 millones de personas

-El 15,4% cobra menos de ocho euros la hora. Son casi
cinco millones de personas

-Uno de cada diez trabajadores de la RFA tiene salarios
de menos de siete euros por hora trabajada. Son aproximadamente
3,3 millones de personas

-Otro 10% cobra seis/cinco euros por hora trabajada y
suma  4,2 millones

Por debajo de estas castas están los minijobbers,
ese grupo de más siete millones de empleados a quienes
tener un salario mínimo de entre 6,89 y 7,79 euros por
hora les parece un lujo asiático. Y eso si conservan sus
empleos, porque aquí se insiste en que la
introducción por ley del salario mínimo
destruirá muchos puestos de trabajo.

Las sociedades europeas, más divididas e
injustas

Son estas condiciones laborales, entre otras cosas, las
que dan a Alemania el dudoso honor de ser el país de entre
los miembros de la OCDE donde más y más
rápidamente está creciendo la brecha social entre
ricos y pobres. Siempre según los datos de la
organización que engloba a los países más
industrializados del mundo, el 10% de los más ricos de la
República Federal (con una media de ingresos de en torno a
unos 57.300 euros anuales)  dispone de ocho veces más
dinero y capital que el 10% más pobre (con unos ingresos
medios de 7.400 euros al año). En la década de los
noventa, la diferencia era menor. Los riquísimos lo eran
sólo seis veces más  que los más
desfavorecidos.

Lo más llamativo del informe que la OCDE daba a
conocer hace unos días es que define muy bien los dos
factores que explican esta cada vez más profunda
división entre las sociedades más avanzadas: los
avances técnicos y las reformas laborales, que
están creando puestos de trabajo sobre todo para las
personas menos cualificadas y con salarios más precarios.
Si a esto se suma el miedo creciente de los ciudadanos en la UE a
perder sus niveles actuales de bienestar, no resulta muy
difícil averiguar quién va a ganar el pulso en el
mundo del trabajo en Europa…

Siete millones de alemanes tienen trabajo precario con
sueldo inferior a 400 euros

"La de Carlos Marx es la calle principal de
Neukölln, un gran barrio popular al sur de Berlín.
Aunque hace unos años que la zona está de moda
entre estudiantes y jóvenes emprendedores que encarecen
los alquileres y van expulsando a los locales, a mediodía
presenta su cara de siempre: una calle bulliciosa de lenguas
foráneas (sobre todo turco) en la que casi todas las
tiendas presentan "liquidaciones especiales" que nunca se agotan.
Antes de comer ya hay borrachos pasando frío por los
soportales. Señoras con hiyab echan un vistazo de paso a
las papeleras, por si contienen algo rescatable. El Berlín
de la precariedad y del 14% de paro, olvidado en las guías
y los panegíricos mediáticos sobre la capital de
Alemania, es un buen sitio para abrir un centro público de
empleo. Parados como Usta Ömer, de 39 años, buscan
trabajo anónimamente, sin la presión de los
funcionarios de la agencia estatal de empleo"…
Miniempleos
en la calle Karl Marx (El País –
18/12/11)

Ömer hojea el taco de ofertas de miniempleos que
cuelga de la pared en el JobPoint de Karl Marx Strasse. Lleva en
paro cuatro años, en los que solo ha podido trabajar en
una panadería y cumpliendo pequeñas tareas en
minijobs diversos. Es un caso común en Alemania, donde
más de siete millones de personas trabajan sujetos a este
tipo de contrato. Su explosión llegó en 2003, junto
a los demás recortes de la Agenda 2010 diseñada por
el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder (SPD).
El presidente electo Mariano Rajoy ha sugerido que lo
implantará en España por recomendación del
Banco Central Europeo.

Son contratos basura con un pago máximo de 400
euros mensuales, que el empleado cobrará neto. El
empresario paga un 2% al fisco, un 15% al plan de pensiones y un
13% a la Seguridad Social: 120 euros en caso de que la paga
ascienda a 400 euros. La media salarial de miniempleados ronda en
toda Alemania los 230 euros. Al empleado no le descuentan
impuestos ni la cotización a la Seguridad Social. La
razón es bien simple: las contribuciones a la Seguridad
Social no dan derecho a que el empleado se beneficie del servicio
de salud ni goce de un plan público de pensiones. En suma,
un minijob deja casi completamente desamparado al empleado, que
tendrá que asegurarse por otras vías.

En Alemania es imposible sobrevivir así, de modo
que muchos combinan este tipo de actividad con otro trabajo. La
mayoría se asegura con el cónyuge o suma su
minisueldo a las ayudas sociales conocidas como Hartz IV. En
Alemania, 1,3 millones de trabajadores ganan tan poco en sus
empleos que requieren ayudas sociales para mantenerse. El Estado
patrocina así indirectamente a las empresas, que ahorran
gastos sociales y pagan sueldos por debajo del umbral de la
pobreza. Es fácil imaginar las consecuencias que la
generalización de este tipo de contratos tendría en
un país como España, que carece de un sistema de
subsidios sociales comparable al alemán.

El empresario o particular alemán que ofrezca
minijobs tiene la obligación de atenerse al máximo
de horas fijado por el contrato. No puede pagar más de 400
euros al empleado, porque entonces saltaría el marco
salarial y tendría que ofrecerle un contrato corriente.
Así que, si el contrato de minijob estipula una
retribución de cinco euros por hora, el empleado
podrá trabajar 80 horas al mes. Ni un minuto
más.

Esta regla hace reír a Martina, que salía
de buscar trabajo en la gran oficina de empleo en la avenida de
Sonnenallee: "En las cocinas de los restaurantes se trabaja por
jornadas completas, 40 horas semanales; te pagan los 400 euros, y
el resto, en negro". Mirando de reojo al edificio oficial, la
alemana de 27 años prefiere no dar su apellido. Aunque no
llega a la abierta hostilidad de la Agencia de Inmigración
al norte de Berlín, la gris oficina de empleo en la
Sonnenallee sugiere al visitante la noción de haber hecho
algo malo.

En el sindicato de hostelería NGG, Karin
Vladimirov calcula en "más de un 50%" la tasa de
empresarios en su sector que aprovechan el minijob y pagan en
negro las horas extra. "El propio sistema lo facilita". La
hostelería es uno de los ramos más afectados por la
introducción del modelo: 810.000 personas trabajan en
dichas condiciones, de los cuales un tercio tienen otra
ocupación principal, por ejemplo como estudiantes. Los
otros dos tercios no hacen nada más. Vladimirov estima,
"sin asomo de duda", que el miniempleo ha socavado los contratos
tradicionales en el sector e "impulsado la precariedad". Sobre
todo entre las mujeres.

La patronal y los dos grandes partidos alemanes
defienden el minijob como "una puerta de entrada al mundo
laboral". El Gobierno se plantea incluso elevar el techo hasta
los 450 euros.

Alemania tiene 2,7 millones de parados, el 6,4% de la
población activa. El economista del Instituto de
Investigación Económica DIW Markus Grabka descarta
que las buenas cifras de paro tengan algo que ver con el auge de
estos empleos a partir de 2003. La tasa de paro se ha reducido
sustancialmente en los últimos años gracias, por un
lado, a la expansión económica, y por otro, al
aumento de los trabajos a tiempo parcial, también
precarios. Además, el Gobierno ha excluido del recuento a
los parados que participan en cursos de formación
subvencionados.

Para Grabka, "los minijobs erosionan los derechos
básicos de los trabajadores" sin contrapartidas
públicas. La factura la paga el "contribuyente y los
empleados" a costa de que "siga aumentando la horquilla social
entre ricos y pobres". El economista del DIW, que es uno de los
cinco grandes institutos económicos alemanes, no
había oído aún que los minijobs
podrían convertirse en el último grito de las
exportaciones alemanas: "Oh, vaya… ¡no lo dirá en
serio!".

Apadrine un
niño del… "Primer Mundo" (las "externalidades" de
la crisis económica)

Desesperadas por la crisis, muchas familias han
optado por dejar atrás lo más preciado que tienen:
sus hijos"…
Los griegos que abandonan a sus hijos por la
crisis (BBCMundo – 14/1/12)

Una mañana, pocos días antes de Navidad,
una maestra en Atenas encontró una nota junto a una de sus
alumnas de cuatro años.

"Hoy no vendré a buscar a Ana porque ya no puedo
mantenerla", decía el mensaje. "Por favor, hazte cargo de
ella. Lo siento. Su madre".

Entre diciembre de 2011 y enero de 2012, el Padre
Antonios, un cura joven ortodoxo que dirige un centro para
jóvenes sin recursos, encontró cuatro niños
abandonados a las puertas de su institución. Uno de ellos
era un bebé de apenas pocos días.

Otra organización de caridad recibió la
visita de una pareja, cuyos gemelos fueron internados en un
hospital por malnutrición. La madre sufría
desnutrición y por ende no estaba en condiciones de
amamantarlos.

Casos como estos han causado conmoción en un
país donde los lazos familiares son importantes y donde no
poder cuidar de los hijos es socialmente inaceptable. Muchos
griegos no pueden creer que estas historias "del tercer mundo"
estén ocurriendo en su propio país.

Uno de los menores a cargo del Padre Antonios es
Natasha, una niña de dos años que su madre trajo al
centro a principios de enero de 2012. La mujer estaba
desempleada, no tenía donde vivir y necesitaba ayuda. Pero
antes de que el personal la pudiese ayudar desapareció,
abandonando a su hija.

"Durante el último año (2011) hemos visto
cientos de casos de padres que quieren dejarnos a sus hijos,
ellos saben que pueden confiar en nosotros", dice el Padre
Antonios. "Dicen que no tienen dinero, hogar o comida para sus
hijos, por eso esperan que nosotros podamos brindarles lo que
necesitan".

Antes de la crisis también se registraban pedidos
similares, pero el Padre Antonios nunca fue testigo de lo que
está sucediendo ahora: padres que sencillamente abandonan
a sus hijos.

Los padres que no pueden mantener a sus hijos sienten
ira y desesperación. Sienten vergüenza y son
estigmatizados por la sociedad. Los niños absorben las
emociones de sus padres, por eso el niño hará suyos
estos sentimientos de sus padres, especialmente la culpa. Por lo
general se sienten culpables.

Los niños que ingresan a un centro pueden tener
dificultad en crear lazos con quienes los cuidan porque temen que
esto sea una forma de traicionar a sus padres, y esto puede
implicar que ya no los vengan a buscar. Cuando crezcan, es
probable que tengan problemas de confianza y esto se manifieste
en dificultades en sus relaciones.

Una mujer a la que la pobreza obligó a separarse
de su niña es María, una madre soltera que
perdió su trabajo y estuvo desempleada durante más
de un año. "Lloraba todas las noches, ¿pero
qué podía hacer? Me partió el
corazón, pero no tenía otra opción",
dice.

María se pasaba el día buscando empleo.
Muchas veces regresaba ya entrada la noche y eso significaba que
su hija de ocho años, Anastasia, pasaba todo el día
sola. Las dos se alimentaban de la comida que les daba la
iglesia. María perdió 25 kilos. Al final,
decidió entregar a Anastasia a una organización de
caridad. "Yo puedo aguantar, pero ella no tiene por qué
hacerlo", dice.

María ahora trabaja en un café, gana
sólo US$ 25 al día. A Anastasia la ve una vez al
mes, pero espera llevársela consigo cuando mejore su
situación económica.

Stergios Sifnyos, uno de los directores de SOS
Children's Villages, la organización de ayuda que
recibió a Anastasia, comenta que no está
acostumbrado a recibir niños que las familias entregan por
motivos económicos. "La relación entre María
y Anastasia es muy fuerte. Uno podría decir que no hay una
razón por la que Anastasia deba estar lejos de su madre.
Pero es muy difícil para la madre llevársela,
cuando no sabe si va a tener trabajo en los próximos
días", dice Sifnyos.

En el pasado SOS Children's Villages recibía
niños porque sus familias no podían cuidarlos por
problemas de drogas y alcoholismo. Hoy, el motivo es la pobreza.
Smile of a Child, otra ONG, también solía recibir
niños víctimas de abusos y negligencia. Ahora, el
foco está puesto en los destituidos de Atenas.

Stefanos Alevizos, psicólogo de la
organización, dice que cuando un padre entrega a su hijo,
éste siente que se le derrumban todas sus estructuras.
"Viven la separación como un acto de violencia, porque no
pueden entender las razones por las que los abandonan", explica
el experto.

Pero para Sofia Koui, de Smile of a Child, la tragedia
radica en que aquellos padres que entregan a sus niños
son, a veces, quienes más quieren a sus hijos. "Es muy
triste ver cómo sufren, pero saben que es lo mejor, al
menos en este momento", añade.

El Padre Antonios no coincide con Koui. "Estas familias
serán juzgadas por abandonar a sus hijos", sentencia.
"Nosotros podemos brindarles alimentos y un techo, pero la verdad
es que lo que más necesitan los niños es sentir el
amor de su padres".

"Cada uno habla de la feria según cómo le
va en ella"

– "Minijobs", ¿una clave para el paro? (Cinco
Días – 2/2/12) Lectura recomendada

(Por Walther Von Plettenberg)

A principios de año, un
periódico español se hizo eco de una encuesta en
España en la que se constató que el 49,6% de los
jóvenes españoles entre 18 y 29 años apoyaba
la introducción de los miniempleos. No extraña que
el paro juvenil, con una tasa de paro del 45%, refleje una cifra
similar de los que apoyan esta medida. Los miniempleos -en
Alemania denominados minijobs- son trabajos a tiempo parcial cuya
remuneración no supera los 400 euros al mes y que gozan de
un marco privilegiado en el IRPF y la Seguridad Social. Por el
momento, no parece que entre las medidas de reforma del marco
laboral el Gobierno de Mariano Rajoy quiera legislar en este
sentido, aunque la idea fue también propuesta por el
presidente de la Confederación Española de
Organizaciones Empresariales (CEOE), Juan Rosell, hace pocas
semanas. ¿Debería plantear el Gobierno su
introducción?

Los defensores de estos contratos en Alemania
señalan que para muchos un trabajo a tiempo parcial con
pocas horas al mes es lo que buscan. A día de hoy, se
aprovechan de ello algo menos de siete millones de personas: casi
un 20% de los 41 millones de personas asalariadas. Una tercera
parte añade estos ingresos a las rentas provenientes de
otro trabajo a tiempo parcial para completar el presupuesto
familiar, particularmente en el caso de ser ama de casa. Para
muchos es la forma de conciliar mejor la vida profesional con la
familiar.

Un 25% de las personas tiene más de 55
años, otro 25%, menos de 30 años, más de
200.000 personas prestan su ayuda en casas y particularmente a
personas mayores. Al poderse aprovechar esta modalidad a la vez
de cobrar una prestación no contributiva, pretende ser
también un trampolín para entrar o regresar al
mundo laboral. Así, una de tres personas que terminan su
relación de trabajo como miniempleado pasa a una
situación laboral regular de cotización a la
Seguridad Social, el 40% de ellos en la misma empresa. El 70% de
los que trabajan en este régimen manifiestan su
satisfacción con su situación laboral. Los ingresos
medios están en unos 300 euros.

Para los empresarios, el alto grado de flexibilidad que
entraña este modelo, cuando el proceso productivo lo
demanda, y la mejor relación coste total/ingreso neto para
empresario y trabajador comparada con un contrato normal son los
mejores argumentos en favor de él. De hecho, en
términos puramente estadísticos en cuanto al
número de contratos, el miniempleo es una historia de
éxito: desde 2003, año de la última gran
reforma de este tipo de contrato -en los años noventa se
conocían como los contratos de 630 marcos-, el
número de este tipo de contratos subió de 5,7
millones a más de 7 a finales del año 2010. Hoy
está algo debajo de los 7 millones de
contratos.

Su forma actual la recibió en el año 2003
por el Gobierno socialdemócrata de Gerhard Schröder
en el ámbito de su famosa agenda 2010. Desde entonces, la
clave de su atractivo para empleados y empresa está en el
hecho de que solamente tributa con un 2% en el IRPF y que el
trabajador no está obligado a aportar su 50% de los costes
totales de la Seguridad Social, como normalmente es el caso. En
el supuesto del miniempleo, la empresa paga un 15% para el seguro
de jubilación de la Seguridad Social y otro 13% para el
seguro médico. Si así lo desea el empleado, puede
optar por complementar la aportación al seguro de
jubilación hasta el máximo previsto de un 19,6% y
con ello mejorar su jubilación, siendo esta mejora a cargo
suya. El miniempleo como tal no da derecho a las prestaciones del
seguro por enfermedad; este derecho lo adquiere el empleado por
otros supuestos por los que está legalmente obligado o, en
ciertos supuestos, exento de la obligación legal de estar
asegurado para casos de enfermedad.

Para los detractores de este tipo de contrato, el
tratamiento privilegiado a efectos de la Seguridad Social e IRPF
es para las arcas del Estado pan para hoy, hambre para
mañana. Señalan que los miniempleos hacen peligrar
la primacía de contratos normales a tiempo completo y de
mayor envergadura en cuanto a horas y sueldo y que no garantiza
una adecuada jubilación al que haya trabajado con esta
modalidad.

Una vez más, se ve que la realidad es tozudamente
compleja y la decisión sobre introducir o no este modelo
en España -tómese la decisión que se tome-
requiere un alto grado de valentía.

¿Por qué valentía? Si la
decisión es contraria a ello, habría que dar
razones para que un modelo que en Alemania empezó a
funcionar hace muchos años se descarta como parte de la
solución del problema de paro. Habría que dar
razones por las que los Gobiernos sucesivos alemanes desde los
años noventa, de un color u otro, no han desistido del
modelo, sino que lo han ido reformando y, supuestamente,
mejorado.

Pero también la decisión contraria
sería valiente. Si el Gobierno se decidiera en favor de
este modelo, tendría que defenderse de las acusaciones de
favorecer una evolución del marco laboral en detrimento de
los derechos del trabajador: se le acusaría de dinamitar
el marco seguro de la regulación actual de contratos a
tiempo parcial, fijos discontinuos o temporales hoy por hoy
claramente acotado, de propiciar la sustitución de los
contratos a tiempo parcial regulares por los de poca
remuneración, de fomentar la exclusión social de
segmentos ya de por sí marginados de la población y
de hacer peligrar una jubilación digna.

Sea cual fuere la decisión del Gobierno, el
miniempleo no es una panacea, pero puede ser un elemento
significativo para configurar un mercado de trabajo más de
acuerdo a las necesidades de las personas, de la realidad social
y del sistema productivo.

(Walther von Plettenberg. Director Gerente de la
Cámara de Comercio Alemana para España)

Casos de esclavitud "moderna" en la Unión Europea
(apuntando a los más vulnerables)

"Grupos de delincuentes que pertenecen a las
comunidades nómadas británicas e irlandesas han
estado transportando hombres británicos al exterior para
hacerlos trabajar como virtuales esclavos. Una
investigación de la BBC encontró por lo menos 32
víctimas en esta situación"…
Denuncian
esclavitud moderna en el corazón de Europa (BBCMundo –
3/2/12)

La Comisión Europea describe el hecho como
esclavitud moderna y señala que se trata sólo de la
punta del iceberg.

Se confirmaron casos en seis países europeos,
entre los que se incluye Suecia, Noruega y Bélgica. Las
pandillas recogen a hombres que se encuentra en situación
vulnerable, viviendo en las calles británicas,
frecuentemente padeciendo problemas de alcohol y de
drogas.

Se les promete trabajo bien remunerado, pero luego se
les traslada al exterior donde son forzados a trabajar largas y
duras horas asfaltando o pavimentando carreteras por muy poco
dinero o nada.

La BBC conversó con uno de los hombres que
llegó al puerto sueco de Malmo junto a otros dos
británicos que no tenían techo cuando fueron
recogidos. Pidió no ser identificado temiendo por su
seguridad.

Los hombres trabajaron 14 horas al día con muy
poca remuneración o sin pago y viviendo en condiciones
terribles y hacinados. Estaban demasiado asustados para escapar
hasta que la policía sueca les ofreció
ayuda.

"He visto a personas amenazadas con hachas",
señaló. "He visto como los han pateado y golpeado.
A mí casi me lanzan desde un vehículo en
movimiento. Es una situación muy tensa. Uno espera lo que
pueda pasar después".

La comisionada europea para Asuntos Internos, Cecilia
Malmstron, teme que estos casos sólo sean solo una muestra
de una situación más grave y compleja. "Es un
crimen horrible y es esclavitud moderna". "Están
utilizando a gente muy vulnerable y especialmente durante tiempos
económicos duros, gente que ha perdido sus empleos, que no
tienen dónde vivir, que han sido expulsados de casa por
sus familiares. Tenemos que actuar con más fuerza de lo
que lo hemos hecho. Es sólo recientemente que nos hemos
dado cuenta de la magnitud del problema".

El gerente responsable sobre tráfico humano en la
Oficina Europea de Policía (Europol), David Ellery, dice
que las pandillas de nómadas han estado cometiendo esos
actos criminales durante mucho tiempo. "Han estado atacando a los
vulnerables en la sociedad, obligándolos a trabajar, pero
los casos no están categorizados como tráfico
humano. El trabajo se hace normalmente en el norte de Europa
donde trabajan en zonas rurales, concentrándose en
conseguir víctimas locales de edad avanzada". "A estas
personas se les intimida a pagar por un trabajo considerable
así que el crimen es doble; explotación de las
víctimas y estafa de la personas que paga".

Un informe sobre tráfico humano en Suecia,
publicado en 2010, encontró 26 reportes sobre
tráfico humano no relacionados con el sexo. "En especial,
se trataba de británicos e irlandeses haciendo y trabajos
de pavimento en Suecia". "Las víctimas no suelen denunciar
personalmente que han sido víctimas de tráfico
humano porque muchas veces no tienen confianza en las autoridades
que administran justicia y tienen miedo de sufrir
represalias".

Oliver Hayre, de 22 años y del condado
inglés de Lincolnshire, murió en un incendio en una
caravana en 2005 después de trabajar bajo condiciones
terribles para una pandilla de viajeros durante más de
tres meses. El detective superintendente Guy Collings, quien
investigó su muerte, señaló: "Desde mi punto
de visto Oliver fue definitivamente víctima de
tráfico de una pandilla de individuos que en la
práctica lo mantuvieron como rehén,
quitándole su pasaporte y amenazándolo con
violencia si no accedía".

Los padres de Oliver quieren que el gobierno
británico haga más para detener ese tipo de
explotación. Su padre, Martin Hayre, señaló:
"Estamos en el Siglo XXI. Abolimos la esclavitud, pero no lo
hemos hecho realmente… mi percepción es que las
autoridades se hacen de la vista gorda y la intimidación
contra Oliver era real. Le costó su vida".

Otro informe policial confidencial obtenido por la BBC
subraya lo lucrativo que resulta el negocio para las pandillas.
Su "cálculo conservador" sugiere que están
embolsándose US$ 5 millones al año en lo que el
informe llama "trabajo en negro". En 2007 la policía
noruega calculó que las pandillas nómadas que
operaban en el país escandinavo hicieron más de US$
17 millones en un año.

El doctor Aidan McQuiade director de la ONG Anti-Slavery
International dice que la investigación de la BBC
demuestra que los seres vulnerables son especialmente gente sin
hogar. "Que hombres británicos físicamente en buen
estado sean amenazados u obligados a trabajar sin pago y a vivir
temiendo por su seguridad refleja la realidad brutal de la
esclavitud moderna".

McQuiade indica que el gobierno de Reino Unido y de
otros países debería hacer mucho más para
combatir el problema. Eso ciertamente está en la agenda de
la Comisionada Malmstrom. "Esto no es digno de suceder en la
Europa de hoy", señala, "y deberíamos hacer todo lo
posible para impedirlo".

Un portavoz del ministerio del Interior británico
dijo que "el gobierno está comprometido a enfrentar el
tráfico humano e impedir el daño que causa a los
miembros vulnerables de nuestra sociedad".

Por su parte Ivonne MacNamara, directora del Movimiento
de Viajeros Irlandeses en Reino Unido indicó que su
organización condenó "la esclavitud absoluta y el
trabajo forzado en particular porque los viajeros han sido
sometidos a la esclavitud a lo largo de su historia".

"Sold": de los esclavos Made in Britain a los
esclavos… ¿Made in Germany?

"Sueldos de dos euros la hora para fregar platos y
limpiar suelos, agencias de empleo que demandan personal al que
pagar menos de 60 céntimos la hora, siete millones de
empleados con minijobs… ¿Qué hay detrás
del milagro económico alemán?"…
La otra
cara del milagro laboral alemán: 7 millones de minijobs y
50 céntimos/hora (El Economista –
8/2/12)

"Mi empresa me explotaba, asegura Anja, de 50
años", en declaraciones que recoge Reuters. "Si pudiera
encontrar otro trabajo, me marcharía muy muy lejos".
Durante los últimos seis años se ha dedicado a
fregar suelos y lavar platos por dos euros la hora.

La moderación salarial y las reformas del mercado
laboral han empujado la tasa de paro hasta el nivel más
bajo en 20 años, y el modelo alemán se cita a
menudo como ejemplo al resto de países europeos que
quieren reducir el desempleo y buscan ser más
competitivos. Pero Anja se escandaliza cada vez que lee en un
titular, "el milagro económico alemán".

Los críticos aseguran que los cambios laborales
de principios de la década pasada han contribuido a crear
puestos de trabajo, pero también han fomentado la
existencia de trabajos temporales y mal pagados, incrementando la
desigualdad salarial.

Los datos de la oficina de empleo germana muestran
cómo el grupo de empleados con salarios más bajos
creció tres veces más rápido que el resto
entre 2005 y 2010. Eso explica por qué el milagro laboral
no ha llevado a los ciudadanos a gastar mucho más, asegura
Reuters en su artículo.

En Alemania no existe un salario mínimo a nivel
nacional, por eso los sueldos pueden ser incluso inferiores a un
euro la hora, especialmente en los estados de la antigua Alemania
comunista.

"He tenido algunas personas que ganan apenas 55
céntimos la hora", explica Peter Huefken, jefe de la
agencia de empleo de la ciudad germana de Stralsund, la primera
de este tipo que busca empleados a los que pagar sueldos muy
bajos. Huefken anima a otras agencias a seguir sus
pasos.

En 2011, el número de ocupados en Alemania
sobrepasó los 41 millones, el nivel más elevado
desde la reunificación. La tasa de empleo ha disminuido
prácticamente de forma constante desde el año 2005
y ahora se sitúa tan sólo en el 6,7%, frente al 23%
de España o el 18% de Grecia.

¿Una reforma precoz?

En 2003, con Gerhard Schroeder como canciller, Alemania
se embarcó en una serie de reformas laborales que fueron
calificadas por muchos como "el mayor cambio en el sistema de
bienestar social desde la Segunda Guerra Mundial", aun cuando
muchos otros se movían en la dirección
opuesta.

Mientras los socialistas franceses introducían la
semana de 35 horas y un mínimo arranque al alza de los
salarios, el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD)
desregulaba el mercado laboral y aumentaba la presión
sobre los desempleados para que encontrasen trabajo. Los
sindicatos y los empresarios estaban de acuerdo en fomentar la
moderación salarial en pro de una mayor seguridad laboral
y crecimiento.

A partir de 2005, el desempleo comenzó a caer,
acercándose a niveles previos a la reunificación.
En otras partes de Europa, en cambio, se empezaba a luchar contra
el paro. Pero, desde entonces, han crecido especialmente los
empleos temporales y de baja remuneración como
consecuencia de la desregulación y la promoción de
empleos flexibles y con sueldos de 400 euros, los llamados
minijobs, una opción que puede resultar atractiva para
muchos parados.

Las críticas de la OIT

La Organización Internacional del Trabajo (OIT)
ha criticado recientemente la política alemana de
competitividad salarial, considerándola como la "causa
estructural" de la crisis en la zona euro.

Según un informe que recoge France Press, las
reformas de Schroeder tuvieron como efecto "reducir los ingresos
más bajos, especialmente en los servicios, donde
aparecieron nuevos empleos de baja remuneración". Pero, al
mismo tiempo, "se hizo poco para mejorar la competitividad a
través de una progresión de la productividad",
según este informe.

La política de deflación salarial no
solamente ha afectado al consumo. "También condujo a un
aumento de la desigualdad de los ingresos a una velocidad
jamás vista, ni siquiera durante el choque producido tras
la reunificación", denuncia por su parte la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (OCDE).

La cuestión es que "los demás
países consideran cada vez más que una dura
política de deflación salarial es la
solución a su falta de competitividad", subraya el
informe.

Los economistas aseguran que el objetivo de Schroeder
era conseguir la reincorporación al mercado laboral de los
desempleados poco cualificados y de parados de larga
duración. En 2005, su último año como
canciller, se jactó en el Foro Económico Mundial de
Davos de haber construido uno de los sectores de salarios
más bajos de toda Europa, recuerda Reuters.

Hoy, siete años más tarde, los empresarios
alaban las reformas que condujeron a la existencia de los
minijobs y de los empleos temporales. "Fueron particularmente
populares entre las mujeres y los estudiantes para ganar algo de
dinero extra", o "dieron más flexibilidad a las empresas y
la posibilidad de contratar a más personas para empleos
poco cualificados y de baja productividad", son los argumentos
que más resuenan.

¿Camino a ninguna parte?

En cambio, los más críticos con las
reformas aseguran que se ha tenido que pagar un alto precio, el
que supone un mercado laboral de dos niveles. Y apuntan a que si
bien ha ayudado a trabajadores de baja cualificación a
incorporarse al mercado laboral, las encuestas muestran que no
les ha llevado a ninguna parte. Además, alegan que los
empresarios tienen pocos incentivos para crear trabajos estables,
a tiempo completo.

El resultado es que más de uno de cada cinco
empleos en Alemania es hoy un minijob: sueldos máximos de
400 euros al mes libres de impuestos. Para casi siete millones de
trabajadores este es su principal empleo.

La gran solución laboral alemana está en
el auge de los contratos con bajos salarios

"Crece la desigualdad por el aumento de los
trabajadores "pobres" en el país
teutón"…
Sueldos de un euro a la hora en el
"milagro" laboral alemán (El País –
9/2/12)

Anja lleva seis años encadenando contratos para
limpiar y lavar platos por dos euros la hora. Vive en la ciudad
alemana de Stralsund, una atractiva y pintoresca ciudad costera.
Se sorprende cuando los periódicos alemanes hablan del
"milagro laboral" del país. En un pequeño
apartamento de la misma ciudad un hombre de 50 años
asegura: "Mi empresa me explota". Habla sentado en la cocina de
su pequeño apartamento situado al este de Stralsund. "Si
pudiera encontrar algo mejor, ya me habría ido",
añade. Anja, que prefiere no dar su nombre completo por
miedo a ser despedida, tampoco puede permitirse ir a los
cafés de su ciudad.

La moderación salarial y las reformas del mercado
laboral han reducido la tasa de desempleo en Alemania hasta el
nivel de hace 20 años. El modelo alemán se cita a
menudo como un ejemplo para los países europeos que tratan
de reducir el paro y ser más competitivos. Pero los
críticos aseguran que las reformas que ayudaron a crear
puestos de trabajo también ampliaron y afianzaron un
sector de trabajos temporales y mal pagados, que aumentaron la
desigualdad salarial.

Los datos del Departamento de Trabajo alemán
muestran que los contratos con salarios bajos crecieron tres
veces más rápido que otro tipo de empleos entre
2005 y 2010. Eso explica por qué el milagro laboral "no ha
provocado que los alemanes gasten mucho más de lo que
hacían antes". En Alemania, que carece de un salario
mínimo nacional, hay sueldos que pueden estar por debajo
de un euro la hora, sobre todo en las regiones de la antigua
Alemania del este. "He visto gente que ganaba solo 55 centavos de
dólar a la hora", afirma Peter Huefken, jefe de la agencia
de empleo de Stralsund, el primero en demandar a los empresarios
por pagar tan poco. Huefken está animando a otras agencias
de empleo a seguir su ejemplo.

El Eurostat revela que los trabajadores en Alemania son
menos propensos a la pobreza que sus vecinos de la eurozona. Pero
el riesgo ha aumentado: un 7,2% de los empleados ganaban tan poco
que estaban cerca del umbral de la pobreza en 2010, frente al
4,8% en 2005. Aun así, es menor que la media de la
eurozona, donde el 8,2% de los trabajadores están cerca
del umbral de la pobreza.

El número de los llamados "trabajadores pobres"
ha crecido más rápido en Alemania que en el resto
de países con la moneda común. En respuesta,
mientras otros países europeos se apresuran a desregular,
Alemania va hacía una nueva regulación. El gobierno
conservador de Angela Merkel trata de diluir los efectos de las
reformas aprobadas por su predecesor, el socialdemócrata
del SPD Gerhard Schroeder. Y lo hace un año y medio antes
de las próximas elecciones federales, cuando se espera que
Merkel busque su tercer mandato consecutivo.

Reformas precoces

El contraste entre los niveles récord de empleo
en Alemania y la grave situación en otros países de
Europa es notable. El año pasado, el número de
contratados en Alemania superó por primera vez la barrera
de los 41 millones de trabajadores. La tasa de paro se ha
reducido constantemente desde 2005 y ahora se sitúa en
solo el 6,7%, frente al 23% en España y el 18% en
Grecia.

Ha sido una dura batalla desde que el paro alemán
alcanzara su punto máximo tras la reunificación en
1990. Entonces, muchas empresas de la Alemania del este
naufragaron en una sociedad de libre mercado cuando cayó
el Muro de Berlín. El paro se fue por encima del 20%. La
globalización puso a la economía alemana,
dependiente de las exportaciones, bajo serias presiones
competitivas, y les obligó a adaptarse rápidamente
a la nueva situación. En 2003, Alemania se embarcó
en un sistema de reformas que fueron calificados como el mayor
cambio en el estado de bienestar desde la Segunda Guerra Mundial.
Mientras, muchos de los países vecinos se movían en
la dirección opuesta: Los socialistas franceses
introdujeron la semana de 35 horas y pusieron en marcha los
salarios mínimos. Por contra, los socialdemócratas
alemanes del SPD desregularon el mercado laboral y aumentaron la
presión sobre los desempleados para que buscaran trabajo.
Sindicatos y empresarios pactaron una moderación salarial
a cambio de seguridad en el empleo y crecimiento. Un modelo
laboral flexible y subvenciones del Gobierno redujeron las horas
de trabajo para permitir a los empresarios ajustarse al ciclo
económico sin necesidad de contrataciones ni
despidos.

A partir de 2005, el desempleo comenzó a caer y
se acercó a los niveles anteriores a la
reunificación. En otras partes de Europa, los gobiernos se
enfrentan ahora a altas tasas de paro emprendiendo reformas
laborales. El presidente de Francia, el conservador Nicolas
Sarkozy, ha citado repetidamente en los últimos meses las
reformas de la "Agenda 2010" que Schroeder puso en marcha como un
ejemplo para su país. Las reformas laborales que se
están introduciendo en España y Portugal tienen
muchos puntos en común con el sistema
alemán.

El sector con salarios bajos más importante de
Europa

El crecimiento del empleo en Alemania se ha debido
fundamentalmente al aumento del modelo de bajos sueldos y a las
agencias de trabajo temporal, impulsados por la
desregulación y la promoción de la de flexibilidad
y a los contratos de bajos ingresos, subvencionados por el
Estado, llamados mini-jobs. El número de trabajadores con
contrato indefinido de salarios bajos -definido como aquellos que
ganan menos de dos tercios de los ingresos medios- se
elevó un 13,5% hasta los 4,3 millones entre 2005 y 2010.
Un crecimiento tres veces más rápido que otra
modalidad de empleo, según el Departamento de Trabajo. Los
empleos las empresas de trabajo temporal alcanzaron un
récord en 2011 con 910.000 puestos de trabajo -el triple
que en 2002, cuando Berlín comenzó la
desregulación-.

Los economistas aseguran que la intención de
Schroeder fue lograr una rápida expansión de estos
sectores (salarios bajos y trabajos temporales) para conseguir la
incorporación al mercado laboral de trabajadores pocos
cualificados y desempleados de larga duración. En 2005, el
último año de Schroeder como canciller,
presumió en el Foro Mundial de Davos: "Hemos construido
una de los mejores sectores de salarios reducidos de Europa".
Siete años más tarde, los empresarios alaban las
reformas que les permitieron crecer con minijobs y trabajos
temporales.

"El argumento de los sindicatos de que los (mini)
empleos provocan que las condiciones de trabajo sean más
precarias en Alemania no es válido", dijo Mario Ohoven,
jefe de la asociación "Mittelstand" de pequeñas y
medianas empresas. Ohoven, asegura que este tipo de empleos
fueron particularmente populares entre las mujeres y los
estudiantes que trataban de ganar algo de dinero extra. Por su
parte, Juergen Wuttke, de la patronal BDA, indica que las
reformas ofrecieron a las compañías una mayor
flexibilidad y la capacidad para contratar a más gente con
baja cualificación y de baja productividad.

Fritz Engelhardt, que dirige un pequeño hotel de
tres estrellas en el sur-oeste de la ciudad de Pfullingen,
señala que cuenta con dos trabajadores con minijob que le
ayudan durante el fin de semana y hacen pequeños recados.
"Mucha gente en el sector de la restauración tratar de
hacer frente a los picos de trabajo del fin de semana o cuando
tienen eventos especiales mediante los minijobs",
añadió Engelhardt. "En las grandes cadenas, los
hoteles pueden utilizar a la plantilla de una filial, pero para
las empresas pequeñas y medianas los miniempleos son
cruciales para su propia existencia".

Incluso las grandes multinacionales alemanas se acogen a
estas nuevas formas de empleo para lograr mayor flexibilidad.
Adidas, el segundo mayor fabricante mundial de ropa deportiva, y
la cadena de supermercados Kaufland, que forma parte del mismo
grupo que la cadena de descuento Lidl, se valen de mini-empleos
para llenar las vacantes de personal cuando el negocio lo
requiere.

Los datos de la OCDE reflejan que en Alemania los
contratos con salarios bajos son el 20% de los trabajos a tiempo
completo, frente al 8,0% en Italia y un 13,5% en Grecia. Los
críticos creen que las reformas de Alemania han supuesto
un alto precio ya que arraigó firmemente el sector de
sueldos bajos y deprimió los salarios, lo que llevó
a un mercado laboral de dos niveles. Las nuevas categorías
de bajos ingresos, puestos de trabajo subvencionados por el
Estado -un modelo que está siendo considerado en
España- han demostrado ser especialmente
problemáticos. Algunos economistas señalan que son
contraproducentes. Fueron creados para ayudar a aquellos que
eventualmente tenían malas perspectivas de empleo se
reintegraran en el mercado laboral, pero las encuestas muestran
que para la mayoría de la gente no condujo a ninguna
parte.

Los empresarios tienen pocos incentivos para crear
trabajos a tiempo completo normales si existe la posibilidad de
emplear a trabajadores con contratos flexibles. Uno de cada cinco
puestos de trabajo es ahora un "mini-trabajo", en los que los
trabajadores ganan un máximo 400 euros al mes libres de
impuestos. Para casi cinco millones de trabajadores este es su
principal empleo, que requiere financiación de fondos
públicos. "Los empleos a tiempo completo normales se
están dividiendo en mini-empleos", indicó Holger
Bonin del ZEW, un think tank con sede en Mannheim. Y no hay mucho
que hacer para impedir que los empresarios paguen poco con
minijobs puesto que saben que el Gobierno les va a apoyar y
además no hay un salario mínimo legal.

Los sindicatos y los empresarios en Alemania optan
tradicionalmente por pactos salariales colectivos, bajo el
argumento de que un salario mínimo legal podría
suprimir puestos de trabajo. Pero estos acuerdos sólo
afectan a algo más de la mitad de la población
empleada y, además, pueden ser evitados. "Muchos de mis
amigos trabajan como carpinteros, pero las empresas los registran
como conserjes en sus contratos para evitar el pago del salario
negociado en el convenio colectivo", asegura un parado de 33
años de edad, que prefiere no dar su nombre. La
desregulación de las empresas de trabajo temporal
también ha dado a los empresarios menos incentivos para
contratar a trabajadores de plantilla con contratos con una
protección de empleo y un salario decente. A los
trabajadores temporales se les paga menos que al personal de
plantilla alemán. Los bajos salarios de los miniempleos y
una mayor presión sobre los desempleados para conseguir un
trabajo han tenido un impacto deflacionario en los salarios en
todos los sectores, según algunos economistas.

Mientras la desigualdad salarial, que solía ser
tan baja en Alemania como en los países nórdicos,
ha aumentado considerablemente durante la última
década. Los trabajadores con sueldos bajos ganan menos
respecto a la media en Alemania que en el resto de países
de la OCDE, excepto en Corea del Sur y los Estados Unidos. "Los
pobres han perdido claramente a la clase media, más en
Alemania que en otros países", asegura el economista de la
OCDE Isabell Koske. La caída de los salarios y la
inseguridad laboral han mantenido un tope en la demanda
doméstica, el talón de Aquiles de la
economía alemana que depende de las exportaciones, pese a
la exasperación de sus vecinos. "La demanda de
importaciones es baja, a pesar de que Alemania tiene uno de los
mejores resultados de la zona del euro y podría contribuir
más a un mejor desempeño de sus países
socios", dijo Ekkehard Ernst de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT).

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