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Los “nuevos” pobres, de los países ricos II (un relato trágico de la crisis) (página 7)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12

Con la inminencia de las elecciones de 2013 y los
vecinos europeos quejándose por los desequilibrios
comerciales, los líderes de Alemania, han puesto el asunto
de los bajos salarios en su agenda. La canciller Merkel tiene
previsto introducir un salario mínimo para los sectores
que aún no tienen uno y el ministro de Trabajo, Ursula von
der Leyen, prevé lanzar una campaña para que los
trabajadores temporales se les pague tanto como a los de
plantilla.

"El hecho de que tengamos un gobierno conservador que
está discutiendo el establecimiento de un salario
mínimo, es un hecho que dice algo", señaló
Enzo Weber, del Instituto alemán para la
Investigación de Empleo (IAB). "Cualquiera que sea el
gobierno que venga a continuación, las medidas que aplique
para hacer más flexible el mercado laboral no irán
al mismo ritmo. Hemos llegado a un punto crítico y no creo
que vaya a ir más allá". Ekkehard Ernst de la OIT
considera que Alemania sólo puede esperar que otros
países europeos no emulen sus políticas salariales
deflacionarias, ya que la demanda caerá: "Si todo el mundo
hace lo mismo, no habrá nadie a la izquierda de la
exportación".

Apadrinemos un niño de la Unión
Europea

Fuente: (BBCMundo.com – 20/2/12)

Monografias.com

Los unos y los otros
(tópicos, mentiras y cintas de
video)

"La crisis de la eurozona ha mostrado las divisiones
que existen en la familia europea y Grecia en particular ha sido
frecuentemente víctima de las críticas. La
acusación más frecuente es que los griegos han
estado viviendo por encima de sus posibilidades. Pero las
estadísticas muestran una sorprendente historia y sugieren
que si el país perdió el rumbo no fue debido a su
haraganería"…
¿Son los griegos los que
más trabajan en Europa? BBCMundo –
27/2/12)

De hecho, si miramos al promedio anual de horas
trabajadas por cada trabajador, los griegos aparecen como muy
trabajadores. Las cifras de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)
muestran que el trabajador griego promedio trabaja 2.017 horas al
año, más que el de cualquier otro país
europeo. Y de los 34 miembros de la OCDE, sólo está
dos lugares por detrás del líder, que es Corea del
Sur.

Por otro lado, el trabajador promedio alemán
-normalmente considerado como la máxima expresión
de la dedicación al trabajo- sólo llega a 1.408
horas en el año. Alemania ocupa el puesto 33 sobre 34 en
la lista de la OCDE (24 de 25 si sólo tenemos en cuenta a
los europeos). Y sólo hay otro miembro de la OCDE cuyos
trabajadores trabajan menos horas: los Países Bajos, con
1.377.

Así, resulta que en Grecia un trabajador promedio
pasa trabajando un 40% más de tiempo que sus similares en
Alemania.

Los que más y los que menos en Europa

Más horas
trabajadas

Más
productivo

Menos horas
trabajadas

Menos productivo

1

Grecia

Luxemburgo

Países Bajos

Polonia

2

Hungría

Noruega

Alemania

Hungría

3

Polonia

Irlanda

Noruega

Turquía

4

Estonia

Bélgica

Francia

Estonia

5

Turquía

Países Bajos

Dinamarca

República Checa

6

República Checa

Francia

Irlanda

Portugal

7

Italia

Alemania

Bélgica

Eslovaquia

8

Eslovaquia

Dinamarca

Austria

Grecia

9

Portugal

Suecia

Luxemburgo

Eslovenia

10

Islandia

Austria

Suecia

Islandia

Fuente: OCDE

Como los dos mercados laborales están
estructurados en forma diferente, es realmente difícil
compararlos. Sin embargo, si tenemos en cuenta estos factores y
quitamos a los trabajadores a tiempo parcial y los
autónomos y miramos sólo a los trabajadores
asalariados a tiempo completo, los griegos siguen trabajando casi
un 10% de horas que los alemanes. Esto es porque los alemanes se
toman por vacaciones, enfermedad y maternidad en promedio cuatro
semanas más que los griegos.

Un aspecto a considerar, sin embargo, es que hasta
aquí nos hemos estamos enfocando en aquellos que
están empleados. Pero sólo el 60% de los griegos en
edad de trabajar tienen trabajo comparado con un 72% en
Alemania.

Se podría pensar, entonces, que si miramos al
número promedio de horas trabajadas por todos aquellos en
edad de trabajar -dividendo el número total de horas
trabajadas por la población activa- Alemania
pasaría a liderar las posiciones. Pero no. Aun así,
Grecia le gana a Alemania. ¿Por qué es entonces que
Grecia necesita ser rescatada por Alemania? Es una pregunta
complicada.

Cameron: solo nos interesan los inmigrantes…
¿ricos?

"Solo los inmigrantes no comunitarios con un sueldo
de al menos 35.000 libras (42.000 euros) anuales podrán
acceder a la residencia permanente en el Reino Unido,
según una nueva normativa anunciada hoy por el Gobierno
británico"…
Los inmigrantes que cobren menos de
42.000 euros tendrán que irse del Reino Unido (Gaceta.es –
29/2/12)

De esta manera, el Ejecutivo de David Cameron quiere
reducir de 60.000 a 20.000 el número de inmigrantes y sus
familias de fuera de la Unión Europea (UE) que se
establecen cada año de forma permanente en este
país tras cinco años de haber trabajado en
él.

Con los cambios en la legislación, que
entrarán en vigor en abril de 2016, los inmigrantes no
comunitarios cuyo sueldo sea inferior a esa cantidad
tendrán que abandonar el Reino Unido después de
cinco años.

"En el futuro, ejerceremos más control para
asegurarnos de que solo se quedan los mejores y más
inteligentes", dijo hoy la ministra del Interior, Theresa May, en
una declaración escrita al Parlamento.

El umbral de 35.000 libras se podrá eludir en el
caso de sectores económicos donde haya "escasez de gente
cualificada" y tampoco se aplicará a científicos y
estudiantes de doctorado, indicó.

También se restringirá la entrada de
trabajadores domésticos a aquellos que viajen con sus
jefes, como en el caso de diplomáticos o empresarios que
estén temporalmente en el Reino Unido, y estos no
podrán cambiar de empleo ni solicitar la
residencia.

En cuanto a los estudiantes, que conforman un gran
porcentaje entre los inmigrantes, solo podrán quedarse
aquí tras licenciarse si consiguen un trabajo pagado con
un mínimo de 20.000 libras (23.800 euros)
anuales.

Esta es la primera vez que el Reino Unido fija un
criterio económico para decidir sobre el permiso de
residencia, que hasta ahora se concedía si los
interesados, a menudo con familia e hijos, demostraban que
habían arraigado en el país.

El objetivo del Gobierno de coalición
conservador-liberaldemócrata es reducir la
inmigración neta anual del nivel actual de unas 250.000
personas a menos de 100.000 para 2015, lo que ha sido cuestionado
desde sectores políticos y empresariales por el efecto que
puede tener en la economía.

El "milagro" alemán no llega al 23% de sus
ciudadanos (ni siquiera son mileuristas)

"El lumpenproletariat renace en Alemania. El 23 por
ciento de los ciudadanos de este país cobra sueldos bajos,
tan bajos que no llegan a mileuristas. Según un estudio de
la Universidad de Duisburg-Essen, ocho millones de personas
cobran menos de 9,15 euros brutos por hora. 4,1 millones menos de
7 euros, 2,5 millones menos de seis y 1,4 millones menos de cinco
euros la hora trabajada. Curiosamente, los salarios miserables
han aumentado más en los Länder occidentales, los
más ricos, (un 68 por ciento) que en los orientales (la
antigua RDA) en los últimos quince años"…
El
23% de los alemanes cobra sueldos tan bajos que no llegan a
mileuristas (El Confidencial – 15/3/12)

Estas son las consecuencias de la reforma laboral que
entró en vigor en el año 2005 y de la negativa
oficial a introducir un salario mínimo profesional. Y
demuestran que, en contra de lo que se afirma en España,
en la República Federal se crean puestos de trabajo,
sí, y la tasa de paro es de un 6,7 por ciento, pero se
crea sobre todo empleo de baja calidad, con sueldos bajos o muy
bajos, trabajos temporales o trabajos mercenarios y precarios
proporcionados por agencias de colocación o
intermediarios, sin ninguna garantía de futuro. Así
cualquiera puede ser competitivo en Europa, chinos
aparte.

Casi al mismo tiempo los alemanes han sido informados de
los sueldos de los grandes ejecutivos de este país en el
año 2011: Martin Winterkorn, el jefe de la Volkswagen,
ganó 16,6 millones de euros; Peter Löscher, el jefe
de Siemens, 8,7 millones. Dieter Zetsche, de Daimler, otros 8,7
millones. Grandes empresas, grandes sueldos. Nada comparable con
el salario de la canciller Merkel, 196.000 euros anuales. O los
casi 200.000 euros anuales de pensión vitalicia asignados
al dimitido presidente federal Christian Wulff, imputado por
corrupción. 200.000 euros por apenas dos años en el
cargo.

La gente empieza a estar harta de esas enormes
diferencias, de esta sociedad tan injusta y moralmente tan
cuestionable que está viendo nacer. ¿Por qué
no una pensión vitalicia y generosa también para
médicos, enfermeras, bomberos, maestros, profesores, etc.?
¿Por qué se niegan subidas salariales de un 5,8 por
ciento a los empleados públicos, ahora que la
economía va bien, cuando, con la inflación, sus
salarios apenas han subido en los últimos años? El
sociólogo Wilhem Heitmeyer ha hecho un estudio a lo largo
de los últimos diez años sobre el estado
psicológico de los alemanes y ha llegado, entre otras, a
esta conclusión: el 58 por ciento cree que la sociedad se
ha hecho más injusta y menos solidaria.

A pesar de la propaganda oficial y de lo que se cree en
el extranjero, los alemanes experimentan un creciente malestar
ante este nuevo mundo, en el que sólo las élites
políticas y económicas, encapsuladas en sus propios
círculos, parecen disfrutar de privilegios y de un futuro
asegurado. Nadie puede descartar que todo este fondo de malestar
y de disgusto se pueda transformar un día en
violencia.

La sociedad alemana, cualquier sociedad, no puede crecer
sana si los valores dominantes son la codicia, el egoísmo
y los principios -tan españoles, por otra parte- del
"sálvese quien pueda" y "el que venga detrás, que
arree". El país más rico de Europa no puede estar
orgulloso de la reaparición del lumpenproletariat al que
se refirieron Marx y Engels. Y de que sus clases medias se
sientan cada vez más inseguras. Ese lumpenproletariat, ya
lo advirtió Karl Marx, puede ser la carne de
cañón perfecta para los reaccionarios y los
populistas de todo tipo. No sólo el lumpenproletariat
está de regreso, también los caudillos con sus
soluciones simplonas…Tiembla Europa.

"Las cenizas de Angela": sociedades injustas, que se
pueden volver violentas

"Alemania cuenta con un envidiable 7,4% de paro,
según datos de la Agencia Federal de Trabajo del
último mes de febrero. Sin embargo, un estudio del
Instituto para el Trabajo y la Cualificación de la
universidad de Duisburg-Essen alerta sobre las carencias del
sistema laboral alemán. Alrededor de ocho millones de
personas, lo que equivale a uno de cada cuatro trabajadores,
cobra menos de 9,15 euros brutos por hora. El estudio calcula que
el salario medio en Alemania se sitúa en los 13,73 euros
por hora"…
Uno de cada cuatro alemanes cobra menos de 9,15
euros brutos por hora (El Economista – 16/3/12)

El periódico alemán Süddeutsche
Zeitung publicó el 15/3/12 las cifras del estudio en un
artículo en el que muestra las "sombras" del "milagro" del
sistema laboral alemán y en el que se plantea si
sólo se trata de una "quimera".

Entre los años 1995 y 2012 se registró un
aumento de 2,3 millones de empleados que recibieron un salario
mínimo. El estudio también alerta de que 1,4
millones de empleados en Alemania no llegan a ganar cinco euros
por hora trabajada. La mitad de los trabajadores que reciben esta
remuneración trabaja a jornada completa.

Las diferencias entre el este y del oeste de Alemania
aún están presentes, incluso más de veinte
años después de la reunificación. En 2010,
la media de los salarios más bajos se situó en 6,68
euros en el Oeste del país, y en 6,52 euros en las partes
de la antigua República Democrática
Alemana.

El estudio alerta además de la situación
precaria en la que se encuentran los empleados de los llamados
minijobs (mini trabajos), por los que un empleado recibe un
sueldo base de 400 euros mensuales, sin tener que restarle
impuestos.

Hasta 7,4 millones de personas, especialmente mujeres,
tienen un minijob en Alemania. Estos puestos de trabajo se
crearon para personas que querían ampliar los ingresos de
una pensión, jóvenes estudiantes o para gente que
ya recibía un subsidio social.

Los europeos y la emigración laboral (buscarse la
vida lejos de su casa)

"Según un estudio del Eurobarómetro
realizado en 2005, poco antes del estallido de la crisis, casi un
30% de los españoles con trabajo nunca había
cambiado de empleador. Sólo los países del este y
el sur de Europa presentan porcentajes superiores, con Malta y
Grecia por encima del 40%. En el lado contrario, las
economías más dinámicas y avanzadas, como
Dinamarca, Reino Unido o Suecia, estaban por debajo del 10%: es
decir, en estos países, casi todo el mundo ha estado en
más de una empresa a lo largo de su vida laboral"…

¿Por qué los españoles no se quieren mover
de casa? (Libertad Digital – 23/3/12)

Otro dato significativo es que en 2006 España era
el cuarto socio con menos nacionales viviendo en otros
países de la UE: el 0,7%. Sólo Grecia,
Hungría y Austria le superan. Esta cifra está
influida por cuestiones geográficas o históricas:
por ejemplo, Luxemburgo, un país muy pequeño, e
Irlanda, con muchos lazos con el Reino Unido, están en los
primeros puestos. Aun así, no deja de ser significativo
que Alemania, Holanda o Francia tengan casi el doble (en
porcentaje) de ciudadanos que trabajan en alguno de sus vecinos
comunitarios.

Porque, además, el problema no es sólo de
movilidad hacia el extranjero. Como puede verse en el siguiente
gráfico, tanto en lo que hace referencia a desplazamientos
a otras provincias dentro del mismo estado, como a otros
países de la UE, como a lugares extracomunitarios,
España permanecía en 2005 como uno de los miembros
con menor movilidad. Sólo los países del este de
Europa, Portugal o Italia presentaban números más
bajos. De esta manera, mientras que más de un 40% de
suecos o daneses vivían fuera de su región de
origen (y en un porcentaje elevado, en otro país) menos de
un 15% de los españoles puede decir lo mismo.

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Las cifras anteriores se refieren al pasado, pero
según una encuesta del Eurobarómetro realizada a
finales de 2009, con la crisis ya muy avanzada, refleja una
actitud similar hacia el futuro. Los españoles
también están entre los europeos con menos ganas de
su país en busca de trabajo. Así, sólo el
12% de los hispanos declaran tener previsto salir a por un empleo
más allá de sus fronteras en algún momento
de su vida laboral. Enfrente, numerosos daneses (51%), estonios
(38%) o suecos (37%) sí afirman que está en sus
planes un gran cambio de aires.

En este mismo estudio se preguntaba a los encuestados si
creían que tendrían buenas opciones de encontrar un
empleo mejor en el extranjero. Curiosamente, un 44% de los
españoles decía que "SÍ", un porcentaje por
encima de la media de la UE-27. Sin embargo, sólo el 18%
de los que habían contestado afirmativamente, decía
tener intención de salir del país. Es decir, muchos
españoles piensan que laboralmente les podría ir
mejor fuera de su país, pero muy pocos probarán
suerte. Sólo italianos, checos y griegos tienen menos
espíritu aventurero (ver gráfico debajo). Mientras,
apenas el 19% de los daneses creía que podría
encontrar un trabajo mejor en el extranjero; pero el 64% de los
que así pensaba se declaraba dispuesto a
intentarlo.

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La foto que sale de todo lo visto hasta ahora nos
muestra un país en el que existe poca movilidad laboral:
entre empresas, entre provincias y, por supuesto, con otros
estados. Curiosamente, en la misma encuesta del
Eurobarómetro, se muestra que España es la cuarta
opción más escogida a la pregunta de
"¿Dónde le gustaría trabajar si tuviera que
dejar su país?". Sólo EEUU, Reino Unido y Australia
están por delante. Es posible que los españoles ya
hayan descubierto las bondades de su tierra. Quizás por
eso les cueste tanto dejarla.

Reino Unido: entre la "privatización" y el
"olvido"

"Los cinco días de disturbios en Londres y
otras ciudades británicas en agosto de 2011 tuvieron sus
raíces, entre otros factores, en la pobreza, la
desmotivación, la falta de oportunidades y la ausencia de
un entorno familiar sano"…
Estudio sobre los motines
británicos encuentra "500.000 familias olvidadas"
(BBCMundo – 28/3/12)

Así lo constató el Panel de Comunidades y
Víctimas de los Disturbios, un grupo de expertos
establecido tras las revueltas de agosto del año 2011 para
investigar sus causas, que además lanzó una
advertencia sobre la mala influencia de la publicidad excesiva
sobre los jóvenes. Según el informe del Panel,
500.000 familias permanecen en el desamparo y el olvido del
sistema social del Reino Unido.

La falta de cuidado de los padres, la incapacidad del
sistema judicial para evitar la reincidencia y la escasa
confianza en la policía son algunas de las causas que se
señalan para explicar el estallido de violencia que
extendió el caos por las calles británicas durante
unos días.

En las revueltas hubo un total de cinco víctimas
mortales y se cree que hasta 15.000 personas participaron en las
protestas. La mecha que prendió la violencia fue la muerte
de Mark Duggan en el barrio londinense de Tottenham el 4 de
agosto de 2011 por un disparo de la policía, que intentaba
arrestarlo.

En un primer informe, el Panel señaló que
las primeras revueltas surgieron por el manejo que hizo la
policía de la muerte de Duggan. Ahora, los investigadores
van más allá y apuntan a causas profundas para
explicar la crisis: "Las familias no reciben el apoyo que
necesitan".

El portavoz y presidente del panel, Darra Singh,
subrayó que "tenemos que involucrar a todo el mundo en la
sociedad. Hay gente que se está agolpando en el fondo,
personas incapaces de cambiar sus vidas. "Cuando la gente siente
que no tiene un motivo para mantenerse al margen de líos,
las consecuencias para las comunidades pueden ser devastadoras".
"Las causas de los disturbios fueron complejas y no hay una cosa
única que pueda evitar que ocurran de nuevo".

Los investigadores que forman el Panel realizaron
entrevistas en distintas comunidades británicas afectadas
por el desempleo y la criminalidad juvenil. Gran parte de los
entrevistados achacan las revueltas a los malos cuidados de los
padres.

"Hay jóvenes en las calles de Salford,
Manchester, Birmingham y más allá que les
dirán que el desempleo es una trampa de la que no pueden
escapar". "Sin embargo, hay gente en esos barrios que insisten en
que esos mismos jóvenes no hacen lo suficiente para
ayudarse a sí mismos", sostiene el periodista de la BBC,
Chris Buckler, en una observación que muestra la
complejidad de esta cuestión.

En un intento por prevenir futuros conflictos, desde el
Panel se hace un llamado al sistema de justicia penal para que no
sólo se castigue a aquellos que cometan un delito sino
para que se combata la reincidencia.

El Panel recomienda que las escuelas que fracasen en el
intento de mejorar las tasas de alfabetización de los
alumnos de acuerdo a los estándares mínimos paguen
una penalización. Los centros educativos tienen que
demostrar cómo están construyendo la personalidad
de los alumnos y ser capaces de ofrecer consejo profesional o
académico a cada niño y adolescente.

Recomendaciones del Panel

•Las autoridades locales deberían seguir con
atención a aquellos jóvenes que, a partir de los 11
años, estén en riesgo de estar
desempleados

•El gobierno debe nombrar a un "mediador
independiente" que modere un diálogo entre las grandes
marcas y el gobierno sobre cómo proteger a los menores de
una publicidad excesiva

•Los jóvenes delincuentes deben tener un
mentor cuando terminen sus sentencias de cárcel

•Los servicios policiales deberían hacer
más para desmitificar algunas cuestiones que afectan a la
imagen que la gente tiene de la integridad de las autoridades,
especialmente en temas como la muerte de hombres negros bajo
custodia policial

•Los servicios policiales deben revisar sus
procedimientos de denuncia

•También le exige al gobierno tener un papel
más importante y "ofrecer una garantía de trabajo
para todos los jóvenes que han estado desempleados durante
dos o más años"

La pobreza y el desempleo no sorprenden a nadie como
causas para explicar el descontento social. Un elemento
sorprendente de esta investigación, es la responsabilidad
que se atribuye a las marcas y la publicidad como factores
desencadenantes de inestabilidad.

Así, el 85% de los encuestados por el Panel
opinó que "la publicidad presiona a los jóvenes
para que compren los últimos productos". Esto
explicaría, en parte, las imágenes de
jóvenes saqueando tiendas durante los disturbios y
llevándose pantallas planas de televisión o lo
último en tecnología.

En este sentido, el director de políticas de
Children"s Society, Enver Solomon, dijo: "Sabemos por nuestro
trabajo que hay una relación significativa entre la
privación material de un niño y su
satisfacción general con la vida".

Plaza Syntagma (Atenas): una metáfora en carne
propia (el suicidio de Europa)

"Indignación y dolor en Grecia el día
después de que un jubilado griego de 77 años se
suicidara ante el Parlamento heleno, situado en la plaza Syntagma
de Atenas. El jubilado quería se disparó en la
cabeza después de gritar: "¡Tengo deudas, no puedo
soportarlo más!" y "no quiero dejar mis deudas a mis
hijos""…
Conmoción en Grecia por el suicidio de un
jubilado: "la austeridad mata" (El Economista –
5/4/12)

En una nota de suicidio hallada en un bolsillo de su
abrigo, el hombre, un farmacéutico jubilado, culpaba a los
políticos y a los problemas económicos de su
decisión de quitarse la vida, según la
policía.

El Gobierno "ha eliminado cualquier esperanza de que yo
sobreviva y no puedo obtener justicia, no encuentro otra forma de
lucha más que un final digno para no tener que empezar a
rebuscar en la basura para conseguir comida". Y concluía:
"Algún día, los jóvenes sin futuro
tomarán las armas y colgarán a los traidores de
este país en la Plaza Syntagma, al igual que hicieron los
italianos con Mussolini en 1945".

Decenas de personas acudieron a la plaza para rendir
homenaje al hombre. Una nota colocada en un árbol dice
"Basta ya", y en otra se lee la pregunta "¿Quién
será la próxima víctima?". Otras consignas
similares abundan en el mensaje y culpaban al Gobierno: "La
austeridad mata", "Fue un asesinato, no un suicidio", "La sangre
fluye y busca venganza".

Los "indignados", que han estado protestando en las
calles contra las medidas de austeridad aprobadas en Grecia por
la presión ejercida por la Unión Europea y el Fondo
Monetario Internacional, que han ofrecido dos rescates
económicos al Estado griego, se manifestaron ayer por la
tarde noche, provocando nuevos disturbios, una imagen habitual en
los últimos años.

Uno de cada cinco griegos está desempleado y en
la sociedad hay un sentimiento de humillación nacional que
ha acompañado a los recortes en los salarios y las
pensiones.

Costas Lourantos, presidente del sindicato de
farmacéuticos de la región de Ática, donde
se encuentra Atenas, señaló que recuerda que se
reunió con el hombre hace varios años y le
llamó la atención su dignidad. "Cuando gente digna
como él llega a esa situación, alguien tiene que
responder por ello", opinó Lourantos, que considera que
hay un "instigador moral de este crimen", y es "el Gobierno, que
ha llevado a la gente a esa situación de
desesperación". Lourantos ha añadido que ha
recibido una llamada anónima de una farmacéutica
que le ha dicho que ella será la próxima que se
suicide. "Estoy como loco tratando de descubrir quién era
para poder evitarlo", ha explicado.

Los políticos -sobre todo los que se oponen a los
rescates y los planes de ajuste- no pudieron menos que aprovechar
el impacto: "Cuando la gente empieza a suicidarse en Sintagma, es
el final, la cohesión social ha estallado", ha dicho
Yorgos Karatzaferis, líder del ultra Laos (cuarta fuerza
en el Parlamento). Antonis Samarás, previsible primer
ministro tras las próximas elecciones, se declaró
"devastado" por la noticia, mientras el líder socialista,
Evánguelos Venizelos, argumentó que el suceso era
tan monstruoso que "hacía irrelevante y vano cualquier
comentario político". El primer ministro, Lukas Papademos,
pidió a sus conciudadanos que "en estas horas
críticas" extremen la vigilancia "para no desatender a
aquellos que lo están pasando tan mal".

Si bien los suicidios han aumentado en un 40% desde el
inicio de la crisis, según datos de junio de 2011 del
Ministerio de Sanidad, nadie puede dar crédito a esta
muerte en directo -en Grecia el suicidio sigue siendo un
tabú-, aunque todos comprenden sus razones. "La gente
está pasando hambre", decía una mujer,
también jubilada, junto al lugar del suicidio; "conozco
familias que no tienen dinero ni siquiera para comprar leche para
sus hijos". Día tras día, los periódicos se
hacen eco, brevemente y como de pasada, de decesos de
"pequeños empresarios arruinados" que, casualmente -nunca
se cita el suicidio como causa, siquiera como pista-, se caen por
el balcón o por un barranco, o mueren "en un desdichado
accidente" (amplia gama de posibilidades, de la sobredosis al
corte de venas). La Iglesia ortodoxa sigue negándose a
enterrar en sagrado a los suicidas, de ahí el velo de
silencio que aún se cierne sobre estos hechos. Una censura
que la muerte en directo de hoy podría quebrar.

La muerte de Christulas -separado, propietario de una
farmacia que vendió a un colega en 1994 y afín al
movimiento de los aganaktismeni (indignados)- ha puesto de
relieve dos fenómenos cada vez más concatenados: la
crisis económica y el incremento de las enfermedades
mentales y los suicidios. En los primeros cinco meses de 2011, se
suicidaron un 40% más de griegos que en el mismo periodo
de 2010, según el Ministerio de Sanidad. Fuentes de la
policía griega señalan que los casos documentados
de suicidio -intentos incluidos- han sido 1.730 desde principios
de 2009 hasta diciembre de 2011. Pero para el responsable de la
ONG Klimaka, en declaraciones al diario Eleftheros Typos, el
número simplemente se ha duplicado en el último
año.

Los jubilados han visto reducidas sus pensiones un
promedio del 15% desde que empezó la crisis, a comienzos
de 2010; las superiores a 1.200 euros mensuales han sufrido una
merma adicional del 20%. Con una pensión media de 550
euros, y un gasto en medicinas de 150 -el que se calcula puede
verse obligado a desembolsar un pensionista con una enfermedad
crónica, ahora que las subvenciones al gasto
farmacéutico desaparecen-, la liquidez disponible para
afrontar los gastos mínimos de manutención no
alcanza: el litro de leche ronda los 1,5 euros; cuatro yogures,
otro tanto; el IVA del gasóleo de calefacción se
eleva ya al 18%, y la controvertida tasa inmobiliaria que
aprobó el Gobierno en septiembre -otro recurso a la
desesperada para hacer caja- encarece los recibos de la
contribución (y deja sin luz en caso de
impago).

Los jubilados son uno de los colectivos más
afectados por la crisis. "Junto con los menores y los
inmigrantes, son los beneficiarios naturales de nuestros
programas de reparto de medicinas y alimentos", explicaba un
portavoz de la ONG Médicos del Mundo-Grecia, que, junto
con otras organizaciones y la Iglesia ortodoxa, apenas si
consigue paliar los embates más descarnados de la crisis.
"Hemos constatado numerosos casos de desnutrición entre
ellos, producto de restricciones en la dieta o, directamente, de
ayunos forzosos por falta de comida y de dinero para comprarla.
Los pensionistas son asimismo los principales usuarios de
nuestras clínicas callejeras, a las que hace solo dos
años recurrían únicamente colectivos
marginales, como drogadictos o prostitutas", concluía el
portavoz.

Sus vecinos del barrio de Ambelokipi, zona residencial a
unos pasos del centro, recuerdan a Dimitris Christulas como un
hombre comprometido, en la órbita de la izquierda, que
participaba en la asociación de vecinos, en el foro de los
indignados y el movimiento Den Plirono (Yo no pago). Algunos
aluden a hipotéticos problemas de salud como
desencadenantes de la decisión; otros, a la suma de vejez,
soledad y desesperanza. Horas antes de morir, Christulas
pagó el alquiler del apartamento donde vivía, solo.
Luego cogió el metro hasta Sintagma y se pegó un
tiro, con una nota en el bolsillo animando a la lucha
armada.

Los habitantes de las zonas desfavorecidas se sienten
traicionados por los políticos

""April in Paris, chesnuts in blossom…" han
cantado romántica y sensualmente Frank Sinatra, Ella
Fitzgerald, Louis Armstrong y tantos otros en uno de los
más sublimes himnos a la ciudad del amor, que se tiene a
sí misma por la más bella del mundo. Sexys y
cálidas sensaciones sobre "abril en París,
castaños en flor…" que ha comprado el universo
mundo sobre la Ciudad de la Luz y que saltan por los aires justo
en la periferia de la capital. En Clichy-sous-Bois, sin ir
más lejos, la localidad deprimida foco de la
insurrección popular del otoño de 2005 que durante
tres semanas cortó el aliento a Francia y ofreció
al orbe una imagen muy distinta a la de la armonía y el
bienestar que la Francia de la libertad, la igualdad y la
fraternidad gusta de presentar como singular etiqueta
gloriosa"…
Una bomba de relojería en la Francia de
los barrios (El País – 18/4/12)

Seis años y medio han pasado desde entonces, la
mayor revuelta vivida por el país desde mayo del 68, unas
jornadas en las que por toda Francia resonó el "morralla"
con que el estridente Nicolas Sarkozy, a la sazón ministro
del Interior, etiquetó a los jóvenes sin oficio,
beneficio ni expectativas que protagonizaron aquel
espontáneo alzamiento popular sin líder ni programa
que convirtió a barriadas de todo el país en una
tea.

"No han cambiado mucho las cosas desde la revuelta
social de 2005, excepción hecha de la renovación
urbana. No se ha tratado del lado humano. Es intolerable dejar
que problemas existentes desde hace décadas, con Gobiernos
de izquierda y de derecha, se acumulen sin que se les dé
respuesta", protesta Mohamed Mechmache, presidente y fundador de
la asociación AC LeFeu, un afortunado nombre que
fonéticamente suena como "Basta de fuego", lo que define
los objetivos de la entidad, y que en realidad responde a la
iniciales de Asociación Colectiva Libertad Igualdad
Fraternidad Juntos Unidos.

La sede de AC LeFeu es un chaletito de fachada amarilla
sobre cuya entrada exterior luce una pancarta: "Ministerio de la
crisis de los barrios". "Lo hemos creado este años para se
hable del asunto. Somos los indignados", señala Mechmache.
La asociación y el ministerio están justo al lado
del Chêne Pointu, el barrio en que estalló todo en
octubre de 2005 como consecuencia de la muerte de dos
adolescentes, Zyed, de 17 años, y Bouna, de 15,
electrocutados en el transformador en que se habían
refugiado huyendo de una persecución policial. El retrato
de ambos recibe al visitante. "Aquí se les recuerda
constantemente, con la idea de que su muerte no haya sido
inútil", explica el presidente, un optimista de la
voluntad.

Mechmache desgrana las calamidades del lado humano de la
endémica crisis en Clichy-sous-Bois: "paro de más
del 45% entre los jóvenes; gente sin vivienda y a la que
no le llega para comer; creciente abandono escolar; cada vez
mayores problemas sanitarios; cada vez menos acceso a la
cultura". La asociación está movilizada en estas
fechas electorales con un doble objetivo: lograr el máximo
número de firmas para un memorial de agravios, con sus
soluciones, que presentar a los candidatos (han hecho un Tour de
Francia y dicen tener ya 75.000 firmas recogidas) y convencer a
los vecinos de que este domingo y el próximo 6 de mayo, en
la segunda y definitiva vuelta, acuda a las urnas.

En las anteriores presidenciales, las de 2007, de
Sarkozy contra la socialista Segolène Royal, la
abstención fue apenas del 15%, tasa sorprendentemente baja
que conocedores del contexto atribuyen a la frustración
popular de entonces: Clichy-sous-Bois y sus 30.000 habitantes
quisieron responder al Sarkozy de la morralla.

El presidente no ha acudido en esta campaña a
Clichy, aunque ha visitado alguna otra localidad de las
inmediaciones, pero si lo ha hecho su principal rival,
François Hollande. "Las heridas [de 2005] no han
cicatrizado y no creo que la calma aparente que se percibe sea
consecuencia de que se ha encontrado una solución", dijo
el otro día el candidato socialista. Diagnóstico
certero y palabras blandas que no inspiran a los potenciales
electores, sumidos en el desinterés, la desesperanza y en
el desprecio por los políticos "que hablan mucho y no
hacen nada", según Ayse, un vecina de Chêne
Pointu.

El Gobierno, que ha querido convertir a Clichy-sous-Bois
en un escaparate de lo que hay que hacer en entornos urbanos
difíciles, tiene ambiciosos planes de infraestructura para
la localidad, más allá de la renovación
urbana que supone derribar altos bloques de viviendas insalubres
y realojar a los vecinos en otras de nueva construcción y
cuatro plantas de límpido diseño. "Pero el metro y
otras cosas son para dentro de muchos años, se habla de
hasta 2023, y la gente tiene que comer hoy", apunta otra mujer,
de origen antillano, que no quiere dar su nombre.

"Yo no voy a votar. No confío en nadie. Dentro de
tres o cuatro años las cosas van a estar peor", comenta
Ayse, de origen turco, divorciada de 34 años y con empleo
fijo. "Voté en 2007 porque entonces tenía
confianza, pero ya no". Ayse vive con sus padres en uno de los
bloques a los que nunca parece llegar la prometida
renovación. "Si empezara a hablar de los problemas que
tenemos tendría hasta mañana. El primero es el de
los ascensores". La familia vive en un octavo, al que a veces
tampoco llega el agua caliente. "Mi madre no puede salir de casa,
porque no puede subir tantas escaleras. Ha habido gente que se ha
roto las piernas en las escaleras. Lo más importante son
los ascensores, los ascensores", dice con obsesiva
repetición. "Que pongan ascensores".

Y no es que no haya otros problemas en esos pisos
alquilados a razón de 950 euros por dos dormitorios y un
cuarto de estar y otros convertidos en pisos-patera por
propietarios sin escrúpulos que hacinan en habitaciones a
precio de oro a familias enteras. "Aquí hay muchos chicos
jóvenes sin hacer nada. A veces se quedan en los portales
y tenemos problemas hasta para entrar en casa", prosigue Ayse.
"Antes quemaban los coches y nada más. Pero ahora
destrozan pisos vacíos o roban en otros. Cada vez que
salgo, tengo miedo de lo que me voy a encontrar cuando vuelva.
Aquí puede volver a pasar cualquier cosa en cualquier
momento".

"Esta ciudad está en ruinas", apunta Imen, la
panadera del centro comercial, francesa de 20 años y
raíces tunecinas que se cubre la cabeza con el velo
islámico. No vive en Clichy-sous-Bois y lleva algo
más de un año con el negocio. "Es impresionante.
Todavía me sorprende la miseria. Aquí hay gente
compra el pan a crédito. 80 céntimos la
barra".

La panadera, vivaracha y muy despierta, lo tiene claro:
"La política es una gran estafa". La del domingo
sería su primera ocasión de votar, pero pasa de las
urnas. "No voy a votar. Yo soy francesa, nacida, por cierto, en
Neuilly-sur-Seine", la distinguida localidad junto al Sena
parisino de la que Sarkozy fue alcalde, "y me siento francesa,
pero la gente, Francia, no me ve como francesa por llevar el
velo. Mi voto no cambiaría nada. Aquí se habla
mucho de libertad, igualdad y fraternidad, pero son sólo
palabras sin aplicación práctica".

Es la misma idea que tiene Christian, de piel color
café, 39 años y padre de una cría
pequeña, que espera en la peluquería y se define de
clase media porque entre él y su mujer meten 3.000 euros
todos los meses en casa. "No me interesa la política y me
desagrada el espectáculo de los políticos. No voy a
votar", dice quien sí lo hizo antes. "A mí la
República no me beneficia en nada", se lamenta porque el
nivel de renta, con la que vive de alquiler, le priva de ciertos
beneficios. "Hay libertad, pero yo querría ver más
igualdad. Y la gente es cada vez más
egoísta".

"Holiday tables under the trees" cantan Ella Fitzgerald
y Louis Armstrong en su versión del ideal abril parisino
de enamorados y turistas con "mesitas en las terrazas bajo los
árboles". Christian tiene otra letra y no está para
músicas: "Aquí la gente anda preocupada con lo que
va a pasar mañana: el trabajo, qué comer,
qué será de los hijos".

Cada día un pequeño empresario y un
trabajador se quitan la vida en Italia agobiados por las deudas y
la falta de expectativa para superar las dificultades

"Si hay una palabra prohibida, esa es suicidio.
Mucho más para las sociedades -como la italiana, como la
española- que desde siglos han vivido a la sombra
ética y estética de la religión. A pesar de
que a los suicidas siempre se les negó un lugar en el
cielo, en el camposanto y en los periódicos, los italianos
se están quitando la vida por motivos económicos. A
un ritmo de dos al día. Un pequeño empresario y un
trabajador se sienten empujados diariamente a las vías del
tren o a la horca por la desesperación que les provoca la
crisis"…
La crisis cercena vidas en Italia (El País
21/4/12)

No se llega todavía al récord espantoso de
los griegos -1.725 suicidios en los dos últimos
años, pero la progresión es tan alarmante que hasta
el primer ministro Mario Monti, tan católico,
nombró al diablo por su nombre. "Todos los días
luchamos para evitar caer en el dramático precipicio de
Grecia, con tantos empleos perdidos y tantos suicidios", dijo. No
hablaba, por una vez, de la dichosa prima de riesgo o del
déficit de las cuentas públicas. Hablaba por fin
del coste humano. De Vicenzo, de 28 años, o de Roberto, de
62, que se ahorcaron agobiados por las deudas. O de Mario, de 59,
que huyó de la crisis pegándose un tiro en el
pecho.

La situación es tan dramática que, una
noche del mes de abril (2012), pequeños empresarios y
trabajadores acudieron con velas al Panteón para exigir en
silencio: "No más suicidios". Unas horas antes, el propio
Monti había admitido públicamente que la crisis
está imponiendo "un precio altísimo a las familias,
a los jóvenes, a los trabajadores… A veces con
experiencias que se cierran en la desesperación". En los
últimos meses, raro es el día que los
periódicos italianos no traen la noticia de un
pequeño empresario que se arroja a las vías del
tren, de un trabajador autónomo o de un desempleado que se
ahorcan agobiados por las deudas y la falta de salida.
Según Giuseppe Bortolussi, secretario general de Cgia di
Mestre, una asociación de artesanos y pequeñas
empresas, "para muchos de los que optan por quitarse la vida, el
suicidio es un gesto de rebelión contra un sistema sordo e
insensible que no acierta a entender la gravedad de la
situación. Es un verdadero grito de alarma lanzado por
quien ya no puede más".

Hay un dato que a Bortolussi se le antoja
dramáticamente representativo. De los 23 suicidios de
pequeños empresarios registrados desde principios de 2012,
el 40% pertenece al Veneto, la región del noreste de
Italia que siempre ha sido un motor de desarrollo
económico basado en la pequeña y mediana empresa.
Los llamados "suicidios económicos" están
provocados por un cóctel fatal formado por los rezagos de
la vieja Italia y la nueva crisis global. "La lentitud de la
burocracia, la dificultad para tratar con bancos y
administraciones", según se puso de manifiesto a la vera
del Panteón, "se unen ahora a empresas endeudadas, pagos
que se retrasan y jamás llegan… El pequeño
empresario se ve abocado a despedir a personas con las que ha
trabajado toda la vida, a verdaderos amigos, incluso a
familiares… Intenta aguantar hasta que un día ya no
puede resistirlo y…" Todo parece indicar que la
situación seguirá agravándose. De ahí
que al menos cinco asociaciones -desde Cáritas a
organizaciones empresariales- ya hayan puesto en marcha servicios
de ayuda psicológica a emprendedores y trabajadores en
apuros. La más representativa, la que solo con el
título lo dice todo, se creó el pasado lunes en
Vigonza, en la provincia de Padua, a 25 kilómetros al
oeste de Venecia. Su nombre: "Asociación de familiares de
empresarios suicidados".

El horizonte es muy oscuro. Sobre la mesa se van
agolpando informes, el uno más pesimista que el otro. En
los últimos tres meses, 146.000 empresas italianas echaron
el cierre. Y el temporal no ha pasado. Según la
asociación de comerciantes, 2012 será el peor
año de la crisis y, según el Gobierno, hasta 2013
no se quebrará la tendencia. Desde el punto de vista del
consumo, no se estaba tan mal desde los años de la
posguerra. La mitad de las familias, dicho por el propio Monti,
tienen problemas para salir adelante. Si en junio de 2011, el 28%
de los italianos aún conseguía ahorrar algo al mes,
ahora solo es un 9%. El 87% ya ha recortado en la cesta del
supermercado y ya hay más de un millón y medio de
familia abocadas a la caridad. No sería extraño,
por tanto, que los datos de suicidios que arroja el último
estudio de Eures -el portal europeo de la movilidad profesional-
se llegaran a agravar: durante 2010 se suicidaron 362
desempleados y 336 empresarios o autónomos. Y eso que,
entonces, ni la economía estaba tan mal ni existía
todavía en Italia una nueva clase de desheredados, esos
que aquí llaman esodati.

Vincenzo Sgroi es uno de ellos. Su caso ilustra muy bien
la angustia de muchas familias. Es uno de los 500 prejubilados de
La Posta, el servicio de correos que también actúa
como caja de ahorros. Aceptó renunciar a la
indemnización de 70.000 euros que le ayudaría a
llegar hasta la jubilación a cambio de que uno de sus
hijos tuviera la oportunidad de colocarse, fijo, en la empresa
pública. Un sistema muy discutido por los sindicatos, que
lo consideran medieval. En tanto, fueron llegando la crisis
primero y el Gobierno de Monti después. Vincenzo se
encontró con que el puesto fijo de su hijo es solo a
tiempo parcial -15 días trabajando y 15 en casa- y que el
sueldo no llega a los 700 euros. Pero lo más grave es que
la reforma de las pensiones puesta en marcha por el nuevo
Gobierno le ha alejado el horizonte de la jubilación.
Cuando aceptó la prejubilación, solo le quedaba un
año para jubilarse; ahora le quedan cuatro… Toda la
impotencia se refleja en su rostro, en su pregunta:
"¡¿Qué hago yo ahora?!"

Él y otros 65.000 prejubilados -350.000
según los sindicatos- creían que habían
llegado por fin a la orilla de la tranquilidad y ahora se
encuentran a tres o cuatro años de la costa, en aguas
más frías y más profundas que nunca, sin
fuerzas para aprender a nadar, con la vida arruinada. Todo el
sufrimiento que se reúne en las ojeras de Vincenzo, toda
la sensación de haber sido estafado, se convierte en un
factor de riesgo. Es el grito de Italia contra la crisis. Un
grito dramático. El disparo de una escopeta puesta del
revés. El silbido de un tren que se acerca en medio de la
noche…

"A veces solo hay lechuga"… (crecimiento del 10%
mensual en los comedores públicos)

"Los Países Bajos, hasta ahora una de las
economías más estables de Europa acaba de ver la
caída de su gobierno como consecuencia del peso de la
crisis y de los recortes y se enfrenta a un aumento de personas
que viven al límite"…
La pobreza que puso en jaque
a un gobierno (BBCMundo – 24/4/12)

El colapso del gobierno de Mark Rutte, que buscaba
recortar US$ 21.000 millones para alcanzar el objetivo de
déficit del 3% impuesto por la Unión Europea, es la
cima de una pendiente de problemas que no sólo está
afectando a la economía del país sino al día
a día de muchos holandeses que luchan contra las
dificultades derivadas de la crisis. Rutte renunció ante
la falta de apoyo del ultraderechista Partido de la Libertad, que
calificaba los recortes de desmesurados.

Pero, detrás de esta crisis política, las
filas de desempleados y familias de escasos recursos crecen
silenciosamente desde finales del año pasado. Según
los comedores públicos de Ámsterdam, el
número de personas que acude a pedir sus servicios
creció en un 10% mensual en los últimos cinco
meses. Ahora, más de 60.000 personas dependen de los
comedores sociales en todo el país.

El hambre no es un concepto que se asocia con una de las
economías más fuertes de Europa. Sin embargo, las
medidas de austeridad adoptadas por el gobierno están
teniendo un impacto social que muchos califican de
dramático.

Los Países Bajos están en recesión
y el desempleo afecta a un 6% de la población, el nivel
más alto en seis años. Pero, a pesar de que esta
cifra es baja en comparación de la de otros países
de la eurozona -como España, donde supera el 20% o
Francia, donde ronda el 10%-, uno de cada seis hogares tiene
dificultades para cubrir los gastos de la compra
semanal.

En uno de los cinco comedores públicos que tiene
Ámsterdam, un grupo de voluntarios corre
frenéticamente de un lado al otro organizando cajas con
donaciones de alimentos. Es temprano y tienen que dejarlo todo
listo antes de que el lugar se llene de gente.

Durante los últimos meses, el centro ha
experimentado una afluencia de público sin precedentes.
"La demanda ha ido creciendo durante un tiempo pero en los
últimos meses se ha desbordado. Estamos atendiendo a unas
1.300 familias a la semana", comentó a la BBC Piet van
Diepen, del Banco de Alimentos de Ámsterdam.

"Estamos viendo los efectos de la crisis. Estas personas
no tienen trabajo, tienen poco dinero y muchas deudas. El
gobierno además está reduciendo las prestaciones
sociales, así que tienen que venir aquí", agrega
van Diepen.

Petra es una de las primeras en entrar en la sala.
Cargando dos grandes bolsas de compra explora el interior de las
cajas. "Esta es una buena semana. Hay gran cantidad de galletas,
frutas, verduras para los macarrones o los espaguetis, de manera
que es maravilloso. A veces sólo hay lechuga", detalla a
la BBC.

Petra lleva tres años acudiendo al banco de
alimentos. "Gano € 50 a la semana. Con ese presupuesto es
imposible alimentar a una familia. Si no fuera por las donaciones
tendría que dedicarme a robar porque de lo contrario no
comeríamos", detalla mientras llena de alimentos sus
bolsas gastadas. "Hay mucha pobreza en Holanda, pero está
escondida", señala.

A pocos kilómetros del banco de alimentos se
encuentra uno de los bares de moda de Ámsterdam, Basis
Bar. El lugar está repleto de comensales decididos a no
dejar que la crisis económica altere sus agendas sociales.
Al bar se puede llevar comida para calentar en hornos microondas
de forma gratuita. Lo único que hay que pagar es la
bebida.

Una pizza de mozzarella y rúcula da vueltas en el
microondas detrás de la barra, mientras que Sophie saca de
una bolsa la ensalada que compró en el supermercado. "Es
demasiado caro comer fuera pero esto es genial porque no gastas
mucho. La ensalada me costó € 5 cuando en un
restaurante normal puede costar el doble o el triple",
comenta.

Basis no fue diseñado específicamente para
beneficiarse de la caída financiera, pero el propietario,
Michiel Zwart, ha notado un aumento de la clientela. "La gente no
tiene dinero extra para comer fuera. Lo que tratamos es que
todavía se pueda salir con amigos sin tener que pagar un
precio muy alto por la comida", explica a la BBC. "Hay gente que
trae enormes ollas de sopa hechas en casa. Se calientan unos
bocadillos en el horno y tienes una buena cena a un presupuesto
muy bajo", agrega. El bar también permite que los clientes
laven sus platos.

En el otro lado de la ciudad, Denise Dulcic, de 32
años de edad, cocina sin parar frente a una estufa
caliente. Denise cocina más de lo que necesita para luego
venderlo. "¿Salir a comer? Olvídate", exclama
sonriendo.

Cuando el gobierno holandés redujo los fondos
para la educación especial, Denise perdió su
trabajo como psicóloga de niños y desde entonces no
ha podido encontrar un puesto. "Ahora cocino para sobrevivir.
Tengo experiencia y cualificación para otro tipo de
trabajos pero no hay", detalla.

Denise se gana la vida con un sistema denominado Tweetje
Mee (mesa para dos), que permite a muchos holandeses cocinar su
comida y luego vender lo que sobra sin necesidad de tener un
local o un restaurante. Ella combina la cocina con terapias pero
admite que vive al día. "Es un muy difícil reunir
el dinero para pagar el alquiler. La gente tiene miedo por la
crisis. Me gusta cocinar pero ahora lo hago porque es mi
única manera de sobrevivir", subraya.

La cara más desconocida de la debacle griega (los
déficits que no objeta la Troika)

"La crisis ha disparado el abandono de niños
en Grecia. Cada vez son más padres los que dejan a sus
hijos a las puertas de una ONG infantil por no tener recursos
para darles de comer"…
Se dispara un 300% el abandono de
niños en Grecia

Desde la ONG Children Grecia aseguran que jamás
han visto nada parecido. En el último año han
tenido 380 solicitudes de padres que les han pedido que se hagan
cargo de sus hijos. Un 300% más que hace un
año.

En esta ONG han pasado de acoger a chicos
problemáticos a pequeños cuyos padres en paro y sin
recursos no puede ni alimentarles. Después de 5
años de recesión, los griegos están viviendo
su peor pesadilla, en un país con 11 millones de personas,
3 millones son pobres, y el trabajo infantil ha vuelto a
reaparecer.

En total se estima que unos 100.000 menores trabajan
para llevar algo de dinero al hogar. Cada vez hay más
gente viviendo en las calles y enfermedades como la malaria, la
tuberculosis o el sida han vuelto con fuerza.

El domingo se celebraran las primeras elecciones desde
el colapso financiero de 2009, todo apunta a que los griegos
castigaran con su voto a los partidos mayoritarios por los
drásticos recortes.

¿Dónde queda el milagro económico
alemán? El lado oscuro de la división
laboral

"Muchos países de todo el mundo observan con
envidia a Alemania y se fijan en ella como un modelo a seguir.
Pero una mirada más cercana revela un panorama mucho
más sombrío de lo que a simple vista
trasciende"…
El alto coste del éxito
económico alemán: ¿qué hay
detrás de su milagro laboral? (El Economista –
4/5/12)

Y es que solo unos pocos se están beneficiando
del boom, mientras la mayor parte de los salarios están
estancados y muchos ciudadanos se encuentran con grandes
dificultades para llegar a fin de mes debido a las precarias
condiciones laborales.

Por un lado están los gerentes, especialistas y
miembros de la plantilla fija, que se benefician de la escasez de
trabajadores bien preparados. Por el otro, figura aquella parte
de trabajadores que pueden ser usados según las
necesidades y luego despedidos, con contratos temporales, y a
tiempo parcial. Muchas de estas personas trabajan fuera de los
acuerdos de negociación colectiva, apunta Der Spiegel en
un artículo.

Los cambios laborales de principios de la década
pasada han contribuido a crear puestos de trabajo. Pero
también han fomentado la existencia de trabajos
temporales, mal pagos, y la promoción de empleos
flexibles, con sueldos de 400 euros, los llamados minijobs, una
suerte de trabajo a tiempo parcial que puede resultar atractiva
para muchos parados. En este contexto, la desigualdad salarial se
ha disparado.

Los datos de la oficina de empleo germana muestran
cómo el grupo de empleados con salarios más bajos
creció tres veces más rápido que el resto
entre 2005 y 2010. En Alemania no existe un salario mínimo
a nivel nacional, por eso los sueldos pueden ser incluso
inferiores a un euro la hora, especialmente en los estados de la
antigua Alemania comunista.

Los expertos consideran que este es el precio a pagar
por el éxito, un mal necesario que propició el auge
de la economía alemana, que hoy refleja una
situación envidiable. Las empresas están reportando
ganancias récord, el tamaño de la población
activa alcanzó un nuevo máximo en 2011 y,
según la Agencia Federal de Empleo alemana, el
número de desempleados se ha reducido hasta los 2,96
millones. En abril de 2012, el país tenía una tasa
de desempleo de sólo el 7%.

La mayoría de trabajadores apenas notan lo que ha
venido a llamarse milagro económico alemán. "En
ningún otro país la desigualdad social ha crecido
tanto como en Alemania", apunta al Spiegel Gerhard Bosche,
director del Instituto para el Trabajo, Habilidades y
Formación de la Universidad de Duisburg-Essen.

Los sindicatos están escasamente representados
entre los empleados con las condiciones más precarias, que
en realidad son los que más los necesitan. Es uno de los
"lados oscuros del boom, mientras ciertos colectivos
profesionales como el de los controladores aéreos o
conductores de tren reciben promesas de condiciones especiales,
la mayor parte de los trabajadores con los salarios más
bajos no reciben la parte justa del éxito económico
alemán", señala Bosche.

En Alemania hay alrededor de un millón de
trabajadores con contratos temporales y muchas veces hacen el
mismo trabajo que otros compañeros con contratos
indefinidos por un sueldo significativamente menor. En muchos
casos, no saben dónde van estar trabajando en una semana,
si van a ser capaces de mantener su empleo o si la empresa va a
tener suficiente trabajo para ellos.

En 2003, con Gerhard Schroeder como canciller, Alemania
se embarcó en una serie de reformas laborales que fueron
calificadas por muchos como "el mayor cambio en el sistema de
bienestar social desde la Segunda Guerra Mundial", aun cuando
muchos otros se movían en la dirección
opuesta.

Mientras los socialistas franceses introducían la
semana de 35 horas y un mínimo arranque al alza de los
salarios, el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD)
desregulaba el mercado laboral y aumentaba la presión
sobre los desempleados para que encontrasen trabajo. Desde
entonces, el número de trabajadores temporales se ha
triplicado, pasando de 300.000 a 900.000.

"El trabajo temporal es el signo más visible de
la brutalidad de las convenciones en el mercado laboral", asegura
Detlef Wetzel, el segundo presidente del sindicato IG Metall. De
acuerdo con think tank IAQ, cerca de 8 millones de personas en
Alemania trabajan por menos de 9,15 euros la hora, mientras que
1,4 millones reciben menos de 5 euros por hora.

Si no se hace nada, el abismo entre los que pueden
participar de la creciente prosperidad y aquellos que
están excluidos de la misma no parará de crecer.
Las reformas de los últimos años han fallado en el
intento de lograr uno de los dos objetivos por las que pusieron
en marcha. Fomentar la creación de más trabajo
temporal y a tiempo parcial buscaba que el mercado laboral se
volviera más flexible y se generara más empleo, lo
cual se ha logrado. Pero también se perseguía
formar un puente desde el desempleo hasta puestos de trabajo bien
remunerados, lo que no ha sucedido.

Sólo un 8% de los trabajadores temporales son
contratados de forma indefinida al cabo del año y muy
pocos negocian con éxito la transición desde los
minijobs y los contratos temporales a trabajar en el mundo seguro
de los acuerdos salariales y las bonificaciones.

Este creciente abismo entre los que más ganan y
los que menos, no solo está creciendo en Alemania,
también en muchos países de todo el mundo,
según organizaciones como el Fondo Monetario Internacional
(FMI) y la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE .) Los expertos ven esta brecha
como una gran amenaza a largo plazo para el crecimiento
económico.

Más suicidios en Grecia: "ahora soy un idiota de
61 años y tengo que pagar"

"Un ciudadano de 61 años ha puesto fin a su
existencia con una nota en la que se refiere a la
situación económica como causante de su
decisión: "Espero que mis nietos no nazcan en Grecia",
decía"…
Nuevo suicidio en Atenas con una nota que
acusa a las deudas (Vozpópuli – 31/5/12)

Un pensionista griego ha sido hallado ahorcado este
miércoles en el parque ateniense Agios Filipos al lado de
una nota de suicidio en la que se hace referencia a su
situación económica como causa del suicidio,
según ha informado el portal griego "Athens
News".

"La Policía no me conoce. Nunca he tocado la
bebida en mi vida. Nunca he soñado con mujeres ni con
drogas y nunca he estado en una cafetería. Solo
trabajé todo el día. Pero cometí un crimen
horrendo: me hice profesional a los 40 años y me
hundí en las deudas", dice la nota.

"Ahora soy un idiota de 61 años y tengo que
pagar. Espero que mis nietos no nazcan en Grecia, ya que no
habrá griegos a partir de ahora. Dejemos que aprendan otro
idioma, porque el griego será borrado del mapa a no ser
que haya un político con el valor de (la ex primera
ministra británica Margaret) Thatcher para ponernos firmes
a nosotros y al Estado", agrega.

Los vecinos del fallecido le han descrito como un hombre
muy trabajador que estuvo empleado en la reparación de
barcos y en diversos puestos de construcción. En la
última etapa de su vida trabajó como electricista
en un barco mercante.

La semana pasada, un hombre de 60 años y su
madre, de 90 años de edad y enferma de alzheimer, se
suicidaron en Atenas tras saltar desde el tejado de un edificio
de cinco plantas, según los medios locales, que apuntaron
que la familia atravesaba dificultades
económicas.

Los testigos relataron que madre e hijo saltaron al
vacío, cogidos de la mano, poco después de las ocho
de la mañana. Ambos vivían en el primer piso del
edificio, situado en el barrio ateniense de
Metaxourgio.

El hombre fue identificado como Antonis Perris,
músico de profesión. Según los vecinos, la
familia atravesaba dificultades económicas y, de hecho,
Perris relató recientemente en su blog que llevaba 20
años cuidando de su madre.

Paralelamente al empeoramiento de la crisis en Grecia,
ha aumentado también el índice de suicidios. El mes
pasado, el jubilado Dimitris Christoulas, de 77 años, se
quitó la vida en la plaza Sintagma de Atenas, en una
acción que captó la atención internacional y
generó nuevas movilizaciones sociales.

La "argentinización" de Europa: jubilados de
"último recurso", "paran la olla" familiar)

"Como muchos abuelos en Italia, Isidoro y Antonietta
Arcidiacone ofrecieron de muy buena gana ayuda a su hija Grazia y
su esposo cuando estos decidieron formar una familia. Pero al
final, tuvieron que hacer más de lo que esperaban"…

En la crisis europea, los abuelos salen al rescate (The Wall
Street Journal – 22/6/12)

El policía retirado de 67 años y su esposa
han tenido que abrir espacio en su apartamento de una
habitación en Roma para su hija y familia. Arcidiacone
lleva a sus nietos al parque y al médico y su esposa les
cocina.

"Mi mamá y mi papá han sido fundamentales.
No habríamos resistido sin ellos", dice Grazia
Arcidiacone, de 36 años.

Los Arcidiacone forman parte de una red de seguridad
social que pocas veces hace titulares en la prensa del sur de
Europa: el ejército de miembros mayores de una familia que
está ayudando a las generaciones más jóvenes
a subsistir durante la crisis económica que azota la
región. La mitad de los abuelos en España cuida a
sus nietos a diario, y 68% de todos los niños menores de
10 años en Italia son cuidados por sus nonos cuando no
están en el colegio o con sus padres, según cifras
oficiales.

No se trata solo de hacer las veces de niñeros.
El número de adultos de entre 25 y 34 años que
viven con sus padres en Italia está aumentando (en 2011
fue 42% frente a 33% en 1994) y la mayoría dice que no
puede darse el lujo de vivir independientemente. "Se está
volviendo una necesidad", dice Linda Laura Sabbadini, directora
de la agencia de estadísticas de Italia.

La tendencia no solo es cultural, dice Katherine Newman,
experta en la clase pobre trabajadora y en movilidad
económica de la Universidad Johns Hopkins.

En tiempos modernos, los lazos familiares han compensado
los sistemas de seguridad social que no son extensos o eficientes
en su misión de ayudar a la población en general,
como ha sido el caso en América Latina. Pero en Europa,
especialmente al norte, los lazos de integración son mucho
más débiles debido precisamente a que los
países invierten mucho más en servicios sociales y
las personas no tienen necesidad de acudir a sus familias por
ayuda.

La historia es diferente en el sur, en países
como Italia y España, donde los padres de los adultos de
entre 20 y 30 tantos años pueden ayudar principalmente
porque las mujeres de generaciones mayores raramente tuvieron
empleos. Cuando trabajaron, renunciaron a una edad joven gracias
a generosos paquetes de jubilación. En 2010, apenas 36% de
los ciudadanos entre 55 y 64 años trabajaban en Italia,
frente a 70% en Suecia y más de 60% en Estados Unidos,
según la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económico (OCDE).

Pero a medida que los gobiernos endeudados pusieron un
límite al gasto en pensiones, las personas se vieron
obligadas a trabajar por más tiempo. Esto significa que
los mayores dentro de una familia están menos disponibles
para ayudar.

Los adultos jóvenes también
dependían (financiera y físicamente) de sus padres
gracias a leyes laborales que prácticamente les
garantizaban empleos vitalicios. Pero ahora tanto Italia como
España están desmantelando esas normas por lo que
un solo proveedor no necesariamente podrá mantener a
múltiples generaciones. Este año (2012), las
cabezas de familia que están desempleadas llegaron a un
nivel histórico de 12,4% en España.

La nueva legislación tiene como fin darles
más oportunidades a los jóvenes. Pero
también significa que los trabajadores deberán
dejar su círculo familiar para encontrar empleos,
aflojando esos fuertes lazos generacionales de los que dependen
los jóvenes bajo presión en Europa. Es un cambio
radical en una región donde la gente usualmente se
rehúsa a mudarse incluso por oportunidades de
desarrollo.

La ayuda familiar cobra muchas formas en el sur de
Europa. A los padres por lo general se les mantiene y cuida en
casa, no en ancianatos. Pero pocas áreas de asistencia
intrageneracional son tan atesoradas como el cuidado de los
niños. Si tienen la opción, los padres prefieren
dejar a sus hijos con los abuelos que en una guardería o
con niñeras.

"Los papás son la mejor opción, pero los
abuelos son la segunda mejor" alternativa, afirma Teresa Jimeno,
una profesora de 44 años en Madrid, que se apoyó en
sus padres para el cuidado de sus dos hijos antes de que entraran
al colegio a los 4 años. Cuando eran más grandes,
los abuelos llegaban a la casa mientras ella se alistaba para el
trabajo y les hacían el desayuno antes de llevarlos al
colegio. "Ni siquiera me atrevo a calcular cuánto dinero
me ahorraron", dice.

La preferencia cultural del sur de Europa por el cuidado
de los abuelos significa que los políticos y las empresas
tienen pocos incentivos para ofrecer las guarderías y
flexibilidad laboral que ha permitido que las madres del norte de
Europa trabajen, dice Daniela Del Boca, profesora de
economía en el Collegio Carlo Alberto, en la Universidad
de Turín y que estudia los efectos de las estructuras
familiares sobre la movilidad y el crecimiento. Como porcentaje
del Producto Interno Bruto, Italia y España gastan menos
de la mitad en servicios de cuidado temprano y preescolar que
Francia, el Reino Unido, Dinamarca o Suecia, dice la
OCDE.

La disponibilidad de una red estatal de cuidado infantil
es una de las razones clave para que 72% de toda la
población femenina en Dinamarca y 60% en Francia
esté empleada, comparado con 53% en España y 46% en
Italia.

El vacío creado por la falta de servicios de
guarderías pagados por el Estado ha sido llenado por los
abuelos, lo que a su vez ha contribuido a un aumento del
desempleo entre las mujeres en los últimos 20
años.

Gabriella Garuffi, de 66 años, dejó su
empleo en el sector público con todos los beneficios
pensionales cuando tenía 37 años, gracias a una
antigua ley italiana, ahora desaparecida, que les permitía
a las mujeres con hijos jubilarse después de trabajar
apenas 14 años y medio.

La llamada "pensión bebé" le
permitió a Garuffi criar a su hija Cecilia. Cuando en 2008
nació su nieta, Garuffi y su esposo se dedicaron a
cuidarla a diario. Esta ayuda le permitió a Cecilia, hoy
de 38 años, trabajar como abogada de derecho familiar en
Roma, mientras su esposo laboraba en Milán.

Este escenario es poco probable en el futuro. Las reglas
de la Unión Europea requieren que los estados miembros
eleven sus edades de retiro con el fin de equilibrar un sistema
que significa una carga cada vez más pesada para la
población joven. La edad de jubilación en Italia
será de 67 años para las mujeres en
2022.

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