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Aprendizaje y Globalización




Enviado por Pablo Turmero



  1. Introducción
  2. El
    contexto
  3. El Derecho a la
    educación
  4. Oficina de
    educación y género del Consejo Internacional de
    Educación de Adultos. GEO/ICAE

Introducción

La siguiente comunicación la he estructurado en
tres ejes. En primer lugar haré una pequeña
reflexión sobre los cambios en los que estamos inmersos,
poniendo de manifiesto las malas y las buenas noticias en
relación a los mismos.

En segundo lugar, presentaré unas reflexiones
sobre el derecho a la educación y cómo éste
ha ido modificando su significado en dos sentidos: uno más
restrictivo que lo identifica con la instrucción y otro
más amplio que la entiende como un proceso que dura toda
la vida.

Terminaré con la presentación de la
Oficina de Educación y Género adscrita al ICAE.
Comencemos pues, por el contexto.

El
contexto

Muchos son los cambios que hemos vivido en estos
últimos años. Algunos muy positivos que nos
impulsan a la esperanza pero otros, muy negativos y éstos
nos empujan hacia la desesperanza.

El 11 de septiembre del 2001 marca un antes y un
después en relación a la forma de construir una
realidad que se define por ser cada vez más compleja y
más frágil. A raiz de este acto terrorista y del
último de una larga lista perpetrado en Madrid hace
escasas semanas, vamos tomando conciencia de lo que muchos
analistas sociales vienen diciendo desde hace tiempo. A saber,
que estamos asistiendo al parto de una era cargada de riesgos.
Estos riesgos son manufacturados, es decir construidos por el
hombre. (Giddens, 2000; Beck, 1998). La conciencia de este riesgo
lleva aparejada la conciencia de la incertidumbre. La
incertidumbre puede ser entendida como una fatalidad o como una
cualidad de lo real (García Roca, 1996). Si la entendemos
como una fatalidad produce miedo. Por el contrario, si la tomamos
como una cualidad de lo real, nos lleva a la prudencia y a la
esperanza.

Es evidente que desde los poderes globales el riesgo y
la incertidumbre se están traduciendo como una fatalidad y
esto está llevando a la organización de un mundo en
el que el miedo, la represión, la exclusión y la
muerte van en aumento. El terrorismo se ha convertido en el
demonio del siglo XXI y el miedo y la inseguridad que produce
justifica que se acepte la pérdida de derechos civiles
fundamentales a cambio de más seguridad. El debate en
torno al binomio libertad/seguridad adquiere en estos
últimos años una enorme fuerza.

En el plano político global estamos asistiendo a
la rotura del consenso internacional, del multilateralismo, y al
surgimiento de un nuevo unilateralismo encabezado por los EEUU.
Este se basa en la imposición de sus propios puntos de
vista, en el fundamentalismo de la razón práctica y
económica que simplifica y reduce la realidad a un
único punto de vista y que entiende al disidente como
enemigo. O estás conmigo o estas contra mi; o eres mi
amigo o eres mi enemigo, es la máxima de este nuevo
fundamentalismo.

En el plano económico, la globalización
está ahondando la brecha entre los que tienen acceso a la
información y al consumo y los que no. Es decir, entre los
que están incluidos en el bienestar y los que están
excluidos de él. Las instituciones económicas
globales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial,
la Organización Mundial del Comercio, están tomando
decisiones que nos afectan a todas y lo están haciendo sin
consultarnos, sin ninguna legitimidad pues ellos no responden
ante la ciudadanía, no han sido elegidos
democráticamente y están imponiendo un orden global
que podríamos definir como insostenible, injusto y cargado
de riesgos.

Por ejemplo, el Acuerdo General sobre el Comercio de
Servicios (AGCS) es uno de los acuerdos más importantes de
la Organización Mundial del Comercio. El Acuerdo, que
entró en vigor en enero de 1995, y está dirigido a
privatizar servicios que históricamente se han definido
como públicos: la educación, la sanidad, la
energía, las telecomunicaciones, el agua, y de esta manera
algo que en nuestro imaginario cultural se ha definido como
derechos se está convirtiendo en mercancía. Esto
quiere decir que aquellas y aquellos que van a poder "disfrutar"
de estos servicios serán las/los que puedan pagarlos, las
y los que no tengan acceso al consumo, serán excluidas/os.
El estado ha abandonado su responsabilidad histórica que
no es otra que la de garantizar los derechos. Desde esta
perspectiva, en la que todo se compra y se vende, la vida que
tiene valor es sólo aquella que tiene valor de
cambio.

Pero no todo son malas noticias. Afortunadamente estamos
asistiendo también al nacimiento de un nuevo poder global:
la ciudadanía mundial, el poder social. Este poder se
articula sobre la base del derecho y de la ética y levanta
su voz para insistir en que otro mundo es posible. Las voces
críticas, a pesar de la política del miedo y de la
represión, se están oyendo en todas las esquinas
del planeta. Una nueva conciencia está emergiendo. Una
conciencia que entiende la naturaleza humana desde una
perspectiva compleja y múltiple que abarca lo
biológico, lo cultural, lo social, lo histórico, lo
político y lo económico, no como naturalezas
aisladas unas de otras sino incluidas unas en otras, todas causa
y consecuencia de todas las demás. Una conciencia que
rechaza el pensamiento único, que rechaza el pensamiento
fragmentario porque lo considera responsable de está
realidad fragmentada, que también rechaza la desigualdad
al mismo tiempo que celebra la diversidad, que tiene en cuenta el
caos, que entiende que todo está relacionado con todo y
comprende que otro mundo posible ha de construirse sobre la base
de la inclusión de todas nuestras realidades y de todas
nuestras dimensiones como seres humanos.

El Derecho a la
educación

La declaración universal de los derechos humanos
supuso un salto cualitativo importante en la aceptación de
la igualdad de todos los seres humanos y su reconocimiento como
sujetos de derecho independientemente de su género, raza,
etnia o clase social de origen. Mucho hemos avanzado desde
entonces, aunque el avance no ha sido ni lineal, ni equilibrado,
ni homogéneo.

Si analizamos la educación desde el marco
nacional nos encontramos con países que han universalizado
el derecho a la educación y organizado para ello sistemas
educativos. Hay países que pueden afirmar que la totalidad
de la población en edad escolar está escolarizada.
En el otro extremo nos encontramos con países que
aún reconociendo la educación como derecho no han
sido capaces de organizar las estructuras necesarias para hacer
efectivo este derecho.

Entre estos dos polos podemos situar al resto de los
países. Esta distancia entre el reconocimiento de un
derecho y la posibilidad real de ejercerlo es un factor muy
importante a la hora de hablar sobre educación porque
tendemos a hablar de ella como si todos compartiéramos el
mismo significado y no es así. Como decía Freire el
texto sólo adquiere significado en relación al
contexto. Texto y contexto se interpenetran, se interseccionan,
se retroalimentan. Si la educación es el texto y los
territorios concretos donde se desarrolla son los contextos
entonces debemos admitir que no estamos hablando de lo mismo si
nos encontramos en un país con infraestructuras adecuadas
para acoger a toda la población o en otro donde el acceso
aun no está garantizado para todos los niños y
niñas.

Por tanto, reflexionar sobre qué educación
necesitamos para construir otro mundo posible pasa necesariamente
por hacer explícita la distancia que hay entre el
reconocimiento del derecho y la posibilidad real de
ejercerlo.

Por ejemplo en la última conferencia de
educación para todos celebrada en Dakar en Abril del
año 2000, se reconoce que aunque en la década de
los 90 se produjeron mejoras significativas en el ejercicio del
derecho a la educación, no habíamos alcanzado los
objetivos que se propusieron en la conferencia de Jomtein,
celebrada 10 años antes. El punto 5 del Marco de
Acción dice:

La Evaluación de la Educación para Todos
en el Año 2000 muestra que se ha avanzado
considerablemente en muchos países. Sin embargo, resulta
inaceptable que en el año 2000 haya todavía
más de 113 millones de niños sin acceso a la
enseñanza primaria y 880 millones de adultos
analfabetos.

En palabras del secretario general de las naciones
unidas Sr. Kofi Annan, la dimensión más
trágica e injusta de esta situación es la
siguiente: de los más de 110 millones de niños que
deberían estar escolarizados y no lo están, las dos
terceras partes son niñas. Para ellas, la
denegación de los derechos humanos es doble, pues
también se les niega algo proclamado en la primera
página de la Carta de las Naciones Unidas: la igualdad de
derechos entre hombres y mujeres.

Estas cifras son lo suficientemente explícitas
como para entender que esto no se debe sólo a la falta de
recursos sino que aún hoy persisten valores culturales,
estereotipos de género que impiden a las niñas el
ejercicio de sus derechos en igualdad de condiciones.

Por otro lado, observamos que en aquellos países
con sistemas educativos bien estructurados y con la igualdad de
acceso garantizada, la educación que se imparte no
está sirviendo para que las generaciones que se
están formando y saliendo de él se caractericen por
ser mejores personas, tampoco para que las sociedades sean
más justas y más solidarias. Algunas luces de
alarma se están encendiendo: aumento de la violencia de
género, aumento de la exclusión social, aumento de
la pobreza, aumento de la xenofobia, son algunos
indicadores.

El derecho a la educación ha sido tergiversado,
se le ha reducido a una de sus dimensiones, la
escolarización y a una de sus funciones, la
instrucción. Su orientación principal es el de
preparar a las futuras generaciones para insertarse en el mundo
laboral, para producir y por extensión para consumir. En
este sentido, han sido colonizados por la lógica del
mercado que necesita de productores/consumidores que se adapten a
las necesidades impuestas por él y se ha olvidado la
centralidad de la construcción de ciudadanos y
ciudadanas.

En la actualidad, las instituciones pensadas para hacer
efectivo este derecho, no pueden dar respuestas a los cambios que
se están generando en las sociedades actuales. El mundo se
ha hecho más pequeño, más interconectado y
más interrelacionado, pero las instituciones educativas
parece que no se han enterado y siguen dando una educación
que fue funcional en el siglo XIX y en gran parte del siglo XX,
pero en el presente se muestran incapaces de adaptarse a las
nuevas demandas de este nuevo siglo.

¿Qué tipo de educación
necesitamos para hacer posible un nuevo mundo?

En primer lugar debemos recuperar la definición
completa del derecho a la educación que apunta a un
desarrollo integral de las personas y de las
sociedades.

Para hacer esto efectivo hemos de abrir los espacios
educativos y entender que la educación no se limita a un
periodo de la vida, ni a una sola dimensión, sino que se
extiende a lo largo de la vida y abarca todas las dimensiones que
definen a los seres humanos. El saber objetivo ha de
interseccionarse con el subjetivo y con el
intersubjetivo.

Y esto que parece tan obvio, que parece tan fácil
es sumamente difícil de llevar a la práctica. Entre
algunas de las razones que lo impiden podemos destacar la
visión fragmentaria que aun domina a gran parte de la
humanidad. Esta visión fragmentaria actúa a modo de
visión dicotómica, levantando fronteras entre las
disciplinas, entre las culturas, entre las sociedades entre las
personas, que se definen y construyen por exclusión.
Así, todo lo que está dentro del límite de
la frontera ES y lo que está fuera NO ES.

El "pienso luego existo" formulado por Descartes separa
al sujeto del objeto, con una esfera propia para cada uno; la
filosofía y la investigación cualitativa, por un
lado; la ciencia y la investigación objetiva, por el otro.
Esta disociación atraviesa el universo de un extremo al
otro: Sujeto/objeto; vida/muerte; alma/cuerpo;
espíritu/materia; calidad/cantidad;
sentimiento/razón; Libertad/determinismo; hombre/mujer,
etc.

Dice Edgar Morin (E.Morin,2001) que esta forma de
conocimiento dicotómico está tan arraigada en
occidente que podemos considerarla como una huella matricial que
inscribe a fondo el conformismo y anula todo aquello que
podría contestarle.

Aunque el derecho a la educación se define desde
una perspectiva integral, en las instituciones educativas
surgidas en la modernidad se ha transmitido un saber basado en
este lógica fragmentaria y esto ha impedido que todas
aquellas otras dimensiones del SER que no son objetivables,
medibles o pesables, se coloquen fuera de la frontera de lo que
es educar.

La educación que necesitamos para construir otro
mundo posible pasa por aprender y darnos cuenta de los
límites de nuestro propio conocimiento, pasa por darnos
cuenta de que esta forma de entender el mundo es errónea,
pasa por ampliar la conciencia desde las perspectivas parciales
encerradas en sí mismas a perspectivas más globales
e integradoras.

Si ampliamos las perspectivas, si aprendemos a unir, a
interrelacionar, a interseccionar, si colocamos nuestra
común humanidad en el centro del proceso, entonces
comprenderemos que son muchas más las cosas que nos unen
que la que nos separan.

Esta nueva perspectiva no trata de minimizar, ni de
desdeñar las diferencias culturales; muy al contrario lo
que la educación y el aprendizaje deben facilitar es
ubicarlas en el contexto universal de nuestra común
humanidad, contexto que nos permite acceder a la empatía,
a la compasión, en el sentido de sentir con, y a la
solidaridad.

Oficina de
educación y género del Consejo Internacional de
Educación de Adultos. GEO/ICAE

Esta oficina tiene sus orígenes en el Programa de
mujeres del Consejo Internacional de Educación de Personas
Adultas (ICAE), cuya sede se encuentra en Canadá. A partir
de 1996 se redefinen los objetivos para adecuarlos a las nuevas
necesidades en Educación y Género y la
Coordinación de la Oficina de Género, GEO, pasa a
realizarse desde Montevideo, Uruguay, con el apoyo de la
infraestructura de la REPEM (Red de Educación Popular
entre Mujeres de América Latina). Su principal
misión es destacar la dimensión educativa como una
herramienta estratégica para lograr la justicia en las
relaciones de género.

GEO nace como una red multicultural, interregional y
global. Tiene en consideración las distintas prioridades
de las regiones, fomentando y estableciendo relaciones
cooperativas y horizontales entre distintas ONGs y distintas
redes, tanto locales como globales, con las universidades, etc.
Se propone diseminar, socializar y difundir materiales y
conocimientos en relación a educación y
género entre las instituciones locales, regionales e
internacionales.

Entre sus líneas más importantes de
acción se destaca el trabajo en: la
transversalización en género de las
políticas públicas; y el control, seguimiento y
lobby de las Conferencias de Ciclo Social de las Naciones Unidas,
especialmente Copenhagen, Beijing y Hamburgo.

GEO tiene una publicación electrónica
mensual llamada 'Voices Raising', que es distribuida a
través de una lista de más de 450 personas y
organizaciones de todo el mundo que trabajan los temas de
educación y género. Incluye información
enviada por los lectores que quieren compartir su saber con otras
organizaciones y personas. Está dirigida a facilitar el
trabajo cooperativo entre las participantes de las distintas
regiones.

Asimismo trabaja estrechamente con otras redes, formando
lo que podríamos llamar un espacio de redes. Entre ellas
cabe destacar: REPEM, DAWN, FEMNET y SOCIAL WATCH.

A lo largo de estos últimos años GEO ha
estado muy activa. Ha participado en casi todas las conferencias
organizadas por las naciones unidas en este tiempo. Siempre con
el mismo objetivo: llevar el mensaje y el lenguaje de confintea a
todos y cada uno de los espacios de reflexión y debate.
Esta participación es la que ha posibilitado que se
comprenda cada vez con más claridad que todo está
relacionado con todo y que en la actualidad ninguno de los
problemas a los que nos enfrentamos puede ser resuelto desde un
solo sector, un sólo escenario o un solo actor.

Por tanto, nos configuramos como una red de mujeres
feministas interesadas en el desarrollo de la justicia en las
relaciones de género, y convencidas de que la
educación es una de las variables que lo hará
posible, asumimos que la educación es un derecho universal
y que por tanto no es algo que se concede, que se otorga, sino
algo que se posee por el mero hecho de haber nacido
independientemente del lugar de nacimiento, del género, de
la raza o de la clase social a la que se pertenece.

Con estas asunciones de base trabajamos en tres
direcciones que consideramos interrelacionadas e
interconectadas.

Como red educativa nuestra principal misión
consiste en afirmar y destacar que la educación es una
herramienta estratégica para conseguir un mayor nivel de
justicia entre los géneros, las razas, las etnias o las
clases sociales. Para que esto ocurra pensamos que es
absolutamente necesario hacer advocay en todos aquellos
escenarios donde se estén debatiendo y consensuando
acciones relacionadas con los derechos humanos y con la
educación.

Esta afirmación nos ha llevado a participar en la
última década en todas las conferencias organizadas
tanto por las Naciones Unidas (Pekín, Hamburgo,
Copenhagen,etc.), como por las organizaciones no gubernamentales.
Estamos presentes en el FSM desde el principio y ICAE es una de
las organizaciones presentes en el Comité Internacional
del Foro. Lo que perseguimos con esta participación es por
un lado, asegurarnos que los significados en torno a la
educación de las niñas y niños, de las
mujeres y hombres que han sido consensuados en las conferencias
internacionales específicamente educativas sean respetados
y asumidos en otras conferencias y evitar así que en cada
contexto se invente la rueda de nuevo. Consideramos que esto es
una perdida de energía que no lleva a ningún
puerto.

En este sentido, nuestra presencia en estos foros es una
manera de ínter seccionar las agendas, en la medida en que
abrimos espacios de comunicación más allá de
los espacios tradicionales de lo que hasta ahora se ha venido
considerando como específicamente educativo. En la medida
también en que no sólo nos limitamos a llevar las
voces de quienes están discutiendo temas educativos sino
también de recoger lo que se está discutiendo en
otros foros y llevarlo a los contextos educativos.

Por ejemplo, cuando participamos en la 5ª
Conferencia Internacional de Educación de Personas
Adultas, organizada por la UNESCO en Julio de 1997, llevamos con
nosotras el Plan de Acción aprobado en Pekín dos
años antes. Esto nos sirvió para hacer lobby y
convencer a los miembros de los gobiernos que determinados
conceptos en relación a las niñas y las mujeres no
era necesario discutirlos porque ya estaban discutidos y
aprobados por sus propios gobiernos en otro foro. En el otro
sentido, cuando participamos en Pekin+5 llevamos la agenda
aprobada en Confintea para convencer a los participantes de que
no era necesario, pongamos por caso, definir el significado de la
educación a lo largo de la vida, porque eso ya estaba
definido y aprobado también por sus respectivos
gobiernos.

Trabajar en esta línea es difícil y muy
lento pero estamos convencidas de que está facilitando
romper con el pensamiento fragmentario, que entiende que la
realidad se organiza en torno a temas o a disciplinas aisladas y
avanzar en un planteamiento más integrador, que lejos de
negar el conocimiento específico de las distintas
disciplinas, las incluye y, de alguna manera las trasciende, en
el sentido de que pensamos que el todo no es solo la suma de las
partes que terminan diluyéndose en él, sino
más bien que está formado por totalidades/parte.
Totalidades que incluyen otras totalidades.

En segundo lugar, otra de las dimensiones que definen a
esta red es la de la investigación. Consideramos que lo
que afirmamos debemos demostrarlo y además nuestras
investigaciones son herramientas útiles para fortalecer
nuestra labor de lobby. Nuestro primer trabajo de
investigación fue la elaboración de unos
indicadores para el seguimiento de Confintea V, cuyo resultado
presentamos dos años después en el primer
seguimiento de la conferencia celebrada en Manila. Nos limitamos
a hacer el análisis de aquellos indicadores relacionados
con las temáticas de género. Nuestra
metodología sirvió de base para un estudio
posterior más amplio coordinado desde el ICAE conocido
como "Informe Sombra" y que se presentó en el seguimiento
de Confintea+6 en Septiembre del año pasado en
Bangkok.

Una tercera dimensión, es la interrelación
entre lo local y lo global. Estamos convencidas que si queremos
que las palabras no se las lleve el viento debemos tener claro
que lo cambios globales se materializan en los territorios
concretos.

Como lo que perseguimos es la construcción de un
mundo más justo, como consideramos que el aprendizaje a lo
largo de la vida facilita el cambio en las relaciones de
género, de raza o de etnia, de poder, etc. es por lo que
la GEO trabaja en ambos lados al mismo tiempo y esto lo hace
conectándose con redes locales. No olvida ni el contexto
donde se desarrolla la vida, que está ligada a la tierra,
que está localizada en el territorio, que está
poblado de niños y niñas y de hombres y mujeres
concretas, ni el contexto global, donde se toman decisiones que
nos afectan a todos y a todas.

Facilitar la emergencia de una nueva conciencia es una
de las tareas principales de la educación del siglo XXI,
porque como dijo Einstein "Este mundo o es uno o ninguno".
Queremos que sea Uno, en ello estamos todas y todos. Por eso
estamos hoy aquí para reflexionar sobre la
educación y el aprendizaje en este nuevo
contexto.

 

 

Autor:

Pablo Turmero

 

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