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Áreas de Actuación y Agenda de Acciones para el Ámbito Local




Enviado por rodolfo garay



Partes: 1, 2

  1. Síntesis
  2. Reflexiones
    iniciales sobre Desarrollo
  3. Paradigmas de
    Desarrollo en la historia de la Humanidad
  4. La mirada Local del
    Desarrollo
  5. Reflexiones
    finales
  6. Bibliografía
    consultada

Síntesis

El presente ensayo surge como una necesidad del autor de
responderse algunas preguntas que han ido apareciendo en su
camino profesional de más de 20 años en la
planificación estratégica de recursos naturales,
municipios, micro-regiones y regiones de la Argentina.

Pretende aportar una agenda de áreas de
actuación, actuales y sobre todo futuras, y algunas
posibles acciones vinculadas que aporten soluciones en los
intentos de desarrollo de territorios sujetos a periódicas
etapas de estancamiento del crecimiento
económico.

En un mundo cada vez más global y
asimétrico en donde las olas de desarrollo han pasado,
pasan y pasarán por arriba de muchos territorios, se
necesitará de estrategias para mitigar la disparidad y su
cadena de consecuencias: desempleo, exclusión, hambre,
infelicidad y violencia.

La globalización como fenómeno de
internacionalización de economías y conquista de
nuevos mercados inició hace miles de años con las
primeras civilización organizadas. Sin embargo, en los
últimos 20 años por la emergencia del paradigma
tecnológico, la dinámica ha sido tal que en muchos
territorios, dada su baja capacidades de respuesta, los efectos
positivos han pasado desapercibidos. Las asimetrías
históricas no sólo no han disminuido sino que
tienden a aumentar generando un estado de equilibrio social
inestable que pone en serio riesgo su futuro.

Esta dinámica, esta nueva mirada sobre el
desarrollo basada en la rapidez en la toma de decisiones, en la
transferencia de información y conocimiento, de productos
y flujos financieros, se intensificará y seguirá
generando asimetrías regionales y sociales en donde la
conflictividad será expresión del descontento de la
parte no beneficiada. Es posible, como sostiene Porter (2011),
que para que el sistema actual sea sostenible el mundo de los
negocios deba asumir un papel superador de la actual
responsabilidad social, una mezcla de filantropía y
marketing verde, pasando a una visión de valor compartido
de ganancias con los territorios donde operen.

En una primera parte se discute el término
desarrollo, su origen, las distintas escuelas y visiones que lo
han definido. Posteriormente se analiza el ámbito local
como el escenario en donde el desarrollo en todas sus dimensiones
puede ser percibido y entendido por el ciudadano común. En
el convencimiento que la disminución de asimetrías
es posible ser pensada desde el ámbito local, para
finalizar y con un horizonte de 30 años, se describen
áreas de actuación y acciones actuales pendientes y
futuras.

Reflexiones iniciales
sobre Desarrollo

El desarrollo puede ser entendido como un objetivo
utópico y esquivo, que un actor colectivo o individual
intenta alcanzar luego de un proceso complejo y de más o
menos larga duración, al que sólo se puede
aproximar en forma parcial.

Según Boisier, y en un sentido metafórico
"El desarrollo es el paraíso perdido de la humanidad,
nunca alcanzable. Cada vez que un grupo social se aproxima a lo
que es su propia idea de estado de desarrollo, inmediatamente
cambia sus metas".

En general es más fácil "entenderlo" en la
escala local (regional, provincial, microregional, municipal). En
las escalas mundial y nacional el aumento en la complejidad de
variables intervinientes lo tornan por lo menos difícil de
dimensionar y de percibir más allá del crecimiento
económico. Sin embargo, en todos los casos, los distintos
indicadores existentes para su medición cuantitativa y
cualitativa (PIB, IDH, etc.) dan muestras del extenso camino que
resta aún para intentar alcanzarlo, a la vez que dan
señales sobre viejas y nuevas áreas de
interés a trabajar.

Las bases del concepto de desarrollo surgen de la
escuela económica inglesa a fines del siglo XIX con el
proceso de industrialización de los países
centrales. Luego es instalado en los años 50 por la ONU
como solución de post guerra para reconstruir a aquellos
países desvastados a través de la industria pesada,
básicamente, asociada a los regimenes democráticos
y a un estado de más o menos bienestar. En ese contexto
histórico, los resultados obtenidos hicieron que la
estrategia fuera transferida a los países
periféricos como la solución para el progreso de
las comunidades.

Se daba por sentado que el crecimiento económico
generado iba a derivar en una mejora de la calidad de vida de la
población. Los recursos naturales eran vistos como algo
inagotable disponibles para ser explotados a escala para asegurar
esa visión de desarrollo que se expresaba en crecimiento
económico y urbano. En ese contexto los países
centrales se encargaban del trabajo especializado y los
periféricos del trabajo vinculado a la producción
de materias primas.

Tal concepción del desarrollo en
Latinoamérica, con resultados muy discutidos,
perduró hasta los años 60 en donde en
función de los aportes de la CEPAL se inició un
proceso de nacionalización de la producción
industrial y de sustitución de gran parte de importaciones
por manufacturas locales. Hacia el año 1973 la crisis del
petróleo, el fin del combustible barato, marca
también el fin del denominado estado de bienestar basado
en la industria pesada y empleo público. Luego, hasta el
presente, con algunos síntomas de debilidad en los
últimos años, se retoman las bases del
libre-mercado como institución específica para la
regulación de la vida económica y como el motor del
desarrollo.

Otra mirada, la de la escuela económica alemana,
al contrario que los postulados de la inglesa y a partir de los
modelos realizados, determinaron que grupos sociales, regiones y
posteriormente países, se desarrollaban y otras no lo
hacían, o al menos, no a la misma velocidad. Así, y
con bastante coincidencia con la actualidad, comienza a hablarse
de desarrollo asimétrico y asimetrías
regionales.

Esta mirada sin duda es coincidente con la del
futurólogo Alvin Tofler en "La Tercera Ola"
(1980) en donde hablaba de tres olas de desarrollo que se van
imbricando y reemplazando, originadas por cambios
drásticos en los sistemas productivos de las
sociedades.

La primera de estas olas se generó por la
aparición de la sociedad agrícolas hace unos 10.000
mil años atrás y duró hasta el año
1600, la segunda generada por la sociedad industrial desde el
1600 hasta el año 1950, y la tercera correspondiente a la
sociedad de la información, es la que estaríamos
navegando desde ese año. Estas olas según Tofler,
seguirán coexistiendo en el mundo y dentro de los
distintos países.

La visión de Tofler, luego de más de 30
años, se ve reflejada en la realidad de los distintos
territorios en donde conviven en muchos casos comunidades que se
dedican a la agricultura, otras más industriales, y en
general en las capitales la tecnología se constituyen en
tendencia del desarrollo.

Desde fines del siglo XX, con las ventajas en la
organización que permiten Internet y las redes sociales,
se instala el concepto de antiglobalización o
alterglobalización; en función de los ajustes
implementados por los países europeos por la crisis
económica global, un amplio conjunto de movimientos
sociales formado por activistas provenientes de distintas
corrientes políticas convergen en la critica social al
denominado pensamiento único neoliberal y a la
globalización capitalista en el sentido instalado por
Fukuyama (1992) en su obra "El final de los tiempos y el
último hombre
".

Acusan a este proceso de beneficiar a las grandes
multinacionales y a los países más ricos acentuando
la precarización del trabajo y consolidando un modelo de
desarrollo económico injusto e insostenible. Proponen
cambios en el estilo de la globalización a los efectos de
construir un desarrollo alternativo.

Pensadores como Lucio Capalbo (2008) en su obra "El
resignificando del Desarrollo"
sostienen "la ciega empresa
del crecimiento económico de pocos a costa de inequidad y
destrucción del ecosistema planetario, lejos de detenerse,
avanza aceleradamente, llevando a la Nave Tierra, como un
gigantesco Titanic, al choque ya casi inevitable con el
témpano de la insostenibilidad".

En este sentido el post-desarrollista Arturo Escobar
(2011) en su obra "Post-desarrollo y transiciones hacia el
pluriverso"
sostiene: "En un contexto marcado por crisis
ecológicas y sociales cada vez más acentuadas,
surgen de forma cada vez más ineludible los discursos
sobre la transición de una sociedad a otra, o a otro
modelo civilizatorio. Esta transición podría
conducirnos más allá del Universo de la modernidad
-la idea de Un Mundo único bajo la hegemonía de
ciertas concepciones de la racionalidad, el individuo, la
ciencia, el mercado y la economía— hacia un
verdadero pluriverso de mundos socio-naturales. Las transiciones
anuncian que la globalización no es la última etapa
de la modernidad capitalista, sino también el comienzo de
mundos nuevos.".

De lo expuesto se puede analizar que la visión
sobre qué es el desarrollo está muy
influenciada por las ideologías, y sobre todo por la
posición en el reparto de los beneficios en el esquema
mundial actual. Desde luego que se refiere a una
construcción occidental, instalada por la ONU, que surge
como sinónimo al necesario crecimiento económico y
urbano asociado a la gran etapa industrial de
reconstrucción de post guerra.

Desde una conceptualización moderna y en una
postura de síntesis entre los extremos, el desarrollo con
una mirada ética, puede ser definido como aquel
crecimiento económico que experimenta una escala
territorial determinada, orientado a la equidad de la sociedad,
con el debido respeto a las instituciones y al medio ambiente,
asegurando que el consumo de los recursos actuales no afecte el
correspondiente al de futuras generaciones.

Esta concepción actual del desarrollo como
problema permite sólo a los efectos de su análisis
dividirlo en 4 grandes dimensiones que le dan forma: lo social,
institucional, lo ambiental, lo económico, y a lo
tecnológico como una quinta que cada vez va ganando mayor
importancia; a su vez desde luego cada una con sus propias
sub-dimensiones, componentes o variables.

En función de los avances tecnológicos y
de las respuestas prometidas y no cumplidas las miradas sobre el
desarrollo han ido evolucionando e incorporando nuevas
dimensiones en su conceptualización.

En los años 80, nace la teoría del
Desarrollo a Escala Humana a partir de los trabajos de tres
intelectuales chilenos; Manfred, Max Neef y Elizalde. El
desarrollo a escala humana es un enfoque de desarrollo centrado
en la satisfacción de las necesidades humanas
fundamentales, en generar niveles amplios de articulación
orgánica de humanos, naturaleza y tecnología,
así como de los procesos globales con los locales, de lo
personal con lo social, de la planificación con la
autonomía y de la sociedad civil con el Estado.

En un escenario mundial y regional tan complejo y
asimétrico, la sinergia público/privado, la
ética, el federalismo y la visión regional parecen
ser ejes de reaseguro de la sustentabilidad de los territorios
por incluir en forma explícita a los actores
políticos nacionales, provinciales y municipales (variable
de acuerdo al país), así como la asignación
de recursos presupuestarios equitativos. Estos actores
políticos de distintas jurisdicciones tienen la
responsabilidad de gestión de promover el diseño de
estrategias generales y particulares a los efectos de intentar
equiparar las asimetrías.

La actividad tractora principal del desarrollo en los
territorios es la producción de las economías
regionales a partir de las micro, pequeñas y medianas
empresas, sus cadenas de valor y redes de proveedores, por ser
las generadoras de renta local y empleos de calidad; esa
producción debe ser orientada al bienestar de la sociedad
local, en un marco de respeto y cuidado de las instituciones y
del ambiente. Cada vez más el conocimiento y la
tecnología se suman, complementan e interdigitan con la
producción y economía.

En su obra "Desarrollo (Local): ¿ De
qué estamos hablando?"
Boisier (1999) sostiene "La
cuestión práctica, lo que debiera interesar a los
practitioners del desarrollo, entre los cuales los
más importantes son precisamente las autoridades locales,
es que se requiere de un verdadero re-entrenamiento mental para
poder intervenir con alguna posibilidad de éxito en el
fomento del desarrollo, no sólo del crecimiento. Hay por
delante una tarea gigantesca e imprescindible para la comunidad
académica, para instalar en la estructura curricular de
pre y post grado el paradigma propio de la
complejidad".

Desde fines de los años 90´ ciertos
economistas del desarrollo (en especial, Michael Kremer, Esther
Duflo, Ted Miguel, Abhijit Banerjee, Sendhil Mullainathan) han
desarrollado herramientas para aprehender los hechos de las
políticas económicas al nivel microscópico y
del desarrollo de experiencias en el terreno como método
de análisis de causalidades en economía. Estos
economistas propusieron la teoría de la evaluación
aleatoria e insistieron en proyectos a escala micro como una
estrategia de desarrollo eficaz. Revelada como instrumento
empírico, la aleatorización revitalizó la
disciplina de la economía del desarrollo, llegando a
hablarse incluso de una subdisciplina de la economía: la
economía del microdesarrollo.

Paradigmas de
Desarrollo en la
historia de la Humanidad

Existe gran cantidad de interpretaciones sobre las
distintas etapas por las cuales ha ido atravesando la humanidad.
En este ensayo se hablará de 4 paradigmas de desarrollo
las cuales al estilo de la Olas de Tofler, nacen y coexisten sin
que una signifique el fin de la otra, simplemente marcan las
asimetrías, la desigualdad de velocidad de
adaptación y respuesta de los territorios. Se interpreta a
un paradigma como  un modelo, esquema formal de
organización definido por un conjunto de reglas que
generan efectos positivos y negativos.

3.1 Primer Paradigma – La Sociedad
Agrícola.

De acuerdo a Tofler (1980), la primera Ola de lo que
podríamos definir como expresiones de desarrollo se
generó por la evolución de la población
"primitiva" hace unos 10.000 mil años atrás y se
caracterizó por un progreso dado de vivir en
pequeños grupos y tribus de la caza y pesca, a una
población que se fue asentado en las primeras aldeas. Esta
situación respondió a la masificación del
cultivo como sustento y trabajo. La fuente de energía era
el esfuerzo físico humano.

Lo que se producía era para autoconsumo. Las
transacciones económicas se producían a
través del trueque, el intercambio de productos. La
dinámica de comunicación se realizaba de uno a
uno. 

Muchas localidades, comunidades de pueblos originarios
todavía están navegando por esta ola, desde luego
con salpicaduras y aportes positivos y negativos de las
posteriores.

3.2 Segundo Paradigma – La Sociedad
Industrial.

La segunda ola de Tofler se iniciaría entre los
años 1650-1700 y habría durado hasta el año
1950. Se caracterizó por el desarrollo de nuevas
tecnologías en maquinarias electromecánicas que
dieron origen a  la máquina a vapor y a la imprenta,
provocando el inicio del reemplazo del trabajo manual.

La modificación del esquema productivo
generó la necesidad de crear nuevas estructuras sociales;
como resultado una sociedad centralizada, centros urbanos que
concentraban toda la producción, la sociedad se
empezó a dividir en productores y consumidores. Se
establece un sistema de leyes y reglamentos para todas las
personas de la sociedad. Surge la interdependencia, el esfuerzo
colectivo, y la división del trabajo.

La educación en las escuelas imponía
estructuras propias de la vida industrial: puntualidad,
obediencia y trabajo repetitivo, se pasa a hacer uso del horario
como esquema de organización. Las características
principales de este paradigma fueron: uniformización,
sincronización, masificación y
centralización.

Nace la explotación de los recursos naturales
como fuente de energía o materia prima, la máquina,
reemplazando el esfuerzo humano como unidad productiva, dando
inicio a la producción en cadena o producción en
serie.

La unidad económica de la segunda ola es la
corporación, enormes organizaciones con grandes cantidades
de capital para invertir en las industrias y el
comercio.

La energía depende de fuentes no renovables,
generalmente de origen mineral como es el carbón, el
petróleo; la energía nuclear inicia un campo
aún en desarrollo, caracterizado por su fragilidad y
potencialidad de contaminación del medio
ambiente..

La dinámica de comunicación se manifiesta
de manera masiva: el  periódico,  la radio y
más adelante la televisión.

Este segundo paradigma de desarrollo, ya hacia los
inicios del siglo XX se asociaba a la industria pesada de
combustibles baratos y recursos naturales "inagotables". Se
expresaba como crecimiento económico y urbano. La
fábrica era un ícono de progreso personal y
colectivo.

El estado tenía un rol principal en el bienestar
de la población a través de la generación de
empleo público masivo, con poca a baja
calificación, pero bien remunerado. Un tiempo en que la
Historia económica y la senda del desarrollo
parecían destinadas a transcurrir por las etapas del
crecimiento de Rostow descriptas en su obra "Las etapas del
crecimiento económico"(1960
) como un pasajes de
sociedades de base a sociedades de consumo masificado. La
economía planificada del socialismo se planteaba como
vía para saltar o adelantar más rápidamente
estas etapas.

Frente a la disyuntiva Este-Oeste emergió la
tensión Norte-Sur como eje estructurador del sistema
internacional y clave explicativa de la problemática del
desarrollo que los economistas de la CEPAL explicaron en
términos de centro-periferia, economía dual y
teoría de la dependencia.

3.3 Tercer Paradigma – La Sociedad de la
Información.

En los años setenta el sociólogo
estadounidense Daniel Bell introdujo la noción de la
sociedad de información en su obra El advenimiento de
la sociedad post-industrial
, donde formula que el eje
principal de ésta será el conocimiento
teórico y advierte que los servicios basados en el
conocimiento habrían de convertirse en la estructura
central de la nueva economía y de una sociedad apuntalada
en la información, donde las ideologías
quedarían en segundo plano.

Se inicia luego de la crisis del petróleo en 1973
(en 1950 para Tofler) tras la que nada volvió a ser del
todo igual por el aumento del costo. La respuesta a la crisis
trajo el concepto de ajuste estructural como nuevo paradigma,
enfatizando la estabilidad macroeconómica y teniendo como
preocupación el crecimiento por encima de la
distribución. La supuesta inagotabilidad de los recursos
naturales fue puesta bajo la lupa. A través de distintas
cumbres se avanzó en normativas y acuerdos sobre la
necesaria sostenibilidad del desarrollo.

Fue el fin del llamado estado de bienestar; los puestos
de trabajo se tornaron cada vez más escasos, más
calificados y menos remunerados. El tiempo y la realidad trajeron
nuevas ideas fuerza, como la afirmación de la
gobernabilidad como elemento fundamental del desarrollo, la
introducción, junto a la preocupación por el
funcionamiento del mercado, de la preocupación por el
funcionamiento y efectividad del Estado y sus
instituciones.

Los años noventa contemplaron también la
emergencia del desarrollo humano y sostenible y los primeros
grupos antiglobalización. De tal forma ya sólo no
se tomaba la dimensión económica del desarrollo
como la principal, sino que ésta debía interactuar
con las dimensiones ambientales, sociales e institucionales. En
forma paralela, la globalización económica de la
mano de la revolución tecnológica y de la sociedad
de la información le imprimieron mayor velocidad a los
procesos.

Algunas regiones en el mundo han podido insertarse en la
economía global, la mayoría sólo son parte
de un territorio nacional que busca abastecer de insumos a
mercados locales en relación al déficit de
proyectos de desarrollo que exploren los recursos disponibles y
la introducción de innovaciones. En ese sentido, es
necesario entender los cambios económicos suscitados a
raíz de la globalización con el fin de identificar
las posibles potencialidades que pudiera tener las regiones que
no han podido insertarse de alguna manera en el
proceso.

En la década de los años 90, en
función de la capacidad tecnológica para almacenar
cada vez más información y hacerla circular cada
vez más rápidamente y con mayor capacidad de
difusión, se empieza a instalar el concepto de sociedad
del conocimiento, en donde se produce una apropiación
crítica y selectiva de la información protagonizada
por ciudadanos.

En los últimos 20 años los flujos de
información han tenido un lugar privilegiado en la
sociedad y en la cultura. De esto se desprenden que la
creación, distribución y manipulación de la
información forman parte estructural de las actividades
culturales y económicas. La base organizativa, es la
circulación sin trabas de esta información, a la
que se considera una nueva materia prima.

3.4 Cuarto ParadigmaLa Sociedad del
conocimiento.

Información no es lo mismo que el conocimiento.
La información se compone de hechos y sucesos, mientras
que el conocimiento se define como la interpretación de
dichos hechos dentro de un contexto, y posiblemente con alguna
finalidad.

La noción de sociedad del conocimiento fue
utilizada por primera vez por Peter Drucker, quien previamente
había acuñado el término "trabajador del
conocimiento". En el decenio de 1990 fue profundizada en una
serie de estudios detallados por autores como Robin Mansel o Nico
Stehr.

Emerge por la masificación de las
tecnologías de información y comunicación
(TIC) en la cotidianidad de las relaciones sociales, culturales y
económicas en el seno de una comunidad, y de forma
más amplia, eliminando las barreras del espacio y el
tiempo en ellas, facilitando una comunicación ubicua y
asíncrona.

En este nuevo paradigma de desarrollo que se
caracterizará por el progresivo reemplazo de la mano de
obra humana por la robótica (una potencial Cuarta Ola para
Tofler), de acuerdo a distintos pensadores, se pueden identificar
algunas reglas que le darán forma. Algunos de ellos ya son
realidades y otros por ahora, propios de la
ciencia-ficción, o mejor dicho de la anticipación
científica.

  • Convergencia de biotecnología,
    nanotecnología, clonación, información,
    robótica.

  • Bioeconómia. Economía del medio
    ambiente.

  • Redes sociales como quinto poder. Tecnología
    de comunicación de Internet libre vinculada a las
    energías renovables.

  • Vulnerabilidad de sistemas y redes gubernamentales y
    privados.

  • Reinicio de viajes tripulados al espacio
    exterior.

  • Explosión de la industria de la felicidad
    para evitar el estrés y el aburrimiento.
    Búsqueda del sentido personal.

  • Organizaciones e instituciones
    inteligentes.

  • Pasaje de responsabilidad social empresaria a valor
    compartido. Implantación obligatoria de gerencias
    sociales y balances sociales en las medianas y grandes
    empresas.

  • Aumento de asimetrías e inequidad.
    Globalización de la violencia. Estados
    militarizados.

  • Programas regionales y globales de contención
    social. Programas regionales y globales de
    contención de efectos del cambio
    climático.

Seguramente este listado de "reglas" sea más
amplio. Sin embargo dan señales muy claras respecto a
temas que hoy ya están instalados, mientras que otros cada
día parecen menos vinculados a la
ciencia-ficción.

Estos paradigmas, etapas, estilos de desarrollo, no se
van reemplazando en el tiempo sino que coexisten, se superponen,
desaparecen y vuelven a emerger.

En la figura siguiente se puede observar como con la
intersección de 4 círculos tomados como paradigmas
de desarrollo se generan sectores donde coexisten los 4, 3, 2,
círculos o sólo 1.

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En la actualidad de los territorios aún hay
sectores 1 agrícolas, que son sin duda los
más rezagados.

Los 1 industriales ya están en mayor o
menor media en situación 2 o 3 por la
incorporación de nuevas
tecnologías.

Los sectores 4 si bien ya no son ciencia
ficción, aún no pueden ser
dimensionados.

Recurriendo a la teoría de polos de desarrollo de
Perroux (1955), los sectores 1 y 2, son generalmente los que
pueden encontrar soluciones en el desarrollo local por
migración a los sectores 2 y 3 básicamente por la
incorporación de paquetes de innovación y
tecnología.

Esta migración de sectores territoriales menos
complejos a más complejos parece ser una demanda para las
políticas públicas y privadas de desarrollo
local.

La mirada Local del
Desarrollo

La experiencia que ha mostrado la globalización
es que en la gran mayoría de las regiones, donde no existe
una fuerte presencia de capital externo, ni empresas nacionales
y/o regionales importantes y además desconectadas de los
mercados globales, difícilmente se ha podido generar
mejores condiciones de vida para sus comunidades. De tal forma,
lograr que esta "mesa" del desarrollo tenga sus "patas" iguales
parece por lo menos un objetivo muy difícil de alcanzar a
nivel global y nacional, reafirmando la condición de
esquivo dada por Boisier.

Como lo señala Patricio Vergara en su obra:
¿Es posible el desarrollo endógeno en
territorios pobres y socialmente desiguales?
"La emergencia
de nuevos territorios regionales en el mundo globalizado y
crecientemente impactado por la tecnología y el
conocimiento del siglo XXI, comienza a deparar algunas sorpresas
para los antiguos enfoques del crecimiento económico
surgidos en escenarios bien diferentes al actual. En el intento
por explicar porqué algunas regiones "inesperadamente" han
conseguido desarrollarse, se han ido incorporando nuevos
conceptos de gran potencial tales como capital social, sinergia,
gobernanza, innovación, participación, dando lugar
a lo que ya muchos autores consideran, un verdadero cambio
paradigmático".

Continúa "A partir de los años 80, la
teoría del desarrollo endógeno comienza a ser
construida como cuerpo teórico en base a esas recientes
experiencias históricas (especialmente en Europa, USA y el
mundo desarrollado) y ha asimilado sus conceptos, aunque como
todo nuevo paradigma presenta importantes espacios que completar
e investigar (Vázquez Barquero; 2004). Hoy día dado
su importante capacidad explicativa, el nuevo paradigma comienza
a ser aplicado a la realidad de regiones periféricas,
incentivando a comunidades, tomadores de decisión
públicos y privados, ONGs y otros agentes territoriales a
una acción colectiva a partir de sus propias capacidades y
potenciales locales (Vázquez Barquero; 2002). Así,
América Latina, en particular, ha comenzado a ser sujeto
de estudio y de aplicación de políticas con este
nuevo sello del Desarrollo Endógeno, caracterizado por
énfasis en la generación y fortalecimiento del
capital social, la difusión de conocimiento, el
emprendimiento social, la gobernanza unida a la
descentralización y el empoderamiento comunitario, entre
otros ingredientes de la "receta"".

La escala local es compleja; los actores y los intereses
son más evidentes que en otras escalas territorial, la
permeabilidad a los cambios es muy baja, y sobre todo las
autoridades locales en general no cuentan con mucha capacidad de
respuesta para generar innovación en sus comunidades,
además de estár sujetos aún al paradigma de
la construcción política partidaria. En esta escala
el desarrollo en general ha sido incompleto, parcial, por lo cual
necesita de procesos de planificación en donde el factor
clave sea la participación de la comunidad.

Sin embargo, más allá de su complejidad,
en esta escala es más sencillo analizar y reflexionar en
forma participativa sobre el estado actual, el futuro deseado por
sus habitantes, los futuros posibles de construir, y sobre todo
los caminos necesarios para mediante inteligencia
estratégica disminuir las asimetrías y fomentar la
capacidad de respuesta y la competitividad sistémica de
los territorios.

De tal forma, el inicio de la disminución de
asimetrías de gran escala se podría dar por la
sumatoria de disminuciones de asimetrías en pequeña
escala a través de procesos de planificación
estratégica participativos que deriven en acciones
complementarias al del desarrollo local ya existente en cada
territorio y que tiendan a la promoción del
microdesarrollo y a generar cambios sostenibles en la
responsabilidad social de las comunidades. El éxito o
fracaso de las iniciativas de planificación del desarrollo
están muy vinculado a la comunicación y
participación de la sociedad local, entendiéndola
como la interacción entre los distintos actores
interesados en promover transformaciones positivas en sus
territorios.

En este sentido las buenas prácticas
políticas como la gobernanza, las empresariales como
responsabilidad social y valor compartido, el uso de nuevas
tecnologías, las redes sociales y la felicidad, entendida
como un estado mental que se produce en la persona cuando cree
haber alcanzado una meta deseada, pueden ser en poco tiempo
más la diferencia que asegure sostenibilidad a los
procesos.

4.1 Capacidad de respuestas del ámbito local a
las tendencias de desarrollo.

Utilizando la imagen de las olas de Tofler para analizar
el estado de situación de los territorios y la
relación entre lo local, lo global y los distintas
paradigmas de desarrollo, tal vez se puede pensar en las partes
de una ola como se señala en la figura
siguiente.

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Cada paradigma de desarrollo ha tenido sus motores. En
la etapa de sociedad de la información, la
globalización se ha erigido en el fenómeno impulsor
indiscutido, con sus aspectos positivos, contradicciones y
consecuencias negativas.

En la figura anterior en lo que podemos denominar la
cresta de la ola se encuentra hoy el mundo de los negocios, las
internacionalizaciones de las producciones, el comercio
internacional y las nuevas tecnologías. Esta parte de la
ola se mueve a una velocidad superior y con mayor energía
y atención que las restantes.

El desarrollo local planificado entendiendo la
complejidad del mundo global, pero traducido en términos
asimilables en los territorios, se encuentra en una
situación de menor energía pero con riesgos
aceptables de conflictos por su atenta mirada a la
situación global.

Por el contrario territorios desarticulados sin
planificación, en donde los procesos de desarrollo
dependan de la continuidad histórica de acciones y de su
reacción espontánea a la dinámica mundial,
estarán en serios riesgos de destrucción por
conflictos sociales, pues han soportado, soportan y
soportarán el paso de toda la energía de las
distintas olas.

Aún con sus complejidades ya expresadas, el
ámbito local se presenta como el escenario ideal para
intentar equilibrar las patas de la mesa del esquivo desarrollo
mediante la participación activa de la sociedad con una
visión consensuada y territorial del futuro.

Más allá que el desarrollo es
sistémico y holístico, la ONU ha apoyado la idea
que sostiene que se necesita un nuevo paradigma que no se base en
el PIB, sino en la felicidad. Se trata que la comunidad
internacional reconozca "la necesidad de aplicar al crecimiento
económico un enfoque más inclusivo, equitativo y
equilibrado, que promueva el desarrollo sostenible, la
erradicación de la pobreza, la felicidad y el bienestar de
todos los pueblos".

En este sentido parece que en forma preliminar el IDH se
posiciona como el índice del futuro. El IDH se basa en
gran medida en el trabajo del Premio Nobel de Economía,
Amartya Sen, y su visión de una economía en la que
lo central es el ser humano. Sen es el propulsor del concepto de
desarrollo como libertad, en el que la pobreza y la falta de
oportunidades económicas son vistas como obstáculos
en el ejercicio de libertades fundamentales. Para Sen, Desarrollo
significa entonces expandir la libertad de los seres
humanos.

La visión del estilo de desarrollo
implícita en esta resolución se basa en el trabajo
sobre ciertas áreas de mejora, como la promoción
socioeconómica sostenible e igualitaria, la
preservación y promoción de los valores culturales,
la conservación del medio ambiente y el establecimiento de
un buen gobierno. Analizando su propuesta en el plano de la
dinámica global tal vez sea en cierta medida ingenua, sin
embargo se transforma en una guía para el ámbito
local.

Respecto a la búsqueda del Desarrollo,
según Boisier (1996), se pueden identificar seis factores
críticos que se encuentran en cualquier
territorio:

1.- Actores, clasificados en individuales, corporativos
y colectivos.

2.- Instituciones (organizaciones), con ciertas
características: velocidad para reaccionar a los cambios,
flexibilidad para dar respuestas diversas a las demandas del
entorno, virtualidad para hacer arreglos de cooperación
pasando por alto territorios y fronteras, inteligencia para
aprender de la propia experiencia.

3.- Cultura, entendiéndola como capacidad de
producir auto referencia, esto es la identificación de la
sociedad con su propio territorio (capacidad para introducir
códigos referenciales territoriales). Otro elemento es la
cultura del desarrollo, el cual se expresa como
competitividad/individualismo, el cual se relaciona más
con el crecimiento y cooperación/solidaridad, siendo
ésta la que se vincula con la equidad social.

4.- Procedimientos, esto es la gestión del
desarrollo, formas de actuación del gobierno local
vinculadas a lograr o estimular el desarrollo; así como
Administración del gobierno, esto es como se dotan los
servicios a la comunidad; finalmente manejo de
información, como ordena y administra la
información para que sea útil en el proceso de
desarrollo.

5.- Recursos del territorio, siendo estos los
materiales, que consisten en naturales y de capital humano,
analizando los aspectos cualitativos que tiene que ver con
habilidades, nivel de instrucción; conocimiento dentro de
la sociedad del conocimiento; psicosociales tales como la
autoconfianza, asociatividad, perseverancia, memoria
histórica colectiva, y sobre todo ganas de
desarrollarse.

6.- El entorno, configurado por una multiplicidad de
organismos sobre los cuales no se tiene control, sólo
capacidad de influencia, en este factor existe una permanente
articulación, procurando una cooperación horizontal
(región-región) que facilita el proceso de
apropiación de conocimiento y progreso
técnico.

Sin dudas, el desafío y la oportunidad del
ámbito local se presenta en la articulación densa e
inteligente de estos factores definidos por Boisier.

En épocas de globalización, ajustes
estructurales y desarrollo asimétrico, el territorio se ha
redescubierto mediante el desarrollo local como una forma de
hacer las cosas que apoya la mejora en la competitividad
económica a partir de la gestión sostenible del uso
de los recursos endógenos existentes con una fuerte
componente de participación de los distintos actores
locales.

Así, el desarrollo depende más de la
combinación inteligente de los factores definidos por
Boisier, que de la existencia de ellos, pues en cualquier
territorio los encontraremos, aunque en general en
compartimientos estancos que derivan en el desconocimiento y
desarticulación.

Se debe entender que si bien el crecimiento y el
desarrollo son cosas distintas, no son independientes y se
encuentran ligados por complejas relaciones. El crecimiento
económico de un territorio depende de la
acumulación de capital, de conocimiento, recurso humano,
de una política económica nacional y de una demanda
externa.

Esto permite confirmar que el crecimiento
económico de lo local es un fenómeno principalmente
exógeno y temporal. Sin embargo, el desarrollo es
considerado cada vez más como un proceso endógeno
dependiente de la capacidad del territorio para transformar el
impulso de crecimiento en desarrollo mediante la capacidad para
movilizar y coordinar los recursos internos impulsados por el
empuje económico externo y temporal, pero con la cuota
necesaria de proximidad de los actores interesados.

El análisis de los casos exitosos de desarrollo
local indica que el interés, liderazgo y respaldo de las
autoridades locales y sector privado decisor, son
estratégicos para la implementación y
sostenibilidad en el tiempo de este tipo de políticas
públicas.

En este sentido, Porter y Kramer (2011), sostienen que
el crecimiento económico de un estado genera las
condiciones de base para el crecimiento económico de las
empresas en los territorios directamente relacionado con su
competitividad. No obstante, la lógica empresarial hace
cada vez más evidente que ninguna empresa puede ser
exitosa si la comunidad donde opera no lo es.

Señalan que la competitividad de una empresa y la
salud de las comunidades donde opera están fuertemente
entrelazadas. Una empresa necesita una comunidad exitosa, no
sólo para crear demanda por sus productos, sino
también para brindar activos públicos cruciales y
un entorno que apoye al negocio. Una comunidad necesita empresas
exitosas que ofrezcan empleos y oportunidades de creación
de riqueza para sus ciudadanos.

En consecuencia con el planteamiento anterior, cada vez
se acuña con más fuerza un concepto que va
más allá de la responsabilidad social, la
filantropía y aún la sustentabilidad. Se trata del
valor compartido que, como lo definen Porter y Kramer, se enfoca
en identificar y expandir las conexiones entre el progreso
económico y el social. De esta manera, la
generación de valor económico empresarial,
está relacionada y depende de la creación de valor
para la sociedad. Se trata de construir una ventaja competitiva
al resolver problemas sociales.

La esencia de la teoría de Porter y Kramer, y
de acuerdo a sus palabras, consiste en afirmar que "el
capitalismo ha fallado en atender las más importantes
necesidades de la sociedad, como la salud, la generación
de bienestar, la nutrición, la protección y la
preservación del medio ambiente. Por ello, y a pesar de
que las empresas han sofisticado sus productos, han perdido
oportunidades de innovación y crecimiento al perder de
foco las verdaderas necesidades de la sociedad.

Es necesario, y casi imprescindible entonces,
re-concebir los productos y mercados, pues para satisfacer
necesidades en los mercados sub-atendidos a menudo se requieren
productos rediseñados o métodos diferentes de
distribución. Estos requerimientos pueden disparar
innovaciones fundamentales que también podrían
tener una aplicación en los mercados
tradicionales.

Continúan diciendo, "el valor compartido tiene la
llave para abrir la próxima oleada de innovación y
crecimiento para las empresas. También reconectará
el éxito de la empresa con el de la comunidad de maneras
no percibidas durante la era de los enfoques estrechos de la
gestión, del pensamiento cortoplacista y de las crecientes
separaciones entre los diversos estamentos de la
sociedad".

Creer en la generación de valor compartido
implica apostarle a un cambio en la forma en la que se conducen
los negocios, que realmente contempla un propósito social
y ambiental ligado al éxito económico lejano a la
caridad. A este punto –señalan los dos reconocidos
autores de Harvard—deben guiarse las metas de los
negocios.

No se puede pretender que todos los problemas de la
sociedad sean resueltos con las soluciones de valor compartido.
No obstante, dado que tradicionalmente esta tarea había
estado asignada exclusivamente a los gobiernos y a las ONG, la
creación de valor compartido supone una verdadera
revolución al fomentar que las corporaciones hagan uso de
sus habilidades, recursos y capacidad de gestión "para
liderar el progreso social de maneras rara vez igualadas por las
organizaciones sectoriales y gubernamentales mejor
intencionadas". Es esto lo que permitirá importantes
resultados y ojala "que las empresas puedan recuperar el respeto
de la sociedad."  

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