Monografias.com > Lengua y Literatura
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

El arraigo de lo nacional en la literatura cubana (1925-1940)




Enviado por Ramón Guerra Díaz




    El arraigo de lo nacional en la literatura cubana
    (1925-1940) – Monografias.com

    Resumen

    La convulsa irrupción de la segunda
    generación de intelectuales cubanos en el siglo XX se
    produce en los primeros años de la llamada "Década
    Crítica"[1], la crisis política y
    moral que enfrenta la nación como consecuencia de la
    revolución independentista frustrada a fines del siglo XIX
    y la dependencia cada vez mayor de los gobiernos de los Estados
    Unidos y sus intereses económicos, provoca la
    rebeldía de esta nueva generación dispuesta a
    cambiar de raíz los basamentos de la sociedad
    cubana.

    Políticamente estos jóvenes se presentan
    como los adecentadores y denunciantes de la corrupción
    imperante, en lo cultural se niegan a aceptar el inmovilismo
    provinciano de la cultura establecida, alejada de las inquietudes
    del nuevo siglo, había que cambiarlo todo y la
    renovación no se hizo esperar.

    Los intelectuales jóvenes, los mismos que
    encabezaron la "Protesta de los Trece" y el "Movimiento
    Minorista", lideran los cambios que la cultura y la literatura en
    particular requieren.

    Ellos contraponen al romanticismo finisecular y al
    modernismo retrasado de la primera generación republicana,
    el vanguardismo, audaz en algunos, tímido en otros, pero
    en todos preocupados por la renovación
    consiente.

    Si 1923 significó la apertura política de
    esta nueva generación, 1927 define la madurez literaria de
    este movimiento de jóvenes intelectuales. Las
    publicaciones de la revista "Social", el "Suplemento Literario
    del Diario de la Marina" y otras publicaciones de corte
    comprometidas, traen como resumen la aparición de la
    revista "…de Avance", colofón de un movimiento
    cultural que pretendió renovar la sociedad, al tiempo que
    el pueblo estaba por entrar en acción lo que
    radicalizaría los profundos cambios de la década
    del 30 con la aparición de muchas manifestaciones de la
    cultura nacional popular.

    En los años 20 se dan a conocer un pequeño
    grupo de jóvenes poetas que comienzan a publicar en
    revistas y periódicos versos que se alejan de la
    monotonía romántica y seudo-modernista, que salvo
    contadas excepciones caracterizan a la primera generación
    republicana. Regino Boti y José Manuel Poveda son los
    precursores de estos nuevos, desde sus nichos provinciales dictan
    cátedra a la poesía capitalina. Boti en plena
    madurez creativa, es el verdadero puente con la vanguardia, de la
    cual fue acertado crítico e incluso creador en los nuevos
    estilos y formas. Poveda el genial precursor aplastado por la
    mediocridad de sus circunstancias, muere joven sin dar todo lo
    que de él se avizora.

    Con Regino Boti la poesía de la primera
    generación alcanza la plenitud, aunque expresada con
    lenguaje más actual que la de sus contemporáneos
    cubanos, es un renovador asimilando algunos elementos de la
    vanguardia en obras como "Kodak-Ensueño" (1929) y
    "Kindergarten" (1930), precedidos ambos cuadernos por "La torre
    del silencio" (1926) en el que aparecen poemas de mayor
    concentración y sencillez que presagian el
    cambio.

    Los poetas de vanguardia, al igual que el resto de los
    escritores, se proponen cambiar la estructura de los esquemas
    políticos anteriores y comenzaron por cuestionar al autor
    y sus circunstancias en relación con el mundo. Se escribe
    entonces, "El Gigante" (1923) de Rubén Martínez
    Villena; "Confesión treinteña" (1923) de
    José Zacarías Tallet; "Fuerza" (antes de 1925) por
    María Villar Buceta, testimonio de la nueva sensibilidad
    que más tarde asumirá otro
    derroteros.[2]

    Ante el poeta se presentan dos problemas que pretende
    resolver, la necesidad de encontrar un destino más
    allá de lo personal y la necesidad de encontrar otra
    manera de escribir.

    En 1926 se edita, "La poesía moderna en Cuba" de
    José Antonio Fernández de Castro y Félix
    Lizaso, en dicho libro se enjuicia la lírica cubana desde
    Julián del casal ante los años que corrían.
    Lo más llamativo en el volumen era la sección
    dedicada a "los nuevos", entre los que se incluían
    Villena, Tallet, Juan Marinello, Dulce María y Enrique
    Loinaz, María Villar Buceta, Federico de Ibarzábal,
    Enrique Serpa, Ramón Rubiera, Rafael Esténger y
    Andrés Núñez Olano, entre otros.

    A este grupo los une el repudio a la cotidianidad
    asfixiante, el desdén por la vida fácil y un
    afianzamiento del "yo". En lo formal algunos dejan entrever
    influencias del simbolismo anterior (Rubiera, Serpa,
    Núñez Olano y Esténger), otros se afilian al
    intimismo (Marinello y los hermanos Loynaz) y un tercer grupo se
    enfrenta con versos irónicos y amargos a la nulidad de una
    existencia sin aspiraciones nobles y elevadas (Villena, Tallet y
    Villar Buceta)

    Rubén Martínez Villena (1899-1934) es el
    poeta más destacado y significativo de la vanguardia
    cubana, por su dominio técnico y la maestría y
    hondura de sus versos. Su liderazgo intelectual y político
    lo lleva a renunciar a su obra para asumir la dirección de
    la lucha política contra la dictadura machadista. De una
    breve obra poética se destacan sus sonetos de temas
    patrióticos y los poemas cargados de ironía
    ("Canción del sainete póstumo") que son su manera
    de reacción frente a la mediocridad de si ambiente
    social.

    Lo mejor de su obra poética fue recogida de forma
    póstuma en el cuaderno, "La pupila insomne" (1936)
    prologado por Raúl Roa García y donde la calidad de
    su poesía sobrecoge. También escribió
    cuentos, ensayos y artículos de temas políticos y
    sociales.

    José Zacarías Tallet (1893- 19),
    publicó su poesía muchos años después
    en un libro que recoge los poemas de esta época: "La
    semilla estéril". Activo luchador social, es uno de los
    protagonistas de las batallas intelectuales, sociales y
    políticas del país. Su poesía rebelde e
    irónica centra su crítica en los valores de la
    sociedad burguesa cubana.

    Entre los intimistas Dulce María Loinaz
    (1903-2000) hace una poesía sencilla sin rebuscamiento, en
    la que la presencia del "yo" y sus sensaciones valen por todo el
    adorno exterior y superficial. De este período es su
    cuaderno "Versos" (1938)

    Juan Marinello (1898-1977) incursiona en la
    poesía elegíaca en su poemario "Liberación"
    (1927), para seguir luego otros rumbos intelectuales que lo
    alejaran de la poesía. Destino similar el de Mirta Aguirre
    (1912-1980) y Ángel Augier (1910-2010), quienes tras una
    breve incursión juvenil en la poesía se afianzan en
    una prosa ensayística de compromiso
    político.

    Ernesto Fernández Arrondo (1897-1956) es
    también poeta de inspiración intimista, que deja
    sus principales poemas en los libros de versos, "Inquietudes"
    (1935) y "Transito" (1937). Mercedes Torrens de Germandía
    (1886-1965) se da a conocer de forma tardía en la
    década del 30 con "Fragua de Estrellas" (1935)
    poesía de un delicado intimismo. Otras poetisa destacada
    lo fue Mercedes Tudurí de Coya (1904- 1997) autora de
    "Alas" (1935) colección de poemas de pretensiones
    filosóficas.

    La "poesía pura" fue también
    preocupación de los bardos cubanos especialmente Mariano
    Brull (1891-1956), su principal cultivador a lo largo de tres
    décadas. Con este tipo de poesía el autor quiere
    lograr la perfección de la obra lírica a
    través del alejamiento de la realidad y se refugia en
    temas extraliterarios, buscando la poesía en sí
    misma.

    La llegada de Brull a Francia y su contacto con los
    puristas determina su deslumbramiento que tendrá su primer
    fruto en el cuaderno "Poemas en menguante" (1928) publicados en
    París y de gran impacto entre los intelectuales cubanos
    cuando lo conocieron.

    La poesía de Brull es una lirica sin
    anécdota, de libre fantasía en la que aparece por
    primera vez la "jitanjáfora", poesía hecha con
    palabras cuyo sentido es solo fonético y que tuvo una
    repercusión internacional luego de que el mexicano Alfonso
    Reyes la diera a conocer.

    En 1934 aparece un segundo poemario de Brull, "Canto
    Redondo" obra de reafirmación purista, esta vez
    acompañada de reflexiones filosóficas y de sus
    concepciones del mundo.

    "En Brull hay una creciente angustia metafísica
    que no le permite transitar otros caminos… rompe con la
    concepción de un yo participativo y dolorido y se propone
    hallar la esencia de la realidad desde los postulados de una
    supuesta fuerza verbal que se desentiende de la anécdota y
    de la intimidad, empeño irracionalista que venía a
    poner la voluntad de evasión del
    poeta"[3]

    Diferentes caminos siguieron los principales seguidores
    de la poesía de Mariano Brull en Cuba, Eugenio Florit
    (1903-1999) y Emilio Ballagas (1910-1954), para los que el
    purismo fue una etapa de tránsito. Florit publicó
    sus decimario "Trópico" (1930) y Ballagas su poemario
    "Júbilo y fuga" (1931), ambos cuadernos de tendencia
    purista, aunque asimilada de forma diferentes y en
    tránsito hacia nuevas búsquedas estéticas de
    ambos.

    Eugenio Florit es un buen poeta de buen oficio y
    original quehacer que va perfeccionando su poesía limpia y
    metafórica con influencia del barroquismo de
    Góngora y de la poesía de Juan Ramón
    Jiménez. Publicó además en este
    período, "Doble acento" (1937) y "Reino"
    (1938).

    Ballagas tras la experiencia purista incursiona en el
    "movimiento negrista" con "Cuaderno de la poesía negra"
    (1934) y aún incursiona por otra fase de intimismo en esta
    etapa con su volumen "Sabor eterno" (1939).

    Otros poetas cubanos incursionaron en la poesía
    pura, tale son los casos de Ramón Guirao (1908-1949),
    Silverio Díaz de la Rionda (1902) y Rafael García
    Bárcena (1907-1961).

    Los estudios de las culturas africanas fueron una
    novedad que impulsaron las vanguardias culturales de occidente
    después de la Primera Guerra Mundial y que encontraron en
    Cuba eco y terreno fértil dado la gran población de
    origen africano que había en el país, con una
    cultura viva y en constante transculturación.

    Monografias.com

    Este movimiento por el reconocimiento y estudio de las
    culturas de origen africano en Cuba tuvieron un fuerte impulso en
    la década del veinte del siglo XX cubano. Fernando Ortiz
    realiza sus estudios etnológicos sobre la cultura
    afrocubana y el arte negro que estaba arraigado en las diversas
    manifestaciones culturales de la isla: música, literatura,
    danza y artes plásticas.

    En la poesía cubana se acentúa el uso del
    tema negro o mulato con los poemas de Alejo Carpentier,
    "Literatura y Canción"[4]; Ramón
    Güirao, "Bailadores de rumba"[5] y
    José Zacarías Tallet, "La
    rumba"[6]

    Este es el comienzo de la poesía negrista
    inspirada en principio por el folklor del negro cubano pero que
    se impondrá con toda su legitimidad a partir de 1930 con
    la publicación de los primeros poemas de Nicolás
    Guillén (1902-1 989): "Motivos del
    son"[7](1930), "Songoro-Cosongo (Versos Mulatos)"
    (1931), "West Indies Ltd. Poemas" (1934) y "Cantos para soldados
    y sones para turistas" (1937). Poesía muy bien acogida por
    el público y la crítica, primero por la novedad al
    aparecer como reflejo de la música popular cubana de
    origen africano y el ritmo propio de la poesía popular
    producto del mestizaje, pero también por su contenido
    social innegable, su compromiso no solo con la raza sino con los
    humildes, con los que hasta ahora no han tenido voz y la
    encuentran en la poesía de este mulato llamado
    Nicolás Guillén.

    La poesía negrista seguirá dos vertientes
    en su desarrollo, una que muestra el rostro folklorista y
    superficial de la vida del negro en Cuba y la segunda emparentada
    con la poesía social en el que el drama aparece unido a
    los problemas sociales del pueblo remarcando los prejuicios
    raciales.

    El precedente de la poesía social podemos
    encontrarlo en "Poemas de los Cañaverales" de Felipe
    Pichardo Moya y "La Zafra" de Agustín Acosta, ambos de
    1926, pero su mejor momento se alcanza con Regino Pedroso
    (1896-1983) y su "Salutación fraterna al taller
    mecánico" (1927) y Manuel Navarro Luna (1894-1966) con
    "Surco" y "Pulso y Onda" (1929), poemarios de tendencia
    vanguardista en el que se expresan los dolores del hombre
    explotado. En 1936 Navarro Luna presenta el poemario "La tierra
    herida" (1936) con un acercamiento al campesino y sus problemas,
    expuesto de forma vigorosa.

    Regino Pedroso es una de las más altas voces de
    la poesía cubana, comenzó publicando de corte
    modernista pero a partir de la publicación de,
    "Salutación fraterna al taller
    mecánico"[8] hará compromiso con su
    clase y su raza poniendo su poesía a su servicio. Si
    bibliografía en el período incluye, "Las canciones
    de ayer" (1924-1926), "Nosotros" (1933), "Antología
    poética" (1938) y "Antología" (1939). Ganó
    el Premio Nacional de Poesía en 1939 con "Más
    allá canta el mar".

    Incursionan en la poesía social autores como Lino
    Novás Calvo, con su poema "Proletario" (1928) en la
    Revista de Avance y Ángel Augier, con el poemario
    "Uno"(Manzanillo, 1932)

    Junto a esta poesía de vanguardia que marca la
    literatura del período, sobrevive una poesía
    trasnochada de corte romántico y modernista que tiene sus
    mejores cultores en Gustavo Galarraga, Hilarión Cabrisas,
    Ernesto Fernández Arrondo, Arturo Alfonso Roselló,
    Manuel Bisbé Alberni y José Ángel
    Buesa.

    La narrativa del período sigue la senda
    renovadora que caracteriza toda esta etapa, pero ante todo
    refleja los problemas sociales agudizados por la crisis general
    del sistema neo-colonial que padece la República de
    Cuba.

    Luis Felipe Rodríguez (1884-1947) es el narrador
    más influyente de ese momento a pesar de ser, por su edad,
    parte de la primera generación republicana. Se inicia en
    el Grupo Literario de Manzanillo, de origen humilde, sin una
    amplia cultura, se dedica en principio a la poesía y al
    cuento breve, teniendo el tema campesino como base de su prosa
    sociológica, en algunos momentos, excesiva en su
    afán de dar lecciones políticas acorde con su
    filiación comunista.

    En su obra narrativa es consecuente con la denuncia
    constante de la situación del campesino y los trabajadores
    agrícolas, explotados y sin derechos frente a los grandes
    latifundistas. Su esquematismo social desdibuja a sus personajes
    restándoles realismo, porque hablan en tono discursivo
    sobre los problemas sociales con un lenguaje culto y falso para
    estos individuos humildes.

    A pesar de ello es uno de los escritores más
    importantes, por el contenido de su obra que refleja el drama de
    los campos cubanos, contado con la tristeza del guajiro, un gran
    sarcasmo y una fuerte voluntad de lucha.

    En 1923 publicó, "La Pascua de la tierra natal",
    recopilación de cuentos y al siguiente año la
    primera versión de su novela, "La conjura de la
    ciénaga", que más tarde ampliaría para
    aparecer en 1937 como, "La ciénaga", obra de base
    costumbrista pero que encierra un profundo análisis de la
    sociedad rural cubana. En 1926 publica, "La copa vacía" y
    en 1930 gana el concurso de la "Revista de La Habana" con el
    cuento "La guardarraya", de amplia divulgación
    internacional y numerosas traducciones.

    "Marco Antilla" (Cuentos del cañaveral) (1932) es
    el volumen de su consagración, con él se inicia el
    cuento contemporáneo cubano y pone de manifiesto las
    principales características de la obra de Luis Felipe
    Rodríguez. El libro es la obra más influyente en la
    narrativa cubana de su época, por su denuncia de la
    explotación del hombre humilde, en este caso los
    cortadores de caña, explotados y desventurados, sin
    disimular el autor sus intenciones doctrinarias. Es un
    redescubrimiento de las penurias del campesino y del trabajador
    agrícola. Su ciclo narrativo más importante se
    cierra con su libro de relatos "Don Quijote de Hollywood" (1936)
    donde en tono de tragicomedia glosa intencionalmente a Charles
    Chaplin.

    Monografias.com

    El impacto de Luis Felipe Rodríguez sobre los
    escritores de la segunda generación es decisiva, él
    les descubrió la realidad cubana, el mundo que
    existía tras el cosmopolitismo habanero de la primera
    mitad del siglo XX e influye para que el tema social sea la base
    de la narrativa de este segundo período republicano: el
    campesino, el negro, la vida de los trabajadores, el latifundio,
    la penetración extranjera y muchos otros temas tratados
    por esta nueva ornada de escritores, aunque muchos de ellos no se
    desprendieron de cierto gusto costumbrista a la hora de
    presentarlos.

    Otro narrador importante de la primera generación
    continúa su obra renovadora en estos años,
    José Antonio Ramos (1885-1943); en este período
    publica "Coaybay" (1927), una fantasía política
    novelada en un país imaginario que no deja de parecerse a
    Cuba y que le dan pie a las críticas sociales y
    políticas; "Las impurezas de la realidad" (1929), novela
    mejor elaborada que la anterior y con un argumento basado en un
    conflicto conyugal y racial.

    En 1936 aparece "Caniquí", su mejor novela, con
    una concepción contemporánea en la
    construcción de los personajes. La novela se desarrolla en
    la ciudad de "Trinidad" en 1830 y en ella Ramos trata de darnos
    una visión más realista de la mentalidad
    colonial.

    Entre los escritores jóvenes sobresale Carlos
    Montenegro Rodríguez (1900-1981) dotado de una prosa
    desnuda de adornos verbales, directa y documental a través
    de la cual presenta una zona de la realidad social poco trabajada
    por la literatura cubana, el mundo de las prisiones y los valores
    humanos de los encarcelados. Su primera publicación fue de
    1929, un volumen de relatos, "El renuevo y otros cuentos" en los
    que recoge historia marineras, algunas de su tierra natal Galicia
    y las historias sobre presidiarios que le darían
    reconocimiento.

    En su segunda recopilación, "Dos barcos" (1934)
    continúa con los temas marineros y de la prisión,
    pero con menos intensidad trágica y en algunos de ellos
    una intención revolucionaria y antimperialista.

    En 1938 se publica "Hombre sin mujer", su única
    novela, reafirmadora de sus condiciones narrativas, en ella
    describe el ambiente carcelario, sus aberraciones y el descarnado
    vivir de hombres sin libertad, con un naturalismo que trae por
    resultado la novela más cruda y fuerte de la literatura
    cubana.

    Lino Novás Calvo (1903- 1983) inicia en este
    período su carrera como narrador, fundamentalmente en la
    cuentística donde predominan los relatos aventuras y los
    de temas oníricos del subconsciente. En toda su obra
    narrativa está presente la angustia existencial que lo
    agobia y marca, no solo en su obra sino en su vida
    personal.

    Desde sus primeros cuentos "Un hombre arruinado" (1929),
    "El bejuco"(1931) y "El flautista" (1931), junto con "La luna de
    los ñáñigos" y "El cayo" (1932) publicados
    en la revista "Occidente" constituyen el punto el inicio de una
    nueva forma de contar desde los estado de ánimo de los
    personajes. La aparición de "La luna nona y otros
    cuentos", "Cayo Canas", "No sé quién soy" y "El
    traspatio", marcan el punto de madurez de su obra
    narrativa.

    Su técnica narrativa recuerda a los cuentistas
    norteamericanos e ingleses contemporáneos, principalmente
    Hemingway, por sus relatos de planos breves y el uso gestual para
    dar los estados de ánimo de los personajes. Algunos
    críticos lo citan como el precursor del "realismo
    mágico" por su técnica de esbozar la realidad, sin
    recrearla.

    "La narrativa novasiana aportó también la
    presentación de una angustia existencial en sus personajes
    que lo separaba de la ingenua y localista narrativa criollista de
    protesta social y política tan en auge en las
    décadas de los años 30 y 40 del siglo XX, la cual
    en cierto modo asume, pero, a la vez,
    supera."[9]

    De esta etapa es su novela "Pedro Blanco, el negrero"
    (1933) en la que describe de forma excepcional la "trata
    negrerera" teniendo como protagonista la figura de Pedro Blanco
    Fernández de Trava, en una historia novelada que abarca
    desde 1814 hasta 1840. Es además un excelente traductor
    del inglés al español.

    Los primeros trabajos en la narrativas inspirados por el
    "movimiento negrista" en Cuba fueron, la novela "Ecue Yamba O"
    (1933) de Alejo Carpentier (1904-1980), la colección de
    cuentos "¡Oh mío Yemayá!" (1938) de Romulo
    Lechatañeré (1910-1952); "Cuentos negros de Cuba"
    (1940) de Lydia Cabrera(1899-1999) y los cuentos de Gerardo del
    Valle(1898-1973) publicados en numerosas revistas de la
    época y recopilados en 1967 en su libro "Cuentos del
    cuarto del fambá", otro tanto hace Ramón
    Güirao en sus incursiones por la narrativa
    afrocubana.

    El "movimiento negrista" en la narrativa se caracteriza
    por la interpretación blanca de las leyendas orales del
    negro cubano, movidos por una curiosidad de asentar lo novedoso y
    de moda, fenómeno que se debilita alrededor de 1937 para
    transformarse en denuncia social en los más
    auténticos interpretes del negro y sus
    problemáticas.

    El escritor más interesado en la
    renovación formal de la prosa cubana lo fue Enrique
    Labrador Ruiz (1902- 1991) quien en la trilogía de novelas
    "gaseiformes"[10]: "El laberinto de sí
    mismo" (1933), "Cresival" (1936) y Anteo(1940), suprime la
    concepción novelística, dejando solo el andamiaje
    de la obra, con sus vacios, borradores y esbozos de personajes
    que el lector completa en un trabajo según su
    imaginación y talento. Para él lo más
    importante es la técnica, no el tema, evadiendo con ello
    la realidad circundante.

    Enrique Serpa (1900-1908) desarrolla una narrativa
    naturalista con rápidas, certeras y bellas imágenes
    sobre la realidad cubana. Experimenta con el monólogo
    interior al estilo de Joyce. Su primer libro es el volumen de
    cuentos, "Felisa y yo" (1937) en el que están sus relatos
    más importantes: "Aleta de tiburón" y "La Aguja",
    entre otros cuentos. Con el mar como telón de fondo, lo
    social se presenta en su obra de forma dura y hermosa. En 1938
    aparece su novela consagratoria, "Contrabando", fresco de la vida
    marinera de un grupo de hombres dedicados al contrabando de
    alcohol hacia los Estados Unidos en los años de la "Ley
    Seca".

    La obra narrativa de Pablo de la Torriente Brau
    (1901-1936) no llegó a madurar totalmente, pero en su
    legado literario está presente el escritor de oficio y
    calidad. Su primer cuento aparecido en prensa fue, "El
    héroe", dotado de las característica de su obra,
    ironía y humor negro, junto al documentalismo testimonial.
    En 1930 publica once cuentos en un volumen, "Batey", en el que
    aparecen cuentos de Gonzalo Mazas.

    Las experiencias de su luchas políticas quedan
    reflejadas en dos serie de reportajes testimoniales, "105
    días presos" aparecidos en 1931 en el periódico El
    Mundos y "La Isla de los 500 asesinatos" en 1933 en el
    periódico Ahora, posteriormente recopila sus vivencia en
    el presidio de Isla de Pinos bajo el título "Presidio
    Modelo. En 1940 se publica póstumamente su novela,
    "Aventura del soldado desconocido cubano, con una carga
    ideológica reconocible en su lenguaje a pesar de sus
    debilidades estilísticas.

    Federico Ibarzabal (1894-1955) escribe cuentos y novelas
    de temas marineros, en 1924 publica su primera novela, "La
    avalancha" a la que siguen, "La casa del diablo" (1934) y
    "Tom-Tom" (1941). Con sus relatos desenvuelve mejor su narrativa,
    de ellos publicará dos libros, "Derelictos y otros
    cuentos" (1937) y "La Charca" (1938). Es autor de la primera
    antología de cuentos cubanos, "Cuentos
    contemporáneos" (1937)

    La crítica y la ensayística del
    período están marcadas por la polarización
    de las principales figuras de la nueva generación de
    intelectuales, militantes la mayoría en las luchas de
    ideas que se desatan a partir de la toma de conciencia de esta
    generación. Para la mayoría de ellos será la
    política y la crítica social su principal fuente de
    inspiración, aunque indagaron sobre la cultura, la
    literatura y las figuras más relevantes del proceso
    cultural cubano, empezando por José
    Martí.

    Esta vanguardia crítica se radicaliza en las
    filas del Grupo Minorista, entra en contacto con las nuevas
    corrientes mundiales y se proyecta principalmente en la "Revista
    de Avance".

    Las más destacadas personalidades del Grupo
    Minorista sobresalen en la prosa reflexiva, entre ellos Francisco
    Ichaso Macías (1900-1962) y Jorge Mañach
    Robato(1898-1961)que se orientaron por la vía del
    nacionalismo conservador, buscando soluciones al problema cubano
    entre las "élites" y la "revitalización" de la
    "alta cultura", desconfiados de las masas populares, su capacidad
    de hacer cultura y de gobernar.

    Otros, entre los que están Rubén
    Martínez Villena, Julio Antonio Mella, Juan Marinello,
    Raúl Roa, etc., se mantienen consecuentes con los ideales
    revolucionarios cultivando con inteligencia el ensayo social,
    comprometido con los más humildes.

    Entre los redactores de la "Revista de Avance"
    está Jorge Mañach, hombre de una abundante obra
    ensayística en este período, entre los que se
    destacan, "Glosario" (1924) volumen con artículos
    publicados en el Diario de la marina, mucho de ellos con calidad
    de ensayos y referidos a la cultura cubana; "La pintura en Cuba
    hasta 1900" (1924), un importante estudio referido al tema de las
    artes plásticas.

    En 1925 escribió, "Estamos en San
    Cristóbal", muestrario costumbrista de La Habana; "La
    crisis de la alta cultura en Cuba" (1925), análisis de las
    tendencias culturales en la isla; "Utilitarismo y cultura"
    (1927), reflexiones sobre la sociedad y la cultura insular;
    "Indagaciones del choteo" (1928), ensayos de temas
    cubanos.

    Una obra significativa salida de su pluma fue la
    biografía, "Martí el Apóstol" (1933),
    realizada con gran calidad literaria y aceptado
    rápidamente por el público cubano. La obra
    apareció en un momento singular de la historia nacional e
    influye decisivamente en otras similares aparecidas
    posteriormente. Cerrado el período publica el volumen de
    ensayos, "Pasado vigente" (1939)

    Mañach posee un estilo claro, de prosa
    ágil cual la cual expresa sus preocupaciones por Cuba, que
    el fundamenta muy bien aunque las soluciones que recomienda son
    conservadoras, a partir del supuesto de que la solución de
    los problemas nacionales están en el desarrollo cultural y
    su vanguardia la "élite intelectual". En política
    formó parte de los gobiernos posteriores a la caída
    de Machado, desempeñándose en la Secretaría
    (ministro) de Educación en el gobierno de Mendieta, desde
    donde trató de llevar adelante un programa cultural acorde
    con sus criterios. Emigra a los Estado Unidos en la etapa
    más crítica del insurrecionalismo,
    reintegrándose a la vida política cubana a fines
    del decenio de los treinta al ser elegido como miembro de la
    Asamblea Constituyente. En los Estado Unidos ejerció como
    profesor en la Cátedra de Literatura Española e
    Hispanoamericana en la Universidad de Columbia.

    Juan Marinello alcanza en el ensayo la plenitud
    intelectual tanto en lo literario como en lo político. En
    este período desarrolla una intensa actividad
    política desde la izquierda, primero desde las filas del
    minorismo, los movimientos políticos e intelectuales, la
    lucha contra Machado y luego presidiendo el partido de los
    comunistas cubanos y miembro de la Asamblea
    Constituyente.

    Su obra crítica y ensayística es extensa y
    dedicada a la literatura, la cultura y la sociedad. En 1928
    publica su primer ensayo, "Juventud y vejez", continuado con el
    ensayo "Americanismo y cubanismo" (1932), "Poética: ensayo
    del entusiasmo" (1933) y "Literatura Hispanoamericana" (1938),
    entre otros.

    Al tema de la cultura y la sociedad cubana dedica,
    "Nuestro arte y las circunstancias actuales" (1925), "Sobre la
    inquietud cubana" (1930), "Maceo: líder y masa" (1937),
    etc.

    En este período España y su lucha
    antifascista ocuparon importante lugar en su trabajo
    ensayístico, destacándose: "Momento español"
    (1937), "La guerra europea y el momento cubano" (1939), "La
    razón de España: Fernando de los Ríos"
    (1939) y "Cuba contra la guerra imperialista" (1940)

    Otro destacado crítico del período es
    Francisco Ichaso (1900-1962) quien incursiona en la
    crítica literaria y artística publicada en la
    prensa de la época y recopiladas posteriormente.
    Sobresalen sus volúmenes, "Góngora y la nueva
    poesía" (1927), conferencias dictadas por él; "Lo
    pe de Vega, poesía de la vida cotidiana" (1935) y "Defensa
    del hombre", libro en el que recoge nueve ensayos en el que
    sobresale, "Crisis de lo cursi". A la caída de Machado
    mantuvo una activa participación política vinculada
    a la cultura oficial, fue parlamentario y miembro de la
    Constituyente.

    Félix Lizaso González (1891- 1967) se
    destaca por sus indagaciones y ensayos sobre José
    Martí al que dedicó sus libros, "Artículos
    desconocidos de Martí" (1930) y "Epistolario de
    José Martí" (tres tomos) (1930-1931); además
    de sus ensayos, "Mendive, maestro de Martí" (1937),
    "Pasión de Martí" (1938) y "Martí,
    místico del deber" (1940), todos acercamientos
    biográficos al Apóstol. Incursionó en la
    crítica literaria con, "La poesía moderna en Cuba"
    (1938) en colaboración con Fernández de Castro y
    "Ensayistas contemporáneos" (1838), una atinada
    apreciación crítica de algunos relevantes
    ensayistas cubanos.

    José Antonio Fernández de Castro
    (1897-1951), promotor de la nueva literatura cubana desde las
    páginas del suplemento literario del "Diario de la Marina"
    y ensayista sobre temas de la cultura cubana: "Medio siglo de
    historia colonial" (1923), "José Antonio Saco y sus amigos
    durante la revolución de Yara" (1923), el prólogo a
    los escritos de Domingo del Monte (1929), "Barraca de Feria"
    (1933) y "Ensayo cubano de historia y crítica", entre
    otros.

    Otros ensayistas de esta generación fueron,
    Alberto Lamar Schweyer, Raúl Maestri Agramonte, Antonio
    Sánchez Bustamante, Rafael Suárez Solís,
    Juan José Ramos y Alejo Carpentier.

    En cuanto al ensayo político se destacan,
    Rubén Martínez Villena y Raúl Roa, el
    primero con un texto fundacional, "Cuba factoría yanqui"
    de 1927 y el segundo con obra como, "Bufa subversiva" (1936),
    "Reacción versus revolución" (1933), "Una semilla
    en el surco de fuego" (1934), "Martí y el fascismo"
    (1937), "José Martí el destino americano" (1938),
    prólogo a la recopilación de la poesía de
    Villena (1938), "Pablo de la Torriente Brau la Revolución
    Española" (1937) y su polémico folleto, "La jornada
    revolucionaria del 30 de septiembre" (1935)

    Continúan activos y apartadores un grupo de
    intelectuales de la primera generación republicana que
    cumplen un rol importante en este período, el más
    importante de ellos fue José María Chacón y
    Calvo.

    José María Chacón y Calvo
    (1892-1969) es "(…) el ensayista erudito de más
    extenso renombre en las letras cubanas del siglo
    XX"[11], su bibliografía en este
    período se enriquece con títulos como, el
    prólogo al antológico volumen, "La cien mejores
    poesías cubanas" (1922), "Manuel de la Cruz" (1925), "Del
    epistolario de Heredia" (1926), "Los comienzos de Zenea" (1927),
    "Los orígenes de la colonización" (1929), "Una vida
    de Heredia" (1930), "Cedulario cubano" (1929), con documentos
    inéditos de Indias y al que acompañó con su
    estudio, "Documento y reconstrucción histórica";
    "El Consejo de Indias y la historia de América" (1932),
    "La experiencia del indio" (1934), "Salamanca y sus apuntes de la
    guerra de Cuba" (1934), "El Padre Varela y la autonomía
    colonial" (1935) y "Cristianismo y colonización" (
    1935).

    José María Chacón y Calvo
    trabajó múltiples temas de la cultura, la historia
    y la sociedad cubana, amplificando sus estudios a las letras y la
    lengua castellana; hombre de cultura enciclopédica, estuvo
    entre los animadores de muchas instituciones que lo contaron
    entre sus fundadores.

    Junto a Mañach y desde el Departamento de Cultura
    de la Secretaría de Educación trató de
    reanimar la cultura nacional aplicando por primera vez una
    política cultural desde el gobierno. Compartió con
    Mañach la concepción de la "alta cultura"
    regeneradora del país y por ello luchó, porque
    fueran los intelectuales quienes marcaran el rumbo transformador
    de la sociedad.

    Medardo Vitier (1886-1859) se destaca por sus estudios
    sobre historia y evolución de la filosofía en Cuba
    y en particular sus estudios sobre Enrique José Varona.
    Sus trabajos se caracterizan por su didactismo que frena el vuelo
    literario. En sus volúmenes, "Apuntaciones literarias"
    (1935) y "Estudios, notas, efigies cubanas" (1944) reúne
    ensayos sobre personalidades cubanas del siglo XIX y del
    XX.

    En 1937 da a conocer su libro más conocido, "Las
    ideas en Cuba", premio nacional de ese años, con un examen
    sobre la evolución del pensamiento cubano, estudios que
    completará con la publicación de "La
    filosofía en Cuba" (1948)

    El poeta guantanamero Regino Boti publica en la
    editorial de la revista de Avance el ensayo literario, Tres temas
    sobre la nueva poesía" (1928), valioso estudio sobre las
    nuevas tendencias poética en Cuba, que completa su estudio
    "La nueva poesía en Cuba" (1927). Además
    publicó recopilaciones de poesías de Rubén
    Darío[12]obras que siempre
    acompañó con comentarios críticos. Sobresale
    su volumen "Martí en Darío" (1925) acercamiento
    esclarecedor sobre las influencia de José Martí en
    el gran poeta nicaragüense.

    Fernando Llés (1883-1936) es un ensayista de la
    primera generación que se ocupa de temas
    filosóficos, interesado en nuevas interpretaciones de
    mitos clásicos, en esta etapa alcanza su madurez
    intelectual en ensayos como: "La higuera de Timón" (1922),
    "La sombra de Heráclito" (1923), "La escudilla de
    Diógenes" (1924); se ocupa por igual de temas
    contemporáneos, "Individualismo, socialismo y comunismo"
    (1932) y "El individuo, la sociedad y el estado"
    (1933).

    El prestigioso intelectual dominicano Max
    Henríquez Ureña (1883- 1968), termina su "Tabla
    cronológica de la literatura cubana" (1929) y Luis
    Rodríguez Émbil (1879-1954) su volumen de ensayos,
    "El soñar de Segismundo"

    La literatura teatral está marcada en este
    período por la preocupación social, reflejo de las
    convulsiones nacionales que vive la República. El tema del
    campesino y sus problemáticas es el socorrido, aunque la
    mayoría de las obras traten el mismo bajo la óptica
    del drama rural español.

    Marcelo Salinas López (1889- 1976) es uno de los
    que incursiona en este teatro de tema rural, hombre de ideas
    progresistas y luchador social, Salinas hace un teatro con
    soltura y dominio del lenguaje. Su principal obra, "Alma guajira"
    o "Charito" (1928), drama en tres actos; "La
    tierra…tierra…tierra" (1928), "Ráfaga" (1938),
    "Secuestro" (1940) y "El Mulato" (1940)

    Las obras de Salinas contienen una fuerte denuncia
    contra la penetración imperialista y los problemas del
    guajiro, aunque su excesivo verbalismo le resta eficacia al
    drama.

    José Montes López (1901) también
    trata el tema rural en obras como, "Chano" (1937), en tres actos;
    y "La sequía" (1938) también en tres
    actos.

    Juan Domínguez Arbelo (1909-1984?) desarrolla su
    teatro manejando el tema de la marginalidad rural y urbana,
    escribe "Las humanas tragedias" o "La tragedia guajira" (1931) y
    "Sombras del solar" (1937). Esta última es su mejor obra,
    caracterizada por la novedad de la concepción
    escénica, con escenarios simultáneos y el trabajo
    de luces para enfatizar conflictos. Otros dramas suyos fueron,
    "Agonías conyugales" (1933), "Política, veneno
    social" (1933) y "El bohío de las pasiones" o "Incesto"
    (1943).

    Luis Baralt Zacharie(1892-1969) desarrolla un teatro
    intimista, lleno de lirismo y angustias filosóficas, donde
    lo social pasa a un segundo plano. Es un importante dramaturgo
    que influye en la renovación del teatro cubano, pero en
    cuanto a escritor dramático da a conocer dos obras: "La
    luna en el pantano" (1936) y "Junto al río"
    (1938).

    César Rodríguez Expósito
    (1904-1972), como dramaturgo se preocupa por el relajamiento
    moral de la sociedad. Su obra más conocida es "Humano
    antes que moral" (1933) en la que aborda el tema de la frivolidad
    y la simulación. Otras obras suyas fueron, "El poder del
    sexo" (1933), comedia en tres actos referida a la
    politiquería y la inmoralidad; "Huyendo de la verdad"
    (1932), "Los muertos viven" (1934), "Los que tiene la culpa"
    (1937), "La superpoblación humana" (1937) y "Adulterio
    ocasional" (1938).

    Felipe Pichardo Moya (1892-1957), arqueólogo,
    abogado y poeta, incursiona en el teatro y escribe piezas
    teatrales en versos, "Alas que nacen"(1923) y "La
    oración"(1938), con los temas de la añoranza de la
    vida pasada en una ciudad del interior de la isla y el drama
    social, "Esteros del sur", en tres actos, drama que enfrenta a
    dos hermanos con dos puntos de vista sobre el progreso de Cuba y
    el papel del monocultivo, el latifundio, los monopolios y la
    ingerencia extranjera, como freno de este progreso. En 1941
    escribe la pieza "Agüeybana", un homenaje a la vida del
    aborigen de estas tierras.

    Salvador Salazar (1892-1950) hace un teatro de
    temática social, atacando las taras morales e
    intelectuales de la sociedad del momento, de este período
    son sus piezas, "El precio" (1924), drama en tres actos;
    "Caballeresca" (1925), fantasía poética; "La
    verdadera aristocracia" y "Mascarada florentina" entre
    otras.

    José Cid Pérez (1906), trabaja la
    vertiente histórico social en el teatro, de este
    período son sus obras, "Cadenas de amor" (1929), "Rebeca"
    (1930), adaptación dramática de una novela suya de
    igual título, traducida al idish y representada en Nueva
    York; "Altares de sacrificio" (1931) obra costumbrista sobre la
    guerra de los diez años; "La duda" (1932) y ""Qué
    más la duda".

    Rafael Suárez (1881-1968) sobresale por sus
    diálogos ingeniosos y el uso de la ironía y el
    humor en comedias de remembranza de su tierra natal, Asturias, la
    más conocida fue "Barrabás" (1937).

    Otros creadores incursionan ocasionalmente en el teatro,
    como fueron los casos de Jorge Mañach con su obra, "Tiempo
    muerto" (1928) y la traducción que hizo de la obra del
    dramaturgo estadounidense Eugene O"Neill, "En la
    zona".

    Carlos Montenegro escribe con poca fortuna tres piezas
    de teatro: "Tururi-nam-nam (1939), parodia política de
    cierto éxito taquillero por la espectacularidad de la
    puesta y la música del maestro Dihigo; "Los perros de
    Radziwill" (1939) drama sobre la Segunda Guerra Mundial y el
    drama, "En la prisión" o "Asesinato del líder", de
    cargado sentido panfletario y publicado en el periódico
    comunista "Noticias de Hoy".

    José Ángel Buesa escribe tres obras de
    teatro: "La mujer de farol", drama en un acto; "La llama y las
    cinco doncellas", poema escénico y "Sol de domingo"
    (1933).

    El mejor creador dramático de toda esta primera
    mitad del siglo XX es José Antonio Ramos (1885-1946) quien
    mantiene su vigencia en este período con obras que
    difieren de su teatro anterior, con una asimilación
    más integral de los conceptos del teatro moderno, en
    especial los recursos para crear atmósfera, sin abandonar
    su preocupación social. "En las manos de Dios" (1933) es
    una obra escrita en México contra el fanatismo religioso;
    "La leyenda de las estrellas" (1935) se basa en el mito de
    Júpiter con la Ninfa Calipso a la que convierte en
    estrella. "La recurva" (1939) drama en un acto que se desarrolla
    durante la revolución del 30 y la comedia "FU-3001"
    (1944), la última obra que escribe.

    Como último hecho de la vida literaria de este
    fecundo período de la cultura nacional cubana citaremos la
    creación de la Academia Cubana de la Lengua (1932),
    presidida por Enrique José Varona, luego por Mariano
    Araburu y posteriormente por José María
    Chacón y Calvo.

     

     

    Autor:

    Ramón Guerra
    Díaz

     

    [1] De esta manera calificó Juan
    Marinello a la segunda década del siglo XX

    [2] Enrique Sainz: “La obra de Mariano
    Brull” en Revista de Literatura Cubana. Nº 17,
    1991

    [3] Emilio Ballagas.

    [4] París, julio de 1928

    [5] Diario de la Marina, abril, 1928

    [6] Revista “Atuei”, agosto,
    1928

    [7] Aparecidos en el Diario de la Marina en
    1930, en su página “Ideales de una raza”

    [8] Diario de la Marina, 1927

    [9] “Obra narrativa de Lino
    Novás Calvo”. Cuba Literaria. Versión
    Digital

    [10] Él llama de esta manera a sus
    novelas por su inestabilidad gaseosa, pues se trata de
    historias apenas esbozadas

    [11] Max Henríquez Ureña:
    “Panorama de la Literatura Cubana”. La Habana, Tomo
    II, 1979

    [12] “Hipsipilas”, “El
    árbol del rey David”, entre otros

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter