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Breve reseña de vida de Obama. -Los sueños de mi padre- Una historia de raza y herencia



  1. Los
    orígenes
  2. Chicago
  3. Kenia
  4. Comentarios sobre el presidente
    Obama

El libro "LOS SUEÑOS DE MI PADRE", una historia
de raza y herencia, escrito por Barack Obama, se escribió
en inglés en 1995, la traducción al español
se debe a Fernando Miranda y Evaristo Páez Ramusen, la
edición en español se publicó en 2010, el
libro consta de 405 páginas, las cuales se dividen en tres
partes, la primer parte, se refiere a sus orígenes, la
segunda, a sus trabajos en Chicago, la tercera, a Kenia. En la
primera parte, Obama hace una referencia a su vida infantil, sus
relaciones con sus abuelos maternos, los orígenes de su
familia materna provenientes de Kansas; en la segunda parte, el
autor hace una referencia a su trabajo comunitario en Chicago y
simultáneamente va reflexionando sobre las
políticas raciales y la problemática en Estados
Unidos; en la tercera parte, cuenta sus experiencias en Kenia, de
donde era originario su familia paterna, el libro está
bien escrito y se va leyendo con facilidad en tanto el autor va
comentando sus experiencias personales, las cosas que lo
impresionan, los personajes que le llaman la atención en
el transcurso de vida, tales como los líderes y artistas
de los años 60´s y 70´s.

Durante todo el transcurso del libro, se observa como el
personaje se va integrando a la cultura Americana, sin perder sus
raíces y experiencias en Hawái, Indonesia y Kenia,
dejando una sensación al lector de que el autor da a
conocer de episodios interesantes de su vida, de los cuales hemos
tomado algunos párrafos que nos sirven de muestra de una
autobiografía, que naturalmente fue escrita, pensando en
el lector, por lo cual el autor se reserva episodios y
sentimientos, que no comparte necesariamente con sus
lectores.

-PRIMERA PARTE:

Los
orígenes

La excepción es mi madre a quien perdimos con una
brutal rapidez, víctima de un cáncer, pocos meses
después que se publicara este libro. Había pasado
los últimos diez años de su vida haciendo lo que
más amaba. Viajo por el mundo, trabajo en pueblos lejanos
de Asia y África ayudando a las mujeres a comprar una
máquina de coser, una vaca lechera o a adquirir una
educación que pudieras servirles en un mundo globalizado.
Se reunía con amigos de las altas y bajas esferas, daba
grandes paseos y observaba la luna. Recolectaba barajitas en los
mercados de Delhi o Marrakech, un fular o una piedra tallada que
le hiciera gracia o le llamara la atención,
escribía reportajes, leía telenovelas, atosigaba a
sus hijos y soñaba con sus nietos.

A veces he pensado dice refiriéndose a su padre
que si hubiera sabido que no sobreviviría a su enfermedad,
podría haber escrito un libro distinto, no tanto una
reflexión sobre el padre ausente sino un homenaje a la
persona que fue la única constante en mi vida.

Finalmente, a pesar de mi obstinación en evitar
la mirada escrutadora del público y de mis
periódicos impulsos de abandonar el proyecto, lo que se ha
abierto camino a través de estas páginas es el
relato de mi viaje interior; un joven en busca de su padre y a
través de esa búsqueda del auténtico sentido
de su vida como americano negro.

En aquella época llevábamos viviendo en
Indonesia más de tres años. Mi madre se
había casado con un indonesio llamado Lolo, otro
estudiante que había conocido en la Universidad de
Hawái. Su nombre quería decir "loco" en hawaiano lo
que a Gramps le hacía mucha gracia, pero no encajaba con
el hombre pues Lolo tenía los buenos modales y la gracia
natural de su pueblo, era bajo, moreno y atractivo, tenía
el cabello negro espeso y por su constitución,
podía pasar fácilmente tanto por mejicano o samoano
como por Indonesio, jugaba bien al tenis, su sonrisa mostraba
unos dientes parejos y su carácter era
imperturbable.

Lolo dejó Hawái poco después y mi
madre y yo tuvimos meses preparándolo todo: pasaportes,
visados, billetes de avión, reservas de hotel y una serie
interminable de fotografías. Mientras hacíamos las
maletas, mi abuelo tomó un atlas y marcó con una
cruz los nombres de las islas del archipiélago indonesio:
Java, Borneo, Sumatra, Bali, decía que recordaba algunos
de los nombres porque había leído a Joseph Conrad
cuando era niño. Las islas de las Especias, así las
conocía entonces, nombres encantados, envueltos en
misterio "aquí dice que todavía hay tigres por
allí", continuaba y orangutanes, miraba por encima del
libro y sus ojos se abrían de par en par.

Recuerda sus primeros encuentros con la cultura de
Indonesia con la mirada busqué la aprobación de mi
madre que me devolvió una sonrisa cautelosa, en el patio
trasero encontramos algo que parecía un pequeño
zoológico: pollos y patos que corrían de
aquí por allá, un perro grande de color pajizo que
aullaba de manera siniestra, dos aves del paraíso, una
cacatúa blanca y por último dos crías de
cocodrilo medio sumergidas en un estanque sin cercar que estaba
en una esquina de la parcela. Lolo se quedó mirando los
reptiles.

Tardó apunta el autor, unos seis meses en
aprender indonesio, sus costumbres y sus leyendas,
sobreviví a la viruela, al sarampión y al dolor de
los golpes propinados por mi noche y día, realizando
algunas chapuzas, pillando grillos, luchando con rápidas
cometas de cuerdas que te cortaban los dedos.

Fue a la escuela en su primer día de clase.
Habían insistido en que llegáramos temprano y
Castle Hall, el edificio de los estudiantes de quinto y sexto
grado, todavía no estaba abierto, unos cuantos
niños habían llegado y no paraban de contarse lo
que habían hecho durante el verano, nos sentamos al lado
de un niño chino delgaducho que tenía un enorme
corrector dental sujeto al cuello.

Obama reflexiona sobre su padre junto con las noticias
sobre mi padre dice comenzó a llenarme la cabeza con su
información sobre Kenia y su historia que extrajo de un
libro sobre Jomo Kenyatta, el primer Presidente de Kenia.
Inició sus actividades nacionalistas contra la
dominación colonial británica en 1922, defendiendo
a su tribu, los Kikuyu, de los abusos de los colonos blancos.
Tras completar su formación intelectual y política
en Moscú y Londres (1929-46), regresó a su
país al término de la Segunda Guerra Mundial,
considerando, llegado el momento de reclamar la independencia.
Reorganizó el partido nacionalista y panafricanista
Unión Africana de Kenia, del que fue elegido presidente en
1947 a quien yo había robado el nombre de Lanza de Fuego,
pero nada de lo que contaba mi madre podía aliviar mis
dudas y apenas retenía la información que me
brindaba. Solo logró captar mi interés cuando me
contó que la tribu de mi padre los Luo, eran una tribu de
nilotes que habían emigrado a Kenia desde su lugar de
origen, las orillas del río más grande del mundo.
Esto parecería prometedor, el abuelo guardaba
todavía un cuadro que había pintado una vez. Era
una copia en la que se veían unos egipcios, delegados,
broncíneos, que iban sobre una carroza tirada por corceles
de alabastro. Yo me imaginaba el antiguo Egipto los grandes
reinos sobre los que había leído pirámides y
faraones, Nefertiti y Cleopatra.

Enseguida me di cuenta de que el casi infantil retrato
que hacían de los negros en la pantalla, la imagen opuesta
de los negros salvajes de Conrad, era lo que mi madre
había llevado consigo a Hawái durante todos
aquellos años, un reflejo de las fantasías
prohibidas para una chica de clase media de Kansas, la promesa de
otra vida: cálida, sensual, exótica,
diferente.

Como podemos ver la vida del autor transcurre en
diferentes escenarios lo que le permitió conocer y
adaptarse en diferentes culturas, seguramente a través del
tiempo fue asimilando diferentes valores, en este libro se puede
observar que el personaje recibe la influencia de la cultura
calvinista del medio oriente de Estados Unidos, posteriormente
como consecuencia del segundo matrimonio de su madre se asimila a
la cultura de Indonesia, por último, el autor boceta su
deseo de conocer la cultura Africana de la cual es
descendiente.

A continuación sintetizaremos las experiencias
del autor en Chicago.

-SEGUNDA PARTE:

Chicago

En Chicago Obama recordó la figura de HAROLD
WASHINGTON la Jornada (nov. 10, 2012), lo refiere como un
activista político, que había actuado con enorme
inteligencia en favor de los menos favorecidos frente a la
rudísima maquinaria de los Daley en Chicago (cualquier
cacicazgo mexicano palidecería de envidia frente a su
poder y longevidad). Por cierto fue en esta ciudad donde acaso
aprendió cómo hacer política alternativa en
la gran escuela legada en los años 80 por el mayor Harold
Washington, uno de los políticos afroamericanos más
originales y sutiles para realizar reformas sociales en
circunstancias (sin exagerar) inconcebiblemente
desfavorables.

Marty su primer jefe sonrió se quitó las
gafas y las limpio con la punta de la corbata, eso es lo que hay
que hacer si eres joven, negro y estas interesado en los asuntos
sociales. Busca una campaña política para que la
puedas trabajar, un patrón poderoso, alguien que pueda
ayudarte en tu propia carrera y Harold lo es de eso no hay duda.
Tiene mucho carisma cuenta con el apoyo de la casi totalidad de
la comunidad negra, con el de la mayoría de los hispanos y
el de numerosos liberales blancos.

Viajamos durante más de un mes Toot, mi madre,
Maya y yo, volamos hasta Seattle y luego bajamos por la costa
hasta California y Disneylandia, continuamos hacia el este, al
Gran Cañón, luego cruzamos las Grandes Praderas
hasta Kansas, para subir a los Grandes Lagos antes de volver al
oeste cruzando el Parque de Yellowstone, la mayor parte del viaje
lo hicimos en autobuses Greyhound, nos hospedábamos en los
moteles Howard Johnson y todas las noches, antes de irnos a
dormir veíamos en la televisión las comparecencias
del caso Watergate.

Me imagine a Frank con su holgado traje de grandes
solapas de pie frente al Teatro Regal, esperando para ver a Duke
o a ella salir tras finalizar una gala, que el cartero era
Richard Wright repartiendo el correo antes que saliera su primer
libro, y la niña pequeña con gafas y coletas,
Regina saltando a la comba. Enlacé mi vida con las caras
que veía tomando prestados los recuerdos de otros. De este
modo intentaba tomar posesión de la ciudad hacerla
mía.

La forma en que la gente hablaba del alcalde de Chicago
era con familiaridad y afecto que normalmente se le dedica a un
pariente, su fotografía estaba por todas partes, en las
paredes del taller de reparación de calzado y en los
salones de belleza, pegadas en las farolas desde la última
campaña electoral; incluso en los escaparates de las
tintorerías de los coreanos y de las tiendas de
comestibles de los árabes, colocada en un lugar prominente
como si fuera un tótem protector. El rostro del retrato me
miraba desde la pared de la barbería; atractivo, pelo
cano, cejas y bigote poblado, el destello en los ojos. Smitty
reparó en que yo observaba la fotografía y me
preguntó si me encontraba en Chicago durante las
elecciones, le dije que no, el insistió con la
cabeza.

Rafiq nos explicó que era el presidente de la
Coalición para la Unidad de Roseland, una
organización que se ocupa de una serie de actividades
políticas para promover la causa de los negros y que
según él había jugado un importante papel en
la elección del alcalde Washington. Cuando le preguntamos
de qué manera las iglesias podían involucrarse para
fomentar el desarrollo de la economía local, nos
entregó un folleto en el que se acusaba a las
carnicerías árabes de vender carne en mal
estado.

Antes de marcharnos Ángela le preguntó que
si existía alguna posibilidad de que los jóvenes de
Altgeld encontrasen algún trabajo a tiempo parcial. El
señor Foster la miró como si estuviera
loca.

  • Todos los comerciantes de por aquí rechazaban
    unas treinta solicitudes al día –dijo- adultos,
    ciudadanos de la tercera edad, obreros experimentados
    dispuestos a aceptar cualquier cosa. Lo siento.

Cuando caminábamos de regreso al coche, pasamos
por una tienda pequeña de ropa llena de vestidos baratos y
jerséis de colores vivos, con dos envejecidos
maniquíes blancos, ahora pintados de negro, en el
escaparate. La tienda estaba pobremente iluminada pero en la
parte de atrás pude ver a una mujer coreana cosiendo a
mano mientras un niño dormía a su lado. La escena
me devolvió a mi niñez, a los mercados de
Indonesia, los vendedores ambulantes, los curtidores de pieles,
las viejas mascando betel mientras espantaban a las moscas de sus
frutas sacudiendo con unas escobillas.

Siempre había dado por descontado que la
existencia de esos mercados formaba parte del orden natural de
las cosas, ahora sin embargo, cuando pensaba en Altgeld y
Roseland, en Rafiq y el señor Foster, veía aquellos
mercados de Yakarta como en realidad eran: frágiles,
preciosos, la gente que vendía sus productos allí
puede que fueran pobres, más pobres incluso que las gentes
de Altgeld. Cargaban sobre sus espaldas unos treinta kilos de
leña para el fuego todos los días, comían
poco, morían jóvenes y a pesar de tanta pobreza en
sus vidas seguía habiendo un orden perceptible, una
urdimbre de rutas comerciales e intermediarios, sobornos que
pagar y costumbres que mantener, hábitos ancestrales que
una generación ponía en practican todos los
días entre el regateo, el ruido y los remolinos de
polvo.

Fue en esa falta de coherencia lo que hizo de Altgeld un
lugar tan desesperado, pensé y la pérdida del orden
establecido lo que había convertido a Rafiq y al
señor Foster, cada uno a su manera, en personas tan
amargadas. ¿Cómo podíamos remendar una
cultura una vez que se había rasgado?
¿Cuánto tiempo iba a llevarnos eso en la tierra del
dólar?

No intercambiamos palabra alguna durante el trayecto que
nos llevaba hasta nuestra última reunión con el
administrador de una sucursal cercana última
reunión con el administrador de una sucursal cercana de la
Oficina de Empleo y Formación dependiente de la
alcaldía (MET), que colaboraba remitiendo a los
trabajadores a unos programas de formación por toda la
ciudad, tuvimos problemas para encontrar lugar
–resultó que estaba en cuarentena y cinco minutos en
coche desde Altgeld en una calle trasera del Distrito Electoral
de Vrdolyak- y cuando llegamos el administrador se había
marchado. Su ayudante no sabía cuándo
estaría de vuelta pero nos entregó un montón
de coloridos folletos. Les mostré la parte de atrás
de uno de los folletos. Había una lista de todos los
proyectos que el MET tenía en la ciudad, ninguno de ellos
estaba por debajo de la calle noventa y cinco.

Tan pronto como volvimos a los jardines redactamos el
borrador de una carta dirigida a la señora Cynthia
Álvarez, Directora General del MET, decidido a no repetir
los mis errores, trabajamos, incluido el comité de
dirección hasta la extenuación; preparé un
guión para la reunión insistí una y otra vez
para que las otras iglesias enviaran a su gente,
desarrollé los puntos de una petición concreta
(cuota de empleo y creación de un centro de
formación en el Far South Side) que creíamos que el
MET podía asumir.

Era durante esos momentos cuando la familiaridad o el
desaliento hacían desaparecer la barrera entre el
organizador y el líder, que empecé a comprender lo
que Marty quería decir cuando insistía en que
tenía que llegar hasta el centro de las vidas de la gente.
Me enseñaron los líderes de la comunidad que las
motivaciones personales que se suponía que yo debía
estar buscando iban mucho más allá de la inmadurez
de las propuestas, que tras la conversación
intrascendente, las biografías esquemáticas y las
opiniones aceptadas de su personalidad, historias asombrosas y
terroríficas, plagadas de sucesos que les atormentaban o
inspiraban, historias sagradas.

En la parte relacionada del autor con Chicago podemos
ver como con paciencia el autor se incorpora en la
problemática de los barrios bajos integrados por
Afroamericanos y como a través de las organizaciones
civiles realiza trabajos comunitarios que gracias a la paciencia
y a la habilidad del protagonista van produciendo frutos de una
mejor convivencia social.

TERCERA PARTE:

Kenia

El Aeropuerto Internacional Kenyatta estaba casi
vacío, los funcionarios sorbían sus tazas de
té mientras comprobaban los pasaportes, en la sala
recogida de equipajes una chirriante cinta transportadora
vomitaba maletas lentamente, no había ni rastro de Auma,
así que me senté sobre mi bolsa de mano y
encendí un cigarrillo. Poco después un guardia de
seguridad con una porra de madera se dirigió hacia donde
me encontraba pensando que quizá estaba en una zona de no
fumadores miré a mi alrededor buscando un cenicero pero en
lugar de amonestarme el guardia sonrió y me pidió
un pitillo.

Auma conducía un viejo Volkswagen escarabajo azul
celeste. Para ella el coche suponía una modesta
inversión: como keniata residente en el extranjero
podía introducir su coche en el país libre de los
elevados aranceles de importación. Auma había
pensado que podría utilizarlo durante el año que
duraría su trabajo en la Universidad de Nairobi y
después venderlo por el precio del flete y quizá
obtener además un pequeño beneficio,
desgraciadamente había sufrido un golpe cuando
íbamos camino del aeropuerto y el tubo de escape se
había desprendido, cuando Auma aferrada con las dos manos
al volante enfiló el renqueante vehículo
hacía la autovía de cuatro carriles no pude evitar
la risa.

Dejamos a Zeituni en la Fábrica de
cerveza Kenia un enorme edificio donde trabajaba como
programadora informática, cuando se apeaba del coche se
inclinó para besarme en la mejilla, luego apuntó
con su dedo a Auma.

El centro era más pequeño de lo que
había esperado y la mayoría de los edificios
coloniales permanecían intactos: una tras otra se
alineaban las casas de fachadas de estuco blanqueado edificadas
cuando Nairobi era un poco más que un puesto avanzado que
proporcionaba servicios a los constructores del ferrocarril
británico, al lado de esos edificios se levantaba otra
ciudad, una ciudad de rascacielos, tiendas elegantes y hoteles
cuyos vestíbulos apenas se diferenciaban de sus
equivalentes en Singapur o Atlanta, era una mezcla atrayente e
inaprensible, un contraste que parecía repetirse
dondequiera que fuésemos: frente a la delegación de
ventas de Mercedes-Benz por donde pasaba una fila de mujeres
masai de vueltos en shukas rojos y los lóbulos de las
orejas estirados y perforados con brillantes cuentas de colores o
en la entrada de la mezquita al aire libre donde vimos como un
grupo de empleados de banca se quitaban los zapatos de corte
clásico y se lavaban los pies antes de unirse a granjeros
y jornaleros en la oración vespertina.

Giramos en la calle Kimathi llamada así en
recuerdo de uno de los líderes del Mau-Mau, había
leído algo sobre Kimathi antes de salir de Chicago y
recordaba una fotografía suya; era de un grupo de hombres
con el cabello a lo rastafari que vivían en la jungla y
captaban a la población nativa mediante juramentos
secretos.

El campus de la Universidad de Nairobi ocupa unos diez
mil metros cuadrados cerca del centro de la ciudad, las canchas
de baloncesto están situadas en una ligera
elevación que domina la pista de atletismo, estaban
pavimentadas con guijarros y la hierba crecía en las
grietas, observe a Bernard mientras nos turnábamos
lanzando a canasta y pensé en lo generoso y amable que
había sido conmigo durante los últimos días
al guiarme por la ciudad mientras Auma andaba ocupada calificando
exámenes, me agarraba de la mano tratando de protegerme al
cruzar las atestadas calles, su paciencia era infinita cuando me
detenía para mirar un edificio o leer un cartel delante
del cual él había pasado cientos de
veces.

Hacia el final de mi primera semana en Nairobi, Zeituni
me llevó a visitar a Sarah nuestra otra tía, Auma
no quería acompañarnos pero como su mecánico
tenía el taller cerca de la casa de Sarah se
ofreció a llevarnos hasta allí, el resto del camino
dijo tendríamos que hacerlo a pie, la mañana del
sábado recogimos a Zeituni y emprendimos viaje hacia el
oeste, pasamos apartamentos construidos con bloques prefabricados
parcelas áridas y llenas de basura, hasta que finalmente
llegamos al borde de un ancho valle conocido como Marthare, Auma
aparcó en un arcén y a través de la
ventanilla del coche pude ver la barrida de chabolas bajo
nuestros pies, miles y miles de techos de chapa ondulada
destellando bajo el sol hojas de lirio mojadas que se
extendían interrumpidamente por el valle en todas las
direcciones.

Hacia el final de mi segunda semana de Kenia, Auma y yo
fuimos de safari: en principio a ella no le gustó mucho la
idea, cuando le enseñé el folleto movió la
cabeza con gusto incrédulo, como la mayoría de los
keniatas relacionaba las reservas naturales con el
colonialismo.

-¿Cuántos keniatas crees que pueden
permitirse ir de safari? – me preguntó – ¿Por
qué no se puede cultivar todo ese terreno que se dedica a
los turistas? Esos wazungu se preocupan más por la muerte
de un elefante que por la suerte de cien niños
negros.

Auma decidió quedarse con Granny pero Sayid y yo
empaquetamos una muda de ropa y nos amontonamos con los
demás en el viejo cacharro del director, llegar hasta
Kendu nos llevó varias horas de viaje por la carretera
principal, al oeste el Lago Victoria aparecería ante
nosotros de forma intermitente sus tranquilas y plateadas aguas
se iban haciendo menos profundas hasta formar verdes
ciénagas, al atardecer estábamos aparcando en la
calle principal de Bahía Kendu, una carretera ancha y
polvorienta con una hilera de tiendas de color arena a ambos
lados de la misma, después de darle las gracias al
director cogimos un matatu que nos llevó por un laberinto
de callejuelas hasta que estuvimos fuera del pueblo.

Estreche la mano de Dorsila y le dije que había
conocido a su hermano mayor en Bahía Kendu asintió
complacida y habló de nuevo:

-dice que su hermano es muy viejo – me tradujo
Auma –cuando era joven se parecía mucho a nuestro
abuelo a veces no los podías distinguir.

Asentí y saqué mi encendedor cuando vio la
llama nuestra tía abuela mostró su sorpresa luego
habló rápidamente con Auma. –Quiere saber de
dónde viene la llama. Le mostré el encendedor a
Dorsila y le expliqué cómo funcionaba mientras ella
no dejaba de hablar Auma continuo.

-Me dice que todo está cambiando tan deprisa que
le produce mareos y que la primera vez que vio la
televisión creía que la gente estaba en el interior
y que también podían verla a ella. Entonces
pensó que eran unos maleducados porque no le contestaban
cuando ella les hablaba.

Lo que tu abuelo respetaba era el carácter, la
disciplina esa fue la razón por la que, a pesar de que
aprendió muchas de las costumbres de los blancos, siempre
acató las tradiciones en todo lo que hacía por eso
creó, rechazó la religión cristiana, durante
algún tiempo la practicó incluso cambió su
nombre por el de Johnson pero no podía entender la
clemencia con el enemigo o que ese tal Jesús pudiese
perdonar los pecados de la gente, para mi abuelo eso eran
sensiblerías algo que confortar a las mujeres, así
que se convirtió al Islam, pensaba que sus preceptos eran
más cercanos a sus creencias.

La imagen se desvanece, la reemplaza otra de un
niño de nueve años: mi padre, esta hambriento,
cansado, se aferra a la mano de su hermana en la búsqueda
que han emprendido para encontrar a su madre, ya no puede
aguantar más está completamente exhausto,
así hasta que finalmente el delgado vinculo que lo une a
su madre se quiebra y precipita su imagen hacia el vacío,
el niño empieza a llorar, rechaza la mano de su hermana,
quiere irse a casa, grita quiere volver a casa de su padre,
encontrará una nueva madre, se perderá en sus
juegos y será consciente del poder de su mente.

-Qué afortunado debió sentirse cuando el
barco arribó a puerto, puede que al recibir la carta de
Hawái se diera cuenta de que después de todo era un
elegido que poseía la baraka implícita en su
nombre, la bendición de Dios, junto a la licenciatura
llegaba el ascenso social, la esposa americana, el coche, los
elogios, las estadísticas, los dólares, la
proporción adecuada de ginebra y tónica, el
refinamiento, la elegancia una nueva vida sin las penurias y
azares de tiempos pasados.

Vi que mi vida en Norteamérica la vida de negros,
la de blancos, la sensación de abandono que había
sido testigo en Chicago, todo estaba conectado a este
pequeño pedazo de tierra separado por un océano
conectado por algo más que por el simple accidente que
suponía un nombre o el color de mi
piel.

Comentarios sobre el presidente
Obama

Si
algo se le puede criticar a Obama es su falta de experiencia.
Pero incluso eso se antoja como un argumento débil.
Después de todo John F. Kennedy había pasado poco
más de seis años en el Senado cuando decidió
buscar la presidencia en 1960. La comparación con Kennedy
no es trivial. Basta leer The Audacity of Hope, el libro que
publicó hace algunos meses, para entender que, para Obama,
Kennedy representa un ejemplo a seguir. Si Kennedy rompió
la
frontera religiosa al convertirse en el primer presidente
católico de Estados Unidos, Obama pretende hacer lo mismo
con la barrera racial. Si Obama decide postularse, Estados Unidos
enfrentará una prueba titánica:
¿estará listo el país para elegir a un a un
hombre de color como su primer mandatario? Encontrarle una
respuesta a esa pregunta se antoja como una misión noble y
necesaria.

~CRECIENTE ASIMETRÍA

Estados Unidos y México son dos naciones marcadas
por diferentes patrones culturales, sociales, políticos y
económicos. Las principales causas de esas diferencias se
remontan a las raíces históricas de ambas naciones.
Por ejemplo, México fue conquistado por los
españoles antes de la Ilustración, mientras que
Estados Unidos fue colonizado por los ingleses después de
este importante periodo histórico. Por lo tanto, ambos
países heredaron una trayectoria ideológica
distinta, la cual produjo dos comunidades sociales diferentes. En
el aspecto económico, México heredó un
modelo semifeudal; mientras que Estados Unidos recibió un
sistema semicapitalista. Más tarde, estas
características se traducirían en dos mundos
distintos que comparten una frontera común. A lo largo del
tiempo, estas grandes diferencias estructurales se han acentuado
y provocado una falta de entendimiento entre Estados Unidos y
México, lo que en ocasiones ha generado una
relación bilateral tensa.

En años recientes, tanto México como
Estados Unidos adquirieron diferentes grados de poderío.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se
erigió como una de las principales potencias
económico-militares del orbe, en tanto que México
continuó siendo un país subdesarrollado. Al
término de la guerra fría, Estados Unidos ya no
tuvo rival en su hegemonía militar. La asimetría de
poder es, entonces, uno de los principales rasgos
contemporáneos de la relación México-Estados
Unidos. Esta realidad ha implicado que Estados Unidos se perciba
como una potencia que impone sus intereses frente a México
y que este último se asuma como un país subordinado
frente a Washington.

PATRÓN
CONFLICTO-COOPERACIÓN

Históricamente, la relación bilateral
México-Estados Unidos ha oscilado entre el conflicto y la
cooperación. Algunas veces, el principal rasgo de la
relación ha sido de pleno conflicto. En otros momentos, la
cooperación ha determinado, aparentemente, la principal
trayectoria. Sin embargo, el patrón principal de la
relación bilateral ha sido, durante mucho tiempo, una
mezcla simultánea de conflicto y
cooperación.

Múltiples razones explican este singular
patrón, entre otras causas, el conflicto surge por 1) el
nacionalismo mexicano producto de las invasiones y pérdida
de territorio frente a Estados Unidos, que se ha traducido en un
sentimiento antiestadunidense; 2) la creciente asimetría;
3) la constante presencia de fuentes de conflicto bilateral, como
los asuntos de migración y narcotráfico; 4) la
existencia de distintos intereses nacionales y el establecimiento
de objetivos de política exterior divergentes y 5) las
diferentes percepciones que ambos gobiernos tienen sobre diversos
asuntos, muchas de las cuales resultan totalmente
contradictorias.Las principales razones que explican la reciente
cooperación entre México y Estados Unidos son 1) la
creciente interdependencia económica materializada con la
firma del TLCAN; 2) el nuevo papel estratégico de
México después del fin de la guerra fría; 3)
los cambios en las estructuras mundiales y en las condicionantes
internos de ambos países; 4) el establecimiento de
objetivos de política exterior comunes y 5) los enfoques
teóricos similares, como en el caso del pragmatismo.
Además, cuando México incrementa su capacidad de
negociación internacional frente a Estados Unidos, hay
mayores posibilidades de establecer mejores esquemas de
cooperación, como fue el caso durante la Segunda Guerra
Mundial.Los triunfos electorales del republicano George W. Bush y
del panista Vicente Fox en el año 2000, hicieron prever
una nueva etapa de la relación entre Estados Unidos y
México en el siglo XXI. Algunos observadores auguraban una
nueva etapa de plena cooperación (Perlez, 2000) entre
ambos países. Las afinidades ideológicas y
personales entre Bush y Fox imprimirían, además, un
sello de cordialidad a la relación. En su momento, el
presidente Bush declaró que México sería la
prioridad de la política exterior en su
administración (Castañeda, 2008: 126). Los hechos
parecían respaldar esta afirmación. El primer viaje
internacional del nuevo presidente estadunidense fue precisamente
a México, cuando visitó el rancho de Vicente Fox en
febrero de 2001. Era la primera ocasión, en la historia de
la política exterior de Estados Unidos, en que un
presidente estadunidense visitaba México en su primer
viaje internacional. Generalmente, la primera visita
internacional tenía como destino Canadá o Gran
Bretaña, u otros países. Posteriormente, Fox
sería el primer presidente extranjero en hacer una visita
oficial de Estado a la recién inaugurada
administración Bush en septiembre de 2001, antes de los
ataques del 11 de septiembre.

Sus críticos le acusan de haber liderado durante
estos cuatro años el principio del fin de EEUU, su declive
–relativo– como gran potencia mundial. También
de no sentirse a gusto con la hegemonía de EEUU e incluso
de no tener una visión coherente de lo que es el poder de
su país y de su influencia en el mundo, de ahí que
en demasiadas ocasiones se haya mantenido al margen de los
problemas mundiales, y de ignorar a los aliados tradicionales y
acercarse a otros países que resultaban ser sus
competidores. Señalan su incapacidad para gestionar el
conflicto palestino-israelí, y su distanciamiento de
Israel, sus pocos avances en la lucha contra el cambio
climático, la perpetua mala imagen de EEUU en el mundo
musulmán a pesar de sus intentos, sus difíciles
relaciones con Pakistán, la incapacidad para frenar los
avances nucleares de Irán y de Corea del Norte, la
imposibilidad de alcanzar un acuerdo con Irak para mantener
cierta presencia militar más allá de 2011, un
desastre probado tras ver la situación de violencia
sectaria en al que está inmerso, y como concesión a
Rusia el desmantelamiento del sistema antimisiles que George W.
Bush quería situar en Europa Oriental. Y, por supuesto, le
recuerdan que Guantánamo sigue abierta.

 

 

Autor:

Abraham Bastida

Síntesis
investigación

 

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