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Cuba y la Internacional Comunista




Enviado por Blas Nabel Pérez



  1. Introducción
  2. Cuba y
    la IC a la luz de los documentos del
    Archivo
  3. Notas
  4. Bibliografía

Introducción

El abrupto final de la Unión
Soviética en 1991 tuvo, entre sus variados efectos y
consecuencias, la puesta a la luz pública de una
abundante, variada y dispar documentación, proveniente de
diferentes archivos. La apertura del Archivo de la Internacional
Comunista (Komintern), representa -sin duda alguna- un momento
clave en el estudio de la historia contemporánea, puesto
que permitió acceder a nuevas fuentes en torno a
organizaciones políticas, sindicales, culturales y
estudiantiles más allá de sus tendencias
conservadora, radical o moderada, y a la historia de los partidos
comunistas; particularmente en relación con su surgimiento
y consolidación, sus debates y conflictos internos, y su
vinculación -no siempre armoniosa-, con Moscú. En
el Archivo del Komintern se encuentra la mayor colección
del mundo en documentos relacionados con la actividad del
movimiento de izquierda: aproximadamente 22.000 carpetas (55
millones de páginas), divididas en 521 fondos, en casi 90
idiomas. Entre ellos, materiales originales de los siete
Congresos, trece Plenos del Comité Ejecutivo de la
Internacional Comunista (CEIC) y documentos de más de 70
partidos comunistas o socialistas y de otras organizaciones
internacionales. En él se engrosaba constantemente
informes y cartas de las secciones nacionales de la III
Internacional (Internacional Comunista), la Internacional
Comunista de la Juventud, la Internacional Sindical Roja y otras
organizaciones afiliadas a la Internacional Comunista (IC). La
colección de documentos originales cubanos se conserva en
el Fondo No. 495, correspondiente al Comité Ejecutivo de
la Internacional Comunista (CEIC), el que contiene más de
150 mil carpetas repartidas en 294 Inventarios. El Inventario
No.105 corresponde al Partido Comunista de Cuba y está
conformado por 177 expedientes relativos al período
1919-1938. Contiene abundante material referido a cómo
fueron surgiendo los vínculos orgánicos entre la IC
(Komintern) y el movimiento obrero y comunista cubano. En dicho
inventario se conservan materiales relacionados con la
formación de la primera Sección Comunista en Cuba
en 1919 y la correspondencia regular, la cual permite indagar
cuestiones importantes, en particular, la evolución de sus
nexos con las organizaciones obreras y comunistas cubanas.
Revisten especial significación los documentos de
principios de los años veinte, cuando el Komintern no
contaba aún con una estructura organizativa
política ramificada, y la solución de todos los
problemas correspondía al Presidium (Pequeño
Buró, Fondo 537). Tras la disolución de la III
Internacional en 1943, sus archivos fueron subordinados al
Archivo Central del Partido Comunista de la Unión
Soviética (PCUS), hasta el 24 de agosto de 1991, fecha en
que por Decreto del presidente de la nueva Federación
Rusa, Boris N. Yelsin, fue convertido en el Centro Ruso de
Custodia y Estudio de los Documentos de la Historia Más
Reciente (RTSJIDNI), adscripto al Comité de Archivos de la
Federación Rusa. Convertido en Archivo Estatal Ruso de
Historia Social y Política (RGASPI por sus siglas en
ruso), a partir de 1993 se efectuó su apertura total a los
investigadores. La Internacional Comunista tuvo una influencia
global en el movimiento revolucionario latinoamericano. Esta
incidencia se manifestó de modo muy limitado en los
primeros años de vida del Partido Comunista de Cuba; sin
embargo, a partir del establecimiento de relaciones directas en
1929, se produjo una intervención progresiva de aquella en
sus decisiones. En el presente trabajo nos referiremos
únicamente a los fondos del Archivo Estatal Ruso de
Historia Social y Política (RGASPI) en los que se
conservan los materiales relacionados con América Latina y
su movimiento de izquierda.

Cuba y la IC a la
luz de los documentos del Archivo

Los documentos originales conservados en el
Archivo del Komintern, Fondo 497 (Fondo Lenin), permiten
establecer en diciembre de 1919 el primer contacto de la
Internacional Comunista con el movimiento obrero cubano.
Mijaíl Borodin (1) emisario de Lenin-
después de concluir la misión de establecer
relaciones con las incipientes organizaciones comunistas en
México y Estados Unidos, con vistas a la creación
del Buró Latinoamericano de la III Internacional y de
regreso a Europa junto con su ayudante e intérprete Frank
Seaman, tuvo una estancia de cinco horas en La Habana. En su
informe de viaje, (2) fechado el 21 de enero de 1920,
Borodin comenta la creación de la Sección Comunista
Cubana, encabezada por Marcelo Salinas, y la decisión
adoptada por aquella de afiliarse a la Internacional Comunista.
Los cubanos se proclamaron como miembros del Comité
Ejecutivo Provisional de la Sección Comunista de Cuba, y
designaron a Salinas como su secretario general, señalaba
Borodin en su informe, quien no se planteaba tal desarrollo de
los acontecimientos antes de su llegada a La Habana. En el Fondo
497, del Presidium(Legajos Nos. 2 y 5), se guardan no solo los
mandatos firmados por V. 1. Lenin, sino también documentos
y material informativo concernientes a Latinoamérica, que
le eran enviados para tenerle al corriente, así como la
correspondencia que le dirigieran líderes y militantes
latinoamericanos. Se conservan los materiales relacionados con el
viaje de Borodin al hemisferio occidental, además de los
relativos a la creación de la primera Sección
Comunista en Cuba, en 1919. Esos documentos no solo confirman que
Lenin estaba al tanto de los problemas del movimiento comunista
en el área latinoamericana, y estaba informado en detalle
sobre la organización y financiación del viaje de
M. Borodin a México en 1919 (de hecho, la primera
misión de la III Internacional a América Latina).
Ello evidencia, a la vez, que Lenin tuvo conocimiento del
surgimiento del incipiente movimiento comunista cubano y el
interés expresado por su dirección de adherirse a
la Internacional Comunista. Por su parte, Frank Seaman,
(3)
en su informe de viaje señalaba como algo muy
significativo, el hecho de que su interlocutor, Salinas, fuera
el alma del periódico obrero El Hombre
Nuevo,
y organizador principal de la Federación de
Sindicatos y, consecuentemente, el líder del
«unionismo consciente de clase» (4) en la
Isla. Según constatan los documentos, el 6 de diciembre de
1919, Marcelo Salinas envía al secretario general de la
Ill Internacional en Moscú la solicitud de admisión
(5) y el deseo de estar representado en el Congreso del
Komintern, así como en el Congreso Comunista
Latinoamericano a celebrarse en México e informó,
que la Sección Comunista se afiliaba sin compromisos a la
Ill Internacional, prometiendo luchar con todos los esfuerzos por
sus ideas y el derrocamiento de la burguesía en todo el
mundo. Frank Seaman intentó representar a la
Sección Cubana en el Segundo Congreso de la Internacional
Comunista a nombre del grupo de Salinas. Sin embargo, el intento
no tuvo éxito. Aunque el Komintern en aquellos tiempos
necesitaba engrosar sus filas e influencia en diferentes
regiones; y a pesar de que Cuba podría ser el segundo
país latinoamericano representado en su Congreso, la
comisión de credenciales decidió en su
reunión del 17 de julio, dejar pendiente esta
decisión. No obstante, en el protocolo de la
reunión de la comisión de credenciales del Il
Congreso de la IC, aparece que Seaman asistió al Congreso
bajo el seudónimo de Jesús Ramírez y, en el
álbum de firmas de los delegados al Congreso, firmó
como delegado de Cuba. (6) La dirección de la III
Internacional decidió no dejar a los comunistas cubanos
fuera de su organización e invitó al grupo de
Salinas al próximo congreso del Komintern.

Revisten especial significación los
documentos datados de principios de los años veinte,
cuando el Komintern carecía aún de una estructura
organizativa política ramificada, y la solución de
todos los problemas correspondía al Presidium (denominado
el Pequeño Buró). Durante 1920 y 1921, los
comunistas cubanos intentaron realizar contactos con la III
Internacional a través del Partido Comunista de
México. Sus enlaces con este fueron establecidos con la
ayuda de los anarco-sindicalistas españoles que
participaban activamente en el movimiento obrero cubano. Entre
ellos se destacaban José Rubio y Sebastián San
Vicente, quienes habían llegado a México desde Cuba
a finales de 1919 o principios de 1920. Durante su estancia en
Cuba, Sebastián San Vicente, hizo trabajos propagandistas,
viajó por toda la Isla en calidad de organizador del grupo
ilegal Soviet. La llegada de Sebastián San
Vicente y José Rubio permitió fortalecer el
contacto creado por Frank Seaman. Ello posibilitó al
Buró Latinoamericano enviar a Cuba la invitación a
su Congreso, planificado para finales de julio en México.
Posteriormente, el 8 de enero de 1920, el Buró
Latinoamericano saludó a sus partidarios cubanos a
través de su órgano El Comunista.
(7)
Del 14 al 16 de enero de 1920, en La Habana tuvo lugar el
II Congreso Nacional Obrero, convocado con el propósito de
elegir los delegados al Congreso de la Confederación
Obrera Panamericana. Al mismo asistieron, entre otros, los
delegados del Buró Latinoamericano P. Beltrán y
Sebastián San Vicente. Uno de los miembros de la
comisión de credenciales del Congreso fue José
Rubio, mientras que Salinas y López eran secretarios del
Presidium. El otro miembro del Presidium fue Antonio Penichet. El
Congreso aprobó enviar un saludo de solidaridad a Rusia y
de apoyo a la Internacional Comunista. En la toma de estos
acuerdos ejerció una decisiva influencia la llamada ala
progresista de izquierda, encabezada por Alfredo López, A.
Barreiro, J. Peña Vilaboa y Antonio Penichet. En abril de
1920, el jefe del Buró Latinoamericano, José Allen,
(8) en nota dirigida a E. Woog evaluó los
resultados del evento, anotando que el Buró tenía
en Cuba «las secciones perfectamente bien
organizadas» (9) que solamente esperaban el inicio
del trabajo en México para la realización de sus
propias actividades. En noviembre de 1920, Antonio Penichet,
Marcelo Salinas y Alfredo López participaron activamente
en la creación de la Federación Obrera de La
Habana. Simultáneamente, los dirigentes de la
sección comunista seguían publicando
artículos en defensa de la Revolución de Octubre en
Rusia; en julio de 1921, la revista Los Tiempos Nuevos
propuso a los obreros de diferentes corrientes ideológicas
discutir la cuestión del envío de una
delegación a la República Socialista Federativa
Soviética de Rusia (RSFSR) para obtener información
verídica. Mientras tanto, José Rubio y
Sebastián San Vicente de nuevo se trasladaron a
México donde, en febrero de 1921, fueron electos delegados
al Congreso Rojo de la Federación Comunista del
Proletariado Mexicano. El 5 de abril de 1921, José Rubio
envió, en su condición de representante de la
Sección Comunista de Cuba, una carta a M. Díaz
Ramírez, contendiéndole a él las
plenipotencias de representar en Moscú a los comunistas
cubanos. Aseguró que la dirección de la
sección que se encontraba en Cuba, iba a confirmar dicha
credencial. (10) El análisis de estos documentos
permite conocer que el secretario general del Partido Comunista
de México certificó a José Rubio que estaba
«debidamente acreditado» (11) como delegado de
la sección cubana en México. De ese modo, la
Internacional Comunista mantuvo sus relaciones con Cuba, aunque
solo a través de México donde se encontraba Rubio,
que ya era miembro del Partido Comunista de esa nación, y
uno de los dirigentes de la Confederación General de
Trabajadores. Entre las tareas realizadas por Rubio, estuvo la
distribución de 10 mil ejemplares del Folleto de
Murphy.
(12) Se trata del Informe Preliminar
del Primer Congreso Mundial de la Internacional Sindical Roja,
que tuvo lugar el 3 de julio de 1921, en el Salón de las
Columnas de Moscú (Palacio de los Sindicatos). En este
evento participaron 342 delegados de las organizaciones
sindicales de 42 países, quienes se reunieron para
determinar cómo los trabajadores del mundo podrían
llevar a cabo mejor su lucha. Jonathan Murphy -de origen
inglés– desempeñó un papel importante en el
establecimiento de la Internacional Sindical Roja, ISR
(Profintern por sus siglas en ruso), un intento de unir a los
sindicalistas revolucionarios de todo el mundo en una sola
organización.

La distribución del Folleto de
Murphy
y la mencionada invitación al III Congreso de
la Internacional Comunista fueron las últimas actividades
de las estructuras de esa organización, vinculadas con el
movimiento obrero cubano, entre 1919 y 1921. En esta etapa, la
dirección de la Ill Internacional no creyó
necesario intensificar sus contactos en la Isla, limitando su
política a la recopilación de información.
Los lazos con la Sección Comunista de Cuba fueron
mantenidos por las estructuras regionales de la IC -sus Buroes
Latinoamericano y Panamericano-. La desaparición del
Buró Latinoamericano, en 1920 y la liquidación del
Buró Panamericano, en otoño de 1921, interrumpieron
los contactos establecidos con el grupo de Salinas. Los nexos que
había establecido el grupo de Salinas con la III
Internacional, a través de Mijaíl Borodin, Frank
Seaman y el Partido Comunista de México, se desintegraron
por completo; ninguno de los fundadores de la Sección
Comunista de Cuba llegó a formar parte de las nuevas
organizaciones comunistas, lo que obligó a sus dirigentes
a buscar otros caminos para contactar con la Ill Internacional.
No es hasta 1922 que el vínculo entre la III Internacional
y Cuba se restablece, esta vez por medio de la Agrupación
Comunista de La Habana, presidida por Carlos Baliño, lo
cual significó el inicio de una nueva etapa de relaciones
de la Internacional Comunista con el movimiento comunista cubano.
Así las cosas, Baliño es invitado a participar, en
marzo de 1925, en el Congreso del Partido Comunista de
México y, no pudiendo asistir, pidió a su vez ayuda
para la organización del Primer Congreso Nacional de
Agrupaciones Comunistas de todo el país, que se
efectuaría en la ciudad de La Habana durante los
días 16 y 17 de agosto de 1925. En respuesta a la
solicitud de Baliño, el Partido Comunista de México
envió a la capital de la Isla, a su representante Enrique
Flores Magón. (13) quien -a la par-
representó a la Internacional Comunista. Durante sus tres
meses de estancia, Magón no solo contribuyó a la
preparación del Primer Congreso de los comunistas cubanos;
sino que fue electo secretario del Congreso y trabajó en
la creación de las células en las fábricas,
y participó en las elecciones. Después de su
informe sobre las 21 condiciones para la admisión por la
Internacional Comunista, y las decisiones de los Congresos del
Komintern, los delegados cubanos aprobaron la resolución
que reconocía a la III Internacional como la autoridad, y
sus decisiones, como obligatorias para el recién fundado
Partido Comunista de Cuba. Asimismo, el Congreso, a través
del Partido Comunista de México, transmitió su
solicitud de admisión al seno del Partido Comunista
Internacional. (14) El secretario general del Partido
Comunista mexicano, Rafael Carrillo, fue el encargado de
representar a Cuba en el Pleno Ampliado del Comité
Ejecutivo de la Internacional Comunista (CEIC). Su credencial fue
firmada, el 8 de octubre de 1925, por el secretario general del
PCC, Francisco Pérez Escudero, en la que aparece
refrendado el cuño de la Agrupación Comunista de la
Habana. (15) Con posterioridad a la celebración del
Congreso, en el propio mes de agosto, A. Abolin, suplente del
Departamento de Agitación y Propaganda del Comité
Central del Partido Comunista Ruso-bolchevique, y Nemerisskii,
secretario del Comité Central de la sección
judía del Partido Comunista Ruso Bolchevique, enviaron al
Komintern una nota de la sección judía del Partido
Comunista de Cuba, integrada por exiliado s políticos de
origen judío, procedentes de Polonia y Lituania.
Allí informaban que su actividad se tornaba más
difícil que la de los comunistas cubanos, pues no
poseían nacionalidad cubana y -en su mayoría-, no
sabían hablar el español. Esto, a la postre,
obstaculizó su integración al movimiento obrero
cubano.

Uno de los expedientes de mayor trascendencia del Fondo
495, atesorado en el RGASPI, es el referido a Julio Antonio
Mella. En él se conservan los materiales sobre la
actividad militante de Mella, su vínculo con la
Internacional Comunista, y al sistema de organizaciones que se le
subordinaban: Internacional Sindical Roja, Internacional Juvenil
Comunista y Socorro Rojo Internacional.

En enero de 1926, el Comité Central del Partido
Comunista de Cuba acordó sancionar a Mella por haberse
declarado en huelga de hambre encontrándose en la
cárcel, actitud que algunos de sus miembros consideraron
una decisión que violaba la disciplina y había
arriesgado innecesariamente su vida. El Acta que imponía
la sanción fue remitida al Comité Ejecutivo de la
Internacional Comunista y, un año más tarde, se
recibió una resolución que recomendaba analizar
nuevamente el caso con más flexibilidad. Finalmente, la
medida fue derogada.

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Primera página del manuscrito
del Juicio a Mella.

El Expediente consta de 15 documentos que recogen la
trayectoria de este controvertido suceso. Se inicia con dos notas
enviadas por Mella, en diciembre de 1925 al Comité Central
del Partido Comunista de Cuba, la primera dirigida a Ruiz, uno de
sus miembros, reiterándole la solicitud de que se realice
una Junta para responder a los cargos en su contra; la otra,
está dirigida a los miembros del Comité Central del
PCC solicitando «una reunión» del citado
Comité «en el lugar y fecha que acuerden».
(16) Se conserva el acta (original mecanografiado) del
juicio a Mella y la sentencia. Los cargos que se le imputaron a
Mella fueron: 1. Indisciplina; 2. Insubordinación a los
acuerdos del Comité Central Ejecutivo; 3. Equivocaciones
fundamentales de la táctica, nocivas a los intereses del
Partido 4. Nexo personal con la burguesía y contra el
Comité Central Ejecutivo 5. Falta de firme sentimiento de
solidaridad. A su vez, su condena implicó: 1)
Separación total de toda actividad política por
tres meses (luego disminuiría a dos meses);
Separación de las actividades del PCC por dos años;
y 3) Reconversión privada y pública.
(17)

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Última pagina del manuscrito
del Juicio a Mella

En comunicación al Secretario General de la
Internacional Comunista, firmada por Francisco Pérez
Escudero, secretario general del Partido Comunista de Cuba, se
elevan todos los materiales relacionados con el juicio de Partido
celebrado a Julio A. Mella y se aclara que, por la
situación de Partido naciente bajo la represión, se
ha estimado necesario, indispensable, un castigo enérgico.
Expresan el deseo de conocer la opinión de la
dirección de la Internacional Comunista. (18) El 23
de marzo de 1926 le es remitida comunicación a Rafael
Carrillo, en su calidad de secretario general del Partido
Comunista de México, toda vez que Mella se encuentra en
México y ha pasado a integrar las filas de ese Partido. En
la misiva solicitan que se considere a Mella «un expulsado
del PCC», (19) a la vez que le expresan el deseo de
recibir los oportunos consejos de ese Partido. Después de
evaluada esta situación por el Secretariado
Político del Comité Ejecutivo de la Internacional
Comunista, se orienta «conceder de nuevo su entrada a Mella
en el Partido Comunista de Cuba»; (20) lo que es
informado -a nombre del Secretariado- por Jules Humbert Droz, el
lro de febrero de 1927. En comunicación de 29 de mayo de
1927, firmada por G. Cortina -en ese momento secretario general
del PCC- se informa al Comité Ejecutivo de la
Internacional Comunista la readmisión de Mella en el
Partido, «restableciéndolo en todos sus derechos y
deberes de afiliado»." (21)

Otros documentos que aparecen en el
Expediente:

  • Comunicación del Partido Comunista de Cuba,
    dirigida a los miembros del Comité Central del Partido
    Comunista de México, fechado el 31 de mayo de 1926.
    (22)

  • Informe sobre la actividad del Partido Comunista de
    Cuba, presentado por el camarada Autoayor, delegado del
    Partido Comunista de Cuba ante la Internacio- nal Comunista,
    datado el 31 de diciembre de 1926. (23)

  • Carta de Ruthenberg, secretario general del Partido
    Comunista de los EE.UU., al Partido Comunista de Cuba con
    fecha 15 de julio de 1926. La dirección del Komintern
    encomendaba al Partido Comunista de los EE. UU., tareas
    especiales ante situaciones presentadas en el movimiento
    revolucionario de los países del área".
    (24)

El Secretariado Político de la
Internacional Comunista, el 28 de enero de 1927, emitió la
Resolución sobre Cuba, de la cual citamos sus
párrafos más importantes, los que posibilitan
conocer la valoración sobre la situación en Cuba,
de la máxima dirección de esa organización
[…] (25) El gobierno cubano, agente servil y ejecutor de
las órdenes del imperialismo norteamericano, no puede
permitir el desarrollo de un movimiento obrero revolucionario y
de una organización antiimperialista. Ha intervenido
brutalmente contra organizaciones que han existido sólo
unas pocas semanas, disolviendo a aquellas a las que no pudo
corromper, deportando a los líderes, expulsando a
revolucionarios extranjeros e ilegalizando al partido comunista.
Las organizaciones obreras eran muy jóvenes y estaban poco
preparadas como para resistir esta oleada de la reacción.
El partido comunista se reorganizó a sí mismo en la
ilegalidad, pero perdió contacto con las masas.
Sólo la Liga Antiimperialista mostró signos de
vitalidad al comienzo del período de represión,
cuando tuvo éxito en realizar en torno a uno de sus
líderes, Mella, que se declaró en huelga de hambre
en la prisión, un vasto movimiento de protesta de las
masas antiimperialistas. En el curso de este período de
represión, se cometieron errores que pueden explicarse por
la falta de preparación y la juventud del partido
comunista y de la Liga Antiimperialista. El individualismo era un
peligro para el Partido Comunista de Cuba, debido al hecho de que
tenía un origen doble en el partido: 1) la
tradición de anarco-sindicalismo que se encuentra en los
movimientos obreros de todos los países latinos,
especialmente en los países que poseen una lengua y
cultura española o portuguesa, y 2) la mentalidad de los
intelectuales, especialmente de los estudiantes. Entre este
último elemento, que ha jugado un importante papel en la
Liga Antiimperialista de Cuba, Mella se unió al Partido
Comunista sin entender la necesidad de una disciplina colectiva
estricta, especialmente en momentos en que las persecuciones
policiales obligaban al partido a organizarse en la ilegalidad.
Por el otro lado, el Comité Central del Partido, con una
visión correcta de contrarrestar el individualismo que,
bajo las circunstancias existentes en el partido, podría
conllevar el peligro de disolución, aplicó una
disciplina estricta y a menudo mecánica, sin comprender
suficientemente bien que en un partido joven, bajo las
circunstancias que existen en Cuba, su papel era el de aplicar la
disciplina con el objetivo de agitar a los miembros, y no de
purificar al partido con una expulsión que le diera al
partido un carácter sectario y que involucrara a un cierto
número de elementos fuera del partido. El caso de Mella es
característico de este doble error de los elementos
intelectuales que se inclinan al individualismo, y del
comité central del partido que, como reacción, se
ha deslizado hacia el sectarismo. No hay ninguna duda de que
Mella actuó individualmente, y sin tomar en
consideración al partido, el cual tuvo una tendencia a
subordinarse a su personalidad, y que careció del
espíritu de disciplina que deben tener todos los miembros
del partido comunista. Pero la sanción de expulsión
del partido no guarda relación ni con la importancia de su
infracción de la disciplina, ni con las exigencias de la
situación política, pues la tarea del partido
comunista en ese momento no era sólo el protegerse a
sí mismo contra el individualismo y establecer una firme
disciplina interna, sino también, y sobre todo, la de
mantener el contacto con las masas que habían sido
movilizadas para la defensa de Mella, utilizar este vasto
movimiento popular para el partido comunista, para su defensa y
para su Liga Antiimperialista. Si el partido hubiera reconocido
estas tareas políticas esenciales, habría tratado
este caso de infracción de la disciplina y de
individualismo de Mella con más elasticidad, sin disminuir
de ninguna manera su autoridad. La rígida política
seguida por el Comité Central tuvo una repercusión
política contraria a aquello que el partido quería
alcanzar. Lejos de hacer que Mella y sus amigos intelectuales de
la Liga Antiimperialista entendieran y aceptaran la disciplina,
la expulsión de Mella dio lugar a manifestaciones
repetidas de individualismo de parte de los elementos
intelectuales en la Liga, y creó una situación de
malas relaciones entre el partido comunista y la Liga
Antiimperialista, que Mella y sus amigos han intentado convertir
en una organización rival del partido. También
condujo a un aislamiento del partido comunista respecto de las
masas populares pequeño burguesas que apoyaban a la Liga
Antiimperialista e incluso de ciertas organizaciones sindicales
que Mella logró exitosamente movilizar en su defensa. La
política seguida en el momento actual por Mella y sus
amigos, de convertir a la Liga en una organización rival
del partido, es un nuevo error que pervierte el carácter
que la Liga tiene que tener: una organización de masas
antiimperialistas, y que es dañina tanto para el
desarrollo del movimiento comunista y el movimiento
antiimperialista, los cuales en los países de
América Latina deben trabajar mano a mano, y no en
organizaciones competidoras y rivales. Pese a estos errores
tácticos cometidos por el CC del PCC en este
período, la Internacional Comunista enfatiza el hecho de
que, bajo difíciles circunstancias, y sin conexión
directa con ello, el PCC se ha empeñado en desarrollar una
actividad comunista revolucionaria y en seguir las instrucciones
de la Internacional. El ejecutivo de la Internacional Comunista
reconoce que la causa del PCC con la IC no tuvo relación
con sus intenciones, y después de oír a los
representantes del PCC, el ejecutivo ha decidido admitir al PCC
como una sección de la Internacional Comunista. Como uno
de los primeros pasos en su actividad, debe plantearse el
problema del desarrollo de la Liga Antiimperialista en una
organización de masas que incluya a obreros, campesinos,
intelectuales y a la pequeña burguesía rural y
urbana. Es absolutamente esencial restablecer la relación
normal entre el partido comunista y la Liga Antiimperialista, y
resolver el caso de Mella y sus seguidores, tomando en
consideración los requerimientos de nuestra
política general en América Central en el momento
actual. El CC permitirá su readmisión en el partido
bajo la condición de que se someta a la disciplina [….]
De la lectura y análisis de estos documentos se infiere la
existencia de un partido comunista apócrifo desde mediados
de 1926. Una protesta por la falta de atención y la
acreditación dada al mencionado partido, fue realizada por
los delegados cubanos a la 1 Conferencia de Partidos Comunistas
de América Latina, efectuada en Montevideo, en junio de
1929. Para despejar las confusiones creadas por el partido
apócrifo, el PCC envió su representante a
establecer contacto directo con la Internacional
Comunista.

En una extensa carta, (26) dirigida al
Secretariado de la Internacional Comunista el 14 de agosto de
1929 y firmada por Gregorio P. Ulloa, secretario general
del Comité Central del mencionado «partido
apócrifo» plantea: "Hoy hay un problema de
trascendental importancia que solo ustedes son los llamados a
resolver y es que hay dos partidos comunistas en Cuba; uno el que
sólo tiene una docena de individuos -la mayoría
expatriados- y su secretario general es G. Cortina. El otro
partido cuenta con 483 asociados, proletarios y campesinos, que
ha tenido una gran acogida en general."

En respuesta a la carta sobre la situación de los
dos partidos comunistas en Cuba, Victorio Codovilla envía
una misiva, resultado del análisis sobre esta
situación en la sesión de la Secretaría
Sudamericana de la Internacional Comunista, en la que
participaron los compañeros Torres, Sandalio Junco y otro
que se identificaba bajo el pseudónimo de X. Según
los documentos, se percibe que el Komintern mantuvo un monitoreo
de la actividad del PCC durante todo el período
revolucionario de los años treinta. Para ello fue enviado
a Cuba, Mendel Mijrovski, conocido por los pseudónimos de
Louski, Juancito o Juan El Polaco, quien a
partir de 1925 trabajó en la Internacional Sindical Roja
donde fue encargado de los asuntos latinoamericanos.

Desde 1929 laboró como su emisario clandestino en
Centroamérica, México y Cuba. Por la
documentación consultada se puede conocer que en 1932
surge en la Isla un incipiente movimiento de carácter
trotskista, la llamada Oposición Comunista de Cuba, sus
fundamentos teóricos y organizativos, así como la
proyección político ideológica que
servirían de guía a su acción
política aparecen plasmados en el documento Manifiesto
Programático del Buró de Oposición
Comunista
(27) que data de enero de 1933.

El Expediente de Rubén Martínez Villena
(28) recoge los pormenores de su llegada a Moscú
hacia finales de marzo de 1930, gravemente enfermo, siendo
ingresado en un sanatorio. A pesar de su delicado estado de salud
en 1931, comienza a trabajar en el Secretariado Latinoamericano
del Komintern y participa en el Congreso de la Internacional
Sindical Roja. Los documentos revelan -entre otros pormenores-
las discrepancias entre los comunistas cubanos y latinoamericanos
que entonces se encontraban en Moscú, los serios debates
que tuvieron lugar en abril 1931 entre Rubén
Martínez Villena junto a los dirigentes cubanos que
estudiaban allí, con los dirigentes del Komintern. En
septiembre de 1933, tuvo lugar una reunión a la que
asistieron varios representantes del Buró del Caribe y del
Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista, en la
que fue presentada una resolución mediante la cual si el
Partido Comunista de Cuba no aceptaba la «consigna de los
soviets», se le consideraría traidor a la clase
obrera y ganado por el oportunismo de la II Internacional. Al
oponerse Villena, los representantes de la Internacional lo
acusaron de mantener una posición reformista, y pidieron
su expulsión del Partido, actitud que ganó la
airada respuesta de la mayoría de los militantes cubanos
presentes. Las violentas discusiones fueron nefastas para
Rubén, no solo por el esfuerzo físico que
exigió de él, sino por la forma injusta en que fue
tratado por los representantes de la Internacional Comunista.
Ante la grave crisis por la que estaba atravesando el PCC,
acordó solicitar el regreso Villena a Cuba en junio de
1932. Suscitan especial interés la documentación
del Secretariado Latinoamericano del CEIC, el cual contiene
más de 230 carpetas correspondientes al período de
1926 a 1935. Esto permite comprender las posiciones mantenidas
por el Partido Comunista de Cuba y la Internacional Comunista
durante el proceso de la Revolución de 1933.

Las actas taquigráficas revelan la existencia de
contradicciones en el seno de la dirección del PCC y de la
III Internacional en el tema de la estrategia que debía
aplicar el partido en el momento culminante de la huelga
política general. (29) Revisten particular
interés los documentos referidos a la actividad de los
sindicatos cubanos (1925-1936), que se conservan en el Expediente
de la Internacional Sindical Roja. Las comunicaciones e informes
de los representantes en Cuba de la Internacional de Socorro Rojo
-Juan y W. Lovsky-; los del Buró del Caribe -Alberto
Moreau y J. Bell-; y los del PC norteamericano -Simon y William
Simons-, permiten juzgar el carácter y las proporciones de
la colaboración que el Komintern prestó a la
Sección Cubana en el período de la crisis nacional
de 1933. (30)

A través de los repertorios examinados, se puede
apreciar cómo a partir de octubre de 1935 cuando tiene
lugar el VII Congreso de la Internacional Comunista, el PCC se
vincula más estrechamente con dicha organización.
La relación cronológica de los materiales
concernientes a los vínculos de Cuba con la Internacional
Comunista, que se conservan en el Archivo Estatal Ruso de
Historia Social y Política (RGASPI), se interrumpe en el
año 1938.

Notas

16 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 105, Expediente
2, Folio 34.

17 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 105, Expediente
2, Folios 13 -2l.

18 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 105, Expediente
2, Folio 48.

19 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 105, Expediente
2, Folio 23.

20 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 105, Expediente
2.

21 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 105, Expediente
8, Folio 3.

22 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 105, Expediente
2, Folios 44-47.

23 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 105, Expediente
1, Folios 39-55.

24 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 515, Inventario 1, Expediente
635, Folios 66-68.

25 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 105, Expediente
5, Folios 14-21.

26 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 105, Expediente
10, Folios 112-116.

27 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 106, Expediente
1, Folio 52.

28 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 107, Expediente
1, Folio 52.

29 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 105, Expediente
32.

30 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 534, Inventario 2, Expediente
7, Folio 92.

1 Mijaíl Markovich Borodin
(Mijaíl Gruzenberg): Miembro activo de la
federación de Lenin en el Partido Social Demócrata
Ruso, fue encarcelado por sus actividades políticas en
1906 y en ese año emigró a Estados Unidos, donde se
hizo miembro del Partido Socialista Norteamericano bajo el nombre
de Berg. Después de la Revolución de Octubre,
regresó a Moscú. Borodin recibió su
designación como cónsul general en México el
17 de abril de 1919, en un documento que lleva la firma de
Lenin.

2 Archivo Estatal Ruso de Historia Social y
Política (RGASPI), Fondo 497, Inventario 2, Expediente 7,
Folio 92.

3 Frank Seaman (Jesús
Ramírez, David Tanner, Manuel Gómez o Charles
Shipman, pero cuyo nombre verdadero era Charles Francis Phillips)
fue un socialista estadounidense que huyó a México
durante la Primera Guerra Mundial. En el 1 Congreso Nacional
Socialista de México, realizado durante los meses de
agosto y septiembre de 1919, fue electo miembro del Comité
Nacional del Partido Socialista Mexicano. Después de
conocer a Borodin, y bajo su influencia, contribuyó
activamente a la creación del Partido Comunista de
México. Fue delegado del PCM al II Congreso de la IC, en
Moscú en 1921, donde pudo conversar con Lenin. Asimismo,
devino representante mexicano del Buró Panamericano de la
III Internacional y dirigente del Buró Provisional
Mexicano de la ISR. Posteriormente milita en el Partido Obrero
(Comunista) de América y es electo secretario de la
Sección Norteamericana de la Liga Antiimperialista de las
Américas. Fue delegado del PC Estadounidense al VI
Congreso de la IC.

4 Archivo Estatal Ruso de Historia Social y
Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 105, Expediente
2.

5 Archivo Estatal Ruso de Historia Social y
Política (RGASPI), Fondo 497, Inventario l.

6 Archivo Estatal Ruso de Historia Social y
Política (RGASPI), Fondo 489, Inventario 27, Folios
1-3.

7 Archivo Estatal Ruso de Historia Social y
Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 108, Expediente
221, Folio 1.

8 José Allen, por entonces,
secretario general del Partido Comunista Mexicano, elegido en su
Primer Congreso.

9 Archivo Estatal Ruso de Historia Social y
Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 108, Expediente
3, Folio 9.

10 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 534, Inventario 1, Expediente
4, Folio 44.

11 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 534, Inventario 1, Expediente
4, Folio 44.

12 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 18, Expediente
65, Folio 259.

13 Enrique Flores Magón: Estudiante
de derecho y miembro del Partido Comunista de México. Su
verdadero nombre era Enrique Flores.

14 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 105, Expediente
2, Folio 53.

15 Archivo Estatal Ruso de Historia Social
y Política (RGASPI), Fondo 495, Inventario 241, Expediente
109.

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«El Komintern y América
Latina», América Latina, no. 5,
Moscú, 2002.

 

 

Autor:

Blas Nabel Pérez

 

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