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Desnutrición proteino calórica en niños




Enviado por Georgina



Partes: 1, 2, 3

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Justificación de
    problema
  4. Revisión
    bibliográfica
  5. Diseño
    metodológico
  6. Resultados y
    discusión
  7. Conclusiones
  8. Recomendaciones
  9. Referencia
    bibliográfica
  10. Anexos

Resumen

Se realizó un estudio analítico
observacional de casos y controles, para determinar los factores
de riesgo que influyeron en la desnutrición proteico
calórico en  menores de 5 años, en e el
consultorio médico Bolívar, sector El Parquecito
(julio de 2009 a julio 2010), El universo estuvo constituido por
213 los niños menores de 5 años, que asistieron a
consulta en este período y la muestra, 199 niños,
distribuidos en niños con desnutrición proteino
calórica y normopesos. Se realizó una encuesta
teniendo en cuenta variables como: sexo, edad del niño,
tipo de lactancia, edad de la madre, condición marital,
desempeño en el cuidado del hijo, ontogénesis de la
familia, entre otras. Se encontró: el sexo (OR= 0,24 IC
95% 0,06 a 0,92), la edad codificada del niño fueron
factores protectores con (OR= 0,53 IC 95% 0,32 a 0,90)
respectivamente. Además, el desempeño en el cuidado
del hijo mostró efecto protector (OR= 0,09 IC 95% 0,02 a
0,37), al igual que la ontogénesis de la familia (OR= 0,15
IC 95% 0,02 a 0,90). El tipo de lactancia incrementó el
riesgo de desnutrición (OR= 4,80 IC 95% 1,50 a 15,29), la
probabilidad de padecer desnutrición fue 6,28 veces mayor
cuando la madre del niño es menor de 20 años en el
momento del parto (OR= 6,28 IC 95% 1,76 a 22,36), y fue 4,08
veces mayor la posibilidad de que el niño fuera desnutrido
cuando la condición marital de la madre fue inestable (OR=
4,08 IC 95% 0,52 a 31,85). Los valores de significación
fueron como sigue: 0,04; 0,019; 0,007; 0,004; 0,17; 0,0008; 0,036
y 0,64 respectivamente.

Introducción

La desnutrición proteico calórico en la
población pediátrica es en la actualidad, el
problema de nutrición más importante en los
países no industrializados, no existen cifras exactas
sobre la prevalencia en el mundo, y es incluso difícil
hacer cálculos sobre ello (1), entre 800 y 1, 000, 000 de
personas padecen de algún grado de desnutrición,
afectando principalmente a infantes y niños preescolares.
Se estima por la Organización Mundial de la Salud (OMS),
que al menos 500.000.000 niños sufren en todo el mundo
algún grado de desnutrición proteico
calórico (2), por otro lado, en encuestas hechas en Asia,
África y América Latina, se indica que,
aproximadamente el 20% de los niños sufren de
desnutrición moderada y 3 % de desnutrición
severa.

La mayoría de personas desnutridas viven en
países en vías de desarrollo; aproximadamente 30%
en Lejano Oriente, 15% en América Latina y el 15% en el
Cercano Oriente (3).A pesar de que recientes estudios publicados
por Naciones Unidas indican que América Latina y el Caribe
son de las regiones bien encaminadas para la reducción de
la desnutrición infantil, todavía hay 8,8 millones
de menores de 5 años que sufren de desnutrición
crónica y hay países como Guatemala, donde existe
un incremento en los últimos años, del 46% y en el
2000 hasta 49 %. En la actualidad, Guatemala es el país
con mayor incidencia de Malnutrición Crónica en la
región, duplicando el promedio de la mayoría de los
países latinoamericanos y supera, incluso, los promedios
de Asia y África.

Una alimentación insuficiente e inadecuada en los
niños menores de 5 años incrementa el riesgo de
muerte y enfermedades que afectan de manera seria a su
desarrollo. En Guatemala, según el Fondo de Naciones
Unidas para la Infancia (UNICEF) 800,000 niños padecen
desnutrición crónica y están en riesgo de
enfermar e incluso morir. Además, más de la mitad
de los niños menores de 5 años en el país,
padecen de raquitismo, que en el caso de los niños
indígenas, se eleva al 70 %, siendo la desnutrición
la tercera causa de enfermedad y muerte (4).Un buen estado
nutricional en edades tempranas representa el crecimiento y
desarrollo de los niños y constribuye a asegurarles una
vida larga y saludable, pero a pesar de los grandes avances que
se han logrado en la prevención y tratamiento de la
malnutrición proteico-calórica, (DPE). Esta sigue
constituyendo un problema de salud en el mundo y en particular en
América (5). La malnutrición es el resultado del
desequilibrio entre las necesidades del organismo y la ingesta de
nutrientes, lo que puede conducir a síndromes de
deficiencia, dependencia, toxicidad u obesidad; comprende la
hiponutrición, en la que los nutrientes se aportan
escasamente, y la hipernutrición, en la cual los
nutrientes se ofertan con exceso. La hiponutrición puede
ser resultado de ingesta insuficiente, malabsorción,
pérdida sistémica anormal de nutrientes, debido a
diarrea, hemorragia, insuficiencia renal, sudoración
excesiva e infección o adicción a fármacos.
La hipernutrición puede ser consecuencia de comer en
exceso, insuficiencia de ejercicio, prescripción excesiva
de dietas terapéuticas, incluida la nutrición
parenteral, ingesta excesiva de vitaminas, en particular
piridoxina (vitamina B6), niacina y vitaminas A y D e ingesta
excesiva de oligoelementos (6-9).

La malnutrición (hiponutrición e
hipernutrición) se desarrolla en etapas, lo cual suele
requerir mucho tiempo. En primer lugar se alteran los niveles de
nutrientes en sangre y/o tejidos, seguido por cambios
intracelulares en las funciones y las estructuras
bioquímicas. Con el tiempo se presentan signos y
síntomas; puede producirse morbididad y mortalidad
(6-7-9).

La desnutrición proteico energética (DPE),
o malnutrición proteico calórica, se caracteriza no
sólo por un déficit de energía debido a la
reducción de todos los macronutrientes, sino
también, por un déficit de muchos micronutrientes.
Este síndrome es un ejemplo de los diversos niveles de
ingesta proteica y/o energética insuficiente entre la
inanición (ingestión nula de alimentos) y la
alimentación insuficiente. Aunque los lactantes y los
niños de algunas naciones en vías de desarrollo
ejemplifican dramáticamente este tipo de
malnutrición, puede ocurrir en personas de todas las
edades en cualquier país (6-9).La desnutrición
proteico calórica tiene tres formas en la clínica:
seca (delgada, deshidratada), húmeda (edematosa, hinchada)
y una forma combinada entre los dos extremos. La forma
clínica depende del equilibrio de fuentes de
energía proteica y no proteica. Cada una de las tres
formas puede graduarse como leve, moderada o grave.

El grado se determina calculando el peso como porcentaje
del peso esperado para la estatura, usando estándares
internacionales (normal, 90 a 110%; DPE leve, 85 a 90%; moderada,
75 a 85%; grave, <75%) (6-9).

La forma seca, es el resultado de una inanición
casi total con deficiencia de nutrientes proteicos y no
proteicos. El niño consume muy poco alimento a menudo
porque su madre no puede criarlo con lactancia natural y
está muy delgado por la pérdida de músculo y
grasa corporal (6-9). La forma húmeda se denomina
kwashiorkor, palabra africana que significa "primer
hijo-segundo hijo". Describe la observación de que el
primer hijo desarrolla DPE cuando el segundo hijo nace y
reemplaza al primero en el pecho (6-7-9).

El niño destetado es alimentado con unas gachas
diluidas de baja calidad nutricional (comparadas con la leche
materna) y deja de desarrollarse. La deficiencia proteica suele
ser más marcada que la deficiencia energética y se
produce edema. Los niños tienden a tener mayor edad que
los que padecen marasmo y suelen desarrollar la enfermedad
después del destete (6-9), los que presentan esta forma
clínica combinada de desnutrición, tienen algo
más de edema y de grasa corporal que los que padecen
marasmo (6-9).

La desnutrición por déficit
energético es la forma predominante en la mayoría
de los países en vías de desarrollo (1-21).Se
asocia al abandono temprano o al fracaso de la lactancia materna
y a las consiguientes infecciones y, en especial, a las que
causan gastroenteritis infantil. Estas infecciones se producen
debido a la falta de higiene e información sobre
alimentación de lactantes (6-9). La desnutrición
por déficit proteico es menos común; tiende a estar
confinada a zonas del mundo (África rural, islas del
Caribe y el Pacífico) donde los alimentos básicos y
los que se usan en el destete: batata, mandioca, patata dulce y
banana verde, son deficientes en proteínas y excesivamente
ricos en almidón (6-9).

Cuando la ingesta energética es insuficiente para
las necesidades corporales y el organismo las cubre con sus
propias reservas, el glucógeno hepático se agota en
pocas horas, y las proteínas del músculo
esquelético se usan a continuación en la vía
de la gluconeogénesis para mantener una glucosa
plasmática suficiente. Al mismo tiempo, los
triglicéridos de los depósitos grasos son
degradados a ácidos grasos, lo cual proporciona alguna
energía para la mayoría de los tejidos, pero no al
sistema nervioso; y si el estado de inanición casi total
se prolonga, los ácidos grasos se oxidan incompletamente a
cuerpos cetónicos, que pueden ser utilizados por el
cerebro y otros órganos para obtener energía. Por
ello, en la intensa deficiencia energética la
adaptación es facilitada por los niveles altos de cortisol
y hormona de crecimiento y por la depresión de insulina y
hormonas tiroideas. (6-8-9). Al movilizarse los
aminoácidos, a partir del músculo para proveer al
hígado de sustratos para la síntesis proteica, los
niveles plasmáticos de proteínas disminuyen menos
en la desnutrición energética que en la proteica
(6-9).En la desnutrición proteica la elevada ingesta
relativa de hidratos de carbono con una ingesta proteica reducida
conduce a una disminución de la síntesis de
proteínas por las vísceras. La hipoalbuminemia
resultante causa edema en partes declives, y el deterioro de la
síntesis de ß-lipoproteínas origina
esteatosis hepática.

La secreción de insulina está estimulada
al principio pero se reduce después en la enfermedad. La
movilización de grasas y la liberación de
aminoácidos a partir del músculo se reducen, por lo
que el hígado dispone de menos sustrato de
aminoácidos. En el déficit energético y
proteico, la respuesta insulínica a la carga de glucosa es
escasa, posiblemente a causa de una deficiencia de cromo (6-9).La
síntesis proteica total del organismo es de unos 300
g/día o 5 g/Kg./día en el varón adulto
medio. La pérdida obligada diaria es sólo de unos
60 a 75 g (9 a 12 g de nitrógeno, porque del 75 al 80% se
reutiliza. Los lactantes necesitan una proporción de
aminoácidos esenciales en su dieta mayor que los adultos
(6-9). En la deficiencia proteica ocurren cambios
enzimáticos adaptativos, las aminoácido-sintetasas
aumentan y la formación de urea disminuye, conservando
así el nitrógeno y reduciendo su pérdida en
orina. Los mecanismos homeostáticos actúan
inicialmente manteniendo el nivel de albúmina
plasmática y otras proteínas transportadoras. La
tasa de síntesis de albúmina disminuye finalmente,
y los niveles plasmáticos descienden produciendo
reducción de la presión oncótica y
edema.

En la deficiencia proteica grave se altera el
crecimiento, la respuesta inmunitaria es la reparación
tisular y la producción de algunas enzimas y hormonas
(6-9). Los lactantes con desnutrición energética
tienen hambre, una importante pérdida de peso, retraso del
crecimiento y atrofia de la grasa subcutánea y de los
músculos. La desnutrición proteica se caracteriza
por edema generalizado, dermatosis "escamosa"; adelgazamiento,
decoloración y enrojecimiento del cabello, hígado
graso agrandado y apatía irritable, además de
retraso del crecimiento. Los episodios alternantes de
hiponutrición y alimentación suficiente pueden
causar que el cabello tenga un espectacular aspecto de "bandera
en franjas". Casi invariablemente se presentan infecciones en
todas las formas de desnutrición, con diversas bacterias
productoras de neumonía, diarrea, otitis media, enfermedad
genitourinaria y sepsis. La infección se presenta a causa
de una inmunidad deprimida que se parece en parte al
Síndrome de Inmudeficiencia Adquirida (SIDA,), debido a la
infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).
Sin embargo, a diferencia del defecto inmunitario del SIDA, en la
malnutrición primaria puede revertirse con el tratamiento
nutricional (6-9-10).

La desnutrición leve o moderadamente grave puede
causar una ligera depresión de la albúmina
plasmática y una menor excreción urinaria de urea,
debida a la disminución de la ingesta proteica, y de la
hidroxiprolina, lo que refleja un deterioro del crecimiento. El
aumento de 3-metilhistidina urinaria refleja la
degradación muscular. En la desnutrición
energética y proteica, los porcentajes de agua corporal y
de agua extracelular están aumentados. Los
electrólitos, en especial potasio y magnesio, están
deplecionados, los niveles de algunas enzimas y lípidos
circulantes son bajos, y la urea sanguínea disminuye.
También existe anemia, que se debe a deficiencia de hierro
y acidosis metabólica. Es común la diarrea, a veces
agravada por deficiencia de disacaridasas intestinales, en
especial lactasa (6-9-10). La desnutrición proteica se
caracteriza por niveles bajos de albúmina
plasmática (10 a 25 g/l), transferrina, aminoácidos
esenciales (especialmente los de cadena ramificada),
ß-lipoproteínas y glucosa. Los niveles
plasmáticos de cortisol y hormona de crecimiento son
altos, pero la secreción de insulina y el factor de
crecimiento análogo a la insulina están disminuidos
(6-10).

El diagnóstico diferencial incluye la
consideración del fracaso del crecimiento secundario a
malabsorción, defectos congénitos, insuficiencia
renal, enfermedad endocrina o privación emocional. Los
cambios cutáneos en el kwashiorkor difieren de los de la
pelagra, en la cual aparecen en la piel expuesta a la luz y son
simétricos. El edema de la nefritis, la nefrosis y la
insuficiencia cardiaca va acompañado con otros rasgos de
estas enfermedades y responden al tratamiento específico.
Puede diferenciarse la hepatomegalia por trastornos del
metabolismo del glucógeno y la fibrosis quística
(6-10).

La mortalidad varía en los niños entre el
5 y el 40%. Las tasas de mortalidad más bajas se observan
en niños que recibieron asistencia intensiva. La muerte en
los primeros días de tratamiento suele deberse a
desequilibrio electrolítico, infección con sepsis,
hipotermia o insuficiencia cardiaca. El estupor, la ictericia,
las petequias, los niveles de sodio bajos y la diarreas
persistentes, son signos desfavorables; la desaparición de
la apatía, el edema y la anorexia es favorable y la
recuperación es más rápida en el kwashiorkor
que en el marasmo (6-10).

Los efectos de la malnutrición en la infancia no
están documentados del todo a largo plazo. Cuando el
tratamiento es suficiente, el hígado se recupera
completamente sin cirrosis subsiguiente. En algunos niños
persiste la malabsorción y la deficiencia
pancreática. La inmunidad humoral está deteriorada
de un modo variable y la inmunocompetencia mediada por
célula está notablemente comprometida, pero ambas
vuelven a la normalidad tras el tratamiento.. Algunos estudios
prospectivos señalan que puede persistir un grado
relativamente leve de retraso mental hasta la edad escolar
(6-10). En los adultos, la desnutrición no tratada puede
producir morbilidad y escasos datos de mortalidad, excepto cuando
se produce fracaso de órganos, donde el tratamiento es
siempre exitoso (6-9-11).La relación entre el estado
nutricional y el sistema inmune ha cobrado importancia relevante
en los últimos años, teniendo en cuenta que una
amplia variedad de nutrientes para garantizar una adecuada salud,
tienen un impacto inmunocompetente del huésped.

Al término de desnutrición
(malnutrición) es relativamente nueva, esta
condición era conocida como,"deficiencia proteico
energética o calórico, este término incluye
una variedad de condiciones que varía de una
situación leve-moderada a una situación severa; se
presenta en los niños que consumen una cantidad
insuficiente de alimentos para satisfacer sus necesidades de
energía. La primera manifestación importante de
este problema nutricional es una detención del crecimiento
(los niños son mas pequeños en estatura y tienen un
menor peso que otros niños de la misma edad), este proceso
se encuentra frecuentemente agravado por la presencia de
infecciones. Los niños que presentan desnutrición
proteico-energética tienen menos energía para
realizar sus actividades diarias, aprenden con dificultad y
presentan baja resistencia a las infecciones. La
desnutrición proteico energética se clasifica como
primaria cundo hay un aporte dietético deficiente. Se
considera desnutrición secundaria cuando existe una
enfermedad crónica o anormalidad subyacente como causa de
la misma, o mixta, cuando se unen cusas primarias y secundarias
(12).

La desnutrición proteico-energética se
presenta con mayor frecuencia y gravedad en los países que
tienen elevados índices de pobreza y de inseguridad
alimentaría. Otro aspecto, al cual se le otorga
actualmente gran importancia, es el cuidado apropiado que se
brinda a los niños por parte de la madre u otro adulto en
la familia. Por ejemplo, lo referente a la práctica de
alimentación: el número de comidas diarias, las
formas de preparación y la selección adecuada de
los alimentos. La falta de agua potable, la escasez de
combustible, los utensilios de cocina no apropiados y el poco
tiempo disponible para preparar los alimentos de la familia
afectan el estado de nutrición. Las infecciones frecuentes
contribuyen también a la presencia de DPE en los hogares
(13 -18).Los niños lactantes y preescolares son los grupos
más vulnerables a la malnutrición, así como
las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia materna. La DPE
afecta con mayor intensidad a los niños pequeños,
sobre todo a partir de los 4 a 6 meses, período en que la
leche materna, hasta ese momento alimento exclusivo del
niño, es complementada con otro alimento. El problema
puede ser mayor cuando el niño no recibe leche materna y
que dependerá mucho del suplemento que se proveerá,
además de las condiciones de higiene.

La aplicación de un enfoque innovador para
combatir la malnutrición aguda grave, que afecta a un
número estimado de 20 millones de niños menores de
5 años en el mundo entero, está dando buenos
resultados; el enfoque combina la atención comunitaria
para los gravemente malnutridos, con el tratamiento hospitalario
tradicional. En una declaración emitida por la
Organización Panamericana de la Salud. El Programa Mundial
de Alimentos (PMA), el Comité Permanente de
Nutrición del Sistema de las Naciones Unidas y el Fondo de
Naciones Unidas para la Infancia , se resalta una serie de nuevos
datos que demuestran que tres cuartas partes de los niños
que padecen malnutrición aguda grave, pueden ser tratados
en sus hogares con alimentos terapéuticos muy enriquecidos
listos para el consumo.

Se trata de alimentos ricos en calorías y
nutrientes, triturables, blandos y de sabor agradable, que puede
ser ingerido por los niños de más de 6 meses de
edad, sin necesidad de añadir agua, lo que reduce el
riesgo de infección bacteriana. Estos productos que portan
los nutrientes necesarios para el tratamiento a domicilio de los
niños con malnutrición grave, no requieren
refrigeración y pueden utilizarse incluso, en contextos
donde las condiciones higiénicas no son perfectas. La
tecnología para la producción de alimentos
terapéuticos listos para el consumo es relativamente
sencilla y podrán emplearse en todos los países con
altos niveles de malnutrición aguda grave. La forma
tradicional de combatir la malnutrición aguda grave
consiste en hacer ingresos a los niños afectados en un
hospital o en una unidad de tratamiento especializado para
alimentarlos con una dieta especial a base de lácteos.
Aunque este tratamiento es eficaz, en los países
más pobres, donde viven la mayoría de los
niños afectados, las familias a veces, tienen dificultades
para acudir a los servicios de salud, capaces de ofrecer esa
atención.

También puede ocurrir que un tratamiento que
requiere la hospitalización del niño, no sea una
solución viable si a los padres les resulta imposible
ausentarse de casa durante varias semanas. Además los
niños gravemente malnutridos son vulnerables a la
infección, pues tienen el sistema inmunológico
debilitado, por lo que podrían encontrarse en situaciones
de riesgo en un sala de hospital llena de pacientes. Aplicado a
gran escala y combinado adecuadamente con la dispensación
de atención hospitalaria por los niños con
complicaciones, el tratamiento comunitario de la
malnutrición aguda grave podría prevenir cada
año cientos de miles de defunciones infantiles. Gracias a
este enfoque, ya se ha logrado aumentar considerablemente la tasa
de supervivencia de los niños con malnutrición
grave en situación de emergencia como: Etiopia, Malawi,
Níger y el Sudan. La malnutrición aguda grave cobra
cada año la vida de, al menos, un millón de
niños, es decir, un promedio de un niño cada 30
segundos; Los 20 millones de niños menores de 5
años, que en estos momentos padecen en el mundo
malnutrición aguda grave, precisan tratamiento urgente.
Este enfoque integrado debería dar un nuevo impulso a los
esfuerzos desplegados en esta esfera. Dentro de un enfoque basado
en la comunidad, los servicios se acercan a los hogares, de modo
que la familia puede detectar la malnutrición aguda grave
en un niño, antes de que surjan complicaciones
potencialmente mortales (19)

El primer estudio de importancia del crecimiento de los
niños en Cuba se realizó en el año 1919 por
el antropólogo belga Georges Rouma, doctor en Ciencias
Sociales y miembro de las Sociedades de Antropología de
París y Bruselas. Este investigador tenía una
extensa producción científica en el campo de la
Antropología y la Pedagogía. El proyecto se
llevó a cabo por la entonces Secretaría de
Instrucción Pública y Bellas Artes, hoy Ministerio
de Educación. Tal vez no haya sido casual que quien
ocupara en ese momento esta secretaría fuera el Dr.
Francisco Domínguez Roldán, quien había sido
coronel médico del Ejercito Libertador y más tarde
un notable profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad
de la Habana a fin de realizar este estudio se creó en
dicha secretaría el "Laboratorio para el Estudio
Científico del Niño Cubano".

La encuesta de Rouma fue realizada en 1919;
comprendió a escolares de ambos sexos de 6 a 14
años de edad, de las aulas de la primera enseñanza
de las escuelas públicas de la ciudad de La Habana y por
tanto, no se incluyeron individuos de la población
élite. Se realizaron más de 4000 mediciones con lo
que se consideró suficiente para una buena muestra del
total de la población, que tenía en ese año
la ciudad de la Habana. Los procedimientos e instrumentos
utilizados y las técnicas de medición fueron de la
más alta precisión científica y se
realizaron controles de calidad. Por limitaciones en las
costumbres de la época, hubo gran diferencias en el
número de mediciones tomadas a cada sexo; mientras a los
varones se les hizo un total de 32, a las niñas se les
realizaron 9. Fueron medidos un total de 4200 individuos,
obteniéndose las curvas de distancia de la talla y el
peso.

En Venezuela existe la estrategia integrada a las
enfermedades prevalentes de la infancia (AIEPI), en sus
componentes clínicos, comunitarios y neonatales, es la
norma de atención para el niño y niña menor
de cinco años en el sistema público de salud. Los
requisitos de la meta de Desnutrición Cero han obligado a
que el AIEPI se transforme, con un mayor énfasis en la
valoración, detección, tratamiento y
prevención de problemas nutricionales en menores de cinco
años, incorporando las nuevas curvas de crecimiento
propuestas por la OMS, cambiando el indicador de
evaluación nutricional, actualizando tratamientos para
varias de las clasificaciones conforme a recomendaciones basadas
en la evidencia y ampliando el componente de conserjería
para las madres cuidadoras.

En Venezuela, 3 de cada 10 menores de 5 años, son
desnutridos crónicos. En la Parroquia existe un total de
7608 niños con edades comprendidas de 0-5 años, y
de ellos 3641 padecen de algún grado de
desnutrición, afectándose 24 de cada 28
niños, que representa un 86%; este número es
similar en el sector El Parquecito, donde 4 de cada 10
niños menores de 5 años, son desnutridos y tienen
un riesgo medio y alto para la vulnerabilidad a la inseguridad
alimentaria (20-21), existe un índice del 47.87% de
desnutrición en niños de 0 a 5 años. La
población infantil es la más afectada por el
aumento de las necesidades nutricionales, lo que trae consigo la
desnutrición, retraso estatural y poco desarrollo
intelectual. Durante el ejercicio de este trabajo, se ha podido
ganar en experiencia profesional, sobre todo en el tratamiento de
enfermedades infectocontagiosas erradicadas e inexistentes en
Cuba y se ha identificado la desnutrición proteino
calórica como uno de los problemas de salud que afectan a
la población infantil así como su relación
con el modo, estilo de vida, elementos psicosociales y
económicos por lo que surgieron las siguientes
preguntas.

¿Se han realizado estudios que aborden este
problema de salud en las comunidades del barrio Bolívar,
sector el parquecito?

¿Se conoce la magnitud de este problema de
salud?

¿Seria útil realizar un estudio para
evaluar los factores de riesgo que inciden en la aparición
de la desnutrición proteino calórica en el sector
El Parquecito?

Por lo antes señalado se decide realizar este
trabajo el cual permitirá conocer la forma en que se
manifiesta la desnutrición proteino calórica
durante el período estudiado y los factores de riesgo
asociados a la misma. La incidencia de niños con problemas
de desnutrición proteino calórica que viven en el
Sector El Parquecito "Barrio Bolívar", Caracas, Venezuela
es elevada por lo que se precisó la siguiente
pregunta:

Problema Científico: ¿Cuáles
son los factores de riesgo asociados a la desnutrición
proteico-calórica en niños menores de 5
años?

El problema planteado delimita como objeto de
investigación
: prevención de la
desnutrición a través de la identificación
de los factores de riesgo.

El objetivo restringe como campo de
acción
: factores de riesgo de la desnutrición
en niños menores de 5 años.

Hipótesis

La edad, el sexo, tipo de lactancia, edad materna,
condición marital, ocupación materna,
desempeño en el cuidado del niño,
ontogénesis de la familia y el funcionamiento familiar,
son factores que influyen en la aparición de la
desnutrición proteico-calórica.

Justificación de
problema

La desnutrición proteico-calórica es una
de las afecciones que más azota a la población
infantil, no solo de los países del tercer mundo
sino  también en los sectores más pobres,
explotados y discriminados de los países altamente
industrializados, reportándose cada vez más un
mayor número de niños con tal padecimiento (20-23).
La malnutrición temprana en la vida está ligada a
deficiencia en el desarrollo intelectual de los niños que
persisten en perjuicio de la escolaridad y deterioran sus
habilidades de aprendizaje (22-23-24). Se considera que un tercio
de los adultos de países en vía de desarrollo
tienen trastornos cognitivos relacionados con la
malnutrición  cuando eran niños
(24).

Para la Organización Panamericana de la Salud
(OPS) es evidente que tanto los niños con
desnutrición severa como con déficit nutricional
leve o moderado, están en un alto riesgo de muerte
(17).Algunos estudios sostienen profundas implicaciones a nivel
global: de 226 millones de niños menores de 5 años,
en países en vía de desarrollo, cerca del 40%
sufren de moderada o severa desnutrición, siendo uno de
los factores principales de la muerte de más de seis
millones de niños por año, lo que representa un 55%
de las muertes anuales de este grupo de edad (25-26).Para la OPS
más de 480000 niños menores de 5 años
continúan muriendo cada año en la región de
las Américas y cerca de 15200 (3,1%) debido a deficiencias
nutricionales. Las enfermedades infecciosas y la
desnutrición representan  entre el 40 y 70% de las
hospitalizaciones y entre el 60 y 80 % de las consultas en este
grupo de niños (26).En Venezuela, cerca del 15 % de
los menores de 5 años poseen algún grado de
desnutrición proteino calórica (28); desde 1983,
fue víctima de una grave crisis que provocó un
descenso en el consumo de alimentos y en la calidad de vida en
las clases más bajas. Esto se tradujo en un incremento de
los casos de anemia y desnutrición proteino
calórica (29). En 1993, el gobierno venezolano
formó una comisión para el enriquecimiento de la
comida y comenzó un programa de fortificación de
alimentos con hierro, que ha sido estudiado y evaluado por el
Centro de Medicina Experimental del Instituto Venezolano de
Investigaciones Científicas.

Novedad científica: la
investigación aporta elementos teóricos poco
conocidos y aplicados en ese contexto, unido al resto de las
acciones de salud aplicadas, que se utilizan con mayor frecuencia
para lograr el objetivo trazado en niños con afecciones de
esas índole y así elevar el nivel de conocimiento
sobre este tema.

Novedad práctica: este estudio profundiza
en los factores asociados a la desnutrición
proteico-energética en este grupo de niños, y que
por primera vez se aborda en esta área de salud con las
técnicas utilizadas, caracterizado además por su
integralidad, armonía, coherencia y especificidad,
podrá ser replicado en otros módulos con
características similares.

Aporte social: los resultados permitirán
perfeccionar el sistema de atención de los niños
con esta afección y mejorar la calidad de vida de los
mismos, elevando los conocimientos en la población sobre
este tema. Además, en la medida que mejora el estado de
salud y bienestar de los niños, propone un aporte
económico ya que se consumen menos recursos, logrando un
significativo impacto social.

Objetivos

General

Determinar los principales factores de riesgo que
influyen en la desnutrición proteíno
calórica en la población infantil menor de cinco
años, atendida en el consultorio médico
Bolívar.

Específicos.

1-Precisar la asociación entre la
desnutrición proteino -calórica y el sexo, edad
codificada, tipo de lactancia, edad materna y condición
marital.

2-Determinar la relación entre ocupación
materna, desempeño en el cuidado de los hijos,
ontogénesis de la familia y funcionamiento familiar en la
ocurrencia de la desnutrición.

3-Identificar la influencia general de los principales
factores de riesgo en la aparición de la
desnutrición.

CAPÍTULO I.

Revisión
bibliográfica

1.1. Caracterización del objeto de
investigación

1.2. Antecedentes:

La DPE es una de las enfermedades de mayor prevalencia a
nivel mundial; muchos han sido los estudios que se han realizado
para identificar y relacionar causas y factores de riego de la
misma, pero a nivel hospitalario, este problema es muchas veces
poco valorado, por lo que su incidencia no es identificada ni
tomada en cuenta para el buen tratamiento del paciente internado
(21-28). 

 El aumento de la desnutrición
crónica (talla/edad) en niños y niñas
menores de 5 años es particularmente alarmante. Se ha
incrementado de un 46.4% en el 2000 a un 49.3% en 2002. Similar
tendencia se observa en la población escolar, donde se
encuentran porcentajes más altos en niños y
niñas de origen indígena (69.5%) y en aquellos que
habitan en áreas rurales (55.5%) (21-23).

El 21.3% de los niños y las niñas padecen
de desnutrición crónica en grado severo, y son
particularmente vulnerables los niños menores de 3
años. En las áreas rurales, los niños
lactantes, comprendidos entre los seis meses y un año de
edad, sólo reciben el 16% de las calorías
requeridas, 35% de proteína y 2% de hierro
(22,23).

La desnutrición infantil le costó 6.700
millones de dólares en 2004 a Centroamérica y
República Dominicana, lo que representa el 6.4% del
Producto Interior Bruto (PIB). Si no se hace nada al respecto, el
costo para estos países sería un 10% superior en
2015, según los autores (24).

Los que mayores daños registraron por la mala
alimentación de sus menores en 2004 fueron Guatemala, con
3.128 millones, El Salvador (1.175 millones) y Honduras, (780
millones). Ello se debe, según el informe elaborado por el
Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la O.N.U. y la
Comisión Económica para América Latina
(CEPAL), a "la desnutrición prevalente en las
últimas seis décadas". A continuación se
sitúa República Dominicana, con más de 671
millones, y muy por detrás están Panamá (321
millones), Costa Rica (317.6 millones) y Nicaragua (264.3
millones). En relación al producto interno bruto las
pérdidas en Guatemala y Honduras superan el 10% mientras
que en Costa Rica o Panamá llegan al 2% (24).

La oficina del Fondo de las Naciones Unidas para la
infancia (Unicef) en Guatemala ha alertado de que este
país centroamericano registra la mayor tasa de
desnutrición infantil del continente, y el sexto lugar de
desnutrición crónica en el mundo, según los
datos que se han podido recopilar "el 49.3% de los menores de
cinco años padecen de desnutrición crónica,
estas cifras colocan a Guatemala en una situación peor que
la de Haití, Bolivia o Perú (21-40).

En Guatemala son varios los estudios que relacionan la
desnutrición, causas, consecuencias y otro gran
número de variables (25-49). La relevancia de la
mortalidad de la (DPE) severa más frecuente en el grupo
etario menores de 6 meses, ocurriendo con mayor frecuencia en el
periodo de 10 hospitalización menor de 30 días
como conclusión. La DPE edematosa fue la más
prevalente con un 69%, y que en general, los más afectos
fueron los de sexo femenino, de familias numerosas, de recursos
económicos bajos y de padres analfabetas (50,51) .En
niños hospitalizados se demuestra que la prevalencia de la
DPE es del 55%, según la clasificación de
Gómez para la desnutrición; además, se
demuestra que la albúmina es un buen indicador de
desnutrición en estos pacientes (52,53).

En general, en Guatemala según el INCAP, el
porcentaje de niños con índices de bajo peso para
la edad en menores de 5 años es de 22.7% a nivel nacional
con los estándares de crecimiento de NCHS/OMS, de 49.3% de
baja talla para la edad y de 1.6% en bajo peso para talla; estos
datos del año 2002 para la población general de
Guatemala menor de 5 años (50-54).

Un estudio prospectivo en el Hospital General San Juan
de Dios, con 1342 pacientes en cual se redefinen los factores de
riesgo de mortalidad en niño desnutrido admitidos a la
Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos publicados en el
INCAP en 1976; basado en el enfoque médico,
diagnóstico, y de la morbilidad y la mortalidad en el
Hospital Universitario, obteniendo como resultados que la
mortalidad era del 75% en los pacientes con desnutrición
Moderada y Severa y del 32% de manera global. Una de las
conclusiones de este estudio fue que el PRISM III o cualquier
índice de estabilidad fisiológica es una
guía para el reconocimiento temprano, adecuación de
terapia dirigida y comprensión de la adaptación
fisiológicas de los niños desnutridos
(55).

En Argentina sobreviven más de seis millones de
chicos pobres. La desnutrición lleva décadas y ya
se perfilan sus primeras secuelas: los argentinos son más
petisos. Las cifras aterran, pero lo que encierran estas cifras
aterra mucho más. Más de la mitad de la
población argentina es pobre, según los datos de la
UNICEF que vela por los chicos, siete de cada diez son
pobres.

Las secuelas de ese agravio a la vida, que es la
desnutrición infantil, empiezan antes del nacimiento con
la desnutrición de la madre, casi siempre en hogares
paupérrimos aportando bajo peso en recién nacidos.
Esos chicos son los que tienen más complicaciones, son los
que después, cuando adultos, tienen de quince a veinte
veces más posibilidades de morirse antes de los treinta y
cinco años; son los que tienen más riesgo de
padecer hipertensión, arteriosclerosis, infarto, se mueren
antes los que pertenecen a este grupo de desnutridos. El drama
social que esconde la desnutrición infantil tiene el sello
de la pobreza que vive Argentina. "Los chicos se juegan el futuro
dice la doctora Piazza porque es en los primeros dos o tres
años de vida cuando la alimentación es esencial, la
altura en los primeros años de vida tiene que ver con el
nivel socioeconómico…

Estudios hechos en México estiman una prevalencia
de alrededor de 700 000 niños menores de cinco años
que sufren algún grado de desnutrición,
encontrándose los mayores problemas en las comunidades
indígenas.

Lo que ha planteado recientemente la necesidad de
articular las acciones de educación, salud y
alimentación, dirigiéndolas integralmente hacia
comunidades indígenas, a los miembros más
vulnerables de las familias pobres, los menores de cinco
años y las mujeres embarazadas y en período de
lactancia.

Es indiscutible la interrelación que existe entre
la pobreza y la desnutrición, la cual ha motivado trabajos
de investigación de diversos organismos, donde se valora
la vinculación entre el estado de desnutrición
infantil y la afectación del crecimiento físico,
bioquímico y mental

.Todo niño que ha sufrido desnutrición
infantil evidencia un retraso en la talla y el peso en
relación a la edad. Diversos estudios científicos
han demostrado que la anemia y la deficiencia de hierro afectan
la actividad cerebral y la capacidad cognitiva en especial
durante la infancia, perjudicando el desarrollo mental y
psicomotor. Una nutrición deficiente provoca consecuencias
irreversibles en un niño.

La familia adquiere una especial relevancia y la
relación con los otros genera en función de la
relación personal con el paciente. Se debe siempre valorar
la calidad de vida de estos pacientes, que es la
percepción por parte de las personas o grupos humanos de
la satisfacción de sus necesidades y las potencialidades
que se les brinda para preservar o mejorar, en dependencia de que
tenga acceso a una alimentación adecuada que contenga las
cantidades que necesita de nutrientes, de que pueda realizar
ejercicios, controlar el estrés y prever otras
enfermedades o complicaciones. Esto depende de las condiciones de
vida y se evidencia el predominio de las leyes sociales y es
determinante el estado de salud de las personas.

El drama social que esconde la desnutrición
infantil tiene el sello de la pobreza que vive Argentina, los
niños se juegan el futuro porque es en los primeros dos o
tres años de vida cuando la alimentación es
esencial, donde las condiciones económicas son
fundamentales.

Trabajos realizados por especialistas en
nutrición, evaluaron la modificación de algunos
problemas filosóficos de la nutrición y cambios en
el estilo de vida de estos pacientes, en los que se aborda la
nutrición como ciencia y como tal proporciona a la
filosofía sus leyes. En estas revisiones quedó
demostrado que el uso de técnicas educativas de
intervención en las madres y niños desnutridos
puede proporcionar buenos resultados cognoscitivos que
redundarán satisfactoriamente en el estado nutricional de
los pequeños.

La filosofía es la madre de todas las ciencias,
cada ciencia tiene sus problemas y la nutrición como
ciencia también las tiene. Los investigadores y los
educadores deben aplicar a su trabajo los principios, las leyes y
las categorías de la dialéctica materialista, la
teoría del conocimiento, así como la lógica
y la metodología. Los procesos nutricionales obedecen a
leyes fisiológicas y son poco susceptibles de influencias
externas, o sea es el resultado de un conjunto de funciones
armónicas y solidarias entre sí. El enfermo
actúa guiado por el principio moral de la
autonomía; el médico por la beneficencia y la
sociedad por la justicia.

Partes: 1, 2, 3

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