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Francisco, El Viajero (Novela) (página 13)




Enviado por Mauricio Uribe



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14

Nos duchamos y, oh, nuevamente mi "sexo"
ardió.

—¿Qué haces, Mariela?,
¿qué haces?

La giré.

—No, por allí no.

Cómo ya estaba ebrio, nos fuimos tal cual
estábamos a la "cama". Fue mía pero a mi modo. Tres
horas besándola. Mariela había enloquecido,
tendría más cuidado, sin métodos
anticonceptivos, yo no, yo no quería "penetración",
¡no!, padre con esquizofrenia, ¡no!: los
ángeles fueron clarísimos, por diez años
estarás bien. Llevaba cinco, más tres meses en
París.

Mariela se calmó:

—Eres muy malo, ahora tengo
sueño.

Llegaron los Nevado. Tocaron la puerta. Me vestí.
Mollendo me saludó. Murmuraron:

—Yo fui policía y delincuente, ahora soy
cartero —dijo Nevado Coropuna—, nos prohibieron la
zona roja, qué maldad, Mariela es mandona, pero, oh,
qué espanto, hay que juntar dinero para llegar hasta
Berlín; y de allí, a Roma y por avión a
Perú; Pero, hay que llegar con dinero…

—Sí —interrumpió
Mollendo.

—Está toda mojada la
casa…

—No es una casa —interrumpió Nevado
Coropuna—, es una pensión departamento.

—Vamos, hay que acostarse, qué es tarde
—murmuró Nevado Ampato.

Me drogué con "cocaína". Esperé el
silencio total y…

CAROLUS Y YO

Conversando

HASTA LAS seis de la mañana "sodomicé" a
Carolus, la enloquecí. ¿Te acuerdas?, fue
bellísimo, ahora estamos en el Purgatorio. Yo sé
que te acuerdas, ¿hasta las seis de la mañana?,
¿no? Vivir la vida, estar viviendo a consecuencias de la
vida misma. La vida era perfecta en París, la vida era
bella: ¿por qué te casaste?

—¿Por qué te marchaste?
—preguntó Carolus.

Un ángel nos escuchó hablar.

—¿Vosotros os amáis?

—Es que, yo amé a más de una mujer y
deseo estar con Carolus, ella me amó y yo la
traicioné…

—¿Os amáis? —preguntó
el ángel.

—Sí, sí, yo lo amo.

—En un millón de años
ascenderéis al Paraísos; mientras tanto,
sólo besos en los labios.

Nos duchamos.

—Todavía conservas la belleza de la
juventud —dijo Carolus—, bésame las mejillas,
es agradable estar aquí, ¿podríamos
estudiar?, hay libros de poesía,
¿quieres?

—Te daré primero un beso.

Nos besamos. Carolus era bella pero yo tenía las
máculas del Infierno.

El rostro se me había normalizado.

—Te amo, Francisco, te amo.

…Hjwh[114]y en vísperas
del amor es
hwópíü[115]

—…En población La Victoria, la
vida era religiosa, esto que te cuento, Carolus, es para que
comprensas. Había un viejo que me contó… Los
niños eran asesinados por los militares adictos al
régimen de Pinochet y para las elecciones del "Sí o
del No", se reunían miles o millones de personas,
congregándose por una alegría, que se
convirtió en pobreza y en más pobreza para el
país.

—…Tú eres de avenida Dorsal,
cuéntanos —dijo el viejo después de hablar
durante horas. Yo titubee. Yo te amo, Carolus, pero
también amé a Dariell y a Mariela, que me
abandonó; por allí en Santiago de Chile, en el
cerro San Cristóbal…

—Ahora hay una lápida en Corpus
Christi, con banderas y fotografías de jóvenes
asesinados. Un alcalde que es comunista y que es descendiente de
palestinos, parece, ya que ha tenido problemas con los
judíos, la instauró. Yo no fui, no me invitaron
porque yo estaba loco.

—…Yo estuve siete días viendo en
población La Victoria.

—¿Y cómo es
allí?

—Como París pero sin
belleza…

—…¡Dariell! —exclamó
un ángel— ¿te agrada la noche que viven por
primera vez en el Paraíso? Allí está tu
casita. Aquí podrás estudiar
y…

—Uribe, allí están tus hijos
—intervino Dariell.

—¿Cómo sabes?

—Instinto (frustrado)
materno…

—¡Abrázame!,
¡abrázame!, qué tiemblo.

—No te han identificado.

—Mañana —dijo el
ángel—, mañana podrán conversar. El
día tiene veintiocho horas y la noche cuatro. Cuidaos de
Dios que colma el Paraíso con su
presencia.

"Entramos a una casita con diminutas ventanas, con
dos literas, la luna brillaba esencial, había cometas
errantes y estrellas que titilaban, todo era aún
más bello que en París, cuando tenía diez
años y era feliz.

Al despertar, vimos muchos ángeles y
personas. Nos lavamos, el día era colmado de Dios, tus
hijos estaban allí, ¿te acuerdas, Uribe?, te
abrazaron, no te reconocieron, pero tus nietos, tus biznietos y
tus tataranietos estaban allí y sus
madres.

—…¡Hijo!,
¡hijo!

Lloraste de amor".

CARTEROS

Perdidos en París

MOLLENDO COCINÓ, era lunes y los Nevado
trabajaban. Mollendo estaba preocupado, ¿te acuerdas,
Carolus, que Dariell estudiaba y tú no?, Mollendo era de
apellido Tapia, delgado, altísimo. Llegada la hora de
trabajar, los Nevado se perdieron en París. Intentaban
hallar las direcciones pero, la imposibilidad era total.
¿Qué hacer? Lanzaron al Sena las cartas y se
marcharon a la zona roja. Nadie los vio. Hubo tiempo de aprender
sí las calles. Duro el trabajo de cartero para la
delegación peruana. Solimana habló:

—Esto no lo podemos hacer
más…

Interrumpió Ampato:

—¿Qué cosa, Solimana?

—Hay que trabajar, nada de zona roja.

Laborear, sostener un sueño: de este modo se
vivenciaba la vida con incongruencias y congruencias. La vida era
vivir en bicicleta por las calles de París. Un
días, dos días y ya eran expertos.
¿Cómo es que, llegaron al convencimiento de que
había que trabajar? Es que, querían conocer al
Santo Padre que vive en Roma.

—Un día de estos llegaremos a Roma
y…

Ampato elucubraba.

—Nevado Coropuna, ¿qué piensas
tú del Papa?

—Qué es muy santo. A mí me agrada la
religión. Creo en Cristo, creo que es el Hijo de Dios, yo
creo firmemente en el Padre que está en los Cielos y que
juzga nuestras actitudes desafiantes, yo creo en Dios, creo en
Jesucristo, que en la Virgen María, creo en los
ángeles, creo en el Arcángel Miguel, creo
en…

—¡Yo también creo!, ¡yo
también creo! —gritó Nevado
Solimana.

La vida era insustituible, la vida era santidad, la vida
era correspondencia, la vida era totalidad. ¿Qué
hacían estos devotos de Cristo en la zona roja? Yo no
sé. ¿Quién soy?, también era una
pregunta. Yo soy Tapia.

Los Nevados continuaron trabajando, llegaron a la
delegación: más carta, para Francisco, allí
aparecía su apellido, se sorprendieron, carta de su madre
pero la dirección, ¡oh!, era cerca de la Sorbona en
la pensión de Carolus, la conocerían al fin.
¿Qué hacer?, ¿cómo la madre le
descubrió?, ¡oh!, qué espanto. A Nevado
Coropuna le tocó. —¿Usted es la
señorita Carolus?

—Sí.

—Carta para Francisco.

Carolus se sorprendió.

—Aquí está su apellido,
¿qué hermoso?, ¿qué
significa?

—No sé. Hasta luego. No se la dé a
Mariela.

—¿Usted sabe de nosotros?

—Sí, yo vivo con Francisco, pero,
¿esta es la dirección…?

—Sí, sí, esta es la
dirección.

La vida era invisible sin el recuerdo de la madre,
Nevado Coropuna tenía madre o la tuvo más bien.
¿Qué edad tenía Nevado?, más de
cuarenta y siete. ¡Oh!, qué espanto.

Coropuna habló con Francisco, que estudiaba con
Dariell. Francisco se sorprendió. No quiso leer la carta,
tuvo relaciones amorosas con la trigueña de ojos azules.
Qué belleza de quinceañera. Un policía
tocó la puerta. Francisco se escondió debajo de la
cama, estaba desnudo.

—¿Quién? —preguntó
Dariell.

—La policía.

Dariell abrió, estaba en bata.

—Disculpen, estoy estudiando.

—Queremos certificar si usted convive con un
chileno mayor de edad. ¿Usted tiene quince años?,
sus padres están preocupados.

—Yo no conozco a ningún chileno. Ah,
sí, sí, Francisco. Pero él tiene novia, es
amigo de Carolus, pregúntenle a ella, también es mi
amigo…

—¿Y está
aquí…?

—No, no…

—Tenga cuidado, señorita, si en caso de
que…

—No, no yo soy casta, puedo
demostrarlo.

—Ah, ya, ¿se haría un examen
médico?

—Claro.

Los policías quedaron conformen. Ya habían
hablado con Carolus.

Andar en bicicleta era fenomenal pero Nevado Ampato
caminaba, ya que sólo tenía un ojo (Ahora
sí…)

De este modo, se reunía dinero mientras Francisco
se vestía:

—Me marcho a casa…

—No, no, espera —interrumpió
Dariell—, voy a verificar si los placías
están.

Dariell se vistió, el Nevado estaba allí,
espiando. Los policías también espiaban. Dariell se
fue de comprar, pan para una sola persona, café para ella.
Los policías quedaron al fin contentos. Hablaron con los
padres de Dariell y con los padres de Carolus.

—Son vírgenes, están dispuestas a
hacerse los exámenes.

—Qué bien. No, ellas estudian
filosofía, ellas sabrán… —dijeron los
padres, que no se conocían.

Andar en bicicleta era mágico, era desolador en
verano y sensacional en primavera. Reunieron mucho dinero, que,
Mariela administraba. La vida era de esperanza, la vida era de
remolienda de cuando en cuando, los hábitos son imposibles
de redefinir cuando no hay voluntad.

La vida era una carta, la vida era…

"Hijo, vuelve a casa…"

La carta era extensísima. Carolus no tuvo ganas
de tener relaciones, tuvo miedo a la policía.

—Hay que esperar un tiempo, ¿te
parece?

Dariell fue más osada:

—Es mi vida y estamos casados ante Dios…
Porque así yo lo quiero…

Francisco estaba en aprietos.

YO ESTABA tranquilo, Mariela me amaba.

—¿Quieres que te acompañe hoy?
Mollendo puede ayudar al tuerto.

—No lo ofendas.

—Perdón.

—Vamos a la Iglesia de la Madelaine

¡Oh!, sentí horror de horror, la
vergüenza fue atroz. No pude negarme. Fuimos en taxis.
Qué espanto, allí había consumado el amor
por Dariell en la eternidad. ¿Qué hacer? Carolus me
alimentaba y Dariell estaba tremendamente enamorada. Yo no, no yo
quise dañarte, Carolus.

—…Fue mi marido, que me
violó…

Mariela danzó, Mariela era perfecta chilena,
Mariela estaba enamorada de mí, pero, en la
¿Madelaine?, ¡oh!

El rigor era tremendo, divisé a Dariell; Y
Dariell tuvo terror. Yo abrazaba a Mariela, puede contemplar los
ojos azules lagrimando de Dariell pero, la policía me
pesquisaba.

—Mariela, volvámonos a casa.

—No, no, continúo danzando.

Caminé, le di un beso en los labios a
Dariell.

—Yo te amo —le dije— estamos
casados.

Mariela y Dariell, ¿y Betsabé?

¿Qué infinito amor había en
mí? Tuve piedad de contemplar a Mariela danzando, ganando
dinero. Yo, yo no supe o no pude comportarme como una persona de
bien. Había engañado a Dariell con Betsabé y
a Mariela con Betsabé, con Carolus y con Dariell, esto era
un crucigrama. Yo escaparía a Berlín,
después a Roma y a Recoleta de los mil infiernos. Tengo
que escapar. Sí. Tengo.

Hubo paréntesis. Mariela me buscó. Yo no
estaba. Abracé a Dariell.

—Te amo, pero… ella me necesita
también… Cuándo cumplas dieciocho por el
civil, porque por la Iglesia ya estamos casado —eso le dije
a Dariell—

—Carolus, ¡perdóname…!
Carolus me miró enfadada.

—…Me sodomizaste, degenerado, estuve en
el Infierno.

—Saldremos de aquí,
saldremos…

—Es un millón de años. Quiero
ducharme, no mires…

Tomé un libro: "Francisco: el Viajero". Lo
leí…

Había que comportarse tranquilamente.

—¿Dónde estabas?

—Por allí, por allí,
contemplándote desde lejos.

—Tienes que estar siempre cerca, me pueden
secuestrar, soy muy bonita.

—Pero si yo te conocí con vagabundos en
Perú.

—Pero, ahora somos novios.

La gente aplaudió.

Nadie entendía castellano, pero "somos novios",
Mariela lo murmuró en francés.

—¿Son novios?

Una persona había notado que abrazaba y besaba a
Dariell. Sentí pánico.

—Ah, qué hermoso. ¿De dónde
son?

—De Chile —dije yo.

—¿Y se pueden tener dos novias en Chile?
—preguntó en francés.

—No, no, una sola. ¿Por
qué?

El francés echó una moneda y se
marchó.

Todos se marcharon entristecidos.

Muchos habían contemplado la belleza de Dariell y
su llanto.

—Eres un fresco —me dijo una mujer de unos
cuarenta años.

—¿Qué sucede?, ¿qué
sucede, Francisco?

—No, no sé —mentí.

DARIELL

En el Paraíso. Pensamientos.
Ángel

CONTEMPLÉ A Dariell y sus pensamientos, su
pensar, su vida, su enamoramiento, yo era Mollendo Tapia. Dariell
vivía con Uribe en una casita pequeña. Los hijos le
visitaron. Conversaron. Había pasado mucho tiempo. Cristo
andaba por allí, con sus Apóstoles. Me
desmoralicé. Un ángel se acercó a Dariell.
Conversaron. Había tanta quietud en el Paraíso. La
vida era de tremebunda quietud. Uribe reconoció a
Vicentico Vera Uribe. Se abrazaron. Uribe me conmovió. No
le conocí pero, en sus manos estaban las máculas
del Infierno.

El ángel murmuró:

—¿Vos no estáis totalmente enamorada
de Uribe? Contadme.

Dariell calló. Su silencio la delató. El
ángel era tan bello como los riachuelos en los que,
jugueteaban los pies de Uribe. Muchos habían por
allí leyendo poesía y filosofía. Uribe
divisó a Francisco de Asís y a Miguel Ángel.
¿Qué? ¿Cómo conversar con los genios
o con los santos? Pero conversaron.

El ángel se marchó. Dariell caminó
por la orilla de un lago turquesa, había flores
indestructibles en el prado que cubría el
Paraíso.

…Yo aún estoy enamorada de Francisco
de Chile. Pero, me agrada convivir con Uribe. Me ayudó y
yo le ayudé a él. Pero, mi corazón
aún está en París cuando tenía quince
años. Conversando con los amigos, con Barnier le Marinier,
con Baru le Mestre j, con Claren le lombart, con Clymence la
Regratière… Le besaba a escondidas, le amaba a
escondidas, le admiraba a escondidas, yo, que era feliz
amándole. En la Torre Eiffel o en la Catedral de Notre
Dame, en la estación Gare de r"Este, en Gare Montparnasse,
en Gare du Nord donde me besó el cuello con ardor de
estudiante de filosofía, en Gare de Lyon, en
Barbès-Rochechourart. Nos amábamos.

Bebíamos café Indiana con comida
mexicana. En la plaza de la Sorbona. Con el agua que fluye y los
pensamientos también. Al fondo, muy al fondo, la escuela y
las construcciones antiguas, la universidad de la Sorbona, la
cátedra de filosofía, no culminé mis
estudios, yo estudiaba mucho al tiempo que, Francisco, me besaba
los pies. Era delicioso mi "David".

Yo le amé con devoción, le amé
con la sutileza de la hembra que busca a su macho. Pero en la
Iglesia de la Madelaine me casé y lloré de ardor
porque, mi amado, se descuidaba y conocía a Mariela, la
danzarina, ella, ella está por allí, le he
reconocido con dieciséis años y yo, yo, ahora tengo
quince, sí, qué hermosa estoy.

La vida es tenaz: fuimos al Palacio de Luxemburgo,
qué belleza, Francisco no hablaba mucho, le agrada besar
mis pies. Y yo, yo, me contenía mientras estudiaba.
¿Qué hacer?, la vida era casta, la vida era una
soga y romperse el cuello a los veinte años, pero, por
amor a un chileno. ¿Qué hice con mi
vida…?

Ahora estoy en el Paraíso, amando a
escondidas a Francisco.

—Uribe —le llamo. Pero, no escucha, hay
una catedral tremenda. Me acerco. Allí está Pedro,
el Apóstol, orando, hay miles de personas santas
santificando a Pedro. Me arrodillo.

—…Vosotros que pecáis, no
dejéis que la maldad inunde vuestros corazones, la vida es
bella, en la eternidad, la vida tiene sentido en la eternidad, la
vida es curiosidad en lo eterno, la vida es simbólica, la
vida ya no carece de vida espiritual, la vida es totalmente
desmaterializada, vosotros sabéis que me asesinaron. Pero,
yo sufrí con amor porque amé a Cristo con
intensidad. Vosotros estáis aquí, reunidos, quiero
que converséis con Dariell, ella fue parisina pero, por
amor perdió la vida… ¡Dariell!,
¡venid!

Hablé intensamente del
amor…

Dariell se sintió incómoda, Pedro, el
Apóstol, le amaba pero, ella traicionaba a Uribe.
¿Qué hacer?, era la pregunta. ¿Dormir?,
¿soñar?, ¿pensar?

Dariell y París, Dariell y Francisco.

—Yo amé a Francisco de Recoleta…
Recoleta es una comuna inmunda de Chile, de Santiago, no por su
gente, sino, por los basurales. Yo me enamoré. Pero,
Francisco me abandonó por…

Dariell indicó a Mariela.

—¡Por ella!

Todos miraron a Mariela.

—¿Por mí?

Mariela lloró inocentemente. Pedro intervino.
Dariell se desmayó.

La vida tiene su virtud y su incontinencia, la vida es
masacrarse los unos a los otros, la vida es virtud de amar, la
vida es virtud de enamorarse, la vida es amor en plenitud, la
vida es sagrada, la vida es elocuencia de los sentidos, la vida
es ritual de vida, la eternidad es Dariell y Mariela coexistiendo
en mí.

—¿Qué sucede? —preguntó
Cristo.

Pedro respondió:

—Dariell aún está enamorada de
Francisco.

—¿De mí? —preguntó
Francisco de Asís.

—No, no, de Francisco, el viajero. Un truhan de
Chile.

—Mariela —murmuró Uribe—, yo te
conocí, ¿eras de Conchalí?

—No, no, de Vitacura.

—Yo tuve una novia llama Mariela pero era de
Conchalí.

¿Cuántas vidas tiene el hombre?,
¿de qué modo la materia se convierte en luz
espiritual? Uribe se sintió terrible, todas sus novias le
traicionaban. Se acercó a Vicentico Vera Uribe.
Conversaron:

—Tata Molly, ¿qué
harás?

—Aquí se vive la pureza, yo busco la
pureza.

Mariela se acercó a Uribe. Conversaron. Se
esfumaba la vida; Y la vida arremetía con torbellinos de
fuerza demencial. La vida era cosmogónica, la vida era un
arrecife de vida, la vida ya no era elemental, la vida era
tristísima si se cometían errores, la vida ya no
contemplaba a Dios. Dariell se había equivocado y Uribe
sufría.

—Yo también sufrí de
amor.

—¿Tú?, pero, si eres bella, dulce,
cándida. ¿Eras de Vitacura?, eres la belleza misma,
eres…

—Pero, Dariell es más ¿bella?,
¿no?

—Sí, sí, físicamente es
más bella, tú eres más chilena.

—Ella es francesa. ¿Cuánto tiempo
han vivido juntos?

—Mucho, ya olvidé —repitió
Uribe.

—¿Dónde?

—En el Purgatorio… Yo estuve en el Infierno
por mis pecados.

—¡Qué…! —Mariela
intentó serenarse.

—Yo, yo, yo no sabía, pobre de ti,
¿cómo es allí?

—Te clavan a una cruz… ¡Mira!,
aquí están los orificios…

—Tienes el rostro muy resplandeciente.

—¿Cuándo llegaste?
—preguntó Mariela.

—Anoche —respondió Uribe.

—¿Sufres mucho?

—Sí, sí, sufro mucho.

—Habla con Cristo.

—No, estaré con mis hijos.

Dariell se sintió conmovida. Un ángel, el
de la Bondad, le ayudó.

—¡Uribe!, ¡Uribe me abandonó!
—Dariell sufría.

…La vida es similitud de los sentidos, un
ángel me cobija, me han traído a mi casita, es tan
pequeñita, ahora contemplo a Dios por una ventana, "yo soy
el Ángel de la Bondad. ¿Estás enamorada de
Francisco?, "no, ya no, me hizo daño", ¿qué
hice?", "amargar la vida a Uribe y a Mariela y a toda su
familia", "no quise por favor, no quise".

La vida era vastedad de los sentidos, la vida era
prolongarse en la vida misma, la vida era otorgar vida a la
inclemencia del sol, la vida era sostenerse, la vida era
construir caminos en la luz del Padre. "allí está
Dios", "¿dónde?", "allí, todo lo que
contemplas es Dios: Su luz, el sol ya no alumbra, el sol es
Dios", "¿la luz?", "sí, la luz es Dios",
"qué hermoso", "estás más tranquila,
¿quiere vivir con Uribe, o en soledad?", en soledad,
prefiero", "comprendo. Te tendrás que cambiar de casa,
¡ven!, ¡sígueme!"

—…Yúhòpña[116]en
la soledad de París. Me estoy volviendo loco, amo a
Mariela pero, Mariela me sorprendió con Dariell.
¿Qué le diré? Estamos en la Iglesia de la
Madelaine. Mariela me besa apasionadamente. Llega la noche, Y,
sus "bragas", sus "bragas" entre mis manos. Le practico "sexo
oral" en medio de la noche. Mariela se excita al máximo y
grita en francés:

—¡Te amo, Francisco!, te
amo…

VOLVIMOS A casa. Habíamos ganado mucho dinero.
Dariell sufría horrores pero, continuaba de "matea". Le
iba perfectamente en la universidad. Era bastante tarde,
tomé un libro de Pepe de Castro Herrera. Leí un
poema, el libro se llamaba "Sabiduría de las Rosas". Me
fui a la plaza de la Sorbona al amanecer, hablé con
Dariell, "ven, acompáñame", "es que estoy
estudiando. A la noche". La abracé y la besé. Le
quité los zapatitos y los calcetines y…

Fui donde Carolus. No estaba. Me duché. Carolus
llegó. Me encontró en la ducha.

—¿Qué haces?, puede llegar la
policía.

—Acompáñame, leeremos poemas del
padre de un amigo que fue torturado por Franco.

—¿Qué Franco?

—El dictador español.

—Yo te traduzco, yo te… —la
besé, la besé en los labios.

—Eres tan hermosa.

Mariela danzaba en las Iglesias acompañada por
Mollendo, que había renunciado al posible trabajo de
cartero.

—…Yo te protejo, Mariela,
yo…

—¡Vamos! —dije.

—Me baño y nos vamos. Espérame.
Cierra la puerta con picaporte.

Yo no soporté su belleza; y, en la ducha fue
mía; a nuestro modo…

SINCERIDAD DEL BIENESTAR

"He leído tu carta en donde me demandas
amor.

Yo estoy casado, ya te dije, pero, me demandas
amor.

¿Qué será de mí cuando
sepa mi mujer?

Me demandas amor. Y yo ya no sé en qué
pensar.

La vida es bella como tu "carmesí" y tu
silueta.

Tienes los ojos empañados de
amor.

La vida tiene los destinos de la
carne.

Yo lucho por la revolución.

Pero, tú luchas por mi amor.

La verdad, es que, eres una flor en el
Paraíso:

Y la vida me tiene atrapado entre tus
caderas.

La vida es de humanidad y de deseo
puritano:

Pero, tu "sexo", es lo que arde en mi
mente:

Yo te amo de tal manera, que
enloquezco:

Yo te adoro, mi María. Te "penetro" con la
mirada;

Y soy al fin, poeta…"

—¿Te gusta el poema?, este quiero
cantar.

—¡Ven a la ducha, mi amor! —aún
no consumábamos el acto. Dos instantes de
narración.

—¡Voy!, ¡voy!

Once de septiembre del dos mil uno: en el manicomio,
encerrado, hay vastedad en los edificios y hay sinceridad: nada
puede sostenernos, hay tanta inmundicia en el mundo, no hay paz.
Un tipo, está amarrado, su padre es un detenido
desaparecido, estuvo en Cuba de Fidel Castro. Escucha voces,
"tengo un demonio, no quiero hacer daños,
¡amárrenme!"

Ducha y muerte: la separatividad. Ducha e insolencia de
los vértigos. Yo no quiero describir pero, el amor es tan
intenso cuando se consume "cocaína". Me la
conseguía con un Nevado, en la delegación peruana:
Cocaína para Francisco para continuar "copulando" mientras
que, en el manicomio, un tal Uribe, lloraba la muerte de Alfredo
Vera, su discípulo.

—…¿Por qué te
mataste?

—Por qué me ofendiste —gritó
Alfredo, pero, silenciosamente.

Vamos a la Sorbona y leamos el poema. Carolus lo
traduce. Carolus es tan bella.

—¿Me amas, Francisco?, ¿me
amas?

…Pero, no nos podremos casar nunca. Yo soy
millonaria y tú, ¿qué eres? ¡Mi vida!,
¡sí, mi vida!

Había jóvenes reunidos por
allí.

—¿Cuéntanos sobre el
autor?

Carolus inventó tanto, pero, yo no entendí
absolutamente nada.

…Le hablé del fascismo, de la igualdad, de
la primavera de 1968. Les conté que Pepe Casa de Castro
Herrera había muerto torturado, le dije
que…

—¿Torturado?
—interrumpí—, no murió
torturado.

Le conté la historia de la campesina.

—¡Oh!, qué malo con
Margarita…

—Tengo que marchar.

—Bueno, ¿vas dónde
Dariell?

—¿Qué Dariell?

Carolus sospechaba.

—Mi amiga.

—No, no voy a casa.

Tuve que ir donde Mariela. Estaban los
Nevado.

—¿Cómo están?

Los Nevado me miraron contrariados.

—Estamos cansados de tanto trabajar.
¿Cuándo nos marcharemos?

—Llevamos tres meses recién, en tres
años. Me agrada París.

—¿Queremos ir a la zona roja? —dijo
Nevado Ampato.

—Vayan, pero una vez al mes.

—¡Qué! Camino todo el día,
gano bien, ¿una vez a la semana?

—Pero, que no sepa Mariela. ¿Dónde
está ella?

—Con Mollendo, en la habitación, quieren
viajar fuera de París.

—No, no, eso no.

—¿Qué piensas tú, Nevado
Solimana? —preguntó Nevado Ampato.

—Está bien, no podemos gastar todo el
dinero, tú tienes setenta años…

—Como setenta y cinco —interrumpió
Nevado Coropuna.

—En fin; ¿podríamos salir los
cuatro? —dije.

—¿Quieres ir a la zona roja?

—No, yo no, tengo mi novia, pero de
turista.

—¿De turista?

—De mirón.

—¿Cuándo?

—Mañana.

—No puedo, tengo que trabajar.

Mollendo me miró de soslayo. Mariela me
abrazó:

—Tan tarde.

Me sentí intranquilo. Estuve inventando
historias. Carolus me había dado mucho dinero.

—Toma, Mariela, aquí tienes.

—¡Oh!

Todos exclamaron.

—Tengo un libro del Papa de Pepe Casa de Castro.
Voy a leer un poema.

—No, no, tengo mucho sueño
—mintió Mariela—, ya me bañé,
vámonos a dormir.

Mientras le amaba le recité el poema de memoria,
Mariela gozó, Mariela exclamó, Mariela se
sintió mujer, Mariela no besó, ya no tenía
deseos, no había "semen". Estaba agotado y Dariell
pedía todos los días "sexo" como también
Carolus.

—¿Qué te sucede que nos
puedes?

—Te leo el poema y lo "hacemos"
—mentí, mentí pero pude.

Me quedé dormido sin poder leer el poema. Entre
sueños, escuché la voz de mi novia.

Mariela recitó. Estaba agotadísimo, ya no
podía más. Fui al baño, Y, en un escondite,
después de orinar (estaba desnudo. Los Nevado y Mollendo
conversaban sobre la zona roja. Me ericé
instantáneamente. Sin pudor los callé); me
drogué; ¡me drogué con anfetaminas! No
dormí en toda la noche recitando poemas y "acabando".
Mariela tampoco durmió. No fuimos a trabajar pero, como a
las once de la noche, visité a Dariell. Sí,
qué amaba a Dariell.

—…¡Te amo, pequeña, te
amo!

—Yo también.

—Es que, no he dormido.

—Duerme conmigo. Mañana tengo prueba a de
filosofía comparada.

Llevaba anfetaminas. Hice lo mismo con Dariell. Ella
leía filosofía y lo le besaba allí, entre
las piernas: dos hembras, tres hembras (recordé a
Betsabé. Pero, ella me violó).

—…Lee el poema, Mariela —eran las
tres de la madrugada.

—Bésame los pies primero.

—Yo te beso los pies y… ¡ya sabes!,
¡ya sabes!

—¿Qué hiciste en el baño?, si
estabas cansadísimo.

—No quiero contar, cosas privadas de
"hombre".

—Bueno, voy a recitar. Pero aquí hay cinco
libros y el libro de Pepe Casa de Castro. ¿Qué le
habrá sucedido? ¿Por qué habrá
abandonado a su mujer?

—Es que, Betsabé era muy… —me
quedé callado…

…Muy ardiente… pero, su mujer
también… No quiero ir a Madrid. Cecilia Torres se
puede vengar; Y no quiero ser la espada vengadora… No, a
Madrid, no… Jamás… (Yo no sabía de su
suicidio)

—¿Dime?, ¿tú
sabes?

—No, yo no, nada sé. Cecilia era su
cónyuge…

—Pero… —intervine—,
lee…

…Pepe Casa de Castro tuvo cinco concubinas,
dos vascas y tres catalanas… ¿y la otra?,
¿Betsabé?, ¡oh!, qué espanto, no
quiero que sepa Pepe, me mata, ¡traición!,
sí…

—…Lee un poema místico, no del
padre que embarazó a una campesina. ¡No!, ya no
quiero más.

Mariela coincidió
conmigo…

—De "Crepusculario".

FIN DE MUNDO

"La infinitud de la vastedad, es
Dios:

Suplico piedad a nuestro Padre:

Yo habré de amarle y habré de
conducirme rectamente por la vida.

¡Crucificadme!, si peco de horror ante la
vida.

Yo amo a mi "cónyuge"; y adoro a mis
hijas:

La variabilidad del amor es Cristo; que, en
esencia,

Es Hijo del Padre y en Cruz fue
muerto.

La "Bestia" se santifica en la
podredumbre:

Y, la podredumbre, es nuestra
inmoralidad.

Yo amo a Dios; y Dios habrá de
amarme.

Me santifico.

"La luz del atardecer,

La infinitud de la luz del alma:

Yo creo en Dios; Y mi Dios es mi
deseo

De amar a la humanidad.

Estoy tan casto, que bendigo las
rosas:

Y de las espinas, son un Cristo,

Que me bendice. Amad al
"prójimo"

Y desead pureza ante todo.

La "vulgaridad" es el "sexo"
desmedido:

En Dios amamos y en Dios yacemos.

La solidaridad es de rebelión de
"masas".

Yo adoro al Altísimo,

Con su luz crepuscular.

Habré de morir, es cierto, pero de amor
místico"".

—Es un poema hermosísimo, voy a enviarle
una carta a Cecilia Torres, estoy muy intrigada. Voy a
escribirle, ella debe de tener razones, saber el motivo, su
marido, según lo que me contaste, vino con una canadiense,
una poeta erótica, Betsabé era su, su, su
¿apodo?, o ¿su nombre?, yo lo ignoro, tú
también, ¿qué habrá
sucedido?

…La droga… la
droga…

DARIELL ES llevada por un ángel, allí
habita Francisco de Asís y el padre Pío. La
bendicen. Francisco de Asís es joven, el padre Píos
es jovial. La eterna sonrisa del Dios es el manantial con que, se
ilumina el Paraíso. La vida es eterna y, ya no es
simbólica, es de Dios en la tierra, es de Cristo
resucitado, es de la Cruz ardiente. El padre Pío
murmura:

—Vos ¿sois casta?

—No, no, yo practiqué "sodomía" pero
me violaron.

—¿Quién te violó?

—Mi novio.

—La "sodomía" es perjurio ante Dios.
Deberías marchar al Infierno. ¡Mira!, yo tengo los
estigmas de Cristo.

—No, no, yo sólo estoy enamorada de mi
novio, ¿dónde está?

—Lo ignoro, sólo Dios…

—No, no, no me manden al Infierno. Quiero vivir
sola. ¿Humillé a Uribe?, yo le amo pero, aún
estoy enamorada de Francisco de Recoleta, Francisco, el
viajero.

—¿Viajero?

—Sí.

—Te quedarás con nosotros hasta que
aprendas.

—¿No tendré privacidad?

—Sí, sí, vivirás allí,
en esa casita. ¿Te parece? —interviene Francisco de
Asís. Yo soy Mollendo, ¡yo soy
Mollendo…!

—La casita es hermosa, acepto. ¿Y
Uribe?

—Está muy triste. Recibirá consejos
de Pedro.

—Cuídate, Dariell. ¿Cuál es
tu apellido?

Un trueno tremendo acalló la voz.

Dariell es bella, Dariell es voraz estudiante, le
escribió cien cartas a Francisco de Recoleta,
"Habrás de ¿amarme por la eternidad?, yo os amo
con frescor, el dulce fulgor de los cuerpos, son en nuestras
manos, una carta de amor.

Francisco, el amor es bendecir a Dios. Yo creo en el
Padre. Estamos casados ante Dios pero tengo temor de quedar
embarazada.

Nos casaremos cuando cumpla dieciocho. Tú
podrás abandonar a Mariela, tú me has dicho que
sólo son "mochileros" y nada más. No acepto otra
mujer. Pero, está Carolus, ¡abandónala!, yo
te daré todo el amor del mundo, si tú
confías en mí. Seré doctora en
filosofía de la Sorbona, seré catedrática
y… viviremos felices. Tal vez no en París, pero, yo
puedo viajar a Chile y dar clases en algún colegio de
prestigio o en alguna universidad. Tú terminarás
tus estudios, serás pedagogo y psicólogo, tendremos
tres hijos. Cuando cumpla cuarenta años, a los cuarenta y
tres y a los cuarenta y cinco. Yo estoy enamorada; Y, este amor
es de por vida…

Te adoro, te adoro te adoro…

Yo podría hablarte de muchas cosas
pero…"

Francisco leyó la carta y…

Dariell es bella, Dariell era bella, Dariell era la
eternidad de Dios, Dariell era el éter y la
sabiduría de no morir en "guerras", morir por amor es un
pecado, pero Dios de cuando en cuando se apiada. Dariell era la
sumisión ante la mirada del padre Pío, Dariell no
quiso recordar, Dariell lloró de amargura, Dariell era
suavísima al contacto de la piel, Dariell no intimó
pero, tampoco la castidad fue suya, Dariell estuvo en el
Purgatorio, Dariell estudió filosofía, Dariell
amó a Francisco, Dariell era felicidad, Dariell era la
cosmovisión de Dios, Dariell era sentido religioso,
Dariell era hecatombe.

—Esta casita será para ti —dijo
Francisco de Asís.

—Gracias por perdonar mis pecados.

Una nube se aferró a la mente de Dariell, el
padre Pío le miró con éxtasis, una nube de
simbolismo, Dios estaba nervudo, tembló en el
Paraíso, Dariell tuvo miedo, "¿qué sucede?",
"es que su Hijo tiene pena". El estallido de Dios es comparable a
la traición y muerte de Cristo.

El Padre Pío le contó
historias…

—…Ay, de mí, ¿por
qué habrás muerto? ¡El exterminio fue
total…!

Dios habló
tajantemente…

Dariell se sintió conmovida.

—¿Padre Pío?, ¿qué
sucede?

—Lo ignoro, lo ignoro…

—Hábleme sobre Cristo.

El Padre Pío danzó: su juventud era vital,
la vida se entrelazaba a la vida misma, la danza del padre
Pío era bellísima. Con sus estigmas, que aún
sangraban, el padre Pío habló de Cristo. Se
esfumó la realidad; Y, entre las barbas del santo, Dariell
se sintió confundida: culminó la vida para ella a
los veinte años (de modo trágico); pero, ahora
tenía la facultad de cambiar drásticamente: las
barbas del padre Píos se erizaron y al fin pudo articular
palabras en italiano, ya sabía arameo, el idioma
común.

—¿Sabes sólo
francés?

—He aprendido arameo. ¿En qué idioma
me habla?

—En francés…

—Enséñeme por favor, que de sufrir,
ya no soporto, no quiero engañar a Uribe, yo le amo, le
adoro pero, Francisco, él, él me amó en
carne, ¿explíqueme la diferencia?,
¿puedes?

—El amor, cuando se ama, no es físico, el
amor es naturalmente espiritual. Pero lo físico
también importa, ya que, en la vida del "átomo"
debemos de perseverar hasta que Dios nos ilumina con esta vida
que contemplas. La vida es Dios; nuestro Padre nos entrega la
bondad del vivir, Y, de este vivir, es la naturalidad de los
besos y de la "cópula" para engendrar "hijos". Tú
cometiste pecado de "sodomía" y pecado de "sexo oral", ya
que una dama de quince años (aunque esté casada
ante la mirada de Dios), sólo debe acariciar y besar pero,
el hombre en el "coito" debe de llegar a la "eyaculación"
en la "vagina"; En la era moderna existen anticonceptivos, pero
siente instantes de segundos antes de que el "pene" penetra a la
mujer de manera honesta, Dios se "duplica "instintivamente y
nacen criaturas: todas las criaturas son honestas; Y, si hay
malformaciones, es por la genética, Y esta genética
es porque los hijos de los hombres eran imperfectos. Pero la
ciencia debe de corregir lo que Satanás destruyó.
Esla maldad lo que impera… Durante millones de años
el mundo será un vaciadero de maldad.
Habrá…

—Ya, ya, no siga por favor, estoy con nauseas.
¿Puedo quedar embarazada aquí?

—No hay relaciones "sexuales" en el
Paraíso. Los novios se besan las mejillas pero hay
riachuelos y lagos turquesas como los ojos de Dios; En estos
lagos vos podéis bañaros pero con vigilancia de los
ángeles. Vos os sentiréis más pura, son
lagos que el Padre creó para que sus hijos nazcan de
nuevo…

—¿Y los niños?, ¿y los
niños? —interrumpió Dariell.

—Ellos viven en otro lugar hasta
crecer.

—¿No basta con rezar?

—No.

—¿Entonces la "píldora del
día" después es abortiva?

—Los métodos de regulación de los
hijos no son abortivos pero aquella sí que lo
era.

—Enséñame más, Padre
Pío.

—Háblame de ti.

—A mí me agradaba que Francisco me besara
los pies y me besara "aquello", perdón, padre Pío,
perdón, pero yo me casé en una Iglesia, sin cura,
porque era menor de edad, yo estaba enamorada pero mi adorado me
"penetro rectalmente", no me agradó la sensación
pero en Francia son liberales, hasta los…

—¡Calla!, ¡calla!, no hablemos de los
homosexuales.

—¿Es pecado, padre?

—Sí, sí, es pecado de
Infierno…

—Padre, perdóneme, quiero
besarlo.

—Besa a Francisco que te escucha
atentamente.

—¡Francisco!, ¿qué Francisco?,
no veo a nadie.

—Ah, se ha marchado.

—¿A dónde?

—No te preocupes. Aquí vivimos nosotros, el
Padre vive en su "Atrio", desde allí nos contempla, a
nosotros y a la humanidad.

—¿Se acabará la humanidad por
perversa?

—Jamás.

—Yo, yo fui pecadora, ¿por qué
ascendí?

—Porque Dios tuvo piedad.

—Yo soy Dariell. Yo le podría contar que me
quieté la vida por amor. ¿Es pecado?

—El asesinato es pecado. Quitarse la vida
también.

—¿Entonces?

—Lo ignoro. Hay algo que no comprendo.
Jamás, pero jamás asciende un suicida.
Nadie.

—¿Y la eutanasia?

—Es asesinato.

—¿Y los ateos?

—Se les enseña en el purgatorio si han
actuado correctamente, de lo contrario…

—¿Al Pudridero?

—Sí.

—¿Cómo te quitaste la
vida?

—No quiero contar. No soporté. Francisco me
abandonó. Tenía tres novias.

—¡Cuatro tuvo!, ¡cuatro!

Dariell se desmayó.

…Uriel, el Arcángel de Dios, con su
espada de fuego, ha vivido un año en la eternidad…
La eternidad es imposible de calcular por máquinas o
científicos. Dios, dice Él, que ha vivido trece
años en la eternidad…

Yo no sé, yo no sé: esta "niña"
es pecadora; Y, del pecado, ha nacido. ¿No podrán
tal vez devolverla al Purgatorio, por errar?, tengo que
enseñarle a vivir, hablaré con Francisco de
Asís, ¿dónde
estará…?

…Estoy pensando, estoy
pensando…

—¡Ángeles!,
¡ángeles!, venid…

"…Estoy durmiendo, me he golpeado la cabeza. Le
escribí una carta a Francisco. Yo soy Católica,
pero, mis padres no amarán a Francisco porque, su
profesión, es lustrabotas; Y, aquí o allá,
era gigoló de Carolus.

La vida era hermosa, casarme en la Iglesia de la
Madelaine con Francisco, escribirle cien cartas, que yo creo
atesoró. Lo que no comprendo fue mi comportamiento:
¿aceptar a Carolus?, tan loca estaba. Contemplo a un
ángel mientras recuerdo una carta: "La intensidad de
nuestro amor es como un canto de Dante a Beatriz. Tú eres
un "David" de belleza latina y Dante un poeta maravilloso, has
leído los poemas de Dante y te transcribiré uno.
Aquí va…"
Pierdo la conciencia y no recuerdo
el poema. ¿Qué habré escrito en la carta?
"Una vez ausente de este mundo mi gentilísima amada,
quedó la ciudad antes aludida como viuda
despojada…
Esta frase recuerdo de un poema de Dante.
Continúo con la carta, extensísima de diez
carillas: "Mi deleite es contemplaros, mi "David". La luna
emerge de vuestros ojos y en París ya no somos novios,
estamos casados. La vida es dulce
(los ángeles me
ayudan. Estoy recostada en mi nueva casa. Hay un enorme Cristo
tallado por Miguel Ángel); la vida es amar tu
honestidad de hombre, abandona a Carolus, es mi mejor amiga,
pero, ella es aristócrata, yo soy pobre pero estudiosa. El
abismo que nos separa sólo es el idioma pero yo ya
sé castellano: "Hola, ¿cómo estás,
adorado?"

La vida tiene su sensualidad, la vida eres
tú, mi "David", mi Francisco de Chile. Yo te amo.
¿Quieres casarte conmigo por el civil?

Estoy estudiando a Schopenhauer y me cuesta
estudiar. Tengo distinción máxima en mi carrera, me
voy a doctorar a los veinte años. Soy una trigueña
de ojos azules "genio", todos dicen lo mismo. Quédate en
Francia, yo te ayudo con el francés. Y… un trabajo
honesto, estudia, yo te ayudo. Psicología, yo te
enseñó aunque tengas cuarenta, estudia, para que
mis padres te acepten. Te adoro, mi "David", ¿por
qué te diré "David"?, porque tienes un cuerpo
perfecto, yo…

Los ángeles tranquilizaron a Dariell y hubo calma
al fin. Dariell se durmió.

"Yo tengo deseo de tener "relaciones" pero puedo
quedar embarazada, la policía nos pesquisa, hay que
cuidarse. Ten fe amor, ten fe en Dios…

Por mí se llega a la ciudad
doliente.

Por mí se avanza hacia la eterna
pena.

Por mí se va tras la perdida
gente.

Dios al pecado señaló
condena

Y surgí entonces cual suprema
alianza

Del poder sumo y la justicia
plena.

Y no existiendo en mí fin ni
mudanza

Nada me precedió sino Dios
mismo.

Los que entrasteis perded toda
esperanza.

…¿Este poema te agrada mi amor? Yo no
soporto tan desdicha: la veracidad es de vivir con Spencer y la
virtud de ser un naturalista, filósofo, psicólogo,
antropólogo y
sociólogo británico.
Se dice comúnmente que promovió el darwinismo
social en Gran Bretaña (sin embargo esta afirmación
ha sido historiográficamente cuestionada) y fue uno de los
más ilustres positivistas de su país. Ingeniero
civil y de formación autodidacta, se interesó tanto
por la ciencia como por las letras…Desde el punto de vista
sociológico cabe considerarle como el primer autor que
utilizó de forma sistemática los conceptos de
estructura y función. Por otra parte, concibió la
sociología como un instrumento dinámico al servicio
de la reforma social. Dedicó su vida a elaborar su sistema
de filosofía evolucionista, en la que considera la
evolución natural como clave de toda la realidad, a partir
de cuya ley mecánico-materialista cabe explicar cualquier
nivel progresivo: la materia, lo biológico, lo
psíquico, lo social… ¿Qué piensas
tú de esto? Yo creo que no, creo que el amor de Dios
prevalece, pero, yo creo que también evolucionamos.
¿Cómo será nuestro Padre? Como tú,
cómo un "David"…

…Aquí hay ángeles, ahora ya
comprendo… yo, yo, yo sólo quiero
amar…

(¿Por qué me dirá "David" como
Betsabé?)

…Tienes que amarme eternamente, ya que yo te
amo de manera eterna. Yo sé que existe Dios pero estudio
filosofía. Sabes algo del ¿génesis? En la
Sorbona me cuestionan mi religiosidad, pero, estudio, estudio,
para combatir el estoicismo del ateísmo imperante en este
milenio… Cristo murió por nosotros, pero tú,
¡tú!, creo que actúas mal. ¡Eres un
gigoló!, lustra zapatos por las calles y entrégate
al amor. Sólo yo. ¿Qué haces con Mariela?,
¡ven a vivir conmigo! Ah, verdad, no puedes, ¿tienes
pasaporte?, ¡oh!, Dios, no tienes, ¿cómo
entraste a Francia?, ¡escondido!, escondido con Mollendo,
con los Nevado, que son enemigos de Chile. ¿Estuviste
escondido en una Iglesia durante un año en Madrid?
¿Y qué comieron? ¿Tienes que
contármelo todo? Ya hablaste de caridad de los curas;
¿y Mariela es tu novia? ¿Qué edad tiene
ella? ¿Dieciséis? ¿Qué es Vitacura?
Me has contado que Mariela es millonaria. Que le llamaban
Condesa. ¿Hay Condes en tu país?
¿Dónde queda Chile? ¿Eres americano?
¡Dime por favor!, ¿me amas?, o ¿sólo
soy una "puta" para ti…? Estoy llorando, estoy
llorando…

… No hay mayor dolor que recordar los tiempos
felices desde la miseria.

Esta es una frase de Dante muy célebre.
Terminaré esta carta con un grito: ¡Cásate
conmigo por el civil!, pero basta de gigoló, yo te consigo
un trabajo de barrendero en la Sorbona.
¿Quieres?

Tuya. Dariell enamorada de
Francisco"".

(Tuve que conseguirme un trabajo de lustrabotas. Carolus
se sorprendió.

—…¿No quieres más el
dinero?

—¿Me amas? —te acuerdas
Carolus.

—Tengo que trabajar —dije—, Mariela
sospecha y tú, ¡mira! —te besé
intensamente en el lóbulo izquierdo—, tú eres
intocable para mí. Esperaré que cumplas dieciocho y
te…

—…No, no hables, tengo prometido,
házmelo ahora, házmelo ahora.

Fuimos felices pero, en el Infierno, no. Te amo
Carolus… ¿Por qué se habrá quitado la
vida Dariell?

—Yo ignoraba vuestra relación. Mi marido me
violó, ya te dije, fui anorgásmica toda mi vida
y…). Los recuerdos se acaban…

—Duchémonos —dijo Carolus—,
estoy sintiendo mal olor.

—Es que te estoy contando sobre las cartas que me
envió Dariell.

—¿Qué hiciste con las
cartas?

—No quiero decirte por favor.

—Dime. ¿Pueden clavarnos de
nuevo?

—¿No recuerdas?

Las atesoré —mentí.

…Creo que no, creo que las cartas (no
recuerdo, qué extraño)…

Un ángel nos visita.

—¿Por qué mientes, Francisco?,
te daremos tres millones de años. ¡Dúchate!,
que apestas a pecado… ¡Tápate los ojos,
tú!

—No, no, no me dejen solo…
¿quemadas y en el Sena…? Sí, Carolus,
sí, tuve mujeres. ¡Tú!, Mariela, Dariell y
Betsabé pero ella me violó. No recuerdo mucho. No
recuerdo.

Un palo en la cabeza me torció el cuello.
Quedé desmayado.

—Báñate, no te quites la toga.
¡Báñate nada más! Queremos mostrarte
el Pudridero… ¿Por qué te casaste si estabas
enamorada de este depravado?

—Me violaron. Tuve que hacerlo. Era
un…

—¿Un qué?

—Un asesino…

—¿Te intimidó?

—Con una cuchilla.

—¡Mira!, allí está el
Pudridero…

—¿Quiénes son?

—Chilenos.

—¿Se los están comiendo los
gusanos?

—Sí.

El ángel se esfumó. Tuve pánico
por "David".

LUSTRANDO ZAPATOS POR FRANCIA

Mariela Suspicaz. Encuentra Cocaína y
Anfetaminas en el Baño. Acusa a Mollendo

—ME TENGO que marchar por un tiempo.

Necesitaba oxígeno.

—¿Qué?

—Me marcho de París por un mes.

Escapaba con Dariell al campo.

—¿Qué?

—Mariela, no tengas miedo, necesito aire y
respirar pureza, lustraré zapatos en los contornos.
Tú quédate y…

—Bueno, un mes. Habla con Mollendo.

—¿Está?, no, no
está.

—Cuídate, me marcho —Dariell me
esperaba en la estación de tren.

—Voy a "mochilear" por Francia. Tú
dedícate a lo tuyo. ¿Serás fiel?

Mariela dudó.

—¿Qué haces?, ¿me
abandonas?

—No, no, ¡me marcho!, me…

Corrí con mi lustrín.

—¡Francisco!, ¡Francisco!,
¿qué haces? —escuché la voz
desesperada de Mariela.

La Condesa buscó en la cocina, busco en el
baño y, ¡oh!, sorpresa, había
"cocaína" y "anfetaminas". Aspiró y
enloqueció. No pudo dormir durante tres días.
Habló con Mollendo:

—¡Tú eres culpable!,
tú.

Mollendo no se defendió.

—No nos eches, Mariela, es…

—¿Quién?

Los Nevados gozaban de sus bicicletas en
dirección de la zona roja.

—¿Y los degenerados?

—Trabajando.

—Te vas de la casa.

—No, Mariela, no. Me moriré de hambre,
tengo más de…

Mariela conversó con Mollendo, pero Mollendo se
mantuvo en silencio.

—¿De quién es la droga?

—De Francisco.

—¿Qué?

Mariela era tímida pero perspicaz. Francisco,
¿drogándose?, ¡oh!, la virtud del amor en
aras de ¿la cocaína y de las anfetaminas?,
¿dónde las habrá conseguido?, trabaja
mucho, eso… Mi Francisco, tendré que internarlo en
una clínica, pero, no podemos, no tenemos pasaportes,
ingresamos a España ilegalmente, estuvimos encerrados
durante un año en un Iglesia en Madrid: la claustrofobia,
la fetidez, qué espanto recordar. Una Iglesia para rezar
pero, esta Iglesia era Satánica. Yo escuchaba pasos, "los
"sudacas"", por allí andarán", estas cosas
escuchábamos en Madrid.

Era terrible sentirse apestada: Ya no
soporté; Y, al revés, tuve "sexo". No me
importó, nos escondimos de Mollendo y de los Nevado:
"Sexo" exquisito con olor a "culito", ¡oh, qué
espanto, las cosas que digo, no puedo olvidar, desde la llegada a
París, ¿por qué digo yo?, desde la llegada,
Francisco abandonó los besos: ¿Se habrá
enamorada de otra?, tengo que preguntar, yo no tengo amigos,
hablo francés y también inglés; ¡tengo
que saber!, ¿qué piensas tú, Mollendo, le
diré? Francisco tendrá
¿mujer?

…En la Iglesia, los golpes de los demonios,
en la iglesia durante un año:

—¡Resucitó Franco!,
resucitó… —grito al culminar el acto mi
adorado "David".

…Estoy en la estación de tren, una carpa y
dos sacos de dormir y dos mochilas, nuevas, y Dariell,
trigueña, ojos almendrados y como el cielo azul, perfecta,
me enamoro, allí estaba, te lo juro, Carolus, no lo pude
soportar, la besé intensamente, "la policía, ten
cuidado", me dijo, "nada me importa, nada". Nos marchamos. Yo
lustré zapatos en el tren durante una semana. Juntamos
mucho dinero. Nos bajamos por allí, y, en medio del campo,
armé la carpa, todo era perfecto, el clima, creo que, pero
no recuerdo, llevábamos tres mes, creo, ¡lo juro,
ángel!, no me golpee, sólo tres meses o
¿más?

No hubo "sexo" durante nuestra estadía, no quise,
la "droga", no la pude consumir y, sin droga, la
impotencia.

—¿Qué te sucede?
—murmuró Dariell, enfadada. Tuve que
mentir.

—Es que, estoy enamorado.

Caminé por allí, el campito era
bellísimo. Había jóvenes drogándose.
Compré marihuana, ¡mucha! y fumé. Besé
a una parisina y a tres alemanas y…

No quiero contar, no.

Se desnudaron y…

—…Te lo prometo, Carolus, no fue mi culpa,
había un río y en el río, jugueteamos
a…

Volví.

Tenía una píldora y vino.

—Toma —le dije a Dariell.

—¿Vino?, qué rico,
¿dónde andabas?

…Fornicando…

Dariell enloqueció, y, en furor místico,
contemplando las estrellas, al parecer, fue mía pero,
¡lo juro!, no recuerdo nada.

Dariell tuvo miedo de quedar embarazada.

—¿Qué has hecho?

Había un charco de sangre tremendo.

—No, nada… ¿Qué tienes,
Dariell?, ¿te duele algo?

Dariell se palpó las entrepiernas.

—Me duele el "culito". ¿Y la
sangre?

Descubrí el motivo. Se me había roto el
"prepucio". Demasiado "sexo" entre europeas.

—¿Te duele?

—Sí, me duele mucho.

—¿Qué sucedió?

—El vino —mentí.

—Marchémonos. Por aquí hay un
río.

—No, no, los ríos me dan miedo
—mentí.

—Yo sé nadar —murmuró, ella
tan dichosa de amar.

Fuimos al río: mis amantes ya se habían
marchado. ¡Oh!, qué felicidad.

—Tendremos que consultar con un médico.
¿Me violaste?

—No sé, te lo prometo —no
mentí, ángel, no.

Fuimos a un poblado y consultamos a un médico.
Cirugía total.

Tomamos un tren y nos dedicamos a lustras zapatos. Ella
cantaba en francés y yo pedía limosna. Recorrimos
Francia durante un mes.

Mucho dinero recaudado. Me dolía todo…
¡Ángel!, no me mates…

Acampamos. Tuvimos que comprar sacos de dormir
nuevos.

Pagamos al médico.

—¿Quiero hablar a solas con el
muchacho?

—Es que no sabe francés.

—¿Qué idioma habla?

—Castellano.

—Ah, yo sé castellano. Me agrada Julio
Cortázar y sus cuentos de ficción. También
"Rayuela".

El médico me encaró:

—Esto es producto de una orgía.

—No recuerdo nada.

—Yo soy doctor, confiesa. Ella tiene
¿quince años? Te pueden llevar a la cárcel.
¿De qué país eres?

—De Chile.

—Bien. No te drogues más y ten cuidado. La
"niña" está embarazada al parecer. Llámala.
Tendré que verificar.

—No, no lo haga, es virgen.

—¿Qué te sucedió
entonces?

—Unas alemanas y… no le miento, ignoro lo
que sucedió. Pero ella es virgen.

—¿Es tu novia?

—Sí.

—¿Tienes más novias?

—Una chilena y Carolus.

—¿Cómo se llama ella?

—Dariell.

—Tengo que revisarla —murmuró
enfático, el médico.

—No, no, la penetré "analmente".

—¿Estaban drogados?

—Sí, la drogué. Es que, estoy
enamorado pero, ella, ella me ama y yo, yo, tengo que escapar de
Francia.

—Neruda actuaba de la misma forma. Ustedes los
latinos son…

El médico calló.

—¿Somos irresponsables?

—Sí, muy irresponsables.

—¿Tienes esquizofrenia?

—Sí. En Medellín, me golpearon
los…

—¿En Medellín?, ¿de
dónde eres?

—No, de Chile, pero llevo cinco años
vagabundeando. Lustro zapatos. Tengo una novia chilena y dos
novias francesas.

—¿Qué droga usas?

—Cocaína y anfetaminas.

El médico era un ángel.

—¡Ven!, abrázame, yo te
curaré.

Me desmayé.

Reconocí al ángel camionero, ¡le
reconocí!, ¿Usted es, ángel?, ¿no?,
un médico ángel camionero. Sí, yo le
reconocí. Pero, ¿qué motivos tiene un
ángel para bendecir? ¡Un ángel camionero! Me
sanó, ya no tuve dolor en mi…

No quiero hablar, no quiero hablar.

—El médico te quiere auscultar —dije
a Dariell.

—¿A mí?, no, no, yo soy
virgen.

—¡Es un ángel!
—grité.

Dariell me miró extrañada.

Aceptó.

—Desnúdese. Usted es menor de edad.
¿Quince años? Tenga cuidado. Que su novio corre
riesgo de cárcel. ¿Qué
sucedió?

—Lo ignoro.

—Tengo una enfermera. Pero, está en su
día libre. Sólo quiero mirar sus genitales. Si no
es virgen, ¿Francisco?, ¿no?, le llevaré
preso por drogarle y por violación.

—Es que nos casamos.

—Ah, son casados.

—Sí. Ante la mirada de Dios.

El camionero ángel se contuvo.

—Las "bragas" por favor.

—No tengo nada, ve.

—Tiene el "himen". Qué bien. Disculpe las
molestias. ¿Es drogadicta?

—Soy estudiante.

—¿De preparatoria?

—No, de la Sorbona. Estudio
filosofía.

El ángel mecánico doctor ¡hijo de
puta!, murmuró:

—¿Quince años y estudiando en la
Sorbona?, muy bien. ¿Se siente violada?

—No, de ningún modo. Me siento intranquila
por mi "marido".

—¿Tiene el consentimiento de sus
padres?

—No, ellos no saben nada.

—Tendré que denunciar a ese tal
"degenerado".

De un solo golpe en los testículos, Dariell
desmotivó al ángel de la Guarda. Lo pateó en
la cabeza hasta que, del Cielo a la Tierra y de la Tierra al
Cielo. Escapamos.

—¡Vamos!, ¡vamos!, hay que
escapar.

—…¿Usted es un ángel?,
¿Dariell mató?

—¿Dariell?, el que está
sentenciado eres tú.

—¿Mató?

—No, no mató. Pero, el ángel
agonizó durante un mes. ¡Amnesia
total!

—¡Pobre Dariell!, me escribió una
carta, recuerdo fragmentos.

Llegamos a París, nos escondimos en su
habitación. Carolus no se percató. Me dolía
intensamente "aquello" que no quiero nombrar. Dariell se
desnudó; Y, besándome, se integró a
mí. Se duchó durante una hora. Había escrito
otra carta. No pude leerla, estaba en francés.

Tuve deseos de amar pero no pude.

Hable con Mollendo y me ayudó. Mariela
discutió conmigo.

—¿Por qué te duele tu "pene"?,
¿dónde estuviste?, ¿en la zona
roja?

—¡Mariela, no, no!

Inventé una historia. Entregué el
dinero.

—¿Y la droga?

—La consumo, la consumo, para trabajar
más.

—Te tengo que llevar a un centro de
rehabilitación.

—No puedo, nos van a deportar de la peor manera,
somos "ilegales". Me buscan por "violación".

—¿Qué?, desgraciado.

—Me voy a esconder por un tiempo, no he violado a
nadie —mentí—, intentaron asaltarme y me
golpearon. Dos ebrias, creo que croatas, pero… yo no
sé…

—Quédate aquí.

—No, no, es peligroso.

—Ya regresaré.

—¿Cuánto?

—Un año.

Mariela se trapicó.

Natalia Ruiz de Avemaría era típicamente
chilena de clase acomodada, de Vitacura, de padres millonarios,
Natalia era danzarina en París, Natalia me amaba pero, yo
estaba complicadísimo con mi vida, no soportaba el
desamor, ¡las cartas en francés!, pero si yo no
entendía francés. Mariela suspiró, su
"hombre" habría de marchar ¿en brazos de la
cárcel? O ¿de otra mujer? Mariela cuestionó
durante horas hasta el límite de la exasperación.
Me mantuve en silencio, Mollendo también, los Nevado
intervinieron:

—Chileno, qué te vaya bien. ¿Y la
dirección? —ellos conocían la
dirección, te lo juro, Carolus, pero…

—No puedo, es demasiado para mí. Hay que
sacar pasaporte.

—Hazte peruano —dijo Mollendo.

—Sí, eso haré.

—¡Bésame!, pero con
suavidad.

Mariela lloró, Mariela era de unos almendrados
ojazos que, en desmedro, me confundían, Mariela no
sintió mi aliento, Mariela perdió la noción
de la realidad.

—Quiero casarme, quiero casarme, hazme tuya,
Francisco.

—Cuando vuelva, Mariela, cuando…

Hui. Hui. No pude soportar. Mollendo me
retuvo.

—Necesitamos dinero.

—Todos los domingos en la Iglesia de la Madelaine.
Pero, tú. Mollendo, nadie más. Yo mandaré a
cierta persona. Qué Mariela no sepa…
¿Está desmayada?

—No, no, está gritando como
loca.

—Ten cuidado, Mollendo, que te mato si la
tocas.

Mollendo tuvo miedo.

—¡Toma!, desgraciado.

Las narices de Mollendo estallaron. Los Nevado,
palidecieron.

—Peruanos infelices.

—Vuelvo mañana. Voy al médico, eso
es todo.

Mariela lloraba desconsolada.

—Estaré un año escondido, pero
dormiré contigo todas las noches.

Mariela escuchó tranquila.

—Voy al médico. Dame una semana
y…

—Bueno, una semana, no es tanto.

—¿Tengo que marchar?, pero, volveré
de madrugada.

—¿Cómo?, si el dinero lo tengo
guardado.

—Tengo bicicleta… Escúchame,
Mariela. No estamos en América. Yo corro riesgo, no quiero
contarte nada, después, después…

—¿Cuando?

—Pronto. Confía.

—¿Vendrás en bicicleta?

—Sí.

Márchate entonces, pero, no consumas
cocaína ni anfetaminas.

—Si yo no la consumo, es…

Mariela me miró derrotada.

—Es que, me la obsequiaron. Ten cuidado con
Mollendo. Qué se marche.

—No, no, me ayuda.

—¡Toma!

—¿Una cuchilla?

—Enciérrate. Llegaré tarde, pero
llegaré… Yo, yo, yo estaré escondido de
día y de noche te amaré, pero tienes que
comprender, ¡mira!

—Oh, qué espanto, ¡cómo tienes
tu "sexo"!, pobrecito… ¡Ve al médico y
cuídate…! ¿Regresarás esta
noche…?

—Sí, sí —dije.

No tenía droga. Tenía que
dormir.

…La carta de Dariell está escrita en
francés. Mientras se duchaba la recitó, de memoria
se la sabía. Un año estuve gozando entre sus
brazos, un año de amores prohibidos; al fin y al cabo, le
gustó.

—…Amor, ¿entiendes mi
letra?

—Hablas en francés, no entiendo nada,
tengo que marchar, Mariela me espera, tengo que… ir al
médico… conozco uno, que…

(…que vende droga…)

¿Me prestas tu bicicleta?

—No, no, te compro una.

—¿Cuándo?

—Mañana, mañana
—murmuró Dariell en la ducha.

Su voz era tenue:

"La voraz anomalía de mi ser, la
sensación de mi mente, ya no hay "genitalidad", estoy
esperando por ti, quiero casarme por el civil y tal vez,
también con arroz. ¿Me amas?

Yo enloquecí de amor al contemplar tu cuerpo
de "David".

Eres velludo… En fin… me haces
tremendamente feliz… Quiero darte hijos, quiero amar, pero
tengo quince años. Mis padres pueden enviarte a la
cárcel; Y, en la cárcel, te pueden violar. Eres un
"David"; abandona a Carolus y a esa "perra" de Mariela; la tal
Condesa de Vitacura.

¿Me amas?

Yo quiero rasgarme las venas por ti.

Estoy loca, estoy loca…"

La carta continuó durante diez
minutos:

"Yo sabré darte todo, pero, tengo miedo de
morir al parir con quince. Soy muy joven.

¡Francisco!, por favor, no me
abandones…

¿Qué sucedió en el
riachuelo?

¿Me violaste…?

¡Me gustó!, ¡me
gustó!

Pero, yo estudié en Colegio Católico:
la "sodomía" es pecado. ¿Qué me sucede?,
estoy perdiendo el control de mi vida… ¡Mi "David!,
¡mi "David!"

¡Ámame!, pero no me
violes.

Dariell enamorada".

—…Wgyáüóp[117]zápó[118]hópíw[119]

…Yo estaba completamente loco. Esto que te
cuento, viejo, no es para que comprensas que un
esquizofrénico podría vivir en castidad. Tuve
experiencias pero contemplar El "David"
fue…

—En población La Victoria no nos
interesa —interrumpió el viejo—, en
población La Victoria estamos aterrados con la
delincuencia. Tú llevas siete días en mi casa y
¿te "comiste" a mi nieta de tan sólo trece
años?

Efectivamente. Pero a mi modo.

—¿Siete días llevo? ¿Y
qué hago aquí?

—Lo ignoro. ¿Está
embarazada?

—No, no, es que, es dulce. Me quiero casar con
ella.

—Es "prostituta".

—¡Qué!

—Ella se enamoró de ti.
¡Márchate, Francisco!, es "prostituta" de los
"pacos".

—Estamos en democracia.

—Es "prostituta", es
"prostituta".

— ¡Échala de la
casa!

—Estoy muy viejo —su voz era
cansada.

— ¿No podré volver
entonces?

—No.

Me marché caminando.

"Condesa", la estéril, un capitán la
esterilizó, ojos amarillos, "senos" pequeños,
delgada, morena, virginal espiritualmente, mantiene a su abuelo
de noventa años. Come poco, trabaja mucho, no duerme.
Cobra quinientos pesos. Un "italiano" cuesta
setecientos".

"Condesa", de rasgos andinos, tocaba la guitarra,
"Gracias a la Vida" de Violeta Parra. Me enamoré
perdidamente.

El viejo me echó. Por mi bien.

Recordé a Dariell. El nonagenario también
había conocido Europa; pero, Hungría. Izquierdista
a morir. Exiliado político. Raúl Quezada
habló con su nieta. Le mintió.

—Tiene que marchar, es… un vagabundo. Pero,
volverá.

Quenita Almendra Ruiz lloró.

—Tengo que trabajar abuelo, ¡tengo! Me
violan a veces, abuelo, no pagan, ya no quiero ser "puta". Me
operaron. Quiero estudiar.

—Tengo dinero para ti.

—¿Cuánto?

—Es que, no sabes leer.

—Sí, sé, aprendí.

—¿Sabes?

—Sí. Llama a Francisco. Quiero escribirle
una carta. ¡Llámalo por favor!

—No, no, ya se marchó. Moriré
pronto. Toma, vamos al banco. Cómprate una casa y
estudia.

—No puedo, me tienen amenazada de
muerte.

—¿Quiénes?

—Los carabineros y un juez. Quiero estudiar
danza.

—Tengo dinero, no te preocupes.

—¿Cuánto, abuelo?,
¿cuánto?

—Dime los nombres y…

Pensé en Dariell y en sus cartas.

—Capitán Cerda. Le agrada Nicanor Parra. Le
canto. No paga abuelo. Me viola todos los sábados.
¡Me viola! Y yo tengo tan sólo trece
años.

—¿Eres estéril?

—Sí. Me llevaron a Buenos Aires
y…

—No me cuentes, por favor, yo le enviaré la
carta a…

—No, no llámalo…

—Es que, se marchó —soy Mollendo, el
dios Inca.

…Quiero comer sandías, se me hincan
las venas, me enamoré de la "Condesa", ¿qué
nombre tendrá?, me enamoré, pero tiene trece
años, quiero sandía, ya, ya,
¡ángeles!, "¿usted es el camionero?, deme
sandías, que enloquezco".

—Yo escribiré la carta, no te preocupes.
¿Cerda?

—Sí, abuelo, el me viola. No puedo ni
practicar danza. No quiero contarte, abuelo,
es…

—Es…

El abuelo lloró.

—Tranquila, no salgas de casa. Esto es "guerra".
No te "prostituyas" más. Serás danzarina, yo te
pagaré los estudios. Ya no quiero que te llamen "Condesa".
Yo pensaba que eras "puta" por "degenerada". Yo luché. Yo
viví en Hungría. Soy izquierdista. Ya no quiero
nazis en mi país. Mañana mismo todo se soluciona.
Yo te llevaré a un centro de rehabilitación. Nos
marchamos del país.

—¿Cuándo?

—Mañana. A Cuba…

"Soy Quenita Almendra Ruiz, tu ex novia. Disculpa,
Pancho, pero, estoy refugiada. Jamás vuelvas a
población La Victoria, los "narcos" amigos de mi abuelo
han matado a unos "pacos" que…

…Me violaron desde los diez años. Hay
muchos muertos. Recuerda que te amé. Estoy refugiada.
Estoy en Cuba. Estoy aprendiendo
francés…

Yo te amo, Pancho, me
agradó…

Callo, porque esta carta la escribe mi
abuelo.

Estoy aprendiendo a danzar. Aquí hay pobreza
pero, mi abuelo, mi abuelo te quiere invitar a Cuba. ¿Por
qué no te vienes a vivir con nosotros? Te quieren matar
los "pacos". Ten cuidado. Hay demasiados delincuentes en
Santiago. Ven a Cuba; de lo contrario, morirás… La
matanza… la matanza…

Quiero hablarte de amor pero…

¡Tuya!, ¡tuya!"

La "Condesa" me advirtió…
"¿qué piensas, Carolus?", "¿Cuba?",
sí, "Cuba".

…La "Condesa" era tan tibia de corazón,
ella era abnegada y bellísima, cándida, pero,
¿golfa?, qué terrible.

No puedo viajar a Cuba, me buscan los traficantes,
¿qué habrá sucedido? La población La
Victoria que fue fundada el 30 de octubre de 1957, fecha cuando
cerca de 1.200 familias provenientes del llamado "Cordón
de la Miseria" del Zanjón de la Aguada se tomaron los
terrenos de la chacra La Feria, constituyéndose en la
primera toma organizada por terrenos de Chile y América
Latina. Los mismos futuros pobladores lotearon los terrenos,
definieron los espacios públicos y los construyeron;
conformaron comités de vigilancia, encargados de controlar
la delincuencia y dar seguridad a la población; e incluso
crearon un periódico interno, La Voz de La Victoria. Las
calles de la población fueron bautizadas con nombres de
personas o hechos relacionados con las problemáticas
sociales, como "Carlos Marx", "Cardenal Caro" (en honor al
Cardenal que intercedió frente al entonces Presidente de
la República, Carlos Ibáñez del Campo, para
evitar el desalojo de la naciente toma…

La "Condesa" se fugó a Cuba pero, yo tengo que
llegar a mi castillo en avenida Dorsal.

¡Puta!, qué horror. Con tan sólo
trece años.

El viejo me contó historias terribles:
secuestros, asesinatos durante la dictadura militar.

¡Hungría!

Intenté concentrarme, me había enamorado
de otra "Condesa". Fui a casa de Mariela. Pero los padres me
ofendieron:

—¡Loco esquizofrénico! —me
gritaron.

Me sentí humillado.

¿Qué edad tengo?, cuarenta y cinco.
"Carolus, ahora recuerdo, fui asesinado a…"

Un ángel se apiada.

— ¡Venid ambos!

Carolus se visitó con túnica.

— ¿Puedo bañarme?, es que, me siento
mal.

—Hacedlo, os esperamos…

El bienestar era de pureza: Carolus me
contempló… Es un "David…" El
ángel sintió vergüenza. Me quité la
toga, la calma vino a mi espíritu. Como un niño me
sentí. La llanura del Amazonas me conmovió,
sé que pequé, ahora lo comprendo pero, fue
agradable pecar. Los ángeles pueden (si quieren) leer tus
pensamiento. ¿Qué habrá sucedido en el
Amazonas? Después bogando por el Caribe durante tres
años. Amarraron a Mariela a un mástil (creo que no
lo conté) y a otro mástil a mí. Nos
habían sorprendido besándonos los cuerpos. Un
año de este modo. No podíamos increpar. Eran
ángeles piratas. Nos advirtieron:

—Nada de "sexo".

Yo había estudiado a Dostoievski 
(Moscú, 11 de noviembre de 1821 – San Petersburgo, 9 de
febrero de 1881) es uno de los principales escritores de la Rusia
Zarista, cuya literatura explora la psicología humana en
el complejo contexto político, social y espiritual de la
sociedad rusa del siglo XIX…

En el pedagógico, el abandono era como una novela
suya: Amarga, sincera, cruel, espantosa, sus libros me
habían impactado, su vida me había calcinado, yo
contemplaba a Mariela y Mariela aullaba:

— ¡No creo en Dios…!

Golpeaban a Mariela con dureza. Yo permanecí
mudo.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14
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