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Francisco, El Viajero (Novela) (página 5)




Enviado por Mauricio Uribe



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14

Camino. Una muchacha de trece años me habla, es
trigueña y muy hermosa, su voz es cadenciosa, es vecina,
en un departamento vive, son condominios de pobres, yo vivo en
una casa de autoconstrucción.

—¿Quieres que te lo "chupe "por quinientos
pesos?

—No tengo dinero.

—Pídele a tu madre.

Me embriago de tristeza: la realidad es histérica
en la medida de que hay vida en avenida Dorsal que se pudre, todo
lo maravilloso de la vida colapsa en esta niña que vive de
la prostitución.

—Te lo "chupo" por cien pesos.

Un pan cuesta cien pesos.

No acepto y, alejándome, pienso en mi vida de
pirata. Fui castigado pero hubo amor, ahora una niña de
trece años me exige gastar dinero en "sexo" y el "sexo" es
divino, ya que, yo aún amo a Mariela y siempre
habré de amarle, no habrá otra mujer para
mí, ya que Mariela es única.

No quiero pensar, la muchacha es bellísima. Un
taxista se detiene, la muchacha sube al carro, el taxista marcha
y, por allí, escondidos, practican alevosía, el
pueblo de Chile sufre prostitución
institucional.

Hay tanta pobreza en mi país y no hay
ángeles piratas, hay delincuencia desatada, sólo
delincuentes hay por las calles y taxistas
degenerados.

Hay que protestar por una vida civilizada, conocí
Europa y bogué, tengo bellos recuerdo pero, extraño
a Mariela, nos fuimos al cerro San Cristóbal, quise
"penetrarla" en Chile, terminó aquella tarde conmigo, la
obligué a bajar del sendero, quise violentarla, es que,
llevábamos diez años de noviazgo, pensé que
ya se había decidido, pero, casarse virgen era su estigma,
rodó rudamente y gritó:

—¡Nada quiero contigo!

Fueron sus últimas palabras que
escuché.

Mariela me amó y yo le lastimé, le
contemplé y no tuve oportunidad, había desgracia en
nosotros, yo vivía en población Victoria, no quise
vivir con mi madre pero terminaría mis días con
ella: en población Victoria me contaron que durante la
lucha por la democracia en las calles se reunían miles de
personas en la población y que en las concentraciones
había más de un millón, todos gritando:
"¡No!", al Dictador. La población Victoria fue
escenario de enfrentamientos y de actos político
culturales, el pueblo se manifestaba de manera totalitaria, esto
sucedía mientras yo erraba camino por
América.

Narraré conversaciones que sostuve con una
pobladora:

"—¿Fue violento?

—¿Qué cosa?

—¿Las manifestaciones?

—Había muchísima gente, miles por
las calles, hasta los delincuentes desafiaban al Dictador,
había esperanza por doquier, muchísimos
políticos vinieron y se realizaron actos culturales, los
jóvenes realizaron pinturas en las paredes de las casas
con grafiti; escenas políticas indicando "¡No!" al
Dictador. Había esperanza pero también pobreza;
Cómo es ahora, ¿no te das cuenta?

—Me agrada conversar sobre aquellos temas…
¿Y qué sucedió con la democracia?

—Yo no sé, llegaron los presidentes
democráticos y también llegó la
corrupción… A mí me da vergüenza ser
chilena, ya soy mayor, tengo más de cincuenta, pero si
tú quieres saber la verdadera historia de población
Victoria, vive entre nosotros, la realidad de la pobreza
Los políticos han robado y continuarán robando. Los
trabajadores luchan y los salarios son de miseria, el Dictador
sigue gobernando a pesar de que ya no está… Chile
es un infierno y población Victoria fue escenario de una
lucha democrática bellísima".

Tuve que lustrar botas y, en el lustrar de botas, los
ángeles tuvieron compasión.

—¿Quieres un dólar de cien
años?

Sostuve la mirada.

—No, no, yo lustro botas.

Un ángel intervino:

—Tiene miedo de morir.

—Es un dólar, nada más.

—¿De cien años?

—Sí, es mío, yo te lo
obsequio.

—Quiero verlo, pero no acepto el
regalo.

—Te contaré la historia si tú
deseas. Aquí está el dólar.

—Oh. ¡Cien años!

—Sí… Navegábamos por el Mar
Caribe cuando descubrimos un barco mercante de bandera
norteamericana. Atacamos, a nuestro modo, alimentos, frazadas,
trigo, había que expropiar, ya que Dios así lo
desea, después repartimos todo, allá en
Colón. Este dólar es mío: un gringo me
disparó en el rostro, no pude evitar la herida, le
arranqué el corazón con mis propias manos; le
robé un dólar nada más pero, un ángel
doctor tuvo que curarme, quedé con un ojo en
tinta.

El otro ángel rió.

—Yo también he tenido desgracias
—dijo—, con un hacha me intentaron cercenar una
pierna, tuve que escapar.

Los ángeles festejaron, yo tuve miedo.

—¿Y pueden morir?

—De un cañonazo, sí, pero
también de un pistoletazo.

—¿Cuándo tiempo llevan
guerreando?

—Trescientos años.

—¿Y el barco es de aquella
época?

—No, no, lo compramos; es nuevo.

—¿Con dinero del
petróleo?

—Sí.

—Somos ángeles, no ladrones —el
pirata rió.

—Pero son…

—¿Qué?

—No, nada.

—Ten cuidado con tu lengua.

—No hablaré absolutamente nada.

—No temas, somos hijos de Dios.

—Ya terminé con las botas. Bajaré y
descansaré.

—Acompaña a Nevado Ampato, está
preparando el almuerzo.

—¿Comen?

—No, pero somos piratas.

Nevado Ampato pelaba papas. Tuve muchos hijos, ya no
recuerdo cuántos, estoy trabajando con navaja, fui
conductor de tren, soy viudo, estoy pensando, ¿qué
hago?, tengo setenta años y un solo ojo… La vida es
bella, ya soy viejo y estoy embarcado en un barco pirata, tal vez
nos hundamos y todos, incluidos los ángeles, marchemos de
este mundo, no tengo miedo de morir, pero ahogado no deseo,
quiero morir de viejo, soy bastante alto, un metro noventa,
lucharé hasta el fin, con esta navaja de cortar
papas… Sí, yo lucharé por Mariela si el
capitán pirata ángel nos lleva a Nueva York…
No quiero luchar, quiero pelar papas… Oh, qué
espanto, ¡tres años como piratas!, nunca conoceremos
Madrid.

—Nevado.

—Oh, Francisco, gracias por
acompañarme.

—Estoy cansado de tanto lustrar botas. Es
sacrificado ser pirata.

—Los ángeles me dan la gran vida y
nosotros, trabajando. Yo no sé por qué me han
ordenado pelar papas, hay papas, qué raro, ellos son
ángeles y los ángeles sólo beben
ambrosía.

—A lo mejor no son ángeles, sólo
piratas.

—No pueden comer, se mueren, ¿para
qué las querrán?

—¿Cuántas te mandaron
pelar?

—No, no, estas no más.

—Estas son para nosotros.

—¿Estás seguro?

—Claro.

—¿Tú serás el
cocinero?

—No creo, estoy como tú, embarcado nada
más.

—Yo lustro zapatos.

—A mí me dejaron en esta bodega. El resto
de los compañeros también están
aquí.

—¿Dónde?

—Por allí.

—No los busques, déjalos trabajar.
¿Sabes algo de Mariela?

—Es camarera, eso es todo.

—Estamos en problemas, ¿no?

—Parece.

—¿A ti se te ocurrió?

—Es que, es la única manera de llegar a
Europa.

—Pero, son tres años; si es que, llegamos
vivos.

—¡Llegaremos!, ¡llegaremos!

—¿Tú crees?

—¡Son ángeles!, son
inmortales.

—Pero ¿si se hunde el buque?

No quise responder.

—¡Francisco!, despierta,
¿estás cansado?

—Mucho, voy a dormir.

—Por allí hay un rincón. Yo ya
terminé de pelar papas, ahora las voy a cocinar, yo creo
que es para nosotros, como dices tú, comeremos
puré, comeremos todos los días ¿papas?, nos
vamos a volver locos con estos ángeles.

—Sí, sí, eso está
claro… Nevado, me voy a dormir.

—Cuídate, Francisco,
cuídate…

Mollendo Describe a Nevado Ampato:

"Yo vivía en un tren. Vivir de este modo es
maravilloso; la alegría del viaje, desde el mar
Pacífico, hasta el interior, llevando gentes, hay que
vivir felices. Yo me alegraba del tren y el tren se alegraba de
mí. En la locomotora yo, en la inmensidad del vivir. Hay
que tener esperanza, hay que vivir feliz.

El tren vagabundea.

El tren nos reconsolida en el espacio.

El tren nos sojuzga.

El tren nos subyuga.

El tren es pálido al atardecer.

El tren amanece con brío.

El tren es mi pan de cada día.

Yo emigraba y me comportaba como un buen maquinista:
todo engrasado, todo en su lugar. A las seis en punto de la
mañana, los pasajeros en sus asientos y yo, con la
maquinaria a todo vapor. El tren fue mi vida y ahora mi vida es
un barco pirata. ¿Cómo comprender la realidad?
¿Los ángeles son piratas? ¿Los
ángeles serán inmortales? Espero que
sí".

Mollendo Ya No Describe a Nevado
Ampato.

MARIELA DANZANDO

EN CUBIERTA, el hado de las olas es maravilloso. Hay que
tener paciencia, la vida nos somete a sus consecuencias. Hay
veracidad en el mundo. Es temprano aún. Mariela trabaja de
camarera, sirve vasos con ambrosía, el capitán
está contento, habla con Mariela:

—¿Eres danzarina?

—Sí.

—¿Rezas a Dios?

—Sí.

Danza entonces.

—No tengo música.

—Nosotros te cantamos.

Mariela danzó mientras yo
dormía.

En el espacio, los pies diminutos de Mariela, en
cubierta, al tiempo que los ángeles cantaban. Mariela fue
feliz y los ángeles se admiraron de su destreza, danzar y
peregrinar, danzar y estar en alta mar. Había esperanza en
Mariela y también deseo de perpetuarse en el
danzar…

Mariela fue feliz, me contó más tarde. Con
todas sus fuerzas danzó.

Danzar era bello para los ángeles. Danzar era
tremendo para ángeles piratas que castigaban los besos.
¿Qué hacer?, se preguntó Mariela. No tuvo
alternativas. Mariela pensó en mí y también
cantó:

—Yo amo a Francisco.

Y mi amor es de Dios…

La frase culminó con un llanto y este llanto en
una acrobacia deslumbrante. Los ángeles aplaudieron. A
Mariela le dieron la tarde libre. Fue en mi búsqueda. Me
halló durmiendo. Me despertó.

—Francisco, abrázame…

ESTOY PELANDO papas.

La vida es grata: un cuchillo y seré capaz de
cercenar el cuello de un teniente americano, también
quiero participar de los combates, quiero luchar. Hay que tener
esperanza. ¿Cómo serán las batallas?
¿Muy sangrientas? Robar petróleo, yo soy peruano y
lucho por El Perú.

Voy a enlistarme como cabo raso, ya no quiero ser
cocinero, voy a luchar, eso haré.

Francisco está durmiendo. Hablaré con
Mollendo, pero, ¿qué le digo?, tengo miedo de
morir, soy conductor de tren, no asesino, quiero regresar a
Panamá, podríamos habernos embarcado en otro
lanchón, no en un buque de guerra de ángeles,
estamos perdidos, los norteamericanos tienen bombas nucleares,
habré de morir sin conocer Madrid, quiero regresar a
Perú, ay, de mí.

—¿Qué te sucede?
—preguntó Mollendo.

—Estoy temblado de pánico, supe que estos
no son ángeles, sólo son piratas.

—Son ángeles.

—¿Estás seguro?

—Sí.

Mollendo vuelve a sus labores. Me quedo pensando en la
vida, en las papas y en Francisco que se ha quedado dormido, no
le despertaré, espero que lo asesinen los
ángeles.

NEVADO AMPATO SIRVE LA CENA

ESTAMOS SENTADOS, Mariela y yo en casino, hay muchos
ángeles, Nevado Solimana, Nevado Coropuna y Mollendo,
conversan. No hay ensaladas para comer, sólo puré
de papas. Hay hambre a bordo. Los ángeles festejan, beben
ambrosía. Nevado Ampato habla:

—Ahora me siento yo a comer, estoy hambriento.
Primera vez que cocino, espero que les agrade la comida, yo vibro
con ustedes y usted ¿vibran con las papas?, hay que vivir
la vida nada más.

—A mí no me gustan las papas —miente
Nevado Solimana—, me gustan las patatas.

Nevado Solimana tiene el pelo blanco, es terco, le traga
la comida y se repite un plato: la ritualidad de comer es
blasfemia, los ángeles no le reprenden, es su primer
día de viaje, la vida es abismal, un teniente
murmura:

—Este marino sí que tiene
hambre…

Nevado Solimana tiene los ojos azules, bastante obtuso:
no hay disculpas en él, la vida es aciaga mientras hay
mentiras en el corazón. Solimana quiere beber vino pero no
hay vino para beber, sólo agua. Nevado Ampato le sirve
agua, Solimana da las gracias, Mariela está contenta,
conversamos:

—Es difícil estar contigo con tanto
ángel custodiándome, no podremos estar esta noche
—susurró—, ya que, creo, que han
sospechado.

No respondo, me mantengo en silencio.

—El domingo entonces, cuando todos estén
rezando.

—No creo que recen estos ángeles, son
piratas.

—Um. Mañana.

—Bueno. Cuidado, que ahí viene un
ángel.

—Mariela —dijo el ángel—,
¿podrías darme un autógrafo en esta
servilleta?

—Sí —se sorprendió
Mariela.

—Me encanta tu danza. ¿Más tarde
puedes?

—Sí, sí, yo danzo en
cubierta.

—Gracias.

Hay vida peregrina y, el peregrinar, es vivir es
plenitud: la vida es de esmero y, en cada detalle, hay
solemnidad, yo conversé con Mariela y Mariela fue testigo
de mí. Escuchémosle:

—La danza habré de practicarla,
ojalá, aquí en el buque, me inspira el mar y las
olas, voy a danzar con toda mi fuerza y a saltar y a brillar con
luz divina, quiero que el capitán ángel se
sorprenda, quiero que, el capitán pirata, sea feliz y, por
intermedio de esa felicidad, nos deje dormir juntos,
¿qué crees tú?

—No, no creo que nos dejen dormir
juntos.

—Hay que intentarlo.

—No, no, yo me escapo y…

—Cuidado, que ahí viene otro
ángel.

Las cosas de Dios nos provocan esperanza y estar con
ángeles es bello, la libertad es total en este barco
pirata pero, la moralidad, estricta, así fue nuestra vida,
como te estoy contando, Uribe.

—El capitán te llama, ¿terminaste tu
comida?

—Sí, sí.

Hay que tener paciencia, la vida es una sumatoria de
esperanzas y desesperanzas: pero hay que vivir la vida en la
totalidad del ser, la vida es gigantes en ebullición y la
vida es temeraria, ¡vividla…!

Mariela fue llevada del brazo, el ángel le
habló dulcemente, me sentí reconfortado, los Nevado
hablaban en peruano, apenas comprendí lo que conversaban,
hablé con Mollendo:

—¿Dime?, ¿eres un puerto?

—Sí.

LA VIRTUD de Mariela es bellísima, danzó
sobre la cubierta del buque de manera atónita, sus pies se
deslizaban sobre el buque al tiempo que los ángeles
cantaban, maravillosa virtud de amar, Mariela giraba en sí
y, en cada giro, había esperanza en el porvenir: Mariela y
su danza, el aire del Caribe era tibio, el cielo inmenso estaba
despejado, había que danzar para que los ángeles
piratas nos dieran sustento y nos ayudaran a emigrar a Europa,
una reconquista pero al revés.

Mariela no se cansó, estaba poseída por su
magnetismo, me sorprendí de su habilidad.

El capitán habló:

—Comer papas es muy poco para Mariela, que le
sirvan…

—No hay más comida, capitán
—interrumpió el teniente.

—Bueno, ya, dadle aplausos.

Todos los ángeles aplaudieron.

Mollendo intentó hablar conmigo pero los aplausos
eran demasiados, no había caos, había jolgorio.
Mariela se sintió avergonzada.

—Déjenla, que descanse en su
camarote.

Mariela se fue a descansar.

El capitán me dirigió la
palabra:

—Tienes una hermosa novia.

No respondí.

Había que callar ya que yo quería amar a
Mariela, de modo total, pero Mariela se resistía.
Habíamos pasado una noche de amor a ciegas e
intentaríamos continuar amándonos a escondidas.
Eso. A escondidas, qué agradable. Los ángeles eran
piratas pero nosotros enamorados.

La noche llegó entonces y no se divisó
barco mercante gringo. Los piratas preparaban las armas:
¿habría conflicto al amanecer?

Me dormí pensando en Mariela, me dormí
profundamente.

CORO DE ÁNGELES

—DORMIR en Dios y en
hüwa[48]que
significa…

Yo escuché las palabras y aprendí. Ahora
estoy en población Victoria y la delincuencia es atroz,
hay una vecina muy anciana que me cuenta de las marchas
multitudinarias en contra del Dictador pero, ahora hay
democracia, y la pobreza continúa. Yo no comprendo la
actuar de la política, la vida es fragmentaria pero la
pobreza no es fragmentaria, la pobreza es atroz.

En población Victoria hay grafiti desde los
tiempos de la revolución democrática; sin embargo,
los pobladores ya están aburridos; la delincuencia no da
ambages y hay que soportar asesinatos por las calles, yo
sólo estuve un par de días y de allí me
dirigí a casa de mi Madre en la comuna de
Recoleta.

Escuchemos a los ángeles:

—La vibración del mar…

—La vida del mar a nosotros nos
encanta…

—¡Viva la vida!

El coro de ángeles cantó de amanecida y
fue bello.

UN BUQUE norteamericano fue atacado por los
ángeles, no hubo resistencia, saquearon el buque: los
ángeles abordaron el buque armado, no mataron a nadie
pero, oh, espanto, robaron el petróleo al tiempo que
cantaban a Dios. Me sentí sobrecogido.

El buque se acercó a nosotros, no sé
qué treta habrá realizado el capitán, de
madrugada en barcazas ascendieron y los capturaron, a todos les
amarraron las manos, obligaron al buque a entregar absolutamente
todo, el petróleo fue bombeado y los ángeles
festejaron, el capitán habló:

—Vosotros sois gringos, nosotros
ángeles.

Desde cubierta observé atónito.

Tuvimos que regresar a Colón y obsequiar los
enseres y vender el petróleo, no pudimos bajar a tierra,
fue una experiencia extraña, no pude escaparme a la
covacha de Mariela, ella temblaba de miedo, hablamos:

—Estos ángeles están locos,
realmente son piratas, yo pensé que bromeaban.

—Yo también.

Tuvimos pánico de perder la vida.

Nos embarcamos nuevamente; Y por el Caribe
bogamos…

La vida no frecuenta la vida, la vida es… Me
escapé al camarote de Mariela, y, de amanecida, nos
amamos, sólo tocándonos por su puesto y
besándonos, no hubo sospechas, todo fue tranquilo,
había paz por doquier; De pronto, una ola tremenda nos
azotó, caí desnudo de la cama, Mariela rió
suavemente, nos amamos en el piso, hablamos en
murmuración:

—Soy toda tuya, quiero que me tomes, pero tengo
temor de quedar embarazada, ¿puedes esperar hasta que nos
casemos?

—Sí, sí, no te preocupes —le
dije—, yo también te amo.

—¿No tienes miedo de morir?

—Un poco.

—Podríamos escapar de este
buque.

—¿Y cómo?

—Nadando —dijo Mariela.

—Es imposible, es un buque de piratas.

—Sí, son tres años y sólo
llevamos semanas.

—Hay que tener paciencia, es la única
solución.

—Cuídate y márchate, fue exquisito
estar contigo.

Me marché con el sabor a Mariela.

El buque pirata era espantoso, la disciplina era
tremenda. El ataque fue duro, el capitán ángel
combatió duró, con sus alas enigmáticas,
duplicó la realidad y los marineros gringos, en
éxtasis cayeron, el abordaje fue tremendo, en lanchones,
no dispararon balas, sólo atacaron y sobrevolaron con sus
alas el buque petrolero, la vida era simbólica, los
sobrevivientes fueron la tripulación, que, en
sueños calló, ya que un ángel es armamento
de Dios.

Describiré a continuación lo
acaecido:

—¡Al ataque!

El ángel capitán abordó el buque
petrolero y con espada en mano amenazó, con sus alas
batió, el buque estaba armado hasta los dientes, hubo
balazos y ángeles heridos, pero nadie resultó
muerto.

—¡Al ataque!

Mollendo calló herido, ya que también
atacó, pero desde la cubierta del buque pirata.

—¡Al ataque! —grito Mollendo. Un
proyectil le rozó el hombro, fue curado por un
ángel.

—¡Viva la revolución!
—gritó Mollendo.

El buque petrolero fu asaltado en tres horas, todos los
comestibles fueron llevados al barco nuestro y la
marinería apresada, helicópteros yanquis intentaron
el rescate, pero, desde cubierta, paralizaron los sonares, la
batalla fue desigual, ya que piratas con trescientos años
de experiencia es mucho, la realidad fue creciente y la
"creciente de la realidad" fue Mollendo que gritando,
aulló de éxtasis:

—¡Viva El Perú!, ¡Viva
yo!

La vida fue parsimoniosa más tarde, Mariela
estaba nerviosísima y recostada en su camarote, no quise
visitarla, Nevado Ampato habló conmigo, le escuché
atentamente:

—Tengo miedo de morir, estos ángeles
están locos, están atacando con toda la
artillería, pero es a navaja, no hay cañones, bueno
hay cañones, pero no están disparando, sólo
atacando, ¿cómo lo hacen?

—Lo ignoro, lo ignoro, yo también estoy
nervioso —dije.

—¡Cuidado!, una bomba.

—No, no, es alguien que ha caído al
mar.

—No son barriles de petróleo.

—¿Tú crees?

—No, no sé, estoy nervioso.

—¿Y Mariela?

—Está en su camarote.

—¡Anda! y hazle el amor.

—Ja.

Ampato se arrodilló y rezó.

La escaramuza duró poco, los marinos perdieron el
control, el buque insignia gringo fue humillado, no hubo muertos,
sólo Mollendo herido. No le vi en la enfermería. Si
recordara cada detalle, esta historia sería
inabarcable.

La vida es trémula, dos instantes de segundo,
estoy narrando en aquel tiempo. Septiembre del dos mil uno, once,
"¿Uribe es tu nombre?" "Sí". "¿Qué
enfermedad tienes?" "Crisis de pánico". La versatilidad
del tiempo es inmarcesible: los costes de la vida son tremendos,
en Colombia nos atacó un destacamento de soldados, a
mí me golpearon duro con las culatas y enfermé
gravemente, el capitán ángel me sanó pero,
él me indicó que la sanación duraría
diez años y diez años duró. Ahora estoy en
un psiquiátrico, contemplando los estallidos de dos
aviones en Nueva York. ¡Pobres gentes!

La vida es fragmentaria, ¡Bin Laden!, es la bestia
maldita del Apocalipsis de San Juan.

Ángel Uno: Dios habita el cosmos y el cosmos es
Dios y cantando estamos el Avemaría mientras los
ángeles atacan los buques yanquis.

Ángel Dos: Nuestro Señor Jesucristo es el
Hijo del Padre y como Nazarenos nos permite los desmanes en el
Mar Caribe; Nosotros cantamos mientras el capitán pirata
expropia víveres y petróleo; ¡Viva
Dios…!

Ángel Tres: La libertad de vivir está en
Dios y Dios es nuestra fuerza: ¡Vivan los piratas
ángeles del Caribe!, ¡Viva
Colón…!

Los ángeles han cantado al tiempo que hordas de
piratas atacaban. Esto me impresionó muchísimo, y,
en éxtasis, contemplé el despliegue militar de
Dios. ¡Viva el Padre!

POR EL Caribe, devuelta de Colón, bogamos por
varios días, me escapé al camarote de Mariela, nos
besamos desesperadamente, nos cobijamos mutuamente: nos
desnudamos, tuve la intención de "penetrarla" pero ella
calló:

—Sólo tocarnos —dijo.

Fue impresionante el amor a escondidas. Nos quejamos con
suavidad.

El barco bogaba y la calma ya había llegado a
nosotros, el buque era invisible a los radares, eso lo supimos
por Mollendo. Me despedí de Mariela. Me quedé
despierto toda la noche, pensando en mi novia:

Si yo pudiera amarla en plenitud; deseo que se
convierta en mi mujer, estar allí, desnudo y no poder
"penetrarla", es triste para mí, pero es la
decisión de Mariela, yo no comprendo, llevamos mucho
tiempo de novios, me agradaría amar, me agradaría
compenetrarme con el amor; sin embargo, nada hay de bello en el
amar; hay calma en mí pero calma de tempestad, yo…
yo… estoy muy triste, quiero amar. Sus caderas son
tremendas, contemplo su desnudez y su "vulva" me ordena la
"penetración", no insisto ahora ya, Mariela es
terca…

Estoy en casa de mi madre, recordando.
He dejado el tratamiento y estoy enloqueciendo, no quiero
alimentarme, sólo como sandías, pienso que mis
venas se hincharán y moriré, ya no sé nada
de Mariela, tampoco recuerdo mi edad, mi madre es mayor, adulta
ya, vivo en pobreza, estoy en el patio; con piedras estoy
rompiendo botellas de vidrio, estoy toda la mañana
apuntando, no recuerdo mucho, sólo fragmentos, estoy
acabado, me llevarán de urgencia nuevamente al manicomio,
no sé en qué año estoy, ha pasado mucho
tiempo, de ésta no salgo, estoy condenado de por vida;
¡Mariela!, si lo pienso bien; Mi Mariela no me
abandonó, fue la enfermedad que nos separó. No
quiero que me vea derrotado, Recoleta es un asco.

Apunto, tres piedrazos y la botella de cerveza que
estalla. Mi madre está asustada, está llamando por
teléfono en casa de una vecina, pronto llegará la
ambulancia, y, con ella, el fin de estas memorias.

He/amado/con/ fuerza/ y/ he/ vivido/ torrencialmente. Yo
soy hwnza[49]en toda la
extensión.

La vida es breve, y de su brevedad, hay catarsis: estoy
pensando en las botellas quebradas y en lo objetos podridos que
hay en el patio de mi casa, Mariela Natalia Ruiz vive en un
mansión y ahora ella danza en el Barrio Brasil, ella
¿será feliz?, ¿cómo enfermo soy yo?,
yo di la vida por ella, pero ella continuó su camino; de
este modo es preferible, no quiero que me observe cómo
estoy; derrumbado y enfermo; esquizofrénico; ¡pobre
de mí!, la vida me maltrata; ¡cuidadme, Padre
Celestial!, bogué por tres años en un barco de
piratas ángeles y no ataqué, sólo
contemplé y lustré zapatos y amé con
intensidad; El amor es sublime y a Mariela aún amo. Yo soy
feliz a piedrazos en contra de las botellas de cerveza; a
piedrazo limpio en contra de la porquería humana;
¡Viva Dios!

Hwüaén[50]en
xzwa[51]y alocución de Cristo que
vive en paz.

La/ vibración/ de/ Dios/ es/ infinita.

Hay expresión en mí: Uribe escuchó
mi narración y se sintió conmovido, la vida tiene
sus complicaciones, y la complicación, no es Dios, es
humana: vivir la vida es satisfacernos en la complicidad del
amor; Yo amé y amo aún a Mariela pero, ignoro si
ella todavía me ama: su libertad culmina en mí y
por un error yo la perdí; Mariela es sencillez de
espíritu, en el Cerro San Cristóbal la
perdí.

Yo la busqué desde los dieciséis
años y la perdí, durante diez años vagamos
por América y por Europa y fue dura la experiencia, fuimos
novios nada más, nos juramos casamientos pero por una
torpeza mía todo culminó: "Adiós, Mariela,
adiós, vida…"

PROEZA DEL PIRATA ÁNGEL CAPITÁN

HAY QUE vivir y satisfacer a Dios: el capitán
asaltó y, con valentía, inmovilizó a un
teniente, no quiso golpearle ya que un ángel no golpea,
reza. La vida es satisfacción, y, en esta
satisfacción, hay engaño también. De un
zarpazo, el teniente, intentó asesinar al capitán
ángel pero el pirata de Dios esquivo el golpe, fue atroz
la lucha. Los norteamericanos están preparados para
luchar. Hay que vivir la vida y no sentenciarse, hay que suplicar
a Dios y Dios habrá de bendecir: ¡Cumplid con el
Padre Celestial!, y habréis de hallar paz… Si
fuisteis pecadores, ya no habrá pecado; si fuisteis
degenerados ya no habrá degeneramiento: Cumplid con Dios,
eso es todo.

—¿Te rindes?

El ángel capitán no quiere
golpear.

—¡No!, no me rindo.

El capitán paraliza con un beso en la
mejilla.

—¡Nooo!

¿No hay complicaciones acaso en el
amor?

—Tened cuidado conmigo, que soy un
ángel.

El teniente pirata luchó encarnizadamente, el
comandante del buque petrolero dio la orden de matanza, sin
embargo, los ángeles eran cantidad innumerable y bregaron
por Dios, no por el dólar. Los piratas son santos y salvos
por la eternidad.

—¡Maten a todos estos "sudacas"!
—gritó el jefe de los gringos.

—¡"Sudacas" todos! —remearon los
ángeles.

—No somos "sudacas" —dijo el capitán
pirata—, somos ángeles.

La vida es incierta y hay belleza en el vivir, la vida
tiene sus enormes alas como insignias, la vida está
colmada de insatisfacción, ya que, los hombres, no buscan
al Padre Celestial, los hombres intentan satisfacer sus propias
necesidades: Mariela enfrentó el abordaje con temor, yo
también; el capitán ángel gritó
fuertemente:

—¡Estados Unidos de América es rico,
Colón es pobre! ¡Viva nuestro Padre
Celestial!

Los marineros fueron apresados.

—¡Todos ustedes son pecadores!, den limosna
a los pobres.

—¡Damos limosna!, damos —gimoteo un
marinero.

—¡Vos! —gritó el capitán
ángel—, ¡venid!, dejadle libre.

El marinero se prosternó.

—Nosotros somos ángeles, tomad, este
crucifico es para vos.

El marinero calló en éxtasis.

La libertad es total para el hombre, la libertad es
sinónimo de vida, la libertad es liberalidad con Dios, la
libertad es América. ¿Qué es lo que sucede
con la riqueza?, ¿qué es lo que, Nuestro Dios,
desea para el mundo? Hay que vivir la vida y consagrarnos:
¡vivir y no morir!

A veces, la vida, nos sesga la razón y en aquel
impase, la vida se torna solemne y vital; pero, la vitalidad no
tiene que perjudicarnos, la vitalidad es zozobra de los sentidos,
la vitalidad es total, la vitalidad es Dios; ¿Qué
es lo que nos sucede sin la presencia del Padre Celestial?,
¿qué es lo que sucede?; Sólo hallamos
desconsuelo; esta es la verdad; desconsuelo y amargura; nada
más.

El capitán ángel fue feroz pero ardiente.
Leamos sus pensamientos: Yo estuve en el Paraíso al
nacer; y mi nacer, no fue simbólico. Luché por
nuestro Padre. Había, por ejemplo, que lavar las
túnicas y yo lavaba también las sandalias; Me
esforcé al máximo para que nuestro Padre se fijara
en mí… Un día Yahvé descendió
de su atrio y le contemplé: de fuego total el amor al
ritmo de las alas; sus ojos eran calipsos y de un metro noventa,
Yo apenas tenía un millón de años y eran un
ángel novato… El Padre Celestial nos bendijo y me
llamó a su presencia:

—¿Seréis como "Satanás",
que asesinó a mi "Primogénito"?

—¿Qué
"Primogénito"?

El Padre Celestial no respondió y
lloró.

—Venid —me dijo—,
seguidme.

Yo vivía en el
Paraíso.

Las puertas del Reino de Dios son tremendas, hay dos
arcángeles gigantescos.

—Dejadle pasar.

El Reino es inconmensurable.

—No puedo creer lo que observo
—dije.

—¿Queréis ayudarme en una tarea
ardua?

—Sí, sí, Padre, todo soy de
vos…

De este modo bajé a la
tierra.

La vastedad del hombre es inmarcesible y la vastedad de
Dios es inconmensurable. Hay vida en mí y en mi vida hay
recuerdos.

Mariela me buscó.

—¿Terminó la batalla?

—Sí.

—Tengo miedo.

—No podemos evitarlo, son tres años, Dios
nos puede castigar si huimos.

—¿Estás seguro?

—Yo creo.

—¡Recemos!, recemos…

La vida no era simbólica, la vida nos postergaba
en la totalidad del ser, había que vivir y, en esa vida,
había ángeles piratas que atacaban buques
petroleros. Dios había decidido de esta manera de alterar
el flujo monetario en Colón. Tanta pobreza había
allí, que Dios hubo de intervenir.

—Padrenuestro, que estás en los
Cielos…

Rezar es permanencia, y, en la vitalidad de la vida, hay
liturgia. Rezar es vivir y la vida es totalidad. Yo rezo, yo
existo, yo soy vehemente, yo tengo eternidad, hay que vivir, hay
que rezar, la vida es de Dios y Dios habita Colón.
¡Viva nuestro Padre Celestial! Estoy en casa de mi madre,
rompiendo botellas de cerveza a piedrazos, soy feliz y
también tengo amargura, la vida no se contempla a
sí misma de modo figurativo, la vida es
contemplación de manera corrosiva: hay un futuro que no
existe, ya que las ambivalencias son nefastas,
¡vulgaridad!, ¡insinceridad!, hay tanto caos en el
mundo… Rompo una botella de cerveza, vacía, sin
contenido; Y feliz soy de vivir recordando las proezas de los
ángeles piratas… Pero, yo quiero recordar a
Mariela, no en el cerro San Cristóbal, toda rasmillada por
la caída vertiginosa, la quiero recordar desnuda en el
camarote de nuestros encuentros; Allí, la quiero
recordar.

—LA VIRTUD del amor, Uribe, es la virtud de
Mariela.

Once de septiembre del dos mil uno.

Yo he vivido en dos continentes y mi recuerdo es feroz
como el capitán ángel atacando a los
yanquis.

Yo estoy complicado: la vastedad del hombre es la
insinceridad de la vida. ¿De qué modo
somos?

Dentro de los aviones van víctimas y terroristas
islámicos. La vulgaridad del "acto" es atroz. Bin Laden
está condenado al Infierno y del Infierno son sus
palabras; Todos sus seguidos, lo mismo: ¡al
Infierno!

La vida tiene sus matices y yo no comprendo la vastedad,
estoy alegre de vivir en Dios y ese Dios es tremendo, ya que,
Nuestro Padre Celestial es bondadoso.

Hay una dama que aúlla. Se están
incinerando su cuerpo pero no alcanza a morir: los ángeles
que llevan los cuerpos al intermedio de Dios, no pueden ayudarla,
ya que el estallido de los aviones es indescriptible: la dama en
cuestión se ha dado cuenta de que, chocarán y
aúlla y su dolor es físico.

—¡No habrán de matarme
jamás…!

Todas estas personas que han muerto en el atentado son
llevadas al Paraíso ya que son víctimas de
Satanás.

¡Víctimas todas del Islam terrorista! Yo no
tengo la culpa, yo no asevero nada que mi comprensión no
abrogue por la paz.

Estoy observando el televisor y el tiempo está
paralizado: dos instantes de segundo de
narración.

La vida es exterioridad,

La vida es inmisericorde,

La vida es integridad,

La vida es puritanismo,

La vida es temeridad,

La vida es taumaturgia,

La vida es solemnidad,

La vida es intrincada vitral de
Dios,

La vida es continuidad,

La vida es simbolismo,

La vida es duplicidad,

La vida es entregarse a Dios,

La vida es cristianismo absoluto:

La vida es Cristo y el camino a la Verdad es
Dios.

DE VUELTA de Colón, estábamos más
felices, no pudimos descender del barco. En alta mar fuimos
"amor".

MARIELA ME desnudó y yo, tuve lealtad por ella,
la felicidad fue absoluta: la vida era tierna y, de la ternura,
había soles de mar. Las aguas nos rodeaban y, en la
espesura de la noche, fuimos felices. ¿Qué hacer?,
sólo amarnos.

La disyuntiva era total: ¿amar?,
¿disolvernos en la lluvia?, ¿besarnos a la
intemperie?, la vida era sofisticada, la vida nos
encarecía de amor. ¿Qué hacer?, ¿de
qué modo vivir?, había esperanza, es cierto; Y la
vida, era torbellino: besarnos en la madrugada, entregados al
amor.

—¿Me amas?

—Te adoro. Yo cambiaría el curso del Mar
Caribe —dije—, por enamorarte, soy absolutamente
tuyo, soy como un poeta que no escribe poemas, soy tuyo,
absolutamente leal, no hay mujer más bella que tú,
yo estoy…

—Ya, ya —intervino Mariela—, dame un
beso.

—Escúchame, estoy ardiendo, quiero expresar
mi ardor.

—Dime entonces.

—Yo estudié pedagogía y yo sé
que tú eres millonaria, al volver a Chile, quiero que nos
casemos, ¿aceptas?

Mariela me miró distraída.

—Acepto, pero con una
condición…

—¿Cuál?

—No tener hijos.

—Yo quiero tener hijos.

—Es que, yo quiero ser danzarina toda la vida y si
tenemos hijos seremos muy pobres, mis padres no aceptarán
nuestro noviazgo, a ti no te quieren porque eres de Recoleta, yo
soy de Vitacura, del barrio acomodado de Santiago de Chile, yo
vivía en la riqueza, ¿qué harás
tú?, el sueldo de un profesor es de miseria, no quiero
hijos, ¡abrázame por favor y hazme el
amor!

—¿Quieres que te "penetre"?

—No, no, sólo hazme el amor…,
cómo tu sabes…

La vida era tormentosa y en cada tormenta había
esperanza: dar vida era conciliar los sueños, pero, dar
vida en la pobreza era entregarse a la desesperanza.

—¿Me amas?

—Sí.

La frugalidad de la vida era total, la esperanza era
vital, la conciencia del hombre era entregarse a la vida misma,
la expectativa del universo era Mariela y en Mariela fue la
vida.

—Quiero "penetrarte…"

—No, no, no lo hagas, quedaré
embarazada.

—Estoy ardiendo.

—Yo te ayudo… pero, calla, que los
ángeles nos pueden escuchar.

—Qué escuchen.

—No, no, calla…

El silencio nos habitó, la vida era tormentosa,
la vida era confortable, la vida era vital.

—Yo te amo —dijo Mariela—, pero nos
podemos casar pero no tener hijos, ¿te parece?

Tuve tristeza.

—Bien, cómo tú
quieras…

—Te amo…

—Yo también.

Vivir en paz era vivir sorteando caminos, vivir en la
inclemencia de la vida era vivir en descampado, había que
vivir, había que complacer a Dios; Y a Dios s ele complace
con rezos. Yo no recé aquella noche, yo culminé mi
"acto" humano; Mariela se esmeró, y, preferiblemente, ella
fue mía de modo singular: yo la amaba y ella a
mí.

—Me tengo que marchar.

—Cuídate, qué no te pillen los
ángeles.

—No, no, me cuido.

Buscar amor era buscar padecimiento.

La cubierta del barco pirata estaba vacía, los
ángeles descansaban, había fulgor, había
búsqueda espiritual, había longevidad.

Un pirata, en su cuarto, oraba a Dios. Mollendo
describe, yo me dormí profundamente.

—Padre, dame la sabiduría, yo te necesito,
Padre, hemos luchados encarnizadamente por sacar a la gente de
Colón de la pobreza, Padre, tengo deseos de regresar a tu
Reino, Padre, bendíceme y dame fuerzas para socorrer a los
pobres de Colón, hay vida en mí y mis deseos son
servirte, dime, ¿cómo poder ayudar a las gentes
pobres de este mundo…?

El ángel lloró.

—¡Padre…!,
¡decidme…!

Había tanta esperanza en Dios: la vida era
trémula y, de la liviandad de la gente, la esperanza ya no
era tal; la esperanza era tugurio; infecto tugurio. Las gentes
vivían pésimamente, la explotación en el
planeta tierra era de petroleros, de farmacéuticas, de
ferroviarios, de espurios comandante del aire: vivir la vida era
nuestra felicidad; ¡vivir, eso es todo!; Nuestro colmo era
la felicidad.

No tuve compasión de mí, desperté
de madrugada. Mollendo estaba rezando:

—¡Mollendo!, ¿qué
haces?

—No, nada…

—Pero, estás en mi
cuarto…

—Es que, me sentí solo.

—¿Solo?

—Sí.

Conversamos.

—¿Me comprendes?

—No, no, tu conciencia está bastante
insana, ¿cómo lograr vivir llevando a cuestas el
asesinato de tu madre?

—Yo no fui, fue la enfermedad.

—¿Qué tienes?

—Soy bipolar.

—Oh, qué espanto… No me cuentes
más por favor… Ya sé… Ya
sé… asesinaste a tu madre pero eres Mollendo,
¡sálvate!

—El capitán ángel me
curó…

Yo callé; también estaba
enfermo.

—Tranquilo, tu madre está con Dios,
¿recemos?

—Ya.

La vida era de tibieza, la vida era de abstinencia, la
vida era de sinceridad: vivir en nostalgia de nuestro Padre
Redentor, vivir en armonía.

La luz del amanecer nos catapultó a la realidad;
un ángel nos habló:

—Vosotros rezáis por una madre muerta,
rezad también por los pobres, vuestra madre duerme el
sueño de Dios, vos no sois culpable, la bipolaridad es una
enfermedad congénita terrible, vos la padecéis
desde niño y vos no sois culpable de la muerte de vuestra
madre, ella murió, y de su muerte, hay una lección:
Dios está presente en todo lugar pero en la enfermedad no.
Vuestra madre murió porque vos estabais enfermo, vos no
sois asesino, vos sois Mollendo…

El ángel musito palabras y rezó con
nosotros.

—Cuidaos del engaño,
tranquilidad…

El ángel era bellísimo, de unas alas
transparentes de color bermellón, vestía de
buqué, con espada de pirata al cinto y con pistola del
siglo diecinueve. El ángel era bizarro y de mirada
carismática: con ansiedad rezó y con ansiedad
luchaba. Yo le vi durante tres años atacar barcos
mercantes y petroleros, pero estos últimos en
demasía, los marineros gringos le temían y, por
acto divino, los yanquis, olvidaban absolutamente todo: llegaban
a puerto sin las mercancías, llegaban a puerto; sin
embargo: la expropiación ya se había cumplido, los
ángeles atacaban duramente en bandada y a Colón
llevaban lo expropiado: Colón vivía en una pobreza
atroz; El capitán ángel, con toda su fuerza de hijo
del Altísimo, bregaba por conducir las hordas de piratas
por el Caribe pero sus actos de valentía no lograban
estabilizar los estómagos de los panameños, el
pirata quería atacar Nueva York pero Nueva York
lamentablemente fue atacado por Satanás. Hoy es once de
septiembre del dos mil uno y, Bin Laden, es Satanás. Lo
aseguro y lo atestiguo, yo, que estoy en el
psiquiátrico.

La vida era trémula e invencible.

Mariela me besó impacientemente hasta que
estallé, rezando, a Ruiz: ella era mi Dios, mi ancla al
mundo, acogedora "cópula" en un barco de ángeles.
Mi Mariela, mis Torres Gemelas, mis tres segundos de
narración, dos instantes de segundo en las que, no
contemplo a Dios; le vivencio en el absoluto: ¡Dios es
vida!, ¡Dios es fuego de entrañas!

—¡Ya, ya, ya!,
¡acabé!

Mariela me miró contrariada.

—Yo no…

—EL ATAQUE fue —Nevado Ampato intentó
comprender.

—¿Qué dices? —pregunto Nevado
Coropuna.

—¿Si? —interviene Nevado
Solimana.

—El ataque… —continuó
Ampato— Los marineros yanquis, creo yo, que no
comprendieron nada, ni siquiera se defendieron, el ataque
duró poco, yo no les vi defenderse, se arrodillaban, fue
una masacre, nadie murió al parecer, pero, fue una
masacre…

—Me parece raro —dijo Coropuna—, los
ángeles visten de pirata; sin embargo, paralizan con sus
ojos, eso creo yo…

—El ataque fue atroz pero los marineros no se
defendieron.

—No, no, no. ¿Qué extraño?,
¿cómo habrán atacado?

—¿Con sus rezos?

—Sí.

—Yo no me di cuenta, de pronto estuvieron
allí, abordo.

—El ataque fue tremendo —dijo
Solimana—, estoy admirado. Francisco tuvo miedo
¿no?

—Por Mariela, ¿supongo?

—Habrá que conversar con
él.

—Es chileno, es cobarde.

—Los chilenos no son cobardes, son muy
valientes.

—En fin —dijo Ampato—, el ataque fue
atroz…

—Yo vi a un teniente —dijo Solimana—,
caer de bruces, no se desangró la nariz, no creo que haya
pensado, gritó en inglés, pero no comprendí,
gritó, le vi levitar al tiempo que un ángel le
atravesaba el corazón con espada y a balazos pero no
murió, pero yo le vi agonizar, le observé durante
todo el tiempo que duró la batalla, como a los veinte
minutos se arrodilló, vomitó sangre y, oh, le vi
nuevamente levitar, no murió, se desmayó,
gritó siete veces hasta que el capitán ángel
lo desnucó pero tampoco murió, no comprendo, los
combates son reales, estos son piratas sanguinarios, pero los
atacados mueren pero reviven, es raro, nos robamos todo, yo
escuché a los gringo gritar: ¡Viva América!,
todos estaban vivos pero yo vi morir a todos.

—¿Estás seguro?

—Lo prometo.

Solimana calló.

—Estás completamente loco, ¿lo
sabías?, son piratas pero ángeles, son hijos de
Dios.

—Ya lo sé, ya lo sé, pero son
sanguinarios.

—Bueno, continuemos pelando papas.

—¡Patas!, ¡patas!

Población
Victoria

LOS VÍTORES de las protestas, la algarabía
de la gente, hay que vivir la felicidad, yo estoy en
población Victoria, la gente me está contando lo
acaecido: mucha gente, lienzos con el distintivo de la
"oposición" al Dictador, un millón de personas
congregadas, bregando: esta cosas me cuentan al tiempo que yo
enloquezco… En el Mar Caribe no enfermé, ya que, el
capitán ángel, me curó; sin embargo, estoy
recordando en casa de mi madre, mientras estamos esperando la
ambulancia que me llevará por segunda vez al
manicomio… En población Victoria la gentes lucharon
y el triunfo fue definitivo: la pobreza es atroz y la
delincuencia también pero, en aquellos tiempos, la
política era lo determinante: ¡Luchar!

Yo/ vivo/ como/ reo. Wuha[52]y
zpüa[53]en
ghu[54]

Yo he vivido a cabalidad y en población Victoria
supe de…

Estoy lanzando piedras y rompiendo botellas.

LA VIDA, en población Victoria, es de
carestía, drogadicción, pobreza, no hay
ángeles ya que todos fueron asesinados por la dictadura.
Hay vida en mí, ahora estoy recordando. Estoy en casa de
mi madre. Mariela fue mi enamorada, no pudimos concretar el amor,
ella volvió con sus padres pero se independizó,
dicta clases de danza en el Barrio Brasil. Ella aún sigue
siendo hermosa, ya nada sé de ella, me abandonó
definitivamente después de diez años de noviazgo.
Tengo tanta pena y me siento, quebrando botellas, extraño.
Vivo, eso es todo.

"Dolor de parir en mi propia
humanidad.

Dolor de los cuerpos que, separados,
mueren.

Dolor de las transmutaciones, dolor de
Dios.

Ay de nosotros, vivimos para morir.

La inclemencia del mar es parte de mi
corazón.

La inclemencia de la vida es mi
desolación.

Yo estoy enamorado de Mariela y Mariela ya no
es.

La vida tiene sus aspectos
dolorosos:

¿Amar?, ¿conmovernos?,
¿morir?

Yo he sufrido en demasía y he sufrido por
amor.

Me basta con declarar amor universal a
Mariela

Ya que ella es mi musa. ¡Ella!, la
única.

¡Ella!, la danzarina que rompió mi
corazón.

Yo le amo y estoy feliz de haberla
amado".

LAS ESCARAMUZAS con los carabineros, los rallados en las
murallas: tanta pobreza y tanta matanza de pobladores. Yo no
soporté y tuve que huir a casa de mi madre en avenida
Dorsal. La aventura de vivir entre metrallas y lumazos de "pacos"
infectos.

Tuve una novia, que fue asesinada. Ella cantaba; bueno,
no fue una novia; ella era bellísima, pero, sin embargo,
aún no olvidaba a Mariela.

Esta novia, de mis entrañas, murió
asesinada. Ella estaba en su antejardín y, pidiendo un
chaleco, ya que, era invierno, una bala le desangró:
había una protesta a pleno sol.

Mi novia murió; y, con ella, el
canto…

¡Población Victoria!, al sur de
Santiago.

¡Población Victoria!, allí supe el
significado de la palabra "muerte".

¡Población Victoria!, humillación y
sabiduría.

Un puente de amor nos une: un millar de combatientes con
sus pancartas, gritando "viva Chile mierda".

Yo no estoy seguro de la realidad: la vida es
sinceridad, participo de las protestas, pero, el entierro de mi
novia es secreto, nada se sabe, sólo la madre y la abuela;
¡pobre de mí!, ni siquiera pude despedirme, ya que,
estoy en el psiquiátrico: ¡estoy recordando…!
¡Estoy recordando! Once de septiembre del 2001. Mi amigo
Alfredo Vera se ha suicidado y, en Nueva York, las Torres Gemelas
han sucumbido al terrorismo de Mahoma.

Yo vivo la vida de Dios, pero, el recuerdo de
población Victoria es tórrido: allí, los
pinochetistas, eran los militares; Y, estos, asesinaban a los
pobladores con metrallas, durante las tardes, mientras las gentes
gritaban consignas de libertad. ¿Qué vida es la
nuestra? ¿Qué similitud es la vida?; En casa de mi
novia, cantando canciones. ¡Cantar es bello!, ella apenas
tenía quince años. Ya ni recuerdo su nombre,
recuerdo a Mariela, ¡ella!, la danzarina;
¡Mariela…!

Esta novia no fue mía, fue un noviazgo de
miradas, yo ya estaba loco, en Medellín me golpearon
demasiado y la demencia fue entonces… ¡Once de
septiembre!, estoy encerrado y completamente trastornado. Estoy
con camisa de fuerza, recordando el atroz desamparo en
población Victoria.

Recuerdo a una anciana comprando una bolsita de
té por cincuenta pesos o diez pesos, ya no recuerdo mucho:
¡Una bolsita de té…!

La vida es dura y los recuerdos
confusos…

En la muerte de mi novia, no hubo enjuiciamiento; los
jueces eran corruptos. La patrulla militar asesinó y al
poder central nada le importó. ¡Asesinar!,
¡eso!

Población Victoria: la
tristeza…

MAR CARIBE

BOGAR. TUVE pánico, el candor de los
ángeles, los Nevado pelando papas y Mollendo especulando
sobre el porvenir.

Un teniente ángel me dirige la
palabra:

—Francisco, ¿crees en Dios?

Yo ya no soy escéptico.

—Sí, sí.

—¿Te agradó el combate?

—Tuve miedo.

—Ahora hay que vender el petróleo.
¿Eres bueno para las matemáticas?

—No.

—¿Y Mariela?

—Ella sí.

—Quizás podría ayudarnos.

—¿Cómo?

—Sacando cálculos. Hay que vender el
petróleo y ayudar a los pobres de Colón.
Allí hay demasiada pobreza. Hay que comprar huevos, la
gente tiene hambre, los huevos son buenos para alimentarse. El
Colón hay hambre y sus gentes viven en la atroz
desigualdad social. Nosotros somos ángeles y no podemos
vender lo expropiado, pero, Mariela podría, es un pecado,
sin embargo, pecar por los pobres es pecado que Dios perdona. No
creo que acepte, entregaremos el petróleo a
"Colón"; él sabrá repartirlo entre las
personas. "Colón" no es solamente un puerto o un poblado,
es un ángel. ¡"Colón…"!,
amigo…

—¿Colón?, pero si Colón es
una podredumbre.

El ángel tiene tristeza.

—Sí, es muy cierto, hay mucha
pobreza.

—Mariela no creo que pueda.

—Pregúntale.

—No, no. Queremos llegar a Europa y, en este
barco, podremos, ustedes lo prometieron.

—Sí.

El ángel piensa. El ángel
decide.

—Europa está muy lejos y Colón nos
necesita.

—Pero, ¿es un ángel?

—No, no, estoy bromeando. Allí son todas
gentes de color, hay que ayudar. Tenemos contactos, no te
preocupes. Intenté pero no se pudo. Yo sólo soy
teniente y ángel, no matemático. Es poco el
petróleo, la lucha fue dura, pero es poco el
petróleo.

LA VIDA se sumerge en la lentitud: hay veracidad en las
palabras, hay candor. Un lanchón huye a Colón con
el petróleo, es gente de Panamá.

Mariela tiene pánico, ha servido toda la tarde de
camarera, está cansadísima, nuestra vida es de
"novios" pero, ya no hay tiempo ni siquiera de abrazarnos,
tampoco podemos, hay prohibición: el "sexo" es para los
cónyuges, no para los menores de edad.
¿Cuánto tendrá Mariela?; Tenía
dieciséis; ahora…

La vastedad de la vida, la incongruencia del existir,
hay vida y ha optimismo… Estoy en
wawhu[55]y wha[56]es eterna. Estoy
pensando en Mariela; Yo, a ella, le amo, quiero casarme con ella,
quiero besarla, quiero "desposarla", quiero "penetrarla"; pero,
ella lo impide. En la selva nos sucedió algo
extraño, hubo "sexo" pero Mariela lo olvidó.
¿Qué hacer?, ¿callar? Tuvimos una
conversación.

—¿Te agradó por el
"culito"?

Mariela me dio un tremendo golpe de
karate.

—"Degenerado…"

Sólo nos hemos besado el cuerpo; Y, en la
vastedad de la vida, un beso en su "intimidad", es un beso que
enloquece. Yo estoy loco de amor, tocarle, sentir su "aroma", es
tan dulce, tan extrañamente loquísima, yo sé
que me ama, pero se rehúsa, "cuando estemos casado", dice.
Ahora ni siquiera podemos besarnos, los ángeles nos
pesquisan, quiero llegar pronto a Madrid para poder casarme con
Mariela, yo estoy completamente enamorado, todavía
recuerdo su "culito", creo que es pecado, pero, en la selva, nada
es pecado, todo es amor.

—No me golpees, fue un acto de
"lujuria…" ¡Mariela!, no te enojes
conmigo.

—¿Me violaste?

—No, no…

No pude mentir y le conté. Mariela se
arrodilló; Y, rezando, sangró por los
ojos.

¿Qué es lo que sucede?

¿Por qué Mariela
llora?

Ella fue mía; pero,
olvidó…

Un teniente me aferra de las manos, tiene una alas
bellísimas y está vestido con armamento
modernísimo, su boca es áspera, y su voz,
contorneándose, me pregona santidad, el teniente me pide
disculpas: los Nevado necesitan de mi presencia: Mollendo tiene
fiebre, tendré que ayudar en los quehaceres de cocina,
"hay que tener fuerzas", dice el teniente, "habrá que
atacar Nueva York. Hay demasiados pobres en Colón".
Obedezco.

Los Nevado pelan papas.

Hay un sol que quema; Y, arder, es tan fácil. No
hay tregua para la carne, no hay posibilidades para el
amor.

Un sol de infinitud, de Caribe, de
América.

Un sol, que, restregándonos la piel, nos
abrasa.

¡Sol de Panamá!

¡Sol de Colón!

¡Invierno en Madrid!

—Nevado Ampato.

—¿Dime?

—¿Dónde hay cuchillo?

—Aquí, en la locomotora.

Hay que pelar papas, los ángeles tienen
hambre.

—Yo, de niño, vivía en los vagones
—dijo Ampato con el único ojo azul y sus trece hijos
pero sólo le sobrevivieron siete, viudo, obeso—, yo
de niño, me trepaba y, el carbón, respiraba. Me
convertí en conductor. Me agradó la vida de vivir
en un tren pero, terminé de pordiosero, tengo setenta
años y ahora… ¡ahora somos piratas para
ángeles! ¿Tendremos castigo de Dios o premio en el
Paraíso? Yo lo ignoro, ¿qué piensas,
Francisco, hay vida después de pelar papas?

Una sensación de abstinencia se produjo en mi
mente, Nevado Ampato, de un metro noventa, peruano,
adquiría fisonomía de vidente. Yo no supe
responder, los ángeles no comen "patatas", comen
ambrosía. ¿Qué extraño?,
¿no?

—Estas patatas son para nosotros, los
ángeles son inmortales, estas papas son para los lanchones
que doña Adelaida contrata para revender después
por centavos de dólar al pueblo de Colón. Gente
toda muy pobre, gente de origen africano, gente que vive en la
miseria más atroz. Gente de Colón,
¡cómo no olvidar la podredumbre de las estructuras
sociales! Todo podrido, todo infecto por la miseria.

—¡Doña Adelaida!

—Sí.

Hay verdad en el Caribe y hay verdad en este buque de
ángeles.

—Necesito un cuchillo, pelaré papas.
Mollendo está enfermo.

—Sí, sí, tiene fiebre.

—Tranquilos —dijo Nevado Coropuna—,
pronto habremos de almorzar.

Coropuna es bizco, fue delincuente, ex
policía.

—Yo tengo el pelo negro como estas patatas, hay
que pelarlas y cocerlas, habrá cocimiento, habrá
festejos y guerra entre hermanos… Chileno, no me
simpatizas… Habrá guerra entre hermanos.

Nevado Ampato niega con la nariz.

—La vida es dura —murmuró Nevado
Solimana—, la vida es un ángel.

—¿Un ángel? —pregunto
yo.

—Sí. Un ángel vestido de teniente,
guerreando y atacando buques petroleros. ¿Qué
ganamos nosotros? La libertad. Habremos de marchar a Europa para
regresar más tarde a América, es un viaje; Y desde
que conocí a la Condesa, soy feliz. Ella nos da amor, no
te preocupes, sabemos que es tu novia, pero, ella, ella, es tan
dulce, tan encantadoramente chilena, con sus ojos almendrados y
su cuerpecillo de bailarina, ¡la Condesa!, ¡Mariela
Ruiz!, ¡Mariela Natalia Ruiz!, ¡La
Condesa…!

—Mollendo está enfermo.

—¿Sabes algo de Mariela?

—Nada.

Mollendo describe
a Francisco

ES DELGADÍSIMO y, desesperadamente, ama a
Mariela. Jamás conocerá el amor, sólo las
caricias. Morirá virgen. Está demente. En
Medellín le golpearon tanto que le provocaron "locura". Un
ángel custodio le curó algo para que pueda trotar
por Europa y pelar papas en este buque de
ángeles.

Francisco es frágil, tiene los ojos miel,
pelo trigueño, a los veinte años abandonó
Chile, pero habrá de regresar, vivirá en
población Victoria lo más cruento que un hombre
puede vivir, más tarde volverá a avenida Dorsal
donde las niñas como Mariela, de sólo trece
años o menos, se prostituyen por un papel
higiénico, avenida Dorsal en comuna de
Recoleta.

Francisco es tierno, es profesor o estudiante de
pedagogía en castellano, quiere estudiar psicología
pero, en siquiátricos habrá de deambular. Francisco
es un santo y huele a espigas.

¡Francisco!, ¿cuándo tiempo
llevas en el trópico?

—…¡Tres años!,
¡tres!

Yo estoy pelando papas, "dos instantes de segundo:
estoy en el manicomio conversando con Uribe, el estallido de las
Torres Gemelas, la destrucción total".

Mariela, yo te amo, pero, los ángeles nos han
prohibido besarnos, los ángeles son duros, "nada de besos
o hay castigo", no hay que arriesgarse, nos hemos arriesgado,
pero, ahora estoy con los Nevado porque Mollendo está con
fiebre. ¿Cuándo atacaremos otro buque?
¿Moriremos intentando llegar a Madrid? Los ángeles
son eternos, pero Mariela es Condesa y yo, estudiante de
pedagogía. Mariela es danzarina, necesitamos cruzar el
Atlántico y la única manera es…

Tengo pensamiento extraños, como
futuristas…

¡Dos instantes de segundo!

¡Dos instantes…!

MOLLENDO DESCRIBE A MARIELA SUS SENTIMIENTOS:

RUIZ ES alegre, Ruiz es tremendamente sentimental. Ha
tenido emociones encontradas: los norteamericanos han sufrido
horror. La virtud del amar es en Mariela, la virtud de la chilena
de clase acomodada que todo ha abandonado en aras de un
sueño: Abandonar estatus, abandonar estudios, abandonar
padres, abandonar patria. Yo soy Mollendo y
estoy…

Mariela de mi corazón.

Mariela de mi estoicismo.

Mariela de mis verdades.

Yo habré de amarle con devastación de
peruano que ha perdido batallas pero que ha ganado guerras con
piratas ángeles: ¡Verdad incuestionable!,
¡verdad irresoluta!

Hay vida en Mariela, hay sensibilidad.

Habrá de servir ambrosía a los
ángeles, hay un sol que quema, Mariela tiene deseos de
danzar pero, el trabajo se lo impide. Mariela habla:

—Nada más de ambrosía, hace mucho
calor.

Los ángeles no se inmutan.

—Voy a danzar.

Los pensamientos de Mariela son puros, ella es menuda
pero bellísima, es casta, ha olvidado absolutamente todo
lo relativo al "sexo prohibitivo", la selva Amazónica le
corrompió el alma, ¡selva degenerada!

Mariela danza.

Mariela ríe.

Mariela es feliz.

Estoy danzando y, en este danzar, los ángeles
sonríen. Soy feliz al cabo de un tiempo que no se concibe;
la felicidad es abismante en mi manera de festejar; los
ángeles cantan y yo danzo, los ángeles tocan sus
instrumentos y yo…

La duplicidad de mi pie izquierdo, entre olas; la
duplicidad de mi lóbulo izquierdo: me aferro al ritmo, y,
la felicidad, es danzar: ¡Estoy danzando! ¡Estoy
danzando…!

—¿Les agrada? —pregunta
Mariela.

La respuesta es positiva.

—Soy feliz entonces.

Francisco pela "patatas" con los Nevado. No contempla la
plasticidad de su novia, su "erotismo" es angelical.

¿Habremos de encontrar a danzarina tan
pura?

¿Habremos de festejar a Mariela entre
ángeles?

Siempre habrá respuestas para preguntas
ignotas.

Mariela danza durante una hora, está
cansadísima, hay que pelar papas porque los ángeles
son misteriosos.

—Ya, Mariela, ¿has culminado? —la
pregunta del teniente ángel es feroz. La impertinencia de
su modular asusta a la danzarina, el sol ha declinado, una
llovizna cubre los cuerpos —Si no ha culminado,
¡culmina!, tenemos hambre —los ángeles rezan,
pero son ángeles piratas…

Mariela no responde, su cuerpo está transpirado,
el sudor es arte.

Estos ángeles son unas
bravatas…

—No he terminado, seguiré danzando hasta
que la luna llegue a su cenit. Hay que danzar, hay que festejar a
Dios, hay que pelar papas para los ¿tiburones? ¿Son
ángeles? Llevadnos a Madrid y el trato está
cumplido, ¡asesinos!, no son ángeles, son
piratas.

Un silencio de espasmo recorre cubierta. Tengo
miedo.

—Somos ángeles —susurra un
sargento—, le debemos la vida a Dios.

—¡Danza!, ¡danza…! Si festejas
a Dios, danza… pero no peques…

La incredulidad es atroz, Mariela contorsiona el cuerpo;
Y, en éxtasis, hasta que, la luna en su cenita
está, ella se conmueve; festejar el amor es
total.

Hay que vivir la vida y para vivir la vida hay que pelar
papas.

—¡Viva Dios! —gritan los
ángeles.

El teniente piensa (pero cómo es ángel, yo
no comprendo su pensar).

La sabiduría de los ángeles es tenue,
Mariela conversa con un cabo, los ángeles están
preocupados, querubines y serafines han contemplado el danzar,
¡aplauden a Mariela!, convertirse en piratas, convertirse
en malhechores es de trúhanes, no de seguidores del Padre;
los ángeles ¿serán fustigados? Dos
arcángeles descienden: ¡Uriel y Miguel!, son
tremendos.

Uriel habla:

—Vosotros sois testigo, aplacad la sed de
"patatas…" Dios os permite vivir
—Uriel es
altísimo, un metro noventa, cabello cortísimo,
espada de fuego que a la espalda, espada que destruye
civilizaciones—, vosotros contempláis el
prodigio de Dios, sed cautos.

Miguel Arcángel habla también:

—Deberéis seguir al Padre
—Miguel Arcángel mide dos metros treinta y con dos
espadas me atemoriza—, vosotros sois pecadores, todas
las "patatas", habrán de ser llevadas a ciudad de
Colón, ya que, allí, la pobreza es
indescriptible… ¡Uriel!, ayudadme, estos
ángeles "piratas", serán castigados por tres
siglos… Hay humanos trabajando y sin estipendio, denles de
comer, necesitáis provisiones. Huevos, cereales, pescados,
pan… Este es un buque sagrado, no un buque de
"prostitución…" ¡Vos!, ¿cómo os
llamáis…?

—Mariela…

—¿Y vos?

—Francisco.

—Sed prudentes en el actuar, ya que, Dios
castiga duramente el pecado.

—Queremos casarnos, queremos casarnos.

—Comprendo… ¿Y vuestros padres
les apoyan?

—Yo soy muy pobre —dijo Francisco—, y
ella, Mariela, que es mi novia desde bastante tiempo, es
acomodada, sus padres no permitirán el enlace, yo, yo,
pido excusas, yo, yo, he pecado pero, mis intenciones no fueron
tales, ¡la selva!, eso, permitidme vivir, somos demasiado
jóvenes para morir…

—Nadie morirá —interviene
Uriel—¸ aquí hay castigo para los
ángeles… Vosotros tenéis hambre,
¡comed!, aquí les traemos
pan…

Nos hartamos de las bendiciones de Dios.

Mariela es feliz.

Mariela sonríe.

Mariela es concomitante a la especie humana.

—Qué rico, qué rico, teníamos
hambre —dijo Nevado Ampato.

—Gracias…

La comunidad habrá de ser fértil en amor,
la comunidad es Dios… Nevado Ampato sonríe, no ha
comido pan por semanas, ahora hay que ultimar detalles y a Madrid
viajar. Pero, ¿cuándo? Las intenciones son vastas y
el acertijo de la vida es dual.

—¡Vos!

—¿Yo?

—Danzáis muy bien —Miguel
Arcángel sonríe.

—Diez mil azotes para el teniente
ángel
—Uriel grita.

El teniente se arrodilla; Y, rezando y cantando, recibe
lo suyo.

—No temáis, no temáis,
sólo son flores…

Llueve alondras y jazmines en el Mar Caribe.

Uriel: Estos piratas son fenómenos pero hay
que castigarlos, Dios decide; la amplitud de pensamiento es del
Padre y el Hijo es prudencia. Los piratas deben de atacar la
ponzoña del "capitalismo" inhumano. Colón es
demasiado pobre, hay que proteger a sus gentes,
¡Colón!, qué hermoso nombre.

Miguel: Me agrada la vida y me agrada la
llovizna… Me agrada Dios y me agrada esta niña, que
ha pecado horrendamente, sin embargo, nada recuerda,
¡qué curioso!, pecadora sin recuerdo,
¿qué pensará Dios de todo aquello?; Hay que
marchar… Colón nos depara una
sorpresa…

ALFREDO VERA EN EL PURGATORIO

Once de septiembre del 2001, estoy en un manicomio,
Uribe me acompaña, las Torres Gemelas han sido destruidas
por el terrorismo internacional, Alfredo se ha quitado la vida de
un balazo, escuchemos su pensar:

¿Estoy en el Purgatorio…? Las
llamaradas de fuego son de roca ardiente. ¿Me quité
la vida? ¿Los suicidas van a parar al Purgatorio? Pues
bien: ¿dónde estoy?

Un ángel golpea a una persona. ¿Me
habré disparado en la cabeza un balazo o estaré
soñando? ¡Once de septiembre del 2001!,
Parque…

¡Olvido!

Ha llovido intensamente en mi mente, yo no
comprendo, la roca quema, esto no es el Infierno, un ángel
habló: "esto es el Purgatorio".

Hace tanto calor, intento tranquilizarme, pero estoy
llorando, me arrodillo, y la roca quema, arden mis pies, estoy
desnudo. ¿Qué será de mí? La
situación es complejísima, la vida es para vivirla,
no para morir, ¿por qué?, es la pregunta,
¿de qué modo morimos?, ¿de un
balazo?

Un ángel se acerca, me habla en tono
suave:

—Alfredo Vera, venid…

Me crucifican a la piedra y me clavan. Doy alaridos
de dolor.

—La vida es para vivirla —dijo el
ángel—, no para matarse…

Me desmayo.

Tengo un sueño horrendo: Satanás
apuntado con un revólver en mi cabeza, Satanás
denotando el percutor, Satanás riendo, Satanás
asesinándome. ¿Qué hacer?, ¿detener
la bala? ¡No quiero morir! ¡No quiero
morir…!

El Infierno del alma, recuerdo a Uribe y le
desprecio.

"—¿Quiero ser como
tú?

—Jamás lo
serás…"

Me asesiné, eso es todo. Espero que Uribe
haya sufrido, esta es mi venganza, pienso en el sueño:
¡Amo a Satanás! ¡Apiádate de mí
Baudelaire…!

Despierto y un ángel me da de
latigazos.

—Uribe está vivo y ha llorado
horriblemente tu muerte, Uribe está enfermo, Uribe era tu
amigo, Uribe te enseñó poesía, eran
condiscípulos… ¡Toma, desgraciado!,
¿no eras acaso religiosos?, ¿no asistías a
una Iglesia?, te quitaste la vida y ahora tus amigos están
muerto de terror, ¡toma!, para que
aprendas…

¡Látigos!, ¡látigos!,
laceran mi piel…

URIEL: LA vida, a veces, es de devastación:
hubo un tiempo en que, había seres espirituales como yo,
soy el último de una estirpe, yo soy el Arcángel
del Señor. Satanás asesinó a mis hermanos y
yo habré de llevarle a la crucifixión en la piedra
ardiente y le habré de descuartizar, pero en el Infierno
de los degenerados y sicópatas. Esto habrá de
acaecer en mil años más. Hoy es martes 12 de marzo
del 2013. Tengo poder; sin embargo, hay un "secreto" que Dios no
puede revelar, hay tres mil quinientos Arcángeles de Dios
preparándose para el asesinato de los demonios que acechan
la tierra. La batalla será dura pero ganaremos. ¡Mil
años y, esta "Basura", ya no fornicará
más!

Adiós a…

Miguel: Tened cuidado, Uriel, que Satanás es
omnisciente y puede atacaros mientras
dormís.

Uriel: Mi espada de fuego y mis Arcángeles me
protegen. ¿Y a vos?

Miguel: Lo mismo. Duermo con mis guadañas
desenvainadas. Dos horas, eso es todo, pero hay que
dormir.

Uriel: La devastación fue horrenda, ochenta
millones de seres espirituales fueron decapitados por los "fecas"
de "Satanás". La "Duplicidad" de Dios fue crucificada; Y,
durante cien años humanos, la "Duplicidad" fue torturada;
Y de tanto golpe sobre su nariz, se le destrozaron las yemas de
las manos y durante diez años agonizó
desangrándose. La "Duplicidad" se exterminó, fue
quien dio el grito de alerta; Se cerraron las puertas del Atrio o
del Castillo de Dios y los ciento cincuenta Arcángel
salvaron la vida y yo…

…¡Miguel!, protege a la "Duplicidad",
que ha renacido y está en la tierra pero ahora solamente
es "persona", ya no es "Duplicidad", protegedle, que
Satanás intentarás
asesinarle…

Miguel: Está en el manicomio, es tarde
ya…

Uriel: Oh, Maestro, oh, "Hijo
de…"

Miguel: Satanás es culpable de las
atrocidades, Satanás asesinó a Vera; Alfredo era
casto; Satanás asesina, Satanás descuartiza,
Satanás es "feca ardiente", ¡Te habremos de
crucificar!, asco de ángel…

Los Arcángel tiemblan de furia pero se
contienen.

ALFREDO VERA: Yo vivía en calle… Ya no
recuerdo el nombre, pero cerca de avenida Dorsal, ah,
¡calle La Serena! Una feria había por allí
con sus feriantes, con sus verduras, con su vitalidad de pueblo.
Mi madre trabajaba de oficinista y mi hermana era estudiante
destacada de una universidad, creo que la universidad
Católica de Chile, no recuerdo muy bien, son muchos
años en la cruz.

Los ángeles me castigan y los látigos
me conmueven el "alma". ¿Estoy muerto? No sangro, es
verdad.

Yo estudié en el Conservatorio de la
Universidad de Chile pero no pude resistir el ritmo, era
desafinado para cantar…

Me agradaba la feria de los feriantes pero dejan
todo sucio, llegaban los hombres del aseo y lavaban las calles,
el hedor era horrendo. Calle La Serena, a pasos de avenida
Dorsal.

Una tarde, hace muchos años, me
acerqué a biblioteca del distrito y hallé a un
joven. Conversamos. Era escritor. Le propuse hacer un taller
literario, él tenía un taller de "abuelas", le
agradó la idea pero tuvo terror, organizamos el taller y
el éxito fue entonces. Uribe era mi amigo. Pero Raquel
Barros, la Directora y destacada folclorista, nos hizo la vida
imposible, era amiga de poetas pero enemiga de Uribe. ¿El
motivo?, lo ignoro… Aquí hay una lápida con
su hombre, ella está viva, hoy martes doce de marzo del
2013, es muy longeva: "Aquí yace Raquel Barros Aldunate,
católica acérrima, condenada a la pudrición
del Infierno…"

Si Uribe supiera, temblaría de
terror…

La vida tiene sus matices, yo no dañé
a nadie y llevo una década encadenado a la piedra ardiente
del Purgatorio. Yo ignoro cómo será el infierno;
sin embargo, de pronto tengo un terror pánico, los
ángeles me amenazan:

—Si no confiesas, te irás al
Infierno…

¿Confesar, qué? Me quité la
vida, era depresivo, no pude soportar la vida. ¡Condenad al
mundo!, ¡no a mí!

La vida tiene sus bemoles: Estoy esperando a Raquel
Barros Aldunate para preguntarle sobre Uribe.

¿Qué habrá de sucederle a la
pobre folclorista? Yo lo ignoro…

Hay un ángel por allí y le
pregunto:

—¿Y doña Raquel?

El ángel calla; y a latigazos, me rompe la
piel, sangro después de una década,
¡sangro!

Estoy vivo al fin, ¡estoy vivo!, he
resucitado…

—Os iréis al Infierno, no
pequéis más…

La vitalidad de las circunstancias. Yo
escribía poemas, admiro a los poeta; ahora, clavado a la
piedra ardiente del "Purgatorio Atroz", he, de memoria, compuesto
un soneto. Lo transcribiré para los ángeles;
¡lo cantaré más bien…!

"Estoy amando a Dios en la constelación de
Venus. Pero, el espíritu

De Dios no es Venus; es María, la Madre de
Dios. Yo aspiro

Galaxias y soles que giran en mis costados y en mi
crucifixión;

Yo amo a Dios; Y, de su amor, hay pastizales para
hombres libres.

La verdadera amistad es "amar" a Dios; Y, nuestro
Pastor es

Cristo en la veracidad del amar. Yo habré de
morir crucificado,

Habré de quitarme la vida; Y, pecando,
rodaré al Infierno:

¡Ya no puedo más, Padre mío!,
¡Dadme la absolución!

Los ángeles quitan las cadenas; Y, al
Purgatorio de los condenados

Me llevan. Allí, hay cárceles y
"Biblias" y ángeles y serafines.

Yo estoy tan feliz, que anhelo la vida eterna del
Paraíso:

¡Soy hombre nuevo! ¡He renacido de las
cenizas! Soy libre al fin…

Este canto es para los ángeles y para
Dios… En éxtasis estoy;

Y, liberándome, muero de la carne al
"espíritu…""

MARIELA ME besa suavemente la frente.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14
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