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La Microempresa en el Contexto de la Globalización




Enviado por Pablo Turmero



  1. Introducción
  2. Reflexiones en torno a la
    globalización
  3. Globalización y competitividad: el papel
    de las multinacionales
  4. Globalización y acuerdos
    comerciales
  5. Microempresas y
    globalización
  6. Las
    microempresas en el contexto de la
    globalización
  7. El
    espacio de las microempresas. Una propuesta
    alternativa
  8. Referencias

Introducción

El concepto de globalización está de moda.
Todo mundo lo ha escuchado y su uso está tan generalizado
que cada día son más las personas que perciben a la
globalización como una especie de "destino manifiesto"
hacia el que toda la humanidad, sin importar el origen,
ocupación, actividad profesional o económica, debe
dirigirse. El mundo de la microempresa no escapa a la
fascinación que despierta la globalización y se
pregunta cómo puede insertarse en este proceso; qué
papel debería desempeñar en él y
cuáles son los beneficios que le puede reportar. Sin duda,
estas preguntas son válidas; pero parece que a esos
animosos de la globalización se les olvida que antes hay
una pregunta básica que debe ser respondida y es
¿las microempresas tienen cabida en el proceso de
globalización?

En esta ponencia sostenemos que la respuesta a esta
última pregunta es negativa; en todo caso, debido a sus
características y objetivos, el fenómeno de la
globalización constituye, quizá, la mayor amenaza
que ha enfrentado el mundo de la microempresa. De ahí que,
las demás preguntas deberían ser cambiadas por
otras como estas: ¿cómo se puede defender la
microempresa de la amenaza que representa la
globalización?; ¿cuáles son los espacios que
la búsqueda de integración a los mercados
internacionales deja libres para que puedan ser aprovechados por
las unidades económicas que no corresponden con esa
dinámica económica-comercial? y; quizá la
más importante, si es verdad que la globalización
constituye una seria amenaza para las microempresas
¿existe algún futuro para éstas? Nuestra
respuesta es que sí, pero el mejor camino para lograrlo es
la búsqueda de alternativas que vayan más
allá de la pura competencia por el mercado.

Reflexiones en
torno a la globalización

El término globalización es bastante
reciente, tanto que solo hará un par de años que la
Real Academia de la Lengua Española lo incorporó a
su diccionario. A pesar de ello es un término que todos
hemos escuchado y cada día, queriendo o no utilizamos en
mayor medida, aunque no siempre tenemos claro a qué se
refiere.

Aunque los estudiosos del fenómeno lo identifican
como algo que viene sucediendo desde hace décadas y hay,
incluso, quienes aseguran que el mundo ya presenció una
primera oleada de globalización durante la última
parte del silgo XIX y principios del XX, no es de extrañar
que el término globalización, referido
específicamente a los mercados, no haya sido utilizado
sino hasta la década de 1980 por Theodore Levitt (1983) y
solo se haya hecho popular a partir de que Michael Porter lo
utilizara en 1990. La razón de esto es que ese
fenómeno que llamamos globalización, solo pudo ser
reconocido e impulsado a partir de que el bloque socialista
soviético colapsó, dejando el camino libre para que
el capitalismo en su vertiente neoliberal y comandado por los
Estados Unidos se expandiera a todos los confines del
mundo.

Definición de
Globalización

¿Qué es y en qué consiste realmente
la globalización? Según el Fondo Monetario
Internacional (FMI) "La globalización es una
interdependencia económica creciente del conjunto de
países del mundo, provocada por el aumento del volumen y
la variedad de las transacciones transfronterizas de bienes y
servicios, así como de los flujos internacionales de
capitales, al tiempo que la difusión acelerada de
generalizada de tecnología".

Por su parte, la Real Academia de la Lengua
Española define globalización como "la tendencia de
los mercados y las empresas a extenderse alcanzando una
dimensión mundial que sobrepasa las fronteras
nacionales".

Para Joaquín Estefanía "en esencia, la
globalización económica es aquel proceso por el
cual las economías nacionales se integran progresivamente
en el marco de la economía internacional, de modo que su
evolución dependerá cada vez más de los
mercados internacionales y menos de las políticas
económicas gubernamentales." (Estefanía, 1996:
14)

Algunos autores van más allá del puro
intento de lograr una definición y abordan los aspectos
que consideran centrales en el fenómeno, así
encontramos trabajos como el de Guillermo de la Dehesa, quien
dice que "…la globalización es un proceso que
promueve empresas de gran tamaño ya que, para ser
competitivas y tener una mayor cuota de mercado, deben estar
presentes en el mayor número de países." (De la
Dehesa, 2000: 91)

En un óptica totalmente crítica, la ONG
"globalízate" nos dice que "La globalización es la
expresión de la expansión de las fuerzas del
mercado, espacialmente a nivel mundial y profundizando en el
dominio de la mercancía, operando sin los
obstáculos que supone la intervención
pública". En este sentido, entienden que la
globalización no es un fenómeno completo y
terminado sino un proceso inacabado en el que el capital lucha
por ampliar su dominio y aseguran que "la globalización
neoliberal es bien sencilla de aplicar: liberalizar el comercio y
los flujos de capitales, de tal manera que se pueda comerciar con
ellos sin ningún control, en todo el mundo, que nadie
pueda ponerles condiciones; privatizar porque afirman
decididos… que todo lo público es poco eficiente,
flexibilizar el mercado de trabajo -es decir convertir a los
trabajadores en un coste variable pudiendo contratarlos a los
salarios que a la empresa le parezcan adecuados y despedirlos
cuando les convenga-; y finalmente, desregular, es decir,
eliminar todas las regulaciones públicas de la vida
económica y social para que ellos puedan establecer sus
propias reglas". (Globalizate, 2005)

Aquí solo ofrecemos una muestra mínima del
sinfín de definiciones de globalización que es
posible encontrar; con ellas ya podemos percatarnos de que,
dependiendo de las afinidades ideológicas y los objetivos
perseguidos, cada autor construye una definición que
resalta algunos aspectos y omite otros.

En nuestro caso, el objetivo no es realizar un estudio
exhaustivo de la globalización; nos basta con tener una
idea general de lo que significa, porque el verdadero objetivo es
evaluar su relación con las microempresas.

Independientemente de nuestra postura ideológica
podemos aceptar entonces que el término
globalización hace referencia a un fenómeno
económico, de escala mundial, que implica la apertura e
integración de los mercados nacionales, con la
mínima o incluso nula participación gubernamental,
y que involucra no solo el comercio de mercancías, sino
también importantes flujos de capital que pueden
realizarse con fines especulativos o de inversión
extranjera directa (IDE).

Globalización y competitividad: el
papel de las multinacionales

El uso del término "globalización",
referido a la integración de los mercados internacionales,
es bastante reciente y coincide con el triunfo del pensamiento
económico neoliberal sobre otras opciones
ideológicas en el mundo, a partir de comienzos de la
década de 1980. Por eso no resulta extraño que la
globalización se base en la idea de que el mercado
es el mejor instrumento para lograr la integración
mundial, mientras que la actuación gubernamental
constituye un obstáculo para alcanzar un equilibrio
económico a través de las libres fuerzas del
mercado. Una vez clarificados estos vínculos
teórico-ideológicos resulta entendible que dentro
del proceso globalizador a las autoridades nacionales les quede
asignada una mínima o incluso nula
participación.

¿Quién se hace cargo entonces de todo el
proceso? Las empresas, en particular aquellas que cuentan con la
capacidad de operar simultáneamente en diferentes
países y regiones del mundo, es decir, las llamadas
empresas multinacionales o transnacionales (EMN´s). Prueba
de ello es que en la actualidad, además de concentrar gran
parte de la producción (40% del PIB mundial), estas
empresas monopolizan el comercio internacional de bienes y
servicios, llegando a acaparar dos terceras partes del comercio
mundial.

La razón de por qué recae en esas empresas
la parte más dinámica es precisamente el hecho de
que el proceso de globalización está basado en la
búsqueda y uso de capacidades más competitivas para
generar productos y servicios de mejor calidad y precios a nivel
mundial. A su vez, el resultado económico de los
países depende significativamente de los enlaces que
establezcan con el resto del mundo y la clave de esos enlaces
está en los nexos generados a través de empresas
que participan con su producción a niveles
internacionales, a través de flujos de comercio,
tecnología y capital.

Actualmente las EMN"s operan en el primer plano de la
tecnología y constantemente necesitan nuevas medidas para
responder a los cambios en los métodos de
producción. Una de las vías más importantes
de transmisión de tecnología es la Inversión
Directa Extranjera (IDE). De esta manera, las empresas,
además de lograr el acceso a mercados más amplios,
acceden a factores de producción en otros lugares del
mundo y participan de la retroalimentación que ofrece la
competencia internacional, en términos de acceso a nuevas
tecnologías, mejoras en los procesos productivos y
novedosas técnicas de organización y
dirección; al mismo tiempo que propician la
internacionalización de la producción y, por lo
mismo, se convierten en uno de los principales motores de la
integración económica de los
países.

De lo anterior se deduce que, toda empresa que quiera
ser parte de la globalización debe, ante todo, ser
competitiva. Pero ¿qué es ser competitivo?
Nuevamente, sin el afán de ser exhaustivos en los
conceptos, habría que aclarar que ser competitivo es
diferente a ser competidor. Un competidor es todo aquel que se
presenta en el mercado para ofertar sus productos y compite con
muchos otros por una cuota de mercado. Así, la empresa que
quiera superar a sus competidores debe ofrecer, como
mínimo, precios más bajos y un nivel de calidad
cercano al estándar.

El concepto de competitividad está relacionado
con el de competencia, pero es bastante más complejo. El
punto de partida es el reconocimiento de que la competencia
obliga a las empresas a mejorar continuamente y a tratar de
superar a sus competidores a fin, no sólo de permanecer en
el mercado, sino de mejorar su posicionamiento dentro del mismo.
En general, la empresa que es competitiva es aquella que obtiene
mayores beneficios que sus competidores de manera sostenida a
largo plazo. La cuestión es que una empresa tendrá
éxito en el largo plazo sólo si posee una
ventaja competitiva, lo que significa que ha logrado
desarrollar una característica que la aísla de la
competencia directa dentro de su sector, bien sea porque ofrece
algo "único", que los competidores son incapaces de
igualar; o bien, porque desarrolla una forma específica de
organización de la producción, la
comercialización o incluso de efectuar el marketing que le
representa una reducción de los costos y le permite
ampliar su margen de ganancia (Dunning, 1993).

La cuestión es que, en las condiciones actuales
de competencia internacional y los avances científicos
disponibles, la consecución de una ventaja competitiva
suele estar estrechamente relacionado con la innovación
tecnológica que la propia empresa pueda realizar, a
través de actividades de investigación y desarrollo
(I&D), así como del uso intensivo de la
informática y los modernos medios de
telecomunicación.

Según Estefanía "…hay tres causas
para la globalización: la aceleración de los ritmos
de apertura económica y de los intercambios de
mercancías y servicios; la liberalización de los
mercados de capitales que ha integrado las plazas financieras y
las bolsas de valores de todo el mundo; y la revolución de
las comunicaciones y de la informática, que ha conectado
en tiempo real con el espacio." (1996: 14)

Globalización y acuerdos
comerciales

De acuerdo con el pensamiento económico
predominante, la teoría neoliberal, los países
receptores de la IDE mejoran su posición en la competencia
internacional (entiéndase en el contexto de la
globalización), ya que la actividad de las EMN´s
implica la reestructuración de aquellos sectores
económicos en los que participan y por lo tanto, la
modernización y crecimiento de su economía; por
eso, los gobiernos de los países tratan de captar los
mayores flujos posibles de IDE y compiten entre sí
ofreciendo diferentes incentivos que son tenidos en cuenta por
las EMN´s.

No obstante, la mayoría de los críticos de
la globalización apunta que las EMN"s analizan la
inversión en función de los costos y recursos
previstos en las estrategias que definen las propias empresas y
no los países; por lo que, los beneficios que genera la
recepción de IDE y la localización de EMN"s en los
países menos desarrollados, suele estar muy por debajo de
las expectativas de los gobiernos y la población de esos
países.

Si se pretende atraer IDE, aumentarla o retenerla, la
imagen del país en la comunidad inversionista
internacional ha de ser óptima. La
internacionalización del capital permite trasladar los
centros productivos a aquellos países con mayores ventajas
competitivas, en cuanto a recursos se refiere. La estrategia de
los gobiernos para atraer IDE incluye incentivos que van desde
los más tradicionales como son los subsidios; las
exenciones fiscales; mano de obra barata; terrenos;
etcétera, hasta elementos más modernos y
sofisticados como la elaboración de programas de
desarrollo tecnológico, protección de la propiedad
intelectual; creación de infraestructuras y parques
tecnológicos; e incluso apoyo para la adaptación de
los recursos humanos del país al cambio técnico
(para lo cual se crean planes educativos centrados en la
formación especializada, la educación continua y el
reciclaje). El problema es que los incentivos más
sofisticados son más caros y requieren de un mayor plazo
para ser concretados.

Pero no debemos olvidar que lo más interesante de
la recepción de IDE y empresas multinacionales, en el
contexto de la globalización, es lograr una mayor
integración de la economía nacional en los mercados
internacionales; lo que en la práctica se traduce como la
búsqueda continua de un incremento de los flujos de
importación y exportación de bienes y servicios.
Por eso, además de los incentivos antes mencionados, los
gobiernos de los países se preocupan cada vez más
por ofrecer a las empresas el mejor acceso posible a la mayor
cantidad posible de mercados internacionales.

El primer frente a atacar es la reducción o
incluso eliminación de barreras arancelarias y no
arancelarias; pero la práctica unilateral de estas medidas
puede dejar a la economía excesivamente expuesta a la
competencia internacional y colocarla en situación de
vulnerabilidad. La alternativa, entonces, es la búsqueda
de acuerdos comerciales con otros países, para garantizar
la reciprocidad.

Los acuerdos pueden ser multilaterales (GATT, OMC),
regionales (APEC –Foro de Cooperación
Económica Asia-Pacífico–), NAFTA,
Unión Europea, Mercosur, ASEAN) o bilaterales.

Algunos autores consideran que la firma de acuerdos
comerciales y la formación de bloques regionales en
realidad constituyen un impedimento para el avance de la
globalización, porque, por definición, todo acuerdo
restringido implica la exclusión de todos los
demás. Por eso abogan más por la
consolidación de organismos multilaterales, al estilo de
la OMC, para contribuir al avance de la globalización
(Strange, 1997). Aunque es una discusión interesante,
rebasa los objetivos de esta ponencia; por eso, aun a riesgo de
parecer reduccionistas, nos bastará con decir que, a pesar
de que efectivamente los acuerdos bilaterales y los bloques
regionales se basan en el principio de exclusión de los
demás; en realidad se han convertido en el principal y
mejor instrumento para la integración de las
economías nacionales a los mercados internacionales y, por
ende, constituyen el mejor aliado de la
globalización.

Esta última afirmación se basa en el hecho
de que todo país que quiera establecer un acuerdo
comercial, sea bilateral o regional, debe primero realizar una
serie de ajustes institucionales, estructurales, legales,
económicos, laborales, etcétera, que le permitan
sincronizar su economía con la de su(s) socio(s). Y lo
más curioso de este asunto es que, aun cuando se supone
que estos acuerdos están pensados para excluir a otros
países, en realidad todos esos ajustes corresponden, al
pie de la letra, con las características que la
globalización exige para que una economía sea
integrada a los mercados internacionales. Por eso no es
extraño que, una vez firmado el primer acuerdo, que suele
ser extremadamente complicado y tardado, el país en
cuestión cubre ya la mayor parte de los requisitos que le
puede exigir cualquier otro acuerdo comercial, por lo que, en
adelante, no le será tan difícil ni tan tardado
conseguir más socios comerciales. Y esto no es otra cosa
más que un importante avance en su proceso de
integración a la globalización.

Una vez que hemos hablado de la relación que
guardan los acuerdos comerciales con la globalización,
podemos ver que están tan estrechamente relacionados que
en esencia se trata del mismo fenómeno. Así que
todo lo que antes hemos dicho sobre la globalización,
respecto a la IDE, las EMN"s, etcétera, resultará
válido para los acuerdos comerciales y la formación
de bloques regionales, por lo que no será necesario
particularizar el análisis al respecto. Esto nos permite
avanzar a la siguiente tarea, que consiste en relacionar todo lo
que hemos dicho con las microempresas.

Microempresas y
globalización

Definición de microempresa

No existe una definición única de
microempresa, la definición varía de un país
a otro en función, primero de las características
del entorno económico, social e incluso cultural local, y
después de las especificidades que adopta el propio sector
de la microempresa.

Tomando en cuenta los diversos orígenes de los
asistentes a este seminario y en aras de no complicar la
exposición, ofrecemos un acercamiento a la
definición de microempresa que puede ser válido
para todos los países de América Latina, aunque eso
significa perder precisión.

Las microempresas tienen las siguientes
características:

  • Establecimientos con un máximo de 15
    trabajadores, aunque la inmensa mayoría no rebasa los
    cinco trabajadores;

  • Operaciones poco intensivas de capital, casi no
    utilizan la tecnología y cuando lo hacen ésta
    no es avanzada, por lo que dependen en gran medida del factor
    trabajo;

  • Su principal recurso es la mano de obra;

  • La gran mayoría pertenece a un solo
    propietario o dueño y en muchos casos se trata de un
    negocio familiar, por lo que es frecuente que no exista una
    separación entre el presupuesto familiar y el de la
    microempresa;

  • En muchas de ellas no hay empleados asalariados y
    quienes trabajan son los miembros de la familia;

  • Existe un alto porcentaje de mujeres propietarias
    del negocio;

  • Su volumen de operaciones es sumamente
    reducido;

  • Escasos o nulos conocimientos de
    gestión;

  • Limitado o nulo acceso al sector financiero
    formal;

  • Una buena parte de ellas pertenece al sector
    informal;

Derivado de las características antes enumeradas,
podemos decir que el rasgo fundamental de las microempresas es la
precariedad y que de hecho, existe un alto porcentaje de
casos en los que la unidad económica es más una
estrategia de supervivencia familiar
que una verdadera fuente
de acumulación de capital. No obstante, hay que reconocer
que sí existen algunos casos minoritarios de microempresas
que podríamos denominar "consolidadas" que logran superar
el nivel de supervivencia, permitiendo a sus propietarios lograr
unas condiciones de ingreso que les garantizan un nivel de vida
digno. Sin embargo, de ahí a que se pueda asegurar, como
lo hace Carpintero (1998), que en América Latina existe un
porcentaje de entre 30 y 40% de microempresas que se convierten
en un medio de acumulación, nos parece sumamente exagerado
y podríamos decir que, como mucho el porcentaje de
microempresas de acumulación no iría más
allá del 10% del total.

Las microempresas
en el contexto de la globalización

A partir de la caracterización recién
presentada, podemos decir que la mayoría de las
microempresas existentes constituye un basto sector de
subsistencia, en el que encontramos unidades que "…se
dedican a actividades de comercio, producción o servicios
relativamente pequeñas y usualmente con menos de tres
trabajadores, incluyendo al dueño. Normalmente se dedican
al sector comercial, mantienen bajas cuentas de resultados que se
aplican al sostenimiento de la unidad familiar, casi nunca llevan
un registro de sus actividades, operan con bajísimos
niveles de tecnología y activos fijos, se concentran en
los centros urbanos, y presentan un nivel de escolaridad media
que no supera el nivel primario. La presencia de mujeres es
especialmente importante en las empresas de subsistencia. Estas
empresas suelen presentar escasísimos eslabonamientos
hacia atrás y virtualmente ninguno hacia adelante,
sirviendo sus productos y servicios preponderantemente a los
vecindarios donde se radican". (Dávalos y Espinel,
s/a).

La importancia de las empresas de subsistencia, a pesar
de que no son grandes generadoras de empleo remunerado, es que
mejoran los niveles de vida de la población y representan
una alternativa a la pobreza extrema. Incluso las microempresas
que van más allá del nivel de supervivencia, las
que suelen ser identificadas como "microempresas consolidadas",
constituyen también una importante fuente de
ocupación para amplios sectores de población, joven
y veterana, que no cuentan con los niveles de calificación
exigidos por los mercados laborales más
modernos.

Hasta aquí, todo lo que hemos podido identificar
de las microempresas, nos muestra un panorama tan diferente de lo
que constituye la globalización y sus principales actores,
las EMN"s, que constituye una brecha que se antoja imposible de
superar. El caso es que, por las características que hemos
identificado, las microempresas no tienen la capacidad financiera
como para moverse en mercados que exigen el uso intensivo de la
tecnología o las telecomunicaciones; por supuesto, no
realizan I&D y, por lo tanto, son incapaces de generar una
ventaja competitiva basada en la innovación. La gran
mayoría no cuenta con conocimientos de gestión,
así que tampoco pueden competir con formas
organizacionales o de comercialización novedosas. En pocas
palabras, las microempresas no son competitivas, lo que significa
que no cubren uno de los requisitos básicos para
participar en mercados globalizados.

Eso por el lado de las propias microempresas, pero es
que tanto la globalización como sus aliados, los acuerdos
comerciales, constituyen un proceso que ha sido creado por y para
las empresas multinacionales. Como hemos podido constatar, la
búsqueda de acuerdos comerciales ha llevado a todos los
gobiernos de América Latina a impulsar programas para
incentivar que ciertas grandes empresas se incorporen
exitosamente al proceso de globalización. Pero,
¿cuál de esas políticas ha involucrado a las
microempresas?, en realidad ninguna.

Los acuerdos comerciales que los países firman
responden a las necesidades y exigencias de las EMN"s, pero esto
no significa que esté cancelado el camino a unidades
económicas que no sean multinacionales; en todo caso, lo
que sí está claro es que, dado que las
microempresas son incapaces de ser competitivas,
automáticamente quedan excluidas de los circuitos
empresariales que se mueven en el entorno de la
globalización.

Al respecto, estaríamos de acuerdo con Ubernel
cuando asegura que "las microempresas …ejercen la
función de ocupar espacios sociales y económicos
que deja la gran empresa, reemplazan los objetivos empresariales
que el sector moderno es incapaz de cumplir y sirven como puente
del flujo migratorio de un gran torrente de mano de obra
compuesta por jóvenes desocupados que se capacitan
empíricamente con potencial de vincularse a la gran
industria y por mano de obra veterana que es expulsada o retirada
de la gran industria." (Ubernel, 1997)

En este sentido podemos decir que la
globalización contiene un modelo de acumulación
específico que establece claramente una
jerarquización para el acceso a sus beneficios; en la
parte central estarán las multinacionales, un poco hacia
el exterior otras empresas de tipo nacional, que pueden ser
grandes, medianas y eventualmente hasta pequeñas, que solo
logran beneficios secundarios de la globalización;
finalmente, en la periferia, estarían los excluidos,
allí es donde localizamos a la inmensa mayoría de
las microempresas, sean estas formales o informales.

Con lo dicho hasta ahora podemos ver que no tiene mucho
sentido preguntarnos ¿cuáles son las oportunidades
que plantea la globalización a las microempresas?, porque
más que una oportunidad, la globalización parece
constituir la mayor amenaza que han enfrentado jamás las
microempresas. La razón es que no podría ser
más antagónica la naturaleza de ambos
fenómenos. Por eso, parece que nuestra primera pregunta
mas bien debería plantear si es que las microempresas
pueden seguir existiendo en un entorno globalizado.

Después de lo que hemos venido diciendo en este
documento, parecería que una respuesta rápida nos
llevaría a decir que no; sin embargo, esto sería un
grave error, porque decir que las microempresas no tienen cabida
en los círculos de la globalización no significa
que no puedan construir y operar en su propio espacio. No
olvidemos que, por más que los promotores de la
globalización se afanen en querernos convencer de que
eventualmente todos quedaremos atrapados en ella y estaremos
obligados a movernos bajo sus reglas, en realidad siempre quedan
los espacios que no necesariamente se rigen por las mismas
normas.

Como ejemplo baste decir que, dado que una de las
características fundamentales de la globalización
implica el uso intensivo de las telecomunicaciones y la
informática, es claro que, aquellas personas y empresas
que no cuenten con esta tecnología, sencillamente
están fuera de la globalización; pero eso no
significa que dejen de existir. Solo significa, que quedan
excluidos de la globalización. Pero el fenómeno de
la exclusión no es nuevo ni exclusivo de la
globalización, como bien saben buena parte de los
pobladores de América Latina, en todo caso, lo que la
globalización hace es ahondar las asimetrías
propias de la sociedad capitalista, profundizando la brecha entre
pobres y ricos, así como entre países desarrollados
y no desarrollados y, por supuesto, entre empresas competitivas y
empresas no competitivas.

El espacio de las
microempresas. Una propuesta alternativa

Una vez aclarado que la globalización no es un
espacio para las microempresas, nos preguntamos
¿cuál será entonces su espacio?

La respuesta viene de la mano de las propias
características de las microempresas, que las excluyen del
proceso globalizador. Es decir, el espacio natural de las
microempresas se sitúa en aquellos mercados y
población que no son absorbidos por la
globalización o que, aun cuando puedan desarrollar algunas
de sus actividades bajo los patrones globalizados, todavía
queda una parte de su vida y dinámica económica
exenta de la globalización. Ese es el espacio de las
microempresas.

Nos situamos entonces en los mercados locales, incluso
de barrio o vecinales; aunque eso significa que se trata de
mercados reducidos, muchas veces con limitada capacidad
adquisitiva, pero con la virtud de que, por más que la
globalización siga avanzando por todo el mundo, nunca
dejarán de existir. La cuestión entonces no
entonces no es si pueden o no existir las microempresas en un
entorno globalizado, sino ¿cómo mejorar sus
condiciones de desempeño y aminorar los continuos embates
que reciben por parte de los mercados globalizados.

El capitalismo global se basa en el individualismo,
otorgando la supremacía del interés individual
sobre el colectivo. Pero no tenemos por qué aceptar esto
simplemente como inevitable. Podemos y debemos buscar un enfoque
alternativo, que predique una relación más sana del
hombre con su entorno, orientado más hacia el desarrollo
integral. El camino, desde nuestro punto de vista, es la
organización, para trabajar, producir y comercializar de
manera asociativa. Estamos hablando, específicamente, de
la conformación de asociaciones o redes
socio-empresariales que en principio pueden ser de supervivencia,
pero que perfectamente se pueden constituir en redes de
colaboración para lograr el éxito
económico.

En el sector de la microempresa las redes son vitales y
su afán no es solo económico, sino que intervienen
valores como la solidaridad, la conformación de capital
social. Las redes sirven para la transferencia de
tecnología, el acceso a materias primas, traspaso de
información, acciones productivas conjuntas,
contratación de fuerza de trabajo y
comercialización. Por estos vasos comunicantes transita
información respecto de maquinaria, herramientas, equipos,
formas de producción y diseño de modelos.
También comunican sobre instituciones que dan
crédito, programas de asistencia del Estado, comercios
donde colocar sus productos y otros intereses. Comparten datos
acerca de calidad de materias primas, lugares para obtenerla
cuando hay escasez, precios y facilidades. En algunos casos se
prestan insumos, para que sus colegas pueden hacer frente a un
pedido cuando no tienen dinero. El ámbito más
notorio del papel de las redes es el de la
comercialización, la clave de la comercialización,
en todos los casos, es la red de clientes que va
constituyéndose (Beluche, 1998).

Frente a la competencia perversa y el individualismo de
la globalización, parece que fomentar la solidaridad, la
ayuda mutua y la acción colectiva puede resultar una
excelente alternativa de defensa de las microempresas. Como
aseguran Dávalos y Espinel (s/a), "[l]a agremiación
en cooperativas, cámaras y círculos de
gestión, producción o comercialización
conjunta han sido las respuestas más efectivas para
compensar las deficiencias de escala de estas empresas. La
asociatividad que ha jugado un importante papel de apoyo es
aquella que va dirigida no al intercambio social o a constituirse
en un grupo de reclamo de subsidios o atenciones especiales, sino
la que se utiliza como un vehículo para alcanzar
económicamente los servicios empresariales requeridos por
las empresas.

En concreto, nuestra propuesta es que las microempresas
busquen asociarse en redes de colaboración empresarial,
que pueden variar desde las cooperativas, agrupaciones
autogestionarias, cámaras, etcétera, con el fin de
sacar fortaleza de sus propias debilidades. Parece difícil
que la globalización pueda llevarlas a la
extinción; pero si se mantienen aisladas y con un
afán puramente mercantil y de competencia, sus
posibilidades de supervivencia, individual, son francamente
limitadas.

Referencias

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Ubernel, J. (1997). Una misión posible:
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Colombia
, Bogotá-Colombia, Departamento Nacional de
Planeación.

 

 

Autor:

Pablo Turmero

 

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