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Los “nuevos” pobres, de los países ricos (un relato trágico de la crisis) (I) (página 3)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

Es muy, muy silencioso. El ruido más fuerte es el
sonido de un ascensor hidráulico utilizado para reemplazar
bombillas. El contraste con la manufactura tradicional es fuerte:
casi no hay ruido, casi no hay mugre, hay poco esfuerzo
físico. Y los requisitos para los trabajadores son muy
diferentes.

"Hay que tener personas listas que ayudan a construirla
de abajo a arriba", dice el presidente de AMI, Aaron Crum. "No
forjamos más las cosas. Usamos láser para cortar
metal, extrudamos cerámica, hacemos cosas que son
diferentes. Y entonces, por eso, necesitamos una fuerza laboral
distinta para hacerlo realidad".

En Estados Unidos, la industria manufacturera
está experimentando la misma revolución
tecnológica que envió a los trabajadores de la
agricultura a la industria al final del siglo XIX, dice Lou
Glazer, del grupo consultor Michigan Future Inc.

En los años 50, dice, los trabajos de
fábrica correspondían a un tercio del trabajo total
en Estados Unidos. Ahora son menos del 10%. Aunque el empleo
industrial ha aumentado ligeramente en los últimos meses
-añadiendo 30.000 empleos desde marzo- los beneficios
palidecen junto a las pérdidas de la última
década. En diez años han desaparecido 3,5 millones
de empleos en el sector, lo que lleva el total a poco menos de 12
millones.

Pero mientras el empleo ha caído, la
productividad se ha disparado. No en vano, la Asociación
Nacional de Manufactureros de Estados Unidos se precia de que los
trabajadores de fábrica estadounidenses sean "los
más productivos del mundo".

A unos 30 minutos en auto de la planta de AMI
está el fantasma del pasado manufacturero: Willow Run. Es
una planta increíblemente grande con más de 460.000
metros cuadrados, que alguna vez produjo aviones bombarderos
Liberator, luego autos Kaiser, luego transmisores y cuerpos de
vehículos para General Motors.

Willow Run cerró en 2010 cuando General Motors
quebró y buena parte de la fábrica es un
recordatorio impresionante de lo que era la manufactura: pesadas
prensas del tamaño de una casa de tres pisos se llenan de
polvo, los corredores serpentean sin fin aparente hacia la
penumbra y el aire es denso por el olor del aceite para
máquinas.

Reunidos en una mesa en un restaurante cercano, antiguos
trabajadores de Willow Run recuerdan sus primeros días en
la planta. Ahora cuando tienen alrededor de 50 años, ellos
explican cómo consiguieron el trabajo en la planta. "No se
necesitaba un diploma de secundaria", dice Sterling Mullins. "Uno
sólo debía ser un buen trabajador", dice Gerry
Gardner, "y debía ir todos los días, pues no era un
trabajo fácil".

Tom White creció en una finca, "así que
las habilidades que tenía no eran muy aplicables". Era la
época en que la manufactura servía a los hombres
poco educados para incluirse en la clase media industrial de
Estados Unidos. "Uno podía meter a los hijos a la
universidad, teníamos un par de semanas de vacaciones",
dice Gardner. "Y uno tenía suficiente dinero para salir a
comprar un auto nuevo. No éramos ricos -no conduzco un
Rolls Royce ni nada- pero sí me compré un auto de
General Motors".

Los trabajos manufactureros todavía son bien
remunerados, con un promedio en 2010 de US$ 77.186 en pagos y
beneficios. Pero hay muchos menos y están cambiando,
según Glazer, el consultor. "La vía hacia el
trabajo masivo de clase media se ha ido", dice. "El único
trabajo de fábrica con altos salarios va a ser para
personas que pueden programar y mantener máquinas. Ese
trabajo va a ser bien remunerado pero requiere habilidades
más desarrolladas".

Estados Unidos todavía es un jugador importante
en la industria manufacturera. Más del 18% de la
producción global manufacturera viene de fábricas
estadounidenses. E incluso aunque la manufactura en Estados
Unidos ha tropezado un poco recientemente a causa de la
caída en órdenes de trabajo desde la eurozona,
muchos de los fabricantes de Michigan son optimistas sobre el
futuro.

Pero el genio no puede volver a meterse en la botella.
La manufactura en Estados Unidos ya cambió y
continuará cambiando, presionada por un lado por la
tecnología y por el otro por la globalización.
Será muy difícil que los trabajadores
estadounidenses menos hábiles obtengan un estilo de vida
similar al que obtuvo la generación que los
precedió.

Para los partidarios de los sistemas privados de
pensiones (favor tomar nota)

– El "agujero" de las pensiones en EEUU (El Confidencial
2/10/12)

(Por Ignacio Sarría) Lectura
recomendada

Uno de los aspectos que cada vez
preocupan más a los ciudadanos estadounidenses,
especialmente aquellos que se aproximan a su edad de
jubilación, es la solvencia de sus planes de pensiones.
Este problema, que continuamente se relaciona con Europa y con la
insolvencia del estado de bienestar, también es un
quebradero de cabeza al otro lado del
Atlántico.

Los mayores cien fondos de pensiones
americanos de empleados públicos gestionaban a final de
2011 un total de 2.700 millones de dólares, lo que supone
aproximadamente dos veces el PIB español. Según los
últimos análisis actuariales de los fondos
públicos, se estima que existe un "agujero" de un 25%
entre el valor de los activos bajo gestión y las
obligaciones de pago a futuros pensionistas
.

El problema de financiación de los fondos de
pensiones no es nuevo, pero se agravó de forma
considerable tras la crisis crediticia del 2007, lo que
aumentó el déficit de las pensiones americanas
pasando de un 15% a un 25%.

Según los expertos, los fondos
de pensiones tienen que alcanzar niveles de rentabilidad anuales
superiores al 7% para poder hacer frente en un futuro a sus
obligaciones
de pago con los pensionistas. Sin embargo, la
rentabilidad media de los fondos de pensiones americanos durante
la última década ha sido de un 5.6% anual, muy por
debajo del 7-8% deseado para corregir el "agujero" de
financiación.

El entorno actual de los tipos de interés, que
tal como ha anunciado la Fed recientemente "estarán
cercanos a cero hasta mediados del 2015", tampoco ayuda a mejorar
la solvencia financiera de las pensiones americanas.

Una de las estrategias por la que han adoptado la
mayoría de los gestores en Estados Unidos es la de
aumentar su exposición a activos alternativos con
expectativas de rentabilidad superiores para poder alcanzar el
deseado 7-8% retorno anual.

Si comparamos el "asset allocation" de 2007 con el
actual, los fondos de pensiones han pasado de invertir un 60% en
renta variable a un 50%, han mantenido un 25% en renta fija y las
inversiones alternativas en activos "menos líquidos" como
private equity, inmobiliario y hedge funds han pasado de un 12%
en 2007 a un 20% de media en la actualidad.

Los mayores cien fondos de pensiones públicos
americanos están destinando de media un 8% a invertir en
private equity, un 6% en el sector inmobiliario y un
3-4% a hedge funds para poder corregir de forma progresiva su
déficit de financiación.

Esta tendencia que se dio a conocer a
finales de los ochenta por los endowments de prestigiosas
universidades americanas como Princeton, Harvard y Yale,
invirtiendo hasta un 50% en inversiones alternativas es cada vez
más popular entre los inversores institucionales. Los
modelos tradicionales de inversión no funcionan,
por
lo menos para garantizar que los americanos cobren sus
pensiones.

Habrá que esperar unos años para analizar
los resultados de esta política de inversión
más "arriesgada" de los fondos de pensiones para superar
sus problemas de financiación, en un entorno de mercado
donde los modelos tradicionales de renta variable y renta fija no
son suficientes para alcanzar las rentabilidades deseadas. La
búsqueda de rentabilidades atractivas invirtiendo una
parte de la cartera en "activos ilíquidos" es una
estrategia cada vez más asumida entre los grandes fondos
de pensiones americanos.

El desapalancamiento del hogar estadounidense (Fedea –
8/10/12) Lectura recomendada

(Por Tano Santos)

Monografias.com

Gráfico I: EE.UU.: Crédito total a los
hogares: Tasas de crecimiento intertrimestral anualizada (%)
nominal y real (utilizando el deflactor del PIB) del
crédito total a los hogares. Datos Anuales de 1977 a 2005
y trimestrales desestacionalizados de 2006Q1 a 2012Q2. Fuente:
Flow of Funds Accounts of the US (Federal Reserve Board) y el
deflactor del PIB es del Bureau of Economic Analysis.

Monografias.com

Gráfico II: EE.UU.: Crédito hipotecario a los
hogares: Tasas de crecimiento intertrimestral anualizada (%)
nominal y real (utilizando el deflactor del PIB) del
crédito hipotecario a los hogares. Datos Anuales de 1977 a
2005 y trimestrales desestacionalizados de 2006Q1 a 2012Q2.
Fuente: Flow of Funds Accounts of the US (Federal Reserve Board)
y el deflactor del PIB es del Bureau of Economic Analysis.

Monografias.com

Gráfico III: EE.UU.: Crédito al consumo a
los hogares: Tasas de crecimiento intertrimestral anualizada (%)
nominal y real (utilizando el deflactor del PIB) del
crédito al consumo a los hogares. Datos anuales de 1977 a
2005 y trimestrales desestacionalizados de 2006Q1 a 2012Q2.
Fuente: Flow of Funds Accounts of the US (Federal Reserve Board)
y el deflactor del PIB es del Bureau of Economic
Analysis.

Hemos discutido aquí en alguna ocasión que
parte de la historia de esta crisis es precisamente el
"reequilibrio" de la economía estadounidense que ha visto
un incremento notabilísimo del porcentaje que al PIB
contribuye el consumo final privado desde mediados de los
años 80. Parte importante del crecimiento estadounidense
es precisamente este apalancamiento del hogar estadounidense,
este traerse consumo del futuro al presente que tanto ha
estimulado la actividad económica no sólo en los
EEUU, sino en el mundo entero ya que se ha traducido en fuerte
desequilibrio de la balanza comercial
también…

Las brechas en oportunidad y logros educativos por
ingreso imponen el equivalente de una recesión permanente
de 3-5% del PBI en la economía estadounidense

Los "efectos colaterales" de la pobreza: el desempleo y
la brecha de habilidades

– Cómo achicar el déficit de empleos de
Estados Unidos (Project Syndicate – 15/10/12)

(Por Laura Tyson) Lectura recomendada

Berkeley.- Los datos más recientes de desempleo
en Estados Unidos confirman que la economía estadounidense
sigue recuperándose de la Gran Recesión de
2008-2009, a pesar de la desaceleración que aqueja a las
otras naciones del G-20. Por cierto, el ritmo del crecimiento del
empleo en el sector privado, en rigor de verdad, ha sido mucho
más fuerte durante esta recuperación que durante la
recuperación de la recesión de 2001, y es
comparable a la recuperación de la recesión de
1990-1991.

Durante los últimos 31 meses, el
empleo en el sector privado ha crecido en 5,2 millones y la tasa
de desempleo ha caído por debajo del 8% por primera vez en
casi cuatro años. Pero la tasa de desempleo sigue estando
más de dos puntos porcentuales por encima del valor a
largo plazo que la mayoría de los economistas consideran
normal cuando la economía está operando casi en su
potencial.

Es más, la cantidad de desempleados de larga data
(27 semanas o más) es aproximadamente el 40% del total -el
porcentaje más bajo desde 2009, pero aun así mucho
más alto que en las recesiones anteriores desde la Gran
Depresión, y cerca del doble de lo que sería en un
mercado laboral normal-. De modo que el mercado laboral de
Estados Unidos, si bien se está recuperando,
todavía está muy lejos de donde debería
estar.

Esto es en parte porque las
pérdidas de empleos durante la Gran Recesión fueron
tan grandes -el doble que en las recesiones previas desde la Gran
Depresión-. En términos de la historia
económica de Estados Unidos, lo que es anormal no es el
ritmo del crecimiento del empleo en el sector privado desde que
terminó la recesión de 2008-2009, sino más
bien la extensión y el alcance de la recesión en
sí misma.

El decrecimiento fue una recesión distintiva de
balances que causó caídas considerables en la
riqueza de los hogares y necesitó un desapalancamiento
doloroso. La demanda, coherente con las recuperaciones de esas
recesiones, ha crecido lentamente, a pesar de un estímulo
fiscal y monetario sin precedentes, y eso explica por qué
la tasa de desempleo sigue alta. Por cierto, las empresas citan
la incertidumbre respecto de la fortaleza de la demanda, no la
incertidumbre en cuanto a la regulación o las cargas
fiscales, como el factor principal que retrasa la creación
de empleo.

La demanda del sector público también se
ha contraído, debido al deterioro de los presupuestos de
los gobiernos estatales y locales. Como resultado, el empleo
público, que normalmente aumenta durante las
recuperaciones, ha contribuido marcadamente al alto nivel de
desempleo durante los últimos tres años. A pesar de
un repunte modesto en los últimos tres meses, el empleo
gubernamental está 569.000 por debajo de su nivel de junio
de 2009 -un mínimo de 30 años como porcentaje de la
población civil adulta-. Según cálculos de
Hamilton Project, si este porcentaje estuviera en su promedio de
1980-2012 de aproximadamente 9,6% (a decir verdad fue superior
entre 2001 y 2007), habría aproximadamente 1,4
millón más de empleos en el sector público y
la tasa de desempleo rondaría el 6,9%.

Informes recientes sugieren que existen más de
tres millones de vacantes laborales no cubiertas, y
aproximadamente el 49% de los empleadores sostienen que les
resulta difícil ocupar los puestos, especialmente en los
sectores de tecnología de la información,
ingeniería y tareas calificadas. Esto ha avivado la
especulación de que un "desajuste" entre las capacidades
de los trabajadores y las necesidades de los empleados es un
factor importante detrás de la elevada tasa de
desempleo.

Sin embargo, la evidencia que respalda esta
visión es escasa. La relación entre la tasa de
desempleo y la tasa de oferta de trabajo es coherente con los
patrones registrados en recuperaciones anteriores. Tampoco hay
nada inusual respecto del tamaño de los desajustes entre
los puestos vacantes y la disponibilidad de trabajadores por
industria.

Estos desajustes industriales aumentan durante las
recesiones, lo que refleja una mayor agitación en el
mercado laboral ya que los trabajadores se desplazan entre
sectores que se achican y se expanden, pero caen a medida que la
economía se recupera. Este patrón también
caracteriza la recuperación actual, y los datos recientes
sugieren que los desajustes entre la demanda y la oferta de mano
de obra por industria regresan a los niveles previos a la
recesión.

Sin embargo, conforme la economía
estadounidense se recupera, el cambio tecnológico se
acelera, avivando la demanda de más habilidades en un
momento en el que los niveles de formación de la fuerza
laboral se han estancado. Esta es la verdadera brecha de
habilidades que existía antes de la Gran Recesión,
y que empeora con el tiempo.

La brecha se manifiesta en tasas de
desempleo mucho más altas para trabajadores con estudios
secundarios que para trabajadores con formación
universitaria en cada etapa del ciclo comercial. La brecha
también se observa en una desigualdad significativa -y
creciente- entre los ingresos de los trabajadores con estudios
secundarios y aquellos con un título universitario o
superior.

Las alzas de los ingresos han sido
particularmente fuertes para aquellos trabajadores con
títulos terciarios, mientras que los salarios reales de
los trabajadores con estudios secundarios, especialmente hombres,
han caído marcadamente. A los trabajadores con bajos
niveles de formación les está resultando cada vez
más difícil encontrar empleos bien remunerados en
cualquier sector, incluso cuando la economía está
funcionando casi a su capacidad plena.

Estados Unidos fue el líder
mundial en tasas de estudios secundarios y universitarios
completos durante gran parte del siglo XX. Hoy está
ubicado en el medio de los países de la OCDE.

Un factor importante detrás de
esta caída relativa ha sido la imposibilidad del sistema
escolar estadounidense de asegurar una educación de alta
calidad para los norteamericanos desventajados, particularmente
hijos de hogares pobres, minoritarios e inmigrantes.
Según el censo más reciente, aproximadamente un
25% de los niños de menos de seis años viven en la
pobreza
. Estos niños tienen menos probabilidades de
acceder a programas en su niñez temprana que los preparen
para la escuela, y tienen más probabilidades de asistir a
escuelas que tienen ratios estudiantes/maestros elevadas y que no
pueden atraer y retener maestros calificados.

Como resultado de estos y otros problemas, el estudiante
secundario promedio en Estados Unidos recibe una
preparación inadecuada en temas centrales como escritura,
matemáticas y razonamiento analítico, lo que a su
vez reduce la inscripción universitaria y las tasas de
estudios completos. La experiencia estadounidense es coherente
con la evidencia de la OCDE de que los estudiantes de
países con una mayor desigualdad de ingresos obtienen
peores resultados en las pruebas de logro académico. Y un
estudio reciente de McKinsey sugiere que las brechas en
oportunidad y logros educativos por ingreso imponen el
equivalente de una recesión permanente de 3-5% del PBI en
la economía estadounidense.

Para resolver estas brechas, Estados
Unidos debe fomentar la formación educativa de los
trabajadores actuales y futuros. Esto implica invertir más
en educación en todos los niveles -en programas de
educación en la niñez temprana, escuelas primarias
y secundarias, universidades comunitarias, programas de
institutos profesionales para empleos específicos en
sectores específicos y ayuda financiera para la
educación superior. Por sobre todo, implica solucionar las
disparidades de ingresos en la oportunidad y el logro
educativo.

(Laura Tyson, a former chair of the US President's
Council of Economic Advisers, is a professor at the Haas School
of Business at the University of California, Berkeley)

La transmisión intergeneracional de la
pobreza

– Las generaciones perdidas (Project Syndicate –
24/10/12) Lectura recomendada

(Por Jeffrey D. Sachs)

Nueva York.- El éxito económico de un
país depende de la educación, las aptitudes y la
salud de su población. Cuando sus jóvenes
están sanos y bien educados, pueden encontrar empleos bien
remunerados, lograr la dignidad y conseguir ajustarse a las
fluctuaciones del mercado laboral mundial. Las empresas invierten
más cuando saben que sus trabajadores serán
productivos. Sin embargo, muchas sociedades de todo el mundo no
cumplen con el imperativo de garantizar una salud básica y
una educación decorosa para todas las generaciones de
niños.

¿Por qué no se cumple con
el imperativo de la educación en tantos países?
Algunos son, sencillamente, demasiado pobres para disponer de
escuelas decorosas. Los propios padres pueden adolecer de una
educación insuficiente, lo que les impide ayudar a sus
hijos más allá del primer o segundo año de
escuela, con lo que el analfabetismo y la falta de conocimientos
básicos de aritmética se transmiten de una
generación a la siguiente. La situación más
difícil es la de las familias numerosas (de seis o siete
hijos, pongamos por caso), porque los padres invierten poco en la
salud, la nutrición y la educación de cada uno de
los hijos.

Sin embargo, también los países ricos
fallan. Los Estados Unidos, por ejemplo, permiten cruelmente el
sufrimiento de sus niños más pobres. Los pobres
viven en barrios pobres con escuelas pobres. Con frecuencia los
padres están desempleados, enfermos, divorciados o incluso
encarcelados. Los niños quedan atrapados en un persistente
ciclo generacional de pobreza, pese a la riqueza general de la
sociedad. Con demasiada frecuencia, los niños que se
crían en la pobreza acaban siendo adultos
pobres.

Un nuevo y notable documental, The house I Live In ("La
casa en la que vivo"), muestra que el caso de los Estados Unidos
es incluso más triste y cruel, a consecuencia de unas
políticas desastrosas. Hace unos cuarenta años, los
políticos de los Estados Unidos declararon una "guerra a
las drogas" aparentemente para luchar contra el uso de drogas
adictivas como la cocaína. Sin embargo, como muestra
claramente el documental, la guerra contra las drogas se
convirtió en una guerra contra los pobres, en particular
los grupos minoritarios pobres.

En realidad, la guerra contra las drogas provocó
la encarcelación en masa de jóvenes pobres de
grupos minoritarios. Actualmente en los Estados Unidos hay 2,3
millones de personas encarceladas en todo momento, una mayor
parte de los cuales son pobres que fueron detenidos por vender
drogas para poder costearse su adicción. A consecuencia de
ello, los EEUU han acabado con la tasa más elevada de
encarcelación del mundo: ¡la escandalosa de 743
personas por 100.000 habitantes!

El documental retrata un mundo de pesadilla, en el que
la pobreza de una generación se transmite a la siguiente,
con la facilitación del proceso por la cruel, costosa e
ineficiente "guerra contra las drogas". Los pobres, con
frecuencia afroamericanos, no pueden encontrar empleos o han
vuelto del servicio militar sin aptitudes ni contactos laborales.
Caen en la pobreza y se entregan a las drogas.

En lugar de recibir asistencia social y médica,
son detenidos y convertidos en delincuentes. A partir de ese
momento, no cesan de entrar y salir del sistema penitenciario y
tienen pocas posibilidades de conseguir jamás un puesto de
trabajo legal que les permita escapar de la pobreza. Sus hijos
crecen sin un padre en casa… y sin esperanza ni apoyo. Los
hijos de los usuarios de drogas con frecuencia llegan a serlo, a
su vez; también ellos acaban con frecuencia en la
cárcel o sufren violencia o una muerte
temprana.

Lo demencial de esta situación es
que los EEUU no han advertido una evidencia… y durante
cuarenta años. Para acabar con el ciclo de la pobreza, un
país debe invertir en el futuro de sus hijos, no en el
encarcelamiento de 2.3 millones de personas al año, muchas
de ellas por delitos no violentos que son síntomas de
pobreza.

Muchos políticos son
cómplices entusiastas de esa locura. Juegan con los miedos
de la clase media, en particular con el miedo de la clase media a
los grupos minoritarios, para perpetuar ese extravío de
las medidas sociales y el gasto estatal.

La cuestión general es la
siguiente: a los gobiernos corresponde un papel excepcional para
velar por que todos los jóvenes de una generación
-los niños pobres igual que los ricos- tengan una
oportunidad. Si no existen programas estatales sólidos y
eficaces que apoyen la enseñanza y la atención de
salud de la máxima calidad y la nutrición adecuada,
no es probable que un niño pobre se libre de la pobreza de
sus padres.

Ése es el genio de la "democracia
social", la filosofía cuya adelantada fue Escandinavia,
pero que también se ha plasmado en muchos países en
desarrollo, como, por ejemplo, Costa Rica. La idea es sencilla y
sólida: todas las personas merecen una oportunidad, por lo
que la sociedad debe ayudar a todo el mundo a conseguirla. Lo
más importante es que las familias necesitan ayuda para
criar a niños sanos, bien alimentados y educados. Las
inversiones sociales son importantes, se financian con impuestos
altos, que los ricos pagan de verdad, en lugar de
evadirlos.

Ése es el método
básico de acabar con la transmisión
intergeneracional de la pobreza. Un niño pobre en Suecia
tiene subsidios desde el principio. Sus padres tienen una
licencia de maternidad o paternidad para ayudarlos a criar al
niño. Además, el Estado brinda guarderías de
la máxima calidad, lo que permite a la madre -por saber
que el niño se encuentra en un ambiente seguro– volver al
trabajo. El Estado vela por que todos los niños tengan una
plaza en la enseñanza preescolar, a fin de que
estén listos para la escolarización oficial a la
edad de seis años, y la atención de salud es
universal, para que el niño pueda criarse sano.

Así, pues, una
comparación entre los EEUU y Suecia es reveladora. Si
recurrimos a datos y definiciones comparables facilitados por la
Organización de Cooperación y Desarrollo
Económicos, vemos que los EEUU tienen una tasa de pobreza
del 17,3 por ciento, el doble, aproximadamente, de la de Suecia,
que es del 8,4 por ciento. Y la tasa de encarcelación de
los Estados Unidos es diez veces la de Suecia, que asciende a 70
personas por 100.000 habitantes. Los Estados Unidos son, por
término medio, más ricos que Suecia, pero el
desfase en ingresos entre los más ricos y los más
pobres de los Estados Unidos es mucho mayor que el de Suecia y
los EEUU tratan a sus pobres con una actitud punitiva y no de
apoyo.

Una de las realidades escandalosas de
los últimos años es la de que los Estados Unidos
tienen ahora el menor grado de movilidad social de los
países con grandes ingresos. Lo más probable es que
los niños nacidos pobres sigan siendo pobres y que los
niños nacidos en la abundancia sean adultos
acomodados.

Esa distancia entre generaciones
equivale a un profundo despilfarro de talentos humanos. Los
Estados Unidos pagarán el precio a largo plazo, a no ser
que cambien de rumbo. La inversión en sus niños y
jóvenes brinda el mayor rendimiento que una sociedad puede
obtener, tanto económica como humanamente.

(Jeffrey D. Sachs, Director of the United Nations
Millennium Project from 2002 to 2006, is a professor at Columbia
University, Director of its Earth Institute, and a special
adviser to UN Secretary-…)

Las asimetrías provocadas (la desigualdad
proviene de decisiones políticas)

– La rebelión de los ricos y su "teoría de
la fuente del poder" (El Confidencial – 9/11/12)

(Por Miguel Ayuso) Lectura recomendada

A principios del siglo XIX Estados Unidos
presumía de ser una de las sociedades más
igualitarias del planeta. En una carta fechada en 1814 Thomas
Jefferson aseguraba que en su país no había pobres:
"La mayor parte de nuestra población es trabajadora;
nuestros ricos, que pueden vivir sin trabajar, son pocos, y
tienen una riqueza moderada. La mayoría de la clase
trabajadora tiene propiedades, cultiva su propia tierra, tiene
una familia, y puede establecer precios competitivos que les
permiten alimentarse abundantemente, vestir muy por encima de la
mera decencia, trabajar moderadamente y criar a sus familias".
Para Jefferson esta equidad era la esencia misma del
recién independizado país: "¿Puede ser
cualquier estado de la sociedad más deseable?"

El tercer presidente de los Estados Unidos estaba
obviando la situación de toda la población
afroamericana que vivía en la esclavitud pero, al margen
de esto, tenía razón en una cosa: pese a lo que
podría parecer, la sociedad estadounidense del siglo XIX
era relativamente igualitaria en términos
económicos. Mucho más que hoy en día. Tras
el revulsivo que supuso la revolución industrial, donde
una gran oligarquía controlaba toda la producción,
y la desigualdad alcanzó una de sus cotas más
altas, la situación fue estabilizándose hasta los
años ochenta del siglo XX. Desde entonces, la brecha entre
ricos y pobres no ha dejado de crecer: entre 1980 y 2007 la
desigualdad ha aumentado en un escandaloso 135%. Hoy en
día, en EEUU, el 1% de la población controla el
23,5% de la riqueza. Y las cifras son similares en el resto de
los países industrializados. En España, en 2008, el
1% más rico de la población controlaba el 18,3% de
la riqueza del país (Davies, J., Sandström, S.,
Shorrocks, A., y Wolff, E., 2008).

Este auge de la desigualdad es el que
trata de analizar un nuevo estudio, "The Rise of the Super-Rich"
("El auge de los súper-ricos") publicado en la revista
American Sociological Review, que, centrándose en
el caso estadounidense, asegura que, a partir 1980, los ricos
supieron imponer sus criterios en el Congreso, los sindicatos
perdieron fuelle, disminuyeron los impuestos a las rentas altas
y, en definitiva, el 1% más adinerado no dejó de
acumular riqueza, mientras el resto de la sociedad la
perdía. Una tendencia que no ha disminuido ni un
ápice desde entonces, y que es similar a la que
están viviendo las sociedades europeas.

La desigualdad vuelve a niveles de la era
industrial

La situación no es nueva. Con la llegada de la
industrialización se vivió una situación
parecida en todo el mundo occidental: la brecha de la desigualdad
creció enormemente, auspiciada por gobiernos y
élites. Entre 1913 y hasta que finalizó la II
Guerra Mundial, el 1% de la población acumuló entre
el 11,3% y el 23,9% de la riqueza de Estados Unidos. Tal como el
propio Franklin D. Roosevelt argumentó en un discurso en
1932, durante una reunión de la Commonwealth, la
revolución industrial había sido posible "gracias a
un grupo de titanes financieros cuyos métodos no
habían sido examinados con demasiado cuidado". El
presidente justificó esto tirando de pragmatismo, en su
opinión Estados Unidos tenía el derecho de aceptar
esta realidad "agridulce". El resultado, tal como
reconocía el propio presidente, era que la igualdad de
oportunidades había desaparecido.

En 1928 la diferencia entre ricos y
pobres de Estados Unidos alcanzó su cenit: el 1% de la
población controlaba cerca del 25% de la riqueza. Desde
entonces, pese a la "agridulce" visión de Roosevelt, la
brecha empezó a disminuir. La lucha por los derechos
civiles, los sindicatos -que pese la represión de la
Guerra Fría tuvieron una gran fuerza en los Estados
Unidos- y, en definitiva, la extensión de cierto estado
del bienestar, lograron que en 1975 la diferencia entre ricos y
pobres disminuyera notablemente: en 1975 el 1% más rico
"solo" acumulaba el 8,9%. La brecha había disminuido en un
63%. La situación ha dado un vuelco desde entonces, al
menos a nivel estadístico: ¿Qué ha ocurrido
en los últimos 30 años para que la brecha de la
desigualdad sea similar a la de la revolución
industrial?

El ejemplo veneciano

Para la experiodista del Financial
Times
y actual redactora jefe de Reuters, Chrystia Freeland,
el hecho de que la brecha entre ricos y pobres sea la mayor desde
la época dorada de la industrialización no es
accidental: "Ahora, como entonces, los titanes están
buscando tener una mayor presencia en la política, que
coincida con su poder económico. Ahora, como entonces, el
peligro inevitable reside en que van a confundir su propio
interés con el del bien común". Esta es la
teoría que traza en su último libro,
Plutocrats: The Rise of the New Global Super-Rich and the
Fall of Everyone Else
("Plutócratas: el auge de los
nuevos súper-ricos globales y la caída del resto
del mundo", Pinguin Press).

Para Freeland la situación que estamos viviendo
se parece en gran medida a la que se dio en la República
de Venecia en el siglo XVI, y que acabó para siempre con
la prosperidad de la ciudad de los canales. Una lección
histórica que utiliza para ilustrar el peligro al que nos
enfrentamos si no se trata de atajar rápidamente esta
desigualdad.

A principios del siglo XIV Venecia era una de las
ciudades más ricas de Europa. Su sistema económico
se regía por la colleganza, una forma
básica de sociedad anónima, creada para financiar
una expedición comercial. Estas primeras empresas
tenían una particularidad esencial, estaban abiertas a
todo el mundo, lo que permitía a cualquier emprendedor
participar en las finanzas junto a hombres de negocios ya
establecidos, que financiaban sus viajes comerciales.

Este sistema llevó a la prosperidad a la
República Veneciana, que se convirtió en el centro
neurálgico del comercio mundial. En 1315, justo cuando
Venecia se encontraba en el punto más alto de su poder
económico, las personas más adineradas de la
República presionaron para que se legislara a su favor. Se
creó un veto oficial a la movilidad social, El libro de
oro, un registro de la nobleza, que dejaba fuera del sistema a
todo aquel que no estuviera inscrito en el mismo.

Bajo el control de los oligarcas Venecia empezó a
recortar las oportunidades económicas de la
población general y la prosperidad de la República
entró en barrena. La ciudad se estancó: en 1500 la
población de la ciudad era menor que la que tenía
en 1330. Nunca volvió a recuperar su esplendor.

La desigualdad proviene de decisiones
políticas

El caso de Venecia sirve para ilustrar una idea clara:
si las élites económicas toman partido en las
decisiones políticas estas irán encaminadas a su
propio beneficio, que no es el del conjunto de la sociedad. "La
ironía del auge político de los
plutócratas", cuenta Freeman, "es que, como los oligarcas
de Venecia, están amenazando el sistema que han
creado".

Para Thomas W. Volcho y Nathan J. Kelly,
autores del estudio de la American Sociological Review,
cuya tesis es similar a la de Freeman, el aumento de la
desigualdad no es casual, y no tiene que ver con la crisis
(aunque ésta ha aumentado la brecha), sino con unas
determinadas decisiones políticas, fruto de la
presión del 1% más rico. El fundamento
teórico de su trabajo se basa en la Power Resource Theory
("la teoría de la fuente del poder"), según la cual
la distribución de la riqueza y el poder se debe al
éxito o fracaso de las distintas ideologías
políticas. En su opinión, los trabajadores y la
clase media solo tienen dos formas de lograr una
distribución progresiva de la riqueza: a través de
la política y el mercado. Esta desigualdad iría de
la mano, por tanto, del declive de los partidos de izquierda (que
empujaban a favor de la redistribución de la riqueza en la
esfera política) y los sindicatos (que empujaban en el
mercado). En EEUU, desde 1978, los tipos impositivos
máximos han bajado del 39% al 15%, lo que en su
opinión es decisivo para entender el aumento de la brecha
entre ricos y pobres.

En definitiva, lo que Kelly y Volcho
quieren dejar claro es que, pese a lo que muchos piensan, la
desigualdad no es fruto de los vaivenes del mercado, que se
escapan del control, sino de unas determinadas decisiones
políticas. Es cierto que el mercado influye en las
decisiones gubernamentales (algo que se ha hecho evidente en los
últimos tiempos), pero esas decisiones repercuten a su vez
en la economía. Un círculo vicioso destinado a
crear mayor desigualdad, si no se toman medidas para atajar la
tendencia.

El fin "voluntario" de la unipolaridad (el CNI y la
calle del adiós)

– El mundo en 2030 (Project Syndicate – 9/1/13)
Lectura recomendada

(Por Joseph S. Nye)

Cambridge.- ¿Cómo será el mundo
dentro de dos decenios? Evidentemente, nadie lo sabe, pero
algunas cosas son más probables que otras. Las empresas y
los gobiernos tienen que hacer conjeturas con conocimiento de
causa, porque algunas de las inversiones de hoy durarán
más de veinte años. En diciembre, el Consejo
Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos (CNI)
publicó la suya: Global Trends 2030: Alternative Worlds
("Tendencias mundiales 2030: otros mundos").

El CNI prevé un mundo
transformado, en el que "ningún país -ni los EEUU
ni China ni ningún otro país grande- será
una potencia hegemónica". Es el reflejo de cuatro
"megatendencias": adquisición de poder por parte de los
individuos y aumento de una clase media mundial; difusión
del poder de los Estados por redes y coaliciones oficiosas;
cambios demográficos, debidos a la urbanización, la
migración y el envejecimiento; y una mayor demanda de
alimentos, agua y energía.

Cada una de dichas tendencias
está cambiando el mundo e "invirtiendo en gran medida el
ascenso histórico de Occidente desde 1750, restableciendo
la importancia de Asia en la economía mundial y dando paso
a una nueva era de "democratización" en los niveles
nacional e internacional". Los EEUU seguirán siendo los
"primeros entre iguales" en poder duro y blando, pero "el
"momento de la unipolaridad" se ha acabado".

Sin embargo, la proyección del futuro mediante la
simple extrapolación de corrientes actuales nunca es
segura. La sorpresa es inevitable, por lo que el CNI determina
también los que llama "motores de cambio" o resultados que
podrían desviar las tendencias más importantes de
formas sorprendentes.

La primera de esas fuentes de incertidumbre es la
economía mundial: ¿inducirán la
inestabilidad y los desequilibrios un desplome o bien una mayor
multipolaridad apuntalará una mayor capacidad de
resistencia? Asimismo, ¿podrán los gobiernos y las
instituciones adaptarse con la suficiente rapidez para dominar el
cambio o resultarán arrolladas por él?

Además, si bien los conflictos interestatales han
ido disminuyendo, los conflictos intraestatales impulsados por
poblaciones jóvenes, políticas de identidad y
recursos escasos seguirán asolando algunas regiones como
Oriente Medio, Asía meridional y África, lo que da
paso a otra cuestión que podría ser un motor de
cambio: la de si la inestabilidad regional sigue contenida o
contribuye a la inseguridad mundial.

Además, hay una serie de cuestiones relativas a
las repercusiones de las nuevas tecnologías.
¿Exacerbarán los conflictos o se
desarrollarán a tiempo y estarán accesibles de
forma generalizada para resolver los problemas causados por una
población en aumento, una rápida
urbanización y el cambio climático?

La cuestión final que puede ser un motor de
cambio es la relativa al papel que desempeñarán los
Estados Unidos en el futuro. A juicio del CNI, el carácter
multifacético del poder de los EEUU indica que, aun cuando
China los supere económicamente -tal vez en fecha tan
próxima como 2020-, lo más probable es que
mantengan la dirección mundial junto con otras grandes
potencias en 2030. Según el CNI, "las posibilidades de que
unos EEUU en el límite de sus recursos afronten demandas
en aumento son mayores que el riesgo de que se vean substituidos
como rectores políticos preeminentes del
mundo".

¿Es eso bueno o malo para el mundo? A juicio del
CNI, "lo más probable es que un desplome o retirada
repentina del poder de los EEUU diera como resultado un
período prolongado de anarquía mundial", sin "un
sistema internacional estable ni una potencia rectora que los
substituya".

Tras examinar borradores anteriores de su informe con
intelectuales y funcionarios de veinte países, el CNI
informa de que ninguna de las potencias en ascenso del mundo
tiene una concepción revisionista del orden internacional
al estilo de la Alemania nazi, el Japón imperial o la
Unión Soviética, pero las relaciones de esos
países con los EEUU son ambiguas. Se benefician del orden
mundial encabezado por los EEUU, pero con frecuencia se resienten
de los desaires y el unilateralismo americanos. Un atractivo de
un mundo multipolar es un menor dominio de los EEUU, pero lo
único que sería peor que un orden internacional
apoyado por éstos sería una total inexistencia de
orden.

La cuestión del papel de los Estados Unidos para
contribuir a la formación de un mundo más positivo
en 2030 tiene consecuencias importantes para el Presidente Barack
Obama al comienzo de su segundo mandato. El mundo afronta una
nueva serie de amenazas transnacionales, incluidos el cambio
climático, el terrorismo transnacional, la inseguridad
cibernética y las pandemias. La resolución de todos
esos problemas requiere cooperación.

En la Estrategia Nacional de Seguridad 2010 de Obama se
sostiene que los EEUU deben concebir el poder como una suma
positiva y no como una simple suma cero. Dicho de otro modo,
puede haber ocasiones en que una China más potente sea
positiva para los EEUU (y para el mundo). Por ejemplo, los EEUU
deben estar deseosos de ver a China aumentar su capacidad para
controlar sus emisiones -las mayores del mundo- de los gases que
producen el efecto de invernadero.

La Secretaria de Estado de los EEUU, Hillary Clinton, se
ha referido a la política exterior del gobierno de Obama
como un "poder inteligente", que combina los recursos del poder
duro y del poder blando, y sostiene que no debemos hablar de
"multipolaridad", sino de "asociaciones múltiples".
Asimismo, el informe del CNI indica que los americanos deben
aprender mejor a ejercer el poder con –además de
sobre– otros Estados.

Desde luego, respecto de las relaciones militares
interestatales, seguirá siendo decisiva la capacidad para
formar alianzas y equilibrar el poder, pero de poco
servirán los mejores acuerdos militares para resolver
muchos de los nuevos problemas transnacionales, que ponen en
peligro la seguridad de millones de personas al menos tanto como
las amenazas militares tradicionales. La dirección al
respecto requerirá cooperación, instituciones y la
creación de bienes públicos de los que todos puedan
beneficiarse y no se pueda excluir a nadie.

La conclusión del informe del CNI es la de que no
existe una respuesta determinada a la cuestión de
cómo será el mundo en 2030. La cuestión de
si el futuro nos reserva situaciones positivas o negativas
depende en parte de las políticas que adoptemos
hoy.

(Joseph S. Nye, a former US assistant secretary of
defense and chairman of the US National Intelligence Council, is
University Professor at Harvard University. His most recent book
is The Future)

The american way of suffering

– America the Unequal (Project Syndicate –
31/1/13) Lectura recomendada

(By Naomi Wolf)

Park City, Utah.- The last documentary film that used
dry charts and statistics to make an abstract argument about a
global issue and nonetheless became a pop-culture hit was Al
Gore"s An Inconvenient Truth. But the hit of this year"s Sundance
Film Festival was a low-key affair called Inequality for All, in
which Robert Reich, a labor secretary in the Clinton
administration, explains how rising income inequality and the
demise of the middle class is causing so many Americans to
suffer.

President Barack Obama recently taking up some of these
themes in his second inaugural address, it is worthwhile to
examine the message of Inequality for All more closely. The
film"s charts are not boring, but actual showstoppers: Reich
makes the point that the mid-1940"s to the mid-1970"s were
decades of relative income equality, which corresponded with
overall affluence. (The last time that income inequality in the
United States was as deep as it is now was immediately before the
1929 stock-market crash.)

But the last 20 years have witnessed a
spike in the difference between the top earners and the middle
class: the "1%" really are living in a stratospheric bubble. As
the journalist Chrystia Freeland has recently argued, a
meta-class of global "plutocrats" is emerging – people who have
little in common with the rest of us.

Inequality for All makes the case that
the wealthiest 1% simply cannot consume enough, no matter how
hard they try, to generate the revenue that an affluent middle
class could. The secret to a strong economy is to invest in
education, strengthen household incomes with a decent minimum
wage and strong unions, and raise skill levels, thereby
generating sustained consumer demand. This, Reich argues, is the
"virtuous cycle" that we see in strong economies such as Germany,
in which workers are highly skilled and educated, unions are
protected, and the middle class has leisure and money to
spend.

Reich also persuasively describes the "vicious circle"
-with falling wages undermining consumer demand and leading, in
turn, to shrinking output- that has made the US economy fragile
and boosted social instability. He analyzes a middle class that
is skating on the thinnest of ice, with employment coming at the
price of lower wages and benefits. Moreover, millions of
middle-class American homes are "underwater" (the mortgage is
more than the home"s underlying value).

The film interviews one of the rich, a charming
millionaire who owns a pillow company and points out that he and
his fellow rich guys and their families simply cannot spend
enough to offset the lost demand of a strong middle class. In
fact, the richest save rather than spend their dollars, and send
them around the globe in transnational hedge funds rather than
using them to create more jobs at home.

So, the "trickle-down" story that the middle and working
class are told every election cycle in America -that cutting
wealthy people"s taxes means more job creation in America- is
simply not true. Those wealthy people"s untaxed dollars stay in
hedge funds and out of the revenue stream. The cost to social
programs, infrastructure, and public schools intensifies stress
on the middle class, who end up poorly educated, work long hours
in dual-career ill-paid jobs, lack leisure time and money to
spend, and so on.

Are we stuck with this vicious circle, which advocates
of laissez-faire globalization have told us for 15 years is an
inevitable consequence of the "invisible hand"? Or could Reich"s
retro prescriptions, which he has affirmed for decades, be taken
up again? Could they bring back the affluent years of the early
Clinton era, when it seemed as if domestic policies could
actually influence and even benefit the US economy?

I asked Reich what three policy prescriptions he would
give to an American president and Congress today, especially
drawing on the lessons of other countries. "I"d like to see what
we did so successfully in the first three decades after World War
II, when prosperity was widely shared." That means large
investments in public education, including higher education;
substantial investments in infrastructure, funded by a highly
progressive tax whose top marginal effective rate never fell
below 50%; and strong labor unions.

"Anyone who thinks these policies are no longer feasible
in a global economy", Reich told me, "hasn"t looked at modern
Germany, which features all of them, and where the median wage is
higher than ours".

It sounded great – but it also seemed to contradict the
conventional wisdom, according to which cut-rate labor in
Pakistan or Mexico is the inescapable death knell for $
25-an-hour union jobs, with benefits, in Detroit.

"How do you keep US labor unions strong if Mexico, for
example, undercuts US hourly wages", I asked. Reich replied in
more detail: "Strengthen labor unions in industries sheltered
from global competition – workers in retail chains, hotel chains,
restaurant chains; childcare and elder-care; hospital workers;
and so on. Attract manufacturing and manufacturing engineering
back to the US by improving the skills and productivity of US
workers (as Germany has done for German workers). And encourage
trading partners to improve their own wages and labor standards
(for example, by requiring in all trade treaties that a country"s
minimum wage be half its median wage)".

Is this agenda feasible in America today? To be sure,
one would have to mend the broken political system first. But,
looking at the affluent German middle class from the US, where a
quarter of jobs pay wages that place workers at or below the
poverty line, Reich"s recommendations seem worth fighting
for.

(Naomi Wolf played a leading role in so-called
"third-wave" feminism and as an advocate of "power feminism,"
which holds that women must assert themselves politically in
order to achieve their goals…)

Algunos comentarios "de película": sobre
cómo, un señor bajito "venido a más", le
cuenta la "triste realidad" a una clase media americana, "venida
a menos"

"Robert Reich siempre fue el más bajito de la
clase. Por eso tiende a levantar la voz y a crecerse en
público con su sentido del humor. En tiempos de crisis,
sus delirantes clases sobre la riqueza y la pobreza en Berkeley
rompieron los confines universitarios. Cientos de jóvenes
hacían cola todas las semanas para escucharlo. Le
invitaron a trasladar el aula al foro del movimiento Occupy, que
hizo suyos algunos de sus originalísimos e ilustrativos
dibujos
La verdad "incómoda" de la
economía (Elmundo.es – 9/2/13)

Pero Robert Reich no es un economista anti-sistema, no
nos confundamos. Fue secretario de Trabajo con Bill Clinton,
auspiciado precisamente por Larry Summers. Estuvo vinculado al
poder, aunque lleva más de 15 años por libre.
Fustigó por igual a republicanos y demócratas y se
desmarcó con un libro, "Aftershock", que intentó
explicar al gran público el antes y después de la
debacle financiera.

"Aftershock llegó a manos del director de cine
Jacob Kornbluth ("El mejor ladrón del mundo") y de
ahí surgió la "terrible idea" de hacer un
documental sobre un tema tan palpitante como poco "sexy": la
desigualdad económica.…

"Dicho así suena como algo muy seco y aburrido",
reconoce Kornbluth. "Pero si a la gente le decimos que es como
"Una verdad incómoda" sobre la economía, entonces
se despierta el interés".

El interés se ha disparado tras el paso
fulminante de "Inequality for All" ('Desigualdad para todos') por
el Festival de Sundance. El peso pesado Harvey Weinstein ha
decidido poner toda la carne en el asador y convertirlo en "el
documental del año". Y Robert Reich, mucho más
punzante y divertido que Al Gore, se dispone a convertirse a los
66 años en lo que nunca fue: el gran "comunicador" de la
economía.

A Reich empiezan a lloverle ya los improperios, de
"manipulador" a "comunista". Los escépticos de la
desigualdad (también los hay) no dudarán en usar
todas las armas a su alcance para fustigar al profesor de la
incorregible Berkeley y desacreditar el mensaje.

Esta vez, sin embargo, será difícil
acusarle de afán de lucro por el "cuento de la
desigualdad". La película ha sido posible gracias a una
campaña de "crowdfunding" en Kickstarter hasta llegar a
los 83.391 dólares. Pese al acuerdo para la gran
distribución comercial, director y economista han
prometido ser fieles al espíritu y entrar en el cuerpo a
cuerpo con la audiencia en proyecciones populares.

El mensaje de Reich es así de simple: "La
desigualdad nos ha llevado a un callejón sin salida. El
70% de la economía depende del gasto de los consumidores.
Pero la clase media no gasta por la pérdida de empleo y de
poder adquisitivo. Y las empresas no contratan porque no tiene
clientes. Entre tanto, los Gobiernos han caído en la
trampa de la austeridad y hacen que se contraiga aún
más de la demanda. Simultáneamente, permiten que el
1% de los más ricos se hagan con más y más
riqueza".

En apenas dos minutos y medio, ayudado por su rotulador
negro, Robert Reich es capaz de explicar la "verdad" sobre los
impuestos, y cómo es posible que multimillonarios como
Mitt Romney acaben pagando sólo el 14% de sus ingresos. En
"Desigualdad para todos", orquestada en torno a las conferencias
de Reich en Berkeley, los ricos como Nick Hanauer (inversor de
capital riesgo) toman ocasionalmente la palabra y admiten que
deberían pagar más impuestos. El propio Hanauer
rompe ante las cámaras el mito: "No crean eso de que los
millonarios crean empleo; quienes crean de verdad empleo son las
clases medias".

Entre tanto, y a bordo de su Mini Cooper, Reich sale al
encuentro de los americanos de clase media venidos a menos. Gente
como Robert y Erika Vaclav, que hace horas extras como cajera en
un supermercado para poder pagar las actividades extraescolares
de su hija. Al marido le despidieron como gerente de Circuit
City, una cadena de venta de ordenadores que cerró, y
desde entonces no encuentra un trabajo estable…

"Esta es la dinámica en la que estamos metidos",
explica Reich. "La clase media, que era el motor de la
economía, vive al límite y está totalmente
exprimida. El poder adquisitivo ha caído en picado desde
finales de los años setenta, mientras que los ricos han
ido aumentando las diferencias. Los cien americanos más
ricos ganan más que los 150 millones de americanos en el
fondo de la pirámide. La mitad de los activos en Estados
Unidos están en manos de 400 millonarios… Eso no es
sólo malo para la economía, es malo para la
democracia".

Sostiene Reich que la debacle financiera es precisamente
un subproducto de la desigualdad, y recuerda como en el 2007 se
alcanzó el mayor "pico" en la diferencia entre ricos y
pobres desde 1928, un año antes del famoso "crack". Nos
previene el profesor de Berkeley contra la polarización
extrema, la política del miedo y los falsos profetas que
suelen medrar en épocas de incertidumbre
económica.

"Pero nuestro principal enemigo es el cinismo", insiste.
"La falta de confianza en los políticos y en las
instituciones no nos puede llevar al conformismo. El cambio es
posible, pero no basta con votar cada cuatro años. Tenemos
que ser ciudadanos activos e intentar cambiar el sistema desde
dentro".

Reich reclama en el fondo "una economía que
funcione para la gente". Y sus recetas pasan necesariamente por
una mayor intervención del Gobierno, empezando por una
subida de impuestos a las rentas más altas y con medidas
de alivio y estímulo para las clases media. En pocas
palabras, una "redistribución de la riqueza" (con
perdón) como la que existía hasta primeros de los
setenta, antes de la revancha del neoliberalismo.

"Una cierta desigualdad es inevitable e incluso
deseable", admitía recientemente Reich, en declaraciones
al "Observer". "Al fin y al cabo, es lo que ha hecho funcionar el
capitalismo. Ahora bien, nunca hasta el punto al que hemos
llegado ahora, en que el 70% de la gente tiene un pedazo tan
pequeño de la tarta que no sólo afecta a sus vidas,
sino a toda la economía".

Una pesadilla de la que resulta difícil despertar
(¿caminando hacia atrás en el futuro?)

– La desigualdad y un futuro de privaciones (Project
Syndicate – 30/5/13)

(Por J. Bradford DeLong) Lectura recomendada

Berkeley.- No importa qué indicadores
económicos consideremos, esta es una época de
desilusión. En Estados Unidos, el 7,2 % de la fuerza
laboral disponible está ociosa; la brecha del empleo
aumenta en Europa y se prevé que superará a la
estadounidense para fines de este año. Es importante
entonces dar un paso atrás y recordarnos que la
"década perdida" que actualmente sufrimos no constituye
nuestro destino económico de largo plazo.

Como nos lo recordara recientemente Paul Krugman, tal
vez haya sido John Maynard Keynes quien mejor lo
describió:

"Esta es una pesadilla que desaparecerá en la
mañana. Ya que los recursos de la naturaleza y los
dispositivos humanos son tan fértiles y productivos como
antes. Nuestros avances para solucionar los problemas materiales
de la vida no han perdido velocidad. Somos tan capaces como antes
de lograr que un elevado nivel de vida para todos -elevado
respecto de, digamos, hace 20 años- y pronto aprenderemos
a alcanzar un nivel todavía más alto. No
habíamos sido defraudados antes. Pero hoy nos hemos
sumergido en un enredo colosal, nos equivocamos en el control de
una delicada máquina, cuyo funcionamiento no comprendemos.
El resultado es podemos desperdiciar nuestras posibilidades de
riqueza durante un tiempo".

Pero, ¿cuál es nuestro destino
económico de largo plazo? Keynes anticipaba una
época, tal vez 2050, cuando todos (al menos en Inglaterra)
podrían tener el nivel de vida de un Keynes. Y, como
imaginaba que ninguna persona en su sano juicio podría
desear más de lo indispensable, comodidades y lujos de la
vida a los que accedía un Keynes, el problema
económico estaría resuelto.

Somos más sabios -y tal vez estemos más
descorazonados- que Keynes. Sabemos que queremos reemplazos de
cadera y trasplantes de corazón, tratamientos de
fertilidad y viajes aéreos baratos, calefacción
central e Internet con banda ancha, y acceso exclusivo a la playa
desde nuestras casas. Ya casi todos en la región del
Atlántico Norte tienen comida suficiente para evitar el
hambre, vestimenta suficiente para evitar el frío y
refugio suficiente para estar protegidos. Pero, sin embargo,
queremos más, nos enojamos cuando no lo tenemos, y somos
lo suficientemente conscientes como para saber que los lujos se
convierten en comodidades, y luego en necesidades -y que tenemos
una excelente capacidad para inventar nuevos lujos a los cuales
aspirar.

Ciertamente el problema económico, entonces, nos
acompañará durante un largo tiempo. Pero al menos
podemos contar con la capacidad de generar una sociedad
relativamente igualitaria de clase media mientras avanzamos
penosamente hacia nuestra utopía consumista,
¿verdad?

Fue Karl Smith, de la Universidad de Carolina del Norte,
quien me explicó que probablemente esto no sea así.
La prolongada bonanza posterior a la Revolución
Industrial, que llevó los salarios de los trabajadores no
cualificados a valores antes impensables -y mantuvo a esa gente a
una distancia salvable (o, al menos, soñable) de los
niveles de vida de los ricos y famosos- no es necesariamente una
buena representación de lo que vendrá.

Para crear riqueza son necesarias ideas sobre
cómo dar forma a la materia y la energía,
energía adicional para llevar a cabo esa tarea, y medios
para controlar el proceso mientras se implementa. La
Revolución Industrial trajo ideas y energía a la
mesa, pero los cerebros humanos continuaron siendo los
únicos medios eficaces de control. A medida que la
energía y las ideas se abarataron, los cerebros humanos,
que eran sus complementos, se valorizaron.

Pero, a medida que avanzamos hacia un
futuro de inteligencia artificial, que observadores como Kevin
Drum esperan (o incluso la imbecilidad artificial que claramente
ya está disponible), y hacia un futuro de
biotecnología que se crea a sí misma de la misma
forma que los sistemas biológicos, ¿no
dejarán los cerebros humanos de ser los únicos
medios valiosos de control?

Esto no necesariamente significa que los niveles de vida
de los trabajadores «no cualificados» vayan a caer en
términos absolutos: los mismos factores que reducen el
valor de los cerebros humanos bien pueden ser igualmente eficaces
para reducir los costos de las necesidades, las comodidades y los
lujos. Pero la riqueza probablemente fluya hacia los propietarios
de las ideas productivas -o, tal vez, de las ideas de moda- y
hacia los propietarios de aquello que solo pueda ser imitado con
gran dificultad y a un costo elevado, incluso con medios de
control baratísimos, energía baratísima, y
montones de ideas.

La lección es evidente: el mercado no garantiza
por su naturaleza la producción de un futuro de largo
plazo caracterizado por un nivel razonable de desigualdad de la
riqueza y pobreza relativa. A menos que aceptemos esto
completamente, y hasta que lo hagamos, seguiremos a merced de la
"delicada máquina" de Keynes que tan poco
entendemos.

(J. Bradford DeLong is Professor of Economics at the
University of California at Berkeley and a research associate at
the National Bureau for Economic Research. He was Deputy
Assistant US Treasury S…)

Abuelitos incómodos

– El futuro del sistema previsional estadounidense
(Project Syndicate – 28/5/13)

(Por Laura Tyson) Lectura recomendada

Berkeley.- La primera ola de baby boomers
estadounidenses está llegando a la edad de jubilarse, y el
sistema de pensiones del país comienza a revelar sus
fallas. Más de la mitad del total de los trabajadores (y
más del 60% de los trabajadores de bajos ingresos)
están en riesgo de carecer de ahorros suficientes para
mantener su nivel de vida cuando dejen de trabajar. En un
reciente estudio comparativo internacional, el sistema de
pensiones estadounidense obtuvo la calificación "C"
(aprobado), pero para un número importante y cada vez
mayor de estadounidenses, no está funcionando
bien.

La lentitud de la recuperación de la
economía después de la Gran Recesión ha
agravado este problema. Llegado el momento de jubilarse, las
viviendas son el activo más importante para la
mayoría de los estadounidenses; pero a pesar de una subida
reciente, los precios de las propiedades siguen un 28% por debajo
del pico alcanzado en 2006, mientras que el 28% del total de los
propietarios deben más por sus hipotecas que lo que valen
sus propiedades.

Uno de los pilares fundamentales sobre los que se apoya
el modelo previsional estadounidense es el sistema de planes de
retiro empresariales con participación voluntaria. Pero
cerca de 16 millones de estadounidenses están desempleados
o ya no forman parte de la fuerza laboral; al mismo tiempo,
más de la mitad de los empleos creados durante la
recuperación son puestos de bajos salarios, que por lo
general no cuentan con planes de retiro. En cambio, la
mayoría de los 625.000 empleos del sector público
que se perdieron durante la recuperación ofrecían
generosas pensiones.

Casi el 60% de los trabajadores con
empleo en el sector privado y edades comprendidas entre los 25 y
los 64 años no están cubiertos por planes de retiro
empresariales; además, las tasas de cobertura
varían según los ingresos: en el cuartil superior
de ingresos la cobertura alcanza al 73% de los trabajadores,
mientras que en el cuartil inferior esa cifra se reduce al 38%.
También la participación en los planes varía
según los ingresos: la participación de
trabajadores de bajos ingresos es mucho menor que la de
trabajadores de altos ingresos. La falta de cobertura universal
implica además que los trabajadores entran y salen de los
planes según cambian de empleo; el resultado es que
más de un tercio de todas las familias termina sin ninguna
cobertura de pensión empresarial. En cambio, en otros
países donde los empleadores y los empleados están
obligados a participar en planes de retiro empresariales de nivel
nacional, la cobertura es casi universal.

El ahorro personal es otro pilar del
sistema previsional estadounidense, pero para la mayoría
de las familias resulta muy insuficiente, debido en parte a las
dificultades para ahorrar provocadas por décadas de
estancamiento de la franja media de salarios. Según un
estudio reciente, la tercera parte de los estadounidenses de
entre 45 y 54 años de edad no tienen ahorros
específicamente destinados a la jubilación. En
tanto, tres cuartos de las personas próximas a retirarse
(aquellas con edades entre los 50 y los 64 años) cuentan
con ingresos anuales inferiores a 52.201 dólares y, en
promedio, tienen menos de 27.000 dólares ahorrados para el
retiro.

En Estados Unidos, los ahorros jubilatorios gozan de
generosas exenciones impositivas, pero estas benefician a los
destinatarios equivocados y sus resultados son limitados.
Más del 80% del valor de las exenciones va a parar al 20%
superior de los contribuyentes que ganan más de 100.000
dólares por año. Además, el sistema le
cuesta al fisco estadounidense casi cien mil millones de
dólares al año, pero tiene poco efecto sobre el
nivel de ahorro; en cambio, induce a los contribuyentes de altos
ingresos a pasar sus ahorros a activos exentos de impuestos. Esta
es una de las razones principales por las que el presidente
Barack Obama propone limitar las exenciones.

Hay una propuesta más radical según la
cual se eliminarían las exenciones impositivas para
reemplazarlas con un crédito fiscal reembolsable,
condicionado a los medios del contribuyente, que se
depositaría directamente en su cuenta individual de retiro
(cuenta "IRA", por sus siglas en inglés) a modo de aporte
complementario del Estado. Está visto que los
contribuyentes responden mejor a incentivos basados en aportes
complementarios que a exenciones impositivas, porque los primeros
son más fáciles de comprender y más
transparentes.

La falta de inclusión en planes
empresariales y la insuficiencia de los ahorros personales
provocan que más de la tercera parte de las familias
estadounidenses (y más del 75% de las familias de bajos
ingresos) dependan totalmente de la Seguridad Social como fuente
de ingresos después del retiro. Y como esto compensa
solamente alrededor del 40% de los ingresos previos al retiro en
el caso de los trabajadores de bajos ingresos y menos de la
tercera parte en el caso de los trabajadores de ingresos medios,
la dependencia exclusiva de la Seguridad Social equivale a vivir
en la línea de pobreza o por debajo de ella. (En otros
países desarrollados, el porcentaje de sustitución
de ingresos se sitúa en torno del 70%, mientras que el
valor de referencia que recomiendan los expertos en asuntos
previsionales es 80%.)

Para hacer frente a la crisis jubilatoria que se cierne
sobre Estados Unidos, es necesario aumentar la inclusión
de los trabajadores en los planes de retiro empresariales. Una
medida eficaz sería inscribir automáticamente a
quienes no manifiesten explícitamente su decisión
en contrario; cuando se aplica este sistema, la
participación de los empleados salta por encima del 90%.
De hecho, en una investigación reciente se
descubrió que la inscripción automática es
mucho más eficaz que las exenciones impositivas como modo
de incentivar el ahorro para la jubilación.

Sin embargo, aunque casi todos los trabajadores
estadounidenses pueden tener cuentas IRA con beneficios
impositivos, muchos empleadores no ofrecen los correspondientes
planes de retiro. Según la propuesta de Obama, estos
empleadores estarían obligados a ofrecer a sus
trabajadores la realización automática de aportes a
sus cuentas IRA por medio de una retención
periódica del sueldo. Para alentar la participación
de los trabajadores de bajos ingresos, se deberían ofrecer
aportes complementarios del Estado en la forma de créditos
fiscales, como sustituto o como añadido al sistema de
exenciones impositivas.

En California y algunos otros estados también se
está evaluando la creación de nuevos planes de
ahorro, administrados por los estados, que beneficiarían a
los trabajadores del sector privado que no tengan acceso a planes
de retiro empresariales. El plan de California (que se basa en
una propuesta de Teresa Ghilarducci y sus colegas) supone la
inscripción automática de aquellos trabajadores del
sector privado que trabajen en empresas con cinco o más
empleados en las que no se ofrezcan planes de retiro. Para los
aportes, los empleadores retendrían automáticamente
el 3% del salario bruto, que sería el porcentaje
estándar; los empleados podrían ajustar esa cifra o
pedir que se los excluya del sistema.

Según este esquema, cada trabajador
tendría una cuenta individual (que a los efectos
impositivos se consideraría equivalente a una cuenta IRA),
pero los activos de los que dependerían las prestaciones
del plan se colocarían en un fondo fiduciario
común, con rentabilidad real garantizada por un seguro
privado y que se distribuiría en forma de anualidad tras
la jubilación. Cada cuenta estaría vinculada con el
trabajador, no con los empleadores, lo que garantizaría la
portabilidad entre empleos. (La falta de portabilidad y de
anualidades es un importante defecto de la mayoría de los
planes de retiro empresariales.) Una junta independiente se
encargaría de supervisar la administración del plan
del estado, y los administradores de los fondos de
inversión se elegirían mediante llamado a
licitación.

Hace poco, el senador Tom Harkin propuso un plan
nacional con características similares para todos los
trabajadores cuyos planes de retiro empresariales no cumplan
ciertos requisitos mínimos. En los estudios comparativos
internacionales, los países cuyos planes de retiro
aventajan a los de Estados Unidos en cuanto a cobertura, nivel de
prestaciones y sostenibilidad a largo plazo son los que,
además de sus programas básicos de seguridad
social, tienen planes nacionales de pensiones. En algunos casos
la participación es obligatoria, en otros hay
inscripción automática y en otros la
participación se incentiva mediante aportes
complementarios del Estado.

Si Estados Unidos facilitara el ahorro y
lo hiciera financieramente más atractivo, mediante un
mejor diseño de las exenciones impositivas, aportes
complementarios del Estado, cuentas IRA de inscripción
automática y planes de retiro administrados por los
estados, lograría un importante incremento del ahorro
previsional, especialmente en familias de ingresos bajos y
medios. También sería útil mejorar el nivel
de conocimientos financieros de la población. La presente
obsesión por el déficit fiscal y las restricciones
presupuestarias no debe hacernos olvidar la necesidad de
implementar reformas para hacer frente a la crisis jubilatoria
que se cierne sobre muchos estadounidenses.

(Laura Tyson, a former chair of the US President's
Council of Economic Advisers, is a professor at the Haas School
of Business at the University of California, Berkeley)

El regreso de las fábricas: la
des-deslocalización industrial como última
alternativa de recuperación laboral
(¿cuántos trabajos se perdieron -y perderán-
en la estulticia?)

– ¿Puede China salvar a la clase media
estadounidense? (BBCMundo – 19/7/13)

(Por Michelle Fleury) Lectura recomendada

Alguna vez la clase media fue
considerada el motor de Estados Unidos, pero desde la
recesión muchos de ellos se encuentran en
apuros.

Entre ellos, Judy y Richard Gassman, quienes viven en el
barrio adinerado Adams Farm, en Greensboro, Carolina del Norte.
Richard, un ingeniero electrónico con maestría,
perdió un empleo bien pagado hace dos años. Y no ha
podido encontrar trabajo desde entonces.

"En este momento, estamos endeudados y lo vamos a estar
hasta que encuentre un trabajo", explica Richard. "No estoy
pagando el seguro de salud. No lo tengo. Lo perdí cuando
me quedé sin empleo".

Y eso no es todo lo que han perdido. Se están
preparando para dejar la casa que ha sido su hogar durante 17
años. Van a ser desalojados. "Nunca pensé que iba a
perder mi casa de esta manera", dice Judy.

El espiral descendente en las finanzas de los Gassman
los ha dejado en una situación precaria, que llega en un
momento de creciente preocupación por la desigualdad en
los ingresos y sus efectos en la reducción de la clase
media en EEUU.

Uno se lleva todo

Durante gran parte del siglo pasado, EEUU creció
con la idea de que los beneficios económicos deben ser
ampliamente compartidos. Se supone que es la tierra de las
oportunidades. Pero Alan Krueger, presidente del Consejo de
Asesores Económicos del presidente Obama, cree que las
cosas empezaron a cambiar en la década de 1980.

"Cada vez más nos estamos
convirtiendo en una economía donde el ganador se lo lleva
todo", dijo Krueger en un discurso reciente.
"En las
últimas décadas, el cambio tecnológico, la
globalización y la erosión de las instituciones y
las prácticas que sustentan la prosperidad compartida en
EEUU han puesto a la clase media bajo una creciente
presión".

Durante las últimas tres
décadas, los estadounidenses más ricos han visto
cómo sus ingresos aumentan mucho más
rápidamente que los de la clase media. Este cambio no es
exclusivo de EEUU. El panorama es similar en Reino Unido, Francia
y Suecia, pero es más dramático en EEUU.

Con el aumento de la desigualdad de ingresos, hay un
renovado impulso para resucitar la industria manufacturera del
país que se encuentra en declive. EEUU perdió
más de cinco millones de empleos industriales entre 2000 y
2010. Dicho de otra manera, casi un tercio del empleo
manufacturero.

Obama ha puesto muchas esperanzas en el regreso de la
manufactura para ayudar a reconstruir la clase media
estadounidense. Después de años de empleos que se
enviaban al extranjero, hay indicios de que algunos están
regresando.

Regreso de las fábricas

El fabricante de computadoras chino Lenovo acaba de
celebrar la apertura de su primera planta de fabricación
en Whitsett, Carolina del Norte. Otras compañías
como Motorola y Apple han anunciado planes para fabricar en
EEUU.

En la ceremonia de apertura, las palabras de Tom Looney,
vicepresidente y gerente general de Lenovo North America, fueron
recibidas con aplausos:

"Estamos aquí para celebrar el regreso de la
fabricación de computadoras personales a EEUU", dijo. "Y
está empezando aquí mismo en el gran estado de
Carolina del Norte".

A medida que los salarios subieron en China, han
caído en EEUU. Dirigentes de Lenovo dicen que aún
es más barato fabricar computadoras en el extranjero, pero
de esta manera se puede estar más cerca de sus clientes
estadounidenses.

Margo Crisp no podría estar más feliz.
Ella es una de los 115 trabajadores recién contratados.
"Mi planta cerró en 2009 y estaba muy emocionada cuando me
hablaron de esto", expresó. Crisp había estado sin
empleo en el sector manufacturero desde que la fábrica de
automóviles en la que trabajaba cerró hace varios
años.

Perdiendo terreno

Sin embargo, los puestos que trabajadores como Crisp
están obteniendo son diferentes a los de antes. Lo que los
empleados de la línea de producción están
armando es uno de los equipos híbridos de Lenovo, una
combinación de tableta y computadora portátil
apodado Twist. A pesar de que los carteles en la pared de la
fábrica proclaman "Hecho en EEUU", muchas de las piezas se
construyen en el extranjero.

Hay otras razones por las cuales los puestos de trabajo
en la manufactura que están regresando no son lo mismo. La
realidad es que no hay muchos puestos con ingresos medios para
trabajadores medio y poco calificados.

John Crawford es el presidente de un sindicato local que
ha trabajado en la industria durante casi dos décadas. Fue
testigo de primera mano del impacto del comercio mundial en los
empleos en EEUU. Su temor hoy es que los trabajos temporales mal
pagados se estén convirtiendo en la norma.

"Las agencias de empleos temporales han
estado en auge últimamente y si nos fijamos en las grandes
empresas, ahora contratan a través de una agencia de
trabajo temporal. Ya no consigues empleo a través de la
compañía. Esa es la diferencia entre las
generaciones".

Los empleos temporales no vienen con
beneficios como asistencia sanitaria o pensiones. Y a menudo no
pagan lo suficiente para permitir ahorrar para cosas como el pago
inicial de una casa o la educación de los niños. En
resumen, no proporcionan muchas de las cualidades esenciales de
la experiencia de la clase media estadounidense.

Así que no es de
extrañar que casi tres de cada cinco integrantes de la
clase media estadounidense revelen estar preocupados por la
caída de su clase económica, según una
encuesta reciente.

De vuelta en la fábrica de Lenovo, el gerente de
la planta Jeffrey Benes supervisa la línea de montaje.
Gracias a la cantidad de pedidos de los clientes, no hay escasez
de trabajo. "Durante los primeros seis meses de este año
hemos estado llenos de horas extras". El personal se siente
orgulloso de lo que está haciendo, a sabiendas de que los
productos que salen llevarán una bandera
estadounidense.

Este es, después de todo, un país que
todavía cree en el poder de los sueños de la clase
media, aunque en la realidad están cada vez más
fuera de su alcance.

ALa banalización del mal (semillas
de distopía)

Monografias.com

La "socialización" de las pérdidas
(cómo endosar la crisis al contribuyente)

(Haciendo "zapping" por la hemeroteca)

Dilema: estabilizar a los deudores (Main Street) o a los
acreedores (Wall Street)

"La condición necesaria, pero no suficiente,
para la salida de la crisis económica es solucionar el
posible problema de insolvencia de las entidades financieras.
Así, la presentación del Plan de Estabilidad
Financiera del Tesoro americano se percibía como una
oportunidad para devolver cierta confianza a los inversores.
Desafortunadamente, la inconcreción de las medidas y la
falta de un horizonte temporal claro para la
implementación del plan han ahondado en la
desconfianza"…
Capitalización vs.
nacionalización, o la fórmula mágica para
EEUU (El Confidencial – 17/2/09)

¿Capitalización o nacionalización?:
that is the question

"Algunas de las mayores empresas del sector
financiero están cayendo en manos del gobierno
estadounidense. Eso ha mandado en picada a las acciones de los
bancos y podría estar profundizando los males
económicos. Pero algunos economistas afirman que la
nacionalización es la opción más inteligente
para arreglar el deteriorado sistema financiero y que al gobierno
de EEUU le convendría actuar ahora mismo"…
El
qué, cómo y porqué de la
nacionalización bancaria (The Wall Street Journal –
24/2/09)

Segunda ronda de rescates (febrero 2009): ya vamos por
US$ 10 billones…

"El monto total de los rescates públicos
aprobados por el Gobierno de EEUU asciende a cerca de 10 billones
de dólares. Sin embargo, esta cifra amenaza, incluso, con
quedarse corta a la vista de las nuevas solicitudes de auxilio
financiero por parte de grandes empresas y entidades financieras
del país"…
El coste asciende ya a 10 billones –
Segunda ronda de rescates en EEUU: AIG, GM, Chrysler,
Citigroup… (Libertad Digital – 24/2/09)

El poder de destrucción de la crisis (al 3/09):
casi el 45% de la riqueza mundial

"La peor crisis económica desde la Gran
Depresión se traduce, por el momento, en una
destrucción de la riqueza mundial próxima al 45%,
según la consultora Blackstone Group. Tan sólo el
desplome bursátil se ha cobrado ya 11 billones de
dólares en EEUU"…
"Sin precedentes": La crisis
crediticia destruye el 45% de la riqueza mundial – En Wall Street
se evaporan 11 billones (Libertad Digital –
12/3/09)

Algunos "efectos" de la crisis ("restas" y "saldos"
desde 2007…)

"Las empresas cotizadas a nivel mundial alcanzaron
su valor máximo en 2007, con 61,2 billones de
dólares. En marzo de 2009, la capitalización total
de las mayores bolsas se desplomó un 58,2%. En la
actualidad, el valor se sitúa en 46,8 billones, un 23,5%
menos que en 2007"…
Los inversores en bolsa han perdido
14,4 billones de dólares desde 2007 (Libertad Digital –
24/3/10)

Volver a la normalidad no va a ser nada fácil (ni
placentero)

"La masa monetaria (M3), dinero en
circulación en EEUU, acaba de registrar su mayor desplome
desde la primera mitad de años 30 (Gran Depresión).
Dicho indicador avanza una tendencia deflacionista a corto y
medio plazo y amenaza con una recaída en la
recesión (crisis en W)"…
EEUU registra la
mayor contracción monetaria desde la Gran Depresión
(Libertad Digital – 27/5/10)

La financierización de la economía
(confundiendo deuda con riqueza)

"Durante las últimas décadas se ha
venido produciendo un cambio en las economías
occidentales. Del capitalismo industrial se ha pasado al
financiero, de la preeminencia de la actividad productiva a la
crediticia y de mercados"…
Ganan las finanzas, pierde la
economía real: el futuro ya está aquí (El
Confidencial – 14/9/11

La socialización de las pérdidas y a donde
no llegó la crisis.

¿Apropiación indebida?
¿Keynesianismo de "oferta", o para los
"amiguetes"?

Monografias.com

Las causas (la crisis mutante)

Carta a los dalits, paganos o "paganinis" de la
crisis (desde la Europa de los náufragos): la deuda y la
vida
(escrita a principios del año 2012)

"Dalit": En el sistema de castas de la India, un dalit,
panchamas, paria o intocable es un duende o una persona que, de
acuerdo con las creencias hindúes tradicionales, se
considera fuera de los varnas o castas. Varna se refiere a la
creencia de que muchos humanos fueron creados a partir de
diferentes partes del cuerpo de la divinidad Purusha, y la parte
de la que cada varna fue creada define el estatus social de una
persona en relación con aspectos como con quién
puede casarse y qué profesiones puede
desempeñar.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
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