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El Ojo de Horus



  1. Horus y Seth
  2. Ofrenda del
    Ojo
  3. El Udyat y la
    luna
  4. Poder
    mágico
  5. Renacimiento del
    rey
  6. Bibliografía

Situados en el contexto del enfrentamiento entre los
dioses Horus y Seth, los aspectos mitológicos y
simbólicos que entraña la leyenda del Ojo de Horus,
el Udyat de los antiguos egipcios, se insertan a modo de segunda
parte en el popular mito de Osiris, del que se nos han
transmitido sugerentes imágenes por el helenista Plutarco
en su obra "Isis y Osiris".

Plutarco, en ese texto, nos ofrece abundante
información sobre las creencias de los sacerdotes egipcios
en relación con la muerte y retorno a la vida del que
habría sido según la leyenda un antiquísimo
rey que habría traído la civilización al
valle del Nilo. Antes de Osiris los hombres se habrían
distinguido por arrastrar una existencia llena de privaciones,
muy similar a la que llevan las bestias salvajes. Osiris, una de
cuyas acepciones es la de Unnefer, el ser que es siempre bueno,
habría de ser, sin embargo, asesinado por su hermano Seth,
que sentía envidia y ansiaba usurpar su trono.

Gracias a los poderes mágicos, Isis y Anubis
habrían de reconstruir el cuerpo del muerto, en el que
seguidamente Thot, el gran dios de Hermópolis,
habría de insuflar de nuevo la vida, convirtiéndose
así Osiris, desde entonces, en la divinidad que reinaba en
el mundo de los difuntos, en el Occidente, en la Duat. Osiris,
que había sufrido la traición y la muerte,
habría de renacer gracias al amor intenso de Isis y fue
así como los Misterios de su pasión, que
según Plutarco habrían sido instituidos por la
propia Isis, habrían de ofrecer a los hombres una
esperanza cierta de vida eterna tras la muerte.

Horus y
Seth

La segunda parte del mito de Osiris, una vez que este se
ha convertido en señor de los difuntos, nos habla de esos
enfrentamientos entre su hijo Horus, que pretende vengar a su
padre y acceder al trono, y Seth, hermano y asesino de Osiris, y
tío por tanto de Horus.

Llama la atención, como recuerda Stephen Quirke,
que en el antiguo Egipto las primeras menciones a Horus en cuanto
dios de los reyes egipcios y las primeras noticias de los
enfrentamientos entre Horus y Seth son mucho más antiguas
que las primeras referencias que tenemos del propio Osiris. En la
mitología egipcia Horus y Seth serían, al menos,
unos seis siglos más antiguos que Osiris, lo que parece
confirmar que sus disputas estarían reflejando unos
enfrentamientos tribales que habrían acontecido en los
tiempos predinásticos.

Los textos egipcios, en relación con la figura de
Horus, nos ofrecen diversas acepciones que no siempre parecen
congeniar de manera adecuada. De un lado se habla de Horus el
Viejo, que sería un antiguo dios celestial, que
vivía en los dominios de Re, hijo de Geb (la tierra) y de
Nut (el cielo) y por tanto hermano de Osiris. En otra segunda
acepción Horus se nos ofrece como dios protector de la
realeza egipcia, cuyos monarcas serían la
encarnación del dios en la tierra. Horus, ahora,
sería un dios local que habría terminado
imponiéndose y dando su nombre a los reyes de Egipto. Una
tercera acepción de Horus, finalmente, nos habla del dios
en cuanto hijo de Osiris e Isis, que habría sido concebido
cuando Osiris estaba muerto, gracias a los poderes mágicos
de Isis. Este sería Horus el Joven, que encarna los
valores del orden y que se enfrenta con Seth pretendiendo la
restitución de sus derechos hereditarios.

La confrontación entre Horus y Seth, reflejo de
antiquísimos conflictos predinásticos,
habría de hacerse más nítida cuando en
tiempos posteriores, ya en los momentos del Reino Antiguo, esas
disputas se insertaron en el contexto del mito de Osiris, ya que
ahora Seth pasaba a encarnar el caos, la hostilidad y en general
todo lo que se consideraba negativo, en cuanto asesino de su
hermano, en tanto que Horus, por contra, se convertía en
el paladín de la justicia y del orden.

Fechado en los tiempos de Ramsés V (hacia 1160
a.C.), si bien su origen posiblemente haya que remontarlo a los
tiempos del Reino Medio, se ha conservado un texto que hoy
conocemos como "ñas aventuras de Horus y Seth", en el que
se narran las disputas entre los dos dioses por la herencia de
Osiris. Veamos como se inicia la narración en la
versión de Lefebvre:

"(Entonces tuvo lugar) el juicio entre Horus y Seth,
misteriosos de formas, grandes príncipes, (los más)
poderosos que (jamás) existieron. Entonces un joven
(Horus) estaba sentado delante del Señor Universal
(Atum-Re), reclamando la función de su padre Osiris,
hermoso de aparición, (hijo) de Ptah, que ilumina (el
Amenty con) su (brillo); y Thot presentaba el Ojo-Udjat (al)
príncipe poderoso que está en
Heliópolis.

Shu, hijo de Re, habló ante (Atum, el
príncipe) poderoso que está en Heliópolis:
"La justicia pasa ante la fuerza: (haz)la (realidad) diciendo:
Dad esta función a (Horus)." Y dijo Thot a la
(Enéada: "Ello es justo,) un millón de veces.
Entonces Isis lanzó un gran grito y se regocijó (en
extremo. Luego fue) ante el Señor Universal y ella dijo:
"Viento del norte, (ve) hacia el occidente y lleva la noticia al
(rey) Unnefer V.P.S." Y Shu, el hijo (de Re), dijo: "Presenta el
Ojo-Udyat (a Horus), es justo por parte de la
Enéada".

Pero el Señor Universal dijo: "¿Qué
significa que toméis una decisión (vosotros)
solos?". Entonces (la Enéada) respondió: Que
él (Thot) tome el cartucho real para Horus y que se
(coloque) la corona blanca sobre su cabeza". Entonces el
Señor Universal permaneció silencioso durante largo
(rato)…"

A pesar de que en este texto se nos ofrece la imagen de
Horus en cuanto un joven que reclama la función de su
padre, lo cierto es que más adelante se nos dirá
que en esos momentos el litigio duraba ya más de 80
años, por lo que las divinidades de la Enéada
ansiaban obtener una adecuada solución al mismo. En la
narración vemos que Thot presenta al Señor
Universal el Ojo-Udyat y más adelante será Shu,
dios del aire, el que solicite que el Ojo sea entregado a Horus.
El Ojo, en cuyas singularidades pretendemos profundizar en este
estudio, adquiere en la narración un claro simbolismo de
fuente legitimadora de la sucesión real. Los dioses
presentan el Ojo, símbolo de la herencia de Osiris, y
desean que sea adjudicado a Horus. El texto que hemos reproducido
termina ofreciéndonos la imagen de un dios supremo,
Atum-Re, que tiene razonables dudas de la solución que
debe ofrecer a los litigantes.

La imagen del Udyat, el Ojo de Horus, del que este texto
nos ofrece estas interesantes noticias, se vincula con los
enfrentamientos entre este joven dios y su tío Seth. El
mito nos dice que en el transcurso de esas peleas hubo un momento
en que Horus perdió su ojo izquierdo, dañado o
robado por Seth, según les versiones, en tanto que Seth,
por su parte, habría sufrido la mutilación de sus
testículos. Simbólicamente todo parece sugerir que
Horus habría perdido el órgano que le
permitía acceder a la claridad de visión y a la
luz, en tanto que Seth, paradigma de lo negativo, habría
sufrido la pérdida de su potencia sexual, que se piensa
que es una fuente primaria de perturbación para dioses y
hombres. El Ojo habrá de ser restituido a Horus por Thot,
la divinidad del Conocimiento. Vemos, así, que el mito
parece apuntar a un enfrentamiento entre unos elementos puramente
primarios, propios de la sexualidad, y otros que se exponen como
más elevados (el acceso a la luz y al
conocimiento).

Fechados en el Reino Antiguo, los "Textos de las
Pirámides" nos ofrecen abundantes referencias a esos
enfrentamientos entre Horus y Seth. Veamos a modo de ejemplo la
Declaración 359. En ella el espíritu del rey
fallecido manifiesta estar dispuesto a enfrentarse a Seth para
conseguir que el Ojo sea restituido a su legítimo
dueño, Horus. Thot, igualmente, se manifiesta
también partidario de la causa del hijo de
Osiris:

"Horus ha gritado a causa de su ojo, Seth ha gritado a
causa de sus testículos, y salta el Ojo de Horus, que ha
caído en aquel lado del Canal Sinuoso, de forma que pueda
protegerse de Seth. Thot lo vio en aquel lado del Canal Sinuoso
cuando el Ojo de Horus saltó a aquel lado del Canal
Sinuoso y cayó en el ala de Thot en aquel lado del Canal
Sinuoso. Oh vosotros dioses que cruzáis sobre el ala de
Thot a aquel lado del Canal Sinuoso, al lado oriental del cielo,
con el fin de litigar con Seth por el Ojo de Horus. Yo
cruzaré con vosotros sobre el ala de Thot a aquel lado del
Canal Sinuoso, al lado oriental del cielo, y litigaré con
Seth por el Ojo de Horus".

Los textos egipcios, en relación con este mito,
nos ofrecen una imagen claramente dualista, de enfrentamiento
entre las fuerzas del orden, representadas por Horus, y las del
caos, simbolizadas por Seth. El resultado habrá de ser
favorable a Horus, de modo que de un lado conseguirá
recuperar su Ojo dañado y de otro logrará ser
reconocido como sucesor legítimo de los derechos de
Osiris, con lo que el orden y la armonía serán
restaurados.

Llama la atención, sin embargo, que Seth, a pesar
de ser derrotado, no será aniquilado o expulsado, ya que
los sacerdotes egipcios, autores de los mitos, pensaban que a
pesar de representar a una fuerza negativa lo cierto es que la
misma resultaba necesaria para que el orden pudiera mantener el
mundo en movimiento. Plutarco nos ofrece interesantes noticias en
relación con estas creencias. Para los egipcios,
según este autor, Osiris era el símbolo de la vida,
representando el principio y la potencia de todo aquello que es
húmedo. Set, por contra, sería el principio de todo
cuanto es sequedad, de todo lo que es ardiente, de todo lo que
produce sequía, en una palabra, de todo lo que es hostil a
lo húmedo, a la vida. Isis y Osiris serían el
símbolo de Egipto, la tierra fecunda, y el Nilo, en tanto
que Seth representaría lo estéril, el
desierto.

Más adelante, Plutarco nos confirmará que
cuando se produjo el definitivo triunfo de Horus, su madre Isis:
"no aniquiló por completo el elemento opuesto a lo
húmedo; se contentó con desatarle, dejándole
escapar, deseando, ante todo, mantener el equilibrio del mundo,
porque el universo no estaría completo si el principio
ígneo faltase y desapareciese". Horus no aniquiló a
Seth, solo le privó de su fuerza y actividad, ya que:
"cuando la Razón organizó el mundo,
estableció en él la armonía al hacerlo
resultado de elementos opuestos, no aniquiló la fuerza
destructora, sino que se contentó con
regularizarla".

Ofrenda del
Ojo

Maat, hija de Re, el dios primigenio, era la divinidad
que encarnaban el orden, la justicia y la armonía del
mundo. Los egipcios pensaban que era Maat quien se encargaba de
mantener inalterable el orden del cosmos que había sido
establecido en el principio de los tiempos. Gracias a Maat el
orden del mundo se mantenía día tras día;
gracias a Maat, cada amanecer, el sol volvía de surgir de
las tinieblas triunfando cada noche sobre las fuerzas del
caos.

Para los sacerdotes egipcios existía una
vinculación estrecha entre Maat y Horus. Cuando este
recuperó su Ojo y triunfaron sus derechos a la
sucesión de Osiris lo que realmente sucedió es que
se produjo el triunfo de Maat. El orden natural del mundo se
había restablecido nuevamente. El Ojo de Horus era para
los egipcios el símbolo de algo que había sido
dañado y que debía ser sanado o restituido. El
orden, que había sido perturbado por Seth, debía
ser repuesto para que Maat imperase.

Los reyes debían hacer ofrendas de Maat en los
cultos a las divinidades que se realizaban diariamente en los
templos egipcios. Maat, el orden y la justicia, era el alimento
genérico de los dioses y era función del
faraón, que este tenía que delegar en los
sacerdotes por motivos obvios, que todos los días Maat se
ofreciera a cada dios en cada uno de los santuarios egipcios. En
este contexto, el Udyat, nombre que significaría "lo que
está completo", en cuanto imagen de algo perturbado que
había sido luego restituido, fue considerado como una
ofrenda especialmente significada que junto a Maat se
debía ofrecer a los dioses. Se pensaba que el Ojo de Horus
tenía efectos muy favorables sobre la salud de dioses y
hombres ya que había sido la ofrenda que Horus
había presentado a Osiris para conseguir devolverle la
vida. Ese es el motivo de que en los templos egipcios abunden las
imágenes en las que el rey está ofrendando a la
divinidad una estatuilla de Maat y una representación del
Udyat. De este modo la estatua de la divinidad recibía del
faraón, heredero de Horus, justicia (Maat) y salud
(Udyat). Gracias a la magia de estos símbolos la vida
impregnaba la estatua del dios y se aseguraba el orden y la
armonía del cosmos.

Veamos uno de los textos en los que el sacerdote
oficiante, asimilado a Thot, hace la ofrenda del Ojo de Horus con
la pretensión de que el alma del dios retorne a su
estatua: "He venido hacia ti, yo soy Thot que busca el Ojo
sagrado Udyat para su señor. He venido, he encontrado el
Ojo sagrado y te lo entregó". A continuación, el
oficiante entregaba al dios su corona, colocándola sobre
su cabeza. De ese modo, diariamente, se conseguía que la
estatua del dios a la que se rendía culto en el santuario
contase con su espíritu (ba), gracias al Ojo de Horus, y
con su poder (sejem) gracias a la corona.

Cuando un nuevo rey era coronado, su ascensión al
trono, una vez superados los peligros que acechaban en ese
momento de inquietud especial, se asimilaba con la imagen del Ojo
de Horus triunfante sobre Seth. Veamos un ejemplo en el que la
coronación de un faraón se compara con el triunfo
del orden y la justicia; se trata de Merenptah, hijo de
Ramsés II. Seguimos la versión de Stephen
Quirke:

"Venid y ved, vosotros pueblo de la Justicia:

La Justicia expulsa a la Falsedad,

el pueblo de la Injusticia ha sido rechazado de delante
de sus rostros,

todas las rapaces han sido rechazadas.

El agua está firme, no desciende, la
inundación la lleva hacia arriba;

los días son largos, las noches tienen
horas,

la luna aparece correctamente.

Los dioses están satisfechos y contentos,

y nosotros vivimos sonrientes y
maravillados".

C. Jacq cita también otro ceremonial que en un
tono similar afirma que el nuevo rey supone el triunfo de
Horus:

"¡Noble es tu cabeza

como la del hijo de Isis,

faraón!

Tus ojos son los ojos de los dioses.

Eres tú quien ilumina el país entero,

quien disipa la oscuridad para el genero
humano,

cuando apareces,

provisto de mágico poder,

faraón".

El Udyat y la
luna

En el capítulo 17 del "Libro de los Muertos" se
ofrecen diversos conjuros mágicos cuya finalidad es que el
espíritu del difunto pueda salir del Más
Allá y retornar posteriormente si así lo desea. En
el texto se exponen varias fórmulas que deben ser
recitadas por el difunto, indicándose que el conocimiento
de los conjuros habrá de resultar también muy
provechoso para los hombres que los lean en la tierra. En uno de
ellos, el difunto manifiesta que yo: "he reconstituido el Ojo
(divino) después de que se hubo apagado en el día
de la lucha de los Dos Compañeros".

"¿Qué significa eso? –aclara el
autor del texto- Se trata del día en que Horus
combatió contra Seth, cuando éste arrojó
inmundicias a la cara de Horus y cuando Horus destruyó los
testículos de Seth. Sin embargo, Thot con sus dedos lo
curó".

En este conjuro, el difunto, identificado con Thot,
declara haber reconstituido el Ojo que Horus había
perdido. Especial interés reviste la indicación de
que "he reconstituido el Ojo después de que se hubo
apagado…". Esa referencia al Ojo que se ha apagado era
entendida por los sacerdotes egipcios como una alusión a
la luna, ya que se pensaba que el Ojo de Horus, cuando era
dañado por Seth, simbolizaba a la luna en sus fases
decrecientes, de modo que la luna llena sería el Ojo una
vez restituido. Se pensaba, en ese sentido, que Horus con sus dos
ojos iluminaba la tierra de Egipto. El ojo derecho era el
símbolo del sol, Re, en tanto que el ojo izquierdo era la
imagen de la luna, Thot.

Plutarco nos confirma esa creencia egipcia de que la
fase menguante de la luna estaría haciendo alusión
a los ataques de Seth contra el Ojo de Horus, de modo que Seth
sería concebido como un ser del mal que pretendiendo
destruir a la luna u Ojo de Horus ocasionaba las fases
decrecientes de este astro e incluso los eclipses: "por la
privación total del Ojo de Horus quieren dar a entender el
eclipse de la luna, que restablece el sol iluminándola de
nuevo cuando se ha desprendido de la sombra de la
tierra".

Los textos egipcios nos ofrecen noticias que nos
informan de que el Ojo de Horus no fue atacado solamente una vez,
sino que Horus sufrió repetidas agresiones por parte de
Seth. Esos ataques repetidos serían la causa de los
eclipses lunares. En el capítulo 112 del "Libro de los
Muertos", titulado "Fórmula para conocer las Almas de
Buto", se nos transmite información acerca de una de esas
agresiones. En esta ocasión Seth está representado
por un cerdo, siendo esa la causa de que este animal fuese
considerado por los egipcios como especialmente abominable e
impuro. Veamos el contenido de ese capítulo:

"Dice el difunto: ¡Habitantes de las lagunas…
¿Sabéis por qué se entregó la ciudad
de Buto a Horus? Yo lo sé, aunque vosotros no lo
sepáis. Fue Re quien le dio (la ciudad de Buto) como
indemnización por la herida que había sufrido su
Ojo, tras lo cual Re le había dicho a Horus:
"Déjame ver qué ha ocurrido en tu Ojo hoy" Lo
miró y entonces Re dijo a Horus: "¡Echa una mirada
sobre ese cerdo negro!" Entonces se puso a mirarlo e
inmediatamente la herida de su Ojo se agudizó vivamente.
Luego Horus dijo a Re: "Parece como si mi Ojo (hubiera sido de
nuevo golpeado por) Seth." Y perdió el conocimiento.
Después Re dijo a los dioses: "¡Llevadlo a su
cámara, a fin de que recobre sus sentidos!".

Había ocurrido, (efectivamente), que Seth,
convertido en un cerdo negro, acababa de dar un golpe de fuego
contra el Ojo (de Horus).

Después Re dijo a los dioses: "Despreciad al
cerdo a causa de (lo ocurrido a) Horus! ¡Sin embargo,
él podrá recuperar sus sentidos!" Y así fue
como el cerdo estuvo en abominación por parte de los
dioses de su comitiva a causa de (lo ocurrido) a
Horus…"

Poder
mágico

El Ojo de Horus, en cuanto símbolo mágico,
tenía un inmenso poder. Del mismo modo que protegía
a los seguidores de Horus podía igualmente aniquilar a sus
enemigos. Los "Textos de las Pirámides" nos informan de
que antes de la creación del mundo por Atum ya
existían las denominadas aguas primordiales (el Nun o el
Abismo), que vendrían a representar las profundidades
insondables del océano celeste. En esos textos del Reino
Antiguo se expresa la idea de que el Abismo existió antes
que el cielo y la tierra. Para ofrecernos una idea de ese
carácter primero de las aguas primordiales se nos dice,
incluso, que ya existían cuando ni siquiera había
surgido todavía el temor al Ojo de Horus. Veamos el
conjuro 132:

"Salve vosotras aguas…. Los corazones estaban repletos
de miedo, los corazones estaban inundados de terror cuando yo (el
rey fallecido) nací en el Nun antes de que el cielo
existiera, antes de que la tierra existiera, antes de que lo que
tenía que ser hecho firme existiera, antes que la
confusión existiera, antes que el miedo que surgió
a causa del Ojo de Horus existiera…"

Del mismo modo que los enemigos de Horus podían
ser aniquilados por el poder del Udyat, los seguidores del dios
podían beneficiarse de su benéfica
protección. El capítulo 137A del "Libro de los
Muertos", denominado "Fórmula de las cuatro antorchas de
glorificación preparadas para el bienaventurado" nos
ofrece la imagen del Ojo de Horus en cuanto símbolo de
protección tanto para Osiris como para el difunto, que se
ha identificado con el dios. En ambos casos, los enemigos
serán rechazados gracias a los poderes del Udyat. Los
"Textos de los Sarcófagos", igualmente, también
exponen diversas fórmulas que tienen un contenido similar,
como es el caso del conjuro 316, en el que el difunto se ha
convertido en el propio Ojo de Horus y ha adquirido sus poderes
mágicos, por lo que todos le temen.

Veamos seguidamente el capítulo 137A del "Libro
de los Muertos", antes citado, que se relaciona con el ritual de
las cuatro antorchas, con el que se pretendía atraer al
difunto el calor vital de Re. Las antorchas, situadas en el
interior de la cámara mortuoria, se debían apagar
en el momento de la aurora, utilizando para ello cuatro
recipientes de arcilla, en los que se había esparcido
incienso y leche de una becerra blanca.

"Dice el difunto: La antorcha llega a tu ka, Osiris,
Señor de los Occidentales; la antorcha llega a tu ka,
Osiris N. (el propio difunto)…

El Ojo de Horus es tu protección, Osiris,
Señor de los Occidentales (y) constituye una salvaguarda
para ti: rechaza a todos tus enemigos, todos tus enemigos son
apartados de ti.

El Ojo de Horus es (también) tu
protección, Osiris N. (y) constituye una salvaguarda para
ti: rechaza a todos tus enemigos; todos tus enemigos son
apartados de ti. (Él acude) a tu ka, Osiris, Señor
de los Occidentales…

El Ojo de Horus acude, sano y salvo, emitiendo
resplandores como Re en el horizonte; eclipsa el poder de Seth
que (éste) le había robado –(porque) fue
él quien se lo volvió a llevar para sí- (y)
dirige su fuego contra él en tu presencia. El Ojo de
Horus, sano y salvo, come de su cuerpo para ti, y tú lo
posees y lo alabas…

(Las cuatro antorchas van a penetrar) en tu ka, Osiris
N.; el Ojo de Horus es tu protector, rechaza a todos tus
enemigos, tus enemigos son rechazados de ti…"

El Ojo de Horus, dado su intenso poder mágico, se
utilizó muy frecuentemente como amuleto o talismán
que protegía a los difuntos. Con esa finalidad se
solía colocar en las momias, sobre la incisión que
se practicaba en el abdomen del difunto para retirar los
órganos internos. Se pensaba que el Udyat protegía
contra encantamientos negativos al difunto al mismo tiempo que le
proporcionaba visión y luz en el más
allá.

Renacimiento del
rey

Por estar estrechamente vinculada con los aspectos
mitológicos y simbólicos del Ojo de Horus que
venimos comentando, vamos a terminar este estudio reproduciendo
la declaración 524 de los "Textos de las
Pirámides", que nos habla del renacimiento del rey difunto
gracias a los benéficos efectos del Udyat. El texto se
inicia con las palabras del rey que manifiesta que ya se
encuentra purificado tras su paso por el cielo inferior y que en
cuanto divinidad está asimilado a Thot, precisamente el
dios lunar que devolvió a Horus su Ojo. Nos dice,
seguidamente, que porta la Corona, el Ojo de Horus, lo que hace
que se sienta con grandes poderes y nos habla de su
ascensión a los cielos utilizando alusiones a diversas
aves, plumas, alas… En esa ascensión será ayudado
por Geb.

Se producirá después la llegada al reino
celeste de Re, tras haber dejado atrás los campos de
Osiris, donde nada se le ha podido oponer, ya que el rey es
fuerte, Atum le está llamando y Re ha despejado su camino.
El rey lleva el Ojo de Horus, como Thot, y gracias a él
Horus lo podrá recobrar, restaurándose así
el orden del cosmos.

En el momento final veremos que Horus ha tomado ya
posesión de su Ojo en tanto que el espíritu del rey
difunto se sentará en su trono, entre los dioses, hombro
con hombro con el propio Atum, el gran dios de la
creación. Veamos el contenido de la
declaración:

"Yo soy purificado con la purificación que Horus
empleó para su Ojo; soy Thot que te protege, no soy Seth
que se lo llevó; ¡Alegraos, dioses! ¡Estad
contentas, Enéadas! Oh Horus, reúnete conmigo,
porque llevo la Corona Blanca, el Ojo de Horus con el que uno es
fuerte. Estad contentos, dioses, por mí, cuando ya
ascienda; mi cara es la de un chacal, mis brazos son los de un
halcón, las plumas de mis alas son las de Thot, y Geb hace
que yo suba volando hacia el cielo para que pueda llevarle el Ojo
de Horus. He quitado vuestras fronteras, difuntos, he traspasado
vuestros límites, obstructores que estáis bajo el
control de Osiris. Yo he bloqueado los caminos de Seth, he
esquivado a los mensajeros de Osiris, y no hay dios que pueda
imponer su dominio sobre mí, no hay adversario que pueda
oponerse a mi camino, porque soy Thot, el más poderoso de
los dioses.

Atum me convoca al cielo, y yo le llevo el Ojo de Horus,
soy el hijo de Khnum, y no hay mal que yo haya hecho. Que largo
tiempo esta palabra esté en tu mira, Oh Ra;
¡Óyela, Oh Toro de la Enéada!. Despeja mi
camino, haz mi sitio espacioso a la cabeza de los dioses, para
que pueda llevarle el Ojo de Horus y pueda hacer que sea vuelto a
unir a él lo que salió de su cabeza. Yo haré
que él vea con ambos ojos intactos, por medio de lo cual
hará desaparecer a sus enemigos.

Horus ha tomado posesión de su Ojo y me lo ha
dado. Mi perfume es el perfume de un dios, el perfume del Ojo de
Horus está en mi carne, y soy preeminente
poseyéndolo; me siento en vuestro gran trono, dioses, y
estoy hombro con hombro con Atum entre las Dos Varas. Soy el que
impide a los dioses el llegar a estar cansados buscando el Ojo de
Horus. Yo lo busqué en Pe, lo encontré en On, lo
tomé de la cabeza de Seth en el lugar en que ellos
combatieron. Oh Horus, extiende tu brazo hacia mí; Oh
Horus, toma tu Ojo; que vaya hacia ti, que vaya hacia ti cuando
yo llegue a ti. Que el Ojo de Horus llegue a ti conmigo, sobre mi
para siempre".

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Autor:

Ildefonso Robledo Casanova

 

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