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El Palacio de Justicia entre la retórica y la historia



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

Monografía destacada

  1. Introducción
  2. Treinta y siete años antes del 6 y 7 de noviembre de 1985
  3. Los hechos del Palacio de Justicia desde la historiografía
  4. Medio fin para llegar a los hechos, al momentum de la historia
  5. La principal fuente historiográfica
  6. El año en que inicia la guerra total en Colombia 1984
  7. La sede de las Altas Cortes en 1985 antes del holocausto
  8. El 5 de noviembre de 1985
  9. Sentencia al Coronel Alfonso Plazas Vega
  10. Múltiples versiones con un propósito desorientador (?)
  11. La voz de cese al fuego es presente, no es pasado
  12. El Palacio de Justicia en la historia de la violencia
  13. ¿Qué es un balance historiográfico?
  14. Política religión y holocausto en el Palacio de Justicia
  15. La base de todas las publicaciones
  16. La versión de un magistrado que no estuvo en los hechos
  17. Veintidós años después llegan las síntesis narrativas
  18. La literatura oficial y la mirada forense
  19. Interpretación
  20. Conclusión
  21. Referencias bibliográficas

"USTEDES MUERTOS SON MIS HIJOS AMADOS EN QUIENES TENGO PUESTAS TODAS MIS ESPERANZAS"

"¿Quiénes son los guardianes de la Historia?

Los historiadores naturalmente. Las clases educadas en general.

Parte de su trabajo es la de conformar nuestra visión del pasado de manera que sostengan los intereses del poder del presente. Sí no lo hacen así, serán probablemente marginados de una manera o de otra"[1].

Introducción

Este trabajo no pretende exponer la verdad y su autor tiene dos prejuicios ser antimilitarista cuando la acción militar implica violar los derechos humanos[2]y escéptico del sistema legal de justicia, cuando se observa la persecución de que son víctimas quienes desde el establecimiento se atreven a enjuiciar a quienes con su acción individual van en contra incluso del establecimiento, particularmente cuando deciden violar la Constitución y la Ley bajo pretexto de defender la democracia, las instituciones y la sujeción al orden[3]

La veracidad[4]de lo que aquí se describe está publicada en las fuentes primarias que son expedientes judiciales, documentales, fotos, entrevistas en medios de comunicación, imágenes de los noticieros de la época, archivos de audio de las comunicaciones entre militares; y en las fuentes secundarias que son la bibliografía sobre el hecho. El Palacio de Justicia requiere de un trabajo de investigación en profundidad por parte de los historiadores que genere historiografía, algo que seguramente sucederá con el paso del tiempo, cuando se minimicen los riesgos de abordar un tema que despierta enconados rencores.

El Holocausto a la Justicia, ya es un tropo común en la literatura e historiografía sobre la violencia en Colombia, es parte de la Historia contemporánea del Siglo XX de éste país. Pero es un tema que aún no ha sido explicado históricamente ni comprendido su significado para la guerra y la paz. De facto es un hecho que en muchos aspectos es desconocido y el problema respecto a la Historia y su compromiso con la verdad es no tener los hechos y sin ellos establecidos pasar a las interpretaciones.

A más 27 años del suceso en 2013 es un acontecimiento cuyos efectos jurídicos y políticos todavía se viven para algunos de sus involucrados, quienes rinden sus versiones libres o esperan un veredicto judicial o de la historiografía. La explicación de porqué sucedieron los hechos y sus consecuencias históricas hace del tema un problema de historia actual con los retos de documentación, censura, imparcialidad y objetividad que esto acarrea.

Hay ausencia de comprensión histórica de este hecho. Se ha mantenido de manera escalada y degradante la violación a los derechos humanos en Colombia por los actores del conflicto armado, ante una indiferencia social. En ausencia de historiografía sobre se ha fundado un género de relatos descriptivos sobre los hechos, cuyo estilo está a mitad de la crónica periodística y la novela.

Muchos de estos trabajos toman como referencia trabajos anteriores y ofrecen al lector la idea de haber consultado de primera mano expedientes judiciales, grabaciones de audio y video, realizado entrevistas con los sobrevivientes. Llamo retórica los argumentos para convencer. Usados para describir y explicar los hechos del palacio de Justicia. Distingo esta retórica de la que se ocupa de las figuras literarias y hallo lejana la retórica a la ideología. El estilo del discurso es para nada neutro o inocente, todo lo contrario la forma de decir las cosas o no decirlas, es tan significativa como el contenido de lo que se afirma, se niega o se pregunta.

Los comentarios, afirmaciones y juicios de valor de éste trabajo son responsabilidad absoluta de su autor y no comprometen ni al director del trabajo de grado, ni al Dpto. de Historia, ni a la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad de Colombia. Lo que aquí se propone no reconoce ni describe posturas ideológicas, sin embargo no alinearse con la versión oficial trae el efecto de parecer amigo de los enemigos del Estado lo cual es apenas un efecto del estado mental de guerra en que se ha vivido en Colombia en los últimos 60 años. Existe una versión oficial ideologizante que se ha mantenido incluso en tensión con la verdad procesal. Son fuentes de consulta la prensa escrita y los informes correspondientes a las dos comisiones investigadoras. Libros publicados en idioma español; artículos y tesis.

Se propone como hipótesis de orden finalista, una que se compromete en la afirmación de un porqué y para qué del conocimiento histórico, así se haya tratado éste trabajo de un simple análisis historiográfico, parcial por demás: -"La Historia debe ser maestra de vida", – según decía Cicerón-, por eso si renuncia a su papel pedagógico social se convierte en una disciplina sin finalidad, en una forma retórica que recrea hechos del pasado y cuyo alcance e interés no supera la expectativa narrativa. Será una más entre otras actividades culturales e intelectuales asociadas a la práctica de escribir y leer para pasar el tiempo.

El enfoque teórico de éste trabajo está asociado la historia intelectual en la medida en que es una indagación descriptiva de como se ha escrito sobre el Palacio de Justicia en clave de dilucidar la relación entre política y religión, proponiendo la posibilidad de que los balances historiográficos sobre un hecho específico se desarrollen no sólo en el interés general de que se ha publicado en un periodo de tiempo, sino bajo que orientación temática o problematización cognoscitiva pueden ser leídos.

La historia como investigación es un proceso basado en evidencia y reconstrucción de hechos a partir de testimonios, pruebas, indicios, que dan sustento a un juicio que al explicar debería promover la compresión activa, la identidad y valores de una nación no en su aspecto abstracto si no en sujetos concretos que conocen su historia y por lo mismo están dispuestos enmendar los errores del pasado o por lo menos a no volver a cometer errores similares en una espiral sin tregua.

La real esfera de lo público en un sentido democrático y pluralista estaría constituida por una prensa independiente, una academia incluyente, anti dogmática y comunicante con la sociedad; por una sociedad civil autocrítica y al mismo tiempo comprometida con el mejoramiento de los principios, razones, valores que desarrollen el Estado social de derecho, fortalezcan las instituciones, desarrollen dentro de los principios que integran a la Fuerza Pública el del honor, basado en el respeto de la dignidad humana y el irrestricto acatamiento de los Derechos Humanos.

La Fuerza Pública está integrada en Colombia por miles de mujeres y hombres que son parte del pueblo colombiano, a ellos y a sus hijos está dedicado éste trabajo como a todas las víctimas de la guerra, para que entre todos surja el espíritu emprendedor y el trabajo libre y eficaz que permita construir la paz con hechos y llevar la historia de Colombia por un desarrollo a escala humana sin usar la violencia como si fuera un sofisticado medio de acción política.

Millones de jóvenes en éste país necesitan de la paz, de inclusión en la sociedad en una visión de la economía que sea democrática, la gente común como son la gran mayoría de los colombianos sólo necesita educarse y una oportunidad de desarrollar su proyecto de vida en el trabajo libre y digno. Por eso la Universidad debe ser democrática, humanizante, formadora no sólo instructora. La cátedra también debería reconocer la verdad que hay en las calles y campos superando el academicismo reduccionista que despacha hechos, épocas, genocidios, masacres, con una frase, con un párrafo, con un pie de página.

Un ejemplo de ese academicismo puede ser "Violencia pública en Colombia,1958-2010" un libro cuyo título afirma dar cuenta de la violencia en Colombia en los últimos 52 años y dedica sólo tres frases al hecho de violencia pública más atroz de la historia reciente del país, que siendo un tema de la guerra entre el Estado y la insurgencia es de todos el que más cerca estuvo de desestabilizar el orden, la sociedad civil y política, las instituciones jurídicas y culturales incluyendo la legitimidad de la Iglesia y de organizaciones internacionales como la Cruz Roja, como mediadoras en conflictos.

"También jugó el apetito por el espectáculo que llevó a la operación (más o menos anunciada) del asalto del Palacio de justicia, el 6 y 7 de noviembre de 1985. La acción temeraria y la recuperación militar del edificio, con su inmenso costo humano y político, desacreditó "la paz" en un grado similar al descrédito de la "guerra".[5]

Otro ejemplo del academicismo estéril es el libro, "Cuando la historia es recuerdo y olvido", es un trabajo hecho ha retazos, desordenado en su enfoque teórico, metodológico y epistemológico. Editado en un formato medio en papel fino, lleno de cifras estadísticas y datos mudos, con una asombrosa lista de coautores y autores fuente, muchos de ellos historiadores profesionales. Su tema central curiosamente trata de cuando la Historia es recuerdo y olvido y lleva al lector por un conjunto de imágenes y significados, usando un campo semántico asociado a la memoria como son los conceptos mnemosis, amnesias, anamnesias en torno al conflicto urbano en Bogotá[6]

Pero en su caracterización de lo que ha sido el conflicto y la vida urbana en Bogotá no le da ninguna importancia a los hechos del Palacio de Justicia le dedica un párrafo corto en la p.128, aunque se refiera a la vida urbana de la ciudad y abarque caracterizaciones de los siglos XIX y XX. Siendo que a excepción del Bogotazo el 9 de Abril de 1948. El asunto de conflicto urbano más dramático y de grandes consecuencias nacionales que ha vivido la ciudad de Bogotá y sus habitantes -que son una especie de representantes de todas partes de Colombia y del mundo, fruto de incontables éxodos pacíficos y violentos-, fue la toma y retoma del Palacio de Justicia el 6 y 7 de Noviembre de 1985 como los más de 27 años de lucha, movimientos sociales, conmemoraciones, rituales religiosos en que los familiares de los desparecidos han exigido justicia sin obtenerla plenamente.

Un ejemplo más de éste tipo de academicismo es el libro "Terrorismo y seguridad" que en su título prometía desarrollar el tema de la política de Estado para enfrentar la amenaza del terrorismo pero pese a la popularidad de sus coautores el libro no tuvo en cuenta para el caso colombiano, el hecho que en Colombia fue y es el más emblemático de la relación entre terrorismo y Estado, el Palacio de Justicia, particularmente para la relación que comprometió desarrollar el estudio, la de la democracia afectada por la violencia política que viola derechos humanos[7]

El Palacio de Justicia es un tema que algunos intelectuales, científicos sociales, cronistas, escritores, prefieren ignorar o por lo menos no mencionarlo en sus trabajos, entre otras razones porque es un tema que despierta posiciones encontradas ya que para muchos no asumir la defensa de forma irrestricta de la Fuerza Pública y de la acción de Estado es una especia de traición a la patria y al orden. Por no decir, que se constituye en un acto temerario que se convierte en una amenaza para la propia integridad y la de los allegados.

Colombia en los últimos 28 años como consecuencia del Palacio de Justicia ha vivido un desarrollo sin precedentes de -la guerra política- que han adoptado todos los agentes del Estado, una versión oficial de – todas las formas de lucha- desde la cual se justifica torturar, matar, desparecer un puñado de individuos bajo el argumento que por sola disuasión le están salvando la vida a cientos que podrían seguir sus pasos en su actividad militante, evitando a su vez que se pierdan las vidas de quienes sean víctimas de su acción terrorista. El problema de la concepción de la seguridad nacional es que es una abstracción abrasante y arrasante, porque puesto como un paradigma indiscutible, todo vale para garantizarla.

Las guerras empiezan cuando se impone una supresión racista del otro, un discurso eugenésico basado en el narcisismo y la creencia en la propia superioridad que no admite compartir el espacio vital con los que son vistos como una amenazante inferioridad. O cuando falla la diplomacia y la vía política; pero paradójicamente la salida a todo conflicto armado es siempre la vía política, la negociación, esa forma histórica en la que se desarrolla toda forma cultural de diplomacia, de justicia reparadora. Por todas partes lo que hay en Colombia es gente buena, que merece una vida mejor, sin guerra, sin desaparición forzada, ni falsos positivos o ejecuciones extrajudiciales. Por eso el Holocausto del Palacio de Justicia nunca debería repetirse y las armas no seguir siendo blandidas y usadas entre hermanos.

ELEMENTOS QUE IDENTIFICAN LA INVESTIGACIÓN

ANTECEDENTE DE LA INVESTIGACIÓN COMO HECHO HISTÓRICO

El Holocausto del Palacio de Justicia, es un hecho establecido plenamente en la Historia contemporánea del Siglo XX en Colombia. Un hecho que ha sido narrado sin llevar su interpretación a una lección histórica para las generaciones presentes y futuras, que ha tenido enormes consecuencias en la escalada y degradación del conflicto interno en Colombia en términos de vulneración de los Derechos Humanos.

Un poco más del cuarto de siglo es muy poco tiempo para la Historia, lo que hace del hecho un problema de historia del presente, pero al mismo tiempo en términos de la verdad, la justicia y la reparación son más de veinticinco años sin saber aspectos cruciales de la verdad de lo que pasó con las víctimas, de los desaparecidos y sin que muchos de los responsables de éste delito aún en desarrollo respondan en términos judiciales y políticos a la sociedad.

LIMITACIONES PARA UNA INVESTIGACIÓN HISTÓRICA DEL HECHO

El Holocausto en el Palacio de Justicia, sucedido el 6 y 7 de Noviembre de 1985, es un tema problema de historia actual con los retos de seguridad para la integridad personal del investigador y de heurística referida a la documentación de pruebas, testimonios, transcripciones. Como el tener que enfrentar aspectos de censura, imparcialidad y objetividad.

Al silencio histórico sobre éste hecho. Se añade que a lo largo de éste tiempo se ha mantenido de manera escalada y degradante la violación a los derechos humanos en Colombia por los actores del conflicto armado, ante la indiferencia y anomia social.

LIMITACIONES PARA UN BALANCE HISTORIOGRÁFICO

Ante la ausencia de historiografía sobre se ha fundado un género de relatos descriptivos sobre los hechos, cuyo estilo propio del expediente judicial está a mitad de la crónica periodística y la novela histórica.

CONTEXTO BIBLIOGRÁFICO

La extensa bibliografía sobre El Palacio de Justicia está compuesta principalmente por crónicas periodísticas muy cercanas a la narrativa novelesca, el mismo tema ha suscitado que su tratamiento sea el de una crónica judicial, de las que se acostumbra en los periódicos de amplio arraigo en la cultura popular.

Muchos de estos trabajos, como ya se ha advertido en la introducción toman como referencia publicaciones precedentes, principalmente la de Manuel Vicente Peña, Las dos tomas, libro publicado en 1986 por la Fundación VIDA, sede en Bogotá y cuyo autor fue un notable periodista forjado precisamente en la crónica judicial.

Se trata de obras que ofrecen al lector la idea de haber consultado de primera mano expedientes judiciales, haber conocido grabaciones de audio y video y haber realizado entrevistas con los personajes involucrados, trabajo de campo que muchas veces se pone en duda cuando se descubren elementos tomados casi al pie de la letra de publicaciones como la referida.

DELIMITACIÓN CONCEPTUAL

Se denomina retórica a los argumentos usados para convencer, cercanos al campo de la lógica jurídica. Usados para describir y explicar los hechos del Palacio de Justicia. Distingo esta retórica de la que se ocupa de las figuras literarias y encuentro lejana la retórica a la ideología. Aunque se trata de un tema-problema profundamente ideológico que genera en el escritor y el lector una posición.

El trabajo de grado en desarrollo no reconoce ni describe posturas ideológicas consolidadas pero no las desconoce, además es claro que existe una versión institucional que prevalece incluso ante la evidencia y pruebas que conforman la verdad procesal fruto de las investigaciones judiciales y el peritaje en términos de la acción combinada de forma técnica por las instancias criminalística y forense.

FORMULACIÓN DEL PROBLEMA

¿Qué aporta a la comprensión historiográfica del Holocausto del Palacio de Justicia el balance crítico de la bibliografía sobre el tema?

HIPÓTESIS DE TRABAJO

La comprensión de la historiografía sobre El Palacio de Justicia debe superar cualquier forma retórica de expectativa de verosimilitud, se trató de un hecho histórico muy grave para la sociedad colombiana y humana, convertido en narrativa, en crónica periodística, en relato. Pero lo allí sucedido y sus consecuencias son una verdad histórica.

JUSTIFICACIÓN

Es un aporte menor, pero necesario, el de ordenar, clasificar, reseñar y criticar la bibliografía referida. Como analizar los elementos empleados a nivel retórico para argumentar a favor o en contra de posiciones en conflicto. Como una primera aproximación explicativa de las narraciones y el discurso que se ha ido estructurando de manera temática sin rigor histórico.

OBJETIVO DEL ESTUDIO

Hacer un balance con un sentido historiográfico sobre la bibliografía publicada en castellano y en Colombia sobre el Holocausto del Palacio de Justicia.

FUENTES

Material audiovisual de medios de comunicación digitalizado. Editoriales del Tiempo y El Espectador correspondientes a cada aniversario cumplido de los hechos. Artículos de la Revista Semana Los informes correspondientes a las dos comisiones investigadoras. Libros publicados en español; artículos y tesis de grado.

MARCO HISTORIOGRÁFICO

La historia como investigación es un proceso basado en evidencia y reconstrucción de hechos a partir de testimonios, pruebas, indicios, que dan sustento a un juicio que al explicar por qué ocurrió así un hecho debería promover la compresión activa. La Historia como el Derecho en materia probatoria tiene como problema la verdad. La investigación historiográfica se diferencia de la investigación histórica porque no trabaja fuentes primarias, ni pretende la reconstrucción de un hecho histórico.

La investigación documental historiográfica tiene dos tipos de fuentes, la bibliografía teórica que aporta los fundamentos de análisis, de síntesis, de categorías de interpretación y la historiografía sobre un tema específico, determinado, periodizado, legaliformemente constituido y socialmente institucionalizado por una comunidad científica o cultural a través de los estudios históricos publicados.

Por eso las fuentes secundarias son las que corresponden a la denominada investigación documental. Con relación al análisis narrativo y los argumentos empleados para plantear una tesis, lo que se estudia a un nivel semántico social es la manera como la exposición y contenido del relato conlleva a un proceso de influencia y persuasión en el lector.

1.11.1 Una precisión más respecto a éste trabajo de grado

Las fuentes digitales de origen audiovisual restituidas por la multimedia sitúan éste trabajo dentro del campo de las Humanidades Digitales y de la Historia Digital. El acceso a la información y la posibilidad de contrastar diferentes versiones y fuentes como de hallar material fotográfico y de video que respalde el relato, esto solamente ha sido posible por el uso de Internet y el acceso que permiten las TICs[8]a los archivos digitales de origen audiovisual y de reporteria fotográfica de la época. Para no depender de la historiografía y la crónica periodística para éste recuento narrativo de los hechos. (Ver anexos en formato multimedia).

METODOLOGÍA

El tipo de investigación es documental, de carácter exploratorio descriptivo en torno a las figuras literarias y los elementos retóricos empleados en el discurso como mecanismos de persuasión.

Como categorías de inclusión se tendrá en cuenta el autor o autora del trabajo en su formación académica; la fecha de publicación de la edición príncipe; los elementos narrativos de carácter literario; los elementos narrativos de carácter visual o fotográfico usados y los elementos narrativos que suponen transcripciones ya que estos elementos se usan como una prueba que da solidez a los argumentos estrictamente discursivos, sin entrar en las implicaciones de su contenido y valor de verdad.

La estructura de la narración, el orden de la exposición, el mayor desarrollo de unos elementos respecto a otros marca una línea argumentativa que debe quedar expuesta en el análisis crítico de estos trabajos, relacionando los sucesos con la teoría y los métodos como se han abordado y el interés cognoscitivo y político que pretende la ficción narrativa de los hechos, ficción narrativa no quiere decir literatura si no que ella es diferente ontológica, cuantitativa y cualitativamente al hecho. El uso del tiempo narrativo lineal, cíclico, virtual, como el manejo de hipertextos que irrumpen en la estructura narrativa convencional de la crónica, esto es transversal en el trabajo pero está más empleado en el capítulo 2, dedicado a cómo la historiografía, los documentos gráficos, la bibliografía, la prensa, permite reconstruir los hechos del Palacio de Justicia el 6 y 7 de noviembre de 1985.

Lo anterior para develar enfoques teóricos, sesgos interpretativos, tomas de partida a favor o en contra de una línea de argumentación ideologizada o en proceso de formación ideológica como pueden serlo entre otras: la lectura desde los Derechos humanos, la victimización, la defensa del Estado democrático y sus instituciones; las condiciones fatalistas junto a las de una intervención providencial.

También son observables clichés como el destino; la heroicidad de los caídos; la alegría irresponsable de los jóvenes subversivos; la no intervención de la política y el diálogo que cede paso a la guerra, al uso de fuerza letal. El tema de los muertos sin tumba, el drama de los desaparecidos sin historia final. Un aspecto importante en el análisis y la síntesis sobre esta bibliografía objeto de estudio es la valoración comparada del tipo de fuentes sobre las cuales está soportado el trabajo narrativo.

DISEÑO METODOLÓGICO

Método: Racional. El método racional integra los métodos deductivo, inductivo y abductivo.

Técnica. Reseña crítica y entrevistas extraídas de medios audiovisuales, prensa escrita, expedientes judiciales, bibliografía sobre el tema.

Instrumento: Base de datos. Entre la que se cuenta con un archivo digital buscado, consultado y seleccionado en Internet, dentro de lo que se denomina Historiografía digital.

Treinta y siete años antes del 6 y 7 de noviembre de 1985

Los siguientes párrafos ilustran el efecto del 9 de Abril en la disposición de una fuerza pública permanentemente alerta para contrarrestar en la ciudad de Bogotá y en el territorio nacional de Colombia problemas de orden público, que tuvo entre sus jornadas de prueba el parovico de 1977. La obsesión por la seguridad se vio enfatizada bajo el estatuto de seguridad del Presidente Dr. Julio César Turbay Ayala[9]cuyo periodo de gobierno comprendió el periodo de (1978-1982).

El Bogotazo hizo real el temor del pasado. Cuando los herederos de los criollos, en el siglo XIX sentían que el peligro más grande para la nueva república eran los indios, mulatos, negros, mestizos y demás castas que amenazaban a los señores y doñas de raza blanca, siempre en la añoranza, y permanente búsqueda de confirmación y validez de su linaje español. El moquete de Indio usado para mencionar al líder político más importante del Siglo XX en Colombia, Jorge Eliécer Gaitán (1902-1948) no era simplemente un apodo por su fisonomía sino una palabra despectiva con una enorme carga moral e histórica y una pequeña razón entre las más de peso para su magnicidio.

Entrado el siglo XX, cuando ya no era el ideal lo chapetón, sino lo europeo, como camino hacia la limpieza de la raza había además que pensar en superar y evitar las condiciones que llevaron al 9 de Abril de 1948. Para las élites bogotanas rodeadas de gente indeseable sólo había un posibilidad, crear una aristocracia militar, culta, indolente, con desprecio por la vida, garante de la cleptocracia burócrata, defensora a ultranza de los plutócratas y enemiga del país nacional a la par que emparentada con los cuadros medios y altos de la burguesía bipartidista al servicio de los dueños del país en Colombia y en el mundo, con grados en los cuadros de honor en la academias de genocidio de los EEUU y preparados para hacer de la guerra un negocio.

La interpretación del rol de la Fuerza pública durante el 9 de Abril es que estuvo dividida entre un ejército gobiernista y una policía chusmera. Esto planteó claramente la necesidad de contar con una Fuerza Pública formada, educada, preparada para establecerse jerárquicamente en razón de las reales y efectivas fuerzas de poder que son las distinciones de clase social, de adscripción al deber político de no ser beligerantes según tesis del expresidente Alberto Lleras Camargo (1906-1990), de lealtad a su propia clase y generación; de identidad de valores para diferenciar de forma eficiente, efectiva y eficaz al soldado raso, del suboficial y a estos de los oficiales de carrera y a los mismos oficiales de carrera distinguirlos de los Estados Mayores que son quienes dan los golpes de Estado, saben y aplican la política de seguridad y rinden sus informes a la embajada del imperio, es decir a los Estados Unidos.

Como efecto del 9 de Abril de 1948 la Carrera Militar o profesional en la Policía Nacional son carreras que exigen a sus seleccionados pagar por su formación como un filtro social que evite que resentidos sociales empuñen las armas que deben defender el régimen.

A partir de estos acontecimientos la Policía pasaría de ser un cuerpo civil armado a estar bajo el estricto control del mando castrense siendo entonces no una institución civil sino parte de la fuerza pública con un alto espíritu militarista y por ende de naturaleza anti civilista, con una extraña y lejana influencia nazi proveniente de los agregados militares y consultores contratados en Argentina y Chile donde se habían refugiado muchos alemanes, algunos de ellos de formación castrense dentro de las juventudes hitlerianas educación que claramente se puede ilustrar con el famoso documental de propaganda nazi "El triunfo de la Voluntad".

El Bogotazo el 9 de Abril de 1948 tuvo como consecuencia darle una identidad al ejército colombiano y fijarle un objetivo, si era que desde antes no lo tenía claro. Ser un ejército correspondiente a un Estado oligárquico antidemocrático hecho a la medida de sustentar privilegios y mantener por la fuerza un statu quo. El ejército estuvo al servicio de los intereses privados en la Masacre de las Bananeras en 1928 y en todos los casos en que reprimió a sangre y fuego los movimientos sociales, las manifestaciones de protesta social. Un ejemplo lo constituye 15 años después del 9 de Abril la Masacre de Santa Bárbara, Antioquia, sucedida el sábado 23 de febrero de 1963, uno de los crímenes en que estuvo implicado el ex presidente Dr. Belisario Betancur Cuartas cuando era ministro del trabajo y permitió que el ejército usara la fuerza contra los huelguistas de la empresa Cementos El Cairo para favorecer a los empresarios y el gremio en ascenso de Camacol, Cámara Colombiana de la Construcción.

El Bogotazo causó reconfigurar al ejército y la presencia del ejército en Bogotá, creó perfiles para sus miembros y puso claras restricciones para ser de la alta oficialidad. Diseñó un plan de contingencia y movilización por brigadas especializadas, mantuvo un nivel de fuerza disponible para una primera respuesta en caso de asonada o turbación del orden público, una manera menos dramática de llamar y recordar por parte de las oligarquías y la mediana burguesía acomodada en Bogotá los destrozos del 9 de Abril y su fantasma siempre presente.

El Bogotazo tuvo el efecto benéfico para el ejército colombiano de servir de incentivo para su modernización, su crecimiento, su profesionalización, su internacionalización y presencia en los grandes conflictos del mundo occidental a la par que se gestaba su identidad como un aliado incondicional de los Estados Unidos. El protocolo de reacción usado el 6 de Noviembre de 1985 ante una situación de turbación del orden público surgió 37 años antes a partir de los hechos del 9 de Abril. En ambas situaciones la ventaja militar la dieron los tanques blindados. Como consecuencia del control militar ejercido por el Sr. General Miguel Vega Uribe ministro de defensa durante los hechos del Palacio se tomó la decisión por los gobiernos siguientes de mantener en la cartera ministerial preferiblemente a un civil y no a un alto oficial de mando castrense.

El Bogotazo es un hecho local, convertido en hito nacional que alcanza una escala internacional que junto al Revolución Cubana van a despertar la guerra a muerte contra el peligro comunista en América Latina.

La influencia del militarismo prusiano, del fascismo, del nazismo, del ejército del General Francisco Franco que en pleno uso del poder ya ganada la Guerra Civil española se caracterizó por su cruento valor aplicando la guerra preventiva a los opositores un invento tan viejo como la política y que ya estaba consignado por Tucídides[10]Estas "malas influencias" o "amistades peligrosas" junto a la obra de Clausewitz[11]que ve la guerra como una prolongación de la política, tesis que para el caso colombiano puede ser transformada en una que puede demostrarse históricamente, que la política es una prolongación de la guerra, tesis que como casi todas no es original, ya Michel Foucault[12]releyendo al célebre teórico de la guerra la había formulado[13]

El oficialato que desarrollará la guerra sucia en Chile[14]y Argentina[15]que va exportar diferentes formas de lucha antisubversiva mediante el Plan Cóndor realmente no inventó nada nuevo, la tortura, la muerte, la persecución a los activistas en contra del poder constituido, su desaparición, ha sido parte común y vieja en la historia humana, en la clásica oposición entre gobernantes y gobernados pero surgió con toda claridad en la historia contemporánea latinoamericana de una lectura de los problemas nacionales a la luz de la coyuntura de la Guerra Fría y un mundo políticamente bipolar, dividido maniqueamente entre capitalismo y "socialismo", dominado por la sed de sangre de la doctrina de "la seguridad nacional".

Muchos de los altos oficiales en cargos de formación e instrucción, de control operacional, de despliegue táctico y gestión de inteligencia militar que perpetrarían la guerra sucia antisubversiva en Colombia fueron educados en el amor a la patria. La semántica y referente de patria es una conformada por los incluidos en el poder económico, político y social; formados en el odio acérrimo al enemigo comunista ateo, anticlerical y la amenaza de esas masas civiles excluidas y peligrosas; todos habían sido inoculados con el veneno ideológico de que las instituciones valen mucho más que la vida humana y que el orden es el honor que los buenos hijos rinden a la madre patria.

Y los mejores hijos de la patria siempre son sus soldados, en esa otra, remota y propia identidad grecolatina que conserva una clara herencia espartana. Antes del año 1985 ya se venía librando una guerra a muerte contra la subversión donde valía todo, por eso reposaban en la Corte Suprema de Justicia y en el Consejo de Estado más de 1800 expedientes que denunciaban abusos y violaciones a los derechos humanos por parte de la fuerza pública perpetrados dentro del marco del Estatuto de seguridad.

Por eso los militares cuando tuvieron a los miembros del M19 encerrados en una "ratonera" ya sabían lo que había que hacer, en una decisión unánime de cuerpo colegiado sincronizado. Lo difundieron claramente los medios que transmitían en tiempo real el 6 de Noviembre de 1985 en la retoma del Palacio de Justicia por parte de la Fuerza Pública, el Teniente Coronel Alfonso Plazas Vega ante una pregunta impertinente y estúpida de un reportero, que indagaba al oficial por su función dentro de una operación militar en pleno desarrollo y de la cual él era comandante, el alto oficial respondió –mantener la democracia maestro-[16].

Vale anotar que la hegemonía en la formación de los oficiales latinoamericanos de carrera desde teniente coronel a coronel y de los estados mayores conformados por generales solamente lo asumió West Point[17]y la Escuela de las Américas[18]como respuesta a la estrategia iniciada por el presidente J.F. Kennedy (Presidente de EEUU de 1961-1963) con la denominada "guerra de baja intensidad"[19] para enfrentar desde todos los frentes el peligro comunista de los cubanos que pretendían exportar su Revolución (1º de Enero de 1959) al resto de América Latina. Uno de los últimos episodios inspirado en la insana lógica de la Guerra Fría lo constituyó la toma y retoma del Palacio de Justicia el 6 y 7 de Noviembre de 1985 en Bogotá.

Los hechos del Palacio de Justicia desde la historiografía

2.1 EL PALACIO DE JUSTICIA EN LA HISTORIA DE COLOMBIA

2.1.1 Resumen

El Holocausto del Palacio de Justicia el 6 y 7 de Noviembre de 1985, iniciado por la toma del edificio a "sangre y fuego" por un grupo armado del M19, el secuestro y toma de rehenes, entre ellos algunos magistrados de las altas cortes, sin respetar la vida de los civiles ajenos al conflicto, más de 300 personas atrapadas en medio del fuego cruzado, con un propósito inaudito, hacer un juicio político al Presidente de la República por haber traicionado los pactos firmados el 24 de agosto de 1984, los Acuerdos de Corinto, Cauca. Y la posterior retoma por parte de la Fuerza Pública que hizo un despliegue militar sin precedentes, operó de manera desordenada quebrándose en múltiples ocasiones la unidad de mando, participó por lo menos un espontáneo en la operación sin ser orgánico de ninguna fuerza.

La retoma fue desmedida, letal, dio como resultado: torturas y ejecuciones extrajudiciales dentro y fuera del Palacio por la inteligencia militar; la total destrucción del bien público construido, incluyendo expedientes judiciales valiosísimos con material documental probatorio irrecuperable; la muerte de muchos de los rehenes; la ejecución de todos los guerrilleros y guerrilleras y su desaparición frente a las cámaras de TV de Colombia y el mundo; y además, la desaparición forzada de quienes sin serlo fueron asumidos como guerrilleros o sospechosos de ser auxiliadores de la guerrilla, principalmente los trabajadores de la cafetería y donde se tienen pruebas y condenas respecto a que una de las guerrilleras fue desaparecida junto al administrador de la cafetería.

Un magistrado auxiliar apareció muerto después de comprobarse por grabaciones de video de los noticieros que salió con vida y custodiado por dos miembros del ejército. A la fecha de éste escrito, Enero de 2013, siguen habiendo personas desaparecidas; responsables sin castigo ejemplar y la sociedad eclesiástica, civil, judicial, política, mediática, económica, académica y castrense tendió un manto de silencio y olvido. Fue un hecho que inauguró la violencia actual en Colombia desatada en una combinación nefasta de algunos miembros criminales de la Fuerza Pública enemigos de los Derechos Humanos cobardes y matones a mansalva, paramilitarismo, mafia del narcotráfico, insurgencia envilecida donde vale todo, políticos corruptos y una sociedad colombiana indolente, ignorante, insensible histórica y políticamente; hipnotizada por los medios de comunicación al servicio de quienes ostentan el poder económico que en cualquier sociedad seducida por el capitalismo salvaje es el dueño del poder político que controla todos los otros poderes, como el de la Iglesia y le pone precio a la vida.

Más de 20 años después la nación colombiana fue condenada por omisión mediante acciones de reparación directa dentro de la jurisdicción administrativa; se ha reconocido de manera retórica el derecho de las familias de los desaparecidos a que tengan verdad, justicia y reparación; los condenados penalmente de la fuerza pública por los desaparecidos son un General y un Coronel, lo fueron 25 años después de haber sido durante todo éste tiempo héroes, personalidades ejemplares beneficiadas con reconocimientos, condecoraciones, nombramientos para ejercer altos cargos en el mundo castrense y en la administración civil, dedicados a la docencia y a escribir su propia versión de los hechos convertida en historia oficial durante un cuarto de siglo mientras los familiares de los desaparecidos y sus defensores eran amenazados, asesinados, desconocidos, estigmatizados, voces silenciadas por las entidades públicas destinadas a protegerlos y apoyarlos en su lucha por la justicia. La primera baja en la Guerra de exterminio del Palacio de Justicia, como en toda guerra, fue la verdad.

2.1.2 La decodificación

Los hechos del Palacio de Justicia, su interpretación histórica deberían ser la clave desde la que se lea y comprenda la historia contemporánea del último cuarto de siglo en Colombia, allí están los códigos para develar y describir las acciones de quienes han hecho de la violencia una forma de vida y un medio de ganancia económica. Muestra además las debilidades de la Democracia colombiana, la más estable de América Latina, las contradicciones que plantea el orden legal y la violencia endémica y desenmascara todos esos agentes públicos y privados, nacionales e internacionales, que no les importa si no su beneficio particular y como el odio, el desprecio a la vida, la segregación, son las formas que se han impuesto en una sociedad hipócritamente cristiana donde la Iglesia Católica bendice las armas, confiesa y absuelve a los asesinos del pueblo colombiano, los que pasan después de sus crímenes a ocupar cargos diplomáticos, tienen ascensos, pensiones y compensaciones jugosas, menciones y atenciones especiales, condecoraciones, impunidad o cómodas cárceles que no comparten. Toda con la anuencia o silencio cómplice de los académicos e intelectuales subordinados[20]que elucubran abstracciones para que el pasado se borre, para no ver el presente ni la realidad social de Colombia en el mundo, para renunciar al fin de la Historia que es la resistencia, la emancipación política, el derecho a conocer el pasado social para pensar por sí mismo y transformar el presente sin repetir los errores de antaño.

2.1.3 La metodología para abordar los hechos del Palacio de Justicia

Los hechos como tal del Palacio de Justicia ontológicamente nadie los sabe ni los puede encerrar en palabras ni en imágenes, ni siquiera los que vivieron esas 28 horas de horror pueden desde su experiencia reconstruir lo que pasó en su magnitud total, un ejemplo emblemático es el libro publicado por la bibliotecaria de la Corte Suprema de Justicia, la Sra. María Luz Arrieta de Noguera, que estuvo en los hechos el primer día de la toma, su visión de los acontecimientos está mezclada de sus recuerdos 20 años después, de la influencia de la verdad oficial y de los relatos difusos a posteriori de otros testigos, todos focales, nunca un testigo tiene una perspectiva panorámica del hecho[21]

Esto conlleva a que en materia metodológica para la historiografía contemporánea un camino por construir es desde la microhistoria de los acontecimientos, teniendo en cuenta la visión de cada protagonista, su historia de vida enfocada a lo que sucedió para él los días 6 y 7 de noviembre de 1985 y cuál ha sido su aprendizaje de ese hecho y cómo ve los otros relatos de testigos y protagonistas.

TOMA Y RETOMA DEL PALACIO DE JUSTICIA 28 AÑOS DESPUÉS

El tema es de total actualidad, es propio de la historia del presente. Máxime cuando más de 27 años después en el año 2013, Colombia enfrenta una eventual condena ante la CIDH, Corte Interamericana de Derechos Humanos por el genocidio del Palacio de Justicia y la desaparición forzada agravada de personas inermes a parte de las múltiples versiones que demuestran que dentro del Palacio de Justicia la Fuerza Pública torturó y realizó ejecuciones extrajudiciales.

"Expertos consultados por Colprensa coinciden en que si bien desde 1985, cuando se registró la toma del Palacio de Justicia por parte de un comando armado del M-19, la justicia colombiana ha establecido responsabilidades, la Cidh tiene sus propios estándares probatorios.

No obstante, dice que es "contraevidente" que el organismo internacional desconozca fallos judiciales y un extenso acervo probatorio.

La polémica surgió luego de conocerse el texto de 346 páginas en el que el agente del Estado colombiano ante la Comisión, Rafael Nieto Loaiza, plantea tres argumentos de fondo: que "no hay pruebas contundencias" sobre los 11 desaparecidos, que "no se pudo comprobar" que el Ejército haya torturado a cuatro personas en la Escuela de Caballería, y que tampoco "se pude comprobar" el asesinato del magistrado Carlos Horacio Urán Rojas.

Por la retoma del Palacio de Justicia, en 2012 la Cidh admitió una demanda contra el Estado colombiano por considerar que el Gobierno "no hizo lo suficiente" para investigar el caso de los 11 desapariciones, las torturas y el homicidio de un magistrado durante la retoma.

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