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Análisis de la adicción a los Juegos Digitales




Enviado por Annabella Domínguez



Partes: 1, 2

  1. El
    fenómeno de las adicciones
  2. Psicología y adicciones
  3. La re
    humanización
  4. La
    adicción a los juegos digitales
  5. Conclusiones
  6. Recomendaciones

Introducción

Los niños corren el triple peligro RAP las siglas
en inglés de problemas de relacionamiento, problemas de
atención y adicción, y problemas de privacidad,
así como de acoso cibernético, pornografía en
línea y, en el caso de las niñas, problema por su
imagen corporal, señala el experto Jim Steyer, quien es
particularmente crítico de los magnates de Silicón
Valley, quienes insisten en que la privacidad ya no importa en un
mucho cada vez mas interconectado.

En la actualidad muchos hogares se han convertido en
lugares de juegos digitales en los cuales tanto niños como
personas adultas abusan del tiempo de juego, lo que puede
provocar daños al sistema nervioso y repercusiones
cerebrales al constante juego digital que ofrecen los programas
electrónicos.

Siendo esto un problema social y familiar, en el que los
padres de los menores deben velar porque no se abuse del juego y
limitar el mismo a los menores de edad para evitar enfermedades
psicológicas y nerviosas.

Por tal motivo los medios de comunicación y el
Estado son los encargados de contribuir para evitar la
adicción a dichos juegos.

Según el reciente estudio publicado en la revista
Psychopathology, pueden sufrir depresión los usuarios
compulsivos de internet que tienden a tener más
interacción social virtual salas de chat y redes sociales en
línea que real.

El chateo en internet o celular puede desembocar en una
dependencia, porque interfiere de manera significativa en la vida
normal de un individuo y, en algunos casos, llega a convertirse
en una adicción, con características similares a las
que se tiene con las drogas, el tabaco y el alcohol, sostiene
Manuel Gonzales, académico de la Facultad de Psicología
de la Universidad Nacional Autónoma de
México.

Entre los síntomas que reflejan las personas con un
IAD se encuentra la pérdida del sent5ido del tiempo,
depresión y enfado cuando no tiene conexión a internet,
sentimiento de necesidad de más tiempo para estar conectados
y aislamiento social y fatiga, producto de los largos
períodos conectados a la red.

i

En la actualidad, casi una de cada tres personas en el
planeta tiene acceso a internet, y son las naciones en vías
de desarrollo las que más flujo ascendente registran en ese
sentido.

El IAD no ha sido catalogado como una enfermedad por los
psiquiatras, aunque sí es un desorden en el sistema de una
persona, que no podrá alcanzar su potencial y disfrutar con
plenitud de su vida, como pasa con otra clase de
adiciones.

Los detectores de esta propuesta creen que hay poca
evidencia para sugerir que el IAD es una enfermedad mental o un
desorden psicológico. A pesar de que el término
desorden de Adicción a Internet no fue tomado en serio en un
principio, algunos psicólogos si pusieron atención en
el desorden, debido a la obsesión muy real que mucha
personas tienen con diversas actividades en
línea.

La adicción a internet se podría convertir en
un problema grave de salud mental en todo el mundo si no se toma
como algo serio, afirman experto.

Las adicciones en Guat6emala, se ha vuelto común
denominados, ya que los diferentes abusos causan adicciones,
según el caso.

En eses sentido, se puede mencionar la adicción a
las drogas, al tabaco, al licor, y desde hace un tiempo se
establece la adicción a los juegos digitales, en las cuales
participan tanto niños como adultos.

Desde este orden de ideas, la adicción a los juegos
digitales se puede definir de la siguiente manera: ¿Se
provocan alteraciones físicas y psicológicas en los
niños y adultos que abusan de los juegos digitales, pudiendo
generar enfermedades en los adictos a los juegos
digitales?

El objetivo general de la investigación es:
Establecer que el abuso de los juegos digitales da origen a la
adicción y que esta debe se combatida por el Estado, para
evitar daños cerebrales o del sistema nervioso a la
persona.

Los objetivos específicos son: Demostrar que se
provoca adicción el abuso de los juegos digitales y que por
lo tanto los padres de familia deben evitar el constante juegos
de los menores. Establecer que los medios de comunicación
pueden ayudar, por medio de programas de distracción para
menores. Estudiar los cambios de personalidad en los
sujetos que abusan de los programas digitales referente a
juegos electrónicos. Crear centros de activ8dades deportivas
y culturales para evitar la adicción de los juegos
digitales.

Los supuestos de la investigación son: El Estado no
crea programas de recreación para evitar el abuso de juegos
electrónicos y en consecuencia la adicción a los
mismos. El Estado está obligado a proteger a la niñez y
en consecuencia debe evitar la adicción a los juegos
electrónicos o digitales para evitar repercusiones en el
sistema nervioso y cerebral de los adictos a dichos
juegos.

 

CAPÍTULO I

El fenómeno de las
adicciones

1.1. Fundamentos existenciales

."La vida de los seres personales es una continua
reconsideración de su posicionamiento en el mundo a
través de la experiencia, y ello indica de entrada que las
personas siempre tenemos idea de que nuestro mundo, el propio y
el de los demás, es perfeccionable. La investigación
que ahora presento pretende encontrar teorías que expliquen
en qué consiste el fenómeno de las adicciones las
dependencias y la experiencias fundamentales de todo ser adicto,
así como de su posible superación o re
humanización"[1].

Los seres humanos están inmiscuidos en una serie de
conflictos, que en muchas oportunidades lo desahogan en las
adicciones, las cuales pueden ser drogas, alcoholismo,
perversiones, etc. Pero su tratamiento debe ser estudiado por
personas con la capacidad suficiente para aportar soluciones,
conociendo la realidad histórica de la persona adicta, para
brindar las mejores terapias de rehabilitación, teniendo en
cuenta la re humanización que debe tener presente el
terapeuta.

"De modo que para ser útil de verdad al terapeuta
le es preciso tener una versión antropológica previa
clara, porque para provocar el cambio definitivo en la persona
adicta no basta poseer una metodologías bien definida y
utilizar técnicas de modo adecuado, es necesario tener la
visión integral de una realidad personal esperanzada. Y eso,
en principio, no lo pueden aportar la ciencias particulares por
sí solas"[2].

En sí, es necesario tener el interés de
rehabilitar a la persona, pero con el ánimo

suficiente para dar la confianza de que el terapeuta no
solo es un profesional sino que además tiene las
características de consciencia humanitaria.

"En los Institutos y Centros sobre drogas se estudia, en
efecto, con detenimiento todo tipo de teorías y de
instrumentos terapéuticos más eficaces, pero no siempre
se tiene una visión de conjunto de a quién van
dirigidos dichos instrumentos, esto es, una visión humana
global del ser- en- el- mundo- adictivo. Hasta llegar a descubrir
que en la problemáticas de las adicciones el principal
problema no es prioritariamente la adicción sino la persona
adicta, y después ser coherente con este principio fundante
en las terapéuticas que se apliquen, en primer lugar hace
falta un conocimiento teórico antropológico de la
persona previo que explique esencial y existencialmente
quién es el ser adicto, y cuál es la lógica
interna de los procesos de su regresión y de su
maduración, y en segundo lugar hace falta ejercitar una
terapéutica que respete la libertad de la persona adicta, es
decir que la re humanice de verdad"[3].

Por tal motivo, se hace necesario que existan
instituciones y personas que estudien el fenómeno para dar
solución a los problemas relativos a la adicción,
teniendo como base la re humanización de la persona que
trata al adicto, pues éstas deben llenar requisitos
humanitarios y de bien al prójimo.

"Si podemos distinguir entre la persona y su
adicción ello es posible porque la persona es un ser
más profundo y más íntimo, visto desde un
conocimiento típicamente humano, que el ente objetivo de su
adicción, con lo cual estamos priorizando a la persona
frente a su objeto de deseo adictivo merced a un fundamento
antropológico previo. Y ello nos pone bien en claro que el
mero-objeto-adictivo es una tentación de la persona adicta
de reducir toda su rica y compleja realidad personal a algo
dominable, algo posible de verificación y control, y, por
tanto, manipulable. Al contrario, toda persona posee
características propias que superan las condiciones de lo
espacio- temporal que ostentan los objetos, tal y como han puesto
de manifiesto las mejores corrientes filosóficas
existenciales y humanistas contemporáneas como el
personalismo y la filosofía dialógica, entre
otras.

Esta visión humanista inicial de las adicciones,
que se fija primero no en qué es la adicción sino en
quién es la persona adicta, podemos llamarla visión
antropológica personalista porque prioriza a la persona y no
al objeto droga. Diríamos que las ideas de la
antropología personalista actual (Burgos, 2003) estaría
perfectamente adaptadas para explicar la realidad de la persona
adicta hoy día porque ya no podemos dudar de que el problema
es la persona y no la droga (Peleón, 2000, 35). Priorizar la
conducta adictiva, y las perturbaciones psíquicas o el
deterioro físico que la adicción puede originar al
poner el objeto-droga sustancia o conducta en el centro de la
problemática lo que hace es dar lugar a una visión
reduccionista de la persona adicta invirtiendo el enfoque
profesional y cultural del problema, entre otras cosas porque es
más fácil de adoptar. La mayoría de la
investigación experimental sobre las adicciones que se lleva
a cabo actualmente en las Universidad y Centros Superior de
Investigación no sale del unívoco método
empírico sin tener en cuenta la grave parcelación de
las personas y del ámbito personal del mundo adictivo ello
implica"[4].

"La frontera entre la dependencia adictiva y la
dependencia no adictiva o la no-de-pendencia estaría en
hacer girar todo nuestro ser en torno a algo o a alguien que nos
anula como perronas. Vistas las cosas bajo este prisma podemos
sostener que en potencia todos podemos llegar a ser adictos, en
mayor o menor grado. Hemos sido adictos de alguna forma por
ejemplo cuando hemos experimentado el vértigo de una
ambición económica desmedida, o de alcanzar poder para
manipular a los demás, o el deseo de obtener un placer
irracional compulsivo. Cualquier situación incitadora de
placer obsesivo y autonomizado puede acabar generando dependida,
y la mayor parte de las conductas compulsivas nacen de
hábitos de comportamiento de los que la persona es
responsable en última instancia. Es decir, las
características psicosociales de cada persona son las que
determinan y modulan la vía concreta y particular hacia un
tipo de adicción"[5].

"Socialmente, la más escandalosa de todas las
adicciones es la drogadicción, aunque para cada persona
particular la adicción más grave siempre es la suya.
Ahora bien lo mismo que podemos afirmar con absoluta seguridad
que no se sales de las drogas hablando de las sustancias o de las
conductas que las producen sino de las personas que las padecen,
y que sólo se cambia de verdad atajando las cusas
existenciales profundas de las personas y no centrándose en
la sintomatología, eso mismo lo debemos sostener respecto de
cualquier tipo de adicción. Muchas personas siguen pensando
que una adicción es el resultado inevitable de consumir
alguna sustancia una droga, pero tal concepción limitadora
es peligrosamente errónea dando que, entre otras cosas, pone
todo el énfasis del problema en un objeto sin alma la
sustancia, ignorando que un proceso adictivo puede sustentarse
sólo en la repetición de una conducta sin que medie
ningún consumo de sustancias".

En todo caso, las adicción (de todo tipo no deben
ser tratadas como un problema exclusivo y preferentemente
sanitario ni psiquiátrico. El dependiente no es sólo un
enfermo que padece una enfermedad física y mental: su
tratamiento únicamente sanitario-psicológico está
abocado al fracaso si se renuncia a la re humanización de su
persona, verdadera perceptiva global aportada hoy por la
antropología filosófica personalista sobre la
condición humana. Ya F.G. Schelling, desde su romanticismo,
lo expresó perfectamente en la frase el enfermo, como todo
hombre, es inagotable (Jaspers, 1955, 3229), lo cual quiere decir
que el ser adicto no es sólo una entidad patológica es
ante todo una persona y, por tanto, un ser con posibilidades de
cambie el rumbo de su existencia en cualquier momento merced a su
libertad. La terapéutica actual más valiosa y
generalizada demuestra que las adicciones son un problema
existencial, pedagógico y preventivo antes que sanitario,
judicial y policial, y que se ha de afrontar presentando más
atención al sufrimiento de cada persona adicta, de su
familiar y de su entorno próximo, antes que a la
intervención paliativa aunque lógicamente esta sea
necesaria. Dicho de otro modo, si de verdad se quiere atajar la
raíz del problema se han de aplicar tratamientos
farmacológicos, sanitarios y psicológicos de forma
rehumanizadora.

Esta visión antropológica personalista de las
adicciones se apoya en las filosofías humanista y en las
psicologías integradoras, una fundamentación
existencial que nos lleva a conclusiones del tipo teoría,
prevención y terapéutica de las adicciones. El
título lo tomo prestado de Víctor Frankl, quien en 1956
presentó a la sociedad de su época una sistemática
de su pensamiento, confirmada con una amplia casuística
terapéutica ya entonces. A la búsqueda del placer
(Luststrebigkeit) que Sigmund Freud estimó como el principal
motor del ser humano, opuso Frankl la voluntad para encontrar
sentido a todas las situaciones humanas (wille zum Sinn),
incluida la enfermedad, la depresión y la muerte, así
como en la trágica situación de las adicciones. Lo
cual, entre otras consideraciones, inicialmente quiere decir que
también la persona adicta tiene más participación
en su destino de lo que a simple vista se la quiera atribuir,
como un ser que crea el mundo y determina lo que ella es y lo que
ella quiere que sea.

1.2. Persona adicta

  • Características de la persona
    adicta

  • Sufre de un trastorno de personalidad, del que la
    adicción es un síntoma.

  • No acepta ser adicto. No reconoce que necesita
    ayuda. Niega sus problemas.

  • Vive en una su –cultura entre otros
    drogadictos (usa un lenguaje típico para
    comunicarse).

  • Es una persona de inteligencia promedio o más
    (en su mayoría).

  • Tiene conflictos con la autoridad. La
    rechaza.

  • Es egocéntrico e individualista. No se preocupa
    por los demás (él es el sol y los demás giran
    alrededor de él).

  • Distingue entre el bien y el mal, no es un loco,
    pero cuando actúa lo hace mal.

  • Tiene pobres controles internos.

  • Es inconsciente. No persevera. Empieza las cosas y
    no las termina. No tolera la rutina.

  • Vive el presente. Es un niño. Quiere las cosas
    cuando las pide y no puede esperar.

  • No planifica en base a la realidad que tiene (se
    casa sin tener trabajo, compra carro nuevo aunque no tenga
    con que pagarlo).

  • Es manipulador, quiere siempre salirse con la suya.
    Quiere las cosas como y cuando él dice.

  • Es inmaduro, ansioso, inseguro.

  • Le gusta vestir y calzar bien aunque o
    trabaje.

  • No aprende de sus experiencias, ni de las de los
    demás.

  • Es irresponsable en grado óptimo, difícil
    de manejar. Quiere un carro y se lo roba (la persona normal
    planifica, economiza, hace prestamos y los paga).

  • Tiene nivel de frustraciones y tolerancia
    baja.

  • Su autoestima es muy baja.

  • Carece de introspección (Los demás tienen
    la culpa de los que sucede).

  • Es vago. No le gusta trabajar. Le gusta la vida
    fácil. No está dispuesto a sacrificarse.

  • Manifiesta una constante inestabilidad en el
    trabajo. Cambia mucha.

  • Carece de remordimiento y sentido de culpa. A veces
    siente arrepentimiento pero no le dura mucho.

  • Le gusta hacer promesas que no cumple.

  • Presenta embotamiento afectivo. No siente amor por
    nadie, ni por el mismo. Se le hace difícil recibir
    amor.

  • Es desconsiderado. Justifica su conducta. Siempre le
    echa la culpa a los demás, lo persiguen los
    demás.

  • Es mentiroso, se cree el mismo sus
    mentiras.

  • Tiene ambiciones desmedidas, no a tono con su
    situación. Quiere ganar dinero, aunque no tenga
    ningún oficio o destreza (Sí lo tiene no se destaca
    por su irresponsabilidad).

  • Tiene una gran capacidad para seducir, para
    agradar.

  • No se conforma nunca con lo que tiene (Mientras
    más se le da más quiere).

  • Muchos tienen identificación pobre con su
    propio yo.

  • Tiene conflictos con el sexo opuesto (Ve el sexo
    opuesto como un objeto que utiliza cuando más le
    conviene). Tiene un concepto pobre de su hombría (Para
    ellos el machismo impera). El más macho es el que
    más droga consume, el que conquista más mujeres, el
    que engaña más.

  • Trata de modificar el mundo de acuerdo a sus
    intereses. El tratamiento debe ser como ellos
    dicen.

  • Es desconfiado por excelencia.

  • Normalmente se siente rechazado, perseguido,
    inferior, inadecuado.

  • A veces se torna irracional, negativo, hostil,
    manipulador, superior al terapeuta en conocimiento sobre la
    adicción.

  • Es rechazado por su conducta no por su
    persona.

  • Puede controlar su vida si se lo propone.

  • Puede modificar su conducta y cambiar sus actitudes:
    reeducarse.

"El fenómeno adictivo conmociona la vida de los
seres adictos, de su familiar y de la sociedad entera. Esta
pandemia, cuyos daños no se pueden evaluar sólo
cuantitativamente, es sobre todo dolorosa por lo que significa de
pérdida de personas que en vez de ser libres y generosas
derivan en esclavas, egoístas y solitaria, en un proceso de
vertiginosa destrucción tanto personal como social. El
emplastamiento de la persona con las adicciones puede ofrecer
todo tipo de explicaciones científicas, pero especialmente
una antropológica: huir de la realidad. De tal modo que las
conductas adictivas y las adicciones de cualquier tipo que sean
la distinción legales/ilegales, blandas/duras, es un mero
metalenguaje son sobre todo un anestésico a la fatiga de
vivir, y una escapatoria para aplazar a un eterno mañana la
asunción de las responsabilidades personales
cotidianas"[6].

Se desconocen aún los riesgos con precisión,
pues se han registrado casos graves en personas que sólo han
consumido estas sustancias esporádicamente, pero sí se
ha establecido ya con seguridad la relación entre el consumo
de estas sustancias, como el éxtasis, y la aparición de
trastornos mentales graves: su composición química
actúa sobre la serotonina, una sustancia implicada
directamente en los estados de ánimo, cuyos niveles menores
de lo normal se registran en las personas con depresión. En
un principio, la sustancia hace liberar grandes cantidades de
serotonina, lo cual se manifiesta en euforia y energía para
resistir despierto y activo. Pero al poco tiempo (una semana en
los experimentos llevados a cabo con ratas) cusa toxicidad en las
neuronas implicadas en la liberación de serotonina,
imprescindibles para el correcto funcionamiento del cerebro,
incluso puede llegar a destruirlas.

1.2.2. Los 4 síntomas cardinales de la
adicción son:

 

"La conducta adictiva es, por lo general, apremiante y
obsesiva. Cuando se es adicto a menudo no se puede pensar en otra
cosa que no sea la droga, el modo de conseguirla, la forma de
administrarla, etc. En general, la adicción es vivida como
una obsesión que dirigirá gran parte de su tiempo, su
energía y su atención.

El estilo de vida se vuelve monótono y 'unimodal':
todo gira en torno a la adicción, y el resto de personas,
cosas, intereses, obligaciones, pasa a un plano secundario. Lo
que hace que una adicción sea una adicción nociva es
que se vuelve en contra de uno mismo y de los demás. Al
principio se obtiene cierta gratificación aparente, igual
que con un hábito. Pero más temprano que tarde su
conducta empieza a tener consecuencias negativas en su
vida.

Las conductas adictivas producen placer, alivio y otras
compensaciones a corto plazo, pero provocan dolor, desastre,
desolación y multitud de problemas a medio plazo.

Las consecuencias negativas asociadas a las adicciones
afectan a muchos aspectos diferentes de la vida de una persona.
Los más importantes son"[7]:

  • Relaciones: La relación con la familia, amigos
    o pareja se altera, aparecen discusiones frecuentes,
    desinterés sexual, la comunicación se interrumpe,
    hay pérdida de confianza, alejamiento, etc.

  • Trabajo: Cuando una persona tiene una adicción
    suele restarle tiempo a su trabajo para buscar la droga o
    recuperarse de su uso, suele llegar tarde, hay menor
    productividad, deterioro de la calidad del trabajo o
    pérdida del propio trabajo.

  • Economía: Al destinar la mayor parte del dinero
    a comprar las drogas, apenas queda dinero para otras cosas.
    Los ahorros se agotan y suele aparecer el endeudamiento. A
    veces para poder sufragar los gastos de la adicción se
    ve obligado a recurrir a actividades ilegales.

  • Salud psíquica: Los adictos suelen padecer una
    amplia gama de trastornos psicológicos, como estados de
    ánimo negativo e irritabilidad, actitudes defensivas,
    pérdida de autoestima e intensos sentimientos de
    culpa.

  • Conducta: Como conseguir y usar la droga se ha
    vuelto casi más importante que ninguna otra cosa, los
    adictos se vuelven egoístas y egocéntricos: no les
    importa nadie más que ellos mismos.

  • Salud Física: La adicción suele conllevar
    la aparición de multitud de síntomas físicos
    incluyendo trastornos del apetito, úlcera, insomnio,
    fatiga, más los trastornos físicos y enfermedades
    provocadas por cada sustancia en particular.

Falta de control

El rasgo distintivo de la conducta adictiva es que al
tratar de controlarla, la voluntad

resulta insuficiente. La sustancia o actividad en
cuestión controla a la persona, en lugar de ser al
contrario. La falsa percepción de autocontrol es uno de los
grandes paradigmas para entender las adicciones. Los
drogodependientes creen que pueden controlar la droga: la
cantidad, las dosis, la frecuencia, etc. sin embargo nada hay
más equivocado que esta creencia.

Pensar que uno posee cierta omnipotencia frente a las
drogas es una ingenuidad, y más aún cuando ya existen
antecedentes de consumo. Si para las personas abstemias resulta
difícil controlar la ingestión de alcohol, para las
personas que tienen una historia de consumo y/o abuso de alcohol
resulta muy difícil parar, decir no o evitar una
situación. A medida que los adictos empiezan a acumular
problemas (en el trabajo, hogar, socialmente), inevitablemente
comienzan a negar dos cosas:

  • Que la droga o actividad en cuestión constituya
    un problema que no pueden controlar

  • Que los efectos negativos en sus vidas tengan alguna
    conexión con el uso de la droga o actividad.

Como la negación es un proceso mental ficticio,
negar la propia adicción o sus consecuencias significa,
literalmente, estar fuera de contacto con la realidad.

  • La negación asume muchas formas:

  • Negar terminantemente: 'No, yo no tengo ningún
    problema'

  • Minimizar: 'No es tan grave'

  • Evitar el tema por completo (ignorarlo, negarse a
    abordarlo o desviar la atención a otro tema)

  • Culpar a otros: 'Quién no haría esto en mi
    situación'

  • Racionalizar: 'Lo mío no es tan grave', 'Yo no
    estoy tan enganchado'

"El fenómeno reviste especial gravedad porque los
nuevos consumidores suelen ser personas muy jóvenes, que
hasta cierto punto es lógico que no reconozcan dicha
gravedad. Más grave aún es que tampoco así lo
perciben ni su familiar ni la sociedad en general. El problema,
por tanto, es la generación de una mentalidad adictiva que
afecta a todos los niveles sociales y también entre los
adultos y ancianos, como muy bien observa M. Picchi: la
búsqueda de una muleta farmacológica
(psicofármacos) para sobrellevar cualquier malestar
físico o psíquico, por pequeño que sea, no es
exclusiva de los jóvenes[8]

Al interrogarnos acerca de quién es la persona que
llamamos adicta de entrada podemos quedarnos con esta bella
propuesta procedente de una experimentada terapia rehumanizadora,
nosotros la definimos como alguien que tiene un problema
añadido (Picchi, 1998,229, para caer ya en la cuenta de que
es posible afrontar con esperanza la problemática de las
adicciones desde el lado más específicamente humano y,
por tanto, más integral. Si desde el primer paso explicativo
antropológico que damos entendemos que la conducta adictiva
es el síntoma de un profundo vacío existencial previo,
entonces la prioridad se nos presenta en la persona y en su re
humanización, no es las adicciones ni en las drogas en
particular. Y ello es fundamental desde los inicios, pues la
perspectiva elegida condiciona cada uno de los aspectos
posteriores del problema: prevención, rehabilitación,
metadona y narcosalas, legalización, etc.

Sin olvidar los factores personales psicológicos,
sociales y culturales, incluso económicos y políticos,
que influyen en las decisiones de las personas adictas, los
programas de ayuda realistas y efectivos se centran en devolver
la responsabilidad individual a casa persona adicta tanto a la
hora de explicar su decisión de empezar como a la hora de
querer abandonar ese camino deshumanizante y
rehumanizarse.

Por lo demás, la conducta adictiva de las personas
no es sencilla de delimitar, puesto que no es algo concreto y
aislable del resto de sus comportamientos cotidianos, sino que,
por el contrario, se encaja dentro de un continuum de actuaciones
vitales en el que no hay separación entre las conductas
adictivas y las que no los son. Quienes compran por comprar
desenfrenadamente, quienes fuman varias cajetillas diarias sin
parar, quienes beben alcohol hasta perder el umbral de la
conciencia o juegan a las máquinas de azar sin control,
etc., hacen lo que hacen de modo compulsivo, y ello marca la
frontera entre lo que es una actividad placentera más en la
vida, que tiene su momento y su lugar, y lo que hacen las
personas adictas.

Ciertamente, como dice Enrique Rojas (19949, no es
fácil llegar al fondo inequívoco de la persona, sino
que antes hay que pasar por una selva espesa desbrozando muchos
senderos y recovecos.

1.2.3. Causas de las adicciones y vacío
existencial.

"El fenómeno de la adicción es síntoma de
un malestar profundo que está marcando la cultura y el
sentido ético de la sociedad actual. Hace que las personas
permanezcan en un estado de permanente insatisfacción
existencial, porque bajo el influjo adictivo no encuentran
fuerzas que les permitan afrontar los problemas que no dejan de
presentarse en la existencia y superar las crisis inevitables:
crisis afectivas, dificultades en las relaciones, fracasos
profesionales, enfermedades, muerte, etc. En vez de encontrar
recursos en la vida del espíritu, las personas adictas
tratan de encontrar una respuesta a sus interrogantes una
satisfacción de sus expectativas a partir de percepciones
vinculadas a su dependencia, cuyos efectos no provienen de una
conducta guiada por la razón y la voluntad. Es decir han
"tirado la toalla" de su propia
vida"[9].

Las motivaciones que llevan a las adicciones a las
personas pueden ser múltiples pero estudios humanistas
actuales, como el manual de la Iglesia Católica, apuntan que
es ante todo una actitud personal ante la vida la que hace al ser
adicto. Las adicciones en sí, como la fiebre, serían un
síntoma y no una enfermedad, que antes de nada y
principalmente manifiesta en las personas adictas problemas de
relación y problemas sociales, y en última instancia
espirituales. El fenómeno de la adicción tiene que
considerarse como el síntoma de un malestar existencial, de
una dificultad de la persona para encontrar su lugar en la
sociedad, de un miedo al futuro y de una fuga hacia una vida
ilusoria y ficticia.

Lo primero que genera toda dependencia es una
situación de soledad en la cual la persona dependiente se
encuentra en una neurótica lucha por conseguir la nada, que
desembocará antes o después en estados de angustia
existencial. Buscando vivir en libertad, la persona adicta se
vuelve en cambio ocasión de un vivir desmedrado, evadiendo
de los problemas reales, que la hacen más bien esclava (de
sí misma que libre. En todas las personas adicta, y en la
iniciadas a las drogas en particular, se observan rasgos de
personas inestables emocionalmente, y sobre todo muy necesitadas
de afecto, porque arrastran tempranamente en sus vidas
experiencias desgarradoras de falta de autoestima y de
autovaloración positiva, así como de desconfianza e
incomunicación y de incompetencia social, entre otras cosas
porque no saben controlar su afectividad y la ponen al servicio
casi exclusivo de la obtención de placer, del placer por el
placer o placer adictivo.

La filosofía, la psicología y la
sociología confirman que la primera causa que empuja a los
jóvenes y adultos al mundo adictivo es la falta de claras y
convivientes motivaciones en la vida. La falta de puntos de
referencia, la convicción de que nada tienes sentido y que
por tanto no vale la pena vivir, es el sentimiento trágico y
desolador de ser viajeros desconocidos y solitarios en un
universo absurdo que empuja a la huida desesperada hacia el
vacío existencia y de valores.

Es relevante insistir en la constatación de que la
raíz de la adicción no estriba en el producto o
conducta sino en la persona que siente su necesidad, porque lo
importante está en lo interrogantes humanos,
psicológicos y existenciales que se esconden denteras de las
conducta. El joven que fracasa en los estudios y se engancha a la
realidad virtual y pone droga, o el adulto que fracasa
profesionalmente y recurre al alcohol, se hacen adicto a algo o a
alguien que no modifica en nada su suerte, tan sólo se
evaden de la realidad durante una horas, pero la realidad sigue
ahí. Con el agravante de que cuantas más veces se
evaden de la realidad, menos fuerzas tiene para soportar la
realidad. No son in-dependientes, están realmente
determinados, de-penden de su adicción. Están arrojados
a un estado de vacío existencia que Víctor Frankl ha
llamado estado subhumano de la existencia.

CAPÍTULO II

Psicología y
adicciones

2.1. Estructura psicológica de la persona
adicta

"Existen dos tipos de dependencia: la una, conocida como
Dependencia Psíquica o Psicológica, que es la menos
grave, la cual consiste en una dependencia mental o
psicológica por la droga; el individuo depende, puede
decirse, psíquica o psicológicamente de ella, pues
encuentra que los efectos que le producen en su cuerpo son
necesarios para alcanzar o sentir cierto bienestar. Por ejemplo,
hay persona que sienten la necesidad de fumarse un cigarrillo
tras otro, para sentirse bien"[10].

En esta dependencia psicológica "el individuo
utiliza la droga para aliviar sus tensiones emocionales por
placer, o por evadir la realidad, sin que el organismo la
necesite para su funcionamiento normal, de manera que el sujeto
puede no tomarla y no se producirá ningún efecto
nocivo"[11]

"Después de acercarnos a los principales
fundamentos filosóficos y antropológicos de la persona
adicta, pretendo ahora alcanzarnos a los principales fundamentos
psicológicos que explican la psicología de la persona
adicta y su posible re humanización. Explicar significa
etimológicamente quiera los pliegues, las complicaciones,
dejando las cosas más planas y sencilla. Eso mismo nos
empuja a buscar teorías y terapias más acordes con la
elevada idea psicológica de persona que se nos va revelando,
única capaz de hacer posible la re humanización de la
persona adicta. El intento de fundamentar un fenómeno tan
complejo como las adicciones nos lleva ahora a la célebre
frase de Shakespeare ser o no ser, esa es la cuestión,
porque uno no sabe ya bien dónde empiezan y dónde
termina sus ideas propias y las ideas de los demás, como un
jardín inglés. En todo caso, está claro que sin
ideas jamás existiría el jardín.

Con lo que hemos visto hasta ahora intuimos ya que la
persona adicta es una persona manipuladora y su discurso a menudo
está impregnado de mentiras y engaños adicción a
la mentira, actitud que se explica por el hecho de que trata de
vivir fuera de la realidad sorteado la mayor parte de las
dificultades de su vida, en vez de afrontarlas, y por esos
veremos cómo el terapeuta humanista continuamente impulsa al
ser adicto a una confrontación objetiva con la realidad. En
principio, uno de los perfiles psicológicos más claros
que observamos en la personalidad adictiva es el de no querer
crecer y permanecer en las gratificaciones del mundo de la
infancia, y así, su mundo adictivo viene a alimentar la
moda irresponsabilidad de dejarse llevar o arrastrar su
vida. Al negarse a crecer, diríamos que el ser adicto
permanece en una psicología que no ha integrado el sentido
del tiempo y de la historia, y por eso el terapeuta debe ayudarle
a reanudar el hijo de su historia personal, a aceptar insertarse
en el tiempo real y a madurar, en vez de creerse niño y, por
tanto, eternamente dependiente"[12]..

Desde la perspectiva filosófica y
antropológica ya ganada necesitamos ahora aproximarnos al
estudio psicológico de las adicciones como también al
estudio pedagógico (Parte IV), precisamente para ver las
distintas aportaciones al a persona adicta y a su posible re
humanización que encontramos en cada uno de estos enfoque
clásicos. Cuando analicemos en el próximo capítulo
las distintas psicoterapias, al final nos parecerá que
asistimos a un mosaico de teorías psicológicas tosas
validad pero en muchos aspectos contrarias y, por eso mismo,
ninguna válida. Hace falta un sustrato previo
antropológico que ponga cohesión y fundamento a todas
ellas, y eso es justamente lo que aporta la concepción
psicológica humanista y relacional de la persona frente a
las teorías psicológicas más reduccionistas,
mecanistas y deterministas de la persona. Por ello, igual que
agrupamos en dos bloques excluyentes las teorías
antropológicas también ahora nos va a dar juego hacer
lo mismo desde el punto de vista psicológico y
pedagógico.

2.2. Aspectos psicológicos de la personalidad
adictiva

En todas las sociedades se han consumido drogas desde la
antigüedad, pero con el tiempo han cambiado las
características del consumo. Esta situación es debida a
la confluencia de factores sociales y sanitarios. Entre los
factores sociales se podrían comentar los siguientes:
consumo de drogas conocidas en sociedades y contextos culturales
que antes no lo eran, además el consumo se atribuye
básicamente a los miembros más jóvenes de la
sociedad, consumo de drogas nuevas como LSD y derivados
anfetamínicos, consumo de preparados más potentes y por
vías de administración más directas (heroína
intravenosa en lugar de opio fumado; bebidas destiladas en vez de
fermentadas) y el incremento de la delincuencia para conseguir el
dinero preciso para comprarlas.

En el ámbito sanitario los cambios se pueden
observar en la aparición nuevas patologías y
reaparición de otras casi erradicadas de las sociedades
avanzadas. Se asiste en la última década a un
incremento de la tuberculosis asociada a portadores del virus de
inmunodeficiencia humana (SIDA), sobretodo en adictos a drogas
por vía parenteral y en alcohólicos
marginales.

"La Organización Mundial de la Salud define una
droga como una sustancia (química o natural) que introducida
en un organismo vivo por cualquier vía (inhalación,
ingestión, intramuscular, endovenosa), es capaz de actuar
sobre el sistema nervioso central, provocando una alteración
física y/o psicológica, la experimentación de
nuevas sensaciones o la modificación de un estado
psíquico, es decir, capaz de cambiar el comportamiento de la
persona.

Conceptos básicos:

Cuando el consumo de la sustancia se hace cada vez
más regular, con el fin de experimentar sus efectos
psíquicos y a veces para evitar el malestar producido por su
privación, estamos hablando de
drogodependencia"[13].

La dependencia psíquica es la
compulsión a tomar una sustancia determinada para obtener la
vivencia de efectos agradables y placenteros o evitar
malestar.

La dependencia física es un estado de
adaptación del organismo producido por la
administración repetida de una sustancia. Se manifiesta por
la aparición de trastornos físicos, más o menos
intensos cuando se interrumpe la administración de la
misma.

El abuso de drogas se produce cuando hay un
consumo en grandes cantidades y circunstancias que se
desvían de las pautas sociales o médicas aceptadas en
la cultura determinada.

El síndrome de abstinencia es lo que se
produce tras haber una dependencia física y psíquica,
en el momento en que falta la droga, aparecen todo un conjunto de
signos y síntomas de carácter físico y
psíquico, cuya intensidad y curso temporal van a depender
del tipo de droga y otros factores como frecuencia, cantidad y
antigüedad del consumo.

El síndrome de querencia son los
síntomas psicológicos que aparecen antes de que el
síndrome de abstinencia y después de que desaparezcan
los efectos de la última toma de droga, consisten en la
vivencia de angustia generalizada, intensa necesidad de la toma
de la droga con el consecuente desarrollo de una conducta de
búsqueda.

La tolerancia es un estado de adaptación
caracterizado por la disminución de la respuesta a la misma
cantidad de droga, o por la necesidad de una dosis mayor para
provocar y sentir el mismo efecto.

La tolerancia cruzada es el fenómeno por el
que al tomar una droga aparece tolerancia no solamente a otra del
mismo tipo, sino incluso a drogas totalmente diferentes. El uso
previo de una droga puede potenciar los efectos sobre el
organismo de otros tipos de droga.

La intoxicación aguda se produce cuando se
toma una cantidad de droga que el cuerpo no es capaz de eliminar
o transformar la sustancia.

La sobredosis es la intoxicación aguda grave
que aparece cuando se supera el límite de toxicidad en el
organismo. Va en función de la dosis de droga tomada, su
composición (si es más o menos pura), si está
adulterada y las variables corporales individuales como el peso,
metabolismo y tolerancia.

La politoxicomanía o policonsumo se
produce cuando el sujeto se administra una variada gama de
sustancias con el objetivo explícito de mantener alteradas
sus funciones mentales. En muchos casos existe una droga
principal que sustenta la dependencia, y unas drogas secundarias
que la complementan o la sustituyen en situaciones de no
disponibilidad. Actualmente es raro encontrar un consumidor de
una sola droga.

Por patrones de conducta se entiende a las
sustancias que toma el drogodependiente y además su vía
de administración, frecuencia, contexto relacional en que se
produce el consumo, soporte social y cultural, etc.

"La psicología, para los pensadores alemanes
sobretodo, es una ciencia que cabalga entre la ciencias de la
Naturaleza y las del Espíritu, es decir que participa de los
dos mundos clásicos en que se dividen las ciencias en
general, en ciencias de la naturaleza y en ciencias humanas. Ya
los neokantianos, en particular Windelband, advirtieron que el
conocimiento de las ciencias de la naturaleza se propone
establecer leyes universales y cuando el científico se
enfrenta con hechos particulares sólo le interesa captar lo
que pueda haber en ellos de universal. Por su parte, a la
ciencias humanos o del espíritu les preocupa comprender los
hechos particulares en aquello que tienen de únicos como
singulares e idénticos a sí mismos, por ello este tipo
de conocimientos pertenece a las ciencias ideográficas, que
apelan fundamentalmente a la descripción y utilizan el
método fenomenológico en sentido amplio. Esta senda
abierta por Windelband a de ser transitada por Rickert. Dilthey,
Jaspers, Frankl, etc.

Desde el rigor epistemológico el profesor
Óscar R. Oro, siguiendo a Dilthey, repara en que la
naturaleza se explica y lo psicológico se comprende,
diferencia que consiste en que en el primer caso el método
por excelencia de las ciencias naturales explica que un
fenómeno físico A es la causa de otro fenómeno
físico B (por ejemplo la caída de un cuerpo pesado), es
decir que se da un esquema lineal causa – efecto
irreversible, mientras que en las ciencias del espíritu como
la vida psíquica propiamente no puede explicarse sino
comprenderse, es decir que siguen un esquema circular reversible.
La vivencia que cada uno tiene por ejemplo ante una determinada
noticia es un fenómeno único, y por tanto la vivencia
no tiene una causa sino un motivo dice
Dilthey"[14].

Partes: 1, 2

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