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La Barbarie Doctrinal de Gobierno (página 5)




Enviado por Alberto JIMÉNEZ URE



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

El empuje y pugilato intelectual entre
los profesos de la epiqueya tuvo propósitos y
consecuencias gravísimas, como el agravio a los
anónimos hacedores a causa de la
«legitimación» [ya transmutada durante siglos]
de lo que conocemos como «Universidad»: quiero decir,
se impuso el «unus-versum» [40] de Platón y
sus discípulos o veneradores que no se sabe si más
enamorados del «¿púgil?» o
«gladiador» de esa especie de histriónica
arisfofanesca que divertía a los atenienses [41] que de la
Sabiduría. El Hombre ha sido más
proclive a fatigar su ocio en canchas deportivas, convites
dionisíacos y espectáculos circenses o sangrientos
que a procurarse conocimientos.

En ese írrito y cesáreo parto de la
«Academia», Sócrates (470-399 a. C) no fue el
epistemólogo del ungido «Filosofo de
Oratoria» (al cual simuló admirar) ni hacedor de una
Doctrina Personal, sino explícito
«apógrafo» y redactor de textos con discursos
o discernimientos «apocryphus» que atribuía al
ya fenecido Platón. Mediante «Dictata o
Dictatorum», arrogándose aires de
«prolixus» o «Proiectus» (individuo
próspero y prominente), publicó las lucubraciones
de su maestro titulándolos
Diálogos.

La Institucionalidad Universitaria tuvo,
infaustamente, un nada dignísimo advenimiento: y lo afirmo
visto que, en su profundo, de «unus-versum» procede.
Fue anatemática (instrumentos para
«persecuciones» y «excomuniones», pero,
con excesiva diligencia acudía a los llamados de la
Corte del Rey: a quien, por paga, divertía con
bufonadas [42] y también revelaba sus secretos
científicos o premoniciones de la demencia
alcohólica. Todavía, quien tiene «El
Conocimiento
de lo Oculto o
Cábala» es reticente al instante de
instruir y encofra la fórmula para la preparación
de la pócima o dopamina que provoca la
Gnóstica e Intelectual Euforia que tan
infinitamente place y a la Civilización corroe
como el salitre. Hasta los novísimos (engendros)
«intellegit» de la «Ocultación y
Sepultura de lo Oculto» que estaban por venir se apartaron
y refugiaron en abadías, desiertos, cuevas o
inhóspitas zonas montañosas. Mucho más
tarde, prorrumpirían los de «Esvástica
Comunicación» de la «Masonería» y
otros: como los «templarios» y «pravos
Ops» del Estado del Vaticano con la figura de
The Pope of Deus Filius)

A la «Universidad» no concedo la
inflexión semántica de universalidad, que,
por uso y costumbre, se asocia a la majestad presunta de una
corva institución con instructores falaces y fraudulentos
epistemólogos que dictaban la verdad
«libementum» (sería mejor que
descartásemos el término Universo para
describir al «Cosmos»: mi moción es que mejor
llamémoslo Helios).

La «pluri-versión» es la necesaria
antítesis fenomenológica de los más
exactos fundamentos universitarios. Quizá por ello, en
cátedras humanísticas, la «Vandálica
Doctrina de Estado» ha logrado imponerse. Se han
inexplicable, inexcusable y hasta imperdonablemente difundido y
apoyado ideas que lesionan los «Inabolibles, Inalienables y
de Helios Derechos Humanos». La Universidad debería
ser un claustro para la pluri-versión del
Conocimiento, y llamarse Luxquo
(«Luzguía»). Un lugar donde se defienda y
custodie, con vehemencia, la Lógica: fundada en el
Librepensamiento, Instrucción, discernimiento y
discusión. En esas «perennis»
categorías filosóficas Inmanentes, Inmutables y
de la Razón.

Amo a una todavía hipotético Claustro
Mater
que, personalmente y a partir de ahora, llamaré
Luxquo. Es y será la «Luxquo
institucionalidad» para el desarrollo de las Letras,
Artes, Ciencias
y Tecnologías que blindarían a
la Humanidad de los «letales» y sus
franquicias transnacionales que fomentan genocidios y propenden a
criminar la diversidad de creencias políticas o
cultos religiosos: que asumen, mediante fábricas de armas
de guerra y la redacción de compendios apologéticos
de inimaquillables delitos, el exterminio y segregación de
la disidencia que desacata la «Non Iustitia» de
forajidos con mando.

A causa del insólito alejamiento de los
académicos en perjuicio de la Sociedad Civil
Progresista,
del Proletariado (al cual morbosamente
denigra) y de su igual distanciamiento de la Iconoclasia, cobarde
el Claustro Mater eligió tener una
«Representatividad de Estado» basada en la
servidumbre frente a las espadas. Eso que fue
Universidad, aun cuando de bastardo origen, ya ha sido
severamente herida de muerte y «supura». Es de la
«Fraternidad», «Socorro»,
«Misericordia» del «Conocimiento» y la
«Libertad» mampara de eclessia y no el
Palacio de Castalia y Castálidas.

(LVII)

Los
«Inaptos» y los (¿pranes?)
«pravos»

«Nunca vi tanta e inmensa ignorancia
enquistada en seres insólita e incondicionalmente sumisos
a cualquiera enfermo de codicia que irrumpa para destruir, y
decirnos que, en el Mundo, nada
que sea sano
permanecerá inmune ante su infecta presencia:
nunca vi tan prolija e inconmensurable petulancia en quienes
sólo son imprescindibles y pródigos para la praxis
de la instigación e imponer la
mediocridad»

En tiempos de una Venezuela víctima de la
«Infausta Comunista», donde el «Funcionariado
Mayor de Gobierno Despótico» justifica la entrega
del Tesoro Público del país y la
explotación del petróleo a franquicias
foráneas «en concierto ávidas para
enriquecerse», fundamentándose en la mohosa tesis de
la «Internacionalización del Socialismo»,
nadie imaginó que los inaptos con poder de mando
serían explícitamente ridiculizados por reos
llamados «pranes»: vocablo torcido de
«pravo», obviamente (del Lat. «pravus»:
perverso, alguien de costumbres corrompidas).

Tras desasistir a los ciudadanos venezolanos, la
«Infausta Comunista» dieciochesca se
apertrechó de armas de guerra para presuntamente defender
a la República de «potenciales invasores
imperiales»: empero, sus tropas no pueden con los
«pravos» que conducen los destinos de los confinados
en las penitenciarías. Los «inaptos» que,
luego de más de una década, pretenden proseguir en
funciones de mando nacional, no pueden protegernos de los
desalmados que logran escapes espectaculares para proseguir en la
praxis del crimen. Qué no decir de la expresa incapacidad
del gobierno confiscador de empresas y tierras para garantizar el
«abastecimiento de alimentos» y la oferta de
servicios como la «electricidad», vías para el
desplazamiento de vehículos, agua potable, atención
sanitaria, etc.

La falta de experticia, honestidad y patriotismo de los
«inaptos» del «Funcionariado Mayor de Gobierno
Despótico» ha convertido al país en una
especie de territorio de postguerra: donde nada funciona y en el
cual ningún ciudadano puede contar con poderes
públicos, como el «Judicial» para que se le
vindique. Para mantener sus trabajos, bienes y hasta su dignidad.
Es decir: para que, ulterior a tanta arbitrariedad y vandalismo
de comandancia, se le repare su existencia.

Fue previsible que la «Infausta Comunista»
se dedicaría a la persecución y
criminalización de los productores, empresarios y
comunicadores sociales: a quienes amenazaría y
sometería a toda clase de terrores. Lo fue, previsible,
que impondría el desabastecimiento de alimentos y
quebraría financieramente al país. También
lo fue, previsible, que se enemistaría con los obreros e
intelectuales: con maestros, médicos, enfermeras y
universitarios. La Historia dicta que la «Infausta
Comunista» deviene en miseria, en caos y pauperismo
judicial. Ningún socialista anhela el mando para
«edificar», sino para
«cometer».

(LVIII)

Espejismos de
«triunfos» y «derrotas»

(«Honores et victorice fortuita sunt»,
adagio popular romano)

«Sólo la Inteligencia Superior se
entiende con su semejante, y no procede de individuos que
pertenecen a una específica clase social»

Mea sententia: En la Historia del Ser
Pensante,
hubo La Nada de la cual todos irrumpimos
y donde no experimentamos sufrimientos ni
euforia: empero, en la mía en curso, mi
enfrentamiento a las abominaciones de incontables seres que
creí humanos no capitulará. Y habrá
la que adviene, caracterizada por mi eyección hacia la
Lux: porque de ella soy partícula o
quark, y, por ello, el espejismo de un ininterrumpido
triunfo de quienes bogan por la permanencia de la
Ópera Bufa en Anfiteatro Siniestro jamás
me persuadirá de convertirme en deicida. La
caterva ha cava lo que no será su santo sepulcro,
sino obcecadas ovaciones al promontorio de infamias y
testimoniales de cómplices.

Es «apodíctico» que sólo la
Inteligencia Superior se entiende con su semejante, y no
procede de individuos que pertenecen a una específica
clase social.
No experimento placer morboso, soberbia
intelectual ni la arrogancia propia de los hacedores de escritura
cuando expreso silogismos: porque a veces lo que infiero no luce
necesariamente hermoso y halla resistencia entre quienes
conforman la Vulgata Social. Algunos seres presuntamente
humanos y de psique perezosa inventaron los estigmas y
tabúes: las «derrotas» y los
«triunfos», que, a mi juicio, difieren
conceptualmente del «éxito» o
«fracaso» en el curso de la existencia de los
individuos y enjambres de sujetos.

Quienes celebran haber triunfado en «contiendas
armadas», por ejemplo, ¿sopesan ese suceso a partir
de la cuantificación de los cadáveres esparcidos en
los campus y ciudades donde cometieron
crímenes? En lucha armada, ningún grupo de personas
«derrota» a otro: lo «abate»
abatiéndose espiritualmente. Matar no es
«ascesis», no hará virtuoso a ninguno. En
recintos de las academias se inventaron los «concursos de
oposición», «credenciales» y
«baremos» con el propósito de seleccionar a
los más aptos para servir, y los «triunfos» o
«derrotas» no existen sino los
«éxitos» y «fracasos». Nadie
re-escribe o tuerce la Historia del Conocimiento
Humanístico, Científico y
Tecnológico
por encima de promontorios de difuntos caídos en
eventos bélicos o electorales que nada
difieren de las riñas colectivas. Ex–Aula, La
Vulgata
no elige al que tiene pericia sino
prontuario de raptos de toda índole,

Por lo expuesto, he vivido resignado a entenderme
sólo con mis semejantes en propósitos de
enmendar las atrocidades del Ser cuando elevo la
moción de instaurar doctrinalmente la Filosofía por
la «Vida», «Igualdad»,
«Libertad», «Solidaridad» y
«Fraternidad» entre los habitantes del Mundo
(consumatum)

(LIX)

El
«falo», «la
basura» y los «recursos
fiscales» como armas políticas

«Aparte de ser A la Humanidad Lesiva,
toda confrontación bélica es impulsada por una
extrema discrepancia política: es decir, es una
acto
de guerra empero igual de la Ciencia Política
en su fase de distorsión
conceptual»

Hace ya más de tres décadas, el Nobel de
Literatura Gabriel GARCÍA MÁRQUEZ declaró en
México (país donde fijo residencia cuando fue
notificado que sería asesinado en Colombia) una
fortísima y publicitada protesta contra Inglaterra: sus
tropas de élite, enviadas a exterminar a los argentinos en
la llamada «Guerra de Las Malvinas» (Falklands
War,
iniciada el 14 de Junio de 1982) lanzaban desde
helicópteros de combate papelillos en los cuales
sugerían a los soldados argentinos a rendirse y de esa
forma evitar que fuesen «pasados por el falo de los
británicos primero y luego por las armas». Se
materializaba, una vez más, la ya legendaria
intención de los vencedores de contienda armada
de violar a los hombres derrotados e igual a sus mujeres. Los
ingleses no sólo enviaron aviones caza Eurofighter
Typhoon
y Vickers VC10, sino también a
musculosos asesinos y violadores trajeados de
militares.

Luego de más de treinta años y del
advenimiento del Siglo XXI, todavía quienes
propugnan la «praxis política» como
escenario de guerra emplean toda clase de
«medios» para mantener su dominación o
irrumpir en el «poder». Por ello, no me
extraña pero me indigna ver cómo en Venezuela una
casta de infames hombres y mujeres al mando utilizan
explícita e inmoralmente la «basura» y los
«recursos fiscales» como «armas de
guerra» contra regiones donde la mayoría de los
habitantes se muestran detractores del gobierno nacional. Lo cual
suscita infinidad de calamidades: propagación de
virus y bacterias letales, por ejemplo, en el
campus de la Medicina, y protestas de trabajadores en
los ámbitos laborales dependientes de los dineros del
Fisco Nacional.

Hombres y mujeres déspotas, presuntamente
«al mando», someten a las poblaciones a padecer
enfermedades y penurias financieras a causa de
sus torcidas percepciones de la «Doctrina
Política» y el «patriotismo». El
Funcionariado Mayor de Comandancia sabotea el
envío legal de los recursos a las provincias opositoras,
cuyos alcaldes y gobernadores no pueden realizar los pagos
correspondientes a empresas vinculadas con los servicios
públicos tan importantes como el Aseo Urbano y la
Atención Mérida. Qué no decir de la
Educación y las obligaciones en materia de
«pasivos laborales», ad perpetuum afectados
por insólitas retaliaciones de índole
política.

Todos los «civiles», que auténticos
«humanistas del Mundo», tenemos la obligación
moral de enfrentar intelectualmente a quienes ejecutan
deleznables prácticas de lucha como las descriptas:
métodos de «confrontación
política» que socavan la quietud y salubridad
física y mental de millones de inocentes habitantes
esparcidos por un planeta sujeto a las maléficas
decisiones de cúpulas de impenitentes.

(LX)

Miseria de la
«
Justicia Mercenaria»

«Entre quienes representan la
institucionalidad del
Poder Judicial en nuestras
ultimomundanas naciones, es indiscutible que muchos sólo
se muestran transparentes en su explícita adhesión
a proyectos políticos con rasgos delictivos y
tiránicos»

En concierto y soberbios, blanden la deshonestidad en
materia de administración de justicia los
magistrados internacionalmente adeptos a la
«Chatárrica y Marxfalsa Doctrina Política del
Siglo XXI» en un continente presa de ebrios y
fanáticos de los próceres impresos
imperiales
que genera el combustible fósil y de la
dieciochesca cosecha. Deprime, en extremo, mirar y
escuchar a señoronas y señorones convocar sesiones
en gala toga-birreteana para dictar decisiones
fraudulentas frunciendo con cinismo sus entrecejos.

Si los «consejos universitarios» tuviesen,
entre sus atribuciones académicas, la posibilidad de
revocar los diplomas y licencias a quienes actúan sin
probidad, sin apego a las constituciones y Leyes de las
repúblicas donde ejercen sin ética, la
mayoría de los jueces de Ultimomundano
tendría que dedicarse a oficios que no implicasen la
aniquilación de la Justicia. Ya lo había advertido
Russell: «Donde la Lógica significaba anteriormente
un consejo para prosecución, es ahora un consejo para
oponer reparos» [43] Pienso que lo que fue la
Lógica del Discurso Jurídico se ha
pervertido para dar preponderancia al Discurso
Jurídico sin Lógica
cuando se dirime o
administra justicia en naciones donde lo canallesco y corrupto
son admirables categorías filosóficas. Torcieron y
sacralizaron, sin leer a importantes escritores, pensamientos
como el siguiente y truculento de Iliénkov: «La
palabra como signo, como nombre, no tiene nada de común
con aquello de lo cual es signo» [44]

Sea como fuere, juezas y jueces de
Ultimomundano cometen (por obvia e inmoral «paga
mercenaria» y «en grado de continuidad», lo
cual es más lesivo y letal para los países) delitos
magnos que no magnificados por una nación inmerecidamente
víctima de toda clase de forajidos con mando:
«damas» y «caballeros» que parecieran
extraídos del Infame Bestiario de Políticos y
Militares Latinoamericanos.

(LXI)

La extorsiva y
transnacional «diplomafia
ultimomundana»

«De quienes en la obscuridad urden, de esos
que emboscan y secuestran para lograr deplorables fines,
guerrilleros que asesinan a inocentes empero declaran luchar por
la liberación de los pueblos, de ellos, sin dudas, los
in-dignatarios aprendieron el arte de extorsionar y
simultáneamente lucir heroicos previa abusiva
propaganda»

Ciertos sucesos que han impactado en el fórum de
la agónica Organización de Estados
Americanos
(OEA) prueban mi tesis según la cual,
premeditada y alevosamente, los neo-despóticos de
Ultimomundano investidos de autoridad emplean los
«próceres impresos» de origen imperial y el
«combustible fósil» para, impúdicos,
sobornar a presidentes y cancilleres de repúblicas.
Quienes se resistan a ser corrompidos serán
internacionalmente segregados y sometidos a explícitas
amenazas, para que ninguno dude de la letal influencia que la
Oligarquía Bestiaria Ultimomundana ejerce en el
continente del inexpugnable subdesarrollo.

No se «convocan» a representantes de
países, se les oficia asistir a los
«complots»: y los ciudadanos timados, absortos,
miramos cómo la desfachatez de ciertos «sujetos de
delito» [45] confrontan, silencian e intentan desprestigiar
a los incontaminados de tanta podredumbre diplomática.
Pero, tales jefaturales tienen en sus traspatios a millones de
personas en situación de miseria que ni siquiera hallan
consuelo a sus enfermedades en hospitales sin dotación de
insumos: y sus escuelas carecen hasta de utensilios de limpieza
[46]

Siempre se supo (la Historia Mundial de
Abominaciones
lo registra) que los militares «al
mando» tienen una ya legendaria propensión a
corromperse y corromper, a
«matraquear», «intimidar,
«perseguir», «ejecutar» o
«confinar» a opositores en territorios
ultimomundanos.
Entonces, que nadie se asombre cuando el
«bestiario del bolivarianismo falaz» protagonice
escándalos en fórums donde al final la
jauría de indignatarios (sonreída) se retrate para
la posteridad. Que a ninguno sorprenda, entonces, que un
mal-famado tirano del Comunismo Jurásico sea
designado presidente por tempore de clubs de
presuntamente demócratas. Si desestiman la
institucionalidad del «Estado de Derecho», tienen mal
habidas fortunas, tropas y están dispuestos a imponer el
terror, merecerán ejercer importantes cargos en espurias e
internacionales congregaciones. He aquí el más
violado de los mandamientos de la Carta
Democrática:

[…] «Artículo 3.- Son elementos
esenciales de la democracia representativa, entre otros, el
respeto a los Derechos Humanos y las libertades
fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con
sujeción al Estado de Derecho; la
celebración de elecciones periódicas, libres,
justas y basadas en el sufragio universal y secreto como
expresión de la soberanía del pueblo; el
régimen plural de partidos y organizaciones
políticas; y la separación e independencia de los
poderes públicos»

(LXII)

El
«secesionismo» para retomar la
«soberanía»

«Repiten como desquiciados que el
Capitalismo es nefasto, empero la avidez que ostentan por
el
Billetardo Imperial los delatan. Igual semejante a
trastornados, disertan sobre una presunta y
socialista
doctrina que la ignorancia del Vulgo sacraliza sin
conocerla. Y, lo más grave, creen que el territorio donde
nacieron fue su parto y egoístas harán lo posible
para exterminar a sus demás pobladores cuando sospechen
que escindirán»

Es obvio que quienes trágicamente han conducido
los asuntos «jurídicos-financieros» de la
Nación Venezolana han socavado su
«soberanía», al extremo de haberle transferido
sus atribuciones y decisiones (en representación del
Estado) a un gobierno extranjero: al de Cuba, una isla
que, durante más de medio siglo, estuvo sometida al
régimen genocida de los CASTRO RUZ.

Primero a hurtadillas, desde hacía ya poco
más de una década, el Funcionariado Mayor de
Comandancia de Venezuela
nada realizaba sin previamente
notificar a su insólito y fortuito superior forastero. Sin
consultar a los ciudadanos, a los nacionales de la que fue patria
bolivariana, subordinaron a Venezuela al gobierno de Cuba
(convirtiéndola en un «de Hecho», que no
«de Derecho», Estado Sumiso) Luego, sin
ningún pudor, viajarían constantemente a recibir
instrucciones.

Por lo expuesto, pienso que debíamos promover el
«secesionismo» y restablecer la soberanía de
la república. Ninguna «írrita» y
«situacional sala» para la presunta
interpretación del contenido de la Carta Magna,
interna o externa, habría podido, jamás, torcer el
texto de nuestra Constitución de 1998. En el Art.
01 de los Principios Fundamentales, enfatiza nuestra
emancipación: «La República Bolivariana de
Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta
su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia
y paz internacional, en la doctrina de Simón
Bolívar». Estoy persuadido que los
«entreguistas» sabrán quién fue el
Libertador y qué escribió, y, en algún
momento, tendrán que asumir su responsabilidad ante los
nacionales que aguardan para juzgarlos.

Mediante excesiva y ofuscadora propaganda, el
«Priorato Comunista» infiltrado en el país
había inoculado en la psiquis de los venezolanos
sentimientos de inferioridad frente a un monstruoso gobierno
extranjero: ese cuyos actos siempre lucen abiertamente
premeditados y lesivos a la autonomía y libertad de
cualquier república democrática.

(LXIII)

La
«institucionalización» de las «Masacres
de Penitenciarías»

«Cuando, gracias a la autonomía
universitaria, fueron púgiles por la consecución
del mando, ocultaron sus rostros con capuchas para libremente
socavar las instituciones civiles y militares del Estado que hoy,
en ejercicio del poder, emplean para proseguir sus carreras y
post-doctorarse en impunidad»

Conforme a sucesos históricos, hay varias clases
de masacres [47] Una de ellas, la de
«Diócesis» (476 a. C-1453 d. C) que,
representada por la Inquisición,
trascendería paralela la Doctrina Cristiana.
Entre las de «Imperio», impactó aquella
ordenada por el tronado Teodosio para exterminar a los sublevados
pobladores de la ciudad griega Tesalónica (390 d.
C) Su fuerza armada pretoriana mató a 7.000 personas.
Igual, fueron abominables las masacres de
«Coloniaje». En 1508, un censo realizado por
sacerdotes que viajaron junto a conquistadores españoles
determinó que -de aproximadamente 55 millones- sólo
quedaban 60 mil aborígenes. En 1303, en
Constantinopla, las tropas almogávares de la
Compañía Catalana asesinaron a 3.000
genoveses. Fue una importante masacre por la
hegemonía «Política-Militar» de un
grupo contra otro, pero, más tarde, en pleno S. XX, todas
serían superadas por las stalinianas,
hitlerianas (sin menoscabo de las protagonizadas por el
Ejército Norteamericano, bajo las órdenes de
distintos presidentes)

En el curso del S. XXI, en Norteamérica,
se han popularizados las «Masacres de Fanatismo y
Desquiciamiento» contra integrantes de escuelas, liceos y
universidades. En América del Sur, y en forma
destacada en Venezuela, están en boga las «Masacres
de Penitenciarías» y las de «Adventicias
Efemérides». Sujetos uniformados, proclives a
cometer prevaricato y crímenes, han logrado impune e
inmoralmente institucionalizar el exterminio de
presidiarios. Cada cierto tiempo, los mismos
militares-custodios que proveen de armas, drogas y licor a los
reos emprenden sus «purgas con explícitamente
genocidas». Empero, los Jefaturales de Gobierno
transfieren las responsabilidades de tan insólitas y hasta
fortuitas matanzas a los comunicadores sociales y opositores que
cumplen con sus deberes de ciudadanos.

Otros de también mentalidad lunfarda,
provenientes de sectores «cívico-militares»,
experimentan regusto cuando enmascaran sus masacres tras alegar
que acometieron gloriosas campañas contra miembros de un
imaginario imperio que los sitia (que presuntamente los amenaza,
pero que les paga puntalmente con petrodólares los
barriles del combustible fósil para que se diviertan y
lleven una vida de oligarcas) La infame celebración de las
matanzas del 4 de Febrero de 1992 ha, insólitamente,
merecido el despilfarro de enormes sumas de próceres
impresos de origen imperial norteamericano.
Pero, en
hospitales e instituciones para la Educación de la
república, los usuarios y trabajadores ruegan al
«Funcionariado Mayor de Comandancia» que los dote de
recursos financieros para poder funcionar con
precariedad.

(LXIV)

La
«desacatada constitucionalidad» en
Ultimomundano

«La usurpación e ilegítimo
ejercicio del poder del mando embriaga tanto como el licor, que
es una droga heroica, y la resaca que genera plaga con
desquiciados a cualquier república
»

En nuestro Ultimomundano territorio preso del
«meetingmediatismo», sin asombro a los individuos se
nos obliga mirar espectáculos mediante los cuales
enjambres de sátrapas ofenden la dignidad de las personas.
Sucede en momentos cuando la lucha a favor de los Derechos
Universales del Ser Humano
estigmatiza a la
«Civilización», en nuestro tecnológica
que no humanísticamente «postmoderno» mundo.

A causa del prevaricato del
«Funcionariado Mayor, Civil y Militar Enloquecido»,
millones de personas que no ejercemos funciones de mando somos
las víctimas (nada «necesarias») de proyectos
de opresión transnacional masiva: e, igual, selectiva
siempre que ciertos individuos pensantes incomoden a
burócratas corrompidos que, «en concierto»,
ininterrumpida e internacionalmente, delinquen.

Es bochornoso ver y escuchar a ilegitimados sujetos que,
en funciones de gobierno, virtualmente defecan encima de las
constituciones y leyes de países mientras esputan
improperios. Pienso que, para aspirar un cargo de
«asambleísta» (si lo prefiere, llámelo
«senador» o «diputado») cualquier
ciudadano debería estar mínimamente [in]
formado en materia de constitucionalidad: lo cual no
requiere, sostengo, que, forzosa y penosamente, tenga que
procurarse de títulos universitarios. A menudo, la
asistencia formal a universidades no garantiza cosa distinta al
recibimiento de un papelucho en obsoleta «ceremonia
académica». Lo digo porque un iletrado y lerdo,
alguien que rechace instruirse mediante lecturas, siempre se
convierte en un arma letal tras lograr investiduras
oficiales.

Lo que más place (con enfermiza soberbia)
desacatar al «Funcionariado Mayor, Civil y Militar
Enloquecido» son categorías filosóficas,
inmanentes e inmutables, formulaciones con fervor descriptas en
la Declaración de los Derechos del Hombre
discutidos y aprobados por la Asamblea Constituyente Nacional
Revolucionaria
en Francia (1789). Citaré fragmentos:
«Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en
derechos» […] « La libre
comunicación de pensamientos y de opiniones es uno de los
derechos más preciosos del hombre; en consecuencia, todo
ciudadano puede hablar, escribir e imprimir libremente, a trueque
de responder del abuso de esta libertad en los casos determinados
por la ley» […] «La garantía de los
derechos del hombre y del ciudadano necesita de una fuerza
pública; por lo tanto, esta fuerza ha sido instituida en
beneficio de todos, y no para el provecho particular de aquellos
a quienes ha sido encomendada» […] «Toda
sociedad en la cual no esté establecida la garantía
de los derechos, ni determinada la separación de los
poderes, carece de Constitución» […]
«Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie
puede ser privado de ella, salvo cuando la necesidad
pública, legalmente comprobada, lo exija de modo evidente,
y a condición de una justa y previa
indemnización»

Tan hermoso y universal documento, fue inspirado por el
texto de la Declaración de Independencia de
Norteamérica
(1776) y el pensamiento
filosófico dieciochesco que floreció en Europa: ese
que, fogoso, embistió al «Monarquismo» y
«Feudalismo» a la Humanidad lesivos. En la
realidad y tiempo que experimentamos, con descaro e impunidad, en
Ultimomundano se re-editan las aberraciones que se
creyeron abolidas o imposibles de resurrección.

(LXV)

La infortunada
inmutabilidad del «contexto
internacional»

«El Mundo no nació con la
figura del
tyrannum cacare: es indiscutible aun cuando,
pese al providencial desarrollo de la
cognición
intelectual, una nada sesuda pero habilidosa minoría
lo haya pervertido con el adoctrinamiento y la
(aviesa)
alienante propaganda a favor de la Criminalidad:
estirpe de hampones que logran el Poder y urden
mediante su ejercicio»

Cuando mi obra irrumpe (décadas de los
Años 60-70/S. XX), el «contexto internacional»
no difería demasiado de todo cuanto en la actualidad
percibimos los ciudadanos del mundo: hombres salvajes,
políticamente impúdicos, de exigua inteligencia y
propensos a delinquir en ejercicio del poder e impunidad
internacional frente la violación de los Derechos
Humanos
(se han institucionalizado los Crímenes de
«Lesa Humanidad»)

El silencio, coqueteo, la sevicia, prevaricato, el culto
a la personalidad del forajido con mando, la complicidad o
gavilla del Paria de Nómina Mayor y Transnacional de
Comandancia
frente a los actos genocidas, la
segregación, exclusión, persecución de
personas por motivos ideológicos y el «racismo
revolucionario». Timadores elegidos para conducir los
destinos de países a cuyos habitantes no tardan en someter
con «interdictos» inconstitucionales,
«corrupción» y decisiones explícita y
soberbiamente «tiránicas».

En mis días de infante y pubertad, ya
escribía. Aun recuerdo mi primer y serio
ejercicio narrativo: no tan extenso, empero mediante el cual
pronuncié mi falta de respeto por la infusión
del miedo
que inspiraban las dictaduras latinoamericanas.
Fue un texto «testimonial» (¿novela?) que
intitulé Combustión (expresé mi
infinita angustia y discernimiento, instalado en el zaguán
de mi adolescencia sin inclinar mi cerviz ante la
férula que todavía mantiene sitiado al
pensamiento filosófico y la Libre
Creación Literaria y Artística
en el
mundo)

El «zephirum» de mi
iniciación en la Literatura lo
constituyeron brevísimos cuentos, con frecuencia de
«terror»: pero, igual plagados de
«perversidad» e «indagaciones» que hoy
vindico como filosóficas y de la natural
iconoclasia juvenil. Más tarde, profusa y
fervorosamente, desarrolladas en algunos de mis libros que a
continuación mencionaré: Revelaciones, Luxfero,
Epitafios, Aberraciones, Dionisia, Desahuciados, El Despotismo,
Librepensamiento Perpetuus
y Proscritos.

Si no fuese por los avances tecnológicos
(comunicación celular, internet, etc.) pareciese que, en
materia de «Humanismo», nada hubiese universalmente
cambiado en décadas. Quienes representan a los Estados y
administran sus riquezas destinan enormes sumas de dinero a
compras de «pertrechos militares», en
«mercenarios», «espionaje»,
«simulación de hechos punibles»,
«adoctrinamiento», «ostentación»,
«conspiraciones para cometer fechorías» y
«hedonismo».

A ninguna persona civil sorprenda cuando los congregados
en la ignorancia de este impenitente mundo incriminen a los
benévolos e intelectuales y absuelvan a sus enemigos
naturales, esos que rinden culto a la «Violencia
Doctrinaria» e irrespetan los Fundamentales e
Inmutables Derechos de Humanos
difuminándolos en
«efemérides» y «paradas
castrenses»

(LXVI)

El
«Cáliz Sagrado» del Priorato
Despótico

«Con o sin charreteras, un paria
jamás resguardaría a ninguna patria.
Nunca su juramento de cumplir y hacer cumplir una
constitución y leyes parecerá cosa diferente a
una
picaresca puesta en escena teatral, con
patéticos espectadores convocados para
ridículamente ovacionarlo cual si se tratase de un o una
pontífice»

Durante varias décadas, en Ultimomundano
el Priorato Despótico buscó, con tozuda
persistencia, su «Santo Grial» representado por la
riqueza fácil e ilícita: la que, fortuitamente, le
proveería el petróleo, el cual, al cabo,
le ha servido para afianzarse en el Poder Político
Transnacional.

El «Priorato» sabía que, con la
botija llena, podría torcer la Historia y
desestimar las leyes territoriales e internacionales mediante el
soborno, chantaje y la masiva intimidación
mercenaria.
Amenazas focalizadas en despachos de
presuntamente autónomos poderes: el Parlamentario,
Ejecutivo, Judicial, Moral, Electoral
y Ciudadano.
Que ninguno es, en realidad, popular, y cuyo funcionariado suele
experimentar infinito escozor cuando es obligado a satisfacer las
necesidades de los humildes o cumplir con sus
obligaciones.

Por lo expuesto, no asombra mirar a quienes integran la
cúpula del «Priorato» en actitud
extremadamente soberbia y ofensiva. Ellos pretenden que a
ningún opositor o adherente le quede dudas respecto a sus
malas intenciones. Por nada modestas sumas de próceres
impresos imperiales,
tienen a favor de sus delictivas
conductas a las fuerzas «armadas» que igual
«desalmadas» de varios países. Lastres
uniformados, henchidos y apertrechados, que sienten regusto por
exhibirse como sirvientes de sus pretores. Hombres y mujeres al
mando de tropas, proclives a cometer e incapaces de discernir
nada que no sea el status de corte oligárquico
que le confieren las billetardas
remuneraciones.

Son los «Defensores de la Fe», cierto, pero
«por el Dólar». Con o sin uniformes
verde-olivas o rojos de falaz casulla obispal,
no son custodios de alguna patria, credo o ciudadano que
presumió ejercer su «soberanía»
eligiéndolos para administrar los respectivos tesoros de
las naciones. Paria al mando no boga por ninguna
patria: e, intelectualmente, sólo distingue entre
un billetardo de baja o alta denominación, entre
una gema falsa o auténtica, entre un lingote
de oro
y uno de plomo, su peso, valor, y
las formas de hurtarlo. Ante la inmoral y oprobiosa
gestión gubernamental que esa casta de malvivientes
protagoniza, el (a) «testado» que se atreva a
encararla con la Razón Inmutable será
marcado para ser judicial o militarmente tenido
por objetivo, sujeto de persecución y finalmente
encarcelamiento.

El «maná», como lo llamaban los
aborígenes, es aceitoso al tacto y vista, de origen
orgánico, empero es también volátil y su
sobrevenida fetidez se asocia al modo como es manipulado por
gobernantes inescrupulosos: que obran al amparo de la obscuridad,
que no del nada antropomórfico y apetecible combustible:
«Santo Grial» del Priorato Despótico de
Ultimomundano,
nada «socialista» y que
sólo busca comulgar con el tyrannum
arquetípico del Mundo.

(LXVII)

El drama de la
Historia y los «historiadores»

«Si no están tentados a registrar en
forma de ingeniosas ficciones importantes sucesos
políticos, entonces no son
historiadores»

Siempre he pensado que jamás la historia
podría asumirse cual «disciplina
científica». Sencillamente, porque es –a mi
juicio– un «caprichoso» e
«individual» registro de acaecimientos. Los
historiadores, por tanto, se aproximan más a los
hacedores de literatura que a los hombres de
ciencia.

Hechos, interpretaciones

Quien se dedica a escribir sobre los sucesos que juzga
trascendentales sabe, perfectamente, hasta qué punto es
subjetiva su exposición: «fidedigna»
transcripción de lo «incidental».

Pero, ¿cómo debe el humanista codificar
los sucesos importantes y dignos de ser conocidos –en el
futuro– mediante sus crónicas o ensayos?
¿Acaso censurándolos? ¿Es
«válido» y «científico»
anteponer principios morales a su redacción?

Por muy buenas que parezcan sus intenciones, los
historiadores suelen ser frágiles exponentes de hechos que
les impactan o que conmueven a un gran número de
habitantes del mundo. Más serios lucen quienes desestiman
elementos que solo a ellos impresionan, por supuesto. Pero, igual
parecen poco severos los que sopesan los acaecimientos de acuerdo
a sus adhesiones doctrinarias.

Lo cierto es que alrededor de esa disciplina se teje
toda clase de marañas. En el mundo
Moderno y Post-Moderno, prosperan los
historiadores de mercenariado o palangres:
oficializados, mediatizados (frente a los cuales sobreviven los
auténticos profesionales de la Historia, que
sirven a universidades o empresas privadas).

Aunque hoy muchos promueven la idea que la
Historia sea reconocida como una «ciencia»,
nunca podría –de facto– decretarse. Inclusive,
los sucesos que se hacen públicos y que alcanzan
periodística difusión no siempre reflejan
la realidad «aparencial». Cuando no los vuelven
imperceptibles y expertas en camuflajes personas, son
maquillados por los gobernantes de acuerdo con sus
necesidades políticas.

Algunos eminentes han pretendido establecer que la
Historia consiste «en la compilación de la
mayor cantidad posible de datos irrefutables y objetivos»
(Edward Hallett CARR en: ¿Qué es la
Historia?
Seix Barral, S. A., Barcelona, España, p.
20).

Entre los científicos, nada puede ser tenido por
irrefutable. Si ellos –que tiempo atrás
desecharon a los empiristas– sostienen la
falibilidad de ciertas teorías,
¿qué argumentos blandiríamos los
humanistas para infundir aires de
irrefutabilidad a cualquier dato
histórico?

La Historia y los avances en materia de
Comunicación

Pululan quienes, ingenuamente, aseguran que las
filmaciones representan pruebas irrefutables de la
veracidad de unos hechos. Aparte que existe la
simulación –que puede igualmente
filmarse– abundan técnicas para elaborar
montajes fílmicos. Ningún historiador
auténtico documentaría sus afirmaciones con
películas.

Los avances en materia comunicacional no dotan
al historiador de mejores instrumentos de trabajo; por
lo contrario, lo vuelven más débil e inseguro.
Filmaciones «en vivo» y «vía
satélite», textos transmitidos por
«fax», «tabletas»,
«celulares» o «equipos digitalizados de
fotografía»; todos, digo, son elementos que no
deberían tomarse cual incuestionable documentación
para una persona severamente dedicada a la
Historia.

Entonces, ¿qué es la
Historia?

Si presumimos que ningún hombre está
exento de caer en la tentación de redactar
–acomodaticiamente– cualquier suceso juzgable
trascendental, la Historia sería un individual
registro de hipotéticos hechos. Pero, las definiciones
deben fundamentarse. No podemos «presumir» para luego
«definir». Investigamos, procesamos datos, los
sometemos a pruebas de autenticidad y más tarde
fijamos un concepto. Honro a la verdad cuando afirmo que
la Historia es, también, una arbitraria
acumulación de acaecimientos improbables y prolija en
maquillajes.

¿Para qué sirve la
Historia?

La interrogante por mí empleada como
inter-título es, sin dudas, baladí. Previo y
profesoral ritual, suele formularse a los que se inician
en el estudio de la Historia.

Pese a que no es «científica», pienso
que la mencionada disciplina si orienta un poco a los seres
humanos.
Al centro de profusas informaciones, algo
sería rigurosamente cierto. Por ejemplo: lo que se ha
escrito sobre BOLÍVAR, aun pareciendo
fantástico, ilumina lo que fueron aquellos
tiempos de combates contra el Imperio
Español.

La admiración y el odio que inspiraba
Simón BOLÍVAR precipitaron múltiples e
históricas versiones respecto a lo que fue su existencia,
pensamiento y acción. Pero, fue (mortal) hombre y
dirigió regimientos. Simultáneamente, es
indiscutible y no «probable». Los testigos
presenciales ya entraron a la muerte. Las cartas y
legados escriturales del «Libertador» nos hacen
presumir, una vez más, que vivió.

La Historia, aun la fabulada, sirve. Nos
entretiene o advierte. Nos pone atentos. Nos invita a imaginar un
inatrapable y desconocido mundo. También sirven la
Literatura, el Cine, la
Política. Todas, disciplinan que satisfacen
apetencias intelectuales.

(LXVIII)

Tedeum para
«canallas difuntos»

«Incitan a delinquir a sus
adherentes
civiles, militares y paramilitares
de nómina infame: porque, ante la ausencia de
castigadores y con desenfado, exhiben su nada oculta y macabra
intencionalidad que –irremediablemente- lleva a la ruina a
cualquier pueblo. No son la
gloria, el honor ni
la
patria los propósitos de esos parias:
sino la iniquidad u oprobio»

Entre infectos discernimientos y proclamas de
Ultimomundano, como incisiones de filosas navajas en un
indemne y atado cuerpo, las mofetas y prestidigitadores que
tienen por paga mercenaria la misión de
(delinquir) persuadir emplean la propaganda alienante
para que las víctimas de sus ininterrumpidas infamias no
sientan el dolor que les infligen: maquillarán lo que el
«Pater Perverso» pronunció en momentos de no
se sabe cuánta euforia de dopaje, porque todo
cuanto dijo «no fue lo que quiso», y si ordenó
la ejecución de abominaciones no personificaba al
Demonio sino a un «summun pontifix»: que de
ellos igual la Humanidad se hartaría en el curso
de los siglos donde la pedofilia sustituiría al
rezo de seminario, abadía o monasterio.

Como forma de gobierno, el bochornoso e incesante
espectáculo de la «Casta desenmascarada»
incita a delinquir al Funcionariado Mayor de Estado e
instiga a sus detractores para que (en condiciones de
indefensión) actúen y sean fácilmente
aniquilados por el Poder Impúdico que «los
pasará por la injusticia». Porque, con
alevosía, exterminan a inocentes «pero no lo
hacen» (según el torcido juicio de quienes integran
la «Cohorte Suprema de Impenitentes»

En «Despacho Palaciego» o «Capilla
Funesta», sea en situación de presente o
poniente, el cuerpo del delito es investido de
Sol para que las víctimas que le sobreviven no lo
recuerden malvado sino magnífico.
Servirá la para-científica
Mitología. La profundidad del estadista en
Ultimomundano puede fijarse con la misma vara con la
cual los herpetólogos miden a los
«crocodrylus» de captura con fines de
investigación. En mi adolescencia aprendí, de un
libro intitulado Paciencia en el Azul del Cielo,
«que la Ciencia Moderna nos revela un Universo
surgido en el seno de un gran desorden pero que está en
permanente estado de gestación […] Y nuestra vida
es la manifestación de esta tendencia de la materia a la
organización» (Hubert REEVES, n. en Canadá,
1932)

Obviamente, me hallaré escindido cuando los
habitantes del Mundo aprendan a prescindir de los
sin sesos que eligen para que los gobiernen: y se
emancipen, a «Deo gratia», de la actual
preponderancia de las posturas del incorregible e insurrecto
Érrico MALATESTA (1853-1932) que precipitan mis
intelectualmente combativas ideas contra el Anarquismo
Bakuniano
y sus expresiones. Porque, preciso esclarecerlo,
comulgo con tesis como la de REEVES: orientadas a sostener que el
Ser Humano tendrá que organizarse, y desechar el
nocivo Caos como forma de gobierno (que no es cosa
distinta a la primitiva e indeseable dominación de unos,
letalmente armados, en perjuicio de otros: indefensos y proclives
a la quiescencia)

Los intelectuales, artistas, músicos,
dramaturgos, políticos, las mujeres y hombres
prototípicos y benévolos, todos, debemos
resistirnos a los herejes y profanadores de la paz que requieren
los sepulcros. Debemos oficiarle su tedeum a cualquier nuevo
difunto, y con mayor prisa cuando haya sido un canalla o
malviviente. En algo semejan los hacedores de mitos de
paganismo
con los necrófilos: son
«carroñeros», simple y llanamente.

(LXIX)

Sociedad del
Crimen con Petrodólares Organizada
(SCPO)

«De nada sirve a los ciudadanos maquillar, a
causa del
Mayúsculo Miedo, su indignación
frente a los parias que gobiernan con preceptos de la nada
novísima
Ética de Infames contra Indefensos:
porque, bajo esa clase de mando nadie es
salvo»

Obviamente conformada por nada presuntas forajidas y
también malhechores en ejercicio infame de funciones de
gobierno, y mediante el prócer impreso imperial,
hace tiempo en Venezuela se instauró la Sociedad del
Crimen con Petrodólares Organizada
(SCPO): que, sin
dudas, igual con visibles tentáculos internacionales. Una
institución delictiva que, aun cuando falible, ha regido,
sin casi resistencia, los destinos de millones de personas en
América Latina. Más férreamente en
su lugar de nacimiento, nuestra depauperada patria.

Las urdimbres báquicas y financieras de los
impunes se suceden en cualquier país que sea sede
«por tempore» de lujosos festejos a los cuales,
pagados por una saqueada empresa petrolera «que ahora es de
todos los maleantes», acuden como vedettes. Ni en
tiempos cuando las dictaduras militares estuvieron en boga
percibimos tanta, persistente y descarada ostentación de
riquezas y soberbia delictiva en «concierto
internacional» con apropiadores indebidos del Tesoro
Venezolano
y canta-autores del Bufonariado Civil y
Pretores de Fuerza Armada que, dopados o ebrios, expelen
gritos de mitin: porque el botín alcanza para ellos
también y su euforia de nuevorricos los transforma en
militantes de una imaginaria Doctrina
«Siglo-Veintiún-Cacare»

Ya el Mundo Civilizado sabe que esa casta de
mujeres y hombres que diezma la Moral y Buenas
Costumbres
en Ultimomundano ha corrompido la
Organización de Estados Americanos (OEA), la cual
tendrá que desaparecer, y puja extorsivamente a la
Organización de Naciones Unidas (ONU) hace
años también moribunda. No extrañe a ninguno
que la dignidad de «las academias» haya sido
sustituida por el hedor del promontorio de dólares que
procede al advenimiento de los «comandantes
cívico-militares supremos» del
vedetismo.

De eso que conocimos como «Patria
Venezolana», ya ni sus Mortajas Independentistas y
las del Ecumenismo, los malnacidos y parias al mando
respetan, porque profanan con fines proselitistas y de
Engañosa Propaganda Política. Los tarados
investidos de mando, que no los «discapacitados por
infortunio del Azar Genético», plagan las capitales
y provincias de Ultimomundano con sus séquitos de
intelectuales payasos, tontos útiles y el Mercenariado
Letal e Institucionalizado de
«Veintiún-Cacare». Corajudo contra el
indefenso, pero cobarde frente grupos de guerrilleros y bandas de
malnacidos que sitian y azotan. Adhiero, orgulloso, a la tesis de
mi antepasado Andrew URE al inferir lo siguiente: […]
«Aun cuando la Institucionalidad del Poder
pareciera eterna, fuimos bendecidos porque quienes lo ejercen
son mortales»

(LXX)

La Libertad
jamás será «inhumada»

«Parece cierto que somos libres, pero, con
más emotividad que reflexión sufragamos y elegimos
a las víboras que no demoran su propósito de
sitiarnos para impedir que prosigamos
siéndolo»

Declaro mi resistencia frente a la difundida
presunción según la cual el Vulgo, aparte
de permitir que se le conduzca como «rebaño» a
«sufragar», conceda el «sepelio» de su
Libertad previa paga de mendrugos o para complacer a un
«Neo Señor de Vasallos»: versión
masculina de la deidad maléfica «Discordia»,
que urde en la obscuridad. Frecuentemente intimida, pero igual
muchas veces persuade a sus víctimas para que le
consientan cualquier cosa por inconcebible que luzca.

El «Ser Humano» nace obviamente libre: y esa
condición, «de facto y Derecho», ha de regir
su existencia. Pudiera ser «pobre» e
«ignorante», que ambas tragedias suelen padecerse
inseparables, pero tendrá el irrenunciable impulso de
pensar y obrar de acuerdo con sus deseos. No querrá ser
escrutado cuando camine en busca de satisfacción, no
admitirá se le explore la psique. El «humano»
lo es por racional y porque la Libertad le es
inmanente, primero, y por emplear el don de la
inteligencia
para emancipar sus actos ante los maestros de
la manipulación que lo sitian e imprecan.

La Libertad jamás será
«sepulta»: e, irrestrictamente, configura el
limen en la «exposición de motivos»
de la Carta Fundamental de los Inalienables y Humanos
Derechos.
Y lo es para el pensamiento, la
acción y la devota necesidad espiritual
de cada quien: no irrumpió para ofrendarla, transigir o
capitular.

Análogo a la vida, es irrenunciable. No se
confiere y de ella no se discute jurídicamente, no admite
discernimientos opuestos respecto a su esencialismo. No
se puede platicar en su rededor «conforme a» lo
«establecido» en (…) la Constitución y
(…) las cualesquiera otras cosas (…) La
Libertad es primacía, nunca parto de
asambleístas o comisarios de regímenes. No fue, no
es ni será enmienda de opereta en parlamentos que
pretenden consagrarla mediante ceremonias.

La Libertad no es la presea que los
«feudatarios» veintiún cacas, ya en
fase de pandemia ultimomundana, pueden otorgar a su
antojo. No en postrimerías, habría que invertir los
padecimientos: que esos a los cuales extendimos «contratos
de prestación servicios» sean los que nos pidan
permiso a los ciudadanos y nos consulten mediante referendos.Los
pintorescos «actos de caciques» presuntamente
legitimados, que intentan socavar nuestra dignidad,
hallarán la resistencia de nuestra primacía. Mucho
más cuando estén flanqueados por tropas de bien
remunerados matones, o «marxenarios» [48] por
estipendios, de los veintiún cacas aventados: con
el gas metano de la flátula política, con
su fétida opulencia de nuevorrico
«pacífico» (pero, ¿que
«está armado» y por ello «no debemos
equivocarnos»?).

La Libertad no es la conquista de corajudos
«que lucharon por su consecución», una
impagable deuda que tenemos al pendiente con próceres
independentistas, con «investidos de autoridad» para
dictar indultos o con organizaciones internacionales para la
defensa de los Derechos Humanos. La Libertad
es, «in puris naturalibus» [49], el
pensamiento y su ulterior acto de
ejecución:
el sumo pontífice de cada
uno de los seres racionales.

Entre el más apetitoso de los banquetes y un
plato para escatófagos, el Vulgo suele
insólita e insosteniblemente escoger aquello que lo
infectará y aniquilará. Expando mi
confesión: es una realidad que a mí hiere
y ante mi olfato hiede porque el suicidio no lo
redimirá frente a los soberbios a los cuales «ciego
reelige»: o, falaz, «invidente
exculpa».

(LXXI)

¿Es innata
la ovación ultimomundana a los «actos
vandálicos»?

Jamás he sido uno de esos hedonistas que adhieren
a la «Macabra de la Socialsociamuerte Transnacional»
y, por ello, no experimento ninguna clase de placer cuando miro
cómo la Estatutaria Pústula Política
Hispanoamericana
nos recuerda y advierte que (desde el
NorEste hasta el PleniSur del continente al
cual estamos plexos) no sólo nuestra quiescencia
ha sido proscrita por vándalos: sino que, fortalecidos con
fortuitas y abultadas sumas de «procerimpresos
imperiales», han logrado que todo cuanto implica nuestra
Cultura Multirracial cuelgue en la cima de un barranco
(«¿Mea delirium tremens?»)

La «Revolución Francesa» (1789-1799)
nació infectada de perfidia y fue la primera en
exterminarse desde sus entrañas, obviamente a causa de los
«actos vandálicos» protagonizados por sus
propios fundadores con inclinaciones genocidas
(ROBESPIERRE, MARAT, MIRABEAU, DANTON y otros). Contrario a
dictar «soluciones de gobierno», los pendencieros
exhibían una extraordinaria prolijidad en persecuciones y
«puestas en escena» para la
decapitación. Prosperaron verdugos, hacedores de
urnas y sepultureros. Sin más pan ni mejor vino, los galos
pasaron de oprimidos a vigilados por comisarios del
«Buró de Defensa de la Revolución».
Bastaba un infundio para llevar a un vecino incómodo al
cadalso.

Como las que nocivamente les procedieron en el mundo,
fue fundada por hombres «ilustrados»: empero,
más proclives a convertirse en despiadados y arbitrarios
asesinos. Cuando se creyó, tras la abolición de la
«guillotina», que las naciones europeas
evolucionarían hacia la instauración del
«Imperio de la Civilidad», en Rusia se sucedió
una que la superaría en abominaciones (1917, en fase de
extinción desde 1991 con la disolución del
Partido Comunista a favor de la muy publicitada
«Perestroika»: que significa resurrección y
que igual precipitó el fin de la dominación
soviética bajo las siglas de URRSS).

Por motivos distintos a la lucha internacional por los
«Universales, Inalienables e Inmutables Derechos
Humanos» (la «Igualdad»,
«Fraternidad», «Solidaridad» y
«Justicia»), los marxfalazianos rusos
exportarían sus costumbres criminales hacia
Ultimomundano a través de la naciente
«Diplomafia Comunista». La Internacional del
Vandalismo
le confirió «Dignidad de
Monarca» a dos importantes matones con estirpe de
«Tyrannus cacare»: uno de ellos afrenta para el
honorable gentilicio argentino, y el otro conocido como «La
Momia Exhumada del Caribe» (durante décadas
convertido en «castigador de facto» de aterrorizados
y mendicantes cubanos, a partir de 1959).

A imagen y semejanza, gracias a los avances
científicos-tecnológicos y los fabulosos capitales
de origen «imperial-norteamericano», los insepultos
sementales lograron procrear a innumerables monstruos que ahora
fomentan la violencia-odio contra quienes anhelan vivir
(civilizadamente) y progresar en paz en nuestros aciagos
territorios. Cuando alguien de la «Sociedad de Civiles
rehúsa plegarse a consignas que propugnan el «Culto
a la Personalidad» de algún engendro tropical,
cuando niega su adhesión a exaltar doctrinalmente la
Muerte, es preterido por el FuncionariaKako.
Aun cuando persistan en la Magna Ignorancia, mujeres y
hombres con cierta formación académica irrumpen en
la reconstruida y maquillada «Macabra de la
Socialsociamuerte Transnacional» para cometer
imprescriptibles y repudiables acciones: como la
«Tortura», «Persecución e
Intimidación a Disidentes»,
«Segregación»,
«Discriminación», «Esclavitud»,
«Genocidio», el «Adoctrinamiento
Forzoso», «Instigación a Delinquir», el
«Crimen Político», la
«Desaparición» y «Confinamiento por
Motivos Ideológicos».

En la praxis del «poder del mando» y para
exculparse, sobre sus torturadas víctimas afirman que
murieron «sofocadas» o de «ataques de
pánico». De su nunca enjuiciado Funcionariakako
Corrupto,
las cúpulas de gobiernos dicen que padece
de «placeres burgueses» y regusto por el dinero:
pero, que es un individuo leal y comprometido. A los familiares
de quienes ilícitamente «ajusticiaron», tratan
de consolarlos diciéndoles que sus parientes desearon
transformarse en «exploradores de subsuelo»: pero
que, pronto, los «indemnizarán». Ante la
exigencia de la «Sociedad de Civiles» para que
presenten, con rigor y pericia, los «estados de
cuenta» del Tesoro Público que administran,
de prisa y flanqueados por tropas se niegan bajo el fatuo alegato
según el cual no pueden por «Razones de Seguridad
Nacional».

Los jueces de la «Canallesca Judicial»
contratan, bien remuneran y premian la asesoría de
escribidores que son maestros en la «Temática de lo
Absurdo» para redactar interdictos o sentencias. Y, por
ello, no es inconcebible escuchar a un (a) «magistrado
(a)» de tribunafastro «supremo»
aseverar «que es más fidedignamente de
Derecho
un Estado cuando se deslastra de la
Presunta Inmutabilidad de la Esencia del Derecho en pro
de la Adecuación a lo Social Difuso». Lo
etéreo o «Social Difuso» que no es
«personalidad jurídica», sino un fantasma que
de manera centrípeta recorre sus recintos para el
desquicio. Entonces formulan normas que penalizan, que sitian
militar y letalmente, a quienes se atrevan a cuestionar las malas
testas de los que juraron «acatar y hacer cumplir»
las constituciones de sus repúblicas. Que tuercen los
conceptos que mantienen en pie a la «Sociedad de No
Viles»: como los de «Propiedad Privada»,
«Libertad» y el resto de los «Derechos
Fundamentales». No es la hipotética probidad que en
la Dictadura de Ultimomundano afama a un individuo, sino
el prontuario que exuda mediante las interdicciones que impulsa
para blindar su impunidad.

Para tales desvergonzados por paga, que finalmente
mendrugo cuando la «Infernucracia» llega a
término, la lex no es lex sin la
discrecionalidad del vándalo en ejercicio de
«funciones de gobierno». Están en concierto
con quienes soberbiamente delinquen, amparados en la promesa de
una especie de «superior de abadía» que por
accidente de la Magna Ignorancia nos representa ante el
«Estado Entelequia».

Cada cierto tiempo, como los vientos huracanados,
ciclones, terremotos o tsunamis, la Dictadura de
Ultimomundano
irrumpe con vehemencia y martiriza. Durante
centurias se la representó con forma de bestia
bicéfala porque no fue, a tiempo, inhumada. Lamento tener
que interrogarme si no será innata la ovación
ultimomundana
a los «actos vandálicos» de
quienes son investidos y súbitamente se
degeneran.

(LXXII)

Comunitarismo

«Es antropomorfismo, empero estoy persuadido
que el
Capitalismo Salvaje piensa y –ad
infinitum- se fortalece. La lucha contra su dominación
y nefasta influencia siempre será fatua, porque quienes la
emprenden lo hacen a partir de la simulación de la
necesidad de impartir
Justicia Social»

El «Comunitarismo» no se emparenta con las
obsoletas tesis del «Mutualismo» y el
«Marxismo», pero anhela doblegar al
«Capital» frente a quienes sufren a causa de
elementales y no satisfechas necesidades. En uno de sus primeros
tratados respecto a la temática, Lino RODRÍGUEZ
ARIAS-BUSTAMENTE escribió «[…] En el
régimen de la propiedad capitalista, el patrimonio
pertenece al propietario individualista, mientras que en la
propiedad marxista el patrimonio está en el Estado, aun
cuando teóricamente su titular sea el pueblo. Por el
contrario, en la propiedad comunitaria estamos en presencia de un
patrimonio de afectación; es decir, que son bienes
destinados a un fin social, con la característica que
pertenecen a los titulares y a la comunidad de
trabajadores» [50] En 1995, la Editorial Temis
(Bogotá, Colombia) publicaría el segundo trabajo de
Don Lino: «Del Derecho Liberal al Derecho
Comunitario». En este riguroso ensayo, el autor profundiza
aspectos relacionados con la «Justicia»: el
«Poder Constituido», «Criterios
Jurídicos», «Bien Común»,
«Equidad» (…)

UNA PROVECTA Y AXIOMÁTICA VISIÓN
DEL
«COMUNITARISMO»

En el curso de 1999, el filósofo del Derecho
elaboraría un libro mediante el cual colocaría un
punto final a sus investigaciones personales respecto a la
materia: Comunitarismo, Americanismo y Derecho [51]
Advertí en el profesor RODRÍGUEZ-ARIAS BUSTAMANTE
la comprensión y tolerancia de ciertos axiomas del
Derecho Natural que lo impulsaron a redactar, corajuda e
incesantemente, ideas que los hombres de «buena fe» y
con investiduras políticas deberían admitir como si
se tratase de mandamientos religiosos. Recuerdo ciertas
disertaciones prohudonianas que, pese a su
decantación de casi dos siglos, mantienen intacta su
vigencia: «[…]Todos los hombres repiten que la
igualdad de condiciones es idéntica a la igualdad de
derechos; que la propiedad y robo son sinónimos; que toda
preeminencia social acordada, o, mejor dicho, usurpada bajo
pretexto de su talento y servicio, es iniquidad y
bandolerismo
[…]» [52]

LOS VALORES DEL TECNOCRATISMO

Lino RODRÍGUEZ ARIAS-BUSTAMANTE entendió
que los avances tecnológicos incidieron, gravemente, en el
comportamiento del Capital: en la división del
trabajo, la distribución de las riquezas y hasta la
impartición de Justicia. Sin embargo, la
preponderancia de la Tecnología no derrotó
su comunitarista espíritu, ese fidedignamente inspirado en
la solidaridad humana. Percibí en RODRÍGUEZ
ARIAS-BUSTAMANTE a notable intelectual español-venezolano
como a una especie de pontífice entre los filósofos
del Derecho: contrario al sectarismo y la soberbia de quienes
ostentan el poder. Durante uno de los almuerzos a los cuales fui
invitado por él a su casa, y junto con el argentino
Ángel J. CAPELLETTI, con quien también tuve la
fortuna de platicar, expresó: «[…] Es
notorio que la nueva revolución tecnológica
está afectando las nuevas formas de organización
social del trabajo, y con ellas la división del trabajo
experimenta profundas transformaciones, tanto en la
economía mundial como en el interior de cada una de las
que la componen
[…]»

Cierto que el impacto de la Tecnología
hirió de muerte a la Ética, a mi tesis
según la cual si el mundo aspira el calificativo de
civilizado la Justicia Social requiere estar por encima de la
voracidad del Capital: que, en manos de unos y otros
profesos de presuntas ideologías, devasta a los pobladores
el planeta. La Entidad Criminal Universal vio a
través de los ojos del inefable y aparencialmente
inmutable Capital y decidió perpetuarse en
él. El «Libre Mercado» devino en
perversión del comercio, protegido por legislaciones que
privilegian a los maleantes del ámbito
político-financiero que mitifican mefistofélicas
«decisiones de Estado». El hambre y demás
penurias nada saben de doctrinas políticas.

Aunque luzca inconcebible ante la mirada el hombre
sensato, el vocablo «racionalidad» adquiere la
acepción de «sagacidad» más que
discernimiento lógico. En las actuales
franquicias financieras internacionales, el crecimiento de la
Economía a favor del bienestar de los seres
humanos es una de las caretas de la iniquidad detrás de la
cuales no pueden estar sino verdugos: funcionarios sin
sensibilidad social: que imponen renovables formas de esclavitud,
siempre en función del aumento de la de los capitales
patronales (de privados o quienes representan al estados)
Esclavitud enmascarada o modo de disciplina laboral adecuado a la
multiplicación inmisericorde del
Capital.

(LXXIII)

Imprecar a la
intelectualidad proclive al «Poder
Hegemónico»

«Que yo conciba lícito, lo urgente
en
Ultimomundano es que, en tiempos de
resurrección de tiranos, quienes somos la mayoría
incontaminada restituyamos la paz: fijándole
término a los criminales fraudulentamente investidos de
supremacía, en los estados que ellos minaron y dejaron de
ser de Derecho»

Es la «Fase Superior del Totalitarismo y la
Devastación»: el «Poder
Hegemónico». Se trata de un asunto que, virtud a los
consejos de si se sabe cuáles literato-tastos y
filosofastros proclives a la Pendencia de la Internacional
(Comunista) Socialista Unida,
susurran a faltos de sesos y
perezosos mandatarios ultimomundanos para que impongan
el «Poder Hegemónico» y perviertan con
decisiones «de liga» disciplinas fundamentales para
el desenvolvimiento y discurrir de las sociedades. Enumero
algunas: la «Judicial», «Penal»,
«Política», «Comunicacional»,
también la de la «Mercadería»,
«Asistencia Médica», «Derechos
Humanos», «Educativa», «Policial»,
«Militar», la «Teologal» y
«Ejercicio del Pensamiento» representado en la joya
más preciada de la
Civilización.

Los proclives sí saben que se trata de
institucionalizar decisiones que, por fácticas,
jamás podrían merecer legitimidad ante el
«Principio de la Razón Suficiente e Inmutable»
que blinda a inteligencias no contaminadas de acomodos
criminales.
Y no duden de mi fidedigno malestar e
indescriptible conmoción y dolor espiritual, aun cuando
«cupio me esse clementem: miserum te si intellegis, miserum
si non intellegis». Esa propensión animalesca,
primitiva, hacia la férrea dominación de una casta
de seres inferiores, pero armados y con determinación para
cometer toda clase de delitos a la Humanidad lesivos, no
tiene nada de novísima en la Historia Universal de
Infamias.

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