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Consumada: La desesperanza en la auditoría pública



    Era el año 2010, Miguel Ángel Cabezas de
    Herrera, otrora Síndico de Cuentas de Castilla La Mancha,
    manifestaba "lo que se conoce como sociedad civil es quien mejor
    puede articular el control y la prevención. Estudiando,
    reflexionando, proponiendo, exigiendo y moviendo la voluntad
    política. Forcemos entre todos, cada uno en nuestro
    ámbito una mayor transparencia, una mayor accesibilidad a
    los asuntos públicos, una nueva jerarquía de
    valores (…) Hay razones para la
    esperanza"[1]. Sin embargo, el 24 de abril del
    2014, la esperanza languideció al suprimirse por ley la
    Sindicatura de Cuentas de Castilla La Mancha, y la revista
    Auditoría Pública, órgano de
    expresión de los tribunales autonómicos de cuentas
    de España, enmudeció.

    Dado que la supresión del primer Órgano de
    Control Externo (OCEX) no fue reportado en las últimas
    noticias de su página web, un suceso relevante, aunque
    para la revista no lo fue. Como tampoco resultó importante
    para el mundo de la auditoría y fiscalización, la
    advertencia de José Antonio Gonzalo, presidente del
    Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas, "la
    auditoría corre el riesgo de desaparecer si no se
    demuestra su interés social"[2]. O, la
    conclusión del V Congreso Nacional de Auditoría en
    el Sector Público, derivada del grupo de trabajo "El
    modelo de Control Externo en España ¿Necesidad de
    una transformación profunda?" al señalar, "En
    definitiva, se concluyó que estas instituciones o se ponen
    al frente de las aspiraciones ciudadanas como instituciones que
    garanticen la transparencia, el control financiero y legalidad de
    la gestión pública o corren el riesgo de
    desaparecer"[3].

    Luego, se cumplió el presagio, y ha comenzado el
    cierre de su breve historia (Navarra, primer órgano de
    control creado en 1980). Y, paradójicamente, en la
    Universidad de Castilla La Mancha, se llevó a cabo un
    curso sobre "Gestión pública y responsabilidad
    pública en tiempos de crisis", donde se ha examinado los
    principales retos de los Órganos de Control Externo en
    España, y Antonio Arias en su post agrega "Ya hemos
    comentado aquí el retórico –por no llamar
    engañoso- debate de la duplicidad" (www.fiscalizacion.es,
    Reflexionando sobre la rendición de cuentas, 9 de junio
    del 2014). Entonces, lo anterior pareciera la opinión o
    comentario acertado o verdadero, sobre todo porque distinguidos
    profesionales del derecho y fiscalización han expresado
    que el Informe de la Comisión para la Reforma de las
    Administraciones Públicas (CORA) en cuanto base de
    suprimir organismos de control es un artilugio o desatino, un
    retroceso en las instituciones democráticas o de politizar
    el control, entre otros señalamientos. Pero, ¿no
    será que en estos tiempos de crisis se está
    soslayando la crisis del pensamiento en la auditoría
    pública y en los organismos de control?

    Al mantenerse firmes sin cambios de rumbo, tal como
    examinar los retos cuando su órgano de
    fiscalización ha desaparecido de la comunidad. Lo que
    indica que no les importa el hecho, dado que finalmente, pase lo
    que pase, insisten en repasar el cumplimiento de las obligaciones
    en las corporaciones locales. Insistencia que no solamente ha
    resultado tardía sino que evidencia la construcción
    de sus cimientos o fundamentos a destiempo. Por ejemplo, se
    informa el 10 de abril de 2014, en el portal de la revista
    Auditoría Pública: Las Instituciones
    Públicas Españolas de Control Externo adaptan las
    normas internacionales de fiscalización pública.
    Agregando, "pueden ya guiar su actuación por un conjunto
    homologado de principios, normas, exigencias técnicas y de
    calidad en el ejercicio de la función fiscalizadora
    (…) Esto conllevará una mejor percepción
    respecto al valor y beneficio del trabajo". O sea, ahora
    sí, se conocerá su importancia y
    utilidad.

    Examinemos lo anterior. En principio, la
    adaptación de las normas internacionales fue una
    decisión reactiva (no proactiva), puesto que en la
    Organización Internacional de Entidades Fiscalizadoras
    Superiores (INTOSAI) y en su documento básico, La
    Declaración de Lima, el Tribunal de Cuentas de
    España ha tenido un papel destacado como miembro fundador
    y promotor, y tardarse veinte o treinta años (según
    la creación de cada OCEX) a homologarse, solamente se
    explica ante la amenaza de su supresión, y más que
    actualizarse se ha buscado protegerse bajo la sombra de la
    conformidad internacional.

    Y la concepción que persiste no obstante las
    crisis y cambios, la creencia que la auditoría y
    fiscalización tienen un valor per se. Por ello, no resulta
    extraño ni tampoco es coincidencia que en las entrevistas
    de los últimos dos números de la revista
    Auditoría Pública se resalte la utilidad de los
    Organismos de Control. Por ejemplo, Andreu Mas-Colell, comenta
    "Debemos acercar las instituciones a los ciudadanos y hacer
    más transparente la gestión pública. Es
    necesario que se sepa perfectamente que tarea llevan a cabo los
    organismos públicos"[4]. O, Ralf Seibicke,
    Presidente de Eurorai y Presidente del Tribunal de Cuentas del
    Land Sajonia-Anhalt, donde refiere haber enviado la
    declaración (del 18 de octubre de 2013) a los parlamentos
    autonómicos españoles, así como al Congreso
    de los Diputados y al Senado, para apoyar el control externo
    regional de las finanzas, "este control se debe aplicar
    necesariamente in situ, esto es, por parte de entidades
    regionales públicas e independientes (…) no hacemos
    auditorías en beneficio propio, sino siempre en
    interés del contribuyente, y con ello también en
    interés de la mayoría de los
    votantes"[5].

    Así, la cuestión en la
    fiscalización pareciera reducirse a, que se sepa, tal como
    lo ha señalado el Consejero de Economía y
    Conocimiento de la Generalidad de Cataluña. O, "que los
    principales actores que participan en una gestión de
    gobierno democrático –legisladores, gobiernos,
    funcionarios públicos, la sociedad civil y el
    público – comprendan, reconozcan, acepten y apoyen
    los principios fundamentales a los que deben ajustarse las EFS en
    el cumplimiento de sus mandatos"[6]. Dado que
    "muchas de las actuaciones en la fiscalización
    continúan permaneciendo en un mundo desconocido para la
    mayor parte de la sociedad"[7], como afirmó
    Manuel Núñez Pérez, Presidente del Tribunal
    de Cuentas. Por esto, Luis Muñoz Garde, Presidente de la
    Cámara de Cuentas de Navarra, desde el año 2007,
    manifestaba "Nuestro planteamiento es que los ciudadanos tienen
    derecho a conocer cómo se gestionan los fondos (…)
    Nuestro deber es, por lo tanto, facilitar esa
    comunicación"[8], en refutación a la
    aseveración de que "Las instituciones de control siguen
    viviendo de espaldas a la comunicación " (formulada en el
    trabajo, La comunicación asignatura pendiente de las
    instituciones de control, de Fermín Erbiti Zabalza, en la
    revista Auditoría Pública, número 30, junio
    2003). Por lo que, Luis Muñoz, refutó "yo creo que,
    afortunadamente, ese diagnóstico del año 2003, no
    vale para describir la situación actual".

    Pero, Antonio Álvarez Martín (Interventor
    Administración Local y ganador del primer premio del XV
    reconocimiento de los OCEX) apuntó, las muchas entidades
    de fiscalización "que existen en España tienen la
    ocasión de sacudirse el letargo tradicional que padecen.
    Ignoradas por el ciudadano"[9]. Luego entonces, la
    información (vía estrategias de
    comunicación) acerca de las actividades e importancia de
    los organismos de control ha sido de poco o nulo avance, aunque
    Antonio Arias, afirme "Ahí está el modelo
    (…) de la incuestionable Cámara de Comptos de
    Navarra. Pero hay muchas más que han hecho un gran
    trabajo, oportuno y riguroso"[10]. Luego si fuera
    cierto, por qué el Informe Anti-corrupción 2014 de
    la Comisión Europea, que ha hecho especial hincapié
    en los escasos controles a los que están sujetos las
    Comunidades Autonómicas y las Corporaciones Locales a la
    hora de ejecutar el gasto público. O, recientemente el
    Barómetro de los Círculos. Iniciativa impulsada por
    el círculo de economía y el círculo de
    empresarios Vascos, ha indicado "todas las dimensiones del
    funcionamiento de las AAPP aparecen con valoraciones negativas,
    siendo las peores las de corrupción y eficiencia del gasto
    público (blog espublico.es, 16/06/2014).

    Como también la lucha resultó infructuosa,
    tal la cita de Pilar Jiménez Rius, sobre que, el Rey Juan
    Carlos I de España, señaló "Las Entidades
    Fiscalizadoras Superiores son una referencia imprescindible para
    la realización de los valores contenidos en la
    Constitución" y la Letrada del Tribunal de Cuentas,
    agregó "Luchemos pues porque así
    sea"[11]. Puesto que la desaparición del
    primer OCEX ha evidenciado su prescindibilidad. Como
    también el esfuerzo solicitado por Miguel Ángel
    Cabezas de Herrera fue inútil. Dado que su Sindicatura
    desapareció y la sociedad civil no movió la
    voluntad política para un mayor acceso a los asuntos
    públicos. Y tampoco resultó acertada la
    opinión de Ángel González-Malaxetxebarria
    (especialista internacional en gobernabilidad, gestión
    financiera y auditoría), sobre la supresión de los
    órganos de control en cuanto a, "Nos encontramos ante una
    auténtica emergencia de la función controladora
    (…) No, señores gobernantes. El problema de
    deficientes –en algunos caso, escandalosas- actuaciones de
    organismos de control autonómicos, y las
    minusvalías que afectan al Órgano Superior de
    Control, ambos responsables de evaluar la utilización
    honesta, sabia y eficaz de los recursos del Estado, no se arregla
    eliminándolos, sino
    fortaleciéndolos"[12]. Puesto que no se
    decretó ningún estado de excepción ni
    tampoco surgió la indignación popular para
    manifestarse en contra de la desaparición de los OCEX, y
    mucho menos fue un suceso imprevisto, al referir que se
    advirtió. Más, ¿Por qué el llamado de
    lucha de Pilar Jiménez y de esfuerzo de Miguel A. Cabezas
    no provocó resultados? O finalmente, ¿Para
    qué han servido tantos congresos, cursos, foros y
    seminarios que han "debatido" los desafíos, retos y las
    reformas en los organismos autonómicos de
    control?

    Por lo anterior, se requiere afirmar que llegó el
    tiempo de examinar las creencias y pensamientos que han
    determinado el curso de la auditoría y
    fiscalización actual. A través de la epojé
    griega, procedimiento que consiste en poner en duda las creencias
    y pensamientos a efecto de comprender la realidad en la cual se
    está inmerso. Nada de prejuicios, nada de esquemas
    preventivos, rasguemos el velo de las apariencias y accedamos a
    suspender el juicio a efecto de deliberar en libertad.

    Un camino, Antonio Arias ha insistido que es
    retórico el debate de la duplicidad (en relación a
    la supresión de los organismos de control), sin embargo,
    el portal de la revista Auditoría Pública, informa
    el 2 de mayo del 2014, en últimas noticias informa, "Los
    órganos de control autonómicos y el Tribunal de
    Cuentas acuerdan mejorar la coordinación y evitar
    duplicidades en las fiscalizaciones de ámbito local". Por
    lo que, independientemente de las atribuciones y competencias de
    cada cual, de facto reconocen que, sí existe duplicidad.
    Además el Síndico de la Sindicatura de Asturias,
    llama al debate engañoso. En consecuencia, si se entiende
    por debatir el análisis o examen minucioso de una materia,
    efectivamente el debate resultó un engaño. Como
    falaces han sido las respuestas, por ejemplo a la pregunta,
    ¿Ante la crisis de confianza que sufren las instituciones
    públicas, qué medidas considera urgente adoptar?
    Andreu Mas-Colell, responde "Debemos acercar las instituciones a
    los ciudadanos y hacer más transparente la gestión
    pública"[13]. Asimismo el Presidente de
    Eurorai en su entrevista a la revista Auditoría
    Pública, declara "este control se debe aplicar
    necesariamente in situ"[14]. Y como no existe
    historia (en estricto sentido) de la auditoría
    pública y fiscalización, la recuperación de
    declaraciones y eventos es tarea primordial para construir la
    memoria colectiva que permita estudiar el devenir del
    fenómeno de la auditoría y
    fiscalización.

    A partir de los escándalos de Enron, World Com,
    Xerox, entre otros, el Presidente de la Auditoría General
    de la Nación de Argentina señalaba la profunda
    crisis de los órganos de control, e insistía "Para
    recobrar la confianza pública la auditoría debe
    situarse en un espacio mucho más cercano a la comunidad.
    Es importante que la gente advierta que quien audita defiende sus
    intereses y que el resultado de esa tarea lo
    beneficia"[15].

    Y después de doce años se continúa
    insistiendo que la auditoría defiende el interés
    del ciudadano (premisa indubitable) pero se ha evadido debatir
    públicamente en qué consiste la crisis en los
    organismos de control. Por ejemplo, Mario Alonso Ayala,
    Presidente del Instituto de Censores Jurados de Cuentas de
    España, en su blog afirma "Es evidente el indudable
    interés público de la profesión auditora"
    (La nueva ley de auditoría de cuentas, comentario, 19 de
    julio de 2010). Posteriormente en entrevista se le
    preguntó, ¿Cómo está afectando la
    crisis a auditores y firmas de auditoría? Y Mario Alonso
    respondió, "La crisis nos está afectando desde tres
    vertientes. Por una parte ha implicado una importante
    reducción de los ingresos, causada por una
    disminución de la actividad y por la rebaja de honorarios.
    Por otro lado, estamos sufriendo la crisis como empresas: falta
    de liquidez, morosidad, aumento de la competencia, incremento de
    costes para el aseguramiento de nuestros propios riesgos
    profesionales, etc. Y por último se ha incrementado los
    gastos, ya que las firmas de auditoría y los auditores
    individuales hemos tenido que adaptarnos a los cambios normativos
    que se están produciendo en los últimos
    años"[16]. Es decir, no obstante el
    "incuestionable" interés público de la
    auditoría, la crisis "nos" está afectando en
    dinero, dinero, y por último en dinero. Éste
    pensamiento no es una expresión individual sino refleja
    una creencia compartida en el mundo profesional de la
    auditoría y fiscalización, responde a las demandas
    del mercado, de los grupos de poder, y se ha sostenido porque la
    educación se ha guiado en beneficio de una minoría
    en detrimento de la mayoría.

    Luego, sí la "res publica expresa la idea de
    algo que pertenece a todo el mundo"[17]. Y
    sí la auditoría privilegia el secreto. Entonces, la
    auditoría no responde al interés
    público.

    Pero reconocer lo anterior enfrenta los
    condicionamientos de la época, las creencias compartidas y
    los intereses implícitos de quienes detentan el monopolio
    de su saber. En consecuencia, los numerosos eventos que han
    abordado la reforma en los organismos autonómicos de
    control o la discusión sobre la responsabilidad
    pública, sus esfuerzos, demandas o luchas no se han
    traducido en verdaderos retos porque no han analizado, discutido,
    comprendido, ni acordado los ejes mínimos hacia los cuales
    se debería reorientar el proceso educativo de la
    auditoría y fiscalización. Pero mientras se
    justifique o interprete que la formación profesional de
    los auditores cumple con las condiciones indispensables para
    afrontar los desafíos de la actualidad, como lo ha
    expuesto, Andreu Mas- Collel, al preguntarle, ¿Cuál
    tiene que ser el papel de la universidad en el camino de salida
    de la crisis? Responde, "Cataluña cuenta con una buena
    base para convertirse en una economía creadora de
    conocimiento y, en parte, es gracias al progreso que han
    realizado las universidades catalanas. Ocupan las primeras plazas
    en investigación y docencia a nivel estatal y, a nivel
    internacional, empiezan a marcar tendencia. El Govern apoya
    plenamente esta apuesta por la calidad y por eso ha
    reestructurado la oferta universitaria de grados y máster,
    para aumentar la eficiencia garantizando un modelo inclusivo.
    Además, se ha desmarcado tanto como ha podido del marco
    normativo uniformista dictado por el Gobierno español que
    representa un freno a la competitividad de nuestras universidades
    con respecto a las europeas"[18].

    Y sí se afirma que ha habido un progreso,
    reestructuración, eficiencia y garantía con
    respecto a la enseñanza referida a la auditoría y
    fiscalización, éstas se encuentran en un
    callejón sin salida, Porque han desaparecido firmas de
    auditoría, y ahora comienzan a desaparecer órganos
    de control, en un horizonte colmado de cuestionamientos acerca de
    su independencia y su valor. Por lo que está en juego no
    solamente la práctica que debiera otorgar certeza a la
    ciudadanía sobre el manejo de los fondos públicos y
    de su evaluación sino que persista la esperanza que
    coadyuve su actividad a lograr una mejor sociedad.

    Para ello debe surgir la necesidad de reconocer la
    crisis en la auditoría y en las instituciones de
    fiscalización, en su carácter global o general,
    dejando de lado la defensa a ultranza de su ámbito o
    reducto particular, de empeñarse en reformas que no
    cuestionan las creencias, dogmas o supuestos, y se evada la
    búsqueda de profundas soluciones.

    Pero, cómo se revisará el sistema
    educativo de la auditoría y fiscalización, de
    buscar nuevos caminos para que la práctica docente
    abandone un paradigma que no ha desarrollado la responsabilidad
    pública en los auditores y sus estudiantes, que se les
    imparta informaciones y conocimientos hechos, sin la menor
    posibilidad que sean debatidos y cuestionados, donde no se
    incentiva a examinar sus fundamentos ni generar nuevos
    planteamientos; sí los actuales profesores, representantes
    de asociaciones e instituciones de auditoría y
    fiscalización sean los modelos imitables para los
    estudiantes, y sus "verdades" se hayan convertido para la
    sociedad en incuestionables; y así, quizá, nos
    encontremos con el fin de la esperanza en la auditoría y
    las instituciones de fiscalización.

     

     

    Autor:

    Mario Alberto Gómez
    Maldonado

     

    [1] www.auditoriapublica.com, Sobre
    corrupción y transparencia, Número 50, abril
    2010, p. 14.

    [2] www.20minutos.es, 09.09.2010.

    [3] www.auditoriapublica.com, Número
    59, abril 2013, p. 18.

    [4] www.auditoriapublica.com, número
    61, entrevista, diciembre 2013.

    [5] www.auditoriapublica.com, número
    62, entrevista, mayo 2014.

    [6] Cita del artículo
    ¿Confían los ciudadanos en las entidades
    fiscalizadoras superiores? (II) de Pilar Jiménez Rius,
    Letrada del Tribunal de Cuentas, expansión.com,
    11-04-2008. Del ex Contralor de la EFS de Canadá, D.
    Dessautles, Independencia y responsabilidad de las EFS,
    INTOSAI, Proyecto sobre independencia de las EFS, 31 de marzo
    de 2001.

    [7] www.auditoriapublica.com, número
    49, Transparencia e instituciones de control, noviembre 2009,
    p. 11.

    [8] www.auditoriapublica.com, número
    42, Control externo: Parlamento y opinión
    pública, julio 2007, p. 11.

    [9] www.auditoriapublica.com, Control
    externo: de la simulación a la excelencia. Propuestas,
    número 57, julio 2012, p.85.

    [10] www.fiscalizacion.es, El retórico
    debate de la duplicidad, 25 de julio de 2013.

    [11] www.expansion.com ¿Confían
    los ciudadanos en las EFS? (II), 11.04.2008.

    [12] www.cincodias.com, Reforma
    drástica (no supresión) de los tribunales de
    cuentas, Ángel González M., 30-10-2013.

    [13] Ídem, entrevista, número
    61.

    [14] Ídem, entrevista, número
    62.

    [15] www.agn.gov.ar, Una economía sana
    no puede funcionar sin controles, artículo publicado
    Diario Clarín, 30/07/2002, p. 19.

    [16] Revista Auditores, número 20,
    diciembre de 2013, p. 21.

    [17] Sartori, G. Teoría de la
    Democracia, 1993, p. 357.

    [18] www.auditoriapublica.com Número
    61, diciembre 2013.

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