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La crisis del empleo de los jóvenes (Parte II)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

Monografía destacada

  1. ¿Cómo
    decirlo sin ofender?… Les están engañando.
    Les llevan engañando décadas
  2. ¿Preludio
    del estallido social? (anticipando el porvenir: de la
    indignación ciudadana a la rebelión
    cívica)
  3. Anexo: Informes de
    la OIT sobre Tendencias Mundiales del Empleo
    Juvenil
  4. Tendencias
    Mundiales del Empleo Juvenil 2013 – Una generación en
    peligro

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¿Cómo
decirlo sin ofender?… Les están engañando. Les
llevan engañando décadas

El ganador se lleva todo, o la mayor parte

– Los millonarios controlan 39% de la riqueza del mundo
(The Wall Street Journal – 1/6/11)

(Por Robert Frank) Lectura recomendada

2010 fue otro buen año para los millonarios,
aunque el ritmo de crecimiento de sus fortunas se
desaceleró.

Según un nuevo informe de Boston
Consulting Group divulgado el martes, la cantidad de familias
millonarias en el mundo creció 12,2% en 2010, a 12,5
millones. (BCG define a los millonarios como aquellos con US$ 1
millón o más en activos invertibles, excluyendo
viviendas, bienes de lujo y participación en su propia
compañía).

Estados Unidos continúa liderando
al mundo en cuanto a cantidad de millonarios, con 5,2 millones de
hogares, seguido de Japón con 1,5 millones, China con 1,1
millones y el Reino Unido con 570.000. Singapur encabeza el mundo
en "densidad de millonarios", o sea el porcentaje que representan
del total de la población, que está en
15,5%.

La tendencia más importante, sin
embargo, es una que tiene que ver con la distribución
global de la riqueza. De acuerdo con el reporte, los millonarios
del mundo representan 0,9% de la población mundial pero
controlan el 39% de su riqueza, por encima del 37% de 2009. Su
riqueza hoy llega a US$ 47.400 billones (millones de millones) en
riqueza invertible, por encima de los US$ 41.800 billones
(millones de millones) de 2009.

Aquellos que están un
escaño arriba también avanzaron. Quienes tienen US$
5 millones o más, que representan 0,1% de la
población, controlaron 22% de la riqueza mundial, frente
al 20% de 2009.

Los millonarios controlan 20% de la riqueza en
América del Norte y 38% en el Medio Oriente y
África. Aunque pareciera que la riqueza de los millonarios
en Estados Unidos está más concentrada, en ese
país son más, por lo que su riqueza está
más distribuida entre la población de los ricos
más ricos.

Aun así, los datos evidencian una tendencia que
se ha estado viendo durante años, el fortalecimiento de
una economía en la que el ganador se lleva todo o la mayor
parte.

Nadie llorará por nosotros cuando estemos
muertos

– ¿Quién ayudará a los pobres?
(Project Syndicate – 29/8/11) Lectura
recomendada

(Por Dominique Moisi)

París.- Con el agravamiento de la crisis
económica y la perspectiva de otra recesión
importante en el horizonte, la creciente desigualdad social se
convirtió en una cuestión cada vez más
apremiante. ¿Cómo se refuerza una sensación
de solidaridad y responsabilidad dentro de un país?
¿Quién protegerá a los más
débiles?

Mientras reflexiono sobre esta cuestión, me viene
a la mente un debate que tuve hace más de diez años
en Berlín con el teólogo alemán Hans
Küng y participantes norteamericanos y asiáticos. El
tema era "Globalización y ética"
-específicamente, una comparación de las maneras en
que Europa, Estados Unidos y Asia protegen a los miembros
más frágiles de sus respectivas
sociedades.

Todos los participantes coincidieron en
que en Europa el estado tradicionalmente desempeñaba el
papel que llevaba a cabo la filantropía privada en Estados
Unidos y la familia en Asia. Pero todos nos apresuramos a agregar
que ningún modelo era "puro"; vale decir, la familia ya no
era lo que solía ser en Asia, el estado desempeñaba
un papel más importante de lo esperado en Estados Unidos y
muchas veces no cumplía con las expectativas en
Europa.

La realidad se ha tornado aún más
complicada desde entonces: el papel de la familia sigue decayendo
en Asia; la filantropía, a pesar de unos pocos individuos
extraordinariamente generosos, hace rato que encontró sus
límites en Estados Unidos; y, posiblemente a
excepción de los países nórdicos, el estado
en Europa, sobrecargado por la deuda, ya no tiene los medios o la
voluntad para asumir nuevas responsabilidades.

Entonces, ¿quién se
ocupará de proteger a los más débiles si
ninguno de estos tres actores puede hacerlo como corresponde?
¿Vamos camino a un mundo unido por la incompetencia y la
deficiencia compartidas?

En el mundo occidental, los más pobres son los
más afectados por el estancamiento económico. Sin
embargo, en los países de rápido crecimiento de los
mercados emergentes, los ricos tienden a cerrar los ojos ante el
sufrimiento de los más pobres, excepto cuando se sienten
amenazados por el riesgo de un levantamiento político
como, digamos, en Arabia Saudita.

De hecho, las elites adineradas en los
países emergentes viven en un estado de negación de
sus pobres, ignorándolos literalmente. Brasil e India son
particularmente asombrosos en este sentido. El crecimiento
económico es necesario, pero no suficiente: también
hace falta una fuerte sensación de responsabilidad
social.

Sería absurdo condenar, como
hacen algunos, a la globalización como el principal y
único culpable de la erosión de las fuentes
tradicionales de apoyo a los pobres. La globalización es
por sobre todo un contexto, un entorno, aún si las
consecuencias de la primera crisis financiera y económica
importante de la era global profundizan aún más la
brecha entre los muy ricos y los muy pobres.

Sin embargo, la globalización
hace que los más vulnerables sean más visibles, y
por lo tanto hace que la ausencia de justicia social resulte
más inaceptable. Un mundo de mucha mayor transparencia e
interdependencia crea nuevas responsabilidades para los ricos. O,
más precisamente, hace que la antigua responsabilidad de
proteger a los más débiles sea más
difícil y más urgente.

En un mundo de creciente complejidad, quizá lo
que hagan falta sean soluciones simples. Se podría seguir,
por ejemplo, el principio de ventaja comparativa de Adam Smith:
lo que Europa hace mejor es el estado, mientras que Asia sigue
basándose en la familia y Estados Unidos continúa
centrándose en la iniciativa individual. El problema es
que en un mundo de referencias universales, la legitimidad de las
soluciones surgirá más que nunca de su
aceptabilidad cultural y de su eficiencia.

En Europa occidental, por ejemplo, el
llamado al sacrificio de todos los ciudadanos para resolver la
crisis de deuda va en contra de una percepción persistente
de que no todos contribuirán de la misma manera, y que la
desigualdad social se verá exacerbada por la austeridad.
Restablecer el crecimiento en el corto plazo y, al mismo tiempo,
abordar los problemas de la deuda en el mediano y largo plazo
bien puede ser la única respuesta válida a la
crisis.

Pero no funcionará, ni en Europa
ni en otras partes, sin un énfasis mucho mayor en la
justicia social. Si bien algunas de las personas muy ricas se
quejan, como lo hizo recientemente Warren Buffett, de que no
pagan suficientes impuestos, la generosidad iluminada de estas
pocas almas felices -que quieren salvar al capitalismo y al
liberalismo– probablemente no sea emulada por los nuevos ricos en
los países emergentes, mucho menos por los ricos en otras
partes. Seamos realistas: la gente como Buffett y Bill Gates
tienen muy pocos seguidores entre los muy ricos de Estados
Unidos. ¿Y acaso las sociedades asiáticas pueden
realmente reflotar una sensación efectiva de
responsabilidad familiar?

La globalización sí parece
haber debilitado las diferencias culturales perceptiblemente en
la última década. Pero, cuando se trata de la
protección de los más débiles y la lucha
contra la creciente injusticia social, quizá la
"desculturización global" cree una oportunidad para
combinar lo mejor de lo que queda en determinadas tradiciones.
Quizá los países deberían intentar basar sus
sistemas de bienestar social en una nueva síntesis de
estado, familia y filantropía.

(Dominique Moisi es el autor de The Geopolitics of
Emotion (La geopolítica de la emoción). Copyright:
Project Syndicate, 2011)

En esta película nadie viene en ayuda de los
buenos.

""Necesitamos un nuevo Bretton Woods", "Hay que
refundar el capitalismo", ¿recuerdan? Frases que en su
momento resultaron un balón de oxígeno porque
reflejaban un sentimiento, un deseo generalizado de la
población civil: "queremos cambios para que nuestro mundo
vuelva". Pero también frases que a medida que aumenta la
temperatura resultan insuficientes, la asfixia se percibe y ya no
valen los gestos, solo las acciones. Y éstas no
llegan"…
El capitalismo asimétrico tiene
fisuras (El Confidencial – 7/9/11)

Vemos subprimes, ladrillos sobrevalorados, un sistema
financiero en dificultades… pero estamos ante simples
síntomas de una enfermedad subyacente más grave,
más sistémica. El mundo al completo tiene un
problema, y no solo no está claro si hay alguna
solución justa, es que no sabemos si hay solución.
¿Qué está ocurriendo? El dinero ha
desaparecido, al menos de nuestros bolsillos. Esto, que
podría resultar secundario teniendo en cuenta que los
billetes son una entelequia con el valor que socialmente les
damos, encierra cuidadosamente una realidad más
incómoda, esconde un golpe duro de digerir para la clase
media.

El mundo ha crecido en los últimos años
más que nunca, las gráficas muestran crecimientos
exponenciales y necesitamos nuevas escalas para reflejar el PIB.
Pareciese que vivimos en el planeta más fantástico
de todos los tiempos, pero no. Si dividiésemos ese
voluptuoso PIB entre rentas del trabajo y rentas del capital en
cualquier país desarrollado podríamos observar como
las primeras tienen cada vez menos peso en favor de las segundas,
o lo que es lo mismo, el crecimiento de ensueño que
muestran las gráficas no ha ido a parar al bolsillo de los
trabajadores. Y claro, además esas menguantes rentas del
trabajo también muestran discrepancias en su
comportamiento según si miramos arriba o abajo.

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No sé qué habría pasado si nos
dicen que la globalización es esto, aunque ya no lo
sabremos. ¿Y cómo íbamos a negarnos a que
niños hambrientos del mundo emergente se alimenten?
¿Por qué la globalización era eso, no? Una
oportunidad a quien no la tiene para salir de la pobreza,
absolutamente nada que ver con los beneficios a pesar de que la
mejor manera de acabar con la pobreza es, sin más, querer
hacerlo. Tal y como demuestran los multimillonarios e
históricos rescates a Wall Street "querer es poder",
aunque la voluntad no siempre es la misma para todas las
cosas.

Una hoja de ruta y crear un clima favorable, cuando la
temperatura es demasiado alta ya es tarde. "Game over".
¡Eh, un momento! Ya está, volvamos atrás,
deshagamos lo hecho y retrocedamos. "Too late". Nuestro fuego
lento fue la deuda, creímos ser ricos por poder comprar lo
que queríamos sin darnos cuenta de que el "cashflow
operativo" se estaba deteriorando, cuando reaccionamos el juego
se acabó. El remedio dado por el marketing político
ante la asimétrica situación fue abrir el grifo del
crédito hasta que la carga ha resultado brutal. "The
end".

Es así como Karl Marx, el padre del marxismo,
resucita. Año 2011 y medios como el WSJ, a través
de esta entrevista a Roubini, o Bloomberg se hacen eco de sus
ideas entre otros muchos. Y es que estamos ante el más
reconocido crítico de la "plusvalía" o "plusvalor"
que el capitalista percibe del trabajador, o lo que es lo mismo,
de la cantidad que genera el factor trabajo pero va a parar al
factor capital a cambio del riesgo sufrido. Parece que existe una
relación directa entre lo que decía el
alemán y lo que está ocurriendo, o eso se deja
intuir por el súbito interés, ¿pero es
así?

Como en casi todas las cuestiones económicas, es
necesario un equilibrio, y éste quizá ahora
esté roto provocando lo que vemos.

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Llegamos a un punto en que la balanza ya no está
inclinada, sino rota, y eso tiene consecuencias. Roubini lo
expresa perfectamente en una simple frase: "Marx tenía
razón, llegado un punto, el capitalismo puede
autodestruirse, porque no se puede seguir trasladando ingresos
del trabajo al capital sin tener un exceso de capacidad y una
falta de demanda agregada
".

Aunque es posible que el principal problema no
esté en la plusvalía y por tanto tampoco que el
capitalismo vaya a autodestruirse, pero sí que es cierto
es que todo lo que vemos conduce a la misma situación:
mientras por una parte vemos una liquidez global absolutamente
brutal correteando de un lado para otro en busca de activos a
donde ir, por la otra esas mismas inversiones necesitan empresas
rentables con consumidores, y los consumidores han desparecido.
El dinero que es excesivo en un lado es necesario en el otro, la
economía real necesita algunos de los recursos de la
economía financiera. Más deuda ya no es
solución.

¿Y la hay, hay solución? Sin duda que los
gobiernos del mundo hubiesen apostado por formar y preparar a sus
ciudadanos en lugar de facilitarles el contrato de la hipoteca
para firmar habría ayudado. Pero si bien una sociedad
puede ser muy productiva, si esas rentas se van al capital de
forma excesiva y de forma insuficiente al trabajo llegaremos a la
misma situación en la que estamos. El problema es global,
las empresas se deslocalizan, si antes pagaban 100 ahora pagan 50
y si alguien pretende no hacerlo será arrasado por la
competencia, lo que acaba repercutiendo en toda la cadena. Se
habla de subir impuestos a los altos patrimonios o al capital
pero, teniendo en cuenta que hoy por hoy la mayoría de los
flujos se van a los paraísos fiscales, subirlos aún
más quedando por encima de la media seguramente nos
alejaría de la competitividad que necesitamos.

Individualmente, como Estado, debemos apostar por la
productividad y por el valor, por mucho que las cosas vayan mal
siempre hay vencedores y perdedores. Por otra parte, más
que confiscar que resulta inviable, se necesita eficiencia en el
gasto público, o en vez de gasto quizá se deba
decir inversión porque el dispendio no puede consentirse
más. Si lo conseguimos seremos del grupo de los
afortunados. ¿Se solucionará el problema? No,
desgraciadamente no, para ello es necesaria una respuesta
colectiva que no parece estar sobre la mesa, el juego parece
estar "atado y bien atado" porque con acciones individuales solo
existe un camino, y por ahí vamos. Si bien cuando el
hombre intenta saltarse las reglas de la economía,
ésta reacciona de forma imprevisible. Quizá lo haga
esta vez, aunque nada garantiza que las consecuencias vayan a
gustarnos.

El retorno de los "apestados" de la historia

– Karl Marx tenía razón (BBCMundo –
11/9/11) Lectura recomendada

Karl Marx pudo haberse equivocado con el comunismo pero,
en lo que se refiere al capitalismo, mucho de lo que dijo
resultó ser correcto, como señala el
filósofo John Gray, quien escribió este
artículo para la BBC.

Como efecto secundario de la crisis
financiera, más y más gente está
dándose cuenta de que Karl Marx estaba en lo
cierto.

El gran filósofo alemán
del siglo XIX, economista y revolucionario, pensaba que el
capitalismo era radicalmente inestable.

Tenía incorporada la tendencia de
producir auges y colapsos cada vez más grandes y profundos
y, a largo plazo, estaba destinado a destruirse a sí
mismo.

A Marx le complacía esa característica:
estaba seguro de que habría una revolución popular,
la cual engendraría un sistema comunista que sería
más productivo y mucho más humano.

Marx erró en lo que se refiere al comunismo. Pero
su percepción de la revolución del capitalismo fue
proféticamente acertada.

No fue sólo sobre el hecho de que
en ese sistema la inestabilidad era endémica, aunque en
ese respecto fue más perspicaz que la mayoría de
los economistas de su época y de la actualidad.

A un nivel más profundo, Marx
entendió cómo el capitalismo destruye su propia
base social: la forma de vida de la clase media.

La terminología marxista de burgueses y
proletariado suena arcaica.

Pero cuando argumentó que el capitalismo
hundiría a la clase media en algo parecido a la existencia
precaria de los angustiados trabajadores de su época, Marx
anticipó un cambio en la manera en la que vivimos que
apenas ahora estamos teniendo que afrontar.

Destrucción creativa

Para Marx, el capitalismo era la teoría
económica más revolucionaria de la historia, y no
hay duda que difiere radicalmente de los sistemas
previos.

Las culturas de los cazadores-recolectores persistieron
con su forma de vida por miles de años, las esclavistas
por casi el mismo tiempo y las feudales por muchos siglos. En
contraste, el capitalismo transforma todo lo que toca.

No son sólo las marcas las que cambian
constantemente. Compañías e industrias se crean y
se destruyen en una corriente incesante de innovación,
mientras que las relaciones humanas se disuelven y reinventan en
formas novedosas.

El capitalismo ha sido descrito como un
proceso de destrucción creativa, y nadie puede negar que
haya sido prodigiosamente productivo.

Prácticamente todos los que viven
en países como el Reino Unido hoy en día reciben
ingresos reales más altos de los que habrían
recibido si el capitalismo no hubiera existido nunca.

El problema es que entre las cosas que
se han destruido en el proceso está la forma de vida de la
que, en el pasado, había dependido el
capitalismo.

La promesa…

Los defensores del capitalismo
argumentan que le ofrece a todos los beneficios que en la
época de Marx sólo tenían los burgueses, la
clase media asentada que poseía capital y tenía un
nivel razonable de seguridad y libertad durante su
vida.

En el capitalismo del siglo XIX, la
mayoría de la gente no tenía nada. Vivían de
vender su labor y cuando los mercados se debilitaban, enfrentaban
dificultades.

Pero a medida que el capitalismo
evolucionó -dicen sus defensores-, un número mayor
de personas se beneficiaron.

Carreras satisfactorias dejaron de ser
la prerrogativa de unos pocos. La gente dejó de tener
dificultades todos los meses por vivir de un salario inseguro.
Las personas estaban protegidas por sus ahorros, la casa que
poseían y una pensión decente, así que
podían planear sus vidas sin temor.

Con la expansión de la democracia
y la riqueza, nadie se iba a quedar sin una vida burguesa. Todos
podían ser clase media.

La realidad

De hecho, en el Reino Unido, Estados
Unidos y muchos otros países desarrollados, durante los
últimos 20 a 30 años ha ocurrido lo
opuesto.

"La clase media solía pensar que
sus vidas se desenvolverían en una progresión
ordenada, pero ya no es posible considerar a la vida como una
sucesión de niveles en los que cada escalón
está más arriba que el anterior"

No existe la seguridad laboral, muchas
de las profesiones y oficios del pasado desaparecieron y carreras
que duran toda la vida no son mucho más que un
recuerdo.

Si la gente posee alguna riqueza,
está en sus casas, pero los precios de la propiedad
raíz no siempre aumentan. Cuando el crédito es
restringido, como ahora, pueden quedarse estancados por
años. Una menguante minoría puede seguir contando
con una pensión con la cual vivir cómodamente y
pocos cuentan con ahorros significativos.

Más y más gente vive al
día, con muy poca idea sobre qué traerá el
futuro.

La clase media solía pensar que
sus vidas se desenvolverían en una progresión
ordenada, pero ya no es posible considerar a la vida como una
sucesión de niveles en los que cada escalón
está más arriba que el anterior.

En el proceso de creación
destructiva, la escalera desapareció y para cada vez
más personas, ser de clase media ya no es siquiera una
aspiración.

Ganancia negativa

A medida que el capitalismo ha ido
avanzado, ha llevado a la mayoría de la gente a una nueva
versión de la precaria existencia del proletariado del que
hablaba Marx.

Los salarios son más altos y, en
algunos lugares, en cierto grado hay un colchón contra los
sacudones gracias a lo que queda del Estado de
bienestar.

Pero tenemos poco control efectivo sobre
el curso de nuestras vidas y las medidas tomadas para lidiar con
la crisis financiera han profundizado la incertidumbre en la que
tenemos que vivir.

Tasas de interés del 0%
conjugadas con el alza de precios implica que uno recibe
beneficios negativos por su dinero y produce la erosión
del capital.

La situación para muchos
jóvenes es aún peor. Para poder adquirir las
habilidades indispensables para conseguir empleo, hay que
endeudarse. Y como en cierto momento hay que volverse a entrenar,
hay que ahorrar, pero si uno empieza endeudado, eso es lo
último que podrá hacer.

Cualquiera que sea la edad, la
perspectiva de la mayoría de la gente hoy en día es
una vida entera de inseguridad.

Quienes se arriesgan

Al mismo tiempo que ha despojado a la
gente de la seguridad de la vida burguesa, el capitalismo
volvió obsoleto al tipo de persona que disfrutaba de la
vida burguesa.

La perspectiva de la mayoría de
la gente hoy en día es una vida entera de
inseguridad.

En los '80s se habló mucho de los
valores victorianos, y los promotores del mercado libre
solían asegurar que éste reviviría las
virtudes del pasado.

Pero el hecho es que el mercado libre
socava las virtudes que mantienen el estilo de vida
burgués.

Cuando los ahorros se están
desvaneciendo, ser cauteloso puede llevar a la ruina. Es la
persona que pide grandes préstamos y que no le tiene miedo
a declararse en bancarrota la que sobrevive y
prospera.

Cuando el mercado laboral es
volátil, no son aquellos que cumplen cabalmente con las
obligaciones de su trabajo quienes tienen éxito, sino los
que siempre están listos a intentar algo nuevo que
aparenta ser más prometedor.

En una sociedad que está siendo
transformada continuamente por las fuerzas del mercado, los
valores tradicionales son disfuncionales y quien quiera vivir de
acuerdo a ellos está en riesgo de terminar en la caneca de
la basura.

Se desvaneció en el aire

Examinando un futuro en el que el mercado permea todas
las esquinas de la vida, Marx escribió en el Manifiesto
Comunista: "todo lo que es sólido se desvanece en el
aire". Para alguien que vivió en la Inglaterra victoriana
temprana -el Manifiesto fue publicado en 1848- era una
observación asombrosamente visionaria.

En esa época, nada parecía más
sólido que la sociedad en cuyos márgenes
vivía Marx.

Un siglo y medio más tarde,
vivimos en el mundo que él anticipó, en el cual la
vida de todos es experimental y provisional, y la ruina
súbita puede llegar en cualquier momento.

Un pequeño puñado de gente
ha acumulado vastas riquezas pero incluso eso tiene una cualidad
de evanescente, casi fantasmal.

En los tiempos victorianos, los verdaderamente ricos
podían darse el lujo de relajarse, si eran conservadores a
la hora de invertir su dinero. Cuando los héroes de las
novelas de Dickens finalmente reciben su herencia, no vuelven a
hacer nada jamás.

Hoy en día, no existe un remanso
de seguridad. Los giros del mercado son tales que nadie puede
saber qué mantendrá su valor, ni siquiera dentro de
unos pocos años.

No fue el mayordomo

Este estado de alteración perpetua es la
revolución permanente del capitalismo y yo pienso que nos
acompañará en cualquier futuro imaginable
realísticamente.

Estamos apenas a mitad de camino de una crisis
financiera que pondrá muchas cosas de cabeza.

Monedas y gobiernos probablemente caerán, junto
con partes del sistema financiero que creíamos
seguro.

No se ha lidiado con los riesgos que amenazaban con
congelar a la economía mundial hace apenas tres
años. Lo único que se ha hecho es obligar a los
Estados a asumirlos.

No importa qué digan los
políticos sobre la necesidad de frenar el déficit,
deudas de la magnitud de las que se han incurrido no pueden ser
pagadas. Es casi seguro que lo que harán es manejarlas
recurriendo a la inflación, un proceso que está
abocado a ser muy doloroso y empobrecedor para
muchos.

El resultado sólo puede ser más
agitación política, a una escala aún
mayor.

Pero no será el final del mundo, ni siquiera del
capitalismo. Pase lo que pase, vamos a seguir teniendo que
aprender a vivir con la energía errática que el
mercado emanó.

El capitalismo llevó a una
revolución pero no la que Marx esperaba. El exaltado
pensador alemán odiaba la vida burguesa y pensó en
el comunismo para destruirla.

Tal como predijo, el mundo
burgués ha sido destruido.

Pero no fue el comunismo el que
cometió el acto.

Fue el capitalismo el que mató a
la burguesía.

Según la OIT, el desempleo suma y sigue…
(carta al G-¡Je!-20)

– La OIT advierte de un fuerte incremento del desempleo
en 2012 en el G20 (Expansión – 26/9/11) Lectura
recomendada

La desaceleración
económica mundial podría generar un fuerte
incremento del desempleo en el año 2012 en el conjunto de
los países del G20, según un informe conjunto de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la
OCDE.

El informe, elaborado a petición de la
presidencia del G20, fue difundido en Ginebra con motivo de la
reunión ministerial que los países de este grupo
integrado por países desarrollados y emergentes celebran
entre hoy y mañana en París.

El documento reconoce que la tasa de
desempleo disminuyó, aunque de forma moderada, en la gran
mayoría de los países del G20 durante 2010, pero
subraya que el total de desempleados en todo el mundo se
sitúa aún en 200 millones, cerca del punto
máximo registrado durante el momento más
crítico de la actual crisis.

Mirando al futuro, la OIT y la Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)
sostienen que si las tasas de crecimiento del empleo se mantienen
en el nivel actual del 1 %, no será posible recuperar los
20 millones de empleos que se han perdido en los países
del G20 desde comenzó la crisis en 2008 y la
destrucción de empleo será significativa en
2012.

"Debemos actuar ahora para revertir
la desaceleración en el crecimiento del empleo y
contrarrestar la pérdida de puestos de trabajo. Es
absolutamente indispensable darle prioridad al trabajo decente e
invertir en la economía real", afirmó mediante un
comunicado el director general de la OIT, Juan
Somavía.

"Para ello, es necesario que exista una decida
cooperación a nivel mundial", agregó
Somavía, que abogó por "regresar a los compromisos
alcanzados en (las cumbres del G20 de) Pittsburgh y Seúl",
y por "colocar los empleos de calidad en el corazón de la
recuperación".

El informe conjunto de la OIT y la OCDE
indica que el empleo debería crecer a una tasa anual de al
menos el 1,3 % para llegar a 2015 con un nivel similar al que
había antes de la crisis.

Esta tasa permitiría crear unos
21 millones de empleos adicionales por año, recuperar los
puestos de trabajo perdidos desde 2008 y absorber el incremento
de la población en edad laboral.

Pero el informe recuerda que las previsiones indican que
el empleo crecerá a una tasa de solo el 0,8 % hasta
finales 2012, lo que impedirá regresar a los niveles
previos a 2008.

La reunión de París congregará a
los ministros de Trabajo del G20 para discutir la
promoción del pleno empleo, el trabajo de calidad y el
respeto de los derechos laborales fundamentales.

"Necesitamos inversiones destinadas
al crecimiento de las empresas en la economía real y a la
generación de trabajo decente", argumentó
Somavía, para quien "la creación de empleo debe
convertirse en una de las principales prioridades
macroeconómicas".

"Los ministerios del Trabajo tienen un papel fundamental
a desempeñar en este respecto de cara a la Cumbre del G20
que tendrá lugar en Cannes (Francia) dentro de unas
semanas", declaró.

Los ministros también analizarán las
recomendaciones sobre protección social de un informe del
Grupo de Consulta sobre el Suelo de Protección Social,
liderado por la ex presidenta de Chile y secretaria adjunta de la
ONU, Michelle Bachelet.

El informe argumenta que la protección social ha
desempeñado un papel importante durante la crisis al
ofrecer protección a los pobres y otros grupos
vulnerables, y al ayudar a estabilizar la demanda de bienes y
servicios, impulsando la economía.

La OIT y OCDE hablan de "crisis
persistente del empleo" que exacerba los problemas estructurales
y se traduce en un alto desempleo juvenil y más incidencia
del paro de larga duración.

El capitalismo no regulado y la globalización no
han beneficiado a todos

– Nouriel Roubini: Los peligrosos efectos de la
desigualdad (El Economista – 17/10/11) Lectura
recomendada

Las protestas de este año por
todo el mundo han expresado la preocupación de la clase
media y trabajadora ante su futuro económico, el aumento
de la desigualdad de los salarios y la riqueza, y la
concentración de poder por la élite.

El argumento de que el 99% de la
población se hunde, mientras que el 1% prospera, tal vez
simplifique una realidad compleja, pero suena certero; el
capitalismo no regulado y la globalización no han
beneficiado a todos, y entre sus consecuencias adversas se
incluyen las pérdidas masivas de empleo, un crecimiento
salarial mediocre y un aumento de las
desigualdades.

La desigualdad alimenta la inestabilidad
sociopolítica y reduce el crecimiento económico.
También conlleva la ausencia de demanda agregada que
debilita el crecimiento
porque redistribuye las rentas de los
actores con mayor propensión marginal a gastar a los
actores con mayor propensión a ahorrar.

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Un año turbulento

Este año se ha caracterizado por los disturbios
sociales y políticos, y la inestabilidad en todo el mundo,
con multitudes de personas manifestándose en las calles
reales y virtuales del planeta.

Los levantamientos y las revueltas
árabes, los últimos disturbios en Inglaterra y las
protestas anteriores en ese mismo país contra los recortes
de pensiones y la subida de las tasas académicas, las
protestas de la clase media israelí contra el alto precio
de la vivienda y la presión de una inflación alta,
la preocupación de los estudiantes chilenos sobre la
educación y el empleo, el vandalismo de coches caros de
los peces gordos alemanes, las manifestaciones griegas contra la
austeridad fiscal. Aunque no todas compartan un mismo lema,
expresan (de formas diferentes) la preocupación de la
clase media y trabajadora
sobre su futuro económico,
los problemas de acceso a las oportunidades económicas y
la concentración de poder por las élites
económicas, financieras y políticas.

Las causas de la desigualdad

En síntesis, podría decirse que la
desigualdad procede de los siguientes factores:

La mano de obra extranjera. La
incorporación de 2.500 millones de chindios a la
mano de obra internacional, que reduce los puestos de trabajo y
los salarios de los obreros y oficinas externalizables de las
economías avanzadas.

El cambio tecnológico, que
hace que los puestos de trabajo estén orientados a unas
habilidades y a una formación,
específicas.

El aumento de la desigualdad en
economías anteriormente de rentas bajas pero en
rápido crecimiento, (la curva de Kuznets o relación
desigualdad/rentas en u invertida).

El crecimiento de los oligopolios
menos competitivos y que aumentan los márgenes.

Diversos efectos de la globalización
económica y financiera, así como una
fiscalización menos progresiva.

En EEUU, en 2010 la desigualdad salarial
recuperó valores de 1928 (ver gráfico). El
año pasado, la proporción de los ingresos del 1%
superior (es decir, de la parte de la población más
rica) fue del 23% tras un aumento del 10% en dos décadas.
El 5% superior controla el 75% de la riqueza. El coeficiente de
Gini (que mide la desigualdad) indica un aumento brusco de la
misma. La media de ingresos de los hogares estadounidenses
ha vuelto a niveles de 1999. Las clases trabajadoras se
encuentran muy oprimidas en términos de salarios y
riqueza.

Monografias.com

Las consecuencias

El aumento de las desigualdades y el consiguiente
débil crecimiento de los salarios de las clases medias y
trabajadoras obedecen a muchas y complejas causas. También
es problemático por muchos motivos, incluso sin tener en
cuenta la cuestión de la justicia de la
desigualdad.

En primer lugar, el aumento del apalancamiento
público y privado, y las correspondientes burbujas de
crédito y activos, son en parte consecuencia de la
desigualdad. El mediocre crecimiento de los sueldos de las
últimas décadas ha creado un vacío entre los
salarios y las aspiraciones de gastos. En los países
anglosajones (no sólo Estados Unidos y el Reino Unido,
sino también en otros que han seguido ese modelo en los
últimos años, como Islandia, Irlanda, España
o Australia), la respuesta ha sido una democratización del
crédito (mediante la liberalización financiera) que
ha permitido a los hogares en apuros pedir prestado para
compensar la diferencia entre gastos e ingresos, y ha conducido a
un aumento de la deuda privada.

En las economías del Estado del bienestar social
de la Europa continental, ese vacío se ha ido llenando
mediante el suministro de servicios públicos
(educación gratuita, sanidad, etcétera), aunque no
se cubren íntegramente con los impuestos y, por lo tanto,
provocan un aumento del déficit público y de la
deuda.

En ambos casos, la creciente deuda
pública y privada se acabó volviendo insostenible y
condujo a una crisis financiera. Cuando la burbuja de la deuda
privada estalló con el hundimiento del precio de los
activos, los déficits públicos y las deudas
subieron incluso en las economías anglosajonas porque se
socializaron las pérdidas privadas, irrumpieron los
estabilizadores automáticos y se implantaron
políticas fiscales contra-cíclicas para evitar que
la Gran Recesión de 2007/ 2009 se convirtiera en la Gran
Depresión 2.0.

En segundo lugar, las empresas de las economías
avanzadas están recortando las plantillas porque aseguran
que existe incertidumbre, exceso de capacidades e insuficiente
demanda final. Pero suprimir puestos de trabajo reduce las rentas
del trabajo, incrementa las desigualdades y limita la demanda
final. Es decir, que lo que es racional individualmente (las
empresas necesitan sobrevivir y prosperar) es destructivo en el
agregado macro porque los costes laborales de una empresa son las
rentas individuales del trabajo y la demanda.

Hacia un equilibrio

Aunque los economistas clásicos (desde Malthus
hasta Ricardo o Marx) creían que la clase trabajadora
estaría siempre atrapada en un nivel próximo a la
subsistencia porque la oferta ilimitada de mano de obra evita que
los salarios reales asciendan por encima de ese nivel, los
salarios reales y las condiciones económicas mejoraron
notablemente en la segunda mitad del siglo XIX.

En aquel periodo, las innovaciones tecnológicas
de la Revolución Industrial conllevaron un aumento del
crecimiento de la productividad que fue compartido entre los
trabajadores y el capital. Esa relación entre una
productividad en aumento y el ascenso de las rentas de la clase
media y trabajadora no fue automática en ningún
momento. Exigió que los trabajadores tuvieran la
oportunidad y las destrezas necesarias para aumentar su propia
productividad y poder participar en el aumento salarial derivado
del crecimiento de la productividad que ofrecían las
nuevas tecnologías.

También hizo falta la existencia de un Estado del
bienestar que suministrara servicios públicos como la
seguridad social y la antigua garantía de ingresos. Todas
esas políticas estatales fueron fundamentales para evitar
un aumento de las desigualdades, que en los mercados del
laissezfaire suele ser resultado de una
concentración excesiva del poder económico,
político y financiero por una élite
reducida.

Para que las economías de mercado
puedan operar de una forma más estable y equilibrada
debemos recuperar el equilibrio correcto entre los mercados y el
suministro de servicios públicos. Y eso implica alejarse
tanto del modelo anglosajón del capitalismo desregulado
del "laissez-faire" y la economía vudú, como del
modelo continental europeo del estado de bienestar
deficitario.

Ni siquiera el modelo alternativo del crecimiento
asiático (si es que existe) ha evitado el aumento de las
desigualdades en China, la India y muchos otros lugares del
continente. Las economías emergentes (desde Asia a
Latinoamérica) necesitan desarrollar más algunas de
las instituciones fundamentales del estado moderno del bienestar
social para evitar la inestabilidad sociopolítica y
promover el crecimiento de una economía de
consumo.

Conclusión

Cualquier modelo económico que no
aborde debidamente las desigualdades suministrando servicios
públicos y oportunidades económicas a todos
está abocado a enfrentarse a una crisis de legitimidad.
Muchos estudios de investigación académica,
incluido uno reciente del Fondo Monetario Internacional (FMI),
demuestran que el ensanchamiento de la desigualdad conduce a un
menor crecimiento económico.

Incluso dejando de lado la cuestión de la
justicia, la desigualdad también es negativa siguiendo el
criterio tradicional económico de la "eficiencia". Y la
frecuencia, gravedad y consecuencias recientes de las crisis
económicas y financieras, en parte provocadas por el
aumento de la desigualdad y la inseguridad salarial, son
perjudiciales y podrían provocar una reacción
contra la globalización y las reformas de mercado. Por
ello, es necesario encontrar una tercera vía que equilibre
el papel de los mercados y los estados en la
economía.

De lo contrario, las protestas de 2011
adquirirán más importancia y provocarán una
inestabilidad social y política trastornadora, que
acabará minando el crecimiento económico a largo
plazo y el bienestar, y desencadenará una reacción
contra la globalización y las economías de mercado
tanto en las economías avanzadas como en las
emergentes.

(Nouriel Roubini. Presidente de RGE. © Roubini
Global Economics – RGE)

Cartas marcadas (¿un regreso a la Edad
Media?)

"Los estadounidenses más acaudalados casi
triplicaron sus ingresos en las tres décadas al 2007,
mucho más que todos los otros segmentos de la
población, informó el martes la Oficina de
Presupuestos del Congreso, o CBO, de Estados Unidos"…
Los
estadounidenses más ricos triplican sus ingresos en 30
años (The Wall Street Journal –
25/10/11)

La entidad dijo que los ingresos tras impuestos
crecieron en 62% durante el período de 30 años. Sin
embargo, los ingresos del 1% de los estadounidenses más
acaudalados ascendieron 275% en ese lapso, mientras que el
ingreso posterior a impuestos de un quinto de los hogares de
menores ingresos creció sólo 18% entre 1979 y
2007.

Para los estadounidenses más acaudalados,
excluyendo al 1% en el tope, el ingreso por hogar creció
en 65% durante el período, mientras que para el 60% en la
mitad de la escala de ingresos, la expansión tras
impuestos estuvo justo por debajo de 40%, según la
CBO.

Gran parte del crecimiento de esta brecha se debe el
ingreso antes de impuesto y las transferencias del gobierno
crecieron para los más acaudalados. El 1% de la
población dio cuenta de todo el ingreso en 2007, frente a
50% en 1979.

"Los jefes de las empresas más importantes
del Reino Unido experimentaron importantes incrementos de sus
ingresos anuales el año pasado"…
Aumentos de
sueldos de ejecutivos en el R. Unido contrastan con salarios de
empleados (BBCMundo – 28/10/11)

El grupo de investigación Incomes Data Services
indica que los directores de las principales 100
compañías registradas en la Bolsa de Londres
gozaron de un aumento promedio del 40% de sus salarios (los
presidentes del 46%).

El corresponsal de la BBC en asuntos de negocios
informó que las cifras se dan a conocer en momentos en que
muchos empleados están experimentando recortes reales de
sus salarios al no poder mantenerse por encima de la tasa de
inflación.

La OIT extiende sus malos pronósticos (el empleo
del nunca jamás)

– La OIT vaticina que la crisis de empleo seguirá
hasta 2016 (El País – 1/11/11) Lectura
recomendada

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

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