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Derechos del adulto mayor




Enviado por henry vilca



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Marco
    teórico
  3. La
    vulnerabilidad social
  4. Los
    grupos vulnerables
  5. Calidad de vida
  6. Tendencias
    demográficas
  7. Mitos
    respecto a la vejez
  8. Intervención
    psicosocial
  9. Normativa nacional sobre los derechos de las
    Personas Adultas Mayores
  10. Conclusiones
  11. Recomendaciones
  12. Bibliografía

Introducción

Las poblaciones de todo el mundo y sobre todo la de
nuestro país pasan por diferentes procesos sociales, de
los cuáles tiene un punto de partida con sus tasas de
natalidad que en algunos países pueden ser altos y en
otros bajos, y tiene punto final con sus tasas de mortalidad que
varían también en los diferentes países,
claro que, de generación en generación.

En el proceso intermedio de formación, o sea,
entre el punto de partida y el punto final, las poblaciones
comienzan a trabajar en los diferentes aspectos de su vida como
por ejemplo en lo económico, político, cultural,
tecnológico, etc., entonces podemos ver el auge de esas
población pero con una mano de obra que forma parte de esa
población como es el caso de la juventud que se va
forjando, educando, capacitando, tecnificando para entrar en el
mundo pujante de las sociedades compuestas por la
población adulta que es la encargada de poner el hombro
para que la población pueda surgir en todos los aspectos
mencionados.

Lo más penoso y terrible es cuando estas
poblaciones, generaciones entran en su recta final de la vida, y
es cuando tiene que afrontar la tercera edad, que de acuerdo a la
Organización Mundial de la Salud (OMS), comienza esta
tercera edad a los 65 años, claro , en países
subdesarrollados como el nuestro, en cambio, en los países
en vías de desarrollo la vejez comienza a los 60
años, y las personas de la tercera edad se le denomina
personas Adultas Mayores (PAMs).

En nuestro país como es el Perú las
personas adultas mayores pobres representan aproximadamente el
41.7 %, y los que se encuentran en extrema pobreza el 17.5%
(ENAHO), El 42.73 % de PAMs tiene algún grado de
educación primaria y el 34.9% de la población no
tiene ningún nivel educativo, ya que aproximadamente 3/4
partes de PAMs se encuentran en esta condición
(estimación INEI). El 75 % de las PAMs se encuentran fuera
de actividad laboral mientras que las mujeres viven más
años pero a expensas de vivir más años con
incapacidad.

Es tal vez por estos datos estadísticos que las
poblaciones más vulnerables de nuestra sociedad son las
PAMs, donde ellos como cualquier humano siguen teniendo derechos
como por ejemplo Tener acceso a alimentación, agua,
vivienda, vestimenta y atención de salud adecuados
mediante ingresos propios suficientes y/o el apoyo de sus
familias y de la comunidad, Tener la posibilidad de trabajar o
tener acceso a otras alternativas de obtener ingresos, Poder
participar en la determinación de cuándo y en
qué medida cesarán de desempeñar actividades
laborales, Tener acceso a programas educativos y de
formación adecuados, Permanecer integradas en la sociedad,
participar activamente en la formulación y en la
aplicación de las políticas que afectan
directamente su bienestar, etc., estos derechos que les fueron
aprobados en la Convención  de Ginebra  de la
Naciones Unidas, en 1982, y que hoy en día se ven
vulnerados por cuestiones políticas, económicas y
de intereses personales.

Marco
teórico

El ADULTO MAYOR

Los seres humanos somos netamente sociales y para que
nos adaptemos a una sociedad tenemos que pasar por un largo
proceso, proceso por el cual nos iniciamos en la vida, en otras
palabras cuando nacemos, nuestra vida social solo dependiente de
nuestros padres y mientras la vida o los años van
avanzando nuestro mundo social va en aumento por el contacto
social que se hace más extenso ya que tenemos contacto con
otros entes como por ejemplo los primos, tíos, el colegio,
los amigos, etc., luego en la adolescencia se hace mucha
más extensa el roce social ya que tenemos contacto con
mayor cantidad de personas como por son los amigos de barrio, de
la academia, de la universidad, y después llega la adultez
donde los roces sólo son con los compañeros de
trabajo y se va perdiendo otras como amigos del colegio, de la
universidad, etc.

Por lo tanto el ser humano empieza a transformarse en un
ente cada vez menos sociable y sobre todo cuando llega a la vejez
(hoy en día es considerado como el adulto mayor o persona
de la tercera edad o vulgarmente los ancianitos), donde
nuevamente llega al punto de partida en la vida, porque es como
si hubiera nacido nuevamente ya que su entorno social se reduce
de nuevo a pocas personas que en este caso vendrían a ser
sólo los hijos.

La OMS considera que en los países desarrollados
la etapa de vida Adulto Mayor se inicia a partir de los 65
años; sin embargo para los países en desarrollo
considera desde los 60 años. La ONU desde el año
1996 denomina a este grupo poblacional "Personas Adultas
Mayores".

En la sociedad actual podemos observar que las personas
adultas mayores se encuentran en situación de desventaja,
discriminación, y muchas veces sufren violencia y abandono
familiar, lo que les ocasiona consecuencias graves, sobre todo,
en la parte afectiva que repercute en su salud física y
emocional.

Ante esta situación, el Programa Integral
Nacional para el Bienestar Familiar (Inabif) ha puesto en marcha
la Unidad de Servicios de Protección de Personas Adultas
Mayores (USPPAM), la cual se encargará de programar,
conducir, coordinar ejecutar y supervisar servicios preventivos,
promocionales y de protección integral a las personas
adultas mayores en todos los servicios del Inabif.

Esta favorable iniciativa propone que las personas
adultas mayores ejerzan sus derechos con dignidad,
autonomía e inclusión social, y que quienes
están en situación de abandono o riesgo social
tengan en los mencionados centros de atención residencial
una calidad de vida y, sobre todo, alegría de
vivir.

El Inabif ha elaborado una estrategia de
inclusión en la cual un equipo profesional
multidisciplinario, conformado por trabajadores sociales,
psicólogos, abogados, especialistas en salud,
nutricionistas y otros, brinde sus servicios personalizados para
mejorar la calidad de vida de las personas adultas
mayores.

El concepto de mejorar la calidad de vida de las
personas adultas mayores implica proveer y promocionar un trato
digno a dicha población, desarrollando y articulando, al
mismo tiempo, servicios especializados de atención,
cuidado y protección a esta población vulnerable y
en riesgo social.

Hay que señalar que, según el
último censo del INEI, este sector representa más
de dos millones 700 mil personas, y tomar en cuenta que la
ampliación de la esperanza de vida en el mundo crece
día a día, y por ello el crecimiento de la persona
adulta y adulta mayor es más grande cada día. Para
el 2050, el 25 por ciento de la población del Perú
estará conformado por personas adultas mayores.

Tengamos presente que los adultos mayores representan la
experiencia y la sabiduría adquiridas por los años.
Son nuestras raíces, testigos del pasado e inspiradores
del futuro, la piedra angular de la familia, el carisma que rompe
las barreras entre las generaciones, los que fortalecen la
crianza de los nietos y los maestros que transmiten las
tradiciones y la historia familiar.

Son las mujeres y hombres de fuerzas agotadas, pero con
juventud acumulada en su corazón, quienes siempre tienen
un consejo y el cariño verdadero para sus seres
queridos.

Creemos que como sociedad, la única forma de
restituirles derechos afectados y reintegrarlos a una vida plena,
es actuar con idoneidad, sensibilidad y eficiencia.

Por ello es importante reflexionar sobre qué
calidad de vida le estamos brindando a las personas adultas
mayores en el seno de nuestras familias y nuestra comunidad, y
ponernos en el lugar de cada uno de ellos, ya que todos
llegaremos a esa etapa de la vida.

Piense usted, ¿cómo le gustaría que
lo traten? ¿Cómo le gustaría vivir esta
etapa de la vida? Respóndase y estamos seguros de que
habrá muchas más personas adultas mayores felices.
Apoye usted para construir una sociedad más humana,
solidaria, con justicia social y progreso para todos y
todas

La vulnerabilidad
social

Debemos primero destacar que la noción-concepto
intenta dar cuenta de factores o situaciones de desventaja social
en el marco de la implementación del actual modelo de
desarrollo. En contraposición al concepto de "pobreza",
que describe más nítidamente necesidades
básicas insatisfechas, niveles de vida precarios, ingresos
restringidos, incapacidad de satisfacción plena del
consumo, etc.), la noción-concepto de "vulnerabilidad
social" ha ganado terreno como valioso instrumento
teórico-descriptivo que permite dar cuenta de realidades
sociales críticas y de conflicto en el contexto de los
cambios políticos, económicos, sociales y
culturales que marcan el desarrollo de la región desde
finales de la década de los 80 y, más
definitivamente, desde los años 90.

El concepto da cuenta de las "condiciones de
indefensión" que se manifiesta en amplias capas y grupos
sociales que durante largo tiempo se ampararon en la
acción de un Estado con mayor o menor vocación
interventora y protectora.

En realidad, el enfoque de pobreza califica de forma
descriptiva determinados atributos de personas y familias, sin
dar mayor cuenta de los procesos causales que le dan origen. La
vulnerabilidad, en cambio, hace referencia al carácter de
las estructuras e instituciones económico-sociales y al
impacto que estas provocan en comunidades, familias y personas en
distintas dimensiones de la vida social. Esta diferencia
conceptual tiene, desde luego, importancia explicativa. Pero
además también debiera tener incidencia en las
políticas públicas, con tratamientos que permitan
atacar la pobreza y la vulnerabilidad de forma
integral.

Todas estas situaciones y realidades descritas, y
constatables en América Latina y el Caribe, terminan por
construir el clima creciente de tensión social en cada uno
de nuestros países, ya que como se deduce impactan en
torno a personas y grupos de personas de manera directa. Es esta
situación la que permite afirmar que la Vulnerabilidad
Social se ha convertido en un rasgo dominante que se extiende a
vastos contingentes de la población continental, no solo
expresado en torno a los sectores sociales de menores ingresos,
sino también peligrosamente en torno a ingentes sectores
medios de las sociedades.

Es en este sentido que se tiende a rescatar como
instrumento analítico el concepto de Vulnerabilidad
Social, sobre todo porque incorpora dos aspectos cualitativos
destacables:

• Por un lado, su capacidad para reflejar un
proceso dinámico que apunta a respuestas potenciales y no
a resultados; y,

• Por otro, enfatiza su potencia para describir e
interpretar fenómenos actuales y vigentes.

Esta nueva noción-concepto da cuenta de la
condición de riesgo e indefección en que quedan
aquellas capas sociales que durante un tiempo estuvieron
amparadas por el Estado desarrollista y retrata bien la creciente
inestabilidad que caracteriza la trayectoria de las
personas.

Aún más, se le identifica un
carácter multidimensional, situación que permite su
instrumentalización y operativización a diferentes
escalas. Ello, está signado por la posibilidad de
identificar expresiones de ésta "condición de
riesgo" en las siguientes escalas:

A escala macrosocial, se destaca la estrecha
relación que tiene con los traumáticos y acelerados
cambios que se producen en los basamentos mismos del sistema
socioeconómico: la importancia otorgada al mercado, la
globalización, el nuevo rol del Estado, la prioridad
otorgada a la eficiencia en la asignación de recursos y la
búsqueda a ultranza de competitividad y el consumo
.

En este mismo contexto, desde un punto de vista de la
acción social, el Estado desproteje a los grupos medios y
focaliza su acción en los grupos de extrema pobreza;
paralelamente, se presencia una pérdida de peso relativo
de las organizaciones sociales, gremiales y políticas
situación que da espacio y no suponen interpelación
social ante situaciones tan polémicas como la
reducción relativa de los salarios y la
flexibilización del empleo.

En esta dimensión, los cambios del modelo de
desarrollo promueven y generan una mutación social
profunda cuya dirección esencial produce un paso de la
protección y seguridad relativa pre-existente a la
competencia y a la incertidumbre de numerosos actores
sociales.

A escala mesosocial (comunidades) los mecanismos de
generación de desventajas sociales se ubican y vinculan
principalmente con las condiciones productivas locales y con la
institucionalidad local concreta de organizaciones sociales y
políticas legitimadas, o en su modalidad de
vínculos de solidaridad, confianza, trabajo conjunto, de
apoyo mutuo y de conocimiento reciproco).

Generalmente, las comunidades vulnerables cuentan con
capacidades productivas precarias o en obsolescencia o tienen un
capital social instituciones y vínculos de reciprocidad y
confianza insuficientes.

Sin embargo, de suyo, la vulnerabilidad de comunidades,
barrios o pueblos puede tener su origen en eventos que provocan
desastres y por ello pueden considerarse como un mayor riesgo o
una mayor debilidad frente a los resultados o consecuencias de
aquellos.

A escala microsocial (familias e individuos), se
destacan los desafíos cotidianos del medio en el que las
familias e individuos están insertos. Ellos permiten o
impiden el acceso a las inserciones sociales y reditúan de
manera diferenciada en los planos del ingreso, el prestigio y el
poder. Por ello, el nivel de vulnerabilidad de un hogar que se
refiere a su capacidad para controlar las fuerzas que los afecta
depende de la posesión o control de activos, esto es, de
los recursos requeridos para el aprovechamiento de las
oportunidades que brinda el medio en que se
desenvuelve.

En este sentido, las unidades domesticas (hogares y
familias) y las personas con desventajas económicas
(capitales, activos y habilidades limitadas para el manejo de
recursos), con desventajas socioculturales (educación,
capacitación, información, etc.) con desventajas
organizacionales (relaciones y pertenencia a redes sociales y
organizaciones sociales), engrozan las franjas de vulnerables al
enfrentarse cotidianamente a un medio que les presiona más
allá de sus capacidades de respuesta.

Quienes han trabajado el concepto de vulnerabilidad en
relación a la "capacidad de movilización de
activos" destacan su asociatividad con los recursos disponibles
en hogares y personas para enfrentar shocks o adaptarse a cambios
externos y ella se definiría por la carencia propiamente
tal de activos o incapacidad para movilizarlos.

La mención a los activos hace referencia en un
sentido amplio, a los bienes tangibles e intagibles que las
personas o los hogares controlan o poseen y que pueden
utilizarlos al momento del impacto o shock. De igual manera,
entre éstos activos se identifican al trabajo, el capital
humano, los recursos productivos y las relaciones sociales y
familiares.

En esta lógica, es dicho conjunto de activos el
que sufre el impacto del nuevo patrón de desarrollo, al
modificar drásticamente las posibilidades de acumularlos y
movilizarlos con las consiguientes repercusiones y
construcción de situaciones de indefensión en
amplios contigentes poblacionales y grupos sociales del
continente. Siguiendo esta reflexión, se percibe la
noción de Vulnerabilidad Social como un proceso en torno
al cual se destacan cuatro dimensiones de la vida social que
exponen de manera más súbita y pertinaz a
condiciones de indefensión e inseguridad a amplios
segmentos poblacionales, particularmente en América
Latina: el Trabajo, el capital humano, el capital físico y
las relaciones sociales.

El trabajo, es así identificado en la
región como uno de los principales "espacios de riesgo",
hoy acorralado por las formas de producción (basada en
núcleos modernos) que disminuyen relativamente la
generación de nuevos empleos, que expulsan y/o no
incorporan mano de obra de baja calificación y baja
productividad, y que se norma con políticas de
flexibilización y de inseguridad que terminan por mostrar
un mapa de precariedad asociada al mundo de asalariados y
trabajadores en general. Concomitantemente, se constata entonces
un estrecho vínculo entre la vulnerabilidad social y el
empleo, situación evidentemente consustancial al
patrón de desarrollo vigente.

La indefensión de las personas también se
muestra en torno al denominado capital humano, dimensión
que da cuenta principalmente a los cambios negativos en
educación y salud, y la privatización total o
parcial de estos sistemas, con el consecuente deterioro ante
quienes no acceden a un mercado privatizado, que oferta mejores
servicios.

La condición de vulnerabilidad en que se
encuentran el capital humano de la población
latinoamericana no solo otorga al patrón de desarrollo una
particularidad socialmente distintiva, sino que también
muestra el escaso aprovechamiento que se hace de los recursos
humanos para lograr el mejoramiento sistémico de la
competitividad en los mercados mundiales.

Otra dimensión de vulnerabilidad social
está descrita a través del debilitamiento y
pérdida del capital físico o recursos productivos
de los sectores de baja productividad o de sectores informales de
la economía (trabajadores por cuenta propia, artesanos,
talleres de micro y pequeñas empresa, negocios familiares,
unidades económicas solidarias, etc.). De hecho, en la
nueva coyuntura el marcado interno de productos y servicios que
estos sectores producen y comercializan se ve
drásticamente trastocado por la competencia que la
globalización permite, sin embargo lo más relevante
menciona el hecho que en el marco del actual patrón de
desarrollo imperante en la región se privilegia el
ordenamiento macroeconómico y se limitan o anulan
capacidades públicas para fomentar políticas de
protección y subsidios y protección de iniciativas
que emergen de los sectores de baja productividad.

Finalmente, se destaca que la vulnerabilidad incluye una
dimensión específicamente referida a las relaciones
sociales. En torno a ellas se constata que el modelo de
desarrollo vigente ha impactado de manera negativa y concreta en
los sistemas de redes sociales y estructuras de
organización y participación social y
política.

El sesgo negativo del impacto hacia ellas está
dado porque los vínculos y redes que tienen las personas
son históricamente muy determinantes para las mayores o
menores posibilidades de acceso a mejores oportunidades para una
vida más digna. La privatización de la vida
económica, la disminución del papel del Estado como
instancia de protección de la vida social y el
debilitamiento de las organizaciones sindicales y sociales han
acercado a los individuos al mercado, pero lo han aislado de la
sociedad.

De hecho, con realidades obviamente heterogéneas
en la región, estamos frente a una suerte de
"desintegración de la vida social", donde se perciben
afectadas las formas tradicionales de organización y
participación social, y de representación social y
política por medio de sindicatos, partidos
políticos o movimientos sociales tradicionales.

Incluso las relaciones familiares (que también
constituyen un activo significativo, especialmente en los
sectores pobres) se ven impactadas incrementando la
situación de indefensión y vulnerabilidad de los
hogares. Algunas ideas fuerzas del modelo de desarrollo
(privatización, consumo, competencia, etc.) socaban los
hábitos solidarios y la responsabilidad social de los
individuos, y por el contrario alimentan nuevos estereotipos
sociales (consumismo, individualismo, etc.) que promueven los
estados de indefensión en las personas y grupos más
debilitados. Y la crisis financiera es ahora una crisis social
reduciendo los recursos públicos y las instituciones que
protegían a la gente.

Los grupos
vulnerables

Son aquellos identificados como sujetos en
situación de desmedro y desventajas sociales originadas a
partir de múltiples y diferentes factores son, sin
embargo, grupos que no encuentran o no cuentan con estructuras
institucionales para resolver los asuntos propios de una
idónea reproducción social.

En un sentido amplio, los grupos vulnerables
identificables en las sociedades latinoamericanas y
caribeñas podrían registrar como tales a
múltiples universos poblacionales, a partir de la
multiplicidad de factores que teóricamente construyen
desventaja social y situaciones de indefensión. De suyo,
siguiendo las reflexiones teóricas anteriores, diferentes
planos de la reproducción social podrían
eventualmente permitir la identificación de los grupos
vulnerables.

Si bien esta afirmación nos empujaría
inexorablemente a identificar como grupos vulnerables a la gran
mayoría de la población continental, no es menos
cierto tener en cuenta que el carácter multidimensional de
los factores que construyen o facilitan situaciones de desventaja
social por ende de vulnerabilidad social- se acotan respecto de
la desventaja o exclusión de personas y grupos de personas
respecto de la participación en los intercambios,
prácticas y derechos sociales que permiten o constituyen
la integración social.

De esta manera, aunque sigue percibiéndose el
carácter transversal de la presencia de grupos vulnerables
(identificables en torno a múltiples y diversos grupos
sociales), en América Latina y el Caribe, se hacen
más identificables como grupos vulnerables aquellos
asociados a estamentos sociales incluidos o cercanos a la
pobreza.

Insistiendo en el carácter aún
exploratorio y en proceso de construcción teórica
del concepto que define la Vulnerabilidad Social, se mencionan
como grupos vulnerables a los niños y jóvenes, las
mujeres, los ancianos y los indígenas, todos ellos, grupos
que requieren de políticas sectoriales o multisectoriales
específicas.

Entre algunos grupos socialmente vulnerables que ya son
insistentemente identificados, se mencionan al menos
a:

  • Mujeres (generalmente jefas de hogares)

  • Discapacitados (en situación de
    pobreza)

  • Jóvenes (de entre 14 y 24 años, en
    situación de pobreza por NBI y con problemas de
    empleo)

  • Migrantes

  • Indígenas (en situación de pobreza por
    NBI)

  • Niños (de la calle o incluidos en trabajo
    infantil)

  • Hogares (con portafolios limitado de
    activos)

  • Adultos Mayores (mayores de 60 años,
    sin ingresos o con ingresos inferiores a jubilaciones
    mínimas);

Lo cierto es que obviamente siguiendo la síntesis
teórica realizada en el acápite anterior,
podríamos aseverar que en el contexto de las situaciones
de bienestar social v/s indefensión social que gesta el
modelo de desarrollo vigente, se puede fácilmente llegar a
identificar transversalmente en todas nuestras sociedades grupos
de personas (pertenecientes a estratos sociales medios y bajos)
que cotidianamente se perciben en estado de indefensión
frente a la modernidad.

Los factores de vulnerabilidad, que adquieren
preponderancia en la actual fase de desarrollo de la
región, colocan a ciertos grupos sociales en condiciones
especialmente precarias.

Los adultos mayores pobres sufren las consecuencias de
sistemas de previsión social no eficientes y/o no
equitativos y que no les garantizan pensiones para cubrir sus
necesidades básicas. Si se agregan los también
ineficientes y/o inequitativos sistemas de salud, las condiciones
de la vejez son muy dramáticas en los países de la
región.

Calidad de
vida

En Salud para desarrollar nuestro trabajo, de
psicólogo, es necesario elaborar modelos alternativos de
formación profesional. Así lo exige, una estrategia
de Atención Primaria de la Salud (APS), por ejemplo, que
define la salud como un derecho básico, donde el Estado
tiene el deber de garantizar el acceso equitativo a los servicios
de salud, es visto como un proceso ligado a las condiciones de
vida de la población, teniendo como unidad de
análisis el grupo social, la familia, e incorpora la
interdisciplina para dar cuenta de esa complejidad. Un concepto
de salud que incluye, participación de la
población, el énfasis en la promoción y la
prevención, el trabajo bajo programas, cierta
autonomía en la planificación, y la
articulación entre los distintos niveles de
atención.

De otro lado, tenemos la necesidad de dar cuenta de la
dimensión social y cultural del proceso de
salud-enfermedad-atención, e incorporar, en nuestra
práctica, el concepto de calidad de vida., definida como
la calidad de las condiciones de vida de una persona (a), como la
satisfacción experimentada por la persona con dichas
condiciones vitales (b), como la combinación de
componentes objetivos y subjetivos, es decir, Calidad de Vida
definida como la calidad de las condiciones de vida de una
persona junto a la satisfacción que ésta
experimenta (c) y, por último, como la combinación
de las condiciones de vida y la satisfacción personal
ponderadas por la escala de valores, aspiraciones y expectativas
personales (d). El concepto está emergiendo como un
principio organizador que puede ser aplicable para la mejora de
una sociedad como la nuestra, sometida a transformaciones
sociales, políticas, tecnológicas y
económicas. No obstante, la verdadera utilidad del
concepto se percibe sobre todo en los servicios humanos, inmersos
en una "Quality revolution" que propugna la planificación
centrada en la persona y la adopción de un modelo de
apoyos y de técnicas de mejora de la calidad.

Grau (1998), nos refiere que si la CV es una
valoración subjetiva, no puede prescindirse entonces de la
valoración del sujeto; cada uno debe ser considerado la
persona más capaz de sopesar satisfacciones e
insatisfacciones con su vida. El papel de los factores
psicológicos que condicionan el grado de
satisfacción o bienestar es determinante para el proceso
de evaluación. Así, desde el campo de la
Psicología, la CV se convierte en un concepto
básicamente referido al tipo de respuesta individual y
social ante el conjunto de situaciones de la vida; se centra en
la percepción de ese bienestar, en el análisis de
los procesos que conducen a esa satisfacción y en los
elementos integrantes de la misma, al incorporar la
dimensión subjetiva hay que subrayar el papel que tiene la
satisfacción y su medición a través de
juicios cognitivos y reacciones afectivas (Diener, 1984). Sin
embargo, existen opiniones divergentes en relación a la
satisfacción (Reimel, Muñoz, 1990),
asociándola a factores intrínsecos (reconocimiento,
progreso, autorrealización) y extrínsecos (status,
salarios, seguridad), o conceptualizándola en
términos de una actitud. Esto ha permitido examinarla bajo
el prisma de diferentes modelos teóricos recientes: el
modelo de medición perceptual de Rice y sus cols, los
modelos basados en la teoría social-cognitiva de Bandura y
Jeller, la teoría de la acción razonada de Fishbein
y Ajzen, la teoría de la ecología del desarrollo de
Bronfenbrenner, y otras propuestas. Este es aún un camino
incipiente que habrá de desarrollarse en los
próximos años y puede servir de sustrato al enfoque
psicológico en la conceptualización de la CV y su
evaluación.

Tendencias
demográficas

El envejecimiento de la población es considerado
tanto un signo como un resultado del desarrollo económico
y social de un país. En este sentido, la O.N.U. pronostica
para el año 2050 que en las regiones desarrolladas
habrá más del doble de personas mayores de sesenta
años que menores de quince; mientras que en las menos
desarrolladas el porcentaje poblacional de los primeros se
incrementará de un ocho a un veintiuno durante el
período comprendido entre 1998 y 2050. En conjunto, la
proporción de personas mayores en el mundo pasará
de un diez a un veintidós por ciento en el transcurso de
dicho período.

Uno de los indicadores más utilizados en el
análisis de las tendencias demográficas de un
país es el índice de envejecimiento que resulta de
dividir el número de personas con 60 ó más
años entre los que no alcanzan la edad de 15. Valores por
encima de 0,5 corresponden a poblaciones en proceso de
envejecimiento, y si son superiores a 0,6 permiten aplicarle el
calificativo de envejecida. De acuerdo con el Instituto Nacional
de Estadística e Informática (INEI), la
población peruana proyectada a fecha treinta de junio de
1999 asciende a 25.232.000 personas. De ellas, el 33,9% tiene
menos de quince años, mientras que el 7,1% cuenta con
sesenta o más años. La evolución del
índice de envejecimiento en este país muestra la
tendencia propia de aquellos países que se encuentran en
un proceso de transición demográfica. En este
sentido, en 1950 eran 13,7 las personas mayores de sesenta
años por cada cien niños de entre cero y catorce
años. Este índice ha pasado a ser de 18,7 en 1995,
y se estima que en el año 2025 supere la barrera del medio
punto, situándose según los pronósticos en
0,534.

Para el año 2002 la población estimada a
nivel nacional es de 26 millones 749 mil personas, de las cuales
el 33.8% tiene menos de 15 años, el 60% está entre
15 y 59 años, mientras que el 7.2 % cuenta con 60 y
más años. Proyecciones oficiales estiman que para
el año 2020 esta proporción de adultos mayores
subirá al 11% de la población y a 12.6% el
año 2025. En cifras absolutas, las personas de 60
años y más subirán de 1 millón 848
mil en el año 2000 a 3 613 mil en el año 2020 y, a
4 millones 470 mil en el año 2025.

Mitos respecto a
la vejez

En torno a los cambios biológicos ocurridos al
envejecer, se configuró el llamado modelo médico
tradicional que conceptualizó a la vejez en
términos de déficits y de involución
acentuando la percepción de la vejez como un proceso
degenerativo. El proceso de envejecimiento constituye un
fenómeno universal que afecta a todos los seres vivos. El
envejecer no significa necesariamente que la persona se deslice
inevitablemente hacia la invalidez, soledad y a un deterioro
físico y mental.

Respecto a la vejez se han desarrollado una variedad de
mitos. El primero se refiere a la expectativa de que ser viejo
significa estar enfermo (Verbrugge, 1984). Al respecto, una
encuesta realizada en 1994 encontró que entre las personas
de 65 y 74 años, 89% no presenta invalidez alguna. Para
las personas entre 75 y 84 años, esta cifra fue del 73% y
entre aquellos sobre 85 años, fue del 40% (Rowe y Khan,
1998).

El segundo mito se refiere a que existen límites
en la capacidad de aprendizaje. Una serie de habilidades como el
procesamiento, el aprendizaje y la recuperación de nueva
información, la solución de problemas y la rapidez
de respuesta, parecen sufrir un enlentecimiento en la vejez con
respecto a etapas previas de la vida. Birren, Woods y Williams
(1980) proponen la hipótesis de un enlentecimiento
cognitivo generalizado del SNC. Sin embargo, las personas mayores
pueden mejorar sus habilidades cognitivas mediante procedimientos
conductuales (por ej., retroalimentación y reforzamiento
positivo para la identificación de las claves relevantes a
la memorización); en particular, el aprendizaje, la
recuperación de información y la habilidad para
resolver problemas.

Una tercera creencia o mito implica que el
envejecimiento conlleva necesariamente un deterioro continuo y
progresivo. Sin embargo, gran parte de las funciones perdidas
pueden recuperarse y en algunas instancias lograr niveles
superiores a los previos.

Una cuarta creencia señala que la genética
es el factor determinante en el cómo envejecemos. Sin
embargo, se estima que sólo el 30% del envejecimiento
físico puede ser atribuido a factores genéticos,
aún más, se cree que a medida que envejecemos la
importancia de la genética es cada vez menor. La forma en
que vivimos (estilos de vida) y dónde vivimos (ambiente)
son los factores más importantes en determinar los cambios
relacionados con el corazón, el sistema
inmunológico, los pulmones, los huesos, el cerebro y los
riñones.

El quinto mito se refiere a dificultades en la respuesta
sexual. Al respecto, se constata una gran variabilidad
individual. Considerándose que, aquellos individuos que
han sido sexualmente activos toda su vida es probable que
continúen siéndolo durante su vejez. También
parece necesario señalar que es muy probable que el
repertorio sexual se amplíe a medida que envejecemos. Es
decir, los viejos practican una gama más amplia de
comportamientos sexuales, en donde el acariciarse, abrazarse y
sentirse amado son más importantes que la
penetración y el alcanzar el orgasmo (Segraves y Segraves,
1995).

Un sexto mito se relaciona con la creencia de que los
viejos son una carga para los otros grupos etáreos y que
no participan en actividades productivas. Lo cierto es que, una
buena parte de los adultos viejos están preparados y
dispuestos a trabajar, o trabajan; lo que ocurre es que en el
mercado laboral son discriminados, cuando se trata de
contrataciones o ascensos.

De otro lado, el retiro como negación del derecho
al trabajo. La retirada de los sistemas de producción se
traduce en un cambio radical en el estilo de vida de estas
personas, a una disminución considerable de su poder
adquisitivo se le añade la pérdida de los ambientes
sociales en los que habitualmente se desenvolvía la
persona, la disminución de funciones y roles sociales, la
obligada reestructuración de su tiempo, etc.

No obstante, debemos prestar atención a los
procesos que normalmente están asociados al
envejecimiento, y que nos indican cuáles son los problemas
que se presentan hoy en día:

  • Por una parte, la incomprensión y la falta de
    adaptabilidad a situaciones nuevas que colocan a las personas
    mayores en una situación de inferioridad en un mundo
    rápidamente cambiante.

  • Por otra, el declive psicofísico asociado al
    envejecimiento conlleva necesidades de atención
    psicosocial, sanitarias y económicas cada vez
    mayores.

En los países desarrollados se considera que
cerca del 25 % de la población geriátrica sufre una
afección psíquica (Sheperd y Clare, 1981), siendo
la depresión la más frecuente, con un índice
de morbilidad que oscila entre el 13 y el 20 %. En Lima
Metropolitana y Callao, la prevalencia actual del episodio
depresivo, alcanza la cifra de 9.8. El 27.8 % alguna vez en su
vida ha presentado deseos suicidas; el 2.5% ha intentado
suicidarse alguna vez y un 0.3% lo habría realizado en el
último año.

Intervención
psicosocial

La satisfacción de las necesidades debe
considerarse no sólo como superación de carencias
sino también como la capacitación de los mayores
como participantes activos en el desarrollo de su sociedad y como
protagonistas del crecimiento personal de cada cual como ser
humano, pasar a ser personas sujeto y no objeto.

Este desarrollo supera la antinomia entre lo individual
y lo social, fomenta la adopción de medidas que combinan
el crecimiento individual y social como dos aspectos de una misma
realidad.

Lo que se busca en el desarrollo a escala humana es una
planificación global de la autonomía local, con
estrategias capaces de movilizar a las diferentes organizaciones
de los mayores de modo que puedan transformar su lucha por
sobrevivir en opciones y alternativas vitales basadas en la
dignidad y creatividad y no en la pobreza y degradación
humana.

Al ser la vejez una construcción social, el
desarrollo a escala humana cambiaría desde el inicio las
fuerzas que estigmatizan a los viejos y los empujan al margen de
la sociedad. Avanzar en esta modalidad podría dar lugar al
ejercicio activo de los principios propuestos por las Naciones
Unidas a favor de los Adultos Mayores: "independencia,
participación, cuidado, realización personal y
dignidad".

En otro aspecto, y en relación a la salud de la
comunidad, un objetivo importante es ofrecer un encuadre
conceptual y metodológico para el trabajo con la
comunidad, que supone una serie de actividades referidas al
equipo, a la comunidad y a otros sectores
involucrados.

Con respecto al equipo se plantea la necesidad
de:

•Recuperar la historia del grupo y realizar un
diagnóstico sobre la situación presente, la
inclusión de nuevos integrantes, el grado de acercamiento
y compromiso con la propuesta de "salud de la
comunidad".

•Sondear las expectativas y actitudes relativas al
trabajo en el centro de salud.

•Promover espacios de trabajo
interdisciplinario.

•Analizar las dificultades cotidianas, los
obstáculos que impiden la realización de las tareas
programadas, revisando las consignas surgidas en las reuniones de
equipo.

•Registrar las actividades, proyectos y programas
colaborando en el establecimiento de prioridades y la
planificación de las actividades.

•Incorporar la dimensión sociocultural e
histórica al interior del equipo, para ampliar su
concepción de los procesos de
salud-enfermedad-atención.

•Incentivar los procesos de reflexión sobre
la institución: su historia, organización,
normativas, relaciones de poder.

•Brindar información sobre la
población del área programática en lo
referente a composición sociodemográfica, historia,
organizaciones, grupos e instituciones.

•Reflexionar sobre las estrategias de trabajo
comunitario con el fin de coordinar las actividades extra
muro.

Esto significa con respecto a la comunidad, profundizar
el conocimiento de la historia, las formas de
organización, instituciones, liderazgo, redes, formas de
comunicación, lógicas existentes. Avanzar en el
conocimiento de las distintas instituciones, organizaciones y
grupos que estaban trabajando en el barrio, intentando en la
medida de lo posible una coordinación de
acciones.

Reflexionar sobre la relación centro de salud
comunidad, el grado de acercamiento, las imágenes,
expectativas, experiencias, las demandas en lo asistencial y en
los programas, intentando fortalecer los vínculos
existentes y formulando una metodología adecuada de
trabajo. Entrar en un mundo conocido desde la experiencia social
pero desde una posición distinta, una experiencia que se
asocia al padecimiento, a la enfermedad y a la muerte, que genera
angustia, temor. Intervenir, conocer para transformar, para
pensar alternativas, involucrarse.

Esta experiencia supone aprender a trabajar de otro
modo, muchas veces con problemas enunciados por otras
disciplinas, redefinir una problemática desde diferentes
perspectivas, trabajar con un ritmo distinto, atravesados por
urgencias, contradicciones, frustraciones. El supuesto
teórico implícito es trabajar sobre las diferencias
no como oposiciones sino como relaciones (nosotros-otros),
trabajar sobre los espacios de intercambio, las interacciones,
las mediaciones entre los individual y lo social, lo micro y lo
macro, la teoría y la práctica: las relaciones
entre el C.S. y la comunidad, entre clases sociales. Las
modalidades a través de las cuales se me impone el otro,
el lugar que ocupamos, las formas de comunicación, las
distancias, las relaciones de poder. Relacionar lo macro y lo
microsocial, analizando cómo el contexto histórico,
político y económico, las modificaciones en las
políticas sociales, podemos verlas en la cotidianeidad y
en las rupturas de esa cotidianeidad, asociadas a experiencias
colectivas.

Normativa
nacional sobre los derechos de las Personas Adultas
Mayores

LEY N° 28803

EL PRESIDENTE DEL CONGRESO DE LA
REPÚBLICA

POR CUANTO:

EL CONGRESO DE LA
REPÚBLICA;

Ha dado la Ley siguiente:

LEY DE LAS PERSONAS ADULTAS
MAYORES

Artículo 1°.- Objeto de la
Ley.

Dar un marco normativo que garantice los mecanismos
legales para el ejercicio pleno de los derechos
reconocidos en la Constitución Política y los
Tratados Internaciones vigentes de las Personas
Adultas Mayores para mejorar su calidad de vida y que se
integren plenamente al desarrollo social, económico,
político y cultural, contribuyendo al respeto
de su dignidad.

Artículo 2°.-
Definición.

Entiéndase por personas adultas mayores a todas
aquellas que tenga 60 o más años de
edad.

Artículo 3°.- Derechos de la Persona
Adulta Mayor.

Toda persona adulta mayor tiene, entre otros, derecho
a:

1. La igualdad de oportunidades y una vida digna,
promoviendo la defensa de sus intereses.

2. Recibir el apoyo familiar y social necesario para
garantizarle una vida saludable, necesaria y útil elevando
su autoestima.

3. Acceder a programas de educación y
capacitación que le permitan seguir siendo
productivo.

4. Participar en la vida social, económica,
cultural y política del País

5. El acceso a la atención preferente en los
servicios de salud integral, servicios de transporte y
actividades de educación, cultura y
recreación.

Partes: 1, 2

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