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Desafíos Sociomorales que enfrenta la Iglesia Cristiana




Enviado por Abiezer Luzunaris



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Conflictos familiares
  3. Divorcio
  4. Alcoholismo y
    Drogadicción
  5. Suicidio
  6. Seguridad Social
  7. Educación Sexual
  8. Conclusión
  9. Bibliografía

Introducción

La iglesia debe hacer un llamado a todos. A
las instituciones cívicas, a las asociaciones
profesionales, a los empresarios y negociantes, al gobierno, a
las instituciones educativas, a los medios de
comunicación, en fin, a todo el que se interese por la
situación moral en Puerto Rico. Es un llamado a la
reflexión y si es posible al diálogo y a la
colaboración porque predicar la Palabra de Dios es un
verdadero desafío con estos problemas socio-morales que
afectan a la sociedad.

Nuestra sociedad está atravesando
por una serie de cambios drásticos que verdaderamente
ocasionan un reto a la iglesia cristiana. La iglesia tiene la
responsabilidad de poder ayudar en estos desafíos que se
mencionan, entendiendo que existen aún más
desafíos. La iglesia enfrenta hoy más que antes los
continuos retos y desafíos de este mundo posmoderno, donde
los valores morales, de ética, conducta, y comportamiento,
están devaluados y pisoteados. Razón que urge la
aplicación y la reivindicación de las virtudes
cristianas por parte de la iglesia, por medio de las
características del carácter de Cristo, como modelo
en nuestras vidas.

Desafíos que enfrenta la iglesia
cristiana

Conflictos
familiares

Al iniciar el análisis de los
conflictos familiares, es importante definir los conceptos que
enmarcan la discusión sobre el tema. Se define conflicto
como discordia, divergencia o lucha entre personas, grupos o
naciones (Ezequiel Ander-Egg citado en Martínez 2001).
Antagonismo entre quienes tienen intereses a fines contrapuestos.
A su vez, se define familia como un grupo de personas unidas por
unos lazos de consanguinidad, afectividad, matrimonio (legal o
consensual) o adopción, los cuales permiten la
satisfacción de las necesidades básicas de
protección, educativas, emocionales, económicas,
recreativas y espirituales. La familia es la parte principal del
proceso de desarrollo socio-moral de sus miembros y una base
fundamental para la sana convivencia y transformación de
la sociedad. La relación de la familia con otros sistemas
e instituciones lleva a que sus miembros tengan la capacidad de
transformar la sociedad, al mismo tiempo que ellos mismos cambian
(Definición tomada del marco conceptual utilizado en el
Primer Informe del Proyecto para la Revitalización de la
Infraestructura Socio-moral de Puerto Rico citado en
Martínez, 2001).

Divorcio

Esta investigación reconoce la
familia como el grupo primario por sus características
sociales particulares. Esto permite aproximarnos
críticamente a aquellas necesidades básicas de los
individuos en la sociedad, tales como las espirituales,
físicas, sociales, emocionales, económicas,
educativas y recreativas.

A partir de este entendimiento, la
experiencia familiar influye significativamente en el desarrollo
psicosocial de sus miembros; por ende, contribuye al proceso de
construcción de la infraestructura socio-moral de un
país (Centro para el Fomento de la Fe Cristiana, Estudio
sobre el Estado de Situación de la Infraestructura
Socio-moral de Puerto Rico, Universidad Interamericana, 1997,
citado en Martínez, 2001).

Por otro lado, a pesar del gran crecimiento
económico experimentado, existen bajos niveles de
ingresos, alto desempeño y la creación insuficiente
de oportunidades de trabajo para una población en
constante crecimiento. Todo lo antes expuesto ha fomentado la
disfunción de la familia y de la sociedad en la que
ésta se desenvuelve, resultando en los males sociales que
nos aquejan (Martínez, 2001).

El divorcio o la separación de la
pareja es una manifestación de los problemas que aquejan a
Puerto Rico. Este estudio no se circunscribirá al
divorcio, ya que éste excluye a otros

arreglos familiares. No obstante, para
tener una idea de la situación de la separación de
parejas en Puerto Rico, las estadísticas de divorcios son
la única fuente existente (Martínez,
2001).

El aspecto económico tiene una
relación directa con el divorcio o la separación
que procede del impacto que tienen, sobre la pareja, los
diferentes niveles de exigencia y las dificultades del mundo del
trabajo. Se podrían mencionar los efectos de las tareas
repetitivas de índole laboral, el desgaste emocional y
físico que genera el trabajo, el escaso tiempo que en
ocasiones deja disponible el trabajo para poder compartir con la
pareja, las altas de desempleo, la dificultad para conseguir
vivienda adecuada y la incorporación de la mujer a la
fuerza laboral (Muñoz & Fernández, 1988 citado
en Martínez, 2001).

La separación o el divorcio
podrían afectar el funcionamiento de los hijos. De acuerdo
con Dr. David Fassler, psiquiatra de la niñez y autor de
una serie de libros dirigidos a este público particular
sobre la transformación de las familias, plantea que los
niños tienden a externalizar su ira en cuanto al divorcio
peleando con sus compañeros de escuela y tratando de
desquitarse contra el mundo. Las niñas, por otro lado,
tienden a internalizar sus sentimientos y se tornan ansiosas, se
sienten rechazadas y deprimidas. En las niñas
también es más probable que usen la fantasía
para consolarse a sí mismas (Martínez,
2001).

Los siguientes tipos de conducta pueden
presentarse en la niñez como reacción a un divorcio
o una separación: persistente tristeza o depresión,
agresividad intensa, quejas frecuentes o dolores de
estómago, de cabeza y otros tipos de malestares de
índole físico, aislamiento o falta de
interés por amigos y miembros de su familia, problemas al
comer o dormir, dificultades en el ambiente escolar y problemas
de comportamiento (Martínez, 2001).

El divorcio es la muerte del "juntos" el
final aparentemente del "para siempre" (David & Lisa Frisbie,
2006). La iglesia como agente de cambio debe educar, fortalecer,
y pedirle a Dios la sabiduría para ministrar a matrimonios
en crisis para evitar el divorcio. Partiendo de la norma
bíblica que lo que Dios unió no lo separa el
hombre, Dios provee las herramientas para ayudar a las personas
en su matrimonio. Primero, es muy importante la consejería
matrimonial antes de contraer nupcias. La consejería debe
ser por una persona guiada por el Espíritu Santo para que
de esta manera tanto la mujer como el hombre sepan y entiendan
cuál es su rol en el matrimonio y sobre todo el
propósito de Dios en su relación de pareja y estar
al tanto de su interdependencia.

En términos generales el divorcio
acarrea muchos males. En algunas circunstancias es mejor que el
divorcio ocurra antes de que suscite una desgracia familiar a
causa de la violencia doméstica, el suicidio y otros
males. En el siglo XXI se han agigantado los problemas que tienen
que ver con matrimonios problemáticos, violencia
doméstica, crímenes pasionales y divorcios. Sin
embargo, hay que estar conscientes del papel educativo que tiene
la iglesia como responsabilidad en la consejería de los
matrimonios. Jesús fue un defensor del matrimonio
instituido por Dios.

Él dijo que en un principio, (en
Génesis), lo que Dios creó con la primera pareja,
Adán y Eva, (Génesis 2:20-24), es el fundamento
sobre el cual se edifica la familia y la sociedad. El hombre y la
mujer separados uno del otro, están incompletos. El
matrimonio les da sentido de unidad y realización; es una
fortaleza que protege el amor e interés mutuos. Cuando
Dios creó la primera pareja los hizo idóneos para
cohabitar en amor y ayuda mutua para toda la vida. La
intención original de Dios era que el matrimonio produjera
unidad (Marcos 10:6-8). La advertencia en Marcos 10:9 es que lo
que Dios ha unido, no lo separe el hombre. Según
Jesús, el matrimonio es un compromiso para toda la vida y
es por eso, los votos y acuerdos matrimoniales se hacen ante Dios
(Mateo 19:6).

Hoy es abrumadora la cantidad de divorcios
que se registra en nuestras comunidades. Entre católicos
romanos y protestantes ha sido motivo de grandes debates todo lo
relacionado con el divorcio y el re-casamiento. El apóstol
Pablo menciona una serie de pecados que tienen que ver con
prácticas sexuales condenadas por Dios y que algunos de
los corintios habían practicado en su antigua manera de
vivir pero que con la gracia de Dios una vez que se arrepintieron
y aceptaron a Cristo como su Salvador fueron santificados y
justificados ante Dios (1 Corintios 6:9,11).

Alcoholismo y
Drogadicción

The Social WorkDictionary define
alcoholismo como la dependencia física o
psicológica del consumo del alcohol (Martínez,
2001). Esto puede causar tolerancia, compulsividad hacia la
substancia, evidencia de deterioro y disfuncionamiento social,
mental o físico en quien lo padece.

Define, también, abuso del alcohol
como el consumo de éste en una forma tal que dañe o
arriesge el bienestar del usuario o de aquellas personas con la
que ese individuo tiene contacto. Ese consumo aumenta la
frecuencia con la que el usuario puede causar accidentes, puede
llegar a ser físicamente violento, menos productivo o tal
vez a provocarse a sí mismo un daño físico
serio. Finalmente, se define como un patrón en el uso del
alcohol que menoscaba el funcionamiento social del usuario
(Martínez, 2001).

El patrón de conducta generalmente
asociado con el problema incluye una necesidad o deseo continuo
del alcohol, intentos inconsistentes de controlar la dependencia,
desórdenes físicos agravados por el uso del
alcohol, borracheras ocasionales, problemas en el trabajo como
resultado de la ineficiencia en las tareas realizadas o de las
ausencias, violencia y problemas de relaciones sociales
efectivas. Debido a que resulta poco común que todos estos
síntomas se manifiesten simultáneamente, es
común que la persona niegue que padezca de alcoholismo
(Martínez, 2001).

Por otra parte, The Social
Dictionary
define la drogadicción como el abuso de
sustancias químicas que resulta en una dependencia
fisiológica que afecta los tejidos corporales que se
requieren para funcionar (Martínez, 2001). En la ausencia
de esta sustancia, el individuo experimenta síntomas de
retirada. El abuso de drogas es el uso inapropiado de
sustancias

químicas que van en detrimento del
bienestar físico y mental del individuo que las consume
(Martínez, 2001).

A su vez, el DiagnosticStatistical
Manual (DSM-IV) refiere que la característica principal de
la dependencia de sustancias, incluidas las drogas y el alcohol,
consiste en un grupo de síntomas cognoscitivos, de
conducta y fisiológicos que indican que el individuo
continúa consumiendo la sustancia, a pesar de la
aparición de problemas significativos relacionados con
ella (Martínez, 2001). Los síntomas, mencionados a
continuación, deben presentarse en algún momento
dentro de un mismo período de 12 meses para que sea
diagnosticada la dependencia (Martínez, 2001):

  • Tolerancia- una necesidad creciente de
    la sustancia para obtener el efecto deseado.

  • Abstinencia- el desarrollo de un
    síndrome debido al cese o disminución en el uso
    de una sustancia que ha sido utilizada de manera prolongada.
    Este síndrome causa deterioro en el área
    social, ocupacional u otra área importante del
    funcionamiento general de quien lo padece.

  • La sustancia es tomada con frecuencia
    en cantidades mayores o durante un período más
    largo de lo que inicialmente se pretendía.

  • Existe deseo persistente o esfuerzos
    infructuosos de controlar el consumo de la
    sustancia.

  • Se toma mucho tiempo en actividades
    relacionadas con la obtención de la sustancia o en la
    recuperación de los efectos de la misma.

  • Disminuye la participación en
    actividades sociales, laborales o recreativas debido al
    consumo de la sustancia.

  • Continúa utilizando la sustancia
    a pesar de que el individuo es consciente de los problemas
    psicológicos o físicos que pueden ser causados
    por el consumo de la sustancia.

En la revisión de la literatura
relacionada con la problemática del alcoholismo y la
drogadicción, se observan varios aspectos útiles
para su análisis. Estos incluyen los referentes al
problema mismo como consecuencia de un núcleo familiar con
patrones de conducta disfuncionales, aquellos relacionados con la
presión de grupo, ejercida especialmente por los pares de
los adolescentes; los valores culturales transmitidos que inciden
en el problema; los que resultan directamente de trastornos
físicos (Martínez, 2001).

Para la investigación de los temas
relacionados, es necesario indicar que en la actualidad existen
distintos enfoques que se consideran confiables, aunque procedan
d estudios limitados o parciales realizados fuera de Puerto Rico
(Martínez 2001):

Alcoholismo

El ser humano ha usado el alcohol con
diversos propósitos; históricamente, ha utilizado
el alcohol en rituales religiosos, en la confección de
medicinas o de alimentos o para celebrar eventos de relevancia.
En muchos países, incluyendo Puerto Rico, el uso del
alcohol forma parte de la vida social y es la droga legal
más común y permitida por nuestros patrones
culturales, a pesar de que existen controles por edades y por
lugares de consumo, que muchas veces tampoco se cumplen. Esta es
la razón principal por las que sus implicaciones
negativas, emocionales y

sociales, no son siempre atendidas ni
reconocidas. Se ha estudiado que, en el país, la
población que mayormente consume alcohol es
predominantemente joven y en edades productivas (Moscoso, 1995
citado en Martínez, 2001).

El alcoholismo en Puerto Rico ha sido
identificado, en los últimos años, como un factor
que contribuye a otros grandes problemas, tales como algunas
enfermedades fisiológicas, divorcios, pérdida de
ingresos, suicidios, homicidios y delincuencia. El uso excesivo
del alcohol afecta directa e indirectamente a todas las personas
que de una manera u otra, entran en relación con aquel que
lo ingiere en exceso; familiares, amigos, vecinos,
compañeros de trabajo y patronos. Conviene señalar
el tipo de relación inadecuada que se genera entre el
alcohólico y los demás miembros de su entorno
familiar y social cuando éstos se sienten responsables o
culpables de dicha problemática. También conviene
señalar el nivel de tolerancia hacia la conducta del
alcohólico que los demás miembros de la familia
desarrollan, lo cual permite mantener los patrones disfuncionales
existentes (Martínez, 2001).

El alcoholismo es un problema familiar, ya
que afecta a todos los miembros de la familia. El uso excesivo de
bebidas alcohólicas afecta el funcionamiento social, la
estabilidad, la unidad, las actitudes, los valores, la
economía y la salud física y mental de una familia.
También puede incidir en la habilidad para llevar a cabo
las responsabilidades de cada miembro de la familia, su
autodisciplina, la manera de conducir su vida, de relacionarse
con otras personas y de expresar sentimientos. Además,
trae como secuela otros males sociales, tales como la
adicción a drogas narcóticas, delincuencia juvenil,
rompimiento del hogar y desajustes emocionales (Martínez,
2001).

El sistema alrededor del alcohólico
cambia para acomodarse a éste, por lo que el
alcohólico de debe tratar en términos de sus
relaciones familiares y no como un individuo aislado. El
alcohólico muchas veces se incapacita y delega sus
responsabilidades paternales y primarias en su cónyuge, en
cualquier otro familiar o amigo. En el caso del esposo
alcohólico, generalmente es la esposa quien asuma la
jefatura del hogar, y por consiguiente, la responsabilidad de
asegurar también el sustento de la familia
(Martínez, 2001).

Los miembros de cada familia no reaccionan
igual frente a las distintas etapas del problema. En las etapas
iniciales del problema, la mayor parte de las familias niegan que
alguno de ellos esté bebiendo excesivamente y niegan el
disfuncionamiento familiar. Hay una tendencia a responsabilizar a
factores externos de los problemas y a buscar soluciones a
través de la manipulación del ambiente familiar.
Ante esta situación, prevalecen dos reacciones
principales: una creciente hostilidad y resentimiento entre todos
los miembros, que trae como consecuencia el daño de las
relaciones interpersonales y una distorsión o
pérdida de los roles familiares normales, lo que puede
llevar a los miembros a un estado de ansiedad y conflicto
(Martínez, 2001).

Lo antes mencionado es de pertinencia para
la sociedad puertorriqueña por encontrarse ésta en
un período de transición, que se evidencia en los
cambios surgidos en los valores y las costumbres. Estos
constituyen una fuente de preocupación en relación
a cómo estos cambios pueden trastocar el funcionamiento
social de la familia. Parte relevante en la discusión del
problema es la observación respecto al gran número
de los jóvenes estudiantes del Puerto Rico de hoy que
consume alcohol. Varios estudios realizados anteriormente
coinciden en afirmar que la utilización del alcohol
aumenta en esta etapa del desarrollo, lo que se fomenta, a su
vez, por patrones culturales transmitidos de generación en
generación (Martínez, 2001).

Drogadicción

El consumo de drogas ilícitas se ha
transformado en un problema que concierne tanto a países
desarrollados como a aquellos que están en vías de
serlo; Puerto Rico no es la excepción. El uso de drogas no
tan sólo afecta el funcionamiento fisiológico,
intelectual, social y económico del individuo, sino que
además puede promover conductas delictivas y violentas.
Existe una fuerte conexión entre los aspectos sociales,
culturales, médicos, legales y morales que promueven o
inciden en dicha problemática (Martínez,
2001).

Los factores socioculturales intervienen en
el tipo de uso que lleva a cabo y determinan cual o cuales son
admisibles para cada grupo en particular. Los jóvenes, al
inicio del consumo de drogas ilícitas, tienden a
combinarlas con algún tipo de bebida alcohólica. La
presión de grupo también es un factor
preponderante, igual que vimos en el análisis del
alcoholismo. Durante la adolescencia se forma la identidad
personal. Los jóvenes enfrentan un sinnúmero de
demandas sociales y lo que piensen sus pares tiene mucho peso al
igual que sentirse admitidos al grupo. Por esta razón
puede ser decisiva la presión que ejerzan sus pares para
que utilizar drogas ilícitas (Torres, 1990 citado en
Martínez, 2001).

La influencia que ejerce el núcleo
familiar en la formación del individuo, es otro de los
factores asociados a la drogadicción. Los seres humanos se
perciben a sí mismos y al ambiente que los rodea
básicamente de acuerdo con las experiencias vividas en el
núcleo familiar donde se desarrollan. Si este
núcleo no realiza un intercambio efectivo de
información entre sus

miembros, la percepción de sí
mismos y del ambiente podría afectarse seriamente. El que
un individuo, desde temprana edad, tenga contacto directo con
adultos que estén involucrados en la drogadicción,
facilitará la creación de estereotipos que
visualizan dicha conducta como positiva (Martínez,
2001).

La drogadicción tiene
características diferentes, según el grupo social
de cada país que la utiliza. Aun así, existe un
denominador común: se entiende que los jóvenes
forman el grupo de más alto riesgo en el consumo de drogas
ilícitas. En un estudio, (Garrido, 1986 citado en
Martínez, 2001), realizado en México, se
identificó que el porciento mayor en la utilización
de fármacos se encontraba entre los jóvenes de 11 a
20 años, mayormente del sexo masculino; el 15.8 por ciento
indicó haber utilizado varios tipos de drogas,
especialmente inhalantes, tranquilizantes o marihuana. En otro
estudio, se observó que la marihuana y los inhalantes son
las drogas ilícitas más utilizadas por los hombres
y los tranquilizantes por las mujeres (Ortiz, 1992 citado en
Martínez, 2001).

En un estudio realizado en Chile, se
identificó que el 70% de los jóvenes habían
consumido alcohol, el 7.3% marihuana, el 2.5% tranquilizantes y
el 1.9% estimulantes (Florenzano, 1989 citado en Martínez,
2001). Por otro lado, en una investigación llevada a cabo
en Ecuador, se observó que los hombres tienden a consumir
drogas ilícitas más que las mujeres; en una
proporción de diez a uno (Bonilla y Andrade, 1989 citado
en Martínez, 2001).

En Puerto Rico entre un 6% y un 10% de los
empleados de cualquier tipo de organización pública
o privada, han presentado problemas asociados con el consumo de
alcohol o drogas (Martínez, 2001). Entre éstos, se
mencionan los actos de violencia, robos, accidentes, la frecuente
utilización de los planes médicos, las tardanzas y
el ausentismo.

A la problemática asociada al
consumo de drogas es necesario agregar la que identifica a Puerto
Rico como un punto estratégico para la distribución
y venta de drogas ilícitas. A pesar de las gestiones
realizadas al respecto por las agencias que trabajan con la
seguridad social, el problema continúa. Aunque las
autoridades señalan que se ha reducido la
distribución de drogas en Puerto Rico debido a cambios
estratégicos orquestados por sus distribuidores y al
encautamiento de narcóticos, todavía se calcula que
entre un 20% y un 30% de la cocaína que se consume en los
Estados Unidos entra por algún punto del Caribe,
especialmente por Puerto Rico (Dávila, 1997 citado en
Martínez, 2001).

También se documentan otros aspectos
relacionados con la utilización de menores, tales como:
los códigos de silencio, las instrucciones que reciben los
vendedores, el pago por el trabajo realizado, la naturaleza de
las transacciones, los intereses particulares que desarrolla el
menor involucrado. Por otro lado, se examina la presión
emocional a la que están expuestos estos niños, la
agresividad y hostilidad que desarrollan contra el vendedor y el
ambiente social que los rodea, los efectos en su desempeño
escolar, así como las dimensiones legales del problema
(Martínez, 2001).

Suicidio

Puerto Rico se ha convertido en una
sociedad violenta. El maltrato y abuso de menores, el maltrato
conyugal, el crimen, la violencia institucional y el suicidio son
manifestaciones de una sociedad que ha legitimado el uso de la
violencia como solución a los problemas, y ha relegado
otras formas para la solución de los conflictos
(Martínez, 2001).

Entre los grandes problemas
contemporáneos que enfrentamos figuran los siguientes: la
escasa comunicación en la familia, el desempleo, la
deserción escolar, la criminalidad, el deterioro
ambiental, el alto costo de la vida, el uso y abuso de alcohol y
drogas, el consumismo desmedido, el SIDA, las pocas oportunidades
para la juventud y la pobreza. Estos problemas perjudican la
calidad de vida de los puertorriqueños (Martínez,
2001).

El conjunto de estas situaciones, sumado a
los cambios acelerados en las estructuras económicas y
sociales, estimulados por las políticas neoliberales,
crean condiciones para que la sociedad padezca serios problemas
de adaptación. En este clima de inestabilidad y
desasosiego, muchos puertorriqueños se frustran al
sentirse incapaces de cumplir con las expectativas sociales y
estándares de éxito establecidos por la sociedad.
Los medios de comunicación contribuyen con este clima de
desesperanza al exaltar los aspectos negativos de la vida
cotidiana. Así se dan las condiciones propicias para que
mucha gente opte por suicidarse (Martínez,
2001).

El suicidio en Puerto Rico es una
manifestación más del estado de violencia que
vivimos. De hecho, hay quienes plantean que el suicidio es la
expresión más extrema de la violencia, por ser
autoinfligida (Martínez, 2001).

Definir el suicidio en términos de
la consumación del acto de quitarse la vida, es una
perspectiva fracturada y limitada ya que lo supone un acto
espontáneo y aislado. La muerte por suicidio es
sólo la última etapa dentro de un continuo que
abarca una serie de acciones previas tales como el plan, la idea,
la amenaza y el intento. Visto desde esta perspectiva, el
comportamiento suicida se define como un amplio espectro de
condiciones que incluye ideas, amenazas, intentos y la
consumación (Pfeffer, 1986 citado en Martínez,
2001).

El problema del acopio de las
estadísticas sobre los casos de suicidio podría
atribuirse a diferentes causas. En el caso de las
estadísticas de la Policía, la falta de
adiestramiento a los oficiales podría contribuir a que se
documenten muertes por suicidio como accidentes. En los casos en
lo que el suicidio se debe a: ahorcamiento, o uso de armas de
fuego resulta relativamente sencillo de computarlos. En aquellos
en lo que el método para quitarse la vida es más
sutil (uso de medicamentos, productos químicos o un
accidente automovilístico provocado), podrían
documentarse como accidentes. Según especialistas,
numerosas defunciones por accidentes son en realidad suicidios
disfrazados (Martínez, 2001). El personal de la
Policía de Puerto Rico no tiene un adiestramiento
especializado para identificar los casos de suicidio,
según afirman expertos en el área.

La segunda fuente donde se obtienen los
datos de suicidio son las estadísticas del Departamento de
Salud. Cuando un paciente llega a una sala de emergencia por un
intento suicida, los planes médicos no cubren los
servicios que se le ofrecen, porque sólo cubren los
servicios que están bajo un diagnóstico
clínico. Esto podría tener el resultado de que
intentos suicidas, como cortarse las venas y envenenarse se
documenten en el expediente médico como "heridas con
objeto punzante o intoxicación médicomentosa
accidental" y no como suicidios o intentos suicidas
(Martínez, 2001).

Otra área donde podrían
escapar algunos casos de suicidio son las situaciones en las
cuales el suicida tiene un seguro de vida. Las pólizas de
seguro, en general, no pagan por las personas que mueren a causa
por suicidio. Los familiares podrían estar interesados en
que el acta de defunción indique otra causa de muerte y
así el seguro pague la póliza (Martínez,
2001).

La mayoría de las muertes por
suicidio reseñadas en la prensa han sido de adultos en
edades productivas. El 90% de estas muertes han sido de varones
entre las edades de los 20 a 55 a años. Un factor que
incide con frecuencia en las muertes por suicidio y que
está vinculado con la mujer, es la violencia
doméstica. Un 24.4% de las situaciones reseñadas en
la prensa en 1997, estuvieron vinculadas a la violencia
doméstica. El 60% de estas situaciones, la persona que se
suicidó había asesinado a su pareja o a un familiar
(Martínez, 2001).

Se puede observar que los métodos
más utilizados para cometer suicidio fueron el
ahorcamiento, el uso de armas de fuego y explosivos y el
envenenamiento mediante sustancias sólidas o
líquidas (Ver Apéndice A). El hecho que el
ahorcamiento sea el método más común
podría deberse a que es más fácil, lo que
dificulta la prevención. En el caso de los suicidios con
armas de fuego, preocupa el hecho de que un número
significativo de que muchas víctimas son policías,
oficiales de custodia y personas que prestan servicios de
vigilancia y seguridad (Martínez, 2001).

Estas personas, por lo general, padecen de
un alto nivel de tensión y, al mismo tiempo, validan el
uso de la violencia como resultado de la naturaleza de sus
trabajos. Por otro lado, preocupa la portación ilegal de
armas en un sector creciente de la población. En el caso
del envenenamiento mediante sustancias, se podría
argumentar el hecho de que existe poco control sobre sustancias
que podrían ser letales (Martínez,
2001).

El suicidio ha sido considerado siempre
como un pecado grave, ya que usurpa el dominio de Dios sobre la
vida. Sin embargo, más que acusar al suicida, la sociedad
debiera examinarse para descubrir las causas que conducen a este
tipo de opciones personales, ya que rara vez el suicidio tiene
una malicia deliberada de rebelión destructora frente a
Dios. Más bien es la expresión de personas
depresivas, psicópatas o enfermizas, incapaces de
enfrentarse con situaciones que otras personas llegarían a
superar.

Es rara la vez que alguien decide
suicidarse sin pensarlo de antemano. Durante las horas y los
días antes de que una persona se quite la vida,
generalmente hay signos y advertencias. Los signos más
fuertes e inquietantes son verbales "no puedo seguir adelante",
"ya nada me importa" o incluso "estoy pensando en acabar con
todo". Los comentarios de esta índole hay que tomarlos
siempre en serio.

Situaciones por las que una persona llega a
suicidarse:

  • Estado de depresión o
    abandono

  • Comportamiento temerario

  • Poner orden en los asuntos y regalar
    posesiones de valor

  • Un cambio radical en el comportamiento,
    actitud o apariencia

  • Abuso de drogas o alcohol

  • Sufrir una pérdida importante o
    cambio de vida

Comportamiento

  • Llantos

  • Peleas

  • Infracciones a la ley

  • Irreflexiones

  • Auto herirse

  • Escritos acerca de la muerte y
    suicidio

  • Comportamiento previo de
    suicidio

  • Extremos en el
    comportamiento

  • Cambios en el comportamiento

Pensamientos y emociones

  • Pensamientos hacia el
    suicidio

  • Soledad- Falta de apoyo de la familia y
    amigos

  • Rechazo, sentirse marginado

  • Profunda tristeza y
    culpabilidad

  • Incapacidad de enfocar las
    cosas

  • Soñar despierto

  • Ansiedad y estrés

  • Inutilidad

  • Pérdida de auto
    estimación

Treinta y nueve jóvenes entre 18 y
24 años se han suicidado colectivamente en California. La
noticia produce siempre una sensación mixta de
incredulidad y de alarma roja. Lo que se lleva ahora es el
suicidio colectivo o suicidio en compañía, que
rompe la imagen tradicional del suicida como persona no integrada
en la sociedad. Esta nueva modalidad refleja la
integración más absoluta de la personalidad
colectiva tan fuerte que prácticamente suprime la
autonomía del individuo. El fenómeno implica la
inversión patológica de los valores religiosos que
lleva a la pérdida del sentido de la vida
personal.

Los integrantes del grupo que explicaban
sus creencias a través de internet, se suicidaron de tres
en tres con una mezcla de alcohol y barbitúricos. Las
creencias de este tipo de personas explicaban por internet que la
secta esperaba ser rescatada de la tierra por una nave sideral
que venía detrás del cometa Hale Boppen su
espectacular recorrido por el espacio. Reconoce que el suicidio
es una forma aceptable para que los seguidores accedan a un
estado de vida superior.

El suicidio es pretender uno mismo hacer el
papel de Dios y decidir cuándo debe terminar nuestra
carrera terrenal. En el fondo de este problema se puede percibir
la idea de que, al menos en ciertas circunstancias, uno puede
hacer el papel de dios y que esto, está perfectamente bien
lo cual es incorrecto.

Los pecados que hemos cometido tienen
solución, pero si rechazamos esa única
solución que Dios ofrece, Satanás muy pronto
ofrecerá la suya como lo es el suicidio. Dios promete
personarnos y restaurarnos, pero Satanás trata de
convencer a sus víctimas que para ellos es mucho mejor la
muerte que la vida. Todos cuantos se suicidaron entre los
personajes bíblicos, conocieron a Dios, tuvieron la
oportunidad de servirle, arrepentirse y corregirse, pero no lo
hicieron. Por el contrario, algunos fueron criminales y mataron
gente a sangre fría. Hay una gran diferencia entre un
pecado que tiene la oportunidad de reconciliarse con Dios, y un
pecador que cierra todas las puertas. La única que le
queda ampliamente abierta es la garganta del diablo que se llama
suicidio.

Satanás convence a su víctima
de que dejará de sufrir, o tal vez valiéndose de
algún consejero, le persuade de que irá al cielo,
le da valor suficiente para suicidarse, porque los valientes de
Satanás a menudo remachan su valor con el suicidio. El
suicidio es la manifestación más elocuente de la
cobardía. Y la Biblia habla así de los cobardes:
"pero los cobardes e incrédulos, los abominables y
homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y
todos los mentirosos tendrán su parte en el lago de fuego
y azufre, que es la muerte segunda" (Apocalispsis 21:8). Esta
lista infernal está encabezada por los
cobardes.

En P.R. existe la ley núm. 227 del
22 agosto del 22 de agosto del año 1999 llamada Ley para
la Implantación de la política y pública en
Prevención del Suicidio. Donde establece que el suicidio
en Puerto Rico es un problema social y de salud que está
alcanzando grandes proporciones. Según datos de la
Organización Mundial de la Salud, cada año
más de 800,00 personas se quitan la vida. En Puerto Rico
se observa en todos los grupos de edad.

La política pública que
mediante esta Ley se implanta reconoce:

  • El suicidio como un problema de la
    sociedad puertorriqueña el cual tenemos la
    obligación de afrontar.

  • El efecto del estigma social asociado a
    las condiciones de salud mental que impiden a una persona
    buscar la ayuda que necesita cuando se encuentra en riesgo de
    suicidio.

  • Además, el estigma social afecta
    grandemente a las familias y hace difícil su regreso a
    la vida normal y productiva.

  • El suicidio como un peso
    económico indeterminable al Estado en términos
    del potencial de las vidas perdidas y costos médicos
    incurridos, entre otros.

  • El suicidio como un problema complejo,
    multifactorial (biológico, psicológico, y un
    problema social).

  • Que a pesar de ser un problema que se
    puede prevenir, hay gran urgencia de desarrollar programas
    más efectivos en la prevención.

  • Los esfuerzos de prevención
    nunca son suficientes, siempre hay algo que aportar por lo
    cual debemos maximizar nuestros esfuerzos.

Mundialmente ha predominado la
visión de los puertorriqueños como seres alegres,
amigables, comunicativos, fiesteros, simples, humildes, por
mencionar algunas de las características que más se
han resaltado a través de la historia. Puerto Rico es un
país en el cual la mayoría de las personas son
criadas con bases cristianas. Nuestra cultura nos enseña
desde niños a valorar la vida, a celarla con el mayor
ímpetu posible. El cristianismo predica que el suicidio es
un pecado castigado por Dios, ya que es un rechazo al regalo de
la vida. Se nos enseña que la vida es valiosa porque es
sólo una, y una, y por tanto todos los actos que se
cometen en su contra son repudiados
(http://suicidioenpr.wordpress.com/2008/05/21el-suicidio-en-puerto-rico/)

Sin embargo, a pesar de esto existen
personas que prefieren dejar de vivir. Resulta que ante una
sociedad que se enfrenta a constantes cambios económicos,
culturales, políticos, espirituales y sociales, se ha
predispuesto el suicidio. Durante los últimos años
todos los estratos de la sociedad puertorriqueña han
sufrido alteraciones. Por ejemplo, la economía se ha
encontrado en un perpetuo estancamiento que promueve el aumento
en el costo de vida y provoca la inestabilidad laboral y la
incertidumbre social. Vivimos en una sociedad en la cual las
prioridades han cambiado. Nuestras vidas se rigen por el
estrés, el trabajo, las cuentas por pagar, los quehaceres
del hogar, la familia, los compromisos, etc. Vivimos en una
sociedad competitiva y enfocada en lo material, donde diariamente
enfrentamos un ajoro colectivo. Este ritmo de vida ha provocado
que nuestras prácticas culturales cambien a un nivel tan
acelerado como el que experimentamos en nuestro día a
día. Lo que antes tardaba siglos por cambiar hoy se olvida
en un abrir y cerrar de ojos
(http://suicidioenpr.wordpress.com/2008/05/21/el-suicidio-en-puerto-rico/).

Tales condiciones crean un ambiente
propicio para el aumento de males sociales como las drogas, el
alcohol, la prostitución, los robos, los asesinatos, la
miseria y la pérdida de valores, entre otros que
repercuten directamente en el individuo, la familia y la
sociedad. Es así como el individuo llega a considerar el
suicidio como escape para su sufrimiento, desesperación,
posible sentimiento de culpa, enajenamiento, o complejo de
inferioridad resultante.

Según se establece en el
artículo "Consideraciones sobre el suicidio en Puerto
Rico" del periódico Claridad, en Puerto Rico ocurren un
promedio de 300 suicidios al año sin contar aquellos que
no son registrados. En el año 2007 el Instituto de
Ciencias Forenses (ICF) reportó un total de 292 suicidios
con un alza en los suicidios de menores de 18 años.
Según la Policía de Puerto Rico, desde enero hasta
mayo del 2008, 92 personas se han quitado la vida. Si comparamos
a Puerto Rico con otros países de América Latina
estamos entre los primeros 7 lugares de mayor incidencia de
suicidio
(http://suicidioenpr.wordpress.com/2008/05/21/el-suicidio-en-puerto-rico/).

Aunque el suicidio es un acto meramente
personal, también es directamente social, ya que
basándose en los valores, ideas y creencias, el suicidio
es el resultado de la autopercepción del individuo de
acuerdo a la sociedad en que se desenvuelve.

En los últimos años se ha
notado un aumento en los esfuerzos publicitarios para la
prevención del suicidio en Puerto Rico. Entre estas
propagandas se encuentran campañas televisivas, prensa
escrita y radial, y grupos sociales que se dedican a llevar el
mensaje de prevención. Ejemplo de esto lo es el
surgimiento reciente de la campaña publicitaria "No te
Quites". Desarrollada por Uno Radio Groupy el
periódico Primera Hora, su mensaje ha impactado de tal
manera que ha creado hasta su propio estilo de graffiti (el
ejemplo más común lo es el despliegue del
slogan : "No te quites" en los automóviles). Esta
campaña tiene como objetivo lograr la prevención
del suicidio mediante una labor de concienciación social,
reconociendo así que el suicidio es un problema que afecta
todas las edades y clases sociales en Puerto Rico
(http://suicidioenpr.wordpress.com/2008/05/21/el-suicidio-en-puerto-rico/).

Seguridad
Social

En Puerto Rico, desde la década de
los sesenta, se refleja un aumento de la violencia y la
criminalidad. La preocupación de los pobladores de la
Isla, reflejada en las encuestas de opinión pública
y la inversión de la gente en garantizar su seguridad
personal son muestra de esto. En varias encuestas realizadas en
las dos últimas décadas se observa que la mayor
preocupación de la población es la criminalidad
(Editorial, El Nuevo Día, 21 de enero de 1997 pág.
8, citado en Martínez, 2001).

A la sociedad puertorriqueña no
sólo le preocupa la cantidad de delitos prevaleciente que
se documentan a diario, sino también el nivel de violencia
que se refleja en los mismos. Un elemento que refleja el nivel de
violencia en los crímenes es el uso de armas de gran
potencia (Estades, 1998, citado en Martínez, 2001). La
criminalidad, no sólo ha aumentado en cantidad sino en el
nivel de violencia. Resulta importante observar que los delitos
contra la propiedad han disminuido y los delitos contra la
persona han aumentado.

Partes: 1, 2

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