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El desarrollo de las comunicaciones y el proceso de desarrollo




Enviado por Pablo Turmero



Partes: 1, 2

  1. La
    comunicación en los sistemas
    nacionales
  2. Las comunicaciones
    como móvil
  3. La economía
    como móvil
  4. Algunas
    implicaciones políticas

A medida que las naciones van pasando de las pautas de
la sociedad tradicional a las de la moderna sociedad industrial,
se producen espectaculares progresos en sus comunicaciones. Desde
un punto de vista, los adelantos en las comunicaciones son fruto
de la evolución económica, social y
política, que es una parte del crecimiento nacional. Desde
otro punto de vista, sin embargo, figuran entre los
artífices y promotores de esa evolución. El
propósito de este artículo es explorar esta
interacción y buscar una base que permita
entenderla.

La
comunicación en los sistemas nacionales

Hablaremos a menudo de sistemas nacionales y,
ocasionalmente, sistemas de comunicaciones. Permítasenos
comenzar indicando qué entendemos por
"sistema".

Cuando nos referimos a un sistema, queremos significar
un conjunto delimitado de elementos interdependientes. Las
palabras claves son interdependientes y
delimitado. Por "interdependencia" entendemos una
relación de partes, en las cuales cualquier cosa que le
ocurra a un componente de un sistema afecta, aunque sea muy
débilmente, el equilibrio y las relaciones de todo el
sistema. Por "delimitado" entendemos un estado cuyos componentes
se hallan tan relacionados entre sí que resulta posible
indicar dónde termina el sistema y dónde empieza su
contorno.

Por lo tanto, las personas y los grupos organizados son
sistemas, ya que todos son seres vivos. Las organizaciones
configuran la condición de un sistema cuando sus diversos
componentes están ampliamente reconocidos y se sienten
estimulados a persistir, aun cuando los individuos que
actúan en esos papeles puedan ser remplazados; cuando las
líneas de comunicación que unen a los roles entre
sí están establecidas y reconocidas en general; y
cuando los miembros se hallan compenetrados en alguna medida de
los distintos aspectos de la organización. Ésta
llega a ser algo más que armazón y algo más
que líneas jerárquicas trazadas sobre un papel.
Resulta algo semejante a un "organismo", con entrada y salida, un
transformador de energía, un estado firme y las
demás características de un sistema de
comportamiento. Además, la organización desarrolla
un modo característico de comportarse, que aprendemos a
reconocer. (…)

En términos muy generales, todos los sistemas de
conducta, cualquiera sea su complejidad, parecen obrar de la
misma manera: tratan de elevar al máximo el nivel de
funcionamiento deseado, y minimizar la tensión y el
esfuerzo asociados. Su funcionamiento adecuado refleja
necesidades, objetivos, valores. Esos niveles de tensión y
de esfuerzo expresan las dificultades, las frustraciones y el
empeño que supone el comportarse de una manera
determinada. Un sistema cerrado muy simple –que no tiene
relaciones importantes de entrada y salida con respecto a su
ambiente– quizá pueda alcanzar un equilibrio entre
necesidades y funcionamiento, y seguir obrando en un nivel
relativamente desprovisto de tensión. Un sistema "abierto"
–todos los seres humanos y las organizaciones sociales son
sistemas abiertos- está sujeto a presiones externas que
deben conciliarse con las presiones internas. Todo sistema
relativamente complejo implica muchas actividades adecuadas; una
buena administración requiere algunos compromisos entre
ellas. Cualquier sistema relativamente complejo pondrá un
acento especial, en un momento dado, sobre alguno de sus
componentes: una buena administración requiere que ese
acento se distribuya lo más equitativamente posible y se
mantenga en todo lo posible por debajo del nivel en que tal vez
llegaría a ocasionar serios desafíos. En
consecuencia, puesto que ni de la mejor administración
difícilmente cabría esperar que eliminase
totalmente la tensión, la meta de una dirección
consiste en obrar dentro de un nivel tolerable de tensión.
Esto se asemeja a lo que llamamos "estado firme" de un sistema
biológico y podemos decir, sin forzar demasiado la
expresión, que también un sistema social aprende a
actuar en un estado firme. Así como un cuerpo sano
mantiene su temperatura dentro de los límites de los 37
grados, un sistema social sano procura parece mantener la
tensión dentro de ciertos límites, atendiendo a la
mayor cantidad posible de necesidades y objetivos; y, aun cuando
esa tensión registre fluctuaciones, trata de mantener los
límites máximos de variación dentro de
extremos tolerables.

Casi todos los sistemas pueden resistir altos niveles de
tensión por un breve período. Algunos son capaces,
aparentemente, de soportar tensiones más altas que otros;
es probable que en un sistema controlado con firmeza, como el de
un Estado comunista, se den niveles medios de tensión
más elevados que en un sistema como el nuestro. Debe
insistirse en que el estado de salud óptima de un sistema
no consiste en la ausencia completa de tensión, sino
más bien en una tensión "equilibrada". Puesto que
una ausencia de tensión daría probablemente como
resultado un estancamiento, una falta de atención
vigilante y de adaptabilidad. Quizás hasta sería
necesaria cierta dosis de continua tensión para la
supervivencia de la sociedad.

Centraremos la atención en los elementos
cognoscitivos de un sistema de comportamiento. Por lo que se
refiere a la persona humana, deberían interesarnos en
primer lugar los comportamientos de los "sistemas" sensorial y
nervioso. De estos comportamientos forman parte la
obtención de informaciones provenientes de distintas
partes del medio exterior y distintas partes del cuerpo mismo, el
almacenaje y la recuperación de las informaciones, el
ordenamiento, sistematización y evaluación que
intervienen en una decisión, la circulación de las
informaciones hasta los centros de acción y,
especialmente, la preparación de órdenes que
determinan el envío de mensajes al medio
exterior.

Permítasenos pensar en los tipos de
comunicación que un pequeño grupo organizado, por
ejemplo, una tribu primitiva, se vería obligado a emplear.
Tendría que apostar guardias encargados de informar acerca
de las amenazas y oportunidades (una tribu enemiga que se
acercase, una manada de búfalos al alcance de los
cazadores). Habría un consejo tribal para decidir lo
tocante a la solución de las necesidades, objetivos por
lograr y política por seguir. Si los miembros de la tribu
no están todos juntos, habría sin duda mensajeros
encargados de llevar informaciones y órdenes del consejo.
En caso necesario, se designaría una persona para llevar
un mensaje a una tribu vecina, negociar o traficar. Los ancianos
de la tribu deberían actuar como custodios de la historia,
de las costumbres y de las habilidades, y transmitir parte de
estos conocimientos a los miembros jóvenes del grupo. La
tribu tendría quizás un bardo que entretuviera al
público. En otras palabras, la tribu primitiva
institucionalizaría la mayor parte de los procedimientos
de comunicación del individuo.

En una aldea de Asia meridional se cumplen actualmente
todas estas funciones y puede comprobarse la existencia de varias
instituciones de ese tipo. Las diferencias provienen de la
intromisión de sistemas más elevados y de
comunicaciones más desarrolladas. Esto significa que los
representantes de los gobiernos estadual y nacional intervienen
en la vida de la aldea; los objetivos nacionales devienen en
parte un factor determinante de las decisiones locales; la radio
nacional, el diario regional, el programa de informaciones
nacionales, algo del sistema escolar nacional, las carreteras
nacionales y del estado, los ómnibus y los viajeros, todos
entran en la aldea. La aldea es, pues, un sistema más
plenamente "abierto" que el que habría sido la tribu y se
halla "abierto" a las fuerzas de cambio.

En el Estado industrial, estos papeles están a
cargo de organizaciones complejas: mecanismos para la
obtención de noticias, investigaciones científicas
y otras fuentes complicadas de conocimientos; los medios
impresos, la radio y el cine; la red de escuelas, bibliotecas,
computadoras y recursos para almacenar, localizar y comunicar
informaciones; la maquinaria del gobierno y la opinión
pública; el aparato para las comunicaciones
internacionales, a través de la diplomacia, los medios de
masa, el comercio y el contacto personal; las medidas para
extender las comunicaciones interpersonales por medio de
multiplicadores como el teléfono, el telégrafo, los
discos y el servicio postal; y todas las medidas en materia de
entretenimientos a través de los medios de masa y la
organización en gran escala de espectáculos
deportivos. La proporción y el volumen de las
comunicaciones han aumentado enormemente y el área de la
interconexión se ha ampliado en forma notable.

Si los visitantes de la región Alfa Centauro nos
miran desde sus naves espaciales, podrán observar menos
diferencias entre los primeros y los últimos modelos de
comunicación social que nosotros. Notarán que las
comunicaciones ostentan una relación peculiarmente
orgánica con la sociedad. No es algo separado del resto de
la sociedad: se trata realmente de una sociedad
comunicadora
. Sin embargo, su función varía
más en grado que en género. En la última
etapa es más rápida, más compleja,
más extensa, pero esencialmente cumple casi el mismo fin.
Tanto en un Estado moderno como en un Estado tradicional, maneja
las actividades cognoscitivas de la sociedad. Deja atrás y
sobrepasa las señales de peligro de la tensión
naciente, las señales de la necesidad, las señales
de la oportunidad para satisfacer las necesidades, las
señales de la decisión mediante la cual el
organismo trata de maximizar su conveniente funcionamiento,
minimizar la fuerza y tensión asociadas, y mantener
interior y exteriormente un satisfactorio equilibrio operativo.
La función de las comunicaciones consiste en hacer
cualquiera de estas cosas que la sociedad requiera.

La estructura de las comunicaciones sociales refleja,
así, la estructura y el desarrollo de la sociedad. El
volumen de la actividad de las comunicaciones –el
desarrollo de los medios de masa y sus audiencias, la
transferencia de los roles de comunicación individual de
la sociedad tradicional a las organizaciones, la extensión
y multiplicación de las cadenas de comunicaciones- refleja
el crecimiento económico de una sociedad. La propiedad de
las facilidades y servicios de comunicación, el
uso intencional de las comunicaciones, los
controles de las comunicaciones, reflejan el desarrollo
político y la filosofía de una sociedad. El
contenido de las comunicaciones en un momento dado
revela la pauta de valor de una sociedad. Los tipos de
redes de comunicaciones que determinan por dónde
circulan las informaciones y quién las comparte con
quién, reflejan la homogeneidad de la cultura y de la
geografía dentro de una sociedad. (…) Sólo
mediante una disección muy brutal, por lo tanto, es
posible separar la comunicación social de la sociedad y,
una vez completada esa disección, ambas partes del
organismo habrán muerto. Las facilidades y servicios de
comunicación integran la estructura viviente de la
sociedad, y el acto de la comunicación forma parte de la
función viviente de la sociedad. Las comunicaciones crecen
y cambian con la sociedad, porque son algo que la sociedad hace.
Son una de las maneras en que la sociedad vive.

Cabría suponer, por lo que acabamos de decir, que
hablar de interacción entre desarrollo
económico y desarrollo de las comunicaciones es algo tan
poco realista como tratar de resolver el problema del huevo y la
gallina. Mas esto no es estrictamente cierto. Si bien la
economía y la comunicación son orgánicas
dentro de la sociedad y ninguna puede desarrollarse en gran
magnitud sin un desarrollo paralelo de la otra, sin embargo,
actúa poderosamente una sobre otra. Desarrollo
orgánico no significa necesariamente un desarrollo en el
cual un componente no afecte al otro. Basta pensar en la
personalidad trascendente y en los cambios físicos y de
conducta que resultan de un creciente control sobre la vista y la
musculatura que le permite a un niño aprender la
"coordinación", y también en las mutaciones no
menos notables que derivan de la circulación de las
hormonas sexuales en los comienzos de la adolescencia.
Recuérdese cómo una alteración en un canal
humano de comunicación –la destrucción del
nervio óptico- puede determinar el comportamiento
adaptativo de otros canales, como los sentidos del oído y
del tacto. Este mismo efecto de un componente sobre otro puede
ilustrarse en el nivel del grupo social, con el diferente juego
de todos los integrantes de un equipo de fútbol que de
pronto consigue un excelente zaguero, o por la conducta diferente
de un pelotón cuando se le asigna un jefe dinámico.
En cada uno de estos casos, obtenemos el mismo resultado: un
cambio de comportamiento en el organismo mayor, atribuible a las
interacciones y a la conducta adaptativa de los
componentes.

Por el mismo motivo, la sociedad concreta algunos
ordenamientos económicos antes de dar determinados pasos
en materia de comunicaciones y debe adoptar ciertas medidas en
este último campo antes de poder dar determinados pasos en
lo económico. Por ejemplo, debe proporcionar una base de
ayuda financiera antes de poder mantener un diario, y debe
publicar anuncios o difundir de otra manera las noticias sobre
mercaderías en venta, antes de poder ofrecer un amplio
mercado a sus fabricantes. Un desarrollo en una línea
estimula progresos en la otra. Un sistema más eficaz de
comunicaciones facilita el desarrollo industrial, y éste
el de las comunicaciones. Más y mejores diarios brindan
más oportunidades para aprender a leer, y una mayor
alfabetización brinda la oportunidad de tener más y
mejores diarios. Cuanto más la gente se sienta capaz de
tomar parte en actividades políticas, más
sentirá la necesidad de educación e
información. Cuanto más información pueda
obtener, más interesada se sentirá en el devenir de
la política. Cuanto más educación tenga,
más informaciones buscará. La historia
típica del desarrollo de las comunicaciones en
países donde éstas se hallan muy avanzadas es una
cadena de interacciones en las cuales la educación, la
industria, la urbanización, el ingreso nacional, la
participación política y los medios de masa han ido
progresando todos juntos, estimulándose
recíprocamente.

En el cambio social que denominamos desarrollo
"económico", el desarrollo en una línea nunca puede
adelantarse mucho al desarrollo en las demás. Así
como un médico puede alterar el buen estado de un paciente
modificando su alimentación, inyectando algo en sus venas,
haciéndolo descansar o ejercitar sus músculos,
dándole a respirar oxígeno en vez de aire,
reduciendo o aumentando su ansiedad, lo mismo puede hacer una
sociedad consigo misma, modificando su sistema educativo e
industrial, su distribución del poder político o su
sistema de transmisión de noticias. Pero si cada uno de
estos cambios se mantiene retrasado, si el paciente carece de los
medios suficientes para comer o respirar, o si la sociedad tiene
una productividad o informaciones insuficientes, todo el sistema
enfermará y no habrá adelanto en ningún
sentido. Tal es la naturaleza de la interacción que
estamos considerando.

Las comunicaciones
como móvil

Lo que sucede en el desarrollo económico nacional
es esencialmente la creación de un sistema nacional
más activo. Las relaciones aletargadas se despiertan. Los
componentes autocentrados se tornan interrelacionados. En todo el
sistema se registra un aumento enorme en la actividad y en la
productividad.

Esto hace inevitable un enorme aumento del grado de
tensión experimentada dentro del sistema. Una de las
fórmulas más comunes para una tensión
sistemática consiste en una discordancia entre el nivel de
funcionamiento exigido por los objetivos y las necesidades del
organismo y el nivel real de funcionamiento. A fin de crear las
condiciones para el desarrollo nacional, debe existir un gran
enaltecimiento de los objetivos nacionales. Si éstos
discrepan en forma notable de la conducta nacional existente, el
resultado será una penosa dosis de tensión.
Así como las comunicaciones se utilizaron para enaltecer
los objetivos, difundir las noticias que a ellos se refieren y
aumentar su aceptación, ahora se las emplea para elevar el
nivel de realización nacional de esos objetivos. Se las
aprovecha, con toda la pericia de que disponen los conductores
del desarrollo nacional, para controlar y aun hacer desaparecer
el nivel de tensión. La tensión debe ser lo
suficientemente penosa como para alentar la actividad, pero no
tanto como para desalentarla. Por consiguiente, se debe crear la
tensión, atenuarla mediante la actividad nacional,
relajarla temporariamente como recompensa y luego crearla
nuevamente. Esto es, por supuesto, lo que se logra en
conexión con los planes "quinquenales" y otras
campañas complementarias dentro del gran esfuerzo
nacional.

Al contribuir a este control de objetivos y de
tensiones, la comunicación social no actúa al
servicio exclusivo de una filosofía política
determinada. En un Estado que se desarrolla según los
lineamientos marxista-leninistas, las comunicaciones toman una
forma diferente de la que tienen en uno no leninista, pero esto
ocurre porque la sociedad entera toma una forma
diferente. Una comunicación eficaz es tan esencial en
China como en la India, en Cuba como en Brasil, en Guinea como en
Paquistán. Sorprende que haya pocas diferencias, entre los
procedimientos aplicados para acelerar el desarrollo en estos
distintos Estados. A causa del intenso desarrollo de los medios
de masa en los países occidentales, consideramos a veces
las comunicaciones muy desarrolladas como un fenómeno de
Occidente; sin embargo, los comunistas han prestado en las
últimas décadas más atención que los
no comunistas a la necesidad de asegurar un adecuado progreso de
las comunicaciones nacionales. Ellos ponen distintos controles a
la comunicación social y la usan para metas
políticas un tanto diferentes, pero en el fondo la aplican
a las mismas variedades de tareas que otros países.
(…)

Las comunicaciones deben estar tan acrecentadas que
puedan coadyuvar a un esfuerzo mayor en todos los sentidos.
Permítaseme citar seis de sus funciones
esenciales.

1. Las comunicaciones deben utilizarse para
contribuir al sentido de nacionalidad.
Sin este sentimiento,
ninguna nación puede atravesar la barrera
económica. Debe haber una intensificación de las
lealtades y la conciencia nacionales, que complementen a las
lealtades locales y la conciencia local. Gente de diferentes
culturas, idiomas, creencias políticas y religiosas deben
darse cuenta de su interés común y la utilidad de
trabajar en conjunto con miras a las mismas metas. Esta toma de
conciencia implica una gradual apertura de horizontes, un
desplazamiento progresivo del centro de atención desde los
asuntos e intereses locales a los nacionales, una enorme
aceleración del flujo de las informaciones desde lugares
distantes. La aldea, en una sociedad tradicional, está
encerrada en sí misma. Sus noticias son los chismes del
vecindario; sus intereses, los de las familias que en ella viven.
En el proceso de desarrollo económico, las noticias se
convierten en noticias nacionales. El interés del
vecindario persiste, pero ahora debe estar relacionado con el
interés nacional. El hombre que ha sido principalmente un
ciudadano de la aldea es ya, conscientemente, un ciudadano de la
nación.

Pero un ciudadano no puede ensanchar su medio, a menos
que el sistema de comunicaciones extienda el suyo. En la sociedad
tradicional, oral, las medidas tendientes a lograr una
comunicación de horizontes amplios son ineficaces; el
viajero y el cantor ambulante llegan raras veces y es muy poco lo
que saben. Una modernización de la sociedad requiere
medios de masa, algunos de los cuales deben ser nacionales. La
radio y unos cuantos diarios deben ser los vehículos de
las noticias y la opinión de la nación, y llegar a
la aldea. Cuando ello ocurra, la gente aprenderá a leer la
prensa y a comprar receptores de radio. Y cuando esto suceda, los
sistemas locales de comunicación –el café, la
feria, la conversación casual, el gobierno local, el
diario del lugar- se interesarán también por los
asuntos nacionales y, si se cuenta con una dirección
adecuada, se robustecerá el sentido de
nacionalidad.

2. Las comunicaciones deben usarse como portavoz del
planeamiento nacional.
Al pueblo de una nación en
desarrollo se le exige un esfuerzo enorme. Debe aprender nuevos
conocimientos, nuevos modos de vida. Su fuerza laboral debe
ayudar a proveer el capital necesario. Debe estar dispuesta a
diferir sus gratificaciones hasta que la nación en su
totalidad no pueda producirlas. Sobre todo, debe comprender por
qué está haciendo este esfuerzo y tener la
sensación de que participa en la determinación de
lo que se hará. En parte, esto sólo requiere lo que
hemos especificado: medios nacionales eficaces para alimentar los
sistemas locales de comunicación. Estos medios deben
llevar las informaciones y las discusiones a través de las
cuales la nación llega a un entendimiento de las
necesidades y a un acuerdo sobre los planes. Deben comunicar
ampliamente a todo el país los objetivos sobre los cuales
existe acuerdo, las decisiones nacionales y los informes sobre la
marcha de los planes. La velocidad es condición
esencial
. Sin ella, es imposible un esfuerzo nacional
efectivo.

Pero se requiere algo más. Para mantener un
sentido de nacionalidad, de participación, debe haber
comunicación en dos sentidos. Debe existir un conducto por
el cual las necesidades, los intereses y las realizaciones de una
comunidad local puedan comunicarse verticalmente hacia arriba y
horizontalmente hacia afuera. Esto no sucede por accidente. Si un
sistema político ha de servir de vehículo a esta
información, necesita esforzarse por obtener noticias de
sus representantes locales. Los diarios, si han de transmitir
información local, deben concertar un acuerdo con
corresponsales locales. Por último, hay que contar con un
servicio noticioso nacional que reúna noticias
sistemáticamente y las comparta con el resto del
país. Se dará cabida para la crítica a la
política y a las medidas prácticas, tanto en un
sentido nacional como local. Esto implica reuniones, funcionarios
que escuchen las quejas, oportunidades para "escribir cartas al
director", oportunidades para realizar debates y discusiones. En
una nación que se halla en vías de desarrollo, la
cantidad de comunicaciones aumenta enormemente y muchas de ellas
son del tipo descrito.

3. Las comunicaciones deben usarse para transmitir
los conocimientos necesarios.
Esto se hará en un
frente muy amplio. Deben colaborar en la difusión de la
alfabetización, de modo que los ciudadanos puedan tener
una participación amplia y efectiva. Deben contribuir a
enseñar especialidades técnicas de todo
género, a fin de que la tecnología progrese. En
particular, deben poder enseñar los conocimientos
requeridos para la producción agrícola, de modo que
una proporción suficiente de la población pueda
liberarse de la agricultura para vivir en las ciudades y trabajar
en las industrias, eliminándose así el hambre como
enemigo del progreso nacional. Éste es, acaso, el aspecto
en el cual las comunicaciones pueden ayudar en mayor medida al
desarrollo nacional. Se necesitan todas las formas, todos los
canales de comunicación. Debe contarse con libros de texto
para las escuelas; películas, radio, y prensa para la
educación de la comunidad; instrucción organizada
para grupos y para individuos, que complemente a los medios de
comunicación. Hay que disponer de facilidades para
producir estos materiales y un programa para
aplicarlos.

La capacitación básica que hay que lograr
es la alfabetización. Sin ella, ninguna nación
puede esperar una participación política amplia o
una suficiente cantidad de trabajadores técnicamente
entrenados. Un programa expeditivo para enseñar a los
adultos a leer y un aumento del número de escuelas hasta
que cada niño tenga una adonde ir, son renglones
necesarios del desarrollo económico. Los medios
audiovisuales son tan múltiples y eficaces que pueden
saltar la barrera de la ignorancia y, aun antes que los adultos
aprendan a leer, proporcionarles algunos de los conocimientos
técnicos e inquietudes políticas que deben poseer.
Un potente aparato de radio que costase alrededor de cinco
dólares abriría las puertas de millones de hogares,
en los países en desarrollo, a las noticias y a las
informaciones, mucho antes que el programa de
alfabetización alcanzase esos mismos hogares. Un proyector
que trabajase con luz solar llevaría informaciones
técnicas a muchas comunidades donde no han penetrado ni la
electricidad ni la alfabetización. La televisión y
las películas educativas pueden enseñar, sin ayuda
de material impreso, si logran llegar a una comunidad. No es
necesario, por tanto, atender a la expansión de la
alfabetización, antes de haber compartido con los
analfabetos los conocimientos técnicos elementales, sobre
todo los agrícolas y las prácticas de higiene.
(…)

4. Las comunicaciones deben usarse para expandir el
mercado efectivo.
Si la mayor parte de los habitantes debe
vivir y trabajar en las ciudades, si debe haber una industria
nacional, si el país debe organizar su comercio exterior,
deben existir comunicaciones encaminadas a esos fines. Su
naturaleza dependerá de la importancia de la empresa
privada en los planes de la nación. Si la mayoría
de las industrias y el comercio habrá de ser
nacionalizada, la mayor parte de las informaciones serán
canalizadas por los conductos de la administración de
empresas y consistirán principalmente en datos sobre
precios y disponibilidades. En cambio, si se ha de fomentar la
empresa privada, se alentará la propiedad privada de los
medios de comunicación, y la publicidad tendrá la
oportunidad de desempeñar un importante papel en la
expansión de los mercados. En este campo, los
países en desarrollo tienen mucho que aprender de los
más adelantados. (…)

5. A medida que se desarrolla el plan, las
comunicaciones deben contribuir a preparar a la gente para el
nuevo papel que le tocará cumplir.
En un país
en proceso de desarrollo, los ojos de las comunicaciones
están siempre dirigidos hacia el futuro. De hecho,
ésta es una de las significativas diferencias entre la
sociedad tradicional, donde la atención se orienta hacia
el pasado, y la sociedad modernizante, que apunta
predominantemente hacia lo que vendrá. La
orientación hacia el futuro produce dos efectos muy
importantes. En primer término, estimula a la gente a
mayores esfuerzos y la fortalece para soportar las penalidades,
consideradas como un preludio temporario pero necesario de
días mejores. En segundo lugar, la prepara realmente para
nuevas funciones, nuevas responsabilidades y nuevos problemas. Lo
hace informando acerca de los planes y realizaciones nacionales y
la experiencia de otros Estados que se están
industrializando, y de los "héroes" nacionales que deben
ser imitados.

Buena parte del tiempo y del espacio de los medios de
masa en los países en desarrollo está destinada a
esa combinación de informaciones y exhortaciones. Muchos
de estos países, especialmente los del bloque
chino-soviético, han visto también la utilidad de
esos medios para crear un numeroso plantel de agitadores
entrenados con el mismo propósito. Aunque un país
en desarrollo no tuviera necesidad de un control tan estricto de
sus habitantes, la movilización del esfuerzo nacional y la
transmisión de informaciones al pueblo sobre las
necesidades y planes nacionales constituyen la meta principal del
programa nacional de informaciones y esto requiere cierta
especialización en materia de administración y
planeamiento dentro de las oficinas gubernamentales de
información.

6. Las comunicaciones deben usarse para preparar a
la gente a desempeñar su papel como nación entre
otras naciones.
El proceso de desarrollo económico
precisa inevitablemente que los horizontes se amplíen
desde el plano local al nacional, y desde éste al plano
internacional. Ésta es, en parte, una consecuencia de la
expansión del comercio y del aumento de la importancia
nacional. En parte, y muy a menudo, se debe a que el país
en desarrollo halla conveniente estimular las lealtades y los
esfuerzos de trabajo, excusar las privaciones y desplazar las
hostilidades encontrando un chivo emisario internacional.
Así, la Unión Soviética juzgó
útil, durante los años de desarrollo del
régimen, temer a los países occidentales, Polonia
considera conveniente temer a Alemania, Egipto a Israel, Cuba a
Estados Unidos, etcétera. En todo caso, es menester que
los medios informen sobre el resto del mundo, para lo cual, a su
vez, generalmente hacen falta acuerdos con una o más
agencias internacionales de noticias. No deben subestimarse las
implicaciones de este cambio. En una generación, durante
la época de desarrollo acelerado, los ojos del hombre
común deben elevarse desde su aldea hacia el mundo. Este
cambio debe reflejarse en el sistema escolar, los diarios y las
conversaciones diarias.

La economía
como móvil

A medida que la actividad económica se extiende
en todo el sistema, el hecho de equilibrar y compartir la
tensión se torna más delicado; requiere informes
más rápidos desde puntos más apartados y
órdenes más veloces transmitidas a centros
más dispersos. Los componentes deben estar en contacto. La
misma clase de entendimiento, las mismas bases de
cooperación que existían entre pocos, deben ahora
existir entre muchos. Los conocimientos deben adquirirse en una
escala más amplia y compartirse entre mayor numero de
personas. Las informaciones deben transmitirse más
velozmente, no sólo durante el período del plan
quinquenal, o, aun durante la época de gran desarrollo
económico, sino permanentemente, porque el sistema
nacional se mueve hada un nivel de funcionamiento que
demandará siempre comunicaciones amplias y rápidas.
La nación en desarrollo, pues, debe prepararse para
soportar un enorme incremento de las comunicaciones actuales
dentro del sistema.

Una parte considerable del capital del sistema, en
consecuencia, debe destinarse a mantener la tasa de aumento de
las comunicaciones en grado no menor de la que se destina a todo
el sistema. Deben crearse nuevos y más extensos canales de
comunicación. Ensayarse nuevos y más eficaces
procedimientos para obtener informaciones, almacenarlas y
compartirlas. Adquirir nuevos conocimientos especializados, tanto
los que comunican como los que reciben la comunicación. Un
crecimiento de esta índole requiere, naturalmente,
organización y ayuda sustancial.

Como mínimo, la modernización
económica requiere un sistema amplio de comunicaciones de
masa; escuelas accesibles para casi todos, si no es que para
todos los niños del país; que la mayor parte de los
ciudadanos, adolescentes y mayores, aprendan a leer; un plan
amplio de educación y entrenamiento técnico para
los adultos de la comunidad.

Las exigencias de un sistema de comunicaciones de masa
no significan necesariamente que cada hogar posea una radio o que
entre en él un diario, o que la televisión deba
cubrir todo el país. Estas son metas ulteriores. Los
niveles fijados por la UNESCO para el período de
transición, o sea 10 ejemplares de diarios y 5 receptores
de radio por cada 100 personas, no son demasiado bajos. La
televisión hogareña puede esperar, si bien tiene
mucha razón de ser como multiplicadora de escuelas y
maestros. La UNESCO también sugiere dos asientos en el
cine para cada 100 personas, pero durante el período de
transición el uso de películas educativas y de
información de la comunidad tiene más sentido que
la difusión del cine como entretenimiento.
(…)

Es evidente que el avance en pocas décadas en
materia de comunicaciones, que requiere una nación en
desarrollo, importa un sacrificio nacional, una buena
disposición, para asignar a las comunicaciones las escasas
comodidades existentes, con preferencia otros rubros, y un
importante esfuerzo nacional de automejoramiento.
(…)

El problema de costear un nuevo sistema de
comunicaciones es algo más fácil de solucionar en
los países socialistas o comunistas que en aquellos donde
se asigna un elevado valor a la propiedad privada y donde la
facultad de tomar decisiones se halla más ampliamente
distribuida, porque en un país socialista el gobierno
centralizado ejerce un mayor control sobre la
planificación del sistema. Cualquiera que haya observado a
fondo las comunicaciones de masa en la URSS se habrá
sentido impresionado por la regularidad del sistema. En
contraste con nuestros medios de masa que "se limitaban apenas a
progresar" respondiendo a las presiones y oportunidades de la
libre empresa, los medios soviéticos muestran indicios de
haber sido planeados a propósito para un trabajo estatal.
La competencia ha sido eliminada para todos los efectos
prácticos. El papel para diarios y la maquinaria se
asignan no sobre la base de la capacidad de pago, sino donde se
necesitan para hacer el trabajo del Estado. Se permite la
existencia de un diario no simplemente donde pueda sostenerse con
la publicidad y las suscripciones, sino donde el gobierno o el
partido entienden que se necesita. De este modo, la
asignación de fondos y materiales para las necesidades de
desarrollo de las comunicaciones es tan simple como la
asignación para cualquier otro sector de la actividad del
Estado. (…)

En un Estado que atiende sus comunicaciones por medio de
la empresa privada, es necesario considerar ciertos requisitos
básicos para introducir uno o más medios; por
ejemplo, la audiencia potencial, el posible apoyo de la
publicidad, la disponibilidad de especialistas técnicos y
equipos. (…) La disponibilidad de especialistas técnicos
y de equipo es, naturalmente, una valla que tanto un país
controlado como uno democrático deben saltar. Pero los
requisitos económicos de apoyo no se dan exactamente en la
misma medida. Si la Unión Soviética o China deciden
que debe establecerse un diario o una radio en un punto dado, no
necesitan considerar el problema del apoyo de la publicidad, ni
tampoco investigar seriamente si una audiencia ávida
espera el nuevo medio.

Un país controlado está en condiciones, si
así lo desea, de acelerar en cincuenta años, de la
noche a la mañana, el avance de cualquiera de sus
comunidades en el terreno de las comunicaciones; en una palabra,
de injertar las comunicaciones en el sistema sin un desarrollo
orgánico. Puesto que ese experimento no se ha intentado
nunca seriamente, el resultado es una conjetura. Pero,
¿qué sucedería, por ejemplo, si una
nación introdujera de pronto la televisión en un
punto del país donde de otro modo el desarrollo apenas
habría comenzado? ¿Aportaría un cambio
amplio y general en la aldea? ¿Aceleraría el
desarrollo de una manera saludable? ¿Destruiría los
viejos valores y promovería frustraciones que la
nación sería incapaz de desarraigar? No lo sabemos.
La mejor prueba con que contamos es lo que sucedió en
aldeas como Tepotzlán, cuando llegó la carretera
que conducía a la capital. Los resultados no fueron de
ningún modo deseables. Tanto para un Estado controlado
como para uno democrático, los costos de crear un sistema
de comunicaciones de masa y un sistema escolar son enormes.
(…)

Por consiguiente, cuando un país en
evolución decide expandir sus medios a través de la
empresa privada, debe aceptar una considerable limitación
de su capacidad para instalar y poner en funcionamiento nuevos
medios. Hasta que no se cuente con suficiente productividad y un
ingreso adecuado, habrá poco apoyo publicitario. Hasta que
no se cuente con suficiente alfabetización y un ingreso
adecuado, la venta de suscripciones será muy restringida.
No se discute que no haya ventajas en los medios sostenidos
privadamente, o que estos medios así sostenidos puedan no
ejercer un atractivo especial sobre el pueblo y, por lo tanto,
carecer de una eficacia especial, aun durante el período
de evolución; sí que habría algunas
dificultades en poner en funcionamiento medios sostenidos
privadamente en un país en desarrollo. (…)

Hemos optado por hablar de escuelas al referirnos a los
medios de masa, por una razón específica. Mientras
los problemas de la educación y la información
tienden a separarse en un país adelantado, en una
nación en desarrollo se hallan conectados entre sí.
Los medios de masa deben llevar la carga principal de informar y
enseñar al público durante largo tiempo antes que
un sistema escolar adecuado pueda cumplir su parte. El
planeamiento de los medios de masa, por lo tanto, encaja en el
planeamiento escolar y de instrucción técnica. En
un país en evolución, el uso de los medios de masa
como multiplicadores de los maestros cobra una importancia de la
que carece un país adelantado. Así, la estrategia
económica del desarrollo de las comunicaciones en un
país en formación no puede separarse de una
estrategia para la educación y de una estrategia para la
información; la estrategia debe ser una sola.

Idealmente, la estrategia debe depender de los
diferentes canales en aquella etapa del desarrollo nacional en
que esos canales proporcionan los mayores beneficios en
proporción a su costo y a las demás capacidades.
Cuando el alfabetismo es bajo, la radio se recomienda por
sí sola. Por pocos dólares se puede instalar una
radio en una aldea y quedar ésta conectada al esfuerzo
nacional como nunca lo había estado anteriormente. Por
pocas decenas de miles de dólares puede instalarse una
estación de radio con un alcance que cubra miles de
aldeas. Cuando el nivel de alfabetismo empieza a elevarse, un
gobierno previsor alentará el crecimiento de los medios
impresos que atiendan las demandas de los que han aprendido a
leer y los mantengan dentro del caudal de lectores. Cuando los
maestros son escasos, un gobierno inteligente empleará
"multiplicadores" de maestros, por ejemplo películas
didácticas y televisión educativa, y el más
nuevo y en algunos aspectos el más promisorio de todos los
multiplicadores: la auto instrucción
programada.

Si puede, hará todo esto. El país
típico que entra en una fase de transición de su
desarrollo se halla prisionero dentro de un círculo de
apremios que no tiene forma de romper. Por un millón de
dólares podría hacer una labor considerable con la
radio, pero el millón se requiere para escuelas, y
sólo se dispone de un tercio porque la enseñanza
industrial y agrícola se hallan más necesitadas. Si
los diarios abundaran y la gente pudiese leerlos, muchas
informaciones sobre la agricultura podrían darse por su
intermedio; pero los diarios son escasos y precarios, y los que
saben leer son pocos y pobres. No pasaremos una revista completa
a las necesidades y frustraciones. El caso es que no exista una
acción única por la cual un país en
desarrollo pueda salir de esta trampa. Ni un nuevo instituto
superior para la formación de maestros ni una
estación de televisión ni un subsidio al papel para
diarios ni ninguna otra acción aislada lo logrará.
La economía del desarrollo requiere que una nación
se levante por sus propios medios, penosamente, centímetro
por centímetro. Está en la naturaleza
orgánica de un sistema nacional que el desarrollo de las
comunidades no pueda aventajar en mucho el desarrollo en otros
campos.

Cada uno de estos países tiene una gran escasez
de maestros, y una tarea educativa a realizar extremadamente
vasta: niños que deben ir a la escuela, adultos a los que
hay que enseñar a leer y a contar, agricultores que deben
aprender cómo lograr del suelo mayor producción,
amas de casa a quienes deben impartírseles mejores
prácticas higiénicas, trabajadores a los que hay
que enseñarles especialidades tecnológicas,
empleados públicos que deben conocer los deberes y las
responsabilidades y los privilegios de la ciudadanía en
momentos críticos para su país. (…)

No hay razón para que estos nuevos países
recorran todas las etapas cumplidas por los más antiguos o
incurran en los mismos errores que cometieron éstos.
Así como algunas naciones han pasado directamente de la
carreta tirada por bueyes al avión, así los nuevos
países pueden saltar grandes períodos de la
historia de la educación y de las comunicaciones. Pueden
pensar libremente en si deben introducir en sus plantas
gráficas algún tipo de máquina de componer
con cinta perforada, o linotipos comunes. (…) Cada país,
desde luego, debe encontrar multiplicadores de maestros. Formar
un cuerpo adecuado de maestros en un país en desarrollo
lleva mucho tiempo. Un alto funcionario de un Estado africano
comentaba recientemente los requisitos exigidos en Estados Unidos
para obtener un diploma de maestro y observaba que algunos deben
cursar cinco años de college. "¿Saben
ustedes qué cargo tendría un maestro en mi
país, si hubiera cursado cinco años de
college?," preguntó el africano. "Sería
ministro de educación". Estos países no pueden
esperar hasta haber formado convenientemente a un buen
número de maestros, pero tienen a su disposición
muchos tipos de multiplicadores. Uno de ellos es la
televisión educativa.

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