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Escritos de Juan (página 8)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11

En cuanto a las dos apariciones del capítulo 20
de San Juan, a los Diez y a los Once, probablemente la segunda
aparición no es sino un duplicado redaccional de la
única aparición. Juan prefiere los diálogos
individuales a los colectivos. El desdoblar la aparición
en dos, le permite subrayar en el diálogo de la
aparición segunda el tema de la fe. El hecho de que Juan
narra la efusión del Espíritu mediante el soplo de
Jesús en el día de Pascua, no debe ser contrapuesto
a la efusión lucana de Pentecostés. La
efusión del Espíritu es una realidad viva ligada a
la glorificación de Jesús. Los Hechos nos cuentan
varias de estas efusiones. Si bien alguna de ellas ha podido ser
más dramática que las otras, y ha podido tener
lugar precisamente en el día de Pentecostés, no hay
duda de que la escena de Hechos tiene un carácter
dramático y simbólico, y concentra en un momento
una experiencia del Espíritu que tuvo lugar a
través de un lento proceso en los días posteriores
a la Pascua.

A través de las apariciones diversas, y la
reflexión iluminada de los apóstoles que leen la
Escritura a la luz del resucitado, la experiencia del
Espíritu se va abriendo camino en la comunidad de un modo
más gradual y difuso. Pero desde el punto de vista del
contenido la Pascua de Juan es equivalente al Pentecostés
de Lucas. Ambos han tratado de relacionar el don del
Espíritu procedente del Resucitado con la cincuentena
pascual, pero en dos fechas diversas.

4.-CUADRO SINÓPTICO DE LAS
APARICIONES A LOS ONCE

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COMPARACIÓN DE LA ESTRUCTURA DE
JUAN 1 Y JUAN 20

Ejecución fueron y predicaron A Betania.
Ascensión Episodio de Tomás

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B) EL CAPÍTULO 20:
APARICIONES

Escena I: La Magdalena. Los dos
discípulos

1. Estructura Juánica

En esta primera escena podemos rastrear tres episodios
diversos que se han dado cita. Dos de ellos corresponden a las
tradiciones sinópticas (mujeres en el sepulcro,
aparición a mujeres); una tercera es exclusivamente
juánica: Pedro y el discípulo amado.

Originariamente estos tres episodios estaban separados y
han sido unidos en el evangelio. Los puntos de sutura en la
narración pueden aún ser observados.

-Magdalena acude sola a la tumba en el v.1 pero dice "no
sabemos" en plural en el v.2. ¿Quiere esto decir que en la
redacción original había otras mujeres junto a
ella? En el v. 2 dice que han robado el cadáver, pero
hasta el v. 11 no se asoma al sepulcro.

-No se nos dice cuándo regresa Magdalena
después de haber ido a hablar con los
discípulos.

En la tradición original a) varias mujeres han
ido al sepulcro; han encontrado la tumba vacía y la piedra
descorrida b) han visto los ángeles que les han dado el
encargo c) van a comunicarse con los apóstoles.
(Así Mt, Lc y Mc).

Aparte está la tradición de la
aparición de Jesús a las mujeres con otros tres
momentos:(a´) aparición de Jesús (Mr Mt),
b´) Mujeres le adoran, c´) mensaje de ir a anunciar
(Mr Mt).

Al unir estos dos relatos que originariamente eran
independientes, los evangelistas se ven obligados a repetir dos
veces el mensaje de una manera que resulta un tanto forzada. Mt
opta por dar el mensaje por extenso por boca de los
ángeles y dejar en boca de Jesús sólo un
breve resumen. Mr ni siquiera referirá el mensaje de
Jesús, sino que se limitará a constatar el hecho de
que Magdalena fue a hablar con los discípulos.

Juan en cambio traslada todo el mensaje a la
conversación de Magdalena con Jesús, con lo cual
los ángeles ya no tienen nada que decir, y se convierten
en un residuo de la tradición que apenas juega
ningún papel y podría suprimirse en la
narración. Quizás el papel que juegan es el de
"guardias de la ciudad" a quien la esposa pregunta si han visto
al amado de su alma, en el paralelismo de esta escena con el
Cantar de los Cantares.

Juan nos trae los dos episodios completos (a,b,c +
a´,b´,c´), pero al insertar en medio la visita
de los dos discípulos no lo ha hecho por la sutura del
medio, sino que ha desplazado (b) a la segunda parte, con lo cual
la secuencia queda actualmente: a,c -dos discípulos- b +
a´,b´,c´. En esta distribución el relato
de los ángeles ha quedado desprovisto de significado y
todo el contenido de su mensaje se traslada al diálogo
entre Jesús y la Magdalena.

Pensamos que la tradición de la aparición
a la Magdalena es muy antigua, aunque su inserción en el
evangelio de Mc y Mt ha sido tardía. Sólo esta
aparición puede explicar la importancia que todos los
evangelistas dan a esta mujer, que no parece haberse
singularizado por ninguna otra cosa.

Pensamos que también Mr y Jn siguen con
más fidelidad la tradición al hablar de que
Jesús se apareció a la Magdalena estando ella sola.
En cambio Mateo, al narrar la aparición inmediatamente
después del relato de la visita de las mujeres al
sepulcro, ha hecho de la otra mujer también testigo de la
aparición junto con la Magdalena, alterando el relato
original de una aparición a Magdalena sola.

Juan en cambio ha hecho exactamente lo contrario de
Mateo. Por una parte ha mantenido el dato tradicional de la
aparición de Jesús a la Magdalena sola, pero en
cambio ha prescindido de la presencia de las otras mujeres en el
relato de la visita a la tumba vacía; de esta presencia
sólo queda una pequeña reliquia, el "sabemos"
plural del v. 2. Para Bultmann este plural no es un verdadero
plural, sino un modo de hablar oriental en que el plural
representa a un singular. Este uso está bien documentado
tanto en el arameo de Galilea, como en el griego de la
koiné).

La presencia de los ángeles en los relatos
sinópticos (aunque Lc hable de dos hombres, y Mc de un
joven, es claro que son ángeles), tiene una finalidad bien
concreta: interpretar el significado del sepulcro vacío.
Efectivamente la ausencia del cuerpo de Jesús ayudó
a los cristianos a entender el hecho de las apariciones. La
experiencia interior de las apariciones confrontada con el hecho
del sepulcro vacío sirvió para iluminar el sentido
de todo lo que había sucedido. Por eso los
sinópticos utilizan el recurso literario de los
ángeles para desentrañar el significado del
sepulcro vacío. En Juan, dados los arreglos redaccionales,
los ángeles son una reliquia que no cumple un papel
teológico fundamental.

En cuanto al episodio de la visita de los dos
discípulos al sepulcro, encontramos ciertas huellas en Lc
24,12.24. El versículo de Lc 24,12 nos habla de la vista
al sepulcro de Pedro solo. Es una de las omisiones en el
códice D llamadas "no interpolaciones occidentales
(omisión en un códice que se caracteriza más
bien por sus adiciones). Sin embargo forma parte sin duda de la
redacción del evangelio. El v.24 en cualquier caso
confirma la tradición de la visita de los
discípulos al sepulcro vacío y se refiere a ella en
plural: "Algunos de nosotros". De este modo la presencia del DA
no entra en conflicto con la tradición
recibida.

Lo que sí ha hecho Juan es trabajar mucho esta
visita. Donde la tradición hablaba de Pedro y otros, Juan
ha introducido al discípulo amado, por las razones
teológicas que veremos en la exégesis.

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Hartmann piensa que el acompañante de Pedro en el
relato original era la propia Magdalena. Cuando esta
última va donde Pedro a comunicarle la noticia del
sepulcro vacío, Pedro decide ir a comprobarlo y la
Magdalena lo acompaña. Esto explicaría la presencia
de Magdalena en el sepulcro después de que Pedro regresa a
su casa.

Probablemente en la forma tradicional del relato, Pedro
y su acompañante no llegaban a creer. Tampoco la visita de
las mujeres terminaba con un acto explícito de fe. Todo
esto habla a favor de la historicidad de estas tradiciones, que
sólo posteriormente fueron enriquecidas con adiciones
apologéticas: el ángel intérprete o la fe
del discípulo amado.

2. Exégesis

PRIMER EPISODIO: HALLAZGO DEL SEPULCRO
VACÍO

v.1: El primer día de la semana, temprano,
siendo oscuro todavía, fue María Magdalena al
sepulcro y vio la losa quitada del sepulcro.

El día que murió Jesús había
sido el "último día", el de la efusión del
Espíritu (7,37). Ahora estamos en el primer día de
una nueva semana, de una nueva creación. Es el amanecer,
pero todavía hay tinieblas en el corazón de los
discípulos tardos a creer. Sin embargo la luz de la fe
está ya muy próxima.

El 4Ev. no se refiere al "tercer día". El tiempo
de la resurrección de Jesús se fijó de
acuerdo con el momento en que fue hallada la tumba vacía.
Sólo después se encontraron referencias
bíblicas que aludían a un tercer día como el
fin del sufrimiento. "Dentro de dos días nos dará
la vida; al tercer día nos hará resurgir y en su
presencia viviremos" (Os 6,2). El Midrash al Gn 42,17 dice: "El
Santo, bendito sea, nunca deja al justo en angustia más de
tres días". Las predicciones de Jesús hablaban ya
del tercer día, pero es claro que los apóstoles
nunca las entendieron antes de la Pascua, y sólo post
eventum pudieron encontrar en ellas un sentido.

Iremos viendo a lo largo del comentario diversas
alusiones al Cantar de los Cantares. Magdalena buscando a
Jesús reproduce la búsqueda nupcial de esposa y
esposo. Todavía siendo muy oscuro la esposa se puso en
camino para buscar al amor de su alma (Ct 3,1).

La losa era signo de la muerte definitiva con la que
quedaba irresistiblemente aplastado el hombre. Jesús
había mandado quitarla del sepulcro de Lázaro
(11,38-39-41). Ahora esta losa está quitada.

Muy probablemente Juan ha eliminado la presencia de las
otras mujeres en el relato tradicional para dramatizar más
la búsqueda personal y el encuentro personal con la
Magdalena.

v.2: Fue corriendo, pues, y llegó donde
Simón Pedro y el otro discípulo a quien amaba
Jesús y les dijo: "Se han llevado al Señor del
sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto".

Es interesante la identificación que se hace
aquí entre la figura del "otro discípulo" y el
discípulo "a quien amaba Jesús" (13,23-26;
19,25-27; 21,7.20-40). Este hecho favorece mucho la misma
identificación en el caso del "otro discípulo" que
acompañó a Pedro al patio del palacio de
Anás (18,15-16), aunque en este caso no esté
explícitamente formulada. No queda en cambio tan clara la
identificación con el discípulo innominado de
1,37-42.

Es notable cómo este discípulo amado
aparece siempre en relación a Pedro en 13,23-26; 18,15-16;
20,2-9 y 21,7.23. El único episodio sobre el DA en el cual
no aparece en relación y una cierta competición con
Pedro es al pie de la cruz en 19,25-27. En el texto que
comentamos ahora se establece claramente un contraste entre los
dos. Ambos van a ver en el sepulcro las mismas cosas, pero
sólo el amado va a creer. El amor de Jesús le ha
dado una mayor sensibilidad hacia los signos.

En este contraste no se trata de rebajar a Pedro, sino
de realzar al amado, y el modo cómo el amor sensibiliza
para reconocer a Jesús (cf. 21,7). En cualquier caso este
contraste no refleja ninguna hostilidad, ni es un elemento de
especial relieve. Sencillamente Pedro no es el héroe
preferido del autor juánico, y si bien se le reconoce su
primado como pastor, la primacía del amor la ostenta
claramente el amado. Para algunos la confrontación entre
Pedro y el DA representaba la confrontación entre la
comunidad judío-cristiana y la étnico-cristiana. La
judía entró primero, pero la gentil acabaría
teniendo la primacía de la fe. Sin negar del todo esta
posible extrapolación a las dos comunidades, nosotros
hemos preferido ver en el texto una confrontación entre
las figuras representativas mismas, más bien que entre las
comunidades representadas por ellas.

El robo de las tumbas o su violación era un
delito sancionado con pena de muerte. Precisamente en Nazaret se
halló una copia de un decreto de Claudio, dado pocos
años después de la Pascua de Jesús,
condenando a pena de muerte cualquier violación de una
tumba. La severidad de tal decreto puede mostrar que el robo de
tumbas no era un hecho infrecuente en la época.

El mensaje de María está totalmente
cerrado a la posibilidad de la resurrección. En sus
palabras sólo cabe pensar en el robo del cadáver.
Está todavía en tinieblas.

v.3: Salió, pues, Pedro y el otro
discípulo y llegaron al sepulcro.

v.4: Corrían los dos juntos, pero el otro
discípulo corría más rápido que
Pedro, se adelantó y llegó primero al
sepulcro.

Nueve veces se menciona el sepulcro en este pasaje. Es
la obsesión de la comunidad por la muerte. La prisa
expresa el amor por Jesús, y por eso el discípulo
amado corre más deprisa, porque ama más. Se ha
querido relacionar esta velocidad con el hecho de que fuese
más joven. Isshodad de Merv lo atribuye al hecho de que
era célibe (¡!). Pedro sin duda lleva el peso de la
culpabilidad y de su negación a cuestas, que no le dejan
correr tanto.

v.5 Inclinándose vio los lienzos en el suelo,
pero no entró.

Los lienzos eran visibles desde el exterior. Ya ha
amanecido y hay luz. Los lienzos han quedado atrás,
mientras que en el caso de Lázaro el muerto los llevaba
puestos. ¿Será porque tendría todavía
que usarlos otra vez? En cambio Jesús ha dejado
atrás definitivamente estos signos de muerte.

En el no entrar de Juan se han querido ver
significaciones teológicas (deferencia hacia Pedro como
jefe de los doce; paralelismo entre la comunidad petrina y la
juánica… Aparte de posibles significados
teológicos, desde el punto de vista dramático se
consigue así retrasar la entrada y dejar el clímax
de la fe para el final.

v.6: Llegó también Simón Pedro
tras de él y entró al sepulcro. Y vio los lienzos
por el suelo y el sudario que había estado sobre su cabeza
no puesto en el suelo con los lienzos, sino aparte, enrollado en
un mismo lugar.

Es difícil reproducir la localización de
los lienzos y sobre todo el influjo que esta colocación
tuvo sobre la fe des discípulo. Según
Balagué habría que entender: Vio los lienzos lisos,
no abultados; es decir los vio vacíos. El sudario, en
cambio estaba en el mismo lugar, pero no liso, sino enrollado,
haciendo bulto, se entiende por debajo del lienzo, en el lugar
correspondiente a la cabeza. Balagué entiende que el
sudario era un paño enrollado que se había usado
para sujetar la mandíbula y anudado encima de la
cabeza.

Según Brown la contraposición no es entre
lienzos lisos y sudario abultado, sino entre los lienzos yaciendo
en el suelo, y el sudario aparte en otro sitio.
¿Qué había en la disposición de
aquellos lienzos que llevó al discípulo a creer?
Para algunos (S. Juan Crisóstomo) se trata sólo del
mero hecho de los lienzos vacíos. Un ladrón se
habría llevado el cadáver con los lienzos puestos,
sin molestarse en desenvolver el cuerpo.

Otros valoran mucho la disposición de los lienzos
como el factor que genera la fe en el discípulo. La
posición de los lienzos sólo sería
explicable por la volatilización del cuerpo de
Jesús que habría pasado a través de ellos
como luego atravesará las puertas cerradas. Con todo
resulta llamativo que Pedro no creyese también si la
disposición de los lienzos era tan llamativa.

v.8: Entonces entró también el otro
discípulo que había llegado primero. Vio y
creyó.

v.9: Es que hasta entonces no habían entendido
la Escritura de que tenía que resucitar de entre los
muertos.

Se presenta la dificultad del cambio del singular al
plural. Por una parte "vio y creyó", por otra parte "no
habían entendido". Hay algunas variantes textuales: el
códice de Beza trae: "no creyó". Agustín y
otros entienden que creyó lo que había dicho la
Magdalena de que no estaba el cuerpo.

Pensamos que el evangelista se refiere a la fe en la
resurrección; en caso contrario no tendría sentido
introducir la figura del discípulo amado para llegar a una
conclusión tan de perogrullo como que el cuerpo no estaba
ahí. Sin embargo en ninguna otra parte del evangelio
aparecen ecos de esta fe del discípulo, ni en la
aparición en el cenáculo ni en la del
lago.

El DA percibe siempre antes que Pedro las señales
de Jesús (13,23.25; 18,15; 21,7). En paralelo con las
siguientes escenas, Magdalena, los Once, Tomás, todas
acaban con un acto de fe.

¿A qué texto de la Escritura puede
referirse? Unos piensan en una referencia genérica. Otros
en algún texto concreto, especialmente aquellos que ya han
sido citados anteriormente en el evangelio: Sal 18,19; Os 6,2; Is
26,19-21 LXX. La Escritura es un punto de referencia continuo del
Señor resucitado. Cuando no comprendemos los sucesos de
nuestra historia la Escritura debe ayudarnos a discernir los
signos ambiguos que nos son dados, para encontrar en ellos la
presencia del resucitado.

Para Schnackenburg el verso 9 estaba en la fuente del
evangelista, porque la expresión que se usa allí:
"tenía que resucitar de entre los muertos", no es una
expresión juánica, sino
sinóptica.

v.10: Los discípulos entonces se volvieron a
casa.

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SEGUNDO EPISODIO: JESÚS SE APARECE A LA
MAGDALENA

v.11: Entretanto María estaba fuera junto al
sepulcro llorando. Sin dejar de llorar se inclinó a mirar
al sepulcro.

Termina aquí la narración juánica
de la primera tradición de "mujeres en el sepulcro", que
había quedado interrumpida por la visita de los dos
discípulos. Ya hicimos notar cómo no consta
cuándo volvió María al sepulcro.

Hay un contraste entre los que se vuelven a casa y
María que se queda. Sólo esta última en su
perseverancia es la que va a contemplar al Señor. Las
lágrimas de María reflejan ya lo anunciado por
Jesús: "Lloraréis y os lamentaréis" (16,20).
Las lágrimas nacen de la ausencia de Jesús. Pero
"otro poco y me volveréis a ver, y se alegrará
vuestro corazón" (16,16.22).

v.12: Y vio dos ángeles vestidos de blanco,
uno sentado a la cabecera y otro a los pies del lugar donde
había estado el cuerpo de Jesús.

v.13: Le preguntaron ellos:

– Mujer, ¿por qué
lloras?

Les dijo:

-Se han llevado a mi Señor y no sé
dónde lo han puesto.

La aparición de ángeles es un rasgo
típico del relato "mujeres ante el sepulcro" en los cuatro
evangelios. En Juan queda como una reliquia del relato original
donde los ángeles tenían el papel fundamental de
dar un mensaje y explicitar el sentido del sepulcro vacío.
En Juan en cambio no tienen nada importante que decir.

En Lucas son dos hombres y se aparecen de pie, dentro
del sepulcro (Lc 24,4-4). En Mateo es un ángel que acaba
de quitar la piedra y se sienta fuera (Mt 28,2-3). En Marcos es
un joven situado dentro a la derecha (Mc 16,5). En Juan son dos
ángeles dentro sobre la repisa (arcosolium) en la que
había estado depositado el cuerpo, uno a los pies y otro a
la cabecera.

La sepultura dentro de la cueva podría tener
lugar en un nicho, en la cual el cadáver era metido con la
cabeza por delante, o un arcosolio, en el cual el cuerpo era
depositado paralelo a la pared. Sólo en un arcosolio
hubiese sido posible contemplar los dos ángeles que
estaban uno a la cabecera y otro a los pies. El arcosolio
comenzó a hacerse popular en el siglo I de nuestra era. De
hecho el Santo Sepulcro de Jerusalén es una tumba de
arcosolio.

Se ha buscado un simbolismo en la posición de los
ángeles. Se ha hablado de un paralelismo con los dos
ladrones, o en los dos querubines que estaban sobre el
propiciatorio del arca de la alianza, en medio de los cuales se
sentaba la gloria de Dios.

Los ángeles no comunican ningún mensaje.
Se limitan a preguntar. Quizás su presencia le puede
servir al evangelista para continuar el paralelismo del Cantar:
"De noche me levanté, recorrí la ciudad, buscando
al amor de mi alma. Lo busqué y no lo encontré. Me
han encontrado los guardas que rondan la ciudad. ¿Visteis
al amor de mi alma?" (Ct. 3,2-3). Los ángeles
jugarían el papel de los guardias de la ciudad a quienes
la desconsolada esposa pregunta en medio de su
búsqueda.

v.14: Dicho esto se volvió y vio a
Jesús de pie, pero no sabía que era
Jesús

Lo buscaba muerto, por eso no lo reconoce vivo.
Habría reconocido a un Jesús yacente, pero no lo
reconoce puesto en pie. Lo buscaba dentro del sepulcro, por eso
no lo reconoce al verlo fuera.

El tiempo dedicado a narrar cómo María no
reconoce a Jesús introduce un tema teológico
importante. Jesús resucitado ha experimentado un cambio
profundo. Mr dirá que se apareció en otra forma
???????? (Mc 16,1). Pablo señala esta simultánea
permanencia y transformación con la imagen de lo que se
siembra y lo que brota (1 Co 15,42). Las narraciones del sepulcro
vacío subrayan la continuidad; las escenas del trabajoso
reconocimiento subrayan la transformación.

Juan ha conservado algunos materiales del relato
original de la aparición (tiempo y lugar, lágrimas
de la Magdalena, aparición y reconocimiento, gesto de
abrazarse a sus pies, mensaje a los hermanos (cf. Mt
28,9-10).

Pero Juan va a introducir novedades redaccionales para
hacer de esta escena una página magistral de la
teología y la psicología, como ya hizo con la
Samaritana o con Pilato. El dramatismo psicológico del
relato es bellísimo, pero al mismo tiempo los personajes
se transforman en símbolos. Juan es un maestro en el arte
de presentar personajes llenos de vida y al mismo tiempo
fuertemente simbólicos.

v.15: Jesús le preguntó:

-Mujer, ¿por qué lloras? ¿A
quién buscas?

Tomándole por el hortelano ella le
dijo:

-Señor, si te lo has llevado tú, dime
dónde lo has puesto, y yo me lo
llevaré.

El tema "buscar" estaba ya en la tradición sobre
la conversación de los ángeles y las mujeres de
Mateo, pero aquí debemos verlo en el contexto
teológico juánico del primer diálogo de
Jesús con los discípulos: "¿Por qué
me buscáis? (1,38). También entonces los
discípulos le llamaron Rabí. Ahora la Magdalena le
llamará en arameo Rabbuni, maestro mío.

En la mención del hortelano algunos buscan
significados simbólicos. Los que interpretan el pasaje en
clave del jardín del Edén, podrían ver en
Jesús el nuevo Adán encargado de cuidar el
jardín. En cualquier caso hay una ironía de parte
del evangelista. Dentro de la falta de lógica de su
interpelación al jardinero "Si te lo has llevado…"
María está diciendo una gran verdad sin saberlo.
Aquél hombre de hecho se ha llevado el cuerpo, lo ha
arrebatado del sepulcro.

v.16: Jesús le dijo:

-María.

Ella se volvió y exclamó en
hebreo:

Rabbuni (que significa Maestro).

Las palabras "en hebreo" faltan en algunos
códices occidentales. En realidad la palabra Rabbuni no es
hebrea sino aramea, pero Juan acostumbra a llamar al arameo
hebreo (5,2; 19,13.17; Ap. 9,11; 16,16).

Aunque Juan da la misma traducción griega para la
palabra rabí, sin embargo puede que Rabbuni tenga un matiz
de afecto. Albright sugiere: "Mi querido rabí" como la
traducción óptima. Mateos siguiendo su paralelismo
nupcial hace notar que Rabbuni podía ser usado por la
mujer para llamar al marido. Así llama Sara a
Abrahán en Gn 18,12; se estaría mezclando la imagen
del maestro con la del esposo.

Causa extrañeza la expresión "ella se
volvió". Ya antes en el v.14 se ha dicho que María
se volvió (estaba mirado al sepulcro y se volvió
para mirar hacia fuera al hortelano). Ahora se repite el verbo.
Unos lo interpretan como huella un tanto desmañada de la
composición del relato. Otros suponen que María se
había retirado para mirar de nuevo al sepulcro y
Jesús le llama de nuevo (suposición totalmente
gratuita).

Más bien nos inclinamos a pensar que el verbo
tiene un significado espiritual. Se trata del verbo hebreo Shub,
que en sentido figurado denota la conversión de
María que, al escuchar la voz de Jesús, se
convierte de su obstinada incredulidad. Varias veces hemos hecho
notar el tema juánico de la voz de Jesús. La voz
del pastor (10,4), la voz del novio (3,19), la voz del Hijo de
Dios (5,25). María reconoce a Jesús cuando
éste la llama por su nombre, como el pastor llama a las
ovejas por su nombre y éstas le reconocen
(10,14-27).

El tema de la voz del novio encaja también en las
múltiples insinuaciones nupciales que contiene el pasaje.
"Estaba durmiendo, mi corazón en vela, cuando oigo la voz
de mi amado" (Ct 5,2). Entre sus lágrimas María
reconoce al Señor. El sol sale entre sus lágrimas
en un hermoso arco iris. Magdalena había iniciado su
peregrinación en tinieblas. En este momento acaba de salir
el sol.

v.17: Le dijo Jesús:

-Suéltame, que aún no he subido a mi
Padre. Anda, ve a decir a mis hermanos: "Subo a mi Padre y
vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios"

Teológicamente éste es el verso más
denso y más juánico. El tema sinóptico del
mensaje del resucitado ha sido acuñado aquí en
vocabulario y fraseología juánica.

Primero dice: "¡Suéltame! (literalmente, no
sigas tocándome). Supone que María se ha abrazado a
los pies de Jesús, tal como constaba en el relato
tradicional (Mt 28,9). J. Maiworn recoge doce tipos distintos de
explicaciones de esta expresión, algunas verdaderamente
peregrinas. Unos hablan de la impureza ritual de tocar un cuerpo
muerto, otros de que las heridas están todavía
tiernas, otros suponen que María le había pedido a
Jesús la comunión, otros que no le toque porque
está desnudo. Asombra a la vez el candor y la
fantasía de algunos comentaristas.

Detrás de este verbo hay que ver de nuevo una
referencia al Cantar. "Encontré al amor de mi alma, lo
agarraré y no lo soltaré" (Ct 3,4). Las alusiones
nupciales pueden estar poniendo de relieve el simbolismo de la
pareja Jesús/Magdalena y la pareja Adán/Eva en el
jardín del paraíso. En este caso la esposa
está representada por una mujer que ha renacido al pie de
la cruz, lavada en el agua que brota del costado de
Jesús.

Nosotros partiremos de una interpretación global
de la escena. Sólo desde ahí se puede explicar la
presencia del verbo "suéltame". El tiempo de las
apariciones es un tiempo intermedio entre la vida mortal y la
vida del Verbo junto al Padre en la gloria. La presencia normal
del resucitado será su presencia en el Espíritu.
Las apariciones no son el modo normal de presencia de
Jesús glorificado a los suyos. María al abrazar a
Jesús interpreta falsamente que Jesús se dispone a
reanudar su anterior tipo de existencia tras el breve
paréntesis de la tumba, y que esta aparición es el
modo habitual de su presencia nueva.

Pero Jesús quiere hacerle ver lo transitorio de
la economía de las apariciones. "No te apegues a ellas.
Sólo pretenden ayudarte a descubrir la verdadera presencia
resucitada que no es carnal sino espiritual. "Suéltame"
quiere decir: "No te agarres a esta aparición, no quieras
poseerla. Mi nueva presencia es en el Espíritu. Me puedes
ver así todavía porque aún no he subido a mi
Padre, pero subo ya a mi Padre, y estas apariciones no van a
durar".

De algún modo Jesús ya ha ascendido al
Padre, ya ha sido glorificado. Juan no establece un
período tan marcado como el de Lucas de cuarenta
días antes de la Ascensión. El Jesús
juánico describe su victoria en términos de
exaltación, más bien que en términos de
resurrección. Su exaltación es un "retorno al
Padre" (12,32-33; 14,38; 16,5.10.28). Cuando el 4Ev. habla en
términos temporales de un antes y un después de
haber ascendido, no está refiriendo esas categorías
a la situación personal de Jesús (El ya está
plenamente glorificado, plenamente ascendido), sino que se
refiere a la percepción de Jesús glorificado por
parte de los discípulos. Esta percepción sí
tiene un antes y un después. El antes es la época
de las apariciones, como etapa transitoria. El después
definitivo será cuando la visión desaparezca y su
presencia se viva totalmente en el Espíritu. Jesús
le dice a la Magdalena que no se agarre a lo
transitorio.

No te agarres, porque además no es el tiempo de
la contemplación sino de la misión. No es el tiempo
de hacer tres tiendas, sino de cumplir un envío.
Traduciéndolo a nuestra experiencia espiritual las
apariciones designan los momentos de consolación. No son
duraderos porque estamos todavía en la intermitencia de
"un poco y me veréis y otro poco y me volveréis a
ver". Lo importante es cumplir la misión que el Resucitado
nos encarga, la de llevar el anuncio a los hermanos.

Jesús se refiere a sus discípulos como sus
hermanos. Nunca antes los ha llamado así. Quizás
hay una alusión a que el don del Espíritu les ha
transformado en hijos de Dios, y por tanto en hermanos de
Jesús. Después de la glorificación de
Jesús se han convertido en hijos.

Algunos han pretendido ver en la expresión "mi
Padre y vuestro Padre" una diferenciación teológica
entre el tipo de paternidad que Dios tiene para con Jesús
y el que tiene para con nosotros. Jesús no puede hablar de
"nuestro" Padre común. El sería el hijo natural, y
nosotros los hijos adoptivos, en terminología paulina.
Esto es cierto, pero pensamos que no es lo que quiere decir el
evangelio en este punto. Más bien está subrayando
lo que uno sobre lo que diferencia, la comunidad de
filiación lograda por la muerte de
Jesús.

En Rut 1,16, Rut le dice a Noemí su suegra:
ligaré mi suerte con la tuya por siempre. "Tu pueblo
será mi pueblo y tu Dios será mi Dios".
Jesús y los suyos vivirán en común
perteneciendo a la familia trinitaria, en el mismo hogar en la
casa del Padre, donde hay sitio para muchos. La plena
ascensión de Jesús se realiza mediante el don del
Espíritu que se dará en el episodio
siguiente.

v.18: Fue María a anunciar a los
discípulos: "He visto al Señor" que le había
anunciado estas cosas.

Curiosa mezcla de estilo directo e indirecto, poco
elegante en griego. Diversos manuscritos han tratado de
normalizarlo. Algunos piensan que se puede encontrar la clave de
esta expresión tan torpe en la crítica literaria,
mostrando que se han unido aquí frases de dos relatos, uno
que estaba en estilo directo y otro que estaba en estilo
indirecto.

El cumplimiento de la misión confiada por
Jesús es parte de los relatos de "mujeres en el sepulcro".
Esta misión nunca pudo haber sido inventada por la
comunidad. San Agustín busca una significación
teológica. "¿Acaso no fue su resurrección
anunciada a los varones por medio de las mujeres, de forma que la
serpiente fuera vencida por un método contrario?
Efectivamente ella (la serpiente) anunció la muerte al
primer hombre por medio de la mujer, y la vida ha sido anunciada
a los varones por una mujer" (PL 35,1998).

Escena II: Aparición a los Once

1. Estructura juánica

Decíamos que en la escena anterior se
habían integrado tres relatos tradicionales: el de las
mujeres en el sepulcro vacío, el de Pedro y otros
visitando el sepulcro, y el de la aparición a la
Magdalena.

En cambio ahora, para esta escena segunda pensamos que
no existe más que un sólo relato básico de
aparición a los Once que subyace a todas las versiones
evangélicas y a los dos relatos consecutivos del 4Ev., sin
Tomás y con Tomás.

La segunda aparición, a los ocho días,
probablemente no venía recogida como tal en ninguna
tradición y es un desdoblamiento que hace el evangelista
como recurso literario para dividir en dos el abundante contenido
teológico que hubiera recargado demasiado la escena de una
sola aparición. Gracias a este desdoblamiento se puede
también alternar nítidamente la dimensión
grupal de la aparición (primer domingo) y el
diálogo personalizado al que Juan es tan aficionado
(segundo domingo).

En los relatos evangélicos de aparición a
los Once existe siempre el tema de la incredulidad. Este tema lo
ha desplazado el 4Ev. al segundo domingo, estando Tomás
presente. Para ello ha omitido en la primera aparición
cualquier referencia al tema de la fe o de las dudas, para tratar
de este tema monográficamente en el contexto de la segunda
aparición. Como sutura en el punto de donde se
eliminó la referencia a la fe en la primera
aparición, queda la mención de las llagas. Esta
mención queda como colgada en el aire, al habérsele
quitado la significación que había tenido y que ha
sido desplazada a la segunda aparición.

¿Por qué ha escogido el evangelista
precisamente a Tomás para protagonizar el tema de la fe en
la aparición desdoblada? ¿Es una invención
caprichosa? No necesariamente. Quizás la única
tradición sobre la aparición a los Once daba un
especial relieve a Tomás como exponente de las dudas del
grupo. O Tomás sencillamente era uno de los
discípulos citados nominalmente, tal como ocurre en el c.
21. En cualquier caso, lo que se nos narra sobre Tomás
guarda una cierta coherencia con la psicología que se nos
describe en 11,16 y 14,5. Probablemente, pues, el haber escogido
a Tomás como exponente de las dudas del grupo no ha sido
una opción totalmente caprichosa o arbitraria del
4Ev.

De entre los diversos relatos de aparición a los
Once, nuestra doble aparición está más
cercana a la versión de Lucas que a cualquier otra.
Hagamos un breve recuento de paralelos.

* La fecha: tarde del domingo

*El lugar: Jerusalén, dentro de una
casa.

* El modo: "se puso en medio" (Lc 24,36), "Se puso en el
medio" (Jn 20,19).

* Las llagas: en Juan llagas en manos y costado, en
Lucas manos y pies (Lc 24,39).

* El saludo: Paz con vosotros (Jn 20,19 = Lc
24,36).

* El don del Espíritu: prometido en Lucas
(24,49), insuflado en Juan (20,22).

* El perdón de los pecados: Jn 20,23; Lc
24,41.

* La alegría de los discípulos: Jn 20,20;
Lc 24,41.

* El tema de la incredulidad: Lc 24,41; desplazado en el
4Ev. hasta la segunda aparición.

* La misión: Jn 20,21; Lc 24,47-48.

A este esquema común Lucas ha añadido por
su cuenta un largo discurso y el desarrollo apologético de
la comida con Jesús. Juan, aparte de su desarrollo
redaccional de las escenas comunes y el desdoblamiento de la
aparición, ha añadido como realidad otorgada el
Espíritu Santo y el perdón de los pecados que en el
relato de Lucas era sólo promesas. Además ha
reformulado en lenguaje juánico el tema de la
misión y ha añadido el gesto de la
insuflación y de la llaga del costado.

Sobre todo se ha ampliado el tema de la fe/incredulidad
que en Lc y en los otros sinópticos está
sólo insinuado. Al tratarlo monográficamente en la
aparición desdoblada, puede abordarlo muy por extenso,
integrando así el mandato "No seas incrédulo sino
creyente" (20,27), una profesión de fe (20,28) y un
macarismo (20,29). Una vez, como tantas veces hemos apuntado,
Juan usa la figura de Tomás como símbolo, pero sin
restarle nada al dramatismo palpitante y al análisis
psicológico del personaje.

No olvidemos que Tomás había tenido un
arranque de generosidad en su disposición a volver a
Jerusalén a morir por Jesús. "Vayamos
también nosotros a morir con él" (11,16). Este
arranque de generosidad es paralelo al de Pedro: "¿Por
qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti
(13,37).

En el caso de Pedro Jesús le recrimina su
autosuficiencia haciéndole ver qué pronto le va a
negar tres veces. en el caso de Tomás no hay ninguna
recriminación por parte de Jesús. pero el relato se
encargará de mostrar hasta qué punto eran
frágiles la fe y la generosidad de Tomás.
Así contrasta mejor la condescendencia de Jesús
para con la fragilidad del discípulo que como cualquiera
de nosotros da muestras en ocasiones de una gran generosidad y en
otras de una gran torpeza y tozudez.

2. Exégesis

PRIMER EPISODIO: APARICIÓN A LOS
DISCÍPULOS SIN TOMÁS

v.19: Al atardecer de aquel día, el primero de
la semana, estando atrancadas las puertas del lugar donde estaban
los discípulos por miedo a los judíos, llegó
Jesús, se puso en el medio y les dijo:

-La paz con vosotros.

Se inicia el pasaje también ahora indicando la
oscuridad, el miedo, las puertas cerradas.

El hecho de mencionar el día primero de la semana
en las dos apariciones puede estar indicando la costumbre de la
comunidad de reunirse a celebrar el recuerdo de Jesús en
ese día. Por el Apocalipsis sabemos que el domingo era
para la comunidad juánica "el día del Señor"
(Ap. 1,10). Hay algunos otros rasgos litúrgicos
insinuados: el saludo, la adoración, el acto de
fe…

Los cuatro evangelistas mencionan con insistencia el
hecho del miedo. Miedo ante la aparición angélica,
ante el terremoto… En Juan son los judíos la causa
del miedo. Miedo era también el sentimiento de los
discípulos en la barca la noche en que Jesús no
estaba con ellos y el viento era contrario (Jn 6,20). Las puertas
cerradas pueden ser una pincelada psicológica para
describir la actitud interior de los discípulos. Algunos
han querido ver también una alusión a que el cuerpo
de Jesús puede atravesar paredes. No pensamos que se haya
pretendido esto. La piedra del sepulcro estaba quitada.
Jesús no la atravesó. En ningún momento se
dice que Jesús atravesase las paredes, sino que se puso en
medio de ellos. En realidad ya estaba dentro; su presencia lo
llena siempre todo. Simplemente se hace visible en determinados
momentos.

Jesús en medio de su comunidad es uno de los
temas más sugerentes en este episodio. La frase de saludo,
aunque reproduzca la fórmula habitual de saludarse los
hebreos, está aquí cargada de sentido
teológico. Es el cumplimiento de la promesa de
Jesús en discurso de despedida. "La paz os dejo, mi paz os
doy" (14,22). "Volveré a veros y se alegrará
vuestro corazón" (16,22). La paz y la alegría son
manifestaciones que acompañan el don del Espíritu
que Jesús va a comunicar en este pasaje.

v.20: Dicho esto les enseñó las manos y
el costado. Los discípulos se alegraron mucho al ver al
Señor.

El tema de las heridas está amplificado en la
segunda aparición. Pero ya desde aquí vemos que el
Resucitado conserva las huellas de su pasión. No se
avergüenza de ellas, le identifican, son las huellas de su
amor. En Lucas Jesús también les enseña las
llagas de las manos (y los pies) para aliviar su miedo. El
enseñar las llagas es ante todo una manera de identificar
al Resucitado con el Crucificado. Se trata del mismo Jesús
que ellos conocieron y que murió en la cruz.

La alegría está asociada en el 4Ev. con el
regreso de Jesús. "Os volveré a ver y se
alegrará vuestro corazón, y vuestra alegría
no os la podrá quitar nadie" (16,22). "Vuestra tristeza se
convertirá en gozo" (16,20).

¿Quiénes son los discípulos?
¿Los Once o un grupo más amplio? Ciertamente en
todos los pasajes paralelos y en la tradición se trataba
de los Once. ¿Ha omitido Juan intencionadamente este dato?
Es un tema que incide mucho en controversias eclesiales. Porque
¿a quién se otorgó el poder de perdonar
pecados, a los Once o a los discípulos en general?
Protestantes y católicos tratan de llevar un poco el agua
a su molino en la exégesis de este texto.

Algunos han pensado que en el 4Ev. hay una
intención deliberada de rebajar el puesto de los Doce en
la Iglesia. Los menciona como grupo en raras ocasiones. Nunca los
llama apóstoles, sino discípulos, aunque
también es cierto que no tiene nada negativo que decir
contra los doce. De hecho Ap 21,14 dará el nombre de los
doce a los cimientos del muro de la Jerusalén
celestial.

Lo que sí suele hacer Juan es tomar el grupo de
los Doce/Once no en su ministerio específico
intracomunitario, sino como representantes de un auditorio
más amplio, constituido por todos aquellos que creen o
habrán de creer. El 4Ev. se refiere sobre todo a los dones
que los Doce comparten con el resto de los discípulos, y
no tanto en su ministerio específico. Ni se afirma ni se
niega que los Doce tuvieran un ministerio específico o
unos poderes específicos en contraposición con el
resto de los fieles. Esto habría que iluminarlo con los
otros evangelios, o por medio de ciertas deducciones. Juan no lo
afirma explícitamente (Excluimos por supuesto el pasaje de
Pedro en Jn 21, pues nos estamos refiriendo ahora al grupo de los
Doce).

v.21: Jesús repitió:

-La paz con vosotros. Como el Padre me ha enviado,
así también os envío yo.

En todos los evangelios la aparición a los Once
va acompañada de una misión. Lo
característico de la teología juánica es la
explicitación de la relación existente entre la
misión de Jesús y la de sus discípulos. Ya
había sido enunciada en la oración sacerdotal:
"Como tú me enviaste al mundo, también yo les
envío al mundo" (Jn 17,18). La misión de los
apóstoles prolonga la misión del Hijo. Del mismo
modo que quien ve al Hijo ve también al Padre que lo ha
enviado (12,45; 14,7), así también ahora el que
acoja al que yo envíe, me acoge a mí, y quien me
acoge a mí, acoge a aquél que me ha enviado (Jn
13,20).

No es que Jesús delegue su misión en los
apóstoles para que ellos la continúen en su lugar.
Simplemente comparte su misión con ellos, les asocia a la
misión que él sigue llevando a cabo mediante ellos,
y mediante la comunicación del Espíritu.

En el texto de la oración sacerdotal, los
discípulos eran consagrados en la verdad, en orden a la
misión. Ahora van a recibir el Espíritu de la
verdad, el que dispone a esta misión. Efectivamente el
Espíritu dentro de ellos es el que da testimonio
(15,26-27). Y además el Espíritu es el que engendra
hijos de Dios (3,5-6). Por eso la misión juánica
está en estrecha relación con el don del
Espíritu.

v.22: Dicho esto, sopló y les
dijo:

-Recibid el Espíritu Santo

El 4Ev. ha juntado en un solo día Pascua y
Pentecostés. La glorificación de Jesús
coincide con el don del Espíritu (Jn 7,37). De
algún modo ya había sido adelantado
simbólicamente en la misma muerte de Jesús
("Entregó el Espíritu" – 19,30). El hecho de que
Juan coloque esta aparición en el mismo domingo de Pascua
ya hemos dicho que probablemente es redaccional. También
quizás lo es la fecha en la que Lucas sitúa el
acontecimiento de Pentecostés. Nada nos fuerza a elegir
entre Juan y Hechos. Lo importante no es la escenificación
o la datación del hecho, sino el hecho en sí del
don del Espíritu en los días de Pascua, como
culminación de la ascensión o glorificación
de Jesús y su nueva presencia en la comunidad.

El verbo usado por Juan es el mismo que usan los LXX al
traducir Génesis 2,7, al describir la insuflación
que da vida al barro de Adán. El soplo creador de Dios es
ahora el soplo vivificante del Resucitado. Es el mismo verbo que
se usa en Sabiduría 15,11:

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La misma palabra se usa en Ez 37,9 cuando el profeta
pide que el Espíritu sople sobre los huesos
secos.

Este es precisamente el momento del bautismo de los
discípulos. A partir de ahora el Padre de Jesús es
también el Padre de ellos y pueden ser de verdad hermanos
de Jesús.

Algunos han tratado de buscar una diferencia entre el
don del Espíritu en Pascua según san Juan y el don
del Espíritu en Pentecostés según san Lucas,
pensando que se trata de dos efusiones distintas del
Espíritu con matices diferentes. La primera, inicial; la
segunda consumada. La primera para dar la vida nueva, la segunda
para otorgar un poder ministerial… Es hacer puro
concordismo para tratar de encajar el distinto modo en que cada
evangelista presenta la donación del
Espíritu.

Mientras que Juan quiere insistir en la unidad del
misterio pascual -muerte, glorificación, ascensión,
Espíritu- colocándolos en contigüidad
temporal. Lucas en cambio ha dispuesto estos aspectos del
misterio: -muerte, resurrección, ascensión,
donación del Espíritu-, en una secuencia temporal
durante un total de cincuenta días. Juan y Lucas son muy
prácticos en el arte de acomodar la cronología a la
teología, y no tienen ningún escrúpulo en
hacerlo en otras ocasiones.

v.23: A quienes les perdonéis los pecados les
quedan perdonados; a quienes se los imputéis, les quedan
imputados.

Es importante el análisis morfológico de
los tiempos verbales de esta frase para poder interpretar su
verdadero sentido

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El aoristo tiene un valor puntual, algo que sucede de
una vez para siempre: el perdón. En cambio el tiempo
presente tiene una valor durativo: seguir reteniendo,
manteniendo, sujetando.

Les quedarán perdonados: perfecto pasivo (en
algunos manuscritos futuro o presente pasivo).

Les quedarán imputados: perfecto
pasivo.

Para el primer miembro de las dos sentencias no hay duda
en la traducción. Donde podrían surgir dudas es en
los segundos miembros. Algunos sugieren que el perfecto de los
segundos miembros implica una acción pasada, y que las
traducciones con presente o futuro son manipulaciones para
favorecer el sacramento de la reconciliación. El
traduciría: "les han sido perdonados", implicando que no
son los apóstoles los que perdonan, sino que meramente
declaran el perdón que ha tenido ya lugar.

La Iglesia católica ha visto aquí la base
sólida para el sacramento de la reconciliación, y
por eso convendría detenernos en un estudio más
detenido de este versículo. Ofrece paralelismos con el de
Mt 16,19 y 18,18, que es material exclusivo de Mateo y no aparece
en los otros sinópticos. La imagen que Mateo usa es
ligeramente diversa: atar y desatar.

Curiosamente veremos como el 4Ev. encaja dentro de las
apariciones algunos de los materiales flotantes que Mt o Lc han
usado durante el ministerio de Jesús, pero que no
pertenecían originariamente al contexto en el que han sido
encajados. Estos logia de Mateo sobre atar y desatar pudieron
estar anteriormente en el contexto de las apariciones de
Jesús.

Se ha supuesto que el atar y desatar a renglón
seguido de las llaves del reino puede ser el eco de Is 22,22 en
que la entrega de las llaves significa la concesión del
puesto de primer ministro. "La llave de la casa de David;
abrirá y no cerrará; cerrará y nadie
abrirá". Mateo habría adaptado esta imagen a un
conocido logion rabínico que designa el hecho de
determinar qué acciones son permitidas o prohibidas por la
ley. Otro significado de este mismo par de verbos es el
significado judicial que se expresa en imponer o levantar la
prohibición de asistir a la sinagoga y participar en la
comunidad. Juan va a usar otro par de verbos que connotan este
acto judicial de perdonar o imputar un pecado.

Sin excluir otros significados concomitantes, perdonar e
imputar significan en Juan promulgar la obra de juicio que
Jesús mismo realizó en su vida. Jesús vino
para un juicio que ponía en evidencia las obras de cada
uno, al confrontarles con la luz de su palabra. Para un juicio
había venido, para que los ciegos viesen, y los videntes
aparecieran como ciegos. Los discípulos predicando el
evangelio hacen que los hombres se definan y por consiguiente
acepten la luz o se juzguen y condenen a sí mismos al
rechazarla. Es fundamentalmente mediante la palabra predicada
como se lleva a cabo este juicio. Unos se acercan a la luz y son
perdonados, otros se endurecen y son condenados.

Los discípulos portan una palabra que implica
perdón o condena. Esta tarea la hacen los
discípulos bajo el poder del Espíritu Santo. Al
Paráclito se le ha confiado la tarea de un juicio de
carácter discriminatorio. Pero es el mismo Espíritu
el que purifica del pecado en los sacramentos. La comunidad hace
llegar el perdón a través de la efusión del
Espíritu derramado inicialmente en el bautismo y a
través del ejercicio continuado del perdón dentro
de la comunidad.

Se ha discutido si el perdón de los pecados del
que se habla aquí es el que se otorga en el bautismo, o el
del sacramento de la reconciliación. No hay por qué
escoger entre estas dos alternativas. Se refiere al perdón
que es otorgado en el momento de la primera conversión, y
también de conversiones sucesivas en la vida del
cristiano.

Reproduciremos el texto de Brown, valorando la
incidencia de este texto sobre el sacramento de la
reconciliación.

"Es imposible zanjar esta disputa sobre bases puramente
exegéticas… Dudamos que haya pruebas para limitar
el poder de perdonar pecados o de imputarlos, otorgado en Jn
20,23, a un ejercicio específico de esta potestad en la
comunidad cristiana, sea la admisión al bautismo, sea el
perdón a través del sacramento de la penitencia.
Estas son únicamente manifestaciones parciales de una
potestad más amplia, concretamente la potestad de aislar,
rechazar y negar el mal y el pecado, una potestad otorgada por
Jesús en su misión y que él comunica a su
vez a través del Espíritu a sus enviados. Se trata
de una potestad eficaz, no meramente declarativa, contra el
pecado; un poder que afecta a los antiguos y a los nuevos
seguidores de Cristo, y que supone también un
desafío para los que se niegan a creer. Juan no nos
explica cómo o por quiénes se ejercía esta
potestad en la comunidad a la que dirige su evangelio, pero el
hecho de que se mencione indica que se
ejercía".

SEGUNDO EPISODIO: APARICIÓN A LOS
DISCÍPULOS CON TOMÁS

v.24: Pero Tomás, uno de los Doce, llamado el
Mellizo, no estaba con ellos cuando vino
Jesús.

v.25: Los otros discípulos le
dijeron:

-Hemos visto al Señor.

Él les dijo: -Si no veo en sus manos la
señal de los clavos y no meto mi dedo en el lugar de los
clavos, y no meto mi mano en su costado, no
creeré.

Tomás no estaba con ellos. Se subraya el hecho de
que se ha alejado de la comunidad y por ello se ha privado de la
visita de Jesús. La única mención que
teníamos de Tomás es su disposición a ir a
la muerte con Jesús: "Vayamos también a morir con
él" (11,16), y su pregunta en la Cena sobre el camino
hacia el Padre (14,5). En ambas ocasiones se nos presenta como un
hombre impulsivo, pero un tanto romo y escéptico. A lo
largo del capítulo 20 hemos ido viendo varias actitudes
psicológicas de los discípulos: la reacción
afectiva de la Magdalena, la perspicacia del DA, la masiva
lentitud de Pedro, y ahora el escepticismo de Tomás. A
cada uno se le acerca Jesús de un modo diverso. El
Señor muestra a los suyos su cariño, y se aviene a
acomodarse a sus ritmos, sus lentitudes, sus prejuicios, sus
tozudeces.

La frase de los compañeros: "Hemos visto al
Señor" nos recuerda aquella gozosa de los primeros
días: "Hemos encontrado al Mesías" (1,41). A los
discípulos les había bastado con que Jesús
les mostrase las manos y el costado. Tomás en cambio exige
una comprobación más minuciosa de las
heridas.

v.26: Ocho días después estaban de
nuevo sus discípulos dentro de casa y Tomás con
ellos. Llegó Jesús con las puertas atrancadas, se
puso en medio y dijo:

-La paz con vosotros.

En la llegada de Jesús el autor se limita a
repetir los datos de la primera aparición y contribuye a
reforzar la opinión de los que piensan que nos encontramos
con un duplicado redaccional y no con una nueva tradición.
Pero no se cita ya el miedo a los judíos incompatible con
el Espíritu que Jesús les ha infundido en la
anterior aparición. Con todo las puertas siguen estando
cerradas.

v.27 Luego dice a Tomás:

-Trae aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu
mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo
sino creyente.

El evangelista encuentra reprensible la actitud de
Tomás su empeño en comprobar los aspectos
milagrosos. Sin embargo muestra cómo Jesús se
aviene a someterse a las condiciones del discípulo. Las
palabras de Jesús repiten punto por punto las exigencias
que había mostrado Tomás. Éste se manifiesta
descubierto y confundido. No se dice que Tomás llegase a
tocar a Jesús. Más bien Tomás cree sin
llegar a tocar sus heridas. Quizás para excitar la fe son
mucho más eficaces el cariño y la condescendencia
mostrados por Jesús que la mera comprobación
objetiva.

v.28: Contestó Tomás:

-Señor mío y Dios
mío.

El segundo concilio de Constantinopla insiste en que
estas palabras se referían a Jesús y no eran
simplemente una exclamación en honor al Padre (contra
Teodoro de Mopsuestia). Hoy día todos piensan que la
exclamación va dirigida a Jesús.

El evangelio ha estado puntuado por las confesiones
cristológicas de los interlocutores de Jesús
(1,29.32.41.49; 3,2.28; 4,19.42; 6,69; 9,38; 11,27; 12,13; 16,30;
20,16). Llegamos ahora a la confesión teológica
más sublime, el clímax del evangelio. La divinidad
de Jesús, el nombre sobre todo nombre, expresado de un
modo inequívoco. Esta confesión de fe al final del
evangelio forma una inclusión con el Prólogo: "El
Verbo era Dios" (1,1).

Se unen los dos títulos usados en los LXX
combinadamente para referirse a Dios:

Monografias.com

Jesús glorificado puede ser ya reconocido por los
suyos en la plenitud de su misteriosa personalidad. "Cuando
levantéis al Hijo del Hombre, entonces conoceréis
que YO SOY (8,28). Ya todos pueden "honrar al Hijo como honran al
Padre" (5,23).

Se trata de una doxología en contexto
litúrgico. Tomás habla en nombre de la comunidad.
La fe ha alcanzado su punto más alto.

v.29: Le dijo Jesús:

-Porque me has visto, has creído. Dichosos los
que sin haber visto creen.

El evangelio de Juan sólo trae dos macarismos.
Éste y el de 13,17 "Dichosos vosotros si sabiendo estas
cosas las cumplís". Un macarismo de fe y otro de obras. En
cambio el Apocalipsis utiliza este breve género literario
con gran abundancia. Hay nada menos que siete bienaventuranzas
(1,3; 14,13; 16,15; 19,9; 20,5; 22,7; 22,14).

El evangelio se abre a una perspectiva más
amplia, la de los futuros creyentes, del mismo modo que en la
oración sacerdotal Jesús se abría
también a los que habrían de creer por el
testimonio de los discípulos (17,20).

No se contrasta la incredulidad de Tomás con la
fe de otros. Tomás ya es un creyente. Se contrasta la fe
de los que vieron a Jesús y la de los que no
tendrán esa oportunidad de ver. También 1 P 1,8
dice a los cristianos de su época: "Sin haberle visto le
amáis: aunque ahora no le veis, creéis en
él, y os alegráis con un gozo intenso e
inefable".

Recordemos que una de las situaciones existenciales a
las que intenta responder el evangelio es la muerte de los
testigos oculares y la primera generación
apostólica, en concreto la muerte del discípulo
amado.

El evangelio anima a sus lectores. Todos seguirán
viendo al Señor de un modo especial, aunque distinto del
de las apariciones. "El mundo ya no me verá, pero vosotros
me veréis, porque yo vivo y vosotros viviréis"
(14,19). Visión por connaturalidad. Sólo los vivos
pueden ver al Viviente. La fe en Jesús es fruto de la
experiencia de vida abundante que nos ha sido dada por
él.

SEGUNDO EPISODIO: APARICIÓN A LOS
DISCÍPULOS CON TOMÁS

v.30: Cierto que Jesús realizó
todavía otros muchos signos en presencia de sus
discípulos que no están escritos en este
libro.

v.31: Éstos quedan escritos para que
creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de
Dios, y creyendo tengáis vida en su nombre.

Esta era la conclusión del evangelio en su
redacción original. El capítulo 21 lo consideramos
un epílogo añadido por un redactor.

¿A qué otros signos se refiere Juan? Unos
piensan que se trata de otras apariciones, otros que se trata de
signos milagrosos como los que están recogidos en el Libro
de los Signos. Para nosotros puede referirse tanto a unos como a
otros. Las apariciones son también signos.

La intención del evangelista es clara, y nadie
puede llamarse a engaño. Él no ha escrito una
crónica sobre Jesús, sino un libro que solicita la
fe. No es un atestado imparcial de lo sucedido, sino la
interpretación de un creyente y un miembro de la
comunidad, pero que necesita verse robustecido e ilustrado en su
fe.

EL EPÍLOGO

A) CRÍTICA LITERARIA

1. Relación entre Jn 21 y el resto del
Evangelio

a) Apéndice, suplemento,
epílogo

Desde el punto de vista textual el evangelio siempre
circuló con el epílogo. No existen manuscritos en
los que falte. Sin embargo, por motivos de crítica
interna, muchos especialistas piensan que el capítulo 21
fue añadido después de compuesto el evangelio, y
probablemente por alguien distinto del propio
evangelista.

Razones principales:

* En 20, 30-31 hay un final claro que suena a acorde
final.

* En 20,29, después de narrar las apariciones se
consigna una bienaventuranza de los que no han visto. Es raro que
después de esto se vuelva a narrar otra aparición
más.

* El relato del capítulo 21 enlaza mal con el 20.
Después de haber visto a Jesús en Jerusalén,
¿por qué han vuelto los discípulos a Galilea
a su vida ordinaria? Si ya le han visto dos veces, ¿por
qué les cuesta tanto reconocerle?

No nos gusta hablar de apéndice (es el
nombre utilizado para hablar del apéndice de Marcos,
escrito en una óptica diversa a la del resto del
evangelio). En Jn 21, sin embargo, nos mantenemos en la
órbita del evangelio.

Tampoco nos gusta suplemento, porque algunas de
las noticias aportadas por Jn 21 no son necesariamente
posteriores a las de Jn 20.

Preferimos hablar de epílogo, un
discurso añadido a una pieza dramática para
completar algunas ideas que quedaron pendientes. De este modo el
epílogo viene a equilibrar el prólogo puesto al
principio.

b) ¿Escrito por el evangelista o por un
redactor?

Es importante hacer notar las semejanzas que hay entre
el epílogo y el resto del evangelio, porque el
cúmulo de smejeanzas o desemejanzas nos ayudará a
responder a la pregunta dfe si está escrito por el mismo
autor o por otro. Esta es la lista de temas repetidos:

Monografias.com

Se entenderá mejor lo que queremos decir
contrastando el epílogo con el episodio de la
adúltera (7,53-8,11), que también es un
añadido al evangelio, pero que no pertenece en absoluto a
la órbita juánica. En la adúltera no aparece
ninguna de las palabrs típicas ele lenguaje
juánico, ni ninguno de sus temas favoritos. Más
parece un tesxto sinóptico que juánico.

A pesar de estas afinidades literarias y
teológicas en Jn 21 hay ciertas diferencias de estilo que
sugieren que es de una mano distinta de la del
evangelista.

Monografias.com

Un poderoso argumento para razonar que no ha sido el
evangelista el que ha añadido el epílogo, es que si
hubiese sido el mismo, habría retocado om eliminado la
conclusión del capítulo 20. Pero el redactor ha
tratado con tal reverencia el evangelio como si fuese para
él un texto ya sagrado y canónico, y no se ha
atrevido a cambiar nada, sino que se ha limitado a añadir
nuevos materiales.

Pensamos que el redactor fue un discípulo
juánico que compartía la misma espiritualidad y
desearía completar el evangelio con nuevos materiales
procedentes ellos también de la escuela
juánica.

Al mismo tiempo deseaba subrayar ciertos temas
teológicos concretos. Esto no quiere decir, como pretende
Bultmann, que el redactor quisiera corregir el evangelio:
subrayar la sacramentalidad en un evangelio antisacramental o
subrayar la eclesialidad en un evangelio antieclesial. Pero
sí hay claramente indicios de que el redactor
quería intensificar determinadas líneas
teológicas que para su gusto no estaban suficientemente
resaltadas en el resto del evangelio.

En concreto, el epílogo resalta la misión
apostólica con la imagen de la pesca, reseña la
rehabilitación de Pedro y su preeminencia en la Iglesia,
corrige una interpretación errónea acerca de la
muerte del discípulo amado. En conjunto todos estos temas
inciden en una mayor eclesialidad del cap. 21, y en una
visión más armónica de la relación de
la comunidad juánica con las otras iglesias
apostólicas, que quizás responda a un progresivo
movimiento de incorporación de la comunidad juánica
en el seno de la gran Iglesia.

2. Historia de las tradiciones

Un detallado análisis del c. 21 ha llevado a
muchos exegetas a concluir que la estructura del pasaje es muy
compleja. Se postula como posible solución a esta
complejidad el que se hayan fusionado aquí dos escenas
diversas referentes a distintas apariciones de Jesús. Una
se centraría en la persona de Pedro y hablaría
sobre una pesca. La otra se fijaría en el grupo de los
discípulos y se centraría en una comida. Ambas
tradiciones le llegaron quizás ya fundidas al redactor,
que luego ha introducido muchos elementos redaccionales
típicamente juánicos.

La primera aparición de la lista de 1 Co 15,5 es
la aparición a Cefas. Pablo no la localiza. Lc supone que
esta aparición tuvo lugar el mismo día de Pascua y
en Jerusalén, porque al regresar los de Emaús la
aparición a Pedro ya había tenido lugar (Lc 24,34).
Hay motivos para pensar que la localización lucana de
todas las apariciones en Jerusalén obedece a motivos
redaccionales, aunque también hay motivos para pensar que
las primeras apariciones tuvieron lugar en Jerusalén, tal
como lo cuentan Lucas y Juan.

En Mc 16,7 el ángel da instrucciones a los
discípulos y a Pedro de que vayan a Galilea, pues
allí verán a Jesús, con lo que parece
mostrarse totalmente ignorante de una aparición a Pedro en
Jerusalén en el domingo de Pascua.

El evangelio apócrifo de Pedro sitúa en
Galilea la primera aparición de Jesús a Pedro. Por
otra parte en Jn 21 no hay ninguna alusión a que
Jesús se hubiese aparecido anteriormente a Pedro. Antes
bien, la lentitud de éste en reconocerlo parece excluir
esta posibilidad. La actitud de Pedro ante el Maestro delata el
embarazo y el remordimiento propio de un primer encuentro
después de las negaciones. Si Jesús se hubiese
aparecido ya antes a Pedro no se explica por qué
volvió otra vez a la pesca en el lago, a su vida
ordinaria.

Lo que sí parece claro es que en el relato
tradicional de la aparición de Jesús a Pedro, Pedro
estaba solo. Es precisamente esta aparición uno de los
motivos para la singularidad de Pedro en la primera Iglesia.
Parece incluso que Pedro fue el encargado de robustecer la fe de
los otros apóstoles, y de congregarlos, en virtud de aquel
encuentro personal que había tenido con el Señor.
Este puede ser el sentido de Lucas cuando dice: "Tú, una
vez convertido, confirma a tus hermanos" (Lc 22,32). Esto
favorece la hipótesis de que en esta aparición
Pedro estaba solo, y que fue anterior a la aparición a los
Once.

El hecho de que en el epílogo juánico
Pedro aparezca acompañado de los discípulos, puede
ser una señal de que está fundiendo dos relatos de
apariciones, una a San Pedro solo y otra a los Once.

Así pues el epílogo nos estaría
narrando aquí a su modo la tradición de la
aparición a Pedro a la que aluden Pablo, Marcos y Lucas.
Quizás puedan pertenecer a esta tradición algunos
de los detalles que los sinópticos han situado en la vida
pública de Jesús. Me voy a referir en concreto a
tres pasajes sinópticos, dos de Mt y uno de Lc que pueden
encontrar paralelos en Jn 21. Es claro que tanto en Mt como en Lc
estos pasajes han sido añadidos, pues no pertenecen ni a
la triple tradición ni a la fuente Q. ¿Cuál
había sido el contexto original de estos relatos?
Aventuramos que hubiera podido ser precisamente la
aparición a Pedro que Juan ha reflejado en Jn 21.
Estudiaremos cada uno de los tres textos.

Pedro camina sobre las aguas (Mt
14,25-33).

Aunque ya Juan nos ha narrado este episodio en el
capítulo 6, allí no se nos habla de que Pedro
saliese de la barca. Sólo Mateo nos dice que Pedro se
tiró al agua al encuentro de Jesús. Si Mateo
conocía un material postpascual de Pedro yendo a
Jesús sobre el agua y no pensaba narrarlo en sus
apariciones, éste hubiera sido un buen momento para
incluirlo. Algunas semejanzas son notables.

* Pedro ve a Jesús a cierta distancia.

* No lo reconoce al principio.

* El miedo al fantasma (Mt 14,26) era un elemento en los
relatos de apariciones (Lc 24,27).

* Se dirige a Jesús con el título de
"Señor".

* Salta fuera de la barca hacia Jesús.

* Jesús socorre a Pedro después de haberlo
reñido.

Pero hay que reconocer también que son muchas las
diferencias, sobre todo en el hecho de que en Jn 21 Pedro va a
Jesús nadando, y no hay ninguna alusión al
carácter milagroso del camino de Pedro sobre las aguas que
es evidente en Mateo.

Pedro roca fundamental de la Iglesia (Mt
16,16-19).

Los tres sinópticos recogen la escena en la que
Pedro declara que Jesús es el Mesías. Sólo
Mateo consigna la respuesta de Jesús a Pedro cambiando su
nombre y haciéndole una serie de promesas. Una vez
más Mateo ha añadido aquí un texto que no
venía en Marcos o en Q. ¿Dónde
encontró la fuente de Mateo este material y estos logia de
Jesús? Muchos piensan que en la escena de la
aparición de Jesús a Pedro después de la
resurrección. Quizás habría una
narración muy extensa de esta conversación, de la
que Mateo tomó las imágenes de la roca, del primer
ministro (llaves) y del atar y desatar, mientras que Jn 21 ha
tomado la imagen del pastor y la de perdonar e imputar. Por otra
parte el cambio de nombre de Simón que Mateo trae en este
contexto, ya lo había adelantado Juan al primer encuentro
de Jesús y Pedro al principio del ministerio
apostólico (1,42).

La pesca milagrosa (Lc 5,1-15).

Lucas ha añadido el episodio de la pesca
milagrosa al relato de la vocación de los
discípulos junto al lago narrado por MM. De nuevo surge la
pregunta: ¿Ha añadido Lucas o han abreviado MM? Nos
inclinamos claramente por lo primero. Y si es Lucas el que ha
añadido, cuál era el contexto del relato de la
pesca tal como estaba en la fuente utilizada por
Lucas?

La crítica interna del pasaje lucano no aporta
pruebas decisivas a favor de una u otra posibilidad. En cambio
sí impresiona ver los muchos paralelismos entre la pesca
de Lc 5 y la de Jn 21.

* Toda la noche pescando sin coger nada.

* Jesús les dice que echen las redes.

* Al obedecer se recoge una pesca
abundantísima.

* Se menciona el efecto del peso de la pesca sobre las
redes.

* Pedro es el único que reacciona ante aquella
captura.

* Se le da a Jesús el título de
Señor.

* Los otros pescadores permanecen mudos.

* Al final aparece el tema de seguir a
Jesús.

* La pesca simboliza el éxito de la tarea
apostólica cristiana.

* Lucas usa por única vez el nombre de
Simón Pedro (5,8) que es una expresión exclusiva de
Juan (1,40; 6,8.68; 13,6.9.24.36; 18,10.15.25; 20,2.6;
21,2.3.7.11).

* Hay semejanzas de vocabulario en los términos
náuticos.

* Se mencionan los hijos de Zebedeo.

* Pedro reconoce su condición de
pecador.

No es verosímil que se trate de dos pescas
distintas. ¿Cuál de los dos evangelios nos presenta
la forma más original del relato y su encuadramiento
cronológico? ¿Cuándo tuvo lugar la pesca
milagrosa, durante el ministerio de Jesús o en una de sus
apariciones? Nos inclinamos a pensar que es Juan quien nos
conserva el verdadero contexto.

En general las transposiciones han tenido siempre lugar
de la Pascua al ministerio de Jesús y no viceversa. Por
otra parte, dada la intención clara de Lucas de no sacar
ya a Jesús de Jerusalén una vez que culmina
allí su vida, se ve claro que no podía narrar la
aparición en el lago y por eso ha tenido que hacer el
montaje de la pesca milagrosa en otro lugar de su evangelio. Su
opción de incluir este material en el momento en que el
relato de Marcos nos narra la vocación de los pescadores,
ha sido una elección muy feliz.

Resumiremos citando a Brown a quien hemos seguido muy de
cerca en este estudio: "La primera aparición de
Jesús a Pedro se produjo mientras éste estaba
pescando. Hubo una pesca milagrosa al obedecer Pedro la orden de
un personaje en la orilla a quien Pedro reconoció
sólo después como Jesús resucitado. Pedro
saltó de la barca para ir a su encuentro, y en el curso
del relato subsiguiente reconoció su pecado, fue
restablecido en la amistad de Jesús y recibió una
misión por la que adquirió una autoridad destacada
en la comunidad". Juan ha conservado este relato más
fielmente que Lucas y lo ha mantenido en su original contexto
pascual. Además ha mezclado materiales procedentes de otra
tradición de comida de Jesús con los Once
discípulos, que Lucas ha situado conforme a su cuadro
redaccional en Jerusalén. También ha elaborado
mucho la conversación entre Jesús y Pedro, la
triple pregunta y la confesión en lenguaje juánico,
y ha añadido el tema del contraste entre Pedro y el
discípulo amado.

Pero no olvidemos que no todos están de acuerdo
en situar la aparición a Pedro en el lago. Es verdad que
éste es el emplazamiento de Jn 21, y del evangelio de
Pedro que la sitúa en el lago "el último día
de los ácimos". El emplazamiento galileo viene
también abonado por las palabras del ángel a las
mujeres en Mt y Mc.

Pero si, como pensamos, es muy probable que las primeras
apariciones fueran en Jerusalén el mismo domingo de Pascua
(p 133), entonces es allí donde habría que situar
la aparición a Pedro, que sin duda fue anterior a las
otras apariciones a los discípulos. Algunos piensan que la
leyenda del Quo Vadis, en la que Jesús se aparece a Pedro
cuando éste huye de Roma, puede estar inspirada en la
tradición de que Jesús se apareció a Pedro
en el momento mismo en que éste huía de
Jerusalén camino de Galilea (Fuller, Burkitt). Es claro
que de haberse producido la aparición en este contexto,
que por otra parte es paralelo al contexto de los de
Emaús, la reacción de Pedro habría sido la
misma que la de los de Emaús: regresar inmediatamente a
Jerusalén.

Decíamos al principio que en Jn 21 se
habían fusionado quizás dos tradiciones distintas:
la de la aparición a Pedro y la de la comida de los
discípulos. Ya hemos estudiado la primera, pasemos a ver
la segunda.

Según MM (mensaje del ángel a las mujeres)
las apariciones de Jesús a los discípulos tuvieron
lugar en Galilea. Mateo sitúa concretamente la
aparición en el monte donde Jesús les había
citado. Pero teniendo en cuenta el simbolismo teológico
que el monte ha tenido a lo largo de todo el evangelio, bien
puede tratarse de un dato redaccional.

Si los discípulos volvieron a Galilea es posible
que el encuentro tuviese lugar en el lago, donde vivían
los discípulos. Reconstruiríamos la escena
así: "En algún lugar de las inmediaciones del lago
un hombre invitó a los discípulos hambrientos a
comer una comida consistente en pan y pescado. El aspecto de
aquel hombre era familiar. Vacilaban y no se atrevían a
preguntar. Finalmente cayeron en la cuenta de que era el
Señor cuando éste les dio de comer con unos gestos
que recordaban la multiplicación de los panes".

En las apariciones lucanas en Jerusalén
Jesús se aparece en el contexto de una comida. El relato
de Jn 21 y el de Lucas son muy diferentes, pero tienen
también muchas semejanzas. Quizás podría ser
otra versión de la misma aparición a los
discípulos del cap. 21.

Junto con estos dos relatos tradicionales de la
aparición a Pedro y la comida con los Once, encontramos en
Jn 21 otros fragmentos que derivan de tradiciones exclusivas de
la comunidad juánica, como el logion del Señor
sobre la muerte del discípulo amado, y la
confrontación de su destino con el de Pedro. Este tema ya
estaba insinuado en 13,36: "Me seguirás después".
Sin duda cuando se redacta el evangelio el martirio de san Pedro
ya había tenido lugar.

Muchos escrituristas no están de acuerdo con la
versión sintética que hemos ofrecido aquí,
que reduce a un mínimo el número de tradiciones
sobre las apariciones de Jesús, y trata de entender las
diferencias entre las distintas apariciones como debidas a
actividad redaccional de los evangelistas. Pudiera bien ser que
en realidad los distintos evangelios estén siguiendo
tradiciones de apariciones diversas de Jesús, y que las
diferencias entre los relatos no obedezcan a distinta actividad
redaccional sino a diversas tradiciones, y últimamente a
diversas apariciones. Es prácticamente imposible llegar a
un acuerdo unánime sobre este tema.

B) EXÉGESIS

v.1: Algún tiempo después se
manifestó de nuevo Jesús a los discípulos
junto al mar de Tiberíades y se manifestó de esta
manera.

Una introducción tan vaga apenas puede ligar este
episodio con el último que se narró en el
evangelio. Esto favorece la tesis de que el cap. 21 es un
epílogo.

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En Juan este verbo denota un surgir de la oscuridad, una
manifestación de la gloria (2,11), del nombre de Dios
(17,6), de Jesús a Israel (1,31). Jesús se
negará a las pretensiones de sus familiares de
"manifestarse al mundo" (7,4).

También en 6,1 se llama al lago "mar de
Tiberíades", adaptándose al uso de los gentiles.
Juan es el único de los evangelistas en llamar al lago de
esta manera.

v.2: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás
llamado el Mellizo, Natanael de Caná de Galilea, los hijos
del Zebedeo y otros dos discípulos.

Los discípulos están juntos formando una
comunidad. Insistiremos a lo largo de este capítulo en la
dimensión comunitaria eclesial del texto. Pedro es
mencionado el primero según la forma exclusivamente
juánica de referirse a él: Simón
Pedro.

Ciertamente sólo son siete, y no once. Juan no da
tanta relevancia al grupo de los Doce en cuanto tal, ni nos da
una lista de sus nombres, ni narra el momento de su
designación. Sin embargo sí conoce la existencia de
este grupo pues en dos ocasiones menciona el hecho de que un
discípulo pertenece a los Doce: Judas (6,71) y
Tomás (20,24). En cuanto grupo sólo aparece
después de la multiplicación de los panes, en el
momento de la gran crisis (6,67.70).

Algunos han visto en este minimizar la importancia de
los Doce una intención de no ligar demasiado la Iglesia
con el Israel de las doce tribus. Jesús no reconstituye el
nuevo Israel, sino que viene a crear un pueblo abierto a los
gentiles. Por eso quizás no le interesa subrayar la
institución de los Doce, aunque no la rechaza (Ap
21,12-14). Otros piensan que no quiere prestigiar demasiado la
institución de los Doce porque el discípulo amado
no sería uno de ellos, y no quiere debilitar su status
evangélico. Otros piensan que Juan quiere subrayar
sólo la categoría igualitaria del discípulo
y creyente, sin primar otros status jerárquicos dentro de
la comunidad.

Ya en la introducción estudiamos la importancia
que puede tener la lista de discípulos en este pasaje al
tratar de identificar la personalidad del discípulo amado.
Para algunos el DA sería uno de los dos innominados; para
otros sería uno de los hijos del Zebedeo. Según el
evangelio de Pedro los innominados eran Andrés y
Leví.

v.3: Les dijo Simón Pedro:

-Voy a pesar.

Le contestaron:

Vamos también contigo.

Muy interesante este versículo si consideramos
que la pesca simboliza a lo largo de todo el pasaje la actividad
apostólica de la comunidad.

La iniciativa es tomada por Pedro; los demás la
secundan y le acompañan. Pedro es la figura central del
episodio. El tiene la iniciativa y dirigirá también
la operación del arrastre de los peces.

v.3b: Salieron, subieron a la barca, pero aquella
noche no cogieron nada.

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