La serie de reformas que suceden durante el
período 1934-40 que dura el mandato del General
Lázaro Cárdenas, -que forman parte de su proyecto
político- son, no sólo necesarias, sino ineludibles
e inaplazables, ya que la situación que se vivía
amenazaba con un estallido social y a la vez, por otro lado,
frenaba el desarrollo del país, en particular. De esta
forma, el fin fundamental del proyecto cardenista, se resume a la
creación de las condiciones tanto sociales como
económicas que permitirán garantizar la
acumulación del capital, lo cual significaba, reformular
las bases sobre las que se deben las relaciones de
producción.
El proyecto reformista de Cárdenas,
no fue aceptado en principio por la burguesía nacional y
en menor medida por la extranjera. Ya que beneficiaba a la amplia
capa de masas populares, también necesitó de
estás para ser llevado a cabo, sólo porque de otra
forma, no hubiese sido posible. Esto es así, porque dicho
proyecto, se proponía concretizar las tareas que la
revolución dejará inconclusas.
Bajo una política populista,
Cárdenas logra llevar a cabo, acciones anti-imperialistas
que permitirán recobrar, para el país, renglones
productivos que servirán más tarde de apoyo a la
industrialización del país, como el
petróleo. Además, logra conducir el movimiento
obrero y campesino para reformular las relaciones
obrero-patronales, esto es, modificar la forma en que se pacta la
venta de la fuerza de trabajo; que fue uno de los fines del
proyecto cardenista, la reformulación de las condiciones
en la que se pacta la venta de la fuerza de trabajo a la vez que
da un gran paso en la reforma agraria. Son precisamente las bases
populistas y la retórica socializante del gobierno de
Cárdenas,
La idea de Cárdenas era equilibrar
la posición de los factores productivos las que confunden
a la burguesía de ese tiempo y la hacen temer al proyecto
reformista, llegando a ver, incluso, en él un ataque a la
propiedad privada, sólo porque a corto plazo
afectaría seriamente a intereses de la burguesía
monopolista aliada al capital extranjero. Sin ver, que ello es
necesario para sentar las bases de una nueva forma de
organización económica y social dentro de los
marcos capitalistas.
Dos aspectos, dignos de mencionarse, fue
que la burguesía se encontraba débilmente formada
como para tomar el poder político; a la vez que en el seno
de las masas populares existe una gran agitación, pero
priva la desorganización, hecho por el cual no pueden
imponer su fuerza política y de esta forma, mejorar sus
condiciones de vida material. Surge de aquí, entonces, una
superestructura política e ideológica que a la vez
que legítima y garantiza la reproducción de la
explotación capitalista, atrae a las masas explotadas
haciéndoles uno de sus elementos constitutivos con el fin
de cumplir con sus reivindicaciones; y por este medio lograr su
control, para así dirigir su potencial política
dentro de las causas de expresión de un Estado
burgués. Cárdenas de organizó a las masas
populares en sindicatos para más tarde incluirlos dentro
de un partido político. Así, de ser una forma de
organización popular para ganar posiciones en la lucha de
clases, el sindicato, deviene en una institución que
será el elemento mediante el cual el estado, se
servirá para controlar, manipular y mediatizar el
movimiento obrero y campesino.
Su proyecto político buscaba una
mayor participación política de las masas, con el
fin de lograr un reacomodo de las fuerzas
político-económicas, en general y de las relaciones
de producción en particular, para así, instaurar un
nuevo patrón de relaciones de producción
capitalistas más racional, y que respondiera a las
necesidades de modernización del aparato productivo y de
la acumulación de capital, lo cual era posible,
sólo si los trabajadores luchaban por ello, dentro de los
marcos abiertos por el Estado. En este sentido, un mecanismo que
servirá para este fin, será la huelga. En este
sentido, el gobierno no estaría bloqueando el capitalismo,
por el contrario, modifica las condiciones jurídico
políticas de las relaciones de producción para su
mejor funcionamiento y expansión, el proyecto
Cárdenista no hubiese sido posible de no haber existido
una gran agitación social que facilitó el
encauzamiento hacia el corporativismo; una relativa debilidad de
la burguesía que permitió ampliar las concesiones a
las masas populares y una participación en la vida interna
del país, por parte del imperialismo, disminuida por las
pugnas ínter imperialistas y condiciones de alguna manera
por preludio de la guerra mundial. Cárdenas, aprobó
la contratación colectiva, el salario mínimo; le
dio vigencia a la Ley Federal del Trabajo, promulgada desde 1931;
permitió las huelgas a gran escala y satisfizo las
demandas de los obreros y campesinos; apoyó el derecho de
los trabajadores y del Estado de tomar las fábricas donde
la maquinaria productiva estuviese inactiva o donde los
propietarios desobedecieran las leyes laborales; promovió
la reforma agraria y repartió más tierras que
ninguno de sus predecesores desde la revolución de
1910.
En el campo de lo social, apoyo la
agricultura y la industria; creando a la vez un campo propicio
para la inversión privada, apoyándose así,
la organización y la producción también se
vio materializada en el terreno económico, con una mayor
participación e intervención de éste, tanto
directa como indirectamente; obligado, sobre todo, por la
necesidad de reactivar la economía, deprimida por la
crisis de 1929, fomentando el desarrollo del país en su
conjunto. Los principales mecanismos utilizados para este fin
fueron la manipulación del gasto público y la
creación de instituciones económicas que
fundamentarían el sistema financiero del país.
Así, para 1937 la participación del gasto
público reorientado al área económica
representa el 42% del gasto federal total, lo cual contrasta con
un 23% que representaba en 1929. De igual manera, tenemos, en
esta etapa, la creación del Banco Nacional y el de
Comercio Exterior; así como el fortalecimiento del Banco
de Crédito Agrícola y la Nacional Financiera, que
se convirtió en el principal apoyo a la producción
industrial. Un fenómeno característico del
período fue el fortalecimiento del mercado interno.
Gracias a él, pudo darse una notable expansión
industrial. Dicho fortalecimiento se debe principalmente a la
mejora en las condiciones de vida material de los trabajadores
asalariados; a la repartición de tierras que
permitió una generación mayor de ingreso en el
campo y por tanto amplió la demanda; la misma
expansión de los demás sectores crea condiciones
más adecuadas para la canalización de la oferta de
productos, tanto agrícolas como industriales, sobre todo
notable, en los servicios públicos y en el sector
gubernamental (ambos sectores, absorbían casi el 50% del
ingreso nacional en 1940) .
Es bien cierto, que la modernización
y el empuje que adquiere en este periodo, dicho sector,
servirá para fundamentar el desarrollo industrial del
país en el período inmediato posterior. Esto,
porque incrementa el suministro de materias primas para la
industria, al mismo tiempo que expande la oferta de productos
alimenticios y provoca el abaratamiento de la fuerza de trabajo
que se empleaba en la industria, a la vez, que, como ya se dijo,
expande el mercado interno.
De igual manera, al producir bienes de
exportación, cierto que el reparto de tierra
favoreció a una gran cantidad de campesinos,
también es cierto que fortaleció posiciones de la
burguesía rural. Un dato interesante al respecto, es que
entre 1930 y 1940, el número de haciendas privadas,
creció en un 44%.La promulgación de leyes por parte
del gobierno de Cárdenas, hizo mucho por provocar esta
situación. De especial atención son las leyes que
protegían la industria nacional de la competencia
extranjera, como la del 1938, que establecía aranceles
elevadísimos para la importación de
mercancías que ya se estuvieran produciendo en el
país. De igual manera, en 1939, se promulga un decreto
oficial para dar estímulos a la creación de nuevas
empresas mediante la exención de impuestos para la
exportación de maquinaria y materias primas que de manera
indispensable necesitaran dichas empresas y no se produjeran en
México. De igual manera, se dan otra serie de
disposiciones gubernamentales, que exentaban del pago de
impuestos, canalizaban recursos a la industria, etc.
El plan de Cárdenas, no era acabar
con la participación del capital extranjero en el
país, sino más bien limitarlo de alguna manera,
poderlo tenerlo bajo control. Dos fueron las medidas más
radicales a este respecto: la nacionalización de los
ferrocarriles y la industria petrolera, las cuales se llevaron a
cabo basadas en la ley sobre la expropiación en beneficio
de la nación, promulgada en 1936. En el mismo sentido,
actuó la elevación de los impuestos sobre las
ganancias de los monopolios extranjeros y la promulgación
de la ley sobre el impuesto a los super beneficios. Estas
últimas dos medidas, si bien tenían clara
intención anti-imperialista, también afectaban a
los monopolios nacionales, en gran medida aliados a los intereses
extranjeros.
La intervención del Estado en
algunos renglones de la economía, tenía
también el mismo propósito por ello es que crea dos
instituciones estatales. Una es la Comisión Estatal para
el Desarrollo de la Industria Minera, la cual trataría de
orientar la explotación de la riqueza mineral del
país a fines nacionales, a la vez que buscaba reducir y
limitar la influencia de las compañías mineras
extranjeras. Esto es, servir de contrapeso: el mismo papel
desempeñará la Comisión Federal de
Electricidad creada en 1938, la cual mantendrá un
rígido control sobre el sistema eléctrico del
país, a la vez que evitaría los abusos de las
compañías extranjeras que operaban en esta rama. La
batalla contra las compañías petroleras se
había iniciado a raíz de la promulgación de
la constitución de 1917, en el cual se consagraba la
propiedad de la nación sobre el subsuelo nacional de donde
los monopolios petroleros extraían el
petróleo.
Una larga lucha diplomática se
entabló entonces, ya que mientras por un lado, las
compañías petroleras luchaban por conservar la
propiedad de los yacimientos petrolíferos, el Estado
Mexicano, trataba de limitarlos, dándoles simplemente
concesiones por tiempo limitado para la explotación del
subsuelo nacional. Así, que en el fondo de la lucha contra
los monopolios petroleros no sólo se encontraba el
problema de la interpretación del artículo 27º
constitucional y la legislación petrolera, sino que tras
de todo ellos, subyacía el hecho de impedir una
explotación irracional del petróleo y no seguir
permitiendo que el país dejara de obtener beneficios de la
explotación de una de sus principales materias primas como
era el petróleo.
A partir de la expropiación de 1938,
el destino de la producción petrolera cambió
radicalmente: la industria se dedicó principalmente al
abastecimiento de las necesidades del país, no sólo
por la pérdida de los mercados extranjeros, sino
fundamentalmente, por el incremento del consumo interno que trajo
consigo la aceleración del ritmo de
industrialización promovido por la segunda Guerra Mundial.
Después de conflicto, el consumo interno habría de
absorber más del 90% de la producción total. De
esta forma, hacia 1940, las inversiones extranjeras directas, se
habían reducido. Cabe aquí resaltar que fue el
proteccionismo un de las medidas de política
económica que el Estado Mexicano utilizó con mayor
empeño para poder impulsar el proceso industrializador en
México, defendiendo así a una industria que por
atraso relativo no se encontraba en condiciones de competir con
los productos manufacturados que provenían del
exterior.
Las medidas arancelarias hacían
más baratas las mercancías producidas por la
industria nacional que las que se importaban, y así,
ésta pudo ganar terreno y consolidar su posición en
el mercado interno. Esto sucedía sin embargo, parcialmente
ya que dicho proteccionismo favorecía únicamente el
Sector II, agudizando la dependencia de la industria nacional con
respecto al exterior por la necesidad de importar los bienes de
capital para la reposición y la inversión nueva,
ante la ausencia de una producción nacional de los
mismos.
Por otra parte, esto posibilitó, al
librar de la competencia al Sector II, fue, que éste
anquilosara una estructura productiva que no desarrolló
niveles de competitividad tan elevados como los otros
países, hecho en el que también jugaron un papel
relevante las formas que adquirieron las transferencias de
tecnología. Ello hizo necesario aplicar nuevamente medidas
proteccionistas cerrando así, el circulo vicioso del
desarrollo industrial del país: escasa
competitividad-proteccionismo-falta de competencia- ineficiencia
y escasa competitividad- proteccionismo- etc. Donde era
más seguro invertir y sobrevivir, el que mediante se
encontraba desarrollado, mientras que el Sector I, quedaba
desprotegido, lo que limitó su surgimiento y
expansión., mientras que el sector productor de medios de
producción se expandía lentamente y con mayores
dificultades.
En segundo lugar, podemos comprobar
también, que el proteccionismo surgió como una
política destinada a proteger ciertos sectores de una
industria ya establecida, más que a promover el
surgimiento de nuevas ramas industriales, lo que hace
corresponsable el proteccionismo del escaso desarrollo de ciertos
sectores industriales y de otros vicios que la industria nacional
prohijó y acumuló. Otro de los signos claves que ha
marcado el funcionamiento de las ET en la economía
nacional, ha sido, los efectos que ha ocasionado en el sector
externo de la economía.
Suele afirmarse, que las inversiones
extranjeras son un mecanismo complementario al insuficiente
ahorro nacional. Una masa de recursos financieros que
permitirá financiar el desarrollo del país. Nada,
sin embargo, hay más lejos de la verdad. La creciente
expansión de las ET en nuestro país ha sido
financiado con recursos internos y gran cantidad de ellos, han
sido drenados a sus países de origen mediante diferentes
vías, como la de pago por regalías, asistencia,
técnicas, intereses, e incluso sobrefacturación en
las importaciones y subfacturación en las
exportaciones.
Para las ET el principal mecanismo para la
obtención de recursos financieros internos, ha sido el
acceso al crédito interno. Tenemos así, que
mientras en 1965 las ET obtenían para su expansión
54% de recursos externos y 46% de recursos internos, hacia 1970,
esta proporción ya se había revertido, mostrando un
43% para el primero y 57% para el segundo, esto es, que
más de la mitad de los recursos que se allegaban las ET,
era de origen nacional .
En 1963, los créditos obtenidos
internamente por las Et, representaban 63% del total de
créditos de corto plazo, mientras que en 1970, este
porcentaje se elevaba en 69% .
Esto habla, no sólo del amplio flujo
de capitales al exterior y por tanto de la mayor
descapitalización de la economía mexicana a
través de las utilidades de las ET, y de los pagos que
éstos efectúan al exterior, también habla de
un creciente déficit incluido en la balanza de capitales,
que se conjuga con el déficit en la balanza comercial y
lleva la balanza de pagos a una aguda situación cuya
única salida ha sido una creciente disposición del
crédito externo, para saldar los déficits
creados.
Otra forma de financiar dichos
déficits ha sido la atracción de nuevas inversiones
extranjeras, lo que no hace sino reproductor la misma
situación, pero a niveles más
críticos.
El endeudamiento externo, viene a ser pues,
junto con los mayores lujos de inversión extranjera, el
elemento que sostendrá el desarrollo del patrón de
acumulación que ha creado los problemas que has provocado
recurrir a dicho financiamiento. Problemas que se
ahondarán mientras dicho patrón de
acumulación siga vigente, cerrando con ello el
círculo vicioso de la dependencia y la
subordinación económica. A lo largo de todo este
trabajo, hemos podido constatar la enorme importancia que ha
representado el fenómeno de la inversión extranjera
en nuestro país y las consecuencias negativas que ha
provocado en el desarrollo nacional del mismo.
Este fenómeno como ya vimos, no es
algo nuevo, pero sí lo son las formas y modalidades que va
adquiriendo en las diferentes etapas del desarrollo de nuestro
país, distinguiéndose el hecho de que a medida que
va creciendo, su penetración se va convirtiendo en una
fuerza incontrolable, cada vez más ajena a la realidad
material de la sociedad mexicana en su conjunto, tanto en su
forma de operar, como en los intereses a los que
responde.
La consolidación de la
burguesía industrial como fuerza hegemónica dentro
del bloque en el poder y su posibilidad de subordinar a las
clases populares, fueron elementos determinantes, que permitieron
la configuración del patrón de acumulación
que dicha burguesía modeló. No ha habido fuerza
social, dentro del ámbito nacional, capaz de impedir o
poner límites a las acciones de esta burguesía. El
Estado, ha sido el principal mecanismo que ha posibilitado la
presencia de las condiciones para la reproducción de dicho
patrón de acumulación.
Treinta años de desarrollo
industrial se analizan en este trabajo, y sin embargo a
través de ellos no podemos encontrar ningún signo
que hable de un desarrollo industrial pleno, independiente,
homogéneo. Por el contrario, las disparidades han sido
agudizadas. Treinta años de industrialización en
México, no dieron sino un esquema industrial ineficiente e
improductivo, deficiencias que han sido perpetuadas por un
sistema arancelario proteccionista, que es a fin de cuentas, un
elemento más del tergiversado desarrollo
nacional.
Autor:
Ricardo Corazon de
León