Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

¿Existe dios?: conflicto teológico y filosófico (página 3)



Partes: 1, 2, 3

Por otro lado, la ciencia, cosa creada por el hombre
para tratar de explicarse lo que no entiende, ha demostrado que
lo que nosotros conocemos como materia y energía que es de
lo que está formado todo no se puede ni crear ni destruir.
Entonces qué sentido tiene decir que dios creo algo que no
se puede ni crear ni destruir.

Decir que se cree en Dios, y que dios maneja todo: el
sol, la luna, las estrellas, nuestras vidas; que hay que
complacerlo para que nos mande cosas buenas; que si hacemos que
se enfade y rabie nos mandara castigos merecidos (terremotos,
tornados, erupciones volcánicas, enfermedades,
separaciones amorosas, la muerte) y nos mandará al
infierno a sufrir eternamente aunque el predique amor; son un
razonamiento muy simple, creíble, razonable y
lógico para los hombres ignorantes de todo.

Esta fue la primera ideología de una
religión y la base de todas. Afortunadamente existen
gentes como los ateos que no se dejan llevar por estas
"concepciones" de la vida y buscan una respuesta
más allá de lo que es impuesto por la sociedad
cristiana (o cualquier otra religiosa). Es muy difícil
probar que no existe ya que nosotros estamos buscando las pruebas
en la razón y en el razonamiento y es muy difícil
ponerse en contra de argumentos que durante tantos años
han regido la vida de los hombres de una manera en que el hombre
ha encontrado una respuesta coherente, lógica,
creíble, y sobre todo a la mano de todos, hacia todo lo
que no entiende y el hombre se lo explica con la creencia de una
creencia.

Este es un punto que tiene que ser entendido primero:
¿Crees en creencias?, nosotros no, pero pasa que si yo
pregunto, ¿Crees en el sol?, ¿Crees en una rosa?,
¿Crees en un rio?, ¿Crees en el amor?. Nadie
pregunta eso porque no hay necesidad de hacerlo. Son cosas que
son, que están, que existen. "Las cosas o existen o no
existen
". Creamos o no creamos que una rosa o el sol existen
esto realmente no importa mucho ya que existen aunque no
queramos, tal como el dolor, el hambre, el odio, el sida, el
amor, la muerte, etc.

Con esto se concibe que sólo se cree en ficciones
no en verdades y en hechos ya que las cosas son por si solas. Por
lo tanto, si yo digo ¿Crees en Dios?; al decir sí.
La gente se contradice. Porque sólo creemos en ficciones.
Si dios realmente existiera. No nos preguntaríamos si
creemos en él.

Una de las cosas más significativas que hay que
entender sobre la mente del hombre es que siempre está
buscando respuestas a todo y sobre todo a cosas que lo perturban
tanto como el significado de la vida, si es que esta tiene
significado alguno.

Asi pues el hombre creo a dios como una ficción
tratando de explicar lo que el por sí solo no
podía: El significado de la vida. sin Dios, el mundo se
vuelve accidental, sin sentido, y deja de ser una creación
de un Dios sabio que lo creó todo para nosotros y eso para
el hombre siempre dependiente de algo no es posible.

Por eso el hombre crea todo tipo de creencias o
ficciones como Dios, El nirvana, los cielos, el paraíso,
la otra vida después de la muerte y se crea todo un
sistema religioso, pero todo eso no es más que una
creencia que obedece a ciertas necesidades
psicológicas.

Dios es la más grande ficción jamás
creada por el hombre. Yo no puedo decir dios existe o dios no
existe. No tiene sentido, como tampoco tiene sentido preguntarse
sobre el significado de una rosa o el significado de una nube
flotando en el cielo. Simplemente no hay un significado y sin
embargo tienen una tremenda belleza, una rosa no tiene un
significado propio pero a la hora de cortarla, entregarla y decir
te amo entonces cambia la cosa. La rosa aun sin tener un
significado propio representa lo que el "usuario" de la
rosa quiere que signifique. A eso es a lo nos referimos cuando
decimos que ningún dios, por muy convincente que sea la
concepción de este, tiene que ver en nuestra vida real ya
que aunque nosotros creamos que dios rige nuestra vida nosotros
tenemos total control sobre esta, ya que nacemos completamente
libres.

Por eso nosotros decimos: no creas en ficciones porque
una vez que tu creas o inventas una ficción tienes que
crear mil y una ficciones más para sostener la primera en
nuestra realidad.

No existe dios sentado en los cielos creando, ni
corrigiendo al mundo ¿O crees que dios crearía un
desorden tal como esto que llamamos mundo? Es por eso que la
biblia no es más que un absurdo completo ya que la biblia
es el intento del hombre de mantener en pie su primera y
más grande creencia o ficción: Dios

  • C) Razones
    Científicas.

Hubo una época en donde todos creían en
Dios y la iglesia gobernaba. A este periodo se le llamó el
"obscurantismo". Época donde la ciencia
prácticamente no tuvo avances, las plagas y las guerras
destruyeron ciudades enteras y hay poco que apreciar de esa
época.

Científicamente hablando. Basándonos en
principios de la física o la química; la existencia
de Dios resulta un obstáculo para el avance de la
ciencia.

La "Ley de la conservación de la
materia
" nos dice. "La materia no se crea ni se
destruye, tan solo se transforma
" Lo cual nos da
hincapié a decir que en realidad no la crea nadie, sino
que siempre estuvo y por lo tanto es infinita. No podemos
explicar el principio de la existencia del universo en una simple
teoría. Hay demasiadas cosas que se desconocen y
demasiadas galaxias por descubrir. Áreas que nunca se han
explorado. No por eso vamos a atribuir la creación del
universo a un ser superior capaz de crear un existir.

Cada átomo, cada célula del ser es todo un
proceso que evoluciona por sí solo. El mundo tiene
millones de interrogantes sobre su origen. La solución
más fácil sería irnos por la
explicación que requiere menos dolores de cabeza y dudas.
"Dios creo todo" Es sencillo para el ignorante y
más aún para el miedoso. En el siglo XVII el papa
declaró que no quedaba nada por inventarse. Que la
humanidad había llegado a un punto en donde no se
podían inventar más cosas.

Afortunadamente el resto de la humanidad no pensó
así y ahora contamos con un sin número de avances
tecnológicos que hace 100 años hubieran parecido
imposibles. Pero el mundo es más viejo de lo que en un
principio, la religión declaraba.

Son millones de años de evolución y siglos
bloqueados por la religión. La ciencia siempre ha sido
obstruida por la ignorancia y el temor del que busca mantener a
las masas en orden.

Napoleón lo dijo: "La
religión es justo lo necesario para mantener a la gente
común callada
". Creo que él no hubiera sido
nadie si hubiera seguido con todo lo que le dijeron que
debía ser.

Pero el romper con la rutina y las tradiciones es lo que
nos trae el progreso. La ciencia es la respuesta a todo. El
misticismo y el miedo son el obstáculo a
superar.

Hoy en día se puede crear vida a partir de un
cigoto o Zygote, del griego "zygotos", que significa
"unido, para unir, yugo"; mientras que hace un siglo se
decía que solo Dios y la mujer podían creer la vida
humana.

Hoy en día no existen pruebas científicas
que nos puedan comprobar la existencia de Dios. "Tampoco el
alma
", dicen algunos. Pero hay partes del cerebro que
aún no se han investigado y dominado.

El cuerpo humano no es perfecto pero si perfectible. La
realidad es que no existe nada perfecto. Todo tiene sus defectos.
Y el buscar un ser superior para no temer es uno de los errores
más grandes del hombre.

El cerebro es una maquina muy complicada de la que solo
usamos el 6%. Dicen algunos científicos; cuando podamos
dominarlo al 100%; todas nuestras dudas serán aclaradas y
el miedo será disipado. La existencia de Dios ya no
será una necesidad, sino un mito.

CONOCIMIENTO DE
LA EXISTENCIA DE DIOS.

A través de las "cinco vías"
tomistas o demostración a posteriori hemos llegado a la
existencia de un Ser, origen de cuanto existe –Dios–
al que las mismas vías han caracterizado como Primer
Motor, Causa Primera, Ser Necesario, Ser Perfectísimo y
Fin Último. Dado que por esas características se
nos muestran tan sólo aspectos de su relación con
el mundo creado, procede que ahora nos preguntemos:
¿Cómo será Dios en sí mismo, cual su
naturaleza?.

Han habido autores, como sabemos, que han negado la
posibilidad de todo conocimiento sobre Dios; sin embargo, en la
medida en que nuestros conceptos sobre el ser son
analógicos, podemos establecer propiedades que,
encontradas en los seres finitos con carácter de
perfección positiva, han de hallarse también en la
causa de ellos, aunque de un modo especial.

A partir del conocimiento de los seres finitos podemos
así elevarnos al conocimiento de los atributos de Dios por
tres métodos distintos:

A) El método de negación
(vía negativa): Por él negamos de Dios todo lo que
signifique imperfección en los seres de este mundo. Por
ejemplo, la materialidad, o la memoria, que implica un ser
sucesivo.

B) El método de atribución
(vía positiva): Por él aplicamos a Dios las
perfecciones reales que encontramos en los seres creados. Por
citar, la vida, la bondad, el poder, entre otras
manifestaciones.

C) El método de sublimación
(vía de eminencia): Por él elevamos a grado
infinito esas mismas perfecciones que a Él
atribuimos.

Sin embargo, la noción de Dios que obtenemos por
estos métodos será siempre meramente
analógica e impropia. A nuestra razón le parece,
por ejemplo, que la misericordia infinita y la infinita justicia
se excluyen mutuamente; es decir, que no pueden darse en un mismo
sujeto. Sin embargo, en Dios no sólo han de ser
compatibles, sino que deben coincidir hasta fundirse en una y
sola realidad, ya que Dios es simple y no admite
composición en su ser.

Cabe entonces tratar de encontrar un fundamento a esas
diversas perfecciones por las que nuestra mente se acerca al ser
de Dios, esto es, alguna que sea como el origen y causa de las
demás, lo que se llama en filosofía el constitutivo
formal o esencia metafísica.

Existen distintas teorías entre los
teólogos sobre este problema del constitutivo formal de
Dios. Según una, este constitutivo radica en la infinitud;
para otra estriba en la aseidad.

La primera teoría ha sido defendida
principalmente por John Duns Escotus o Juan Duns
Scoto
(1270 – 1308), teólogo escocés;
figura cumbre de la Escuela Franciscana. Según él,
la infinitud radical es la condición previa a cualquier
otro atributo que pueda convenir a Dios, pues solamente en grado
infinito puede serle atribuido a Dios cualquier
perfección. Dios posee todos los atributos en grado
infinito, precisamente porque es radicalmente
infinito.

Puede objetarse, sin embargo, a Escoto que la infinitud
no es un concepto radical ni algo sustantivo, sino que afecta a
un sujeto previo. Primero concebimos a un ser; después lo
determinamos como finito o infinito. El motivo de que un ser sea
finito (o infinito) no reside en la finitud o infinitud misma
sino en alguna razón metafísica que lo
afecte.

La segunda teoría sostiene que la
esencia de Dios reside en su aseidad; es decir, "en que es un
ser por sí mismo
", "a–se",
término usado en el medio evo, donde la diferencia del ser
de las demás cosas, que es "ab-alio", contra
respuesta a "a–se", es decir, "por otro";
debido precisamente a que Dios les ha otorgado el ser y les
mantiene en él. Mientras que la existencia de los seres
creados se debe a que una causa distinta de ellos mismos les
otorga el ser determinadamente a una esencia concreta (de forma
tal que los seres finitos no tienen el ser por sí, sino
por participación), la existencia de Dios se debe a
sí misma, no depende de otro ser. Por ello, la mejor
definición de Dios es, como dijimos, la que consta en el
Génesis: Yo soy el que soy (el que es por sí mismo,
no por otro). Esta doctrina de la aseidad como constitutivo
formal de Dios se encuentra en Santo Tomás de
Aquino
.

NATURALEZA DE
DIOS.

En la cumbre de las vías de ascenso nos
encontramos con Dios, primer motor inmóvil, primera
"causa incausada", esto es, "sin causa"; ser
absolutamente necesario, fuente de toda perfección y
ordenador de todas las cosas. Desde esas alturas y echando una
mirada comparativa a los lados y hacia abajo no será ya
difícil completar un cuadro descriptivo de los atributos
divinos o naturaleza de Dios. El estudio de la esencia divina
está estrechamente vinculado al estudio de su existencia.
En realidad, las cosas creadas no sólo son índice
de la existencia de Dios, sino también de su naturaleza,
aunque muy imperfectamente.

El método consistir en comparar las perfecciones
divinas ya descubiertas con las perfecciones creadas que nos han
orientado a Él, discerniendo conveniencias y diversidades
según la triple vía de causalidad, de
negación y de excelencia, que no sólo sirve para
estudiar la esencia de Dios, sino que ya nos sirvió en la
indagación de su existencia: la vía de causalidad
nos lleva a descubrir en Dios la fuente de acción, de ser
y de orden que se encuentran en las cosas; la vía de
negación nos enseñará a reconocer a Dios
esas perfecciones, pero purificadas de las limitaciones con que
se dan en las creaturas; la vía de excelencia nos
sugerirá que las perfecciones que nos son familiares en
este mundo.

Dichas de Dios están infinitamente por encima de
toda medida. De ahí que será siempre cierto que de
Dios sabemos más y mejor lo que no es que lo que es. Esta
docta ignorancia tiene, sin embargo, su compensación en la
nobleza del objeto conocido: vale más conocer
imperfectamente cosas grandes (Dios, alma, universo) que conocer
perfectamente algo insignificante (la estructura de un mineral o
una operación aritmética).

Al estudiar por separado los atributos divinos, huelga
decir que no se trata del estudio de cualidades realmente
distintas (en Dios todo es idéntico e inseparable), sino
de una distinción de formalidades según nuestro
modo de entender que nos ayude a formar un concepto aproximativo
de la omnímoda perfección de Dios. En este estudio
sistemático de los atributos divinos seguiremos el plan de
Santo Tomás que hemos adelantado al final de la
introducción. Estudiaremos antes los atributos entitativos
que los operativos (el obrar sigue al ser); antes los absolutos
que los relativos (lo relativo no se entiende sin lo absoluto);
antes el atributo fundamental o constitutivo que los
derivados.

TRASCENDENCIA DE
DIOS.

El tema de la perfección de Dios surge
espontáneamente después de lo expuesto: en nuestro
orden de cosas lo simple es lo imperfecto; la perfección
importa integridad "bonum ex integra causa". Dios no es
compuesto como las cosas creadas; tampoco es simple como las
cosas elementales. Pero es omni perfecto, fuente de toda
perfección, sumamente bueno. Ser perfecto significa, tanto
etimológicamente (de "perfacio": terminar o
completar) como en el uso lingüístico, no carecer de
nada de lo que se puede ser o tener: ni interna ni externamente;
ni en el orden sustancial ni en el de los accidentes.

Refiriéndonos a Dios, la perfección no
puede entenderse lógicamente como término de
consecución o como resultado. El concepto de bondad es el
mismo concepto de perfección, pero con matiz de finalidad
o apetibilidad: el bien es lo perfecto, lo pleno de ser, en
cuanto apto o capaz de ser apetecido o finalizar: "bonum est
quod omnia appetunt
", (Traducido al español: "el
bien, en su relación al ser humano, es lo apetecible que
atrae
". Es uno de los atributos trascendentales del ser,
convertible con El. Su opuesto, el mal, es la ausencia de la
perfección de vida en un sujeto. Digamos, pues,
que:

1) Dios es omni perfecto. Se comprende
fácilmente pensando que Dios es la causa eficiente primera
y principal de todas las perfecciones creadas, y que es el ser
por esencia, de quien participan todas las cosas todo lo que
son.

La causa eficiente no obra si no es en razón de
su actualidad o perfección existente en ella; su
acción es difusión o comunicación de la
perfección que tiene o es, bien sea del mismo orden o
grado (cuando se trata de causas unívocas), o de grado
superior (cuando se trata de causas análogas). Siendo Dios
causa eficiente de todo, y, además, en orden de
principalidad (no causa instrumental ni ocasional) y
trascendencia (causa primera de todo), no puede menos de contener
en sí, en plenitud desbordante y trascendente, toda la
perfección de todas las cosas. Por ser causa principal ha
de pre contener la perfección de lo causado, y por ser
causa primera y análoga, esta contención ha de ser
de mayor plenitud; los efectos no pueden revelarla
adecuadamente.

Siendo Dios el ser por esencia, se infiere igualmente
con todo rigor que todo lo existente distinto de Dios, que
cualquier forma o modo de ser (vivir, entender, durar), nace o
deriva de Dios. Dios es principio de todo, "in ratione
entis
", y el ser así entendido (intensivamente en el
último grado de abstracción formal) implica todas
las perfecciones: "omnes perfectiones pertinent ad
perfectionem essendi
", (Traducido al español:
"Todos perfectos, pertinente a la perfección
esencial
"), dice Santo Tomás al
respecto.

2) En Dios existen formal y eminentemente todas
las perfecciones puras, y, virtualmente, todas las perfecciones
mixtas. Sin composición real alguna por parte de Dios,
aunque sí de razón, fundada en nuestro modo de
entender. Se llaman perfecciones puras las que no importan
limitación o imperfección alguna, como son la vida,
el conocimiento, el amor y todos los trascendentales (ser,
verdad, bondad, belleza, unidad); y se llaman mixtas las que
importan alguna imperfección o limitación, como
sentir, razonar, elegir, desear.

Se dice que un ser o una perfección se da
virtualmente en otro en cuanto que depende de él por
influjo causal extrínseco (como la planta depende de la
semilla); y "formalmente", en cuanto que conveniencia en
la forma, bien sea unívocamente (como padre e hijo), bien
sea analógicamente, esto es, en distinto orden, con
prioridad esencial de uno respecto del otro.

Pues bien, las perfecciones puras trascendentales
existen formalmente en Dios en grado tan eminente que son
convertibles con él: como su naturaleza es su ser,
así es también su verdad, su bondad, su belleza, su
unidad. Igual que se dice que Dios no tiene divinidad, sino que
es divinidad, debe decirse que Dios no tiene verdad, bondad,
belleza, sino que es la verdad, la bondad, la belleza; y que su
bondad es su verdad: y que su verdad es su belleza,
etcétera. Y lo mismo cabe decir de las demás
perfecciones puras, aunque no sean trascendentales (vida,
conocimiento, amor, etcétera).

Las perfecciones mixtas no pueden darse o preexistir en
Dios más que virtual o causalmente, dada la
incompatibilidad formal con las perfecciones puras. Dios no es
cuerpo, pero causa la perfección corporal; no es sensible,
pero causa el ser sensible: como tampoco la semilla es planta,
pero la causa; los principios no son ciencia, pero la
causan.

En todo caso, aun tratándose de perfecciones
puras, debe tenerse en cuenta que, para referir a Dios las
perfecciones que nos son conocidas en este mundo, deben ser
depuradas o abstraídas de la modalidad mundana para poder
verlas formalmente en Dios; de lo contrario se caería en
un inaceptable antropomorfismo. Así, la sabiduría
se da en Dios y en el hombre, pero en éste está en
condición de hábito, accidental y discursivo, que
no tiene la sabiduría divina; la personalidad se da en
Dios y en el hombre, pero en el hombre tiene una serie de notas
(individuación, racionalidad, deber) que no se dan
formalmente en Dios.

En Dios se dan, pues, todas las perfecciones sin
distinción o composición real alguna; la
distinción (de razón) la hacemos nosotros conforme
a nuestro modo peculiar de entender distinta y limitadamente las
perfecciones observables en este mundo.

3) Las perfecciones creadas son efecto y reflejo
de la perfección divina en diversos órdenes y
grados de similitud. Este aspecto es fácilmente
comprensible dada por supuesta la universalidad de la causalidad
eficiente de Dios, y dada también por supuesta la eficacia
asimilativa de toda causa eficiente: "omne agens agit sibi
simile
", (Traducido al español: "cada agente hace
algo similar a sí mismo
"), obra según su
forma, y, por tanto, conforma el efecto a la causa, lo asimila.
Por otra parte, tratándose de una causa trascendente y
libre, ya se ve la posibilidad indefinida de grados diversos de
participación o creación.

4) Finalmente, de lo dicho resulta obvio que Dios
no sólo es bueno, sino que es el bien por esencia, al que,
de una manera u otra, «omnia appetunt», incluso los
ateos y pecadores, que, al realizar su voluntad de espaldas a
Dios, perversamente le imitan, al decir de San
Agustín.

EVIDENCIA DE LA
EXISTENCIA DE DIOS.

Los atributos anteriores de la simplicidad y omni
perfección de Dios nos inducen a estos otros dos. Tanto lo
simple como lo perfecto parecen indicar algo determinado,
acabado, en contraposición a los seres compuestos e
imperfectos. Al ser Dios simple y perfecto, «ser delimitado
y diferenciado, y no indeterminado o infinito» Esta
consideración cuasi extensiva de la divinidad, si se
considera estáticamente da lugar al problema de su
infinitud y omnipresencia o ubicuidad; y si se considera
dinámicamente, da lugar al problema de la inmutabilidad y
eternidad.

1) Dios es infinito absolutamente por ser acto
puro y subsistente en el orden más radical del ser, y
carecer, por tanto, de todo principio interno o externo de
limitación. Se trata, pues, de una infinitud intensiva, de
perfección; no de indeterminación o potencialidad.
Es claro que el atributo de infinitud, si bien tiene
fórmula negativa (infinito), en realidad se trata de una
perfección positiva: es negación de negación
(no-fin, no-término); y, aunque la expresión sea de
orden extensivo, no debe entenderse imaginativamente como
magnitud espacial ilimitada.

2) La omnipresencia de Dios no es menos obvia
intelectualmente. Siendo Dios infinito, totalmente
incircunscriptible, se sigue que esté en todas las cosas y
lugares, que sea ubicuo, presente en todo. Así, aunque
parezca paradójico, la consideración de la
trascendencia divina nos lleva a la de la inmanencia. Es
más: Dios va a resultar máximamente inmanente a
todo en razón precisamente de su trascendencia. Así
se unen ambos extremos sin caer ni en el panteísmo o
inmanentismo religioso, ni en el deísmo
extrinsecista.

En el sistema de Santo Tomás el atributo
de la presencia divina, la más íntima de todas, en
todo ser y en todo orden, tiene una explicación de
máxima profundidad y consistencia. La verdad de la
trascendencia divina es precisamente la razón de su
máxima inmanencia y de la exclusividad divina de este
atributo. Y es que, al ser Dios el ser por esencia, la existencia
esencial ha de ser la causa propia y, por tanto, inmediata de
todos los seres y de todo el ser por participación; su
influjo inmediato es "in omne et in totum esse" (en todo
y totalmente). Siendo, pues, el ser lo más íntimo,
lo más formal, lo más comprensivo de las cosas, la
acción de Dios en las cosas y acciones creadas es la
más íntima y profunda de todas. Por otra parte, la
acción de Dios no se distingue de la naturaleza divina, ni
de su inteligencia, ni de su persona. De ahí que donde
esté la acción inmediata de Dios allí
está inmediatamente su naturaleza, su inteligencia y su
persona.

La inmediación de acción es inseparable de
la inmediación personal y cognoscitiva: está en
todo lo que son y hacen, siendo y obrando y conociendo ("per
essentiam, potentian et praesentiam
", según la
fórmula clásica, que significa, relación de
algo respecto a un sujeto distinto y su traducción al
español, es: "Por esencia presenciarán su
poder
"). Por eso Dios está más presente en
nosotros que nosotros mismos: que ni nos conocemos inmediata y
perfectamente (nos conocemos por reflexiones parciales), ni nos
damos totalmente nuestros actos, ni tenemos la existencia en
propiedad original. Más bien, según frase genial de
San Pablo, "en Él vivimos, nos movemos y
existimos
".

IX. LA ETERNIDAD
DE DIOS.

La simplicidad infinita de Dios nos lleva
lógicamente a su eternidad absoluta, tanto en el ser como
en el obrar, tanto en el conocer como en el amar; y la eternidad
nos lleva a la inmutabilidad; lo mismo que, por
contraposición, la limitación y complejidad de las
cosas explica su mutabilidad, y la mutación lleva consigo
la temporalidad.

Inmutabilidad significa, como indica el mismo nombre,
negación de posibilidad de mutación. Es la
condición de lo perfectamente estable o fijo.
Tratándose de Dios, la inmutabilidad ha de entenderse
naturalmente en el sentido de inmutabilidad de perfección
o plenitud de ser, no de impotencia, inercia o muerte. Algo
así como antes distinguíamos la infinitud que era
imperfección (= indeterminación) de la infinitud
que era plenitud.

También en el orden humano distinguimos la
inmutabilidad que resulta de la posesión del bien o de la
verdad de la inmutabilidad, que es inapetencia, abulia o
escepticismo. Sobre la eternidad se ha hecho clásica la
descripción de Boecio: "interminabilis vitae
tota simul et perfecta possessio
", (Traducción al
español: "La posición perfecta, toda ella dada
a la vez, de una vida que no puede tener término
").
Etimológicamente es una contracción de la
"aeviternitas" latina (de "aeviternum": triple edad, esto es,
"pasado–presente–futuro"). Podríamos
traducir la noción de Boecio por:
"duración interminable sin sucesión" (la
antítesis del tiempo).

La inmutabilidad de Dios va implicada: tanto en la
verdad de que Dios es motor universal, acto puro, a quien es
extraña cualquier potencialidad; como en la verdad de la
absoluta simplicidad de Dios; como en la verdad de su infinitud e
inmensidad. Todo ello implica necesariamente absoluta
inmovilidad, esencial necesidad.

La eternidad, en contraposición a la finitud
temporal, es inseparable de dicha inmutabilidad, como el tiempo
lo es de la mutación.

Ahora bien, estos atributos, muy positivos en sí,
nosotros los concebimos relativa y negativamente en
comparación con lo mudable y sucesivo. Al hacer esta
comparación se impone superar concepciones imaginativas.
La inmutabilidad de Dios no es inmovilismo inerte, sino perfecta
estabilidad vital por saturación o plenitud de
ser.

Esta inmutabilidad, en razón precisamente de la
inmensidad y omnipresencia divinas en todo, es perfectamente
compatible con la novedad, historicidad y contingencia reales en
las correlaciones "Dios–Hombre",
"Dios–mundo": cabe toda la gama de variaciones
reales en esta correlación al variar realmente las cosas
cara a Dios inmutable íntimamente presente en todo. De
modo parecido, la eternidad de Dios no se debe concebir
imaginariamente como una duración ilimitada anterior y
posteriormente al tiempo presente. No es propiamente
duración; es un "nunc stans", un presente
trascendente, no un "nunc fluens" (presentes distintos a
la vez); es el mismo "esse" divino, distinto del existir
derivado ("ex–sistere": palabra latina que
significa "aparecer", "emerger"; en pocas
palabras "existir") de lo participado.

X. LA DIVINIDAD
DE DIOS.

Después de estudiar los atributos entitativos de
Dios, Santo Tomás dedica dos cuestiones a
reflexionar sobre la naturaleza de nuestro conocimiento de Dios y
sobre el valor de nuestro lenguaje teológico: "la
naturaleza de Dios en nuestro pensar y hablar. A estas alturas ya
sabemos que podemos conocer la existencia y, de algún
modo, su naturaleza
". "Cómo es este conocimiento
y cómo es traducible en palabras
humanas
?".

Prescindiendo aquí de los modos superiores de
conocimiento de Dios, de que se ocupa la Sagrada Teología
(visión inmediata de los bienaventurados y conocimiento
por fe sobrenatural), el conocimiento natural y mediato de la
existencia de Dios y atributos divinos tiene su fundamento
objetivo en la manifestación externa de Dios en sus obras,
que no pueden menos de reflejarlo, aunque sea de un modo
imperfecto o inadecuado.

Subjetivamente contamos con los siguientes factores de
posible acceso a Dios: la percepción sensible de este
mundo, tan apto para sugerir preguntas sobre toda su verdad;
nuestra facultad intelectiva y cuestiones de las causas; los
principios de causalidad y de analogía que nos abren el
camino hacia lo trascendente, conforme al triple procedimiento,
ya mencionado y usado, de causalidad, negación y
eminencia. Así discurre Santo Tomás:
"Nuestro conocimiento natural tiene su principio en los
sentidos, y por ello sólo puede alcanzar hasta donde puede
llevarle lo sensible. Más lo sensible no puede elevar la
inteligencia hasta ver la esencia divina, porque las criaturas
sensibles son efecto que no se equiparan con el poder de su
causa, por lo cual no es posible conocer con su auxilio todo el
poder de Dios, ni, por tanto, ver su esencia. Sin embargo, como
son efectos suyos y de Él dependen como de su causa,
pueden llevarnos a conocer la existencia de Dios y lo que
necesariamente ha de tener en su calidad de causa primera de
todas las cosas, que sobrepasa a cuanto produce. Por tanto
podemos conocer su relación a las criaturas, o sea, que es
causa de todas ellas, y la diferencia entre las criaturas y El, o
sea, que no es ninguna de las criaturas que produce y que esta
diferencia no es debida a que le falte nada de lo que las
criaturas tienen, sino a su infinita excelencia
".

En conformidad con el hecho y el modo de nuestro
conocimiento de Dios procede el hecho y el modo de nuestro
lenguaje. Si conocemos a Dios mediante las creaturas, nuestro
lenguaje teológico estará también originado
y condicionado por las palabras con que designaremos a las
creaturas. Al principio ya hicimos alusión a la
etimología del mismo vocablo "Dios" (vocablo que
deriva del latín "Deus", a su vez de la
raíz indoeuropea "dyeu", que significa:
"luz", he aquí una variante de la palabra latina
"divus", que también significa "Dios").
Y como para poder entender de algún modo lo que es Dios
tenemos que depurar nuestros conceptos correspondientes a las
perfecciones mundanas, restándoles modalidad humana y
potenciándolas intelectualmente, de modo parecido las
palabras de significación original humana, al aplicarlas a
Dios, han de ser depuradas y matizadas en su nueva y superior
significación.

De ahí la abundancia de terminología
teológica negativa (inmenso, infinito, incomprensible,
inmóvil, etc.) y amplificadora (omnipotente, omnisciente,
óptimo, sobrenatural, trascendente, etc.). Y así
como en la intelección de Dios se ha de superar tanto el
equivocismo agnóstico (de Dios no podemos conocer nada que
se parezca a las creaturas) como el antropomorfismo univocista,
(pensar a Dios al modo de hombre) así también en la
locución no basta conformarse con la inefabilidad del
misterio de Dios (de Dios no se puede decir nada positivamente),
ni se debe trivializar a las realidades divinas hablando de ellas
en términos humanos y sociológicos. En otras
palabras, en Teología (tanto sobrenatural como natural) es
fundamental el uso continuo de la doctrina de la analogía
de los conceptos y de las palabras. No es, pues, sorprendente que
los grandes tratados sobre analogía se deban a dos grandes
teólogos (Cayetano y
Ramírez).

EL PROBLEMA DEL
MAL EN EL MUNDO.

La providencia o gobierno de Dios sobre el mundo y sus
criaturas plantea el problema teológico de la existencia
del mal en el mundo. Si Dios ha querido desde la eternidad un
orden del Universo, ¿cómo ser compatible el mal
existente con su sabiduría y bondad infinitas?
¿Cómo permite Dios el mal siendo
providente?

A este problema, difícil para la mente humana,
han dado los teólogos y filósofos diversas
soluciones:

  • La primera consiste en suponer que el mal existe
    sólo en la mínima proporción
    indispensable para que resalte la máxima cantidad de
    bien posible. El mal sería para esta teoría
    como el fondo oscuro de un cuadro, necesario para que se
    aprecien en el la luz y los colores. Propuso esta
    teoría Leibniz, bajo el nombre de
    "optimismo universal". Según ella, este mundo
    será "el mejor de los mundos posibles", y por
    eso ha sido elegido por Dios en su previsión. El mal,
    como condición del bien, sólo en apariencia
    podrá considerarse verdadero mal.

  • Una segunda solución consiste en admitir la
    existencia del mal como realidad positiva, pero referir su
    origen, no a Dios, sino a un principio maligno en lucha con
    Dios. Es doctrina de ciertas religiones orientales
    (Zoroastro) y del maniqueísmo. Esta posición es
    absurda, porque atenta contra la omnipotencia divina y no se
    concilia con la infinitud y unicidad de Dios.

  • Una tercera solución, en fin,
    admitiría la realidad del mal, pero no como entidad
    positiva, sino como una entidad privativa. Según esta
    solución, el mal existe, no es un mero elemento del
    bien conjunto. Pero no existe de un modo positivo, sino de un
    modo privativo: como privación de la perfección
    debida a un ser. Por consiguiente, Dios no es causa del mal,
    pues Dios es sólo causa de lo que es, no de lo que no
    es.

  • Pero el mal es eficaz, no por sí mismo, sino
    por el ser del que es como parásito. Por consiguiente,
    en la medida que el ser afectado de privaciones sea
    más poderoso, el mal será también
    más terrible. De aquí que el mal moral sea una
    mutilación de consecuencias mucho más temibles
    que el mal físico. Si la providencia, con todo,
    permite estas privaciones es para ordenarlas a un bien
    superior; por ejemplo, el pecado es permitido en gracia a la
    libertad del hombre y a sus posibilidades libres de
    salvación.

DIOS Y EL
MUNDO.

Las pruebas a posteriori de la existencia divina nos
mostraron a Dios como Causa Primera, Primer Motor, etc., de los
seres de nuestra experiencia. El mundo, pues, no existe por
sí (es contingente), y tampoco puede haber brotado de la
sustancia divina (panteísmo emanantista), porque tal
hipótesis contradice la simplicidad del ser de Dios, y en
su caso las cosas de este mundo tendrían los atributos de
la divinidad. El mundo, en consecuencia, ha tenido que ser creado
por Dios, esto es, producido por El de la nada (ex nihilo), sin
materia alguna preexistente.

La creación es un modo de causalidad, pero un
modo de causar radical y absoluto, propio sólo de
Dios.

Mientras que las causas eficientes ordinarias ponen en
la existencia a un ser que preexistía en potencia en un
sujeto anterior –por lo cual la función de la causa
eficiente consiste en hacer que lo que estaba en potencia pase al
acto–, la causa eficiente creadora confiere la existencia a
un ser que no preexistía potencialmente en ningún
sujeto previo.

La providencia es la acción divina por cuya
virtud Dios dispone que los seres de este mundo actúen
dentro de la ley general que preside el mundo o Cosmos (Universo
ordenado). No es lo mismo la providencia que la ley divina. La
ley expresa la ordenación general del Cosmos; la
providencia es el acto que impera o manda el cumplimiento de esa
ley.

La providencia, como acto de la voluntad y del amor
divino, es eterna como Dios mismo, pero su realización se
acomoda a la temporalidad o ser sucesivo de las criaturas. La
providencia explica la posibilidad del milagro, que es una
suspensión de las leyes naturales que rigen el Universo,
excepción asequible al poder divino (no contradictoria) y
ordenada al gobierno del mundo.

De esta providencia, mediante la cual Dios gobierna al
mundo, se destaca la providencia especial con que Dios ordena la
vida de los hombres. Mediante ella, sin forzar su libertad o
albedrío, dispone las circunstancias del modo más
favorable para el cumplimiento de su destino y para su
salvación. Séneca, en la antigüedad romana,
aún sin ser cristiano, admitió ya esta especie de
tutela personal de Dios sobre la vida de cada hombre.

XIII. CITAS
BÍBLICAS.

  • 1) Hechos.- 14:14-18; 17: 22-30.

  • 2) Mateos.- 19:31.

  • 3) Romanos.- 1:20; 1:18-25; 2: 14-15;
    13:13-14.

  • 4) Sabiduría.- Cap. 13.

XIII.
BIBLIOGRAFÍA.

  • AHMAD, Mirza Tahir: "Revelation,
    Rationality, Knowledge & Truth
    ". ("Traducido al
    español: Revelación, Racionalidad, Conocimiento
    y Verdad"). 1998.

  • BROAD, C. D.: "Arguments for the Existence of
    God
    ". (Traducido al español: "Argumentos a favor
    de la existencia de Dios"). 1939.

  • DELL ORDINE, José Luis: "La Existencia de
    Dios
    ". 2002. Disponible en www.alipso.com

  • EVERITT, Nicholas: "The Non-Existence of
    God: An Introduction
    " (Traducido al español: La
    inexistencia de Dios: Una introducción"). 2004.
    Londres.

  • HAISCH, Bernard: "The God Theory:
    Universes, Zero-Point Fields and What's Behind It All
    ".
    (Traducido al Español: "La teoría de Dios: Los
    universos, campos de punto cero y lo que está
    detrás de todo". 2006.

  • HUME, David: "Dialogues Concerning Natural
    Religion
    " (1779). (Traducido al español:
    "Diálogos sobre Religión Natura"). Traducido y
    Editado por Richard Popkin. 1998.

  • JORDAN, Jeff: "Pragmatic Arguments for
    Belief in God
    ". 2004. Stanford, EE.UU.

  • MACKIE, J. L. (1982). "The Miracle of
    Theism: Arguments for and against the existence of God
    ",
    (Traducido al español: "El milagro del
    teísmo: argumentos a favor y en contra de la
    existencia de Dios
    " 2006. Oxford, Inglaterra.

  • MATSON, Wallace I: "The Existence of
    God
    ", (Traducido al español: "La existencia
    de Dios
    ". 1965.

  • MCTAGGART, John y MCTAGGART, Ellis: "The
    Nature of Existence
    ". 1927. Cambridge, EE.UU.

  • MORRIS R., Cohen: "The Dark Side of
    Religion
    ". (Traducido al español: "El lado oscuro
    de la religión"). 1946.

  • NIELSON, Kai: "Ethics Without God",
    (Traducido al español: "Ética sin mirar a
    Dios
    ". 1973. Londres, Reino Unido

  • OPPY, Graham: "Ontological Arguments",
    Traducido al español: "Argumentos
    Ontológicos
    ". 2005. Stanford, EE.UU.

  • PALEY, William: "Natural
    Theology
    ". (1802). Traducido y Editado por
    Bobbs-Merrill. 1963. (Teología Natural). Indianapolis,
    EE.UU.

  • PLANTINGA, Alvin: "Warranted Christian
    Belief
    ", (Traducido al español: "Justificar la
    creencia del Cristiano". 1993. Oxford Univ. EE.UU.

  • POJMAN, Louis P.: "Philosophy of Religion:
    An Anthology
    ". (Traducido al español:
    "Filosofía de la Religión". 2003.
    California, EE.UU.

  • RATZSCH, Del: "Teleological Arguments for
    God's Existence
    ", (Traducido al español:
    "Argumentos Teológicos para la existencia de
    Dios
    ". 2005. Stanford, EE.UU.

  • ROUVIÈRE, Jean-Marc: "Brèves
    méditations sur la création du monde
    ".
    (Traducido al Español: "Breves meditaciones sobre
    la creación del mundo
    ". 2006. París,
    Francia.

  • SANTO TOMÁS DE AQUINO: "Las Cinco
    Vías para la demostración de la Existencia de
    Dios
    ". Disponible en: Ideario de Religión:
    www.maslibertad.net/religion/ideario/lascinco.htm.

  • SANTO TOMÁS DE AQUINO: "Las Cinco
    Vías para la demostración de la Existencia de
    Dios
    ". Disponible en: Filosofía de Tomás
    de Aquino: Disponible en:
    www.webdianoia.com/medieval/aquinate/aquino_teolg_2.htm.

  • SOBEL, Jordan H. (2004). "Logic and theism:
    Arguments for and against beliefs in God
    ". (Traducido al
    español: "Lógica y teísmo:
    argumentos a favor y en contra de la creencias en Dios
    ".
    2014. Cambridge, EE.UU.

  • SWINBURNE, Richard: "The Existence of
    God
    ". (Traducido al español: "La existencia de
    Dios". 1991. Nueva York, EE.UU.

  • WIKIPEDIA: "Quinque Viae, (Traducido al
    español: "Las cinco vías":
    Argumentos de Tomás de Aquino en las Cinco
    Vías para la demostración de la Existencia de
    Dios
    ". Disponible en:
    es.wikipedia.org/wiki/Quinque_viae.

"A mi señor padre, don Desiderio W.
Navarrete Guarniz, por permitir disfrutar de esta hermosa vida
con Dios,…."

 

 

Autor:

Dr. Luis Alberto Navarrete
Obando

ABOGADO – DOCENTE UNIVERSITARIO –
ESCRITOR

Monografias.com

Cajamarca, 23 de Mayo del 2014.

Partes: 1, 2, 3
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter