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Falsificaciones y engaños en la Iglesia católica




Enviado por JUAN RODRIGUEZ



Partes: 1, 2

  1. ¿Nos
    extraña?
  2. Motivos para
    falsificar
  3. Peculiaridad
    de la Biblia cristiana
  4. Falsificaciones en
    el Nuevo Testamento
  5. Ante la no llegada
    del Señor
  6. Falsificación de
    documentos
  7. ¿Por
    qué se falsificó?
  8. Método
  9. Interpolaciones
  10. Se
    falsificó también en honor a
    María
  11. Falsificaciones en
    nombre de todos los apóstoles
  12. Falsificaciones
    bajo el nombre de padres de la
    Iglesia
  13. Un falsificador
    cristiano, durante siglos el maestro del mundo
    occidental
  14. Actas de los
    mártires
  15. Se
    falsificó las listas de obispos
  16. Milagros
  17. El engaño
    de las reliquias
  18. Indulgencias

Mikel Arizaleta

Rebelión

En los últimos años han aparecido diversos
libros, dentro del cristianismo, con títulos como "El
gran fraude
" de Gerd Lüdemann, "El credo
falsificado
" y "Falsificaciones y engaños"
de Karl-Heinz Deschner. Hoy os traduzco su
pensamiento.

Ya Friederich Nietzsche se dio cuenta cuando dijo:
"Yo condeno el cristianismo, yo formulo contra
la Iglesia cristiana la más formidable acusación
que jamás haya expresado acusador alguno. Ella es para
mí la mayor de todas las corrupciones imaginables, […]
ella ha negado todos los valores, ha hecho de toda verdad una
mentira, de toda rectitud de ánimo una vileza. […] Yo
digo que el cristianismo es la gran maldición, la
gran corrupción interior, el gran instinto de
venganza
, para el que ningún medio es demasiado
venenoso, secreto, subterráneo, bajo; la gran
vergüenza eterna 
de la humanidad […]".
¿Se pasa Nietzsche al decir esto? Karl-Heinz Deschner ha
escrito la "Historia criminal del cristianismo" en
12 tomos y dice: "…no me consideraría refutado por
haber omitido lo que también era verdadero, sino
únicamente cuando alguien demostrase que he escrito algo
falso
". Escribir historia quiere decir destacar rasgos
principales, generalización y cuantificación van
necesariamente unidas. Cicerón dijo que "la ley principal
de la historiografía es que nadie se atreva a escribir
cosa alguna que sea falsa". Sin embargo la regla decimotercera de
los jesuitas impone "que lo que yo tengo por blanco no es tal,
sino negro, si lo manda la jerarquía eclesiástica"
(Volk).

¿Nos
extraña?

No estamos acostumbrados a leer en nuestros libros, pero
es verdad que "nunca se ha mentido y engañado con tanta
frecuencia y tanta falta de escrúpulos como en el campo de
la religión". Y es cabalmente en el cristianismo, el
único verdadera y realmente salvífico, donde dar
gato por liebre está a la orden del día, donde se
crea una jungla casi infinita del engaño desde la
Antigüedad y en la Edad Media en particular. La
falsificación literaria se dio antes que en el
cristianismo entre los griegos y romanos, la hubo desde la remota
Antigüedad hasta el helenismo, entre los sacerdotes
egipcios, reyes persas y en el judaísmo. Durante toda la
Antigüedad fue habitual una práctica amplia y
variable de la falsificación. Fue posible gracias a la
gran credulidad de la época. "Ya desde Herodoto, siglo V
antes de Cristo, cuando comenzó en Atenas la
divulgación de los escritos mediante las librerías,
se criticaron las falsificaciones y se elaboraron criterios para
determinar la autenticidad.

El fenómeno de la falsificación presupone
la idea de la propiedad intelectual puesto que si ésta no
existe no hay verdadera falsificación. Se sabe que dentro
del Nuevo Testamento hay escritos que no proceden del autor bajo
cuyo nombre los seguimos encontrando hoy (Evangelio de san
Marcos, se dice en la Iglesia ). Por ejemplo, muchas
epístolas, que se dicen de san Pablo, no son de Pablo: la
de los hebreos, las cartas pastorales a Timoteo (dos) y Tito, la
de los efesios… Muchas falsificaciones no pueden hoy ya
desvelarse. No dejan de tener su importancia los anacronismos y
los vaticinia ex eventu (profecías a
posteriori). En algunas falsificaciones hay también
material auténtico. Y a la inversa. Mezclas de este tipo,
verdad-mentira, son frecuentes. Los falsarios avezados mezclan lo
falso con los auténticos. Se practicaban los más
diversos métodos de embuste. Los literatos y sacerdotes
griegos falsificaron en proporciones inimaginables, por ejemplo
Onomakritos de Atenas falsificaba oráculos. Con frecuencia
se han imputado libros a Pitágoras, quien como
Sócrates o Jesucristo nunca los
escribió.

Motivos para
falsificar

Los motivos para falsificar un escrito son numerosos y
diversos: codicia, defender reclamaciones de derechos pretendidos
o reales, en beneficio de una causa, de un partido, de un pueblo,
en beneficio propio, para comprometer a otro… También
las traducciones podían manipularse a favor de una
tendencia concreta (Solón habría introducido un
verso en la Iliada para reforzar sus reivindicaciones de la isla
de Salamis).

Además de razones pecuniarias, políticas o
legales, había naturalmente motivos privados para las
falsificaciones, intrigas personales, rivalidades. Y por
último, aunque no en menor grado, se falsificaba con
intenciones apologéticas, para defender o propagar unas
creencias o una religión.

Las religiones se fundan esencialmente en el de
dónde, hacia dónde, en el por qué. Y es
justamente esto lo que las mantiene con vida. Pero en cuanto
comienzan las respuestas, inconscientes o semiconscientes, las
suposiciones, las afirmaciones, comienza también el
mentir, el falsear, sobre todo por parte de aquellos que viven de
ello y en virtud de ello dominan. En la Antigüedad , la
crítica, la desconfianza y la resistencia contra las
falsificaciones la ejercen individuos aislados. La masa se
entrega a lo milagroso y lo legendario, a las llamadas ciencias
ocultas.

En Egipto se creía en los "dioses escribientes",
en dios como autor en sentido literal. Los sacerdotes dotados de
sabiduría aparecían como encarnación del
dios Thot, lo que decían y escribían se consideraba
como obra suya. También en Egipto pronto se dio la
falsificación religiosa, alcanzando un gran impulso tras
la muerte de Alejandro, con la penetración de las ideas
orientales. Se sobreentiende que es falsificación el
engaño consciente y deseado.

Hacía ya mucho tiempo que en la era precristiana
se falsificaban los oráculos por razones políticas,
lo mismo que se hizo en la era cristiana, como el falso
oráculo de Alejandro de Abonuteco (Inopolis), fundado
alrededor de 150 d.C. y que duró hasta mediados del siglo
III, del "profeta de las mentiras", como realmente se
podría llamar a muchos, si no la mayoría, de los
profetas. Algunos críticos antiguos, como el cínico
Oinomeo de Gadara, por ejemplo consideraron a los oráculos
en su conjunto como un engaño. Pero por mucha inventiva
que tuvieran los Graecia mendax les superaron
los osados engaños de los judíos, lo mismo que a
éstos después las falsificaciones de los
cristianos, que hacen palidecer a todas las
anteriores.

Peculiaridad
de la Biblia cristiana

El "libro de los libros" de los cristianos es la Biblia.
La Biblia es algo especial, lo que entre otras cosas explica que
la cristiandad no tuviera en sus primeros ciento cincuenta
años ninguna "Sagrada Escritura" propia, y por este motivo
asimiló el libro sagrado de los judíos, el Antiguo
Testamento, que según la fe católica precede "al
Sol de Cristo" como "estrella matutina". Lo singular de la biblia
cristiana es que cada una de las distintas confesiones tiene su
biblia, que es distinta, que no coinciden en su conjunto y que lo
que unos consideran sagrado a otros les parece sospechoso. La
Iglesia católica, que distingue entre escritos
protocanónicos -que nunca se han discutido- y
deuterocanónicos -cuya inspiración durante
algún tiempo fue puesta en duda, posee un Antiguo
Testamento mucho más amplio que el de los judíos,
del que procede. En el siglo XX algunos estudiosos de la
religión, entre ellos Eduard Meyer, han puesto en duda la
existencia histórica de muchos personajes del Antiguo
Testamento, por ejemplo del propio Moisés, de David, de
Salomón… Lo único que hoy está claro es
que los cinco libros de Moisés, que son palabra infalible
de Dios, no proceden de él. Está claro que a la
escritura de estos cinco libros les precedió una
transmisión oral de muchos siglos, con constantes cambios.
Y después fueron los redactores, los autores, los
recopiladores bíblicos quienes participaron a lo largo de
muchas generaciones en la redacción de los escritos de
"Moisés", lo que se refleja en los distintos
estilos.

Falsificaciones
en el Nuevo Testamento

Dice el teólogo evangélico Carl Schneider:
"Las falsificaciones comienzan en la época del Nuevo
Testamento y nunca han cesado".

Suponiendo que Jesús de Nazaret sea
histórico y no el mito de un dios transportado al ser
humano, a comienzos del cristianismo apenas hay
falsificaciones.

No hay ningún testimonio demostrativo de la
existencia histórica de Cristo en la llamada literatura
profana. Todas las fuentes extra-cristianas no dicen nada sobre
Jesús: por parte romana Suetonio y Plinio el Joven,
Filón y especialmente importante Justo de Tiberiades por
la judía; no les toman en consideración, como
los Testimonia de Tácito y Flavio
Josefo.

Todos los relatos de la vida de Jesús son, como
escribió su mejor conocedor, Albert Schweizer,
"construcciones hipotéticas", la teología cristiana
crítica de modo general pone en tela de juicio la
credibilidad histórica de los Evangelios. De la vida de
Jesús no se puede averiguar prácticamente nada. Los
Evangelios en modo alguno reflejarían la historicidad sino
la fe.

El Jesús de la Biblia , especialmente el
sinóptico, se encuentra plenamente dentro de la
tradición judía. Es mucho más judío
que cristiano; también a los miembros de la comunidad
primitiva se les llamaba "hebreos". Su vida apenas se diferencia
de los restantes judíos. Jesús propagaba una
misión sólo entre judíos, estaba fuertemente
influenciado por la apocalíptica judía. En
cualquier caso, el Nuevo Testamento está plagado de ideas
apocalípticas. El germen de esta fe es el error de
Jesús acerca del fin inminente del mundo. Estas creencias
eran frecuentes. Los judíos tomaron estas ideas del
paganismo. Jesús fue uno de los muchos profetas,
predicó que el tiempo presente se había acabado y
que algunos de sus discípulos "no probarían la
muerte hasta ver llegar con fuerza el reino de Dios".

Aunque todo esto estuvo en la Biblia durante un milenio
y medio, Hermann Samuel Reimarus, el orientalista
hamburgués fallecido en 1768, fue el primero en reconocer
el error de Jesús, publicando más tarde Lessing
partes del amplio trabajo de este erudito, que ocupaba más
de 1400 páginas. Pero hasta comienzos del silo XX el
teólogo Johannes Weiss no mostró el descubrimiento
de Reimarus, desarrollándolo el teólogo Albert
Schweizer. El reconocimiento del error de Jesús
se considera el acto copernicano de la teología moderna y
lo defienden de modo general sus representantes críticos
de la historia y adogmáticos. Para el teólogo
Bultmann no hace falta "decir que Jesús se equivocó
en la espera del fin del mundo".

Pero no sólo se equivocó Jesús sino
también toda la cristiandad, se contemplaba
el regreso del Señor como inminente. Marana
tha 
(¡ven Señor!) era la rogativa de los
primeros cristianos. Y al no llegar el Señor sino la
Iglesia , ésta convirtió la idea de reino de Dios
de Jesús en la idea de la Iglesia , por reino de los
cielos: una inversión total, en el fondo una gigantesca
falsificación, desde luego, dentro del cristianismo
dogmáticamente la mayor.

Jesús y sus discípulos no esperaban
ningún más allá sino la inmediata
intervención de Dios desde el cielo y un cambio total de
todas las cosas en la tierra y, por tanto, no tenía
ningún interés en apuntes, escritos o libros, para
cuya redacción además no estaban
capacitados.

Ante la no
llegada del Señor

La gente se pregunta dónde está la
anunciada venida de Jesús y Pablo es el primero que
responde espiritualizando la fe en el tiempo final. No viene
Cristo al mundo sino el cristiano creyente va a él en el
cielo, es allí donde se da el cambio, le da vida eterna.
Ahora se comienzan a suavizar las profecías de
Jesús sobre el fin del mundo; quien va más lejos es
Lucas, que sustituye la creencia en la esperanza próxima
por una historia de salvación divina con estadios previos
y escalones intermedios.

Ningún evangelista tuvo intención de
escribir una especie de documento de revelación, un libro
canónico. Ninguno se sintió inspirado. El primero
en hablar de una inspiración del Nuevo Testamento, que
designa los Evangelios y las epístolas de Pablo como
"santa palabra de Dios", es el obispo Teófilo de Antioquia
a finales del siglo II. El hereje Marción fue quien
redactó el primer Nuevo Testamento, la segunda iniciativa
fue el Diatessaronde Taciano, redactó una
armonía de los Evangelios. Los cristianos del siglo I y en
buena medida los del siguiente no poseían, por tanto,
ningún Nuevo Testamento. El nombre del Nuevo Testamento
(en griego he kaine daitheke, "la nueva alianza",
traducido por primera vez por Tertuliano como Novum Testamentum)
aparece en el año 192, pero aún no estaban fijados
sus límites y sobre ello se seguirá discutiendo en
los siglos III y parte del IV. La Iglesia romana no incluye
alrededor del año 200 en el Nuevo Testamento la
epístola a los hebreos, ni la primera y la segunda de
Pedro, ni la epístola de Santiago y la tercera de Juan. Y
casi a comienzos del siglo V Occidente delimitó de modo
definitivo el canon católico del Nuevo Testamento en los
sínodos de Roma en 382, Hippo Regius en 393 y Cartago en
397 y 419. El canon tiene en la Iglesia el significado de norma.
Se consideraba canónico lo que se reconocía como
parte de esa norma, y después del cierre definitivo del
conjunto de la obra del Nuevo testamento, la palabra
"canónico" significó tanto como divino, infalible.
El significado contrario lo recibió la palabra
"apócrifo".

El canon de la Iglesia católica tuvo validez
general hasta la Reforma. Lutero discutió entonces la
canonicidad de la segunda epístola de Pedro, la de
Santiago, la a los hebreos y el Apocalipsis. El Concilio de
Trento por el decreto del 8 de abril de 1546 sostenía el
canon católico y que Dios era suautor.

 El Nuevo Testamento no es algo unitario,
está lleno de incongruencias, discrepancias. No hay una
doctrina unitaria. Hablar de inspiración, infalibilidad
provoca risa. En el concilio de Florencia (1442), en el de Trento
(1546) y en el Vaticano I (1870) la Iglesia ha hecho de la
doctrina de la inspiración de la Biblia un dogma de fe.
Ante la divergencia y contradicción se reafirma la
autoría divina, son palabra de Dios, Dios es su
autor.

Ante un Jesús que anuncia, que viene Dios y
éste no llega hay que cambiar de teoría si se
quiere seguir y, por tanto, falsificar los documentos que
anuncian su venida.

Falsificación de
documentos

De ningún Evangelio, de ningún escrito del
Nuevo Testamento, de ningún libro bíblico poseemos
original alguno. Pero faltan también las primeras copias.
Solo tenemos copias de copias de copias (En 1967 se contaban
más de 1500 manuscritos del Antiguo Testamento griego y
5326 del Nuevo). Muy pocas de ellas contienen el Nuevo Testamento
completo y la mayoría son relativamente recientes. En la
Antigüedad los libros se reproducían a mano, las
falsificaciones eran más sencillas, al copiar se
podía cometer errores, añadir párrafos,
suprimir o completarlos.

¿Por
qué se falsificó?

Un motivo importante fue el aumento de autoridad. Se
intentaba conseguir respeto y difusión para un escrito
haciéndolo pasar por el de un autor renombrado, o bien
alterando su edad, se fabricaron escritos y "revelaciones", que
se databan en épocas anteriores. Se atribuían a
algún cristiano famoso y conocido, se pretendía
escrito por Jesús, se atribuían a los
apóstoles, a sus discípulos…. Los
católicos falsificaron para poder resolver
"apostólicamente" en el sentido de Jesús y de sus
apóstoles, o sea con autoridad, los nuevos problemas que
surgían de la disciplina eclesiástica, del derecho
de la Iglesia , de la liturgia, la moral, la teología.
Falsificaron los "ortodoxos" para luchar mediante
contrafalsificaciones contra las falsificaciones de los
"herejes".

Se falsificó también por razones de
política de Iglesia y de patriotismo local, por ejemplo
para demostrar la fundación "apostólica" de una
sede episcopal, para fundar conventos. Es especial desde el siglo
IV se instituyeron las reliquias, se crearon falsas vidas de
santos y monjes, documentos para conseguir ventajas legales y
financieras.

Se falsifico también para garantizar mediante una
falsificación la "autenticidad" de otra. Se
falsificó para desacreditar a los rivales.

Método

El más sencillo y frecuente: la
utilización de un nombre falso e ilustre de un autor del
pasado. Recurrir a un contemporáneo conocido era demasiado
arriesgado. A veces había falsificadores muy redomados,
imitando de modo asombroso el estilo, simulan datos
biográficos y de situación. Por ejemplo el falsario
Jerónimo en su transcripción de un pretendido
Evangelio de Mateo promete: "Traduciré el texto tal como
está en el original hebreo, cuidadosamente, palabra por
palabra". Hay quien dice: "Pobres de aquellos -advierte el
falsificador católico de la Epistula
Apostolorum
– que falsifiquen esta mi palabra y mi
mandamiento." Astutos.

Los falsificadores de muchas de las vidas de santos
utilizan la primera persona y recurren a los testigos oculares
para fortalecer sus mentiras. Los farsantes presentaban testigos
jurados como fiadores de sus mentiras y para reforzar la
confianza incluso decían algunas verdades en los aspectos
accesorios.

No hay ninguna prueba de que Marcos y Lucas, cuyos
nombres aparecen en un Evangelio cada uno, sean discípulos
de los apóstoles, no es nada seguro que Marcos sea
idéntico al acompañante de Pedro y Lucas al
compañero de Pablo. Los cuatro Evangelios se transmitieron
anónimamente. El apóstol Mateo no es el autor del
Evangelio de san Mateo (aparecido en los años entre el 70
al 90). El título de "Evangelio de Mateo" lo encontramos
por primera vez con Clemente Alejandrino y Tertuliano, ambos
murieron a comienzos del siglo III ¿Si Mateo fuera
discípulo de Jesús por qué se iba a apoyar
en Marcos? El Evangelio de Mateo originariamente no se
escribió en hebreo sino en griego. Este Evangelio no se
basa en testigos oculares.

Es interesante el hecho de que los tres primeros
Evangelios no se editaran como apostólicos, como tampoco
los Hechos de los Apóstoles, a cuyo autor igualmente no
conocemos. Lo único que sabemos es que quien
escribió los Hechos de los Apóstoles no refleja en
las sentencias de los apóstoles sus pensamientos ni sus
palabras, sino que se los inventa, pone en los labios de sus
"héroes" las frases que más convienen. Los Hechos
de los Apóstoles y los tres Evangelios no fueron
ortónimos (firmados por el nombre verdadero) ni
seudónimos sino trabajos anónimos, al igual que la
epístola a los hebreos. Fue la Iglesia primitiva quien
atribuyó estos escritos anónimos a determinados
apóstoles y discípulos. Tales atribuciones son
falsificaciones, engaño literario. Desde finales del siglo
II, desde Ireneo, la Iglesia atribuye el cuarto Evangelio al
apóstol Juan. Este Evangelio aparece hacia el año
100 y al apóstol Juan lo habían matado ya en el
año 44 o en el 62.

En el Nuevo Testamento se falsificaron varias
epístolas bajo Pablo. No son de Pablo las dirigidas a Tito
y a Timoteo (dos), llamadas cartas
pastorales
; es muy probable que también no sea de
Pablo la segunda a los tesalonicenses, se considera no paulina la
epístola a los colosenses y la dirigida a los efesios,
así como la de los hebreos. No menos de seis
epístolas atribuidas a Pablo son en realidad
deuteropaulinas, no pertenecientes a Pablo. A pesar de todo hoy
siguen apareciendo todavía en la Biblia como paulinas. Si
añadimos la de los hebreos serían siete.

Entre las llamadas epístolas
católicas 
se encuentran la primera y segunda
de Pedro, la primera, segunda y tercera de Juan, la de Santiago y
la de Judas no se las consideró canónicas hasta
finales del siglo IV. Hoy en día se las designa como
"escritos anónimos o pseudoepigráficos. Es
decir,más de la mitad de todos los libros del Nuevo
Testamento no son auténticos, es decir, han sido
falsificados o aparecen bajo un nombre falso.

 

Interpolaciones

Los cristianos tenían gran apego a las
interpolaciones; de manera constante han modificado, recortado y
ampliado los escritos por los motivos más diversos: para
reforzar la historicidad de Jesús o para promover y
afianzar determinadas ideas de fe. No todo el mundo era capaz de
modificar una obra completa pero sí que podía con
facilidad falsear la de un oponente introduciendo o suprimiendo
algo con fines de provecho propio. Así, por ejemplo, san
Jerónimo, patrón de las facultades católicas
y que realizó "las falsificaciones y los engaños
más vergonzosos" (C. Schneider), aceptó el encargo
del papa asesino Dámaso de proceder a un revisión
de las Biblias latinas, de las que no había ni dos que
coincidieran en pasajes algo largos. El patrón de los
eruditos modificó el texto en unos 3.500 lugares para su
"legitimación" de los Evangelios. Y el Concilio de Trento
declaró como auténtica en el siglo XVI esta
"Vulgata", que la Iglesia la vino rechazando durante varios
siglos. Ésta fue, por decirlo así, una
interpolación de tipo "oficial", pero por lo general se
producía de manera clandestina. Y una de las más
famosas es la que va unida al dogma de la trinidad. El paganismo
conocía cientos de trinidades, todas las religiones
helenistas tenían una trinidad divina en la cúspide
del mundo; hasta el siglo III no hubo una trinidad cristiana. Un
hereje, el valentiniano Teodoto fue el primer cristiano que a
finales del siglo II llamó trinidad al Padre, Hijo y
Espíritu Santo. Se tenía la trinidad pero no
aparecía, no se fundamentaba en la Biblia. Y se
falsificó la Biblia. El logion de Mateo 10.5. Para
justificarlo se introduce, al final del Evangelio, la orden de
hacer misión en el mundo, que contenía el
fundamento bíblico para la trinidad. Los círculos
eclesiásticos lo introducen para justificar a posteriori
tanto la práctica de la misión entre los paganos
como la costumbre del bautismo. Y para tener un testimonio
bíblico importante para el dogma de la
trinidad.

Precisamente por eso, en la primera epístola de
Juan se produjo otra falsificación, mínima en
apariencia pero de especial mala fama, el "Comma
Johanneum". Lo que se modificó fue el pasaje
1J. 5, 7: "Son tres los que lo atestiguan: el Espíritu, el
Agua y la Sangre , y los tres son uno" dejándolo en: "Son
tres los que lo atestiguan en el cielo, el Padre y la Palabra y
el Espíritu Santo, y los tres son uno". El añadido
falta en la práctica totalidad de los manuscritos griegos.
Antes del siglo IV no lo utiliza ningún padre de la
Iglesia.

Después de que a comienzos del siglo V se
reconociera oficialmente en Occidente el ámbito del Nuevo
Testamento, la Iglesia distinguió nítidamente entre
literatura canónica y la no canónica. Lo no
canónico se denominó apócrifo y se lo
combatió como herético, en ocasiones con la
hoguera. Pero muchos teólogos siguieron considerando
muchos de los apócrifos como apostólicos, como
auténticos y verdaderos, prefiriéndolos a algunos
del Nuevo Testamento.

El cristianismo, al inicio no era ninguna fuerza
unitaria, había una gran diversidad de doctrinas,
había multitud de Evangelios, de Hechos de los
Apóstoles y Apocalipsis acordes con las ideas de cada
comunidad. Todos los apócrifos del Nuevo Testamento los
escribieron cristianos. Son tratados cristianos y contribuyeron a
la difusión del cristianismo lo mismo o incluso más
que los escritos canónicos. Muchos apócrifos
gozaron de una gran difusión. La Iglesia antigua
defendió la autenticidad de la falsificación
siempre que le fuera de provecho y no contradijeran sus
doctrinas. La Iglesia se mostraba indulgente ante los propios
engaños pasándolos con frecuencia por alto pero se
enojaba y atacaba por las falsificaciones de los adversarios. Una
mentira totalmente nueva y muy eficaz de los cristianos fue
distribuir falsificaciones bajo el nombre del contrario para
exagerar así su "herejía" y de este modo poder
refutarla con mayor facilidad.

La mayoría de los tramposos cristianos, de
cualquier lado, eran sacerdotes. Así san Jerónimo
acusa l escritor de la Iglesia Rufino de engaño literario.
Y el obispo Juan de Jerusalén acusaba a san
Jerónimo de falsificación. Cirilo de
Alejandría habría falsificado en sus ataques contra
Nestorio citas de éste. El obispo Eustacio, enemigo de los
arrianos, acusaba al obispo Eusebio de Cesarea, el padre de la
historia de la Iglesia , de haber falsificado el credo de Nicea.
En resumen, todos los bandos falsificaban.

En realidad, todos falsifican: no sólo
gnósticos, maniqueos, novacianos, macedonios, arrianos,
luciferianos, donatistas, pelagianos, nestorianos, monofisitas,
también los católicos en su lucha contra los
gnósticos redactaron Evangelios falsos. El historiador de
derecho de Tubinga, Friedrich Thudichum (fallecido en 1913)
recopiló "falsificaciones eclesiásticas" en tres
extensos tomos y tenía un cuarto que no llegó a
publicarse.

Es posible, incluso probable, que muchos de los textos
que la Iglesia condenó como apócrifos fueran
más antiguos que el Nuevo Testamento. Y es seguro que hubo
Evangelios más antiguos que los cuatro "canónicos".
De los Evangelios apócrifos se conocen cerca de cincuenta,
si bien la mayoría de ellos se han transmitido de modo
fragmentario: El Evangelio de Judas, el Evangelio de la
consumación o el Evangelio de Eva, el Evangelio de los
nazarenos, el Evangelio de los ebionitas, el Evangelio de los
hebreos; varios de los Evangelios circulan directa o
indirectamente bajo el nombre de Jesús, así el
Oistis Sophia, el Sophia Jesu Christi, el Diálogo del
Redentor, los libros de Jeû, el Testamentum Domini nostri
Jesus Christi; otros Evangelios se falsifican bajo el nombre de
un apóstol: Evangelio según san Matías,
Evangelio de Judas, Evangelio de Tomás, Evangelio de
Felipe, el Apocrifon de Juan, Apocrifon de Santiago, el Evangelio
de Pedro, el Kerygma Petrou, el Apocalipsis de Pedro, el
Apocalipsis de Pablo.

Se
falsificó también en honor a
María

Apenas considerada en la época primitiva,
María fue imponiéndose en la Edad Media.
Aparecieron Evangelios de María y ficciones marianas bajo
los nombres de apóstoles. Lo que estos embusteros trataban
de obtener era un "relato verdadero" sobre la juventud de
maría de la que nada se sabía y propagar su
permanente virginidad: a partir del cuarto año recibe su
alimento de las manos de un ángel, a los doce años
es entregada al templo por indicación del cielo, al
cuidado de san José (un viudo que es un anciano) y a los
dieciséis queda embarazada del Espíritu Santo. Tras
el nacimiento la comadrona constata el himen sin destruir de
María. El padre de la Iglesia Clemente Alejandrino y Zeno
de Verona propagaron el dogma de la eterna virginidad de
María recurriendo a este relato divino.

Falsificaciones
en nombre de todos los apóstoles

Varios Evangelios falsificados o documentos
análogos se atribuyen a la totalidad de los
apóstoles: El Evangelio de los doce, la memoria
Apostolorum, el Evangelio de los doce apóstoles, el
Evangelio de los setenta, otros Evangelios de los doce
apóstoles, la Epistula Apostolorum , La Didaché o
Doctrina de los doce apóstoles, la Didaskalia siria o
apostólica, las Constituciones apostólicas, el
Symbolum Apostolorum. Hay falsificación de hechos de
apóstoles: Los hechos de Juan, los hechos de Pedro, los
hechos de Pablo, el sermón de Pedro, el sermón de
Pablo, los hechos de Pedro y Pablo, los hechos de Andrés,
los hechos de Felipe, los hechos de Mateo…

Entre todos los Evangelios apócrifos, hechos de
los apóstoles y Apocalipsis J.S. Candlish encontró
pocas cosas moralmente buenas, y sí mucho de infantil,
absurdo y nocivo. Más bien son un "piadoso engaño
que se utilizó porque se creía que servía a
la religión". Pero la Iglesia atribuyó a los
apóstoles todo lo que le convenía a ella. Se
hacía como si Jesús hubiera informado
detalladamente a los apóstoles acerca del futuro de la
Iglesia y hubiera ordenado a los discípulos con
perspicacia adivinatoria lo más increíble, algo que
produjo grotescos anacronismos históricos.

Falsificaciones
bajo el nombre de padres de la
Iglesia  

A partir del siglo III los llamados ortodoxos y los
herejes falsifican bajo el nombre de renombrados autores de la
Iglesia. Durante siglos se falsificó en nombre de san
Justino, bajo el nombre de Tertuliano -más tarde hereje-
se falsificó el tratado De exsecrandis gentium
diis, 
se compusieron docenas de escritos bajo el nombre
de san Cipriano de Cartao. Cuanto mayor autoridad tenía un
santo con tanta mayor predilección los cristianos
falsificaban bajo su nombre. Así, con una gran cantidad de
escritos se honró a san Atanasio, a su vez un gran
falsificador. El famoso Symbolum
Athanasianum 
resultó ser falso. Bajo el nombre
de Ambrosio hay un gran número de escritos falsos, como
por ejemplo una taducción al latín,Hegesippus
sive de bello Iudaico, 
la Lex sive
Mosaicarum et Romanarum legum collatio 
; una enorme
cantidad de escritos se atribuyeron a san Jerónimo.
El Liber Pontificalis, el libro oficial del Papa,
está repleto de falsificaciones, que hasta las
postrimerías del siglo V carace prácticamente de
valor para nosotros. Jerónimo, al igual que Ambrosio y
Atanasio, fue un gran falsificador. Los cristianos falsificaron
cantidad de escritos bajo el nombre de Agustín

Un falsificador
cristiano, durante siglos el maestro del mundo
occidental

La cristiandad debe falsificaciones especialmente
famosas a un sirio, que alrededor del año 500
redactó cuatro grandes tratados y diez cartas y obtuvo un
grandísimo éxito literario. Este cristiano se da a
conocer como el consejero del Areópago, Dionisio, llamado
después Dionisio Aeropagita. Éste Dionisio, que
vivió casi medio milenio después de Pablo, fue
bautizado por Pablo. Se convirtió durante años en
el maestro de Occidente. La autenticidad de sus escritos fue
cuestionada por primera vez por Lorenzo Valla (fallecido en 1457)
y más tarde por Erasmo (1504). Los cristianos falsificaron
una serie de escritos para disponer de mejores testimonios para
la historicidad de Jesús, para su vida y
resurrección. Se crearon documentos falsos de escritores
no cristianos sobre la vida de Jesús porque en la
literatura profana no se hablaba de él, en los que no solo
se interpolaban las Antigüedades
judías 
del judío Josefo, el
llamado Testimonium Flavianum, sino que incluso se
hacía a Josefo autor de libros cristianos enteros;
apareció una carta falsificada de Pilatos al emperador
Tiberio, se falsificó un Evangelio de Gamaliel, la Parosis
de Pilatos hace del procurador casi un mártir cristiano,
se falsifican correspondencias sobre el nacimiento, el bautismo
de Jesús y la fecha de la Pascua.

Los cristianos falsificaron a menudo en su lucha contra
judíos y paganos, falsificaron para reforzar
documentalmente la virginidad de María (los judíos
llamaban a José el padre de Jesús), falsificaron
las obras de los escritores profanos judíos tales como
Filón y Josefo, interpolaron sus escritos.

Actas de los
mártires

La marea de falsificación guarda una estrecha
relación con las antiguas persecuciones de los cristianos:
cuantos menos mártires auténticos más
falsos. Los cristianos falsificaron primero, a partir del siglo
II los edictos de tolerancia del emperador, por ejemplo el de
Antonio Pío, un escrito de Marco Aurelio al Senado en el
que el emperador atestigua la salvación de la tropas
romanas de la sed gracias a los cristianos; falsificaron
también una epístola del procónsul Tiberiano
a Trajano con la presunta orden imperial de finalizar la
sangrienta persecución, se falsifica un edicto de Nera que
revoca las duras medidas de Domiciano contra el apóstol
Juan.

Si los cristianos comenzaron falsificando documentos
para que el emperador les exonerara, cuando habían pasado
las persecuciones y ellos mismos comenzaron a perseguir a los
paganos falsificaron documentos para inculpar a los
paganos.

Por un lado falsificaron un gran número de
edictos y cartas anticristianas de los soberanos y
cónsules (especialmente a finales del siglo III) y por
otro falsificaron infinidad de martirios. Los cristianos que
aparecen como testigos de falsas pasiones y biografías son
incontables.

Ya la primera de las presuntas persecuciones bajo
Nerón, que hicieron de este emperador durante dos milenios
un monstruo sin igual para los cristianos, no fue una
persecución contra los cristianos sino un proceso por
incendio provocado. Incluso los historiadores Tácito y
Suetonio, hostiles a Nerón, juzgaron el proceso de justo y
razonable: "no se puso en discusión la cristiandad". Los
motivos religiosos no juegan en el proceso ningún papel, o
un papel muy accesorio. La tolerancia de los romanos en
cuestiones religiosas era por lo general grande. La
mayoría de las actas de los mártires son
falsificaciones, muchos emperadores paganos jamás
persiguieron el cristianismo, el estado no se metió con
los cristianos debido a su religión. En general el
funcionario del antiguo régimen los trataba con bastante
tolerancia, les concedían aplazamientos, se saltaban los
edictos, toleraban engaños, les dejaban en libertad o les
enseñaban lar argucias legales para librarse de la
persecución sin abjurar de su fe. Tuvieron gran tolerancia
frente a los judíos, garantizando su libertad de culto.
Hasta comienzos del siglo III el odio contra los cristianos
procedía sobre todo el pueblo. Durante mucho tiempo los
emperadores se imaginaron demasiado fuertes frente a esta oscura
secta como para intervenir seriamente. Durante doscientos
años no le sometieron a ninguna persecución. Cuando
era necesario, porque el pueblo pagano estaba furioso contra
ellos, los funcionarios hacían todo lo posible para volver
a librar a los encarcelados. Los cristianos sólo
tenían que renunciar a su fe -y lo hacían
masivamente, era la regla general- y nadie les volvía a
molestar. Durante la persecución más intensa, la de
Diocleciano (contra la voluntad expresa de este notable
emperador), el estado únicamente exigía el
cumplimiento de la ofrenda de sacrificios que la ley
imponía a todos los ciudadanos. Sólo se castigaba
el incumplimiento pero en ningún caso la práctica
de la religión cristiana. Durante la persecución de
Diocleciano las iglesias pudieron disponer de sus
bienes.

Hasta el emperador Decio, en el año 250, no se
puede hablar de una persecución general y planificada de
los cristianos. En aquella época murió el primer
obispo víctima de un persecución, se llamaba
Fabiano, y murió en prisión; no pesaba sobre
él ninguna condena a muerte. ¡Pero hasta esta fecha
la Iglesia antigua señalaba ya como mártires a once
de los diecisiete obispos romanos aunque ninguno había
sido mártir! Lactancio con su panfleto Sobre la
muerte de los perseguidores 
y Eusebio con
su Historia de la Iglesia , en especial
su tomo octavo, son dos mentirosos hablando de los emperadores y
la persecución de los cristianos. ( véase Historia
criminal del cristianismo, Tom I, pág 160s).

El papa Cornelio, que falleció en paz el 253 en
Civitavecchia, apareció como decapitado en las actas de
los mártires. Igualmente están falsificadas las que
hacen al obispo romano Esteban (254-283) víctima de las
persecuciones de Valeriano. El papa Eutiquiano (275-283) incluso
enterró "con sus propias manos" a 342 mártires
antes de seguirles él mismo. La apostasía de varios
papas a comienzos del siglo IV intentó taparse
falsificando los documentos. El Liber Pontificalis,
la lista oficial del papado, señala que el obispo romano
Marcelino (296-304) que había hecho sacrificios a los
dioses y había entregado los libros "sagrados" pronto se
arrepintió y murió martirizado, una completa
falsificación.

En el martirologio romano un papa tras otro van
ciñéndose la corona del martirio, casi todo puro
engaño. (Curiosamente hasta finales del siglo III no se
inicia en Roma el culto a los mártires. Precisamente los
obispos -cuyo martirio se consideraba algo especial frente a los
cristianos corrientes- muy raras veces fueron mártires.
Huyeron en masa a veces de un país a otro, naturalmente
por mandato de Dios y enviando cartas de apoyo a los fieles de
menor rango encarcelados. La práctica totalidad de los
santos de los primeros siglos fueron declarados con posterioridad
mártires, incluso aunque hubieran muerto en paz.
Cualquiera digno de veneración de la época de
Constantino tenía que ser mártir. Por eso muy pocas
de las Acta Martyrum son verdaderas o se basan
en material documental verdadero.

En realidad hubo muchos menos mártires cristianos
de los que se quiso hacer creer al mundo en el curso de los
siglos. Había amplias regiones en la que los
mártires eran escasos o nulos y al comenzarse a poner
reliquias en los altares se organizaron peregrinaciones a lugares
lejanos y se llevaron a cabo penosos traslados. Los restos de
mártires conocidos alcanzaron una elevada
cotización, la demanda era desmesurada. Es comprensible
que muy a menudo las reliquias se designaran con la
fórmula: "cuyo nombre Dios conoce".

Aunque la cifra de mártires cristianos en los
tres primeros siglos pudo calcularse en 1.500 (una cifra
ciertamente problemática).

Se
falsificó las listas de obispos

La sucesión ininterrumpida en el cargo de los
obispos desde el día de los apóstoles, la
pretendida sucesión apostólica condujo grandes
maniobras de engaños. Para poder legitimar en todos los
sitios el obispado mediante una sucesión ininterrumpida se
falsificó, sobre todo en las sedes episcopales más
famosas de la Iglesia antigua. Casi todo se ha inventado a
posteriori, se ha manipulado.

Por lo que respeta a Roma, la falsificación de la
serie de obispos de la ciudad -hasta el año 235 todos los
nombres son inciertos y para los primeros decenios producto de la
pura arbitrariedad- se hizo en relación con la
aparición del papado. Bizancio se opuso a esta
falsificación. La Iglesia de Alejandría
pretendía haber sido fundada por Marcos,
acompañante de Pedro. La Iglesia de Corinto y Antioquia
pretendía proceder de Pedro. Todo debía ser
apostólico. El engaño literario se vuelve habitual
primero sólo en las grandes sedes arzobispales,
después se extiende a los obispados más
pequeños. En las disputas con motivo del famoso Concilio
de Calcedonia (451) los ortodoxos y los monofisitas hicieron
infinidad de falsificaciones, algo que era ya conocido en la
Antigüedad. El hecho criminal de que "el fin justifica los
medios" rara vez ha desempeñado un papel peor que en la
historia de la Iglesia cristiana. La ficción y la mentira
están permitidas al servicio de la religión, de lo
más sagrado, de la defensa de la fe, se trata de mentiras
de emergencia. Una larga serie de padres de la Iglesia
defendió con elocuencia la falsificación, la
mentira, al menos la mentira necesaria con un objeto bueno o
piadoso. Es sintomático que el engaño y la mentira
no parezca en la doctrina de los ocho pecados de Casiano, de los
ocho pecados capitales (intemperancia, impureza, avaricia, ira,
tristeza, hastío, ambición, soberbia).

Milagros

Denis Diderot se preguntaba ¿por qué los
milagros de Jesucristo son verdad y son mentira los de Esculapio,
Apolonio de Tiana y Mahoma? La historia de las religiones
está llena de milagros. Los evangelistas relatan que
Jesús hizo 38 milagros. En tiempos de Jesús los
milagros eran corrientes, casi cotidianos. Todo se considera
posible. Por lo demás los milagros de Jesús son
plagios, proceden de la época precristiana. Desde el punto
de vista de la historia de las religiones ¿qué hay
de original en la vida de Jesús? Nada, quizá su
historicidad.

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