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La Historia de Güines (Cuba) Capítulo 1



  1. Güines y sus
    aborígenes
  2. Bibliografía
    consultada

CAPITULO 1.

Güines y sus
aborígenes

Mediante los diarios, cartas e informes de
relación de los descubridores, conquistadores y
colonizadores, y mediante los cronistas y los primeros
historiadores hasta los actuales, por las variadas
investigaciones arqueológicas y espeleológicas de
especialistas muy disímiles, y los hallazgos y evidencias
muy diversas, reconstruimos el pasado.

Nuestros aborígenes son procedentes de Centro o
Suramérica, y es muy probable que iniciaran su
travesía desde Venezuela, con estancias más o menos
prolongadas mediante las islas que conforman el arco de Las
Antillas. Son ellos los más antiguos habitantes de Cuba y
los que más tiempo se mantuvieron en la isla.

Los grupos llamados indocubanos poseen variadas
clasificaciones acorde con muy diversos estudiosos.

Los que habitaban el territorio güinero pertenecen
a los recolectores – cazadores – pescadores, es decir,
siboneyes, en su aspecto Cayo Redondo, en un estadio de
desarrollo correspondiente al mesolítico, catalogado por
algunos como del complejo cultural II (2), basados en una
economía de apropiación.

Al llegar los siboneyes, la cuenca hidrográfica
del caudaloso río, con sus afluentes y efluentes, su
llanura fértil, extensas y solitarias playas y costas, y
con el resto de los favorables elementos naturales, dominaban el
paisaje sin que la mano humana los modificara.

El suelo esta constituido por rocas calizas y tierras
rojas y pardo negruscas.

Abundaban bosques de tupida vegetación y lluvias
frecuentes que favorecían la humedad, y una temperatura
promedio de 30 grados, en que proliferaban árboles de
maderas fuertes y preciosas como caoba, cedro, jiquí,
roble, y otros como el algarrobo, y abundantes palmares,
etc.

La fauna era exuberante, con un gran número de
especies de insectos; aves como la cartacuba, pájaros
carpinteros, sinsontes, tocororos, tomeguines, etc.; animales
terrestres como camaleones y lagartos, lombrices, y mancaperros,
etc.; y acuáticos.

Su físico era el de hombres rudos, de mediana
estatura, con cráneos con capacidad normal que no se
deformaban como otros grupos, y poseían las
características típicas del indio americano: cara
ancha, pómulos salientes, mentón corto y
órbitas cuadradas.

Durante el invierno iban a las costas para alimentarse
de crustáceos, y en época lluviosa iban a las zonas
altas, aprovechando los refugios pétreos y abrigos
rocosos. Así, su hábitat dependía del clima
y la presencia de alimentos; unas veces estaban en el interior de
casuchas improvisadas, y otras en barrancos de zanjas y
ríos, buscando siempre la cercanía del agua de las
venas del río o lagunas, y en las noches mantenían
fuegos al centro del batey.

Sus rudimentarias chozas, cuando las utilizaban, eran de
ramas y hojas, como especies de barbacoas sostenidas por
horcones, y los poblados agrupaban a varias familias que
constituían una unidad independiente.

Para comunicarse e intercambiar ideas usaban lenguaje
articulado, del cual sólo nos quedan palabras aisladas;
para trasladarse disponían de senderos por dentro de los
bosques, y canoas cuando era necesario pasar por encima de las
aguas.

Su régimen social era el de la comunidad
primitiva, en que todos trabajaban y realizaban tareas acorde con
el sexo y la edad.

La educación se adquiría mediante la
experiencia práctica con los adultos.

Debido al bajo nivel técnico y de dependencia de
la naturaleza, existía la cooperación simple, y los
productos y bienes eran repartidos por igual entre todos sus
miembros.

Sus actividades económicas fundamentales
consistían en recolectar raíces, viandas y
tubérculos como maíz, patatas, yuca, etc., frutas
como el anón, guayaba, mamey, papaya o fruta bomba,
piña, etc., animales terrestres y marinos como babosas,
caracoles y cobos, almejas y crustáceos como camarones y
cangrejos, etc., y algunos insectos y otras variedades. Cazaban
animales como cocodrilos, iguanas, jutías, majá de
Santa María y otros, perezosos, etc., y aves como
flamencos, garzas, etc. Pescaban en costas, ríos y
lagunas, animales como focas tropicales, manatí, etc., y
se auxiliándose del guaicán o pez pega.

Su agricultura era muy rudimentaria e incipiente, de
autoconsumo o subsistencia, y sembraban maíz, papa,
tabaco, yuca etc.

Los materiales que utilizaban para su ajuar eran
rústicos y tomados de la naturaleza circundante: conchas,
maderas o palos, y piedras y guijarros. Con las conchas de
algunas especies de caracoles, (entre ellos el strombus gigas y
el strombus cutatus), fabricaban cucharas, gubias, martillos,
picos de mano, platos, raspadores, etc. Con guijarros y otras
piedras realizaban instrumentos parta contener, cortar, golpear,
perforar, punzar, remover, triturar… Hacían bolas
líticas, cucharones, cuchillos o dagas, esferolitos o
esferas líticas, hachas, majadores, morteros, percutores,
piedras voladoras, trituradores… Utilizaban instrumentos y
objetos de madera, pero la humedad del clima no ha permitido que
podamos encontrarlos con facilidad, salvo muy contados y
excepcionales ejemplares. Entre las artes de pesca y para
trasladarse hacían y usaban canoas, y realizaban tejidos
de bejucos y fibras vegetales para fabricar redes.

Conocían el fuego y lo utilizaban para asar sus
alimentos, confeccionar o darle forma a objetos de madera,
iluminarse en las noches, obtener su calor… En una vasija de
madera o en jícaras de güiras llenas de aguas,
introducían esferolitas, las cuales eran precalentadas de
tal forma que al hervir dentro del agua cosían los
alimentos sin dañar los recipientes.

Las piedras de basalto rojo purpúreo eran muy
utilizadas. Andaban desnudos, pero les gustaba usar adornos
personales diversos: aretes, colgantes, collares, microcuentas y
prendedores, de láminas de conchas, pequeñas
piedras perforadas y trabajadas, y vértebras de
pescados.

Se pintaban el cuerpo para el goce y el disfrute
estético, para protegerse, y para atraer las
benéficas influencias espirituales y alejar lo
maléfico, untándose sustancias colorantes de acre
negro y amarillo, limonita, basalto rojo o purpúreo,
carbón vegetal, resinas, y grasa animal o
vegetal

Al no poder controlar ni explicar los fenómenos
de la naturaleza, tales como el calor o el frío, los
ciclones, huracanes y tornados, las crecidas de las aguas de
lagunas y ríos, las enfermedades, las estrellas, la
lluvia, la muerte y la natalidad, el sexo, el sol, la
sucesión de los días y las noches, los truenos,
etc., los atribuían a poderes ocultos, poderosos y
sobrenaturales, motivos por los cuales ejecutaban cultos
ceremoniales y ritos mágicoreligiosos.

En sus costumbres funerarias, rara vez aparecen
entierros secundarios; generalmente los cadáveres aparecen
orientados en línea este – oeste, y en diversas
posiciones, pero en su mayoría en la fetal. Se encuentran
múltiples ofrendas de objetos de uso personal,
instrumentos de trabajo, esferolitas y dagas
líticas.

En cuevas y cavernas dibujaron pictografías o
dibujos de arte rupestre como genuinos o verdaderos testimonios
de su presencia, en su mayoría pintadas en rojo, negro, o
con ambos colores.

Al sureste de Catalina de Güines y nordeste del
municipio, se encuentran algunas alturas que forman parte del
grupo orográfico
Bejucal-Madruga-Coliseo-Limonar.

En las lomas de Diago, existen importantes espeluncas
que fueron estudiadas por los científicos Carlos
García Robiau y Antonio Núñez
Jiménez, así como por el Grupo
Espeleo-arqueológico "Alejandría", de la Sociedad
Espeleológica de Cuba: La Ayúa o Pequeña
Diago, La García Robiau, La Palma, y Los Perros
Jíbaros. En ella subsisten aún pictografías
muy variadas y de gran valor
artístico-arqueológico, donde aparecen
múltiples figuras geométricas con rectas y
líneas paralelas, cruces, trazos entrecruzados,
anguliformes formando "V", triángulos,
cuadriláteros, y rombos, herraduriformes, semicirculares,
círculos concéntricos, así como
representaciones humanoides o antropomórficas y
zoomórficas que semejaban una rana, un pez, aves, y hasta
grillos copulando; además se encontró un microfalo,
una microcuenta y un hacha petaloide.

En diversos sitios de Güines, como en la zona
conocida como Número Cuatro

( #4), Cruz (cerca de la antigua textilera), en el
actual barrio primigenio y sureño de la Villa nombrado
Leguina , en el lugar en que estuvo la Laguna de Cajunagua (hoy
Cafunagás y cerca de Pellejero), en Ojo de Agua, La
Teresa, La Josefina, y en toda la costa sureña, se han ido
encontrando diversos objetos y utensilios del ajuar aborigen,
entre los que se destacan: hachas, raspadores, percutores,
majadores, dagas líticas, gubias, conchas, y hasta los
restos de una canoa.

Parte de estas piezas se encuentran en el Museo
Municipal, donde también se atesoran otros elementos que
evidencian el intercambio, encuentro, contacto o tránsito
íntertribal, es decir, con otros grupos
culturales.

Mediante el Diario de Navegación de Colón
se patentizó la existencia aborigen, y en las referencias
de Diego Velázquez y Bartolomé de las Casas aparece
la huella de los líderes o caciques Yaguacayex o
Yaguacayeo, y de Habaguanex. También lo describieron
muchos más.

La intercepción de los corrales Bija o Vija con
el Yaguaramas, mercedados en 1569, al oeste del río
Güinicajina, hoy Mayabeque, fue la zona donde se asentaron
los primeros conquistadores y colonizadores, en la que
residían los siboneyes, expoliados y perseguidos desde
1514-1515.

Bibliografía
consultada

Entrevistas realizadas al Grupo
Espeleoarqueológico "Alejandría", de la Sociedad
Espeleológica de Cuba, representativo del Municipio de
Güines, cuyo presidente es el compañero Reinaldo
Guerrero Guerrero.

 

 

Autor:

Licenciado Abilio González
González

(1949-2014); Investigador Adjunto e Historiador de la
Villa de San Julián de los Güines, Provincia
Mayabeque, Cuba.

2014

Enviado por:

Pedro Pablo Brunet Ramos

 

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