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La Iglesia y la Economía




Enviado por Enrique Bracamonte



  1. Introducción
  2. Historia de la Iglesia Católica acerca
    de la economía
  3. Doctrinas de la Iglesia Católica y su
    postura en la relación entre la riqueza y los
    obreros
  4. La
    ética en la economía
  5. Las
    necesidades del hombre
  6. Las
    tres racionalidades
  7. Conclusiones
  8. Bibliografía
  9. Anexos

La Economía es una actividad que
influye y actúa sobre la vida de la sociedad. Existen
diferentes puntos de vista que defienden su posición, a
veces, vehemente y apasionadamente. En este documento se expone,
resumidamente, la postura de la Iglesia sobre este tema y su
apreciación desde un punto de vista que está basado
en la doctrina cristiana.

Introducción

El tema de este documento trata sobre la doctrina social
de la Iglesia y su postura en relación con la
economía que es una disciplina y actividad muy importante
en la relación entre los seres humanos. En realidad el
tema es muy amplio pero aquí nos vamos a limitar a tratar
sobre los orígenes de la doctrina social de la Iglesia, de
los cuales deriva su postura acerca de la economía. Luego
sobre la ética en la economía, pasando por las
llamadas tres racionalidades que interactúan en las
decisiones sobre el desarrollo y, finalmente, sobre el
mandamiento del amor aplicado en la economía.

Historia de la
Iglesia Católica acerca de la
Economía

La Historia de la Iglesia Católica acerca de la
economía se remonta a sus orígenes cuando las
primeras comunidades cristianas en Roma y Jerusalén
vivían practicando el principio de la solidaridad y
compartiendo todos los bienes en común. Los nuevos
miembros que ingresaban a formar parte de la comunidad cristiana
ofrecían sus bienes materiales —si es que
poseían algunos— en favor de la
comunidad.

Las epístolas de San Pablo fueron documentos que
aportaron de manera sustantiva para la enseñanza de la
doctrina cristiana y de las virtudes que debían ser
practicadas por los miembros de las comunidades de aquel
entonces. Se puede deducir, entonces, que dichos documentos
inspiraron para la posición adoptada por la Iglesia en su
relación con la Economía.

Goulet (n. d.) menciona que la doctrina social de la
Iglesia se encuentra también en las encíclicas
papales que vienen a ser declaraciones del Magisterio ordinario.
Una de estas encíclicas es la Rerum Novarum del
Papa León XIII (1878 a 1903), quien escribió 86
encíclicas.

Principales ideas de la Rerum Novarum
(1891):

  • Mala situación de los obreros
    pobres.

  • Concentración de la riqueza en unas cuantas
    manos.

  • Declinación de la moral
    pública.

  • Explotación de los obreros por los
    empleadores codiciosos.

  • Las autoridades no protegen suficientemente los
    derechos de los pobres (pp. 1-2).

Goulet nos dice que el pensamiento social
católico tiene antecedentes en la escuela de Angers,
ciudad donde ciertos teólogos franceses predicaban que los
ricos debían mostrar generosidad hacia los pobres, y
éstos debían cultivar la virtud del trabajo. La
escuela de Liege, ciudad belga, sostenía que la justicia
debe ser promovida por las autoridades a través de la
legislación social.

Los papas del siglo XIX eran ideológicamente
conservadores: resistían los cambios traidos por la
Revolución Francesa, la Revolución Industrial y el
espíritu prevaleciente del liberalismo. La
interpretación secular al apremio de los obreros en el
sistema industrial capitalista, dada por Carlos Marx (1818-1883),
sirvió como acicate al pensamiento cristiano sobre la
justicia social (p. 1).

Doctrinas de la
Iglesia Católica y su postura en la relación entre
la riqueza y los obreros

En la Rerum Novarum, el papa León XIII,
hace referencia al siguiente pasaje de la Summa de Santo
Tomás: "La ley humana tiene razón de ley solo en
cuanto se ajusta a la recta razón. Y, así
considerada, es manifiesto que procede de la ley eterna. Pero, en
cuanto se aparta de la recta razón, es una ley inicua; y
así no tiene carácter de ley, sino más bien
de violencia" (LaRouche, 1993, p. vii).

Nos dice, además, LaRouche que:

Rerum novarum examinó hace cien
años cómo remediar el mal que en ese entonces
ocasionaba la "voraz usura; la cual, aunque más de una vez
condenada por sentencia de la Iglesia, sigue siempre, bajo
diversas formas, la misma en su ser, ejercitada por hombres
avaros y codiciosos", práctica que vino a "aumentar el
mal" de hallarse los obreros entregados, solos e indefensos, por
la condición de los tiempos, a la inhumanidad de sus amos
y a la desenfrenada codicia de la competencia (pp.
vii-viii).

Varios temas son comunes a las encíclicas
sociales:

  • La dignidad humana.

  • La nobleza del trabajo, libre y consciente, no como
    actividad impersonal determinística.

  • Pago de salario justo.

  • La propiedad privada es derecho natural, pero puede
    ser restringida para servir al bien común.

  • La justicia social es una preocupación
    global.

El principio guía invocado por León XIII,
sostiene que las desigualdades naturales existen entre la gente,
pero todas las personas están dotadas con una dignidad
intrínseca igual. El fin de la sociedad es el bien
común y no el enriquecimiento de individuos o de empresas.
León XIII criticó el socialismo porque violaba el
derecho de la propiedad privada. Sin embargo, reafirmó el
principio de que la propiedad puede ser restringida para servir
al bien común.

Los trabajadores tienen derecho al trabajo, a un salario
digno y a unirse en sindicatos. Y tienen el correspondiente deber
de trabajar de manera honesta, de no dañar la propiedad
privada, de abstenerse de la violencia y de ser
ahorrativos.

Los empleadores tienen derecho a la propiedad, derecho a
no ser afectados por impuestos excesivos y a formar asociaciones
privadas. Y tienen el deber de mantener la identidad de los
trabajadores —permitiendo que cumplan sus obligaciones
familiares y religiosas—, pagar un salario justo y no
imponer un trabajo excesivo.

Las autoridades, por otro lado, tienen el deber de
promover el bien común, de velar por los derechos de los
trabajadores y los derechos de la propiedad privada (Goulet, pp.
1-3).

Duncoin (1958) nos menciona tres aspectos del bien
común: 1) Aspecto material: El bien común requiere
de un conjunto de bienes, de riquezas. Esta prosperidad debe ser
el resultado del trabajo de todos; 2) Aspecto jurídico: El
bien común reconoce los derechos de todos a beneficiarse
de esta prosperidad y de estos bienes; 3) Aspecto espiritual: El
bien común exige que la participación de los bienes
producidos sea el fruto de una vinculación de todos, con
miras a construir una comunidad (p. 122).

La Ética
en la Economía

Goulet nos refiere en su ensayo que Adam Smith, el padre
de la economía neoclásica, era un filósofo
moralista y autor del conocido libro "La teoría de los
sentimientos morales". Smith exigía autonomía para
las leyes económicas y de comercio, pero asumía que
la gente mantendría sus instintos morales y que la
providencia aseguraría que el desarrollo de las leyes
económicas no excedería ciertos límites
morales, pero el resultado fue un total egoísmo de parte
de la gente.

Los autores actuales promueven la resurrección
del discurso ético en la economía. El
sociólogo AmitaiElzioni, en "La dimensión moral"
(1988), sostiene que la racionalidad económica no es solo
un cálculo de costo beneficio al máximo, sino que
el altruismo y el deber moral son motivadores del comportamiento
humano en la economía. Autores como Paul Ekins, "The
Living Economy" (1986), Thomas M. Power "TheEconomicPursuit of
Quality" (1988) y E. F. Schumacher "Small isBeautiful, Economics
as ifPeopleMattered" (1975), han explorado los requerimientos del
bien común y de la construcción de la comunidad. Es
desde el interior de la economía, y no desde una doctrina
externa, que estos economistas buscan restaurar la ética
al estudio y a la práctica de su disciplina (p.
3).

Ralph Dahrendorf sostiene que "es el trabajo del
sociólogo, cuando ha quedado equipado con sus
teorías, tomar parte en el proceso de cambiar la realidad
haciendo que lo que es razonable sea real. Este es el dominio de
la práctica". (David Walker, "Ralph Dahrendorf Vision for
the London School of Economics", Change 8, No. 5, junio 1976, p.
24).

Las estrategias de desarrollo alternativas, los
programas y los proyectos tienen impactos distintos sobre
poblaciones que son victimizadas por la pobreza, los privilegios
de clase, la explotación económica o el dominio
público. Una ética de la justicia social necesita
dominar los instrumentos concretos en apoyo a la lucha conocida
por las clases más bajas en la escala social. Hay que
promover la eliminación de las enfermedades
endémicas, la pobreza crónica y los sistemas
injustos de tenencia de la tierra.

Morris Ginsberg (1965) escribe que "la ética
trata también con el valor relativo de los distintos fines
en relación a los costos involucrados en lograrlos y este
trabajo no lo puede realizar adecuadamente sin inquirir sobre las
necesidades humanas básicas y las bases de nuestras
preferencias y de nuestras elecciones". El mayor peligro que
tienen los éticos del desarrollo es caer en el rol de los
predicadores en las plantaciones en los días de la
esclavitud: darle buena conciencia a los ricos, mientras que le
daban consuelo espiritual o "del otro mundo" a las
víctimas de las estructuras injustas. De este modo, los
éticos no cumplen sus obligaciones al atar las
aspiraciones humanas a objetivos del desarrollo tales como. El
crecimiento, la modernización o aún el cambio
estructural.

Ducoin sostiene que hay un hecho que se impone en
nuestro mundo económico moderno y es la
constitución y el desarrollo de grandes unidades
económicas, la creación de grandes empresas con
detrimento de las pequeñas y medianas del artesanado. En
1931, Pío XI ya señalaba esta concentración
económica y la dictadura económica de un
pequeño número. Posteriormente esto se ha
desarrollado más. Como resultado de ello hay una verdadera
deshumanización del hombre, siendo este arrastrado por el
movimiento económico y por el abuso de la técnica
(p.87).

Las necesidades
del hombre

Dificultad en determinarlas

Toda necesidad presenta un carácter subjetivo; es
decir, no todos la experimentan de la misma manera. Las
necesidades están condicionadas por el desarrollo de la
sociedad y la variedad de bienes y riquezas propuestos al hombre.
Por ello es difícil construir una economía sobre un
estudio científico de las necesidades. La misión de
la Iglesia no es de orden técnico sino moral. La Iglesia
no pretende aumentar las necesidades sino denunciar las falsas
necesidades que pervierten al hombre.

Contra las falsas necesidades

El materialismo y su sed de placeres aumentada y
alimentada por la publicidad que busca solo una mayor ganancia
suscitan dos falsas necesidades.

Los gastos de lujo para satisfacer las falsas
necesidades del hombre contribuyen a desequilibrar la
economía, que una vez desequilibrada también tiende
a crear nuevas necesidades (Ducoin, pp. 33-34).

"Hay necesidades que deben ser satisfechas urgentemente:
los alimentos, el vestido, la habitación, la
educación de los niños, el sano restablecimiento
del alma y del cuerpo" (Pio XII, 29 de junio de 1948, a los
trabajadores italianos) (Ducoin, p. 34).

Las tres
racionalidades

Vienen a ser tres puntos de vista acerca de cómo
debe implementarse el desarrollo en los pueblos de modo que este
sirva en beneficio de la población. Estas tres
racionalidades son la tecnológica, la política y la
ética (Goulet, p. 5).

La racionalidad tecnológica

Es aquella que tiene como objetivo cumplir con un
trabajo concreto: construir una presa, limpiar un bosque, extraer
mineral o elevar la producción de una cosecha. Esta
racionalidad, al hacer su trabajo, trata todo lo demás
como una ayuda o un obstáculo. Los obstáculos que
encuentre serán eliminados, sean estos de orden
físico, burocrático, político,
etc.

La racionalidad política

La racionalidad política es diferente a la
técnica; mientras la primera es suave, la segunda es dura.
Es decir, los políticos pueden llegar a compromisos,
negociaciones, adaptaciones e intercambios. Un político
puede dejar de cumplir con una promesa electoral debido a la
crítica de los adversarios, a la oposición seria y
a los obstáculos financieros. Pero, lo que realmente le
importa al político, no es cumplir con sus promesas
electorales, sino el preservar su influencia y la de su partido.
Mientras que los políticos navegan en orillas opuestas,
los técnicos tienen que llegar a la orilla opuesta a
cualquier precio (Goulet, p. 6).

La racionalidad ética

Para esta racionalidad es más importante ser y
estar bien, que hacer o que se piense bien de sí mismo.
Construir una carretera, o mantenerse en el poder, es juzgado por
la racionalidad ética como bueno o malo según ayude
a la gente "no importante" a obtener su libertad o un trato
justo.

Ejemplos de las racionalidades

Como ejemplo de la racionalidad tecnológica se
podría poner el hecho de una gran empresa minera que
quiere llevar a cabo la explotación de una mina en
algún pueblo. Para ello va a utilizar todo el poder de que
disponga para eliminar a la oposición que encuentre. Esta
oposición puede estar representada por organizaciones
civiles, autoridades del pueblo donde está la mina y gente
de opinión contraria al proyecto. La empresa minera
buscará desacreditar las opiniones contrarias utilizando
los medios y la prensa a su favor y no escatimará en los
gastos necesarios para ello.

Como muestra de la racionalidad política se puede
mencionar el poder que puede tener una autoridad elegida por el
pueblo y que impone sus ideas y opiniones usufructuando ese
poder, de modo que podría enfrentar a la racionalidad
técnica logrando que esta no lleve a cabo su
objetivo.

Como paradigma de la racionalidad ética tenemos
la campaña realizada en contra de la explotación
infantil en diversas partes del mundo. Esta campaña ha
sido llevada a cabo en diversos medios televisivos y es
organizada por grupos que están en contra de la
explotación inhumana de los niños.

Interacción de las
racionalidades

Goulet nos menciona, también, que las tres
racionalidades se infringen una sobre otra cuando convergen en un
campo de decisión común. Cada una trata de enfocar
a la otra de manera triunfal y reduccionista. La lógica
tecnológica trata de imponer su punto de vista sobre todo
el proceso de la toma de decisiones. Las racionalidades
política y ética hacen lo mismo; cada una busca que
las otras dos acepten sus reglas de juego para el diálogo.
Un conflicto tal garantiza malas decisiones. Por ello, las buenas
decisiones deben desplegar muchas cualidades y estas no pueden
emerger de la aplicación unilateral de una sola
racionalidad en los campos de decisión. Se necesita,
entonces, un modelo de diálogo auténtico donde los
intercambios entre las tres racionalidades sean circulares y
recíprocos y no verticales y reduccionistas.

El diálogo debe basarse en el reconocimiento de
que cualquier tipo de conocimiento, aunque sea parcial, corre el
riesgo de creerse el todo. Se debe ver la realidad desde
diferentes ángulos. Uno no debe presumir que su propia
disciplina intelectual posea la comprensión más
correcta de la realidad que se estudia, sino que es solo un punto
de vista válido entre los otros. Se debe tener una actitud
de respeto de los otros puntos de vista y de reconocimiento de
las limitaciones del propio. Debe haber la disponibilidad de
reinterpretar la lectura de la disciplina que uno tiene a la luz
de la lectura obtenida de las otras disciplinas. Esta postura
promueve el examen activo de las preferencias de procedimientos y
de criterios para establecer normas que colocan su sello sobre
todas disciplinas y diferentes racionalidades (p. 8).

El amor en la economía

Actualmente la Iglesia condena la apatía
política y está comprometida con la
humanización de la vida y de la justicia mundial. Las
encíclicas han evolucionado en la forma en que presentan
su enseñanza: se alejan de lo extrínseco, deductivo
y unidisciplinario en sus métodos a algo más
intrínseco, inductivo y pluridisciplinario. La Iglesia se
presenta como el Pueblo de Dios comprometido en la lectura de los
signos de los tiempos. La nueva metodología enfatiza la
primacía del amor sobre la ley. Esta primacía tiene
tres significados:

  • El amor es el punto central de la justicia y hace
    que las acciones de la justicia alcancen su potencial
    mayor.

  • El amor es la motivación que lleva a la gente
    a actuar a favor de la justicia; y

  • La opción fundamental de amor produce una
    acción moral.

No se deja de lado a la razón en la
enseñanza social, pero se la subordina al amor. La
encíclica de Juan Pablo II, Sollicitudo rei
socialis,
toma su lugar entre las escrituras normativas de
desarrollo que, hasta muy recientemente, eran desechadas como el
trabajo de una minoría frente al universo de los expertos
en desarrollo. La Sollicitudo rei socialis no es un
ejercicio de análisis social, sino una homilía, "un
llamado a la conciencia". La Iglesia, cuando habla del
desarrollo, lo hace para "llevar a la gente a responder, con el
apoyo de la reflexión social y de las ciencias humanas, a
su vocación como constructores responsables de la sociedad
terrenal".

Ciertos disidentes, como Gandhi, trabajaron como
activistas utópicos predicando los méritos del
desarrollo en las pequeñas aldeas, el lento progreso del
artesanado a los conocimientos tecnológicos, y de los
modos sencillos de vida para que las personas se pudieran liberar
de la servidumbre de los deseos crecientes de bienes materiales.
Otros críticos, como L. J. Lebret y Erich Fromm, optaron
por un modelo que promueven la comunidad, la realización
espiritual y el fortalecimiento de la libertad creativa, ante la
abundancia material, la proeza tecnológica o las
instituciones funcionalmente eficientes. Por otro lado, E. F.
Schnacher abogaba por una economía que otorgue prioridad a
la gente y una tecnología intermedia que proteja a la
cultura local y al medio ambiente. Finalmente, creadores de
paradigmas como Iván Ilich y J. P. Naik, pedían que
la gente recapturara el monopolio de la resolución de
problemas, del cual se habían apropiado especialistas
profesionales de todo tipo —bajo la bandera de la
modernización— como educadores, médicos y
economistas.

Los temas de valores y las prioridades de acción
abordados por estos disidentes han entrado al léxico
general de estos planificadores del desarrollo y ya son puntos de
agenda en los debates sobre el mismo. Incluso muchas
organizaciones financieras buscan de dar "un rostro humano" a su
política. Un informe reciente del Banco Mundial sobre las
finanzas públicas expresa: "…los aspectos
estructurales de una política de finanzas públicas
—cómo el gasto se distribuye y cómo se
reciben los ingresos— es tan importante como el balance
macroeconómico conjunto".

Conclusiones

Encuentro muy positivo el acercamiento que puede haber
entre las personas que deciden el camino al desarrollo teniendo
éstas diferentes puntos de vista. Es imprescindible que
estas diversas posiciones, que a menudo se ven confrontadas
cuando tienen que decidir, tengan más acercamiento entre
ellas y aprendan a conocerse y a entenderse mejor. Eso
evitaría futuros conflictos.

Un aspecto que no contribuye al desarrollo es el fuerte
egoísmo existente. El afán de lucro desmedido y la
opresión económica, que se practica aún
entre las personas consideradas de pocos recursos, tampoco ayudan
al desarrollo. Con la opresión económica me refiero
al hecho de querer pagar menos por las cosas y los
servicios.

Pienso que el mandamiento del amor llevado a las esferas
de la economía ayudaría mucho al incremento del
desarrollo entre los habitantes del mundo. La Alianza para el
Progreso
llevada a cabo por el presidente Kennedy fue una
muestra de buena política para con los vecinos.

El mensaje de la Iglesia contenido en las
encíclicas es de gran importancia y debería ser
difundido más, quizás en resúmenes cortos
para que puedan ser leídos por más cantidad de
personas.

Bibliografía

DUCOIN S.J. (1958). Economía y
bien común
. Ediciones Mensaje. Santiago de
Chile.

GOULET, Denis (n. d.). La doctrina social de la
Iglesia y la Economía
. Recuperado de

http://www.centrolindavista.org.mx/archivos_index/goulet/gouletdoctrinasocial.pdf

LaROUCHE Jr., Lyndon H. C. (1993). La ciencia de la
economía Cristiana. Instituto Schiller. Washington
D.C.

Anexos

Monografias.com

La Rerum Novarum

Monografias.com

Protestando contra un proyecto minero
(Racionalidad política).

Monografias.com

Iglesia de Angres

 

 

Autor:

Enrique Bracamonte
Heredia

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