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Interdisciplinariedad de la teología espiritual



Partes: 1, 2

Monografía destacada

  1. Introducción
  2. Nociones generales de
    espiritualidad
  3. Las
    fuentes de la teología espiritual
  4. Teología Espiritual y Sagrada
    Doctrina
  5. Relación de la espiritualidad con la
    ciencia
  6. Conclusiones
  7. Bibliografía

Introducción

Empezamos diciendo que la investigación
interdisciplinaria surge en el mundo globalizado donde hay
múltiples formas y prospectivas de comprender una misma
realidad, en este sentido, el estudio interdisciplinar de
cualquier disciplina, es como respuesta al avance del
conocimiento que demanda una mayor comprensión de la
diversidad antropológica, étnica,
lingüística, espiritual, religiosa y sociocultural,
del hombre.

Desde esta perspectiva cuando hablamos de un estudio
interdisciplinar de la Teología Espiritual, estamos
haciendo referencia a que la Teología Espiritual, es una
disciplina teológica, que tiene carácter
científico, que se relaciona al interno, con las
demás disciplinas de la Sagrada Teología, se
enriquece de las aportaciones de ellas y al mismo tiempo, da sus
aportaciones a la Teología en general.

Además la Teología Espiritual,
externamente se relaciona con las ciencias humanas, aprovecha y
se enriquece de todo el conocimiento que las ciencias humanas van
alcanzando en la comprensión del hombre, pero no solo
recibe sino que también da sus aportes y tiene algo que
decir a la ciencias humanas.

En relación a esta visión
interdisciplinar, la Constitución sobre la Iglesia en el
mundo actual afirma que "los progresos de las ciencias
biológicas, psicológicas y sociales permiten al
hombre no sólo conocerse mejor, sino aun influir
directamente sobre la vida de las sociedades por medio de
métodos técnicos"[1] en este
sentido, el aporte de la ciencias humanas permiten a la
Teología Espiritual y a la Teología en general
comprender mejor al ser humano y mostrarle a Cristo de la mejor
manera.

En esta línea de reflexión, el presente
trabajo pretende ahondar en el estudio de la Teología
espiritual y profundizar en la relación que guarda con las
demás disciplinas teológicas y con las ciencias
humanas.

Nociones
generales de espiritualidad

1.1.- Nombre y concepto fundamental de
Espiritualidad

Es el estudio de los caminos del Espíritu, que al
paso de los siglos, ha recibido nombres diversos: como
mística, ascética, teología
ascético-mística, teología de la
perfección cristiana. Actualmente se habla sobre todo
de Espiritualidad y de Teología
Espiritual.[2]

Por su parte mística es
palabra de origen griego, cuya etimología sugiere lo
misterioso, secreto, arcano. Ya en el s. V-VI el Pseudo-Dionisio
habla de THEOLOGIA MYSTICA. En el XVI, San Juan de la Cruz
entiende la TEOLOGÍA MÍSTICA como una
sabiduría secreta, infundida en el alma por el
Espíritu, a oscuras del entendimiento y de las otras
potencias naturales (II Noche 17,2).
Ascética es también palabra griega,
que significa el esfuerzo metódico para adiestrarse
física o espiritualmente (1cor 9,24-27; flp 3,14; 2 tim
4,7).

El término Teología
espiritual 
es empleado por el concilio Vaticano II (SC
16) y hoy más usado en documentos eclesiásticos y
escritos teológicos.

1.2.- Naturaleza

Recordemos en primer lugar que la
teología es una, es decir, es una ciencia, y
como tal tiene una unidad formal (STh II-II, 1,1). Al lado
de la Cristología, el estudio de la gracia, la
eclesiología y los demás tratados dogmáticos
o morales, la teología espiritual es una parte más
del árbol único de la teología. Podemos
definir, pues, la teología
espiritual como una parte de la teología, que
estudia el dinamismo de la vida sobrenatural cristiana, con
especial atención a su desarrollo perfectivo y a sus
connotaciones psicológicas y
metodológicas.

Al estudiar en teología, por ejemplo, la
oración, la dogmática estudiará su
posibilidad y naturalezala moral su conveniencia y
necesidad, pero será la teología
espiritual la que considere y describa la dinámica
perfectiva de la oración cristiana, las fases
típicas de su desarrollo, las connotaciones
psicológicas de la misma, y los métodos para
ejercitarse en ella.

Según lo expuesto, la teología
espiritual se deduce no solo de los principios
doctrinales(Biblia, Magisterio, teología especulativa)sino
también de los datos experimentales atesorados por las
generaciones cristianas, y muy especialmente por los
santos -hagiografía-. En efecto, los santos de Cristo
son testigos sumamente fidedignos del verdadero "camino del
Señor" (Hech 18,25), y nos indican por dónde va y
cómo hay que andarlo. Si queremos, pues, conocer
cómo obra normalmente el Espíritu Santo en los
cristianos, estudiemos con atención las vidas y escritos
de los santos, pues ellos fueron hombres perfectamente
dóciles a la acción divina de la gracia.

Digámoslo de otro modo: Espiritualidad
Cristiana verdadera es aquella que en la práctica
hace santos a quienes la siguen. Camino cierto de
perfección cristiana es aquel que de hecho conduce a ser
perfecto como el Padre celestial es perfecto.

 1.3.- Carácter científico de la
Teología Espiritual.

Se considera que es difícil abordar su estudio de
la teología espiritual por la diversidad de fuetes
(psicología, antropología, sociología) por
las fuentes sobre sobrenaturales (escritura, magisterio,
dogmática, moral, liturgia, hagiografía) y por la
delicadeza inefable de su objeto y la acción del
espíritu santo sobre el
hombre.[3]

Empezamos planteándonos la pregunta ¿es
posible reflexionar científicamente sobre la vida
espiritual?, para explicar esa interrogante es necesario analizar
primero la noción de ciencia y verificar como puede ser
plantear a la teología espiritual. En el lenguaje
contemporáneo la noción de ciencia se refiere a las
ciencias exactas, como la matemática, la física y
estas tienen a eliminar el coeficiente subjetivo, la evidencia de
sus proposiciones es fruto de la coherencia racional y
experimental.

Expresa Bernard[4]Cuando se trata de las
ciencias humanas la forma científica cambia notablemente,
su objeto propio es el hombre en sus diversas condiciones de vida
y esté objeto no puede circunscribirse con la misma
precisión que el de las ciencias exactas. Además,
el método empleado se muestra más complejo: se basa
en la investigación positiva, que no es una experiencia
repetible en el sentido estricto de la palabra, y que tiene que
interpretarse según unos criterios que no pueden eliminar
del todo las comprensiones subjetivas. En consecuencia, las
ciencias humanas alcanzan un Tipo particular de certeza que se
expresa bajo la forma de leyes estadísticas o
cualitativas, que indican más bien una probabilidad de
comportamiento que un verdadero determinismo, gracias al cual
sería posible prever el futuro. Por lo que se refiere en
particular a la psicología, hay que tener en cuenta el
carácter imprevisible de la libertad humana.

Lo que es común a todas las formas de ciencia es
el hecho de que el método que se sigue intenta alcanzar
siempre el máximo rigor y la mayor objetividad posible.
Por tanto, hay que tender a ampliar cada vez más la
documentación e interpretarla cada vez más
objetivamente. Es esta la condición necesaria para que se
pueda hablar del carácter científico de una
disciplina.

Sin embargo, a nadie se le escapa que la teología
plantea un problema particular. En efecto, sus bases no
están determinadas de forma que obtengan un consenso
universal; al contrario, implica la aceptación, gracias a
un acto libre de fe, del hecho de que Dios se manifestó
libremente en la historia de los hombres y entrego al pueblo
elegido y luego a la Iglesia una revelación que abraza
toda la realidad, revelando su ultimo significado. La certeza
teológica se sitúa, por tanto, en un doble nivel:
el de la fe, por lo que se refiere a las proposiciones
fundamentales, y el de la iinvestigación racional y
científica, cuando el teólogo llega a una cierta
inteligencia de las proposiciones de fe, confrontando el dato
revelado con las conclusiones a las que llega la reflexión
filosófica y con los resultados de las ciencias exactas y
de las ciencias humanas.

La índole compleja de la ciencia teológica
aparece necesariamente en la teología espiritual.
Más aun, su complejidad se ve reforzada por el hecho de
que la vida espiritual es siempre la de unas personas que se
insertan en un determinado ambiente social, cultural e
histórico, y que reaccionan libremente a los diversos
influjos tanto naturales como de la gracia de Dios, que
está siempre presente en la Iglesia y en las conciencias
individuales.

Así pues, en la medida en que la vida espiritual
surge de la participación de la vida divina libremente
comunicada, los principios de la teología espiritual se
refieren a la Revelación y a las elaboraciones
teológicas que constituyen la doctrina común de la
Iglesia: no ya las conclusiones de un teólogo particular,
sino el conjunto de las proposiciones aceptadas por la Iglesia
universal: el Catecismo de la Iglesia católica es el
ejemplo más reciente de ello. Todos los católicos
están de acuerdo: la teología espiritual es una
parte de la sacra doctrina y, como tal, no puede ignorar ni la
teología dogmática ni la teología moral. En
efecto, trata de Dios, de cuya vida participa el ser humano, y
del hombre, que mantiene una relación con Dios, principio
de la vida sobrenatural y fin de la existencia.

Sin embargo, este carácter propiamente
teológico no quita que la teología espiritual
implique el conocimiento del hombre en su máxima
extensión. Efectivamente, la perspectiva propia de la
teología espiritual considera precisamente al hombre en
cuanto que vive la vida divina que se le ha comunicado mediante
los sacramentos y que se alimenta de la Palabra de Dios asimilada
personalmente. En este sentido, hay que conceder la mayor
importancia al hecho de que la vida sobrenatural se inserta
necesariamente en una conciencia humana personal, que mantiene
profundas relaciones con el ambiente social, cultural e
histórico en que se mueve toda persona que intente crecer
según los diversos niveles de su existencia
concreta.

La afirmación fundamental la gracia supone la
natural encontrara por tanto en la teología espiritual su
aplicación más constante: la vida espiritual es
siempre vida de un hombre concreto, con su historia, sus
capacidades, sus límites, y cuya formación depende
de muchos factores. Por eso, todo conocimiento del hombre ayudara
a la teología espiritual para que se edifique como una
disciplina teológica propia y verdadera.

En el estudio de la teología espiritual
más que de ciencia, se habla de una disciplina
teológica, con el término disciplina intentamos
significar que el estudio de la teología espiritual es
ante todo un estudio científico que exige rigor de
método y abundancia de información objetiva. Sin
embargo, el recurso a este término sirve para atenuar la
idea de ciencia, si por ella se entiende una construcción
doctrinal, cuyas conclusiones implica finalmente que los estudios
espirituales comprometen a toda la persona en su actividad moral
y en su esfuerzo por corresponder plenamente a la acción
divina, mediante el don de la gracia; realmente, el contenido de
la espiritualidad solo puede percibirse a través de una
experiencia personal.[5]

Esta disciplina es además "teológica", ya
que su objeto principal sigue siendo Dios, como protagonista de
la vida espiritual y de su crecimiento. Además, la vida
espiritual presupone un contacto constante con la Palabra de
Dios, que la ilumina y la alimenta. Por eso tenemos que conocerlo
tal como se rebeló a nosotros y como obro y sigue obrando,
tanto interiormente como mediante la participación
sacramental y litúrgica.

Las fuentes de la
teología espiritual

2.1.- La Sagrada Escritura

El valor absolutamente privilegiado de la Sagrada
Escritura en orden a la elaboración de la teología
espiritual se apoya en el hecho de que en ella se contiene
simultáneamente la revelación objetiva del proyecto
salvífico de Dios, la vida ética como
condición para la participación en la vida divina y
la resonancia en los fieles de esta revelación, es decir,
la experiencia que tienen de ella. En cuanto que la vida
espiritual es apropiación personal del misterio de fe, la
sagrada Escritura se manifiesta para ella como luz y como
alimento una función esencial; en efecto, el mensaje
bíblico contiene la substancia del misterio que se ha
propuesto a la asimilación personal del
creyente.

La Sagrada Escritura nos propone las experiencias
fundadoras de toda vida cristiana. Esto vale en particular para
el Antiguo Testamento, cuyas figuras ejemplares trazan una
pedagogía para la vida espiritual del cristiano. Los
apóstoles se refieren al Antiguo Testamento de varias
maneras complementarias:

1.- en un primer nivel, interpretaban su experiencia de
Jesús, el Cristo, a través de las categorías
veterotestamentarias que formaban el esqueleto de su inteligencia
religiosa;

2.- en un segundo nivel, por el contrario, la fe en
Cristo les impuso una relectura del Antiguo Testamento, renovando
de este modo su experiencia de fe.

3.- ponemos un tercer nivel, definido por la vida de las
Iglesias locales: como pertenecían a unas comunidades que
solicitaban su testimonio y su enseñanza, los escritores
del Nuevo Testamento tuvieron que reconsiderar el
acontecimiento-Jesucristo seleccionando los episodios y las
palabras que correspondían mejor a las necesidades de las
diversas comunidades.

Nosotros hemos de acudir a esas fuentes, en continuidad
con la intención del Espíritu Santo que inspiro la
formación de toda la sagrada Escritura a fin de edificar
la Iglesia y todos sus miembros. La Palabra de Dios en la
Escritura es por consiguiente una invitación dirigida al
dialogo y suscita aquella respuesta espiritual que muchas veces
representa para nosotros el comienzo y la consolidación de
la vida espiritual personal.[6]

2.2.- Los Padres de la Iglesia.

Basándose en la sagrada Escritura, los padres de
la Iglesia desarrollaron siempre en sus comentarios los diversos
aspectos de la vida cristiana. Su reflexión
teológica pone de manifiesto no solo los aspectos
doctrinales que con frecuencia la polémica les obliga a
discutir, sino también los aspectos morales y espirituales
El punto más importante es la articulación de la
teoría y de la práctica. Es precisamente esa intima
compenetración la que a simple vista hace aparecer a los
escritos patrísticos como espirituales. Su método
consiste principalmente en seguir el texto de la sagrada
Escritura, procurando señalar los diversos niveles de
comprensión que corresponden a los distintos sentidos de
la misma.

Además del sentido literal e histórico,
los Padres desarrollan un sentido típico (cercano al
sentido doctrinal), un sentido anagógico cuyo
propósito es elevar la mente hacia la vida eterna), un
sentido moral y un sentido místico. La vida cristiana
constituye la realización anticipada de la vida eterna,
este sentido místico, tal como lo ha desarrollado la
exegesis patrística, se presta maravillosamente a ciertas
descripciones que en la actualidad constituyen la materia de la
teología espiritual, es decir, el progreso del alma y la
vida de oración. Una referencia especial a dos grandes
autores espirituales, cuya influencia se dejó sentir
durante toda la Edad Media: Orígenes y Gregorio de Niza.
En concreto, sus comentarios al Cantar de los cantares, dieron
forma a toda una corriente espiritual que se prolonga hasta
nuestros días. Es lícito reconocer en estas
reflexiones el comienzo de una teología espiritual no
sistemática. La alta Edad Media sigue en gran parte la
tradición patrística.

Pero en muchos tratados de la teología
monástica aparecen ya algunas disquisiciones que insisten
en el proceso gradual de la vida espiritual Estos tratados, que a
menudo recogen y amplían los esbozos de los fundadores de
la vida monástica (san Basilio, san Benito, Casiano,
etc.), forman parte sin duda alguna del tesoro de la literatura
que solemos calificar de
"espiritual".[7]

2.3.- Magisterio y los Textos Doctrinales que se
Refieren Directamente a la Teología
Espiritual

Mientras que el magisterio eclesiástico ha
intervenido poco en los problemas de espiritualidad, los textos
del concilio Vaticano II contienen muchas indicaciones de
teología pastoral y, por consiguiente, de teología
espiritual. El concilio no ha anulado las diversas tradiciones
espirituales cristianas, sino que ha puesto el acento en algunos
aspectos de la vida de la Iglesia (el pueblo de Dios, el laicado,
la liturgia, etc.), que deben integrarse en la búsqueda de
la espiritualidad de nuestros días de gran importancia los
escritos que contienen una reflexión teológica
comprobada por la experiencia espiritual: muchos escritos de los
Padres y de los doctores de la Iglesia entran en esta
categoría: baste pensar en Orígenes, en Gregorio de
Niza, en san Bernardo, en san Buenaventura. Su aportación
es preciosa y duradera. Las enseñanzas de los santos que
trataron directamente de la doctrina
espiritual.[8]

2.4.- La Historia de la
Espiritualidad.

Puesto que la experiencia cristiana es el objeto de la
teología espiritual, su elaboración requiere un
contacto continuo y lo más amplio posible con el conjunto
de esta experiencia, considerada en su densidad histórica.
Efectivamente, la reflexión teológica de la
espiritualidad no puede olvidar las corrientes espirituales
profundas y duraderas que han marcado a generaciones enteras y
han producido grandes modelos de santidad. De esta
consideración histórica resalta con fuerza la
variedad de las experiencias espirituales.

En otras palabras, podemos afirmar que la experiencia
espiritual depende tanto de las condiciones psicológicas
como de las ambientales. Y estas últimas comprenden las
condiciones de vida, las relaciones con las estructuras
eclesiales y sociales, así como los problemas ligados a la
expresión de la experiencia. Desde el punto de vista
metodológico, esto significa que la teología
espiritual está pidiendo una aproximación
interdisciplinar. Una integración de las llamadas ciencias
humanas (la sociología, la psicología, la
lingüística) en la espiritualidad: no ya en el
sentido superficial de una ayuda que se pida a estas ciencias,
sino en el sentido más profundo de un dialogo constante
entre la reflexión teológica y el análisis
de las condiciones en que se desarrolla y se expresa la
experiencia espiritual. Esta interdisciplinariedad ofrece a la
teología espiritual un campo inmenso de
investigación.[9]

2.5.- La Experiencia Personal

La experiencia espiritual es absolutamente necesaria
para dar un contenido concreto a los conceptos espirituales,
ofreciendo una comprensión adecuada de los mismos o, por
lo menos, una pre-comprensión que permita adentrarse
correctamente en el estudio de la espiritualidad. Sin embargo, la
necesidad de la experiencia en primera persona no debe entenderse
como si esta experiencia tuviera que ser universal las
autobiografías tiene mayor valor, aun cuando, en su
interpretación, hay que tener en cuenta las
características culturales de su autor.

2.6.- El Conocimiento del Hombre

Puesto que el hombre es el objeto material de la
teología espiritual y, por otra parte, "la gracia supone
la naturaleza y la lleva a la perfección", todo lo que se
refiere a un conocimiento más profundo de la naturaleza
humana y de su dinamismo vital es de gran ayuda para la
teología espiritual. En primer lugar hay que recordar la
psicología general en sus formas modernas:
psicología de lo profundo (del que el psicoanálisis
freudiano representa solo una forma particular) y la
psicopatología. Cuando se trata sobre todo de
fenómenos no comunes, que no pertenecen a la substancia de
la vida espiritual, se puede y se les debe someter a un examen
científico puede ofrecer una ayuda a la teología
espiritual la psicología de la religión, de
formación reciente.[10]

Teología
Espiritual y Sagrada Doctrina

3.1.- Teología Espiritual y Sagrada
Escritura

Si volvemos a la fuente de toda reflexión
teológica, es decir, a la Sagrada Escritura, percibimos
enseguida que el mensaje de la revelación comprende un
aspecto doctrinal, que habla de Dios y de su designio de
salvación, y un aspecto práctico, que es definido
por la ley y que incluye todas las exhortaciones
parenéticas contenidas en el Antiguo y el Nuevo
Testamento. El discurso práctico, a su vez, presenta dos
aspectos vinculados entre sí, pero distintos. Por un lado,
contiene las leyes, los mandamientos y las prescripciones de todo
tipo que informan la conducta del creyente en su cualidad de
miembro del pueblo de Dios, además de diferentes textos
que describen la vida de fe y exhortan a un compromiso
personal[11]

Por otro, los libros que pertenecen a un género
literario muy parecido al de nuestros textos de espiritualidad.
En primer lugar, los libros sapienciales, donde se exhorta a la
conquista de la sabiduría y se describen sus condiciones y
sus etapas sucesivas. Entre ellos destaca el Cantar de los
cantares, que describe la unión con Dios bajo la forma de
la relación amorosa entre el hombre y la mujer; el libro
de Job, que nos presenta una larga y dramática
meditación sobre la relación entre el sufrimiento y
el pecado. Más tarde, en el Nuevo Testamento, las cartas
de San Pablo, de San Pedro y de Santiago, donde se hallan no
pocos pasajes en los que se escribe una experiencia cristiana
rica y diversificada. San Pablo, en particular, no vacila en
hablar de su experiencia espiritual personal.

3.2.- Teología Espiritual y Teología
Dogmática.

a).- La relación no se reduce a la
valoración que la teología puede tener de la
espiritualidad
. Es un paso importante que la teología
llegue a valorar a la espiritualidad; pero la mera
valoración de la espiritualidad no basta para el
reconocimiento de la entidad de la teología espiritual.
Una forma de valorar a la espiritualidad es considerarla como
un dato cualificado
, importante, que la teología debe
tener en cuenta. La espiritualidad se convierte en objeto de
estudio necesario para la teología, del que no puede
prescindir. Sin embargo, esta valoración es insuficiente,
porque de lo que se trata no es tanto de valorar la
espiritualidad como objeto de estudio cuanto de reconocer la
teología espiritual en su
identidad[12]

Otra forma de valorar la espiritualidad
consistiría en que la teología reconociera su
dimensión espiritual
superando la distancia que la
mantiene lejos de la vivencia cristiana. La valoración
consistiría no sólo en aceptar la
yuxtaposición teología y espiritualidad, sino en
reconocer que no hay teología sin espiritualidad. Esta
valoración de la espiritualidad como dimensión
necesaria de la teología, aun siendo importante, resulta
también insuficiente.

b).- La relación no es de dependencia total o
de plena subordinación.
No se puede negar la
dependencia de la teología espiritual de la
teología dogmática; pero hay que rechazar la
dependencia total o la absoluta subordinación como algo
propio de la teología espiritual. Dentro de la
teología, que es una, debe funcionar una dependencia
interdisciplinar, pero en todas las direcciones.

c).- Una relación propia.
Diferenciación
. La unidad de la Teología en
una doble perspectiva: a).- en razón de la misma
reflexión teológica (porque no se concibe la
teología espiritual sin la estrecha relación con la
Escritura y con todo el dogma sin tener a la Iglesia como el
sujeto de la espiritualidad); b).- por una motivación
pastoral: la de favorecer la unidad de la teología, que
puede dar la impresión de estar muy dispersa.

3.3.- Teología Espiritual y Teología
Moral.

Hay autores que plantean la relación de la
teología espiritual con la teología, partiendo de
la teología moral sin plantear su relación directa
con la teología dogmática. No se puede reducir la
relación entre la teología espiritual y la
dogmática a la que le puede llegar por la teología
moral. Por ello es necesario hacer una diferenciación
entre la teología espiritual y la moral, porque ambas se
refieren a la vida concreta y al lado práctico de la
existencia cristiana[13]

a).- La diferenciación por el objeto.
Ellas no se diferencian por el objeto material, ambas tienen la
antropología sobrenatural que considera al hombre en su
movimiento hacia la plenitud de la vida divina. La diferencia
está en el objeto formal o aspecto desde el que se
contempla el objeto. La moral tiene como propio tanto la
estructura de la acción como las leyes que la regulan; su
objeto es la relación correcta con Dios. La espiritualidad
tiene más bien en cuenta la evolución existencial
de la vida cristiana; estudia la resonancia que la
relación con Dios tiene en la conciencia y su desarrollo;
y debe mantenerse atenta a la repercusión
psicológica que produce en el sujeto la evolución
de su vida espiritual. Sin embargo, no hay que olvidar que la
teología espiritual y la teología dogmática
no pueden funcionar por separado; se necesitan
mutuamente.

b).- La diferenciación por el
método
. El método de la teología
espiritual no puede prescindir de la experiencia cristiana,
tampoco de la situación interior de la persona en su
proceso de vida cristiana. El método de la teología
moral, en cambio, es más racional, parte más de los
principios, y sus leyes son universales. La experiencia en la
teología moral recibe otra consideración, aunque
sirva para valorar las circunstancias concretas.

3.4.- Teología Espiritual y Teología
Pastoral.

En los tratados de pastoral, en los manuales y en los
mismos diccionarios, ya sean de pastoral o de espiritualidad, se
advierte la necesidad de una espiritualidad fuerte para el
ejercicio de la acción pastoral. Escribe el
Dictionnaire de Spiritualité: "Pastoral y vida
espiritual son indisociables. Forman un cuerpo, en la misma
medida en que la unión con Dios, más que la
condición de la acción misma, es el alma. Aun
cuando la pastoral debe tomarlas en cuenta y hacer uso de ellas,
no es cuestión de métodos y técnicas
humanas; es ante todo colaboración a la obra de
Dios[14]

La pastoral de espiritualidad es el conjunto de
acciones evangelizadoras que hace consciente, promueve, ayuda a
crecer y lleva, por el impulso del Espíritu, a su plenitud
la vida cristiana en el creyente y en la comunidad. Siendo
así, que la teología espiritual y la pastoral de la
espiritualidad se ocupan de la "vida cristiana" en plenitud; la
primera reflexiona sobre la praxis, la segunda se pone al
servicio de la promoción de la misma.

3.5.- Teología Espiritual y Teología
Litúrgica.

Espiritualidad litúrgica es la actitud del
cristiano que funda su vida (toda su vida humana vivida
conscientemente) sobre el ejercicio auténtico de la
liturgia, de manera que ésta llega a ser culmen et
fons
, de toda su actuación, para que, en definitiva,
mysterium paschale vivendo exprimatur. Se puede
describir aproximadamente así: "es el ejercicio (en lo
posible) perfecto de la vida cristiana, con el que el hombre,
regenerado en el bautismo, lleno del Espíritu Santo
recibido en la confirmación, participando en la
celebración eucarística, marca toda su vida con
estos tres sacramentos, para crecer, en el cuadro de las
celebraciones repetidas del año litúrgico, de una
oración continua (Liturgia de la Horas) y de las
actividades de la vida cotidiana, en la santificación
mediante la conformación con Cristo crucificado y
resucitado, en la esperanza de la última
consumación escatológica, para alabanza de la
gloria de Dios[15]

3.6.- La Aportación Positiva de la
Teología Espiritual a la Teología.

Por el hecho de introducirse en la recepción
cristiana la riqueza de la experiencia vivida, la teología
espiritual no puede reducirse a una mera aplicación
concreta de los principios de la teología dogmática
ni a una parte integrante de la teología moral. Por tanto,
es lícito o diseñar la aportación original
que brinda a la ciencia
teológica[16]

Negativamente, la experiencia espiritual no contribuye a
incrementar el contenido del saber teológico, aunque puede
conducir a un desarrollo de ciertos conocimientos
implícitos. Positivamente, la experiencia espiritual
conduce a penetrar en la realidad del Misterio de la
salvación, deduciendo de él un cierto conocimiento
interior. Esta penetración eres el fruto de la
connaturalidad que se vive entre el alma que posee el
Espíritu Santo y el Misterio, que es misterio de
amor.

En lo que se refiere a la conciencia ética, la
vida espiritual da el sentido de la "moralidad trascendental", la
cual supone un impulso hacia la vida eterna, una vocación
personal y una presencia del Espíritu Santo. La idea de
vida eterna y divina desempeña la función de idea
reguladora de la moralidad concreta. Esta misma función
podría verificarse también en relación con
el conocimiento dogmático: el conocimiento oscuro de Dios
permite juzgar de los conocimientos particulares y verificar su
coherencia con el conjunto del Misterio de la fe.

La experiencia espiritual tiene además una
función ordenadora: la penetración y la
adhesión al Misterio de fe llevan a la unificación
del pensamiento teológico, no con una acumulación
de conocimientos particulares, sino con una integración de
las verdades parciales en una idea comprensiva y fecunda para la
vida espiritual

Relación
de la espiritualidad con la ciencia

4.1.- Aportaciones de la Espiritualidad a la
Ciencia.

Tres presupuestos básicos: delimitación
del campo epistemológico, antropología
tríadica, y fundamentación antropológica
tríadica desde las Sagradas Escrituras.

a).-Delimitación de campo
epistemológico: orden antropológico
. Antes de
abordar algunas consideraciones importantes en torno a la
relación entre la espiritualidad y la ciencia conviene
acentuar dos límites al respecto: primero, el campo de
reflexión pneumatológica acaece de manera
holística en la antropología; es decir, el abordaje
epistemológico en torno a la espiritualidad humana no se
centra primordialmente en la praxis, sino en la ontología
del hombre. Segundo, aunque parezca algo obvio para algunos, el
abordaje lo planteamos desde una antropología
teológica.

Contrario al campo epistemológico que la
espiritualidad aborda, las investigaciones científicas en
su mayoría son realizadas en un mundo experimental externo
al mismo investigador. Crean un mundo reflexivo externo a ellos
mismos. Es sabido que el método experimental inductivo
de estas ciencias va de la comprobación de los hechos a la
hipótesis y a la verificación y tiende a la
formulación de las leyes destinadas a formar en su
conjunto una "imagen de mundo", coherente y cada vez más
basta.
[17]

b).- Antropología tríadica. La
propuesta de estas pequeñas líneas tienen como base
una antropología tríadica que especifique las tres
áreas base del hombre: alma cuerpo y espíritu.
Consideramos oportuno subrayar la distinción entre las
áreas ya que en muchas ocasiones la misma praxis humana,
entre ellas, la reflexión científica, puede verse
confundida debido a la confusión subyacente en el ser
antropológico.

c).- A continuación presentamos una breve lista
de citas bíblicas que fundamentan esta prepuesta de
análisis antropológico tríadico.
Acercamiento Bíblico
. La mayoría de los seres
humanos habla del alma y del espíritu de manera
simultánea, pensando en la mayoría de los casos,
que estas dos realidades son exactamente lo mismo. La siguiente
aportación bíblica nos presentará algunas
particularidades de cada una de estas partes en el ser humano, de
donde se puede concluir que no pueden ser exactamente lo
mismo.

Mateo, 26, 37-38. "Tomó consigo a Pedro y a
los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a sentir tristeza y
angustia. Entonces les dijo: "Mi alma está triste hasta el
punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo".
En
esta cita queda de manifiesto la ubicación de la tristeza
de Nuestro Divino Redentor; ésta se encuentra ubicada en
el alma. Sabemos que nuestro amado Redentor es verdadero Dios,
pero, también Verdadero Hombre, sólo así
podemos entender el dolor expresado en su humanidad. En el alma
se encuentra el sentir de la humanidad del hombre, en
Jesús, verdadero Hombre, no podía ser
diferente.

Mateo 26, 41. "Velad y orad, para que no
caigáis en tentación; que el espíritu
está pronto, pero la carne es débil".
Esta
cita en conjunto con la anterior se convierte en verdadera joya
de información antropológica. Nótese, que en
estas citas queda de manifiesto la antropología
tríadica integral anteriormente mencionada. El alma se
encuentra triste, Nuestro Señor, en este momento tan
difícil, exhorta a los discípulos a que oren ya que
el espíritu esta pronto, esto es, el espíritu
humano uniéndose en oración al Espíritu de
Dios, es quien puede sacar a flote tan aguda tristeza. En la
misma escena del huerto de Getsemaní, en repetidas
ocasiones los discípulos se quedaron dormidos. La carne en
este caso experimenta la desolación del alma. La debilidad
de la carne queda de manifiesto por la gran tristeza que ahonda
en sus corazones. Sus cuerpos están cansados, pero no es
un cansancio por algún tipo de trabajo físico,
sino, por el cansancio mismo del alma turbada, triste, atribulada
y angustiada de todos ellos. En estas citas queda perfectamente
ubicada esta antropología tríadica de cuerpo, alma
y espíritu.

Lucas 1, 46 – 48. "Y dijo María:
"Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se
alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la
humildad de su esclava".
En esta cita, primera parte del
magníficat, el evangelista coloca en labios de nuestra
Madre tanto su sentir por parte de su alma, como su sentir por
parte de su espíritu. Alma y espíritu presentan una
expresión particular manifestada por verbos particulares.
Su alma engrandece, mientras que su espíritu se
alegra.

Lucas 24, 15 – 17. Mientras conversaban y
discutían, el mismo Jesús se acercó a ellos
y se puso a caminar a su lado. Pero sus ojos estaban como
incapacitados para reconocerle. Él les preguntó:
¿de qué vais discutiendo por el camino? Ellos se
pararon con aire entristecido".
En este pasaje se nos narra
la gran tristeza que experimentan los discípulos de
Emaús al creer que todo ha terminado con la muerte de
Jesús. Su alma está tan atribulada que no logran
identificar que el mismo Señor camina con ellos. En este
pasaje bíblico podemos ver la ceguera de sus
espíritus ya que no son capaces de reconocer al
Señor. La tristeza del alma bloquea la visión del
Señor. Este acontecimiento en la vida de los
discípulos, nos hace entender que el espíritu del
hombre no puede alcanzar su esplendor mientras no sean
erradicadas las penumbras de su alma.

Carta a los Romanos 8, 16. "El Espíritu mismo
se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos
hijos de Dios".
Dios siempre está en continua
comunicación con su creación, de manera especial,
con nosotros sus hijos creados a su imagen y semejanza. Esta cita
nos muestra la manera en que se gesta dicha comunicación:
Su Santo Espíritu comunica a nuestro espíritu las
maravillas de La Trinidad Santísima. Dios nos comunica su
amor por medio de Su Santísimo Espíritu. Por medio
de esta comunicación se hace manifiesta filiación
de hijos de Dios.

Carta a los Romanos 1, 9. "Dios, a quien doy culto
en mi espíritu predicando el Evangelio de su Hijo, es
testigo de lo mucho que me acuerdo de vosotros".
Una vez
más, Pablo hace mención de su espíritu como
realidad o ente particular. El culto a Dios no puede darse
sólo en el alma ya que la fuerza del espíritu es
superior que aquella mostrada en el alma. Recordemos que las
turbulencias en el hombre acontecen de manera primaria en el alma
no en su espíritu, por ello Nuestro amado Redentor
aconseja a sus discípulos en el huerto de Getsemaní
que permanezcan en oración ya que el espíritu esta
pronto, pero la carne es débil.

1 de Corintios 2, 11. "En efecto, ¿qué
persona conoce lo íntimo de la persona, sino el
espíritu de la persona, que está en ella? del mismo
modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el
Espíritu de Dios.
En esta ocasión, por
supuesto sin hacer menos al alma, se privilegia una vez
más al espíritu ya que por medio de éste el
hombre es capaz de reconocer lo más íntimo de su
ser. El espíritu presenta mayor objetividad que el alma,
ya que ésta siempre se dejará conducir por los
sentimientos y emociones que más habiten en ella. El alma
siempre corre el riesgo de dejarse manejar por subjetivismos que
impiden un mejor conocimiento de ella misma.

1 de Corintios 2, 15. "En cambio, la persona de
espíritu lo juzga todo; y a ella nadie puede
juzgarla".
En esta cita bíblica Pablo nos hace ver la
claridad etiológica del espíritu. La persona que se
deja conducir en su espíritu por el Espíritu del
Padre, tiene la claridad y objetividad en los juicios diversos
que llegue a emitir. Nadie puede juzgar a una persona guiada por
el espíritu ya que ésta ha sido guiada por el
Espíritu del Padre.

1 Tesalonicenses 5, 23. "Que Él, el Dios de
la paz, os haga plenamente santos, y que todo vuestro ser, el
espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha
hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo".
En esta
ocasión San Pablo nos presenta de manera puntual las tres
áreas mencionadas: espíritu, alma y cuerpo. Hace
mención de que todo el ser está conformado por
estas tres partes. Resulta importante entender, según la
propuesta paulina, que el ser puede ser manchado por algunas de
las tres partes. Siguiendo con las enseñanzas de la Santa
Madre Iglesia: el hombre es una mezcla de cuerpo y alma
espiritual en donde no puede menospreciarse el cuerpo tal como lo
pretendían algunas de las corrientes heréticas de
los primeros siglos. De manera puntual, San Irineo de Lyon lucha
en su obra adversus haereses contra el gnosticismo que
ve con menosprecio tanto alma, como al cuerpo. Los
gnósticos argumentan que existen tres hombres diferentes,
que obedecen a cada una de estas partes: espíritu, alma y
cuerpo, mientras que San Irineo argumentará que el hombre
es una mezcla de las tres realidades, en donde no es correcto
menospreciar a ninguna de éstas.

Hebreos 4, 12. "Pues viva es la Palabra de Dios y
eficaz, y más cortante que dos espadas de dos filos.
Penetra hasta la división entre alma y espíritu,
articulaciones y médulas; discierne sentimientos y
pensamientos del corazón".
En esta cita queda de
manifiesta la potestad de La Palabra de Dios. En este rubro
ubicamos el más alto grado de discernimiento y
conocimiento que el ser humano puede llegar a tener de su propio
ser. Conocer los límites entre su alma y su
espíritu, entendiendo junto con La Santa Madre Iglesia que
poseemos un alma espiritual, este logro de La Palabra de Dios, se
convierte en una de las máximas epistemológicas de
cualquier hombre que desee encontrase consigo mismo y desde
ahí encontrarse con sus hermanos y por su puesto con Dios
haciendo su santa voluntad.

4.1.1.- Situación del estado psíquico
del alma determina el quehacer científico.

Algunas de las citas bíblicas arriba mencionadas
nos hacen ver la vulnerabilidad por la que nuestra alma puede
pasar. El científico, en sus investigaciones, por
más que pretenda permanecer insensible ante su sentir
psíquico, no podrá jamás lograrlo ya que en
su análisis científico se encuentra ubicada toda su
persona. No puede pretender acercarse a la investigación
como si fuera un robot. Aunque no lo acepte y quizá no lo
quiera, el científico debe entenderse como hombre antes
que científico.

El científico, como todo hombre, debe aceptar que
siempre existe un campo de intencionalidad movido por los
afectos, emociones y sentimientos que yacen en su alma.
Además, de estas afirmaciones, el científico debe
poseer algunos dones propios de una espiritualidad concreta.
"Paciencia, paciencia… cada átomo es de
silencio produce el don de un fruto maduro". Solo a este precio
se consigue aportar un pequeño grano de arena al gran
edificio del conocimiento.
[18]

4.1.2.- La espiritualidad como garantía
objetiva de búsqueda de verdad de manera
holística.

Partes: 1, 2

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