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Introducción a San Pablo (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

d.C. 1-10

Nacido en fecha incierta, en la
primera década (Flm 9), en Tarso, Cilicia (Hch 22,
3)

33

Pablo persiguió a «la
Iglesia de Dios» (Ga 1, 13) en Jerusalén (Hch
8, 3); intentó hacer lo mismo en Damasco, cerca de
donde fue llamado y convertido (Hch 9, 3-19),
después de lo cual fue a Arabia (Ga 1, 17b), luego
volvió a Damasco (Ga 1,17c)

36

«Después de tres
años» (Ga 1, 18) escapó de Damasco (2
Co 11,2-33; Hch 9, 23-25); luego hace su primera visita,
después de la conversión, a Jerusalén
por quince días (Ga 1, 18); después fue a las
regiones de Siria y Cilicia (Ga 1, 21) o a Tarso (Hch 9,
30)

43?

Visión del Señor (2 Co
12,2-4): catorce años antes de escribir la 2ª
Carta a los corintios

44 o 45

Bernabé llevó a Pablo
de Tarso a Antioquía para trabajar allí un
año (Hch 11,25-26)

46-49

La primera misión
comenzó en Antioquía y terminó
allí (Hch 13,4–14,28); Ga 1,21. 23; Ga 2,2
probablemente se refiere a esta obra misionera

49

Claudio expulsa a los judíos
de Roma (Hch 18,2c; cf. §157;
supra)

49

Pablo visitó de nuevo
Jerusalén desde Roma, catorce años
después de su conversión, para asistir al
«concilio» (Ga 2,1-10; Hch 15, 3-12)

49

Decreto de Jerusalén sobre los
alimentos (Hch 15, 22-29), de lo cual Santiago
informó más tarde a Pablo (21-25)

49-51

La segunda misión
comenzó en Antioquía y terminó
allí (Hch 15,40-18,22)

49

Incidente en Antioquía: Pablo
reprendió a Pedro (Ga 2,11-14)

50

Pablo llega a Corinto y se aloja en
Corinto con Áquila y Priscila (Hch 18, 2)

50

1 Tesalonicenses escrita desde
Corinto (1 Ts 3,1.6)

51 primavera

Pablo arrastrado ante el
procónsul Galión (Hch 18,12)

51

Pablo volvió a
Antioquía (Hch 18,18-22) después de saludar a
la iglesia de Jerusalén

52-55

Tercera misión, con la larga
estancia en Éfeso (Hch 18, 23b-21, 17)

54

Escribe a los gálatas (Ga
1,6)

54

Carta a los corintios, ahora perdida
(cf. I Co 5,9)

55 antes de

Pentecostés

Escribe I Corintios (1 Cor
16,8)

Escribe 2 Corintios B, o "carta de
las lágrimas".

55 (otoño)

Pablo dejó Éfeso y fue
a Tróade (Hch 20,1; 2 Co 2,12); luego a Macedonia (2
Co 2,13), donde escribió parte de 2 Corintios (carta
A), o carta de la reconciliación

55-56

Pablo pasa «tres meses»
(=invierno) en Corinto (1 Cor 16,5-6; 2 Co 1,16; Hch
20,2-3) desde donde escribió la carta a los
romanos

56 (febrero)

Dejó Grecia y viajando por
tierra atravesó Macedonia y Filipos (Hch
20,3-6a)

56 (primavera)

Después de pasar la pascua en
Filipos, Pablo se hace a la mar rumbo a Tróade;
después de siete días viajó por tierra
a Aso, desde donde se embarcó rumbo a Cesarea
Marítima (Hch 20,6b.14; 21, 1-8)

56 Pentecostés

Pablo llegó a Jerusalén
para Pentecostés (Hch 20,16; Hch 21,17),
visitó a Santiago (Hch 21,18); hizo frente a una
revuelta contra él en Jerusalén (Hch
21,27-30); Pablo detenido por el tribuno romano (Hch
21,31-36); enviado al gobernador Félix en Cesarea
Marítima (Hch 22,23-33)

56-58

Pablo en prisión por dos
años en Cesarea (Hch 24, 27)

58?

Félix reemplazado por Festo
como gobernador (Hch 25,1)

58

Ante el tribunal de Festo Pablo
apeló al César (Hch 25,11-12)

58 (otoño)

Pablo enviado a Roma (Hch 26,
32-27,1; viaje y naufragio en la isla de Malta (Hch 27,2;
Hch 28, 10)

58-59

Pablo pasó tres meses
(=invierno) en Malta (Hch 28, 11a); desde Malta se
embarcó para Pozzuoli (Hch 28,11 b-13); viajó
por tierra a Roma (Hch 28, 14-16)

59-61

Pablo bajo arresto domiciliario en
Roma por dos años (Hch 28, 30)

C) Principales puntos
debatidos

1.- Muerte de Pablo

Para la mayoría de los investigadores modernos,
Pablo fue condenado a muerte y ejecutado en esta ocasión.
Lucas parece inclinar al lector a esperar este resultado. De
hecho todo el viaje de Pablo hacia Jerusalén está
lleno de presentimientos sobre su muerte. No parece
verosímil que Lucas haya subrayado tanto los presagios de
muerte que señalábamos, si no supiese que
efectivamente se trataba de la despedida final de Pablo a quien
sus amigos de Éfeso y de Cesarea no habían de
volver a ver nunca más. En esta hipótesis el
proyectado viaje a España nunca llegó a
realizarse.

Para otros, en cambio, el fallo del César fue
absolutorio, y Pablo pudo continuar su ministerio todavía
por algunos pocos años, en los que habría tenido la
oportunidad de realizar su ansiado viaje a España, el
confín del mundo conocido de entonces (Rm 15,24.28). Solo
más tarde, durante la persecución de Nerón,
Pablo habría sido detenido por segunda vez y habría
consumado en Roma su martirio en el año 64. Generalmente
los que admiten como auténticas las cartas deuteropaulinas
aceptan la hipótesis de una prolongación del
ministerio paulino durante la cual se habrían escrito
dichas cartas, y habrían tenido lugar algunos de los
episodios consignados en ellas, singularmente en 2 Tm.

El principal argumento aducido por los que defienden la
liberación y un segundo cautiverio romano es un texto de
la carta de Clemente en los años 90 del siglo
I:

Por la envidia y la rivalidad mostró Pablo el
galardón de la paciencia. Por seis veces fue cargado de
cadenas, fue desterrado, apedreado; hecho heraldo de Cristo en
oriente y occidente, alcanzó la noble fama de su fe; y
después de haber enseñado a todo el mundo la
justicia y de haber llegado hasta el límite del occidente
y dado su testimonio ante los príncipes, salió
así de este mundo y marchó al lugar santo,
dejándonos el más alto dechado de
paciencia[13]

La cita es muy próxima en el tiempo, y es posible
que Clemente conociera a Pablo personalmente. Su llegada "al
límite del occidente" supondría que Pablo de hecho
llegó a viajar a España, lo cual implica que fue
liberado de su cautiverio romano, y prolongó
todavía algunos años su ministerio. Coincide con el
testimonio posterior de Eusebio de Cesarea, según el
cual:

Después de defenderse, el apóstol
emprendió de nuevo su ministerio de predicar, y volviendo
una segunda vez a la misma ciudad, sufrió el martirio en
tiempos de Nerón[14]

En la hipótesis de la prolongación del
ministerio tras el primer cautiverio, la muerte de Pablo
podría coincidir ya con la persecución de
Nerón que tuvo lugar en el año 64.

2.- Reemplazo de Félix por
Festo

Si supiéramos la fecha en que Festo
reemplazó a Félix como gobernador romano,
podríamos precisar mejor los últimos
acontecimientos de la vida de Pablo. Efectivamente al poco de
empezar su mandato es cuando Félix parece haber enviado a
Pablo a Roma para ser juzgado allí por el César
(Hch 24,27). Según Josefo, el cambio fue decidido por el
emperador Nerón (54-68 d.C.).

Ahora bien, cuando Porcio Festo fue enviado por
Nerón como sucesor de Félix, los notables
judíos de Cesarea fueron a Roma para acusar a
Félix, que habría ciertamente recibido su castigo
si Nerón no hubiese cedido a la solicitud de su hermano
Pallas, a quien en aquel momento tenía en gran
consideración[15]

Tradicionalmente se ha supuesto que Porcio Festo estuvo
como gobernador de Judea desde el año 60 al 62 en que
murió. Otros adelantan la fecha de la entrada de Festo en
su cargo al año 55 o 56, alegando que Pallas perdió
su puesto de ministro de Finanzas en el año 55, y que
Félix debió haber sido depuesto algún tiempo
antes cuando su Hermano todavía ocupaba un alto cargo en
Roma. Eso nos llevaría a adelantar toda la
cronología paulina varios
años[16]Pero el argumento no es
concluyente. El hecho de que Pallas cesase como ministro de
Finanzas no quiere decir que no conservase la influencia con
Nerón para poder defender a su hermano Félix tras
su deposición. No hay por qué adelantar tanto la
fecha de la entrada en el cargo de Festo, y por tanto del viaje
de Pablo cautivo a Roma.

3.- Encuentro de Pablo con
Galión

Según Hch 18,12-17 en Corinto Pablo fue
presentado ante el gobernador de la provincia de Acaya, Junio
Galión, hermano del filósofo español
Séneca. Ahora bien, en Delfos se ha encontrado un texto en
el que se menciona a Junio Galión como gobernador de
Acaya[17]Esta inscripción está
fechada el año 52 y está dirigida al inmediato
sucesor de Galión. Como los gobernadores de las provincias
senatoriales solo estaban un año en sus cargos,
Galión había sido gobernador desde la primavera del
51 a la del 52. Probablemente Pablo fue presentado ante
Galión en la primavera del 51, a poco de haber
Galión comenzado su mandato. Con un pequeño margen
de error podemos fechar los dieciocho meses de estancia de Pablo
en Corinto entre los años 49 y 51.

En la secuencia de Hechos el encuentro con Galión
está fechado en la primera visita de Pablo a Corinto
cuando la fundación de la comunidad. Algunos, como
Gnilka,[18] que adelantan las fechas de la
cronología paulina, fechan este encuentro con
Galión no en la primera, sino en la segunda visita del
Pablo a Corinto, durante el tercer viaje.

De ese modo adelantan la primera visita de Pablo a las
comunidades de Macedonia y Acaya a la época anterior a la
reunión de los apóstoles en Jerusalén,
durante los 14 años misioneros de Pablo que anteceden a su
segunda subida a Jerusalén. Con esto habría que
fechar la fundación de la comunidad corintia en los
años cuarenta. Se distancian así de Hechos, que
claramente fija este encuentro en la primera visita de Pablo a la
ciudad (Hch 18,1-18).

4.- Viajes de Pablo a
Jerusalén

En la carta a los Gálatas Pablo menciona solo dos
visitas a Jerusalén: una, tres años después
de su conversión (Ga 1,18), y otra catorce años
después para exponer su doctrina a los apóstoles
(Ga 2,1). En este período Lucas nos habla de cinco visitas
distintas, sin contar la última visita a Jerusalén
(Hch 20,16) llevando la colecta que obviamente no hubiera podido
aparecer en la carta a los Gálatas que ya estaba
escrita:

* 1ª visita después de su conversión
(Hch 9,26 = Ga 1,18).

* 2ª visita para paliar el problema del hambre de
Jerusalén (Hch 11,30).

* 3ª visita de servicio a Jerusalén (Hch
12,25). Probablemente no se trata de una nueva visita, sino de su
regreso tras la visita anterior.

* 4ª visita para el "concilio" (Hch 15,4) = segunda
visita de Gálatas (Ga 2,1).

* 5ª visita: subida a Jerusalén al final del
segundo viaje (Hch 18,22).

Como vemos, hay una coincidencia en la primera visita
(primera en ambos casos) y en la segunda de Gálatas que
corresponde a la cuarta de Hechos. Las otras tres visitas de
Hechos, que no aparecen en la relación de Gálatas
pueden explicarse de diversos modos.

D) RESUMEN
CRONOLÓGICO

Resumiendo, la secuencia de acontecimientos de la vida
de Pablo podría ser la siguiente:

Año 30 d.C. Misterio pascual: muerte y
resurrección del señor.

33: Saulo el fariseo en Jerusalén. Martirio de
Esteban.

Huída de los cristianos helenistas a
Antioquía.

Conversión de Pablo.

34-35: En Arabia.

36: Regreso a Damasco. Huye de la ciudad colgado en una
espuerta.

Primera visita a Jerusalén tras su
conversión. Ve a los apóstoles. Pasa 15
días.

Marcha a Tarso. (¿Revelación de que salga
de Jerusalén?)

37-42 Ministerio en Cilicia en torno a su ciudad de
origen.

42 Bernabé va a Tarso a buscar a Pablo y lo lleva
consigo a Antioquía.

43-45 Estancia en Antioquía.

46 En Antioquía Pablo y Bernabé son
elegidos como misioneros.

Se inicia el primer viaje misional a Chipre, Pisidia y
Licaonia.

  • 49 Asamblea de Jerusalén. Incidente de
    Antioquía. Comienzo del segundo viaje

  • 50 Llegada de Pablo a Corinto y permanencia
    allí durante año y medio

  • 51 Regreso a Antioquía

  • Tercer viaje misionero y estancia de tres
    años en Éfeso

  • 55 Viaje a Macedonia y a Corinto (3
    meses)

  • 56 Comienza el regreso a Jerusalén. Pasa
    la Pascua en Filipos.

Llega a Jerusalén poco antes de
Pentecostés. Es apresado y llevado a Cesarea.

  • Pablo en prisión en Cesarea.

58 Festo sustituye a Félix y juzga a Pablo que
apela al César.

58-59 Viaje de Pablo encadenado a Roma.

59-61 Prisión de Pablo en Roma.

Como puede comprobarse hemos preferido en esta
cronología la opinión de que Pablo fue ejecutado en
Roma tras sus dos años de arresto domiciliario. Los que
adoptan la opinión de que salió libre y
prolongó su ministerio alargan la vida de Pablo hasta el
año 64, en cuyo caso habría muerto durante la
persecución de Nerón.

Consignamos para ayuda del alumno una tabla
cronológica del período de la vida de
Pablo.

Monografias.com

Años de
juventud y preparación

A) Los Años de Tarso

Al regreso de su tercer viaje misional, Pablo estuvo a
punto de perecer a manos de los judíos en un tumulto
organizado en el templo de Jerusalén. El tribuno romano,
al notar el revuelo, envía a la cohorte, libera a Pablo de
las manos de los judíos, y después de atarle con
dos cadenas, comienza el interrogatorio:

"Pablo dijo al tribuno: '¿Me permites decirte una
palabra?' Él le contestó: '¿Sabes griego?
¿No eres tú entonces el egipcio qué estos
últimos días ha amotinado y llevado al desierto a
los cuatro mil terroristas?' Pablo dijo: 'Yo soy un judío
de Tarso, ciudadano de una ciudad no oscura de Cilicia'" (Hch
21,37-39; 22,3)[19].

Pero a renglón seguido de esta
conversación en griego, Pablo pidió al tribuno que
le permitiera hablar al pueblo en lengua hebrea (quizás
aramea). "Te ruego me permitas hablar al pueblo". Se lo
permitió. Pablo de pie sobre las escaleras, pidió
con la mano silencio al pueblo. Y haciéndose un gran
silencio, les dirigió la palabra en lengua
hebrea".

En esta breve declaración al tribuno, Pablo
está reconociendo las raíces más profundas
de su ser, de su cultura, de su personalidad. El es un
judío, pero un judío que habla griego, un
judío nacido en el mundo helenístico, y al mismo
tiempo un ciudadano romano. En Pablo vemos una persona nacida de
raíces hebreas en lo religioso, griegas en lo
lingüístico y cultural, y romanas en lo
político. Israel, Grecia y Roma se entrecruzan en su
persona, y le capacitarán para ser el aclimatador del
evangelio de Jesús, el hebreo, a la cultura griega en el
ámbito del imperio romano.

En Pablo se juntan sus raíces hebreas en lo
religioso, griegas en lo lingüístico y cultural, y
romanas en lo político. Israel, Grecia y Roma se
entrecruzan en su persona, y le capacitarán para ser el
aclimatador del evangelio de Jesús el hebreo, a la cultura
griega en el ámbito del imperio romano. Esta circunstancia
jugará un papel clave en la misión que la
Providencia divina iba a asignar a Pablo como misionero del
Jesús judío entre los gentiles.

Al trasvasar una religión de matriz semita al
ancho mundo helenístico Pablo consiguió que el
cristianismo dejara de ser una secta judía para
convertirse en una religión universal llamada a
inculturarse no solo en la cultura griega, sino más
adelante en cientos de culturas diversas. Vamos a estudiar
cómo Pablo estuvo maravillosamente dotado por Dios para
realizar esta tarea, definida por él como una
"misión de la gracia que Dios me concedió en orden
a ustedes los gentiles" (Ef 3,2), la gracia de "anunciar a los
gentiles la inescrutable riqueza de Cristo" (Ef 3,8).

Para esta tarea no bastaban las circunstancias objetivas
del contexto multicultural que a Pablo le tocó vivir, sino
que fue decisiva también su maleabilidad a la gracia, su
capacidad de hacerse todo a todos, su resistencia y perseverancia
en los conflictos, su plena identificación con una tarea
vista no tanto como una carga sino como un don de Dios "¡Ay
de mí si no evangelizara!" (1 Cor 9,16).

1) Las raíces
helenísticas

tarso:

Era una gran urbe situada en la llanura de Cilicia,
entre la cordillera del Tauro y el mar Mediterráneo.
Cilicia es una fértil llanura encerrada entre el mar y las
montañas. Por el Norte el desfiladero que atraviesa el
Tauro (Puertas de Cilicia) la une con el Asia Menor. Por el este,
otro desfiladero (Puertas de Siria) a través del Amano, la
une con Siria.

La ciudad, en otro tiempo muy importante, estaba
atravesada por el Cidno, río navegable, con lo que se
constituía en puerto de mar. Era en aquella época
una ciudad comercial franca, que atraía a marinos y
comerciantes de todo el Mediterráneo oriental. Hoy
día la antigua Tarso yace enterrada a cinco metros de
profundidad. En la superficie no hay sino una mísera
aldea.

En el puerto de Tarso, el niño Saulo
contemplará a los marineros y les escuchará contar
sus aventuras en el mar y sus historias de lejanos países.
El mar habrá de ocupar una parte tan importante en la vida
y en los viajes del apóstol… Allí también
ve llegar a los bárbaros del Norte, los gálatas,
que traen sus maderas y sus pieles de cabra para vender en los
mercados. Queda intrigado por aquellos hombres rudos y primitivos
que vienen del norte, de más allá de los montes del
Tauro. ¿Intuye, quizás, que un día de mayor
cruzará ese desfiladero para ir a llevarles un
mensaje?

ciudad universitaria:

Por aquella época Tarso era una ciudad
universitaria que disputaba a Atenas y a Alejandría la
palma de la cultura. De allí era natural Atenodoro,
maestro de Augusto. Tarso era cantera de preceptores para los
príncipes imperiales.

A lo largo de las sombreadas orillas del Cidno, oradores
públicos y filósofos sentaban su escuela y
disputaban sobre cultura. Pablo niño curiosearía
entre los corrillos, aunque sus padres celosos hebreos se lo
tuviesen prohibido.

Según Estrabón, en la tumba de
Sardanápalo, fundador de la ciudad podía leerse:
"Caminante: come, bebe, pásalo bien, que todo lo
demás no vale la pena" (19,5). ¡Cuantas veces
leería Pablo esta inscripción!

En sus cartas se conservan dos citas de filósofos
griegos, y Lucas pone otras dos citas en boca de Pablo en su
discurso ante el Areópago:

* 1 Co, 15,33: Las malas compañías
corrompen las buenas costumbres" (Menandro).

* Ti 1,12: Los cretenses son siempre mentirosos, malas
bestias, vientres perezosos" (Epiménides de
Cnosos).

*Hch 17,28a: "En él vivimos, nos movemos y somos"
(Arato de Cilicia).

*Hch 17,28b: "Somos también de su linaje"
(Cleanto el estoico).

Con todo, no hay que pensar que Pablo fuera un
filósofo sistemático como Filón, ni que
tuviera el empeño de Filón por armonizar la
religión judía con la sabiduría
griega.

Por otra parte contemplaría también Pablo
las religiones burdas y primitivas, fuertemente helenizadas; los
cultos paganos a Sandán, divinidad de la
vegetación. La fiesta de su muerte y resurrección,
como símbolo de los ciclos de la naturaleza. Las hogueras
y orgías que acompañaban estas fiestas. Desde su
monoteísmo y su moral puritana, desde niño le
habrían enseñado a despreciar esos ritos primitivos
y grotescos de sus paisanos. Pero al mismo tiempo el
carácter cosmopolita de su ciudad le dio una gran
curiosidad intelectual, una apertura de conciencia bien distinta
de la de los judíos de Palestina, mucho más
cerrados Y provincianos. Este cosmopolitismo de Pablo le
llevará a decir: "Examínenlo todo y retengan lo que
es bueno" (1 Ts 5,21).

Quizás junto con estas religiones grotescas
él había percibido y admirado en sus paisanos
paganos muchas virtudes. Todo esto le ayudaría a superar
la visión nacionalista estrecha de los cuanto de hay de
verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable,
todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo esto
ténganlo en cuenta"" (Flp 4,8). El también
había admirado en sus paisanos paganos muchas virtudes,
que le ayudarían a superar la visión estrecha
judía que despreciaba todo cuanto no era judío (Rm
2,14).

La convivencia estrecha con los gentiles en su ciudad
natal le ayudó a Pablo a hacerse todo a todos (1 Cor
9,20). En el mundo de su infancia la gracia de Dios había
ido preparando a este hombre que serviría de puente entre
dos culturas, y derribador de los muros que separaban a
judíos y gentiles. "El que actuó en Pedro para
hacer de él un apóstol de los circuncisos
(judíos), actuó también en mí para
hacerme un apóstol de los gentiles" (Ga 2,8). Dios iba
preparando el corazón del niño Pablo para esta
misión de gracia: "anunciar a los gentiles las
inescrutables riquezas de Cristo" (Ef 3,8).

hombre urbano:

Mientras que Jesús y los otros galileos que
fundaron la Iglesia pertenecían a un entorno campesino,
Pablo será un hombre de ciudad, con la visión
típica de todo hombre nacido en una gran ciudad. Rasgo muy
importante teniendo en cuenta que el cristianismo, si bien
comenzó en la Galilea campesina, habría por
convertirse en un fenómeno eminentemente urbano, Y
será sobre todo en las grandes ciudades donde
tendrá su máximo desarrollo. De hecho, al final del
imperio romano las únicas zonas no cristianizadas
serán precisamente las campesinas, hasta el punto de que
en latín pagano (campesino) pasó a equivaler a
gentil. Los gentiles eran los campesinos.

Mientras que en el habla de Jesús aparecen
continuas referencias a la vida del campo, los sembradores, los
pastores', 'las viñas, la cizaña…, en el
lenguaje de Pablo hay más referencias a la vida de la
ciudad, el estadio, los púgiles, las carreras, las coronas
de laurel, los atletas descalificados (1 Cor 9,24-27).

Aunque, como ya veremos, denuncia la corrupción
de las costumbres y las orgías paganas (Rm 1), Pablo fue
en cambio capaz de apreciar y captar las virtudes y la honestidad
de alguno de sus vecinos paganos "que cumplen naturalmente las
prescripciones de la Ley, aun sin tener Ley (escrita)…" (Rm
2,15), y muestran tener la realidad de esta Ley escrita en su
corazón.

ciudadano romano:

Pablo se refiere a su condición de ciudadano
romano no sin un cierto orgullo y hace valer sus derechos y
privilegios[20]En Filipos, después de haber
sido azotado y encarcelado, hizo valer su condición de
ciudadano romano, hasta el punto de atemorizar a los pretores,
que les habían castigado sin saber esta realidad (cf. Hch
16,35-39). Y posteriormente, en Jerusalén, cuando el
tribuno manda azotarle, Pablo invoca su condición de
ciudadano romano para librarse de los azotes. "Cuando le
tenían estirado con las correas, dijo Pablo al
centurión que estaba allí: '¿Os es
lícito azotar a un ciudadano romano sin haberle
juzgado?'

Al oír esto el centurión fue donde el
tribuno y le dijo: '¿Qué vas a hacer? Este hombre
es ciudadano romano.' Acudió el tribuno y le
preguntó: 'Dime, ¿eres ciudadano romano?
-'Sí", respondió.

-'Yo', dijo el tribuno, 'conseguí esta
ciudadanía por una fuerte suma'.

-'Pues yo, contestó Pablo, la tengo por
nacimiento'.

Al punto se retiraron los que iban a darle tormento"
(Hch 22,25-29).

San Pablo conservará una visión favorable
de Roma, bien distinta de la de otros autores del Nuevo
Testamento, sobre todo el autor del Apocalipsis, feroz adversario
de Roma. Pablo ve a Roma como signo de libertad, como imperio
universal garante de la paz, de la estabilidad, de la
oikouméne o universalitas, crisol de
pueblos. Muestra simpatía por los tribunos y gobernadores
romanos que le protegen frente a la saña de los fariseos.
Manda orar por el emperador (1 Tm 2,2).

Tiene un fuerte sentido de los deberes ciudadanos y
exhorta al pago de impuestos, a las virtudes y conciencia
cívica, al respeto a los magistrados (Rm 13, 1-7). A estos
últimos llega a llamarlos "funcionarios de Dios", a pesar
de los defectos y de la rapacidad que les caracterizaba (Rm
13,4). Manda la sumisión a las leyes cívicas (Ti
3,1), aun sin perder de vista que nuestra verdadera
ciudadanía no es la romana, sino "la del cielo" (Flp
3,20).

Sólo posteriormente, cuando comiencen las
persecuciones, cambiará esta imagen favorable de Roma, por
esa otra visión hostil que caracterizará los
últimos escritos del Nuevo Testamento. Pablo mismo, el que
mandó acatar las leyes romanas y orar por el emperador,
acabará sus días decapitado por aquellos
funcionarios romanos a quines una vez denominó
funcionarios de Dios

tejedor de tiendas:

Otro rasgo urbano muy importante para comprender el
perfil de Pablo es el de su oficio de tejedor. Era famoso en el
mundo entero el arte de los tejedores de Cilicia, y el famoso
pelo de cabra (cilicio) que se usaba para tejer tiendas o para
hacer capotes. Hasta el día de hoy los pastores cilicios
siguen llevando unos gruesos capotes de pelo de cabra
(kepenikler), impermeables, como el que Pablo echaba de menos en
la húmeda y fría prisión de Roma (2 Tm
4,13).

En Tarso Pablo sería de muchacho aprendiz en
algún taller. En todo momento se muestra orgulloso de
trabajar con sus manos, y al llegar a una ciudad
establecerá contacto con los de su mismo oficio, como
Simón el tejedor (Hch 9,43). En Corinto se hospedó
en casa de Áquila, también tejedor de tiendas, y
trabajaba con él. Uno de sus títulos de orgullo era
decir que "nos fatigamos trabajando con nuestras manos" (1 Cor
4,12). Si bien reconocía el derecho de los misioneros a
ser asistidos por la comunidad, él nunca quiso ser gravoso
a nadie. "No comimos el pan de balde, sino que día y noche
con trabajo y cansancio, trabajamos para no ser una carga a
ninguno de vosotros" (2 Ts 3,8; 1 Ts 2,9).

Al llegar a una nueva ciudad establecerá contacto
con los de su mismo oficio. Era una buena llave para acceder a la
puerta de una ciudad desconocida. En Corinto se hospedó en
casa de Áquila, también tejedor de tiendas, y
trabajaba con él. ). Este trabajo manual le
permitía también conversar mientras trabajaba,
instruir a los discípulos. Pablo fue un gran
conversador.

El oficio ejercido por Pablo no solo le permitió
una mayor libertad e independencia económica, sino que
también le permitió hacer contactos interesantes e
insertarse mejor en el medio social de las ciudades que
visitaba.

2) Las raíces semitas

las juderías

No obstante sus contactos con el mundo
helenístico, Pablo nace y se cría en una comunidad
judía de la diáspora. En realidad eran muchos
más los judíos que vivían fuera de Palestina
que los que vivían dentro de ella.

El fenómeno de la diáspora judía
fue siempre un fenómeno urbano. Los judíos fuera de
Palestina no se desperdigan por los campos, sino que se
concentran en las grandes ciudades, habitando en barrios o
juderías donde pueden conservar mejor su identidad, y al
abrigo que les proporciona el pluralismo que caracteriza las
grandes urbes.

Ya mucho antes de Cristo existen grandes juderías
en Antioquía, Alejandría, Corinto, Roma, Tarso…
Los judíos de la diáspora asumen los oficios de
artesanos, comerciantes, lo que les confiere un gran peso social.
El antisemitismo en esas ciudades es un hecho anterior al
cristianismo.

En la judería de Tarso nace Pablo. Puede
gloriarse de su raigambre judía de la más pura cepa
y de la más pura ortodoxia. "Circuncidado el octavo
día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín;
hebreo, hijo de hebreos (es decir, de origen palestinense, que
conserva el idioma hebreo). En cuanto a la Ley, fariseo…en
cuanto a la justicia de la Ley, intachable" (Flp 3,5). "Fariseo,
hijo de fariseos". (Flp 3,5-6; 2 Co 11,22; Rm 11,1; Hch 23,6). En
su circuncisión se le puso el nombre de Saúl o
Saulo (el implorado de Dios).

la educación en tarso

Pronto comenzaría a estudiar. Los niños
hebreos comenzaban su educación a los 5 años en
casa, aprendiendo Dt 5 y 6 y el Hallel (Salmos 113-118). Un
año después comenzaban a asistir al viñedo o
jardín de la infancia, la escuela aneja a la sinagoga
local, donde se estudiaba la historia sagrada del pueblo. A los
10 años comenzaba el estudio de la Ley.

Paulo tuvo una educación severa y puritana.
Quizás por su propia experiencia aconsejará
más tarde a los padres: "No seáis demasiado
estrictos con vuestros hijos" (Ef 6,4). Continuamente resonaban
en sus oídos las palabras "Esto no se hace, eso no se
dice, esto es pecado" (Col 2,21). El sistema educativo reforzaba
demasiado el superego culpabilizante de todo buen
fariseo.

Si bien Saulo ajusta su conducta a estos imperativos
morales, -en cuanto a la justicia de la Ley intachable;
sobrepasaba en el judaísmo a muchos de mis
contemporáneos-, quedó en él una angustia
culpabilizante que sus estrictas observancias no
conseguían neutralizar. La descripción
dramática del hombre bajo la Ley que "no hace el bien que
quiere, sino el mal que no quiere (Rm 7,19), tiene tintes
autobiográficos del Saulo adolescente, lo mismo que el
grito "¡Pobre de mí!" que tantas veces
lanzaría el joven Saulo (Rm 7,24).

Quizás esta angustia reprimida puede explicar la
agresividad que Saulo sintió en un principio contra los
cristianos, al oír hablar de una salvación gratuita
al margen de la Ley, y puede también explicar el intenso
gozo que sintió al verse salvado en el momento de su
conversión.

Su deseo de perfeccionismo puede haber nacido
también de un deseo de superar un cierto complejo de
inferioridad por su apariencia externa poco prestante. Parece que
"la presencia de su cuerpo era pobre y su palabra despreciable"
(2 Co 10,10). Quizás sea una enfermedad crónica
aquel "ángel de Satanás que lo abofeteaba" y del
que Pablo tanto quiso sanar sin conseguirlo (2 Co
11,7-8).

Pero en la experiencia del amor de Jesús, Saulo
aprendió a superar sus complejos, a sentirse valorado y
querido aun en medio de su debilidad, a no tener que esforzarse
tanto por "dar la talla", sino llegar a complacerse en sus
propias flaquezas, que no son impedimento a la obra de Dios, sino
precisamente el vehículo a través del cual se
comunica la fuerza de Cristo (2 Co 11,9-10).

Diremos solo unas breves palabras sobre el
celibato de Pablo. Nos consta que cuando escribió 1
Cor 7,8 y 9,5, Pablo no estaba casado, y además
consideraba su situación de soltería como una gran
ayuda para la eficacia de su vida misionera. No nos consta en el
NT si nunca se había casado o si había enviudado, o
se había divorciado. Pero como no hay ninguna
alusión a su viudez o a su divorcio, lo más
probable es seguir la doctrina tradicional que nos dice que fue
célibe.

Suponiendo que Pablo tuviese ya una edad
casadera[21]en el momento de su conversión,
cabría preguntarse cuáles fueron los primeros
motivos que tuvo para escoger el celibato ya antes de conocer al
Señor Jesús. No olvidemos que la opción por
el celibato era bien extraña entre los judíos, si
se exceptúa algunos grupos marginales como el de los
esenios. Pero Pablo no era esenio sino fariseo.

B) Los años de Jerusalén

Hemos visto cómo se entrecruzan en el alma de
Saulo de Tarso las raíces helenistas con las hebreas. Sin
embargo, sus antecedentes helenistas que más tarde
serían tan eficaces para la misión a los gentiles,
quedaron de momento enterrados tras una formación hebrea
cada vez más rigurosa y absorbente.

Pronto el joven Saulo marcha a
Jerusalén[22]en donde debía tener
parientes. Quizás se trate de aquellos mismos
Andrónico y Junia "mis parientes que llegaron a Cristo
antes que yo" (Rm l6,7), o de su sobrino joven (Hch 23,26).
Allí Pablo fue educado "a los pies de Gamaliel en la
exacta observancia de la Ley de nuestros padres" (Hch 22,3). En
la escuela de Gamaliel aprendió el estilo rabínico
de interpretación de las Escrituras.

Los rabinos de la época pertenecían a dos
escuelas; la de Hillel, más liberal, y la de Shammay,
más literal y conservadora en su explicación de la
Ley. Gamaliel fue el rabbí más respetado dentro de
la escuela de Hillel "con prestigio ante todo el pueblo" (Hch
5,34). Saulo pronto "sobresalió" entre sus
condiscípulos (Ga 1,14). Las dos asignaturas de estudio
eran la Halakha (casuística legal) y la Haggadah (historia
sagrada como revelación). Allí aprendió
Saulo a interpretar el triple sentido bíblico de los
rabinos: literal, adaptado y alegórico, que tanto
usará después para ilustrar el Evangelio con citas
del Antiguo Testamento[23]Se cuentan en sus cartas
más de cien citas del Antiguo Testamento.

No sabemos si Pablo llegó a conocer personalmente
a Jesús de Nazaret. Un texto ambiguo de 2 Co 5,16 hace
pensar a algunos que pudo haberlo
conocido[24]Otros piensan que hubo dos estancias
distintas de Pablo en Jerusalén, una antes del ministerio
de Jesús y otra después.

En los años inmediatamente anteriores a la
conversión de Pablo ya habían aparecido en la
comunidad cristiana dos grupos de judíos culturalmente
distintos, en torno a los cuales se irán polarizando dos
teologías diferentes: los discípulos palestineses y
los helenistas. Los primeros entroncan con los fariseos
convertidos a Jesús (tipo Nícodemo), que admiran en
él al cumplidor perfecto de la Ley. En cambio los
helenistas son judíos procedentes de la diáspora,
que leían la Biblia en griego (los LXX), y tenían
un espíritu más abierto y universalista.

Los cristianos helenistas serán los primeros en
comprender la radical novedad de Jesús, la
superación de la alianza mosaica, y la llamada a romper
los estrechos moldes nacionalistas judíos para crear una
Iglesia universal. La comunidad palestinense se siente más
identificada con los apóstoles, sobre todo con Santiago.
En cambio los helenistas pronto tendrán sus propios
líderes escogidos por los apóstoles para crear
puentes de dialogo: son los diáconos, sobre todo Esteban y
Felipe.

Los primeros conflictos entre ambos estratos de la
comunidad de discípulos de Jerusalén pueden ya
apreciarse en las discusiones que surgieron sobre el reparto de
alimentos (Hch 6,1) y desembocarán en la elección
de los diáconos.

Es precisamente contra los helenistas contra quienes se
desatará la persecución en la que es martirizado
Esteban y en la que Pablo estuvo fuertemente implicado. Aquella
persecución respetó a los discípulos
palestinenses qué vivían más a la sombra del
Templo y conservaban una piedad más judía y menos
escandalosa para los fariseos.

La persecución de los helenistas los
llevará a otras ciudades de Samaría y de Siria
(Damasco, Antioquía). Esta dispersión traerá
como consecuencia un progresivo distanciamiento entre ambas
comunidades, entre las que se interpone ahora además una
distancia geográfica.

Después de la huida de los helenistas, los
discípulos de Jerusalén con Santiago fueron
experimentando cada vez un mayor influjo de los fariseos. En
cambio los helenistas, llegados a Antioquía, lejos ya de
Palestina, "se llevaron consigo el recuerdo de Esteban, sus
audacias y sus esperanzas, todo el porvenir del cristianismo, con
el fermento auténticamente cristiano del primer
Pentecostés"[25].

En Antioquía comenzará la
predicación a los gentiles, el bautismo de los
incircuncisos. "Un crecido número recibió la fe y
se convirtió al Señor" (Hch 11,21). La radical
novedad de este grupo es la que hizo aparecer un nuevo nombre
para identificarlos: "cristianos". "En Antioquía fue donde
por primera vez los discípulos recibieron el nombre de
cristianos" (Hch 11,26). Dejan de ser una secta judía para
convertirse en una religión nueva.

Todos estos son los sucesos de la primera comunidad
cristiana que Saulo va a encontrar durante la última etapa
de su estancia en Jerusalén. Según Lucas, en la
persecución contra los discípulos helenistas Saulo
será testigo de la lapidación de
Esteban[26]"Los testigos pusieron sus vestidos a
los pies de un joven llamado Saulo" (Hch 7,56). Como el mismo
Saulo recordará después en una oración:
"Señor, cuando se derramó la sangre de tu testigo
Esteban, yo también me hallaba presente y estaba de
acuerdo con los que lo mataban y guardaba sus vestidos" (Hch
22,20).

De ahí se inicia una persecución
encarnizada contra los helenistas, primero en Jerusalén
donde "hacía estragos en la Iglesia; entraba por las
casas, se llevaba por la fuerza a hombres y mujeres y los
metía en la cárcel" (Hch 8,3).

No contento con esto, seguía "respirando amenazas
y muertes contra los discípulos del Señor" (Hch
9,1), y al ver que los discípulos huían de
Jerusalén, se decidió a perseguirlos hasta las
ciudades en las que se refugiaban. "Se presentó al Sumo
Sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco,
para que si encontraba algunos seguidores del camino, hombres o
mujeres, los pudiera llevar atados a Jerusalén" (Hch
9,2).

En las cartas él mismo confiesa muchas veces su
actividad persecutoria. "Ya estáis enterados de mi
conducta anterior en el Judaísmo, cuán
encarnizadamente perseguía a la Iglesia de Dios y la
devastaba" (Ga 1,13). "Yo soy indigno del nombre de
apóstol por haber perseguido a la Iglesia de Dios" (1 Co,
15,9)". "Antes fui un blasfemo, un perseguidor y un insolente.
Pero encontré misericordia, porque obré con
ignorancia en mi infidelidad" (1 Tm 1,13).

C) El contexto cultural de Pablo

El contexto mediterráneo paulino tiene grandes
paralelismos con la época ya iniciada en nuestra sociedad
del siglo XXI. Por eso las claves paulinas de
interpretación del hombre y de la sociedad siguen siendo
válidas en nuestro mundo globalizado en donde se impone la
multiculturalidad.

Viendo la realidad desde la perspectiva latinoamericana,
el paulinismo ofrece claves pastorales sobre todo para las
grandes ciudades de América Latina, y no tanto para las
áreas campesinas de cultura indígena tradicional en
donde prima una religiosidad popular un tanto
sincretista.

El cristianismo paulino posibilita una comunidad
multicultural tal como nunca habría podido ofrecer el
judaísmo vinculado a una raza y una cultura. En este
sentido el contexto mediterráneo paulino tiene grandes
paralelismos con la época ya iniciada en nuestra sociedad
del siglo XXI. Por eso las claves paulinas de
interpretación del hombre y de la sociedad siguen siendo
válidas en nuestro mundo globalizado en donde se impone la
multiculturalidad.

Para Senén Vidal en el mundo de Pablo la pax
romana había dinamizado la economía internacional,
multiplicando los intercambios económicos, y con ellos un
amplio movimiento de personas y de ideas. Esta situación
producía forzosamente diferencias extraordinarias en los
niveles de renta y en la extensión del clientelismo como
modo de relación social asimétrico.

Coexistían numerosas identidades minoritarias que
en las grandes ciudades creaban un entorno cultural pluralista.
La ciudad supuso un mejor campo de cultivo para el cristianismo.
Por una parte, en la ciudad vivían minorías cultas
e ilustradas, decepcionadas de la religión oficial del
paganismo. Estas minorías habían encontrado un
terreno propicio a su desarrollo moral en la filosofía
estoica, su visión del hombre y sus valores éticos,
pero que aún echaban de menos la dimensión
estrictamente religiosa de un Dios personal con quien poderse
comunicar. Es lo que encontrarán en la religión del
Nazareno predicada por Pablo.

Por otra parte en las ciudades vivían
también las grandes mayorías desarraigadas,
constituidas por esclavos y libertos, inmigrantes, hambrientos de
dignidad y de identidad. Estas mayorías encontrarán
ambas cosas en el cristianismo urbano de Pablo, que dota a los
desarraigados de identidad, de autoestima, de una comunidad de
referencia con múltiples servicios de solidaridad
intracomunitaria, esenciales en un mundo inseguro, sometido a
graves amenazas sociales y económicas.

La centralidad de la salvación en la oferta
teológica paulina vino a incidir positivamente en aquel
mundo tan necesitado de salvación, sometido a terribles
presiones, incapaz de garantizar la defensa de la integridad, de
la dignidad humana, de una vida honesta. El cristianismo paulino
posibilita una comunidad multicultural tal que nunca
habría podido ofrecer el judaísmo vinculado a una
raza y una cultura

Viendo la realidad desde la perspectiva latinoamericana,
el paulinismo ofrece claves pastorales sobre todo para las
grandes ciudades de América Latina, y no tanto para las
áreas campesinas de cultura indígena tradicional en
donde prima una religiosidad popular un tanto
sincretista.

Millones de personas desarraigadas de su cultura
campesina conviven hoy en las grandes ciudades de América
latina en un mundo que les es profundamente extraño y
donde su antigua identidad está siendo profundamente
erosionada, sin que puedan encontrar una identidad alternativa.
El avance de la globalización económica no ha
conseguido eliminar una aguda desigualdad social. Los cristianos
están comenzando hoy a ser, como entonces, una
minoría carente de poder y de prestigio, aunque "contaban
con el dato de la novedad, el riesgo y el entusiasmo de los
bautizados, una eficaz ayuda mutua entre sus miembros y una
ubicación social claramente humilde que ahora no poseemos
y con la ventaja, par la misión, de una inquietud
religiosa ambiental que hoy día ha sido sustituida por una
mezcla de desinterés y escepticismo".

En las comunidades de Filipos y Galacia predominaban los
cristianos de procedencia gentil, mientras que en comunidades
como Corinto, Tesalónica y Roma, había una mayor
presencia de cristianos de procedencia judía. Pero en
todos los casos las comunidades paulinas mezclan cristianos
procedentes de diversos orígenes, lo que les dará
una mayor riqueza, pero al mismo tiempo una conflictividad mayor.
Hoy también el pluralismo intereclesial es indicador de
una mayor riqueza y de una mayor conflictividad.

Otra importante integración que se va a producir
en el alma de Pablo como fruto de su simbiosis cultural es la
interacción de valores que pudiéramos llamar
religiosos y seculares. La disgregación de estos valores
trae consecuencias muy destructivas. Por una parte hay una
sociedad secular que cultiva los derechos humanos, la democracia,
la cultura humanística, la tolerancia, la ética, la
fraternidad universal, la filosofía, el derecho, pero
cerrada a la trascendencia, ajena al culto a un Dios personal
providente, indiferente al problema de la vida después de
la muerte. Por otra parte una sociedad religiosa, centrada en el
culto a Dios y en la tradición religiosa, pero insensible
a los derechos humanos, a la democracia, a la
tolerancia.

Ambas sociedades escindidas están representadas
en la época de Pablo. Por una parte, el mundo religioso
judío, que ha conservado la alianza, la fe en el Dios
personal y en la vida eterna, pero una sociedad legalista,
fanática, intransigente, nacionalista. Es el mundo
religioso de los que tanto harán sufrir a Pablo, de los
que buscarán su muerte a toda costa, de los que no
respetan las leyes y tratan de lincharlo cuando lo prenden en el
templo, de los que conspiran para asesinarle en Jerusalén
mientras está bajo la custodia romana.

Por otra parte está Roma que simboliza el orden y
el derecho, que respeta las leyes procesales y los derechos de
los reos. Que ha ofrecido al mundo un imperio que garantiza la
paz universal, las comunicaciones, la interculturalidad, el
comercio. En muchos momentos se ve la admiración que
siente Pablo por esta pax romana que literalmente en varias
ocasiones lo arrancó de las manos de los fanáticos
religiosos que ya lo querían linchar.

Pablo respeta profundamente a los personajes romanos que
van apareciendo en su horizonte, el procónsul Sergio Paulo
(Hch 13,6), los magistrados de Filipos, el centurión Julio
(Hch 27,1-3), Lisias el tribuno (Hch 22,29-30; 23,24), Porcio
Festo el prefecto de Judea (25,15-21), Publio, el hombre
principal de la Isla de Malta (Hch 28,7).

Al condenar por igual el pecado de los paganos y los
judíos establece por una parte una solidaridad en el mal a
la que no escapan sus correligionarios judíos, a pesar de
su perfeccionismo, y de su religiosidad extrema (Rm 2,17-24).
Pero al mismo tiempo reconoce los valores que pueden existir
también en los paganos, que tienen la ley de Dios escrita
en su corazón y que en el día del juicio
podrán recibir alabanza (Rm 2,12-16).

Mis ochos años vividos en Israel me han hecho ver
que esta ruptura entre valores religiosos y seculares sigue
siendo una herida abierta en nuestro siglo. El enfrentamiento
entre judíos religiosos y seculares es tan áspero
como el que puede darse entre judíos y árabes. El
rey Herodes asfixiado por el clima ultrarreligioso que se
vivía en Jerusalén se hizo construir una ciudad
secular en Cesarea, construyendo un prodigioso puerto artificial
para abrir Judea al Mediterráneo, a Roma, a la cultura
helenística. Esta dicotomía entre Jerusalén
y Cesarea se reproduce hoy entre Jerusalén y Tel Aviv, el
mundo secular y el religioso irreconciliablemente escindidos, con
sus respectivos valores polarizados en direcciones y opuestas y
enfrentadas.

Esta dicotomía se da también hoy en el
mundo occidental, en el que se enfrentan secularismo y
cristianismo. De un lado el secularismo ostenta valores preciosos
de derechos humanos, democracia, tolerancia, ética civil,
multiculturalidad, cuidado del medio ambiente, protección
de las minorías, amplísimas prestaciones sociales.
Pero está minado por terribles hipotecas como el aborto,
la disolución de la familia, el agnosticismo, la
negación de la trascendencia.

De otro lado hay un mundo religioso que se opone
abiertamente a estos males. Ofrece a este mundo secular esa
dimensión de trascendencia de la que carece, pero es reo
de intolerancia, fanatismo, nacionalismos, desprecio a los
derechos humanos. Necesitamos hombres como Pablo que se muevan
con la misma soltura en ambos mundos.

En el camino de
Damasco

En lo referente al Pablo perseguidor, de nuevo tenemos
un dato en el que no concuerdan perfectamente la
información de las cartas y la de Los Hechos lucanos. Como
hemos visto, en sus cartas Pablo reconoce varias veces que
persiguió a la Iglesia de Cristo (Ga 1,13; 1 Co 15,9; 1 Tm
1,13), pero no afirma nunca que su conversión tuviera
lugar precisamente cuando viajaba a Damasco para apresar a los
cristianos de allá y llevarlos a Jerusalén. Este
dato lo conocemos solo por Hechos (9,2).

Algunos ponen en duda este dato lucano. No es claro que
las autoridades de Jerusalén tuvieran poder para enviar
representantes a otras ciudades y apresar a los judíos que
vivían en ellas. El castigo a los rebeldes o heterodoxos
se aplicaba solo en las sinagogas locales. No conocemos un solo
caso de judíos llevados a Jerusalén para ser
juzgados o castigados allí. Pablo mismo afirma en una de
sus cartas auténticas: "Las comunidades cristianas de
Judea no me conocían personalmente" (Ga 1,22). Solo
sabían de él que había perseguido a la
Iglesia.

Por eso Bornkmann supone que Pablo no vivía en
Jerusalén, sino en Damasco y que fue allí donde
habría realizado su persecución contra los
cristianos locales para castigarlos allí mismo en la
sinagoga. Si vivía entonces en Damasco y no en
Jerusalén, no es creíble la información de
Lucas sobre la participación de Saulo en la
persecución contra los cristianos en Jerusalén y en
la lapidación de Esteban (cf. Hch 7,58; 8,1; 22,4ss).
Según Bornkamm, Pablo sin duda persiguió a los
cristianos antes de su conversión (Ga 1,13; 1 Co, 15,9;
F1p 3,6; 1 Tm 1,13-14), pero solo en la comunidad
helenística de Damasco, donde
residía[27]

Contra Bornkmann, creemos que, según Ga 1,22, el
que las comunidades de Judea no conocieran a Pablo personalmente
en su época de perseguidor, no implica que Pablo viviera
fuera de Jerusalén. Pudo haber sido conocido en
Jerusalén, pero no en las otras localidades de Judea, con
lo cual desaparece la contradicción entre el dato lucano y
el de Gálatas. El desconocimiento puede aludir al Pablo ya
convertido que ciertamente después de su conversión
apenas se dejó ver por Jerusalén, y mucho menos por
el resto de las comunidades de Judea.

Hay tres caminos para llegar de Jerusalén a
Damasco. El viaje supone unos 250 kms. de recorrido, más
de una semana de viaje. Se supone que Saulo, respirando amenazas,
atravesaría por Samaria y Galilea, bordeando el lago. En
su bolsillo una carta que podía segar muchas vidas. En su
corazón su angustia y sus antiguos conflictos
transformados en ira. Llega a la vista de Damasco. Quizás
un lugar llamado Kokab, a 12 kms de la ciudad.

Un hecho repentino va a dividir la vida de Pablo en dos
mitades. Saulo el fariseo perseguidor se convierte en Pablo el
apóstol. El encuentro con Cristo resucitado será un
recuerdo repetidas veces contemplado, saboreado, narrado por
Pablo. En sus cartas hay abundantes referencias a este hecho
singular, para el que se usan diversos vocablos:

Revelación: "Cuando aquel que me separó
desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a
bien revelar en mí a su Hijo, para que le anunciase entre
los gentiles…" (Ga 1,15-16).

Visión celestial (1 Cor 9,1; Hch 26,19). Esta
visión de Cristo resucitado es para él el argumento
principal para reivindicar su apostolado en el mismo nivel que el
de los otros apóstoles.

Aparición: "En último término se me
apareció también a mí, como a un abortivo"
(1 Co 15,8)[28].

Alcance: "Continúo mi carrera por si consigo
alcanzarle, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo
Jesús" (Flp 3,12).

Este acontecimiento suele ser llamado "conversión
de san Pablo" y este nlmbre se usa en la fiesta litúrgica
y así lo usmos también nosotros en estos apuntes.
Pero habría que precisar el sentido de esta palabra
"conversión". Evidentemente so se trata de cambiar de una
religión a otra. Pablo nunca tiene conciencia de haber
cambiado de religión. En los primeros tiempos el
cristianismo no es una religión distinta del
judaísmo. La ruptura se producirá más tarde
a finale del siglo I.

Tampoco usamos la palabra "conversión" con el
significado habitual de la conversión de los pecadores que
llevan mala vida. Pablo nunca fue un "pecador" en este sentido
normal de la palabra. Fue un hombre profundamente religioso y con
un fuerte compromiso ético. Su encuentro con Jesús
puede llamarse conversión en cuanto que fue un cambio
radical en la orientación de su vida desde una
religión de obras de la ley en las que el hombre se
autojustifica, a una religión de fe en la gracia del Dios
que nos justifica gratuitamente en Cristo.

A) El análisis de los tres relatos de
Hechos

Tres veces se nos narra en los Hechos de los
Apóstoles el desarrollo de la aparición de
Jesús a San Pablo:

Relato A: Hch 9, 1-18.

Relato B: Hch 22, 3-15.

Relato C: Hch 26, 9-18.

El relato A es una narración de Lucas, mientras
que los relatos B y C están puestos en labios del mismo
Pablo dirigiéndose a los judíos y al rey Agripa;
Los tres relatos coinciden en lo fundamental, aunque existen
algunas pequeñas contradicciones que no resulta demasiado
difícil armonizar.

Se trata de tres relatos de un mismo suceso y todos son
obra de un mismo autor, Lucas. No existen fuentes diversas para
cada uno de los relatos. Y sin embargo hay curiosas diferencias
en los detalles concretos de unos y otros. Por eso, "si el mismo
autor puede referir el mismo suceso de modos tan diferentes,
aquí tenemos ocasión de aprender mucho sobre su
actitud al usar material tradicional, y posiblemente más
en general, sobre el proceso de tradición en el
cristianismo primitivo"[29].

Para poder abarcar los tres relatos con una mirada de
conjunto los reproduciremos en una sinopsis,

color negro (letra normal) partes comunes a los tres
relatos,

color azul (itálica) primer relato: Hch
9, 1-18

color rojo (negrita) segundo
relato: Hch 22, 3-15

color verde (versales) tercer relato: Hch 26,
9-18

color marrón (subrayado) elementos comunes al
primero y segundo relato

color amarillo (sombra) elementos comunes al segundo y
tercer relato.

Yendo de camino hacia Damasco, cuando ya estaba cerca,
de repente hacia el mediodía, me rodeó
(envolvió) una gran luz venida del cielo, más
resplandeciente que el sol, a mí y a mis
compañeros. Caí en tierra yo y mis
compañeros, y oí una voz que me decía en
lengua hebrea: 'Saúl, Saúl, ¿por qué
me persigues? Te es duro dar coces contra el aguijón'. Yo
respondí: '¿Quién eres, Señor?' y el
Señor a mí me dijo: 'Yo soy Jesús
Nazoreo, a quien tú persigues. 'Yo dije:
'¿Qué he de hacer, Señor? Y el Señor
me respondió
: Levántate y ponte en pie,
entra en la ciudad (vete a Damasco) y allí
se te dirá todo lo que has de hacer
(está establecido que hagas). Los que me
acompañaban se habían detenido mudos de
espanto
(cayeron), vieron la luz pero no
veían a nadie, oían la voz
, pero no oyeron
la voz del que hablaba
.

El relato C prolonga mucho las palabras de Jesús
detallando la misión. Estos detalles están
contenidos más brevemente en el relato A en palabras de
Jesús a Ananías, y en el relato B en palabras de
Ananías a Pablo. Las recensiones de este mensaje son muy
diversas y es más difícil abarcarlas en una
sinopsis.

Relato A: Jesús habla a
Ananías.

Relato B: Ananías habla a Pablo.

Relato C: Jesús habla directamente a
Pablo.

Me he aparecido a ti para constituirte servidor y
testigo tanto de las cosas que de mí has visto, como de
las que te manifestaré, testigo de lo que has visto y
oído, para que veas al Justo y escuches la voz de sus
labios
, vaso de elección que lleve mi nombre a los
gentiles, a los reyes y a los hijos de Israel
, a todos
los hombres
, para que les abras los ojos, para que se
conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de
Satanás a Dios; y para que reciban el perdón de sus
pecados y una parte en la herencia de los santificados mediante
la fe en mí.

El núcleo del mensaje misionero a Pablo coincide
literalmente en los tres relatos: "Saulo, Saulo, ¿por
qué me persigues? ¿Quién eres, Señor?
Yo soy Jesús a quien tú persigues".

El relato C dice que cayeron al suelo Pablo y sus
compañeros. El relato A solo menciona la caída de
Pablo.

Los relatos B y C dicen que los acompañantes
vieron la luz. En cambio el relato A dice que no vieron a nadie.
Se podrían armonizar diciendo que sí vieron el
resplandor, pero no distinguieron el rostro.

La ceguera de Pablo tan importante en A y C no se
menciona para nada en B. Tampoco hay ninguna referencia a
Ananías en C, mientras que su figura es tan prominente en
A y B

El relato A dice que oyeron la voz, y el relato B que no
oyeron la voz del que hablaba. Se puede armonizar diciendo que
oyeron el sonido de las palabras, pero no entendieron el
significado. (El verbo griego ??????????significa a la vez
oír y comprender, y el término?????? significa a la
vez palabra inteligible y sonido). Puede por tanto decirse que
los acompañantes oyeron el sonido de una voz que hablaba,
pero no distinguieron las palabras.

En cualquier caso, si bien la visión fue dirigida
sólo a Pablo, el hecho no sucedió sólo en su
propia subjetividad, sino que tuvo repercusiones exteriores que
otros pudieron captar. Todos pudieron ver la luz y escuchar el
sonido de unas palabras, aunque sólo para Pablo la luz se
concretó en un rostro, y la voz en un mensaje.

Decíamos que el relato C explicita la
misión de Pablo en palabras dirigidas directamente a
él por Jesús. En los relatos A y B media la
intervención profética de Ananías. Esta
versión parece ser la más exacta. En su discurso al
rey Agripa Pablo usa el recurso de eliminar la persona de
Ananías para no extenderse demasiado. Por otra parte a
pesar de que la experiencia de Jesús ocurre en la
intimidad de Pablo, y el núcleo del mensaje le es revelado
en su subjetividad, esto no le exime de acudir a la comunidad,
exterior, objetiva, para allí confirmar y completar lo que
ha recibido en su interior.

En los relatos A y B el discípulo Ananías
representando a la comunidad impone las manos a Saulo para que
recobre la vista y sea bautizado. La intervención directa
de Jesús no excluye una posterior dimensión
eclesial y una mediación de la comunidad al recibir la
gracia de la salud y del bautismo. Esto es importante subrayarlo
frente a toda tentación de relegar la experiencia de Dios
al mundo de lo puramente subjetivo.

Pablo ciego es conducido a una casa de Damasco.
Todavía se conserva hoy en esta ciudad la calle recta,
donde se hospedó Saulo y donde tuvo lugar su encuentro con
Ananías. Se llama hoy Shuq al Tawil (mercado
largo).

Entre la aparición del camino y el encuentro con
Ananías median tres largos días de oscuridad y
ceguera; tres días sin comer ni beber; tres días de
experimentar la propia debilidad e impotencia; tres días
de muerte en el sepulcro, como Cristo; tres días en que
mueren todos los proyectos de Pablo y sus intentos por conseguir
la perfección con sus propios esfuerzos.

Y al término de estos tres días de
purificación, la luz y las aguas del Bautismo. Saulo ha
muerto. Ha nacido una nueva creatura del agua y del
Espíritu. Ante la experiencia de esta radical novedad,
Pablo dirá más tarde: "Pasó lo viejo, todo
es nuevo" (2 Co 5, 17).

Es interesante comparar la aparición a Pablo con
las apariciones a los otros apóstoles. Tradicionalmente se
interpretó de una manera literal la ascensión de
Jesús al cielo, y consiguientemente había una gran
diferencia entre las apariciones de Jesús "desde la
tierra" en los cuarenta días posteriores a la Pascua, y la
aparición a Pablo que habría sido hecha "desde el
cielo".

¿Cuánto tiempo duraron las apariciones a
los apóstoles? De tomarlo en sentido literal,
habría que responder con Lucas que solo cuarenta
días, y emn ese caso la de Pablo sería una
excepción posterior. Pero Pablo insiste que la
aparición que recibió es de la misma
categoría que las que recibieron los otros
apóstoles. El hecho de que los otros apóstoles no
negaran la validez y autoridad de la aparición a Pablo,
quiere decir que era otra más de las apariciones, y que no
vino años después de la "ascensión" de
Jesús al cielo.

Probablemente las apariciones duraron más de
cuarenta días. "Cabe pensar que una aparición a
más de quinientos" ocurrió cuando el nuevo
movimiento había empezado a ganar adeptos y simpatizantes.
Y "todos los apóstoles" apunta seguramente a un tiempo en
que el movimiento estaba tomando una orientación
más misionera"[30].

En este caso el período de las apariciones
"oficiales" de Jesús pudo haber durado hasta dos o tres
años.

B) El núcleo del mensaje: "Mi vida es Cristo"
(Flp 1,21)

A las puertas de Damasco encontramos ya, como en
semilla, todos los elementos que se desarrollarán mas
tarde en la teología de Pablo.

Primeramente y ante todo, la revelación luminosa
de Cristo en todo su poder y su gloria. "Él ha hecho
brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el
conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de
Cristo" (2 Co 4,6).

Pablo ha quedado deslumbrado por esta gloria que
brilló para él en la faz del Cristo resucitado. Por
encima de toda ideología, hay una relación personal
entre Jesús y San Pablo. Este no ha sido seducido por una
bella idea o por un programa, sino por una persona
viva.

Pablo se ha sentido amado, quizás por primera
vez. "Me amó y se entregó por mí" (Ga 2,20).
El amor de Cristo le ha dado la vida, le ha liberado
profundamente de sus angustias, de su culpabilidad, de su ira, de
su lucha por justificarse a sí mismo a través de
sus propios esfuerzos.

Mientras que antes la angustia por lograr su propia
justificación le hacía gritar: "¡Pobre de
mí!", ahora puede con gozo alzar sus brazos y gritar:
"¡Gracias sean dadas Jesucristo nuestro Señor!" (Rm
7,24-25).

Su agresividad anterior era un mecanismo de defensa para
encubrir su propia inseguridad y sus temores. Esta agresividad
está descrita con gran patetismo: "Respiraba amenazas y
muertes" (Hch 9,1); "perseguía encarnizadamente" (Hch
9,21); "obligado a combatir con todos los medios" (Hch 26,9);
"rebosando furor" (Hch 26,11). Como los demás que
lapidaron a Esteban, también él estaría
"consumido de rabia y rechinando los dientes" (Hch
7,54).

Y probablemente al contemplar a los cristianos
mártires, aumentaban a la vez su inseguridad y su rabia,
viendo en ellos algo nuevo: "una suavidad, una dicha interior, la
expresión de una vida más elevada, una unión
con Jesús resucitado que por nada podía ser
conmovida, un trato interior con él que les daba seguridad
de que no iban a la muerte sino a la vida; brillaba ya ante
él algo de un mundo que sobrepujaba en esplendor a todo lo
demás y que no podía ofrecer la
Ley"[31].

Repentinamente Cristo Jesús le proporciona lo que
todos sus esfuerzos de fidelidad a la Ley no habían
conseguido darle, la paz del corazón y el sentirse
justificado gratuitamente por la generosidad del amor de
Dios

Esto sí que ya es vivir. Vida nueva que le ha
sido comunicada al sentirse amado por Cristo aun en sus propios
pecados. "La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo
todavía nosotros pecadores, murió por nosotros" (Rm
5,8).

Por eso puede exclamar: "Mi vida es Cristo" (Flp 1,21).
En comparación con la vida que de él he recibido,
"todo lo que para mí era ganancia (las cosas de que antes
me gloriaba, sobre las que apoyaba mi precaria seguridad: mi
pertenencia a la raza hebrea, mi circuncisión, mi
observancia de la Ley, las cosas que me justificaban a mis
propios ojos), lo he juzgado una pérdida a causa de
Cristo, y más aún, Juzgo que todo es perdida ante
la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi
Señor, por quien perdí todas las cosas y las tengo
por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no
con la justicia mía, la que viene de la Ley, sino la que
viene por la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada
en la fe, y conocerle a el, el poder de su resurrección y
la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a
él en su muerte, tratando de llegar a la
resurrección de los muertos." (Flp 3,7-11).

De ahí su desprecio por todas las
filosofías y sabidurías del mundo que no han sido
capaces de aportar salvación ni de comunicar vida. La vida
le ha venido a Pablo de la cruz de Cristo. "Mientras los
judíos piden señales y los griegos buscan
sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado,
escándalo para los judíos, necedad para los
gentiles, mas para los llamados, lo mismo judíos que
griegos, un Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios" (1
Cor 1,22-23).

El amor apasionado por su Señor crucificado
será en adelante el motor que dinamice a Pablo y le mueva
a ponerse en camino para alcanzarlo en una larga carrera. "Olvido
lo que dejé atrás y me lanzo hacia lo que
está por delante, corriendo hacia la meta, para alcanzar
el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo
Jesús" (Flp 3,13-14). No hay otra meta que el reencuentro
con Cristo, volviéndolo a contemplar como en el camino de
Damasco, pero ya para toda la eternidad. En la proximidad de su
muerte, muchos años más tarde, podrá Pablo
afirmar:"He llegado al final de mi carrera" (2 Tm
4,7).

Caminando hacia Damasco un día Cristo le
alcanzó por el camino y le mostró su rostro,
adelantándole y siguiendo adelante. Ya toda la vida de
Pablo no será otra cosa que ir detrás para darle
alcance, para poder contemplar otra vez aquel rostro que en un
momento le irradió llenándole de felicidad.
"Continúo mi carrera por si consigo alcanzarlo, habiendo
sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús" (Flp
3,12).

Para quien tiene este deseo de alcanzarlo, para quien la
vida es Cristo, "el morir es una ganancia" (Flp 1,21). Es lo que
Teresa de Jesús traducirá más tarde: "Tan
alta vida espero, que muero porque no muero". Y Pablo
continúa: "Deseo partir y estar con Cristo, lo cual
ciertamente para mí es con mucho lo mejor" (Flp 1,23).
Pues, "mientras habitamos en el cuerpo vivimos lejos del
Señor, pues caminamos en la fe, no en la visión.
Estamos llenos de buen ánimo y preferimos salir de este
cuerpo para estar con el Señor" (2 Co 5,6-8). Siempre la
añoranza de la visión de Damasco, de "ser
arrebatado en nubes al encuentro del Señor en los aires, y
así estar siempre con el Señor" (1 Ts
4,17).

C) Vivid en el amor como Cristo os amó (Ef
5,2)

La experiencia del amor de Cristo que salió al
encuentro de un abortivo, de un pobre perdido, lleno de
agresividad y de complejos, para darle la vida, es la que le
lleva a San Pablo a vivir en el amor. Esa experiencia ha sacado
amor de donde no lo había. "Encontré misericordia"
(1 Tm 1,13).

Por eso exhorta a los efesios: "Vivid en el amor como
Cristo os amó y se entregó por nosotros como
oblación y víctima de suave aroma" (Ef 5,2);
"arraigados y cimentados en el amor podréis comprender con
todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la
altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo que excede
todo conocimiento" (Ef 3,17-19).

La visión de Damasco ha sido un conocimiento,
pero en el sentido hebreo de la palabra conocer: una experiencia
más afectiva que intelectual. Lo que hace que Pablo tenga
por basura sus antiguos valores y sus ganancias, no es haber
descubierto una nueva teoría más bella.

Ha sido el "conocerle a él"; el tener una
experiencia íntima de Cristo. "Conocerle a él es
"conocer el poder de su resurrección" (Flp 3,10), es decir
su poder para resucitar, para dar vida; y al mismo tiempo es
comunión en sus padecimientos. Este conocer es, pues,
experiencia de poder y de comunión; poder que emana del
Resucitado para dar vida a cuantos comulgan en sus padecimientos;
la experiencia de la cruz es "fuerza de Dios para los que se
salvan" (1 Cor 1,18).

El corazón de Pablo que, hasta entonces,
sólo se motivaba por el sentido del deber que le obligaba
tiránicamente desde fuera, y era causa de sus represiones
y agresividades", se ve impulsado a partir de entonces por el
amor. "El amor de Cristo nos urge" (2 Co 5,14). El amor es una
fuente inagotable de energía, y de la energía
más pura. Hay otras poderosas fuentes de energía,
pero más contaminadas: el odio, el sentido del deber, la
ambición el deseo de venganza.

"Bajo la mirada relumbrante del Resucitado, todo lo
endurecido se ablanda, los reprimidos sentimientos y facultades
del alma vienen a ser libres de un modo casi inaudito, el
fanatismo se convierte en la ardiente fuerza del amor que se
manifiesta más tarde en una ternura y blandura maternal,
junto con una resolución dura como el
diamante"[32]. "En este momento se produce un
relajamiento de la excesiva tensión en la que su alma se
encontraba, se afloja la actitud combativa y agresiva, y no se
trata ya de buscar la supercompensación de los defectos
propios, por medio de nuevos pretendidos plusvalores, ni se
fuerza tampoco la conciencia. Una nueva dirección
fundamental ha nacido en él, un estado de relaciones de
filial confianza, que se designa por una alegría en la
oración y una levantada disposición de
ánimo, ya no turbadas por ninguna desconfianza, y en las
cuales el alma exclama, llena de gozo, "¡Abba,
Padre!"[33].

A partir de entonces, su corazón desborda de
amor. El amor de Cristo le ha ensanchado el corazón y
ahora es capaz de amar a sus hermanos. Repasemos unas cuantas
citas de sus cartas en las que expresa su nueva capacidad de
ternura para con sus hermanos:

A los filipenses: "Os llevo en mi corazón".
"Testigo me es Dios de cuánto os quiero a todos vosotros
en el corazón de Cristo Jesús" (Flp 1,7-8).
"Hermanos míos, queridos y añorados, mi gozo y mi
corona" (Flp 4,1).

A los tesalonicenses: "Nos mostramos amables con
vosotros, como una madre cuida con cariño de sus hijos. De
esta manera, amándoos a vosotros, queríamos daros
no sólo el evangelio de Dios, sino incluso nuestro propio
ser, porque habías llegado a sernos muy queridos" (1 Ts
2,7-8).

A los gálatas: "Hijos míos, por quienes
sufro dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en vosotros"
(Ga 4,19).

A los corintios: "Hijos míos queridos; aunque
hayáis tenido diez mil pedagogos en Cristo, no
habéis tenido muchos padres. He sido yo quien por el
evangelio, os engendré en Cristo Jesús" (1 Cor
4,14-15). "Os amo a todos en Cristo Jesús" (1 Cor 16,24).
"Haced todo con amor" (1 Cor 16,13).

El himno al amor que Pablo compondrá en su
primera carta a los corintios brota así de una experiencia
vivida, de un amor que ha sido recibido y desborda en el
corazón del cristiano hacia sus hermanos. "El amor de Dios
ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo que nos ha sido dado" (Rm 5,5).

Este amor se convierte en celo. Es un amor que urge, que
apremia. En la visión de Damasco hay una semilla del gran
desarrollo teológico de la Iglesia como cuerpo de Cristo:
la identidad de Cristo y los cristianos. Pablo perseguía a
los cristianos, y Jesús le pregunta: ¿Por
qué me persigues? Pablo aprende la lección;
perseguir a los cristianos es perseguir a Cristo; amar a los
cristianos es amar a Cristo. Uno mismo será el amor de San
Pablo a Cristo y a su Iglesia, identificados ambos en un mismo
misterio de amor.

No ha disminuido la impulsividad del fariseo. El
torrente de odio se ha convertido ahora en un torrente de amor
que mantiene la misma impetuosidad. El antiguo celo de destruir
se ha convertido ahora en el celo de construir. "Celoso estoy de
vosotros con celo de Dios" (2 Cor 11,2). Entre sus sufrimientos
menciona "la responsabilidad diaria, la preocupación por
todas las Iglesias. ¿Quién desfallece sin que
desfallezca yo? ¿Quién sufre escándalo sin
que yo me abrase?" (2 Cor 11,28-29).

La predicación del evangelio se ha convertido en
una necesidad imperiosa. "Predicar el evangelio no es para
mí ningún motivo de gloria, es más bien un
deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el
evangelio! Si lo hiciera por propia iniciativa, ciertamente
tendría derecho a recompensa. Mas si lo hago forzado, es
una misión que se me ha confiado. Ahora bien,
¿cuál es mi recompensa? Predicar el evangelio
gratuitamente, renunciando al derecho que me confiere el
evangelio" (1 Cor 9,16-18).

Continuamente San Pablo se gloriará de no haber
sido gravoso a sus fieles. Trabajó con sus manos para no
ser una carga. Él ya se consideraba suficientemente pagado
con el amor y la vida nueva que había recibido de
Jesús. Del Señor recibía su paga, y
así ya no esperaba ningún tipo de salario de sus
hermanos, y podía entregarse a ellos con toda generosidad,
con un amor de padre totalmente desinteresado. "No busco vuestras
cosas, sino a vosotros. Efectivamente no corresponde a los hijos
atesorar para los padres, sino a los padres atesorar para los
hijos". Por mi parte muy gustosamente me gastaré y me
desgastaré totalmente por vuestras almas" (2 Co
12,14-15).

Contemplativo en
acción: la vida interior

A) Dimensión mística de la
oración en Pablo

Desde la cima de la visión de Damasco, podemos
asomarnos ahora a mirar panorámicamente todo lo que fue la
vida contemplativa de Pablo. Su ardiente deseo de "caminar en
visión y no en fe" y de "salir de este cuerpo para estar
con el Señor" (2 Co 5,6-8) fue alimentado a lo largo de su
vida por numerosos dones de oración.

"Vendré a las visiones y revelaciones del
Señor. Sé de un hombre en Cristo, el cual hace
catorce años, -sin el cuerpo o fuera del cuerpo no lo
sé; el Seño lo sabe. Fue arrebatado hasta el tercer
cielo y oyó palabras inefables que el hombre no puede
pronunciar" (2 Co 12,2-4).

La predicación de Pablo va a fluir del manantial
de su vida contemplativa, de su penetración en la
"sabiduría de Dios misteriosa, escondida" (1 Cor 2,7). Su
"misión de gracia a los gentiles" brota de una
revelación especial, quizás la misma del camino de
Damasco, u otra posterior. "Me fue comunicado por una
revelación el conocimiento del misterio de Cristo" (Ef
3,4).

Este misterio de las profundidades del amor de Cristo
sólo es accesible por gracia, "doblando la rodilla ante el
Padre" (Ef 3,14). Es sólo el Padre quien puede conceder el
espíritu de sabiduría y de revelación para
conocerlo perfectamente, "iluminando los ojos de vuestro
corazón" (Ef 2,17-18).

La sabiduría con que Pablo habla del misterio de
Cristo no es una sabiduría aprendida en los libros de los
filósofos, ni es fruto de su gran inteligencia; procede de
una revelación. "A nosotros nos lo reveló Dios por
medio del Espíritu y el Espíritu todo lo sondea,
hasta las profundidades de Dios" (1 Cor 2,10). Por eso
añade: "Hablamos de ellos no con palabras aprendidas de
sabiduría humana, sino aprendidas del Espíritu" (1
Cor 2,13). Porque solo pueden conocer el misterio de Cristo
quienes "tienen la mente de Cristo".

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