Como es de público conocimiento la economía peruana
se viene desacelerando a un ritmo más pronunciado que las
estimaciones iniciales del gobierno peruano como del sector
privado, y ello debido a factores tanto internos como
externos,
en el ámbito económico como geopolítico,
habiéndose previsto un crecimiento del 6% para el
año 2014 y pasado el primer semestre del año las
estimaciones se sitúan ahora alrededor de un 4%, para el
presente año.
En el aspecto interno podemos señalar los elementos que
afectan la demanda interna, como son las expectativas con
respecto a variables como el tipo de cambio, inseguridad
ciudadana, política monetaria del gobierno,
inflación,
ruido político con denuncias de corrupción en
diversos niveles y sectores tanto públicos como privados,
agudizado al encontramos en un año con un proceso
electoral municipal y regional en el mes de octubre, entre
otros.
En el factor externo, la economía de la zona euro – que
genera casi un 20% de la producción mundial – no da
muestras claras aún del inicio de una recuperación,
creció solo un 0.2% en el primer trimestre de este
año. Por otro lado, la economía de EE.UU. si bien
presenta algunos signos de recuperación, todavía no
hay señales claras de que la recuperación sea real
y sostenible en el tiempo. Asimismo los pronósticos de
desaceleración de la economía china son aún
preocupantes.
Pero también existen variables geopolíticas en el
contexto externo, como son la escalada de tensión en el
medio oriente por la actual confrontación militar de
Israel con la milicia de Hamas en la franja de Gaza, el
expansionismo del autodenominado Estado Islámico del Irak
y Levante (ISIS por sus siglas en inglés), creado en
territorios ocupados del norte y centro de Irak y el este de
Siria, hacia zonas contiguas y recientemente con presencia en el
norte de África.
Así como por el desacuerdo entre las potencias
occidentales lideradas por Estados Unidos frente a China y Rusia
en diversos aspectos, como el escudo antimisiles de Estados
Unidos, la crisis en Ucrania, agudizada por el reciente derribo
de un avión comercial de Malasia, que generan
también tensión en el mundo.
Es en este contexto que el gobierno peruano ha emprendido una
serie de medidas para reactivar la economía, algunas de
ellas bastante polémicas como reducir la intangibilidad
temporal de la Compensación por Tiempo de Servicios (CTS)
de seis a cuatro sueldos, hasta el 31 de diciembre del 2014. Este
planteamiento busca inyectar de liquidez a los trabajadores para
fomentar el consumo y reactivar a corto plazo el consumo.
Pero teniendo en cuenta la finalidad para lo cual fue creado el
fondo de la CTS, en mi opinión no debió variarse la
intangibilidad existente, dado que inyectar de liquidez a los
trabajadores en base a su propio fondo de reserva en caso de una
pérdida del empleo, me parece una medida inadecuada con un
eventual efecto de corto plazo, no sostenible en el tiempo, y por
lo tanto mucho menos ser considerado un elemento reactivador de
la economía.
Por lo que dicha medida desnaturaliza la finalidad del fondo y
expone al trabajador a que dicho fondo pueda servir como un
capital que le pueda ser útil una vez perdido el empleo
para tener una reserva mientras se reinserta en el mercado
laboral o decida emprender un negocio propio u otra alternativa
de inversión personal.