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Bajo el mismo cielo (Novela) (página 5)




Enviado por Ernest Brandy



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

Ambos eran fanáticos a la pelota de las Grandes
Ligas. En la serie del 68 discutían el campeonato mundial
Los Tigres del Detroit y los Cardenales de San Luís. La
serie había sido ganada por los Tigres.

__Chico escuché a un comentarista deportivo por
La Voz de los Estados Unidos cuando dijo que le parecía
curioso que los Tigres del Detroit no tuvieran en su equipo a
ningún latino habiendo tan buenos jugadores en las
Américas, y sobre todo cubanos._dijo su amigo.

__Bueno, mi equipo favorito es Los Yankis de Nueva York.
Me gustaría ver jugar a Orestes Miñoso, Willi
Miranda, a Luís Aparicio, Juan Marichal, Camilo Pascual y
otros. ¡Esos sin son peloteros! Pero para eso había
que estar allá._argumentó Richard.

Ramiro miró su reloj y se puso de pie.

__Es un poco tarde y tengo que irme. Me saludas a
Cristina y a ella también. Cuando vuelva hablaré
con ella. Me ha causado interés este asunto, Richard. Me
voy.

Salieron al portal y se despidieron. El un Chevrolet del
55 se desplazó por la congestionada avenida y
desapareció.

3

__¡Charito!, ¡Charito!_gritó
Cristina.

Charito estaba en su cuarto preparándose para
salir con ella a casa de la Mora.

_! Ya voy! ¡Enseguida, mamá!

Estaba dispuesta a salir cuando escuchó un ligero
rumor en sus oídos. Al principio se quedó
confundida, pero cuando agudizó su atención pudo
percibir el mensaje: "no vayas".

_¿Qué?_preguntó bajito, pues
sabía de donde venía el mensaje.

No hubo respuesta.

Cristina había hecho el compromiso con su amiga
la Mora de ir por la tarde a su casa ya que ésta estaba
enferma y necesitaba de su ayuda. Charito no sabía
qué hacer. No podía contarle lo sucedido a su
madre, pero tampoco quería desobedecer al mensaje, nunca
lo había hecho. "Fingiré que estoy enferma", fue lo
que se le ocurrió.

__! Apúrate, niña!

__! Mamá, no voy a poder ir! ¡Me siento
mal!_gritó ella desde el cuarto.

Cristina, preocupada, fue hasta el cuarto de Charito y
la encontró acostada en su cama. Fingió estar
enferma.

__¿Qué te sientes, Charito?

__No se, me siento el cuerpo malo como si me fuera a dar
fiebre.

Cristina le palpó la frente y encontró
normal su temperatura.

__¿Quieres que te de una aspirina?

__Si, mamá, dámela. Si quieres, anda
tú a casa de la Mora.

Tomándose el medicamento acentuaba aún
más su mentira piadosa.

__Déjeme buscártela.

Cristina salió y al instante ya estaba de vuelta
con la aspirina en una mano y el vaso con agua en la otra.
Charito se la tomó y siguió acostada.

__A lo mejor es un capricho tuyo. Bueno ojalá. Te
quedas acostada. Yo iré a casa de la Mora y vendré
temprano. Le diré a Alicia que te cuide. Me
voy.

Cristina se le acercó y la besó en la
frente. Charito la besó en la cara. Salió fue hasta
la cocina y le dio instrucciones a Alicia de que la
volteara.

Charito se quedó en su cuarto leyendo el libro
"El Principito" del autor Antoine de Saint-Exupéry que se
lo había regalado su maestra. Era su libro predilecto y lo
leía una y otra vez.

Le parecía maravillosa la aparición del
Principito al piloto del avión que había
caído en el desierto del Sahara. El piloto del libro
sintió al amanecer una vocecita en sus oídos que le
decía: "_Por favor…, dibújame una oveja".
Era la voz del "caballerito extraordinario" que lo observada.
Así comienza la historia. Y la suya era algo parecida.
Escuchaba la voz de un caballero también extraordinario
que no veía, pero que le pedía cosas. Le indicaba
muchas cosas y ella se acostumbró a eso y le era fiel, lo
respetaba como a un padre y le obedecía. Le sucedió
como al piloto de la historia del Principito, "que el misterio
era tan impresionante, que no se atrevía a
desobedecer."

Ella, como el piloto, tenía confusión de
dónde venía la voz que le indicaba muchas cosas. El
piloto pensaba que el Principito podía ser de un planeta
lejano, ella también.

El piloto pensaba que el Principito existía
"porque era maravilloso, reía, y quería una oveja.
Y cuando uno quiere una oveja es prueba de que uno existe". Ella,
por su parte, pensaba también que el de la voz en sus
oídos existía también porque reía, le
pedía cosas, y también era maravilloso.

En el capítulo donde se hablaba de que las flores
tienen espinas el Principito se pregunta: ¿para qué
sirven las espinas? El piloto le respondió: "Las espinas
no sirven para nada, las flores las tienen por pura maldad".
Entonces ella pensó que era injusto lo que le había
contestado el piloto al Principito porque ellas no pidieron esas
espinas, alguien se las puso. Tampoco le gustó que el
autor dijera que las flores se creen terribles a causa de las
espinas.

En sus reflexiones, creyó que en el jardín
de su casa – su familia– había flores y espinas. Sus
padres, Frank y Cristina eran muy buenos, sus hermanos eran las
espinas de la familia.

Leía cuando escuchó de nuevo la voz.
Volvió a vivir una realidad que estaba más
allá de su conciencia:" Ve al capítulo de la zorra"
"Ve a la página 96". Ella ojeó con rapidez y
llegó a la página indicada.

__¿Que leo?__preguntó.

__"Lee el penúltimo párrafo"

Ella comenzó a leer. Leía en voz
baja.

_"Hay que ser muy paciente _ contestó la zorra-.
Primero, te sentarás un poco lejos de mi, como ahora,
sobre la hierba. Te miraré de reojo y no dirás
nada, porque la palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada
día, podrás sentarte un poco más
cerca…"·

Charito leyó varias veces el párrafo. Le
pareció maravilloso. "Tendré que ser como la
zorra"-pensaba. No debo decir lo que me indican. Eso en entre
él y yo. A no ser que me lo ordene. Es verdad lo que me
dice sobre los malentendidos".

De nuevo se escuchó la voz: "Ve a la
página 99 y lee el segundo párrafo". Ella
ojeó el libro y se detuvo en la página indicada.
Leyó para si.

_"Adios -respondió la zorra-. Oye mi secreto. Es
muy simple. Sólo se ve bien con el corazón. Lo
esencial es invisible para los ojos"

Leyó varias veces la frase:"Lo esencial es
invisible para los ojos". Reflexionó. Se dio cuenta de
muchas cosas.

Alicia interrumpió sus pensamientos
profundos.

__Charito, tómate este jugo de naranjas que te
hice. ¿Cómo te sientes?

__Me siento bien. Estaba leyendo.

Charito cogió el vaso y se tomó su
contenido.

__Ricardito llegó con uno de sus
amigotes…el pelú ese de Tony. Me cae como una
patada en el estómago. Menos mal que vinieron a buscar
unos discos de los Beatles y se fueron. Ese muchacho anda muy
mal. Apenas va a la escuela y con esos amigos que tiene ahora, lo
veo…

__Papá se lo ha dicho, pero él se
gobierna. A mi ni me mira. Y la otra con esa marimacho que
anda…__dijo Alicia refiriéndose a
Mónica.

Alicia se sentó a los pies de Charito.

__Te voy a contar algo, pero no lo comentes. El otro
día el jefe del Sector de la PNR vino a hablar con Richard
y le dijo de las malas compañías de Ricardito y las
manifestaciones que hace en contra del gobierno. Este malcriado
dice que Julio, el jefe del Sector, es un chivato y lo que hay
que hacer es ahorcarlo. ¡Está loco!

_Ojalá no lo metan preso un día porque mi
papá se vuelve loco.

_Bueno, tú papá ha hablado muy mal de la
Revolución delante de él y eso fue lo que
aprendió._dijo Alicia.

_Mi papá me dice que Fidel es un dictador y que
nos está matando de hambre._cuando lo dijo Charito
río.

_No digas esas cosas, niña. Los niños no
se meten en política. Tú nunca has dejado de comer.
Aquí también hay cosas buenas.

_Yo te digo lo que él me dice._comentó la
niña.

_Es verdad que esto está duro, pero no se puede
hablar. Si lo comentas por ahí dicen que eres
contrarrevolucionaria y hasta te meten presa.
¡Jesús!_Alicia terminó la frase y se
persignó.

_¿Alicia, desde cuándo tú trabajas
en esta casa?

La pregunta le pareció muy
extraña.

_Desde hace muchos años, Charito.

_¿Yo había nacido?

Alicia respiró profundo. No le había
gustado nada la pregunta.

__Desde hace más de veinte
años.

__Entonces me vistes nacer.

Alicia se estremeció.

__Niña, tengo que terminar la
comida…después seguimos conversando. A Charito le
pareció muy extraña la actitud de Alicia
después que ella le hizo la pregunta. Pensó que
esta le ocultaba algo pero no hizo comentario alguno.

Cuando Alicia se disponía a salir de la
habitación Charito gritó:

_! Ay! ¡Alicia, espera!_Charito se asustó
con lo que vio.

Alicia también asustada fue hasta
ella.

__¿Qué te pasa, Charito? ¿Te
sientes mal?

Se sentó en el borde de la cama con los ojos
cerrados. Otras veces había visto cosas en las espaldas de
la gentes, pero esta vez lo que vio la puso muy
nerviosa.

_Vi en tu espalda como un accidente, gente
discutiendo,…alguien sangrando. Estoy
confundida.

__Esas son tontería tuyas; ideas que tú te
haces, Charito. Olvida eso, mira que…

Alicia trató de desviarla del lo sucedido pero
fue en vano.

_Olvida eso, niña. Acuéstate y trata de
dormir un poco. Te traeré una pastilla por si estás
nerviosa.

__No. No me traigas nada. Ya se me está
pasando.

_Está bien.

Alicia salió de la habitación preocupada
por lo sucedido aunque no se lo demostró a
Charito.

Ella por su parte, una vez soslayado el incidente,
miró hacia el techo y dijo:

_Desde hoy te llamaré mi Príncipe.
¿Estás de acuerdo, mi Príncipe?

No hubo respuesta.

_Ojalá nunca pierda esa fuerza que tienen mis
pensamientos de buscarte y escucharte. ¿Estás
aquí?

El silencio por respuesta. Ella lo tomó como
aceptación. Cerró sus ojos y se quedó
dormida.

4Era diciembre de 1971. Charito ya había cumplido
los trece años. Estudiaba en la Secundaria Básica
el séptimo grado. Era linda una adolescente. Su pelo
castaño claro y lacio había crecido una cuarta
más abajo de los hombros. Sus ojos color café;
vivos, brillantes, encendidos, su cara angelical adornada por un
pequeño lunar en medio de la frente la endiosan. Charito
era bella, angelical y tierna.

En su cuerpo bien formadito habían aparecido dos
hermosos senos. Estos empinados limoncitos abultaban su blusa a
la altura de su pecho. Su andar era gracioso. Era inteligente;
dominaba sus impulsos, a pesar de su edad, y le gustaba mucho la
lectura, a la que dedica horas y más horas. Su
temperamento era el de una persona adulta. En ese tiempo
comenzó a pensar y a sentir lo que nunca había
pensado ni sentido.

Todas las noches, antes de dormir conversaba con su
Virgen. A ella, y a su "Príncipe", del cual solo conoce su
voz y sus intenciones, les contaba lo ocurrido durante el
día. A ella, y a él, le narraba sus penas y sus
alegrías.

Ricardito; su hermano; terco, egoísta,
parásito, de mala conducta social y política se
desvió totalmente del camino correcto. Abandonó los
estudios en una beca, se agenció unas muy malas amistades
y su única ocupación eran las fiestas constantes;
la bebida, las relaciones sexuales sin fronteras ni
escrúpulos y la malacrianza. En realidad era la otra oveja
negra de la familia. El la odiaba. Sentía envidia por
ella.

Mónica, la otra nota discordante, continuaba
rechazándola. Con su compañera de trabajo; de
cuarto, y su media naranja vivía en su mundo lleno de
erotismo, diversiones, y pasiones sin límites.
Tenía una escasa virtud: cumplía con su
trabajo.

Richard, embelezado con su bailarina, muchas veces no
presenciaba las cosas que pasaban en su casa. Discusiones,
altercados y faltas al respeto entre sus hijos deformados eran
muy frecuentes en su ausencia. A pesar de todas las
guaperías y malacrianzas de ambos, aun respetaban el genio
de su padres.

Zulema lo convirtió en su Romeo y a apenas lo
dejaba en libertad para atender su hogar. Dos o tres veces en la
semana dormía en el apartamento de su bailarina devenida
en jefa de un grupo de coreógrafas.

Richard se lo permitía todo, menos una posible
militancia comunista que era probable, debido a sus
méritos laborales. El soñaba con vivir en el Norte.
A ella también, aunque estaba enamorada de su trabajo en
el que había tenido buenos frutos, incluso fuera de
Cuba.

Ese día de diciembre el frío había
menguado. En realidad ese invierno no había sido tan crudo
como otros. Un diciembre más sin tradiciones. Muchos, los
más viejos, lo bautizaron como un diciembre sin
sentido.

El cubano es soñador, le gustan todas esas cosas.
La nochebuena; las Pascuas, los Reyes Magos, las peleas de
gallos, los dados, la lotería etc. Esas cosas corren por
sus venas. La ausencia de esas motivaciones, añoradas y la
carencia de alimentos y ropa de vestir amargaban su vida,
estuvieran concientes o no del problema. "Para vivir no hacen
mucha falta esas cosas, pero la vida sin ellas…no es
completa." Así piensan la mayoría de los que viven
en esta isla rodeada de agua por todas partes y carente de sal en
los comercios. Una isla con un océano verde por la dulce
gramínea y una escasez de azúcar en hogares y
comercios que muchos no entienden. Los motivos…bueno los
motivos todos los conocemos.

Sin embargo una cubana vestida con una falda hecha con
saco de harina, zapatos plásticos; made in casa, aretes
fabricados con alambre de cobre y el aroma de un perfume barato
no deja de ser cubana. De la sabrosa cubanía se encargan
su belleza física, su alegría de vivir, su
típico andar caribeño y los inmensos deseos de que
todo cambie.

Con indumentarias fuera de época escucha los
tambores de Pello el Afrocán; los acordes de la
Aragón y el caliente guaguancó de los Papines y se
deshace bailando y moviendo su cintura sobre la cual hay un
estómago mal alimentado. Así, en medio de las
frustraciones y esperanzas; va al trabajo voluntario, hace
guardia en la cuadra, asiste a la jornada laboral y atiende los
quehaceres del hogar.

El tiempo va pasando y no lo percibe hasta que un
día mirándose al espejo se da cuenta que tiene
canas salteadas y arrugas implacables. Es entonces cuando
reflexiona sobre el tiempo que le queda por vivir de esa manera y
respira profundo; se humedecen sus ojos y se rompe su
tranquilidad.

Richard dormía la siesta y fue la oportunidad que
aprovechó Ricardito, su hijo, y dos de sus mejores
amigos-corrompidos como él- para robarle el carro a su
padre y salir de fiesta con tres muchachas de igual
calaña. Los seis estaban medios embriagados.

Pensaban ir para Guanabo. Ricardito, dándosela de
experto chofer, conducía el carro a alta velocidad por las
avenidas de la Capital. Entre risas, tragos, música, y
cuentos llenos de obscenidades iban por el Malecón cuando
otro carro, donde viajaban cuatro jóvenes tan alocados
como ellos, obra de la casualidad, trató de adelantarse y
provocó el choque entre ambos vehículos.

El tránsito se detuvo en el lugar de los hechos y
los tripulalantes de ambos carros se bajaron de los mismos y se
formó la bronca. Los insultos llenaron el ambiente
salitroso del Malecón. Una de las muchachas del carro que
conducía Ricardito, su novia, estaba herida en la cabeza y
sangraba. En otro vehículo que circulaba por el lugar fue
trasladada hacia un hospital. Al instante llegó un carro
patrullero con cuatro policías e intervinieron en la
bronca pudiendo aplacar la situación.

El muchacho el carro que impactó al de Ricardito
empujó a éste y le faltó al respeto del
teniente de la patrulla.

__! Oye, cabezón! ¡Contrólate!
__gritó el teniente.

__! Cabezón serás tú,
so…!

__Ten cuidado como hablas, no me faltes al respeto
porque te puede ir muy mal. Dame tu licencia de
conducción.

__No te voy a dar nada, chico.__dijo el muchacho en tono
burlón. El aliento etílico invadió el olfato
del Teniente.

_Dame tu licencia de conducción._ dijo de nuevo
el policía.

__Enséñala, Roly.- le indicó una de
las muchachas que viajaban con él. Alta, pelilarga, con
tatuajes en los brazos y una faldita corta que dejaba al
descubierto una buena sus nalgas. Otro de los muchachos del grupo
de Roly dijo:

__! Vámonos!

__! De aquí no se va nadie!__gritó el
teniente.

Ricardito se había puesto de pie y trató
de agredir al nombrado Roly. Uno de los policías lo
sujetó. Luego le puso las esposas. Cuando fue a
ponérselas a Roly éste se apartó y le
dijo:

__! Atrévete a ponerme esas
porquerías!

El policía indignado sintió deseos de
romperle la boca, pero se contuvo.

__Tienen que acompañarnos a la Unidad. Todos
tienen que ir. —dijo el policía que fungía
como jefe del grupo.

__!Oye, cegato, tú no estás viendo que
este carro que yo trigo tiene microonda!

Los policías, en medio de la bronca y la
palabrería, no se habían percatado de ese detalle
muy importante. Uno de ellos con los grados de sargento
abrió la puerta delantera derecha y comprobó que
era cierto.

_Sánchez, es cierto, aquí hay una
microonda.

__¿De quién tú eres hijo, so
malcriado?

El muchacho fue hasta el carro hizo funcionar la
microonda y se comunicó con el padre, que de inmediato
pidió explicaciones de lo que estaba sucediendo. El
oficial de la policía se introdujo en el carro y
tomó el micrófono. Le explicó al alto
oficial, padre del muchacho responsable de los hechos, lo que
había sucedido y luego de una breve charla con su
interlocutor salió y le orientó al hijo del alto
oficial y sus amigos que montaran en su vehículo y se
fueran a su casa.

Ricardito y sus amigos protestaron y dijeron una
andanada de insultos, pero fue inútil.

El rostro del jefe patrullero había cambiado. Los
otros arrancaron el auto y se marcharon. Llamó a
Ricardito.

_Mira, te pones dichoso que no te voy a poner una multa
porque andas conduciendo sin licencia de conducción. Toma
esta dirección y mañana llevas este carro a ese
taller donde lo van a chapistear y no le costará nada a
tú padre.

Todos rieron.

_Se ve bien, oficial, que nosotros no somos hijos de un
"jefazo grande"._dijo Ricardito en tono burlón.

__! Qué descaro! Pueden hacer lo que les de la
gana y no pasa nada. Se creen los dueños de
Cuba.

Una de las muchachas amigas de Ricardito medio borracha,
con una botella de ron en las manos, en tono de burla y dando
tumbos comenzó a cantar con voz de niño:

¨Barquito de papal, mi amigo fiel,

Llévame a navegar por el ancho mar,

Quiero conocer amigos de aquí y de
allá

En tierra americana, muy lejos de Fidel¨.

El policía indignado terminó con el
show.

__! Cállate, so descarada. Tú no eres
ninguna niña. Bueno, arriba. Monten y
piérdanse._ordenó malhumoradamente el
uniformado.

Entre risas y comentarios comprometedores se montaron en
el auto de Richard y se marcharon.

Ricardito llevó sus amigos a sus casas y luego
él fue a la suya y sostuvo una acalorada discusión
son su padre que estuvo a punto de irle encima y pegarle si no
hubiera sido porque Cristina y Alicia intervinieron en el
problema.

Al día siguiente Richard llevó su carro al
taller señalado en la dirección que el
policía le dio a Ricardito y dos días
después el carro ya estaba reparado. En eso hubo absoluta
seriedad. ¿Cuánto le costó? Ni un
centavo.

Cuando Charito y Alicia se enteraron del problema ambas
recordaron lo que la niña había visto en las
espaldas de Alicia, pero eso no lo comentaron con nadie.
Afortunadamente las heridas que sufrió la novia de
Ricardito fueron leves y no contó en el hospital
cómo fueron las cosas.

5

¡Algo insólito!

Cristina andaba por la bodega y Richard aun no
había llegado de una actividad a la que había sido
invitado en el hospital. Alicia había ido a su casa.
Charito estaba en su cuarto arreglándose para ir a casa de
una de sus amigas y compañeras de la
Secundaria.

Se veía muy bonita con un pantalón pitusa
ajustado a su cuerpo bien formado y una blusa azul escotada y sin
mangas. Se pasaba una y otra vez el peine alisando su larga
cabellera.

Ricardito acababa de llegar. Venía borracho y
traía una botella de ron es sus manos. Caminaba dando
tumbos y apenas podía sostenerse. Cuando pasó
frente a la puerta del cuarto de Charito se detuvo y
comenzó a mirarla de arriba abajo con ojos llenos de
codicia. En ellos apareció la miraba morbosa donde la
maldad y el deseo son evidentes.

El inescrupuloso Ricardito entró. Puso la botella
de ron sobre la mesita de noche y se acercó a Charito por
detrás. Ella lo vio por el espejo, no pensó en las
malas intenciones del mismo. Sin pensarlo mucho la tomó
por la cintura y trató de besarla en el cuello. Ella
forcejeó tratando de apartarse de él, pero a pesar
de la borrachera, éste era más fuerte.

_! Suéltame! ¡Suéltame, desgraciado!
¡Suéltame, Ricardidto!

_! Te has convertido en una mujercita muy riquita, chica
¡.!Déjate, tu verás que rico es!_le dijo y
trató de lanzarla a la cama, pero Charito se lo
impedió. Ella lo abofeteó y trató de
quitárselo de encima, pero no pudo.

_¡Déjame, o pido auxilio! !Suéltame,
te lo ruego!_gritó Charito asustada y sollozando. Nunca
pensó que su presunto hermano se atrevería a tal
cosa.

Ricardito logró tirarla en la cama y se le
echó encima. La besada dislocadamente. Ella hacía
uso de sus puños pero él no cedía. Su deseo
era incontrolable y había perdido la cabeza. Estaba
dispuesto a violarla. De un tirón logró romperle la
blusa y luego intentó quitarle los ajustadores. Charito
sacó fuerzas de donde no tenía. Gritó;
sollozo , pidió auxilio, pero estaban solos.

_! Nadie te podrá defender, privilegiada!
¡Verás que rico es todo lo que te voy a
hacer!

_! Auxilio! ¡Auxilio!_Charito gritaba
desesperadamente.

_! Cállate! ¡Cállate,
coño!__le decía él y le trataba de tapar la
boca con una de sus manos.

__!So maldito, suéltame! ¡Virgen de la
Caridad, ayúdame!

_! A ella también se lo hicieron, bobita!_dijo
desfachatadamente.

Cuando estuvo a punto de desnudarla Richard
llegó. Cuando escuchó los gritos de Charito
corrió hasta su cuarto, entró y cogió a su
hijo por el pelo con rabia y se lo quitó de
encima.

_! Suéltala, degenerado!_dijo
abalanzándose sobre él y lo tiró contra el
piso. Charito lloraba aterrada en la cama. Richard lo
levantó y lo golpeó fuerte en el rostro, Ricardito
calló de bruces en el piso. Richard estaba
frenético. Le dio otros golpes más.

_! Desgraciado, como vas a hacerle eso a tu hermana, so
degenerado!_dijo enfurecido Richard y lo volvió a
golpear.

__! Déjame, no, me des más!
¡Déjame! ¡Abusador! ¡Coño, me las
vas a pagar!

_ ¿Que dices? ¡Mira, para que me respetes,
so borracho asqueroso y sin escrúpulos!_dijo Richard
endiablado y lo golpeó varias veces. Lo paró y
sujetándolo por la camisa hecha jirones por él y
Charito en su defensa, le dio dos tapabocas fuertes. Se
tambaleaba. Los miró a los dos con miradas furtivas,
llenas de desprecio.

_! Parásito! ¡Que sea la primera y
última vez que tú le hagas eso a tu
hermana!

Ricardito, en tono burlón y con una
expresión de derrota le dijo:

_¿Mi hermana…?

_¿Que dices?

Cuando el vio el aspecto que tenía nuevamente el
rostro de su padre optó por no decir lo que había
pensado.

Charito lo miraba muy asustada. Nunca pensó que
eso podía suceder. Ahora sentía desprecio por
él. Le costaba trabajo creer lo que había pasado, a
pesar de los malos sentimientos del muchacho hacia
ella.

_! Oyeme bien, coño, me tienes cansado! ¡Un
día…!

_¿Qué, me vas a matar?

_Tú sabes muy bien el genio que tengo. Ganas no
me faltan.

_! Hazlo! ¡Hazlo, cojone!

_! Cállate la boca! ¡Cállate,
coño! Le dio otra bofetada.

_Papá, no le de más!_le pidió
Charito.

_Oyeme bien coño, ya tuviste un descalabro con lo
del carro y te puse la mano encima, ahora metes la pata con
Charito…, me vas a sacar de mis cabales cualquier
día. Voy a buscar la manera de mandarte para los Estados
Unidos aunque tengas que irte a nado y te coman los tiburones._el
rostro de su padre estaba enrojecido por la
cólera.

_Hazlo cuanto antes. Sabes que quiero irme de este
infierno para vivir bien en la yuma.

_! Parásito! ¡Allá vas a tener que
doblas el lomo! ¡Vete!_le dijo Richard y le dio un
empujón. Dando tumbos fue hasta la puerta y salió.
Charito se puso de pie y se abrazó llorando a Richard. Aun
estaba asustada.

_! Me voy a ir de esta casa!__gritó el muchacho
desde el portal antes de irse.

_! Vete al carajo!_gritó Richard.

Fue hasta Charito y la abrazó.

_No llores, ya todo pasó._ dijo Richard
acariciándole su cabeza.

__Estoy nerviosa, papá. Nunca pensé que mi
hermano tratara de hacerme daño._dijo
sollozando.

_Contrólate. No te imaginas lo que sería
capaz de hacerle si te vuelve a tocar.

_Cámbiate de blusa. Yo voy a
bañarme.

Richard salió del cuarto y Charito se
cambió de blusa. Ella se sentó sobre la cama y
lloró amargamente. En medio de sus lágrimas
reflexionaba una y otra vez sobre lo ocurrido. "Cómo
Ricardito era capaz de intentar violarla siendo su hermana"
"¿Por qué no se lo había hecho a
Mónica?" "No me gustó la forma en que él le
dijo a su padre: ¨mi hermana". Se había percatado de
esos detalles, pero no la condujeron a conclusión
alguna.

Una vez bañado, Richard fue hasta su cuarto y
desde allí llamó por teléfono a Zulema y le
contó lo ocurrido. Ya estaba más tranquilo y
controlado.

_"Mi cielo, no sé como no perdí la
cabeza", "si, si, tuve que hacerlo". "Parecía que estaba
como endrogado, te lo juro" "Si, Zulema, la pobre estaba muy
nerviosa". "Si esa muchacha sufre mucho" "Bueno…a veces me
dan ganas de contarle toda la verdad sobre su vida,
pero…si…si…es verdad…es mejor que lo
descubra un día". "Bueno, mañana voy por
allá" "Cuídate"."Adios"__después de sentirse
el chasquido del acostumbrado beso telefónico,
colgó.

Cuando Cristina regresó, Charito y Richard le
contaron lo sucedido y quiso perder el control en medio de su
grado de indignación. Estaba enfurecida y quería
salir a buscarlo Después de decir mil improperios y unas
cuantas maldiciones, de esas que no llegan al cielo dijo lo que
quizás hubiera hecho en un momento como aquel:

_Si yo hubiera estado aquí, lo hubiera
matado.

_Bueno, dejemos este asunto. Yo le di una buena tanda de
golpes y estoy seguro de que no lo va a hacer otra
vez.

_Ojalá. Para mi está muerto y
sepultado._dijo Cristina.

Ricardito retornó dos días después
y apenas le habló a ambas. Richard hacía gestiones
para ver de que forma lo podía mandar para los Estados
Unidos.

– – –

Era 1973. Charito había cumplido los catorce
años en diciembre del año pasado. En ese año
comenzó a estudiar en el Pre-Universitario. Ese día
era el cumpleaños de Richard y dos amigos suyos,
compañeros de trabajo en el hospital: Gabriel,
médico como él y ex_compañero de trabajo, y
Mario, jerarca de uno de los ministerios del país,
charlaban y se tomaban una botella de ron Caney.

A Richard, por su cumpleaños, Mónica le
compró un regalo. Charito y Cristina otro. Ricardito solo
lo felicitó. Alicia preparó una buena comida:
fricasé de pollo. Zulema lo esperaba en su casa sobre las
diez de la noche porque tenía trabajo en
Radiocentro.

_Sesenta y tres años no es ser tan viejo, como
dicen algunos. Además tú estás muy bien de
salud y sobre todo físicamente fuerte. Todavía te
quedan muchas horas de vuelo__le dijo Gabriel y todos
sonrieron.

_Si, Señor. Richard puede decir que tiene
cincuenta y se lo creen. ¿Cuántos tiene tu
bailarina?_preguntó en voz baja Mario, el
mayimbe.

_Zulema tiene cuarenta años. A esa los
años no la ponen vieja. Es cada vez más linda._dijo
Richard asistiendo con su cabeza y luego tomó ron de su
vaso.

Mario, medio entonado, tarareó la vieja
melodía "Happy Bherthey, do you". En el radio, se
escuchaba un sabroso cha-cha-chá interpretado por la
orquesta Aragón. Los tres se imaginaron a Bacallao,
cantante de la orquesta, bailando magistralmente.

_Esto hay que celebrarlo en grande mañana
sábado. Nos iremos para Varadero. Todo va por mi.__dijo
Mario y se tomó otro trago,

_Es buena idea, pero no vamos a dejar que tú lo
pongas todo; nosotros…

_Oiga, Richard, ya dije que la cosa va por
mi._corroboró Mario.

_Bueno, si tu insistes…

_Yo llevaré a una secretaria que tengo ahora que
es un primor.Tiene veintidós años y es una rubia
que vuelve loco a cualquiera. Ya me he buscado dos o tres broncas
con mi mujer por ella._dijo el jefecito con aires de gente
grande.

__Bueno yo invitaré a Zulema._dijo
Richard.

_Por su puesto que si, viejo. Hazlo._dijo
Mario.

__Bueno, a mi no me queda otro remedio que llevar a mi
esposa. Yo no quiero más problemas en mi matrimonio. Estoy
sentenciado. Otro lío más y me planta el
divorcio._comentó Gabriel y provocó una prolongada
sonrisa

_¿Dónde nos alojaremos, Mario?-

_Richard, el Ministerio nuestro tiene varias casas
allí. Además varias cabañas. Pero si lo
desean mando a alquilar tres habitaciones en Internacional de
Varadero. Cojo el teléfono y llamo para allá y
enseguida los guatacones que tengo allí me hacen el
favor.-una vez que lo dijo río a carcajadas.

Lo de ¨guatacón¨ eso es una cadena en
forma de pirámide invertida. A él le guataqueban
sus subordinados, él le guataqueaba a sus jefes
superiores, aquellos a los suyos, y así era la
cosa.

Mario era de mediana estatura; gordo, de pelo rizado,
tez sonrosada _ por la buena alimentación_ ojos grises;
bigote a lo Charles Chaplin, en el que habían asomado las
cana a pesar de sus cincuenta y tres años, sagaz,
oportunista y aprovechado.

Cuando Mario se imaginó que por su edad
podía ir a cumplir el Servicio Militar Obligatorio, se fue
para una beca de estudios tecnológicos, en la capital, en
la que aguantó un año y medio. Después de
esto, entre cabezazos y traspieses, fue escalando posiciones con
la astucia del reptil hambriento de cargo. De Oriente se fue a la
Habana y triunfó.

En la capital se casó con la hija de otro
camaján bien acomodado y tuvo una hija que en diciembre de
ese año 1973 cumpliría los quince años.
Allá en su terruño oriental; con la ayuda de sus
subordinados de provincia; esos que cuando ven al jefe de
nación se desmoronan, les hizo una buena casa a sus
padres. Su padre fue un viejo luchador. Fue miembro del
PSP_Partido Socialista Popular.

La conversación en torno al viaje a Varadero
continuó.

_Bueno, a mi me gusta más en una
cabaña._dijo Gabriel.

_A mi también, Mario._dijo Richard.

__Bueno, Señores, mañana por la
mañana vengo a buscarlos. Nos iremos y retornaremos el
domingo.

__Bueno, Richard, cuándo vas por mi casa?_le
preguntó el mayimbe.

__No se, a lo mejor la próxima semana. Primero
tengo que tratar de resolver un problema familiar que
tengo.

__¿Es grave?_preguntó Gabriel. Mario
frunció el entrecejo y lo miró con el rostro
serio.

_Se trata de mi hijo, Ricardito. Anda muy mal. Tengo que
mandarlo para afuera cuanto antes. Necesito buscar un conecto
para mandarlo para el norte.

_ ¿Y tú crees que esa es la única
solución? A lo mejor el remedio es peor que la enfermedad.
Allá hay mucha corrupción, Richard. Bueno, eso es
asunto tuyo. Si tú crees que es lo
mejor._señaló Mario y luego se sirvió otro
trago.

_Se lo voy a mandar a mi cuñado. Ese lo mete en
cintura. Este muchacho es un parásito y…

_Mejor no hablemos de ese asunto ahora, puedes estropear
el día de tu cumpleaños, Richard. Allá en
Varadero hablaremos de eso. A lo mejor yo puedo darte una
mano._dijo Mario. Gabriel opinó lo mismo y el tema
sucumbió. Luego hablaron asuntos relacionados con el
ambiente nacional.

_ Esto se va a poner bueno…ya hay por ahí
algunos gobiernos que quieren hacer relaciones con
Cuba._comentó Mario.

Se refería a una reunión que había
efectuado la OEA, organización de la que fue expulsada
Cuba. En la misma, algunos países como Perú votaron
a favor de normalizar las relaciones con la isla.

__Los americanos son poderosos e inteligentes. Miren
señores; como los paises latinoamericanos quieren
relaciones y ha cambiado su opinión sobre nosotros, ahora
resulta que el gobierno de Estados Unidos piensa darle licencias
a algunas filiales yanquis para que hagan convenios comerciales
con Cuba._comentó Mario.

_Bueno, en Enero, doce representantes hicieron un
informe en el que piden que se quite el bloqueo. A lo
mejor…

_No seas bobo, Gabriel, ellos no van a quitar nada.
Mientras esté Fidel en el poder, ni lo sueñes. Yo
estoy al pensar que esa gente le tiene miedo a Fidel
Castró _ expuso Richard y sonrió.

_Cuando Fidel se para en la Plaza les habla como si
fuera el presidente de una gran potencia y ellos se lo
creen._dijo Mario entre risas.

Richard opinó:

_Cuando la gente llena la Plaza, Fidel les dice lo que a
ellos les gusta que le digan. El tiene algo que no tiene todo el
mundo y es un magnetismo personal que atrae
multitudes.

_Chico, me he dado cuenta que cuando él ataca
duramente a los dirigentes que están haciendo de las
suyas, la gente disfruta eso. A la gente le satisface que Fidel
los haga trizas en público._argumentó Gabriel y
Mario se dio por aludido.

La conversación en torno al tema político
fue interrumpida por Charito que fue a la sala y los
saludó y luego salió al portal.

_Es muy bonita tu hija, Richard._comentó
Mario.

_En diciembre cumplirá los quince
años._apuntó Richard.

_! Que casualidad, Lurdita, mi hija, también
cumplirá los quince en diciembre! Pienso
celebrárselo en Tropicana, vamos a ver…

__Bueno, tú puedes hacerlo, nosotros trataremos
de hacer lo que esté a nuestro alcance. Quizás mi
cuñado…

El teléfono sonó y Richard fue hasta el
aparato y descolgó.

_! Oigo! Ah, eres tú, mi
amor…si…gracias…Bueno iré a esa hora.
Oye, tengo que darte una sorpresa.
¿Eh?…si…si…Bueno allá te cuento. Yo
te recojo en Radiocentro. Si, si. Bueno.__del otro lado se
sintió el chasquido de beso al que él
respondió de igual manera. Era Zulema, su
faraona.

_ ¿Por fin, irás por casa?_le
preguntó Mario a Richard.

_Si. La próxima semana. Quizás el
miércoles. Recojo a Gabriel y vamos para
allá.

_Oye, Richard, ya verás la clase casona que tiene
éste. Eso tiene hasta piscina. Los cuartos tienen aire
acondicionado. Dentro de esa casa, a uno le parece que
está viviendo en otro país. Allí hay de
todo. Y de comer y tomar, ya tú sabes… y bueno. La
mujer de éste nunca ha ido a una bodega a comprar con la
libreta de abastecimientos._comentó Gabriel.

_No seas exagerado, compadre. Yo tengo lo que tienen
muchos como yo. Además nunca me ha gustado vivir mal. Todo
lo que tengo es mío. Lo he luchado duro.

Richard y Gabriel se miraron. La ligera sonrisa en el
rostro de ambos lo dijo todo.

Estuvieron un rato más charlando y haciendo
historias y luego fueron a la mesa en compañía de
Cristina, Charito, Mónica, Alicia y Ricardito, que esta
vez se portó bien. Al menos no estaba borracho.
Después de comida Gabriel y Mario se retiraron. Richard
salió en su carro a llevar a Mónica a su trabajo,
pues tenía una reunión, y luego iría en
busca de Zulema.

Ricardito se acostó y Cristina le ayudó a
Alicia en los trajines del fregado en la cocina. Charito fue a su
cuarto y se encerró. Estudió un rato y luego de
rezar ante la imagen de la Virgen de la Caridad, se
acostó. Leyó El Principito y se quedó
dormida.

6

Charito dormía muy mal. Estaba inquieta.
Movía la cabeza a un lado y otro nerviosamente. Se viraba
a un lado; luego al otro. Movía sus manos expresando una
mímica ininteligible. Gemía, sollozaba y
pronunciaba monosílabos y frases incoherentes. Charito era
víctima de una pesadilla.

La escena onírica sucedía en medio de la
noche; fría, brumosa y húmeda. Veía una
mujer con una niña envuelta en pañales la cual
dejaba abandonada entre las raíces de un árbol
frondoso. La mujer lloraba y la criaturita también. Como
en todos los sueños; las novelas y la vida misma, el
tiempo pasó volando y aquella niña creció y
su parecido con ella era casi exacto. En el sueño ella
hubiera jurado que aquella niña era ella.

En ese proceso de la mente humana en que la
ficción soñada y la realidad se funden, como el
cielo y el horizonte, ella estaba desesperada y confundida.
Momentos antes de despertar, vio a la madre de la niña que
se suicidaba lanzándose por un abismo que había
cerca de allí. Cuando sintió el grito aterrador de
la infeliz al caer al vacío, ella entonces gritó y
despertó asustada.

_¡Aaay!—una vez que despertó se
sentó en la cama. Su respiración era fatigosa,
temblaba; en su rostro se dibujada el miedo y la
confusión.

_! Mamá! ¡Mamá!. ¡Ven
rápido!

Cristina se despertó asustada y corrió
para el cuarto de Charito. Cuando la madre se le acercó se
abrazó a ella llorando.

_¿Qué te sucedió, mi
niña?_le preguntó asustada.

A penas podía hablar. Trataba de controlarse pero
le era difícil. Sollozaba.

__Cálmate, hija. Serénate y dime
qué te pasó. Cuéntame.

__Tuve un sueño terrible, mamá. Vi a una
mujer que dejaba a una niña en un árbol y luego se
lanzaba por un abismo. La niña lloraba y el grito
aterrador de la madre todavía lo tengo en mis
oídos.

Cristina se insultó cuando escuchó
aquello. ¿Cómo era posible?

__Los sueños, sueños son, Charito.
Eso…

_Lo más terrible vino después.

__¿Qué pasó
después?

Aun estaba nerviosa. Sus manos y sus labios
temblaban.

__Cálmate, mi niña. ¿Qué
pasó después, dime?

__Ay, mamá algo terrible. Cuando la niña
creció entonces…

_¿Entonces qué ?__preguntó ansiosa
Cristina.

__La niña se convirtió en mi…era
yo, mamá.

Cuando Cristina escuchó aquellas palabras se
estremeció. No podía creerlo. Cómo era
posible que en un sueño Charito viera todo lo que le
pasó. No lo comprendía. La única
conclusión que de inmediato sacó fue que todo
aquello era "un asunto espiritual". Uno sueña cosas que
piensa cuando está despierto, pero la muchacha
desconocía totalmente su pasado, eso no podía estar
almacenado en su subconsciente.

__Trata de olvidar esas imágenes. Esas son cosas
del cerebro. No pienses que eso pueda suceder. Voy a buscarte una
pastillita que te hará dormir. Mañana tienes que
levantarte temprano para ir a la escuela y necesitas dormir, mi
cielo.

_Si, mamá._dijo asustada y confundida.

_Eso que soñaste no tiene nada que ver
contigo.

_Está bien, mamá.

Cristina se levantó y fue a su cuarto. Luego
retornó con un somnífero y un vaso con agua.
Charito ingirió la pastilla y luego se acostó
bocarriba. Cristina la cubrió con la sábana y le
besó en la frente.

_No pienses más en eso y trata de dormirte. _le
dijo pasándole una de sus manos por la cabeza una y otra
vez.

_Si. Haré lo que tú me dices.

Cristina observó los ojos de su hija y se
percató que el sueño la estaba venciendo producto
del medicamento que le dio.

Al día siguiente Charito no dejaba de pensar en
las imágenes soñadas. Unas tras otras pasaban por
su mente. Se sentó en el borde de en la cama. Estaba
cabizbaja; callada, ausente, como quien está muy lejos en
sus pensamientos.

Ella no era una niña común y corriente
como las demás. Tenía virtudes espìrituales
que muchos quisieran tener. Oía y veía
acontecimientos que luego sucederían. Ella tenía un
Príncipe incorpóreo, que no la abandona, que cuando
menos se lo esperaba, ahí estaba él con sus sabias
indicaciones.

El monólogo empezó:

_"¿Por qué me sucedió esto?
¿Tendrá que ver conmigo?"

Como la respuesta no le llegó de inmediato su
curiosidad aumentó.

__"Antes de este sueño no, pero ahora me doy
cuenta de que hay cosas que no están claras"

Asentía con la cabeza y hablaba despacio y en
tono bajo. Ella sabía que su Príncipe, su amigo
espiritual, la escuchaba.

_"Mis hermanos extrañamente me desprecian.
Ahora…"

Tiró por la borda toda su imaginación y su
poder de síntesis y fue en vano. No llegó a
conclusión alguna. Entonces levantó su cabeza y
clavó su mirada en el techo de la habitación como
quien mira al cielo buscando a Dios. Cerró sus ojos y
rezó. Luego hizo una pregunta.

_¿Estás aquí,
Príncipe?

No hubo respuesta alguna.

_Dime… ¿estás conmigo?

De súbito sintió como si su mente se
quedara vacía. Sus pensamientos habían sido
desplazados. Quería hilvanar una idea pero no
podía. Nadie siente su cerebro, pero ella tenía la
sensación de que su cráneo estaba vacío.
Poco a poco fueron apareciendo pensamientos involuntarios que
salían de lo más profundo de su mente.

_"Nunca has estado sola" "Las cosas que pasan son
necesarias" "Te ocurrirán otras, para las que tienes que
estar preparada"

Los pensamientos cesaron. Entonces ella percibió
que podía hacer uso de la mente que Dios le dio y
pensó:

_"Creí que me habías abandonado en este
momento." "¿Dime, tú vistes el
sueño?"

Después de la pregunta, el vacío mental de
nuevo. Entonces los pensamientos involuntarios.

_"Yo lo sé todo".

Ella entonces pudo de nuevo pensar.

_"¿Tú piensas? ¿Tú sientes?
Dime, Príncipe, ¿tú sueñas como
yo?"

Tras el vacío que cada vez era menos intenso y
prolongado, los pensamientos afloraron.

_"Siento, pienso, y sueño, pero de manera
diferente." "Eso algún día lo entenderás,
ahora no"

_"Está bien, tú lo dispones y yo
obedezco"

_"Pasarán cosas muy importantes, pero
tendrás que tener mucho control" "Evitarás ciertos
impulsos y remordimientos."

Como ya no había vacío mental alguno las
cosas se tornaron naturales.

_"¿De qué me hablas?"

__"Ya lo sabrás" "Todo a su debido
tiempo"

_¨Que sea pronto¨

No hubo más pensamientos ni voluntarios ni
involuntarios, ni sueños o pesadillas. Se
levantó.

7

Como toda adolescente , Charito se había
enamoró en la escuela. Iván, como otros de su aula,
había sido conquistado por el carácter dulce, la
simpatía y la sonrisa seductora de Charito.

Iván era uno de los muchachos más
codiciados de su aula. Alto fuerte, de ojos verdes, pelo negro
muy lacio y carácter jovial e inteligente, había
logrado adueñarse de los sentimientos de
Rosario.

Tenía otra gran ventaja sobre sus
compañeros de aula: era hijo de un alto oficial. Eso,
desde luego, no podía ser aceptado por su familia. A
diferencia de los demás, a Iván lo llevaba a la
escuela todos los días el chofer de su padre en un carro
moderno que le había sido asignado para su trabajo. Su
padre apenas usaba su carro particular.

El abuelo de Iván, fue oficial del
ejército y había muerto en una misión
militar en el extranjero. Reynaldo, padre de Iván, desde
muy joven se había incorporado a la Revolución.
Peleó en Girón; se destacó en la Crisis de
los Mísiles, fue jefe de una compañía en el
Escambray, y había ocupado varios cargos en el gobierno.
Era Coronel. Con tal expediente era absolutamente ilógico
pensar que este hombre y su hijo pudieran ganarse la
simpatía de la familia de Charito. Las aspiraciones de
Iván eran ingresar un día en las Escuelas Militares
"Camilo Cienfuegos". La madre de Iván era Profesora de
Historia en un Pedagógico de la capital.

Charito se había enamorado locamente del
muchacho. El también. Una de sus amigas se lo había
contado a Mónica y ésta se lo informó a
Richard, su padre. Ahí comenzaron sus problemas por el
muchacho.

La primera vez que su padre y su madre le pelearon por
el asunto del "noviecito comunista", ella rompió a llorar.
Luego, en otro encontronazo con sus padres por Iván les
prometió, con mucha amargura, que rompería con
él; pero donde manda el
corazón…Siguió con él. Estaba a punto
de cumplir sus dieciséis años.

Una noche el muchacho fue a visitarlos en
compañía del chofer de su padre y "el sujeto
más bruto y más descarado del mundo", como ella le
llamaba a Ricardito su hermano, ofendió a Iván y le
dirigió palabras ofensivas a las cuales él muchacho
no respondió pero su acompañante, que lo cuidaba,
cogió por el cuello a Ricardito y le dio dos buenas
sacudidas. El muy cobarde salió huyendo.

Esa noche Charito sufrió por la pena que su
hermano le había hecho pasar. Richard estaba en casa de
Zulema y no supo nada del asunto.

Charito estaba sola en su cuarto. Después de
hacer algunas tareas de la escuela, fue ante la imagen de la
Virgen de la Caridad del Cobre y le rezó un poco. Luego le
confesó sus penas y peticiones.

Tenía su cabeza inclinada, sus ojos cerrados y
las palmas de sus manos unidas en gesto de reverencia. Al
monólogo se unieron sus lágrimas.

"Virgencita, nunca he hecho mal a nadie"."Mis hermanos
no me quieren, ahora tampoco aceptan a Iván como mi novio
porque es de una familia revolucionaria" "Ricardito trató
de violarme" "Mónica me odia, siempre me ha despreciado"
"Ayúdame".

Estuvo unos instantes en silencio y luego
continuó el monólogo.

"Si mi vida va a ser siempre así, prefiero morir"
"Hasta mi padre está enojado conmigo por Iván".
Luego digo otras cosas más, rezó un Ave
María y un Padrenuestro y se puso de pie. Acomodó
sus libros, preparó su cama y se acostó. No
podía conciliar el sueño. Se viraba a un lado luego
al otro y se quedaba bocarriba. Estaba desvelada. En el cuatro de
al lado Cristina y Richard, cada cual en su cama, charlaban y
ella solo escuchaba un ininteligible murmullo.

Le parecía extraño que tan tarde en la
noche sus padres estuvieran conversando. Pensó que a lo
mejor podía ser un problema relacionado con Ricardito,
pero no estaba segura. Ansiosa trataba de adivinar, pero no
encontraba la razón. Fue entonces que escuchó en su
mente la voz acostumbrada de alguien a quien ella había
bautizado como su "Príncipe".

"Levántate, y ve hasta la puerta de su cuarto.
Escucha lo que dicen".

Ella nunca lo había hecho. Pensaba que era algo
muy feo hacerlo, pero siempre obedecía a aquella voz que
nunca la había engañado. Se levantó y fue en
puntillas de pie hasta la puerta del cuarto de sus padres y se
puso a escuchar.

Escuchó cuando mentaron su nombre.
Discutían. Richard no quería que ella continuara
sus relaciones de noviazgo con Ivan.

_"Eso no nos conviene, Cristina." "Tú sabes muy
bien que pensamos irnos, y si el gobierno americano se entera de
que esta muchacha es novia del hijo de un comunista del
Ministerio de Interior y nos van a negar las visas para entrar en
Estados Unidos"

-"Pero, Richard, eso yo no se lo puede prohibir. Ella es
joven y tú sabes que…"

_"No me interesa, eso hay que terminarlo. Además,
no puede ponerse brava con nosotros; se lo hemos dado todo, la
hemos criado como si fuera hija legítima."

Hay hechos; palabras, descubrimientos que estremecen a
cualquiera, pero las últimas palabras de Richard llegaron
a sus oídos desgarrando todo su interior. De
súbito, sintió como si su pecho iba a estallar. Su
corazón se dislocó y sus ojos se inundaron de
lágrimas. Se le hizo un nudo en la garganta. De pie, junto
a la puerta, continuó escuchando.

-"Cállate, ella nunca lo puede saber". "Nos
quiere y para mi es como si la hubiera parido en aquella
Ceiba"

_"Algún día tendrá que saberlo,
Cristina." "Tú sabes que entre cielo, mar y tierra no hay
nada oculto"

Estaba congelada. El tormento se multiplicó
cuando escuchó lo relacionado con la Ceiba. Entonces se
dio de cuenta que Cristina la había encontrado
allí. Era terrible. No necesitaba escuchar más.
Abstraída, se alejó de allí y entró
en su cuarto. No sabía que hacer. Las palabras de sus
padres la daban vuelta en su cabeza. Entonces recordó la
pesadilla que le había dado. La consideró
profética.

Estába confundida, atormentada. Le costaba
trabajo pensar que todo aquello era verdad. Que ella no era hija
de Cristina y Richard. ¿Quién era su madre
entonces? ¿Quién era su padre? ¿Por
qué la abandonaron en aquel lugar? Esas y otras
interrogantes más le daban vueltas en su cabeza. Entonces
escuchó de nuevo la voz:

"Te dije que estuvieras preparada." "En tu alma no puede
haber remordimiento alguno, te criaron, te quieren" "No te
sientas engañada"

Charito no le respondió. Lloraba en silencio.
Sintió como si el cielo se hubiera despedazado y le
hubiera caído encima. ¿Qué hago ahora?
¿Qué hago, Dios mío?

De nuevo la voz.

"No dirás nada. Ahora el secreto es tuyo"
"Agradece, no condenes"

La voz dejó de escucharse.

_Debo callar. Me resultará difícil fingir,
pero tengo que hacerlo. Además debo agradecerle todo lo
que han hecho por mí. Creo que nadie lo hubiera hecho como
ellos.

Le costaba trabajo imaginar la escena de una mujer
desesperada quizás dejando una niña en el tronco de
un árbol. ¿Por qué lo hizo? Había
interrogantes que se iban abriendo poco a poco en su
mente.

_¨¿Quiénes serán mis padres?
¿Vivirán? ¿Los conoceré algún
día?¨. Pensaba.

Solo los que han pasado por situaciones como estas han
sentido ese grado de incertidumbre y curiosidad que la vida no le
tiene reservado a todo el mundo. Son interrogantes duras. Inundan
la mente… y también el corazón.

Se puso de pie y fue ante la imagen de la Virgen de la
Caridad y se arrodilló. Las lágrimas corrían
por sus mejillas y sus manos se juntaron en la acostumbrada pose
de reverencia.

"Virgencita, dame fuerzas para enfrentar esta realidad.
Ayúdame. Dame control. Tengo que fingir, eso
perdónamelo. No me abandones nunca. Te pido de todo
corazón que hagas posible que yo un día pueda
conocer a mis verdaderos padres."

El monólogo fue largo y triste. Luego se
incorporó y ya amaneciendo se acostó.

A partir de esa noche su vida cambió. Una nueva
lucha surgió en su interior y un nuevo propósito,
una meta difícil ocupó sus pensamientos: encontrar
sus padres.

"Cueste lo que cueste, los
encontraré."

Estuvo un rato pensando en el escabroso asunto. Se
tiró en la cama y sin proponérselo, logró
conciliar el sueño.

_

8

Tras varios intentos, le fue imposible hacer el amor
como de costumbre. Deseos y preocupaciones son incompatibles.
Estaba ansioso. Su mente estaba congestionada de problemas.
Richard se bajó de Zulema, respiró profundo y se
quedó bocarriba. A ella no le quedó otro remedio
que pedirle serenidad y control.

_No te preocupes, mi amor, eso es muy normal cuando hay
serias preocupaciones. Tú, como hombre, estás
completo pero…

_Tienes razón. Sabes que me gustas mucho. No
puedo verte desnuda porque me éxito demasiado pero hay
muchas cosas dando vuelta en mi cabeza.

Zulema se puso la bata de dormir. El, por su parte, el
calzoncillo y continuaron charlando.

_¿Quieres tomar algo?

_¿Qué hay ?- preguntó él y
culminó el cigarro.

_Quedan cervezas de las que trajiste ayer.
También hay carta blanca.

_Tráeme carta.

Zulema fue hasta el refrigerador y al momento estaba
junto a él con dos vasos y la botella a la cual le quedaba
más de la mitad del líquido.

Se acostó junto a él recostada a la
cabecera de la cama.

_No me gusta verte así, Richard. Me
desespera…

_No puedo estar de otra manera. Lo de Ricardito, la
salida para los Estados Unidos mía y de Cristina; Charito,
mi ausencia temporal de ti, todas esas cosas se juntan en mi
mente.

_¿Has sabido de ese muchacho?

Zulema se refería a su hijo que en
compañía de tres amigos se habían robado una
embarcación y se habían ido clandestinamente para
la Florida.

_Eso debe haber sido horrible. El barco comenzó a
llenarse de agua y se viró. Ellos llevaban una
cámara y parece que algo pasó porque dos se
ahogaron. El y uno de sus amigos fueron rescatados cerca de las
costas de la Miami._narró Richard, suspiró y
tomó del vaso conteniendo el licor.

_¿Y en que estado llegaron?

_Estaban medio deshidratados. Menos mal que iba pasando
cerca un barco pesquero y los recogió._dijo
Richard.

_Dios los protegió, aunque los otros
dos…

_A esos, seguro se los comieron los
tiburones._comentó él encendiendo un
cigarro.

_Pobre muchachos. Los padres deben estar locos. Este
maldito comunismo es culpable de todo eso. Los americanos por
otro lado demoran mucho los trámites de salidas y niegan a
mucha gente la entrada a su país.

_Así mismo, Zulema. Yo lo aconsejé varias
veces, pero no me hizo caso. Además, si no lo
hacía, lo iban a meter preso aquí porque hablaba
muy mal del gobierno y de los jefes descarados estos que hay
aquí que están viviendo la dulce vida.

_Ni el Rey de España vive como algunos de estos
camajanes que no hicieron nada por este gobierno. Richard, yo no
le veo solución a esto.

_Esos descarados tienen sus buenas casas, más las
de visita y sus almacenes de los que desvían recursos.
Viven robando. Andan en buenos carros y qué les importa
cómo vive uno. Los hay que tienen su buena casa y una
queridita con otra buena casita también. Son unos
corruptos.

_Lo más bonito del caso es que todo lo paga el
gobierno.-dijo Zulema y sonrió.

_Fidel lo sabe todo. Aunque no tiene omnipresencia, se
le sobran los mecanismos para saber como viven esos descarados,
Zulema.

_No los puede meter presos a todos. Los hay que saben
hacer las cosas, son más discretos. Hay muchos corrompidos
de estos que se les va la mano y entonces van a parar a la
cárcel. Tienen sus añejadas esposas y sus
queriditas jóvenes que pueden ser hijas o nietas de ellos.
En el 62 cuando nos invadieron los apestosos rusos, estos
descarados hablaban español pero pensaban en ruso. Ahora
siguen hablando español pero piensan como los
príncipes de las más rancias
monarquías.

_Hasta en la cárcel tienen suerte. Siempre
aparece un socio que los trata bien. Como son presos
comunes… Después que se han hecho ricos, que han
hecho todos los pesos que han querido, se lo quitan todo y
terminan viviendo como los demás._dijo Richard y en su
rostro había indignación.

_Esos son los culpables de que mucha gente se vaya de
Cuba y de que este país no progrese. Le hacen más
daño a Cuba que los Estados Unidos, que la peor plaga que
de las tantas que han introducido aquí. Yo los desprecio.
Conozco uno que quería, de todas maneras, que su hija
fuera bailarina de la televisión; una muchacha medio
estúpida, que no sabía moverse. Fue a verme y
trató de persuadirme. _comentó Zulema.

_¿Y cómo terminó la
cosa?

_Nada. Yo no acepté. Hasta me amenazaron los
guatacones que me dirigen, pero no me dio la gana y no la
acepté. Algunos dicen que esa descarada era lesbiana, pero
eso a mi no me interesa. Cada cual hace con su cuerpo lo que le
de la gana, además yo no discrimino a los
homosexuales.

_Eso te puede traer problemas, Zulema.

_No me importa. Ya lo hice y no me arrepiento. Yo
respeto mi trabajo.

_Estoy de acuerdo contigo en eso de no discriminar a los
homosexuales. Son personas como los demás y tienen los
mismos derechos. Yo tengo amistades que lo son. Además,
los maricones y las tortilleras les hacen menos daño a
Cuba que los camajanes estos. Al menos ellos comen, visten y
fiestan con su denero como nosotros.

_ Y apartándonos del tema; ¿Por fin
Charito rompió su noviazgo con Ivan?

_! Si no lo ha hecho tiene que hacerlo!

_No es fácil. Ella está enamorada de ese
muchacho y cuando uno está enamorada de un
hombre…

_Zulema, eso no nos conviene. Ese muchacho es hijo de un
oficial comunista y nosotros nos vamos. Me pueden tumbar la
salida. Tú sabes como son los americanos._dijo Richard
molesto.

_No se puede sacar un amor del corazón así
como así. Como arrancar una flor en un jardín. Es
duro. Yo como mujer la comprendo.

_Se lo he dado todo. Como hija mía que es, nunca
le ha faltado nada. Además…

_¿Como hija…?

_Bueno, es como si fuera hija mía. Tú
sabes la historia.

_Un día sabrá la verdad,
Richard.

_Pienso que ya es hora de que lo sepa, pero Cristina no
está de acuerdo en decírselo.

Zulema dijo algo que le gustó mucho a
él.

_Quiero ser su amiga. Quiero convertirme en su mejor
amiga. Además ustedes se van y ella por ahora tiene que
esperar. Después se irá conmigo, si es
posible.

_He pensado en eso. El mes próximo Cristina y yo
vamos. Mañana es tu cumpleaños y la voy a traer.
Ella me lo ha pedido varias veces. La salida de ustedes es lo que
me preocupa. ¿Tú, Zulema, llamaste a tu mamá
y le hablaste del asunto?

_Si, ella está haciendo los trámites hace
varios meses. Ahora tenemos que ver lo de Charito.

_Yo, lo de Charito lo voy a agilizar por allá. Yo
no estoy tranquilo hasta que esa muchacha no esté
Miami.

_No te preocupes, Richard, todo se resolverá. Y
apartándonos un poco de los problemas, mañana
cumpliré cuarenta años. ! Me estoy poniendo
vieja!

__No digas eso, mujer. Tú estás cada vez
más joven. Además_la acurrucó _ eres la
mujer más linda del mundo.

_No seas exagerado, amor._ dijo y
suspiró.

En la cara de Zulema se asomó la tristeza. El no
lo esperaba.

_¿Por qué te pones así?

_No me hagas caso._cuando Zulema lo dijo el
advirtió que sus ojos estaban inundados de
lágrimas.

_Ven acá._la atrajo para si y la besó de
nuevo.

Ella se abrazó fuerte a él.

_Quise darte un hijo pero no pude. Ya tengo cuarenta
años y no se lo que es eso.

Biológicamente estaba imposibilitada de tener
hijos. Ese asunto siempre había sido una tragedia en su
vida. Amaba a Richard, lo consideraba el hombre ideal, quiso
siempre premiarlo haciendo padre de un hijo suyo, pero su
naturaleza corporal no se lo permitió. Le pasó como
a Cristina.

_Eso no importa. Yo te quiero mucho. No por eso te
quiero menos. Ahora tendrás a Charito y tendrás que
convertirte en una madre para ella._comentó
Richard.

_Lo haré. La ayudaré todo lo que pueda.
Andaremos juntas y la cuidaré como si fuera mi hija. Te
prometo que la llevaré a tus manos y te la
entregaré allá. No escatimaré esfuerzo
alguno. Cueste lo que cueste.

_Yo te mandaré dinero y todo lo que haga falta. A
las dos no les va a faltar nada, Zulema.

_Tu tienes que cuidarte mucho. Sobretodo no quiero que
hagas trabajos que puedan afectar tu salud. Yo te necesito
Richard.

_Yo también te necesito, mi amor. ¿Bueno,
qué haremos mañana?

_Lo que tú quieras. Yo invitaré a dos o
tres amigos míos y tú haces lo mismo. Por la
mañana te traeré lo que vas a cocinar y un poco de
bebida. Esa será mi fiesta de despedida.

_No me lo digas más, eso me pone
triste.

_Bueno, me voy. Esta tarde estoy citado para lo de la
salida.

_A lo mejor…

_No se. Luego te cuento.

Se pusieron de pie, terminaron de vestirse y salieron de
la habitación. Ella apagó el aire acondicionado y
luego despidió a Richard.

9

Es sábado y es el cumpleaños de Zulema.
Era el año 1974 y cumplía cuarenta años de
edad. Temprano en la mañana varios de sus
compañeros de trabajo, en especial del cuerpo de baile del
que era coreógrafa, la llamaron para felicitarle. Richard
llegó avanzada la mañana. Junto a su regalo: un
vestido azul oscuro muy bello y un frasco de perfume,
llevó los abastecimientos para la actividad en horas de la
tarde.

Con él fue Charito que por fin pudo conocer a la
mujer que su padre amaba y de la cual le había hablado
muchas veces. A Charito le pareció Zulema muy
simpática, amable y sincera. A ella, por su parte, le
cayó muy bien la muchacha. Para ambas, los
pronósticos de lograr una sólida amistad eran
seguros.

Ese día Richard tuvo que asistir a una entrevista
que le hicieron en la Oficina de Intereses de los Estados Unidos
en la Habana, donde le comunicaron la gran noticia que ese
día le dio a Zulema.

_Zuly, tengo que darte una noticia que no te va a
agradar mucho, pero que nos conviene a todos.

_Dime, amor.

_Fui a la entrevista de la cual te
hablé.

_¿Y?

_Pues volamos dentro de veinte días para el
Norte. Hoy estamos a cinco de Agosto…el veinticinco me
voy._dijo Richard y fue hasta ella que ya tenía los ojos
llenos de lágrimas y la abrazó.

_Me da tristeza, pero a la vez me alegro. No se como me
las voy a arreglar sin ti._dijo con su cabeza hundida en el pecho
del médico.

Charito contemplaba la escena emocionada. Veía de
cuanto se amaban y pensaba en Ivan.

_Tendrás a Charito. Ella será tu
compañía también. Se tienen que convertir en
grandes amigas.

__ ¿Y tu otra hija, Mónica?

_Tiene que esperar. Aunque ella, prácticamente,
vive en casa de esa amiguita que tiene y que…mejor no
hablo de eso.__lo dijo visiblemente enojado.

_Si, mejor no hablemos de eso. ¿Richard,
aclaraste lo relacionado con la casa?

_ ¿Qué te dijeron, Papá?

_Mientras Charito y Mónica estén
aquí no la perdemos, pero cuando ellas se
marchen…se la coge el Estado.

_Esa seguro la cogen para hacer oficinas. O se la dan a
algún jefe. _comentó Zulema con
sarcasmo.

_Realmente lo que más nos debe interesar es que
Tú, Charito y Mónica se vayan pronto.

_A mi me pasará igual con este apartamento.
Bueno, que se lo cogan. Total, aquí todo es del
Estado._dijo Zulema e hizo una mueca como demostrando que le
importaba poco ese asunto.

_Yo no soy de ningún gobierno, yo soy
mía…y de mis padres._dijo Charito y sonrió.
Ellos también.

_Bueno, de lo del viaje y otras cosas hablamos luego con
mas detenimiento. Ahora dime qué vas a hacer. ¿A
cuanta gente invitaste?

_Chico, yo sólo invité a dos amigas
mías del cuerpo de baile. Mis dos mejores amigas en la
televisión. ¿Y tú?

_Yo solamente invité a tres amigos. Uno de ellos
tú lo conoces, es Gabriel, médico que
trabajó conmigo mucho tiempo. En todas mis cumbanchas esta
él.

_Ya se, él que despidió el año 1958
con nosotros en…

_Ese mismo. Los otros son Eduardo, periodista
recién siquitrillado por decir lo que no tenía que
decir, y Alberto, un jefecito que tiene que venir casi escondido,
porque si se enteran que comparte con
nosotros…tilín tilán, _cuando lo dijo hizo
un gesto de degüello con el dedo índice al rededor de
su cuello, mensaje que ella y Charito comprendieron enseguida. En
realidad ese pecado en Cuba es letal.

_Pues debe cuidarse. Si se enteran que comparte con
nosotros; ¨la gusanera que se va para el Norte¨ no lo
salva nadie.

_Habla mucho, pero es buena gente. Hace poco me
resolvió un problema, y esas cervezas que traje él
te las mandó de regalo.

_¿Viene con su esposa?

_Bueno…no se. Tú sabes que esos
tipos…

_Si, ya se.

_A lo mejor trae otra._dijo Charito con
picardía.

_¿Bueno, por fin, qué vas a cocinar? Traje
unos pollos congelados y carne de cerdo.

Charito interrumpió.

_A mi me gusta más el pollo, Zulema.

_Bueno, si a ti te gusta más el pollo eso se
hará. Esto es asunto, mío y de Charito, Richard,
nosotras nos encargamos de todo.

Ambas cogieron los paquetes traídos por Richard y
salieron rumbo a la cocina. Richard las contemplaba contento y
satisfecho de que ambas se entendieran tan bien.

– – –

La tarde estaba calurosa. Entre tragos; música,
cuentos y anécdotas de todo tipo, se divertían.
Zulema, Charito, Natacha, y Rossy, compañeras suyas de
trabajo; y Gabriel, Eduardo-el periodista-, Alberto, que estaba
allí a escondidas, y Richard festejaban el
cumpleaños cuarenta de la bailarina.

Después de haber picado el kake que Natacha le
regaló a Zulema se hizo el brindis. Luego vinieron los
bocaditos de jamón y queso amarillo y las correspondientes
cervezas bien frías. El ambiente se había puesto
bueno y se formaron las parejas para bailar. Algunos se vieron
muy apurados pues estaban bailando con profesionales.

A pesar de eso, Eduardo bailó muy bien con
Natacha. Hacían buena pareja y al compás de un
bolero. El hizo las primeras descargas que ella ripostó
por tener compromiso. Eduardo insistió, pero fue
imposible. Por su parte, Rossy y Alberto se veían
entusiasmados, lo que provocó ciertas señas y
murmullos entre los demás. A Gabriel no lo quedó
otro remedio que bailar con Charito a quien le tenía mucho
cariño. Zulema y Richard bailaron dos veces
solamente.

Después de haber movido las cinturas un buen
rato, los hombres decidieron ir para la terraza y las mujeres se
quedaron en la sala.

Natacha no perdió tiempo en abordar a
Rossy.

_Oye, me parece que te gustó el socio ese._lo
dijo y sonrió. Luego se llevó el vaso con cerveza a
la boca y tomó.

_No me cae mal. Si tú supieras, baila bien. De
todas formas vale la pena porque a lo mejor no la pasaría
muy mal. El hombre tiene pegada. Es mira…_no
completó la frase sino que hizo un gesto con dos de sus
dedos golpeando uno de sus hombros. Con ese gesto le dijo que era
un jefe.

_Si. Pero no me gusta eso de que seas tan interesada. A
lo mejor este lo que quiere es llevarte para una de esas casas de
visita de su ministerio y comerte dos o tres veces; luego te hace
un cuento y…

Rossy la interrumpió.

_No te creas Natacha que yo no soy tan tonta. Tú
sabes que yo tengo unas cuantas horas de vuelo. Este no sabe para
eso._dijo, sonrió y encendió un cigarro.

De todas maneras, Rossy, te lo aconsejo por experiencia
propia. En una ocasión viví de ilusiones y
morí de desengaños._dijo Natacha.

Natacha era una mujer hermosa, interesante. De tez
blanca; alta, cuerpo bien formado, pelo castaño y largo
hasta la cintura, muslos esculturales, ojos claros, grandes,
brillantes y boca de labios carnosos que cualquier hombre
codicia. Andaba por los cuarenta y cinco. Su madre era de origen
ruso, su padre, polaco. Ella nació en Moscú. Su
madre fue actriz de teatro y su padre bailarín. Sus padres
se fueron de gira por Europa y murieron en un accidente
aéreo. Natacha, que entonces tenía 15 años,
se fue a vivir con su abuela paterna en Polonia.

En el 56 ingresó en una escuela de baile y en el
57 conoció a un cubano por accidente en un estudio de
televisión en España, por donde andaba de gira y se
enamoró. En vez de retornar a Polonia vino para Cuba y fue
a parar a la CMQ por influencias de un amigo de Goar Mestre, uno
de los dueños. En el cuerpo de baile del programa "El
Casino de la Alegría fue compañera de Zulema. De
todas las bailarinas de CMQ ella era la más experimentada
y además, la de mayor edad en esos años.

Un director de programas se enamoró de ella y lo
aceptó. Se casó con él y no tuvieron hijos.
El hombre conoció a una linda jovencita que llegó
un día desde el interior del país en busca de
futuro, en el mundo de la actuación, y la infeliz
calló en sus manos. La provinciana logró actuar
varias veces pero para eso tuvo que hacerse su amante. Eso le
costó a Natacha el matrimonio y, tras un embarazo no
deseado por el "Señor Director", la muchacha por poco
pierde la vida en la interrupción del mismo. A la infeliz
no le quedó otro remedio que pasar de mano en mano entre
actuación y actuación hasta que un día se
encontró con un actor viudo, mucho mayor que ella, que
vivía solo en el Vedado y por fin estabilizó su
vida.

Rossy era la más joven del grupo de baile que
dirigía Zulema. Tenía veintiséis
años; delgada, pero equilibradamente, trigueña de
ojos negros, cara bonita y temperamento muy alegre. Era
camagüeyana. Se había casado dos veces y tenía
mucha experiencia en materia de relaciones amorosas. Como
Natacha, era gran amiga suya.

_Alberto dice que puede ayudarme con lo de mi casa
y…

_!Ahh!… pero hasta ahí llegó la cosa en
tan poco tiempo. Bailas con él tres o cuatro veces y ya te
está prometiendo ayuda para terminarte la casa. Pues mira,
le gustaste tremendamente. Aunque eso a él no le va a
costar nada. Eso lo paga el gobierno; para eso es jefe.
Aprovéchalo entonces._dijo Natacha.

_Habla bajito, Nati, que están conversando en la
terraza y te pueden escuchar._le indicó Zulema a
Natacha.

Charito se había acostado porque se sentía
dolor de cabeza y se quedó dormida.

En la terraza Richard, Gabriel, Alberto y Eduardo
conversaban de diferentes temas sobre todo de la actualidad
nacional y los problemas existentes.

_Bueno vamos a ver qué pasa ahora con Gerald
Ford, a lo mejor nos trata diferente que Nixon. _dijo
Gabriel.

_No seas tonto, Gabriel, no te enteraste de lo que dijo
Ford en la conferencia de prensa. El hace lo que la OEA haga.
Además ellos cambian su política si Cuba hace
ciertos cambios que Fidel no va a hacer._alegó
Alberto.

_Fidel hace lo que le de la gana, chico. Yo estoy al
pensar que estos yanquis le tienen miedo. Además te voy a
decir una cosa, últimamente las están perdiendo
todas. Mira lo que pasó en Vietnam._comentó Eduardo
el periodista.

_Es cierto lo que dice Eduardo, de allí tuvieron
que irse con el rabo entre las patas._comentó Richard
sonriendo.

_El problemas es que aquí la cosa es diferente.
Ellos tienen miedo que le dejen caer un cohetico en su tierra.
Piensan que aquí los hay. Si no fuera por
eso…además ellos respetan a los rusos.
—expuso Alberto, el pincho y se llevó el vaso de
cerveza a la boca tomándola toda. Luego encendió un
tabaco Partagás de exportación.

_La cuestión es que aquí los derechos
humanos se violan y ellos…

_De eso no vamos a hablar, vamos a dejar ese tema a un
lado, Eduardo, porque eso se viola en todo el
mundo._comentó Richard.

_Buena breva, Alberto._dijo Gabriel.

_Ahh, y tú crees que yo fumo de las
porquerías esas que venden en las tiendas. Gabriel, si
quieres uno, yo tengo más._dijo mientras disfrutaba con la
vista el humo que salí de su boca.

_No, yo fumo cigarro. Y si fumara tabacos no
tendría ese privilegio que tienes tú de fumarte
esos habanos de exportación sin que te cuesten un
centavo.

_Caballeros, este Agosto está insoportable.
¡Que calor! Anoche apenas pude dormir. El ventilador lo que
te hecha a uno encima es aire caliente.__comentó Richard
inteligentemente para dejar a un lado el asunto de los
tabacos.

La charlatanería de Alberto no se hizo
esperar.

_Como tengo aire acondicionado en todas las habitaciones
yo no sufro esos calores Además en mi oficina y en el
carro igual, así que válgame eso._lo dijo y
suspiró. A los demás, como a todo el que no tiene
esos privilegios gratuitos, les pareció mal lo dicho por
Alberto.

_ ¿Y tú carro dónde
está?_preguntó Gabriel.

_Lo dejé en un parqueo que está en la otra
cuadra, porque si lo ven aquí y descubren que estoy
compartiendo con Richard que se va del pais…

_Nada, que entonces tendrás que andar en
bicicleta y dormir con ventilador._dijo Eduardo el periodista y
todos rieron.

_Bueno, Eduardo, ya tú sabes que sabor tiene la
siquitrilla. A ti te siquitrillaron hace poco. Creo que dijiste
más de lo que podías decir._comentó
Gabriel.

_Aquí la fórmula de la permanencia en paz
es ver, oir, y no decir todo lo que veas u escuches…bueno
eso depende de cómo lo digas. Yo quise decir muchas cosas
que se hacen mal hechas y como yo las valoraba, pero…me
costó caro_dijo con profundo pesar Eduardo.

_Por falta de advertencias no fue…estoy seguro
que te lo advirtieron. _le dijo Gabriel.

_A mi me sucedió lo que yo le llamo "efecto de
bola de billar"_dijo Eduardo.

Todos se miraron entre si y sonrieron. No sabían
lo que había querido decir el periodista.

_ ¿Qué es eso, compadre?_preguntó
Gabriel.

_Mis ideas chocaron con las ideas de otros y con ellas
mismas y luego fueron al hueco.

Provocó risas.

_Y por qué te apartaron?__preguntó
Alberto.

__Fue muy simple. Hice unas entrevistas en la calle y un
señor me dijo que ¨él quería tener el
privilegio de votar por su Presidente, aunque fuera Fidel Castro,
pero en unas elecciones. También me dijo que él,
como todo el mundo, disfrutaba cuando Fidel criticaba o
abochornada a algún descarado de estos en público.
Yo llevé el reportaje al periódico, no me lo
aceptaron; les dije que era la voz de un ciudadano, no la
mía y discutí con ellos. Dos días
después me lanzaron.

__Te doy mi más sentido pésame, compadre.
Debiste ser más inteligente._dijo Richard.

El periodista se dirigió a Alberto:

_Y tú, Alberto, pon la barba en remojos porque si
ven como tú vives y donde vives…

_No, compay, mientras no meta la pata, no me
pasará nada. Ellos saben todo eso; pero cumplo bien mis
funciones y eso es lo que les interesa.

La conversación continuó un rato
más hasta que cada cual decidió marcharse. Ya las
mujeres lo habían hecho.

Charito había despertado y estaba sentada en la
sala con Zulema. Richard se sentó en una de las
butacas.

_Tengo tremendo dolor de cabeza, Riqui._dijo la
anfitriona con la palma de una de sus manos cubriéndose la
frente.

_Es debido al ajetreo de tantas cosas que has hecho por
tu cumpleaños.

_Tómate una aspirina, Zulema._ le indicó
Charito.

_Voy a bañarme. ¡Qué
charlatán es el Alberto ese, Zuly!_comentó
Richard.

_A mí me cayó muy mal. Nada más
era: "mi carro pa´quí", "mi carro
pa´cá", como si ese carro fuera suyo. Y luego
alardeando por sus aires acondicionados y las gomas bandiblancas
de su carrito. Es tremendo alardoso y comemierda.
¡Ojalá lo truenen! __dijo Zulema y en su rostro
había total desagrado por el amigo de Richard.

Charito se había despertado y fue a la
sala.

_Pienso como ustedes. Ese tipo no sirve para nada. Desde
que llegó me cayó mal. Tú sabes lo que es
decir, sin más acá y sin más allá,
que le va a celebrar los quince a su hija en Tropicana. ¡Es
un alardoso!_dijo Charito.

_Bueno, Charito él alardoso ese puede hacerlo,
nosotros no. A él no le cuesta un centavo de sus
bolsillos.

_Por eso estamos como estamos, Zulema.

Richard fue al baño y ambas se quedaron
charlando. Antes de salir, el médico hizo uso de su
cariño con su amada.

Una vez solas intercambiaron opiniones.

_¿Qué haz hecho para que mi papá te
quiera tanto?

_Nada, mucha comprensión y cariño,
Charito. Tú padre es una buen hombre. Es capaz de hacer
feliz a cualquier mujer. El llegó a mi vida en momentos
muy difíles para mí y me ayudó mucho. Yo a
él también. Jamás hemos discutido y todo lo
analizamos teniendo en cuenta nuestros puntos de vista. Entre
nosotros no existen las imposiciones.

_Eso es muy bonito. Yo quisiera en el futuro, cuando me
case, ser igual._sonrió. Sus ojos se alegraron y su figura
femenina, plena de juventud y belleza, fue observada por la
bailarina que ahora recordaba sus años juveniles como los
de Charito.

_¿Qué hacen para lograr eso?

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