Richard la miró compasivamente. Como
médico, sabía cual sería el desenlace a
corto plazo. Charito disimuló su tristeza, y sin
esperanza alguna, le dio ánimos. Cristina se
acomodó en la cama con una expresión de fatiga
y debilidad extrema. Había perdido casi la mitad de su
peso corporal y unas ojeras pronunciadas rodeaban sus ojos de
poco brillo y mirar cansado.
Richard la miraba y un sinnúmero de recuerdos
pasaban por su mente. Ella le había criado sus hijos;
había estado junto a él muchos años en
las buenas y en las malas. Cristina le había sido fiel
siempre. Pocas veces habían estado en desacuerdos y
jamás se faltaron al respeto. Todo cambió
cuando apareció Zulema en su vida. Hasta ese momento,
nunca había sido capaz de lastimarla. Ahora un
sentimiento de culpa; un deseo inmenso de pedirle
perdón se apoderó de él. Sintió
que tenía que hacerlo. Estaba seguro que, ella que
vivía los últimos momentos de su vida, lo
perdonaría. ¨No puedo dejarla morir ir sin
hacerlo¨. ¨No me lo perdonaría nunca¨.
Pensaba una y otra vez, pero no lo quería hacer en
presencia Charito.
El hablar desfallecido de Cristina, el aspecto de su
físico en franco deterioro, su mirada, como
implorándole a Dios que acabara de una vez con su vida
lo atormentaba, le oprimía el pecho y le desgajaba el
alma.
__! Agua! ¡Agua!
Richard tomó un trozo de algodón lo
mojó y se lo puso en los labios. Luego los
volvió a mojar, se lo acercó a la boca, lo
oprimió ligeramente y un débil chorro de agua
entró en la boca de la enferma.
__¿Quieres algo, mamá?
__No. Todo lo que me dan lo vomito.__lo dijo y
cerró sus ojos, luego los volvió a abrir.
Respiraba con dificultad a pesar de que tenía el
conducto de oxígeno puesto en su nariz.
_Voy al baño. Vengo enseguida._dijo Charito,
se puso de pie y salió. Richard y ella se quedaron
solos. Se miraron. La mirada fue larga, profunda y llena de
mensajes. No eran necesarias las palabras.
Richard rompió el silencio. Tomó una
de sus manos con las suyas, las llevó a sus labios y
las besó.
__Es el momento de pedirte perdón. Se que no
lo merezco pero no puedo dejar de hacerlo._una vez que lo
dijo bajó su cabeza.
El tiempo había hecho posible que las partes
heridas y retorcidas de su alma, provocadas por la
relación de Richard con Zulema, sanaran. De no haber
sido así, hubieran revotado todos los arrepentimientos
y compasiones que él le manifestara en aquellas horas
finales de su vida.
__No tengo que perdonarte por nada, Richard. Nunca
dejé de quererte. A veces pienso que no jugué
un buen papel contigo y por eso
tú…__tosió.
_Calla. No digas nada. Yo tuve toda la
culpa.
_Se que me estoy muriendo. Te pido que no abandones
nunca a Charito. Cuídamela. Bien sabes que no la
parí, pero la quiero como si lo hubiera hecho. Ella es
nuestra.__lo dijo y las lágrimas rodaron por sus
mejillas descoloridas. Richard la escuchaba y respiraba
profundo. Ella hablaba y él le pasaba suavemente la
mano por su cabeza y algunas veces por la frente. Por
último cogió una de sus manos y la
besó.
_Lo haré. Pero no pienses que tú te
vas a morir. Tú…
__Si, Richard. Esto es perdón y despedida. No
trates de consolarme engañándome. Ya no tengo
vida. Le pido a Dios que lo haga cuanto antes. Además
ya tengo lo que tanto le pedí: verlos a ustedes. Estar
con mi hija y contigo en estos momentos.
_No hables más, descansa. Trata de dormirte
un rato más.
Cristina obedeció sin hacerse rogar,
cerró los ojos y se quedó dormida. El la
arropó con las sábanas y se dejó caer en
el sillón junto a la cama. Permaneció en
silencio unos instantes observando el pálido rostro de
la que fue su esposa ahora más avejentada por la
enfermedad. Se puso de pie y salió rumbo a la sala
donde estaban Rosa, su esposo y Charito. Rosa les explicaba a
ambos todo lo relacionado con la enfermedad de Cristina y los
medicamentos indicados. Les contó sobre los momentos
más críticos que había tenido hasta ese
momento. Charito no dejaba de lamentarse.
Richard al día siguiente retornó a
Miami porque era propietario de un hospital y cuatro
edificios de apartamentos que tenía rentados a
cubanos, mexicanos y dominicanos y esos negocios tenía
que controlarlos personalmente. Iba por la carretera pensando
que quizás la muerte de Cristina ocurriera estando
él ausente. ¨Despues que deje todo en orden,
retorno a Atlanta de inmediato.
Tres días después Cristina
había empeorado. Su estado se tornó más
crítico. Hubo pérdida de los reflejos y de
conciencia esporádicamente. La muerte era inminente.
Esa noche Charito se quedó junto a ella, pues Rosa lo
había hecho la noche anterior. Por la tarde le
había dado fiebre alta. La flema contenida en su
garganta le producía ronquidos constantes. Su palidez
se acentuó.
Sentada en un cómodo balance situado junto a
la cama, Charito la miraba con tristeza. No tenía
nociones de que su madre tuviera o no consciente. De repente,
Cristina movió los labios y habló muy bajo. Lo
que Charito escuchó fue un murmullo casi
imperceptible.
__¿Quieres algo, mamá?
Ella inclinó ligeramente la cabeza hacia su
hija. Luego repitió lo dicho, pero esta vez con
más nitidez.
_! Mamá! ¡Mamá!_dijo Cristina
con la mirada perdida en los ojos de su hija. Lo inmortal en
ella estaba a punto de dejar de ser de este mundo. Entre un
pensamiento y otro era cada vez más dilatado el
tiempo. En sus fugaces recuerdos muchas veces el protagonista
no era ella. Estaba en ese estado en que se deja de tener
conciencia del cuerpo; no hay sensación del pasado ni
el presente.
_Soy yo que está a tu lado, mamá
Cristina. ¿Quieres algo?
__Mamá, te veo…
__ ¿Tú me conoces?
Cristina ni aseveró ni negó.
¨Parece que está inconciente
¨_pensó.
Comprobó el estado mental de su
madre.
_ ¿Quién está a tu lado,
mamá Cristina?_le preguntó ansiosa y triste
Charito.
__Eres…la muñeca…con la que yo
jugaba cuando…
__Mamá, soy yo, Charito.
Fue inútil. Cerró los ojos y
calló.
Entonces estuvo segura que Cristina deliraba.
Después, sucedió algo impresionante y
misterioso. A medianoche a Charito el cansancio y el
sueño la vencía. Para no dormirse tenía
que sacudir la cabeza fuertemente. Fue entonces cuando
sucedió lo inesperado.
Se quedó paralizada al contemplar como del
cuerpo del su madre se separaba otro que era el suyo. El
cuerpo que flotaba, o levitaba, era de composición
etérea. Horizontalmente subió lento hacia el
techo. No llegó a chocar con el mismo sino que, al
aproximarse, dejó de verse. Parecía que su
madre partía.
Charito ese asustó tanto que se quedó
inmóvil y no pudo articular palabra alguna. Aquello le
pareció un mal presagio. Entonces monologó
consigo misma:
¨Primero vio a su madre muerta hace muchos
años y ahora esto que ocurrió.¨
Pensó. ¨Una vez oí decir, allá en
Cuba, que cuando los enfermos graves ven a aun familiar
muerto es que vienen a buscarlo.¨ ¨!Dios mío
protege a mi mamá!¨
Charito se controló. Por su parte, Cristina
no dijo nada más. En el punto cero de su mente estaba
vacío. Al mediodía llegó Richard. Dos
días después el estado crítico de
Cristina aumentó. Sintió nauseas y
vomitó. El dolor se hizo más agudo. Tras un
desfile de antepasados muertos, ahora en mente semi
consciente, murió. A su lado estaban: su sobrina Rosa,
Henry, Charito, Richard y el médico que la
atendía, murió.
Para Charito fue un golpe desgarrador. La muerte
había clavado su aguijón en su alma.
Experimentó en su pecho una sensación de
vacío nunca antes sentida. Durante largo rato estuvo
contemplándola y resumiendo todo lo que Cristina
había hecho por ella. Le debía la vida que es
lo más importante en los mortales.
A Richard lo afectó mucho la muerte de su
Cristina. A ambos sólo les quedaba el consuelo de que
habían hecho todo lo posible por salvarla y fue
cuidada con esmero. Dos días después Charito y
su padre retornaron a Miami.
Los días fueron pasaron y el dolor producido
por la muerte de Cristina se fue mitigando.
Una nueva vida en Zulema y Charito comenzó a
dar los primeros pasos. Ahora harían todo lo posible
por encontrar a Vitia, supuesta hermana de Charito, y con
ella quizás la revelación de otros
secretos.
13
Zulema cogió el mando a distancia del televisor y
oprimió las engomadas teclas para sintonizar el canal 41.
Cuando la imagen salió estaban entrevistando a una
muchacha que había llegado de Cuba clandestinamente en una
balsa que naufragó y sus padres habían perecido
ahogados. Era Vitia. Zulema e estremeció.
¿Cómo era posible tanta casualidad? La entrevista
estaba a punto de terminar. El periodista hacía las
últimas preguntas a la entrevistada que, entre sollozos,
narraba las escenas horribles del naufragio y muerte de sus
padres.
Despavorida llama a Charito.
_¡Charito! ¡Charito! ¡Corre, mira
esto!
Ella estaba en su cuarto y salió
asustada.
__¿Qué sucede, Zulema?
Zulema le indicó con el índice derecho la
pantalla del televisor. Cuando ella miró y vio que estaban
entrevistando a Vitia se impresionó. No lo creía.
¿Cómo era posible anta casualidad? Abrió su
boca desmesuradamente, en señal de asombro, y con una de
sus manos se la tapó.
__! Es ella! ¡Qué casualidad! ¡Pero
si es idéntica a mí!
El periodista hizo un comentario sobre lo sucedido y
acuso ¨al régimen de Fidel Castro de todos aquellos
horribles hechos¨.
El lema del programa era:
¨Cubanos que huyen del comunismo encuentran la
muerte¨.
__¿Dijo algo importante?_preguntó
Charito.
__No se. Deberíamos llamar a esa emisora, pero no
sabemos el número de teléfono y Rita bajó a
su casa un momento.
El programa terminó y comenzaron los comerciales.
Zulema apagó el televisor. Momentos después
llegó Rita y luego Richard.
__Papá, si hubieras llegado antes, hubieras
conocido a Vitia. La entrevistaron en el canal 41.__dijo Charito
entusiasmada.
__¿Dijo algo relacionado con…
Zulema se interpuso.
__Ya la entrevista se estaba acabando. Al parecer
narró lo del hundimiento de la embarcación y la
muerte de sus padres.
__Papá, llama a emisora y habla con el periodista
que le hizo la entrevista y pregúntale dónde se
puede localizar a Vitia.
A Richard no le gustó mucho la idea y lo
reflejó en su cara.
_Parece que no te gusta mucho la idea de que yo busque
a…
_No pienses eso, Charito. Yo después lo
haré o voy a la emisora y hablo con ese periodista. Te lo
prometo.
_Zulema dijo:
_Creo que es un tal…no, no, recuerdo el
nombre.
_Se quien es. Lo conozco, pero luego…
__Hazlo cuanto antes._le sugirió
Charito.
Richard fue hasta la cocina en busca del termo y
tomó café. Zulema fue tras él y rodeó
su cuerpo con ambas manos. El se viró y le rozó la
barbilla con la nariz varias veces, luego la besó
ligeramente en los labios.
_ ¿Te vas, cariño?
_Si. Después del almuerzo. Tengo que ir al
hospital a resolver unos asuntos de trabajo.
__ ¿Cuándo me vas a llevar?
__Hoy mismo. Debes prepararte bien. Vas a trabajar
allí.
Lo dicho por Richard le tomó por sorpresa y la
alegría fue inmensa. Lo abrazó y lo besó
varias veces.
__! Qué alegría! No sabes cuánto
significa para mi trabajar de nuevo…y más
contigo.
Charito fue hasta ellos.
_ ¿Y yo qué, papá?
__Tú vas a estudiar.
__¿A estudiar? ¿Qué
cosa?
Rita intervino:
__Eres joven todavía y puedes hacer una carrera.
Aquí hay que saber mucho para prosperar._lo dijo y
asintió varias veces con su cabeza.
__Primero aprenderás inglés en un
instituto. Luego estudiarás lo que te guste.
Charito lo abrazó y lo besó.
__Quiero estudiar arquitectura como mi abuelo. Si
tú crees que puedas pagarme esa carrera más
adelante…
_Ya veremos. Ahora, inglés. _le contestó y
se quedó unos instantes en silencio. Recordó a su
padre.
_Qué te pasa, papá?
_Nada, recordaba a mi viejo. Estudiarás
Arquitectura, te lo prometo.
_Pero antes buscaré a Vitia,
papá.
__Vaya manía…
___Dios nos ayudará. Hay algo dentro de mí
que me dice que la encontraremos._dijo Charito.
__Si te lo presientes, se dará. Creo en esas
cosas, niña._dijo Rita desde la cocina.
Zulema entró a su cuarto a prepararse para salir
con Richard. Rita anunció el almuerzo y minutos todos
estaban sentados a la mesa devorando un exquisito potaje de
frijoles negros con arroz blanco, chicharrones y plátanos
maduros fritos. Todo a lo cubano.
– – –
Los días pasaron y tanto una como otra se fueron
acostumbrando a la nueva vida. Zulema atendía la
dirección del hospital de Richard y Charito estudiaba
inglés en las noches.
Charito y Zulema se fueron de compras. En Flagler, calle
que deslumbra a los cubanos recién llegados, por sus
tiendas repletas de productos de todo tipo y para todos usos; sus
luminarias, y sus exclusividades. Estuvieron en Burdine´s
Baker´s; y en la 47: El Siglo XX, La Casa de los Tres
Centavos y otras tiendas donde compraron ropas de modelos a sus
gustos y zapatos de buena calidad.
El ambiente de la 47 es tentador. Allí se
satisface cualquier deseo. Frecuentemente se escuchan mucho las
canciones de Celia Cruz u otro conocido cantante cubano
amenizando el ambiente. Es allí en aquellas tiendas; ante
un universo de productos de todo tipo y marcas, precios y usos,
donde el cubano o cualquier latino exiliado piensa con mucha
lógica: ¨Debí de haber venido mucho
antes¨.
En aquel macromundo de ensueños comerciales la
gente se olvida de sus raíces; de sus tribulaciones u
obligaciones, y sólo retornan a sus mentes las deudas; el
pago de las rentas y el costo de la vida, cuando meten las manos
en sus boldillos para pagar sus compras
A media mañana, después de comprar todo lo
que necesitaban, se sentaron en una cafetería para comer
pan con bistec acompañado de una Coca-Cola bien
fría.
Charito se veía de lo más mona con un
sombrerito de plumas que se compró. Luego caminaron por la
Calle 8 y sucedió lo inesperado.
¿Milagro de Dios? ¿Alucinación? No.
¡Realidad, y de la buena! Zulema descubre una muchacha
ojeando un The Miami News sentada es un banco quizás en
espera de alguien. Era Vitia. Esta vez la tenían al
alcance de sus manos. Zulema se detuvo. No hallaba como
decírselo a su acompañante. Estaba rígida.
Abrió su boca como se estuviera en un bostezo
interminable.
Charito, al verla en aquel estado, se
asustó.
_¿Qué te sucede, te sientes mal?
¿Te hizo daño el pan con bistec?
Zulema levantó su mano derecha y con el
índice apuntó hacia el asiento donde estaba
Vitia.
_Mira quien está ahí. ¡Es
ella!
_¿Dónde?_preguntó Charito
asustada.
Zulema volvió a indicar.
__!Allí. Mírala. Es ella,
Vitia.!
Charito se estremeció cuando la vio.
Sintió que la sangre se le helaba en el cuerpo. Su
corazón quería estallar. Le pareció como si
su alma, de repente, se hubiera incendiado. ¨Es obra de mi
Virgencita y de Dios¨. Pensó.
Se acercaron a Vitia, que entretenida en la lectura, no
había advertido la presencia de las dos mujeres que tanto
la habían buscado.
_! Vitia!_dijo Zulema.
Ella se asombró al escuchar su nombre en aquel
lugar. Apartó el periódico y
respondió:
__ ¿Quién es usted?_preguntó con el
seño fruncido y se puso de pie.
Zulema la besó y le dijo su nombre, luego lo hizo
Charito. Cuando besó a su posible hermana se quedó
mirándola fijamente. Los ojos de Charito y los de Vitia se
encontraron en una mirada larga y penetrante. Entonces,
endiablados sentimientos produjeron lágrimas en
ambas.
Los parecidos eran increíbles. Vitia, sin salir
de su asombro rompió el silencio.
_¿Quién tú eres, somos
idénticas?
__Somos gemelas. No me cabe la menor duda._dijo Charito
asintiendo_ Supe de ti por Chela.
_!Chela! ¿Conocen a Chela?
_Si. Sabemos mucho de ti por ella. Es nuestra amiga y
sufrió mucho lo que le sucedió a tus
padres.
_Es mi madrina. No la olvido. ¿Qué les
dijo de mi?
_Nos enseñó fotos de ti y tu familia.
Cuando vimos las fotos descubrimos que…bueno eres
idéntica a Charito._dijo Zulema entusiasmada.
Las tres se sentaron. Vitia en medio de las
dos.
Charito le contó la historia de cómo ella
fue encontrada en el tronco de una Ceiba por Cristina y ella y
Richard la criaron como una hija natural. Le contó muchas
cosas de su vida, y Vitia en medio de los relatos hechos por
Charito descubrió que coincidían con muchas cosas
sucedidas a ella.
Poco a poco fue naciendo en ellas un sentimiento de
familiaridad que iría creciendo con el tiempo.
Luego Vitia comenzó su historia. Lo más
sorprendente de la misma fue lo sucedido en los momentos
terribles del naufragio.
_Mi padre ya se había ahogado. Mi madre luchaba
por llegar a donde yo estaba pero las fuerzas le faltaban. Yo
gritaba aterrada y pedía auxilio en medio de aquellas
aguas oscuras y revueltas, pero nadie me oía. Entonces
ella antes de morir dijo lo que yo nunca
esperaba…
Sollozó. Estaba visiblemente nerviosa.
_Contrólate, Vitia. Es duro, pero tienes que
controlarte._dijo Charito.
_Mi madre…o la que yo creía que era mi
madre me dijo: ¨Vitia, busca a tu madre…a tu verdadera
madre…búscala¨. No dijo nada más. El mar
se la tragó. Al dolor de verlos morir de aquella manera
delante de mi se unió esto último. Ahora todos los
días pienso en eso. Lo último que ella me dijo me
da vueltas y más vueltas en la cabeza.
_No has encontrado a tu madre, pero a tu hermana
si._dijo Zulema sonriendo.
Fue un misterio. Fue un arranque de sentimientos cuya
confusión dejaba de serlo. Fue un impulso de ambos
corazones: las dos se pusieron de pie y se fundieron en un
abrazo. Ambas lloraron. Zulema lagrimeó.
_! Somos hermanas, Vitia!_lo dijo entre
sollozos.
_! Si. Es así. Somos hermanas! Me legro mucho,
Charito, nuestra madre es la misma. A lo mejor un día
damos con ella. La buscaremos. Y cuando la encontremos no nos
quedará otro remedio que perdonarla._Vitia lo dijo muy
emocionada.
_ ¿Por qué, _preguntó
Zulema.
__Quizás ella no tuvo la culpa. Eso a lo mejor no
lo sabremos nunca._comentó Vitia.
Se separaron.
_Vitia, quiero que vayas conmigo a casa. Allí
conocerás al que me crió como un padre._
¿Vienes?
_Si, pero estoy en una organización que pertenece
a la iglesia católica y debo ir a allá para
explicarle todo esto. Les diré que encontré a
mí…
_Le dirás que encontraste a tu hermana y te vas a
vivir con ella._dijo Zulema.
__Iremos contigo, Vitia. A lo mejor ellos no lo creen.
Bueno esto no es fácil de creer. ¡Las cosas de Dios
son así!
_Entonces, vamos._dijo Vitia y alquilaron un taxi.
Fueron hasta el lugar señalado por ella e hicieron todos
los trámites. Ambas contaron sus historias a los
responsables del lugar y estos se quedaron atónitos. Por
fin, Vitia recogió sus pertenencias y las tres se
dirigieron a casa de Richard.
Tanto a él como a Rita les costó trabajo
creer aquello. Pero la realidad era implacable e iba poniendo las
cosas en su lugar. Vitia se quedó a vivir con ellos y al
cabo de unos días ambas se fueron acostumbrando a vivir
como hermanas. Vestían iguales. Las dos estudiaron
inglés en el mismo instituto.
Zulema continuó laborando en el hospital. Una vez
terminado el curso de inglés, las gemelas matricularon en
la Universidad Internacional de la Florida y estudiaron
arquitectura. Allí conocieron dos estudiantes, uno
mexicano y otro chileno, se enamoraron y se casaron el mismo
día, una vez terminados los estudios. Luego vinieron los
nietos que Richard y Zulema se adueñaron de
ellos.
Ricardito continuaba cumpliendo los ocho años de
cárcel por drogas y Mónica seguía en Cuba
con su media naranja, que al parecer, le había ido muy
bien con ella. Ella no tenía idea de viajar a los Estados
Unidos. Con la Mora y Chela hablaban todas las semanas por
teléfono. Como siempre, en las conversaciones no faltaban
las promesas de volverse a ver.
Richard y Zulema, ahora abuelos, sintieron la misma
alegría que sintió Cristina cuando encontró
y convirtió a Charito en su hija. Las gemelas nunca
encontraron a su madre.
Sus vidas, allá en Cuba, con sus alegrías
y tristezas; sus aciertos y desaciertos, anhelos y esperanzas,
continuaron en los Estados Unidos donde los cambios no torcieron
su anhelo de volver un día a la isla más bella del
mundo. Todo sucedió bajo el mismo cielo.
Fin.
Autor:
Aníbal Alvarez Pérez
Nombre artístico:
Ernest Brandy
1948. Libros escritos: El rapto de la Ley. La Ronda de
los Olivos, La Búsqueda del Dragón, El Crucifijo, y
Cuentos para adolescentes; registradas en Granada. España.
Poesías publicadas en Barcelona.
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