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Bajo el mismo cielo (Novela) (página 7)




Enviado por Ernest Brandy



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

  • Richard la miró compasivamente. Como
    médico, sabía cual sería el desenlace a
    corto plazo. Charito disimuló su tristeza, y sin
    esperanza alguna, le dio ánimos. Cristina se
    acomodó en la cama con una expresión de fatiga
    y debilidad extrema. Había perdido casi la mitad de su
    peso corporal y unas ojeras pronunciadas rodeaban sus ojos de
    poco brillo y mirar cansado.

  • Richard la miraba y un sinnúmero de recuerdos
    pasaban por su mente. Ella le había criado sus hijos;
    había estado junto a él muchos años en
    las buenas y en las malas. Cristina le había sido fiel
    siempre. Pocas veces habían estado en desacuerdos y
    jamás se faltaron al respeto. Todo cambió
    cuando apareció Zulema en su vida. Hasta ese momento,
    nunca había sido capaz de lastimarla. Ahora un
    sentimiento de culpa; un deseo inmenso de pedirle
    perdón se apoderó de él. Sintió
    que tenía que hacerlo. Estaba seguro que, ella que
    vivía los últimos momentos de su vida, lo
    perdonaría. ¨No puedo dejarla morir ir sin
    hacerlo¨. ¨No me lo perdonaría nunca¨.
    Pensaba una y otra vez, pero no lo quería hacer en
    presencia Charito.

  • El hablar desfallecido de Cristina, el aspecto de su
    físico en franco deterioro, su mirada, como
    implorándole a Dios que acabara de una vez con su vida
    lo atormentaba, le oprimía el pecho y le desgajaba el
    alma.

  • __! Agua! ¡Agua!

  • Richard tomó un trozo de algodón lo
    mojó y se lo puso en los labios. Luego los
    volvió a mojar, se lo acercó a la boca, lo
    oprimió ligeramente y un débil chorro de agua
    entró en la boca de la enferma.

  • __¿Quieres algo, mamá?

  • __No. Todo lo que me dan lo vomito.__lo dijo y
    cerró sus ojos, luego los volvió a abrir.
    Respiraba con dificultad a pesar de que tenía el
    conducto de oxígeno puesto en su nariz.

  • _Voy al baño. Vengo enseguida._dijo Charito,
    se puso de pie y salió. Richard y ella se quedaron
    solos. Se miraron. La mirada fue larga, profunda y llena de
    mensajes. No eran necesarias las palabras.

  • Richard rompió el silencio. Tomó una
    de sus manos con las suyas, las llevó a sus labios y
    las besó.

  • __Es el momento de pedirte perdón. Se que no
    lo merezco pero no puedo dejar de hacerlo._una vez que lo
    dijo bajó su cabeza.

  • El tiempo había hecho posible que las partes
    heridas y retorcidas de su alma, provocadas por la
    relación de Richard con Zulema, sanaran. De no haber
    sido así, hubieran revotado todos los arrepentimientos
    y compasiones que él le manifestara en aquellas horas
    finales de su vida.

  • __No tengo que perdonarte por nada, Richard. Nunca
    dejé de quererte. A veces pienso que no jugué
    un buen papel contigo y por eso
    tú…__tosió.

  • _Calla. No digas nada. Yo tuve toda la
    culpa.

  • _Se que me estoy muriendo. Te pido que no abandones
    nunca a Charito. Cuídamela. Bien sabes que no la
    parí, pero la quiero como si lo hubiera hecho. Ella es
    nuestra.__lo dijo y las lágrimas rodaron por sus
    mejillas descoloridas. Richard la escuchaba y respiraba
    profundo. Ella hablaba y él le pasaba suavemente la
    mano por su cabeza y algunas veces por la frente. Por
    último cogió una de sus manos y la
    besó.

  • _Lo haré. Pero no pienses que tú te
    vas a morir. Tú…

  • __Si, Richard. Esto es perdón y despedida. No
    trates de consolarme engañándome. Ya no tengo
    vida. Le pido a Dios que lo haga cuanto antes. Además
    ya tengo lo que tanto le pedí: verlos a ustedes. Estar
    con mi hija y contigo en estos momentos.

  • _No hables más, descansa. Trata de dormirte
    un rato más.

  • Cristina obedeció sin hacerse rogar,
    cerró los ojos y se quedó dormida. El la
    arropó con las sábanas y se dejó caer en
    el sillón junto a la cama. Permaneció en
    silencio unos instantes observando el pálido rostro de
    la que fue su esposa ahora más avejentada por la
    enfermedad. Se puso de pie y salió rumbo a la sala
    donde estaban Rosa, su esposo y Charito. Rosa les explicaba a
    ambos todo lo relacionado con la enfermedad de Cristina y los
    medicamentos indicados. Les contó sobre los momentos
    más críticos que había tenido hasta ese
    momento. Charito no dejaba de lamentarse.

  • Richard al día siguiente retornó a
    Miami porque era propietario de un hospital y cuatro
    edificios de apartamentos que tenía rentados a
    cubanos, mexicanos y dominicanos y esos negocios tenía
    que controlarlos personalmente. Iba por la carretera pensando
    que quizás la muerte de Cristina ocurriera estando
    él ausente. ¨Despues que deje todo en orden,
    retorno a Atlanta de inmediato.

  • Tres días después Cristina
    había empeorado. Su estado se tornó más
    crítico. Hubo pérdida de los reflejos y de
    conciencia esporádicamente. La muerte era inminente.
    Esa noche Charito se quedó junto a ella, pues Rosa lo
    había hecho la noche anterior. Por la tarde le
    había dado fiebre alta. La flema contenida en su
    garganta le producía ronquidos constantes. Su palidez
    se acentuó.

  • Sentada en un cómodo balance situado junto a
    la cama, Charito la miraba con tristeza. No tenía
    nociones de que su madre tuviera o no consciente. De repente,
    Cristina movió los labios y habló muy bajo. Lo
    que Charito escuchó fue un murmullo casi
    imperceptible.

  • __¿Quieres algo, mamá?

  • Ella inclinó ligeramente la cabeza hacia su
    hija. Luego repitió lo dicho, pero esta vez con
    más nitidez.

  • _! Mamá! ¡Mamá!_dijo Cristina
    con la mirada perdida en los ojos de su hija. Lo inmortal en
    ella estaba a punto de dejar de ser de este mundo. Entre un
    pensamiento y otro era cada vez más dilatado el
    tiempo. En sus fugaces recuerdos muchas veces el protagonista
    no era ella. Estaba en ese estado en que se deja de tener
    conciencia del cuerpo; no hay sensación del pasado ni
    el presente.

  • _Soy yo que está a tu lado, mamá
    Cristina. ¿Quieres algo?

  • __Mamá, te veo…

  • __ ¿Tú me conoces?

  • Cristina ni aseveró ni negó.
    ¨Parece que está inconciente
    ¨_pensó.

  • Comprobó el estado mental de su
    madre.

  • _ ¿Quién está a tu lado,
    mamá Cristina?_le preguntó ansiosa y triste
    Charito.

  • __Eres…la muñeca…con la que yo
    jugaba cuando…

  • __Mamá, soy yo, Charito.

  • Fue inútil. Cerró los ojos y
    calló.

  • Entonces estuvo segura que Cristina deliraba.
    Después, sucedió algo impresionante y
    misterioso. A medianoche a Charito el cansancio y el
    sueño la vencía. Para no dormirse tenía
    que sacudir la cabeza fuertemente. Fue entonces cuando
    sucedió lo inesperado.

  • Se quedó paralizada al contemplar como del
    cuerpo del su madre se separaba otro que era el suyo. El
    cuerpo que flotaba, o levitaba, era de composición
    etérea. Horizontalmente subió lento hacia el
    techo. No llegó a chocar con el mismo sino que, al
    aproximarse, dejó de verse. Parecía que su
    madre partía.

  • Charito ese asustó tanto que se quedó
    inmóvil y no pudo articular palabra alguna. Aquello le
    pareció un mal presagio. Entonces monologó
    consigo misma:

  • ¨Primero vio a su madre muerta hace muchos
    años y ahora esto que ocurrió.¨
    Pensó. ¨Una vez oí decir, allá en
    Cuba, que cuando los enfermos graves ven a aun familiar
    muerto es que vienen a buscarlo.¨ ¨!Dios mío
    protege a mi mamá!¨

  • Charito se controló. Por su parte, Cristina
    no dijo nada más. En el punto cero de su mente estaba
    vacío. Al mediodía llegó Richard. Dos
    días después el estado crítico de
    Cristina aumentó. Sintió nauseas y
    vomitó. El dolor se hizo más agudo. Tras un
    desfile de antepasados muertos, ahora en mente semi
    consciente, murió. A su lado estaban: su sobrina Rosa,
    Henry, Charito, Richard y el médico que la
    atendía, murió.

  • Para Charito fue un golpe desgarrador. La muerte
    había clavado su aguijón en su alma.
    Experimentó en su pecho una sensación de
    vacío nunca antes sentida. Durante largo rato estuvo
    contemplándola y resumiendo todo lo que Cristina
    había hecho por ella. Le debía la vida que es
    lo más importante en los mortales.

  • A Richard lo afectó mucho la muerte de su
    Cristina. A ambos sólo les quedaba el consuelo de que
    habían hecho todo lo posible por salvarla y fue
    cuidada con esmero. Dos días después Charito y
    su padre retornaron a Miami.

  • Los días fueron pasaron y el dolor producido
    por la muerte de Cristina se fue mitigando.

  • Una nueva vida en Zulema y Charito comenzó a
    dar los primeros pasos. Ahora harían todo lo posible
    por encontrar a Vitia, supuesta hermana de Charito, y con
    ella quizás la revelación de otros
    secretos.

  • 13

    Zulema cogió el mando a distancia del televisor y
    oprimió las engomadas teclas para sintonizar el canal 41.
    Cuando la imagen salió estaban entrevistando a una
    muchacha que había llegado de Cuba clandestinamente en una
    balsa que naufragó y sus padres habían perecido
    ahogados. Era Vitia. Zulema e estremeció.
    ¿Cómo era posible tanta casualidad? La entrevista
    estaba a punto de terminar. El periodista hacía las
    últimas preguntas a la entrevistada que, entre sollozos,
    narraba las escenas horribles del naufragio y muerte de sus
    padres.

    Despavorida llama a Charito.

    _¡Charito! ¡Charito! ¡Corre, mira
    esto!

    Ella estaba en su cuarto y salió
    asustada.

    __¿Qué sucede, Zulema?

    Zulema le indicó con el índice derecho la
    pantalla del televisor. Cuando ella miró y vio que estaban
    entrevistando a Vitia se impresionó. No lo creía.
    ¿Cómo era posible anta casualidad? Abrió su
    boca desmesuradamente, en señal de asombro, y con una de
    sus manos se la tapó.

    __! Es ella! ¡Qué casualidad! ¡Pero
    si es idéntica a mí!

    El periodista hizo un comentario sobre lo sucedido y
    acuso ¨al régimen de Fidel Castro de todos aquellos
    horribles hechos¨.

    El lema del programa era:

    ¨Cubanos que huyen del comunismo encuentran la
    muerte¨.

    __¿Dijo algo importante?_preguntó
    Charito.

    __No se. Deberíamos llamar a esa emisora, pero no
    sabemos el número de teléfono y Rita bajó a
    su casa un momento.

    El programa terminó y comenzaron los comerciales.
    Zulema apagó el televisor. Momentos después
    llegó Rita y luego Richard.

    __Papá, si hubieras llegado antes, hubieras
    conocido a Vitia. La entrevistaron en el canal 41.__dijo Charito
    entusiasmada.

    __¿Dijo algo relacionado con…

    Zulema se interpuso.

    __Ya la entrevista se estaba acabando. Al parecer
    narró lo del hundimiento de la embarcación y la
    muerte de sus padres.

    __Papá, llama a emisora y habla con el periodista
    que le hizo la entrevista y pregúntale dónde se
    puede localizar a Vitia.

    A Richard no le gustó mucho la idea y lo
    reflejó en su cara.

    _Parece que no te gusta mucho la idea de que yo busque
    a…

    _No pienses eso, Charito. Yo después lo
    haré o voy a la emisora y hablo con ese periodista. Te lo
    prometo.

    _Zulema dijo:

    _Creo que es un tal…no, no, recuerdo el
    nombre.

    _Se quien es. Lo conozco, pero luego…

    __Hazlo cuanto antes._le sugirió
    Charito.

    Richard fue hasta la cocina en busca del termo y
    tomó café. Zulema fue tras él y rodeó
    su cuerpo con ambas manos. El se viró y le rozó la
    barbilla con la nariz varias veces, luego la besó
    ligeramente en los labios.

    _ ¿Te vas, cariño?

    _Si. Después del almuerzo. Tengo que ir al
    hospital a resolver unos asuntos de trabajo.

    __ ¿Cuándo me vas a llevar?

    __Hoy mismo. Debes prepararte bien. Vas a trabajar
    allí.

    Lo dicho por Richard le tomó por sorpresa y la
    alegría fue inmensa. Lo abrazó y lo besó
    varias veces.

    __! Qué alegría! No sabes cuánto
    significa para mi trabajar de nuevo…y más
    contigo.

    Charito fue hasta ellos.

    _ ¿Y yo qué, papá?

    __Tú vas a estudiar.

    __¿A estudiar? ¿Qué
    cosa?

    Rita intervino:

    __Eres joven todavía y puedes hacer una carrera.
    Aquí hay que saber mucho para prosperar._lo dijo y
    asintió varias veces con su cabeza.

    __Primero aprenderás inglés en un
    instituto. Luego estudiarás lo que te guste.

    Charito lo abrazó y lo besó.

    __Quiero estudiar arquitectura como mi abuelo. Si
    tú crees que puedas pagarme esa carrera más
    adelante…

    _Ya veremos. Ahora, inglés. _le contestó y
    se quedó unos instantes en silencio. Recordó a su
    padre.

    _Qué te pasa, papá?

    _Nada, recordaba a mi viejo. Estudiarás
    Arquitectura, te lo prometo.

    _Pero antes buscaré a Vitia,
    papá.

    __Vaya manía…

    ___Dios nos ayudará. Hay algo dentro de mí
    que me dice que la encontraremos._dijo Charito.

    __Si te lo presientes, se dará. Creo en esas
    cosas, niña._dijo Rita desde la cocina.

    Zulema entró a su cuarto a prepararse para salir
    con Richard. Rita anunció el almuerzo y minutos todos
    estaban sentados a la mesa devorando un exquisito potaje de
    frijoles negros con arroz blanco, chicharrones y plátanos
    maduros fritos. Todo a lo cubano.

    – – –

    Los días pasaron y tanto una como otra se fueron
    acostumbrando a la nueva vida. Zulema atendía la
    dirección del hospital de Richard y Charito estudiaba
    inglés en las noches.

    Charito y Zulema se fueron de compras. En Flagler, calle
    que deslumbra a los cubanos recién llegados, por sus
    tiendas repletas de productos de todo tipo y para todos usos; sus
    luminarias, y sus exclusividades. Estuvieron en Burdine´s
    Baker´s; y en la 47: El Siglo XX, La Casa de los Tres
    Centavos y otras tiendas donde compraron ropas de modelos a sus
    gustos y zapatos de buena calidad.

    El ambiente de la 47 es tentador. Allí se
    satisface cualquier deseo. Frecuentemente se escuchan mucho las
    canciones de Celia Cruz u otro conocido cantante cubano
    amenizando el ambiente. Es allí en aquellas tiendas; ante
    un universo de productos de todo tipo y marcas, precios y usos,
    donde el cubano o cualquier latino exiliado piensa con mucha
    lógica: ¨Debí de haber venido mucho
    antes¨.

    En aquel macromundo de ensueños comerciales la
    gente se olvida de sus raíces; de sus tribulaciones u
    obligaciones, y sólo retornan a sus mentes las deudas; el
    pago de las rentas y el costo de la vida, cuando meten las manos
    en sus boldillos para pagar sus compras

    A media mañana, después de comprar todo lo
    que necesitaban, se sentaron en una cafetería para comer
    pan con bistec acompañado de una Coca-Cola bien
    fría.

    Charito se veía de lo más mona con un
    sombrerito de plumas que se compró. Luego caminaron por la
    Calle 8 y sucedió lo inesperado.

    ¿Milagro de Dios? ¿Alucinación? No.
    ¡Realidad, y de la buena! Zulema descubre una muchacha
    ojeando un The Miami News sentada es un banco quizás en
    espera de alguien. Era Vitia. Esta vez la tenían al
    alcance de sus manos. Zulema se detuvo. No hallaba como
    decírselo a su acompañante. Estaba rígida.
    Abrió su boca como se estuviera en un bostezo
    interminable.

    Charito, al verla en aquel estado, se
    asustó.

    _¿Qué te sucede, te sientes mal?
    ¿Te hizo daño el pan con bistec?

    Zulema levantó su mano derecha y con el
    índice apuntó hacia el asiento donde estaba
    Vitia.

    _Mira quien está ahí. ¡Es
    ella!

    _¿Dónde?_preguntó Charito
    asustada.

    Zulema volvió a indicar.

    __!Allí. Mírala. Es ella,
    Vitia.!

    Charito se estremeció cuando la vio.
    Sintió que la sangre se le helaba en el cuerpo. Su
    corazón quería estallar. Le pareció como si
    su alma, de repente, se hubiera incendiado. ¨Es obra de mi
    Virgencita y de Dios¨. Pensó.

    Se acercaron a Vitia, que entretenida en la lectura, no
    había advertido la presencia de las dos mujeres que tanto
    la habían buscado.

    _! Vitia!_dijo Zulema.

    Ella se asombró al escuchar su nombre en aquel
    lugar. Apartó el periódico y
    respondió:

    __ ¿Quién es usted?_preguntó con el
    seño fruncido y se puso de pie.

    Zulema la besó y le dijo su nombre, luego lo hizo
    Charito. Cuando besó a su posible hermana se quedó
    mirándola fijamente. Los ojos de Charito y los de Vitia se
    encontraron en una mirada larga y penetrante. Entonces,
    endiablados sentimientos produjeron lágrimas en
    ambas.

    Los parecidos eran increíbles. Vitia, sin salir
    de su asombro rompió el silencio.

    _¿Quién tú eres, somos
    idénticas?

    __Somos gemelas. No me cabe la menor duda._dijo Charito
    asintiendo_ Supe de ti por Chela.

    _!Chela! ¿Conocen a Chela?

    _Si. Sabemos mucho de ti por ella. Es nuestra amiga y
    sufrió mucho lo que le sucedió a tus
    padres.

    _Es mi madrina. No la olvido. ¿Qué les
    dijo de mi?

    _Nos enseñó fotos de ti y tu familia.
    Cuando vimos las fotos descubrimos que…bueno eres
    idéntica a Charito._dijo Zulema entusiasmada.

    Las tres se sentaron. Vitia en medio de las
    dos.

    Charito le contó la historia de cómo ella
    fue encontrada en el tronco de una Ceiba por Cristina y ella y
    Richard la criaron como una hija natural. Le contó muchas
    cosas de su vida, y Vitia en medio de los relatos hechos por
    Charito descubrió que coincidían con muchas cosas
    sucedidas a ella.

    Poco a poco fue naciendo en ellas un sentimiento de
    familiaridad que iría creciendo con el tiempo.

    Luego Vitia comenzó su historia. Lo más
    sorprendente de la misma fue lo sucedido en los momentos
    terribles del naufragio.

    _Mi padre ya se había ahogado. Mi madre luchaba
    por llegar a donde yo estaba pero las fuerzas le faltaban. Yo
    gritaba aterrada y pedía auxilio en medio de aquellas
    aguas oscuras y revueltas, pero nadie me oía. Entonces
    ella antes de morir dijo lo que yo nunca
    esperaba…

    Sollozó. Estaba visiblemente nerviosa.

    _Contrólate, Vitia. Es duro, pero tienes que
    controlarte._dijo Charito.

    _Mi madre…o la que yo creía que era mi
    madre me dijo: ¨Vitia, busca a tu madre…a tu verdadera
    madre…búscala¨. No dijo nada más. El mar
    se la tragó. Al dolor de verlos morir de aquella manera
    delante de mi se unió esto último. Ahora todos los
    días pienso en eso. Lo último que ella me dijo me
    da vueltas y más vueltas en la cabeza.

    _No has encontrado a tu madre, pero a tu hermana
    si._dijo Zulema sonriendo.

    Fue un misterio. Fue un arranque de sentimientos cuya
    confusión dejaba de serlo. Fue un impulso de ambos
    corazones: las dos se pusieron de pie y se fundieron en un
    abrazo. Ambas lloraron. Zulema lagrimeó.

    _! Somos hermanas, Vitia!_lo dijo entre
    sollozos.

    _! Si. Es así. Somos hermanas! Me legro mucho,
    Charito, nuestra madre es la misma. A lo mejor un día
    damos con ella. La buscaremos. Y cuando la encontremos no nos
    quedará otro remedio que perdonarla._Vitia lo dijo muy
    emocionada.

    _ ¿Por qué, _preguntó
    Zulema.

    __Quizás ella no tuvo la culpa. Eso a lo mejor no
    lo sabremos nunca._comentó Vitia.

    Se separaron.

    _Vitia, quiero que vayas conmigo a casa. Allí
    conocerás al que me crió como un padre._
    ¿Vienes?

    _Si, pero estoy en una organización que pertenece
    a la iglesia católica y debo ir a allá para
    explicarle todo esto. Les diré que encontré a
    mí…

    _Le dirás que encontraste a tu hermana y te vas a
    vivir con ella._dijo Zulema.

    __Iremos contigo, Vitia. A lo mejor ellos no lo creen.
    Bueno esto no es fácil de creer. ¡Las cosas de Dios
    son así!

    _Entonces, vamos._dijo Vitia y alquilaron un taxi.
    Fueron hasta el lugar señalado por ella e hicieron todos
    los trámites. Ambas contaron sus historias a los
    responsables del lugar y estos se quedaron atónitos. Por
    fin, Vitia recogió sus pertenencias y las tres se
    dirigieron a casa de Richard.

    Tanto a él como a Rita les costó trabajo
    creer aquello. Pero la realidad era implacable e iba poniendo las
    cosas en su lugar. Vitia se quedó a vivir con ellos y al
    cabo de unos días ambas se fueron acostumbrando a vivir
    como hermanas. Vestían iguales. Las dos estudiaron
    inglés en el mismo instituto.

    Zulema continuó laborando en el hospital. Una vez
    terminado el curso de inglés, las gemelas matricularon en
    la Universidad Internacional de la Florida y estudiaron
    arquitectura. Allí conocieron dos estudiantes, uno
    mexicano y otro chileno, se enamoraron y se casaron el mismo
    día, una vez terminados los estudios. Luego vinieron los
    nietos que Richard y Zulema se adueñaron de
    ellos.

    Ricardito continuaba cumpliendo los ocho años de
    cárcel por drogas y Mónica seguía en Cuba
    con su media naranja, que al parecer, le había ido muy
    bien con ella. Ella no tenía idea de viajar a los Estados
    Unidos. Con la Mora y Chela hablaban todas las semanas por
    teléfono. Como siempre, en las conversaciones no faltaban
    las promesas de volverse a ver.

    Richard y Zulema, ahora abuelos, sintieron la misma
    alegría que sintió Cristina cuando encontró
    y convirtió a Charito en su hija. Las gemelas nunca
    encontraron a su madre.

    Sus vidas, allá en Cuba, con sus alegrías
    y tristezas; sus aciertos y desaciertos, anhelos y esperanzas,
    continuaron en los Estados Unidos donde los cambios no torcieron
    su anhelo de volver un día a la isla más bella del
    mundo. Todo sucedió bajo el mismo cielo.

    Fin.

     

     

    Autor:

    Aníbal Alvarez Pérez

    Nombre artístico:

    Ernest Brandy

    1948. Libros escritos: El rapto de la Ley. La Ronda de
    los Olivos, La Búsqueda del Dragón, El Crucifijo, y
    Cuentos para adolescentes; registradas en Granada. España.
    Poesías publicadas en Barcelona.

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