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Mitología Nórdica 4. Frey y Freya



  1. Frey, dios de las
    tierras de los elfos
  2. El Cortejo a
    Gerda
  3. El Frey
    Histórico
  4. Culto a
    Frey
  5. La Fiesta de
    Jul
  6. Freya, diosa del
    amor
  7. Reina de las
    Valkirias
  8. Freya y
    Odur
  9. El Collar de
    Freya
  10. La Historia de
    Ottar y Angantyr
  11. Los Esposos de
    Freya
  12. El Culto a
    Freya

Frey, dios de las
tierras de los elfos

Frey o Fro, como se le
conocía en Alemania, era hijo de
Njörd y Nerthus, y vio la
luz en Vanaheim. Consiguientemente,
pertenecía a la raza de los Vanir,
divinidades del agua y del aire, pero fue cálidamente
bienvenido en Asgard cuando llegó
allí como rehén, junto a su padre. Ya que era
costumbre entre las naciones nórdicas conceder
algún regalo valioso a los niños cuando
salía el primer diente, los Aesir le
entregaron al joven Frey el bello reino de
Alfheim, o "Tierra de las Hadas", el lugar de los
elfos de la luz.

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Allí, Frey, el dios de la dorada
luz del Sol y de las cálidas lluvias de verano,
tomó su residencia, encantado con la
compañía de los elfos y los hados,
que implícitamente obedecían todas sus
órdenes y a la más mínima de sus
señales iban de acá para allá,
haciéndolo todo el bien en su poder, pues ellos eran
espíritus preeminentemente benéficos.

Frey también recibió de
los dioses una maravillosa espada, un símbolo de los rayos
del Sol, que tenía el poder de vencer en la lucha, por su
propia voluntad, tan pronto como fuera desenfundada de su vaina.
Frey la usaba especialmente contra los gigantes
de hielo, a quienes odiaba casi tanto como lo hacía
Thor y ya que portaba su reluciente arma, a veces
ha sido confundido con el dios de la espada, Tyr
o Saxnot.

Los enanos de Svartalfheim le dieron a
Frey el jabalí de cerdas de oro,
Gullinbursti ("el de las cerdas de oro"), una
personificación del Sol. Las relucientes cerdas de este
animal estaban consideradas como símbolos, o bien de los
rayos solares, o del grano dorado, que a su orden se ondulaba
sobre los campos de cosecha de Midgard, o de la
agricultura. Se suponía que el jabalí (rasgando la
tierra con su afilado colmillo) había sido el primero en
enseñar a la humanidad el arte del arado.

Frey cabalgaba a veces sobre el
maravilloso jabalí, cuya velocidad era increíble y
en otras ocasiones, lo enjaezaba a su carro dorado, que se
decía contenía frutas y flores que él
esparcía profusamente sobre la faz de la
Tierra.

Frey era, además, el orgulloso
propietario no sólo del intrépido corcel
Blodughofi, el cual cabalgaba a través del
fuego y el agua a sus órdenes, sino también del
barco mágico Skidbladnir, una
personificación de las nubes. Esta embarcación, que
navegaba sobre tierra y mar, era arrastrada siempre por vientos
favorables y era tan elástica que podía asumir
proporciones lo suficientemente grandes como para transportar a
los dioses, sus corceles y todo su equipaje, pero también
podía ser doblada hasta alcanzar el tamaño de una
servilleta y ser guardada en un bolsillo.

El Cortejo a
Gerda

En uno de los cuentos del Edda se relata
que Frey se aventuró en una ocasión
a ascender hasta el trono de Odín,
Hlidskjalf, desde cuyo elevado asiento su mirada
contemplaba todo el ancho mundo. Mirando hacia el Norte helado,
vio a un joven y bella doncella que entraba en la casa del
gigante de hielo Gymir y al elevar su mano para
asir el picaporte, su belleza radiante iluminó mar y
tierra.

Un momento más tarde, esta adorable criatura,
cuyo nombre era Gerda, y que es considerada como
la personificación de las relucientes luces del Norte, se
desvaneció dentro de la casa de su padre y
Frey regresó pensativamente hasta
Alfheim, con su corazón oprimido del
anhelo de convertir a esta bella doncella en su
esposa.

Enamorado profundamente, se tornó
melancólico y distraído en extremo, y
comenzó a comportarse tan extrañamente que su
padre, Njörd, se alarmó mucho por su
salud y le ordenó a su sirviente preferido,
Skirnir, que descubriera la causa de su repentino
cambio. Tras mucha persuasión, Skirnir
finalmente logró obtener de Frey el relato
de su ascensión a Hlidskjalf y de la
hermosa visión que había contemplado.
Confesó su amor y también su más profunda
desesperación, ya que Gerda era la hija de
Gymir y Angurboda y una familiar
del gigante asesinado Thjassi, por lo que
temía que nunca viera su petición
favorecida.

Skirnir, sin embargo, replicó de
forma consoladora que no veía la razón por la que
su señor veía el caso de forma pesimista y se
ofreció a ir y cortejar la doncella en su nombre, si
Frey le dejaba su corcel para el viaje y le
entregaba su reluciente espada como recompensa. Muy alegre ante
la perspectiva de ganarse a la bella Gerda, con
gusto le entregó a Skirnir la brillante
espada Saxnot y le dio permiso para que usara su
caballo. Pero pronto recayó en el estado de
ensimismamiento que se había hecho habitual en él
desde que se había enamorado y, por tanto, no se dio
cuenta de que Skirnir se encontraba
todavía cerca de él ni de cómo le robaba
astutamente el reflejo de su rostro desde la superficie del
arroyo cerca del cual se encontraba sentado, tras lo cual lo
aprisionó dentro de su cuerno de bebida, con la
intención de derramarlo en el vaso de
Gerda y con su belleza ganarse el corazón
de la giganta para el señor, para el cual estaba a punto
de irse de cortejo.

Con este retrato, junto a once manzanas doradas y el
anillo mágico Draupnir,
Skirnir partió hacia
Jotunheim, para cumplir con su embajada. Mientras
se acercaba a la morada de Gymir, oyó el
ruidoso y persistente aullar de sus perros guardianes, que eran
personificaciones de los vientos glaciares. Un pastor que se
encontraba velando por su rebaño cerca de él le
contó, ante sus preguntas, que sería imposible
acercarse a la casa, debido a la barrera de fuego que la rodeaba.
Pero Skirnir, sabiendo que
Blodughofi atravesaría cualquier fuego,
solamente espoleó su caballo y llegando ileso hasta la
puerta del gigante, se vio pronto anunciado ante la presencia de
la adorable Gerda.

Para tratar de que la bella doncella prestara
oído favorable a las propuestas de su señor,
Skirnir le mostró el retrato robado y
ofreció las manzanas doradas y el anillo mágico,
los cuales, sin embargo, ella rehusó altaneramente
aceptar, declarando que su padre tenía oro de
sobra.

Indignado ante su desdén, Skirnir
amenazó entonces decapitarla con su espada mágica,
pero ya que ello no asustó en lo más mínimo
a la doncella, y tranquilamente le desafió, tuvo que
recurrir a las artes mágicas. Grabando runas en su vara,
le comunicó a ella que a menos que cediera antes de que el
hechizo concluyera, se vería condenada o bien al celibato
eterno o a desposarse con algún gigante de hielo viejo a
quien ella nunca pudiera amar.

Aterrorizada hasta la sumisión ante la aterradora
descripción de su sombrío futuro en caso de que
persistiera en su negativa, Gerda
consintió finalmente convertirse en la esposa de
Frey; no obstante pidió para su padre la
mágica espada Saxnot, y se despidió
de Skirnir, prometiendo reunirse con su futuro
esposo en nueve noches, en la tierra de Buri, la
arboleda verde, donde ella disiparía su tristeza y le
haría feliz.

Encantado con su éxito, Skirnir
regresó veloz a Alfheim, donde le
recibió Frey ansioso de conocer el
resultado de su viaje. Cuando supo que Gerda
había consentido en convertirse en su esposa, su rostro se
iluminó por la alegría. Pero cuando
Skirnir le informó que tendría que
esperar nueve noches antes de poder contemplar a a su prometida,
volvió a entristecerse, declarando que el tiempo se le
haría interminable.

Una noche es larga, dos lo son
más.

¿Cómo podré esperar durante
nueve?

Antes un mes pasaba más
rápido

que media noche de bodas

A pesar de su abatimiento de amante, sin embargo, el
tiempo de espera llegó a su fin y Frey se
dirigió veloz y dichosamente hasta la verde arboleda,
donde fiel a su compromiso, encontró a
Gerda, la cual se convirtió en su feliz
esposa y se sentó orgulloso a su lado en su
trono.

Según los mitólogos, Gerda
no es una personificación de la aurora boreal, sino de la
Tierra, la cual, dura, fría e inflexible, se resiste a las
ofertas del dios de la primavera de adorno y fertilidad (las
manzanas y el anillo), desafía a los resplandecientes
rayos del Sol (la espada de Frey) y sólo
consiente recibir su beso cuando se entera que de otro modo se
verá condenada a la aridez perpetua o entregada
enteramente al poder de los gigantes de hielo (hielo y nieive).
Las nueve noches de espera son símbolos de los nueve meses
de invierno, al final de los cuales, la tierra se convierte en la
prometida del Sol, en los bosques donde los árboles
están brotando con hojas y flores.

Se dice que Frey y Gerda
se convirtieron en los padres de un hijo llamado
Fjolnir, cuyo nacimiento consoló a
Gerda por la pérdida de su hermano
Beli. Éste había atacado a
Frey y fiabía sido muerto por él,
aunque el dios del Sol, privado de su incomparable espada, se
había visto forzado a defenderse con un asta de venado que
había cogido apresuradamente de la pared de su
residencia.

Además del fiel Skirnir,
Frey tenía otros dos asistentes, una
pareja casada, Beyggvir y Beyla,
las personificaciones de los desperdicios y el estiércol
del molino, dos ingredientes que, al ser usados en la agricultura
con motivos fertilizantes, eran consiguientemente considerados
como fieles sirvientes de Frey, a pesar de sus
desagradables cualidades.

El Frey
Histórico

El poeta Snorri, en su Heimskringla, la
crónica de los antiguos reyes de Noruega, afirma que
Frey era un personaje histórico de nombre
Yngvifrey, que gobernó Upsala tras la
muerte de Odín y el
Njörd semihistóricos.

La gente disfrutó de tal prosperidad bajo su
gobierno, que creyeron que su rey era un dios. Por tanto,
comenzaron a invocarle como tal, llevando su entusiástica
admiración hasta tales extremos que, cuando murió,
los sacerdotes, sin osar revelar el suceso, le tendieron en un
gran túmulo en vez de incinerar su cuerpo como
había sido costumbre hasta entonces. Después
informaron a la gente que Frey, cuyo nombre era
el sinónimo nórdico de señor, se
había ido al túmulo, una expresión que se
convirtió posteriormente en la frase "vikingo para la
muerte".

No fue hasta tres años más tarde cuando la
gente, la cual había seguido pagando sus impuestos al rey
derramando monedas de oro, playa y cobre dentro del túmulo
a través de las tres aberturas diferentes,
descubrió que Frey estaba muerto. Ya que
la paz y la prosperidad se habían mantenido
ininterrumpidas, decretaron que su cadáver nunca se
vería incinerado y de esta manera inauguraron la costumbre
del entierro en el túmulo, que con el tiempo pasó a
sustituir la pira funeraria en muchos sitios.

Uno de los tres túmulos cerca de Gamla, Upsala,
aún lleva el nombre del dios. Sus estatuas fueron situadas
en el gran templo que se erigía allí y su nombre
era debidamente mencionado en todos los juramentos solemnes,
siendo la fórmula habitual "Así me ayude
Frey, Njörd y el
Todopoderoso As (Odín)".

Culto a
Frey

No se admitían armas dentro de los templos de
Frey, estando los más célebres
entre ellos situados en Trondheim, Noruega, y en Thvera,
Islandia. En esos templos se sacrificaban bueyes y caballos en su
honor, introduciéndose un anillo de oro dentro de la
sangre de la víctima antes de que el juramento
anteriormente mencionado se hiciera.

Las estatuas de Frey, como todas las del
resto de las divinidades nórdicas, eran bloques de madera
toscamente tallados y la última de estas sagradas
imágenes parece haber sido destruida por Olaf el Santo, el
cual convirtió a la fuerza a muchos de sus súbditos
al cristianismo.

Además de ser el dios del brillo del Sol, de la
fertilidad, de la paz y la prosperidad, Frey era
considerado el patrono de los caballos y de los jinetes y el
liberador de todos los cautivos.

La Fiesta de
Jul

Un mes de cada año, el mes de Jul o mes de
Thor, era sagrado para Frey al
igual que para Thor, el cual comenzaba en la
noche más larga del año, a la que se conocía
como la "Noche Madre". Este mes era tiempo de festejos y
regocijo, pues anunciaba el regreso del Sol. Este festival se
conocía como Jul o Yule (rueda), porque se suponía
que el Sol se crecía a una rueda girando
rápidamente a través del cielo.

Este parecido fue el origen de una costumbre curiosa en
Inglaterra, Alemania y las riberas del Mosela. Hace mucho tiempo,
la gente solía reunirse en asamblea anualmente en una
montaña para quemar una enorme rueda de madera, rodeada de
paja, la cual, ardiendo en llamas, era arrojada cuesta abajo por
una pendiente para que se sumergiera en agua con un
siseo.

Todas las razas nórdicas consideraban la fiesta
de Jul como la más importante del año y
solían celebrarla con bailes, banquetes y bebidas,
nombrándose a cada dios por su nombre. Los primeros
misioneros cristianos, percatándose de la extrema
popularidad de esta fiesta, pensaron que sería mejor
alentar a beber a la salud del Señor y de los doce
apóstoles cuando comenzaron a convertir a los paganos
nórdicos.

Este festejo era tan popular en Escandinavia, donde se
celebraba en enero, que el rey Olaf, viendo lo querido que era en
los corazones nórdicos, traspasó la mayoría
de sus prácticas al día de Navidad, haciendo de
esta manera bastante para que la gente ignorante se conformara
con su cambio de religión.

Como dios de la paz y la prosperidad,
Frey reapareció muchas veces supuestamente
sobre la Tierra y gobernó a los suecos bajo el nombre de
Yngvifrey, por lo que sus descendientes fueron
conocidos como Ynlings. También gobernó a los
daneses bajo el nombre de Fridleef. En Dinamarca
se dice que se casó con la bella doncella
Freygerda, a la cual rescató de un
dragón. Con ella tuvo un hijo de nombre
Frodi, el cual, con el debido tiempo, le
sucedió en el trono.

Frodi reinó en Dinamarca en los
días en los que había paz en todo el mundo, es
decir, en la era en la que Cristo nación en Belén
de Judea, y debido a que todos sus súbditos vivieron en
concordia, fue conocido como "Frodi Paz".

Freya, diosa del
amor

Freya, la hermosa diosa nórdica
de la belleza y el amor, era hermana de Frey e
hija de Njörd y Nerthus, o
Skadi. Ella era la más hermosa y la
más querida de entre todas las diosas y, mientras que en
Alemania se la identificaba con Frigg, en
Noruega, Suecia, Dinamarca e Islandia era considerada como una
divinidad diferente. Freya, al haber nacido en
Vanaheim, también era conocida como
Vanedis, la diosa de los Vanir, o
como Vanebride.

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Cuando llegó a Asgard, los dioses
quedaron tan prendados por su belleza y elegancia que le
concedieron el reino de Folkvang y el gran
palacio de Sessrymnir (el espacioso de asientos),
donde le aseguraron que podría acomodar fácilmente
a todos sus invitados.

Reina de las
Valkirias

Aunque, diosa del amor, Freya no era
apacible y amante de los placeres, pues las antiguas razas
nórdicas pensaban que ella tenía gustos muy
marciales y que con el nombre de Valfreya
solía encabezar a menudo a las valkirias
en el campo de batalla, escogiendo y reclamando la mitad de los
héroes muertos. Así que era representada con un
coselete y un casco, escudo y lanza, estando únicamente la
mitad inferior de su cuerpo vestida con el atavío suelto
habitual de las mujeres.

Ese lugar se llama Folkvang,

donde Freya dispone

de asientos su sala.

Cada día ella coge

a la mitad de los caídos,

la otra mitad es de Odín.

Freya transportaba a los muertos electos
hasta Folkvang, donde eran debidamente
agasajados. Allí eran bienvenidas también todas las
doncellas puras y las esposas fieles, para que pudieran disfrutar
de la compañía de sus amantes y esposos
después de la muerte. Los encantos de su morada les
resultaban tan seductores a las heroicas mujeres nórdicas
que a menudo corrían a la batalla cuando sus amados
habían muerto, con la esperanza de correr la misma suerte,
o se dejaban caer sobre sus espadas, o ardían
voluntariamente en la misma pira funeraria en la que quemaban los
restos de sus amados. Ya que se pensaba que Freya
prestaba oídos a las oraciones de los amantes,
éstos la solían invocar a menudo y era costumbre el
componer canciones de amor en su honor, las cuales se cantaban en
ocasiones festivas. En Alemania, su nombre se usaba con el
significado del verbo "cortejar".

Freya y
Odur

Freya, la diosa de cabellos dorados y
ojos azules, era también, en ocasiones, considerada como
la personificación de la Tierra. Como tal se
desposó Odur, un símbolo del Sol
veraniego, a quien ella amaba mucho y con el que tuvo dos hijas,
Hnoss y Gersemi. Estas doncellas
eran tan hermosas que todas las cosas bellas eran denominadas con
sus nombres.

Mientras Odur permaneciera a su lado,
Freya estaba sonriente y era completamente feliz.
Pero Odur era de espíritu inquieto y
cansado de la vida sedentaria, abandonó un día el
hogar súbitamente y se dedicó a vagar por el ancho
mundo. Freya, triste y abandonada, lloró
largamente, cayendo sus lágrimas sobre las duras rocas,
ablandándolas. Se dice que incluso llegaron a introducirse
en el mismo centro de las piedras, donde se transformaron en oro.
Algunas lágrimas cayeron al mar y fueron a transformadas
en ámbar.

Cansada de su condición de viudez y anhelando
coger a su marido en sus brazos una vez más,
Freya emprendió finalmente su
búsqueda, atravesando muchas tierras, donde se la
conoció por diferentes nombres, como
Mardel, Horn,
Gefn, Syr, Skialf
y Thrung, interrogando a todos los que se
encontraba en su paso, sobre si habían visto a su esposo y
derramando tantas lágrimas en todas partes que el oro se
encuentra en todos los rincones de la Tierra. Muy lejos, en el
soleado sur, Freya encontró finalmente a
Odur y, tras serle devuelto todo su amor, ella
fue feliz de nuevo, tan radiante como lo había sido de
novia. Es quizá debido a que Freya
encontró a su esposo bajo un floreciente arrayán
que las prometidas nórdicas, incluso hoy día,
visten el mirto en vez de la convencional corona de naranjas que
se da en otros climas.

Mano a mano, Odur y
Freya emprendieron de nuevo el camino a casa y a
la luz de su felicidad, la hierba creció verde, las flores
brotaron y los pájaros cantaron, pues toda la naturaleza
simpatizaba tan enérgicamente con la alegría de
Freya como se afligía con ella cuando se
encontraba triste. Las más hermosas plantas y flores en el
Norte eran llamadas "cabellos de Freya" o "rocío del ojo
de Freya", mientras que la mariposa era conocida como la "gallina
de Freya". También se suponía que esta diosa
sentía un afecto especial por los elfos, a
los que gustaba observar danzar a la luz de la Luna, y a los que
reservaba sus más delicadas flores y su más dulce
miel.

Odur, el esposo de
Freya, además de ser considerado como una
personificación del Sol, también era considerado
como un símbolo de la pasión, o de los embriagantes
placeres del amor, por lo que los antiguos declaraban que no era
de extrañar que su esposa no pudiera ser feliz sin
él.

El Collar de
Freya

Siendo la diosa de la belleza, Freya,
naturalmente, era aficcionada a los vestidos, a los ornamentos
relucientes y las joyas preciosas. Un día, mientras se
encontraba en Svartalfheim, el reino bajo fierra,
vio a ruatro enanos fabricando el más bello collar que
ella había visto nunca. Casi fuera de sí por el
deseo de poseer este tesoro, llamado Brisingamen,
el cual era un símbolo de las estrellas, o de la
fertilidad de la tierra, Freya imploró a
los enanos para que se lo regalaran. Pero ellos rehusaron hacer
tal cosa, a menos que ella les prometiera concederles sus favores
sexuales.

Tras obtener el collar a este precio,
Freya se apresuró a ponérselo y su
esplendor aumentó tanto sus encantos que lo llevó
puesto día y noche, pudiéndosela convencer
sólo ocasionalmente para que se lo prestara a otras
divinidades. Thor, sin embargo, llevó este
collar cuando se hizo pasar por Freya en
Jotunheim, y Loki lo
codició y lo hubiese robado de no haber sido por la
vigilancia de Heimdall.

Freya también era la orgullosa
propietaria de una vestimenta de halcón, o plumas de
halcón, que permitía al que se la ponía
volar a través del aire como si fuese un ave; esta
vestimenta era tan valiosa que Loki la
tomó prestada en dos ocasiones, y la misma
Freya la utilizó cuando fue en busca del
desaparecido Odur.

Ya que Freya era también
considerada como diosa de la fertilidad, a veces era representada
conduciendo junto a su hermano Frey el carro
tirado por el jabalí de las cerdas de oro, esparciendo,
con manos pródigas, frutas y flores para alegrar los
corazones de la humanidad. Sin embargo, ella tenía un
carro propio, en el que viajaba con frecuencia. Éste era
tirado por gatos, sus animales favoritos, los símbolos del
cariño y la sensualidad, o las personificaciones de la
fecundidad. Frey y Freya eran tan
venerados en el Norte que sus nombres, con formas modificadas, se
utilizan todavía como las palabras "señor" y
"señora", y un día de al semana se conoce como
día de Freya, el viernes, por la gente
anglosajona. Los templos dedicados a Freya eran
muy numerosos y fueron mantenidos durante mucho tiempo por sus
devotos, el último en Magdeburgo, Alemania, el cual fue
destruido por orden del emperador Carlomagno.

La Historia de
Ottar y Angantyr

Los nórdicos solían invocar a
Freya no sólo para obtener éxito en
el amor, prosperidad y crecimiento, sino también, en
ocasiones, para obtener ayuda y protección. Ella se lo
concedía a aquellos que la servían fielmente, como
aparece en la historia de Ottar y
Angantyr, dos hombres que, tras discutir durante
algún tiempo debido a sus derechos a cierto plazo de
propiedad, expusieron su disputa ante los dioses.

La asamblea popular decretó que el hombre que
pudiera probar que había descendido de una estirpe
más extensa de antepasados nobles sería declarado
como el vencedor, designándose día especial para
investigar la genealogía de cada demandante.

Ottar, incapaz de recordar los nombres
de no pocos de sus antepasados, ofreció sacrificios a
Freya, rogando su ayuda. La diosa escuchó
indulgentemente su oración y, apareciéndose ante
él, lo transformó en un Jabalí, y sobre su
lomo cabalgó hasta la morada de la hechicera
Hyndla, una célebre bruja. Con amenazas y
ruegos, Freya le exigió a la anciana mujer
que trazara la genealogía de Ottar hasta
Odín y que nombrara cada individuo por su
nombre, con un resumen de sus hazañas. Entonces, temiendo
que la memoria de su devoto fuera incapaz de retener tantos
detalles, Freya también exigió a
Hyndla que preparara una poción del
recuerdo, la cual se la dio a él a beber.

Así preparado, Ottar se
presentó ante la asamblea en el día fechado y con
facilidad sospechosa recitó su linaje, nombrando a muchos
más antepasados de los que Angantyr pudo
recordar, por lo que fue fácilmente recompensado con la
posesión de la propiedad que codiciaba.

Los Esposos de
Freya

Freya era tan hermosa que todos los
dioses, gigantes y enanos anhelaron su amor e intentaron a su vez
obtenerla como esposa. Pero Freya
desdeñó a los feos gigantes, e incluso
rechazó a Thrym cuando
Loki y Thor la instaron a
aceptarlo por esposo. No era tan inflexible cuando se trataba de
dioses, si diversos mitólogos están en lo cierto,
pues se dice que como personificación de la Tierra se
desposó con Odín (el cielo),
Frey (la lluvia fertilizante),
Odur (la luz del Sol), etc., hasta que
aparentemente se mereció las acusaciones lanzadas contra
ella por el desalmado Loki de haber amado y
haberse casado con todos los dioses.

Freya, te conozco al dedillo;

no estás precisamente libre de
pecado

todos los Aesir y elfos

que están en este cuarto,

todos, han sido tus amantes

El Culto a
Freya

Era costumbre en ocasiones solemnes el beber a la salud
de Freya junto a la de los otros dioses y, cuando
al cristiandad se introdujo en el Norte, este brindis fue
trasladado a la Virgen o a la Santa Gertrudis; la misma
Freya, como todas las divinidades paganas, fue
declarada como un demonio o una bruja y desterrada a los picos de
las montañas noruegas, suecas o alemanas, donde el Brocken
es señalado como su morada especial y el lugar de cita
general de su séquito de demonios en el
Valpurgisnacht.

Ya que la golondrina, el cuco y el gato fueron sagrados
para Freya en tiempos paganos, se suponía
que estas criaturas tenían cualidades demoníacas, e
incluso hoy en día se retrata a las brujas con gatos
negros como el carbón a su lado.

 

 

Autor:

Allan Alvarado Aguayo,
MSc

 

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