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Mitología Nórdica 8. Loki y Hel



  1. Loki,
    el espíritu del mal
  2. La
    Personalidad de Loki
  3. Las
    Esposas de Loki
  4. Skrymsli y el Hijo del
    Campesino
  5. El
    Último Crimen de Loki
  6. El
    Banquete de Aegir
  7. La
    Persecución de Loki
  8. El
    Castigo de Loki
  9. El
    Día de Loki
  10. Hel,
    diosa de los infiernos
  11. El
    Reino de Hel en Niflheim
  12. Ideas
    de la Vida futura
  13. Pestilencia y Hambre

Loki, el
espíritu del mal

Además del gigante Utgardloki, la
personificación de la malicia y el mal, a quien
Thor y sus compañeros visitaron en
Jotunheim, las antiguas naciones nórdicas
tenían a una divinidad del mal, a quien llamaban
también Loki. Al principio,
Loki era solamente la personificación de
la hoguera de fuego y del espíritu de la vida.
Inicialmente, un dios se convierte, gradualmente en
combinación de dios y demonio, y termina siendo aborrecido
por todos como un equivalente exacto del Lucifer
medieval, el príncipe de las mentiras, el originador del
engaño y el murmurador de los Aesir.
Algunas autoridades afirman que Loki era hermano
de Odín, pero otros aseguran que no eran
familiares, pero que se habían jurado hermandad con
sangre, algo común en el Norte y así lo relata la
Edda de Semund:

"¡Odín!
¿Recuerdas

cuando antaño

mezclamos nuestras sangres?

¿Cuándo a beber
cerveza

rehusabas constantemente

a menos que nos la hubiesen

ofrecido a ambos?"

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La Personalidad
de Loki

Mientras que Thor era la
encarnación de la actividad nórdica,
Loki representaba la recreación, y la
cercana relación establecida anticipadamente entre estos
dos dioses demuestra claramente lo pronto que nuestros
antepasados se dieron cuenta de que ambas son necesarias para el
bienestar de la humanidad. Thor siempre
está muy atareado y diligente, mientras que
Loki se ríe de todo, hasta que al final su
amor por la malicia le descarría completamente y pierde
todo amor por el bien y se vuelve terriblemente egoísta y
malvado. Él representa el mal en forma seductiva y
aparentemente hermosa con la que recorre el mundo.

Los dioses no le invitaron al principio debido a esta
apariencia engañosa, sino que le trataron como a uno de
ellos con compañerismo, llevándole a dondequiera
que fuesen y admitiéndole, no sólo en sus
festividades, sino también en su sala de reuniones, donde,
desgraciadamente, escucharon sus consejos demasiado a
menudo.

Loki jugó un papel importante en
la creación del hombre, dotándolo con el movimiento
y causando que la sangre circulara libremente por sus venas, por
donde era inspirado con las pasiones. Como personificación
del fuego al igual que de la maldad, Loki es
visto frecuentemente con Thor, a quien
acompaña hasta Jotunheim para recuperar su
martillo; al castillo de Utgardloki y a la casa
de Geirrod. Es él el que roba el collar de
Freya y la cabellera de Sif, y
traiciona a Idunn al domino de
Thjassi, y aunque a veces le da a los dioses
buenos consejos y les proporciona ayuda real, es sólo para
librarles de algún apuro al que temerariamente les hubiera
inducido.

Algunas autoridades declaran que, en vez de ser parte de
la trilogía creativa (Odín,
Hoenir y Lodur o
Loki), este dios pertenecía originalmente
a una raza preodínica de deidades y era el hijo del gran
gigante Fornjotnr (Ymir), siendo
sus hermanos Kari (aire) y Hler
(agua), y su hermana Ran, la terrible diosa del
mar. Otros mitólogos, sin embargo, dicen que es hijo del
gigante Farbauti, el cual ha sido identificado
con Bergelmir, el único superviviente del
diluvio, y con Laufeia (isla frondosa) o
Nal (barco), su madre, con lo que concluyeron que
su conexión con Odín debía
únicamente ser debida al juramento nórdico del
pacto de sangre o buen compañerismo.

Las Esposas de
Loki

Loki (fuego) se casó primero con
Glut (brillo), que le dio dos hijas,
Eisa (brasas) y Einmyria
(cenizas); es por tanto muy evidente que los nórdicos le
consideraban un emblema del fuego de chimenea y, cuando la madera
en llamas crepita en la chimenea, las mujeres del Norte
aún suelen decir que Loki está
golpeando a sus hijos. Además de esta esposa, se dice que
Loki también se desposó con la
giganta Angurboda, que vivía en
Jotunheim y que dio a luz a tres monstruos:
Hel, la diosa de la muerte; la serpiente de
Midgard, Iormungandr y el
horrible lobo Fenrir o
Fehnrir.

El tercer matrimonio de Loki fue con
Sigyn, que demostró ser una esposa
cariñosa y devota, y que le dio dos hijos,
Narve y Vali, siendo este
último un homónimo del dios que vengó a
Balder. Sigyn fue siempre fiel a
su esposo y no le abandonó incluso tras haber sido
definitivamente expulsado de Asgard y confinado a
las entrañas de la Tierra.

Ya que Loki era la encarnación
del mal en las mentes de las razas nórdicas, no
podían sino temerle. Ningún templo fue dedicado en
su honor, no se le ofrecían sacrificios y designaron las
más perjudiciales malas hierbas por su nombre. Se
suponía que la estremecedora y sobrecalentada
atmósfera del verano iba dirigida a su presencia, ya que
la gente solía comentar que Loki estaba
sembrando su avena y cuando el Sol aparecía para evaporar
el agua, decían que Loki estaba
bebiendo.

La historia de Loki está tan
entrelazada con la de los otros dioses, que la mayoría de
las leyendas que hablan de él ya han sido narradas, y solo
quedan dos episodios de su vida por contar, uno que muestra su
lado bondadoso antes de haber degenerado en el impostor malvado,
y el otro que ilustra cómo indujo finalmente a los dioses
a profanar sus lugares sagrados con el asesinato
deliberado.

Skrymsli y el
Hijo del Campesino

Un gigante y un campesino se encontraban disputando un
juego juntos un día. Por supuesto, habían acordado
jugar con una apuesta, y el gigante, habiendo sido victorioso,
ganó al único hijo del campesino, al cual dijo que
vendría a reclamar por la mañana a menos que los
padres lograran esconderlo tan concienzudamente que no pudiese
ser encontrado.

Sabiendo que tal hazaña sería imposible
para ellos de realizar, los padres rogaron fervorosamente a
Odín para que les ayudara y en respuesta a
sus súplicas, el dios bajó hasta
Midgard para transformar al chico en un diminuto
grano de trigo, tras lo cual lo escondió en una espiga en
medio de un vasto campo, declarando que el gigante no
sería capaz de encontrarlo.

Sin embargo, el gigante Skrymsli
poseía una sabiduría mucho mayor de lo que
Odín había imaginado y, no logrando
encontrar al niño en la casa, se dirigió
inmediatamente al campo con su guadaña y tras segar el
trigo, seleccionó la espiga en la que el chico se
encontraba escondido. Contando los granos de trigo, estuvo a
punto de echar su mano sobre el correcto, cuando
Odín, oyendo el grito de angustia del
niño, arrebató la espiga de la mano del gigante y
devolvió el niño a sus padres, diciéndoles
que él había hecho todo lo que estaba en su poder
para ayudarles.

Pero cuando el gigante juró que le habían
engañado y que de nuevo reclamaría al niño
por la mañana, a menos que los padres pudieran ser
más inteligentes que él, los desdichados campesinos
rogaron entonces la ayuda a Hoenir. El dios
escuchó indulgentemente y transformó al niño
en una pelusa, la cual escondió en el pecho de un cisne
que nadaba en un estanque cercano. Pero cuando
Skrymsli llegó unos momentos más
tarde, adivinó lo que había ocurrido y, asiendo al
cisne, arrancó su cuello de un mordisco y se lo hubiera
tragado si Hoenir no lo hubiese arrebatado de sus
labios y puesto fuera de su alcance, devolviéndole el
niño sano y salvo a sus padres, pero diciéndoles
que ya no podría ayudarles más.

Skrymsli advirtió a los padres
que realizaría un tercer intento para obtener al
niño, tras lo cual acudieron en su desesperación a
Loki, le cual se llevó al niño
hasta el mar, ocultándolo conforma de un diminuto huevo,
entre las huevas de una platija. Regresando de su
expedición, Loki se encontró con el
gigante cerca de la costa y, viendo que se disponía a
emprender una excursión de pesca, insistió en
acompañarle. Se sentía un tanto intranquilo por
temor a que el gigante hubiera descubierto su estratagema y
pensó que sería aconsejable estar allí en
caso de necesidad.

Skrymsli puso el cebo en su anzuelo y
tuvo más o menos éxito en su pesca, hasta que
súbitamente capturó la misma platija en la que
Loki había ocultado su pequeña
carga. Abriendo el pez sobre su rodilla, el giganteo
procedió a examinar minuciosamente las huevas, hasta que
encontró la que estaba buscando. La situación del
niño era ciertamente peligrosa, pero Loki,
viendo su oportunidad, arrebató la hueva de la garra del
gigante, volvió a transformarlo en el niño y le
indicó secretamente que corriera hasta su casa, pasando a
través del cobertizo en su camino y cerrando la puerta
tras de él.

El aterrorizado niño hizo como se le
indicó tan pronto como se vio en tierra y el gigante,
observando rápidamente su huida, corrió tras
él hasta el cobertizo. Pero Loki
había situado astutamente un afilado clavo de tal manera
que la enorme cabeza del gigante se diera contra él a toda
velocidad, cayendo así al suelo con un gruñido,
tras lo que Loki, viéndole indefenso, le
cercenó una de sus piernas. Es de imaginar la
consternación del dios cuando vio que las partes se
unían y adherían de nuevo
inmediatamente.

Pero Loki era un maestro en la astucia
y, reconociendo en ello la obra de la magia, sesgó la otra
pierna, arrojando rápidamente sílex y acero entre,
el miembro cortado y el tronco, evitando así la
acción de la brujería. Los campesinos se vieron
enormemente aliviados al saber que su enemigo estaba muerto, tras
lo cual consideraron a Loki por siempre como el
más poderoso de todo el consejo celestial, pues les
había librado definitivamente de su enemigo, mientras que
los otros dioses sólo les habían proporcionado
ayuda temporal.

Loki realizó tantos actos de
maldad durante su trayectoria que se mereció plenamente el
título de "archi-impostor" que le fue dado. Fue por lo
general odiado por sus métodos sutilmente maliciosos y per
su incurable hábito de la tergiversación, que le
ganaron el título de "príncipe de las
mentiras".

El Último
Crimen de Loki

El último crimen de Loki y el que
midió su capacidad para la iniquidad, fue el de inducir a
Hodur para que lanzara el muérdago fatal
contra su hermano Balder, a quien odiaba
solamente por su inmaculada pureza. Quizá incluso este
crimen hubiera podido ser tolerado si no hubiese sido por su
obstinación cuando, disfrazado de la anciana
Thokk, se le pidió que derramara una
lágrima por Balder. Este acto
convenció a los dioses de que sólo albergaba mal en
su interior, y pronunciaron unánimemente sobre él
la sentencia de destierro perpetuo de Asgard.
Así Loki estaba destinado a traer grandes
desgracias sobre los Aesir, y con el tiempo a
asegurar su caída y a precipitar la venida de
Ragnarök, cuando llegue el final de los
dioses

El Banquete de
Aegir

Para desviar la tristeza de los dioses y hacerles,
durante un rato, olvidar la perfidia de Loki y la
pérdida de Balder, Aegir,
dios del mar, les invitó a que participaran de un banquete
en sus cuevas de coral en el fondo el mar. Los dioses aceptaron
gustosos la invitación. Vestidos con sus más ricas
prendas y luciendo alegres sonrisas, se presentaron en las cuevas
de coral a la hora fijada. Nadie se encontraba ausente excepto el
radiante Balder, por quien muchos lanzaron un
suspiro pesaroso, y el malvado Loki, a quien
nadie, pudo echar de menos.

En el transcurso del festín, sin embargo, este
último se apareció entre ellos como una oscura
sombra y, cuando se le ordenó que se marchara,
descargó su cólera de maldad en un torrente de
improperios contra ellos. Entonces, celoso de las alabanzas que
Funfeng, el sirviente de Aegir,
había obtenido por la destreza con la que había
presentado sus respetos a los invitados de su señor,
Loki se volvió hacia él
súbitamente y lo mató. Ante este crimen sin
sentido, los dioses echaron encolerizados a Loki
una vez más, amenazándole con terribles castigos si
volvía a presentarse ante ellos.

Apenas se habían repuesto los
Aesir de esta desagradable interrupción en
su festín, y regresado a sus sitios en al mesa, cuando
Loki se acercó sigilosamente una vez
más, reanudando sus difamaciones con lengua venenosa y
mofándose de las debilidades y los defectos de los dioses,
haciendo hincapié maliciosamente en sus imperfecciones
físicas y ridiculizando sus errores. En vano intentaron
los dioses refrenar sus injurias; su voz se elevó
más y más, y se encontraba difamando vilmente a
Sif, cuando se calló repentinamente ante
la visión del martillo de Thor, agitado
furiosamente por un brazo cuya fuerza él conocía
muy bien, y huyó despavoridamente.

La
Persecución de Loki

Consciente de que ahora no podía albergar
esperanzas de ser admitido de nuevo en Asgard, y
que tarde o temprano los dioses, viendo las consecuencias de sus
actos de maldad, lamentarían haberle permitido que
recorriera el mundo e intentarían capturarlo o bien le
darían muerte, Loki se retiró a las
montañas, donde se construyó una cabaña con
cuatro puertas, que siempre dejaba abiertas para asegurarse la
huida en caso de necesidad.

Trazando cuidadosamente un plan, Loki
decidió que si los dioses venían en su
búsqueda, él correría hasta unas cataratas
cercanas, según la tradición el río
Fraananger y, transformándose en un
salmón, evadiría a sus perseguidores. Pensó,
sin embargo, que aunque pudiera fácilmente evitar los
anzuelos, le resultaría difiríl el escapar si los
dioses fabricaban una red como la de la diosa del mar,
Ran. Acosado por este temor, decidió
comprobar la posibilidad de que construyeran, una malla
así, y comenzó a fabricar una con hilo.

Aún se encontraba atareado con la labor cuando
Odín, Kvasir y
Thor aparecieron súbitamente en la
distancia. Sabiendo que habían descubierto su refugio,
Loki arrojó su red a medio terminar al
fuego y, corriendo a través de una de sus siempre abiertas
puertas, saltó hacia la cascada, donde, con forma de
salmón, se escondió entre unas piedras en el fondo
del río.

Los dioses, encontrando la cabaña vacía,
estuvieron a punto de marcharse, cuando Kvasir se
percató de los restos de la red quemada en la chimenea.
Tras pensar durante un rato le asaltó la
inspiración y aconsejó a los dioses tejer un
instrumento similar y usarlo para buscar a su enemigo en la
corriente cercana, ya que era propio de Loki el
elegir un método tal para confundir su persecución.
Este consejo pareció apropiado y fue seguido
rápidamente y, cuando la red fue finalizada, los dioses
procedieron a rastrear el río.

Loki eludió la red cuando fue
lanzada por primera vez escondiéndose en el fondo del
río entre dos piedras y cuando los dioses extendieron la
malla e iniciaron un segundo intento, efectuó su huida
saltando corriente arriba. Sin embargo, un tercer intento de
capturarle fue exitoso, ya que, al intentar escapar una vez
más con un repentino salto, Thor lo
atrapó en el aire y lo sujetó con tanta fuerza que
no pudo escapar. El salmón, cuya viscosidad es proverbial
en el Norte, es célebre por su extraordinariamente delgada
cola y los nórdicos lo atribuyen al poderoso
apretón de Thor sobre su
enemigo.

El Castigo de
Loki

Loki volvió entonces hoscamente a
su forma habitual y sus apresadores lo arrastraron hasta una
caverna, donde lo ataron usando como cuerdas las entrañas
de su hijo Narve, que había sido
despedazado por Vali, su hermano, a quien los
dioses habían transformado en un lobo para tal
propósito. Una de estas ataduras fue ceñida bajo
los hombros de Loki y la otra bajo sus ijadas,
asegurando por tanto sus manos y sus pies. Pero los dioses, no
del todo satisfechos de que las cuerdas, aunque eran duras y
resistentes, pudieran resistir, las transformaron en hierro.
Skadi, la giganta, una personificación de
los fríos ríos de montaña, que había
observado con alegría el encadenamiento de su enemigo,
ató entonces una serpiente directamente sobre su cabeza,
para que su veneno cayera, gota a gota, sobre su
rostro.

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Pero Sigyn, la fiel esposa de
Loki, corrió a su lado con una copa y
hasta el día de la venida del
Ragnarök permaneció con él,
recogiendo las gotas mientras caían, sin dejar nunca su
puesto excepto cuando el recipiente estaba lleno y se veía
obligada a vaciarlo. Sólo durante sus cortas ausencias
podían las gotas de veneno caer sobre, el rostro de
Loki y entonces provcaban un dolor tan intenso
que se retorcía por el tormento, y sus esfuerzos por
liberarse sacudían la tierra y provocaban los terremotos.
En esta dolorosa posición estaba Loki
destinado a permanecer hasta la llegada del
Ragnarök, el ocaso de los dioses, cuando sus
ataduras se soltarían, tras lo cual tomaría parte
en el fatal conflicto en el campo de batalla de
Vigrid, sucumbiendo a manos de
Heimdall, que sería muerto al mismo
tiempo.

El Día de
Loki

Cuando los dioses fueron degradados a la
categoría de demonios con la introducción del
cristianismo, Loki fue confundido con
Saturno, que también había sido
desprovisto de sus atributos divinos y ambos fueron considerados
como los prototipos de Satán. El
último día de la semana, que era sagrado para
Loki, era conocido en el Norte como
Laugardag, o día de lavado, pero en
inglés fue transformado en Saturday (sábado) y se
decía que tal nombre se debía no a Saturno sino a
Sataere, el ladrón de la emboscada y dios
teutón de la agricultura, que es supuestamente otra mera
personificación de Loki.

Hel, diosa de los
infiernos

Hel, diosa de la muerte, era hija de
Loki, dios del mal y de la giganta
Angurboda, la portadora del infortunio. Ella vino
al mundo dentro de una oscura cueva en Jotunheim,
junto a la serpiente Iormungandr y el terrible
lobo Fenrir, siendo tal trío considerado
como los símbolos del dolor, el pecado y la
muerte.

A su debido tiempo se dio cuenta
Odín de la terrible progenie que
Loki estaba cuidando y decidió
desterrarles de la faz de la tierra. La serpiente
Iormungandr fue por tanto arrojada al mar, donde
sus retorcimientos causaban supuestamente las más
terribles tempestades; el lobo Fenrir fue atado
con cadenas, gracias al intrépido y valiente
Tyr, y Hel, la diosa de la
muerte, fue arrojada a las profundidades de
Niflheim, donde Odín le
concedió el poder sobre los nueve mundos.

El Reino de Hel
en Niflheim

A este reino, que supuestamente estaba situado bajo la
tierra, sólo se podía entrar tras un penoso viaje a
través de los más accidentados caminos en las
frías y oscuras regiones del extremo Norte. La puerta de
entrada estaba tan lejos de todas las moradas humanas que incluso
Hermod el veloz, montado sobre
Sleipnir, tenía que viajar durante nueve
largas noches antes de alcanzar el río
Gjoll. Éste constituía el
límite de Niflheim, sobre el cual se
erigía un puente de cristal enarcado con oro y sostenido
sobre un solo cabello, y velado constantemente por el horrible
esqueleto Modgud, que hacía que todos los
espíritus pagaran un peaje de sangre antes de que se les
permitiera el paso.

Los espíritus cabalgaban o surcaban el puente
generalmente sobre los caballos o las carretas en las que se
había quemado la pira funeraria con los muertos y las
razas nórdicas eran muy cuidadosas a la hora de calzar los
pies de los fallecidos con un par de zapatos especialmente
resistentes, llamados "zapatos de Hel", para que no tuvieran que
sufrir en el largo viaje a través de caminos
accidentados.

Poco después de traspasar el puente
Gjallar, los espíritus llegaban hasta "El
Bosque de Acero", donde no había nada excepto
árboles desnudos con hojas de acero y tras dejarlo
atrás, llegaban a las puertas de Hel, al
lado del cual el feroz perro manchado de sangre,
Garm, estaba en guardia, refugiado en un oscuro
agujero conocido como la cueva Gnipa. La
cólera de este monstruo sólo podía ser
apaciguada con la ofrenda "de un "pastel de Hel", lo cual nunca
fallaba a aquellos que en alguna ocasión le han dado pan a
los hambrientos.

Dentro de la puerta, entre el intenso frío y la
oscuridad impenetrable, se oía hervir la gran caldera
Hvergelmir y el rodar de los glaciares en el
Elivagar y otros ríos de
Hel, entre los cuales se encontraba el
Leipter, sobre el cual se hacían solemnes
juramentos, y el Slid, en cuyas turbias aguas
rodaban continuamente espadas desenvainadas.

Adentrándose en este horrible lugar, se
encontraba Elvidner (miseria), el palacio de la
diosa Hel, cuyo plato era el Hambre. Su cuchillo
era la Avaricia. Holgazanería era el nombre de su hombre.
Indolencia el de su doncella, Ruina el de su umbral. Pesar el de
su cama y Conflagración el de sus cortinas.

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Esta diosa tenía muchas moradas diferentes para
los invitados que venían a visitarla a diario, ya que ella
recibía no sólo a los perjuros y criminales de
todas clases, sino también a aquellos que eran tan
desgraciados como para morir sin derramar sangre. A su reino iban
a parar también aquellos que morían de vejez o
enfermedad, una forma de morir que era denominada "muerte de
paja", ya que los lechos estaban construidos generalmente con ese
material.

Ideas de la Vida
futura

Aunque los inocentes eran tratados bondadosamente por
Hel y disfrutaban de un estado de dicha negativa,
no era de extrañar que los habitantes del Norte se
encogieran ante la idea de visitar su lúgubre morada. Y
mientras los hombres preferían cortarse con la punta de la
lanza, arrojarse desde un precipicio o quemarse vivos, las
mujeres no se encogían ante medidas igualmente heroicas.
En los extremos de su pesar, no dudaban en arrojarse desde una
montana o en caer sobre las espadas que les eran entregadas el
día de su boda, para que sus cuerpos pudieran ser quemados
con aquellos a los que amaban y sus espíritus liberados
para unirse a ellos en la gloriosa morada de los
dioses.

Sin embargo, los horrores esperaban a aquellos cuyas
vidas habían sido impuras o delictivas. Estos
espíritus eran desterrados a Nastrond, la
ribera de los cadáveres, donde caminaban por fríos
ríos de veneno hasta una cueva hecha de serpientes
entrelazadas, cuyas fauces venenosas estaban giradas hacia ellos.
Tras sufrir allí incontables agonías, se les
arrojaba a la caldera Hvergelmir, donde la
serpiente Nidhogg dejaba por un momento de
masticar la raíz del árbol
Yggdrasil para alimentarse con sus
huesos.

Un palacio que se erige

lejos del Sol en Nastrond;

sus puertas dan hacia el Norte,

gotas de veneno caen

de sus aberturas;

entretejido está ese palacio

con lomos de serpiente.

allí ella vio vadear

las lentas corrientes

a los hombres sedientos de sangre

y a los perjuros,

y a aquellos que seducen los
oídos

de las esposas de los demás.

Allí absorbe Nidhogg

los cadáveres de los muertos.

(Edda de Semund).

Pestilencia y
Hambre

Se suponía que la misma Hel
dejaba ocasionalmente su tenebrosa morada para recorrer la Tierra
sobre su caballo blanco de tres patas y en tiempos de pestilencia
y hambre, si parte de los habitantes de un distrito se libraban
de ello, se decía que ella había usado un rastrillo
y cuando ciudades y provincias enteras habían sido
despobladas, como sucedió en el histórica epidemia
de la Muerte Negra, se decía que ella había
cabalgado con una escoba.

Las razas nórdicas creyeron posteriormente que a
veces se permitía a los espíritus de los muertos
volver a la tierra y aparecerse ante sus familiares, cuyo pesar o
gozo les afectaba incluso después de la muerte, como se
relata en la balada danesa de Aager y
Else, donde un amante muerto le pide a su amada
que sonría, para que su ataúd pueda ser llenado con
rosas en vez de gotas coaguladas de sangre producidas por sus
lágrimas.

 

 

Autor:

Allan Alvarado Aguayo

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