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La Sacrosanctum Concilum del Vaticano II



Partes: 1, 2

  1. La
    liturgia antes y después del Vaticano
    II
  2. Proceso
    de la constitución
  3. Las
    innovaciones de la Sacrosanctum Concilium

TEMA I:

La liturgia antes
y después del Vaticano II

a) Algunos rasgos de la liturgia
preconciliar

El concilio supuso un verdadero terremoto
litúrgico. Desde el Misal de San Pío V,
predominó el inmovilismo; apenas hubo ninguna reforma
durante cuatrocientos años. Sólo los que hemos
conocido la liturgia preconciliar podemos entender y valorar los
cambios increíbles que se produjeron.

Veamos una ligera descripción de cómo era
la Eucaristía preconciliar.

1.- Las liturgias se tenían en un
latín que nadie comprendía. El sacerdote
leía todas las lecturas en latín y mirando hacia el
retablo.

2.- Diversas Misas se celebraban a la vez en la
misma iglesia, y la gente las iba siguiendo
simultáneamente. En los teologados había multitud
de altares en los coros. Se iban oyendo las campanillas de las
sucesivas consagraciones. Cada sacerdote decía la Misa por
separado en altares distintos y a la misma hora.

3.- Había la posibilidad de
una misa de sesión continua, en la que uno podía
cumplir el precepto dominical escuchando el final de una Misa y
el principio de otra con tal que no se separase la
consagración de la comunión.

4.- Mucha gente llegaba sistemáticamente
al ofertorio y se marchaba antes del último evangelio. Con
ello se quitaba importancia a la liturgia de la palabra,
quizás porque era en latín.

5.- Nunca jamás en toda su vida
recibían los fieles cristianos el cáliz para la
comunión bajo las dos especies.

6.- La comunión se podía dar fuera
de la misa. El sacerdote salía a dar la comunión
antes o después de terminada la misa. Mucha gente a diario
iba a la iglesia sólo a comulgar.

7.- La comunión se recibía de
rodillas en la reja del presbiterio, y siempre en la
boca.

8.- Las Misas eran de cara a la pared; el altar
se asemeja más a un ara que a la mesa de un
banquete.

9.- El culto a los santos oscurecía la
centralidad del misterio de Jesucristo. En el calendario el
número excesivo fiestas de los santos desfiguraban la
naturaleza de los tiempos litúrgicos. En las iglesias se
multiplicaban las imágenes con sus altarcitos, donde la
gente satisfacía su piedad privada, con merma de las
celebraciones comunitarias.

10.- Como no se entendía el latín,
era costumbre rezar el rosario durante la Misa, o leer un libro
piadoso. En algunos sitios había un predicador en el
púlpito que predicaba durante toda la Misa, y solamente
interrumpía un momento en la consagración, y luego
continuaba.

11.- Se fomentaba la escrupulosidad de los
sacerdotes que temían cometer cantidad de pecados mortales
omitiendo palabras en el canon (cada palabra omitida = un pecado
mortal).

12.- A muchos les angustiaba el pronunciar
exactamente las palabras de la consagración que se
consideraba como un conjuro mágico que dejaba de surtir
efecto si se alteraba el sonido de alguna de sus
letras.

13.- Había una gran distancia
física entre el presbiterio y los fieles, con grandes
escalinatas o rejas de división. El pueblo se situaba
lejos de la celebración.

14.- Había un tabú a
propósito de las especies eucarísticas que no se
podían tocar por quien no estaba ordenado. Las sacristanas
que tocaban los vasos sagrados vacíos con un
guante.

15.- El sacerdote tenía un monopolio
absoluto ejerciendo todos los ministerios durante la misa, salvo
la pequeña ayuda de los niños acólitos que
se limitaban a responder en latín y trasladar de sitio el
misal o las vinajeras.

16.- Al sacerdote sólo le
respondían los monaguillos, y no la asamblea. Nunca se
establecía una diálogo real entre el presidente y
la asamblea, ni siquiera en la respuesta "Et cum spiritu
tuo".

17.- El ritualismo de unos gestos
mecánicos acompañaba a unas palabras en un idioma
ininteligible.

18.- Había una absoluta falta de
espontaneidad; cada gesto y palabra estaba dictado por el ritual
sin que el celebrante pudiese improvisar ni alterar el más
mínimo detalle. En ningún momento se
sugerían formas o palabras opcionales.

19.- La teología de los sacramentos
entendía el ex opere operato de un modo que
minusvaloraba la actitud de las personas y su comprensión
de las ceremonias.

20.- Se perpetuaban las diferencias sociales en
el culto, mediante puestos reservados en la iglesia para los
ricos y notables que tenían sus propios reclinatorios en
lugares reservados para ellos.

21.- Había sacramentos y funerales de
primera, de segunda o de tercera, según el dinero que se
pagase. Los de primera tenían más celebrantes,
diácono y subdiácono, eran cantados, y en ellos se
usaban ornamentos más lujosos, y el catafalco era
más barroco.

22.- La Eucaristía se entendía
más como objeto de adoración que de
manducación. Se trataba de mirar la Sagrada Forma en el
momento de alzar, con la campanilla resonando y las
genuflexiones. O la solemnidad de la Exposición solemne,
al acabar la Misa. Entonces es cuando se encendían las
velas, las luces. Ahora empieza lo importante.

23.- El pueblo apenas cantaba en la Misa.
Había un repertorio popular muy reducido. Normalmente se
escuchaba a una schola de cantores profesionales que cantaban en
latín, en canto polifónico. Se situaban
atrás en el coro y no eran un fermento para animar al
pueblo a cantar con ellos.

24.- Al no haber Misas por las tardes,
había distintos tipos de actos, rosarios, novenas,
sermones, actos eucarísticos…

b) 20 nuevos valores de la reforma
litúrgica

La nueva liturgia intentó fomentar los valores
que estaban absolutamente marginados.

1.- Acercar la acción
litúrgica los fieles quitando barreras de escalinatas y
rejas y poniendo el altar de cara al pueblo. Las iglesias ya no
tienen la forma de "autobús", sino que son más
redondas, permitiendo que los fieles se sientan mejor parte de la
comunidad y se vean unos a otros.

2.- Potenciar el papel de la asamblea frente al
monopolio del presidente. La asamblea participa más en las
oraciones, en la respuesta al salmo, en las aclamaciones, en el
cambio de posturas (SC 14, 21, 30, 114).

3.- Dar unidad y relieve a la acción
litúrgica prohibiendo absolutamente que durante ella se
pueda tener otra Eucaristía o ningún otro acto de
culto en el mismo espacio de la iglesia (SC
57).

4.- Fomentar el canto de toda la asamblea frente
al monopolio de la schola, las corales y los solistas
(SC 114).

5.- Potenciar los ministerios diversos frente al
único ministerio del presidente; reinstaurar el diaconado
permanente y rehabilitar el ministerio del diácono.
Instaurar los ministerios laicales del acólito y el
lector; potenciar los ministerios de salmista, de monitor,
maestro de coro, dando entrada a los laicos no ordenados, y
más tímidamente a las mujeres (SC
29).

6.- Resaltar la estética de la sencillez y
de la verdad frente a simulaciones barrocas, puntillas,
floripondios y ostentaciones (SC 34).

7.- Fomentar la inteligibilidad de las palabras
frente a los signos puramente mecánicos (SC 33;
59). Aprobar la utilización de las lenguas
vernáculas (SC 36, 54, 63, 101). Añadir
más lecturas y moniciones (SC 35, 51). Prescribir
la homilía los domingos, y recomendarla entre semana
(SC 52). Celebrar una liturgia de la palabra en todos
los sacramentos (SC 35).

8.- Ensamblar mejor la vivencia del culto con el
resto de la vida, trayendo a la misa la realidad de lo que los
participantes están viviendo en ese momento. La liturgia
se considera la cumbre y la fuente de toda la actividad de la
Iglesia (SC 10).

9.- Articular mejor la comunión dentro de
la eucaristía, prohibiendo que se administre fuera de la
Misa, salvo en casos urgentes como es el del viático.
Conceder la comunión bajo las dos especies (SC
55).

10.- Insistir en el valor de los actos
subjetivos, la intención de los participantes, las
disposiciones interiores, la atención, la
focalización de la devoción en la acción
litúrgica y no en otras devociones que se realizan
paralelamente a ella (SC 11, 14, 21, 59,
90…).

11.- Centrarse más en el año
litúrgico y reducir el puesto que tenían
anteriormente las fiestas de los santos (SC 107). Dar
mayor centralidad al domingo (SC 106). Dar una mayor
prioridad a la lectura continuada sobre las lecturas
correspondientes a otras memorias SC 51).

12.- Inculturar la liturgia y adaptarla a las
distintas circunstancias de las regiones. Conceder atribuciones a
las conferencias episcopales de los distintos países
(SC 37-40, 63b).

13.- Eliminar las diferencias de categoría
social en la manera de celebrar los distintos ritos (SC
32).

14.- Fomentar el carácter comunitario de
las celebraciones, tanto de los sacramentos, como de la liturgia
de las Horas (SC 26, 27, 99, 100).

15.- Reestablecer la concelebración como
expresión de la unidad del sacerdocio (SC
57-58).

16.- Restablecer la oración de los fieles
en la Eucaristía, en los otros sacramentos y en la
Liturgia de las Horas (SC 53).

17.- Reinstaurar la iniciación cristiana
de los adultos y el catecumenado (SC 64, 71,
74).

18.- Reformar los rituales de los sacramentos
afectando incluso a las partes más fundamentales, incluida
la materia y la forma, como es el caso de la confirmación
(SC 71), la unción de los enfermos (SC
73-75), la ordenación de obispos y la Eucaristía
(SC 62).

19.- Reforma profunda de la Liturgia de las
Horas, para hacerla más breve, menos clerical, más
bíblica, más adaptada a las horas del día
(SC 88, 90, 94).

20.- Frente al validismo en los sacramentos, o a
los "sacramentos de mínimos", fomentar la
potenciación del simbolismo y la palabra que los
acompaña, para eliminar cualquier tipo de "automatismo" en
su celebración. Los sacramentos no se limitan a conferir
al gracia automáticamente, sino que deben "alimentar,
robustecer y expresar la fe" (SC 59).

c) 10 exageraciones y desviaciones
postconciliares

En esta dinámica de redescubrimiento y
potenciación de valores olvidados hay siempre el peligro
del pendulazo, de irse al extremo contrario. El peligro es
afirmar unilateralmente los nuevos valores negando o minimizando
otros valores igualmente importantes. Veamos algunas de las
exageraciones que se han cometido en la aplicación de la
reforma conciliar:

1.- La desclericalización en el
ámbito de la vida social llevó en algunos casos a
la debilitación del ministerio y de la función de
la presidencia. Se tiende a que el presidente se vista igual que
los demás; a que no ocupe un lugar preminente, a que cada
vez vaya teniendo menos atribuciones exclusivas. Algunos ven en
él a un simple delegado de la asamblea.

2.- La democratización va a
afectar no sólo al ministerio del presidente, sino a
cualquier otro ministerio. Todos pueden hacerlo todo. Nada queda
reservado para nadie. El espíritu asambleísta tiene
como ideal que la comunidad entera realice el mayor número
posible de acciones. Se confunde el "participar" con el
"intervenir".

3.- La desacralización de
espacios y objetos. Se pretende que no haya capillas o iglesias,
sino salas multiuso; que no se utilicen vasos sagrados
especiales, sino vasos normales. Se fomenta el acceso de todos al
altar y la destabuización de cuanto rodea las especies
sacramentales. Rechazo de las vestiduras
litúrgicas.

4.- La secularización de la
acción litúrgica que se ve reducida a una comida
informal de amigos, so pretexto de que la cena del Señor y
la fracción del pan de los primeros cristianos fueron
reuniones de naturaleza no litúrgica. Se olvida con ello
todo el valor litúrgico y ritual que esas reuniones
tenían en la espiritualidad judía, y las
múltiples rúbricas que la regulaban.

5.- La informalidad. Se tiende a
eliminar todo lo que huela a solemnidad o formalismo. Que el
pueblo asista a la liturgia con vestidos informales, con
zapatillas, en traje de baño, en bata. Que se sienten en
posturas cómodas, con las piernas cruzadas, tirados por el
suelo. Que se use un lenguaje coloquial, desenfadado, con
muletillas que creen sensación de informalidad.

6.- La cutrez. Cunde el
desinterés por la estética de la liturgia. Cuando
se usan objetos litúrgicos propios se procura que sean de
baja calidad. No hay gran interés por mantenerlos limpios,
ni blancos, ni brillantes. No importa que los libros
litúrgicos estén viejos, rasgados, negros,
manchados de cera, de vino. Se usan paños de altar y
purificadores que nos daría vergüenza poner como
servilletas o manteles a nuestros invitados en el
comedor.

7.- El verbalismo. La traducción
de la liturgia a la lengua vulgar y la reacción contra el
ritualismo mecánico llevó a una
minusvaloración de todo el lenguaje corporal, de gestos,
inclinaciones, genuflexiones, golpes de pecho, signaciones, manos
alzadas, posturas corporales, incensaciones. Cantos con estrofas
que parecen tratados de teología La eucaristía
pasó de ser una acción a ser un discurso, de ser
una celebración a ser una mesa redonda a la que se va a
reflexionar y discutir y comprometerse. Dominio del moralismo y
el racionalismo.

8.- La alergia por lo emocional.
Evanescencia del misterio, de la trascendencia, de la
mística, de cualquier intimismo que se denuncia como
alienante.

9.- La espontaneidad salvaje. Frente a
la escrupulosidad anterior, se fue desarrollando un concepto de
espontaneidad en que todo se podía cambiar o improvisar a
gusto del celebrante, o a gusto del comité de
preparación de la liturgia. Pérdida del sentido de
la tradición o de la eclesialidad o de la fidelidad a un
ritual que me ha sido dado.

10.- El elitismo. El concilio
canceló las diferencias de clase que había en la
antigua liturgia, pero hay el peligro de que hoy se reintroduzca
un nuevo tipo de elitismo. Frente a la asamblea dominical del
pueblo, se crean cenáculos de iniciados, en los que existe
una mayor sintonía ideológica y se puede llevar a
cabo una liturgia experimental. Misas grupales para
jóvenes, universitarios, militantes, que consiguen que al
final sus miembros ya no se encuentren identificados con la gran
Iglesia, y sólo celebren los sacramentos en el seno de sus
pequeños grupos.

d) 10 orientaciones para presidir bien
la liturgia

1.- No ejerzas una presidencia "vergonzante",
pero tampoco seas "acaparador". Haz con asertividad lo que te
corresponde, y deja que los otros hagan lo que les corresponde a
ellos. Sé un icono transparente del Señor que
preside la asamblea. Respeta a la comunidad que se reúne.
No la escandalices sometiéndola a tus caprichos
personales. Nunca la riñas con un paternalismo
altanero.

2.- No seas chapucero ni improvisador. Que la
celebración de la Eucaristía sea tu acción
prioritaria cada día; que la prepares al menos tan bien
como preparas tus clases o cualquier otra actividad pastoral.
Llévate los textos bien leídos y orados. Registra
bien el Misal antes de empezar la ceremonia.

3.- Respeta las rúbricas, pero sin
escrupulosidad. Trata de entender los motivos en los que se
inspiran, y eso te permitirá adaptarlas cuando el caso lo
requiera. No se puede sustituir en una receta de cocina la sal
por el azúcar, por el hecho de que sean muy parecidos
exteriormente. Sé creativo en tus moniciones. Una
pequeña palabra adaptada al momento, a la fiesta, a las
lecturas del día puede crear un ambiente
especial.

4.- Crea en torno a ti un equipo litúrgico
de personas motivadas que ejerzan sus ministerios con
vocación y profesionalidad. Que los lectores se preparen y
no improvisen su lectura. Dedica tiempo a prepararles y a
motivarles. Fomenta la música y el canto. Canta tú
mismo, si puedes, y forma en torno a ti un buen ministerio
musical, renovando el repertorio.

5.- Sé generoso en los símbolos.
Que el pan parezca pan y sea tierno y gustoso, que el vino tenga
buen sabor, que la aspersión ritual moje a la gente, que
la ceniza manche el pelo, que la unción deje una mancha de
aceite, que el agua bautismal corra por la cabeza (aunque
sería preferible el bautismo por inmersión), que el
incienso suba como una nube…

6.- El mundo simbólico es absolutamente
opuesto al concepto de la practicidad. Que las consideraciones
"prácticas" o económicas no sean nunca las
decisivas en tus opciones litúrgicas. No se trata de
ahorrar tiempo, ni dinero, ni molestias, ni preparativos, ni
desplazamientos…

7.- Evita el minimalismo. El que en
circunstancias especiales se puedan reducir las expresiones
litúrgicas a un mínimo, no quiere decir que la
excepción se transforme en regla general. Que la
excepción no se transforme en regla, ni la regla en
excepción.

8.- La liturgia consiste en sus tres cuartas
partes en comunicación no verbal. Evita el verbalismo. No
transformes las moniciones en homilías. No vamos a la
liturgia a reflexionar, sino a celebrar. La liturgia es ante todo
una acción, no un discurso. No dejes que la gente se
apoltrone en sus asientos. Agita al personal.

9.- El peor enemigo de la liturgia es la cutrez.
Evita el lujo y la rimbombancia, pero cuida la limpieza, la
calidad, la belleza de los paños del altar, los vestidos
litúrgicos, los objetos sagrados, los libros y
leccionarios. Renueva el ajuar cuando ya esté viejo,
desencuadernado, deshilachado, descolorido. Cuida tu pulcritud
personal. Que tus manos y tus uñas estén limpias.
Procura que el alba se ajuste a tu talla y llévate una de
tu tamaño, si prevés que no va a haber en la
sacristía. Póntela bien, y no salgas al altar
"desgalichado".

10.- En tus intervenciones (moniciones,
homilía…) contribuye a crear un clima celebrativo y
ungido. Cuida el tono de la voz; que sea sincero, cálido,
matizado. Cuida el volumen de la voz; que sea vibrante, pero sin
gritar. Comúnicate con la gente por la mirada. No te
ensimismes en el libro ni en ti mismo. Evita los tonillos
profesionales. Que tu postura no refleje hieratismo, rutina,
atolondramiento, frivolidad. Cuida tu modo de desplazarte o de
inclinarte, tus gestos al santiguarte, al bendecir, al alzar las
manos, al elevar el pan y el cáliz… Transmite
alegría, paz, serenidad, dinamismo,
devoción.

TEMA II:

Proceso de la
constitución

a) Prolegómenos: El movimiento
litúrgico

Como veremos, la constitución conciliar fue
preparada por todo un siglo de movimiento litúrgico en la
Iglesia católica, que fue preparando el terreno para las
reformas. Este movimiento litúrgico comienza en los
monasterios hacia la mitad del siglo XIX, a partir de D.
Guéranguer en Francia, y de Hirscher en Alemania. Ambos
pueden considerarse precursores del Vaticano II. Hirscher ya
pedía la comunión bajo las dos especies, y la
liturgia en la lengua vernácula. Pero no es sólo en
estos aspectos externos de reforma, sino en la
profundización en los presupuestos bíblicos,
patrísticos e históricos de la liturgia, donde el
movimiento preparó la gran reforma de la
Iglesia.

Los tres países impulsores de este movimiento
fueron Francia, Bélgica y Alemania. El movimiento
litúrgico llevó a una restauración
monástica, que contagió primero a algunos ambientes
de élite más monastizantes, y finalmente al
ambiente parroquial. Recordamos los monasterios de Solesmes en
Francia, Beuron y su filial Maria Laach en Alemania, Maredsous y
Mont César en Bélgica, Montserrat y Silos en
España.

Un hito significativo de este movimiento fue el motu
proprio de san Pío X Fra le sollicitudini de 22
de noviembre de 1905. Habla el Papa por primera vez de la
participación activa (art. 14). Este motu proprio va a
tratar sobre todo de la reforma de la música sacra, que
estaba en una situación muy decadente y de la
renovación del canto gregoriano. No se debe cantar y rezar
durante la Misa, se debe cantar y rezar la Misa

San Pío X reformó la práctica de la
comunión frecuente en la Iglesia, en el decreto Sacra
tridentina
del 1905, dando un paso hacia el Vaticano II que
recomienda la participación más perfecta en Misa
que consiste en que los fieles reciban el Cuerpo de Cristo
(SC 55). En el decreto Quam singulari de 1910
fija una edad más temprana para la primera comunión
de los niños. Un año más tarde en la bula
Divino afflatu reforma el calendario y el breviario, de
modo que resalten más los tiempos litúrgicos, que
estaban muy oscurecidos por las múltiples fiestas de los
santos. Se adelanta la reforma del Vaticano II primando los
tiempos litúrgicos y el domingo (SC 106 y
108).

Tras Pío X este impulso va a ser recogido en dos
importantes abadías. En Bélgica surge en la
abadía de Mont César la figura de dom Beauduin, que
había sido anteriormente sacerdote secular y
trabajó en el mundo obrero. Mediante la revista
Questions liturgiques y los congresos de Lovaina,
dotó al movimiento litúrgico de una
organización. Mientras tanto, en torno a Maria Laach se
fomentó el conocimiento teológico e
histórico de la liturgia, con las grande figuras de Odo
Casel y Guardini.

De Pío XII queremos recordar sus importantes
reformas litúrgicas: la vigilia Pascual en 1951; la
mitigación del ayuno eucarístico en 1953, con la
introducción de las misas vespertinas; la revisión
de las rúbricas del Misal y el Breviario que simplificaban
las múltiples conmemoraciones de octavas; la nueva
celebración de la Semana Santa en 1955.

Sobre todo, destaca en el pontificado de Pío XII
una gran encíclica sobre la liturgia, la Mediator
Dei
de 1947. Recoge toda la elaboración positiva
anterior en la línea teológica, pero se muestra
reticente respecto a iniciativas concretas de reforma o de un
excesivo liturgicismo. SE urge a que los cristianos vivan la vida
litúrgica. La encíclica quiere hacer de la
regeneración litúrgica el motor de la
regeneración cristiana

b) Historia de la Sacrosanctum
Concilium

1.- Etapa preconciliar

El 5 de junio de 1960, día de Pentecostés,
comienza la fase preparatoria del concilio Se establece la
comisión litúrgica que comenzará a reunirse
a partir del 12 de noviembre para trabajar en un esquema de
constitución. El presidente era el cardenal G. Cicognani,
y el secretario Bugnini. Se comenzó tratando el tema en 13
subcomisiones durante cuatro meses intensos, de noviembre de 1960
a abril de 1961.

Para agosto de 1961 se ha redactado ya el primer
borrador con 8 capítulos. Este texto pasaría
todavía por dos redacciones más, en las que apenas
hubo transformaciones sustanciales. El proyecto del esquema de la
comisión litúrgica fue firmado por el cardenal
Cicognani el 1 de febrero de 1962. Cuatro días
después falleció Cicognani y fue sustituido como
presidente de la comisión litúrgica por el cardenal
A. Larraona, español.

Durante todo este proceso la comisión tuvo que
vencer grandes resistencias por parte de quienes se
oponían a la introducción de la lengua
vernácula, la comunión bajo las dos especies y la
concelebración. Cicognani sufrió presiones por
parte de quienes le acusaban de ser un viejo manipulado por un
secretario joven y progresista como Bugnini. Cicognani
sufrió antes de atreverse a firmar, y algunos piensan que
este stress fue causa de su muerte cuatro días
después. El nuevo presidente, Larraona, era más
hostil al documento que se acababa de firmar.

De ahí el esquema pasó a la
comisión central del Concilio, que lo examinó en su
quinta sesión de marzo-abril de 1962. Los ocho
capítulos iniciales fueron reducidos a siete al final,
cuando el capítulo número 6 sobre "ornamentos
sagrados" fue refundido posteriormente con el capítulo 8
sobre arte sagrado, para formar un capítulo único,
el 7, sobre Arte y objetos sagrados. Los demás
capítulos quedaron íntegros y en el mismo orden
original. El documento sufrió varias enmiendas que
restringían algunos de los puntos del esquema, tales como
el poder de las autoridades eclesiásticas territoriales,
la concelebración y la comunión bajo las dos
especies.

En julio de 1962 fueron enviados a los obispos los 7
primeros esquemas, el quinto de ellos era el de liturgia, que es
el único que mereció la aprobación general
de todos los sectores.

2.- Etapa conciliar

El concilio se inauguró el 11 de octubre de ese
año. Ya en su cuarta congregación se inició
el debate sobre el esquema de liturgia. El debate se
prolongó durante quince congregaciones. Hubo 328
intervenciones orales y 350 escritas.

Proemio y primer capítulo: cinco congregaciones,
4 a 8.

2º capítulo: Eucaristía: cuatro
congregaciones, 9 a 12,

3er capítulo: Sacramentos, una y media, 13 y
parte de la 14;

4º capítulo: Oficio divino, dos y media:
parte de la 14, 15 y 16 (debate muy movido)

5º, 6º, y 7º capítulos: resto de
la constitución: tres congregaciones: 17-19.

El 14 de noviembre de 1962 se votaron los principios
básicos del esquema, y el procedimiento para la
revisión de las enmiendas propuestas en el aula. Ambos
puntos fueron aprobados en una única votación por
2.162 de los 2,215 padres presentes (46 votos en contra). El
esquema pasó a la Comisión litúrgica
dividida en trece subcomisiones. En los últimos
días de noviembre y primeros de diciembre se votaron las
enmiendas al proemio y al capítulo primero. El 7 de
diciembre la última congregación de la primera
sesión, se aprobó el proemio y el capítulo I
ya enmendados. Hubo 11 non placet, y 180 placet iuxta modum. Se
aplazó hasta la segunda sesión conciliar la
votación sobre el resto del esquema.

Al principio de la segunda sesión conciliar, ya
bajo el pontificado de Pablo VI, el 8 de octubre de 1963, se
empezaron a votar las enmiendas a los otros seis
capítulos. Y después se pasó a votar los
"modos" de aquellos que habían votado "placet iuxta modum"
a cada una de las enmiendas. El voto global a todo el esquema
tuvo lugar el 22 de noviembre, y fue definitivamente aprobado en
la sesión solemne con asistencia del Papa el día 4
de diciembre. Tuvo sólo 4 votos en contra.

Fue muy significativo el cambio litúrgico que se
experimentó en el propio concilio. En la ceremonia
inicial, sólo cantó la impresionante schola
polifónica del maestro Bertolucci, y los padres guardaron
silencio Fue una ceremonia barroca y larguísima, un retazo
de piezas sueltas no integradas en la Eucaristía. En
cambio en la Eucaristía de la clausura se cantó la
Misa gregoriana "De Angelis", la más sencilla y la
más conocida, que fue entonada por toda la
asamblea.

A partir de la quinta sesión empezó a
entronizarse solemnemente el libro del Evangelio llevado en
procesión. Las Congregaciones empezaban con la
celebración de la Eucaristía, que fue siendo
celebrada en todos los distintos ritos orientales a lo largo de
las diversas sesiones.

3.- Etapa postconciliar

El 25 de enero del 1964 Pablo VI firma el motu proprio
Sacram Liturgiam que ponía en vigor algunos de los
aspectos de la reforma. A este efecto creó el
Consilium ad exsequendam constitutionem de sacra
Liturgia
, que funcionó durante los próximos
cinco años, hasta el 8 de mayo de 1969, en que el Papa
sustituyó este organismo por la Sagrada
Congregación para el culto divino
. En este primer
motu proprio se instituía ya la homilía, la
enseñanza en los seminarios, el matrimonio y la
confirmación dentro de la Misa. En el breviario se
omitía la Prima, y se daba la opción entre una de
las otras tres Horas menores.

La primera instrucción "Inter Oecumenici" de 26
de septiembre de 1964 adelantaba algunas reformas fáciles:
evitar los duplicados, recitación por todos del
Padrenuestro, nueva fórmula para la comunión y el
Amén, supresión del último evangelio y las
preces, lectura cara al pueblo por parte de lectores, lengua
vernácula en las lecturas, oraciones y cantos,
prohibición de acepción de personas, la
oración "secreta" en alta voz, el embolismo en alta voz,
introducción de la oración de los fieles. Misas de
cara al pueblo, construcción de altares separados de la
pared. En 1965 aparecen los ritos de comunión bajo las dos
especies y la concelebración.

En 1967 se publica la segunda instrucción "Tres
abhinc annos": Leccionario ferial, reducción de las
oraciones en la Misa, simplificación de cruces, besos y
genuflexiones, silencio después de la comunión, se
permite el canon en lengua vulgar. Publicación de la
Eucharisticum Mysterium, y la Misa normativa del primer
Sínodo de obispos.

En 1968 se publican los tres cánones nuevos y los
nuevos prefacios.

En 1969 se anticipa la Nueva Institución del
Misal Romano y el leccionario dominical. También la Fidei
Custos sobre ministros extraordinarios de la comunión, y
la Actio Pastoralis sobre Misas para grupos particulares, la
Memoriale Domini sobre el modo de administrar la
comunión.

A partir de aquí el Consilium pasa a constituirse
como Sagrada Congregación para el Culto Divino, que
publica la tercera instrucción: Liturgicae
instaurationes
de 5 de noviembre de 1970.

En 1970 sale la edición típica del Misal
Romano. También este año se publica la
Ordenación general de la Liturgia de las Horas.
Sacramentali Communione amplia la comunión bajo las dos
especies.

En 1971, la constitución apostólica
Divinae consortium naturae sobre el sacramento de la
confirmación.

En 1972 se publica la declaración In celebratione
sobre la concelebración eucarística, y el motu
proprio Ministeria quaedam reformando la tonsura y órdenes
menores e instituyendo lo ministerios laicales. También la
Sacram Unctionem infirmorum, sobre la unción de los
enfermos

Durante todo este tiempo empiezan a publicarse los
nuevos rituales del pontifical romano para las órdenes
sagradas (1968), matrimonio, bautismo de niños, exequias,
leccionarios (1969), profesiòn religiosa,
consagración de vírgenes, bendición de
abades, bendición de los óleos (1970), liturgia de
las Horas y confirmación (1971), iniciación de
adultos, institución de ministros laicos y unción
de los enfermos (1972), culto eucarístico fuera de la Misa
y penitencia (1973).

El 5 de julio de 1975 Pablo VI suprimió las dos
sagradas congregaciones del culto divino y de los sacramentos, y
las fundió en una nueva sagrada congregación "Para
los sacramentos y el culto divino".

c) Características de la constitución
"Sacrosanctum Concilium"

Era el esquema mejor preparado. Es fruto
de más de medio siglo de movimiento litúrgico y de
la existencia de peritos muy bien preparados y coordinados.
Sobresale la acción del primer secretario de la
Comisión litúrgica preparatoria, el P. Bugnini, que
fue objeto de las iras de los conservadores, y tuvo que retirarse
de la Comisión litúrgica que siguió
trabajando durante el concilio.

Fue el único de los siete primeros
proyectos aceptado por la Comisión
preparatoria

•Tiene el máximo estatus de los
documentos conciliares: "Constitución".

Fue el primer esquema tratado en el
aula
.

•Fue también el primer documento
aprobado.

Carece de título propio. Esto es
algo muy significativo. Recuerda que fue el primero en ser
discutido y el primero en ser aprobado, el documento frontera
entre una etapa y otra.

Es paradigma de la renovación
eclesial
. En un concilio que se definió a sí
mismo como no dogmático, sino pastoral, la
renovación litúrgica es síntoma y fuente de
la vida eclesial.

Se propuso promover la reforma, y no
sólo darle luz verde. Para ello propuso un plan total de
reforma que incluía principios doctrinales y orientaciones
pastorales.

Es símbolo de la vida de la
Iglesia
. La liturgia no puede dejar de influir y ser
influida por la real situación de fe de la comunidad
cristiana. A lo largo de la historia, la liturgia ha sido el
reflejo de la eclesiología y de la espiritualidad
contemporánea. Hay una causalidad mutua. El
espíritu de la época conforma la liturgia, pero
ésta no deja de conformar también el
espíritu de la época. Dime cómo celebras y
te diré quién eres. La liturgia no es un mero
síntoma, sino que es también factor. El
número 2 de la SC precisamente va a decir que en
la Liturgia se manifiesta y expresa la verdadera naturaleza de la
Iglesia.

Influyó mucho en la marcha del
concilio
. El hecho de que cosas que se consideraban sagradas
e inmutables fueran cambiadas de una forma tan radical,
abrió el horizonte para emprender reformas aún
mayores. De discutir "de liturgia reformanda", se pasó a
la posibilidad de tratar "de Ecclesia reformanda", lo que H.
Denis llama "el milagro eclesiológico del Vaticano
II"(citado en p. 48).

En algunos puntos fue pronto desbordada por la
realidad de la reforma
. Este es el caso del uso de la lengua
vulgar que la SC todavía considera como la
excepción a la regla, y que muy pronto se
estableció como la lengua de la casi totalidad de las
celebraciones (SC 36; 54).

En otros puntos, en cambio, la
recepción del concilio no desarrolló planteamientos
ambiciosos de la constitución
. Es el caso de la
inculturación de la Liturgia y su adaptación a la
mentalidad y tradiciones de los pueblos, el tenor de la
constitución hacía esperar un mayor grado de
pluralismo en las adaptaciones (SC 39).

d) Importancia de la
constitución

La SC no da el primer puesto a la
especulación. Más que una reflexión
teológica sobre la acción litúrgica,
considera que la acción misma es ya
teología.

Es anterior a otros documentos importantísimos,
que fueron fruto de la deliberación conciliar, como ella
Lumen Gentium. En este sentido preparó a los padres
conciliares para que abordasen estos otros importantes esquemas
conciliares desde una perspectiva mejor.

En cambio la constitución no se vio ella misma
enriquecida por los desarrollos posteriores del concilio. Como
primer fruto, no fue aún un fruto plenamente maduro,
porque aún no habían madurado del todo grandes
intuiciones teológicas que fueron resultado de las
aportaciones en el aula conciliar a lo largo de las diversas
sesiones (Cf. artículo de J.-P. Jossua, "La
constitución "Sacrosanctum Concilium" en el conjunto de la
obra conciliar", en AA.VV., La liturgia después del
Vaticano II
, Taurus, Madrid 1969).

La Lumen Gentium y la Presbyterorum
Ordinis
son un gran paso adelante en esta evolución
teológica. La eclesiología de la LG (LG
9-11) insiste en la triple misión bautismal de los fieles
y en su sacerdocio. Estos temas no estaban aún plenamente
maduros cuando se redactó la SC 14 que trataba de
ellos sólo tímidamente.

El fundamento de esta renovación conciliar es el
sacerdocio bautismal. Aunque este sacerdocio no aparezca
explícito todavía en la SC, ya existe en
ella la conciencia de que la liturgia es celebración "del
pueblo santo reunido y organizado"; se insiste en la
participación consciente, activa y fructuosa (11) o
"plena, consciente y activa" (14), en el derecho y deber del
pueblo cristiano (14), en la ofrenda del sacrificio espiritual de
nosotros mismos (12). En esta línea dice el concilio:
"Aprendan los fieles a ofrecerse a sí mismos, no solamente
por manos del sacerdote, sino igualmente por su unión con
él" (48).

Por tanto está ya insinuado el sacerdocio de los
bautizados, aunque no se llegue a explicitar. La SC se
limita a citar 1 P 2,9, "el sacerdocio real, nación
santa… ", pero sin tematizarlo. El inciso del 14 "en virtud del
bautismo" es muy significativo en este sentido.

La SC ha sido criticada a posteriori, porque
según dicen algunos, la reforma se quedó corta,
nació con retraso, no integró los desafíos
de la secularidad que habrían de madurar después en
la Gaudium et Spes. Desde el punto de vista técnico se le
censura el haber escogido como modelo la liturgia basilical
romana de los siglos IV al VI, renunciando a riquezas de otras
épocas y latitudes de la Iglesia. Se dice que estuvo
demasiado marcada por la cultura occidental literaria y burguesa
del siglo XX. (Ver I. Oñatibia, "Dieciséis
años de intensa evolución litúrgica",
Phase 17 [1977] 189-217).

Se ha censurado el hecho de que la constitución,
más que una verdadera constitución doctrinal,
parezca un decreto práctico de reforma. Es verdad que en
la constitución priman los aspectos prácticos de la
reforma, pero las afirmaciones doctrinales, sin ser muy
abundantes, son la base sólida para una teología de
la liturgia renovada, con nuevos acentos y perspectivas. Las
carencias doctrinales fueron pronto suplidas por los otros
documentos del concilio, y por los grandes documentos de Pablo VI
Mysterium fidei (1965) y Eucharisticum
Mysterium
(1967).

Aunque las afirmaciones doctrinales de la
constitución no son muy abundantes, son más que
suficientes para exponer una teología de la liturgia como
actio Christi y actio Ecclesiae. El
artículo 2 sobre la genuina naturaleza de la Iglesia
contiene nuclearmente toda la LG. El contenido de la
SC es homogéneo con el conjunto del concilio (Cf.
P. Tena, "Aspectos teológicos de la reforma
litúrgica", en AA.VV:, La reforma
litúrgica
, Grafite, Bilbao 2001).

TEMA III.-

Las innovaciones
de la Sacrosanctum Concilium

1.- La mutabilidad de la liturgia. En
teoría siempre se supo que la liturgia era mutable, pero
afectivamente y en el subconsciente colectivo de la Iglesia
estaba grabado que la liturgia era una tradición
apostólica in mutable. Este sentido está hasta hoy
profundamente grabado en la Iglesias orientales, para quienes la
liturgia junto con la Escritura forman parte del depósito
de la Tradición que la Iglesia no puede cambiar. El
Vaticano II empieza reconociendo que la liturgia es una de las
instituciones que "están sujetas a cambio" (SC
1). Más adelante, aun reconociendo que hay una parte
inmutable, reconoce la existencia de partes sujetas a cambio que
en el trascurso del tiempo pueden y aun deben variar (SC
21).

El hecho de que el concilio comenzase tocando una de las
cosas que se consideraba más intocables, favoreció
mucho la dinámica de renovación y reforma conciliar
y preparó los ánimos para otras reformas no menos
importantes.

2.- La liturgia como contenido. Frente a una
concepción de la liturgia como conjunto de rúbricas
externas o manual de protocolo, pasó a designar las
acciones mismas, los actos de culto, y mejor aún, el culto
mismo de la Iglesia.

3.- La catábasis como fundamento de la
anábasis
. Anteriormente se solía comenzar el
tratamiento de la liturgia a partir de la noción de culto
en su movimiento ascendente, como parte de la virtud de la
religión, que a su vez se encuadra dentro de la virtud de
la justicia. El culto era el modo como la Iglesia cumplía
su obligación en justicia de glorificar a Dios y darle la
honra que le era debida. Esta noción de "culto
público" era demasiado genérica y provenía
del campo de la religiosidad natural. El adjetivo
"público" tenía un sesgo moralista y juridicista.
Se subrayaba en el culto lo jurídico, las
rúbricas.

Partes: 1, 2

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