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Los sentidos: auditivo, visual, gustativo, olfativo y táctil del ser humano y otros sentidos



Partes: 1, 2

  1. Sistema sensorial
  2. Sistema auditivo humano
  3. El
    sistema olfatorio o el sentido de percibir los
    olores
  4. Sistema del tacto
  5. El
    sistema visual
  6. Relación sistemas auditivos, gustativos,
    visuales, olfativos y táctiles del ser
    humano
  7. Sentido del gusto
  8. Sentido de
    orientación
  9. Sentido del humor
  10. Sentido de equilibrio
  11. Sentido de trascendencia
  12. Sentido musical (o artístico
    diría yo)
  13. Plataforma teórica

¿Ha escuchado usted la frase: no
estaba en mis cinco sentido cuando lo hice?

Pues eh allí la importancia de
conocer nuestros sentidos, porque todos los seres vivos podemos,
ver, oír, oler, gustar, palpar; pero ¡unos lo hacen
mejor!

Podemos intuir que cuando uno de los
sentidos se daña, las demás partes o sistemas del
cuerpo humano, no rinden lo que debiera requerirse.

Sistema
sensorial

El sistema sensorial es parte del sistema nervioso,
responsable de procesar la información sensorial. El
sistema sensorial está formado por receptores sensoriales
y partes del cerebro involucradas en la recepción
sensorial. Los principales sistemas sensoriales son: la vista, el
oído, el tacto, el gusto y el olfato. El campo receptivo
es la parte específica del mundo a la que un órgano
y unas determinadas células del receptor responden. Por
ejemplo, el campo receptivo de un ojo es la parte del mundo que
éste puede ver.

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Sistema auditivo humano

El oído humano constituye el último
eslabón de la cadena sonora: convierte las ondas sonoras
en señales eléctricas que se transmiten por el
nervio acústico hasta el cerebro, en donde el sonido es
interpretado.

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Funcionamiento del oído interno

El vestíbulo posee dos orificios (ventanas oval y
redonda) tapados por sendas membranas. La ventana oval
está unida al estribo y recibe de él sus
vibraciones. La cóclea se divide longitudinalmente por la
membrana basilar, sobre la que se asientan los filamentos
terminales del nervio auditivo. Cuando el estribo empuja la
ventana oval, se produce una sobrepresión en la parte
superior de la cóclea que obliga a circular el fluido
linfático hacia la cavidad inferior a través del
helicotrema, mientras que la membrana basilar se deforma hacia
abajo. Finalmente, la membrana elástica que cierra la
ventana redonda cede hacia afuera.

Cuando el estribo se mueve hacia la izquierda y la
derecha, aumentando y disminuyendo la presión del
líquido contenido encima de la membrana basilar, aparece
una onda que se desplaza de izquierda a derecha a lo largo de la
membrana. Esta onda puede visualizarse como un movimiento de
traslación hacia arriba y hacia abajo de la membrana. Su
velocidad de avance depende de la frecuencia y de las
características de la membrana basilar. En algún
punto de la cóclea la velocidad es cero. Cerca de ese
punto, la membrana oscila hacia arriba y hacia abajo con mayor
fuerza y absorbe la energía de la onda. Cada punto de la
membrana basilar responde así a una determinada
frecuencia.

Cuando el oído recibe un sonido con varias
frecuencias, cada una de ellas excita un punto en la membrana
basilar, de modo que el cerebro puede interpretar además
de la altura del sonido su timbre, sin más que discernir
qué terminaciones nerviosas fueron excitadas y con
cuánta intensidad. Es decir, el oído interno
funciona como un analizador de sonidos.

EJEMPLOS Y SIMULACIONES

Esquema de funcionamiento del oído

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Cuestiones importantes

La función del oído humano
es

  • convertir los impulsos eléctricos en ondas
    sonoras

  • transformar los impulsos nerviosos en ondas
    sonoras

  • convertir las ondas sonoras en impulsos
    electroquímicos

  • transformar los impulsos mecánicos en ondas
    sonoras

En su camino a lo largo del oído
externo, las ondas sonoras alcanzan finalmente

  • el pabellón
    auditivo                                                        

  • el conducto
    auditivo                                             
             

  • el
    tímpano                                                         
      

  • el vestíbulo

En la cadena de huesecillos del
oído medio se encuentra  

  • el yunque 

  • el
    vestíbulo      
         

  • el tímpano 

  • el conducto auditivo 

Los canales semicirculares
               

  • tienen que ver con la audición
                                                                 
              

  • tienen que ver con el equilibrio
         
               

  • están relacionados con la audición y
    el equilibrio   

  • no están relacionados con el
    equilibrio

Los filamentos terminales del nervio
auditivo se encuentran en

  • la membrana
    oval                                                
               

  • el pabellón
    auditivo                             
                  

  • el
    vestíbulo         
                                                     
        

  • la membrana basilar

El sistema olfatorio o
el sentido de percibir los olores

¿Ha notado usted, amable lector que su perro,
descubre lo que esconde por el olfato?

Se maravilla uno de la manera en que utilizan este
sentido, a veces uno como ser humano no percibe la fuga del gas
doméstico ya veces con consecuencias
desastrosas.

El cerebro es el encargado de concentrar toda la
información que recibe de los sentidos y que se traduce en
procesos a través de los cuales percibimos, actuamos,
aprendemos y recordamos. Estas actividades se captan, regulan y
se procesan rápidamente a través del sistema
nervioso, el cual se puede describir, en términos simples,
como una red de circuitos. De este modo se han identificado
diferentes conjuntos de circuitos que se conocen como sistemas
sensitivos, que adquieren y procesan información del
entorno, tales como el sistema visual, el sistema auditivo o el
sistema olfativo. Asimismo, disponemos de los llamados sistemas
motores, que responden a la información recuperada del
ambiente a través de la generación de movimiento.
Por su parte, los sistemas de integración se encargan de
funciones más complejas, tales como el lenguaje, el
sueño, las emociones y la memoria.

Pero además de estas diferencias funcionales, el
sistema nervioso se puede dividir, desde el punto de vista
anatómico, en los componentes central y periférico.
El sistema nervioso central comprende el encéfalo (el
cerebro forma parte de éste) y la médula espinal,
que son los encargados de recibir la información,
procesarla y responder de manera precisa. El sistema nervioso
periférico está formado por nervios que vinculan
las periferias del organismo con el sistema nervioso central,
incluyendo los elementos que conectan la información
registrada por los sentidos.

Los estímulos provenientes del medio ambiente
transmiten información a los circuitos procesadores, que
son el encéfalo y la médula espinal, en donde se
interpretan y se envían las señales hacia los
componentes periféricos que mueven el cuerpo. El sistema
nervioso central cuenta con elementos para registrar las
sensaciones del entorno, los cuales se conocen como receptores.
Se pueden mencionar, como ejemplos, los mecano receptores, que
detectan compresión y estiramiento; los termo receptores,
que perciben los cambios en la temperatura; los noci receptores o
receptores del dolor; los receptores electromagnéticos,
que localizan la luz, y los quimiorreceptores, que censan las
partículas que entran en la cavidad nasal y otorgan, entre
otras funciones, el gusto en la boca. La diferencia entre cada
tipo de receptor se encuentra en su sensibilidad
específica para los diversos tipos de estímulos o
modalidades de sensación, y la diferencia entre estas
modalidades radica, a su vez, en la zona del sistema nervioso a
la que conduce el nervio que fue estimulado.

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Suele suceder que alguna vez, usted olió un
perfume o un cierto olor y le trajo un recuero de su
niñez, tan poderoso es este sentido que todos los olores
están almacenados en nuestra memoria y que
dependerá del estímulo que reciba para recordar
cierta situación.

El sentido del olfato humano es 10 mil veces más
sensible que cualquier otro de nuestros sentidos, y es el
único lugar donde el sistema nervioso central está
directamente expuesto al ambiente. Otros sentidos similares,
tales como el tacto y el gusto, deben viajar por el cuerpo a
través de las neuronas y la médula espinal antes de
llegar al cerebro, mientras que la respuesta olfatoria es
inmediata y se extiende directamente al cerebro. Recientes
investigaciones indican que el olor estimula el sistema nervioso
central, el cual modifica el estado de ánimo, la memoria,
las emociones, el sistema inmunitario y el sistema endocrino;
repercute en la elección de pareja, e incluso la
percepción de ciertos olores puede indicar algún
problema de salud. Por ejemplo, el olor a cloro en secreciones
corporales como el sudor podría estar indicando que hay
problemas en el riñón o el hígado, mientras
que el olor afrutado del cuerpo a menudo apunta a la diabetes.
También un trastorno genético llamado trimetil
aminuria hace que la persona produzca un olor corporal a pescado.
Ante lo ya mencionado, es importante divulgar y analizar el aun
hasta cierto punto desconocido, pero interesante sentido del
olfato y su relación con nuestro sistema nervioso y el
mundo que nos rodea.

Se sabe que los receptores olfativos tienen un nivel
límite mínimo para ser activados, el cual puede
modificarse para que aquellos se adapten a un estímulo
constante. Por ejemplo, cuando entramos en una habitación
muy olorosa, la mitad de la adaptación de los receptores
olfativos sucede en el primer segundo después de su
estimulación, es decir, modifican su nivel para ser menos
sensibles, lo que evita que se desencadene una reacción
nociva; después, el sistema nervioso inhibe las
señales sensitivas del olfato, aunque algunos receptores
se adaptan con mayor facilidad que otros.

El sistema olfativo es uno de los sentidos menos
comprendidos debido a que es un fenómeno subjetivo o
personal y no puede estudiarse fácilmente. Además,
el sentido del olfato humano es menos agudo que los de algunos
animales de experimentación, considerados inferiores
evolutivamente hablando.

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Los receptores de la sensación olfativa son
células nerviosas derivadas del propio sistema nervioso
central y se estima que contamos con 100 millones de tales
receptores. Sin embargo, hace varios años se creía
que la multiplicidad de sensaciones del olfato era producida como
resultado de ciertas sensaciones primarias. Diversos estudios
psicológicos indican la existencia de siete olores
primarios: alcanfor, almizcle, flores, menta, éter, acre y
podrido, olores que corresponden a los siete tipos de receptores
existentes en las células de la mucosa olfatoria. No
obstante, los datos reportados en los últimos años
sugieren que hay por lo menos 100 sensaciones primarias de
olor.

Una de las características fundamentales del
olfato es que, solo se necesita una pequeña
concentración del estimulante en el aire para desencadenar
una sensación olfativa, pero una concentración de
10 a 50 veces mayor que los valores umbral producen una
reacción de máxima intensidad; en otras palabras,
el sentido del olfato se ocupa básicamente de detectar la
presencia o ausencia de olores, más que su intensidad
cuantitativa.

Se han identificado tres vías olfativas. La
primera es conocida como sistema olfativo arcaico, que se encarga
de los reflejos olfativos básicos; luego, un sistema
llamado antiguo, que proporciona un control automático
para el aprendizaje parcial de la ingestión de alimentos,
así como el rechazo de alimentos tóxicos o poco
saludables; finalmente existe una tercera vía, un sistema
recientemente identificado que se encarga de la percepción
consciente del olfato. Desde el punto de vista
fisiológico, el sentido del olfato y el gusto están
relacionados entre sí y son parte de nuestro sistema
sensorial químico. Casi todo lo que consideramos sabor (un
95%) lo detectamos con el olfato, y el cerebro analiza e
interpretar la información olfativa.

Para muchas especies, el sentido del olfato y el gusto
determinan su supervivencia diaria. Los sabores de los diversos
alimentos se deben en gran medida a una combinación de sus
características gustativas y olfatorias y por consiguiente
un alimento puede saber diferente cuando se tiene un resfriado
que afecta el sentido del olfato. La ventaja más evidente
en cuanto a las percepciones en estos dos sentidos es que el del
olfato funciona a distancias mucho mayores que el del
gusto.

El proceso del olfato sigue estos
pasos: 

  • 1. Las moléculas del olor en forma de vapor
    (compuestos químicos) que están flotando en el
    aire llegan a las fosas nasales y se disuelven en las
    mucosidades que se ubican en la parte superior de cada una de
    ellas.

  • 2. Debajo de las mucosidades se encuentran las
    células receptoras especializadas, también
    llamadas neuronas receptoras del olfato, las cuales detectan
    los olores.

  • 3. Las neuronas receptoras del olfato transmiten la
    información a los bulbos olfatorios que se encuentran
    en la parte de atrás de la nariz.

  • 4. Los bulbos olfatorios tienen receptores
    sensoriales que en realidad son parte del cerebro y que
    envían mensajes directamente a los centros más
    primitivos del cerebro, donde se estimulan las emociones y
    memorias (estructuras del sistema límbico), así
    como a los centros "avanzados", donde se modifican los
    pensamientos conscientes (neo corteza).

  • 5. Estos centros cerebrales perciben los olores y
    tienen acceso a recuerdos que nos traen a la memoria
    personas, lugares o situaciones relacionadas con esas
    sensaciones olfativas.

  • 6. Finalmente, el epitelio olfativo tiene unas
    glándulas encargadas de segregar una solución
    enzimática cuya misión es eliminar las
    moléculas olorosas que han excitado las neuronas
    correspondientes, limpiando en cierto modo la mucosa olfativa
    de las sustancias presentes en ella ya detectadas.

Nuestra cultura se ha visto invadida por la imagen y el
sonido. Su principal elemento de fiabilidad se ha centrado en los
ojos y oídos, empujando al resto de los sentidos a un
puesto secundario, por lo que se ha subestimado la importancia
del sentido del olfato.

Así que haga caso a este sentido y sobre todo no
dañe, con piercings o tatajues, ¡pero en fin es su
decisión!

Sistema del
tacto

Imagine el amable lector….el sentido
desarrolladísimo del tacto de un pianista o de un
médico o de una persona que no tiene el sentido de la
vista.

EL SENTIDO del tacto comprende la percepción de
estímulos mecánicos que incluyen contacto,
presión y golpeo.

  • Estímulos mecánicos

El estímulo mecánico consiste en la
aplicación de una fuerza sobre la superficie que envuelve
al cuerpo.

Supóngase que tocamos una mesa con un dedo. En
este proceso nuestro dedo ejerce una fuerza sobre la mesa. De
acuerdo con la tercera ley de Newton de la mecánica, la
mesa reacciona y ejerce a su vez una fuerza sobre nuestro dedo
que es un estímulo mecánico.

Ahora bien, resulta que el cuerpo es sensible no
solamente a la magnitud de la fuerza que se aplica sobre
él, sino que también lo es a la presión que
ejerce esta fuerza aplicada. Como se recordará la
presión que experimenta una superficie cuando se aplica
sobre ella una fuerza es igual a la de la fuerza dividida entre
el valor del área de la superficie. Es decir, la
presión es igual a la fuerza que se ejerce sobre cada
centímetro cuadrado de superficie. Esto implica que el
sentido del tacto nos permite distinguir no solamente la magnitud
de una fuerza que se aplica sobre nosotros, sino también
la forma en que la fuerza está distribuida sobre la
superficie de nuestro cuerpo, desde luego que aparte la fuerza
que usted ejerce sobre los cuerpos ya sea un vaso de vidrio
delicado, o de otro material, su sistema nerviosos,
rápidamente lo asociará con la experiencia desde la
niñez, y solo utilizará la presión o la
fuerza necesaria, para por un lado no esforzarse usted y por otro
no dañar el recipiente, ¡Qué
maravilla!

Así que puede usted ejercer por un lado fuerza
para hacer trabajos rudos y por otra tan solo acariciar como
cuando hace una caricia a uno de sus seres amados.

La aplicación de una fuerza sobre la piel puede
ocurrir de diversas maneras, por ejemplo cuando sopla el viento
sobre nuestro cuerpo. En este caso, las partículas que
componen al viento se mueven y al chocar contra nuestro cuerpo
ejercen una fuerza, es decir, se genera un estímulo
mecánico.

  • Algo sobre la piel

Los estímulos mecánicos que nuestro cuerpo
experimenta se aplican sobre la piel que nos cubre, que es el
órgano sensorial del tacto. En este capítulo
describiremos algunos elementos de la estructura de la piel que
son de importancia en la percepción
táctil.

La mayor parte del cuerpo humano está cubierto de
piel que lleva pelos o vellos. En algunas zonas del cuerpo
éstos son tan finos que no se ven a simple vista. Algunas
de las partes del cuerpo que no tienen pelos son las palmas de
las manos, las plantas de los pies, los labios,
etcétera.

Debajo de la piel se encuentran terminaciones nerviosas
que en general están muy entrelazadas. Así, en las
regiones del cuerpo que tienen pelos, las terminaciones nerviosas
rodean los tubos del pelo, mientras que en las zonas sin pelos se
forman enredos nerviosos de formas y tamaños
diversos.

Cada vello o pelo de nuestra piel es el extremo externo
de un vástago, que está penetrado por muchas fibras
nerviosas que lo envuelven.

En general, un nervio que tiene una terminación
en la piel no está conectado directamente con el sistema
nervioso central. Este nervio tiene muchas ramificaciones que
están dispersas en distintas zonas de la piel. Resulta que
una porción de la piel no está "servida" por una
fibra nerviosa solamente, sino que hay una sobre posición
de diferentes fibras nerviosas. Además, cada fibra
nerviosa "sirve" a diferentes áreas de la piel.

En distintas partes de la piel la densidad de
terminaciones nerviosas es diferente. Hay lugares, como por
ejemplo las yemas de los dedos, en que la densidad es muy grande,
lo que hace que estas regiones sean muy sensibles. En otros
lugares, como por ejemplo en las espaldas, en que la densidad es
muy baja, no se tiene mucha sensibilidad.

  • ¿Qué pasa cuando tocamos
    algo?

Cuando tocamos algún objeto con un dedo por
ejemplo, ocurre una deformación en la piel. Nos damos
cuenta que diferentes lugares de la piel se deforman de maneras
distintas. Por otro lado, debajo de la piel, en el área
que se ha deformado hay muchas terminaciones de fibras nerviosas
que, en general, están entremezcladas. Cada
terminación experimenta una deformación distinta ya
que unas experimentan mayor presión que otras.

En los últimos años se ha descubierto que
la modificación en la tensión de las membranas de
las células nerviosas origina una señal nerviosa
que se transmite finalmente hasta el cerebro. Algunos elementos
de la célula reciben el aumento de la presión que
tiene como consecuencia el desencadenamiento de una señal
nerviosa. Este mecanismo es similar al que ocurre con las
células ciliadas del interior del oído.

Como ya se mencionó, también somos
sensibles al movimiento de nuestros pelos y vellos. En este caso,
lo que ocurre es lo siguiente: al moverse el pelo o vello, por
ejemplo cuando sopla el viento, el vástago del pelo,
dentro de la piel se mueve. Pero debido a que dentro de la vaina
del vello hay muchas terminaciones nerviosas, el movimiento del
vástago aprieta, jala, empuja dichas terminaciones que
reciben entonces presiones y tensiones que, al igual que en el
caso anterior, emiten una señal nerviosa. Tenemos entonces
la sensación de un estímulo
táctil.

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  • Otro tipo de estímulos

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Las terminales nerviosas de la piel, aparte de ser
sensibles a estímulos mecánicos, también lo
son a estímulos que producen calor, frío y
dolor.

Por otro lado, distribuidas en muchos lugares dentro de
nuestro cuerpo se encuentran células que son sensibles a
estímulos mecánicos y que tienen como
función informar al cerebro sobre el estado de la
posición en que se encuentran nuestras manos, pies y otras
partes del cuerpo. Estas células se encuentran en las
uniones, en los tendones y en los músculos y al igual que
las descritas en la sección anterior dan una respuesta al
experimentar presiones o torsiones, extensiones,
etcétera.

Existen otras células análogas a las
anteriores que dan información al cerebro sobre tensiones
internas. Por ejemplo, cuando las venas y arterias experimentan
tensiones debidas a la presión de la sangre que conducen,
se emiten señales que ayudan al sistema nervioso a regular
la presión arterial ya sea dando órdenes de que se
contraigan o expandan. Este tipo de canales, sensibles a los
cambios de presión y de tensión, gobiernan el ritmo
y magnitud de las contracciones del corazón, controlan el
estómago, la vejiga, etcétera.

El sistema
visual

¿Ha escuchado usted la expresión?:
¡tiene vista de águila!

Estructura óptica del ojo

Los primeros estudios sobre los ojos y su
relación con el cerebro se remontan a los trabajos de
Alcmán de Crotona en el siglo VI a. C.
Probablemente, Xerófilo de Alejandría (300 a. C.)
fue quien describió por primera vez la retina. A partir
del Renacimiento surgen los grandes anatomistas y con ello el
conocimiento del sistema visual se profundiza. En cuanto al
funcionamiento óptico del ojo, no podemos dejar de
mencionar el famoso Handbuch der Physiologischen
Optik 
del berlinés Hermann von Helmholtz
(1821-1894) y los trabajos del sueco Allvar Gullstrand
(1862-1930).

Semejanzas entre el ojo y la cámara
fotográfica

Podemos comparar el ojo con una cámara
fotográfica ya que ambas estructuras tienen amplias
semejanzas. La lente de la cámara y la córnea del
ojo cumplen objetivos semejantes. Ambas son lentes positivas cuya
función es la de hacer que los rayos de luz que inciden en
ellas enfoquen en un solo punto, película
fotográfica o retina respectivamente. Para que
córnea y lente trabajen en forma óptima deben ser
perfectamente transparentes y tener las curvaturas adecuadas. De
no ser así, la imagen proporcionada será defectuosa
o no enfocará en el sitio debido.

Detrás de la lente fotográfica se halla el
diafragma, que es un dispositivo que regula la cantidad de luz
que debe llegar a la película. A diferencia de la
película fotográfica, la retina cuenta con una
sensibilidad luminosa muy reducida (limitada sólo al
espectro visible). En el ojo, el diafragma corresponde al iris,
que es una estructura muscular perforada en su centro (pupila), y
es el responsable del control de la luz que incide en la retina.
Así, cuando existe poca luz ambiente, el iris se dilata
creando una pupila muy grande, mientras que si la luz es intensa
el iris se contrae cerrando al máximo la
pupila.

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Acomodación

Al diseñar una cámara fotográfica
el poder y la posición de la lente deben calcularse de
forma que los rayos paralelos de luz que incidan sobre ella
enfoquen exactamente sobre la película fotográfica.
Sin embargo, si el objeto se acerca a la cámara, los rayos
de luz que salen de este ya no son paralelos sino divergentes,
por lo que la lente objetivo, cuyo poder de refracción es
fijo, ya no puede enfocarlos a la misma distancia sino
detrás de la película fotográfica, tanto
más lejos de ella cuanto más cerca esté el
objeto por fotografiar. El sistema está entonces
desenfocado. En este caso, basta con alejar la lente de la
película fotográfica la distancia necesaria para
que el foco caiga nuevamente sobre la película. El sistema
está nuevamente enfocado. En las cámaras
fotográficas esto se logra mediante un sistema de enfoque
que permite alejar la lente de la
película. 

En el ojo, el proceso de enfoque existe aunque el
mecanismo es distinto. Detrás del iris se encuentra una
estructura en forma de lente biconvexa, como una lupa, llamada
cristalino. Este cristalino también es transparente pero,
a diferencia de la córnea, es sumamente elástico de
forma que su poder refractivo es variable. En toda su periferia
el cristalino está sujeto al ojo por unas fibrillas
conectadas a un músculo circular. Cuando el cristalino
está en reposo el sistema óptico del ojo que
corresponde a la suma óptica de los poderes de la
córnea y del cristalino hace que el ojo esté
enfocado al infinito, es decir, a la visión lejana. Cuando
el objeto se acerca, los rayos luminosos que llegan al ojo ya no
son paralelos sino que paulatinamente se hacen cada vez
más divergentes, por lo que el ojo tiene que modificar su
fuerza en el músculo ciliar para poder enfocarlos en la
retina. Como ya se mencionó, en la cámara esto se
obtiene alejando la lente de la película
fotográfica. En el ojo, el mismo resultado se obtiene
modificando las curvaturas del cristalino, es decir,
haciéndolo más y más convexo conforme el
objeto observado se acerca. Para ello el músculo ciliar se
contrae relajando la tensión a la que está sometido
el cristalino, y éste se abomba aumentando por
consiguiente su poder óptico. A este fenómeno se le
conoce como acomodación y es el que nos permite poder ver
con nitidez los objetos cercanos.

En la cámara fotográfica la imagen del
objeto llega a la película donde ocasiona cambios
físicos y químicos en la emulsión, que
serán tratados después en el laboratorio para fijar
la imagen en el papel. En el ojo, el equivalente de la
película es la retina. La retina recibe entonces la imagen
en foco gracias a las propiedades ópticas de la
córnea y del cristalino, con la intensidad luminosa
óptima determinada por el iris. Esta imagen se "fija" en
la retina, ocasionando cambios físicos y químicos.
La gran diferencia es que esta imagen es transformada por la
retina en impulsos químicos y eléctricos que
viajarán posteriormente hasta los centros visuales del
cerebro para hacer que la imagen sea "vista" por el
individuo

    El interior del
ojo

Al igual que el cuerpo interior de una cámara
fotográfica, el interior del ojo es una cavidad
oscura que tiene como finalidad evitar que la luz que entra
a ella produzca reflejos e imágenes parásitas que
se imprimirían también sobre la película.
Existe sin embargo una gran diferencia. El interior de la
cámara está lleno de aire mientras que el interior
del ojo contiene en su mayor parte un gel transparente (humor
vítreo) que ocupa todo el espacio comprendido entre el
cristalino y la retina, y un líquido igualmente
transparente (humor acuoso) que llena la pequeña cavidad
comprendida entre el cristalino y la córnea.

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En resumen, vemos que cámara fotográfica y
ojo son similares ya que ambos cuentan con un sistema
óptico que permite hacer converger los rayos de luz , un
sistema de enfoque, un sistema regulador de la cantidad de luz ,
y un sistema de registro de la imagen.

 VÍAS Y CENTROS VISUALES

La comparación del sistema óptico ocular
con una cámara fotográfica es una visión
simplista para comprender su funcionamiento desde el punto de
vista óptico pero las cosas no son tan sencillas como
parecen. El ojo es simplemente la primera etapa de un sistema
sumamente complejo. La visión es una función del
sistema nervioso central, es decir, una función cerebral.
Para obtener la sensación de la visión es preciso
que toda la información que ha quedado impresa en retina
sea procesada por esta y a través de las vías
visuales llegue a la corteza cerebral donde se producirá
finalmente la sensación de la visión. Las
vías visuales son los nervios que parten del ojo llevando
la información visual a los centros cerebrales 
localizados en la corteza occipital del cerebro, que son los
encargados de decodificar la información y traducirla en
una percepción visual que el individuo pueda
interpretar.

El sistema visual cuenta además con otras
conexiones dentro del mismo sistema nervioso que amplían
enormemente sus potencialidades, permitiendo al individuo
interpretar la información recibida, conectando
ésta con la información de otros sistemas
sensoriales, con la memoria, etc.

Por tanto, el sistema visual está formado por los
receptores (ojos), sistema de transmisión (nervios) y
centros de interpretación (cerebro). Las propiedades
ópticas de dicho sistema sólo se aplican a la
primera porción, es decir, a los ojos, puesto que no
intervienen ni en los nervios ni en el cerebro.

AGUDEZA VISUAL

Para estudiar la capacidad que tiene el ojo de enfocar
una imagen nítida en la retina se han ideado numerosas
pruebas. Todas ellas presuponen que las demás porciones
del sistema visual son normales y que el único
parámetro anormal es un trastorno en la refracción,
es decir, un trastorno óptico.

Normalmente, para determinar la agudeza visual de un
individuo, el profesional médico o el optometrista coloca
frente a él a una distancia fija un test con letras o
figuras impresas que tiene que reconocer visualmente. Las letras
o figuras tienen distintos tamaños y se registra la
última fila de símbolos que pudo reconocer el
individuo examinado. Por tanto,  en un test de agudeza
visual, lo que se determina es el tamaño mínimo de
una letra o símbolo que el paciente  reconocer a una
distancia determinada.

Si la agudeza visual no corresponde a lo aceptado como
normal se puede inferir que el trastorno se debe a un defecto de
refracción, siempre y cuando todas las demás
estructuras del sistema sean normales, ya que, la
disminución de la agudeza visual puede corresponder a
otras alteraciones que no son de índole
óptica.  Una vez establecido que se trata de una
alteración óptica, quedará por definir
cuál es el tipo del error refractivo que produce dicha
alteración.

Relación
sistemas auditivos, gustativos, visuales, olfativos y
táctiles del ser humano

Ahora que ya conoce sus sentidos, es importante desde el
punto de vista de los sistemas, estudiar las interrelaciones que
tienen con otros sistemas y con nuestro medio
ambiente.

 Los sentidos humanos son fruto de un largo proceso
evolutivo que condiciona la forma en que los mismos reaccionan
ante estímulos diversos. Por ello la forma de percibir
humana está intrínsecamente relacionada con los
mecanismos de preservación y alerta que los organismos
más primitivos fueron desarrollando. Nuestro cerebro
está repleto de pequeños sistemas heredados de
organismos anteriores que en muchas situaciones no nos ayudan a
obtener la información más adecuada para la toma de
las decisiones más eficaces.

El gusto y el olfato son los sentidos más
primitivos, nos aportan una información muy limitada e
imprecisa del mundo exterior y están completamente
interconectados; en cierta forma saboreamos con la nariz. Nuestro
olfato humano ha evolucionado para ser un simple apoyo a otros
órganos que evolutivamente fueron más rentables.
Las células epiteliales están especializadas en
detectar diferentes tipos de moléculas en
suspensión, y en ocasiones nos permiten detectar la
presencia en el aire de sustancias en partes por millón,
pero lo que nunca nos permitirán es saber la forma de la
molécula y tampoco percibir la dirección de la que
proviene. En definitiva no podemos extraer información
espacio temporal de ninguno de estos sentidos.

La visión y el oído sin embargo nos
permiten tener una información espacio temporal más
óptima. El oído tiene limitaciones en cuanto al
espectro de frecuencias sonoras que es capaz de percibir. Por
ejemplo los tonos de muy baja frecuencia como los de un
órgano de iglesia se perciben gracias a la capacidad de
sentir vibraciones en nuestro cuerpo más que a la
capacidad del oído de diferenciar esas
frecuencias.

RELACION CON UN SENSOR

Un sensor es un dispositivo capaz de
detectar magnitudes físicas o químicas, llamadas
variables de instrumentación, y transformarlas en
variables eléctricas. Las variables de
instrumentación pueden ser por ejemplo: temperatura,
intensidad lumínica, distancia, aceleración,
inclinación, desplazamiento, presión, fuerza,
torsión, humedad, movimiento, pH, etc. Una magnitud
eléctrica puede ser una resistencia (como en
una RTD), una capacidad eléctrica (como en
un sensor de humedad), una Tensión
eléctrica (como en un termopar), una corriente
eléctrica (como en un fototransistor),
etc.

Un sensor se diferencia de un transductor en
que el sensor está siempre en contacto con la variable de
instrumentación con lo que puede decirse también
que es un dispositivo que aprovecha una de sus propiedades con el
fin de adaptar la señal que mide para que la pueda
interpretar otro dispositivo. Como por ejemplo
el termómetro de mercurio que aprovecha la
propiedad que posee el mercurio de dilatarse o contraerse por la
acción de la temperatura. Un sensor también puede
decirse que es un dispositivo que convierte una forma de
energía en otra.

Áreas de aplicación de los sensores:
Industria automotriz, robótica, industria aeroespacial,
medicina, industria de manufactura, etc.

Los sensores pueden estar conectados a un computador
para obtener ventajas como son el acceso a una base de datos, la
toma de valores desde el sensor, etc.

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Características de un sensor de
movimiento

  • Rango de medida: dominio en la magnitud
    medida en el que puede aplicarse el sensor.

  • Precisión: es el error de medida
    máximo esperado.

  • Offset o desviación de cero:
    valor de la variable de salida cuando la variable de entrada
    es nula. Si el rango de medida no llega a valores nulos de la
    variable de entrada, habitualmente se establece otro punto de
    referencia para definir el offset.

  • Linealidad o correlación
    lineal.

  • Sensibilidad de un sensor: suponiendo que es de
    entrada a salida y la variación de la magnitud de
    entrada.

  • Resolución: mínima variación de
    la magnitud de entrada que puede apreciarse a la
    salida.

  • Rapidez de respuesta: puede ser un tiempo fijo o
    depender de cuánto varíe la magnitud a medir.
    Depende de la capacidad del sistema para seguir las
    variaciones de la magnitud de entrada.

  • Derivas: son otras magnitudes, aparte de la medida
    como magnitud de entrada, que influyen en la variable de
    salida. Por ejemplo, pueden ser condiciones ambientales, como
    la humedad, la temperatura u otras como el envejecimiento
    (oxidación, desgaste, etc.) del sensor.

  • Repetitividad: error esperado al repetir varias
    veces la misma medida.

Un sensor es un tipo de transductor que
transforma la magnitud que se quiere medir o controlar, en otra,
que facilita su medida. Pueden ser de indicación directa
(ejemplo. un termómetro de mercurio) o pueden estar
conectados a un indicador (posiblemente a través de un
convertidor analógico a digital,
un computador y un display) de modo que los
valores detectados puedan ser leídos por un
humano.

Por lo general, la señal de salida de estos
sensores no es apta para su lectura directa y a veces tampoco
para su procesado, por lo que se usa un circuito de
acondicionamiento, como por ejemplo un puente de
Wheatstone, amplificadores y filtros
electrónicos que adaptan la señal a los
niveles apropiados para el resto de los circuitos.

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Resolución y
precisión

La resolución de un sensor es el menor cambio en
la magnitud de entrada que se aprecia en la magnitud de salida.
Sin embargo, la precisión es el máximo error
esperado en la medida.

La resolución puede ser de menor valor que la
precisión. Por ejemplo, si al medir una distancia la
resolución es de 0,01 mm, pero la precisión es de 1
mm, entonces pueden apreciarse variaciones en la distancia medida
de 0,01 mm, pero no puede asegurarse que haya un error de
medición menor a 1 mm. En la mayoría de los casos
este exceso de resolución conlleva a un exceso innecesario
en el coste del sistema. No obstante, en estos sistemas, si el
error en la medida sigue una distribución
normal o similar, lo cual es frecuente en errores
accidentales, es decir, no sistemáticos, la repetitividad
podría ser de un valor inferior a la
precisión.

Sin embargo, la precisión no puede ser de un
valor inferior a la resolución, pues no puede asegurarse
que el error en la medida sea menor a la mínima
variación en la magnitud de entrada que puede observarse
en la magnitud de salida.

Sentido del
gusto

Y ahora: el sentido del gusto, total muy mi gusto y
respetando el gusto del lector.

El gusto es función de las papilas gustativas en
la boca; su importancia depende de que permita seleccionar los
alimentos y bebidas según los deseos de la persona y
también según las necesidades nutritivas. El gusto
actúa por contacto de sustancias químicas solubles
con la lengua. El ser humano es capaz de percibir un abanico
amplio de sabores como respuesta a la combinación de
varios estímulos, entre ellos textura, temperatura, olor y
gusto.El sentido del gusto depende de la estimulación de
los llamados "botones gustativos", las cuales se sitúan
preferentemente en la lengua, aunque algunas se encuentran en el
paladar; su sensibilidad es variable.

Partes: 1, 2

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