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Tradición y redacción en Lucas (página 4)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

La acusación y lapidación de Esteban (Hch
6,9-14; 7,58a) sigue el modelo de la de Nabot (1 R 21,8-13); la
historia de viuda de Naím (Lc 7,11,17) estaría
inspirada en la de Elías y la viuda de Sarepta o Eliseo y
la Sunamita (2 R 4,1-37; y 1 R 17,17-24); el bautismo del eunuco
etíope (Hch 8,9-40) nos recordaría la historia de
Naamán el leproso (2 R 5); el comienzo del viaje a
Jerusalén imitaría la partida de Elías hacia
el Jordán (2 R 1,1-2.6). La aparición del
ángel durante la agonía (22,43.45) estaría
relacionada con la aparición del ángel a
Elías, cuando le dio fuerzas para seguir adelante en su
camino (1 Re 19,7-8). Sobre este tema se puede ver la ficha
1-3.

También en la ficha 4-6, que reproducimos
aquí parcialmente, Jesús es presentado como el
Profeta (4,24-27; 7,16; 9,8.19; 24,19), y en ocasiones aclamado
como tal por el pueblo. Esto conlleva un preanuncio de su muerte,
porque los profetas son perseguidos y asesinados (6,23; Hch
7,52). Un profeta no puede morir fuera de Jerusalén (Lc
13,33-34). En los ultrajes en casa del sacerdote, le tapan la
cabeza a Jesús y le invitan a profetizar (23,64),
confirmando así irónicamente la condición de
Jesús como profeta rechazado.

En su discurso programático de Nazaret
Jesús se remite a la misión universal de
Elías y Eliseo (4,25-26; 1 R 17; 2 R 5), así como
al hecho de que ambos fueron rechazados en Israel. Su
ascensión está modelada en la de Elías; el
Espíritu que reciben los discípulos después
de ver a Jesús subir al cielo es paralelo al
"espíritu de Elías" que recibió Eliseo
cuando consiguió verlo ascender (2 R 2,9), y son muchos
los pasajes en el que la historia de Jesús y sus
discípulos ha sido escrita en paralelo con la de los
grandes profetas Elías y Eliseo. Es curioso que Lucas haya
omitido varios pasajes sinópticos que identificaban a Juan
el Bautista con Elías (Mt 3,4; 11,12-14; 17,10-13; Mc
9,13). El motivo más obvio es que Lucas quiere reservar el
título de nuevo Elías para
Jesús.[101]

En la tradición sinóptica, Moisés y
Elías estaban presentes en la transfiguración, pero
sólo Lucas nos dice que hablaban con él sobre su
éxodo (9,30), lo cual pone en paralelo el viaje de
Jesús a Jerusalén en que será "ascendido"
(9,51) con el viaje de Elías al Jordán para su
ascensión (2 R 2,1-11). En 9,54, poco después, los
discípulos piden que caiga fuego del cielo sobre las
aldeas samaritanas, en clara referencia a Elías (1 R
18,37-38; 2 R 1,10-14; Si 48,1). Jesús se niega a hacer
bajar este tipo de fuego, pero inmediatamente acepta que
sí ha venido a traer un fuego a la tierra como
Elías, aunque de otro modo distinto, refiriéndose
al fuego del Espíritu de Pentecostés (Lc
12,49).

2.- Paralelismos con la escena de
Marcos

En ambos casos se trata de un/a hijo/a único/a
(Lc 8,42). En ambos casos la resurrección tiene lugar en
presencia del progenitor/a. En cambio en los relatos del AT las
resurrecciones no tenían testigos.

En ambos relatos pide Jesús que cese el
llanto.

Jesús tocando las parihuelas donde llevan
al joven (7,14) recuerda a Jesús tomando de la mano a la
hija de Jairo Mc 5,41; Lc 8,54).

Las palabras dirigidas al joven son: "Joven, a ti
te digo, levántate" (Lc 7,14) comparables a las palabras a
la hija de Jairo en Marcos: "Niña, a ti te digo,
levántate" (Mc 5,41).

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3.- Paralelismos con el propio Lucas

Más importantes son los detalles paralelos a
otras escenas lucanas. Así por ejemplo, las palabras en el
relato sobre la hija de Jairo, cuando Jesús dice a la
multitud:

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También es típicamente lucano el tema de
la alabanza a Dios que suscita el milagro de la
resurrección (Lc 7,16), como pude verse en la ficha
12-1: Los pastores regresaron alabando y dando gloria a
Dios por todo lo que habían visto" (Lc 2,20). Tras la
curación del paralítico, "quedaron todos asombrados
y alababan a Dios llenos de pasmo diciendo: "Hemos visto hoy
cosas extraordinarias"" (5,26). Después de la
curación del ciego de Jericó: "Toda la gente que lo
vio alababa a Dios por lo que había ocurrido" (18,43).
Incluso en el momento de la muerte de Jesús el
centurión al pie de la cruz alababa a Dios
(23,47).

Lo mismo podemos decir por el interés de Lucas de
reseñar tras la resurrección del joven que la
fama de Jesús se iba corriendo por todas partes (Lc
7,17). Veamos otros textos paralelos: "Todo aquello fue muy
comentado por toda la región montañosa de Judea"
(1,65). "Estos relatos se corrieron por toda la región"
(4,37). Ver también Lc 5,15; Hch 13,49.

El país judío por donde se corre la
fama de Jesús (Lc 7,17) es un tema recurrente en Lucas (Lc
1,5; 4,44; 6,17; 23,5; Hch 2,9; 10,37). El tercer evangelista ha
dado mucho relieve al hecho de que junto con los
discípulos galileos, Jesús tenía
también discípulos en el país de los
judíos. Ver ficha 8-4.

También el miedo unido a la alabanza y a
la glorificación de Dios aparece en el texto que
comentamos (Lc 7,16). Se trata de otro tema lucano típico,
como podemos ver en Lc 1,65; 5,26; 8,25.35 y en Hch 2,43;
19,17.

Lo mismo podemos decir del establecimiento de parejas
de hombres y mujeres
que cumplen una misma función en
el evangelio, como puede verse en la ficha 11-5. Algunas
de estas parejas vienen ya de Q (ninivitas y reina del sur: Lc
11,31-32 = Mt 12,41-42; los dos hombres en el campo y las dos
mujeres moliendo: Lc 17,34 = Mt 24,40-41) o de Marcos (el
poseído de la sinagoga y la suegra de Pedro). Pero en
muchos otros casos la historia acerca del hombre es tradicional,
mientras que la historia de la mujer es una composición
original de Lucas que nos brinda un contrapunto femenino. Por
ejemplo, al hombre que tenía 100 ovejas (Mateo), Lucas
añade la mujer con las diez monedas (original de Lucas). A
Simón en la vía dolorosa añade Lucas un
grupo de mujeres (Lc 23,26-32). A las mujeres que están al
pie de la cruz, Lucas ha añadido también a los
conocidos varones (Lc 23,49). A menudo ambas historias son
propias de Lucas (Zacarías e Isabel, Simeón y Ana,
la viuda y el juez, Eneas y Tabita).

Este rasgo redaccional de Lucas puede llevarnos a
entender por qué al relato marcano de la
resurrección en que aparece una niña con su padre,
ha añadido otro relato en el que aparece un joven con su
madre.

J. P. Meier piensa, sin embargo, que Lucas no compone
este relato de una forma creativa, sino que existe una fuente
prelucana (L).[102] Para llegar a esta
conclusión se basa en varios argumentos. Primeramente el
hecho de las profundas diferencias que hay con los relatos de los
LXX o con los paralelos de Lucas. Los paralelos se refieren
sólo a los detalles estilísticos. En el caso de
Elías había toda una relación entre el
profeta y la viuda, mientras que en el caso de Jesús, la
viuda es una perfecta desconocida. Las otras resurrecciones
tienen lugar en la casa, mientras que la de Naím tiene
lugar camino del cementerio. Las otras fueron en privado, la de
Naím en público. Jesús toca el
féretro, no al difunto, sin oración previa ni
manipulaciones físicas. Las aclamaciones no vienen
sólo de la madre, sino de todos. El relato de Naím
termina con la información de que la fama se
divulgó, cosa que no aparece en el resto de los
relatos.

Igualmente podemos ver grandes diferencias entre el
relato de Naím y el de Jairo. En el caso de Jairo
también la resurrección tiene lugar en la
habitación, y en presencia de cinco personas. Los
asistentes al duelo se burlan de Jesús, mientras que los
presentes en Naím le tratan siempre con respeto. El padre,
Jairo, es nombrado, mientras que la viuda permanece
anónima.

En el caso de Tabita, Pedro se queda solo con la muerta
y ora a Dios. Los paralelismos que cabe encontrar en este caso
más bien han funcionado en sentido contrario. Es el relato
de Tabita el que se inspira en el de Naím, dada la
tendencia de Lucas a reproducir en la vida de los
apóstoles hechos inspirados en la vida de Jesús,
para mostrar así la continuidad (cf. Tabla XVIII y
ficha 5-10).

La localización en Naím, un pueblo nunca
citado en la Biblia, ni en los deuterocanónicos,
Filón, Josefo o la Misná, tuvo que venirle a Lucas
de una fuente. No pudo haberla inventado él. Su
cercanía a Sunem no es prueba suficiente, dado
además que Lucas no conoce tan bien la geografía de
Galilea. La arqueología nos ha dejado ver que la ciudad
estaba amurallada de hecho, y por tanto tenía
puerta.[103]

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Otro argumento aportado por Meier para pensar que la
fuente L está detrás del relato es la tendencia de
Lucas a no repetir duplicados (cf. ficha 1-12). Un
capítulo más adelante Lucas narra la
resurrección de la hija de Jairo; por eso no parece
verosímil que se haya inventado otra resurrección
muy parecida, si no la hubiese encontrado en la fuente. De hecho
Lucas es el único evangelista que nos narra dos
resurrecciones.

c) Zaqueo

La segunda escena que queremos analizar, siguiendo a
Drury, es el relato sobre Zaqueo en Lucas 19,1-10. Esta escena
rezuma por todas partes el lenguaje característico de
Lucas y su teología. Trata sobre el dinero y la limosna
(ver ficha 14-3), el arrepentimiento (ver ficha
3-2), los sinvergüenzas que son astutos (cf. Lc
16,1-9), las comidas de Jesús en casa de los pecadores
(ver ficha 2-1), la salvación (ver ficha
15-1), el "hoy" (ver ficha 15-5), la alegría
(ver ficha 12-3), el "hijo de Abrahán" (ver ficha
13-2).

Veamos ya en lo concreto todos los ecos lucanos que
tiene este pasaje:

Zaqueo es pequeño de estatura (Lc v.3).
Lucas favorece siempre a los pequeños, y es el
único evangelista que habla de la estatura en sus relatos
(aquí y en 2,52) y en sus materiales didácticos (Lc
12,25 = Mt 6,17).

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.[104]

Se nos dice que aquel hombre era hijo de
Abrahán
(v. 9). Es la misma afirmación que se
nos hizo en el episodio de la curación de la mujer
encorvada (Lc 13,16). Esta expresión es única en
los evangelios en el sentido de que "hijo de Abrahán" es
un título para merecer la salvación aportada por
Jesús (ver ficha 13-2)). "Como había hablado a
nuestros padres, a Abrahán y su descendencia para siempre"
(Lc 1,55). Según el juramento que juró a nuestro
padre Abrahán (Lc 1,73). Es en el seno de Abrahán
en donde es recogido el pobre Lázaro (Lc 16,22-30). Pablo
anuncia la buena nueva en su discurso de Antioquía de
Pisidia: "Hermanos, hijos de la raza de Abrahán, y cuantos
entre vosotros teméis a Dios; a vosotros os ha sido
enviada esta palabra de salvación" (Hch 13,26).

El conjunto de la perícopa es una
situación de crisis con un antes y un después. Esta
suele ser la estructura lucana que se revela también en
las parábolas, en contraste con las parábolas
escatológicas de Mateo en las que la crisis está la
final, y no en el medio.

La idea de que la muchedumbre impide a Zaqueo
acercarse a Jesús está ya presente en el episodio
del paralítico en Mc 2,4 = Lc 5,19. En el episodio sobre
la madre y los hermanos de Jesús Lucas explicita algo que
podía ya intuirse en el relato de Marcos: "No
podían llegar a él por causa de la gente" (Lc 8,19
( Mc 3,31).

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Otra palabra de fuerte raigambre teológica lucana
es el término "hoy" (ver ficha 15-5), que
aparece 2 veces en el relato. "Hoy me tengo que hospedar en tu
casa" (v.5), y "Hoy ha llegado la salvación a esta casa"
(v. 9). En el evangelio de Lucas la palabra "hoy" es usada
continuamente. El "hoy" (23,43) en el paraíso debe
compararse con la salvación inmediata ofrecida en 2,11.
Hoy os ha nacido un salvador. Hoy ha llegado la salvación
(19,9). "Hoy" se ha cumplido entre vosotros esta profecía
(4,21). Hoy hemos visto cosas maravillosas (5,26). Hoy los
demonios son expulsados (13,32). Lázaro el mendigo fue
llevado inmediatamente al seno de Abrahán (16,22-23), y el
rico fue inmediatamente después de su muerte al lugar de
los tormentos. No se habla de un estado intermedio. El buen
ladrón no tendrá que esperar a la
resurrección de los muertos. "Hoy" estarás conmigo
en el paraíso (Lc 23,43).

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La manera que tiene Zaqueo de dirigirse a Jesús
como "Señor" es también típica de
Lucas (cf. ficha 4-11). Marcos y Mateo sólo usan la
palabra "Señor" referida a Jesús en boca del
narrador una vez, mientras que en Lucas aparece 14 veces. En 7 de
ellas se trata de perícopas lucanas, pero en 3 ocasiones
se trata de redacción lucana de materiales Q, y en 3
ocasiones es redacción lucana de una perícopa de
Marcos, y finalmente hay una mención del título
Señor en el pasaje paralelo al único texto de
Marcos y Mateo en el que se usa esta expresión (Mc 11,3 =
Mt 21,3 = Lc 19,31).

En cuanto a la palabra "Señor" en boca de los
personajes del evangelio, aparece sólo 1 vez en Marcos, en
el relato de la cananea. En Mateo aparece 17 veces, muchas de
ellas en pasajes de triple tradición donde la palabra
"Señor" es claramente redaccional. En Lucas aparece esta
palabra en labios de los personajes 20 veces.

El hecho de que la historia suceda en
Jericó es también muy importante. La llegada
de Jesús a Jericó y la curación del ciego
los toma Lucas de Marcos. Lucas conserva este relato, porque
además recuerda que también Elías y Eliseo
pasaron por Jericó de camino hacia los grandes
acontecimientos del éxodo de Elías y su
ascensión (2 R 2).

Pero también hay otro recuerdo bíblico en
Jericó, el de Josué. En los capítulos 2 y 6
del libro de Josué, se nos dice cómo el primer
Jesús llegó a la ciudad y la conquistó en su
camino hacia la tierra prometida. El relato nos habla de
cómo una prostituta, Rahab, acogió en su casa a los
exploradores de Josué (Jos 2,2).

Rahab tuvo muy buena prensa en el NT. La carta a los
Hebreos alaba su fe (Hb 11,31), Santiago, sus obras (Sant 2,25),
Mateo la introdujo junto con otras tres mujeres de dudosa
reputación en la genealogía del Mesías (Mt
1,5). Es raro que Lucas no la mencione explícitamente a
pesar de su devoción por las mujeres, los pecadores y la
hospitalidad. Pero, como dice Drury, su ausencia es más
aparente que real. Se ha reencarnado en Zaqueo que llevaba en
Jericó un oficio parangonable al de las prostitutas (Mt
21,31). Ya Lucas nos había hablado de los gestos de
hospitalidad de una pecadora. Ahora se forma una nueva pareja con
los gestos de hospitalidad de Zaqueo. Hospeda en su casa a un
nuevo Josué.

Aunque Lucas ya nos ha contado una vez el banquete en
casa de Leví, nos ofrece ahora un duplicado muy
enriquecido, del mismo modo que Cornelio es un duplicado
enriquecido del centurión romano de la fuente
Q.

En realidad, para componer esta historia, Lucas no
necesitaba una fuente adicional para proporcionarle los detalles.
Bastaba con que conociese una tradición referente a un
cierto Zaqueo, un publicano convertido que se había subido
a un árbol para ver pasar a Jesús, para que Lucas
rellene los detalles que faltan reutilizando retazos de sus
fuentes de una manera creativa.

Comienzos del
ministerio

a) Texto organizado

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b) Estructura del bloque

Vamos a tratar de ejercitar todo lo aprendido hasta
ahora sobre tradición y redacción en un bloque
importante del evangelio de Lucas, que es paralelo al de los
otros dos sinópticos. Veremos la arquitectura de todo el
bloque, y luego nos fijaremos más en concreto en dos
perícopas, la del bautismo y la de las
tentaciones.

El relato del comienzo del ministerio de Jesús en
los sinópticos (Mc 1,2—15 / Mt 3,1-4,17 / Lc
3,1-4,15) se divide en cuatro grandes bloques:

a) Ministerio del Bautista (Mc 1,2-8 / Mt 3,1-4,17 / Lc
3,1-4,15).

b) Bautismo de Jesús (Mc 1,9-11 / Mt 3,13-17 / Lc
3,21-22).

c) Tentaciones de Jesús (Mc 12-13 / Mt 4,1-11 /
Lc 4,1-13).

d) Regreso a Galilea (Mc 1,14-15 / Mt 4,12-17 / Lc
4,14-15).

Desde el principio diremos que aunque estos textos
pertenecen a la triple tradición, sin embargo es muy
probable que Q tenía también un relato del
ministerio del Bautista, del bautismo de Jesús y de las
tentaciones. El texto de Q está latente en la
redacción de Mateo y de Lucas, y puede explicar los textos
comunes a ambos ausentes en Marcos, y muchos de los acuerdos
menores en textos presentes en Marcos.

1. Orden de Marcos

Mateo y Lucas van a seguir fielmente a Marcos en el
orden general de estos bloques, aunque en el interior de cada
bloque introducen algunas trasposiciones:

1.1 Trasposiciones

a) La transposición de la segunda parte de la
profecía de Isaías de Mc 1,3b.
Tanto
Mateo como Lucas han realizado una
pequeña inversión con respecto a Marcos.
Éste traía primero la profecía y luego la
aparición del Bautista, Mateo y Lucas han invertido este
orden.

b) La trasposición de la descripción
del Bautista
y su modo de vestir y de comer que
Mateo adelanta al relato de las multitudes que se
bautizaban confesando sus pecados (Mc 1,5-6 ( Mt 3,4-5 (Estos dos
versos de Marcos han sido omitidos por Lucas).

c) La trasposición en el discurso del Bautista
sobre los dos bautismos.
Tanto Lucas como Mateo han realizado
una pequeña trasposición en el discurso del
Bautista de Mc 1,7-8. Mientras que en Marcos viene primero la
alusión al más fuerte que viene y al desatar las
sandalias, y luego el contraste entre el bautismo con agua y el
bautismo con Espíritu Santo, en Lucas y
Mateo viene primero la mención al bautismo de
agua de Juan Mt 3,11a / Lc 3,16a, luego la alusión al
más fuerte y a las sandalias (Mt 3,11b / Lc 3,16b), y
finalmente la alusión al bautismo con Espíritu
Santo (Mt 3,11c / Lc 3,16c). Nuevamente nos encontramos con un
"acuerdo menor" que podría ser explicado por el influjo
latente de Q.

d) La trasposición lucana que adelanta la
prisión del Bautista
. Vemos cómo Lucas
por su parte realiza una trasposición importante,
adelantando el relato de la prisión del Bautista y
situándolo antes del bautismo (Lc 3,19-20).

Esta trasposición redaccional encaja bien en la
costumbre de Lucas de terminar temas antes de comenzar otros
nuevos (cf. ficha 1-17). También enlaza con la
tendencia creciente a hacer perder protagonismo al Bautista.
Mateo y Lucas mencionan en bautismo en una oración
subordinada, frente al verbo principal de Marcos. Lucas va
más allá, narrando el bautismo en una
oración subordinada y pasiva en la que no se menciona para
nada al Bautista. Juan llegará al extremo de omitir del
todo el relato del bautismo. Deja tan sólo el testimonio
del Bautista afirmando que vio el Espíritu bajar sobre
Jesús como una paloma, pero sin especificar cuándo,
dónde, o en qué contexto (Jn 1,32).

Lucas ha separado totalmente el ministerio del Bautista
del de Jesús; hasta podría dar la impresión
narrativa de que el Bautista había sido encarcelado ya
antes del bautismo de Jesús. El extremo contrario de esta
tendencia lo encontramos en Juan que afirma que hubo un
ministerio simultáneo del Bautista y de Jesús que
bautizaban cada uno con sus discípulos respectivos en
distintos puntos del río Jordán (Jn
3,22-26).

En cambio Mateo y Marcos hace coincidir el comienzo del
ministerio de Jesús con el arresto de Juan (Mt 4,12 / Mc
1,14). También Q narra la embajada de los
discípulos de Juan para interrogar a Jesús,
especificando que Juan los envió desde la cárcel
(Mt 11,2).

En cualquier caso el problema histórico que queda
por resolver es por qué, si el Bautista identificó
tan claramente a Jesús como el Mesías,
siguió luego bautizando como si tal cosa. ¿Por
qué no desbandó a su grupo de discípulos y
les dijo que se fuesen todos detrás de Jesús?
¿Por qué envió una embajada a Jesús
desde la cárcel para preguntarle si tenían
todavía que esperar a otro? ¿Por qué
persistió un movimiento bautista durante muchas
décadas y se expandió incluso hasta llegar a
Éfeso? (Hch 19,3).

La subordinación de Jesús al Bautista en
algún momento de su vida, y el hecho de su bautismo
causaban un escándalo cada vez más grande a medida
que la cristología de la comunidad iba siendo más
alta. En los evangelios podemos leer en una lectura en relieve
las disputas que se daban entre los herederos del bautista y los
miembros de la comunidad mateana o juánica. Los esfuerzos
apologéticos de los evangelistas ponen de relieve que el
bautismo de Jesús fue un hecho histórico
incómodo pero incontrovertible. Nunca la comunidad hubiese
inventado este episodio molesto de la vida de Jesús si no
hubiese una tradición innegable que lo afirmaba. El hecho
de que Jesús fue bautizado por Juan es una de las cosas de
las que podemos estar más seguros en la vida del
Jesús histórico. Probablemente el contacto de
Jesús con el Bautista fue más profundo que el de un
mero contacto puntual el día del bautismo. Bien hubiera
podido ser que Jesús hubiese sido durante un tiempo
discípulo del Bautista, hasta que en un momento dado
decidió establecerse por su cuenta, y arrastró
consigo a algunos de los mejores discípulos.

1.2 Omisiones

1.2.1: por parte de Lucas y Mateo a la vez

Tanto Lucas como Mateo han reproducido casi la totalidad
de Marcos. Veamos brevemente el material exclusivo de
Marcos:

a) El título del evangelio
(1,1).

b) La primera parte de la profecía que
introduce el ministerio del Bautista, en concreto la parte tomada
del profeta Malaquías (1,2). Nos referiremos a ella
más adelante, al hablar de la fuente Q: 1.2.2
c.

c) El Bautista confiesa que no es digno "ni
agachado" de soltar la correa de las sandalias (Mc 1,7b). El
término "agachado" ha sido suprimido por Mateo y Lucas (Mt
3,11 / Lc 3,16). Se trata de un nuevo acuerdo menor
negativo, que habría que achacar a la fuente Q, lo mismo
que la trasposición que hacen ambos en este mismo
texto.

d) En el 1,9 Marcos nos da el detalle de que
Jesús vino de Nazaret. Mateo nos dice que Jesús
vino desde Galilea, pero no menciona Nazaret porque ya
había narrado anteriormente que Jesús y su familia
se habían radicado en Nazaret al volver de Egipto (Mt
2,22). Lucas en cambio no habla nada de la venida de Jesús
al Jordán. En Lc 2,51 Jesús crecía en
Nazaret, y lo siguiente que volvemos a saber de él es que
tras su bautismo bajó el Espíritu sobre
él.

e) La doble mención del desierto en
1,12-13a. Marcos hace dos afirmaciones sobre Jesús: una,
que el Espíritu lo empujó al desierto, y otra, que
estaba en el desierto cuarenta días. Mateo sólo
menciona el desierto una vez al decirnos que "Jesús fue
llevado al desierto por el Espíritu" (Mt 4,1), y Lucas
también lo menciona una sola vez al decir que Jesús
"era guiado por el Espíritu en el desierto".

f) En el 13b se nos dice que Jesús estaba
en el desierto con los animales. El acento en Marcos está
puesto sobre la escatología profética, el retorno a
las condiciones del pueblo en el desierto, según Oseas
2,16 ("La seduciré de nuevo y la llevaré al
desierto"). La restauración de la relación con los
animales es lugar común en la escatología
profética (cf. p. 76). No es claro por qué motivo
coinciden Mateo y Lucas en omitir este dato de los animales, pero
la razón más sencilla es ver cómo en este
episodio de la tentación Mateo y Lucas siguen más
de cerca de Q, y cómo, especialmente Lucas, apenas tienen
coincidencias verbales con este relato de Marcos.

g) Hay alguna frase exclusiva de Marcos en el
sumario de la predicación de Jesús: "Se ha cumplido
el plazo… Creed en el evangelio" (Mc 1,15).

1.2.2: por parte de Mateo

Mateo no tiene ninguna omisión de Marcos digna de
mención, salvo las que comparte con Lucas.

1.2.3: por parte de Lucas

Lucas omite los siguientes textos de Marcos, conservados
por Mateo:

a) El texto de Mc 1,5-6, en el que habla de la
gente que acudía a él confesando sus pecados, y
describe el vestido y la comida de Juan. De algún modo
había una redundancia en el texto de Marcos, cuando
decía que vino Juan predicando un bautismo de
conversión para el perdón de los pecados, y que la
gente venía a él y se bautizaba confesando sus
pecados. Lucas trae sólo la primera parte, y omite la
segunda, aunque en el momento del bautismo de Jesús recoge
esta idea de que la gente se bautizaba: "al bautizarse todo el
pueblo" (Lc 3,21).

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b) Lucas omite la mención a los
ángeles que le servían. Como veremos más que
una omisión cabría hablar de una
trasposición si consideramos que el ángel del
huerto de los olivos, es este mismo ángel cuya
aparición Lucas ha aplazado hasta que se terminasen todas
las tentaciones (cf. p. 78). La retención de este
ángel estaría motivada por la redacción
lucana que presenta las tentaciones como un tiempo todavía
abierto, cuando dice que "concluida toda tentación el
diablo se alejó de él hasta su momento" (Lc
4,13).

1.3. Adiciones

1.3.1 Adiciones de Mateo y Lucas a la vez.

Normalmente estas adiciones tienen que ver con los
materiales tomados de Q, cf. 1.2.1

1.3.2 Adiciones de Mateo solo:

a) En 3,2b Mateo da un resumen de la
predicación del Bautista. Donde Marcos y Lucas dicen que
predicaba un bautismo de conversión para el perdón
de los pecados (Mc 1,4 / Lc 3,3), Mateo nos da en estilo directo
el contenido del mensaje: "Convertíos, pues está
cerca el reino de los cielos" (Mt 3,2). Este mensaje coincide con
el sumario que se hará después de la
predicación de Jesús al regresar a Galilea (Mc1,15b
/ Mt 4,17b). Lo interesante es que Mateo atribuye al Bautista la
predicación de la cercanía del Reino, cosa que los
otros evangelistas atribuyen sólo a Jesús, dejando
para el Bautista sólo la predicación del juicio
inminente.

b) En 3,5, al especificar la gente que
acudía al bautismo de Juan, donde Marcos hablaba de "toda
la región de Judea y todos los de Jerusalén" (Mc
1,5), Mateo menciona a "Jerusalén, toda la Judea, y toda
la región del Jordán". Lucas ha omitido toda este
versículo.

c) En 3,11 Mateo dice: "Yo os bautizo con agua
"para la conversión". El término "para la
conversión" es un añadido redaccional mateano a un
texto de triple tradición.

d) En 3,14-15 Mateo añade al relato de
Marcos un diálogo entre Jesús y el Bautista,
inmediatamente antes del Bautismo. El Bautista trata de impedir
el bautismo, pero Jesús le convence, diciendo que tiene
que cumplir toda justicia. Se trata de dos versículos
redaccionales de Mateo (cf. p. 72).

e) Al referirse a la estancia de Jesús en
el desierto, Mateo añade al dato de los "cuarenta
días" (Mc 1,13 / Lc 4,2) las palabras "y cuarenta noches"
(Mt 4,1).

f) En la narración de las tres
tentaciones, tomada de Q, Mateo alarga la cita de Dt 8,3. Donde
Lucas citaba: "No sólo de pan vive el hombre" (4,4), Mateo
añade: "sino de toda palabra salida de la boca de Dios"
(Mt 4,3).

g) También en la narración de las
tentaciones encontramos términos mateanos distintos de los
de Lucas.

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En cambio Lucas añade esa palabra "gloria" en el
ofrecimiento: "Te daré todo ese poder y su gloria, porque
a mí se me ha dado" (Lc 4,6).

h) Al narrar cómo Jesús se
estableció en Galilea, Mateo añade una cita que
combina Is 8,23; 9,1 y 58,10 (Mt 4,15-16). Se trata de la
típica redacción de Mateo que ha ido subrayando
cada uno de los pasos de la vida de Jesús hasta el momento
con una cita bíblica (Mt 1,21; 2,15.18.23; 3,3), y
continuará con este rasgo estilístico durante el
resto del evangelio.

1.3.3 Adiciones de Lucas solo

a) Sincronía con la historia universal (Lc
3,1-2a). Establece el tiempo del comienzo del ministerio
profético del Bautista relacionándolo con el
imperio de Tiberio, la procuradoría de Pilato, la
tetrarquía de Herodes, Filipo y Lisanias, y el sumo
sacerdocio de Anás y Caifás (cf. ficha
8-1).

b) En 3,2b-3, al introducir el ministerio del
Bautista, dice que "vino la palabra de Dios a Juan el de
Zacarías en el desierto", y seguidamente concreta que su
predicación tuvo lugar en el valle del
Jordán.

c) Lucas alarga la cita de Isaías 40,3,
para hacerla llegar hasta el verso donde dice que "toda carne
verá la salvación de Dios (Lc 3,5-6)". En este
añadido lucano se expresa muy bien su alcance
universalista que ya estaba presente en el evangelio de la
infancia.

d) El añadido más largo es el de la
predicación ética del Bautista, en forma de
diálogo entre la gente y el Bautista (Lc 3,10-14). Se
repite la pregunta estereotipada: "¿Qué tenemos que
hacer?" (Hch 2,37). Este diálogo está incrustado
entre un pasaje de fuente Q, el de los hijos de Abrahán y
las piedras (Q 3,7-9) y un texto de triple tradición
contrastando el bautismo de agua con el bautismo del
Espíritu. A las multitudes les exhorta a compartir, a los
recaudadores les exhorta a no ser abusivos, a los militares les
exhorta a no aprovecharse de nadie y contentarse con la paga. Es
difícil saber si este diálogo proviene de la fuente
propia de Lucas (L), o es composición personal de Lucas.
Algunos incluso han pensado que pertenecen a Q, lo mismo que los
logia inmediatamente precedentes; sin embargo, al haberlos
omitido Mateo, nunca se podrá demostrar con
certeza.

Conecta este diálogo con el texto sobre el
bautismo de agua y Espíritu mediante un verso claramente
redaccional (3,15-16a) en que nos presenta al pueblo expectante
que se interroga sobre la identidad de Juan.

También es redaccional el verso 3,18, que forma
la conclusión a todo el largo discurso del
Bautista.

e) Muy importantes los añadidos
redaccionales a la escena del bautismo. El hecho de que
Jesús estaba en oración (Lc 3,21; cf. p. 73), y que
el Espíritu bajó "en forma física" como
paloma (Lc 3,22).

f) El inciso lucano más largo, con mucho,
es el de la Genealogía (Lc 3,23-38) que se remonta hasta
Adán, hijo de Dios, y va a servir para conectar la escena
del bautismo con la de las tentaciones (cf. p. 79).

g) En la escena de las tentaciones encontramos
algunos añadidos típicamente redaccionales de Lucas
como el presentar a Jesús "lleno del Espíritu
Santo" (Lc 4,1; cf. p. 78).

Para decirnos que fue al desierto, especifica que
"volvió del Jordán" (4,1), quizás porque al
haber introducido la genealogía de por medio, era
necesaria una referencia al Jordán y al bautismo, que en
Marcos y Mateo resultaba inútil.

Lucas subraya el ayuno mateano de Jesús diciendo
que "no comió nada" (4,2).

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También añade Lucas las palabras del
diablo insistiendo en que el poder y la gloria que ofrece le han
sido dados y puede darlas si quiere (4,6b). Es una
intuición de teología política bastante
negativa. El poder de los gobernantes de este mundo no viene de
Dios, sino del diablo, a condición de que se le adore, de
que se le reconozca como fuente de poder alternativo. No
especifica Lucas quién le ha dado este poder al diablo, ni
cuándo.

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De este modo deja abierta la última
tentación, cuando Satanás entre en Judas en el
momento de la pasión, y cuando Jesús combata contra
la tentación y la supere del todo en el huerto (cf. p.
81).

2. Presencia de la fuente Q

2.1 Ubicación

Todo parece indicar que el relato sobre los comienzos
del ministerio aparecía simultáneamente en Marcos y
en Q, aunque nos parece difícil precisar la
extensión de Q. Al menos parece que Q
contenía:

a) Partes de la predicación del Bautista:
Raza de víboras, dad fruto de conversión, Dios
puede sacar de las piedras hijos de Abrahán. El hacha
está ya puesta en la raíz (Q 3,7-9). Otro fragmento
de la predicación del Bautista procedente de Q es el del
bieldo, el granero y la paja quemada (Q 3,17). Ambos fragmentos
de Q están interrumpidos, tanto en Mateo como en Lucas por
un texto de Marcos: "Viene detrás de mí el que es
más fuerte que yo; no soy digno ni agachado de soltar la
correa de las sandalias; él os bautizará con
Espíritu Santo" (Mc 1,7-8 / Mt 3,11 / Lc 3,16). El haber
creado este sándwich de Q/Mc/Q puede considerarse como un
acuerdo menor por parte de Mateo y Lucas. Podría
explicarse suponiendo que el texto de Mc 1,7-8 estaba
también en Q, y lo que han hecho Mateo y Lucas ha sido
simplemente relatar la predicación del Bautista toda
seguida tal como venía en Q. Eso explicaría
también el acuerdo menor que detallaremos más
adelante del "Espíritu santo y fuego" en el
paralelo marcano.

b) La pormenorización de las tres
tentaciones
(Q 4,2b-12). Efectivamente, en Marcos sólo
se nos dice que Jesús estuvo en el desierto y fue "tentado
por Satanás" (Mc 1,13). Mateo y Lucas añaden la
referencia al ayuno y al hambre de Jesús y a
continuación pasan a sustanciar el contenido de la
tentación con el relato de las tres pruebas, que con toda
verosimilitud toman de Q.

c) ¿Bautismo? No es claro si el relato de
Q incluía también la escena del bautismo. De hecho
no hay ningún versículo de doble tradición
para probarlo. Sólo nos insinúan la existencia de
una bautismo Q el hecho de algunos acuerdos menores en el
bautismo de Mateo y Lucas.

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También Juan dice "sobre", como Lucas y Mateo, lo
cual nos puede hacer pensar que era ya una frase hecha y
memorizada que puede influir la redacción de Lucas y Mateo
simultáneamente (Jn 1,32).

Estos tres acuerdos menores pueden encontrar una
explicación diferente por influjo de la tradición
oral, o por actividad redaccional coincidente aunque
independiente de Mateo y Lucas, y no exigen la presencia de una
fuente común, con lo cual no queda probado con certeza que
Q tuviese una escena de bautismo.

2.2 Presencia de acuerdos menores en las otras
secciones

En cambio la presencia de Q sí puede ayudarnos a
comprender algunos de los acuerdos menores entre Lucas y Mateo,
en la predicación del Bautista o en las
tentaciones:

a) Las trasposiciones a y c de 1.1.

b) "Y fuego": Otro acuerdo menor que
podría explicarse es la adición que Mateo y Lucas
hacen simultáneamente a la afirmación marcana de
que "Yo os bautizo con agua… pero él os
bautizará con Espíritu Santo" (1,8), diciendo "con
Espíritu Santo y fuego". El añadido "y
fuego" podría provenir de Q, en cuyo caso sería un
falso acuerdo menor.

c) La omisión simultánea de la primera
parte de la profecía
de Isaías en Mc 1,2. En
realidad la primera parte de la profecía no es de
Isaías, sino de Malaquías. Marcos ha fundido en uno
tres textos proféticos, uno de Malaquías (3,1),
otro de Ex 23,20 y finalmente el texto de Isaías 40,3.
Marcos los presenta como si fuese una profecía
única y la pone toda en labios de Isaías.
Quizás Mateo y Lucas, trabajando cada uno por su cuenta,
han caído en la cuenta los dos de esta inexactitud de
Marcos y han decidido conservar sólo la última
parte, la que sí que corresponde de hecho a
Isaías.

En realidad la profecía de Malaquías
reaparece tanto en Mateo como en Lucas en un pasaje de la fuente
Q, la embajada del Bautista (Q 7,27). Por eso, otro motivo para
omitir la cita de Malaquías en la presentación del
Bautista, es que luego la iban a traer los dos al narrar el
pasaje de Q sobre la embajada del Bautista. Una vez más el
acuerdo menor de la omisión conjunta puede explicarse
aduciendo la fuente Q.

Como veremos, Lucas además ha prolongado la cita
más allá de donde termina en Marcos y Mateo, para
hacerla llegar hasta la frase: "Y verá toda carne la
salvación de Dios" (Lc 3,5-6). Este tipo de prolongaciones
de las citas bíblicas es típico de Lucas. Las suele
situar en los comienzos de nuevas fases de su evangelio (cf.
ficha 1-23).

d) Las omisiones c, e, f y g en 1.2.1

e) La atribución de las tentaciones de
Jesús al diablo
,

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c) Bautismo y Tentaciones:

1. El relato sinóptico del
Bautismo de Jesús

El relato pertenece a la triple tradición, y
aparece situado en los tres sinópticos en el mismo
emplazamiento, después de la predicación del
Bautista y antes de las tentaciones en el desierto. El texto de
Mateo tiene 98 palabras, el de Marcos 53 y el de Lucas 43.
Sólo tienen 16 palabras en común entre los tres,
incluyendo variantes de tiempos, número (cielo-cielos).
Aunque las tres perícopas parecen muy semejantes, bien
analizadas, vemos que hay acentos teológicos diversos. El
género literario es el mismo: teofanía de tipo
apocalíptico; cielos rasgados, descenso del
Espíritu, visión… Se trata de una escena de
revelación.

1.1 El bautismo en Marcos

Marcos no tiene el discurso escatológico del
Bautista (procedente de Q en Mt y Lc). En Marcos el discurso del
Bautista se limita al anuncio de la inminencia de la venida del
Mesías, y la superioridad de Jesús y su bautismo
respecto al Bautista. Subraya la subordinación diciendo:
"agachándome"; subraya la oposición entre bautismo
de agua y bautismo de Espíritu. Mateo y Lucas en cambio en
línea con el discurso escatológico del Bautista,
añaden el tema del bautismo de fuego.

El texto puede dividirse en dos partes: el bautismo y la
teofanía. El bautismo de Marcos nos narra el único
encuentro entre Jesús y el Bautista. Más que los
otros dos sinópticos, Marcos fija su atención en el
hecho mismo del bautismo, que refiere con un verbo principal en
indicativo, mientras que en los otros dos sinópticos el
bautismo se narra en una oración subordinada.

Se da una presentación mesiánica de
Jesús conforme a las expectaciones proféticas. La
escena del bautismo en Marcos podría considerarse un
midrash al texto de Is 63,11™.
¿Quién es éste que sube del mar, el pastor
del rebaño?

Is 63,11: ¿Quién es éste que
pone el Espíritu santo en medio de ellos? El
Espíritu es mencionado tres veces en los vv. 10, 11 y
14.

Is 63,16: Tú eres nuestro Padre

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1.1.1: Versículo 9a de Marcos: Es
claramente un versículo redaccional que narra la venida de
Jesús desde Galilea al Jordán. Como Marcos carece
de evangelio de infancia, este relato es el primer momento en que
aparece Jesús en el evangelio. Marcos quiere mostrar a los
lectores quién es Jesús, aunque en la
narración los presentes no vean nada ni oigan nada, el
lector si es testigo de lo que Jesús vio y
oyó.

Tiene una gran solemnidad. Reproduce el versículo
Jc 19,1

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Es un giro típico de los LXX, a los que es tan
aficionado San Lucas. Aparece en varios oráculos
proféticos (cf. Jr 3,16.17…). En cambio en Marcos
no lo es. El hecho de que lo use aquí significa que
está dando una gran solemnidad a este pasaje.

Netamente comienza una nueva perícopa. La escena
del bautismo termina, como en los otros dos evangelios, con la
voz celeste en estilo directo.

1.1.2: Versículo 9b de
Marcos

Marcos pasa a narrar el bautismo de Jesús con
otro verbo coordinado: Vino y se bautizó. Es el
único evangelista que describe la acción del
bautismo con un verbo principal, y por eso es el que más
ha insistido en la realidad del hecho del bautismo, que otros
intentan escamotear un tanto, sobre todo Juan. Con todo hay una
diferencia entre el bautismo de Jesús y el de la gente.
Cuando toda Judea se bautizaba, lo hacía confesando sus
pecados (1,5), mientras que ahora en el bautismo de Jesús
cualquier alusión al pecado está
ausente.

1.1.3: Versículo 10 de
Marcos

La perícopa de Marcos tiene dos escenas: el
bautismo, muy breve (1 versículo), y la teofanía (2
versículos). Jesús va a ser sujeto primero de una
visión (v. 10), y luego de una
audición (v.11).

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Ambos hechos son objeto de la visión de
Jesús. La acción de subir del agua la pone con un
participio.

Sólo Marcos usa aquí el verbo
rasgar que usará también
después, al hablar del velo del templo (15,38). (Mateo
habla de que el velo y las piedras se rasgaron. Lucas
también describe el rasgarse el velo del templo, pero no
utilizan este verbo en la escena del bautismo). Por eso en el
bautismo se da un acuerdo menor Mateo-Lucas contra Marcos en el
uso del verbo "abrirse" los cielos. El "rasgarse" los cielos hay
que relacionarlo también con la profecía de
Isaías 63,11.-19: "Si rasgaras los cielos y
vinieras…"

En Marcos el Espíritu se designa sin
ninguna especificación, mientras que Mateo dice "El
Espíritu de Dios", y Lucas dice el Espíritu Santo.
Lucas nunca usa la expresión "Espíritu de Dios" y
en cambio usa Espíritu Santo 13 veces. Mateo usa
Espíritu de Dios 2 veces y Espíritu Santo
sólo 4 veces. La diferencia puede ser
redaccional.

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La usa 41 veces, frente a 5 de Mateo y 1 de Lucas (Q).
Lucas es el que más tiende a suprimirla, pero Mateo lo
hace también a menudo.

La paloma puede aludir al Génesis, al
Espíritu que revoloteaba sobre las aguas (Gn 1,2) o a la
paloma del diluvio (Gn 8,8) símbolo de un nuevo comienzo
partir de las aguas. Quizás pueda aludir a algún
texto rabínico que nos es desconocido. Sólo hay una
comparación del Espíritu con una tórtola en
TgCant 2,12, pero es un texto posterior a la era
cristiana.

La paloma es el símbolo de Israel en Os 11,11; Ct
1,15. Quizás la referencia no es tanto a la paloma misma,
cuanto al modo como la paloma se posa suavemente, sin hacer
ruido. El espíritu descendió sobre Jesús de
la misma manera que se posa una paloma. El texto de Marcos
subraya el movimiento ascendente y descendiente (Mc 1,10).
"Subiendo del agua… vio el espíritu
descendiendo"

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Como explicaremos más adelante, el sujeto de la
visión es Jesús, lo mismo que en Mateo, mientras
que en cambio en Lucas no se nos habla de visión, sino de
un hecho objetivo que aconteció. Nadie parece haber sido
consciente de lo que estaba pasando

1.1.4: Versículo 11 de Marcos

Tras la visión, viene la
audición.

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Nuevamente se mencionan los cielos en plural en Mateo y
Marcos, mientras que en Lucas aparece el cielo en
singular.

Al hablar de la voz, coinciden Marcos y Lucas en que la
voz se dirigió a Jesús en segunda persona,
mientras que en Mateo la voz proclama a Jesús en tercera
persona. En el caso de Marcos, todo fue una visión
interior de Jesús. Nunca se nos dice que nadie más
viera nada ni oyera nada, lo cual puede combinarse bien con el
secreto mesiánico. Como en Mateo, Jesús es el que
tuvo la visión, y lo mismo que en Lucas la voz se
dirigió sólo a él.

Podríamos ver también una relación
entre esta "voz" sobre las aguas, y la frase del Salmo: "La voz
del Señor sobre las aguas, el Dios de la gloria ha
tronado, el Señor sobre las aguas caudalosas" (Sal
29,3)

El título hijo de Dios es un
título mesiánico según el oráculo de
Natán (2 Sm 7,14; Sal 2,7; 89,27-28). El amado en
los LXX es una alusión al hijo único, Isaac (Gn
22,2.12.16), con lo cual la filiación divina se pone en
relación con el sacrificio, tal como el centurión
reconocerá a Jesús como hijo en la cruz.

La alusión a la complacencia divina sobre su hijo
nos remite a Is 42,1, con lo cual la figura de Jesús se
funde con la del siervo.

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1.2 El bautismo en Mateo

1.2.1: versículo 3,13 de Mateo

Mateo claramente parafrasea este
versículo.

Omite la alusión a Nazaret de Marcos, porque
Mateo ya nos ha dicho que Jesús vivió en Nazaret al
regreso de Egipto, mientras que en Marcos todavía no se ha
hablado para nada de Jesús ni de su vida oculta.
Añade el dato de que la intención de Jesús
en su viaje fue la de ser bautizado.

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Lo traduciríamos: "pero entonces" (Mt 3,13).
Lejos de parecer un juez temible, más fuerte que Juan,
Jesús aparece en comunión con esa humanidad
pecadora.

1.2.2: versículos 14 y 15 de Mateo

Mateo interrumpe el relato para narrar en los
versos 14 y 15 el diálogo entre el Bautista y Juan, que no
aparece para nada ni en Lucas ni en Marcos. De hecho Mateo no nos
narra en un verbo principal el momento del bautismo. Primero
narra la intención de Jesús de bautizarse, y luego
nos dice que después de bautizarse salió del agua,
pero no nos cuenta el momento de su entrada.

Los dos versos añadidos por Mateo son
típicos de las adiciones a Marcos que no están
recogidas en Lucas y que, tal como vimos, son una prueba de que
Lucas no conoció a Mateo. En estos versos se recogen temas
típicos mateanos. No podemos saber si los redactó
él o los tomó de alguna de sus fuentes. La
mayoría de los exegetas se inclinan a pensar que estos
versos son de redacción propia. El tema de "cumplir toda
justicia" es típico de Mateo. 7 veces aparece justicia en
Mateo y una sola vez en Lucas, en el Benedictus. Mateo ha
subrayado el descenso de Jesús, en la línea del
himno de filipenses.

Se subraya en Mateo esta comunión. "Tenemos que
cumplir toda justicia". La palabra justicia y la palabra
cumplir son típicas de Mateo. Se trata de la
justicia del Reino en la que hay que abundar más
que escribas y fariseos (Mt 5,20), la justicia de la que hay que
tener hambre y sed (Mt 5,6) y que hay que buscar por encima de
las otras cosas que sólo se nos darán por
añadidura (Mt 6,33), la que no hay que practicar para ser
vistos por los hombres (Mt 6,1). También el verbo
"cumplir" pertenece al vocabulario mateano. Jesús
no ha venido a abolir, sino a dar cumplimiento (Mt
5,17).

1.2.3: versículo 16 de Mateo

En Mateo hay tres oraciones principales; los sujetos
son: Jesús subió, los cielos se rasgaron,
Jesús vio el Espíritu. Jesús es el sujeto de
la primera y la tercera oración. A la primera se le
añade un participio pasado, indicando que Jesús,
bautizado, subió del agua.

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Mateo coincide con Lucas en decir que el Espíritu
bajaba sobre él, en lugar de "hacia él" de Marcos.
Sería un acuerdo menor (cf. pág. 68). Coincide
también con Lucas en decir que los cielos (cielo) se
abrieron, contra el "se rasgaron" de Marcos (cf. p. 71). Denomina
al Espíritu "Espíritu de Dios", frente al
"Espíritu" de Marcos y al "Espíritu Santo" de Lucas
(cf. p. 79)

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Hay una referencia velada a Ez 1,1. En Ezequiel
encontramos un profeta junto a la orilla de un río cuando
se oye una voz. Respecto al plural "cielos" cf. p. 74.

La apertura de los cielos no es objeto de la
visión personal de Jesús, sino un hecho objetivo
público. En cambio la visión de la paloma "que
desciende y viene sobre él" es una visión exclusiva
de Jesús.

La voz, como en Is 42,1 está formulada en tercera
persona, y no está dirigida a Jesús. ¿A
quién se dirige la voz del Padre? No se menciona el
destinatario, con lo cual podemos pensar que la voz va dirigida
al lector. El evangelio eclesial de Mateo, anuncia a la comunidad
la revelación de la identidad de
Jesús.[105]

1.2.4: versículo 17 de Mateo

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El contenido de la cita es exactamente igual al de
Marcos.

1.3: El bautismo en Lucas

Lucas no menciona al Bautista. De hecho para el momento
del bautismo, Lucas ha narrado ya su arresto y prisión La
gente está siendo bautizada (pasiva sin sujeto). La
referencia al bautismo se hace mediante un participio pasivo, y
no con verbo principal (Lc 4,21). Jesús menciona en
12,49-50 el bautismo que tiene que recibir como signo del
misterio pascual.

Lucas ha omitido totalmente el verso de
transición de Mc 1,9 en que narraba el viaje de
Jesús desde Galilea. Jesús aparece en como por
ensalmo, sin que nos diga de dónde viene. Lo último
que supimos de él es que crecía en Nazaret (2,51),
pero esa noticia queda lejos, separada por toda la
narración del ministerio y la predicación de
Juan.

Antes de volver a hablar de Jesús, Lucas cierra
la predicación del Bautista con la noticia de su
prisión, adelantándola, según su
técnica especial de ir cerrando acontecimientos (cf. p. 64
y ficha 1-17).

1.3.1: verso 3,21 de Lucas

Lucas ha construido una transición redaccional
propia citando al pueblo que viene a bautizarse en una
oración subordinada.

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Lo usa en singular 70 veces (35 en el evangelio y 35 en
los Hechos), mientras que Mateo sólo lo usa 14 veces, y
Marcos sólo 2 veces.

Resta importancia al bautismo de Juan, que no se nos
narra en verbo principal sino en un genitivo absoluto
subordinado. En un segundo genitivo absoluto subordinado Lucas
presenta a Jesús orando durante su bautismo. Uno de los
rasgos redaccionales más típicos de Lucas es su
interés por la oración de Jesús. Lucas se
refiere a la oración de Jesús 13 veces. Analicemos
en detalle el origen de estas referencias:

3 de ellas están tomadas de Marcos, 1 más
tomada de Marcos pero reelaborada, 1 de Q y 2 de sus propias
fuentes. En cambio un mínimo de 6 referencias se puede
considerar como adiciones redaccionales de la pluma de Lucas
mismo.

1.- oración en el Bautismo
(3,21)

Redaccional

2.- después de la curación del
leproso (5,16)

Redaccional

3.- la noche antes de escoger a los doce
(6,12)

Redaccional

4.- en la bendición de los panes
(9,16)

M/M

5.- antes de la confesión de Pedro
(9,18)

Redaccional

6.- en la transfiguración
(9,28-29)

Redaccional

7.- exultación en el Espíritu Santo
(10,20)

Q

8.- antes de enseñar el Padre Nuestro
(11,1)

Redaccional

9.- bendición de pan y vino en la
última cena (22,17.19

M/M

10.- oración en favor de Pedro
(22,31-32)

L? Redaccional?

11.- oración en el monte de los Olivos
(22,42)

M/M

12.- oración por sus verdugos
(23,34)

L? Redaccional?

13.- oración en el momento de morir
(23,46)

Reelaborada

En la mayor parte de estos casos no hay necesidad de
postular nuevas fuentes; las adiciones de Lucas pueden ser
simplemente redaccionales. Cuando Lucas insiste tanto en la
oración de Jesús su intención es
parenética. Jesús ora en los momentos clave de su
vida y su misión, cuando el propósito del Padre
está siendo revelado. Así la oración de
Jesús puede ser fuente de inspiración para la
plegaria de los discípulos.

La oración sobre todo en el libro de Daniel puede
ser una preparación antes de recibir revelaciones de tipo
apocalíptico (Dn 2,18; 9,3.21). De este modo la
oración de Jesús es el prólogo a la
teofanía. Por otra parte la oración en Lucas
está especialmente encaminada a la recepción del
Espíritu, que es el don que el Padre nunca negará a
los que le piden (Lc 11,13). Una variante en algunos manuscritos
añade en el Padrenuestro la petición: "Que tu
Espíritu Santo venga sobre nosotros y nos purifique" (Lc
11,3). La venida del Espíritu en Hechos es respuesta a la
oración de la comunidad (Hch 1,14; 4,31; 8,15).

El verbo principal es Sucedió que se
abrió el cielo,
tras las dos oraciones subordinadas
(una en infinitivo con artículo, "al ser bautizado el
pueblo" y otra en un doble genitivo absoluto, "mientras
Jesús se bautizaba y oraba").

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Estos tres infinitivos subordinados que designan las
tres acciones del relato: los cielos que se abren, la paloma que
baja, y la voz que acontece. Jesús no es el sujeto de
ninguno de los verbos en el relato lucano.

El abrirse el cielo se narra no como una visión
de Jesús, sino como un hecho objetivo. Ya hemos
señalado como hay aquí una coincidencia de Lucas
con Mateo contra Marcos en el uso del verbo "abrirse" (cf. p.
71).

Lucas cambia el plural "los cielos" de Marcos y
Mateo por el singular "el cielo". La forma plural es un claro
semitismo que traduce el plural del hebreo o el arameo. Marcos
prefiere el uso singular de la palabra, y curiosamente
ésta es una de las pocas veces que usa cielos en plural (5
plural + 13 singular). Mateo ha conservado el plural de Marcos,
lo cual es normal en su estilo semitizante; el plural es su forma
preferida (52 plural, 25 singular). En cambio Lucas ha cambiado
en este caso el plural de Marcos por el singular, en consonancia
con la tendencia general de Lucas que evita usar la palabra
cielos en plural (4 plural, 30 singular).

1.3.2: verso 22 de Lucas

Lucas es el único que no hace referencia a una
ninguna visión por parte de Jesús. No sólo
el abrirse el cielo se narra como algo objetivo, sino que Lucas
subraya la objetividad del fenómeno, insistiendo en que el
Espíritu descendió "en forma corporal" (Lc
4,22).

Sólo Lucas designa al Espíritu en esta
ocasión como el Espíritu "santo". Para Mateo es el
"Espíritu de Dios", y para Marcos simplemente "el
Espíritu" (cf. p. 78 y ficha 7-1).

Lucas ha asociado también el don del
Espíritu con la unción profética y
mesiánica de Jesús (Lc 4,18; Hch 10,37).
Jesús está "ungido de Espíritu y poder".
Hechos 10,37 recuerda la relación entre el bautismo de
Juan y la unción del Espíritu en Jesús, y el
mismo Lucas, al adelantar la escena de la visita a Nazaret, pone
en orden consecutivo la unción del Espíritu con la
proclamación de Jesús de que "El Espíritu de
Dios está sobre mí, porque me ha ungido" (4,18). De
ese modo tanto el ministerio de Jesús como el de la
Iglesia empiezan los dos por una manifestación del
Espíritu (cf. Hch 2,1-4).

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La voz del cielo tendrá un desarrollo posterior
en la literatura rabínica como la bat qol. Se
oirá de nuevo en la transfiguración, y se
insinúa también en el evangelio de Juan durante la
estancia de Jesús en el templo (Jn 12,28).

Respecto al contenido de la voz hay un importante
problema de crítica textual. Aunque la mayoría de
los manuscritos repiten la misma fórmula de Mt y Mc al
informarnos del mensaje de la voz del cielo, hay unos textos de
tradición occidental (D, Vetus latina, Hilario,
Agustín, y también Justino, Clemente de
Alejandría, Orígenes), que traen: "Tú eres
mi hijo, yo te he engendrado hoy", repitiendo la idea del salmo
2,7. El salmo 2 es uno de los salmos mesiánicos más
evidentes y explícitos. Ahora bien, Lucas nos ha hablado
ya de cómo la gente se preguntaba acerca de Juan si
sería "el Cristo". La cita del salmo 2 sería la
respuesta a este interrogante, viendo a Jesús presentado
ante el pueblo como Mesías. El bautismo sería el
momento de la investidura real y mesiánica de
Jesús. En Hechos 13,33 Lucas cita el salmo 2 al referirse
a la investidura de Jesús en el momento de la
resurrección, pero bien puede ser que aquí se
adelante su investidura al momento de su bautismo. La insistencia
de la obra de Lucas en la unción mesiánica hace que
esta lectura sea verosímil. En este caso se
difuminaría la relación al "siervo" y al
"sufrimiento", para subrayar la investidura y unción
mesiánica de Jesús, que ya proclamaron los
ángeles al llamarlo Mesías (2,11)

En el episodio del Tabor Lucas tampoco llama a
Jesús "el amado", sino el "elegido" (9,35), lo cual por
paralelismo, favorecería la versión occidental en
la escena del Bautismo. Por ello aunque el peso de la evidencia
externa favorece la omisión de la cita del salmo 2, en
cambio la evidencia interna está a favor de la
autenticidad de esta cita.

1.4: Historicidad del bautismo

La historicidad del bautismo de Jesús no ha sido
nunca puesta en duda. Difícilmente un hecho así
pudo haber sido inventado por la comunidad. Todos los relatos
muestran una cierta incomodidad al presentar a Jesús
sometido al Bautista. Sienten la necesidad de dar alguna
explicación apologética para aminorar el posible
escándalo causado por una tal subordinación al
Bautista. De hecho Juan omite el relato totalmente, y deja
sólo una alusión en boca de Juan diciendo que vio
la paloma y da testimonio de ello. Lucas reconoce el hecho del
bautismo, pero en una oración subordinada y pasiva en la
que no se menciona a Juan para nada (cf. p. 65).

¿Hubo una teofanía visible en el
Jordán? No es tan claro. Si hubiera habido una
teofanía visible, ¿cómo es que más
tarde Juan, o sus discípulos al menos, dudan sobre la
identidad de Jesús? (Mt 11,3). En la tradición
cristiana el momento de la investidura mesiánica de
Jesús es la resurrección, y la importancia del
bautismo ha sido reducida. (Hch 2,36; Rm 1,4). En Marcos todo
parece suceder dentro de la conciencia de Jesús más
bien que como un fenómeno objetivo. De otro modo no
habría lugar para el secreto mesiánico que ocupa un
lugar tan prominente en la primera parte de su
evangelio.

En cualquier caso, los cristianos, convencidos de que
Jesús es el siervo lleno del Espíritu Santo,
utilizaron esta escena llena de implicaciones teológicas
como solemne prólogo al ministerio de
Jesús.

¿Tuvo Jesús una experiencia profunda
relacionada con su bautismo? Es muy probable. En la vida de
Jesús podemos pensar que hubo momentos especiales en los
que experimentó el amor de su Padre y la llamada a
realizar su misión. Quizás éste fue el
momento en que Jesús decidió comenzar su vida
pública y separarse del grupo del Bautista para comenzar
su propio ministerio independiente.

El relato
sinóptico de las tentaciones en el desierto

El episodio de la estancia de Jesús en el
desierto y de las tentaciones aparece en Marcos, y
aparecía con toda probabilidad en Q. Lucas y Mateo han
redactado su respectivo relato a partir de esas dos
fuentes.

Las diferencias que existen con respecto a Marcos en los
versos marcanos hay que atribuirlas a la redacción, aunque
no se puede excluir una cierta contaminación debida a la
presencia de la fuente Q. Hay un acuerdo menor de Lucas y Mateo
cuando nos dicen que Jesús fue tentado por "el diablo",
contra el tenor literal de Marcos que dice "por Satanás".
Posteriormente Lucas es coherente y se sigue siempre refiriendo
al diablo las 4 veces que lo nombra en la perícopa. En
cambio Mateo lo llama diablo tres veces (Mt 4,1.5.11), pero en
una ocasión le llama "el tentador" (Mt 4,3) y en otra
"Satanás" en vocativo y en boca de Jesús, sin
paralelismo en Lucas (Mt 4,10). Otro acuerdo menor que
podría atribuirse a la presencia de Q es el orden en que
aparece la expresión "cuarenta días".

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En cuanto a las diferencias que existen entre Mateo y
Lucas en el material de doble tradición, no siempre es
posible saber cuál de los dos refleja el tenor literal de
Q en cada caso, y cuál es el que lo ha modificado
redaccionalmente. En cualquier caso no parece que ni Mateo ni
Lucas hayan utilizado ninguna fuente propia aparte de las dos
comunes.

Sin duda ya estaba en Q la conexión entre el
bautismo y las tentaciones mediante una importantes palabra
gancho: "Hijo de Dios". El tentador va a repetir las mismas
palabras que Jesús acaba de escuchar de labios del Padre:
"Si eres hijo de Dios…"; trata de dar un desarrollo
equivocado a esa conciencia de filiación que Jesús
tiene.

2.1: Las tentaciones en Marcos

El acento en Marcos está puesto sobre la
escatología profética, el retorno a las condiciones
del pueblo en el desierto, según Oseas 2,16 ("La
seduciré de nuevo y la llevaré al desierto"). La
restauración de la relación con los animales es
lugar común en la escatología profética (Is
11,6-9; Ez 34,23-28; Is 65,25). El servicio de los ángeles
del salmo 91,11-13 indica una protección divina. En el
testamento de Neftalí hay un texto semejante.

Los cuarenta días evocan la revelación de
Moisés (Ex 34,28), el camino de Elías hacia el
Horeb (1 R 19,1-8) y los cuarenta años de estancia de
Israel en el desierto.

Marcos no especifica las tentaciones, tal como hacen
Mateo y Lucas, que tenían a su disposición el
material de la fuente Q. Pero en el transcurso del evangelio
Marcos deja traslucir las tentaciones de Jesús a
través de los otros personajes. La tentación del
protagonismo, cuando le dicen: "Todo el mundo te busca", y
Jesús responde: "Vámonos a otra parte" (Mc 1,35).
La tentación del poder mundano tras la
multiplicación de los panes, cuando Jesús manda a
sus discípulos que se alejen (Mc 6,45). La
tentación del rechazo de la cruz que le llega a
través de Pedro, que se convierte en portavoz de
Satanás (Mc 8,31).

2.2: Las tentaciones en Mateo

Mateo edita el relato de las tentaciones,
añadiendo el material de la fuente Q, e insistiendo en el
paralelismo con las tentaciones del pueblo de Israel en el
desierto. Jesús, proclamado como hijo de Dios en su
bautismo, es llevado al desierto lo mismo que Israel había
sido llevado al desierto. La cita de Dt 8,5 se refiere al camino
que el Señor tu Dios te ha hecho caminar por el desierto
para ponerte a prueba.

Hay una conexión evidente entre las tentaciones y
la escena del Bautismo, lo mismo que en Lucas a través de
la expresión "Hijo de Dios". Como acabamos de decir,
probablemente esta conexión estaba ya presente en
Q.

Moisés ayunó cuarenta días y
noches: Ex 34,28; Dt 9,9. Sin duda Mateo ha añadido a los
cuarenta días de Marcos la mención explícita
de las cuarenta noches para reforzar el paralelismo con
Moisés.

La primera tentación es la del hambre.
También en el Sinaí la tentación del hambre
fue previa al don del maná. En Éxodo 16,3 hay una
queja: "¿Has traído este pueblo al desierto para
matar de hambre a toda la comunidad?". El Deuteronomio ha
tematizado esta experiencia del hambre como prueba: "Él te
humilló y te hizo pasar hambre". Ésta será
precisamente la respuesta de Jesús a la primera
tentación: la negativa a usar sus poderes en beneficio
propio. Jesús considera que ninguna cosa creada es
absolutamente necesaria. El único absoluto en la vida es
la referencia al Padre. Por tanto Jesús responde: "No
sólo de pan vive el hombre…" (Dt 8,3)

La segunda tentación es paralela al episodio de
Masá y Meribá (Dt 6,16). "No tentarás al
Señor tu Dios", o a la tentación de Ex 17,1-7:
"Cuando los israelitas tentaron a Dios a propósito del
agua diciendo: "¿Está o no está Dios con
nosotros?"" Se trata de poner a prueba a Dios forzándole
la mano para que actúe conforme a nuestras
expectativas.

La tercera tentación reproduce la
situación de Moisés en el monte Nebo. Allí
contempla la tierra cuya posesión se le había
prometido (Dt 34,1-4). Satanás parece aún
más generoso; ofrece no sólo la tierra de
Canaán, sino toda la tierra. La respuesta de Jesús
a Satanás tiene que ver con el episodio del becerro de oro
(Dt 6,13; Ex 32; Dt 9,7-29).

La montaña alta es un tema favorito de Mateo que
aparece como escenario del sermón del monte: Mt 5,1 (Lc =
llanura). El monte de las curaciones: Mt 15,29. El monte del
final del evangelio: Mt 28,16. Estos cuatro montes son
redaccionales de Mateo. Es curioso que al final del evangelio
Mateo, en el monte excelso, pone en boca de Jesús las
palabras: "Todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra"
(Mt 28,18),

2.3: Historicidad de las tentaciones

Es muy probable que Jesús se retirara al desierto
al comienzo de su ministerio. El relato evangélico
dramatiza la realidad de la tentación en la vida de
Jesús. Q ha creado una viñeta para dramatizar la
realidad de la tentación durante toda la vida de
Jesús, tal como se nos dice en la carta a los Hebreos:
"Fue probado en todo menos en el pecado (Hb 4,15). Lucas 22,28 se
refiere a los discípulos como "aquellos que habéis
perseverado conmigo en mis pruebas". Por supuesto Satanás
tienta a Jesús a través de muchas mediaciones: los
fariseos que quieren un signo del cielo (Mc 8,11), los sacerdotes
que el piden que se baje de la cruz (Mc 15,32), sus parientes que
le pedían que se mostrase al mundo (Jn 7,3-4), la multitud
que quería coronarle como rey (Jn 6,15), Pedro que trata
de desviarle de su curso y a quien Jesús tiene que
reprender llamándole "Satanás" (Mc 8,33), los
discípulos en Getsemaní que le preguntan:
"¿Herimos con la espada?" (Mt 26,53). De todos estos modos
diferentes vemos cómo la tentación fue tan real en
la vida de Jesús.

No tiene mucho sentido preguntarse por la historicidad
estricta de las tres tentaciones narradas en Q. Todo acontece en
la subjetividad de Jesús y sin testigos. Se trata por
tanto más bien de una composición literaria
dramática, que responde a la íntima realidad del
tipo de tentaciones a las que Jesús estuvo sometido
durante su vida mortal.

Además como anota D. C:
Allison,[106] es posible aprender mucha historia
en los relatos novelados o en las novelas históricas.
Pienso, por ejemplo, cuánto podemos aprender sobre San
Francisco de Asís en el relato novelado de La
sabiduría de un pobre.
Igualmente en las tradiciones
sobre Jesús es posible aprender mucho sobre qué
tipo de persona era Jesús y las cosas que solía
hacer. En ese sentido el relato de las tentaciones, aunque sea
una viñeta catequética, nos está
enseñando muchas cosas ciertas sobre el Jesús
histórico, que libró un decidido combate contra
Satanás, que se negó a satisfacer las peticiones de
milagros hechas por sus adversarios, que era un hombre del
Espíritu, que vivía en continua referencia a las
Escrituras. En este sentido la figura de Jesús que emerge
en esta viñeta de las tentaciones es rigurosamente
histórica, aunque dicho incidente nunca tuviera
lugar.

3. La teología de la
escena de las tentaciones en Lucas

3.1: Orden de las tentaciones

Las principales diferencias de la escena lucana con
relación a la escena de Mateo son fáciles de
detectar. Siguiendo a la fuente Q, Lucas también
desarrolla como Mateo el contenido de las tres tentaciones,
aunque con un cambio importante en el orden. El clímax de
la tercera tentación en Lucas tiene lugar en
Jerusalén, mientras que el clímax de la escena en
Mateo tiene lugar en el monte.

¿Cuál era el orden original de las
tentaciones en la fuente Q, el de Mateo o el de Lucas?
Según la mayoría de los exegetas Mateo es
más arcaico. Su orden de tentaciones termina en el pecado
más odioso, postrarse ante Satanás. Hay
también una gradación: desierto, Jerusalén,
mundo entero. Para Lagrange el ritmo de la narración de
Mateo es más primitivo, menos pensado. En la tercera
tentación Jesús se dirige a Satanás con su
nombre, desenmascarándolo finalmente. La razón
más convincente a favor de la prioridad de Mateo es su
paralelismo con Éxodo 16 (el hambre), 17 (la sed y el tema
de tentar a Dios), 32 (el becerro de oro). El orden de las
tentaciones en Mateo es el inverso a su aparición en el
Deuteronomio: Dt 8,3 = Mt 4,4; Dt 6,16 = Mt 4,7; Dt 6,13 = Mt
4,10.

Además Lucas tenía sus propias razones
para haber cambiado el orden de Q. La genealogía de
Adán está situada entre bautismo y tentaciones
presentando a Jesús como el punto de partida de una nueva
humanidad, el prototipo del bautizado. En las tentaciones
Jesús es el prototipo de la nueva humanidad en su lucha
contra Satanás. Como hemos visto ya, Jerusalén
juega un papel principal en el marco general del evangelio (ver
ficha 8,5) y especialmente el templo (ver ficha 8-6), y Lucas
tenía poderosas razones para resituar en Jerusalén
el clímax de las tres tentaciones. Rengstorff recuerda que
el orden de las tentaciones lucanas es justamente el inverso al
de las peticiones de su Padrenuestro: nombre santo, reino,
pan.

3.2: La presencia del Espíritu

En MM Jesús es "llevado" por el Espíritu
al desierto (viaje carismático que nos recuerda las veces
en que los profetas eran llevados por el
Espíritu).

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Esto quiere decir que Jesús mantiene su propia
iniciativa como agente durante todo el proceso de su estancia en
el desierto y durante todo el tiempo de las tentaciones. Mientras
que en MM el Espíritu era el agente, en Lucas Jesús
mantiene el protagonismo.

También dice Lucas que Jesús es "en" el
desierto, mientras que M/M decían que fue llevado "al
desierto". En Lucas la guía del Espíritu
está situada no sólo en la iniciativa puntual de ir
al desierto, sino que se mantiene presente a través de
toda la estancia de Jesús y durante el tiempo de las
tentaciones (ver ficha 7-1).

El Espíritu Santo es un poder (4,14) en la lucha
contra Satanás, contra el poder que le ha sido dado (4,6),
el poder del enemigo (10,19). El poder del Espíritu Santo
vendrá sobre vosotros (Hch 1,8). (Estos cuatro textos se
encuentran sólo en Lucas). Este poder contrasta con el
poder de las tinieblas (22,53), y el poder de Satanás en
Hch 26,18.

Lucas cita dos veces al Espíritu Santo.
Además de ponerlo en la raíz de la iniciativa de
Jesús, añade que Jesús estaba "lleno del
Espíritu". Es una expresión típicamente
lucana. Además de este texto en que se aplica a
Jesús (Lc 4,1), se aplica también en las
narraciones de la infancia a Juan Bautista (1,15), Isabel (1,41),
y Simeón (2,25.27).

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Nunca aparece en los otros evangelios. Jesús se
comporta como un cristiano recién bautizado, lleno del
Espíritu, que va al desierto a derrotar a
Satanás.

3.3: El final de la escena

Es muy importante también fijarse en cómo
termina la escena de las tentaciones en Lucas. Mientras que en
Mateo las tentaciones se terminan en el desierto y dan lugar al
servicio de los ángeles, en Lucas las tentaciones no
terminan ahí. "El diablo le dejó hasta otra
ocasión" (Lc 4,13). Esta ocasión es sin duda la
oración en el jardín de los olivos. Lucas la
describe como una agonía, un combate. Satanás
reaparecía poco antes en 22,31 entrando en Judas, y en
22,53 ahechando a los discípulos como el trigo.

El evangelista, consciente de que las tentaciones no han
terminado aún, se guarda la visita angélica hasta
el momento del jardín. Allí es donde finalmente
Jesús supera al tentador, y allí es donde el
ángel viene a confortarle. Lucas el papel del ángel
del jardín no es, como para Mateo, impedir la captura de
Jesús (Mt 26,53), sino fortalecerle. Dios no envía
sus ángeles para librarnos del peligro, sino para darnos
fuerza para ser fieles en medio de él. La ayuda que el
ángel le presta no es evitando que su pie tropiece contra
la piedra (Lc 4,11), no es evitándole la muerte, sino
fortaleciéndole para que consume su existencia humana en
la fidelidad a lo absoluto de Dios.

Ahora que de verdad se han acabado las tentaciones, los
ángeles vienen a servir a Jesús. La figura del
ángel encaja por otra parte en el contexto del
jardín. Los ángeles expulsaron a Adán
pecador del paraíso. El segundo Adán en cambio
tiene un ángel junto a él para protegerle. El
ángel de Lucas viene a confirmar que verdaderamente
Jesús es el hijo de Dios que permanece fiel a su Padre en
Getsemaní.

3.4: El contraste teológico entre Mateo y
Lucas

Las tentaciones en Mateo son mesiánicas.
Jesús es tentado en su misión de Mesías de
Israel. Los paralelismos que se trazan se refieren siempre al
pueblo de Israel en el desierto. Esas tentaciones no tienen su
equivalente en la vida del cristiano normal. La finalidad de
Mateo no es exhortar al cristiano en su lucha contra el diablo.
En cambio en el caso de Lucas encontramos una dimensión
humana. Jesús es tentado no en cuanto Mesías del
pueblo de Israel, sino en cuanto hombre, como cabeza de una nueva
humanidad. En este sentido podemos percibir un tono más
parenético.

En la tentación mateana de la montaña,
Satán se refiere al dominio sobre el mundo que
según el salmo 2 tiene que ser dado al Mesías. Pero
Lucas añade: "La autoridad y la gloria, porque me han sido
dadas a mí". Podemos sospechar que fue tras el pecado de
Adán cuando el poder le fue entregado a Satanás;
fue entonces cuando él empezó a usurpar esta
prerrogativa divina y por eso presume de compartir este
privilegio con quien él quiera. Satanás no
está ofreciendo a Jesús el triunfo final como
Mesías; le ofrece el poder para someter el mundo entero,
el poder que Dios le prometió a Adán en el
jardín del paraíso.

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Lucas ha eliminado las alusiones al monte (Nebo), porque
no quiere subrayar el paralelismo con Moisés. No localiza
la tentación en un monte, sino que dice que Jesús
fue ascendido por el diablo.

A Jesús se le pide cambiar sólo "una"
piedra en pan, para saciar su hambre. En Mateo las muchas piedras
podían recordar el prodigio del maná en el
desierto, mientras que en Lucas la piedra única es una
referencia a Adán en el jardín del paraíso,
al fruto prohibido.

La ausencia de las "cuarenta noches" en Lucas debilita
el paralelismo con el ayuno de Moisés (Ex 34,28; Dt 9,9).
Las dos citas del Deuteronomio contenidas en la respuesta de
Cristo son más breves en Lucas que en Mateo.

Mateo se dirigía a judeo-cristianos.
Quería mostrar la relación entre las dos alianzas,
la justicia vieja y la justicia más perfecta;
quería poner de manifiesto la diferencia entre el antiguo
pueblo de Dios que fracasó en el desierto y el pueblo
reconstituido en Cristo que triunfa sobre
Satanás.

Lucas se dirige, en cambio, a una comunidad mixta en la
que hay también étnico-cristianos, aunque no
exclusivamente. Quiere mostrarles a Jesús como Salvador y
ejemplo de una nueva humanidad, para que vean el nuevo camino de
salvación que ellos tendrán que recorrer,
reproduciendo las actitudes de Jesús en el bautismo y en
el desierto. Jesús, recién salido de su bautismo y
lleno del Espíritu Santo, es el paradigma del cristiano
bautizado que tiene también que enfrentarse con el diablo
en una lucha y en una prueba.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
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