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La vocación, el seguimiento de Jesús e interioridad agustiniana (página 2)




Enviado por Exequiel



Partes: 1, 2, 3

En el seguimiento es donde se vive el carisma o, el don
que viene de parte de quien llama. No se puede reducir a un
conocimiento o un acto imposible de realizarse. Tampoco existe
excusa para negarlo, ya que tiene fundamentos concretos y parte
de un hecho histórico: El mismo Dios que se
manifestó al pueblo de Israel, de quien procede todo
carisma y, quien interpela con su llamada, se ha hecho hombre
para conducirnos a la realización
plena[37]

Este Dios que se hiso hombre para llamar y mostrar al
hombre una nueva realidad, hoy lo podemos entender y conocer,
partiendo de sus hechos y palabras en su propio socio contexto.
Es partiendo de su vida terrena, que se descubre la manera
concreta y real de su llamado, de experimentar la cercanía
del Dios que llama, acompaña, se relaciona, enseña
y transforma desde el primer instante de la vocación. Para
entenderlo de una manera más clara, trataré de
utilizar algunos puntos de referencia en los que Martin Hengel
desarrolla de una manera crítica y con mucha claridad en
su libro seguimiento y carisma.

El seguimiento acontece con el llamado que interpela y
exige apertura para romper incluso, de cara a lo que parece
irrenunciable: "enterrar a los muertos" (Mt 8, 21), por ejemplo
para una cultura donde tiene su significado, no sólo en el
cuarto mandamiento, sino también en su religiosidad, en
las obras de misericordia, adquiere una gran autonomía
junto a la Torá y el culto. También, la
obligación para con los muertos podía suplir el
estudio de la Torá. En la sensibilidad judía era
totalmente inconcebible que en este pasaje pudiera negarse la
piedad y quebrantarse la obligación filial, pero la dureza
de Jesús en lo tocante a la incondicionalidad del
seguimiento, sólo se puede explicar desde su poder
único de heraldo del reino próximo de Dios. En
vista de su proximidad preeminente, no queda tiempo que perder,
por eso hay que seguirle sin pretextos y renunciando a todas las
consideraciones y vinculaciones
humanas.[38]

El llamado de Jesús a seguirle, no se puede
estudiar desde la relación maestro alumno, con paralelismo
rabínico muy común en su tiempo, pues Él, no
era un rabí; sería un error entenderlo de esta
manera. Se podría objetar que Jesús fue ante todo
un "maestro," que enseñaba como los rabinos: con
parábolas, que hablaba en sinagogas, congregaba
discípulos a su derredor, discutía con sus
adversarios y sabía utilizar la Torá. A lo cual se
responde de la siguiente manera: estas cualidades no estaban
definidas únicamente al rabí, sino que aparecieron
a fines del siglo I o del II d C, es decir, después de la
destrucción del templo y la victoria definitiva del
fariseísmo. En todo caso el tratamiento del rabí no
era todavía privativo de los eruditos fariseos.
Jesús enseñaba como uno que estaba autorizado por
Dios, de manera que su palabra era palabra de Dios, a la que no
podían sustraerse los hombres. Por consiguiente
debería prescindirse de designar a Jesús como un
rabí.[39]

No se puede entender desde el modelo rabínico, en
cuanto que no se dejaba oír la invitación
"sígueme" en el sentido de acceder a unas relaciones
maestro discípulo, quien elige es el discípulo y no
el maestro;[40]en cambio, al referirnos a
Jesús, es Él quien toma la iniciativa de llamar a
los que Él quiere.[41]

El verbo "seguir" (akoluzein) si bien es cierto que
aparece algunas veces dentro de la tradición
rabínica, expresa el sentido de andar, concreto de los
discípulos, "detrás del maestro" por los caminos
trillados, un sentido de subordinación sin sentido
profundo, y va unido siempre a una peregrinación o viaje.
La relación discípulo-maestro dentro de la
mentalidad rabínica persigue diferentes intereses, los
cuales pueden ser: la búsqueda de un puesto en la
sociedad, aprender todos los movimientos y actitudes de sus
maestros para convertirse finalizada la formación en un
maestro. La meta de la actividad de Jesús no la constituye
la formación tradicional o el cultivo de la
erudición exegética o apocalíptica, sino la
predicación de la proximidad de Dios en palabras y obras,
la apelación a la conversión y la
proclamación a la voluntad de Dios.

Para la enseñanza ordinaria era necesario una
escuela fija y unos medios fijos de subsistencia. En cambio la de
Jesús se parecía más a los predicadores
itinerantes cínicos, que a los rabinos. Andaban por
diferentes regiones y vivían de obsequios voluntarios,
rechazando toda previsión. Por tanto seguir a Jesús
significa tomar parte con Él, en su destino inseguro y
hasta peligroso.[42]

Jesús también es fundamentalmente distinto
de los profetas apocalípticos de su tiempo a pesar de
cierta relación. Aquellos estaban empeñados en
ganarse las masas populares. Jesús sólo
congregó a unos pocos en torno de sí; aquellos
conducían al pueblo hasta el desierto para contemplar los
milagros del éxodo del tiempo final. Jesús
subió a Jerusalén para confrontar al pueblo con la
voluntad escatológica de Dios teniendo ante los ojos la
posibilidad de una muerte violenta. Jesús no da lugar a
ninguna esquematización.[43]

Aclaradas las diversas interpretaciones que
podríamos estar propensos a caer, sino tenemos en cuenta
el contexto del llamado, nos ubicaremos de cara al significado y
valor que tiene el llamado de Jesús para sus
discípulos.

2.3.1. La llamada de Jesús a sus
discípulos.

En la mayoría de los relatos vocacionales que
encontramos en los evangelios se nos presenta la llamada de
Jesús a sus discípulos, acompañada por dos
verbos: les ve (froneo) y les llama; las respuestas de ellos
también están acompañadas por dos acciones:
lo dejan todo y le siguen. Jesús pasa (cf. Mc 1, 16.19;
2,14) ve a alguien (cf Mc 1,16.19; Jn 1, 47) lo llama (cf, Mc
1,17-20; Jn 1,37) ellos responden, dejándolo todo y
siguiéndole (cf Mc 1,18.20; 2,14; Lc
5,11).[44]

Teniendo en cuenta el significado profundo de los dos
primeros verbos podemos decir que la llamada de Jesús, no
es algo superficial sino un acontecimiento que toca directamente
la conciencia de la persona. Jesús con su mirada penetra,
contempla, descubre y confronta. Con su llamado perdona, acoge y
se ofrece a sí mismo.[45]

El que responde lo hace de igual modo a través de
dos acciones dejándolo todo y siguiéndole: con
estas acciones los evangelistas pretenden dejar claro que quien
llama lo hace con autoridad
carismática[46]la libertad que Él
tiene para llamar a quien quiere sin importar lo que hacen, y la
seguridad de ofrecer lo que la persona necesita. Jesús no
parte de las apariencias ni crea falsas expectativas, llama en su
propio lugar de trabajo. A Jesús le interesa el ser
humano, hijos e hijas de Dios, con quien se puede echar a andar
un proyecto de vida alternativo. [47]

Quien se siente llamado experimenta la necesidad de
volver a nacer, es decir de recuperar su verdadera identidad,
descubre en la persona de Jesús la oportunidad de
encontrarse nuevamente en relación con el creador, en
armonía perfecta de su ser creado para la
trascendencia.[48]El dejarlo todo implica comenzar
de nuevo, emprender un nuevo camino y seguir a Jesús.
Implica tomar parte con Él, en su destino inseguro y hasta
peligroso; seguirle implica someterse a una búsqueda bajo
la Voluntad de Dios[49]

Aunque Jesús llamó directamente a doce
hombres y a cada uno con un nombre y una profesión, no
significa que su seguimiento estaba reducido a unos pocos,
también le seguían otras personas. Habían
mujeres, entre ellas las que estaban al pie de la cruz. No las
llama discípulas, pero es evidente que las caracteriza
como tales.[50]Los doce que él llamó
formaban parte directamente de su proyecto de salvación;
con ellos entabló una relación de cara a un modelo
de comunión trinitaria.

Jesús llama a sus discípulos, no
mirándose así mismo egoístamente, con la
intención de tener un grupo de personas a su servicio,
más bien, el llamado es en función del amor. El
llama para hacer visible y concreta su
entrega[51]No exige que le sirvan, pero sí
que se dejen servir (cf Jn 13,8). Su entrega va más
allá de lo común, pretende anunciar el Reino de
Dios con sus hechos y palabras, en función de la
comunidad. El llamado y la relación con sus
discípulos, debe entenderse como una manera de dar a
conocer lo que verdaderamente es, el Reino de Dios.

2.3.2. Respuesta de los discípulos como
aceptación del Reino de Dios.

El contexto sociopolítico de la época de
Jesús estaba dominado por la espera mesiánica
según el judaísmo tardío. La sociedad estaba
dividida en diferentes grupos. Entre ellos contamos a los
sacerdotes, los fariseos, saduceos, escribas, esenios y
herodianos. Cada uno con una visión limitada de lo que
sería la llegada del Mesías.

Jesús de Nazaret como hombre situado en su propio
contexto toma postura y actúa con actitud
profética, poniendo el dedo en la llaga, toma postura
frente a los valores fundantes de la fe Judía. Asume la
Imagen de Dios que presenta el verdadero humanismo, en una
sociedad que ha perdido su identidad.
[52]

Cuando decimos el Reino de Dios, nos referimos a la
fuerza que tiene la actuación de Dios en los hombres.
Jesús habla de la acción de Dios que interviene en
la historia de los hombres y la lleva hacia una meta de plenitud
y sentido. El mensaje de Jesús supone siempre una amenaza
para todo orden establecido y una llamada al constante cambio, a
la transformación de todas las injusticias. Todo esto no
se entiende mientras no se escucha su llamada, Dios ha puesto a
la disposición un nuevo orden una riquísima
manifestación de amor que se puede disfrutar mientras se
acoja con amor esta gran transformación de la que habla
Jesús[53]

Jesús ofrece un elemento nuevo de capital
importancia. La realidad escatológica no se aplaza hasta
un fin remoto del mundo, sino que se hace próxima y
comienza a cumplirse. "El Reino de Dios está cerca" (Mc 1,
15); se ora para que venga (cf. Mt 6, 10); la fe lo ve ya
presente en los signos, como los milagros (cf. Mt 11, 4-5), los
exorcismos (cf. Mt 12, 25-28), la elección de los doce
(cf. MC 3, 13-19), el anuncio de la Buena Nueva a los pobres (cf.
Lc 4, 18). En los encuentros de Jesús con los paganos se
ve con claridad que la entrada en el Reino acaece mediante la fe
y la conversión (cf. MC 1, 15) Y no por la mera
pertenencia étnica.

Jesús de Nazaret lleva a cumplimiento el plan de
Dios. Y nos muestra el reinado de Dios no sólo con sus
palabras sino con su testimonio.[54] Recorre
Galilea proclamando "la Buena Nueva de Dios: "El tiempo se ha
cumplido y el Reino está cerca; convertíos y creed
en la Buena Nueva"" (Mc 1, 14-15; cf. Mt 4, 17; Lc 4, 43). La
proclamación y la instauración del Reino de Dios
son el objeto de su misión: "Porque a esto he sido
enviado" (Lc 4, 43). Pero hay algo más: Jesús en
persona es la "Buena Nueva", como él mismo afirma al
comienzo de su misión en la sinagoga de Nazaret,
aplicándose las palabras de Isaías relativas al
Ungido, enviado por el Espíritu del Señor (cf. Lc.
4, 14-21). Al ser él la "Buena Nueva", existe en Cristo
plena identidad, proclama la "Buena Nueva" no sólo con lo
que dice o hace, sino también con lo que
es.[55]

Jesús siempre anuncia el evangelio de manera
comunitaria y personal. A todo el pueblo Él habla siempre
en singular y en plural. Aunque la repuesta que espera a su
llamado es personal: cada individuo lo sigue según su
forma de ser. El llamado de Jesús lo hace en comunidad
porque sencillamente debemos ser humanos o pertenecer a la
comunidad humana para dejarnos reinar por
Dios[56]

El Reino de Dios no es algo ultramundano que se
realizará un día en la otra vida, en el más
allá. Es algo que acontece ahora, que está ya en
marcha entre nosotros (Mt 12,28 =Lc.11, 20; 17, 21) si bien es
cierto que no se realizará de forma plena en nosotros sino
en el futuro de Dios, pero el proceso del reino de Dios es el
crecimiento. La lucha por el reino tiene lugar entre los hombres
en el seno de la sociedad humana.

Es totalmente falso entender el mensaje de Jesús
como un llamado a vivir haciendo méritos para algún
día alcanzar el reino de los cielos. Si se piensa de esta
manera se pierde el valor de esta vida terrestre y ya no se
entiende la historia como un camino de salvación, donde el
reino se anuncia y se vive inicialmente.[57] En
este sentido la vida monástica a lo largo de la historia
de la iglesia se ha preocupado por que los monjes vivan en el
aquí y ahora ese reino de Dios que un dia gozarán a
plenitud y sirvan de testimonio para quienes aún
desconocen esa realidad, que es fundamental para la felicidad del
hombre.

2.3.3. El reino de Dios como una buena
noticia

Jesús ha anunciado el Reino como una buena
noticia (MC 1, 14). Al final el reino de Dios se impondrá
en el mundo y con él se impondrá la
salvación de los hombres. Las cosas no quedarán
así para siempre sin remedio. La historia de la humanidad
tiene una meta: el futuro sólo le pertenece a Dios que
sólo quiere la felicidad de los hombres.

El Reino de Dios es un don gratuito que se nos da a los
hombres. Lo primero que tenemos que hacer es creer en esta
oferta, aceptar que Dios se nos acerca como gracia capaz de
transformar nuestra historia y abrirnos a los hombres un futuro
de esperanza. El reino de Dios es un llamado al cambio de vida
que se entiende no a partir de aquello que el hombre construye,
sino a partir de Dios y del futuro que se nos propone.

El mensaje de Jesús es una invitación a
enfrentarse con confianza a la vida, para vivir la existencia
desde el dinamismo del misterio "creed en esta buena noticia" en
el fondo de la historia se puede encontrar esperanza. La vida es
mucho más que esta vida, este mundo no es lo último
que le espera al hombre, no es la verdad absoluta. La humanidad
no se termina y se agota en sí misma. Se puede esperar o
incluso buscar lo que es inalcanzable por los propios esfuerzos.
Esa es la experiencia de los discípulo al emprender un
camino siguiendo a Jesús, sintieron el límite
último de toda la actividad humana, se sintieron remitidos
a alguien más y mejor que ellos, acogieron a ese padre que
se les descubrió en
Jesús.[58]

2.3.4. El anuncio del Reino de Dios al interior de la
comunidad.

Hasta aquí hemos aclarado en qué consiste
el anuncio del reino de Dios, pero es necesario preguntarse
¿Cuál es la función de la comunidad de cara
al anuncio del reino de Dios? En primer lugar la comunidad es una
respuesta a las necesidades más profundas de los que
siguen a Jesús. Él ofrece una manera diferente de
relacionarse y de compartir la vida. Los convoca para que vivan
con y en El.

"Mt 18,1-5: quien sigue a Jesús debe romper
con el deseo de dominación del hombre por el hombre y
creerse más que el otro. Esto significa desterrar toda
idea de división, de marginación de las personas,
como si los otros fueran adversarios o enemigos. De este modo se
busca no reproducir al interior de la praxis comunitaria el modo
de ser hombre y mujer según el sistema
de
pecado."[59]

En segundo lugar es una manifestación de la
experiencia de comunión trinitaria que Jesús ha
vivido desde la eternidad, y quiere revelar a todos los hombres
un modelo de vida que les permita descubrir una realidad
existencial que está por encima de cualquier
concepción reduccionista del hombre. Esta experiencia la
revela en la historia como manifestación de lo que
será verdaderamente la vida del hombre Junto a la
Santísima Trinidad.

"Mt 18, 19-20: El hombre y la mujer que optan por
seguir a Jesús asumen con libertad la dimensión
trascendente del ser humano. Esta dimensión se expresa en
la vivencia del ser creatural. Jesús vivió a
plenitud su ser creatural como apertura fundamental a la
trascendencia, a su Abba. Por tanto, la comunidad seguidora de
Jesús ha de vivenciar su apertura a la trascendencia
mediante la comunicación íntima con el Abba de
Jesús en la
oración."[60]

Jesús ha irrumpido en la historia humana para
salvar a toda la humanidad sin ninguna exclusión y es en
la comunidad donde se apoyará para llevar a cabo su
proyecto. Él forma a los miembros de su comunidad y vive
un proyecto de verdadera fraternidad; es donde Jesús
adopta como verdaderos hermanos a los que le siguen
haciéndolos participes de la filiación Divina, y
los dota incluso de su propio carisma para que ellos
también anuncien que el reino de Dios ha
llegado.

"Mt 18, 12-14: La comunidad es fruto de la praxis de
la fraternidad/sororidad: [61]saber acoger al
hermano/a, saber buscar a quien se apartó. Mateo cambia el
contexto de la parábola de la oveja perdida. En Lucas
estaba dirigida a los escribas y fariseos (Lc 15, 1). En Mateo va
dirigida a la misma comunidad. La parábola pide que la
comunidad reflexione: ¿Por qué alguien que estaba
en el camino del seguimiento se ha desviado?, ¿Cuál
es la actitud de la comunidad frente a este ser humano?,
¿Qué responsabilidad ha tenido la comunidad?. La
praxis de la fraternidad/sororidad exige en este caso una
constante revisión de nuestra apertura al otro como lo que
es: hijo, hija de Dios. Esta praxis es constitutiva del
seguimiento comunitario de Jesús y se realiza a partir de
la experiencia del amor
fundamental."[62]

Es en la comunidad donde Jesús concretiza el
principal mandamiento, que es el amor a Dios y a los hombres
dentro de una sociedad empecatada que vive bajo la lógica
del egoísmo. Él, llama a un grupo de personas para
que compartan sus vidas y aprendan de él que es humilde y
manso de corazón, solo con el testimonio de vida, el mismo
que Jesús les enseña podrán decirle a la
sociedad, que es posible crear un mundo nuevo.

Mt 18, 6-11: Evitar el escándalo significa
huir del anti-testimonio y saber llevar una vida a la altura de
nuestra dignidad de hijos e hijas de Dios. Para el evangelio el
escándalo consiste en dar un falso testimonio –como
los escribas y los fariseos-. Para Jesús es la
hipocresía del demagogo que habla y no vive lo que dice,
engañando a los humildes y sencillos (Mt 23, 25-27). Es
reproducir al interior de la comunidad la mentalidad y la praxis
del sistema (sus conflictos y divisiones, sus odios y
violencias). Por tanto, vivir en comunidad de seguimiento
significa pasar por un proceso de transformación total:
arrepentirse y convertirse –como lo pide Jesús (Mt
4, 17)-. Escándalo sería decir que asumimos el
seguimiento comunitario de Jesús, pero sin vivir el
proceso transformador."
[63]

2. 4. El seguimiento de Jesús desde la
experiencia post pascual

Hablar del seguimiento de Jesús después de
la experiencia pascual, es asumir el reto de enfrentarse a las
diferentes pruebas de fe, tal y como ocurrió con sus
Discípulos después de su pasión y muerte.
(Cf. Lc. 24,18) Seguir al Jesús resucitado, no es una
experiencia contraria o diferente a la que vivieron los
Discípulos[64]Pues las necesidades que
acontecen en el interior del hombre, salvada las distancias
históricas, fueron, son y serán las mismas. Ante
esta circunstancia el hombre está llamado a descubrir en
sí mismo, a su creador; debe emprender una
búsqueda, siguiendo la dirección de la voz que le
llama desde su interior, es désir, la voz de Jesús
que es "más íntimo que su propia intimidad". (cfr.
Confesiones III, 6, 11)

Seguir al resucitado, es continuar la experiencia de los
discípulos con el Jesús que resucitó y se
quedó con ellos acompañándoles. Ellos no
hicieron ruptura, continuaron el proyecto hasta el final y
así lo transmitieron.[65] En esta
lógica San Pablo, anuncia la experiencia de un
Jesús que por amor se entregó a la muerte y una
muerte de Cruz y por amor resucito, rescatándonos de los
lazos de la muerte. (Cf. 1 Cor. 15,)

Él ha resucitado. Su palabra sigue viva.
Él continúa llamando, consagrando por la fuerza del
Espíritu, enviando y suscitando esperanza. La Iglesia, el
Espíritu, la fe pascual de los testigos, forman parte de
la dimensión escatológica del Mesías. Su
causa está viva. Su camino no es un mero recuerdo. El
resucitado muestra su presencia viva en medio de los
discípulos. No resucita hacia el silencio, hacia el
misterio y la ausencia. La resurrección consiste en que el
viene a ellos. Resucitó en medio de los discípulos
que lo habían amado y le volvían a sentir cerca.
Ellos tomaron conciencia de que Dios continúa actuando,
adquirieron una nueva visión de sí mismos, de su
sentido y de su misión como
seguidores.[66]

Esta perspectiva presupone que el resucitado se puede
hacer victoriosamente presente en el seguimiento del crucificado,
de modo que el seguimiento está transido, ya ahora de lo
que en la resurrección de Jesús hay de
triunfo[67]Por eso, el seguimiento de Jesús
implica rehacer su vida y su praxis, y en ese rehacer, se puede
conseguir el conocimiento de Él, en una
confrontación entre el ser de Jesús y nuestra Vida,
para vivir a profundidad lo que significa la continuación
de ese seguimiento en nuestra historia y desde nuestro propio
ser.

La historia de la resurrección del crucificado de
entre los muertos pertenece a la experiencia pos pascual de la
comunidad y su sentido nuevo que adquiere el discipulado y el
seguimiento. Pues, en fin de cuentas, la vocación de los
discípulos concretos, hecha por Jesús al servicio
del reino de Dios, constituye el primer punto de partida de la
primitiva misión cristiana y de la formación sobre
la tradición de Jesús, que más tarde
encontró su expresión en los evangelios. Pareciera
que para los discípulos después de la muerte de
Jesús, toda la historia comenzará de nuevo: la
historia de los discípulos que vuelve a congregarse
nuevamente es la historia de la comunidad de Jesús, la
historia de la Iglesia. No obstante esta historia estará
marcada por Él Jesús histórico, desde donde
se entenderá plenamente la persona y la actividad de
Jesús a la luz de la resurrección.

2.4.1. El seguimiento al interior de la Iglesia fundada
por Jesús.

Hoy el seguimiento solo se puede vivir en plenitud en
tanto que se acepte su llamado con la misma radicalidad que lo
hicieron los discípulos al interior de una comunidad donde
ÉL es su señor y su cabeza. En Él
está incluida y representada la Iglesia de todos los
tiempos. La Iglesia es vehículo histórico de ese
proceso de actualización – interpretación. El don
del Espíritu, es el vehículo interior de esa
inefable presencia viva de Cristo en la
Iglesia.[68]

Fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los
hombres, no aisladamente sin conexión alguna de unos con
otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y
le sirviera santamente. En realidad la Iglesia, pueblo congregado
por la unidad del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Lleva en
si el misterio del Padre que, sin ser llamado ni enviado por
nadie, llama a todos para santificar su nombre y cumplir su
voluntad; Ella custodia el misterio del Hijo, llamado por el
padre y ser enviado para anunciar el Reino de Dios, y que llama a
todos a su seguimiento; y es depositaria del misterio del
Espiritu Santo que consagra para la misión a los que el
padre llama mediante su Hijo Jesucristo.(Cfr. PDV)

Por eso la Iglesia no se cansa de anunciar a Jesucristo,
de proclamar su Evangelio como la única y sobreabundante
respuesta a las más radicales aspiraciones de los hombres,
como la propuesta fuerte y enaltecedora de un seguimiento
personal ("ven y sígueme" [Mc 10, 21]), que supone
compartir el amor filial de Jesús por el Padre y la
participación en su misión de salvación de
la humanidad» (Cf. CHL 46)

La plenitud de la vida se da a cuantos aceptan seguir a
Cristo. En ellos la imagen divina es restaurada, renovada y
llevada a perfección. Este es el designio de Dios sobre
los seres humanos: que "reproduzcan la imagen de su Hijo" (Rm 8,
29). Sólo así, con el esplendor de esta imagen, el
hombre puede ser liberado de la esclavitud de la
idolatría, puede reconstruir la fraternidad rota y
reencontrar su propia identidad (EV 36).

2.5. Mínimos antropológicos que se
desprenden del seguimiento de Jesús.

Los mínimos antropológicos que se
desprenden del seguimiento de Jesús son el paradigma que
cada hombre está llamado a descubrir.[69]
Solo el hombre que se encuentra con la verdadera imagen de lo que
realmente es, es capaz de experimentar toda la belleza de la cual
fue dotado.

Para abordar los mínimos antropológicos,
lo aremos partiendo de las preguntas ¿Qué, quien y
como es el ahombre? Pero antes conoceremos a groso modo las
estructuras adámicas y Crísticas que se revelan en
la vida de Jesús de Nazaret.

  • a) Estructuras Adámicas: cuerpo, alma,
    espiritu.

Hablar de las estructuras adámicas, es hablar del
hombre, en su unidad de situaciones existenciales. El
hombre en la antropología bíblica, es una unidad:
por entero es cuerpo, carne, alma y espíritu. Puede vivir
dos opciones fundamentales: En cuanto hombre-carne y en cuanto
hombre-espíritu. En cuanto hombre-carne, se contenta
consigo mismo y se cierra en su propio horizonte. En cuanto
hombre-espíritu, se abre hacia Dios de quien recibe la
existencia y la vida resucitada. Está ante el reto de
vivir una de estas dos posibilidades existenciales. El Antiguo
Testamento es la historia del ir y venir del hombre que oscila
entre una y otra opción

Para la Biblia todo en el hombre es de alguna manera
corporal. La corporeidad forma parte del ser-hombre. Puede
implicar debilidad, pero también puede significar
trascendencia. En cuanto que es carne el hombre puede serrarse en
sí mismo, pero en cuanto que es cuerpo también es
apertura, comunicación, o abrirse a la trascendencia en
cuanto que es espiritu. Lo corporal es un sacramento del
encuentro con Dios. En Jesucristo ha quedado patente que el
cuerpo constituye el final de los caminos de Dios y del hombre.
En Jesucristo "habita la plenitud de la divinidad en forma
corporal" (Col 2, 9).[70]

  • b) Estructura Cristicas: ser para los demás,
    ser para la resurrección.

Al referirnos a las Estructuras crísticas,
hablamos del hombre como un ser para la resurrección. En
Jesús se da el proceso de encarnación y
resurrección de tal modo que se alcanza la plenitud
antropológica, de lo que en las estructuras
adámicas se encuentran en potencia.

El acontecimiento de la encarnación consiste en
que la divinidad habita en la humanidad del judío
Jesús de Nazaret. Jesús es un ser humano en donde
Dios vive su divinidad a plenitud. La encarnación de
Jesús es la revelación de Dios en el ser humano,
por tanto, es el acontecer de la divinidad en una humanidad
concreta, de tal manera que al acontecer, divinidad y humanidad
se revelan en plenitud. Esto quiere decir que Dios, en
Jesús, está revelando cómo es que Él
crea a todos los seres humanos.

A partir del acontecimiento de la encarnación
percibimos lo grande que es el hombre para que Dios quisiera ser
uno de nosotros. Si el hombre es la suma comunicación de
Dios en la creación, entonces el hombre Jesús de
Nazaret es la máxima comunicación de Dios en la
historia. Jesucristo –Dios y hombre-, es el prototipo
divino-humano totalmente realizado.

Y al referirnos a la resurrección, decimos que es la
plena glorificación en cuánto divinización
del hombre por Dios. En otras palabras, se trata de la
realización de la utopía del Reino de Dios referida
a la condición humana. Ahora bien, es en este horizonte de
comprensión que para el cristiano la utopía se
transformó en topía: ya ahora, porque en Jesucristo
ha encontrado su topos (lugar) la utopía de un mundo
llevado a la plenitud divino-humana.[71]

Habiendo iluminado un poco en qué consisten las
estructuras adámicas y cristicas, con las cuales el ser
humano es plenamente hombre. Nos adentraremos en los
mínimos antropológicos que se desprenden del
seguimiento de Jesús, siempre respondiendo a las preguntas
enunciadas anterior mente.

2.5.1. ¿Qué es el hombre?

Fray Jaime Valdivia nos recuerda que Jesús de Nazaret
nos responde esta pregunta, viviendo a plenitud su humanidad. El
hombre es creatura del Padre. (Dimensión creatural de la
existencia humana): "Ser criatura es recibir incesantemente de
Dios la esencia y la existencia. Es vivenciar que todo lo que
viene o ad-viene a uno, que todo lo que se tiene, pro-viene.
Hasta la misma capacidad de recibir es un don de Dios. Ser
criatura es vivenciar concretamente esa umbilical dependencia con
respecto a Dios.[72]

Jesucristo es el modelo por excelencia de esta
dimensión creatural: siendo de condición Divina
renuncio a su condición y se hizo creatura (Cf. Fil 2,
6-7) este hecho indica la importancia que tiene para el ser
humano reconocerse a sí mismo como lo que es, un ser
creado y necesitado de su creador para encontrar su verdadera
identidad. Ser creatura es ser hombre, no Dios. Solo la creatura
puede vivir a plenitud el amor fundamental. Solo siendo creatura
podrá realizar a plenitud el ideal de: 1). Ejercer el
señorío en la creación. 2). Convivir con
otros y ser hermano. 3). Trascender: ser hijo a la manera de
Jesús. 4). La estructura dialogal del ser
creatural.

En últimas, ser creatura para Jesús es
vivir en el espíritu de las bienaventuranzas. Él es
el bienaventurado por excelencia. En las bienaventuranzas (Mt 5,
3-10), se diseñan las condiciones indispensables para
construir la nueva humanidad (las nuevas relaciones fundantes del
Reino de Dios que traen la felicidad al ser humano).Viviendo las
bienaventuranzas escomo le
conocemos.[73]

2.5.2. ¿Quién es el hombre?

Es una pregunta que se responde a partir de la
"proexistencia"[74] de Jesús de Nazaret. El
hombre es "un ser para los demás"; es désir un ser
cuyas raíces se fundamentan en el amor: el único
elemento de nuestra existencia que hace posible la entrega y sin
el cual todo intento por alcanzar la verdadera libertad no es
posible. Sólo desde el amor es posible una entrega sin
esperar nada a cambio. El hombre verdadero es aquel cuya
capacidad de amar se verifica en su modo de ser. Este es el
mandamiento fundamental (Cf. Lc 10,
27-28).[75]

Con el amor se humaniza la razón, y se puede
vivir en una plena comunión con Dios, el hombre y el
mundo. La relación con el otro es sacra, es religiosa,
solo si en el otro encuentro mi alteridad. Y le acojo en mi
corazón como si fuera yo mismo le acepto como parte de mi
existencia sin el cual yo no podría ser.
[76]

El ser para los demás es la respuesta más
precisa que Jesús nos brinda con sus hechos y palabras
para responder al interrogante sobre ¿Quién es el
hombre? Podemos concluir que: el hombre es más que un
individuo, es un ser relacional y personal, su vocación es
encontrarse con los demás, y ello es consecuencia de la
provocación que la presencia del otro supone para
nosotros. "La plenitud humana, para su realización, supone
fundamentalmente encuentro con el otro. Encuentro al mismo nivel,
y por lo tanto, encuentro transcendente, religado y espiritual".
[77]

2.5.3 ¿Cómo es el hombre?

El hombre es un ser para el Reino de Dios. Esta
definición es la mejor manera de expresar la realidad
existencial en la que el hombre debe vivir: Como ya
mencionábamos en el apartado anterior. (El reino de Dios
como Buena Noticia).Es un don gratuito que se nos presenta a los
hombres, lo primero que tenemos que hacer es creer en esta
oferta, aceptar que Dios se nos acerca como gracia, capaz de
transformar nuestra historia y abrirnos a los hombres: un futuro
de esperanza. El reino de Dios es un llamado al cambio de vida
que se entiende no a partir de aquello que el hombre construye,
sino a partir de Dios y del futuro que se nos propone.

"El Reino de Dios se constituye en el espacio
antropológico por excelencia, desde el cual el hombre y la
mujer pueden ser sujetos de la nueva humanidad y de la nueva
sociedad. Este Reino acontece ya en la historia mediante la
opción fundamental por la persona y el proyecto de
Jesús. Jesús es la "basileiathoutheou".
Además, es al interior del Reino de Dios que el ser humano
puede vivir a plenitud su dimensión inmanente y
trascendente. Como tal, el Reino es un nuevo orden de cosas capaz
de responder a los interrogantes fundamentales del
hombre."[78]

2.6. Seguimiento y vida monástica en
el siglo xxi.

El seguimiento y la vida monástica en el siglo
XXI son dimensiones de una misma realidad ya que están
intrínsecamente unidas, por la radical entrega al servicio
del reinado de nuestro Señor Jesucristo. Hoy la vida
monástica sigue siendo de mucha importancia para la
sociedad actual porque proporciona las herramientas necesarias
para un encuentro con Jesús.

Desde los primeros siglos del cristianismo, muchos
hombres y mujeres, que se dejaron impactar por el Evangelio de
Jesucristo, comprendieron la importancia de retirarse para seguir
a Jesús, pobre, casto y obediente. Dejaron todo lo que les
ofrecía su entorno social y, se retiraron al desierto:
considerado como un lugar de prueba, y de tentación pero,
sobre todo, un lugar donde Dios se manifiesta.

"Desde los primeros siglos de la Iglesia han habido
hombres y mujeres que se han sentido llamados a imitar la
condición de siervo del Verbo encarnado y han seguido sus
huellas viviendo de modo específico y radical, en la
profesión monástica, las exigencias derivadas de la
participación bautismal en el misterio pascual de su
muerte y resurrección. De este modo, haciéndose
portadores de la Cruz (staurophóroi), se han comprometido
a ser portadores del Espíritu (pneumatophóroi),
hombres y mujeres auténticamente espirituales, capaces de
fecundar secretamente la historia con la alabanza y la
intercesión continua, con los consejos ascéticos y
las obras de caridad."(VC. 6.)

Jesús fue llevado al desierto por el espiritu.
Desde ese lugar árido y sólo, fue puesto a prueba
en su humanidad, ayunando cuarenta días, y fue tentado por
el demonio. Así le manifiesta el amor y la fidelidad a su
Padre, y es ahí donde recibe el consuelo de los
ángeles y comienza su misión. A ese desierto
inhóspito al que fue arrastrado Jesús por el
Espiritu, es al mismo que son conducido hoy todos los hombres y
mujeres que siguiendo la vos del espiritu descubren el deseo de
manifestarle su amor y fidelidad al padre a través del
seguimiento radical de Jesucristo, en un lugar de silencio
oración y trabajo.

"Los monjes de hoy también se esfuerzan
en
conciliar armónicamente la vida interior y el
trabajo en el compromiso evangélico por la
conversión de las costumbres, la obediencia, la
estabilidad y la asidua dedicación a la meditación
de la Palabra (
lectio divina), la celebración de
la liturgia y la oración. Los monasterios han sido y
siguen siendo, en el corazón de la Iglesia y del mundo, un
signo elocuente de comunión, un lugar acogedor para
quienes buscan a Dios y las cosas del espíritu, escuelas
de fe y verdaderos laboratorios de estudio, de dialogo y de
cultura para la edificación de la vida eclesial y de la
misma ciudad terrena, en espera de aquella celestial". (VC.
6.)

La vida monástica del siglo XXI sigue siendo
ese espacio antropológico y teológico donde se
busca alcanzar la libertad propia del ser hombre a Imagen y
semejanza de Él. Este estilo de vida es

expresión de una respuesta amorosa al llamado de
Jesús, tal y como lo vivió el Apóstol San
Juan: El discípulo Amado, recostado en su pecho; Maria la
hermana de Marta, a los pies del maestro, y Maria su madre, al
pie de la cruz.

2.7. La Virgen María en el seguimiento de
Jesucristo su Hijo.

Es difícil hablar del seguimiento de Jesús
sin mencionar a María, quien además de ser la madre
del que llama, es la primera en seguirle. (San Agustin. cf.
Discurso 72)Desde antes de que Dios irrumpiera en el espacio y
tiempo de nuestra historia, María ya había aceptado
hacer su voluntad (Cf. Lc 1, 38) y, ¿Cuál es la
Voluntad de Dios sino Seguirle en la persona del Hijo, para
aprender de Él que es manso y humilde de corazón?
(Cfr. Mt 11,29)

Ella fue la primera en creer en Jesucristo como
Mesías y Salvador de la raza humana, paso fundamental para
su seguimiento. María es la primera en seguirle, pues en
el instante que recibe en su seno a Dios, deja a su familia y se
pone en camino hacia donde su prima Isabel. Comienza un nuevo
camino, en función del misterio que lleva en su interior.
El santo Padre Benedicto XVIl lo expresa Así:

"Después del anuncio del ángel, "se
puso en camino y fue aprisa a la montaña" para visitar a
Isabel (Lc 1, 39). El evangelista, al decir esto, quiere destacar
que para María seguir su vocación, dócil al
Espíritu de Dios, que ha realizado en ella la
encarnación del Verbo, significa recorrer una nueva senda
y emprender en seguida un camino fuera de su casa,
dejándose conducir solamente por Dios. San Ambrosio,
comentando la "prisa" de María, afirma: "La gracia del
Espíritu Santo no admite lentitud" (Expos. Evang. sec.
Lucam, II, 19: pl 15, 1560). La vida de la Virgen es dirigida por
Otro -"He aquí la esclava del Señor; hágase
en mí según tu palabra" (Lc 1, 38)-, está
modelada por el Espíritu Santo, está marcada por
acontecimientos y encuentros, como el de Isabel, pero sobre todo
por la especialísima relación con su hijo
Jesús. Es un camino en el que María, conservando y
meditando en el corazón los acontecimientos de su
existencia, descubre en ellos de modo cada vez más
profundo el misterioso designio de Dios Padre para la
salvación del mundo."[79]

El seguimiento en la Virgen forma parte de su
misión y del deber como ser humano. Es importante
reconocer el grado de conciencia que tuvo la Virgen al estar
siempre al lado de su Hijo: ella fue la elegida de Dios, sin
pecado Original, la llena de Gracias. Al seguir a su Divino Hijo
le está diciendo a la humanidad que el único medio
por el cual se llega al Padre es siguiendo al Hijo, compartiendo
con él la vida, la totalidad de la existencia.

Además, siguiendo a Jesús desde
Belén hasta el destierro en Egipto, en la vida oculta y en
la pública, hasta el pie de la cruz, María vive su
constante ascensión hacia Dios en el Espíritu del
Magníficat, aceptando plenamente, incluso en el momento de
la oscuridad y del sufrimiento, el proyecto de amor de Dios y
alimentando en su corazón el abandono total en las manos
del Señor, de forma que es paradigma para la fe de la
Iglesia (cf. Lumen Gentium, 64-65).

María siendo su madre ocupó el mismo lugar
que ocupan todos los hombres que hacen la voluntad de Dios Padre,
el de madre y hermana de su hijo.(Cfr. Mt 12, 47-48)No lo
acaparó para ella, sino que lo compartió con toda
la humanidad, y no como una madre que se separa del hijo; para
que el continúe su propio proyecto de vida.(Jn 18, 35-38)
María le sigue y se integra al proyecto de su hijo, algo
todavía más grande, ella le indica el momento que
debe iniciar,(Cfr. Jn 2, 3-5) lo que confirma que Jesús el
divino maestro no solo cuenta con una seguidora que debe aprender
de Él, también tiene una madre que lo da a
conocer,(Lc 2:21-40) le anima, le ayuda a levantarse cuando cae y
lo acompaña hasta en los momentos más
difíciles.(Cfr. Jn 19,25-30)

María En su asunción nos recuerda que su
vida, fue un camino de seguimiento de Jesús, un camino que
tiene una meta bien precisa, un futuro ya trazado: la victoria
definitiva sobre el pecado y sobre la muerte, y la
comunión plena con Dios, porque -como dice san Pablo en la
carta a los Efesios- el Padre "nos resucitó y nos hizo
sentar en los cielos en Cristo Jesús" (Ef 2, 6).
En nosotros la unión con Cristo, la resurrección,
es imperfecta, pero para la Virgen María ya es perfecta, a
pesar del camino que también la Virgen tuvo que hacer.
Ella ya entró en la plenitud de la unión con Dios,
con su Hijo, y nos atrae y nos acompaña en nuestro
camino.[80]

El seguimiento en María alcanza dimensiones que
sólo se pueden entender en la lógica de un amor
puro. A pesar de ser su madre no le sigue para que renuncie a una
misión de mucho riesgo donde está en juego la vida
de su hijo, sino que le sigue para aprender de Él, para
seguir su ejemplo, para ofrecer su vida junto con la de su hijo.
También ella corrió riesgos, por ser su madre, sin
embargo no lo dejo solo, como lo hicieron otros
discípulos.

Así pues, en María elevada al cielo
contemplamos a Aquella que, por singular privilegio, ha sido
hecha partícipe con alma y cuerpo de la victoria
definitiva de Cristo sobre la muerte. "Terminado el curso de su
vida en la tierra -dice el concilio Vaticano II-, fue llevada en
cuerpo y alma a la gloria del cielo y elevada al trono por el
Señor como Reina del universo, para ser conformada
más plenamente a su Hijo, Señor de los
señores (cf. Ap 19, 16) y vencedor del pecado y
de la muerte" (Lumen gentium, 59). En la Virgen elevada
al cielo contemplamos la coronación de su fe, del camino
de fe que ella indica a la Iglesia, Aquella que en todo momento
acogió la Palabra de Dios, fue elevada al cielo, es decir,
fue acogida ella misma por el Hijo, en la "morada" que nos ha
preparado con su muerte y resurrección (cf. Jn
14, 2-3). [81]

2.8. Interioridad agustiniana y
seguimiento

Agustín es un gran maestro también para
él hombre actual. Su doctrina y su vida proyectan una luz
poderosa sobre nuestro mundo. La interioridad como clave para
encontrar la verdad en medio de los problemas de su tiempo, nos
aporta un estilo del que podemos servirnos y nos indica un camino
a recorrer, para llegar a la meta y un modo de ser más que
uno de hacer; nos presenta su vida, con su experiencia de
buscador insaciable de la verdad y del amor; su estilo de ser con
los demás y a su servicio.

La interioridad es el barco en el cual Agustín
cruzó las turbulentas aguas de sus paciones y amores
exteriores que, en vez de conducirlo a la felicidad lo alejaban
cada vez más; en este sentido él mismo, en sus
confesiones nos habla en que consiste la interioridad: La
interioridad es el proceso por el cual el hombre se encuentra con
su creador a través del conocimiento de sí
mismo.

Ese constante descubrir lo que necesita y preguntarse
por el siguiente paso a seguir, es lo que le permitió
dejarse conducir por el Maestro interior que, es más
íntimo que su propia intimidad. (San Agustín,
Confesiones III, 6, 11)Para San Agustín todo el recorrido
realizado por diferentes ambientes, tanto intelectuales como
espirituales, le permitió el conocimiento de las cosas
exteriores y de esta manera también conoció su
comportamiento de cara a ellas. Por lo que posteriormente no le
fue difícil relacionarse de manera correcta con el mismo
universo como creación de Dios e integrarlas a su proceso
de interiorización.

Ahora bien, la interioridad agustiniana es un modo de
leer y de vivir el mensaje cristiano, es valorar el mundo
interior, el corazón, donde nos encontramos con Dios. Es
imprescindible para la búsqueda de Dios, y nos debe llevar
a analizar críticamente las motivaciones profundas. Dios
habita en nosotros para ser advertido y reconocido como nuestra
verdad y nuestra vida. A través de la búsqueda
interior Agustín llega a una relación profunda y
familiar con Dios y siente la necesidad de comunicar eso que ha
descubierto.

Hemos de buscar unirnos a Dios, pero, evidentemente, "si
tú mismo estás lejos de ti, ¿por
dónde vas a poder aproximarte a Dios?". (Comentario al
Evangelio de Juan 23,10) Será necesario, por tanto, entrar
en el santuario interior, y allí examinarse en
profundidad: "Despereza tu conciencia, sube al tribunal de tu
mente, no te perdones, examínate, te hable al interior del
corazón, ve si te atreves a confesarte inocente"
(Comentario al Salmo 101,10) pero además no es posible
ocultarse a sí mismo por mucho tiempo: "¿Por
qué quieres esconderte a ti mismo? Te hayas de espaldas a
ti mismo, no te ves; haré que te veas. Lo que colocaste a
la espalda, lo pondré delante de ti; y verás tu
fealdad, no para corregirte, sino para avergonzarte"(Comentario
al Salmo 49,28).

San Agustín trata de invitar a quienes le hoyen a
que hagan la experiencia de la interioridad: "Retornad, hombres,
de vuestras afecciones. ¿Adónde vais?
¿Adónde corréis? ¿Adónde huis,
no sólo de Dios, sino también de vosotros? Volved,
prevaricadores, al corazón, escudriñad vuestro
espíritu, pensad en los años eternos, encontrad la
misericordia de Dios que tiene para con vosotros, contemplad las
obras de Dios: su camino está en Cristo"(Comentario al
Salmo 76,16).

En el fondo Agustín nos está diciendo que
la carrera que tenemos que hacer tiene como meta nosotros mismos,
y allí, estando en íntimo contacto con nosotros
mismos nos encontraremos con aquel que nos ha creado. Sólo
así podremos agradarle en todo: "Recapacita; se juez para
ti en tu corazón. Procura que en lo secreto de tu
aposento, en el fondo más íntimo de tu
corazón, donde estás tú solo y Aquel que
también ve, te desagrade allí la iniquidad para que
agrades a Dios" (Comentario al Salmo 65,22).

El volver a sí es para conseguir a Dios, que es
la única aspiración de la vida; es en el interior
donde podemos encontrarnos con él: "Volved al
corazón, ¿qué es eso de ir lejos de vosotros
y desaparecer de vuestra vista? ¿Qué es eso de ir
por los caminos de la soledad y vida errante y vagabunda? Volved.
¿Dónde? Al Señor. Es pronto todavía.
Vuelve primero a tu corazón; como en un destierro andas
errantes fuera de ti. ¿Te ignoras a ti mismo y vas en
busca de quien te creó?… Volved al corazón,
allí está la imagen de Dios. En el hombre interior
habita Cristo, en el hombre interior serás renovado
según la imagen de Dios"(Comentario al Evangelio de Juan
18,10).

Por todo esto ya mencionado, la interioridad Agustiniana
en la sociedad actual, es un camino para enfrentar la perdida de
sentido de la vida y del sentido de trascendencia. Para
comprender todo esto hay que hacerlo a la luz de la vida de san
Agustín, el cual es un modelo de hombre, no solo en un
periodo determinado de la historia sino que, por su entrega y
seguimiento de Jesús, desde un lugar concreto, (la Iglesia
católica) ha trascendido el espacio y el tiempo, hasta el
punto de tocar los cimientos de una cultura que después de
XVII siglos se ha convertido en una sociedad
superficial.

Habiendo abordado de manera general en que consiste la
interioridad agustiniana trataré de mencionar algunos
momentos de su vida, que le fueron clave para alcanzar la
interioridad que le llevó a descubrir ese ideal que tanto
buscaba en el exterior y estaba en su interior.

2.8.1. Agustin hombre de corazón
inquieto

La Vida de San Agustín se desarrolla partiendo de
la búsqueda de un ideal que desde su concepción
está siempre más allá de la meta: por mucho
que le hallas alcanzado el ideal siempre estará más
halla[82]José Ingenieros nos dice que:
cuando un hombre ve una estrella y extiende sus alas afanoso de
perfección y rebelde de toda mediocridad lleva en
él un resorte misterioso de un ideal. Es virtud sagrada
capaz de prepararlo para grandes acciones. Si se deja apagar no
se enciende jamás[83]San Agustín,
nunca dejó apagar la luz que le conducía a su
Ideal, su vida fue una constante inquietud
búsqueda.

El secreto de su victoria, sobre toda mediocridad fue el
hecho de no darse por vencido. El continuo dudar y andar a la
expectativa por los caminos estrechos y oscuros del
espíritu, el continuo doblegar su inteligencia, yendo de
un sistema a otro, en ansias siempre de encontrar lo verdadero
ante la falsedad de lo que él creía

Verdad[84]con tanto desasosiego buscada,
con el espíritu zozobroso ante la huida sistemática
de la sabiduría Increada que, cuando creía haberle
alcanzado con la red de su vasta inteligencia, se le
escurría de su mente poderosa; eso fue lo que le
actualizó y lo que aún le hace vivir en el
tiempo.[85]

En sus Confesiones San Agustín se descubre
así mismo poniendo de manifiesto un largo recorrido en
busca de la felicidad, el cual no la podía encontrar, por
el hecho de buscarla en lugares
equivocados[86]Refiriéndose a Jesucristo
como la única verdad, nos dice: ¡Tarde te
amé, belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé!
tú estabas dentro de mí y yo fuera y de fuera te
buscaba y como un engendro de fealdad me abalanzaba Sobre la
belleza de tus creaturas. Tú estabas con migo pero yo no
estaba contigo (Cf. Conf. 9, 27, 38).

A la edad de diecinueve años, Agustín ya
tenía todo un camino recorrido; se había dedicado a
realizar sus intereses personales y las esperanzas terrenas de su
carrera: riquezas y placeres, etc.[87]sin embargo
no imaginaba ni podía percatarse de lo imprevisible que
son los caminos del señor, (Cfr. Rom
11,33).

La lectura de un libro de filosofía, llamado
el Hortensio de Cicerón, le permitió
entrar en un ambiente intelectual filosófico que
será el punto de partida para una nueva etapa de su vida;
despierta en él un gran interés por la
sabiduría y le permite dar un gran salto en su
pensamiento[88]Como el mismo dirá en las
confesiones: "semejante libro cambio mis afectos y
mudó hacia ti mis suplicas, he hiso que mis votos y deseos
fueran otros". (Conf. 3, 4,7.)

Este Libro describía, la necesidad, la
dignidad, la eficacia y la historia de la filosofía y que
solo la filosofía _amor a la sabiduría_ era digna
de ser amada sobre todas las riquezas y todos los bienes
humanos[89]Desde entonces la filosofía se
convierte en un proyecto, intelectual que lo lleva a la
práctica, para involucrarse
existencialmente[90]Pasa de sus interrogantes
meramente materialista a interrogantes que trascienden lo
material: "De golpe todas mis expectativas de frivolidad
perdieron crédito, y con increíble ardor en mi
corazón suspiraba por la inmortalidad de la
sabiduría y comencé a levantarme para volver a
ti
"(Conf. 3, 4,7).

Habiendo encontrado una realidad existencial que lo pone
de cara a su vocación[91]no descansa de
seguir buscando algo aún más grande, pues el libro
aunque fuera una obra literaria bien escrita no lograba
entusiasmarlo del todo. Pues habiendo probado y conocido de
muchas cosas, necesitaba algo más grande, él
necesitaba encontrarse con cristo, y el Libro ni siquiera lo
mencionaba.(Cf. Conf. 3, 4,8.). Motivado por una nueva
visión de su existencia, comenzó a leer las
sagradas escrituras, pero como el mismo dirá: "en el
fondo la escritura está hecha para crecer con los
humildes. Y claro, yo desdeñaba ser humilde, e hinchado de
orgullo, me consideraba un fuera de serie". (Conf. 3,
5,9).

La apasionante y dura realidad de lo que San
Agustín ha vivido en su corta edad, ahora parece un gran
problema, ya que, el Hortensio de cicerón, ha despertado
en él un deseo que sobrepasa su entendimiento y al que no
puede alcanzar nomas por sus propios
medios[92]Leyendo las sagradas escrituras y No
entendiendo lo que le decían; cayó en las redes de
una secta llamada los maniqueos. Que a primera vista y de manera
rápida, presentaban las repuestas a sus
interrogantes.[93]De la que el mismo dirá
luego, que eran hombres seducidos y seductores, engañados
y engañadores.(Conf. 4, 1,1).

A San Agustín un inquieto buscador de la verdad
no sería fácil retenerlo nomás con unas
teorías sin fundamentos. En poco tiempo surgieron nuevos
interrogantes a los cuales los miembros de dicha secta no
pudieron responder; ni siquiera: Manes con sus libros ni Fausto,
con quien esperaba encontrarse para aclarar sus dudas. Cuando
Agustín descubre la falsedad de esta secta, se decepciona
y decide continuar profundizando los misterios de la
sabiduría.

Luego, es en Milán donde Agustín
tendrá una nueva experiencia, de cara a la
evolución de su pensamiento. La sed por encontrar la
verdad lo llevó a realizar proyectos concretos, como
frecuentar la Iglesia católica, donde El Obispo era San
Ambrosio: un hombre que además de ser intachable en su
testimonio, tenía mucha sabiduría y una excelente
retórica; cosa que san Agustín no encontró
en los personajes maniqueos; Sus sermones iban dando consistencia
a sus interrogantes y minando lo más íntimo de su
ser.[94]

2.8.2. Conversión de san
Agustín

Narra Agustin que un dia llegó a su vivienda
donde se encontraba Alipio y él; un cierto Ponciano,
cristiano fiel y muy sabio, este les habló de la
conversión de san Antonio, de los orígenes de los
monasterios, y de muchos hombres que dejándolo todo se
retiraban al desierto, donde siguiendo a Jesús
conquistaban la felicidad. Las palabras de este hombre cayeron
sobre un Agustin que estaba sediento de encontrar la verdad y
cuando las recibió, su interior sufría los
estragos, como azotes que le flagelaban el
alma.[95]

Destrozado interiormente en el jardín de su
residencia en Milán, después de haber escuchado
tales palabras de Ponciano, En silencio y una profunda
reflexión, escucho una vos de niños que cantaban en
forma de juego, "toma y lee, toma y lee", Él
interpretó aquellas palabras como si fueran un mandato
divino; Abrió la Biblia y leyó el primer pasaje que
se ofreció a sus ojos "Nada de comilonas y
borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades
y envidias. Revestíos más bien del Señor
Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer
sus concupiscencias". (Rom. 13, 13-14)

Tales acontecimientos, sacudieron toda su existencia,
por lo que al instante decidió abandonar todos sus
compromisos civiles, para retirarse a vivir la formación
previa al bautismo, en una finca, retirado con sus amigos en un
ambiente de silencio, estudios y oración; Pasando de este
modo de una vida comunitaria anterior mente influenciada por la
filosofía a una vida comunitaria movida por el deseo
profundo de unirse a Jesucristo. De un monasterio
filosófico pasa a un monasterio teológico y
así convertido de una vez para siempre pero renovando cada
día, permanece en este ambiente comunitario, sirviendo a
la iglesia. Fue ordenado sacerdote y luego obispo, pero nunca
renuncio a su proyecto monacal, pues así encontró
la felicidad que tanto buscó.

Actuar

3. formación de oblatos
albertinianos

Con el nacimiento del primer Monasterio de vida
contemplativa masculina en Nicaragua surgen grupos de fieles
cristianos laicos que se interesan por vivir en santidad, bajo
una regla de vida y la autoridad de un Prior. A ellos los acoge
el monasterio en calidad de Oblatos según la
tradición monástica, como señal de la
presencia de Dios Padre Misericordioso que abraza a todo aquel
que descubriéndose débil acude a
Él.

El Monasterio Albertiniano Inmaculada Concepción
de María, inserto en la tradición Monástica
de occidente, y viviendo su espiritualidad en Nicaragua, abre sus
puertas a los fieles cristianos laicos que con humildad y
transparencia de corazón desean unirse de manera directa a
su forma de vida para asumir a la luz de la fe los retos de la
Iglesia católica en un país sin tradición
monástica masculina como Nicaragua.

Los oblatos siendo fieles laicos que gozan de
común dignidad por la regeneración en Cristo,
común gracia de hijos, común vocación a la
perfección y manteniendo una sola esperanza e indivisible
caridad (ChL 3), han querido comprometerse a
fondo con el llamado recibido, en virtud del Bautismo, para
formar parte de la vida monástica.

El fiel cristiano laico se pone en camino, respondiendo
al llamado que acontece en su interior: "id también
vosotros a trabajar a mi viña". El trabajo en la
viña del señor es abundante y muy variado, todos
podemos trabajar según nuestras propias cualidades. Es
así que se entiende la oblación desde la
dimensión Contemplativa de los Oblatos
Albertinianos.

3.1. Breve Historia de los monjes contemplativos
albertinianos

La reseña histórica de los Monjes
Contemplativos Albertinianos que a continuación les
ofreceremos, está tomada de la Regla y Constituciones del
Monasterio Albertiniano, tal y como la escribió su
fundador, El Padre Prior Fray Jaime Valdivia Pinell,
MCA.

En Nicaragua el Espíritu Santo suscitó en
la primera mitad del siglo XX a la primera contemplativa
nicaragüense de la cual tenemos noticia, la Sierva de Dios
Madre Albertina Prudencia Ramírez Martínez, quien,
"oculta con Cristo en Dios" (Col 3,3), asumió la "passio"
en su vida contemplativa, es decir, la dimensión de la
cruz, sin la cual no es posible concebir la vida monástica
en la Iglesia Católica.

La Sierva de Dios asumió la cruz, como
expresión de su vivencia del amor oblativo hasta llegar a
exclamar: "Quiero ser una cruz viviente, una crucificada
viviente, una crucifixión viviente por tu amor". Toda su
vida fue una inmolación por amor a Dios y la
salvación de las almas. La Sierva de Dios fundó en
la Provincia Eclesiástica de Nicaragua un camino
monástico con las primeras hermanas cofundadoras, el cual
quedó esbozado en la primera Regla escrita por
ella.

Lo que el Espíritu Santo suscitó en la
Madre, ha renacido en lo que hoy podemos llamar con propiedad el
"novum" de los Monjes Contemplativos Albertinianos en la
Diócesis de Estelí y en la Provincia
Eclesiástica de Nicaragua, para honra y gloria de Dios y
salvación de las amas con la fundación del primer
Monasterio Contemplativo de varones en nuestro país,
conocido como MONASTERIO ALBERTINIANO INMACULDA CONCEPCIÓN
DE MARÍA, bajo el peculiar cuidado de Su Excelencia
Reverendísima Monseñor Juan Abelardo Mata Guevara,
SDB, Obispo de la Diócesis de Estelí, Nicaragua, C.
A.

El Reverendo Padre Fray Jaime Valdivia Pinell, habiendo
orado y consultado su opción fundamental por el
seguimiento de Jesús en la vida monástica, ante la
necesidad evangélica de nuestra joven Diócesis, se
constituye en el fundador del primer Monasterio Contemplativo de
Varones en un país sin tradición monástica
masculina como Nicaragua, pues no consta en los archivos de la
Iglesia nicaragüense que hayan existido monasterios
contemplativos masculinos.

El Padre Fundador, Fray Jaime Valdivia Pinell, formado a
los pies de San Agustín de Hipona, movido por el
Espíritu Santo y el estudio asiduo del legado
contemplativo albertiniano, libremente y fiel a la
vocación monástica recibida, ha asumido la
mismísima intención de la Sierva de Dios para
fundar, con la autorización de S. E. R., Monseñor
Juan Abelardo Mata Guevara, SDB., Obispo de la Diócesis de
Estelí, el primer Monasterio Autónomo "sui iuris"
(cf., c. 615 y pertinentes del CIC). A él se han unido con
la misma intención el Reverendo Padre Fray Francisco
Valdivia Lazo y los hermanos Jacinto Brenes Solórzano,
Maylor Matilde Ortez, Exequiel López López, Carlos
Miguel López Ramírez, Marlon Ariel Talavera
Gutiérrez y Domingo Antonio Rizo
Chavarría.

Estos hermanos han decidido vivir, con el auxilio de la
Gracia Divina, bajo la Regla Monástica de San
Agustín de Hipona, la herencia contemplativa albertiniana
y la autoridad de un Prior, con un alma sola y un sólo
corazón hacia Dios, en comunión de vida y en
comunidad de bienes, según el ideal de la primitiva
comunidad cristiana de Jerusalén (cf. Hch. 4, 32-35); e
insertos en la gran tradición monástica de la
Iglesia Católica, siguiendo a Jesucristo, pobre, casto y
obediente (propositum sanctitatis), desde la vivencia del
monacato de occidente, "ora et labora", y la dimensión de
la cruz "passio", heredada de la Sierva de Dios Madre Albertina
prudencia Ramírez Martínez.

Su Excelencia Reverendísima Monseñor Juan
Abelardo Mata Guevara, SDB., por la Gracia de Dios y Voluntad de
la Santa Sede Apostólica, Obispo de la Diócesis de
Estelí, Nicaragua, C. A., acogió el don que
significan los Monjes Contemplativos Albertinianos en su
Diócesis y fiel a su ministerio episcopal de favorecer,
impulsar y acompañar a la nuevas formas de vida consagrada
que el Espíritu Santo suscita en la Iglesia, y en uso de
sus facultades ordinarias (c. 579, 1) autorizó al
Reverendo Padre Fray Jaime Valdivia Pinell para fundar el
Monasterio Autónomo "sui iuris" de varones (c. 615 y
pertinentes del CIC.), conocido como Monasterio Albertiniano
Inmaculada Concepción de María, en el domicilio
eclesiástico de la Diócesis de Estelí,
Barrio Betania, Ciudad de Estelí, Departamento de
Estelí, Nicaragua, C. A.

Fundado como el primer Monasterio Contemplativo de
Varones en la Diócesis de Estelí (y en la Provincia
Eclesiástica de Nicaragua), el Señor Obispo
consultará a la Congregación de los Institutos de
Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica,
cuando él lo considere conveniente, para recibir el "visto
bueno" y proceder a la debida erección canónica del
Monasterio Autónomo "sui iuris" con Decreto Formal (c.
579, 2).[96]

3.2 Lo que significa ser un monasterio semi urbano,
culto y anclado en un barrio marginal.

  • 1. El Monasterio Albertiniano Inmaculada
    Concepción de María, está ubicado en un
    Barrio periférico de la ciudad de Estelí,
    Nicaragua, no aislado de la ciudad ni en el centro de ella.
    Es un Monasterio semiurbano. Está inserto en la
    tradición Monástica de Occidente y por ello
    asume como padre espiritual, al Padre del Monacato en
    Occidente, San Agustin, quien fundó sus monasterios en
    la ciudad, para desempeñar su función de Obispo
    y monje, cerca de las gentes. No huyendo del mundo sino de la
    mundanidad (del mundo que le ha dado la espalda a Dios). No
    lejos de la ciudad como el caso de san Benito sino en las
    afueras para constituirse en signo del Reino de
    Dios.

  • 2. Es un monasterio culto porque San Agustin es
    un intelectual que pone su razón al servicio de la fe.
    En el monasterio se cultiva un nuevo modo de ser hombre a la
    manera de Jesús todo lo demás está al
    servicio de ese nuevo modo de ser. De modo particular se
    cultiva la teología monástica que se desprende
    de la Lectio Divina y del estudio de los Santos
    Padres.

  • 3. Al estar anclado en un barrio marginal
    permite hacer conciencia de la situación antihumana en
    que viven los marginados para involucrase existencialmente en
    su dolor, desde una entrega total y sin reserva a Jesucristo,
    viviendo un ambiente de oración y trabajo, desde la
    pasión de nuestro señor Jesucristo.

El monasterio crea proyectos concretos que contribuyen
al desarrollo en el orden social y cultural pero sobre todo en la
parte espiritual tal y como lo expresa la verdad vinculante en el
Nº 54: "Por ser un monasterio semi-urbano y marginal,
nos mueve a misericordia la situación de pobreza inhumana
que sufren los humildes y sencillos. El Cristo sufriente de Mateo
25 aparece ante nosotros como una cristofanía. La
ideología marxista convierte al pobre en un objeto
manipulable según los intereses del partido; en cambio,
para el monje, en el pobre, Dios está siendo negado de una
manera sistemática. Es un ateísmo práctico.
Para el contemplativo, el pobre es aquel que yace tirado en el
camino, abandonado por el progresivo deterioro de la misericordia
en el mundo. Ante él, estamos llamados a integrar en
nuestra vida al prójimo y abrazarlo con nuestra capacidad
de amar (misericordiosos)."
[97]

3.3. La importancia de los oblatos en la vida
monástica y en la Iglesia

Los Oblatos, siendo laicos que han decidido entregarse a
Jesucristo, desde los lugares que ocupan en la sociedad,
contribuyen con la vida monástica y por lo tanto con la
iglesia, a extender el reinado de nuestro Señor
Jesucristo. Habiendo bebido de la exquisita espiritualidad de la
vida contemplativa en la tradición monástica, la
dan a conocer, contagiando con su buen testimonio, a aquellos que
por diversas razones desconocen la bondad de lo que se vive en un
monasterio. En otras palabras, a través de los oblatos los
monasterios se proyectan hacia fuera como señal de su
preocupación por la evangelización y las diferentes
necesidades del pueblo de Dios.

El concilio Vaticano II, devolvió al laico y al
oblato su lugar teológico propio y, de un modo admirable,
concibió la vida del laico como un acto litúrgico
de ofrenda al Padre de las realidades del mundo por medio de la
consecratio mundi: "Cristo Jesús, Supremo y eterno
sacerdote, porque desea continuar su testimonio y su servicio por
medio de los laicos, vivifica a éstos con su
Espíritu e ininterrumpidamente los impulsa a toda obra
buena y perfecta. Pero aquellos a quienes asocia
íntimamente a su vida y misión también les
hacen partícipes de su oficio sacerdotal, en orden al
ejercicio del culto espiritual, para gloria de Dios y
salvación de los hombres.

Por lo que los laicos, en cuanto consagrados a Cristo y
ungidos por el Espíritu Santo, tienen una vocación
admirable y son instruidos para que en ellos se produzcan siempre
los más abundantes frutos del Espíritu. Pues todas
sus obras, preces y proyectos apostólicos, la vida
conyugal y familiar, el trabajo cotidiano, el descanso de alma y
de cuerpo, si se realizan en el Espíritu, incluso las
molestias de la vida si se sufren pacientemente, se convierten en
"hostias espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo" (1 P
2,5), que en la celebración de la Eucaristía, con
la oblación del cuerpo del Señor, ofrecen
piadosísimamente al Padre. Así también los
laicos, como adoradores en todo lugar y obrando santamente,
consagran a Dios el mundo mismo." (Lumen Gentium IV,
34).

El Beato Juan Pablo II revivió la teología
del laicado propia de Pablo VI al decir: "Los fieles laicos
participan en el oficio sacerdotal, por el que Jesús se ha
ofrecido a sí mismo en la Cruz y se ofrece continuamente
en la celebración eucarística por la
salvación de la humanidad para gloria del Padre.
Incorporados a Jesucristo, los bautizados están unidos a
Él y a su sacrificio en el ofrecimiento de sí
mismos y de todas sus actividades."

3.4 Los oblatos Albertinianos

Más que la atracción por la sola belleza
exterior, un oblato es atraído por la espiritualidad de
los monjes (la vida de silencio, soledad, oración privada
y comunitaria), la lectura de las Santas Escrituras (lectio), la
meditación, la celebración de la liturgia
Monástica los retiros espirituales, el recogimiento, la
adoración, etc. Les atrae especialmente el participar con
los monjes en la lectura y meditación de la Palabra de
Dios, en el canto de la salmodia, (Laudes y Vísperas),
así como también en la celebración de la
santa Misa y los sacramentos, tomando parte de la
adoración y de las meditaciones.

El mundo de hoy está lleno de ruidos, y por eso
el monasterio se presenta como un pacífico oasis de
tranquilidad donde es posible contemplar el amor de Dios. En
consecuencia, la casa de un oblato debe reflejar la
atmósfera del monasterio. De este modo la familia del
oblato se convierte en una iglesia doméstica, casi una
réplica del monasterio.

En el Monasterio Albertiniano el brazo de la caridad
monástica son los oblatos. Ellos se encargan del proceso
de evangelización del territorio confiado al monasterio,
adelantan la catequesis en todas sus etapas, promoverán la
vivencia de la fe católica en pequeñas comunidades
evangelizadas y evangelizadoras, promueven la recepción de
los sacramentos, la adoración perpetua en la capilla del
monasterio y la espiritualidad mariana. Además, en
diálogo con el Prior y la comunidad monástica
diseñan los proyectos necesarios en alimentación,
salud, educación, arte, ecología, cultura, etc.,
para responder a estas necesidades.

3.5 Decreto de erección de los Oblatos
Albertinianos

CONSIDERANDO QUE:

1) La Espiritualidad de Los Monjes Contemplativos
Albertinianos debe trascender los muros del monasterio y abrirse
a las diferentes necesidades del hombre actual sin perder su
identidad contemplativa..

2) Todos los fieles Cristianos estamos llamados vivir
según la vocación que Dios nos concede, para ser
signos de su presencia en un mundo secularista que ha perdido los
referentes de la trascendencia.

POR TANTO

Yo Fray Jaime Valdivia Pinell MCA. Prior del Monasterio
Albertiniano Inmaculada Concepción de Maria, habiendo
orado y consultado al capítulo general monástico y
por la potestad que me otorga el derecho, en calidad de
privilegio Apostólico (Cfr. C. 312del CIC) erijo
canónicamente una asociacion de fieles laicos y
clérigos, con el nombre de Oblatos Albertinianos siguiendo
la tradición monástica de los Oblatos que nacieron
con San Benito en el siglo V.

Ellos se encargarán de transmitir la
espiritualidad contemplativa particularmente con su testimonio y
luego a través de diferentes proyectos de orden social y
espiritual. Serán el brazo de la caridad monástica,
atendiendo a las necesidades de las personas, con sus familias,
en los lugares y parroquias donde Dios los ha llamado.

Dado en el Monasterio Inmaculada Concepción de
María, Estelí, Nicaragua a los veintisiete
días del mes de agosto del año del Señor de
dos mil once, en la memoria de Santa Mónica, Madre de San
Agustín.

PAX CHRISTI

Fray Jaime Valdivia Pinell,
MCA

Prior del Monasterio Albertiniano
Inmaculada Concepción de María

Fr Carlos Miguel
López

Secretario

3.6 Proyecto formativo

Con este proyecto formativo pretendemos ofrecer al
Oblato Albertiniano, las herramientas necesarias, para una
formación integral. Es decir el fiel que forma parte de
los Oblatos Albertinianos, se encontrará aquí con
una formación humana, intelectual, pastoral y espiritual
que le capacitará para asumir el reto de enfrentarse a los
desafíos que la sociedad actual les impone.

  • a. Historia de los Oblatos

Partes: 1, 2, 3
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