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A 3 segundos de la morgue




Enviado por Miguel Palacios Celi



  1. El
    choque
  2. El
    rescate
  3. La
    inmensidad del dolor
  4. Los
    primeros auxilios
  5. Traslado a Chiclayo
  6. En
    Chiclayo ¿Solo un Milagro?
  7. Testimonio compartido

Hay creyentes y ateos, tal decisión
pertenece a la intimidad de cada quien, pero hay hechos
extraordinarios que los creyentes le llaman Milagros, este relato
es uno de esos hechos extraordinarios.

Y se ajusta a una dramática
realidad, vivida en los primeros días del mes de Junio de
1989 y se hallan consignados en la Historia Clínica No
191487 del Hospital Nacional del Norte "Almanzor Aguinaga Asenjo"
del IPSS (actual Essalud) Chiclayo.

El
choque

Tenía 34 años de edad, era
Ginecólgo Obstetra del Seguro Social del Perú, de
la Cooperativa Agraria de Pomalca yTumán, tenía dos
preciosas hijitas de 8 y 1 año, me creía Marxista,
en la Universidad había leído y discutido tanto,
había sido dirigente estudiantil en una época
difícil, durante la Dictadura Militar de los Generales
Juan Velasco y Francisco Morales Bermudez, tenía ganada
una Beca a España y tenía tantos proyectos en mi
cabeza…pero la noche del domingo 4 de Junio de 1989,
alrededor de las 9 de la noche, todo cambió, pues en el
kilómetro 689 de la Panamericana Norte mientras
conducía mi pequeño VW KI 3584 fui embestido por un
jeep, sin placas, sin luces y sin gente, conducido por ebrios y
drogadictos ¡Tal impacto cambio nuestras vidas!

El
rescate

El impacto fue brutal, a unos 100 km. Por
hora (dicen que es como caer del 10º piso de un edificio),
el VW que iba de sur a norte, quedó en sentido contrario,
el jeep (de esos de uso militar, de fierro puro) invadió
mi carril y nos embistió salvajemente.

Quedé atrapado entre fierros
retorcidos, con el tablero y el timón incrustados en mi
abdomen y tórax, con el parabrisas hecho añicos en
mi cara, fueron milésimas de segundos quise virar, girar,
evitar el choque pero fue imposible, se me abalanzó con
todo, las luces se apagaron y crecieron los lamentos por
doquier…luego todo fue silencio, no perdí el
conocimiento y comencé a gritar… ¡mis hijas,
mis hijas!, no veía nada. Un fuerte dolor sacudía
todo mi cuerpo, sentía que me introducían fuego,
ardor indescriptible, la presión del timón me
asfixiaba e impedía moverme, nadie respondía a mis
gritos, todo era silencio, se escapaba la sangre por el
fémur roto, sabía que podía morir en
minutos, cerré los ojos y opté por lo más
fácil… ¡Morir!, me encomendé al
Señor y decidí esperar que el shock
hipovolémico me condujera a la muerte, en estos segundos
de agonía, ninguna idea venía a mi mente, no
pensaba en nada, una angustia de muerte me había invadido,
solo había silencio, solo reinaba silencio…los
gritos de Karinita me devolvieron el
valor…¡Papá, Papito…me duele mucho!-
gritaba-, sus gritos me sacudieron..¡Hijita ya hijita!- le
decía- mientras estiraba mi mano para socorrerla y
logré acariciar su tobillo, le daba valor con mi voz
apagada, estentórea y en esos segundos de terror que pone
a prueba todo nuestro coraje y ya casi a punto de
desfallecer…legó la luz, varios coches con sus
luces encendidas iluminaban la escena y el siniestro, mucha gente
se acercó y dieron rienda suelta a sus grandezas y sus
miserias, pues mientras algunos ayudaban, otros robaban y
saqueaban el VW, se llevaron todos los regalos que NATALE DEL
PILAR había recibido, pues ese día ella
había celebrado su Primer año de vida, las luces de
los coches me permitieron descubrir con horror, que inerte, en el
piso del VW y con su cuerpito cubierto de sangre y
tierra…¡se hallaba sin vida mi adorada
hijita!…grité como un loco, llorando estiraba mi mano
prisionera tratando de levantarla, pero no la alcanzaba, no
podía

Un señor alto se acercó,
retiró la puerta rota, la levantó con mucha
ternura, la limpió entre sus ropas, le hizo una cruz en su
frente y la besó…

¡Lo miré!, ¡le
supliqué! ¡Grité y Grité como un
loco!,

¡Por favor dime que NO,
devuélveme a mi hija, No No No!,

¡Natalie, llegó
Papá!-gritaba en vano-

¡Mi niña!, dime que No por
favor!

La acercó a mis labios y la bese con
mi alma

La besé muchísimo, lloraba,
recorrí toda su carita

Con mis besos, despierta hijita,
despierta

Señor por favor la voy a retirar- me
dijo- aquel samaritano

No te la lleves por favor devuélveme
a mi niña

Se la llevo para siempre…
¡nunca más la volví a ver!

Lloré, lloré y lloré
¡Mi niñita estaba muerta!,

Es una maldita
pesadilla…¡despiértenme por favor!-
gritaba-

Dios mío conocí la locura, la
demencia, la rabia, la impotencia

La inmensidad del
dolor

Nunca más la volví a ver,
estuve en Coma alrededor de 10 días, luego cuando
empecé a recuperarme ya no estaba mi hijita, se
había ido de mis brazos para siempre

Aquel buen hombre es Marcial
Jáuregui, chofer profesional de la Vulkano, una empresa
interprovincial, que circulaba en esa ruta, uno a uno
rescató a todos mis seres queridos.

Al rato, sentía como me jalaban en
medio de los fierros que me tenían prisionero, era
Imposible respirar, el dolor y la presión me mataban.
¡No se puede! -repetían los improvisados rescatistas
y me rendí, en el momento de caer inconsciente
llegué a oír que decían
¡déjenlo ya murió! Luego supe que
Napoleón Saldaña, chofer de ruta, de un
jalón con la culata de su camión logró
desprender el timón de mi pecho y eso me salvó la
vida, me echaron a una camioneta y junto a toda mi familia
comenzamos a mendigar atención medica.

Los primeros
auxilios

Desperté con dificultad, con mucho
dolor y vi como un coro de mujeres vestidas de blanco se aceraban
a nosotros y nos miraban ¡Es el Cielo! -exclamé-,
¡Son ángeles! pensé-, pero al inclinar mi
cuerpo descubrí a toda mi familia rígidos y
cubiertos de sangre y tierra y comencé a llamar
¿Dónde esta Dios?, ¡llamen a Dios!
-quería increparle mi desgracia-,… "Ya señor, ya
han ido a avisarle al director…", No estaba en el Cielo, sino
en el hospital de Chepén, el director un tal Montero
Borseyú se negó a atendernos, por hallarse en
huelga. Nos llevaron a Guadalupe, tampoco había
médicos (estaban en Huelga), así que comencé
a dirigir los primeros auxilios con técnicas y enfermeras:
Manitol, Cloruro de Sodio, sosegón(pentazocina), pero no
alcanzaba para sobrevivir, el colega Hércules
Hernández acudió presto y nos metió en una
vieja ambulancia y nos evacuó a Chiclayo, El dolor era
insoportable, después supe que en esos momentos estaba con
el Bazo roto, el Hígado y el Páncreas lacerados,
con desgarros en el diafragma izquierdo, hematomas en el
mesenterio, desgarros en el epiplón con perforación
en intestino, con fracturas conminutas y sangrantes del
fémur izquierdo y el metacarpo derecho.

Traslado a
Chiclayo

Me despertaron los "baches", estaba en una
ambulancia a mi lado izquierdo iba mi Karinita apenas
gemía yo le acariciaba, le hablaba y ella no me
respondía, entre mis piernas había puesto a mi
Natalie ya inerte, está dormida ¿No? -Preguntaba
reiteradamente-.

La enfermera Rosa Millones, que viajaba en
la ambulancia con nosotros, trataba de consolarme, los minutos
eran siglos, sentía morir, desfalleciente le exigía
que me aplique sosegón y aumente el goteo a chorro, luego
gritaba ¡Quiero morir! ¡Déjenme morir!, me
parecía una pesadilla de la que quería despertar,
serian ya las dos de la madrugada cuando, ya entrando a la ciudad
frente a la fábrica La Concordia, ( Chiclayo),
sentí bastante frío, luego angustia y finalmente
miedo, mucho miedo, todo se nubló – es el fin
pensé-y cerré mis ojos abrazando a mis
Hijitas… ¡ Dr.! ¡Dr.- me hablaba la enfermera-
era imposible ya no podía más (luego supe que en
esos momentos estaba con 2 litros de hemoperitoneo y 3 grs. de
Hemoglobina) cerré mis ojos y morí, una vez muerto,
sentí paz y tranquilidad, un delgadísimo hilo de
voz escuchaba a lo lejos y a lo cerca… ¡Resista
Doctor.!. ¡Resista Doctor! ¡Su hija está viva,
está viva doctor!,

Así Gritaba la enfermera Rosa
Millones que iba a mi lado en la vieja ambulancia del Centro de
Salud de Guadalupe…y vaya que resistí, con todo el
valor y coraje que aún me quedaba en el fondo de los
Tejidos, Resistí en medio de tanto dolor, de tanto pesar y
desconsuelo.

En Chiclayo
¿Solo un Milagro?

Llegué a Chiclayo, al "Almanzor
Aguinaga" sentí forcejeos, me llevaban de un lado a otro
-es mi sepelio pensé- pero No, no era aún mi
sepelio, estaba en la Emergencia, mis colegas habían ido a
ayudarme- les habían avisado desde el pueblo de Guadalupe,
situado a unos 100 kms de Chiclayo, que estaba llegando con
Politraumatismo grave.

Cuando llegué a Emergencia
aún tengo claramente grabadas en mis recuerdos los
momentos mas dramáticos de mi vida, recuerdo que
ingresé echado en una camilla, esta fue depositada en el
suelo, se acercaron a mi varias personas, entre Médicos y
otros profesionales de salud ahí presentes a esa hora
difícil de la madrugada, recuerdo a una Obstetras delgada,
que trabajaba conmigo, miraba absorta y anonadada de lejos, con
sus dos manos en la cara, no se acercó al pasar cerca a
ella rumbo al quirófano vi que lloraba, la
Anestesióloga trataba de hablar conmigo y yo le
respondía, pero como se demoraba le grité "ponte
mosca que me muero"

luego me subieron a una camilla y me
llevaron de prisa al 3º Piso donde quedaba Sala de
Operaciones, recuerdo hasta que entré a la Unidad de
Quirófanos…ya me esperaban, todos ellos eran mis
compañeros de guardia, trabajábamos
juntos.

Me operaron esa misma madrugada, abrieron
una gran incisión para evaluar semejante traumatismo y
evaluaron a medias pues sacaron el Bazo, epiplón, 10 cm de
Intestino, drenaron el hemoperitoneo, suturaron Páncreas
Hígado, diafragma…

Desperté varias horas después
lleno de drenes y tubos, aún me sentía mal,
tenía fatiga y cansancio, estaba monitorizado en la UCI,
mis colegas Fang Li. Joel López- médicos
intensivistas- y otros trataban de ayudarme, pero eran impotentes
ante el inmenso dolor de perder a una hija, al recordar mi
desgracia comencé a gritar ¡MI hijita, mi hijita.
¡Sédalo, sédalo! -dijeron- y me
sedaron.

Al sedarme me quedé dormido,
afortunadamente tuve aliento para exigir que re-evalúen el
cuadro pues me sentía mal, tenia fatiga,
respiración jadeante, algo va mal, les decía, entes
que me seden

Desperté 10 días
después, luego supe que me volvieron a operar porque
seguí sangrando (hallaron 1200 cc de hemoperitoneo en la
2da. operación), suturaron de nuevo, drenaron el
hemoperitoneo, lavaron cavidad; supe también que estuve
muy mal. Hice bronconeumonía por aspiración, mis
pulmones se llenaron de pus, hice septicemia, insuficiencia renal
aguda, hice 3 paros cardíacos, por lo que me pusieron el
respirador artificial Ohio PR-2, recibí 12 unidades de
sangre. Se resignaron, me lloraron, decidieron sepultarme en
Piura, en las faldas de un cerro, de espaldas al mar, donde
había nacido 30 años atrás, me dieron los
santos óleos, compraron la capilla, me creyeron muerto en
cada uno de mis paros

Entre las 5 y las 8 de la mañana del
7 junio de 1989, según la historia clínica "la
presión ha descendido a 30 pulsaciones por minuto. El
pulso es filiforme apenas perceptible, respiración
boqueante 1 a 2 por minuto (normalmente es 12 veces por minuto),
ojos midriáticos y paralíticos, reflejo pupilar
abolido, hipotermia, rigidez cadavérica, paciente agoniza,
paciente en en trance de muerte…" escribió sin
ningún escrúpulo el Dr. Raúl
Porras.

Así permanecí 3 horas; afuera
los rezos y oraciones eran mi única carta ¡era el
fin! No había duda, era una agonía lenta,
dramática y dolorosa, todos esperaron mi muerte,
"él no es mi papá" gritaba Karinita al verme lleno
de drenes, apósitos, sueros y tubos se
resignaron…"para que ya descanse el doctor mucho
está sufriendo" repetían las mas
piadosas,

En la puerta de la UCI la familia
tenía el llanto, las lágrimas y los gritos
reprimidos en la garganta, el RP Remigio Cabrera, me daba los
santos óleos por tercera vez, el Dr. Wang li- jefe de la
UCI- repetía "sólo un milagro", "sólo un
milagro", solo un milagro puede salvarlo, nosotros ya no…
¡Y ocurrió el milagro!…los signos vitales
comenzaron a mejorar, aumentó la presión y el
pulso, las pupilas se normalizaron, mejoró la
respiración, al final de la tarde estaba mucho mejor
¡increíble!
¡Increíble!-repetían- la familia lloraba…
Corrió la voz por todo el hospital ¡Milagro!
¡Milagro! ¡Solo un milagro podía salvarlo y se
salvó!

15 días después me operaron
de las fracturas conminutas, osteo síntesis y colocaron
placas de platino.

45 días permanecí en un
Hospital Nacional del Seguro Social del Perú, Un mes y
medio viví día y noche en un Hospital, es bastante
tiempo, recuerdo que lo que más anhelaba era salir,
regresar a casa, jugar con mis hijas, hacer la vida que
hacía, pero la realidad calcinaba mis sueños, la
realidad era otra, una de mis pequeñas hijas había
muerto, ya no había coche, ya n o había casa, ya no
había consultorio (en ambos lugares habían robado
sin piedad, sin misericordia), conocí el Cielo hermoso y
el Infierno, comí lo que se come en un hospital,
dormía a la hora que se duerme en un hospital, veía
en mis largas noches de insomnio a cucarachas y fantasmas que
corrían por el cuarto y los pasadizos, supe de historias
que ahí se cuentan, las luces se encendían y
apagaban de la nada, se oían voces que llamaban de cuartos
vacíos sin pacientes, supe del llanto guardado en las
almas que alguna vez tuvieron cuerpo.

45 días después me dieron de
alta, había perdido 17 kilos, salí con cicatrices
físicas y síquicas, que van a doler toda la vida,
saboreé minuto a minuto el ácido dolor que puede
sufrir el ser humano, el más invalidante de todos los
dolores ¡el dolor de perder una Hija, una pequeña
Hija, justo en el día que cumplía su primer
añito de vida!, los criminales nunca pagaron su culpa, el
juicio fue una farsa, nunca el juez aquilató en su
conciencia el valor de una vida, menos el valor de una hija,
mucho menos aquilató el infortunio de unos padres de
quedar huérfanos de hija, un juez que no valora la vida y
no hace justicia es un juez que no vale nada, curiosamente nunca
me obsesioné en buscar castigo para estos jóvenes
asesinos, el recordar me lastimaba, quería olvidar todo,
quería enterrar todo, voltear la página para seguir
viviendo con el recuerdo fresco, lozano, jovial, con los suaves
besos que le daba en sus mejillas, con los ósculos que nos
dabamos, con su tierno cuerpito durmiendo a mi lado, con esos
recuerdos me eché a vivir, confieso que es muy doloroso,
uno siente tentaciones perversas

Salí del hospital caminando con
ayuda de dos muletas, en medio del aplauso de mis colegas, un
emotivo homenaje que no lo esperaba, que lleno de valor y
aliciente la mochila con la que me enfrentaría de nuevo a
la vida, sentí miedo cuando vi la calle, el sol del
invierno, atrás quedó el otoño de junio y
salí a enfrentarme de nuevo a la vida a mi
lado,

prendida de mis ropas caminaba, casi
asustada, Karinita, mi hijita de 8 años, la valerosa
niña que sobrevivió y venció a la muerte y
al infortunio, aquella infausta noche en que las sombras del
misterio y las rutas taciturnas de la vida, se llevaron a mi
Natalie para siempre.

Hoy sé que encima de los avances
tecnológicos, encima del marxismo, de las dudas, encima de
los ateos, hay una fuerza y un espíritu superior llamado
DIOS, lo que ocurrió en Junio de 1989 es una prueba de su
existencia; y aquí estoy de nuevo en la vida, con los
recuerdos frescos, con la inmensa pena atada al ayer y a la
eternidad, sin odios, ni revanchas, para dar testimonio que Dios
y sus milagros existen y agradecer a los Médicos,
verdaderos héroes de esas jornadas, sin Uds. no hubiese
podido sobrevivir en las 3 operaciones que me realizaron, sin
Uds. .No hubiese sobrevivido en la UCI, sin los neurólogos
anestesiólogos, sin la reconstrucción
biónica de los traumatólogos, sin los
infectó logos, neumólogos… ¡No hubiese
podido sobrevivir!, gracias desde el fondo del alma.

La Vida es un camino , una larga y doliente
avenida, hay emboscadas en medio de sus recovecos, hay flechas
que surcan los aires, no son las flechas de Cupido, son flechas
que salen del infierno en busca de almas, lo más
importante de este noche en que las puertas del infierno se
abrieron de par en par es saber que la mejor herencia que unos
padres pueden dejar a sus hijos es el valor con el que deben
enfrentarse a las emboscadas de la Vida y ese valor se les debe
inculcar desde pequeños…a veces pienso, que
realmente esa noche he muerto, si que he muerto, que esa noche mi
hijita Natalie se llevó mi alma a los insondables espacios
donde ella reposa y pienso realmente que lo que falta es que
algún día alguien entierre mi cuerpo.

El Infortunio no es para quien muere, sino
para quien sobrevive y tiene que cargar este dolor, en medio de
una geografía que se sigue recorriendo día a
día en medio de tropezones, abismos, acantilados, porque
aquella noche sinceramente fue el derrumbe abrupto de unas vidas,
fue una caída inesperada, fue rodar por los acantilados de
la Vida.

Testimonio
compartido

Soy el Médico Miguel Palacios
Celi  y pertenezco a la histórica XVI
Promoción de Medicina de la Universidad Nacional de
Trujillo y al igual que cientos de colegas, tal vez miles, hemos
cruzado en algún momento la frontera y nos hemos
 convertido en Pacientes de enfermedades mayúsculas,
el  destino, ha querido darme, en el nivel fortuito que me
corresponde, el privilegio  de compartir este Testimonio, lo
cual agradezco.

Esta historia empieza Hace algunos
años, cuando conducía mi auto por la Panamericana
Norte  y a la altura del Km 679, antes de Guadalupe, un
domingo de junio, fui embestido por  un coche
 conducido por jóvenes ebrios, que impactaron mi
vehículo con tal violencia, que en el acto mataron a mi
pequeña hija, que viajaba conmigo, inconsciente y Poli
traumatizado, fui auxiliado por generosos Choferes de ruta que
me  evacuaron  al Hospital Almanzor Aguinaga de
Chiclayo, donde  justamente, trabajaba como
Ginecólogo  Obstetra, cuando los Cirujanos abrieron
mi abdomen, encontraron 2 litros de sangre libre en cavidad,
tenía 3 gr. de Hemoglobina, había estallado el
Bazo, había múltiples  laceraciones en
Hígado, Páncreas, Intestino, el epiplón y
 el mesenterio sangraban desgarrados, tenía fracturas
conminutas sangrantes y con pérdida de sustancia en
Fémur y Metacarpo; los colegas necesitaron para
reconstruirme 3 Laparotomías, una reducción
cruenta,  además de injertos óseos y placas de
platino, me transfundieron 12 Unidades de Sangre, soporté
muchas complicaciones, bronconeumonía por
aspiración, sepsis, insuficiencia renal, agonicé y
resucité en cada uno de los tres  paros cardiacos que
soporté, recibí los Santos Óleos,
bajé a los infiernos y conocí al mismo diablo,
sobreviví soñando  que ya no podía
haber,  peor sufrimiento que el que habíamos pasado,
el  Presidente del Cuerpo Médico dijo ¡Solo un
Milagro podía salvarlo y se salvó!, me
distinguieron como Héroe,  45 días
después salí de Alta, en una silla de ruedas, ante
el aplauso de mis colegas, había perdido 15 kilos, 5 meses
después, mi mujer me devolvió mi blanco guardapolvo
de médico, me dio un beso y lleno de dolorosas
 cicatrices físicas y en el alma,  me
reintegré a seguir  ejerciendo con éxito la
Medicina.

20 años después, mientras
conversábamos en casa, tocaron a la puerta, cuando
abrí, estaba parado frente a nosotros, con una amplia
sonrisa un Hepatocarcinoma con abundante desmoplasia, vengo por
ti, me dijo y se quedó con nosotros.

Durante todos estos 20 años, sin que
me dé cuenta, millones de icosaedros  virones 
ARN, habían echo leña al Hígado, lo
había llenado de fibrosis y cicatrices, los
minúsculos seres, entraron a mi sangre con las
Transfusiones  sanguíneas  que recibí
durante el accidente… ¡Era un contagio!

No lo podíamos creer, Devolví
 el guardapolvo blanco a mi esposa  y  dijimos
como Vallejo… Señor, ¿de donde sacas tanta
tristeza y tanto dolor?…el Señor no
respondió.

Y durante los  2 años
 siguientes, con sus días y largas noches, llenas de
dolor y  sufrimiento, en medio del espanto y la ansiedad,
recorrimos los pasadizos de clínicas y hospitales, al
final me dijeron  Colega  ¡Solo un Trasplante,
puede salvarte!…¿un trasplante?, bueno, casi nada-
dijimos-, hicimos la cola en la Lista de Espera de Trasplante
Hepático del Hospital Almenara, poco a poco entre consulta
y consulta, entre exámenes y exámenes, se
 agravaban las molestias, soporté  biopsias,
radio ablación, endoscopías, ligadura de
Várices esofágicas, dietas, restricciones,
hematemesis y melena, perdí 15 kilos de peso, la piel se
tornó ictérica las mucosas también,
insomnios, cansancio y fatiga  me consumían, uno, dos
y hasta tres intentos fallidos de Trasplante en el Almenara, el
valor y el coraje ya no daban para tanto, Hasta que las
transaminasas se cansaron de esperar, las albuminas
también, la bilirrubina elevó sus niveles y la Vena
mesentérica agresiva, acosaba  al
encéfalo…el despertar vivo era ya, un
milagro.

El 15 de Octubre del 2008, mi valiente
esposa, llevó lo que quedaba de mí, al Hospital
Almenara, un fallo hepático se estaba instalando, en
Emergencia me acostaron en una camilla, para que muera
dignamente, rodeado solamente de mi mujer y mis hijos, mis
colegas  alrededor repetían… ¡Solo un
Trasplante! ¡Solo un Trasplante!, Y a las 2 de la
madrugada, mientras agonizaba, se  acerca un hombre maduro,
pelo entrecano y barba crecida, presuroso, casi corriendo,
acompañado de otro Hombre mas joven que mas parecía
Sacerdote, lucían cansados, tensos, me miró, puso
su mano en mi hombro  y me dijo "Te tocó Palacios,
tenemos un Hígado" y dirigiéndose al personal
gritó ¡Súbanlo a Sala de Operaciones! Y me
subieron…¡era el Dr. José Carlos Chaman
Ortiz, Jefe del Departamento de Trasplantes del Almenara, y el
Hepatólogo Pedro Martin Padilla!… esa noche
 al mando de una élite de Cirujanos, osados y
valientes, abrieron una larga incisión en mi abdomen,
removieron  y extirparon gentre aplausos el Hígado
canceroso e implantaron  el Hígado sano, fuerte e
impoluto de un joven de 28 años, muerto en accidente y que
su familia tuvo la grandeza de aceptar la Donación
Generosa y Gratuita de sus órganos, y tras 15 horas de
Operación volví a la Vida en las manos de 
Cirujanos que se dejaron guiar por Dios para vencer a la muerte,
en medio de tensiones y adrenalina.

A los 2 meses y medio, mi esposa, me
devuelve mi viejo y querido guardapolvo blanco, me da un beso y
me piropea diciendo "Bienvenido Valiente luchador" y
 aquí estoy  de vuelta a la Vida, en medio de
mitos y leyendas, lleno  de cicatrices y misterios,
indefenso, inmuno suprimido, pero con el Corazón lleno
aún, de flores rojas  para compartir.

Colegas

Las experiencias vividas me han
enseñado que Los pacientes  quieren  que el
Médico los salude, los escuche, le mire a los ojos,
 ponga su mano en el hombro, haga lo correcto, prescriba lo
justo y los consuele, los Pacientes quieren del
Médico,… ¡el Encanto de su Ciencia, la Magia
de su Arte y el hechizo de su Verbo!

Amigos, Yo no sé que me depare la
Vida, Yo no sé que me depare el destino, pero hasta que se
apague mi voz, seré siempre un vivo testimonio de la
Inmensidad de Dios y de la Grandeza de la Medicina y sus
Médicos.

 

 

Autor:

Miguel Palacios Celi

 

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