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El agua corriente desde el cooperativismo en Río Tercero (1930-1955)




Enviado por Veronica



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

Monografía destacada

  1. Introducción
  2. Antecedentes
  3. Contexto
    histórico
  4. Las obras de
    captación y distribución de
    agua
  5. Una década
    de prestación del servicio
  6. Impacto de la obra
    de provisión de agua corriente, en la localidad de
    Río Tercero
  7. Conclusión
  8. Fuentes

Introducción

El presente trabajo tiene como objetivo principal
analizar la concreción de la provisión de agua
corriente en la localidad de Río III, en el período
1930-1955, a cargo de la Cooperativa de Luz y Fuerza de
Río Tercero, en el marco de un Estado
interventor.

El indagar las causas del protagonismo de la entidad
cooperativa en torno a la problemática del agua en un
contexto, en donde el Estado tenía el control total, tiene
relevancia en ese periodo de tiempo por razones como lo que
explicaría el protagonismo del cooperativismo en la
localidad objeto de estudio, sería la respuesta alterna a
las limitaciones del Estado interventor en esa materia, dada la
realidad imperante en la localidad a raíz del crecimiento
poblacional como consecuencia de la radicación de la
fábrica militar.

Por medio de esta propuesta, se busca destacar
cómo la interrelación de los factores antes
mencionados, llevaron a que la provisión de agua
corriente, sea a cargo de la cooperativa local, partiendo de la
certeza que el estudio de este tipo de trabajo no ha tenido el
debido interés por arte de la historiografía
económica y social argentina.

En los últimos años han aparecido algunos
trabajos, basados generalmente en fuentes oficiales, que han
incursionado en el estudio del cooperativismo en la provincia de
Córdoba.

La temática se ha podido abordar solo de manera
general, debido a la limitación de las fuentes. Esta
situación conlleva la imposibilidad de realizar un
análisis del accionar de las cooperativas; en particular
de la de Río III.

Incluso esta dificultad acarrea el no poder analizar las
modificaciones que se podrían haber producido respecto de
los principios fundantes de la doctrina cooperativa, aspecto
problemático del cooperativismo.

Luego de estudiar el fenómeno del cooperativismo
eléctrico desde un punto de vista general, que es lo que
las fuentes disponibles habían permitido, surgió la
posibilidad de consultar los archivos de la cooperativa
local.

Al generarse el acceso a los fondos documentales de las
cooperativas, se abrió así una nueva línea
de investigación cuyo eje es la reconstrucción de
la historia de esas entidades, mediante estudios de caso, como el
presente, que aunque evidentemente descriptivos han de ofrecer
una masa importante de información que posibilitará
posteriores trabajos de síntesis los que a su vez,
vendrán a completar aquella primera mirada general de ese
fenómeno a través de análisis
comparativos.

El trabajo se aborda conforme a tres perspectivas
historiográficas: la historia de los servicios
públicos, la historia del cooperativismo y la historia
económica institucional, siendo las mismas, las que le van
a dar marco al estudio de caso aquí planteado.

En función de esto se partió de la idea de
considerar servicios públicos, a un conjunto de
prestaciones reservadas en cada Estado en la órbita de las
administraciones públicas y que tienen como finalidad
ayudar a las personas que lo necesiten. Desde la mirada de la
historia de los servicios públicos, que establece
cómo debe ser el accionar del Estado en relación a
los mismos, inferiremos las políticas implementadas por el
Estado argentino, dentro de un rol intervencionista y de
bienestar, al delegar esta acción a empresas privadas.
Entre el Estado y estas empresas, se establece una
relación en la que la perspectiva histórica
establece al Estado como ente de contralor y a las empresas
privadas o cooperativas como prestadoras. Por otro lado, los
otros protagonistas, los usuarios, están encuadrados en un
marco jurídico que articula deberes y derechos ante la
prestación.

En relación al cooperativismo de servicios
públicos en la Argentina, la prestación de
servicios públicos por intermedio de organizaciones
cooperativas tiene sus antecedentes que se retrotraen al
año 1926, donde la lucha se inició por el
abaratamiento del costo de la electricidad. Esta propuesta
solidaria está basada en la interdependencia, en las
relaciones interinstitucionales e interadministrativas, en la
reciprocidad social de la división del trabajo
mancomunado, que aporta al desarrollo de la infraestructura
necesaria para mejorar la vinculación física de
personas y economías, brindando condiciones para el
desarrollo y cohesión de las economías locales y
regionales, lo que lleva al aprovechamiento de coyunturas. Las
cooperativas de servicios públicos cubren un amplio
abanico de servicios, dando así respuestas concretas a
requerimientos de una sociedad.[1]

En nuestro análisis, la responsabilidad de la
provisión de agua corriente a la localidad de Río
Tercero, va a recaer en la Cooperativa de Luz y Fuerza de la
localidad del mismo nombre, entidad que asume el rol de
prestadora dentro del esquema en que el Estado le otorga esa
facultad al responder según la teoría
cooperativista a la conformación y acción
según los principios cooperativos que le dan sustento.
Esos elementos son los mismos que se aplican a la
formación del capital social, este se conforma
según la regla que sostiene que los asociados contribuyen
equitativamente y controlan en forma democrática el
patrimonio de su cooperativa.

Pero no sólo de la interacción entre el
Estado macro y la entidad cooperativa nos ocuparemos, sino
también de como esta institución que gracias al
status logrado con el servicio primigenio que fue la
provisión de energía eléctrica, culmina
siendo la encargada de proveer del servicio vital a esa
población, adoptando un espacio en el campo social de la
localidad objeto de estudio. Para esto, la historia
económica institucional, parte del supuesto que las
instituciones son complejos institucionales, por considerarlos un
reflejo de un proceso histórico que entrelaza rasgos
económicos, políticos, sociales y culturales que
las influyen y moldean, de ahí la necesidad de examinar la
interdependencia entre las diferentes instituciones que
estuvieron vinculadas con el accionar de la cooperativa en pos de
un nuevo servicio. Es imposible examinar una institución
sin tener en cuenta los factores endógenos y
exógenos, porque las instituciones deben ser analizadas
como una construcción social de un conjunto de personas
que no pueden ser reducidas a la sola racionalidad
económica. Desde esa visión se podrá
responder a la pregunta acerca de los caracteres distintivos,
entender su especificidad.

Para comenzar, los estudios de Andrés Regalsky
están centrados en el desarrollo de las primeras
experiencias del Estado empresario y la intervención
estatal en el campo de las obras de saneamiento en todo el
territorio del país, a través de Obras Sanitarias
de la Nación. En su trabajo analiza los móviles
invocados y sectores involucrados como también el
desarrollo de la propia repartición y su
transformación en incipiente empresa
pública.

Se analizara desde ese trabajo la relación entre
la necesidad de proveer de agua corriente a la localidad con el
objetivo propuesto por el Estado, con los inconvenientes y
retrasos que ello conlleva y como la entidad cooperativa decide
tomar las riendas del asunto para encontrar una solución.
La obra depende de los avatares por los que atraviesa el
organismo Obras Sanitarias en su proceso de transformación
a empresa pública.

En otra investigación, realizada por Beatriz
Solveira, se examina el proceso que permitió la
conversión de las cooperativas eléctricas a
cooperativas proveedoras de servicios públicos, al
incorporar múltiples servicios vitales para la comunidad,
como son la distribución de materiales y artefactos
eléctricos, servicios sanitarios, de agua corriente, gas
natural, teléfono y televisión por cable, y
diversos servicios sociales. En este punto no sólo es de
destacar el aporte a la historiografía acotada al tema,
sino también determinar lo relevante de estas
instituciones dentro de la estructura de la economía
cordobesa, como movilizadoras de un sinfín de localidades
del interior de la provincia, las cuales fueron protagonistas de
esa metamorfosis. Otro aspecto a tener en cuenta que se vislumbra
en este trabajo es el análisis de la transformación
de las cooperativas -que en un primer momento eran solo urbanas-
para pasar a desempeñarse en el área rural, lo que
las convirtió en el motor de la electrificación
rural en el interior provincial.

Lo que la investigación de Solverira, aporta a
este trabajo es poder entender el proceso de
transformación que sufre la cooperativa local al pasar de
ser una cooperativa proveedora solo de energía
eléctrica a una de servicios públicos. Esta
situación se ve efectivizada ante la ausencia del Estado
imposibilitado de dar una respuesta satisfactoria ante la
explosión urbana como consecuencia del proyecto de
industrialización a nivel nacional.

En relación con la cooperativa que es objeto de
estudio de esta investigación, la Lic. María Elena
Rodríguez ha publicado diversos artículos, en los
que alude a las cooperativas eléctricas que surgieron en
el país a partir de mediados de la década de 1920.
Allí expone, la reacción popular frente a las
elevadas tarifas y al deficiente servicio proporcionado por las
empresas de capital extranjero, que tenían a su cargo la
generación y la distribución de energía. Es
en este contexto que, según Rodríguez, se
creó la cooperativa eléctrica de Río
Tercero, la que se diferencia de otras cooperativas
eléctricas cordobesas de la época porque no
generaba la energía que distribuía sino que la
compraba a la usina hidráulica de La Cascada que
proveyó de electricidad a las obras de construcción
del Dique de Río Tercero. El trabajo resalta
también la evolución de esta cooperativa para
convertirse también en proveedora de agua corriente a la
población, circunstancia que la convirtió en la
Cooperativa de Luz y Fuerza y Agua de Río Tercero
Limitada, inaugurando ese servicio en 1953.

Es importante comprender los móviles que llevaron
a la población a crear este tipo de entidades, que luego
con el tiempo se instalan en la sociedad. En el caso de la
provisión de agua corriente, se recurre a la cooperativa
por el status logrado en dos décadas, el mismo se puede
evidenciar por la cantidad de asociados que se incorporaron a la
misma, situación que se volverá a repetir desde el
momento en que la institución provea de agua a la
localidad.

Asimismo, Silvia Beatriz Grippo y Stella Maris
Visciarelli examinan la forma en que la población
satisface sus necesidades, los problemas y conflictos que se
generan en el modo de producción, distribución y
consumo, la relación entre el rol del Estado, las
inversiones privadas en la satisfacción de esas
necesidades y la construcción del espacio urbano. Este
estudio retrospectivo permite identificar las etapas de
expansión urbana, los momentos de crisis del suministro de
agua y energía, las soluciones técnicas
encontradas, así como los actores sociales involucrados,
políticos e institucionales. Se analizan las
múltiples relaciones entre los procesos de
construcción y expansión de las redes
técnicas urbanas, los cambios en los modos de
gestión, en los marcos regulatorios y la producción
de nuevos espacios urbanos en la ciudad de Bahía
Blanca.

De las temáticas abordadas por las
investigadoras, tomaremos para nuestro trabajo las siguientes: la
forma en que la población satisface sus necesidades,
porque si bien había una intención desde el Estado
de realizar las obras de saneamiento, esto solo se
convirtió en un impedimento para que la realización
de la obra fuese en un tiempo anterior al que se concreta en
realidad, es por esto que se le plantea a la entidad cooperativa
un informe en donde se fundamentan desde los más variados
aspectos, del porque la adjudicación de la obra a la
Cooperativa. Esa acción se inicio porque el sistema por el
que se venía realizando el suministro no solo que era
obsoleto por el aumento poblacional, sino que ya se evidenciaba
contaminación en las napas superiores. Por otro lado, la
ejecución de la obra tuvo su trascendencia al generar la
urbanización de la localidad, que implico la
extensión de las redes de distribución de agua
corriente.

Por último citaremos, al trabajo de Mariana
Nivello, quien investigó el servicio público de
electricidad en la localidad de Pozo del Molle y zona de
influencia desde 1920, momento en que en el pueblo mencionado se
introdujo uno de los adelantos de la segunda fase de la
revolución industrial: la electricidad. La
provisión de este servicio en los primeros años
estuvo a cargo del sector privado, casi cuarenta años. La
deficiencia del servicio llevó a que las autoridades
locales desde la década de 1930, busquen otra entidad que
sea depositaria de dicha responsabilidad. Solo se logró
abordar la problemática desde un proyecto cooperativo
cuando en la provincia de Córdoba, el estado provincial se
convirtió en empresario eléctrico, lo que
posibilito la creación en el año 1957 de la
Cooperativa Luz y Fuerza "Pozo del Molle" Ltda. La autora analiza
todos los factores que posibilitaron y dificultaron esta
acción que permitió llevar la electricidad a la
localidad, satisfaciendo de esta manera una necesidad
común y como contrapartida promover el progreso de la
comunidad.

A través del trabajo de investigación de
Mariana Nivello, se visualizara la ausencia del Estado en materia
de servicios públicos y, en consecuencia, el delegamiento
de acciones básicas que a él le
correspondían, con el fin de suplir una urgencia: la
provisión de agua corriente a la localidad, acción
que se convierte en motor de la urbanización junto con el
servicio de luz eléctrica.

La presente investigación se plantea como un
estudio de caso; de modo de poder, desde una mirada local ser
parte de una mirada global del periodo en el cual el
cooperativismo tuvo una acción importante dentro de la
política de Estado del gobierno peronista.

La realización de los estudios de caso tiene la
finalidad de ser parte de un todo que permitiría recrear
una realidad en la cual el cooperativismo tuvo una incidencia
importante; destacando el protagonismo de un área de la
historia de la cual no se cuenta con un gran acervo dentro de la
historiografía argentina.

A modo de hipótesis este trabajo plantea que en
la localidad de Río Tercero, entre los años 1930 y
1955, ante un aumento urbano exponencial, a raíz de la
instalación de la Fábrica Militar, se puso en
evidencia la falta y la mala calidad del agua. Dentro del marco
de un Estado dirigista, este se presenta ausente, la obra de
provisión de agua corriente será delegada a la
Cooperativa de Luz y fuerza, lo que contribuyo al proceso de
urbanización.

A su vez como sub-hipotesis se plantean las siguientes:
1-La radicación de la Fábrica Militar de
Munición de Artillería de Río Tercero, en el
año 1938, evidenció la falencia en el servicio de
la provisión de agua corriente, por el aumento poblacional
que conllevo la instalación fabril en la localidad. 2- La
adjudicación de la obra de provisión de agua
corriente a la localidad de Rio Tercero, a la Cooperativa de Luz
y Fuerza de Río Tercero, responde al status logrado por la
entidad a raíz del servicio primigenio: suministro de
energía eléctrica y a su vez, por la
política implementada por el Estado concesionando los
servicios públicos a empresas privadas o empresas
cooperativas. 3-La ausencia de políticas programadas y
ejecutadas desde un Estado que se mostró más
preocupado por instalar fábricas en el marco de un proceso
nacional de industrialización, posibilitó el
accionar de la cooperativa en relación al suministro de
agua corriente.

Para demostrar las hipótesis las estrategias de
investigación que se pondrán en práctica
responderán a las diferentes variables. Se partirá
del análisis de la Ley 12709 que promulga el Estado que
conlleva la creación de la Dirección General de
Fabricaciones Militares, para visualizar la justificación
del crecimiento de la actividad fabril, sustentado este accionar
en un plan de defensa nacional, que conectaba el poderío
militar con el grado de desarrollo industrial. Las fuentes a
utilizar serán: la ley 12709, publicaciones
periodísticas de la Voz del Interior (1930-1955) y Los
Principios (1940-1950), a su vez dentro de las inéditas se
analizarán los archivos de la Cooperativa de Luz y Fuerza
de Río Tercero, compuestos por libros de actas de
reuniones del Honorable Consejo de Administración
(1934-1964), Libro de Asambleas General Ordinarias y
Extraordinarias (1934-1964), Memorias y Balances (1943-1962), el
Archivo Municipal, compuesto por actas de sesiones del Consejo
Deliberante, decretos y ordenanzas (1941-1961) y por
último el archivo de Pedro Marín
Maroto.[2]

La ciudad de Río Tercero, manifiesta un
crecimiento sostenido en el tiempo, desde su fundación,
pero fue en una década en particular cuando
experimentó un aumento poblacional exponencial vinculado
con la instalación del establecimiento fabril con fines
bélicos. Esta situación hizo evidente la falencia
en el sistema de provisión de agua corriente, ante la
contaminación de las napas superiores.

Al hablar del accionar, estamos incluyendo todas las
acciones previas a la toma de decisión de la entidad
cooperativa para hacerse cargo de la obra, la realización
de la misma y su extensión. Los archivos de la Cooperativa
de Luz y Fuerza de Río Tercero[3]el Archivo
Municipal[4]el archivo de Pedro Marín
Maroto[5]y publicaciones
periodísticas[6]serán los
instrumentos que permitirán conocer cómo se
trabajó y cómo se llegó finalmente a la
decisión de encargar la obra a la cooperativa de esta
obra.

Toda acción tiene como contrapartida una
consecuencia, siendo en esta investigación, el proceso de
urbanización que experimento la ciudad protagonista, al
haber logrado la provisión de agua corriente lo que
generó la solicitud de los pobladores para extender el
suministro, más allá del área determinada
para la primera fase de la obra. Y esta gestión se
realizó en una ciudad donde los beneficiarios eran los
riotercerenses, que vieron con agrado la llegada del progreso,
por creer en un modo de gestionar cooperativo, y aceptar por
ello, el impacto que se produjo. Para esta ultima variable, se
requerirá fuentes inéditas como los archivos de la
Cooperativa de Luz y Fuerza de Río
Tercero[7]del Registro Catastral Municipal y se
contará con material resultado de entrevistas a nietos de
los fundadores de la entidad cooperativa.

El trabajo se dividió de la siguiente manera. El
primer capítulo denominado antecedentes, aborda la
realidad de la localidad para que el lector pueda magnificar la
necesidad de agua corriente de parte de los
habitantes.

El segundo capítulo se contextualizará el
proceso, dentro del contexto histórico. Sin ello,
resultaría incompleto de descripción que se expone
en el trabajo.

En el tercer y cuarto capítulo se abordráa
la temática central de la investigación, la obra de
agua para la localidad y su extensión. Estas
páginas, se centran en el estudio de todos los caminos que
recorre la institución para lograr la inauguración
del servicio: la compra de los materiales necesarios, la
contratación de la mano de obra empleada, los cambios en
el proyecto, el aspecto financiero y todos los inconvenientes que
rodearon a tal empresa.

El último apartado tratará sobre la
relación de la extensión de la obra de agua y el
proceso de urbanización de la localidad. En esta
sección de la investigación se plantea cómo
fue el proceso de urbanización de Rio Tercero, no solo por
las políticas de urbanización, sino por los eventos
y las personas que rodearon ese proceso. No tuvo la ciudad una
planificación en lo que a la urbanidad se refiere, pero si
fueron varios los factores que incidieron o fomentaron la misma,
siendo uno de ellos la provisión de agua
corriente.

En síntesis, el propósito de esta
investigación radica en ofrecer una descripción
sobre la provisión de agua corriente para la localidad de
Río Tercero, teniendo en cuenta para esto, todos los
factores que intervinieron y las transformaciones que la obra
posibilitó.

Capítulo nº 1

Antecedentes

La propiedad de la tierra en Córdoba se
concentró en grandes extensiones en manos de
latifundistas, pero fue a partir de 1915 que se observó
una tendencia al desmembramiento y subdivisión en
relación a la posesión de las tierras, con fines
agropecuarios, o sea productivos. De todos los departamentos del
sur y este cordobés, fue Tercero Arriba, uno de los que
marcó una tendencia más pronunciada hacia la
parcelación de tierras, posibilitando de esa manera, el
acceso de nuevos propietarios.

En esta época nacieron en esta zona los pueblos
de Río Tercero, Tancacha y Almafuerte, enmarcados en la
ley provincial nº 1886 que establecía, lo siguiente:
los colonizadores deben reservar 100 hectáreas para villa
y observar ciertos requisitos en su trazado, como por ejemplo que
las manzanas debían ser rectangulares, sus costados tener
entre 150 y 100 metros y era obligación el reservar tres
manzanas para edificios públicos y también una
manzana para la plaza pública por cada 30 que sean
urbanizadas. Los colonizadores que acataran la ley, se
beneficiarían con la exención por el término
de cinco años del pago del impuesto de contribución
territorial.

Desde que se gestó Río Tercero, la
cuestión del agua estuvo presente en el mismo momento en
que Don Modesto Acuña, publicitaba en un afiche los
terrenos para lotear, proyectando así la ampliación
de la ciudad. En el mismo se incluía como atractivo dos
elementos, la cercanía con la ribera del rio y la calidad
del agua, la cual había sido comprobada por la empresa de
ferrocarril Central Argentino, en la capital de la nación.
También se destacaba que la extracción de agua se
limitaba a las primeras napas, que contaba con agua
óptima, para una incipiente población que en el
año de su fundación, 1913, llegaba a la cifra de
200 habitantes.

En el sitio conocido como el Túnel, sobre el
río, el fundador había creado, en el año
1912, un sistema de bombeo, desde el cual se llevaba el agua
hasta dos tanques que se encontraban en los alrededores de la hoy
Casa de la Cultura ubicada en barrio Villa Elisa, viejo casco de
la estancia cuyo nombre hoy detenta el barrio. Lamentablemente, a
consecuencia de una fuerte tormenta que asoló la ciudad,
esas instalaciones que albergaban y distribuían agua
fueron destruidas. Este hecho, ocurrido en 1919, es recordado en
la historia de la ciudad como el "ciclón del 19", el que
además de causar daños materiales se cobró
vidas humanas.

A pesar de los embates sufridos, se podría decir
que el fundador fue un visionario, al escoger ese lugar para el
emplazamiento urbano que se denominaría Río
Tercero, porque el mismo demostró tener en pocas
décadas un aumento demográfico significativo. La
importancia de ese crecimiento queda reflejado en el cuadro
nº 1, que toma, entre 1910 y 1960. Fue gracias a ese
incremento acelerado que manifestaba el ritmo de la
urbanización lo que genero que en el año 1949, el
gobierno provincial reconociera por decreto a Río Tercero
como ciudad.[8]

Cuadro nº 1

Evolución Poblacional
(1910-1960)

Años

Población

1910

20

1913

200

1920

800

1930

2.000

1940

3.500

1950

14.000

1960

18.500

Fuente: Colautti, Fernando.
Río Tercero tiene historia, Biblioteca Popular
"Justo José de Urquiza", Río Tercero,
1999.

De los datos arrojados en el cuadro nº 1 se puede
inferir que es en las dos últimas décadas cuando se
produjo tal cambio que, por cierto, generó un acelerado
proceso de urbanización. En efecto, en este último
lapso el número de habitantes se quintuplicó y la
localidad cambió al ritmo del crecimiento de su
población que alcanzó los 18.500 habitantes en
1960.

Dentro de las causas que posibilitaron ese crecimiento,
ocupa un lugar destacado la instalación de la
Fábrica Militar de Artillería, hecho que tuvo lugar
el día 30 de enero de 1938, con la colocación de la
piedra fundamental; en ese acto estuvieron presentes el
intendente Victorio Abrile, el gobernador Amadeo Sabattini y el
ministro de guerra, general Basilio
Pertiné.[9] Si bien dicha fabrica no
constituye el eje de investigación, se expondrá
seguidamente información que ayuda a contextualizar el
porqué de la necesidad de ampliar los servicios
públicos por parte de la cooperativa.

En efecto, esa fábrica contaba con un taller de
forja, donde se instalaron los hornos destinados a la
fundición de acero para la fabricación de
munición de guerra, y también un taller de
tornería y de carga de proyectiles, junto a los
polvorines, que serían utilizados como lugar de
almacenamiento. La institución poseía además
edificios administrativos y otros destinados al destacamento
militar, lo cual convertía a Río Tercero en una
localidad con guarnición estable. Asimismo, junto con la
instalación de la fábrica se construyó
también un barrio de 300 casas para parte del personal que
allí se desempeñara y otro para la
guarnición existente. Además, se erigió una
capilla religiosa, un centro médico asistencial, una
escuela y un club deportivo con amplias instalaciones.

Ciertamente, la instalación de la Fábrica
Militar de Artillería proporcionó a los vecinos de
Río Tercero y poblaciones aledañas nuevas fuentes
de trabajo y, también, la afluencia tanto de personal
militar y del personal especializado proveniente de otros lugares
de la provincia y del país, que se sumaron a la
población ya residente, aumentando su número y
posibilitando en poco tiempo su transformación de pueblo a
ciudad.

La fábrica nació con la
denominación de Fábrica de Munición de
Artillería y en el año 1947 [10]se
creó el Grupo Químico "Río Tercero", cuyo
objetivo fue elaborar las materias primas básicas para la
fabricación de pólvoras, explosivos y fertilizantes
nitrogenados, como así también realizar la
recuperación de ácidos residuales procedentes de la
Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos "Villa
María".

En marzo de 1948 se iniciaron las obras de
construcción de las plantas de producción
química, y en abril de 1958 se procedió a la puesta
en marcha de la Planta de Ácido Sulfúrico, en tanto
que las Plantas de Amoníaco y Ácido Nítrico
iniciaron sus producciones en abril y septiembre de l960
respectivamente, hasta que en enero de 1964 se unificaron ambas
fábricas (mecánica y química) bajo la
denominación de Fábrica Militar Río Tercero,
que es la que detenta en la actualidad. 

La fábrica se construyo en una zona alejada del
centro urbano, pero cuando hablamos del establecimiento fabril
hay que tener en cuenta que no solo fue la fábrica, lo que
contribuyo al cambio operado en la localidad de Rio Tercero, sino
todo lo que vino con ella.

"Esa instalación del complejo fabril, estuvo
compuesto por varias etapas, entre ellas en los años 1938
y 1939 se tendió la línea de alta tensión
desde las usinas de Embalse para la provisión de
energía directa. Luego en 1941, en el taller de Forja, se
instalaron 8 hornos, luego vendrían mas, para la
fundición de acero, Esta producción iba a ser
utilizada en la fabricación de munición de guerra.
Al año siguiente se finalizó el taller de
tornería y en 1943 el taller de carga de proyectiles junto
a los polvorines, lugar que se usaría para almacenamiento.
En lo planificado a construir, también se levantaron
edificios destinados al destacamento militar, pasando a ser
Río Tercero, una localidad con guarnición
estable".[11]

En su primer año de producción, el
año 1943, la fábrica firmo un convenio con el
Ejército, por el cual le proporcionaría todas las
municiones de guerra que demandara. De esta manera se
respondía al proyecto de Savio, que buscaba formar una
cadena integral para la fabricación de todos los elementos
bélicos para las fuerzas armadas y a su vez eliminar la
dependencia con el exterior, en materia de suministro.

Además de los edificios industriales,
administrativos y para destacamento militar también se
construyó un barrio con más de 300 casas, una
capilla religiosa, un centro médico asistencial, una
escuela y un club deportivo. Por todo esto es dable decir que el
ritmo del crecimiento demográfico estuvo vinculado con la
instalación de la instalación fabril y luego a
otras industrias, convirtiéndose estos, en los motores
económicos de la localidad.[12]

Retomando el tema eje del trabajo, el suministro de
agua, se convirtió en una preocupación para los
pobladores que no dejaban de crecer en número, lo que
trajo como consecuencia demandas de servicios que garantizaran
una buena calidad de vida.

Desde el desafortunado incidente climático
denominado el ciclón, los pobladores debieron buscar agua
acarreándola del río o extrayéndola de las
napas subterráneas, por medio de pozos o
aljibes.

En el año 1925, la provincia decidió por
decreto oficial elevar de categoría a Río Tercero,
reconociéndolo como municipio, designándose en ese
momento como intendente a Francisco de Buono, farmacéutico
quien, además tuvo la obligación de conformar un
Consejo Deliberante.

Había que organizar el lugar y muchas tareas por
realizar. Entre las primeras gestiones municipales figuran
demarcación de cordones y nivelación de las calles,
la apertura de nuevas arterias en el pueblo, la creación
de la plaza central, denominada con el tiempo San Martin,
primeras obras para dotar al pueblo del alumbrado público,
la mejora en los caminos de acceso, todos de tierra, obras de
alcantarillado para desagotar aguas de las calles, la
contratación del servicio de recolección de
residuos y numerosas gestiones ante la provincia y la
nación para la obtención de beneficios para la
comunidad.

Como se dijo, los pobladores utilizaban diferentes
medios para el suministro de agua, acarreándola del
río, por medio de molinos ubicados en los patios de las
propiedades, los aljibes y por último, la
extracción de agua por medio de bombas a mano.
Recién en la década de 1940 y a consecuencia de dos
circunstancias, fue que se comenzó a pensar en la
posibilidad de la realización de una obra que
permitiría contar con agua corriente de red.

Se sabía que en la zona, otros poblados contaban
con redes de agua corriente y la razón más
determinante fue que las napas donde originariamente se
extraía el agua, se comenzó a detectar los primeros
casos de contaminación en la primera napa, a causa de los
desperdicios que generaban los pozos negros que allí, se
desagotaban.

La municipalidad de Río Tercero intentó
paliar el problema del suministro de aguas corrientes por
diferentes vías, ya sea por
sus propios medios -aunque la falta de fondos
complicó esa salida o a través de empresas
privadas. Se efectuaron entonces llamados a licitación
para la perforación de pozos
y colocación de bombas
que permitieran obtener agua para luego distribuirla
con camiones regadores entre los habitantes de la localidad.
Incluso los vecinos llegaron a pedir en préstamo, a
título precario, el tanque del camión regador
viejo, a fin de ser acoplado a un carro a tracción a
sangre para la distribución de agua a domicilio desde el
tanque municipal.

Los vecinos realizaron este pedido debido a que, si bien
de acuerdo a la ordenanza municipal vigente en ese momento, la
municipalidad proveía de agua a los vecinos con el
camión regador en la medida que lo permitía el
servicio público, no era posible hacerlo en una cantidad
acorde con las necesidades de los numerosos vecinos que lo
solicitaban, tanto por la escasez de
cubiertas[13]para el vehículo con que se
prestaba ese servicio, como por la falta material de tiempo, ya
que ello debía hacerse únicamente cuando el
camión regador no estaba dedicado al riego de las calles.
La inquietud en relación al problema del agua
existía, faltaba encontrar el camino adecuado para
resolverlo.[14]

Compenetradas las autoridades comunales de la
imprescindible necesidad de contar con instalaciones para aguas
corrientes en el pueblo, en febrero de 1943, el concejo
deliberante sancionó la ordenanza nº
132[15]por la que se autorizó al
departamento ejecutivo para que realizara todas las gestiones
tendientes al logro de ese importante objetivo. Es decir, se
optó por seguir el trámite habitual en este tipo de
iniciativas, uno de cuyos primeros pasos consistía en
gestionar ante Obras Sanitarias de la Nación la
construcción de las obras correspondientes, en virtud de
lo dispuesto por ley 10.997 del 21 de octubre de 1919, por la
cual el Congreso Nacional autorizó a O.S.N. el estudio,
proyecto y construcción de las obras de provisión
de agua corriente y cloacas para todas las ciudades del interior
del país que tuviesen más de 8.000 habitantes en su
planta urbana, y las de provisión de agua corriente para
los pueblos de más de 3.000
habitantes.[16]

Las políticas públicas estaban orientadas
al incremento del gasto público orientado a la
realización de obras que sirvan de soporte al proceso de
industrialización que se venía implementando en el
territorio a raíz del proceso de sustitución de
importación.

En efecto, al discutirse el presupuesto para 1944 el
Congreso Nacional votó una partida de diez mil pesos
moneda nacional destinada a la realización de los estudios
correspondientes por parte de Obras Sanitarias de la
Nación y, una vez autorizada esa inversión, se
hicieron gestiones para la iniciación de tales estudios,
pero sin resultados positivos
inmediatos.[17]

El conocimiento de esa sanción del Congreso
despertó por cierto grandes expectativas entre las
autoridades y habitantes de Río Tercero, pero esas
expectativas fueron pronto neutralizadas por nuevas informaciones
que indicaban que en realidad no había certeza acerca de
la inmediata implementación de lo dispuesto en aquella
sanción parlamentaria y entonces la comunidad de
Río Tercero, que presentaba un crecimiento sin freno,
siguió con los reclamos por la obra, pues el disponer del
servicio de agua corriente era imprescindible para eliminar el
uso de agua contaminada que arrastraba serios problemas
sanitarios y exponía a la población a contraer todo
tipo de enfermedades.

  • 1. Canales de riego para
    Río Tercero

El proyecto denominado "canales de riego" tenía
un interés meramente económico, su
construcción se consideraba sumamente necesaria por las
condiciones climáticas de la zona que dificultaban el
rendimiento de las cosechas. Esta región era considerada
desde el punto de vista agrícola, como una zona muy
prometedora, lo que se traduciría en un gran desarrollo
productivo si se concretaba la obra. La concreción de ese
proyecto sería de utilidad tanto a los beneficiarios
directos como a los indirectos, o sea a los dueños de las
tierras cultivables y por añadidura a la población
en general, al producirse una expansión económica
que traería aparejada una mayor
urbanización.

Para darle consistencia al reclamo, en el año
1938 se organizó una comisión "Pro Canales de riego
de Río Tercero" que presidió Pedro Marín
Maroto,[18] el que envió una nota al
Presidente de la Nación, por ese entonces el General
Agustín P. Justo, en la que le solicitó se pusiese
en marcha esa obra y explicó los argumentos que avalaban
sus reclamos. "Los colonos que en pequeñas parcelas
habían principiado a fundar sus huertas futuras,
desesperan en sus esfuerzos casi estériles por las
sequías repetidas que sólo permiten de cinco
cosechas, el logro de una sola…".[19] A esta
nota la sucedieron otras cursadas tanto por la comisión
"Pro Canales de riego" como por el intendente Victorio Abrile y
por la recientemente formada Cooperativa de Luz y Fuerza de
Río Tercero.

Las expectativas crecieron al año siguiente al
producirse cambios de autoridades nacionales y fue el Presidente
de la Nación, Roberto Ortiz, con quien se
entrevistó una delegación de la zona que
concurrió a Buenos Aires a esos efectos. Esa
delegación estuvo integrada por el intendente de
Río Tercero, Victorio Abrile, el sacerdote Ángel
Pizzolato Omega, Pedro Marín Maroto y Juan Canosa, a los
que se agregaron por Almafuerte Gaspar Buteler y Miguel Gerlero
Mariani, por Tancacha concurrieron Andrés Barinaga y
Abdenego Farías de la Torre, además de los
legisladores departamentales José Piattini y Justino
Carranza.

En alusión a esa audiencia el diario
porteño La Prensa informó que "…los
visitantes nos hicieron saber que expusieron ante el Presidente
los grandes beneficios que reportaría a la zona de 70 mil
hectáreas la realización de esa obra, aprovechando
las aguas de uno de los diques más grandes y hermosos del
mundo",[20] para después añadir que
el presidente Ortiz les manifestó a los miembros de la
delegación que conocía el problema desde su
actuación como ministro de obras públicas y a
través de un voluminoso expediente que se encontraba en
ese ministerio. Además, el presidente informó a los
vecinos que, en cuanto el gobierno provincial resolviese el
régimen de aguas, de inmediato se daría comienzo a
las obras que habrían de beneficiar a la zona de
Río Tercero, Almafuerte, Corralito y Tancacha.

Con posterioridad se sucedieron los encuentros, los
pedidos, las notas con el sentir de los pobladores, pero con los
cambios habidos en la administración nacional en 1943 las
respuestas hicieron que poco a poco el proyecto se desdibujara en
el horizonte. Incluso los pedidos comenzaron a disminuir en su
ambición, y para darle el golpe final al sueño de
los canales de riego, su principal gestor y protagonista de todos
los petitorios, don Pedro Marín Maroto, fallecía en
Buenos Aires, de un repentino ataque cardíaco, a los 57
años. Con la desaparición física de este
líder, comenzaron a declinar las gestiones a favor de la
obra, aunque en 1946 con Juan Domingo Perón a cargo del
poder ejecutivo nacional, se volvió a intentar
agilizarlas. En definitiva, el tiempo pasó y el proyecto
quedó descartado y olvidado por los
ríotercerenses.

  • 2. La cooperativa y la Comisión
    Pro Aguas Corrientes

Ante lo acuciante del problema y las infructuosas
gestiones en los organismos públicos, la mirada de los
vecinos de Río Tercero se dirigió entonces hacia la
institución que les había resuelto el problema de
la provisión de energía eléctrica, es decir,
la cooperativa eléctrica, y las autoridades de esta
institución comenzaron a organizar reuniones a fin de
discutir acerca del problema de la provisión de agua a la
ciudad. En estas circunstancias, se dieron dos pasos muy
importantes, se creó la Comisión Pro Aguas
Corrientes y se decidió la realización de una
encuesta a fin de pulsar la opinión de los vecinos. Como
era de esperar, los resultados de esa encuesta confirmaron la
inquietud en cuanto a la necesidad de la realización de la
obra por parte de particulares, entre los que destacaba como
primera candidata la cooperativa
local.[21]

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

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