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América latina entre sombras y luces (Alfredo Vergara)



Partes: 1, 2

  1. Los acreedores en
    pánico
  2. El deudor
    solitario
  3. En la
    resaca
  4. Al mediodía
    empezó la historia
  5. Un continente sin
    brújula
  6. Subdesarrollo de
    los trópicos
  7. El libro del
    desarrollo
  8. Un mundo
    globalizado
  9. Desempleo y
    crecimiento
  10. Entre el fisco y
    la moneda
  11. La
    dolarización y el peso latino
  12. Equidad
    económica y desarrollo
  13. Aquí y
    ahora

Los acreedores en
pánico

El lunes, 21 de marzo de 1983 Cinco de la tarde en la
Ciudad de Panamá, Hotel Marriot.

Y el orador dijo:

Debemos sepultar al liberalismo del siglo pasado, al
liberalismo manchesteriano. Que un nuevo liberalismo nazca, un
liberalismo moderno, un neoliberalismo. Con esas palabras
culminaba el discurso del banquero que allí representaba a
uno de los 100 bancos que, entre 1974 y 1982, se habían
convertido en los principales acreedores de América
Latina. El agudo silencio que inmediatamente inundó el
salón, parecía revelar que esa era la primera vez
que la mayoría de los allí presentes oíamos
pronunciar la palabra neoliberalismo.

La modernidad que el orador atribuía a la nueva
palabra tenía por objeto confrontarla con el liberalismo
tradicional que aún prevalecía en el mundo
financiero.

Expresaba su urgente avidez por encontrar algún
camino que le permitiese seguir cobrando las deudas de los
países de América Latina que ya habían
confesado que no podían continuar pagando. México
había sido el primer país en confesar
públicamente que ya no tenía recursos para
continuar pagando su deuda externa.

El anuncio fue hecho el 13 de agosto de 1982,
inaugurándose así la modalidad que desde entonces
ha sido tan popular entre nuestros gobernantes de anunciarnos las
debacles financieras justo en la víspera de días
feriados.

La deuda alcanzaba los 80 mil millones de
dólares, alrededor de una quinta parte de la deuda total
de América Latina. Dos semanas después del anuncio
de México, publicó las declaraciones de Walter
Wriston, presidente del Citicorp, en las cuales ese alto
funcionario no otorgaba mayor importancia al anuncio mexicano
bajo el argumento de que ese país solo era uno de los
tantos deudores que tenía el Citicorp y que,
además, ningún país puede
quebrar.

No obstante, unos días después
también Brasil se declaraba en quiebra, y así uno a
uno y en seguidilla fueron colapsando los demás
países: Chile, Argentina, Perú, Bolivia, Ecuador,
Uruguay, Venezuela, Costa Rica, la República Dominicana y
casi toda Centroamérica, también confesaban su
insolvencia.

Pero el colapso financiero no se había iniciado
ese viernes 13 en que México confesó su
insolvencia, sino que la crisis se había engendrado una
década antes. Concretamente el 6 de octubre de 1973, el
día de acción de gracias o fiesta del Yom Kipur,
fecha profundamente rememorada por el pueblo
judío.

Fue precisamente en ese día de fiesta religiosa,
que originó la Batalla del Yom Kipur que culminó
con el triunfo de Israel y la anexión de algunos
territorios árabes el triunfo de Israel en el plano
bélico significó una derrota en el campo comercial
para Estados Unidos y para los países que habían
apoyado militarmente a Israel, contra los cuales el mundo
árabe impuso un embargo en sus ventas de petróleo.
El embargo que sería respaldado por la Organización
de Países Exportadores de Petróleo, OPEP
inició la gran escalada en los precios del petróleo
que perduró hasta el año de 1980.

Criticas: en la década de los 80 por la
crisis que se género en la baja de los precios del
petróleo que origino la batalla del Yom kipuer con el
triunfo de Israel significo una derrota en el campo comercial
para los estados unidos. Debido al embargo que impuso el mundo
árabe respaldada por la OPEP.

El precio internacional del petróleo se
había mantenido alrededor de dos dólares por barril
por mucho tiempo. No obstante, a raíz del embargo y en
pocos meses, su precio trepó hasta colocarse en un nivel
cuatro veces superior. Al principio se creía que el
incremento solo sería un fenómeno temporal;
creencia que se apoyaba en la certeza de que ningún
embargo en la venta de productos primarios podía tener
éxito. El embargo del petróleo logró
multiplicar su precio 20 veces, hasta alcanzar una
cotización de cuarenta dólares por barril en los
mercados internacionales.

Petrodólares

La acumulación de petrodólares
comenzó a manifestarse de manera discreta en 1974, pero en
1975 se tornó agresivamente visible. Los saldos
depositados en los bancos transnacionales crecieron desde 82 mil
millones a principios de 1975 hasta 440 mil millones en 1980. Es
decir, los depósitos de petrodólares se
quintuplicaron en apenas cinco años.

Se empezó a presionar para que los gobiernos no
solo incentiven la libre entrada de los petrodólares, sino
que también legalicen su libre salida en calidad de
préstamos. Estados Unidos impuso la Ley de Tratamiento
Nacional, la misma que faculta que la banca extranjera pueda
invertir en territorio norteamericano. En la actualidad
principios del Siglo XXI más de la tercera parte de los
activos bancarios en Norteamérica son propiedad de
extranjeros; y, finalmente, en 1979 el hermético
Japón aprobó el Estatuto Gensaki, el cual autoriza
que los extranjeros puedan poseer activos financieros dentro del
Japón y en Yenes.

Oficialmente se empezó a proteger el dinero de
todos aquellos que intervenían en el mercado, Es decir, el
sistema financiero pasaba a garantizar el funcionamiento de una
gran caja fuerte, en la cual se podría custodiar los
petrodólares hasta que sus dueños aprendieran a
gastarlos.

En la década de los 70, más de 400 bancos
privados del primer mundo otorgaron préstamos al tercer
mundo. Adicionalmente, los gobiernos de América Latina
podían financiar su déficit fiscal y comercial sin
tener que cobrar nuevos impuestos, emitir dinero o crear
aranceles. Desde luego, el monto de los préstamos no se
establecía por la necesidad de financiamiento del deudor,
sino por su capacidad de pago. Los tres países que
tenían una mayor capacidad de pago en virtud de sus
exportaciones de petróleo Venezuela, México y
Ecuador, mientras que para el resto de América Latina esa
tasa no superó el 15 por ciento anual.

Consumismo

El recién adquirido deseo de los gobiernos
árabes por dotar a sus desnudos territorios de una
adecuada infraestructura productiva; el muy humano afán
por satisfacer las necesidades de vivienda, salud y
educación de su gente, tratar de satisfacerlos
provocó una estampida en las necesidades de
inversión, consumo y gasto de los países
árabes. Para finales de los años 70, los gobiernos
árabes habían aprendido técnicas muy
ágiles para poder gastar rápidamente su dinero. Tan
ágiles que, en 1981, varios gobiernos de los países
petroleros alcanzaron su primer déficit en más de
una década.

Así, al empezar los 80, la banca internacional
constató que los petrodólares estaban fluyendo en
dirección inversa: los países petroleros gastaban
más; los países industrializados consumían
menos; los depósitos decrecían; las arcas bancarias
se secaban y el sistema financiero se hundía en una fuerte
depresión.

Para salir de esa depresión la teoría
económica recomienda subir las tasas de interés. En
efecto, entre 1981 y principios de 1982, las tasas de
interés lograron superarla. Pero contra esa
política conspiraba el hecho de que, si bien las altas
tasas de interés restringen la demanda de nueva deuda,
también pueden impedir recuperar la deuda vieja, Esto
último debido a que en la mayoría de contratos el
pago de la deuda se pacta con tasas de interés
variable. Es decir, el interés que se paga no es
el que rige a la fecha en que se otorga el préstamo, sino
el que rige el día en que se lo cancela.

Ese déficit permaneció escondido hasta
aquel viernes 13 de agosto de 1982 en el que México
confesó que no podría pagar su deuda;
confesión que en la práctica involucraba no solo a
los deudores del sector público y privado, sino que
también forzaba a que algunos prestamistas, incluyendo
varios de los bancos más grandes del planeta, tengan que
ser legalmente declarados en quiebra.

Temor

La conformación de ese embrionario cartel de
acreedores tenía dos objetivos, ambos igual de urgentes.
El primer objetivo era el de agrupar los principales bancos y
entidades acreedoras bajo un solo paraguas, comité o club,
ante el cual tendrían que comparecer los deudores
mexicanos. El segundo objetivo era el de lograr que el gobierno
mexicano garantice los pagos de la totalidad de la deuda
mexicana, tanto la del sector público como la del sector
privado.

El obtener que el gobierno mexicano incluya bajo la
garantía del Estado la deuda del sector privado tenia una
importancia vital para los acreedores.

Esos problemas, podrían ser fácilmente
resueltos si el gobierno se comprometía a garantizar el
pago total de la deuda privada, con lo cual esta quedaría
sólidamente respaldada por los ingresos de las solventes
empresas estatales, por el oportuno incremento de los impuestos,
aranceles y tarifas, así como por la explotación
más acelerada de las enormes reservas de petróleo
del subsuelo mexicano.

Finanzas

Los bancos transnacionales raramente otorgan sus
préstamos directamente a las personas, familias o empresas
que solicitan el dinero, sino que el crédito es concedido
a través de un banco local que en calidad de intermediario
financiero negocia con el potencial cliente, analiza su solicitud
y su capacidad de pago, examina las garantías y, en
definitiva, se responsabiliza de recuperar el préstamo.
Ese procedimiento ofrece claras ventajas al prestamista
transnacional. Por un lado, permite obviar su incapacidad para
calificar la solvencia de pago del deudor; capacidad que si tiene
el agente o banco local. Por otro lado, en la eventualidad de que
el deudor quiebre o se declare insolvente, el banco local se
encuentra en una posición mucho más idónea
para realizar las acciones legales pertinentes a la
recuperación del dinero.

En 1981, el promedio de ese límite legal
mínimo en los países de América Latina,
incluyendo México, podía cubrir apenas el 8 por
ciento del total del crédito entregado al sector privado.
El restante 92 por ciento, debía concederse utilizando el
dinero del público depositante o acudiendo a los
créditos otorgados por la banca internacional.

Con ese temor en mente, los acreedores contrataron un
selecto grupo de funcionarios y ex-funcionarios públicos y
privados, cuya misión consistía en ensamblar una
serie de argumentos destinados a demostrar la conveniencia y los
potenciales beneficios que todos lograrían obtener si es
que el gobierno mexicano aceptaba garantizar o asumir el pago de
la deuda externa privada.

Revolución

En efecto, en la tarde del martes 31 de agosto de 1982 y
sin utilizar innecesarias sutilezas, el Presidente José
López Portillo decretó la nacionalización de
los bancos privados. Se dice que en el mundo aún no se ha
logrado inventar una medida de política económica
que pueda satisfacer a todos. No obstante, con el decreto de
nacionalizar los bancos mexicanos todo el mundo estaba feliz:
primero, los dueños de los bancos locales, segundo, el
Gobierno había logrado progresar por el camino de la
revolución nacional estatizando deudas privadas; tercero,
los bancos extranjeros de un solo plumazo habían logrado
que sus pérdidas originadas en préstamos libremente
concedidos al sector privado sean asumidas por el Estado y el
petróleo mexicano; y, finalmente, aunque nadie supiera el
motivo, el pueblo mexicano también estaba
feliz.

El juez

A lo largo de los noventa días transcurridos
entre el baile del Zócalo y la reunión de
Itamaraty, en los corrillos financieros se había comentado
a gritos que antes de que expire el próximo pagaré,
el General Figueredo tendría que confesar que igual que
México y Brasil tampoco podría pagar su deuda
externa. Además, entre los funcionarios del FMI, del Banco
Mundial, del BID y de otras instituciones internacionales, se
susurraba que Argentina y Chile también se
declararían insolventes antes de la navidad de ese
año, 1982. Por lo tanto, había llegado la hora de
solicitar y, de ser necesario, exigir la ayuda soberana de los
gobiernos y de los pueblos de América Latina. El general
recomendó tres sencillos consejos: el primero
sugería al gobierno del Brasil y a los otros gobiernos de
América Latina- que acudan al FMI, cuyos funcionarios ya
habían recibido las debidas ordenes de otorgar a los
países deudores, en calidad de nuevos préstamos, en
los recursos necesarios para que puedan continuar pagando su
deuda externa.

Desde luego ningún presidente norteamericano se
tomaría la molestia de visitar un país sudamericano
con el único fin de enumerar tres consejos, pero
calificarlos de otra manera sería machacar en el poder de
quien los emitía.

No obstante, desde la perspectiva bancaria, el
nombramiento del FMI como juez supremo hacia peligrar la
posibilidad de volver a utilizar la nacionalización a la
mexicana para salvar a los acreedores de algún otro
país.

Bandos

En el primer bando que entonces se denominaba bloque
oficialista se alinearon las fuerzas opuestas a nacionalizar la
banca. Ocupando el liderazgo se encontraban los organismos
financieros que tienen su sede en Washington.

Se ubicaron los gobiernos de Brasil, Argentina y Chile,
probablemente tratando de justificar el hecho de que las tres
dictaduras habían tomado el poder y permanecido en
él, blandiendo una bandera de lucha contra los grupos de
tendencia socialista.

En el segundo bando se congregaban los grupos
económicos cuyas ganancias podían desaparecer si no
se nacionalizaban los bancos.

Debido a la influencia económica y
política que ejercían cada uno de los dos bandos,
la disyuntiva de nacionalizar o no los bancos locales
había dejado de ser un problema doméstico para
transformarse en un problema continental.

El deudor
solitario

La unión de los acreedores alrededor de un
objetivo común se facilitaba por el hecho de que, desde
hace varios años, entre ellos ya habían logrado
organizar algunos gremios, incluyendo los siguientes: el Club de
París, que representa a los 17 países acreedores
que tienen el mayor grado de bienestar y riqueza a nivel mundial;
el Club de Londres, que protege los intereses de los principales
bancos transnacionales y que actualmente ya no se reúne en
Londres sino en Nueva York; y, el Grupo Multilateral, que
aglutina al FMI, al Banco Mundial y a los principales bancos
regionales, incluyendo al BID.

El club de parís

Este club se funda en 1956 con el único objetivo
de gestionar el cobro de la deuda de 700 millones de
dólares que Argentina había contraído con
varios países europeos.

El origen de esa deuda se remonta a 1946, año en
el que Juan Domingo Perón gana las elecciones
presidenciales. Una vez que asume el poder, Perón
encuentra que Inglaterra adeudaba a la Argentina 500 millones de
libras esterlinas por concepto de las toneladas de carne y de
granos que habían sido entregadas a Inglaterra por
Argentina durante la Segunda Guerra Mundial. Por otro lado
Argentina se había endeudado en una cantidad similar pero
en dólares por maquinarias y equipos comprados a
Norteamérica.

En vista de que Argentina tenía que pagar
intereses por el monto adeudado a los Estados Unidos, mientras
que no recibía ningún interés por su
préstamo a Inglaterra, Perón solicitó
consolidar los créditos entre los tres países con
el objeto de que Inglaterra pague directamente a los Estados
Unidos el correspondiente valor de la deuda que debía a la
Argentina.

Inglaterra dictaminó que pagaría su deuda
únicamente con bonos denominados en libras esterlinas y,
por otro lado, Estados Unidos dictaminó que solo
aceptaría los pagos que sus deudores realicen en
dólares. Además, con los ingresos generados por las
tarifas de los servicios nacionalizados, empieza a cancelar su
deuda a los Estados Unidos..

El club de londres

Este Club comienza a estarse el 31 de octubre de 1968,
Día en el cual se plasmó uno de los más
fastuosos matrimonios del jet set financiero: el efectuado entre
el Citibank y su principal accionista, el Citicorp. La criatura
que nació de ese matrimonio fue, a su vez, el primer
Steering Committee o comité para la gestión de
cobro que tuvieron los acreedores.

La criatura encargó de cobrar solamente los
préstamos del Citibank. Pero en virtud de su visible
éxito, pronto se le unieron otras entidades bancarias.
Cuando la crisis financiera se destapó con la
declaración de México, el Steering Committee ya era
un ser independiente y maduro, con capacidad para reaccionar
ágil y eficientemente ante cualquier
circunstancia.

El grupo multilateral

Este grupo está conformado por el FMI y el Banco
Mundial en calidad de fundadores y socios principales.
Actualmente se han integrado también los tres bancos
regionales más importantes: el Banco Interamericano de
Desarrollo, el Banco Africano de Desarrollo y el Banco
Asiático de Desarrollo.

Su crecimiento ha sido financiado por los mismos
bolsillos. Y los dos, el Fondo y el Banco, comparten los mismos
182 países miembros que tienen en la actualidad. No
obstante, a partir del anuncio efectuado por el presidente Reagan
en Itamaraty, los dos hermanos convergieron en una sola
estrategia para enfrentar la crisis de la deuda. . Para lograrlo,
establecieron un efectivo reparto de tareas: mientras el FMI, por
intermedio de los préstamos estructurale, se encarga de
fijar las tasas de interés, las tasas de cambio y el
financiamiento presupuestario de los países
deudores.

El sindicato de acreedores

La alianza conformada por el Club de París, el
Club de Londres y el Grupo Multilateral, tiene como objetivo
fundamental el de persuadir a los gobiernos de los países
deudores a adoptar las políticas necesarias para asegurar
una suficiente disponibilidad de divisas con las cuales continuar
pagando la deuda externa. Suele asumirse que la formación
de este sindicato fue una acción cuidadosamente
planificada entre los gobiernos de los países acreedores,
los bancos prestamistas y los organismos
multilaterales.

En consecuencia, no parece lógico que este Club
que en ese entonces era el acreedor de casi 7 de cada 10
dólares de la deuda hubiese estado dispuesto a supeditar
sus propios intereses a las políticas oficialistas del
Club de Paris y del Grupo Multilateral. Además, los
préstamos otorgados por los miembros del Club de Londres
tenían tasas de interés flotante y vencían
en el corto plazo.

Por lo tanto, al Club de Londres en su calidad de
acreedor mayoritario no le convenía promediar las
condiciones de alta rentabilidad que tenían sus
préstamos, con las condiciones menos rentables que
tenían los préstamos de las instituciones
oficiales.

Mientras que los miembros del Grupo Multilateral
rechazaban de plano la idea de nacionalizar más bancos,
los miembros del Club de Londres creían que ese era el
único camino disponible para recuperar el dinero adeudado
por el sector privado.

El club de deudores

En consecuencia, los argumentos a favor de una
estrategia conjunta debían concentrarse en las ventajas
financieras y de estabilidad monetaria que podrían
obtenerse para cada país. Conformidad al tamaño de
la deuda de cada país se podían diferenciar cuatro
grupos: el primero integrado por México, con una deuda
superior a los 80 mil millones de dólares, Brasil con 83
mil millones, Argentina con 43 mil millones y Venezuela con 32
mil millones. Un segundo grupo podría formarse con Chile,
Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia, Uruguay y Costa Rica,
países que tenían deudas de tamaño
intermedio, entre los tres mil y los quince mil millones de
dólares. Un tercer grupo formado por Paraguay, Nicaragua,
Honduras, El Salvador, Guatemala, Panamá y la
República Dominicana, con deudas de alrededor de 2 mil
millones de dólares cada uno. Y, un cuarto grupo, el
formado por aquellos países que, no obstante su
ubicación geográfica, sus gobiernos
preferían excluirlos de la geopolítica de
América Latina, tales como Belice, las Guayanas holandesa,
inglesa y francesa, Haití y las colonias caribeñas.
Cuba no constaba en la información financiera entregada
por el FMI, el Banco Mundial o el BID. Por otro lado,
quizás precisamente por esa falta de información,
se presumía que Cuba no tenía ninguna deuda
pendiente con la banca internacional.

Al principio creímos que los 4 países
ubicados en el primer grupo México, Brasil, Argentina y
Venezuela serían los más entusiastas en apoyar una
negociación conjunta. Al tener las deudas más
grandes, en una acción global cosecharían los
mayores beneficios. En el caso de México, la
nacionalización había convertido a su gobierno en
la vedette mimada por la banca internacional. En el caso de los
regímenes militares de Brasil y Argentina, estos se
encontraban en franca retirada y, es de suponer, preferían
que sean sus sucesores quienes asuman la responsabilidad de
unirse con otros gobiernos civiles. Por último, en el caso
de Venezuela, a pesar del gran tamaño de su deuda, esta
podía ser fácilmente amortizada con sus abultados
ingresos petroleros.

La propuesta

El primer argumento puntualizaba la eficiencia que
podría obtenerse al concentrar las negociaciones en una
sola entidad administrativa, en lugar de que cada país
tenga que organizar sus propias oficinas y cuerpos
burocráticos.

En efecto, a partir de la moratoria declarada por
México, los acreedores es decir, los bancos
transnacionales asociados en el Club de Londres, los gobiernos
agrupados en el Club de Paris y los organismos financieros
integrantes del Grupo Multilateral habían justificado su
accionar monopólico arguyendo que si cada prestamista
comenzaba a renegociar individualmente con los deudores se
produciría una caótica mezcolanza de tasas de
interés, plazos de amortización y condiciones de
pago, que podría quebrantar el equilibrio existente en los
mercados financieros y de capitales.

El propósito de planificar las acciones
necesarias para que los bancos, en lugar de competir entre
sí tratando de ser los primeros en cobrar las deudas,
más bien puedan negociar y enfrentar juntos la poca
capacidad de pago de los países deudores.

El segundo argumento también se inspiró en
el accionar de los propios bancos. Así, en nuestro segundo
argumento aceptábamos como un hecho consumado la
decisión de los acreedores de no negociar individualmente
con nosotros los deudores; pero concluíamos que los
deudores tampoco debíamos negociar individualmente con los
acreedores.

En el tercer argumento rebatíamos la tesis
expuesta por los acreedores, para quienes el unificar las
gestiones del Club de Paris, del Club de Londres y del Grupo
Multilateral bajo un solo cartel o sindicato, tenia como
único propósito el de posibilitar una
negociación de suma positiva.

La reunión

La noticia deformaba la verdad debido a dos hechos: en
primer lugar, era imposible que el Gobierno hubiese tenido tiempo
para propiciar la formación de un club cuya necesidad
recién se había evidenciado tres días antes.
En segundo lugar, cualquier patrocinio de ser el caso
habría sido canalizado a través de algún
funcionario del gobierno y no por intermedio de un profesional
independiente. Por otro lado, la utilización de la palabra
Club en la edición de los periódicos en idioma
español, no concordaba ni con la noticia en idioma
inglés originalmente ubicada por The Wall Street Journal,
ni con los argumentos que habíamos expuesto en
Panamá.

En la
resaca

La misma congoja invadió otros países de
América Latina una vez que esa gran parranda de
préstamos que por una década fue alimentada con
abundantes petrodólares, finalmente concluyó.
Así, tras la cruda mexicana vinieron la ressaca
brasileña, la cañamala chilena, el ratonado
venezolano, la chaqui boliviana, la encurda argentina, la
kaù koè paraguaya, el chuchaque ecuatoriano, el
guayabo colombiano, la resaca peruana y uruguaya, y la mona, el
ratón y el bolo centroamericanos. Los acreedores
habían logrado aglutinarse alrededor de una sola tesis:
aquella que sostenía que los gobiernos de América
Latina, además de pagar la deuda pública,
también debían cubrir o solventar el pago de la
deuda del sector privado.

Así, a partir del mes de abril de 1983, tanto los
funcionarios de los países deudores como los de la banca
acreedora y de las instituciones multilaterales especialmente del
FMI y del Banco Mundial emprendieron una frenética cadena
de viajes de ida y vuelta entre las capitales de América
Latina y Washington, ya sea para recibir instrucciones o ya sea
para impartirlas.

La capitalización chilena; la chucuta venezolana;
la sucretización ecuatoriana; y, la desdolarización
argentina. Comparémoslos:

La capitalización
chilena

Por un lado, a diferencia de los otros países
latinoamericanos, en Chile la mayor parte de la deuda externa
había sido contratada por el sector privado; y, por otro
lado, el equipo económico del gobierno estaba firme y
genuinamente cohesionado alrededor de la tesis de que tanto las
ganancias como las pérdidas de los negocios privados,
debían pertenecer exclusivamente a quien los conciba y los
ejecute. Pero en una sociedad como la chilena que para entonces
ya poseía una amplia cultura económica resultaba
difícil tratar de beneficiar solo a un grupo de la
sociedad, sin que los otros grupos se sientan
estafados.

Al final, el mecanismo consistió en fusionar tres
grupos de deudores clasificados con base a las siguientes
características: un primer grupo conformado por aquellos
cuya deuda estaba contabilizada en dólares; un segundo
grupo conformado por aquellos cuya deuda estaba registrada en
pesos chilenos; y, un tercer grupo, conformado por aquellos
bancos domésticos que mantenían deudas pendientes
con los acreedores externos.

Una vez establecidas esas tres clases de deudores, se
decretó que el Banco Central financie un fondo destinado a
subsidiar las tres siguientes operaciones: la primera, la venta
de dólares a los individuos del primer grupo, aplicando un
tipo de cambio preferencial y en montos suficientes para cubrir
todas sus deudas externas; la segunda, la concesión de
préstamos en condiciones blandas y a un interés
altamente subsidiado a los miembros del segundo grupo; y, la
tercera, la compra por parte del Banco Central de toda la cartera
que los bancos del tercer grupo voluntariamente quisiesen vender
al Estado.

La chucuta venezolana

En Venezuela, el gobierno también decidió
repartir a precios bajos los dólares del Banco Central,
pero sin establecer grupos de deudores como se hizo en Chile sino
desmembrando el mercado en cuatro segmentos y en cuatro precios:
el precio más bajo se fijó para el primer segmento,
destinado para aquellos que necesitaban dólares para pagar
deudas o para importar bienes y servicios calificados como
esenciales; el segundo segmento estaba destinado a cubrir la
demanda de aquellos que deseaban importar bienes y servicios
calificados como no esenciales; el tercer segmento estaba
limitado a varios rubros que obligatoriamente debía cubrir
el Banco Central; y, el cuarto segmento denominado el segmento
del mercado libre en el cual debían efectuarse, a precios
de mercado, las operaciones no contempladas en los tres segmentos
anteriores.

La sucretización ecuatoriana

En Ecuador, a diferencia de Venezuela, la
estatización de la deuda privada no benefició a un
número relativamente amplio de individuos, sino que se
concentró en apenas 410 deudores.

El mecanismo, además, hizo gala de una inaudita
sencillez: el gobierno bonachonamente se auto impuso la
obligación de pagar a los bancos extranjeros la totalidad
de la deuda externa de los deudores privados y, en tímida
contraparte, los 410 deudores se comprometían a entregar
al Banco Central una cierta cantidad de sucres la moneda oficial
del Ecuador la misma que eventualmente alcanzó un
máximo de 100 sucres por cada dólar
adeudado.

Como el plazo para entregar los sucres fue pactado en 7
años plazo en el cual el dólar ya costaba alrededor
de 1.000 sucresel gobierno en la práctica regaló a
cada deudor privado, nueve dólares por cada diez que
adeudasen. Devaluó hasta convertir en pomada los salarios
en sucres, para después transmutarlos a su mínimo
valor en dólares, la nueva moneda nacional.

La desdolarización argentina

A diferencia de lo que sucede en Chile, Venezuela y
Ecuador, donde las empresas estatales son las que generan las
principales exportaciones, en Argentina son las empresas privadas
las que controlan los dólares necesarios para pagar la
deuda externa.

Esa diferencia impidió al gobierno argentino
utilizar alguno de los artificios de subsidio, venta barata o
entrega directa de dólares que se aplicaron en los otros
tres países. Para esquivar ese obstáculo, se
legalizó un mecanismo llamado Seguros de Cambio, con el
cual el Estado se comprometía a cubrir con pesos
argentinos, cualquier incremento en el precio del dólar
que se produzca, en que las empresas e individuos del sector
privado debían pagar su deuda externa.

Pero en Argentina las consecuencias de la
estatización de la deuda privada, tuvieron un efecto mucho
más profundo que en el Ecuador, Chile o Venezuela, por
cuanto la falta de una fuente propia de divisas, obligó al
gobierno a incrementar de manera permanente la emisión e
impresión de pesos argentinos. Este incremento, a su vez,
generó un aumento también permanente en el
déficit fiscal y en la inflación.

Rentabilizando

El rebautizó con el nombre de neoliberalismo y
que en definitiva demanda que el Estado asuma las perdidas de los
negocios privados, no solo que fueron entusiastamente aplaudidos
sino que a la postre fueron abiertamente practicados. Para
cumplir este propósito, los bancos entregaron los
pagarés de la deuda del tercer mundo y a cambio recibieron
los denominados Bonos Brady que estaban garantizados por el
Tesoro Norteamericano y, sobre la base de esa garantía,
podían ser libremente negociados en los mercados de
capitales.

Al
mediodía empezó la historia

Al mediodía del martes 8 de junio de 1982, sus
muros eran testigos de un nuevo episodio que se forjaba con las
siguientes palabras16: „Señor Presidente, desde
antes de que usted asuma el cargo ya sabíamos que era un
amigo en quien podíamos confiar en épocas de
peligro, alguien que no mancillará los valores del mundo
libre, alguien. que reforzará la paz mundial, alguien que
hará lo posible para incentivar la iniciativa y la empresa
privada, alguien que desea que el ser humano prospere en
libertad, justicia y paz. Usted a tenido ese espíritu. Esa
es una inapreciable garantía para la causa que nosotros
dos compartimos.

Las anteriores palabras eran declamadas por la Primer
Ministro Margaret Thatcher, al dar la bienvenida al Presidente
Ronald Reagan en su primera visita oficial a
Inglaterra.

La trascendencia geopolítica que alcanzaba esa
coincidencia fue resaltada por el propio Presidente Reagan, quien
respondió a la Primer Ministro con las siguientes
palabras:

Son días difíciles para nuestros pueblos.
Presionados por la recesión e inestabilidad mundial, no
podemos depender solo en la marcha de nuestras economías.
Juntos y de manera independiente debemos renovar la libertad en
nuestro modo de vida. Ya hemos restaurado incentivos y
oportunidades en nuestros mercados al reducir los excesivos
impuestos y regulaciones.

Al atenuar la pesada mano del gobierno, estamos
demostrando nuestra fe en los hombres y mujeres de Gran
Bretaña y de los Estados Unidos.

Esa respuesta no solo que reflejaba la coincidencia y
simpatía existente entre los dos personajes, sino que
además resumía la política que ya
había aplicado Ronald Reagan desde los inicios de su
gestión en 1981.

Impuestos

Para rebajar los impuestos se dictaminó que la
tasa impositiva máxima se reduzca del 60 al 28 por ciento.
Desde luego, esa acción estaba respaldada por la
afirmación teórica de que al rebajar impuestos se
estimula la actividad económica; los empresarios dejan de
sentir ese innato deseo por producir. Así, los impuestos
muy altos no producirían más ingresos para el
fisco, sino que en un extraño giro más bien
generarían el efecto inverso.

El cual permite deducir que las utilidades de las
empresas comienzan a decaer una vez que su producción ha
superado ciertos límites. En consecuencia, si las empresas
están cerca de esos limites, los empresarios
preferirán trabajar menos. Pero si trabajan menos,
producirán menos. Si producen menos, ganarán menos.
Y si ganan menos, el fisco recibirá menos
impuestos.

Privatizaciones

En el proceso de gratificación empresarial una
variante de su propia inspiración: la privatización
de las empresas públicas. En la implantación de ese
proceso y en su condición de pionera, el principal
obstáculo que tuvo que vencer fue la férrea
oposición inicial de los poderosos sindicatos
públicos. Ese guante lo utilizó a lo largo de su
gobierno, pero de manera especial en los principales experimentos
de privatización.

El primero fue la privatización de la
Corporación Nacional de Transporte de Carga, una de las
empresas más grandes del sector público, cuyo
capital fue renovado en acciones que en un 82 por ciento fueron
vendidas a los propios empleados de dicha
Corporación.

Un segundo experimento fue la venta a los arrendatarios
de una serie de edificios de propiedad del Estado y cuya renta,
que había permanecido congelada desde la II Guerra
Mundial, no permitía cubrir ni siquiera los costos de
mantenimiento.

El tercer experimento se realizó
institución pública encargada de operar los
aeropuertos de Heathrow y Gatwick en Londres. En este caso,
simplemente se modificó –y gratis- los estatutos de
la empresa. La privatizada BAA continuó operando con sus
mismos y antiguos empleados, a pesar de lo cual una vez libre de
las regulaciones y limitaciones burocráticas logró
reducir en una tercera parte sus costos
administrativos.

.Goteras

Que puede ser traducida como economía del goteo o
economía del chorreo, de acuerdo al nivel de optimismo del
traductor se fundamenta en un dogma generosamente patrocinado, el
cual asevera que el dinero que se coloque en el segmento superior
de la pirámide económica, tarde o temprano
fluirá hacia los niveles inferiores.

Tasas

El motivo de esa pugna era fácil de entender: los
bancos podían medrar buena parte de la diferencia de 10
puntos entre la tasa que pagaban al Fed y la tasa que
podían cobrar a sus clientes. Esa pugna y el objetivo de
reducir la inflación, señalaban la necesidad de
elevar la tasa de descuento.

No obstante, ni los fiscalistas ni los monetaristas
ofrecían una formula adecuada para curar la
economía norteamericana que había sido atacada
simultáneamente por ambos virus: el de la inflación
y el del estancamiento. Esa enfermedad, que alguien la
bautizó como estanflación, ya había sido
detectada en los años 70 en América Latina, pero
Norteamérica no se había contagiado sino hasta
principios de los años.

Siete gordos

Primero, en cada uno de esos siete años gordos el
Producto Interno Bruto creció 3.2 por ciento en promedio
anual. Este porcentaje sobrepasa con nitidez al 2.8 por ciento
registrado en los 7 años previos y mucho más al 2.1
por ciento registrado en los 7 años
posteriores;

Segundo, la visible generación de nuevas fuentes
de trabajo. La tasa de desempleo que en 1981 alcanzaba el 7.6 por
ciento, para 1989 se había reducido al 5.5 por
ciento.

Tercero, el nivel inflacionario decayó desde el
13.5 por ciento en 1980, hasta apenas el 4.1 por ciento en el
último año del gobierno de Reagan.

Cuarto, la tasa de interés que entre 1981 y 1982
sobrepasó el 21 por ciento –el nivel más alto
en el Siglo XX- paulatinamente fue bajando hasta colocarse en el
8 por ciento y,

Quinto, el ingreso promedio por persona creció en
dólares de valor constante desde US $ 10.716 en 1981,
hasta US $ 13.071en 1989. Es decir, el ingreso tuvo un
incrementó en valor real de alrededor del 22 por
ciento.

Tercer camino

Cuando Bill Clinton asumió la presidencia, el
déficit fiscal de los Estados Unidos superaba los 290
billones de dólares, cifra que equivalía al 4.9 por
ciento del PIB. Por definición, un déficit fiscal
se produce cuando el gobierno gasta más que lo que
recibe.

Bill Clinton tenía que enfrentar la disyuntiva de
contrariar a quienes creían poder beneficiarse del gasto
público o, alternativamente, a quienes creían que
por culpa del gasto del Estado debían pagar más
impuestos.

Es decir, tendría que escoger entre uno de los
dos grupos que juntos acoplan la totalidad del electorado. Pero
Clinton como buen estratega político- aprovechó la
disyuntiva para contentar a todos sin favorecer a nadie con las
siguientes palabras:

Hemos logrado colocarnos por encima de la estéril
discusión que mantienen aquellos que consideran que el
Gobierno es el enemigo con aquellos que consideran que el
Gobierno es la respuesta. A ustedes, ciudadanos americanos, les
digo que nosotros hemos encontrado un tercer camino.

Como es fácil de suponer, el hecho de que un
presidente de los Estados Unidos anuncie que ha encontrado un
tercer camino, provocó una oleada de especulaciones que
trataban de descifrar en que lugar podría estar localizado
ese tercer camino.

Una segunda interpretación fue avalada por Tony
Blair, Primer Ministro de Inglaterra, quien en visita oficial en
los Estados Unidos manifestó lo siguiente:

El tercer camino nos conduce a una renovada y moderna
democracia social. No es simplemente un compromiso entre
izquierda y derecha, sino que toma valores esenciales y los
aplica a un mundo cambiante; y logra hacerlo liberándose
de ideologías caducas. El tercer camino práctica
una economía que no es la de laissez-faire, pero tampoco
la del Estado interventor.

A pesar de que se logró evitar que esas plagas
contagien la economía norteamericana y de que las
estadísticas señalaban que Clinton había
logrado superar el crecimiento alcanzado en los siete años
gordos del neoliberalismo,

Globalización

La frase en toda su extensión decía lo
siguiente:

Reduciremos los impuestos, para que la economía
recobre su impulso y para incentivar la capacidad empresarial y
los esfuerzos de los norteamericanos que

Trabajan. Desde luego, el retorno se producirá si
es que la campaña electoral no se circunscribe a debatir
ante el elector el derecho o no que tiene Estados Unidos para
declarar unilateralmente la guerra a otro país, sino si
también se analiza la economía. Es decir, si es que
algún comedido ha tenido suficiente olfato para guardar
aquel pequeño letrerito que antes ya fue exhibido en la
ciudad.

Un continente sin
brújula

      Pudimos
notar que este autor habla de muchos temas sobre el mundo.
Nombras muchos libros que han sido publicados en casi todos los
países.  Hay cosas que no se pueden entender con
mucha claridad debido a la variedad de temas y algunos no tienen
como una continuación De la lectura de esos
títulos, habla de que ninguno de los cinco libros puede
tener algún tipo de coherencia con los otros
cuatro. 

En los modelos cepalinos entendimos que era el de unir
mercados y sustituir o suprimir algunos de los productos
industrializados, importados desde centro y este fue exhibido a
lo largo de América latina bajo la promesa que se
había descubierto el sendero para salir del
subdesarrollo

Subdesarrollo de
los trópicos

Trata de las entidades regionales y nacionales. Su
principal objetivo es el de apoyar el desarrollo de
América latina,  pero ninguna de ellas en si no a
logrado definir como tal el verdadero significado de la palabra
desarrollo, en cambio con la sonrisa de la mona lisa la palabra
desarrollo han tenido infinitos significado.Existen dos
agrupaciones escogidas que tenían y aún tienen un
gran prestigio internacional las cuales fueron la American
Economic Association y la Royal Economic Society.

La primera fue fundada en 1885 y actualmente tiene
alrededor de 23.000 miembros, La segunda organización, la
Royal Economic Society, fue fundada en Inglaterra en 1890 y tiene
más de 3.300 miembros.

Partes: 1, 2

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